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¿Seremos capaces de conformamos a vivir con menos confort sin dejamos atraer por
las tentaciones del mundo desarrollado? ¿Podremos comprender que el ocio que
valoramos y que tenemos derecho a conservar, tiene como precio el renunciar en algo
a las costumbres consumistas? ¿Será posible que este examen de conciencia que
incursiona en nuestras miserias y defectos con el objeto de detectar lo que nos impide
progresar, nos deprima a tal punto que nos conduzca a la ceguera de la negación?
Nuestros defectos no constituyen una determinación biológica, son sólo expresión del
proceder equivocado de una sociedad que no logra organizarse mejor a causa de vivir
en el siglo XXI con pautas culturales de mucho tiempo atrás. Nos falta adecuación al
tiempo histórico, y para ello debemos desarrollar la ciencia, la técnica y las
humanidades.
Nos proponemos modificar una antigua idea de cultura que considera a ésta
circunscripta a las artes o detenida en los usos y costumbres de los antepasados,
como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar nuestros propios usos y
costumbres. Respetar las tradiciones no implica detenerse en ellas. Más aún, nos
proponemos sostener que la cultura es constante reformulación de la vida para
construir el futuro. Los tiempos vertiginosos de la modernidad requieren que la cultura
signifique adecuación de los modos de ser y pensar a la globalidad mundial.
Al carecer de una teoría social acerca de nosotros, hemos recurrido fundamentalmente
al reconocido saber de numerosos intelectuales connacionales y extranjeros que han
estudiado hondamente nuestras costumbres y los problemas que nos aquejan,
dejándonos sus investigaciones en numerosos obras a las que hemos recurrido en
busca de ideas, inspiración y sabios conocimientos, que detallamos como Bibliografía
en las páginas finales.
Hemos crecido en civilización. La sociedad necesita contar con las soluciones
aportadas por sus hombres más esclarecidos, sabios y honestos, yesos hombres
tienen el deber histórico de proponer un ideal fuertemente deseado por el pueblo para
que se imponga a sí mismo ese deber y se esfuerce en alcanzarlo.
Este trabajo es un borrador que requiere ser ajustado a un modelo teórico
conveniente, necesita más documentación de apoyo y mayor constatación y verifica-
ción de enunciados. Es por lo tanto una intención y un camino de motivación para el
diálogo y la discusión de la problemática provincial en el contexto comarcano. La
comunidad intelectual y científica de nuestra provincia queda especialmente invitada y
convocada a dar su opinión sobre este trabajo, acercar sus críticas y oponer otros
estudios mejores y científicos. Lo que realmente importa es encontrar con claridad
científica y filosófica las verdaderas razones que impiden nuestra felicidad y el mejor
camino para alcanzarla. No habrá soluciones espontáneas. Sin esfuerzo intelectual
nada será posible.
LA CUESTIÓN CULTURAL
Pertenecemos a una provincia pobre y pequeña perdida en los confines de
la América del sur, que debe formular su proyecto cultural para entrar al siglo XXI con
pasos claros haciendo de su pueblo, hombres del mundo y de su tiempo.
Para ser protagonistas del mundo es preciso evaluar qué daños fatales podría causar
al país y al mundo nuestra súbita desaparición. Digámoslo sin miedo, ¿si Catamarca
desapareciera hoy de la faz de la tierra por una misteriosa causa, qué fatales conse-
cuencias depararían a Argentina y al mundo?
He aquí el desafío de nuestro tiempo si queremos participar activamente en la cons-
trucción de la humanidad.
El mundo desarrollado tiene una clara tendencia productivista-consumista como
consecuencia de la desaparición de los peligros de una 3ra. Guerra Mundial entre el
mundo de economía dirigida y el mundo de economía libre.
En el mundo de economía libre el conflicto estará centrado sólo en la competencia
económica. ¿Tienen Catamarca y Argentina posibilidades concretas de modificar en el
corto plazo el propósito que guía al mundo desarrollado de hoy?
En la competencia económica del mundo de economía libre solo sobrevive el que tiene
ventajas competitivas. Las ventajas de la tenencia de recursos naturales que en otros
tiempos brindaron prosperidad y oportunidades a nuestro país -porque pocas naciones
producían en cantidad, calidad y bajo precio, carne y trigo- han perdido importancia.
Tener recursos naturales como los tiene Catamarca, no ha significado necesariamente
nuestra prosperidad, y carecer de recursos naturales como Japón, no ha impedido su
enriquecimiento. El mundo moderno ha logrado producir alimentos abundantes y
baratos, por lo que la riqueza no estará centrada en la producción de alimentos.
El mundo del futuro al parecer aplicará todo su empeño en el desarrollo de métodos
más económicos, rápidos y prácticos para producir bienes y servicios más baratos y
de mejor calidad. El desarrollo de estos métodos implica la formación de recursos
humanos muy calificados. Las ventajas competitivas del siglo XXI no estarán
centradas en los recursos naturales sino en los recursos humanos.
LA CULTURA CONSUMISTA
La cultura industrialista que caracteriza a gran parte de Europa. EE.UU. y
Japón les ha llevado a obtener numerosos logros en estas áreas del obrar humano,
pero a costa de la destrucción desmesurada de los recursos naturales, el medio
ambiente, los lazos familiares y la solidaridad humana.
Las metas del mundo desarrollado -desde el punto de vista económico- son: el
consumo y el ocio, y para lograrlo, trabajan y ahorran. Trabajan fuerte durante la vida
para poder consumir y producen un excedente que ahorran para poder consumirlo
recién cuando llegue el ocio reparador de la vejez.
El espíritu consumista que los anima, los lleva a demandar constantemente bienes y
servicios. Esta demanda los motiva para crear negocios y por ende fuentes de trabajo,
pero como la venta de los productos depende de su precio, bajan los costos
incorporando tecnología que reemplaza a los hombres o les exige perfeccionamiento
constante. De este modo el hombre del mundo desarrollado de occidente vive
permanentemente temeroso de perder su trabajo y forzado a perfeccionarse
indefinidamente para obtener otro puesto al momento de su despido. De igual manera,
los empresarios viven temerosos de no poder vencer a sus competidores y verse
obligados a cerrar sus negocios.
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NUESTRO CONSUMISMO
Nuestras metas -desde el punto de vista económico- también parecen ser
el consumo y el ocio, pero como los procedimientos a los que acudimos no son el
trabajo ni el ahorro, sobrevienen nuestras dificultades. Al parecer, preferimos trabajar
mínimamente y así disfrutar del ocio sin esperar la vejez. Consumimos con
exageración o más de lo que producimos y no ahorramos nada para la vejez porque
no generamos excedentes.
¿Cómo financiamos el consumo exagerado y el que haremos en la vejez? Hipotecando
el futuro (pidiendo préstamos), con la solidaridad precaria del Estado (que da poco por
la falta de excedentes) y generosa de la familia (por el latente sentido de gratuidad
familiar).
Para adoptar el estilo de vida consumista es preciso trabajar fuerte y producir
excedentes. No es posible consumir lo que no se produce. Si en cambio queremos
disfrutar del ocio sin esperar la vejez, es preciso deshacemos de los hábitos
consumistas y limitarnos a un consumo frugal de los alimentos y las cosas.
LA LlBERTAD
Al decir de J.P. Sartre, ser libre es estar abandonado a sí mismo; estar
aislado en un medio extraño con el cual todo lazo es imposible; estar condenado a
existir. Es no poder distribuir generosamente la responsabilidad con otros porque todo
cuanto ocurre es mío. En la libertad, uno sólo puede contar consigo mismo. Nadie
puede responder por mí y sólo yo soy responsable de mí mismo.
El sentido de la palabra libertad para el mundo desarrollado coincide con esto. Para
ellos significa autosuficiencia y autorrealización es decir, vida sin protectores, padrinos
ni tutores. Hombres sujetos al éxito o fracaso de sus propios actos y responsables de
sus consecuencias. En ellos la libertad consiste en el deseo de no estar atado a
ningún poder, ni siquiera al propio Estado. Piensan que para vivir no necesitan de la
tutela ni la caridad del Estado, sino del esfuerzo personal para lograrlo.
No les interesa ser libres para peticionar al Estado, sino para construir su propia y
personal vida sin el Estado. El Estado en ellos, cumple la función mediadora de evitar
que alguien tenga ventajas. No regula la vida de nadie ni la protege; cada uno queda
librado a su propia suerte y al tamaño de su talento.
Como todos deben competir librados a sus méritos personales para alcanzar las
metas, las relaciones interpersonales y la solidaridad se resienten fortaleciendo el
individualismo. Esta forma de vida configura un estilo jerárquico basado en la
eficiencia y el talento. Ellos creen firmemente que para alcanzar metas es preciso ser
eficientes y talentosos.
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La Democracia les sirve para garantizar la continuidad de ese estilo de vida que
denominamos Liberalismo; a nosotros para alternar los gobernantes de una
"democracia" sustancial mente paternalista, organizada según nuestro peculiar orden
de méritos: la amistad y la pertenencia al grupo.
Por último, creen que el Estado debe ayudar a los que no tienen recursos. Pero
entiéndase bien, a los que no tienen el recurso del talento para lograr la
autorrealización. Para merecer la ayuda del Estado se debe probar la falta de talento y
no la carencia de recursos materiales que cualquier ocioso puede demostrar.
¿Cómo podríamos resumir su cultura y las reglas de juego que han ideado para
preservarla?
1) Creen en la libertad, es decir en la autorrealización y la autosuficiencia
del hombre. Cada uno está librado a su suerte. No pueden distribuir la responsabilidad
de sus actos con otros porque ellos son los únicos responsables de sí mismos.
2) la autorrealización y la autosuficiencia, sólo son alcanzables con el desa-
rrollo del talento y la eficiencia.
3) La escala jerárquica de la sociedad se ordena según el talento y la
eficiencia de sus miembros.
Los hombres librados a su suerte no tienen más remedio que agudizar su
ingenio para sobrevivir. Por esta razón se tornan rudos, aventureros, arriesgados, indi-
vidualistas, innovadores, andariegos, imaginativos, creativos y originales con un des-
medido afán por obtener ventajas materiales, una gran fe en sí mismos y un carácter
inalterable ante la adversidad. En ese contexto, los más talentosos y eficientes alcan-
zan las mejores posiciones en la sociedad y los menos aceptan que esta regla de
juego es la más apta para su progreso y bienestar.
Para preservar este sistema de vida han desarrollado un modo de organización social
denominado Liberalismo Político que difiere de la Democracia Política en que mientras
en aquel se preserva la peculiar idea de Libertad que sostienen, en ésta los ciudada-
nos pueden también elegir un sistema paternalista, autocrático y dirigista. De este
modo. la Democracia resulta ser un medio para elegir un sistema de vida, mientras
que el liberalismo, es un sistema de vida. Con la Libertad los hombres tienen permiso
para ser distintos según su talento; en la Democracia los hombres son iguales para
elegir gobierno.
¿En qué se parece ese estilo de vida al nuestro?
EL PATERNALlSMO
Los sistemas paternalistas se desarrollan en los pueblos que aún no
alcanzaron madurez política. Esos pueblos tienen un comportamiento similar al de los
jóvenes adolescentes que conocen con claridad lo que no quieren, pero no saben lo
que quieren. Desean ser "libres· para reclamar y exigir, pero simultáneamente
requieren ser alimentados, vestidos, cobijados y protegidos por sus padres. En ellos el
Estado cumple el rol paternal; la función de procurar el bienestar de la ciudadanía
otorgando las condiciones necesarias para su existencia y el pueblo se acostumbra a
esperar de los gobernantes la solución de todos sus problemas. Los pueblos terminan
creyendo que las concesiones que otorgan los gobernantes son fruto de su particular
talento y sensibilidad, fomentando los personalismos que halagan tanto a muchos
políticos y no pocas veces los gobernantes de los sistemas paternalistas, bajo la
ensoñación de su función ejemplar perpetúan el modelo. Mientras los jóvenes
adolescentes algún día madurarán y se independizarán definitivamente de sus padres
los pueblos sujetos al paternalismo temen profundamente el desamparo al que
conduce la adultez.
Los sistemas paternalistas son sistemas políticos intermedios entre el nacimiento de
los pueblos y su madurez; no son sistemas definitivos pero son sustituidos sólo
cuando los hombres deciden tomar a su exclusivo riesgo la construcción de su destino.
Cuando los hombres renuncian a la responsabilidad de construir su propio destino
desarrollan otras características: recurren a Dios, a la familia, a maestros místicos,
chamanes y curanderos o al Estado para la solución de sus problemas. Sólo atinan a
la oración, a la magia o a hombres providenciales para lograr su consuelo. Cultivan la
amistad y la pertenencia al grupo, fortalecen los lazos familiares pero también
desarrollan la envidia y descuidan la solidaridad. Trabajan y producen menos, disfrutan
del ocio, y el talento y la eficiencia dejan de ser escala jerárquica. Se toman consumi-
dores descontrolados, dilapidadores de recursos y carentes del sentido del ahorro y la
previsión. Se domestican, introducen la astucia y la demagogia en la vida política; se
hacen improvisados, repentistas e irresponsables. No desarrollan la habilidad de
imaginar y se abandonan a una vida rutinaria y sin estímulos.
LA IGUALDAD
Como hemos visto, la palabra Libertad no tiene en nosotros la significación
concedida por el mundo desarrollado. En realidad, no es esa palabra la que ordena y
proyecta nuestras vidas. Es la Igualdad nuestra palabra movilizadora.
Mientras la Libertad valora el individualismo, la originalidad, lo distinto, lo finito; la
Igualdad en cambio, enaltece lo social y colectivo, lo rutinario, lo similar, lo parejo y la
ausencia de límites.
Cuando los hombres tienen miedo a ser distintos según sus méritos; cuando no están
dispuestos a esforzarse para mejorar, o padecen un sistema político-social que impide
el desarrollo de su libertad, encuentran en la Igualdad la manera de disimular sus
carencias.
La Igualdad no distingue entre genios y mediocres. Cree que la opinión de unos tiene
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igual valor que el conocimiento de otros, por eso muchas veces, los que nada saben
se sienten con derecho a discutir de igual a igual con los que saben. En el reino de la
Igualdad, el esfuerzo por mejorar no tiene sentido. Allí no se premia lo singular y
original, sino lo vulgar y parejo.
Cuando se nace con el beneficio de la Igualdad, solo resta reclamar el espacio que
nos sugieren los antojos, sin reparar que para ello haga falta un esfuerzo de
merecimiento. En la Igualdad se valora la amistad y la pertenencia al grupo, porque
para pertenecer al grupo o ser amigo, es preciso -aún a diferencia proporcional de
caracteres- participar de gustos semejantes, de similares objetivos y de
correspondientes aspiraciones. Con la Igualdad hay permiso para todo y se pierde el
sentido de los límites. Con ella, el hombre no se percibe finito, limitado. La Igualdad
concede privilegios al desventajado porque empareja lo desparejo, alienta la
vulgaridad, desalienta la búsqueda del mérito y exige derechos.
El Derecho a la Igualdad es el modo fácil con que la vulgaridad se concede un espacio
entre los hombres de mérito. Los pueblos que jerarquizan la Igualdad, optimizan la ley
del menor esfuerzo, se conforman con ser flojos y sólo aspiran al más o menos. En la
Igualdad, sospechar es más fácil que encontrar la verdad. La sospecha se basta a si
misma pues, no requiere el esfuerzo del análisis meduloso, de la constatación, ni de la
prueba. La Igualdad alimenta la envidia, que es el rechazo a los méritos ajenos cuando
se renuncia al trabajo que implica la obtención de los propios.
Esta Igualdad que describimos nada tiene que ver con la igualdad de oportunidades,
que pone en la misma línea de partida a los hombres y sólo es posible en libertad. La
igualdad debe incluir el derecho de la minoría a seguir siendo ella misma. La igualdad
no es homogeneidad y la homogeneidad es imposible en un pueblo.
EL OCIO
La ociosidad, la haraganería, posiblemente devenida -entre otras causas
por el aislamiento, la incomunicación, la ignorancia, la miseria, el espíritu conservador
heredado de España y la condición casi exclusiva de pueblo de pastores y empleados
públicos atribuida a nosotros y repetidamente mencionada por distintos intelectuales
del siglo XIX, requiere ser examinada y estudiada detenidamente.
La cultura grecorromana se forjó con el ocio de sus filósofos, políticos,
poetas y artistas, y el trabajo de sus esclavos. Los escultores, pintores y poetas del
renacimiento fueron sostenidos por los príncipes que disponían de los recursos
económicos suficientes para hacerla. Los pueblos desarrollados de hoy, vuelcan gran
parte de los excedentes generados por la sociedad al sostenimiento de sus hombres
más talentosos y geniales. Todos los grandes procesos civilizadores necesitan generar
un excedente para ocuparlo en subsidiar la creatividad de sus intelectuales, científicos
y artistas.
El ocio no es malo. Es el tiempo entregado a otro esfuerzo distinto al habitual, a las
relaciones interpersonales, a la construcción y consolidación de la amistad y la familia,
a la recuperación del silencio y al reencuentro con uno mismo, la naturaleza y con
Dios. "Los pájaros no siembran ni cosechan", pero consumen con frugalidad para no
alterar el orden natural. Es lo que hacían nuestros antepasados los indios.
Este modo de vida tiene su precio: menos confort, menos lujo, y una existencia más
austera en lo material pero más rica en lo emocional.
LA SOLlDARIDAD
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EL AHORRO
Decía Juan Manuel Chavarría, que los catamarqueños amábamos y
deseábamos la libertad, que carecíamos de hábitos de ahorro y que nos faltaba
solidaridad. Sabemos que la palabra "horro" significa -entre otras acepciones- libre,
exento, desembarazado; y que la letra "a" antepuesta como prefijo indica -a veces- lo
contrario o carencia.
Desde esta perspectiva, la conjunción de ambas en "a-horro" significaría: no ser libre;
no estar exento; comprometido en vez de desembarazado; obligado a algo, y todo
esto, con el propósito de atender con previsión las contingencias futuras, prevenir las
eventualidades del porvenir, en síntesis: previsión humana.
Uno de los más señalados triunfos del ser humano fue el control y disciplina de sus
facultades, y el ahorro resultó ser la más alta expresión del dominio que el hombre
logró ejercer sobre sí mismo para superar su estado primitivo y evolucionar. El ahorro
permitió así, poner límite al placer de consumir y concedió al hombre un alto valor
moral, un elevado desarrollo del carácter y la posibilidad económica de acumular una
reserva para tiempos malos o la generación de capital. El ahorro, lento en su
desenvolvimiento pero eficaz en sus resultados, se constituyó en una obra portentosa
de la actividad humana, un alto dote espiritual y no un mezquino impulso de la avaricia.
En los pueblos imitativo-consumistas, de sistema paternalista y carentes de cultura
democrática, faltan siempre estímulos para el ahorro y los hombres que lo practican,
prefieren ocultarlo y mantenerlo en secreto disimulando así como un pecado su
práctica. En los pueblos serios en cambio, su fuerza moral los lleva a redoblar esfuer-
zos para concretar la acción del ahorro, y los pobres y desvalidos practican confiados
la cooperación mutua que los conduce a la acumulación y constitución de grandes
caudales partiendo de cantidades de escasísima importancia. Para llegar a la
formación de inmensos capitales que sirvan de base para elevar la productividad, la
producción y el consumo, es posible partir del ahorro de pequeñas cantidades.
Asimismo, es preciso entender que no es el consumo suntuario e improductivo del rico
un beneficio para el pobre. El que un pobre tenga trabajo gracias al consumo
improductivo, superfluo y suntuario del rico, es falso. Por el contrario, es la demanda
de productos necesarios para la vida y reproductivos la que puede crear igual
dimensión de trabajo, aumentar la riqueza y necesitar más fuerza de trabajo de modo
creciente. Cuando nuestra clase media y alta tienen una tendencia a consumir bienes
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generación vaya a saber por qué ignota razón sociológica, pero sería bueno que nos
propusiéramos democratizar nuestras vidas, es decir, internalizar la idea de que los
que mandan lo hacen cumpliendo la voluntad expresa de los electores y no la propia;
interviniendo activa y decididamente en la tarea de indicar al dirigente elegido lo que
debe hacer y no abandonarlo a su suerte o a sus caprichos y ambiciones. En fin, hacer
realidad lo que la Democracia propone es decir, que los dirigentes hagan lo que los
electores quieren, rechazando la creencia de que son intuitivos intérpretes de la
voluntad de la mayoría. En la Democracia, como todos sabemos, el pueblo manda al
gobernante y no éste al pueblo como ocurre en las dictaduras o monarquías absolutas.
La práctica y ejercicio repetido de esta conducta podría deparamos insospechadas
satisfacciones. Afianzaría nuestra auto-estima, fortalecería nuestras convicciones, nos
haría responsables colectivos de todo lo hecho y por hacer. Nos tornaría más pru-
dentes con los demás, pero también más exigentes con nosotros mismos y aprende-
ríamos a vivir pacíficamente sofrenando pasiones y ambiciones personales, que no es
bueno alimentar a costa del interés común y colectivo. Nos permitiría en fin. entender
el ahorro como la fuente necesaria para nuestro progreso y bienestar económico.
Podemos agregar otras singularidades más a esta larga lista de fatalidades y desdi-
chas.
En el año 2001 teníamos 14.400 desocupados y 10.000 subocupados. En
el año 2004, esta cifra había disminuido; había sólo 12.000 desocupados y 6.000
subocupados, pero eso sí, la Nación subsidiaba a 35.000 comprovincianos pobres. En
2006, según el INDEC teníamos 14.160 desocupados (11,6%) y 13.400 subocupados
(promedio de la región noroeste: 11 %)
Nuestro crecimiento vegetativo puede establecerse en alrededor de 7.000 almas por
año, y el aumento de la PEA (Población Económicamente Activa) en 2.500 también
anual. Esto Quiere decir Que necesitamos crear anualmente 2.500 puestos de trabajo
para nuestros comprovincianos, pero lamentablemente no lo hacemos.
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Una antigua ley de promoción industrial del año 1975 permitió la radicación de
numerosas empresas en nuestra provincia y logró que para el año 1985 se crearan
2.000 nuevos puestos de trabajo. Fue un esfuerzo importante y loable, pero nosotros
necesitamos crear 2.500 puestos por año y no 2.000 cada diez.
Hemos creído que los emprendimientos mineros resolverían definitivamente nuestros
problemas de ocupación, pero el más grande en nuestra historia que cuenta con 1200
empleados sólo ha ocupado directamente a 470 catamarqueños (EL ANCASTI, 07-01-
06), entrega $50 millones anuales al gobierno y otros millones a diversas empresas del
país. Tendríamos que inaugurar cinco empresas mineras de ese tipo cada año para,
por fin, dar ocupación a nuestros 2.500 demandantes anuales, pero esto no es posible,
no tenemos tantas minas de esa magnitud, y todavía nos quedaría el problema de
resolver la ocupación de los 35.000 subsidiados por la nación con $150 mensuales los
12.000 desocupados y los 6.000 subocupados del año 2004, o los 27.000 desocupa-
dos y subocupados de 2006.
Más de 200 empresas agroganaderas radicadas por el régimen de diferimientos dan
ocupación a cerca de 5.000 comprovincianos, pero tampoco alcanza.
¿Qué hemos hecho como pueblo frente a este extenso repertorio de torpezas y desati-
nos?
Los partidos políticos -con su silencio- negándonos un público debate entre ellos y
cara al pueblo con las soluciones que debieran tener para estos males; nosotros,
muchas veces negándoles el voto, sumidos también en otro fatal silencio.
En las elecciones del año 2001 para renovar diputados provinciales, el
63% de los habilitados para hacerla, eligieron diputados, en las elecciones de marzo
del año 2005 para igual propósito, sólo el 40% de los habilitados eligió diputados, en
las elecciones de marzo de 2007, e166% de los habilitados eligió diputados.
En 2001, el partido mayoritario obtuvo 11 bancas con 63.500 votos, en el 2005, con
solo 46.000 votos, en el 2007 obtuvo 12 bancas con 81.844 votos.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2001 fueron 78.000 (55.000 no habían ido
siquiera a votar). Eran 15.000 más que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2005 fueron 132.500 (85.500 no habían
ido siquiera a votar). Eran 86.500 más que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2007 fueron 80.622 (74.910 no habían ido
siquiera a votar), sin embargo, eran 1.222 menos que los que eligieron 12 diputados.
Los diputados elegidos en marzo de 2005 representaban a una minoría. Eran legales
pero ilegítimos. El 60% de la población habilitada carecía de representación. Si la ten-
dencia continuaba, ninguna ley surgida de ellos sería legítima, sus actos carecerían de
sustento popular y serían vistos cada vez más con desprecio, indignación y hartazgo.
En 2007 en cambio, sólo el 37% de la población habilitada carecía de representación.
Ignorar el fastidio y las aspiraciones de una inmensa masa de electores no parece ser
una actitud acertada, porque la violencia de la indiferencia puede conducir a la violen-
cia de la respuesta. No es bueno responder con silencio al silencio de la protesta.
Todo parece conducimos a la idea de que nosotros actuamos en silencio. A veces
pasivo, otras, activo, pero casi siempre en silencio. Así ocurrió 130 años atrás cuando
en 1875 una reforma constitucional establecida por ley no logró reunir jamás a los
convencionales para debatirla, por lo que un año después renunciaron todos a con-
cretar el objetivo. Dos años después, en 1878, se intentó una nueva reforma. El recor-
dado Mamerto Esquiú llegó desde Europa a regañadientes para participar como con-
vencional. Un año después de vanos propósitos, publicó su propio proyecto constitu-
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cional por la prensa convencido de que así el pueblo se animaría a debatir el problema
y desenmascarar la inoperancia, pero todo fue en vano; nadie le dijo que sí, uno solo
le dijo que no, pero nunca nadie trató el proyecto. La reforma no fue tal y quedó en el
olvido.
Al finalizar el año 1894 otra elección de diputados para una nueva reforma constitucio-
nal concitaba muy poca asistencia al acto comicial; sólo los amigos del gobierno
habían concurrido a las urnas. El periódico más influyente y oficialista de la época, El
Conservador, acusaba desengañado a nuestro pueblo: "son inconmovibles en su indi-
ferencia y nadie los saca de ahí. Eternos malicientes en privado, o eternos indiferentes
para todo... ¿Es preciso recordarles que el pan de la libertad no se come sino con el
sudor de los esfuerzos honrados, de las abnegaciones dignas, y de los sacrificios
constantes? La vida democrática no se arraiga en terrenos de la indolencia:
En 1926, la ley electoral de la provincia establecía que los deudores morosos del
Estado no podían ejercer el derecho al sufragio. Este exceso, como muchos otros de
consecuencias funestas para la vida del pueblo hacían decir a Juan Manuel Chavarría
en su libro El problema económico y social de Catamarca (1926): "pero parece que
todavía no es lo suficiente para determinar una reacción viril en contra de las prácticas
viciosas del gobierno republicano".
A nivel nacional, la famosa frase del presidente Roca "en este país, el que habla se
jade", parece indicar que desde hace largo tiempo "hablar" implica tener riesgos y
complicaciones.
En materia política, cuando los sublevados son peligrosos se reparten sinecuras en
silencio, y para los descontentos que gritan: indiferencia, ostracismo, olvido o silencio,
decía C. Octavio Bungeen 1911.
Más de una década atrás, el infame asesinato de una jovencita conmocionó nuestra
provincia. El pueblo transitó en silencio activo las calles de la ciudad y así hizo
manifiesto su agravio. Otra vez el silencio como respuesta.
Nuestra vida cotidiana está plagada de "prudentes" silencios; con la pareja, con la
familia, con el jefe, con el partido, con los conocidos y con los amigos.
El funesto dato de los suicidios relatados al comienzo, nos conduce a ver también allí
el resultado de insoportables silencios.
El suicidio es el mensaje de alguien que no puede decirlo, de quién no puede sostener
su discurso, de quién no es escuchado. El suicidio es una agresión contra uno mismo
y proporcional a la frustración vivida. El suicida carece de tolerancia a la frustración,
quizá porque los modelos propuestos por la sociedad le resultan inalcanzables o más
aún, intolerables. El resto de nosotros en cambio, parece tener una infinita tolerancia a
la frustración acostumbrándonos a vivir con ella.
El silencio no es salud, pero nuestra respuesta parece ser desde hace largo tiempo, el
Silencio.
Si es cierto que El Silencio es casi siempre nuestra respuesta a lo inaceptable, a lo no
querido, a lo indeseado, tendríamos que convenir que en nosotros no se cumple aque-
llo de que "El que calla otorga", porque en nuestra conducta, callar significa no otorgar,
no aceptar, lo cual configuraría un modo de comportamiento diametralmente opuesto a
lo universalmente aceptado como correcto. Este proceder, pone seriamente en crisis
parte del andamiaje jurídico-político que el derecho que nosotros creemos haber adop-
tado, deposita en el precepto "El que calla otorga", y hasta podría derivar en una
nueva y renovada concepción jurídico-política basada en nuestra real y efectiva
costumbre y no en las que exige un republicanismo que nosotros no vivimos
plenamente. Obsérvese que nuestra vida política requiere de grandes manifestaciones
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su amistad con el Estado y de los que reciben subsidios sin contraprestación. El mejor
negocio es aquél donde se gana sin gastar nada. Es muchas veces el caso de
nuestros subsidios a la desocupación.
La colaboración, la participación y la identificación con el poderoso crea una disposi-
ción a que se deslicen los fundamentos de la moral. Así la culpa desaparece cuando
todos son vistos como culpables y la pobreza desaparece cuando todos son vistos
como pobres. Es también muy humano que nosotros, las víctimas, no tengamos noti-
cias de estos acontecimientos, porque las cosas que nos están sucediendo no se
corresponden con la visión que tenemos de nosotros mismos. Nos falta perspectiva
para ver lo evidente. El que se cree bueno y justo, no puede concebir la posibilidad de
ser malo e injusto.
La pertenencia a nuestra particular cultura se logra adoptando de manera real o fingida
las formas exteriores de la fe, la ética, la democracia, el patriotismo, el partidismo, la
paternidad, etc., si uno sabe cuáles son los valores que se reconocen nominalmente
como tales aunque no se practiquen. Es posible que en realidad aceptemos rótulos
para poder sobrevivir. Pareciera ser que tenemos una doble actitud frente a la vida;
una se colma de decires que no hacemos y otra de haceres que no decimos,
simulando creer lo que en realidad no creemos y callando lo que aborrecemos.
¿En nosotros la lucha personal contra el secreto y la opresión se torna silencio?
Sabemos por Freud que dos cosas mantienen cohesionadas a una comunidad: la
compulsión a la violencia y las ligaduras del afecto. Cuando una falta, es posible que la
otra mantenga en pie a la comunidad. ¿En nosotros funcionan las ligaduras del
afecto?
¿CÓMO SOMOS?
En 1975, Juan Bautista Zalazar se preguntaba "¿Acaso no es incitante
averiguar qué secreta relación existe entre esa flor tan nuestra -la parásita- que
cantara Adán Quiroga y uno de nuestros rasgos más lamentables: el parasitismo? [...]
frente a una naturaleza inconmovible, casi sin movimiento; frente a una sociedad
estable, confiada en sus tradiciones y convencionalismos, el hombre catamarqueño
desde su nacimiento se inscribe en la filosofía de la pasividad y la indolencia: una
actitud de entrega completa al contorno inmediato -el espacio- y la absorción sin
resistencia al momento que apenas pasa -el tiempo- Es el hombre que soporta el
destino con paciencia, pero también con lerda imaginación. […] Un destino cierto y
casi ineludible en su desarrollo: el empleo público, el oficinismo. […] El ideal consiste
en no innovar, no cambiar, vivir los días iguales con una meta fija como vértice: la
jubilación".
"Vivir del ESTAR y del PARECER. [...] La carencia de invención porque demanda el
esfuerzo de HACER y el acogimiento a la comodidad de la copia. El ESTAR sin
HACER conduce en forma directa a una sociedad de Pilatos: donde muchos se lavan
las manos esperando que otros asuman la realización efectiva. […] En nosotros juega
el vivir para PARECER. Se vive para el adjetivo. De allí el temor pánico a la crítica, el
respeto -la veneración- por la apariencia exterior. [...] El catamarqueño tiene una
urgente necesidad de VER. No el paisaje ni el contorno cuya cotidianeidad lo tiene
acostumbrado, sino un modo más singular de ver: VER LO QUE SIENTE. Y por ende
mostrar. Aunque se engañe a sí mismo importa MOSTRAR, interesa que se crea la
apariencia. Por eso es esencialmente visual".
LOS OTROS
19
LO RELIGIOSO
Es posible que para la religiosidad popular mayoritariamente vigente entre
nosotros, este proceder cultural nuestro pudiera atribuírsele a la voluntad de Dios y
explicar así nuestra aceptación y silencio frente a las cosas que nos pasan.
Cuando sobrevino el terremoto de 2004 el Obispo provincial estimó que las viviendas
de Catamarca no se habían desplomado por decisión de la Virgen del Valle, pero
cuando en 2005 cayó un vitral de los techos de la Catedral matando a una persona e
hiriendo a otra, se hicieron investigaciones técnicas para averiguar por qué había ocu-
rrido esta desgracia; al parecer, no podía ser atribuida a la ira de Dios. Es posible que
gran parte de nuestro pueblo crea aún en ordalías, esas pruebas del medioevo consi-
deradas juicios de Dios. En esos tiempos, cada hecho natural era entendido como una
señal de la gracia o amenaza de Dios, "El catolicismo insiste en el Evangelio (la pala-
bra) y los Sacramentos, mientras la religiosidad popular insiste en las devociones y en
la protección" decía Luis S. Paez.
Dice Savater en su Diccionario Filosófico que "La obediencia a los depositarios de la
autoridad divina constituye un resabio absolutista incompatible en su misma esencia
con la propuesta democrática que aspira al acceso igualitario para la toma de decisio-
nes y que justifica la administración del poder como expresión delegada de las decisio-
nes mayoritarias", muchos de nosotros en realidad, no cree que "La fe impide la inda-
gación personal, la experimentación, la crítica racional de las convicciones estableci-
das, el debate público por medio del cual cada participante puede obtener sus propias
conclusiones". En materia religiosa, "la Leyes un dictado de lo sobrenatural y no un
conjunto de convenios pactados entre los socios y sometidos por tanto a posible
revisión", pues "Las religiones están sustentadas en una dogmática que ofrece
paraísos a cambio de fe y obediencia".
Los católicos españoles deleznaban a los indígenas americanos por sus sacrificios
humanos y de animales para redimirse ante su dios. Sin embargo creían bueno el
espantoso sacrificio de Jesús en la cruz para redimir los hombres ante Dios.
Según los economistas neoclásicos el hombre opta según su deseo.
Desde esta perspectiva, el hombre atribuye valor a lo que desea y por deseo
consume, pero como sólo desea lo que conoce, en consecuencia lo que ignora no lo
consume. A excepción de lo instintivo, si se le priva conocer no deseará; luego, si no
conoce las ventajas del trabajo, una ética colectiva de lo que debe ser, la democracia,
etc. no las deseará. ¿Sucederá algo de esto con nosotros?
"La humanidad no es, y nunca será, perfectible". "Los seres humanos no pueden
sacarse de encima su identidad histórica y emocional del mismo modo como las ser-
pientes cambian de piel", dice Erna Paris ¿Es posible entonces el cambio cultural?
¿Vale la pena intentarlo?
21
CULTURA
Entenderemos por Cultura, todo aquello que conforma la vida de un
pueblo: sus formas de vivir y relacionarse, trabajar y producir; su valoración de los
bienes, costumbres, creencias, ritos, códigos, leyes, símbolos y herramientas; lo que
construye y la forma en que lo hace; la riqueza que crea o la pobreza a la que se
condena.
Los modos de sentir, pensar y actuar; los hábitos, costumbres y obras de los hombres
conforman un estilo de vida donde ciertas cosas se valoran, privilegian y veneran, y
otras se desprecian. Ese estilo de crecer creando es lo que entendemos por Cultura,
pero no sólo en su dimensión material, sino en la intencionalidad dignificadora y
superadora de la condición humana. En este sentido, un edificio -que es una obra del
hombre- pierde su dimensión cultural si es construido como dormidero o para prostituir
o torturar a los hombres, y el comercio libre -que es un modo económico de pensar y
actuar del hombre- pierde también su dimensión cultural cuando sirve para perpetuar
el poder económico de los pueblos ricos impidiendo el desarrollo de los pueblos
pobres. Cultura es constante reformulación de la vida para construir el futuro;
adecuación de los modos de ser y pensar con el fin de alcanzar y proteger una elegida
vida digna en la globalidad mundial. Sentimos, pensamos y obramos en función del
futuro que esperamos vivir. La Cultura es un llamado del futuro; es respeto por las
creaciones del pasado pero sustancialmente el deber de imaginar y edificar un futuro
singular y perfectible.
Entender como Cultura solamente a las artes, ha sido un error que es preciso reparar.
Nos es preciso terminar con la pretérita y elemental idea de Cultura que la considera
circunscripta a las artes o detenida en los usos y costumbres de los antepasados,
como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar nuevos usos y costumbres. Nos es
preciso comprender que Cultura no es solamente recreación, distracción,
entretenimiento, pasatiempo y espectáculo.
El progreso no es la consecuencia evolutiva de la historia, sino el resultado de una cul-
tura. Por esta razón, no hay un curso ineluctable de la tecnología que a través de la
globalización nos lleve al progreso, sino que es preciso una cultura racional, científica,
tecnológica, filosófica y económica que la posibilite, además de la emocional que
poseemos. El desarrollo y la riqueza no son independientes de la cultura y la tradición.
Si la cultura y la tradición no posibilitan el progreso material, no es posible alcanzarlo.
Se trata de interpretar las creaciones pasadas, presentes y futuras de los pobladores
de nuestra tierra, como la sustancia misma de la catamarqueñidad.
La Cultura es lo que el hombre crea e inserta en su circunstancia, en su dimensión
espiritual y material con intencionalidad dignificadora y superadora. Es el edificio que
construimos con vistas a ocupar alguna vez. Su placer no está en habitarlo sino en la
emotiva y trabajosa tarea que demanda su realización. Deberemos rescatar, proteger
y renovar todos los Hábitos, Costumbres y Obras de nuestros comprovincianos que
tengan la intención de dignificar y superar la condición humana y enterrar el lado
negativo y oscuro de nuestros sustanciales defectos.
Pertenecemos a un pueblo que carga desde hace largo tiempo los padecimientos de la
pobreza, Pero la pobreza no es un castigo de Dios, sino el resultado de equivocados
hábitos, costumbres y obras encaradas por nosotros.
Somos pobres posiblemente a causa de no desarrollar una cultura que nos conduzca
a la prosperidad.
24
CULTURA YMODERNIDAD
En nuestros pueblos contrastan las casas de adobe y techos de tejas o
chapas de cinc con los vehículos 4x4 importados que transitan por calles de tierra o
asfalto. De esos dos hechos materiales, sólo uno hemos sido capaces de construir con
nuestras propias manos y el saber de alarifes. Aún no hemos inventado máquinas y
estamos tan lejos de construir pirámides como los mayas, aztecas, incas y egipcios;
castillos y palacios como los europeos o rascacielos como los de Nueva York. Nada de
lo que utiliza el mundo moderno se debe a nuestra creatividad. La televisión, la
computación, el automóvil, la telefonía, la aviación, el radar, la tomografía, las vacunas
contra la enfermedad, el cemento, el aluminio y mucho más, es obra de otras culturas,
no de la nuestra. Para incorporarnos al mundo moderno debemos ser capaces de
acumular capital reproductivo, aplicarlo correctamente, e inventar y fabricar en
cantidad y calidad gran parte de lo que consume y necesita nuestra sociedad y el
mundo.
Al parecer, nosotros creemos que alcanzamos la modernidad comprando las creacio-
nes del mundo desarrollado y usándolas. Ser moderno no significa acceder al uso de
tecnología de punta operando complejos mecanismos de sofisticada construcción.
Para ser moderno es preciso ser capaz de inventar, fabricar y desarrollar con el talento
personal la complejidad científica, tecnológica y humana necesaria. Ser capaz de
resolver lo difícil y construir lo complejo es ser Moderno.
LA LIBERTAD SOLIDARIA
Tomaremos del mundo desarrollado su idea de Libertad que impulsa a los
hombres a confiar en su autorrealización pero la completaremos con la convicción que
esta confianza autorealizadora es querida por Dios y que sólo seremos dignos de su
ayuda después que hayamos hecho todo lo posible.
Nuestra población creyente no desconoce que el hombre se salva o se condena por su
propia decisión. Dios propone, no obliga. Será preciso comprender que en la vida
social el hombre también se salva o se condena con el juicio de Dios y de la sociedad,
cuando no se esfuerza en extremo para proveer a sus necesidades y desarrollo y se
convierte en una carga para el resto de la sociedad.
El espíritu de autosuficiencia a conseguir no tendrá el sentido individualista del mundo
desarrollado plasmado en la consigna: construyo mi autosuficiencia porque estoy solo
y nadie lo hará por mi, sino por el sentimiento de solidaridad que subyace en nuestra
cultura: construyo mi autosuficiencia porque no debo ser una carga para los demás.
Entendido esto así estaremos dando los pasos fundacionales de una libertad solidaria
en reemplazo de la libertad individualista del mundo desarrollado. La difusión en nues-
tra sociedad y la propagación sistemática y multiplicadora de la idea de Libertad como
autorrealización querida por Dios y socialmente aceptada y deseada como camino
hacia el progreso y la felicidad, será vital en la transformación cultural.
Para que nuestras generaciones venideras crean en la Libertad como autorrealización
será preciso desarrollar en ellos y nosotros, la Voluntad, el Carácter y el sentido del
Deber.
LAVOLUNTAD
La Voluntad, ese acto racional-deliberativo orientado a la acción; esa deci-
sión o intención para obrar contra los hechos para vencerlos, pude desarrollarse vigori-
zando el poder de querer. Se trata de proponer un ideal fuertemente deseado por el
pueblo, para Que éste se esfuerce en alcanzarlo y se imponga a si mismo como un
deber. El valor de un hombre para transformar la realidad no se mide tanto por su
Saber sino por su Querer.
La fuerza que impulsa el crecimiento de la voluntad es el ejemplo. En consecuencia,
será conveniente proceder siempre con firmeza y con justicia.
26
¿Por qué esta preocupación por el desarrollo de la voluntad? Porque muchos intelec-
tuales han dicho de nosotros, que padecemos de una voluntad débil.
EMOCIÓN Y RAZÓN
La observación de nuestros actos cotidianos nos induce a creer que
estamos guiados más por las solicitaciones de la Emoción Que por la Razón. Todo
parece conducir a la idea de que los hombres seducidos por la Cultura Emocional
como nosotros, están siempre más condicionados por el deseo y por el apetito que por
la razón. El deseo y el apetito son primordialmente los elementos constitutivos de la
Gana. La Gana aparece en nosotros solo cuando sentimos apetito o deseo y es el
elemento movilizador sustancial de nuestras vidas.
La Gana
La Gana posterga para mañana todo cuanto carece de realización urgente.
Así planteada, la gana limita innumerables veces la realización y ejecución de nuestros
actos; pero de igual modo cuando nos sobreviene y al estar fuera de la razón, se torna
una compulsión moral irresistible.
Somos improvisados y repentistas porque nuestros actos parecen provenir casi siem-
pre de impulsos interiores que llamamos gana. Nos moviliza la emoción y no la razón.
Nosotros hacemos las cosas sólo cuando nos vienen las ganas y pocas veces cuando
la razón lo indica.
Los éxitos nos gratifican con usura porque nos resultan inesperados. Totalmente aje-
nos al racional y previsible cálculo al que conduce razón, el triunfo tiene en nosotros
las connotaciones de la sorpresa. Nuestras vidas se orientan por emociones y no por
razones. Nuestros sentimientos no se expresan racionalmente.
¿Por qué nos llenamos de palabras que pocas veces concretamos en hechos? Porque
no entendemos la vida como un Hacer sino como un Sentir. No construimos la vida;
nos dejamos vivir. Convivimos con la naturaleza; no la transformamos.
Al no ser inventores de máquinas, vehículos, artefactos y demás transformaciones de
la naturaleza, tendemos a percibirlas como productos espontáneos que están allí sin
ningún esfuerzo de realización.
La Gana, ese deseo, ese apetito compulsivo con el que reemplazamos la voluntad
racional medible y cuantificable de la cultura occidental, sólo requiere continuidad y
constancia para que florezca en hechos permanentes que nos conduzcan al progreso
y al desarrollo que tanto anhelamos. Se trata entonces, de lograr hacer de nuestra
Gana una compulsión permanente y no episódica y circunstancial como lo ha sido
hasta el presente.
EL CARÁCTER
El Carácter, esa disposición 'emocional para actuar en toda circunstancia
de la vida sin dejarse doblegar venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y
lo justo, será posible modelarlo mejor cuando sea un hábito entre nosotros: 1) Decir y
buscar siempre la Verdad, 2) Firmeza en las resoluciones, 3) Fidelidad a la palabra
empeñada.
27
EL DEBER
El Deber de autorrealización personal, de progreso sostenido y
autosuficiencia para no ser una carga a la sociedad, deberá ocupar un lugar prioritario
en la conciencia comarcana, cuando los derechos ciudadanos siempre proclamados y
desnaturalizados sean advertidos y desnudados en su pretensión de puro beneficio y
usufructo sin esfuerzo de merecimiento.
Como ya hemos visto, la Libertad no es permiso para hacer lo que nos viene en
ganas. La Libertad es hacer lo que se debe. En todo caso puede uno no hacer lo que
debe, pero nunca hacer lo que se le antoja.
Hacer lo que se debe es obrar colaborando con el conjunto; es hacer lo que conviene
a todos, lo que la vida colectiva manda. Obrar según los antojos es ignorar a los
demás, negar respeto a los otros. El antojo sólo favorece al autor; no forma parte de
ningún plan que colabore con el conjunto social. Hacer lo que se debe es tener clara
conciencia del rol a cumplir en la vida colectiva. Los seres movilizados por el antojo,
están a la deriva, navegan sin rumbo, ignoran la tarea de vivir.
La vida es irrevocable, irremediable y fatal. En ella todo tiene su tiempo, su
oportunidad y su final. Lo que se hace o se deja de hacer conviene que se ejecute en
el tiempo y oportunidad debidos. Nadie decide vivir; cargamos con la vida cuando no
entendemos su razón y contamos con ella cuando la entendemos como Destino. El
destino es muchas veces hacer lo que no nos viene en ganas. ¿Quién tiene ganas de
morir, sufrir o trabajar?, sin embargo forman parte del destino de vivir.
Los hombres de bien se exigen a si mismo constantemente, se sienten atados a la ley
y al orden. Saben que la civilización en que han crecido y viven no es espontánea
como la naturaleza, sino producto de sus deberes para con Dios, la familia y la
sociedad. Hay Cultura y Civilización cuando existen normas a cuales someterse. La
Cultura se construye con Deberes más que con Derechos. Cuando los pueblos
renuncian al deber autónomo de construir su prosperidad, sólo tienen derecho a la
miseria. Para tener derecho a la prosperidad es preciso asumir el deber de construirla.
En etapas de pobreza y de necesaria reconstrucción, los hombres deben llenarse de
deberes y postergar transitoriamente sus derechos. Cuando el hombre sólo tiene
presente sus Derechos, lIega al extremo de proclamar su Derecho a la Vulgaridad.
EL HOMBRE VULGAR
El hombre vulgar vive a gusto, encantado consigo mismo; se siente
perfecto, no duda de si, como afirmaba Ortega y Gasset. No da razones de sus actos,
ni quiere tenerlas. No se sospecha ignorante y limitado. Está resuelto a imponer sus
opiniones pero nunca sus razones. Tiene ideas pero carece de la capacidad de idear.
Desprecia la razón y proclama su derecho a la sin razón.
Su peligro no reside en sus carencias y limitaciones, sino en su manifiesta voluntad de
proclamar su vida como una opción; su pretensión de gozar del derecho a vivir así.
El Derecho a la Ignorancia y a la Vulgaridad, que parece un camino de libertad, es en
realidad atentatorio al Derecho de Civilización. Los hombres ignorantes y vulgares son
una carga para la sociedad porque no crean riqueza alguna y sólo consumen el
esfuerzo de los demás. Se trata de concebir una sociedad en donde no sea bueno la
ignorancia y la vulgaridad.
EL HOMBRECOMUN
Ignorado casi siempre para todo y recordado para el voto, es el que puebla
28
nuestros barrios y el que transita ignoto y silencioso por calles y parajes de nuestra
comarca. Fundamentalmente manso, con una increíble vocación por la paz, con una
infatigable propensión por mejorar y vivir civilizadamente, hecho de esfuerzo y espe-
ranza paga los impuestos, no reniega del trabajo, construye su familia y educa sus
hijos, no lo tienta la vida fácil, respeta la ley y no se corrompe. No sale en diarios ni
TV, ni frecuenta locales de moda, jamás protesta, no envidia la suerte ajena, pero le
duele la propagación de la tontera. El Hombre Común no es escaso, es anónimo, por
eso ignoramos su existencia.
RECURSOS HUMANOS
Desarrolladas la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber como hábitos
cotidianos de nuestra sociedad, la Libertad Autosuficiente y Solidaria no deberá perder
su condición de sustancial objetivo. Nuestro pueblo -paso a paso- irá dejando de creer
en el poder del Estado para confiar más en su propio poder. Se deberá aplicar el
máximo esfuerzo en la formación de recursos humanos altamente calificados e identifi-
cados con este propósito transformador de la cultura de nuestra sociedad. En ellas se
apoyará la esperanza del cambio.
Se trata entonces de desarrollar recursos humanos que puedan producir
satisfactoriamente bienes y servicios industriales, científicos, técnicos, artísticos,
estéticos, sociales, humanos y demás, de alta calidad. ¿Cuánto cuesta desarrollar
recursos humanos calificados?
Para que una persona alcance capacidad productiva, sea autosuficiente y genere más
recursos que los que consume, es preciso prepararlo desde el momento de su gesta-
ción hasta los 20 años edad y darle capacitación y actualización permanentes. Es
necesario que la sociedad' atienda su salud, alimentación, vestimenta, vivienda,
educación, transporte, esparcimiento y la necesaria infraestructura pública en caminos,
agua, gas, cloacas, aeropuertos, escuelas, hospitales, edificios públicos y equipos
útiles para su desarrollo.
Sólo en alimentación -a u$s 2,00 cada ración de comida y bebida- los padres deben
ser capaces de generar u$s 120 por mes por cada hijo, más la propia alimentación del
matrimonio (u$s 240), por lo que en 20 años deberá generar para cada hijo u$s 28.800
sólo para atender uno de los rubros descriptos: la alimentación.
En EE.UU. para que un ciudadano alcance capacidad productiva (20 años), la socie-
dad en su conjunto debe generar un excedente de u$s 1.000 por mes, por cada uno
de sus hijos. Nosotros deberíamos proceder de modo similar.
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PROCEDIMlENTOS
a) Talleres
Deberán implementarse talleres de formación de Promotores de la
Transformación Cultural, mediante lecturas dirigidas, charlas y audiovisuales
impartidos por el propio Ministro o Subsecretario del ramo y profesores visitantes, que
con el auxilio de exámenes evaluarán la formación de los aspirantes. El número de
cursos realizados y la nota obtenida en cada uno constituirán requisitos condicionantes
para el ascenso escalafonario en el área administrativa y puntaje para concursos en el
área docente según el Saber demostrado.
b) Tarjetas de Trabajo
Podrían implementarse dos tipos de tarjetas de trabajo: 1) Indicadas y 2)
Voluntarias. Allí se registrarán las tareas indicadas por los jefes administrativos o las
decididas voluntariamente por el agente y los jefes calificarán del 1 al 10 los resultados
obtenidos y el tiempo ocupado en ejecutarlas. El número de tarjetas y el puntaje alcan-
zado constituirán requisitos condicionantes para el ascenso según el Talento, la Efi-
ciencia y el sentido del Deber demostrado.
c) Voto Secreto
El voto secreto anual y obligatorio de los empleados y docentes, juzgando
el saber, el talento, la eficiencia, el sentido del deber, la iniciativa, la responsabilidad, la
puntualidad, la asistencia, los buenos modales, el respeto, la dedicación al trabajo, la
colaboración con los pares y el compañerismo, no de sí mismo sino de cada uno de
sus compañeros de área mediante similar escala calificatoria (1 a 10) podría constituir
30
RESÚMEN DE PROCEDIMIENTOS
La asimilación de conocimientos periódica y sostenida en los talleres (a),
las tarjetas de trabajo (b) de realización permanente, el voto secreto (e), la calificación
de jefes, directores y demás (d) y el informe de la Sección legajos (e) implicarán sin
duda un sistema burocrático pero sustancial en el cambio cultural que se propone en
el contexto administrativo del Estado.
Una vez por año se dará publicidad en transparentes de la administración pública el
puntaje obtenido por cada agente en los procedimientos a, b, e, d y e para conoci-
miento de los propios involucrados, pero sólo se computarán para la carrera adminis-
trativa las calificaciones que en una escala de 1 a 10 alcancen como mínimo el valor
siete.
Todos los fines de año se elaborarán listas de orden de mérito y se tramitarán las
promociones escalafonarias los que obtengan puntaje inferior a siete no podrán ser
promovidos y los con puntaje inferior a cinco quedarán en disponibilidad del área
Recursos Humanos de la administración pública, para que decida rápidamente otro
destino.
El sistema aquí descripto no deniega a los jefes el poder sancionatorio que le confiere
el sistema administrativo, sino que lo completa para hacerlo más justo y democrático.
Logrado este propósito de equidad sustentado en la creencia que la
jerarquía y la carrera administrativa sólo son posibles con el Saber, el Talento, la
Eficiencia y el sentido del Deber personal de los agentes, se habrá creado un ámbito
del Estado provincial difusor de una concepción innovadora que irradiará ejemplo y
podría provoca la emulación en las demás dependencias de la administración
provincial en un proceso multiplicador. Asimismo, los mencionados Talleres de
formación de Promotores de la Transformación Cultural deberán ir propagándose en
colegios, centros barriales, agrupaciones cívicas y asociaciones comunitarias, en el
mayor número posible de barrios y pueblos de la provincia, con el objeto de procurar
egresados que alcancen un satisfactorio nivel teórico-práctico para ser contratados
posteriormente por el Estado para difundir en otros tantos talleres de capacitación de
igual rigor y eficiencia, el proceso de transformación cultural en una suerte de
multiplicación en cadena sostenida y generalizada.
Siguiendo este propósito, los funcionarios de Estado podrán incorporar un nuevo
concepto de asistencialismo durante el período de transformación, consistente en
orientar la ayuda asistencial en quienes hayan participado en los talleres y demostrado
sustanciales progresos en su propia transformación cultural y que probarán con el
31
certificado respectivo. Con el tiempo, todas la Administración del Estado habrá asistido
a los estos talleres y será conveniente como requisito para ingresar a la administración
pública el certificado de promotor de la Transformación lenta pero sostenidamente, la
actividad privada irá requiriendo como mano de obra estos recursos humanos por su
elevada calificación emocional, profesional y predisposición para adquirir habilidades.
ROL DE LAEDUCACION
El sistema educativo deberá tomarse el tiempo necesario para ir evaluando
los resultados de los talleres y diseñar convenientemente su incorporación a la
currícula educativa provincial. Sin perjuicio de ello y hasta tanto ocurra, será necesario
que asistan a los talleres el personal de dirección de todas las áreas de la
Subsecretaría de Educación, docentes de todos los niveles (inicial, primario,
secundario, terciario) como asimismo estudiantes para profesores también de iguales
niveles, con el objeto de ir despertando el interés y recibir formación sobre los
propósitos animadores de la Transformación Cultural.
Consolidada la idea y producidas las modificaciones que las fallas observadas sugie-
ran, deberá encararse sin demora la reforma de los espacios curriculares de tal modo
que intervenga en todo el proceso educativo para avanzar en la tarea de hacer
realidad la transformación perseguida.
La Subsecretaría de Educación, por medio de sus organismos competentes tendrá a
su cargo la difícil tarea de diseñar el modo de lograr en los educandos la transforma-
ción cultural que se propugna.
CONCLUSIÓN
Todo proceso de transformación cultural, económica, social, política, etc.
requiere largo plazo. Ningún cambio sustancial puede hacerse en los cuatro años que
dura un gobierno. La premura de estos por resultados inmediatos impide encarar
emprendimientos de largo aliento que requieren muchos años y varios períodos guber-
nativos.
Tenemos la imperiosa necesidad de un proyecto de desarrollo económico, cultural,
político y social, que sólo puede concretarse en el largo plazo y que necesita ser
querido y compartido por la mayoría, pero para ello es preciso un acuerdo entre las
fuerzas políticas para elaborarlo junto al pueblo y el compromiso de sostenerlo en el
tiempo, cueste lo que cueste y pese a quién le pese.
No se trata de atacar el derecho a pensar distinto, ni de poner a todos en una picadora
para hacerlos iguales contradiciendo los propósitos de la libertad; se trata de encontrar
un modo de lograr coincidencias en el derrotero a seguir para alcanzar la prosperidad
y la felicidad del conjunto.
Ningún partido político podrá en soledad, llevar adelante y durante muchos años su
propio plan si no cuenta con la aceptación de los opositores y el pueblo en general.
Los partidos en rol de oposición deberán actuar como celosos custodios de desvíos en
el plan general y hacer el contralor ético y administrativo de los que gobiernan. Los
partidos políticos pueden discrepar en los modos de concretar el objetivo, no en el
objetivo.
¿Qué debe tener un modelo de desarrollo cultural para que produzca el
cambio que necesitamos? Creemos que debe trabajar modelando nuestro carácter,
nuestra voluntad y nuestro sentido del deber.
¿Cómo se modela el carácter, la voluntad y el sentido del deber? Forjando
hábitos y costumbres que lo posibiliten.
Voy a sostener entonces la tesis de que la pobreza es la cuestión
fundamental que nos conduce a la pereza, la desidia y el atraso, pero que estas se
arraigan en nosotros por un profundo vacío de carácter y voluntad que nos impiden
contar con la disposición para actuar en toda circunstancia de la vida sin dejamos
doblegar, venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y lo justo; que se nutre
del decir y buscar siempre la verdad, siendo firmes en las resoluciones y fieles a la
palabra empeñada, cuestiones todas constituyentes del carácter; pero también de ese
poder de querer, ese acto deliberativo y racional orientado a la acción, esa decisión o
intención de obrar contra los hechos para vencerlos, que significan la voluntad, y que
se impulsa con el ejemplo que inspiran el ver proceder siempre con firmeza y con
justicia.
Voy a sostener que por las razones invocadas no predomina en nosotros
una cultura jerárquica que selecciona naturalmente los puestos de mayor rango para
los más capaces.
Vaya sostener que nuestro concepto de riqueza es tan limitado que
excluye toda posibilidad de que sea justamente lo que es: el producto de nuestro
esfuerzo.
Por ello, por todo ello, y mucho más, sostengo la necesidad de lograr nuestro desarro-
llo y modernidad tomando algunos atributos de los pueblos prósperos, pero sin copiar
su espanto y sus miserias. Ni racistas ni esclavistas; ni imperialistas ni expansionistas;
ni siquiera, superpatriotas predicadores de la superioridad de la propia raza o cultura,
empeñados en difundir una misión en el mundo que nadie ha pedido.
Hemos descuidado la formación científica, industrial y tecnológica de
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Raúl Edgardo Caro, es licenciado en Ciencia Política, Investigador, Director del Departamento de
Economía y Humanística y Profesor Titular por concurso en la Facultad de Ciencias Económicas y en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca, ex Subsecretario de Cultura de la
provincia de Catamarca, conferencista, ensayista y autor de libros referidos a la cultura y el pensamiento
económico, político y social.
35
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