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Es claro que la percepción del mundo y de lo que sucede a nuestro alrededor es muy
diferente para cada persona, la manera en la que interpretamos cada situación y de qué
manera respondemos a los factores que intervienen en ella. Según Shiffman (1983) para
comprender el significado de percepción es relevante como cada uno de los sentidos capta
los estímulos del medio en forma de mensajes y los interpreta para darle sentido y valorar la
realidad. Actualmente el desarrollo y los avances tecnológicos han cegado de cierta manera
las consecuencias que podrían traer el no tener una planificación y criterios adecuados de
los aspectos sociales, ambientales y económicos que suceden en la sociedad.
El hablar de la educación ambiental como una estrategia de gestión del riesgo incorpora un
trasfondo de situaciones que deben ser analizadas con mucha cautela, ya que no se puede
generalizar ni mucho menos sesgar información y sucesos que cada región, país y
población puedan estar evidenciando. La percepción de riesgos y prácticas ambientales no
es percibida de igual manera para un campesino, un político, una persona que vive en la
ciudad, un policía, un bombero o un niño, entre otros. Es por esto que se hace necesario
enfocar esfuerzos para que las personas sin importar su nivel de educación u oficio puedan
comprender los riesgos a los cuales pueden estar expuestos y las amenazas diarias.
Desde la Organización de las Naciones Unidas se han trazado objetivos de construir una
cultura de seguridad y resiliencia mediante la educación para la reducción del riesgo de
desastres y la creación de entornos educativos y seguros con enfoque especial en países
como Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú.
América Latina es una región diversa que por su posición geográfica y más aun resaltando
a Colombia como un país susceptible a fenómenos de transformación, se encuentra
asociado a condiciones de vulnerabilidad por toda su historia entre el conflicto y el impacto
ambiental que se genera durante y después de terminar una lucha armada.
Si bien es cierto Colombia ha sufrido los desastres de un conflicto interno que ha durado
más de 50 años y con el ultimo proceso de paz se ha tratado de resaltar la preocupación
frente a la protección de los recursos boscosos del país, sabiendo que muchas de las áreas
donde hacia presencia los grupos armados estaban “protegidas” sin temor a que fueran
tomadas como zonas de aprovechamiento excesivo o dispuestas como zonas de ganadería.
Una de las tantas preguntas que circundan entre ambientalistas, académicos y políticos es
¿qué rumbo tomar para que el fin del conflicto no se traduzca en la destrucción de su
riqueza natural?1 Uno de los planteamientos estipulados es el reto del ordenamiento
territorial, que ligado a las problemáticas ambientales y a la gestión del riesgo tienen
distintos puntos de influencia que han ocasionado conflictos sociales.
Ejemplo de lo anterior son las poblaciones asentadas en zonas de protección como paramos
y parques nacionales, quienes han hecho su vida desde hace muchos años y se resisten a ser
trasladados a otras partes. De igual forma, aquella población que se encuentra en zonas de
riesgo por inestabilidad o presentar en cualquier momento una inundación o movimiento
telúrico son de gran importancia para tomar decisiones que conlleven a salvaguardar la vida
de todos los habitantes. Desde la dirección del Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sostenible se propuso la creación del Proyecto Bosques para la Paz, una iniciativa de
conservación y reconciliación, en la que se puedan realizar proyectos productivos,
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www.semana.com/sostenibilidad semana. Columna La Paz Ambiental por Esteban Montaño
proyectos de educación ambiental en busca del fortalecimiento social y económico y a su
vez manteniendo la conservación de los bosques. Es importante mencionar que la
participación de la comunidad es un eje central en el desarrollo de estos propósitos, más
aun cuando son las poblaciones locales las que estarían en cabeza de la recuperación de
estos ecosistemas.
No solo las personas llegan a ser vulnerables a los efectos surgidos por los cambios
repentinos del clima haciendo referencia al cambio climático, sino también los ecosistemas
y las especies que habitan en ellos. Desde un planteamiento holístico el cual fue introducido
por Wilches Chaux (1993) sobre vulnerabilidad global, propone dividirla en
“vulnerabilidades” advirtiendo que cada una constituye un enfoque especial para analizar el
fenómeno global, que para el caso particular de los bosques y el riesgo generado con la
terminación del conflicto armado, se hablaría de una vulnerabilidad ecológica: la cual
aumenta cuando las actividades antrópicas se realizan mediante la explotación inadecuada
y destrucción de los recursos naturales (García 2003).
La mayor presión se puede analizar desde dos puntos, uno desde la presión ejercida en la
población y otra desde la presión ejercida a los bosques, donde las causas de fondo recaen
BIBLIOGRAFIA