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Alfoldy Resumen cap 3 a 6

CAP. 3: El cambio de estructura del siglo II a .C. Resultados de expansión territorial mediterránea tras gue-
rras púnicas (incorporación de península Ibérica, Grecia y norte de África entre 170-133 a. C. aprox.): la in-
corporación de tierras de cultivo y de zonas de extracción de metales, así como el incremento en la comer-
cialización de esclavos favorecía el desarrollo de la inversión, la actividad empresarial y la economía mone-
taria. Esto modifica la estructura social: debajo de la aristocracia senatorial crece el grupo de los "hombres
nuevos" o caballeros, grandes propietarios y empresarios-comerciantes-banqueros ricos que ascendían en
la escala social; las capas altas locales; proletarios urbanos (campesinos empobrecidos y libertos); los alia-
dos que no poseían la ciudadanía romana; las masas esclavas de los fundos y minas. La agudización de las
condiciones de explotación incrementó los frentes de conflicto interno que llevaron a la crisis social y a las
guerras civiles. Estratos superiores, a partir de la 2ª guerra púnica. A medida que van apareciendo los
nuevos ricos (caballeros) van perfilándose claramente dos órdenes, el senatorial y el ecuestre, aunque esta
diferenciación no impide el ingreso de los últimos en el senado, generando una renovación constante de la
elite dirigente (recurso a la adopción de descendientes, ante la falta de descendencia masculina). Pero los
huecos llenados por los caballeros se refieren a las bajas magistraturas, a los cargos mas elevados solo ac-
cedían una minoría privilegiada. Se consolida así un sistema oligárquico donde la nobleza senatorial se re-
serva el acceso al cargo más alto (consulado) y se distancia dentro del senado de los caballeros, constitu-
yendo un orden estamental. Además aprovechan su poder para acrecentar su riqueza anexionándose tie-
rras del estado y parcelas de campesinos pobres. Este cambio en estructura de propiedad agraria revelaba
a su vez un cambio en los supuestos morales de la nobleza de sangre. Se impone el espíritu de lucro (Ca-
tón), el orden senatorial organizaba sociedades anónimas para poder desarrollar el comercio marítimo y la
gran industria, mediante el uso de testaferros!!. El aislamiento político de la nobilitas, junto con al aumento
de sus privilegios y riqueza, generó conflictos intra-oligárquicos, basados en la preeminencia de ciertas fa-
milias, y de algunas personalidades, cuyos intereses no siempre representaban al estamento en su con-
junto, comprometiendo los fundamentos del equilibrio entre linajes y ordenes. Este régimen oligárquico,
llevó a que las masa desplazadas buscaran en líderes como Mario, alcanzar sus reivindicaciones. Resonan-
tes triunfos militares, estrechas relaciones con los ejércitos, así como con las poblaciones de las provincias
por la extensión del sistema de clientelas, confluían en el acrecentamiento del poder de las grandes perso-
nalidades, a partir de la victoria sobre Aníbal. El orden ecuestre estaba formado por plebeyos ricos (de baja
extracción social) que fueron haciéndose cargo de servicios públicos para acrecentar su status (manteni-
miento del ejército, obra pública, arriendo y explotación de minas estatales, cobro de impuestos, etc.), lo
cual generaba frecuentes conflictos con las poblaciones locales. Estratos inferiores, itálicos y provinciales:
el crecimiento económico ligado a la evolución de sector agrario hacia economías de plantación y la impor-
tancia del comercio exterior, da lugar a un estamento "intermedio" de artesanos y pequeños comerciantes.
El número de los libertos fue incrementándose en las ciudades y se dividió entre aquellos que se enrique-
cieron con nuevas condiciones y los que se sumaron al proletariado que sobrevivía de las donaciones de los
ricos, a estos se sumaban los campesinos arruinados que llegaban a las ciudades en busca oportunidades.
La proletarización y empobrecimiento de los campesinos romanos fueron consecuencia de la 2° guerra pú-
nica, por muertes de milicianos campesinos y la devastación de zonas que redujo la población rural, así
como la destrucción de asentamientos, dificultando su reconstrucción, la falta de recursos de estos secto-
res. A esto se suma la ocupación de los terrenos despoblados por la guerra, convertidos en ager público,
por campesinos ricos, que poseían mucha mano obra esclava (había disposiciones de que estas tierras po-
dían ser ocupadas por quién tuviera condiciones de explotación apropiadas, las cuales carecían los campesi-
nos que volvían de la guerras). Esto fue sobre todo en sur Italia. El recurso a la colonización no resultaba ya
efectivo: la proletarización campesina y el trabajo temporal como asalariados en fundos abundaban. El in-
cremento de la población urbana más pobre, representaba un material social y político altamente inflama-
ble, solo necesitaba líderes. Esto fue a reforzar el clientelismo de los distintos sectores nobles en lucha (ya
que eran ciudadanos con influencia en asamblea popular), gracias a su capacidad de satisfacer sus deman-
das con la donación, en detrimento de los posibles líderes que surgieran de la plebe. Las tensiones entre los
socios itálicos del sur de la península y la capa dirigente romana se debían a la discriminación de que eran
objeto (no ciudadanos pero con obligaciones de prestar ayuda militar, además de una menor parte en la
distribución del botín de guerra) junto con la explotación económica que padecía la población rural pobre
de la zona.

También en las provincias anexadas surgieron este tipo de conflictos entre la población local y los romanos
asentados (generalmente militares), en forma de movimientos sociales heterogéneos que incluían tanto a
estratos bajos como altos locales en contra de la dominación romana (Viriato en Hispania 147 –139 a. C.).
Los cambios en la estructura productiva así como las condiciones resultantes de las campañas de anexión
de territorial y las guerras (abundancia de esclavos extranjeros, disminución de la población campesina lo-
cal y obligaciones de leva militar), favorecían el uso de mano de obra esclava en gran fundo, cuya importan-
cia aumentó a partir del siglo II a. C. La mano de obra esclava no sustituyó por completo a la libre, pero se
generalizó su uso en ciertos sectores de la economía: plantaciones, pastoreo, minería, manufactura y en
ciertos oficios artesanales especializados, así como en el servicio doméstico. Los rasgos patriarcales de es-
clavitud se diluyen: ya no forman parte de la familia, están segregados de la comunidad por su carencia de
derechos, y son considerados solo como instrumentos de trabajo junto con los demás enseres. Sin embargo
no eran un grupo homogéneo: los esclavos urbanos gozaban de una situación ventajosa (y entre ellos se
destacaron luego los que cumplían funciones en casas nobles pues podían acumular riqueza y comprar su
libertad) respecto de lo rurales que trabajaban en condiciones durísimas (cadenas, venta y pocas manumi-
siones); había una estratificación interna de los esclavos según el tipo trabajo y su especialización. Pero en
general en este período es cuando los esclavos soportaron la peor condición de vida y la menor considera-
ción social. Las formas de resistencia esclava tomaron la forma de levantamientos, pero sólo en aquellos
sectores de producción que por sus características permitían contactos, comunicación y lazos entre ellos,
como en el caso de los pastores y los profesionales (gladiadores). Los primeros levantamientos esclavos se
producen en zonas marginales de la península (Apulia) dedicadas a la ganadería (185 -184) y son fuerte-
mente reprimidas.

COMIENZO DE CRISIS: Los enfrentamientos entre las mismas familias de la nobilitas (el conflicto entre la
familia de los Escipiones y el resto de la nobleza aristocrática), así como las restricciones de acceso a los
puestos más altos por parte de la nobleza senatorial hacia senadores corrientes y ecuestres, originaban
nuevos problemas en el seno de la capa dirigente. La degradación material del campesinado romano y el
surgimiento de una masa proletaria, creaba un peligroso caldo de cultivo a cualquier tentativa revoluciona-
ria. La tensión entre Roma y sus aliados itálicos ya no tienen solo un origen político, sino también social (le-
vantamiento Apulia). Movimientos de resistencia de la población sometida de las provincias (Hispania, Gre-
cia) complicaban aún más la situación. Finalmente el odio de las masas esclavas contra sus amos, constituía
una amenaza contra todo el sistema de dominación romano. Todos estos conflictos dan cuenta de nuevos
tipos de crisis, cuyas principales tensiones provienen de las restricciones de movilidad social de los grupos
rurales y proletarios, esclavos, socios itálicos y provinciales. En este sentido los grupos más favorecidos por
las nuevas posibilidades de movilidad económica-social eran los urbanos: esclavos y libertos, artesanos y
comerciantes, caballeros ricos, cuyos conflictos podían resolverse de manera pacífica. El sistema de domi-
nación y gobierno de una ciudad-estado no servía para administrar y controlar los nuevos territorios anexa-
dos, que convertían a Roma en cabeza de un imperio mundial. Las provincias no eran administradas sino
saqueadas por los delegados romanos y los colonos ricos. La aristocracia a diferencia de las 2 primeras gue-
rras púnicas, ya no tenía la masa del campesinado en que apoyarse, resquebrajándose aún más el viejo sis-
tema político. A esto se suman las influencias ideológico-espirituales de las zonas colonizadas (filosofía he-
lénica), que relajó la fuerte conciencia de grupo de las capas altas y quebró el orden social basado en la tra-
dición romana arcaica (esta filosofía prendió sobretodo en aquel estrato social que debiera ser el guardián
del mos maiorum), introduciendo factores de conflicto intra-oligárquico (caso de los Escipiones, quienes
veían en lo helénico el sistema ideológico perfecto, tanto para legitimar el derecho de Roma a dominar el
mundo, como su propia posición social dirigente).

Mientras que la expansión en Italia había sido la solución a costa de terceros, de los problemas económicos
de los sectores empobrecidos de la población, ahora la expansión en el Mediterráneo hacia tambalear el
orden vigente. El afán de riquezas y de poder minó la lealtad, la honestidad y la disciplina romana. Los in-
tereses de los grupos dirigentes urbanos ya no se correspondían con la solución de las necesidades de los
sectores oprimidos, sino que inclusive estos reclamos iban directamente contra sus intereses. La crisis cul-
minó en conflictos violentos, caracterizados por la heterogeneidad de los intereses en pugna y de los gru-
pos enfrentados, y por la imposibilidad de que estos diferentes conflictos confluyesen en una impugnación
generalizada del orden social romano. Las revueltas y guerras civiles de finales de la República acabaron
con el marco político sin afectar demasiado la estructura del orden social. La lucha decisiva no fue entre los
sectores oprimidos y dominantes, sino intra-oligárquica, desviándose de la solución de los problemas socia-
les, a la lucha por el poder político, aspecto que llevará a la caída de la República.

Cap.4: Crisis de la República y de la sociedad romana. CONFLICTOS DE LA SOCIEDAD ROMANA EN LA RE-


PÚBLICA TARDÍA: desde mediados s. II a. C. hasta fin de guerras civiles en el año 30 a. C. si bien algunos au-
tores hablan de "revolución", para Alfoldi es mejor el uso de "crisis" por la heterogeneidad de los procesos
que llevaron al fin de República: variedad de tipos de conflictos y cambios en el carácter global de los mis-
mos. En general los conflictos abiertos se agrupan en cuatro principales: GUERRAS SERVILES: Esclavos cam-
pesinos contra amos y estado romano, que van desde 1° levantamiento en Sicilia (135 a. C.) hasta la repre-
sión de revuelta Espartaco (71 a. C.). Causas: se derivan del propio desarrollo del esclavismo desde la 2ª
guerra púnica: incremento de importancia de mano obra servil en la economía agraria (gran fundo), incre-
mento de cantidad de esclavos (fácilmente reemplazables), aumento en la brutalidad del trato, escaso con-
trol en las fincas, y status anterior de los esclavos (ciudadanos fuertes e inteligentes, de estados helenísti-
cos, y otras comunidades libres). Movimientos heterogéneos y débilmente articulados: la 1ª fue en Sicilia
(135-132 a. C.) formada por esclavos maltratados y pastores armados por sus amos, que formaron bandas
de asaltantes y ocuparon la ciudad de Enna, con eco entre los esclavos de Roma, Ática y Asia Menor; la 2ª
oleada comenzó también en sur Italia y al extenderse hacia Sicilia se generaliza (104-101 a. C.), debido a
que los amos se resistían a liberar a los esclavos provenientes de los estados aliados de Roma (orden del
senado romano en situación crítica por la guerra cimbria 113101 a. C.); el último levantamiento importante
y el más peligroso es el del gladiador tracio Espartaco (74-71 a. C.). Elementos estructurales comunes a to-
dos los levantamientos: comienzan en pequeños grupos aislados (pastores y gladiadores) con acceso a ar-
mamento y difícilmente controlables, devienen rápidamente en movimientos masivos por confluencia de
fugitivos; su composición es esencialmente de esclavos agrarios y se unen indigentes campesinos no escla-
vos. La actitud de los esclavos urbanos y otros sectores pobres de las ciudades, es de indiferencia y hostili-
dad hacia estas rebeliones. Estos movimientos no se proponen el cambio del sistema social, sino crear un
estado esclavista propio (no buscaban abolir la esclavitud, sino invertir los papeles y tratar como esclavos a
sus amos, como en Sicilia o Aristónico en Pérgamo) o la huida de Italia y regreso a la tierra origen (Espar-
taco quería volver a Tracia o sino ir a la Galia). Alfoldy critica la postura de que el estado Imperial fue resul-
tado del temor que las clases propietarias le tenían a las luchas esclavas: por el contrario estas concientiza-
ron a los amos sobre los riesgos del maltrato a los esclavos y las condiciones de estos mejoraron desde la
revuelta de Espartaco, por lo cual no se registran nuevos grandes levantamientos en los últimos 40 años de
la República a pesar de la constante debilidad institucional.

LA RESISTENCIA DE LOS PROVINCIALES: se inician con el levantamiento de Aristónico en Pérgamo (133 a


129 a. C.) y culminan con la rendición de Atenas (86 a. C.), que se había aliado con Mitrídates (Rey del
Ponto). Su cohesión fue menor que los movimientos esclavos y a menudo se cruzaron ambos levantamien-
tos. Todos fracasaron y fueron violentamente reprimidos, pero la opresión en las provincias disminuyó y las
capas altas locales, fueron integradas mediante la concesión de la ciudadanía romana para asegurar su
apoyo a Roma y al orden social vigente.

GUERRAS CON LOS ALIADOS ITÁLICOS: se agudizan las tensiones desde mediados s. II a. C., conduciendo al
levantamiento del 125 a. C. Fregellae, y sobretodo a la gran insurrección de los socii itálicos que estalló en-
tre el 91 y el 89 a. C. Estos conflictos incluyeron capas altas y bajas con diferentes objetivos: el derecho de
ciudadanía a los 1° y solución de los problemas socioeconómicos a los 2°. El fin de guerra llega con la exten-
sión del derecho de ciudadanía, beneficiándose más las capas dirigentes itálicas, como en el caso de los
provinciales. Además fueron incluidos en los conflictos intra-oligárquicos expresados en la guerra civil, re-
sultando muy perjudicados con la reacción oligárquica de Sila contra los partidarios de Mario. Estos últimos
dos tipos de revueltas no pueden ser considerados como movimientos sociales homogéneos, tanto en su
composición como en sus objetivos. Los provinciales luchaban por recuperar la independencia de las zonas
sometidas, y los socii itálicos lo que buscaban era alcanzar el status romano.

GUERRAS CIVILES: Violentos enfrentamientos en el seno de la sociedad romana entre formaciones políticas
del cuerpo ciudadano (reformadores o populates, y optimates o aristócratas) por el poder y liderazgo (estos
grupos de interés se caracterizan por su heterogeneidad interna). El contenido social de dichos enfrenta-
mientos fue cada vez mas relegado por la dimensión política, culminando con la transformación del marco
político romano, pero no con el cambio de este orden social. Este proceso se inicia con un recrudecimiento
de violencia intra-oligárquica desde el asesinato de Tiberio Graco en la asamblea popular (133 a. C.), incre-
mentándose con la muerte de su hermano Cayo Graco (121 a. C.), y degenerando en la guerra civil entre
Mario y Sila (88-82 a. C.), pasando por la de Pompeyo (y sus seguidores) y César (49-45 a. C.), y por último
entre Octavio y Marco Antonio (31-30 a. C.), que culminó con la autocracia del primero y bajo el nombre de
Augusto (“consagrado” o “santo”) instaura y consolida el Imperio (27 a. C.). Serie de semejanzas estructura-
les en distintos momentos de este proceso: tensiones intra-ciudadanas (entre facciones de nobleza senato-
rial; entre ésta y el orden ecuestre; entre estratos altos y proletarios; terratenientes ricos y campesinos po-
bres) en un marco de debilitamiento de orden oligárquico (aspecto muy visible desde Tiberio Graco hasta la
disolución del régimen constitucional silano) debido a las guerras contra los aliados y contra las provincias,
así como los levantamientos de esclavos, favorecen la acción reformista de los grupos "populares" de la no-
bleza senatorial, a lo cual sigue el período de reacción de los "optimates" (Sila 82-79 a. C.); a estos movi-
mientos internos se suman las consecuencias de la reestructuración del ejército, que desde las reformas de
Mario en el 104-100 a. C. (incorporación de proletarios armados por el estado al ejército; reparto de tierras
en las provincias conquistadas entre los veteranos militares) se politiza y participa activamente a favor de
sus jefes en los conflictos internos; la aparición de generales con ejércitos que responden a su liderazgo
(César, Pompeyo) en su lucha por el poder, se extiende hasta que Augusto instaura el principado. A pesar
de estas conexiones, nunca se entrelazaron los conflictos intra-oligárquicos con los demás. Debido a la total
disparidad de intereses no se da una alianza entre populares y los esclavos insurrectos, ni coinciden sus in-
tereses con las luchas de los provinciales, y aunque hay estrechas relaciones entre populares y los socii itáli-
cos, en la guerra contra los aliados, populares y optimates se unen para rechazar la impugnación a su domi-
nio!!!. Cabe destacar que no solo los líderes de los optimates, sino también los de los populares, eran sena-
dores. Además se dan cambios en la composición interna de los grupos oligárquicos y también en el conte-
nido de los reclamos (los populares comienzan apoyando medidas de reforma agraria y favoreciendo a pro-
letarios, con la intervención de los líderes militares la lucha se instala por el control de las instituciones y el
acceso al poder). La guerra civil se presenta como una nueva forma de dirimir el conflicto interno, y aparece
en consecuencia como única solución, el cambio del sistema político. Ninguno de los conflictos más impor-
tantes de la República consistió en el enfrentamiento entre opresores y oprimidos, esa es la razón por la
que el resultado de tales luchas nunca iba a entrañar un cambio del orden social. No hay transformaciones
en la estructura económica o social, sólo modificaciones en la composición interna de los estratos (ascenso
de veteranos por afincamiento en colonias, homogeneización de las capas altas y del orden social general
en todo el imperio, así como un inicio de heterogeneización de las capas bajas). Pirámide social de la Re-
pública Tardía: El orden social no cambió, la sociedad continuó dominada por un estrato muy reducido nu-
méricamente y de rasgos estamentales: la aristocracia senatorial (nobleza y hombres nuevos), orden ecues-
tre (caballeros) en la cúspide; luego las elites locales urbanas y grandes propietarios, junto con nuevos ciu-
dadanos provinciales e itálicos; entre las capas bajas encontramos a los libertos (cuyo número crece desco-
munalmente por las liberaciones en masa), artesanos, comerciantes, proletarios y esclavos urbanos (con la
variedad de ingresos entre todos ellos, algunos de los cuales ascenderán notablemente en el Imperio liber-
tos y esclavos imperiales llegan a manejar cuestiones de estado), y en el campo una gran heterogeneidad
que va desde colonos y veteranos acomodados, temporeros, desposeídos hasta masas de esclavos. Las
enormes pérdidas humanas, consecuencia de los diversos enfrentamientos, favorecieron el recambio social
en todos los estratos. Causas reales generales de la crisis: debido a la expansión producida después de la
victoria sobre Aníbal, se potenció la insuficiencia de la estructura político-social hecha a medida de la anti-
gua ciudad-estado, generando un cambio en las relaciones sociales y pérdida de las pautas éticas de com-
portamiento (El mos maiorum dejó de ser el sistema de referencia, pero las nuevas corrientes espirituales
nunca buscaron sustituirlo sino mas bien revitalizarlo, pero sin lograrlo). El régimen republicano se basaba
en la cooperación entre los magistrados y la asamblea popular bajo control del senado aristocrático: con la
expansión territorial se hizo imposible mantener ese equilibrio entre sectores de poder. La formación de un
orden social mas o menos unitario, con la paulatina integración de las diversas regiones del imperio, se lo-
gró esencialmente por la plena integración de los itálicos al sistema social romano, por el otorgamiento del
derecho de ciudadanía a las elites locales de las provincias y por la colonización itálica en las provincias,
pero no hay que magnificar su alcance, la República tardía fue incapaz de superar las contradicciones socia-
les, ni las reformas y ni siquiera la guerra civil, lograron atenuar la crisis. además de eje de las demás activi-
dades productivas (como la manufactura de productos destinados para la economía campesina, o los ela-
borados con materias primas agrícolas, y además los principales objetos que se comerciaban eran los pro-
ductos agrarios). La estructura social no sólo está determinada por la estructura económica, sino mediada
por factores sociales, jurídicos y políticos (origen, derecho a la ciudadanía, libertad), pero el criterio decisivo
es la propiedad de la tierra (no el dinero). Las capas altas estaban constituidas por los grandes terratenien-
tes (aunque no significaba que estén desinteresados del comercio y otros negocios monetarios), y la mayo-
ría de las capas bajas estaban ocupados en actividades agrarias. No se cristaliza un estrato intermedio por
la imposibilidad de valorar otras actividades en forma autónoma debido a su dependencia de la agricultura
(comercio, manufacturas) además de ser una minoría. Existe también relación directa entre 1- El carácter
conservador de sociedad; y 2-la estructura económica agraria: la naturaleza estable de ésta última dificulta
cambios en la distribución riqueza, razón por la cual la jerarquización social permaneció constante, su per-
meabilidad limitada y su ideología fuertemente tradicionalista. El nuevo marco político (la monarquía) e
institucional (la integración de las provincias) convalidan y refuerzan este orden social, vigente desde la Re-
pública tardía. La Monarquía retoma los principios rectores de los dirigentes romanos: máximo poder, má-
xima dignidad, máxima riqueza, y los cambios vinieron de la incorporación de un nuevo vértice: redefinición
y precisión de funciones-posiciones sociales. Respecto al orden senatorial, seguían ocupando los puestos
más importantes, pero ahora el servicio ya no era hacia el estado romano, sino hacia el emperador; las ca-
pas bajas fueron ubicadas respecto del emperador en una relación de protección paternal parecida a la
clientela, hasta llegar al rol de súbditos (sometimiento a voluntad). El orden ecuestre adquirió más funcio-
nes e importancia en el principado (administración financiera-económica del imperio y de bienes del empe-
rador). La jerarquización interna de los dos órdenes estamentales más altos pasaron a depender del servi-
cio al emperador y de la carrera y cargos administrativos desempeñados. También entre esclavos y libertos
surge una nueva capa: los siervos y libertos imperiales. Como consecuencia de la extensión del modelo a
todas provincias, las capas altas fueron desplazando su procedencia geográfica a las provincias, y también
las familias imperiales, con lo cual el poderío económico y político también se desplazó hacia aquellas. La
integración de los provinciales se estimuló mediante el trazado de una extensa red viaria, con la introduc-
ción de una administración unitaria, atrayendo a los provinciales al servicio militar y sobretodo mediante la
concesión de la ciudadanía: Caracalla (211-217 d. C.) hace ciudadanos romanos a todos libres de imperio!!!.
Hubo una urbanización de las zonas conquistadas bajo la forma de colonias y municipios (otorgamiento de
la autonomía ciudadana), donde las elites locales se asimilaron a las capas altas romanas e itálicas. Este sis-
tema de sociedad distaba de ser algo homogéneo, debido a que el desarrollo en cada región, se producía
acorde a las condiciones locales. En las capas bajas las diferencias fueron sobre todo regionales: la zona del
Mediterráneo presenta similitudes con Italia, pero las provincias del norte Europa muestran una menor es-
tratificación y más homogeneidad interna! Existe una cesura sur-norte en el imperio!! Que inclusive ya era
conocida por sus contemporáneos. La sociedad se polariza en: honestiores por un lado y por el otro de hu-
miliores y tenuiores (según la terminología jurídica romana, desde mediados del siglo II d. C.). Criterios de
definición estratos altos: riqueza, desempeño de altos cargos, prestigio personal, pertenencia por origen
familiar tres ordenes dirigenciales: senatorial, ecuestre y decurional (elites locales urbanas). Factores que
cualificaban la pertenencia a las capas altas: origen, derecho ciudadanía, libertad, procedencia étnica-regio-
nal, capacidad personal, formación y lealtad a monarquía. Todo esto relacionado con el sector productivo y
cual es la fuente de riqueza: siendo la propiedad de la tierra un factor determinante (en el Alto Imperio au-
menta continuamente la concentración parcelaria). Pero las capas altas además se rigen por mentalidad
estamental corporativa: ingreso está fuertemente reglamentado y controlado por actos formales de in-
greso y de adquisición de nueva identidad y privilegios. Las crecientes prerrogativas en materia de derecho
penal que disfrutaban en el siglo II d. C. los sectores privilegiados, contradicen la supuesta igualdad de to-
dos los ciudadanos ante la justicia. La posición social se vuelve cada vez más hereditaria debido a la concen-
tración familiar de rasgos de prestigio y poder, aunque hay que precisar que la sociedad romana no se con-
figuro nunca como una sociedad de castas, porque la capacidad personal tuvo siempre un papel impor-
tante, sobretodo en la administración imperial. La ciudadanía es el derecho imprescindible para alcanzar
status elevado, y condiciona la posición social. Hay dos categorías de ciudadano: el de pleno derecho (cives
Romani): con acceso a los cargos del estado, la prestación del servicio militar y el disfrute del derecho pri-
vado como la herencia, y la ciudadanía "a medias" o el de derecho latino (ius Latii) que carecía de aquellos
privilegios. La libertad personal vs. la esclavitud: importancia de la jerarquía interna (ingenui o "nacidos"
libres, liberti y servi). Respecto al origen regional-étnico, los más importantes eran los romanos e itálicos,
abundando los prejuicios antisemitas y contra sirios y egipcios.

Cap 5 EXISTÍA ESTA AMBIVALENCIA EN EL ORDEN SOCIAL ROMANO: persistencia del principio aristocrático
de preeminencia por origen noble y determinación de status social por cuna, pero hay un margen a la capa-
cidad y a la ambición individual.

ORDEN SENATORIAL: Augusto fija en 600 la cantidad de senadores, cifra que permanecerá casi sin cambios
por dos siglos. Su principal fuente de ingresos proviene de la producción agrícola, y su cohesión como esta-
mento esta apuntalada por un fuerte tradicionalismo y por la importancia de lazos ideológico-jurídicos con
los demás miembros de la orden, a pesar de la heterogeneidad y fluctuaciones internas (ingreso de hom-
bres nuevos y adopción de herederos, ante la falta de descendencia masculina). Los hombres nuevos están
sobrerepresentados: dos factores, 1) más esfuerzo personal para ser integrados a la aristocracia romana,
por lo cual prestan más servicios en la administración del Estado, lo cual 2) los favorece frente al empera-
dor por lealtad, razón importante de ascenso social en los estratos altos. Además los cambios en la estruc-
tura económica por la integración de nuevas zonas y la pérdida de preponderancia italiana en la economía
favorece el ingreso de las capas altas provinciales (origen de la mayoría de los homines novi) al senado. Esto
beneficia a la posterior homogeneización de las diversas regiones del imperio por adopción del estilo de
vida y referencias estamentales comunes. El acceso al senado está fuertemente reglamentado como ca-
rrera de los honores (distintos cargos según los rangos ascendentes desde miembro del senado hasta cón-
sul y prefecto de Roma) con patrocinio del emperador, y reproduce dentro del primer orden, el propio sis-
tema jerárquico de la sociedad. Esto genera un orden cerrado, sobre la base de un reducido número de al-
tos funcionarios disponibles, cuya capacidad para afrontar situaciones extendidas de conflicto es muy limi-
tada, este sistema aristocrático muestra sus deficiencias ya con el levantamiento de los Bátavos (69 d. C.),
entrando en una crisis irreversible con los desafíos que tuvo que enfrentar a partir de la 2ª mitad del siglo
II.

ORDEN ECUESTRE: estaba constituido por un n° mayor que el de los senadores. También tenían una con-
ciencia de grupo estamental, pero con relación al primer orden era menor su cohesión interna por su hete-
rogeneidad étnica y económica, además de la dispar dedicación profesional, lo cual lo hacía un orden más
permeable que el senatorial. No es hereditario, sino configurado como "nobleza personal", en lugar de una
nobleza de sangre, aunque en la práctica los hijos de los caballeros eran aceptados entre los equites. Esta
orden es la fuente de reclutamiento de los nuevos senadores por relaciones de parentesco, matrimonios y
amistad. Aún más amplia es la apertura de este orden hacia abajo, se hallaban muy integrado con las capas
altas urbanas del decurionado, dadas las dificultades para avanzar en el estamento senatorial se otorgaban
cargos en ciudades a los caballeros, llegando a pertenecer al mismo tiempo a ambos órdenes (ordo eques-
ter y ordo decuriorum). Aunque la posesión de tierras era generalmente su principal fuente de riqueza, se
dedicaban en mayor medida que los senadores a otras fuentes de ingreso no agrarias (Comerciantes, em-
presarios, banqueros, arrendadores de los impuestos de aduana, etc.). La heterogeneidad en su composi-
ción social se debía a que podían ser de sectores bajos, como los hijos de libertos que ascendían gracias a
su habilidad con los negocios o a las relaciones personales con personajes influyentes del Imperio, o ciuda-
danos que ingresaban en esta orden después de una larga carrera militar, pero la mayoría pertenecían al
decurionato, y debían su rango a su fortuna. Los caballeros que entraban al servicio del estado formaban
una nobleza de toga, con relación a los demás de su propia orden, hallándose los que estaban en lo alto del
funcionariado, formando parte junto con los senadores más relevantes, de la elite del imperio. Por eso la
línea divisoria decisiva en la jerarquía social y política, de los sectores dominantes, no era simplemente la
que existía entre senadores y caballeros, sino la que se establecía entre las distintas clases de rango, en el
interior de ambos órdenes. ORDEN DECURIONAL: Esta orden es todavía más heterogénea que la equestre
y carecía de una institución aglutinadora a escala de todo el imperio, que les diese cohesión interna. La or-
ganización estamental de los decuriones, se organizaba como una corporación independiente en cada ciu-
dad. La pertenencia a este orden no era hereditaria, pudiendo ingresar cualquier ciudadano acaudalado,
pero en la práctica los hijos de los decuriones al heredar la fortuna de sus padres, lo más probable era que
continuasen como miembros de esta orden. Los decuriones eran ricos a escala local, existiendo grandes di-
ferencias en el censo mínimo requerido según las provincias e inclusive hacia el interior de las mismas. A
pesar de sus diferencias, los distintos ordines decurionum poseían grandes semejanzas, debido a que com-
partían los mismos derechos y obligaciones, sus miembros en todas las ciudades tenían la misma unidad de
funciones: no solo los privilegios jurídicos penales, sino también su tarea de garantizar el funcionamiento
autónomo de las ciudades y sus funciones económicas de utilidad pública. En esta orden también había una
estratificación interna, que se fue acrecentando a partir de los gobiernos de Trajano y Adriano, los inferio-
res entre los decuriones comenzaron a encontrarse con dificultades financieras que les imposibilitaban
cumplir con los gastos propios a su cargo, pasando el decurionato a convertirse en una carga para mucha
gente rica. Dadas sus responsabilidades políticas, los miembros de esta orden constituían la columna verte-
bral del sistema de dominio romano, no solo por el alivio que representaba al Estado que ellos cargaran con
el peso de la administración local, sino también como capa superior común a todas las ciudades a pesar de
su diferencia étnica o social, eran los representantes legitimados de los ideales y costumbres romanos, con-
tribuyendo a la cohesión interna del imperio. En las ciudades también se encuentran los liberti ricos, dedi-
cados principalmente al comercio, la banca y la producción artesanal y en algunos casos a la propiedad fun-
diaria. Pero a causa de su origen no libre solo en casos excepcionales entraban al decurionato. Estratos in-
feriores. La composición social de estos estratos es mucho más heterogénea, pero conocieron un proceso
de integración a escala de todo el Imperio. Su separación es más nítida verticalmente, que horizontal-
mente. La división mas clara es entre plebs urbana y la plebs rustica, con una notoria mejor situación de los
primeros. Horizontalmente podría hablarse de cierta gradación social en virtud de su situación jurídica en-
tre ingenui, liberti y servi, aunque la variada gama en el interior de estas categorías, hace que sus fronteras
de demarcación sean imprecisas. La fuente principal de esclavos en esta época es mas interna que externa:
hijos de familias serviles y sobretodo por la esclavización voluntaria. En líneas generales la situación de los
esclavos mejoró con relación a su estado en la República tardía. La plebs rustica estaba mas diversificada
que la plebe urbana, y cada una de estas categorías podía englobar a posiciones sociales muy diferentes
(esclavos bajo relación patriarcal y esclavos de los fundos, y dentro de estos últimos la capa privilegiada de
los vilici y los actores). La explotación servil en los latifundios era un fenómeno local en Italia, existiendo en
África una mayor explotación por medio de los coloni (arrendatarios de un pequeño trozo de tierra que ex-
plota con su familia y que paga al propietario una renta anual en dinero por los productos obtenidos). La
mayoría de los coloni eran libres, pero había también libertos y esclavos (cuasi coloni). Dentro de la hetero-
geneidad de los coloni tenemos entre las nuevas categorías de diferenciación social, a los coloni normales
(pequeños arrendatarios), los coloni inquilini (campesinos sin tierras obligados a diversas prestaciones per-
sonales) y los stipendiarii (otras personas que vivían en parte dentro, en parte fuera del dominio, y debían
prestaciones personales a los primeros citados). Pero los esclavos y colonos eran una minoría dentro de la
población rural del imperio, la mayoría seguían siendo pequeños campesinos propietarios. Los sectores mas
oprimidos en este periodo no son los esclavos de los latifundios, sino las masas campesinas peregrinas no-
minalmente libres y carentes totalmente de recursos. La estructura en órdenes y estratos. Al no existir un
estamento intermedio consistente, puede afirmarse que la sociedad se dividía en dos grupos principales:
senadores caballeros y decuriones sin rango ecuestre (200.000 menos de un 1 % de la población total),
agrupados jerárquicamente en distintos órdenes (unidades sociales constituidas cerrada y corporativa-
mente, con sus respectivos niveles de riqueza, funciones y rango). Estas capas altas se componían de una
aristocracia imperial y una elite municipal. Los sectores inferiores estaban integrados en estratos (no esta-
mentos como las superiores) o capas particulares en función de su actividad económica en la ciudad o en el
campo y de criterios jurídicos como los de ingenui, liberti o servi, no existiendo líneas claras en sentido hori-
zontal. El posicionamiento social no se fundamentaba unilateralmente en esta estratificación social, sino
que un papel fundamental tenían las relaciones personales entre los individuos situados mas arriba o mas
abajo. El concepto de clase no resulta muy adecuado para definir este orden social, ya que este se articu-
laba no solo en base a criterios económicos, sino también en función de criterios sociales y jurídicos que no
coincidían muchas veces con los económicos. La elasticidad del modelo social romano, mostró sus cualida-
des al delinear la dirección del desarrollo social en todo el Imperio, ocupando un lugar fundamental la mo-
vilidad social entre los órdenes (dándole fortaleza y estabilidad al sistema de dominación), aunque no hay
que sobrevalorarla, ya que los que podían hacer uso de las oportunidades de ascenso social, era una mino-
ría (Pertinax fue una excepción). La lucha de clases era poco factible, al igual que en la República tardía, de-
bido a que los grupos subalternos estaban ligados de distintas maneras a las capas superiores y perseguían
su propio interés. La monarquía era la forma política mas apropiada para asegurarse la consistencia de una
sociedad regida aristocráticamente, un sistema de dominio unitario donde los integrantes de los estratos
inferiores fueron incluidos en el sistema de ejercicio del poder de acuerdo con una gradación jerárquica
equilibrada. La repartición de las funciones públicas entre los tres órdenes dirigentes bajo la dirección del
césar, respondía mejor a la realidad social, además el gobierno imperial proveía una serie de normas ideo-
lógicas y éticas, que brindaban a la sociedad en su conjunto, un sistema unitario de referencia (culto al em-
perador y la obligación moral de guardar lealtad al césar). La mejoría en la condición de los esclavos, favo-
reció la desaparición de los levantamientos serviles. Los conflictos ocasionados por la plebe, no generaron
graves problemas a para Roma, en cambio frente a los levantamientos de los provinciales subyugados,
donde participaban distintas capas de la población, la reacción fue violenta debido al peligro que represen-
taban (como frente a los galos en el 21, contra los treverienses y bátavos en el 69, y con los judíos entre el
66 y el 70).

Cap 6LA CRISIS DEL IMP. ROM.Y EL CAMBIO EN LA ESTRUC. SOC. (SIGLO III) La muerte de Marco Aurelio
(180) marca el fin de la edad de oro, y el inicio de una crisis general, que no se presentó a un mismo tiempo
en todo el imperio y tuvo distintas repercusiones en cada una de las partes del mismo. Externamente las
invasiones bárbaras continuaban sin interrupción, mientras que internamente, el nuevo sistema político (el
Dominado) convirtió al Estado en una institución todopoderosa, que reglamentaba brutalmente la vida de
sus súbditos, pero a su vez el poder de los césares se torna cada vez más inseguro. Esa debilidad de la mo-
narquía era consecuencia de la preponderancia adquirida por el ejército, principalmente por las grandes
unidades estacionadas en Panonia, Mesia, en el Rin, en Capadocia y en Siria. Ese peso de lo militar signifi-
caba una alteración radical de las primitivas estructuras de poder. La economía también entró en crisis, dis-
minución geométrica de la producción agraria, y sobretodo una disminución radical de las ramas producti-
vas urbanas, no era posible detener la inflación, confluyendo todo en una creciente pobreza, potenciada
por las catástrofes naturales. Cabe destacar el retroceso de la esclavitud y su influencia en la carencia de
mano de obra, junto a la expansión del colonato, indicaban un cambio claro en la estructura de los estratos
inferiores. Una de las variables más importantes respecto a la crisis de este periodo se conecta con el debili-
tamiento del decurionato: el crecimiento de la gran propiedad, hacia peligrar la mediana propiedad, ta-
maño característico de las propiedades de los decuriones. Simultáneamente el retroceso de la esclavitud y
el sometimiento de masas campesinas a los latifundios mediante el colonato, dejó a estas propiedades con
seria merma de trabajadores. Alteraciones en los estratos superiores. Un tercio de los senadores en este
periodo seguía siendo de origen italiano, y si bien siguieron gozando de bienestar y privilegios, perdieron el
poder que tenían en el Principado: el senado como institución quedó excluido del acontecer político, au-
mentando en su lugar, la importancia del consilium y la burocracia imperial, además los altos cargos de la
administración, pasaron a ser propiedad de los caballeros. El siglo III fue la gran época del orden ecuestre,
los caballeros venían a constituir la capa superior más activa y el sostén mas firme del Estado. Su lugar je-
rárquico siguió siendo de segundo rango, pero los escalones mas elevados del orden ecuestre se unían a la
elite senatorial, mientras que el resto pasaba a ser parte del decurionato. Numerosos decuriones habían
lucrado con el comercio y la artesanía, representándoles una gran pérdida el retroceso de estos sectores
económicos. Sin embargo el tipo de decurión mas extendido, era el hacendado, inclusive en mayor medida
que en el Alto imperio, pero ahora se enfrentaba a graves problemas como la falta de mano de obra y las
devastaciones bárbaras, además del progresivo gravamen a que los sometió el Estado. Las obligaciones del
ordo decurionum quedaron ahora establecidas con gran exactitud, ello suponía el fin de la iniciativa parti-
cular que había jugado un importante papel en el Alto Imperio. La admisión ya no quedo a arbitrio de los
órganos municipales, sino que se transformó en una obligación si reunía el mínimo de fortuna exigido, lo
que condujo a que el rango decurional sea más heredable que antes. Pero lo que antes fueron los codicia-
dos honores municipales, ahora se transformaron en serias cargas para los sectores más pudientes, lle-
vando a debilitar este orden, antes fuerte y seguro de sí mismo. Tanto los libertos ricos, como los esclavos y
libertos imperiales, se extinguieron después de la época Antoniniana. Respecto a los militares, no solo los
jefes sino también los soldados gozaban de una situación favorecida, desarrollándose un fuerte sentimiento
de unidad, mediante su colegiación en asociaciones. Un veterano podía tener un patrimonio equivalente al
del censo decurional, pero estaba exento de contribuir al Estado. Alteraciones en los estratos inferiores. Las
auténticas víctimas de la crisis fueran las masas trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, llegando
a producirse una nivelación en el estrato de los humiliores, adquiriendo un perfil cada vez más uniforme. El
ser o no ser libre, ya no contaba como factor decisivo de dependencia social. La decadencia de las peque-
ñas y medianas propiedades en el curso de la crisis del siglo III, condujo a la concentración fundiaria en po-
cas manos y a la expansión del colonato como sistema de explotación adecuada frente al alto costo de los
esclavos. Se le arrendaba una parcela al colono por 5 años, existiendo ya en este periodo la perpetua con-
ductio, la sujeción de por vida del arrendatario. El cambio de estructura. El orden social tradicional se desin-
tegró: el poder, riqueza, prestigio y adscripción a un orden rector ya no están van unidos como antes,
donde era inconcebible que una nobleza con prestigio y riqueza, no constituyese al mismo tiempo la capa
alta política. Criterios jurídicos clásicos como el derecho a la ciudadanía y la libertad, perdieron su impor-
tancia, el lugar de origen y el principio de mérito sufrió cambios (la mayoría de los emperadores procedían
de la periferia del imperio). Mientras que la alta sociedad se desintegró en capas diversamente estructura-
das, los estratos inferiores desarrollaron una estructura cada vez más unitaria. El nuevo estrato dominante
está formado por los altos oficiales ecuestres, los funcionarios de la administración, como los miembros de
la institución militar, y su máxima representación en los emperadores autoritarios de tiempos del Domi-
nado.

El sistema de dominio del siglo III, suscitaba el rechazo del orden senatorial, de los decuriones y de las ma-
sas populares del campo y de la ciudad. Pero justamente la composición de esta coalición hizo imposible la
formación de un movimiento unitario de los oprimidos contra el Dominado, porque si bien sus objetivos
coincidían (defensa contra el imperio de la milicia y de la burocracia estatal), sus intereses eran distintos,
además la milicia era el instrumento de poder decisivo, frente al cual toda resistencia resultaba inútil. La
monarquía imperial se transformó en despotismo: Augusto había sido el “primero” entre los ciudadanos, y
el “padre” del pueblo, a partir de Septimio Severo el emperador recibe el título de “dominus”, teniéndose
por un “señor” sobre sus súbditos. Lo primero que entró en crisis fue el antiguo sistema de valores: el tradi-
cionalismo, la ética política y el culto al emperador ya no bastaban. Las religiones mistéricas orientales y el
cristianismo no solo prometían consuelo y salvación, sino que satisfacían necesidades teológicas, morales y
litúrgicas. Los militares se vincularon al culto a Mitra, quién como dios solar invicto encarnaba el ideal del
soldado. Los senadores y el estrato culto se entregaron al neoplatonismo. El estado romano mediante los
círculos políticamente decisorios de la sociedad (los emperadores, la burocracia imperial y los altos milita-
res) con su mentalidad conservadora se aferraban al sistema de valores anticuado, que sin darse cuenta
ellos mismos habían destruido. Los emperadores del siglo III no querían cambiar el mundo romano, es más,
estaban convencidos que sus medidas de fuerza era la única forma de restaurar el antiguo orden social.

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