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Unidad 1.

A modo de introducción: filosofía y filosofar

Qué es la filosofía
Apunte de Cátedra

Esta primera unidad es introductoria, y en ella nos acercaremos a nuestro objeto de estudio: la
filosofía. Los textos de lectura obligatoria están estructurados en un diálogo hipotético entre
unx profesorx y unx estudiante de filosofía. Aquí se abordarán los problemas básicos para todo
aquel que se inicia el camino de la filosofía: ¿qué es la filosofía?, ¿por qué filosofar?, ¿para qué
filosofar? y ¿cómo filosofar?
Este diálogo se presenta dividido en tres partes, que corresponden a tres Apuntes de Cátedra.
El primero: ¿Qué es la filosofía?, el segundo: ¿Por qué y para qué filosofar? y el tercero:
¿Cómo filosofar?
Aquí se anclan un conjunto de conceptos que son fundamentales para comprender una visión
particular de la filosofía: aquella que considera que lxs filósofxs han tratado de responder de
diversa manera a las distintas crisis que fueron ocurriendo a lo largo de nuestra historia, a
partir de una particular lectura del mundo. Entendemos entonces la filosofía como una forma
de leer el mundo, de leer la realidad. Y decimos “leer” no sólo porque en un sentido aristotélico
proferimos enunciados, oraciones, para dar cuenta de la realidad, sino y sobre todo, porque la
filosofía se hace con textos –en un sentido amplio-, y lo que sabemos de la realidad lo
sabemos a través de ellos: libros, diarios, redes sociales, cine, TV, etc.
En este sentido, las nociones de “tradición”, “verdad”, “interpretación”, “crítica-escepticismo”,
“creación”, “texto”, “lectura” y “escritura”, entre otras, juegan un rol decisivo. Asimismo,
encontrarán un sinnúmero de citas de filósofxs actuales y pasados que han tratado de una u
otra forma de responder a estas mismas preguntas.
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. El positivismo

- Comencemos por indagar qué es aquello que llamamos “filosofía” a


Profesor partir de los siguientes videos donde profesores y estudiantes
abordan el tema. Después seguimos conversando…

La pregunta
- Pero entonces, ¿qué es la filosofía? por el objeto
Estudiante
de estudio

P - Quizás esa sea una de las preguntas más problemáticas para la propia filosofía, pero
al mismo tiempo no deja de ser una pregunta clásica y actual. Los filósofos argentinos
Alejandro Cerletti y Walter Kohan, dicen que:

Uno de los problemas clásicos de la filosofía surge no bien se intenta determinar “¿qué es la
filosofía?” (Cerletti y Kohan, 1996: 81)

Ahora bien, quizás pueda decirse, siguiendo a los filósofos franceses Gilles Deleuze (1925-
1995) y Felix Guattari (1930-1992), que ésta es una pregunta que no se puede plantear hasta
tarde, cuando llega la vejez, que nos otorga una libertad soberana; momento en que todas las
piezas de la máquina encajan para enviar un mensaje hacia el futuro que atraviesa las épocas.
Una pregunta que se nos presenta cuando nos cuestionamos qué es eso que hemos estado
haciendo durante toda la vida. Sin embargo, puede que también sea ahora el momento de
plantearla y, en definitiva, es algo que jamás dejamos de hacer.
Pero a mi entender, creo que uno de los problemas principales de la pregunta ¿qué es la
filosofía? está en el planteamiento de la pregunta por el “qué”… Y ya vamos a ver más
adelante por qué digo esto.

E -Disculpe, hago una interrupción breve. Hace poco leí, no recuerdo bien en qué libro,
creo que era de otro filósofo francés, que “la filosofía es el saber que averigua los
principios de todas las ciencias y, en cuanto filosofía primera o metafísica, se ocupa de la
dilucidación de las verdades últimas y, en particular, de Dios.”

- Es cierto, esa es una definición de “filosofía” dada por el matemático y filósofo


P francés René Descartes (1596-1650). Pero no es la única. Y lo que sí me parece
necesario aclarar es que cada filósofx elabora una idea de qué es la filosofía e, incluso,
desde qué punto de vista la entiende. Veamos, por ejemplo, lo que dice el filósofo alemán Karl
Jaspers (1883-1969):

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Oímos en la Antigüedad: la filosofía es (según su objeto) el conocimiento de Definir la filosofía


las cosas divinas y humanas, el conocimiento de lo ente en cuanto ente, es por su objeto, por
(por su fin) aprender a morir, es el esfuerzo reflexivo para alcanzar la su finalidad y por
felicidad; asimilación a lo divino, es finalmente (por su sentido universal) el su sentido
saber de todo saber, el arte de todas las artes, la ciencia en general, que no se
limita a ningún dominio determinado.
Hoy es dable hablar de la filosofía quizás en las siguientes fórmulas; su sentido es: ver la realidad
en su origen; apresar la realidad conversando mentalmente consigo mismo, en la actividad
interior; abrirnos a la vastedad de lo que nos circunvala; osar la comunicación del hombre a
hombre sirviéndose de todo espíritu de verdad en una lucha armoniosa; mantener despierta con
paciencia y sin cesar la razón, incluso ante lo más extraño y ante lo que se rehúsa.
La filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser él mismo, al
hacerse partícipe de la realidad. (Jaspers, 2000, 13-14)

Algunas
E - Entonces, ¿es posible decir que la filosofía es una ciencia, un definiciones en
arte, una práctica, o algún otro tipo de disciplina? la historia de la
filosofía

P - Mirá, por ejemplo, para el filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), la filosofía es el
conocimiento de las cosas por sus principios inmutables y no por sus fenómenos
transitorios; es la ciencia de las formas o esencias y comprende en su seno la investigación de
la naturaleza y de sus diversas causas. Immanuel Kant (filósofo prusiano, 1724-1804), concibe
la filosofía (o su sistema) como un conocimiento racional por principios, pero ello exige una
previa delimitación de las posibilidades de la razón y, por lo tanto, una crítica de la misma
como prolegómeno al sistema de la filosofía trascendental. Johann Fichte (filósofo alemán
1762-1814) la piensa como la ciencia de la construcción y deducción de la realidad a partir del
Yo puro como libertad. Georg W. F. Hegel (filósofo alemán, 1770-1831) la define como la
consideración pensante de las cosas y la identifica con el Espíritu absoluto en el estado de su
completo autodesarrollo. Según Arthur Schopenhauer (1788-1860), en cambio, es el principio
de razón como fundamento de todos los demás saberes, y como la autorreflexión de la
Voluntad. Para el Positivismo, la filosofía es un compendio general de los resultados de la
ciencia, y el filósofo es un "especialista en generalidades". Alfred Whitehead (filósofo inglés,
1861-1947) dice que la filosofía es "el intento de expresar la infinitud del universo en los
términos limitados del lenguaje". Por otra parte, para Wilhelm Dilthey (filósofo alemán, 1833-
1911) la filosofía puede ser entendida como la ciencia de lo real. Para él, ésta analiza pero no
produce, y su misión es el análisis y descripción de lo real y ya existente. En cambio, para
Deleuze, la filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos.
Entonces, como podrás observar, las caracterizaciones de qué es la filosofía varían de acuerdo
a cada filósofo.

- ¿Entonces eso significa que no hay una respuesta única y definitiva sobre qué es la
E
filosofía?

P - Podría responder a tu pregunta también con palabras de Jaspers, que decía:

Para un hombre con fe en la ciencia es lo peor de todo que la La falta de


filosofía carezca por completo de resultados universalmente válidos resultados
y susceptibles de ser sabidos y poseídos. […] No hay que negarlo: universalmente
válidos…
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en la filosofía no hay unanimidad alguna acerca de lo conocido


definitivamente. (Jaspers, 2000, 7)

E -¿Nunca se pusieron de acuerdo lxs filósofxs?

P - Al respecto, Cerletti y Kohan, dirían que:

El carácter profundamente controversial de la filosofía se ve corroborado por la histórica


dificultad para alcanzar consenso en la comunidad filosófica sobre una definición o concepto
de filosofía. […] Resulta significativo que ni siquiera en momentos acotados de tiempo los
filósofos han logrado acordar una respuesta a tal pregunta. Pues las innumerables
propuestas realizadas a lo largo de la historia de la disciplina en ningún caso han logrado
acallarla. Antes bien, la pregunta “¿qué es la filosofía?” renace una y otra vez, ante cada
intento de respuesta definitiva. (Cerletti y Kohan, 1996, 81)

Es que la definición de la filosofía se da en virtud de aquello que ya habíamos conversado al


inicio. Aquello que decían Deleuze y Guattari: cada filósofx define la (su)
filosofía a partir de lo que fue haciendo durante toda su vida. O La respuesta por
también, como una respuesta a los problemas de su tiempo. En este el qué es algo y su
sentido se explica bien por qué Descartes definía la filosofía como la relación con la
verdad
búsqueda de los fundamentos de todas las ciencias, de las verdades
últimas y de Dios. Seguramente, cuando más adelante te encuentres con las
obras Discurso del Método y Meditaciones Metafísicas, recordarás esta conversación y
comprenderás por qué Descartes definía a la filosofía de esta manera y no de otra.

E - Pero insisto, ¿no hay una respuesta única y definitiva sobre qué es la filosofía?

- Tu insistencia tal vez se deba a que te gustaría saber si hay alguna respuesta
P verdadera -al menos en filosofía-, que sea considerada como definitiva en el sentido de
que ella resuelva de manera terminante el problema planteado. Entonces, cambia
sutilmente el objeto sobre el que estamos conversando, la pregunta ahora se relaciona con el
tema de la verdad. Pero no importa, investiguemos un poco esta cuestión que nos devolverá
luego al objeto principal.
La pregunta como
Veamos algunas perspectivas sobre este tema. Por ejemplo,
ejercicio filosófico
Cerletti y Kohan, señalan que:

La imposibilidad de afirmar de manera unívoca lo que la filosofía es, su carácter inasible,


lejos de ser un problema considerable para la práctica de la filosofía y su enseñanza, puede
ser una fuente muy productiva de posibilidades de pensamiento, siempre que hagamos de
cada ocasión en que nos preguntamos “¿qué es la filosofía?” un ejercicio filosófico. Por otra
parte, siempre que hagamos filosofía -en un aula o fuera de ella- implícita o explícitamente
nos habremos preguntado y respondido fugazmente “¿qué es la filosofía?”.
En este sentido, la filosofía siempre se preguntará “¿qué es la filosofía?”, aun sabiendo, o
mejor dicho, precisamente porque sabe que esa pregunta no podrá ser respondida de una
vez y para siempre. Porque afirmará en ese intento fallido de respuesta el carácter polémico
y problemático de la propia tarea. Y lo que es aún más significativo, abrirá el

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cuestionamiento y la indagación sin fin que está en el corazón de la filosofía y constituye su


mayor riqueza. (Cerletti y Kohan, 1996, 83)

E - ¿Entonces no hay una solución al problema qué es la filosofía?

P
- ¿Solución? Mirá, algunxs filósofxs responderían así:

- ¿Pero, y la solución?
- ¿No le decía yo que era usted un utopista? La solución es la utopía. Las respuestas
No hay solución y no debe haberla, porque la solución es el fin de la definitivas son
historia, es la muerte. La historia es un eterno problema. Usted sueña una utopía
con el paraíso terrenal y éste no es historia. (Unamuno, (1958 [1922])
IX, 989)

- […] la libertad del escritor, del crítico, del escéptico, la del que da
posibilidades, [es] la del que renuncia a presentar soluciones para
dedicarse a plantear problemas. (Unamuno, (1958 [1922]) 1958 IX, La filosofía:
985) libertad, ir de
camino,
preguntar,
Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales
cuestionar,
que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva
polémica,
pregunta. (Jaspers, 2000, 12) debate,
controversia,
El carácter cuestionador, polémico y problemático de esta pregunta invitación a pensar
enseña y señala el camino de la filosofía, un camino que está más ligado
al cuestionamiento que a la certeza, al debate que a la aceptación, a la
controversia que a la unanimidad. Un camino que señala una invitación a
pensar. (Cerletti y Kohan, 1996, 83)

En tanto las respuestas a las que llegamos no son unívocas, no son


definitivas, persistimos en su búsqueda y continuamos repreguntando. El quedarse con
Rechazar el debate, el cuestionamiento, la controversia, el conflicto entre una respuesta
ideas con el fin de alcanzar unívocamente un juicio definitivo sobre algo como definitiva,
parece ser contrario al dinamismo de la vida, dinamismo que incluye no paraliza el
pensamiento
sólo nuestra historia humana, sino también la historia de la filosofía, del
arte, de las ciencias, etc., es decir, la historia de las actividades humanas.
Pretender restringir un problema a una única respuesta es pretender reducir nuestras
actividades vitales a algo estático, a una parálisis del pensamiento.
Así como, por ejemplo, el atleta que gana una carrera no alcanza una meta definitiva y
continúa ejercitándose y compitiendo, quienes se dedican a la filosofía -y todas las personas en
general- se ven interpeladxs constantemente a ejercitar el pensamiento, a
problematizar, a cuestionar y cuestionarse, a debatir en las aulas y en la
La falta de
vida.
respuestas
Por ello, a mi juicio, la falta de respuestas definitivas, lejos de ser un definitivas es un
aspecto negativo, es sumamente positivo, porque nos invita a pensar y aspecto positivo
repensar constantemente. En caso contrario, es decir, si hubiera respuestas en la filosofía
definitivas, el peligro es que ello podría conducir a una actitud pasiva ante la

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vida, como la del “hombre del colchón”. El filósofo y poeta español Miguel de Unamuno (1864-
1936), señala que:

El hombre del colchón es el que se pasa la vida buscando un colchón, católico, protestante,
budista, racionalista, materialista, ateo, agnóstico o lo que sea, en que poder echar sus
siestas lo más largas posibles.
El hombre del colchón quiere seguridades que le ahorren quebraderos de cabeza; el hombre
del colchón quiere tener donde dormir.
El hombre del colchón no concibe que busquéis un lecho duro y pedregoso, acaso con
pinchos, […] en que descansar un momento en vuestra marcha, pero sin dormiros, porque
teméis, en caso de que os coja el sueño, no volver a despertar de él. El hombre del colchón
no comprende que viváis de inseguridades y de incertidumbre […] (Unamuno, (1958 [1918]
V, 984-985)

Es posible decir, como ya alguna vez señaló Unamuno, que quienes se Filosofía y
quedan tranquilxs con una respuesta a la que llegaron o que otrxs les escepticismo. La
brindaron y no avanzan más allá, son de espíritu perezoso y propensxs al duda y la crítica
dogmatismo; que se diferencia de quienes que buscan, de lxs que tienen como motores de
la filosofía
inquietudes, lxs escépticxs, que viven sus vidas plena de inseguridades, de
incertidumbre. Porque, por ejemplo:

El escepticismo es una cuestión de duda, más que de negativa. El escéptico no es, en sentido
estricto, alguien que niega la validez de ciertos tipos de creencias, sino alguien que cuestiona
[…] Presenta sus dudas a modo de reto -a veces como un reto para sí mismo- para mostrar
que son injustificadas, que las creencias puestas en duda están justificadas. (Strawson,
2003, 43)

Contra el escepticismo se ha esgrimido un argumento aplastante: “El que niega la existencia


de la verdad, pretende que eso sea la verdad, y afirma en la conclusión lo que niega en la
premisa, se contradice, pues”. […] El escepticismo es una posición vital, no lógica, que ni
afirma ni niega, se limita a preguntar, y no se asusta de las contradicciones. (Machado,
1981, 47)

Escéptico […] en un principio significó lo que en su rigor etimológico significa, y es el que


investiga e inquiere por oposición al dogmático que afirma, […] y hoy significa el que duda,
como si la rebusca implicase necesariamente la duda […] (Unamuno, 1958 [1916], CMU 4-
230)

E - ¿Solo en la filosofía ocurre esto?

- No, el curso de la historia, y el de la historia de la filosofía, nos enseña que parece


P
no haber una respuesta definitiva para ningún tema, y no solo para la filosofía. Por
ejemplo, en las ciencias, antes de Nicolás Copérnico (astrónomo polaco, 1473-1543) y
Galileo Galilei (astrónomo italiano, 1564-1642) se creía que el Sol giraba alrededor de la
Tierra; o antes de la teoría de la evolución de Charles Darwin (naturalista inglés, 1809-1882)
se creía que las especies eran fijas, que no cambiaban, que habían sido creadas de una
determinada manera de una vez y para siempre. Lo mismo ocurre en las artes. Esto es mucho
más claro en esta disciplina porque proliferan una gran cantidad de movimientos, corrientes y
estilos artísticos.
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- Entonces esta falta de respuestas definitivas no es solo propia de la filosofía, sino


E
que también sucede en las ciencias y en las artes. ¿Y en ningún otra disciplina?

P - Sí, también en otras. Por ejemplo, en el ámbito político sucede lo mismo. Uno
puede leer que en la historia de la humanidad las formas de gobiernos han ido
variando con el tiempo. Y eso sucedió porque, a través de la puja de intereses y
creencias, cada cultura concreta la forma de gobierno que en ese momento pensaba como
“más verdadera”. Y así, a lo largo de la historia, encontramos formas de gobierno imperiales,
aristocráticas, monárquicas teocráticas, monárquicas parlamentarias, oligárquicas,
republicanas, etc. En cada una de ellas residía una concepción filosófica de la vida política. La
Revolución Francesa, por ejemplo, marca un quiebre con un orden político que establecía que
el monarca tenía derecho al trono y al gobierno de su territorio por linaje divino. Y en
consecuencia, las ganancias económicas producidas por los campesinos y los comerciantes se
veían expuestas a las arbitrariedades y designios del monarca de turno. Aquí la burguesía en
ascenso comienza a cumplir un papel preponderante porque, por un lado no quiere ceder sus
“derechos” ciudadanos, y por otro, no quiere ceder sus ganancias a la corona. Así es que la
Monarquía de este tipo deja de ser vista como la mejor forma de gobierno y se instituye la
República.
Y volviendo a la filosofía, por ejemplo, antes del advenimiento de la filosofía, en el territorio
que hoy ocupan Macedonia, Grecia, Italia, Turquía, Chipre, cuando alguien se preguntaba por
el origen de las cosas y del mundo, la respuesta habitual tenía a cierto dios como fundamento.
Así, cuando ocurría alguna catástrofe, como un naufragio, un maremoto o un terremoto
atribuían el hecho a Poseidón, el dios de los mares y agitador de la Tierra. Incluso el poeta
griego Homero (s. VIII a.C.) narra en la Odisea que Poseidón impide a Odiseo regresar a su
casa en Ítaca. Y es notable que, algunos siglos después, en el siglo VI a.C. los primeros
filósofos se preguntaran cuál era el principio (arché), el origen, de todas las cosas. Y para
responder a eso ya no recurrieran a los dioses, sino a algún elemento de la naturaleza: el
agua, el fuego, el aire, etc.

- ¿Y entonces significa que, si no hay respuestas verdaderas, son todas falsas?


E

- No. Quizás podamos pensarlo como lo hacía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche
P
(1844-1900) en "Historia de un error", donde, a partir de su particular concepción
filosófica entiende el mundo humano como un mundo de construcciones/ficciones
lingüísticas y conceptuales desde una interpretación particular, es decir, hace una lectura de la
historia de la filosofía en términos de la historia de un error. ¿Cuál es ese error para él? El
error es lo que se ha considerado históricamente en la filosofía como “mundo verdadero”, es
decir, un mundo trasmundano –que no es de este mundo-, ideal e idealizado, que deja de lado
todos los aspectos de la sensibilidad y emotividad humanas para hacer de ese mundo
meramente metafísico un “mundo verdadero” donde lo corpóreo, lo volitivo, lo emotivo, no
tiene lugar en el hombre si es racional. Así, la racionalidad humana ha sido definida bajo esos
parámetros estrechos y ha condenado a todas esas otras facultades humanas al ámbito de lo
irracional. Lo que allí hace Nietzsche entonces no es más que elaborar una nueva historia de la
filosofía, una historia que, en vez de poner el acento en la verdad, lo pone en el error. En vez
de construir una ficción del mundo de un tipo, lo hace de otro. Y al mostrar esta construcción
de la historia al mismo tiempo muestra que la historia tradicional también es una construcción,
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una elaboración humana, una ficción, y no una verdad. Y por eso señala que el “mundo
verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula. Porque en definitiva, lo que en la historia de la
filosofía se lo adjudicó a la verdad no era más que una invención interesada. Es decir, desde
cierto punto de vista. Nietzsche considera, en otro trabajo1, que la mayoría de lxs filósofxs no
han hecho más que tratar de eliminar, limitar o contener todo lo vital del ser humano, porque
para ellxs allí residía la conflictividad y el error; en lo material, lo físico, lo sensible. Han
momificado la vida. Han hecho de la vida y del mundo algo estático, muerto, que no cambia. A
su juicio, han desvitalizado la vida. Por eso, en este sentido, para la mayoría de lxs filósofxs lo
inmaterial, lo metafísico, lo inteligible, era el lugar de la paz y la verdad. Como muestra
Nietzsche, esta clasificación hecha por lxs filósofxs en casi toda nuestra historia, no es más
que una fábula, una invención, y no la verdad. Pero eso no significa que sea falsa esta
invención de lxs filósofxs. Es sólo una perspectiva, un modo de entender, de leer el mundo.
Las creaciones son creaciones y punto. Ni verdaderas ni falsas. Ya volveremos sobre este
asunto y este texto más adelante.
Pero también, para responder a tu pregunta, y desde otro ángulo, puedo decirte que, por
ejemplo, Karl Popper (filósofo austro-británico, 1902-1994), cuando afirma que, no puede
justificarse lógicamente la verdad de las teorías científicas pero sí puede justificarse
lógicamente la falsedad de ellas, señala que este aspecto, que parece negativo para la ciencia,
sin embargo, es positivo ya que saber que una hipótesis o una teoría es falsa ya es saber algo,
es decir, eso ya produce conocimiento, y quizás podríamos hasta arriesgar a decir que produce
conocimiento verdadero. Es decir, podemos afirmar con veracidad la falsedad de una hipótesis
o teoría. Esta concepción falsacionista, sin embargo, luego ha sido revisada por otrxs filósofxs
de la ciencia. Con lo cual, esta concepción popperiana debería matizarse. Pero no es el tema
aquí.
Ahora bien, por otro lado, te decía que esta cuestión estaba vinculada con el tema de la
verdad, y así estos ejemplos nos ponen en presencia de que no hay una respuesta verdadera.
Pero, como se dijo, ello no significa que sean falsas. Veamos nuevamente cómo lo plantea
Nietzsche:

¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas
las realidades?
Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en
posesión de una “verdad” en el grado en que se acaba de señalar. […]
Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las
palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada, pues, en caso contrario, no
habría tantos lenguajes. […]
Por tanto, en cualquier caso, el origen del lenguaje no sigue un proceso lógico, y todo el
material sobre el que, y a partir del cual, trabaja y construye el hombre de la verdad, el
investigador, el filósofo, procede, si no de las nubes, en ningún caso de la esencia de las
cosas. […]
¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido
realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un
prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son
ilusiones de las que se han olvidado que lo son […]. (Nietzsche, 1996, 21-25)

Antes de continuar tengo que hacer una aclaración que quizás permita entrever por dónde va
la cuestión. Dije que estos ejemplos nos muestran que no hay una respuesta verdadera. En
todo caso, debería haber dicho que parece no haberla, o que si la hubiera, al menos no la
hemos encontrado hasta el momento. Simplemente no lo sabemos. La cuestión es compleja,
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porque incluso esta respuesta que te estoy dando acerca de las respuestas verdaderas
pareciera ser una respuesta última, una respuesta verdadera. Si decimos que sólo hay
construcciones, entonces eso podría considerarse como una nueva verdad. ¿No? Una forma de
eludir este problema en el que parece que caemos es, como señala Gianni Vattimo (filósofo
italiano, 1936), tomando como fuente lo dicho por Nietzsche, que ésta es una
interpretación acerca del tema de las respuestas últimas y definitivas,
¿Verdad? ¡No!
acerca del tema de la verdad, y no una respuesta definitiva.
¡Interpretación!
Lo que podemos señalar quizás, es que lo que llamamos “verdad” es
nada más que una interpretación acerca de la realidad que ha prevalecido
en el tiempo.

E - Y entonces si no son verdaderas ni falsas, ¿cómo llamaría a estas respuestas que


damos ante un problema, sea el de qué es la filosofía, o el del fundamento de las cosas,
o el problema de cuál es la mejor forma de gobierno, o el problema de si la Tierra gira
alrededor del Sol o a la inversa?

P - Por un lado, no podemos estrechar el significado de “verdad” únicamente a “verdad


científica” o “verdad comprobable”. La historia de la filosofía nos enseña que puede
hablarse en otros términos del concepto de “verdad”, como por ejemplo, la noción de “verdad
poética”. Pero quizás mejor que hablar de verdad sea hablar de interpretaciones. Se puede
trazar un camino para una respuesta pero que no es el único posible. Una forma de pensar
cómo se construyen estas respuestas, cómo se da sentido al mundo, a la vida, a la muerte, o a
un problema, está relacionado con tradiciones de pensamiento donde el ser humano, a partir
de un conjunto de saberes, costumbres, teorías, etc. que lo acompañan desde los primeros
años de vida y que lo preceden de generaciones anteriores, le permiten formular, con su
imaginación, respuestas creativas, nuevas, que son útiles a los diversos problemas al ver que
no se logran respuestas definitivas. Por ello es sumamente importante revisar nuestras
tradiciones de pensamiento, puesto que ellas no solo son las que han construido el “mundo” tal
cual lo conocemos hoy, sino que, a partir de ellas, podemos deconstruirlo2 ese mundo para ver
que no era el único posible. Tomar en cuenta el peso de las tradiciones nos permite, por un
lado, reelaborar alguna versión del pasado para comprender con mejores elementos nuestra
realidad, y por otro, evaluar su proyección hacia el futuro.

- Entonces, por lo menos ¿podemos decir que en la filosofía, todo se piensa y


E
reconstruye permanentemente?

P - Lo que podemos pensar quizás, es que la historia de la filosofía es la historia de


los fracasos, como señala el filósofo escocés Alasdair MacIntyre (1929). ¿Por qué?
Porque cada nueva concepción filosófica tiene como motivación el fracaso de las concepciones
anteriores. También para Nietzsche:

Los sistemas filosóficos solo son completamente verdaderos para sus inventores; para los
filósofos posteriores, son comúnmente un gran error. (Nietzsche, 1994, 7)

O también puede pensarse la historia de la filosofía -aunque no sólo de ella- como la historia
de las luchas. Las luchas entre un pensamiento tradicional y uno nuevo que viene a
cuestionarlo. Como si fuera una lucha de los hijxs con los padrxs o de los discípulxs con sus
maestrxs, tal como lo veía Unamuno:
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- Yo creo que la historia es lucha, eterna lucha, y que el día en que esa
La historia
lucha termine, terminará la historia, y que entonces, para un hombre,
como lucha del
para un verdadero hombre, no valdrá la pena de ser vivida. […]
pensamiento
- Que lo que ha hecho y hace la vida histórica de las Monarquías ha sido y
es su lucha contra las tendencias republicanas, y lo que ha hecho y hace la
historia de las Repúblicas ha sido y es su lucha contra las tendencias monárquicas,
disfrazadas con uno u otro nombre. (Unamuno, (1958 [1922] IX, 897 y 989)

Esta historia de luchas también la encontramos, por ejemplo, en una obra clásica del novelista
ruso Iván Turguéniev (1818-1883):

-Pável movió los bigotes-. Bueno, ¿y el propio señor Bazárov [el compañero de Arkadi], qué
es en realidad? –preguntó, estirando las palabras.
-¿Qué es Bazárov? –Arkadi soltó una risita irónica–.
-¿Quiere usted, tiíto, que le diga lo que es en realidad?
-Haz el favor, sobrino.
-Es nihilista.3
-¿Cómo? –preguntó Nikolai [el padre de Arkadi]; Pável [hermano de Nikolai y tío de Arkadi]
alzó el cuchillo al aire con un trozo de mantequilla en el extremo y se quedó inmóvil.
-Es nihilista –repitió Arkadi.
-Nihilista –balbució Nikolai–. Eso viene del latín nihil, “nada”, por cuanto puedo juzgar;
entonces, esa palabra define a un hombre que… ¿que no reconoce nada?
-Di mejor: que no respeta nada –se apresuró a decir Pável y de nuevo se ocupó de la
mantequilla.
-Que lo considera todo desde el punto de vista crítico –puntualizó Arkadi.
-¿Y no es lo mismo? –preguntó Pável Pietróvich.
-No, no es lo mismo. El nihilista es un hombre que no se doblega ante ninguna autoridad,
que no acepta ningún principio como artículo de fe, por grande que sea el respeto que se dé
a este principio.
-Y qué, ¿eso está bien? –interrumpió Pável.
-Según para quién, tiíto. Para unos es muy bueno y para otros resulta muy malo.
-Vaya. Bueno, según veo, esto no va con nosotros. Nosotros somos gente chapada a la
antigua; nosotros consideramos que sin principios […], tomados, como tú dices, como
artículos de fe, no podemos dar un paso ni respirar. Vous avez changé tout cela [Ustedes
han cambiado todo, dice Pável en francés], […] ¿cómo has dicho?
-Nihilistas –exclamó vocalizando Arkadi. [refiriéndose ahora a su padre y a su tío en otro
sentido del término] (Turguéniev, 2007, 63-64)

Por ello, como señala Unamuno:

La creadora dialéctica íntima de la historia se revela, sobre todo, en la oposición entre las
generaciones sucesivas. […] Y entre estas intestinas luchas civiles de una sociedad, de un
pueblo; entre estas fecundas contradicciones íntimas que hacen la historia no hay acaso otra
más fecunda, más creadora, más vivificadora, más enriquecedora que la entablada entre
unas y otras generaciones sucesivas, […] El único homenaje digno de la generación que nos
precedió […] es que la sometamos a nuestra crítica demoledora, que la neguemos. Y es el
único homenaje digno que pude rendirnos a nosotros la generación que nos sucede. Así se
establece la continuidad dialéctica y dilemática y hasta polémica; así se hace historia.
(Unamuno, 1958 [1916], 1-2)

O quizás mejor para nuestros propósitos, y que se relaciona íntimamente con la historia de la
filosofía como historia de los fracasos, pero también como historia de las luchas, podríamos
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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. El positivismo

decir que es la historia de las crisis, y que lxs filósofxs se han encargado de elaborar teorías
filosóficas para tratar de superarlas. Así es como puede verse según el filósofo e historiador
francés Jean-Pierre Vernant (1914-2007):

En un diálogo hoy perdido, Sobre la filosofía, Aristóteles evocaba los grandes cataclismos que
periódicamente destruyen a la humanidad; describía las etapas que tienen que recorrer cada
vez los escasos sobrevivientes y sus descendientes para rehacer la civilización: así, los que
escaparon al diluvio de Deucalión tuvieron ante todo que volver a descubrir los medios
elementales de subsistencia y volver a encontrar después las artes que embellecen la vida;
en una tercera etapa, proseguía Aristóteles, «pusieron sus miras en la organización de la
polis e inventaron las leyes y todos los demás vínculos que ensamblan entre sí las partes de
una ciudad; y aquel invento lo denominaron Sabiduría […]. (Vernant, 1992, 81)

En este sentido, lo que hacemos está vinculado, desde mi punto de vista, con dos conceptos:
traditio y poíesis, una tensión entre tradición y creación. Construimos respuestas nuevas,
creativas, que cuestionan la tradición pero desde un conjunto de conceptos que ya tenemos
incorporados por nuestra tradición.
Veamos un ejemplo. El filósofo escocés David Hume (1711-1776) y su colega alemán
Immanuel Kant (1724-1804) brindan dos respuestas completamente diversas frente al
problema de la facultad en la cual se originan los juicios morales: uno afirma que es en los
sentimientos, en las pasiones, el otro en la razón. Sin embargo, el cumplimiento de las
promesas y la justicia eran, como señala MacIntyre, tan inviolables en uno como en otro.
¿Y por qué compartían esas creencias si diferían en sus teorías sobre la moralidad? Porque
tenían en común su herencia cristiana, con lo cual sus diferencias se hacen insignificantes.
Insignificantes, pero diferentes. Lo heredado aparece siempre de nuevas maneras,
revitalizado. Unamuno señalaba que la originalidad no consistía tanto en decir algo que antes
no se haya dicho, sino antes bien en combinar y relacionar de manera personal y propia los
pensamientos que ya son parte de los bienes culturales acumulados por la tradición.
Por eso digo que hay una tensión, una lucha constante entre tradición y creación. Veamos, por
caso, de qué manera intervendrían estos dos conceptos señalados en lo dicho por Unamuno:

El sentimiento del mundo, sobre el que se funda la comprensión de él, es necesariamente


antropomórfico y mitopeico. Cuando alboreó con Tales de Mileto el racionalismo, dejó este
filósofo al Océano y Tetis, dioses y padres de dioses, para poner al agua como principio de
las cosas, pero esta agua era un dios disfrazado. […]
Esa animación, esa personificación va entrañada en nuestro mismo conocer. «¿Quién
llueve?», «¿quién truena?», pregunta el viejo Estrepsiades a Sócrates en Las nubes, de
Aristófanes, y el filósofo le contesta: «No Zeus, sino las nubes.» Y
Estrepsiades: «pero ¿quién sino Zeus las obliga a marchar?», a lo que La creación de
Sócrates: «Nada de eso, sino el Torbellino etéreo.» «¿El Torbellino? - la verdad. Un
agrega Estrepsiades-, no lo sabía... No es, pues, Zeus, sino el acto de
Torbellino el que en vez de él rige ahora.» Y sigue el pobre viejo interpretación
personificando y animando al Torbellino, que reina ahora como un rey
no sin conciencia de su realeza. Y todos, al pasar de un Zeus cualquiera a
un cualquier torbellino, de Dios a la materia, verbigracia, hacemos lo mismo. Y es porque la
filosofía no trabaja sobre la realidad objetiva que tenemos delante de los sentidos, sino sobre
el complejo de ideas, imágenes, nociones, percepciones, etc., incorporadas en el lenguaje y
que nuestros antepasados nos transmitieron con él. Lo que llamamos el mundo, el mundo
objetivo, es una tradición social. Nos lo dan hecho.
El hombre no se resigna a estar, como conciencia, solo en el Universo, ni a ser un fenómeno
objetivo más. Quiere salvar su subjetividad vital o pasional haciendo vivo, personal,

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animando al Universo todo. Y por eso y para eso han descubierto a Dios y la sustancia, Dios
y sustancia que vuelven siempre en su pensamiento de uno o de otro modo disfrazados.
(Unamuno, 1950 [1913] IV, 577-578)

E - Hay algo que no entiendo. Si como venimos viendo los filósofos no llegan a ningún
acuerdo sobre qué es la filosofía, y si además, la filosofía solo nos brinda una
interpretación del mundo que en parte procede de la tradición y en parte de una creación
humana individual como respuesta a los fracasos anteriores o a las crisis, y no una respuesta
verdadera acerca de lo que es la realidad, el mundo y la vida, entonces, ¿por qué y para qué
se filosofa?

P - Podríamos sumar a tus preguntas el cómo: ¿cómo se construye el discurso


filosófico? Pero bien, concluyamos antes -aunque nunca se concluye nada
definitivamente- la cuestión que venimos trabajando, y dejemos las otras para más
adelante.
Por un lado, como ya dijimos, es necesario no estrechar la noción de Del qué es la
verdad, pero por otro, y como anticipé al inicio de esta conversación, el filosofía al por
qué, para qué y
problema del qué es la filosofía parece estar en la pregunta misma, en la
cómo filosofar
pregunta por la cosa, en la pregunta por el qué es. Y pese a que nos hemos
dedicado hasta ahora a tratar de desentrañar el problema de qué es la
filosofía, como toda pregunta por el qué es… algo, además de tener un carácter polisémico,
esta pregunta se falla a sí misma, su respuesta no es alcanzada de manera definitiva. Por
ejemplo, Martin Heidegger (filósofo alemán, 1889-1976) decía que:

El qué se
La pregunta por lo que algo es, sigue siendo multívoca. Podemos interpreta de
preguntar: ¿qué es eso allá a lo lejos? Recibimos la respuesta: un diferentes
árbol. La respuesta consiste en que damos su nombre a una cosa maneras
que no (re) conocemos bien.
Sin embargo, podemos seguir preguntando: ¿Qué es eso que llamamos
“árbol”? […]Es aquella forma del preguntar que desarrollaron Sócrates, Platón y Aristóteles.
Preguntan, por ej.: ¿Qué es lo bello? ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la naturaleza? ¿Qué
es el movimiento?
Pero ahora debemos observar que en las preguntas recién mencionadas no solo se busca una
delimitación más exacta de lo que es naturaleza, movimiento, belleza, sino que: también al
mismo tiempo se da una interpretación de lo que significa el “qué”, en qué sentido ha de
entenderse el qué ( Lo que el qué significa se lo llama […] la quidditas (lo definible, la
esencia) […] Sin embargo, la quidditas se la determina de distinta manera en las distintas
épocas de la filosofía. Así, por ejemplo, la filosofía de Platón es una peculiar interpretación de
lo que significa el qué ( Significa, a saber, la ÞIdea). Que cuando preguntamos por el
qué (, por el quid, signifiquemos con ello la “idea”, no es de ningún modo cosa que se
comprenda de suyo. Aristóteles da del qué ( una interpretación distinta de la de Platón.
Otra interpretación del qué ( la da Kant, otra Hegel. Aquello que en el hilo conductor del
qué (, del quid, del “qué” se pregunta en cada caso, ha de determinarse cada vez de
nuevo. […] (Heidegger, 1960)

Por ello, quizás mejor que haber abordado la pregunta por el qué, la pregunta por la cosa, sea
indagar sobre estas nuevas preguntas que estamos poniendo en discusión. Quizás así podamos
tener un panorama un poco más claro sobre qué es la filosofía cuando respondamos por qué,
para qué y cómo hacemos filosofía. Esto no significa que estos nuevos problemas puedan ser
resueltos de manera definitiva, estas cuestiones también son muy problemáticas y discutidas.

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Pero por el momento, dejemos estas cuestiones para las próximas clases que por hoy ya ha
sido más que suficiente. Nos vemos la próxima.

E - Nos vemos la próxima, profesor.

1
Véase “La razón en la filosofía”, en El Crepúsculo de los ídolos.

2
La deconstrucción es una operación metodológico-filosófica que propone la desarticulación de las relaciones
semióticas, de las relaciones entre significantes y significados, con el objetivo de develar en esa articulación –ahora ya
desarmada- la falta de un fundamento ontológico fuerte, es decir, la falta de un fundamento absoluto y esencialista en
el lenguaje respecto de la realidad.

3
En el término nihilismo -concepto clave de la filosofía nietzscheana-nihil no significa ‘no-ser’ sino ‘valor de nada’: la
vida toma un valor de nada siempre que se la niega, se la deprecia. La depreciación supone una ficción: se falsea y se
deprecia por ficción, se opone algo a la vida por ficción. La idea de otro mundo, de un mundo suprasensible, con todas
sus formas (Dios, la esencia, el bien, lo verdadero), la idea de valores superiores a la vida, no es un ejemplo entre
otros, sino el elemento constitutivo de cualquier ficción (Deleuze, 1994, 207-209). Qué quiere decir “nihilismo” es
también una pregunta que se hace el propio Nietzsche: “Nihilismo: falta el fin; falta la respuesta al “¿para qué?”; ¿qué
significa el nihilismo? Que los valores supremos se desvalorizaron”. (Nietzsche, citado por Volpi, 2005, 59).
Desvalorización que ya se inicia con el platonismo. El nihilismo puede ser definido entonces como la “falta de sentido”
que surge cuando se debilita la fuerza vinculante de las respuestas tradicionales al “¿para qué?” de la vida y del ser. A
lo largo de la historia, los valores tradicionales que debían dar respuesta al “¿para qué?” pierden su valor. Nietzsche
anticipa el advenimiento del nihilismo como un movimiento imparable que es el pathos (sentimiento) de la época:
aquél en el cual el hombre se atreve a una crítica de los valores en general. Pero asimismo, este advenimiento es
necesario porque debemos primero vivir el nihilismo para darnos cuenta propiamente cuál fue el valor de esos
“valores” (Volpi, 2005, 59-60). A diferencia de cualquier nihilismo, en Nietzsche el filosofar tiene un carácter
transformador, y en este sentido es posible sostener que su filosofía es una filosofía práctica, está concebida para la
acción. No está pensada como una teoría sino como una praxis, tanto del individuo como de la historia. (Beraldi, 2012,
279-280).

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