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PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN

La creación de la cátedra de Ciencia Política para la nueva carrera de Gestión


Pública que' se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración
de la Universidad Nacional de Catamarca, ha hecho necesario una tercera
edición de este trabajo que en las ediciones de 1997 y 2007 llevó por título
DOCUMENTO BASE PARA LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL Y que en esta
oportunidad abreviamos como TRANSFORMACIÓN CULTURAL. Asimismo, es
necesario destacar que esta nueva edición es posible gracias a la inestimable
colaboración de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNCa.
Como fa mencionada carrera está dirigida a formar profesionales en la gestión
de políticas públicas y debido a que numerosos autores coinciden en la dificultad
para establecerlas y aplicarlas en nuestro país en razón de las peculiaridades de
nuestro comportamiento político y cultural, y atento la materia se abocará -entre
otros asuntos- a indagar sobre las características políticas y culturales de
nuestra provincia, pensamos que la tercera edición de este trabajo ayudará a la
reflexión de los alumnos, aportará algunas ideas e intentará ofrecer caminos
para lograr correcciones.
En consecuencia, como lo hemos dicho en ocasiones anteriores, este escrito
tiene por objeto desnudar nuestra condición, analizar nuestros defectos más
notorios, las posibles razones que han provocado nuestros males como
colectividad humana, pero también proponer el camino que podríamos
emprender para superar las dificultades, no para nominar culpables, sino para
colaborar en la construcción de una sociedad más justa y feliz para provecho de
la posteridad.

San Femando del Valle de Catamarca, julio de 2010.

RAÚL EDGARDO CARO


PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN


Cuando en abril de 2006 fui gentilmente designado miembro del Consejo Asesor -
Componente Cultura- del Primer Congreso Catamarqueño de Educación, Cultura y
Ciencia, organizado por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología del
Gobierno de la Provincia de Catamarca, agradecí tan honrosa designación colabo-
rando además con una conferencia en los Talleres Provinciales que se realizaron a tal
fin. En esa oportunidad, insistí con algunas ideas que plasmé en el papel con el título
de Documento Base para la Transformación Cultural a fines del año 1997 pero con
algunos agregados y extremadamente sintetizado para que pudiera ser leído en el
ámbito del Congreso.
A diez años de aquella edición, agradezco nuevamente al Ministerio de Educación,
Cultura, Ciencia y Tecnología, la gentileza de convocarme a colaborar con su
programa de edición de ensayos y escritos de autores catamarqueños referidos a los
problemas debatidos en aquel Congreso del pasado año. En consecuencia, este
escrito es una nueva edición revisada y aumentada de aquella editada en 1997 en
donde se intenta desnudar nuestra condición, analizar nuestros defectos más notorios,
las posibles razones que han provocado nuestros males como colectividad humana,
pero también proponer el camino que podríamos emprender para superar las
dificultades, no para nominar culpables sino para colaborar en la construcción de una
sociedad más justa y feliz para provecho de la posteridad. Se han actualizado datos y
agregado nuevas consideraciones fruto de más lecturas y mejor observación de la
realidad, que espero hagan más comprensible la problemática que este ensayo intenta
desmenuzar.

San Fernando del Valle de Catamarca, mayo de 2007

RAÚL EDGARDO CARO


PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN


REFLEXIÓN PRELIMINAR
Este trabajo no tiene por objeto destacar las virtudes de nosotros los catamarqueños,
por el contrario, intenta desnudar nuestra condición, nuestros defectos más notorios,
las razones que han provocado nuestros males como colectividad humana, pero
también proponer el camino que podríamos emprender para superar las dificultades.
Todo esto no porque carezcamos de virtudes -que las tenemos- sino porque ha
parecido oportuno y necesario indagar hondamente sobre nuestros defectos para
corregirlos o desterrarlos.
No hay aquí resentimiento contra nada ni nadie, no busca nominar culpables; es un
examen de conciencia dirigido a colaborar en la construcción de una sociedad más
justa y feliz, para provecho de la posteridad. Mientras haya un catamarqueño insa-
tisfecho y acosado por el dolor, la pobreza y la incertidumbre, habrá crisis y resenti-
miento. Por ello será bueno intentar que la felicidad individual dependa de la felicidad
del conjunto.
Escribir estas páginas no implica estar exento de errores y defectos, y los que detalla
este trabajo constituyen un desafío a la voluntad de cambiar comportamientos que me
incluyen, pero que me inducen a reflexionar con el propósito de modelarme de otro
modo en un esfuerzo por romper moldes inconvenientes que he creído preciso des-
terrar para siempre.
Se piensa que el problema más grave -no el único- que padece nuestra provincia es el
de la pobreza de los comprovincianos; que esa pobreza obedece -entre otras causas-
a que anhelamos los beneficios y confort del mundo desarrollado pero carecemos de
los modos de ser, pensar y actuar, es decir de una cultura que nos conduzca a ello. Al
ser la pobreza nuestro problema vital, será preciso descubrir lo que hacemos mal en
materia cultural -en cuanto ello incide- que no nos permite alcanzar la prosperidad.
La riqueza (entendida por nosotros como excedente y no como todo lo que es capaz
de producir un pueblo) sólo es posible cuando se consume menos de lo que se
produce, o dicho de otro modo, cuando se produce más de lo que se consume. El
excedente resultante entre lo producido y lo consumido es lo que nosotros llamamos
riqueza. En consecuencia, llamamos ricos a los pueblos que consumen menos de lo
que producen.
Los pueblos que consumen todo lo que producen no son ricos y pueden ser pobres.
Los pueblos que consumen más de lo que producen son pobres y pueden desa-
parecer. Ese en nuestro caso. Se trata entonces de adecuar el consumo a lo que
somos capaces de producir. Si nuestras ambiciones de consumo fueran menores, la
pobreza también sería menor.
Creemos que la prosperidad económica de los pueblos desarrollados no conduce
necesariamente a la felicidad que nosotros anhelamos. Prosperidad no es sinónimo de
felicidad.
La cultura anglosajona está orientada a consumir y por eso produce denodadamente;
la cultura japonesa está orientada a vender y por eso también produce deno-
dadamente. Nuestro propósito se orienta a encontrar las claves culturales que nos per-
mitan mejorar nuestra vida sin tener que consagrarla a producir y consumir. En ese
sentido, el método de ellos no puede ser imitado completamente, pero como el nuestro
tampoco nos conduce a la felicidad, igualmente debe ser replanteado y modificado. Se
trata de concebir la vida económica desde las perspectiva de un consumo frugal, que
implicará un esfuerzo productivo menor pero a cambio de la disponibilidad de un
mayor ocio constructivo orientado a fortalecer el desarrollo del espíritu y la
personalidad.

¿Seremos capaces de conformamos a vivir con menos confort sin dejamos atraer por
las tentaciones del mundo desarrollado? ¿Podremos comprender que el ocio que
valoramos y que tenemos derecho a conservar, tiene como precio el renunciar en algo
a las costumbres consumistas? ¿Será posible que este examen de conciencia que
incursiona en nuestras miserias y defectos con el objeto de detectar lo que nos impide
progresar, nos deprima a tal punto que nos conduzca a la ceguera de la negación?
Nuestros defectos no constituyen una determinación biológica, son sólo expresión del
proceder equivocado de una sociedad que no logra organizarse mejor a causa de vivir
en el siglo XXI con pautas culturales de mucho tiempo atrás. Nos falta adecuación al
tiempo histórico, y para ello debemos desarrollar la ciencia, la técnica y las
humanidades.
Nos proponemos modificar una antigua idea de cultura que considera a ésta
circunscripta a las artes o detenida en los usos y costumbres de los antepasados,
como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar nuestros propios usos y
costumbres. Respetar las tradiciones no implica detenerse en ellas. Más aún, nos
proponemos sostener que la cultura es constante reformulación de la vida para
construir el futuro. Los tiempos vertiginosos de la modernidad requieren que la cultura
signifique adecuación de los modos de ser y pensar a la globalidad mundial.
Al carecer de una teoría social acerca de nosotros, hemos recurrido fundamentalmente
al reconocido saber de numerosos intelectuales connacionales y extranjeros que han
estudiado hondamente nuestras costumbres y los problemas que nos aquejan,
dejándonos sus investigaciones en numerosos obras a las que hemos recurrido en
busca de ideas, inspiración y sabios conocimientos, que detallamos como Bibliografía
en las páginas finales.
Hemos crecido en civilización. La sociedad necesita contar con las soluciones
aportadas por sus hombres más esclarecidos, sabios y honestos, yesos hombres
tienen el deber histórico de proponer un ideal fuertemente deseado por el pueblo para
que se imponga a sí mismo ese deber y se esfuerce en alcanzarlo.
Este trabajo es un borrador que requiere ser ajustado a un modelo teórico
conveniente, necesita más documentación de apoyo y mayor constatación y verifica-
ción de enunciados. Es por lo tanto una intención y un camino de motivación para el
diálogo y la discusión de la problemática provincial en el contexto comarcano. La
comunidad intelectual y científica de nuestra provincia queda especialmente invitada y
convocada a dar su opinión sobre este trabajo, acercar sus críticas y oponer otros
estudios mejores y científicos. Lo que realmente importa es encontrar con claridad
científica y filosófica las verdaderas razones que impiden nuestra felicidad y el mejor
camino para alcanzarla. No habrá soluciones espontáneas. Sin esfuerzo intelectual
nada será posible.

San Fernando del Valle de Catamarca, diciembre de 1997

RAÚL EDGARDO CARO


Subsecretario de Cultura

LA CUESTIÓN CULTURAL
Pertenecemos a una provincia pobre y pequeña perdida en los confines de
la América del sur, que debe formular su proyecto cultural para entrar al siglo XXI con
pasos claros haciendo de su pueblo, hombres del mundo y de su tiempo.
Para ser protagonistas del mundo es preciso evaluar qué daños fatales podría causar
al país y al mundo nuestra súbita desaparición. Digámoslo sin miedo, ¿si Catamarca
desapareciera hoy de la faz de la tierra por una misteriosa causa, qué fatales conse-
cuencias depararían a Argentina y al mundo?
He aquí el desafío de nuestro tiempo si queremos participar activamente en la cons-
trucción de la humanidad.
El mundo desarrollado tiene una clara tendencia productivista-consumista como
consecuencia de la desaparición de los peligros de una 3ra. Guerra Mundial entre el
mundo de economía dirigida y el mundo de economía libre.
En el mundo de economía libre el conflicto estará centrado sólo en la competencia
económica. ¿Tienen Catamarca y Argentina posibilidades concretas de modificar en el
corto plazo el propósito que guía al mundo desarrollado de hoy?
En la competencia económica del mundo de economía libre solo sobrevive el que tiene
ventajas competitivas. Las ventajas de la tenencia de recursos naturales que en otros
tiempos brindaron prosperidad y oportunidades a nuestro país -porque pocas naciones
producían en cantidad, calidad y bajo precio, carne y trigo- han perdido importancia.
Tener recursos naturales como los tiene Catamarca, no ha significado necesariamente
nuestra prosperidad, y carecer de recursos naturales como Japón, no ha impedido su
enriquecimiento. El mundo moderno ha logrado producir alimentos abundantes y
baratos, por lo que la riqueza no estará centrada en la producción de alimentos.
El mundo del futuro al parecer aplicará todo su empeño en el desarrollo de métodos
más económicos, rápidos y prácticos para producir bienes y servicios más baratos y
de mejor calidad. El desarrollo de estos métodos implica la formación de recursos
humanos muy calificados. Las ventajas competitivas del siglo XXI no estarán
centradas en los recursos naturales sino en los recursos humanos.

LA CULTURA CONSUMISTA
La cultura industrialista que caracteriza a gran parte de Europa. EE.UU. y
Japón les ha llevado a obtener numerosos logros en estas áreas del obrar humano,
pero a costa de la destrucción desmesurada de los recursos naturales, el medio
ambiente, los lazos familiares y la solidaridad humana.
Las metas del mundo desarrollado -desde el punto de vista económico- son: el
consumo y el ocio, y para lograrlo, trabajan y ahorran. Trabajan fuerte durante la vida
para poder consumir y producen un excedente que ahorran para poder consumirlo
recién cuando llegue el ocio reparador de la vejez.
El espíritu consumista que los anima, los lleva a demandar constantemente bienes y
servicios. Esta demanda los motiva para crear negocios y por ende fuentes de trabajo,
pero como la venta de los productos depende de su precio, bajan los costos
incorporando tecnología que reemplaza a los hombres o les exige perfeccionamiento
constante. De este modo el hombre del mundo desarrollado de occidente vive
permanentemente temeroso de perder su trabajo y forzado a perfeccionarse
indefinidamente para obtener otro puesto al momento de su despido. De igual manera,
los empresarios viven temerosos de no poder vencer a sus competidores y verse
obligados a cerrar sus negocios.

La permanencia de su estilo de vida no dependerá tanto del desarrollo de nuevos


inventos -que cada vez se copian con más facilidad- sino del desarrollo de métodos de
producción para hacerlos más baratos, y como la mano de obra es lo que encarece los
productos, la tendencia será su reemplazo por las máquinas.
Ellos saben con absoluta seguridad. que sólo se debe consumir lo que se es capaz de
producir, y aquello que no pueden realizar por sus propios medios lo deben adquirir
vendiendo sus excedentes. Producen un gran excedente que supera notablemente
sus necesidades de compra y las utilidades obtenidas las vuelcan al desarrollo de
nuevas tecnologías y al ocio de la vejez. Venden más de lo que compran. No compran
más de lo que venden.

NUESTRO CONSUMISMO
Nuestras metas -desde el punto de vista económico- también parecen ser
el consumo y el ocio, pero como los procedimientos a los que acudimos no son el
trabajo ni el ahorro, sobrevienen nuestras dificultades. Al parecer, preferimos trabajar
mínimamente y así disfrutar del ocio sin esperar la vejez. Consumimos con
exageración o más de lo que producimos y no ahorramos nada para la vejez porque
no generamos excedentes.
¿Cómo financiamos el consumo exagerado y el que haremos en la vejez? Hipotecando
el futuro (pidiendo préstamos), con la solidaridad precaria del Estado (que da poco por
la falta de excedentes) y generosa de la familia (por el latente sentido de gratuidad
familiar).
Para adoptar el estilo de vida consumista es preciso trabajar fuerte y producir
excedentes. No es posible consumir lo que no se produce. Si en cambio queremos
disfrutar del ocio sin esperar la vejez, es preciso deshacemos de los hábitos
consumistas y limitarnos a un consumo frugal de los alimentos y las cosas.

LA LlBERTAD
Al decir de J.P. Sartre, ser libre es estar abandonado a sí mismo; estar
aislado en un medio extraño con el cual todo lazo es imposible; estar condenado a
existir. Es no poder distribuir generosamente la responsabilidad con otros porque todo
cuanto ocurre es mío. En la libertad, uno sólo puede contar consigo mismo. Nadie
puede responder por mí y sólo yo soy responsable de mí mismo.
El sentido de la palabra libertad para el mundo desarrollado coincide con esto. Para
ellos significa autosuficiencia y autorrealización es decir, vida sin protectores, padrinos
ni tutores. Hombres sujetos al éxito o fracaso de sus propios actos y responsables de
sus consecuencias. En ellos la libertad consiste en el deseo de no estar atado a
ningún poder, ni siquiera al propio Estado. Piensan que para vivir no necesitan de la
tutela ni la caridad del Estado, sino del esfuerzo personal para lograrlo.
No les interesa ser libres para peticionar al Estado, sino para construir su propia y
personal vida sin el Estado. El Estado en ellos, cumple la función mediadora de evitar
que alguien tenga ventajas. No regula la vida de nadie ni la protege; cada uno queda
librado a su propia suerte y al tamaño de su talento.
Como todos deben competir librados a sus méritos personales para alcanzar las
metas, las relaciones interpersonales y la solidaridad se resienten fortaleciendo el
individualismo. Esta forma de vida configura un estilo jerárquico basado en la
eficiencia y el talento. Ellos creen firmemente que para alcanzar metas es preciso ser
eficientes y talentosos.

La Democracia les sirve para garantizar la continuidad de ese estilo de vida que
denominamos Liberalismo; a nosotros para alternar los gobernantes de una
"democracia" sustancial mente paternalista, organizada según nuestro peculiar orden
de méritos: la amistad y la pertenencia al grupo.
Por último, creen que el Estado debe ayudar a los que no tienen recursos. Pero
entiéndase bien, a los que no tienen el recurso del talento para lograr la
autorrealización. Para merecer la ayuda del Estado se debe probar la falta de talento y
no la carencia de recursos materiales que cualquier ocioso puede demostrar.
¿Cómo podríamos resumir su cultura y las reglas de juego que han ideado para
preservarla?
1) Creen en la libertad, es decir en la autorrealización y la autosuficiencia
del hombre. Cada uno está librado a su suerte. No pueden distribuir la responsabilidad
de sus actos con otros porque ellos son los únicos responsables de sí mismos.
2) la autorrealización y la autosuficiencia, sólo son alcanzables con el desa-
rrollo del talento y la eficiencia.
3) La escala jerárquica de la sociedad se ordena según el talento y la
eficiencia de sus miembros.
Los hombres librados a su suerte no tienen más remedio que agudizar su
ingenio para sobrevivir. Por esta razón se tornan rudos, aventureros, arriesgados, indi-
vidualistas, innovadores, andariegos, imaginativos, creativos y originales con un des-
medido afán por obtener ventajas materiales, una gran fe en sí mismos y un carácter
inalterable ante la adversidad. En ese contexto, los más talentosos y eficientes alcan-
zan las mejores posiciones en la sociedad y los menos aceptan que esta regla de
juego es la más apta para su progreso y bienestar.
Para preservar este sistema de vida han desarrollado un modo de organización social
denominado Liberalismo Político que difiere de la Democracia Política en que mientras
en aquel se preserva la peculiar idea de Libertad que sostienen, en ésta los ciudada-
nos pueden también elegir un sistema paternalista, autocrático y dirigista. De este
modo. la Democracia resulta ser un medio para elegir un sistema de vida, mientras
que el liberalismo, es un sistema de vida. Con la Libertad los hombres tienen permiso
para ser distintos según su talento; en la Democracia los hombres son iguales para
elegir gobierno.
¿En qué se parece ese estilo de vida al nuestro?

NUESTRA INTERPRETACIÓN DE LA LIBERTAD


Nuestro sentido de la Libertad tiene otra dimensión. Nuestra interpretación
ha sido creer que su posesión implica ausencia absoluta de normas, requisitos y lími-
tes. Licencia para desobedecer, desaparición de jerarquías, permiso para el desen-
freno y los antojos, pero además, irresponsabilidad frente al porvenir personal y colecti-
vo, esto es, no responder por nuestros actos ni asumir el deber de reparar errores y
desaciertos. También se expresa como confianza y entrega a un líder, jefe o conductor
que hará por todos lo que nosotros no queremos hacer, y dejar de pensar y obrar, para
que otro lo haga por nosotros y por esta razón nos cuesta imaginar negocios y
actividades productivas industriales e independientes. En fin, abandonamos a un
destino que hemos renunciado construir.
Queremos ser libres para reclamar al Estado la solución de nuestros infortunios. En
nosotros, la Libertad significa: posibilidad de peticionar sin ser sancionados. En gene-
ral, no creemos en nuestra autorrealización y autosuficiencia.

Al renunciar a nuestra autorrealización y autosuficiencia, el Estado debe hacerse cargo


de esa tarea. Cuando el Estado se hace cargo de esa tarea se toma irremedia-
blemente paternalista, autocrático y dirigista. A este peculiar sistema nuestro lo deno-
minamos Paternalismo Político para distinguirlo del Liberalismo Político de los países
desarrollados.

EL PATERNALlSMO
Los sistemas paternalistas se desarrollan en los pueblos que aún no
alcanzaron madurez política. Esos pueblos tienen un comportamiento similar al de los
jóvenes adolescentes que conocen con claridad lo que no quieren, pero no saben lo
que quieren. Desean ser "libres· para reclamar y exigir, pero simultáneamente
requieren ser alimentados, vestidos, cobijados y protegidos por sus padres. En ellos el
Estado cumple el rol paternal; la función de procurar el bienestar de la ciudadanía
otorgando las condiciones necesarias para su existencia y el pueblo se acostumbra a
esperar de los gobernantes la solución de todos sus problemas. Los pueblos terminan
creyendo que las concesiones que otorgan los gobernantes son fruto de su particular
talento y sensibilidad, fomentando los personalismos que halagan tanto a muchos
políticos y no pocas veces los gobernantes de los sistemas paternalistas, bajo la
ensoñación de su función ejemplar perpetúan el modelo. Mientras los jóvenes
adolescentes algún día madurarán y se independizarán definitivamente de sus padres
los pueblos sujetos al paternalismo temen profundamente el desamparo al que
conduce la adultez.
Los sistemas paternalistas son sistemas políticos intermedios entre el nacimiento de
los pueblos y su madurez; no son sistemas definitivos pero son sustituidos sólo
cuando los hombres deciden tomar a su exclusivo riesgo la construcción de su destino.
Cuando los hombres renuncian a la responsabilidad de construir su propio destino
desarrollan otras características: recurren a Dios, a la familia, a maestros místicos,
chamanes y curanderos o al Estado para la solución de sus problemas. Sólo atinan a
la oración, a la magia o a hombres providenciales para lograr su consuelo. Cultivan la
amistad y la pertenencia al grupo, fortalecen los lazos familiares pero también
desarrollan la envidia y descuidan la solidaridad. Trabajan y producen menos, disfrutan
del ocio, y el talento y la eficiencia dejan de ser escala jerárquica. Se toman consumi-
dores descontrolados, dilapidadores de recursos y carentes del sentido del ahorro y la
previsión. Se domestican, introducen la astucia y la demagogia en la vida política; se
hacen improvisados, repentistas e irresponsables. No desarrollan la habilidad de
imaginar y se abandonan a una vida rutinaria y sin estímulos.

LA IGUALDAD
Como hemos visto, la palabra Libertad no tiene en nosotros la significación
concedida por el mundo desarrollado. En realidad, no es esa palabra la que ordena y
proyecta nuestras vidas. Es la Igualdad nuestra palabra movilizadora.
Mientras la Libertad valora el individualismo, la originalidad, lo distinto, lo finito; la
Igualdad en cambio, enaltece lo social y colectivo, lo rutinario, lo similar, lo parejo y la
ausencia de límites.
Cuando los hombres tienen miedo a ser distintos según sus méritos; cuando no están
dispuestos a esforzarse para mejorar, o padecen un sistema político-social que impide
el desarrollo de su libertad, encuentran en la Igualdad la manera de disimular sus
carencias.
La Igualdad no distingue entre genios y mediocres. Cree que la opinión de unos tiene

igual valor que el conocimiento de otros, por eso muchas veces, los que nada saben
se sienten con derecho a discutir de igual a igual con los que saben. En el reino de la
Igualdad, el esfuerzo por mejorar no tiene sentido. Allí no se premia lo singular y
original, sino lo vulgar y parejo.
Cuando se nace con el beneficio de la Igualdad, solo resta reclamar el espacio que
nos sugieren los antojos, sin reparar que para ello haga falta un esfuerzo de
merecimiento. En la Igualdad se valora la amistad y la pertenencia al grupo, porque
para pertenecer al grupo o ser amigo, es preciso -aún a diferencia proporcional de
caracteres- participar de gustos semejantes, de similares objetivos y de
correspondientes aspiraciones. Con la Igualdad hay permiso para todo y se pierde el
sentido de los límites. Con ella, el hombre no se percibe finito, limitado. La Igualdad
concede privilegios al desventajado porque empareja lo desparejo, alienta la
vulgaridad, desalienta la búsqueda del mérito y exige derechos.
El Derecho a la Igualdad es el modo fácil con que la vulgaridad se concede un espacio
entre los hombres de mérito. Los pueblos que jerarquizan la Igualdad, optimizan la ley
del menor esfuerzo, se conforman con ser flojos y sólo aspiran al más o menos. En la
Igualdad, sospechar es más fácil que encontrar la verdad. La sospecha se basta a si
misma pues, no requiere el esfuerzo del análisis meduloso, de la constatación, ni de la
prueba. La Igualdad alimenta la envidia, que es el rechazo a los méritos ajenos cuando
se renuncia al trabajo que implica la obtención de los propios.
Esta Igualdad que describimos nada tiene que ver con la igualdad de oportunidades,
que pone en la misma línea de partida a los hombres y sólo es posible en libertad. La
igualdad debe incluir el derecho de la minoría a seguir siendo ella misma. La igualdad
no es homogeneidad y la homogeneidad es imposible en un pueblo.

EL OCIO
La ociosidad, la haraganería, posiblemente devenida -entre otras causas
por el aislamiento, la incomunicación, la ignorancia, la miseria, el espíritu conservador
heredado de España y la condición casi exclusiva de pueblo de pastores y empleados
públicos atribuida a nosotros y repetidamente mencionada por distintos intelectuales
del siglo XIX, requiere ser examinada y estudiada detenidamente.
La cultura grecorromana se forjó con el ocio de sus filósofos, políticos,
poetas y artistas, y el trabajo de sus esclavos. Los escultores, pintores y poetas del
renacimiento fueron sostenidos por los príncipes que disponían de los recursos
económicos suficientes para hacerla. Los pueblos desarrollados de hoy, vuelcan gran
parte de los excedentes generados por la sociedad al sostenimiento de sus hombres
más talentosos y geniales. Todos los grandes procesos civilizadores necesitan generar
un excedente para ocuparlo en subsidiar la creatividad de sus intelectuales, científicos
y artistas.
El ocio no es malo. Es el tiempo entregado a otro esfuerzo distinto al habitual, a las
relaciones interpersonales, a la construcción y consolidación de la amistad y la familia,
a la recuperación del silencio y al reencuentro con uno mismo, la naturaleza y con
Dios. "Los pájaros no siembran ni cosechan", pero consumen con frugalidad para no
alterar el orden natural. Es lo que hacían nuestros antepasados los indios.
Este modo de vida tiene su precio: menos confort, menos lujo, y una existencia más
austera en lo material pero más rica en lo emocional.

LA SOLlDARIDAD
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La solidaridad -que no debe confundirse con la caridad ni la beneficencia-


es sustancialmente responsabilidad y obligación contraída en gran medida para con
los otros, que favorece la unidad de pensamiento y vida entre los hombres. ¿Es
posible encontrar esto en los pueblos paternalistas?
La responsabilidad sólo es posible cuando los hombres responden por sus actos;
cuando se obligan a ser y hacer; cuando asumen el deber de reparar errores y
desaciertos; cuando obedecen a criterios de libertad que no coinciden con los
nuestros. Nuestro sentido de la Solidaridad se circunscribe al ámbito de la familia y al
grupo de pertenencia por imperio del estilo de vida corporativo que hace que cada
grupo busque sus ventajas aún en desmedro de los otros. No nos reconocemos como
sociedad colectiva sino como sociedad corporativa. Nos disociamos en grupos de
pertenencia corporativos para maximizar las ventajas monopólicas de cada sector, sin
importar si las ventajas monopólicas de unos atenta contra los intereses de los demás.
¿Pueden "responder" aquellos pueblos sumamente habituados a escuchar, obedecer y
callar? ¿Qué obligación pueden contraer los que se sienten exentos y desentendidos
de todo?
Sin solidaridad es poco probable y casi imposible la construcción de emprendimientos
industriales y comerciales basados en la cooperación, la asociación colectiva.
Nuestros obreros -en general, de una vida monótona, sin aspiraciones ni oportunida-
des- carecen de la enseñanza metódica, sincera y desinteresada de las prácticas gre-
mialistas, del cooperativismo y de la asociación comercial.
Costumbres arraigadas de larga data a las que ha prestado su colaboración un
sistema judicial lento, engorroso, desconocido y costoso para el hombre común, nos
limita la credibilidad y confianza en los otros, perjudicando la formalización de
sociedades o asociaciones con fines útiles o económicos mutuos. Así también, el
sindicalismo nuestro generalmente ha servido para favorecer patrimonial mente a
grupos cerrados de beneficiarios vitalicios, postergando económica y culturalmente a
la gran mayoría y desengañándonos de la eficacia de las acciones colectivas y
gremiales.

NUESTRA IDEA DE RIQUEZA


Para España, en su período decadente, la Edad Media era el modelo
absoluto. La actividad económica de los particulares era en ese tiempo casi un
pecado. España era teocrática, autoritaria y reglamentarista. No entendía la riqueza
como proveniente del esfuerzo, la laboriosidad, el ahorro y la ética rigurosa; sino del
pillaje reconocido o compensado con la prebenda oficial. El Estado reconocía el pillaje
como modo de enriquecimiento y era el encargado de repartirlo según su buen
entender. España creía en un Estado tutelar y dispensador de privilegios. Ese tipo de
Estado siempre estimula la intriga, el tráfico de influencias, la corrupción y el fraude.
Como la riqueza era vista como expresión de codicia se privaba de ella a los
particulares y se le encargaba al Estado conseguirla y administrarla.
Los españoles de la etapa pobre y decadente, creían que la riqueza estaba ya en la
naturaleza y en los activos materiales existentes en el mundo y por lo tanto no era el
resultado del esfuerzo humano, es decir, el producto capaz de generar el hombre con
su inteligencia y su trabajo. Visto así, si la riqueza era el oro, la tierra, las vacas, o las
manufacturas elaboradas por otros; para hacerse de ella, para tenerla, el único camino
posible era su apropiación compulsiva o pidiendo plata prestada para adquirirla.
Cuando se cree que la riqueza es una torta de la que conviene tomar la mejor tajada,
entonces no hay espacio para pensar que no se trata de atrapar una tajada sino de ser
repostero para elaborar la torta que se quiere.
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Esto podría explicar en parte, la haraganería española de aquellos viejos tiempos; su


rapacidad, el pillaje, el monopolio, los privilegios, la prebenda, el tráfico de influencias,
la corrupción, el fraude, el ansia por tener y el despilfarro de su prodigalidad, la
ostentación, la indolencia, el culto al coraje y la heroicidad; la compra de cargos
administrativos y el peculado en la función pública, sólo por mencionar algunos rasgos
del pasado cultural que tuvieron y nos legaron.
Es posible que con nosotros pase algo parecido; que al igual que aquella España de
antaño, la pobreza nos haya conducido a la decadencia moral e intelectual, y con
nuestro proceder, instituciones y decisiones, contagiado al conjunto social. Por ello
quizá no nos explicamos que siendo una provincia "tan rica" tengamos que padecer
pobreza, lo cual supone una contradicción, porque ser rico excluye la posibilidad de
pobreza.
Para nosotros, la riqueza la constituyen los productos espontáneos e insondables de la
naturaleza y las obras del genio de los hombres de ultramar. Confundimos capital con
dinero y carentes del esfuerzo intelectual de abstracción, sólo atinamos a interpretar lo
que vemos, pero no logramos imaginar lo que no vemos.

EL AHORRO
Decía Juan Manuel Chavarría, que los catamarqueños amábamos y
deseábamos la libertad, que carecíamos de hábitos de ahorro y que nos faltaba
solidaridad. Sabemos que la palabra "horro" significa -entre otras acepciones- libre,
exento, desembarazado; y que la letra "a" antepuesta como prefijo indica -a veces- lo
contrario o carencia.
Desde esta perspectiva, la conjunción de ambas en "a-horro" significaría: no ser libre;
no estar exento; comprometido en vez de desembarazado; obligado a algo, y todo
esto, con el propósito de atender con previsión las contingencias futuras, prevenir las
eventualidades del porvenir, en síntesis: previsión humana.
Uno de los más señalados triunfos del ser humano fue el control y disciplina de sus
facultades, y el ahorro resultó ser la más alta expresión del dominio que el hombre
logró ejercer sobre sí mismo para superar su estado primitivo y evolucionar. El ahorro
permitió así, poner límite al placer de consumir y concedió al hombre un alto valor
moral, un elevado desarrollo del carácter y la posibilidad económica de acumular una
reserva para tiempos malos o la generación de capital. El ahorro, lento en su
desenvolvimiento pero eficaz en sus resultados, se constituyó en una obra portentosa
de la actividad humana, un alto dote espiritual y no un mezquino impulso de la avaricia.
En los pueblos imitativo-consumistas, de sistema paternalista y carentes de cultura
democrática, faltan siempre estímulos para el ahorro y los hombres que lo practican,
prefieren ocultarlo y mantenerlo en secreto disimulando así como un pecado su
práctica. En los pueblos serios en cambio, su fuerza moral los lleva a redoblar esfuer-
zos para concretar la acción del ahorro, y los pobres y desvalidos practican confiados
la cooperación mutua que los conduce a la acumulación y constitución de grandes
caudales partiendo de cantidades de escasísima importancia. Para llegar a la
formación de inmensos capitales que sirvan de base para elevar la productividad, la
producción y el consumo, es posible partir del ahorro de pequeñas cantidades.
Asimismo, es preciso entender que no es el consumo suntuario e improductivo del rico
un beneficio para el pobre. El que un pobre tenga trabajo gracias al consumo
improductivo, superfluo y suntuario del rico, es falso. Por el contrario, es la demanda
de productos necesarios para la vida y reproductivos la que puede crear igual
dimensión de trabajo, aumentar la riqueza y necesitar más fuerza de trabajo de modo
creciente. Cuando nuestra clase media y alta tienen una tendencia a consumir bienes
12 

improductivos, suntuarios y superfluos y es imitada por la clase más pobre, este


proceder nos imposibilita la creación de bienes productivos y la demanda laboral
respectiva.
Cuando hay escasez de capital la demanda laboral es limitada, y cuando la oferta de
brazos es grande y no cuenta con un correspondiente desarrollo de capital los salarios
disminuyen. De allí que el ahorro destinado a reproducción sea decisivo para la suerte
de los trabajadores. Ahora bien ¿cómo restringir el consumo para aplicarlo al ahorro
en clases con muy escasos ingresos y en una época imitativo-consumista como la pre-
sente, en donde las personas adquieren prestigio social según la cantidad y calidad de
lo que consumen?
El ahorro no es un fin sino un medio. Toda privación de un placer debe obedecer a la
obtención de un beneficio mayor al sacrificio pues, nadie se impone una privación sin
esperar a cambio una recompensa. ¿Qué recompensa podemos ofrecer a nuestros
pobres que valga la pena un sacrificio?
Es posible construir sumas colosales partiendo de pequeños ahorros. Los aproxima-
damente 40.000 empleados públicos de Catamarca, los oscilantes y variables 27.000
desocupados y subocupados existentes, más los 35.000 que reciben subvención a la
pobreza por parte de la Nación, podrían acumular mensualmente alrededor de
$100.000 si ahorraran solo la insignificancia de$1 por mes, lo que al cabo de dos años
permitiría acumular casi dos millones y medio de pesos para aplicarlos al emprendi-
miento de actividades productivas, convirtiendo a los pequeños ahorristas en nacien-
tes capitalistas.
Si cada uno guardara pequeñas cantidades, manteniéndolas inactivas en previsión de
futuras necesidades, sería un esfuerzo inútil y sin ninguna utilidad porque no conduci-
ría a la capitalización pues, el atesoramiento no ayuda al desarrollo ni la formación de
capital, en cambio, el ahorro cooperativo, aún de pequeñas cantidades, puede condu-
cir a instalar grandes emprendimientos productivos y reportar inestimables ganancias
a los ahorristas.
El fondo constituido con el ahorro de las clases populares puede y debe destinarse al
sostenimiento y desarrollo de la industria entre la misma clase y bajo la garantía de
todos los asociados, como ocurrió en Alemania a comienzos del siglo XX. ¿Es posible
realizarlo? ¿Qué condicionantes resulta preciso vencer?
Según hemos visto, "horro' y "ahorro' son conceptos opuestos. El horro que caracte-
riza nuestra conducta libre, exenta, desembarazada, se contrapone al ahorro que en
cambio implica compromiso, responsabilidad y obligación hacia algo o alguien, como
la Libertad. Horro y Ahorro se oponen como la idea de libertad vigente en nosotros y la
existente en otros pueblos. Mientras nosotros creemos en el horro, otros pueblos
creen en el ahorro.
Para pasar del "horro' al "ahorro' nos será preciso adquirir los criterios de Libertad,
Solidaridad y Riqueza que hemos descripto como verdaderos. Será necesario un
cambio cultural.
Adquirir nuevos criterios de libertad, solidaridad y riqueza nos permitirá modificar la
convicción generalizada de que sólo la autoridad imparte el discurso correcto,
civilizador y oportuno; la creencia común de que los gobernantes mandan por
delegación y no por representación podría hacemos cambiar nuestra inefable y
monótona vida política que consiste en votar a los candidatos y luego desentendemos,
como si los electores transfiriéramos al elegido el pleno derecho a imponer su
exclusiva voluntad y libre albedrío, haciéndole sentir la sensación de que puede hacer
con el poder lo que quiere. Esta posibilidad estará siempre latente en nosotros, debido
a que forma parte de nuestra conducta cultural, transmitida de generación en
13 

generación vaya a saber por qué ignota razón sociológica, pero sería bueno que nos
propusiéramos democratizar nuestras vidas, es decir, internalizar la idea de que los
que mandan lo hacen cumpliendo la voluntad expresa de los electores y no la propia;
interviniendo activa y decididamente en la tarea de indicar al dirigente elegido lo que
debe hacer y no abandonarlo a su suerte o a sus caprichos y ambiciones. En fin, hacer
realidad lo que la Democracia propone es decir, que los dirigentes hagan lo que los
electores quieren, rechazando la creencia de que son intuitivos intérpretes de la
voluntad de la mayoría. En la Democracia, como todos sabemos, el pueblo manda al
gobernante y no éste al pueblo como ocurre en las dictaduras o monarquías absolutas.
La práctica y ejercicio repetido de esta conducta podría deparamos insospechadas
satisfacciones. Afianzaría nuestra auto-estima, fortalecería nuestras convicciones, nos
haría responsables colectivos de todo lo hecho y por hacer. Nos tornaría más pru-
dentes con los demás, pero también más exigentes con nosotros mismos y aprende-
ríamos a vivir pacíficamente sofrenando pasiones y ambiciones personales, que no es
bueno alimentar a costa del interés común y colectivo. Nos permitiría en fin. entender
el ahorro como la fuente necesaria para nuestro progreso y bienestar económico.

NUESTRO INEFABLE SILENCIO


En Catamarca hay un suicidio por semana. Por cada suicida hay 15
intentos fallidos. En el año 2002 hubo 59 casos y 24 en los primeros 5 meses de 2007.
En 2005 se registraron 1008 intentos, en su mayoría mujeres (80%) y en los dos
primeros meses de 2006 se habían registrado más de 50. Nuestra cifra es entre 3 y 4
veces la media mundial y somos de los primeros en el país.
El 20% de los niños que nacen carecen de filiación paterna, y en el año 2004, 1.600
niños nacieron en esa situación.
El 30% de los niños nacidos vivos son hijos de madres menores de 16 años y el 80%
de esos niños tiene madre soltera.
El 98% de los inscriptos para acceder a viviendas estatales, son madres solteras.
Ciento sesenta y siete muertes por aborto en los tres primeros meses de 2005 y 1.600
casos en el año 2004, nos colocan en e12° lugar en el país por el número de abortos.
El creciente número de madres adolescentes, padres menores de 18 años, contagios
de enfermedades sexuales, 200 denuncias anuales y 17 casos mensuales de abuso
sexual a menores y una población carcelaria con más del 50% por abuso sexual, no
logró motivar por años al poder legislativo provincial, para convertir en ley varios pro-
yectos de salud reproductiva formulados.
El 50% de los casos de violencia, corresponden a violencia familiar y hubo 700 casos
registrados en 2004.
Catamarca ocupa el 5° lugar entre las provincias con más víctimas por accidentes de
tránsito especialmente de motocicletas.
En el Gran Catamarca (Capital-Fray M. Esquiú-Valle Viejo) hay 100.700 habitantes
(año 2003) que viven bajo la línea de pobreza.
Nuestra provincia con 332.000 habitantes, tiene 210.000 (año 2003) que viven bajo la
línea de pobreza y no pueden acceder a la canasta básica de alimentos. 150.000 (casi
la mitad) carecen de cobertura médica; 30.000 viven en casas de adobe, chapa, cartón
o madera y el 70% de nuestros chicos, son pobres.
Ocupamos el 2° lugar en pobreza en el noroeste del país.
Es preocupante el número de niños con dificultades para aprender, en especial, en las
zonas periféricas de la ciudad Capital. Repitencia, sobre edad, dificultades para apren-
14 

der Lengua y Matemática, deserción escolar, ausencia de hábitos de estudio, situacio-


nes de crisis familiar, y carencia de una cultura que crea en la eficacia del estudio y la
dedicación como instrumentos del progreso, parecen ser los factores principales.
10.700 jóvenes no estudian ni trabajan.
El delito en Catamarca crece en más de 1.000 casos por año desde 1999 hasta el año
2002, cuando se contabilizaron 14.300 hechos.
Uno de cada 5 médicos es acusado por mala praxis.
En el año 2005, la prostitución en el Valle Central, aumentó en un 150%.
Este corto inventario de una lista aún mayor de calamidades, constituye el
tamaño de nuestros infortunios al que podemos agregar aún muchos datos más.
Un estudio de costo-producto de nuestro Poder Legislativo en el año 1992, nos indica
que para entonces, cuando un peso equivalía a un dólar, el costo unitario de las 42
leyes que se sancionaron fue de U$S 221.000.
Siete de esas 42 leyes correspondían a declaraciones de: ciudadanía ilustre a dos
indiscutidos ciudadanos, monumento histórico a una iglesia, utilidad pública a un terre-
no, interés provincial a un festival, pensión graciable para un ciudadano y denomina-
ción a la sala de reuniones de los señores legisladores. Cada una costó U$S 221.000.
Quizá un decreto del Ejecutivo hubiera resuelto esto con menos costo para todos.
Diez leyes fueron sancionadas sin prever de donde se extraerían los recursos necesa-
rios para hacerlas realidad.
Tres leyes establecían el presupuesto de ese año 1992 pero se sancionaban recién en
noviembre y diciembre de ese año, es decir, no "presuponían" nada, el ejercicio estaba
ya vencido.
Dos leyes absolutamente innecesarias por su obviedad establecían que el material
"descartable" en medicina humana no debía usarse otra vez, salvo indicación en con-
trario; y la otra, que los vehículos de Uso Oficial eran para uso exclusivo del Estado y
necesitaban un permiso de ruta, pero que los funcionarios superiores podían guardar-
los en sus casas.
Por último, una insólita ley Que movería a risa si no fuera por la tragedia cívica que
representa, establecía plazos perentorios al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para
contestar los informes requeridos por el Poder Legislativo, fundamentando el castigo
derivado de su incumplimiento en la aplicación del artículo 299 de la Constitución Pro-
vincial. Fue vetada parcialmente porque nuestra Constitución solo tiene 298 artículos.
El año siguiente, 1993, por obra de un generalizado aumento presupuestario y salarial,
cada ley ya no costaba U$S 221.000 como en 1992, sino U$S 645.000.

Podemos agregar otras singularidades más a esta larga lista de fatalidades y desdi-
chas.
En el año 2001 teníamos 14.400 desocupados y 10.000 subocupados. En
el año 2004, esta cifra había disminuido; había sólo 12.000 desocupados y 6.000
subocupados, pero eso sí, la Nación subsidiaba a 35.000 comprovincianos pobres. En
2006, según el INDEC teníamos 14.160 desocupados (11,6%) y 13.400 subocupados
(promedio de la región noroeste: 11 %)
Nuestro crecimiento vegetativo puede establecerse en alrededor de 7.000 almas por
año, y el aumento de la PEA (Población Económicamente Activa) en 2.500 también
anual. Esto Quiere decir Que necesitamos crear anualmente 2.500 puestos de trabajo
para nuestros comprovincianos, pero lamentablemente no lo hacemos.
15 

Una antigua ley de promoción industrial del año 1975 permitió la radicación de
numerosas empresas en nuestra provincia y logró que para el año 1985 se crearan
2.000 nuevos puestos de trabajo. Fue un esfuerzo importante y loable, pero nosotros
necesitamos crear 2.500 puestos por año y no 2.000 cada diez.
Hemos creído que los emprendimientos mineros resolverían definitivamente nuestros
problemas de ocupación, pero el más grande en nuestra historia que cuenta con 1200
empleados sólo ha ocupado directamente a 470 catamarqueños (EL ANCASTI, 07-01-
06), entrega $50 millones anuales al gobierno y otros millones a diversas empresas del
país. Tendríamos que inaugurar cinco empresas mineras de ese tipo cada año para,
por fin, dar ocupación a nuestros 2.500 demandantes anuales, pero esto no es posible,
no tenemos tantas minas de esa magnitud, y todavía nos quedaría el problema de
resolver la ocupación de los 35.000 subsidiados por la nación con $150 mensuales los
12.000 desocupados y los 6.000 subocupados del año 2004, o los 27.000 desocupa-
dos y subocupados de 2006.
Más de 200 empresas agroganaderas radicadas por el régimen de diferimientos dan
ocupación a cerca de 5.000 comprovincianos, pero tampoco alcanza.

¿Qué hemos hecho como pueblo frente a este extenso repertorio de torpezas y desati-
nos?
Los partidos políticos -con su silencio- negándonos un público debate entre ellos y
cara al pueblo con las soluciones que debieran tener para estos males; nosotros,
muchas veces negándoles el voto, sumidos también en otro fatal silencio.
En las elecciones del año 2001 para renovar diputados provinciales, el
63% de los habilitados para hacerla, eligieron diputados, en las elecciones de marzo
del año 2005 para igual propósito, sólo el 40% de los habilitados eligió diputados, en
las elecciones de marzo de 2007, e166% de los habilitados eligió diputados.
En 2001, el partido mayoritario obtuvo 11 bancas con 63.500 votos, en el 2005, con
solo 46.000 votos, en el 2007 obtuvo 12 bancas con 81.844 votos.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2001 fueron 78.000 (55.000 no habían ido
siquiera a votar). Eran 15.000 más que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2005 fueron 132.500 (85.500 no habían
ido siquiera a votar). Eran 86.500 más que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2007 fueron 80.622 (74.910 no habían ido
siquiera a votar), sin embargo, eran 1.222 menos que los que eligieron 12 diputados.
Los diputados elegidos en marzo de 2005 representaban a una minoría. Eran legales
pero ilegítimos. El 60% de la población habilitada carecía de representación. Si la ten-
dencia continuaba, ninguna ley surgida de ellos sería legítima, sus actos carecerían de
sustento popular y serían vistos cada vez más con desprecio, indignación y hartazgo.
En 2007 en cambio, sólo el 37% de la población habilitada carecía de representación.
Ignorar el fastidio y las aspiraciones de una inmensa masa de electores no parece ser
una actitud acertada, porque la violencia de la indiferencia puede conducir a la violen-
cia de la respuesta. No es bueno responder con silencio al silencio de la protesta.
Todo parece conducimos a la idea de que nosotros actuamos en silencio. A veces
pasivo, otras, activo, pero casi siempre en silencio. Así ocurrió 130 años atrás cuando
en 1875 una reforma constitucional establecida por ley no logró reunir jamás a los
convencionales para debatirla, por lo que un año después renunciaron todos a con-
cretar el objetivo. Dos años después, en 1878, se intentó una nueva reforma. El recor-
dado Mamerto Esquiú llegó desde Europa a regañadientes para participar como con-
vencional. Un año después de vanos propósitos, publicó su propio proyecto constitu-
16 

cional por la prensa convencido de que así el pueblo se animaría a debatir el problema
y desenmascarar la inoperancia, pero todo fue en vano; nadie le dijo que sí, uno solo
le dijo que no, pero nunca nadie trató el proyecto. La reforma no fue tal y quedó en el
olvido.
Al finalizar el año 1894 otra elección de diputados para una nueva reforma constitucio-
nal concitaba muy poca asistencia al acto comicial; sólo los amigos del gobierno
habían concurrido a las urnas. El periódico más influyente y oficialista de la época, El
Conservador, acusaba desengañado a nuestro pueblo: "son inconmovibles en su indi-
ferencia y nadie los saca de ahí. Eternos malicientes en privado, o eternos indiferentes
para todo... ¿Es preciso recordarles que el pan de la libertad no se come sino con el
sudor de los esfuerzos honrados, de las abnegaciones dignas, y de los sacrificios
constantes? La vida democrática no se arraiga en terrenos de la indolencia:
En 1926, la ley electoral de la provincia establecía que los deudores morosos del
Estado no podían ejercer el derecho al sufragio. Este exceso, como muchos otros de
consecuencias funestas para la vida del pueblo hacían decir a Juan Manuel Chavarría
en su libro El problema económico y social de Catamarca (1926): "pero parece que
todavía no es lo suficiente para determinar una reacción viril en contra de las prácticas
viciosas del gobierno republicano".
A nivel nacional, la famosa frase del presidente Roca "en este país, el que habla se
jade", parece indicar que desde hace largo tiempo "hablar" implica tener riesgos y
complicaciones.
En materia política, cuando los sublevados son peligrosos se reparten sinecuras en
silencio, y para los descontentos que gritan: indiferencia, ostracismo, olvido o silencio,
decía C. Octavio Bungeen 1911.
Más de una década atrás, el infame asesinato de una jovencita conmocionó nuestra
provincia. El pueblo transitó en silencio activo las calles de la ciudad y así hizo
manifiesto su agravio. Otra vez el silencio como respuesta.
Nuestra vida cotidiana está plagada de "prudentes" silencios; con la pareja, con la
familia, con el jefe, con el partido, con los conocidos y con los amigos.
El funesto dato de los suicidios relatados al comienzo, nos conduce a ver también allí
el resultado de insoportables silencios.
El suicidio es el mensaje de alguien que no puede decirlo, de quién no puede sostener
su discurso, de quién no es escuchado. El suicidio es una agresión contra uno mismo
y proporcional a la frustración vivida. El suicida carece de tolerancia a la frustración,
quizá porque los modelos propuestos por la sociedad le resultan inalcanzables o más
aún, intolerables. El resto de nosotros en cambio, parece tener una infinita tolerancia a
la frustración acostumbrándonos a vivir con ella.
El silencio no es salud, pero nuestra respuesta parece ser desde hace largo tiempo, el
Silencio.
Si es cierto que El Silencio es casi siempre nuestra respuesta a lo inaceptable, a lo no
querido, a lo indeseado, tendríamos que convenir que en nosotros no se cumple aque-
llo de que "El que calla otorga", porque en nuestra conducta, callar significa no otorgar,
no aceptar, lo cual configuraría un modo de comportamiento diametralmente opuesto a
lo universalmente aceptado como correcto. Este proceder, pone seriamente en crisis
parte del andamiaje jurídico-político que el derecho que nosotros creemos haber adop-
tado, deposita en el precepto "El que calla otorga", y hasta podría derivar en una
nueva y renovada concepción jurídico-política basada en nuestra real y efectiva
costumbre y no en las que exige un republicanismo que nosotros no vivimos
plenamente. Obsérvese que nuestra vida política requiere de grandes manifestaciones
17 

de masas, mítines y asambleas, que cuanto más numerosas presuponen mayor


consentimiento a la figura o propósitos del convocante.
Nuestros políticos no soportarían realizar sus campañas electorales únicamente desde
púlpitos académicos o mediante proclamas radiales o televisivas. Necesitan de
concentraciones masivas para sentir que se legitiman sus ambiciones políticas. La
presencia de las masas, el aplauso, el estrépito del bombo, los gritos y los cánticos,
espontáneos o provocados, constituyen nuestro modo de consentir y aceptar lo que
queremos. Generalmente hacemos concentraciones para aceptar, para aprobar, para
consentir, y callamos para negar, para rechazar. Un acto con escasos asistentes nos
indica casi irremediablemente un fracaso.
Lo curioso de todo esto es que La Democracia, la vida democrática, se sustenta
justamente en lo contrario. En los pueblos que la ejercen; las manifestaciones, las
concentraciones populares se hacen para protestar, para rechazar, para expresar
airadamente un disgusto, un desacuerdo y no necesariamente para consentir
acciones, o para aplaudirlas. Curioso proceder el nuestro, porque en la República
romana o en las monarquías absolutas, los cesares o los reyes necesitaban también
de concentraciones masivas que legitimaran de algún modo sus actos y decisiones, y
los rechazos cuando eran posibles- reprimidos duramente. Quienes se arriesgan
diciendo la verdad y actuando en consecuencia son personas como todas, pero con
principios sólidos, no conformistas y furiosas por la injusticia.
¿Cómo explicar este silencio?
Hace más de cien años que en Catamarca no se producen levantamientos populares
armados contra un estado de cosas insoportable. No ha sido así toda nuestra historia,
pero gran parte de ella sí: los últimos cien años.
Marcos Aguinis afirma en su obra Las redes del odio, "que junto al progreso fermenta
el miedo al cambio, y el miedo suele apelar al disponible recurso de la violencia".
Quizá, porque en nosotros no hay progreso desde hace muchos años, no se
manifiesta miedo alguno al cambio y por ello no recurrimos a la violencia.
El conformismo produce esterilidad y decadencia. ¿Nosotros somos un pueblo confor-
mista? ¿Constituimos una cultura que tolera la corrupción y una justicia anémica?
¿Cómo explicar nuestra resignación frente el dolor, el atropello y otras lacerantes
miserias sociales? El conformismo se apoderó del alma de los españoles cuando por
fuerza de la intolerancia y la envidia expulsaron a judíos y moros, y se sumieron en la
soledad del igualitarismo por medio del terror.
¿Es posible encontrar en nosotros, la existencia de ocultos patrones de cultura y
conductas bajo presión?
Sabemos que el temor ha sido el arma principal de todo Estado autoritario con el
objeto de mantener a la población dócil y sumisa para impedir cualquier intento de
oposición. Pero aquí, ¿cómo se persuade a la gente común para que acepte de
manera pasiva la corrupción y la injusticia?
El temor de atraer la atención de un Estado autoritario que da o quita el casi único
trabajo que existe sería una razón práctica que podría explicar la pasividad, pero
también es cierto que los seres humanos decentes expuestos a una propaganda
persistente se transforman e insensibilizan. La prolongada exposición a la propaganda
disminuye las reacciones.
Cuando la propaganda insiste en que vamos bien, que todas las obras se cumplen,
que el "proyecto político" vigente propende a la felicidad de todos y que todos somos
buena gente constituyendo un pueblo maravilloso, no hay espacio para el
disconformismo de los que no les va tan mal, de los que hacen jugosos negocios por
18 

su amistad con el Estado y de los que reciben subsidios sin contraprestación. El mejor
negocio es aquél donde se gana sin gastar nada. Es muchas veces el caso de
nuestros subsidios a la desocupación.
La colaboración, la participación y la identificación con el poderoso crea una disposi-
ción a que se deslicen los fundamentos de la moral. Así la culpa desaparece cuando
todos son vistos como culpables y la pobreza desaparece cuando todos son vistos
como pobres. Es también muy humano que nosotros, las víctimas, no tengamos noti-
cias de estos acontecimientos, porque las cosas que nos están sucediendo no se
corresponden con la visión que tenemos de nosotros mismos. Nos falta perspectiva
para ver lo evidente. El que se cree bueno y justo, no puede concebir la posibilidad de
ser malo e injusto.
La pertenencia a nuestra particular cultura se logra adoptando de manera real o fingida
las formas exteriores de la fe, la ética, la democracia, el patriotismo, el partidismo, la
paternidad, etc., si uno sabe cuáles son los valores que se reconocen nominalmente
como tales aunque no se practiquen. Es posible que en realidad aceptemos rótulos
para poder sobrevivir. Pareciera ser que tenemos una doble actitud frente a la vida;
una se colma de decires que no hacemos y otra de haceres que no decimos,
simulando creer lo que en realidad no creemos y callando lo que aborrecemos.
¿En nosotros la lucha personal contra el secreto y la opresión se torna silencio?
Sabemos por Freud que dos cosas mantienen cohesionadas a una comunidad: la
compulsión a la violencia y las ligaduras del afecto. Cuando una falta, es posible que la
otra mantenga en pie a la comunidad. ¿En nosotros funcionan las ligaduras del
afecto?

¿CÓMO SOMOS?
En 1975, Juan Bautista Zalazar se preguntaba "¿Acaso no es incitante
averiguar qué secreta relación existe entre esa flor tan nuestra -la parásita- que
cantara Adán Quiroga y uno de nuestros rasgos más lamentables: el parasitismo? [...]
frente a una naturaleza inconmovible, casi sin movimiento; frente a una sociedad
estable, confiada en sus tradiciones y convencionalismos, el hombre catamarqueño
desde su nacimiento se inscribe en la filosofía de la pasividad y la indolencia: una
actitud de entrega completa al contorno inmediato -el espacio- y la absorción sin
resistencia al momento que apenas pasa -el tiempo- Es el hombre que soporta el
destino con paciencia, pero también con lerda imaginación. […] Un destino cierto y
casi ineludible en su desarrollo: el empleo público, el oficinismo. […] El ideal consiste
en no innovar, no cambiar, vivir los días iguales con una meta fija como vértice: la
jubilación".
"Vivir del ESTAR y del PARECER. [...] La carencia de invención porque demanda el
esfuerzo de HACER y el acogimiento a la comodidad de la copia. El ESTAR sin
HACER conduce en forma directa a una sociedad de Pilatos: donde muchos se lavan
las manos esperando que otros asuman la realización efectiva. […] En nosotros juega
el vivir para PARECER. Se vive para el adjetivo. De allí el temor pánico a la crítica, el
respeto -la veneración- por la apariencia exterior. [...] El catamarqueño tiene una
urgente necesidad de VER. No el paisaje ni el contorno cuya cotidianeidad lo tiene
acostumbrado, sino un modo más singular de ver: VER LO QUE SIENTE. Y por ende
mostrar. Aunque se engañe a sí mismo importa MOSTRAR, interesa que se crea la
apariencia. Por eso es esencialmente visual".

LOS OTROS
19 

Cuando se identifica a un sector social como pobres, vagos, choros, indios,


marginales, negros, periféricos, de barrio, etc. la población crece condicionada psico-
lógicamente para aceptar los abusos contra el grupo excluido. "Hay una propensión
humana a crear categorías de Nosotros y Ellos, para después cerrar filas y excluir. "El
rechazo del Otro es una característica humana que se alimenta en los rincones más
primitiva de la mente. El retroceso a la tribu es fácil, visceral y satisfactorio. ¿Qué hay
más reconfortante que atribuirse lo mejor a uno mismo como a los compañeros que
piensan igual, y lo peor al Otro?" "Siempre deberemos combatir nuestras individualida-
des primitivas siempre preparadas para rechazar. La más terrible de las capacidades
humanas es la de devaluar profundamente a los otros que son simplemente diferen-
tes". "El miembro de una clase en peligro siempre trata de salvarse. El deseo de
disociarse de una clase de parias es un fenómeno universal, aunque no es un impulso
admirable" "La tolerancia de la diferencia no es natural, puede aprenderse (o no) en la
familia y la sociedad, pero es muy vulnerable a la propaganda". Cuando los ataques
contra los vulnerables quedan sin castigo se produce una insensibilización progresiva.
Así cuando Enrique IV perdió interés por castigar el crimen, en todos los niveles
estimuló los instintos rapaces. El desarrollo progresivo en la desvalorización de un
grupo y la insensibilización individual producirá un núcleo de ofensores activos pero
también millones de testigos condicionados para no "ver". Esta incapacidad para "ver"
puede también afectar a los mismos grupos oprimidos, opina Erna Paris (2003).
Los historiadores han demostrado que muchas personas "sabían" que en los campos
de concentración nazis se estaba realizando una tarea horrible y de igual modo pasó
en Argentina en tiempos de la dictadura militar del Proceso de Reorganización Nacio-
nal (1976-1982). De manera similar podríamos decir que aquí en Catamarca muchas
personas -especialmente los políticos- saben que nuestros pobres -la mayoría de la
población- no tienen esperanza de progresar, porque no se crea trabajo suficiente para
todos ni se les educa para imaginar nuevas formas culturales de vivir que no sean el
puesto público o la dádiva política, a pesar de los últimos empeños por forjar mineros,
cosecheros de aceitunas y albañiles constructores de viviendas masivas.

MAESTROS MÍSTICOS, CHAMANES, CURANDEROS Y DEMÁS


No podemos olvidar que antes que se desarrollara la ciencia; hechicería y
magia eran las encargadas de resolver lo ignoto. Aún hoy, al comenzar el siglo XXI,
casi un siglo y medio después, alguna radio, la televisión y nuestros dos únicos diarios
publicitan en letra de molde y espacios costosos, los servicios ofrecidos por
aproximadamente 50 seudos Pai, licenciados en parapsicología, maestros místicos,
expertos, chamanes, videntes, tarotistas, gitanos, profesores, indios macumberos,
especialistas, maestros chinos, sanadores, guías, confidentes, espiritistas, mentalistas,
profetas, curanderos, astrólogos, exorcista s, secretistas, maestros en ciencias ocultas
y magia negra, mensajeros, médiums, fenómenos paranormales con dones predictivos
y de comunicación celestial, un santo que resuelve asuntos urgentes, otro que remedia
cuestiones difíciles y el reparto a domicilio de un breve escrito que hace mención a
una Virgen que a cambio de repartir 29 copias del mismo, hace milagros.
Diciendo tener poderes milagrosos y entender mensajes divinos, proponen resolver
problemas derivados de la mala suerte, la envidia, conflictos, traiciones y peleas del
hogar. Expertos en unir parejas desavenidas o atraer personas deseadas, dicen
también ayudar a mejorar los negocios, estudios y juegos de azar. Se ofrecen para
curar la angustia, enfermedades inexplicables y fracasos de todo tipo y en general,
podríamos decir que proponen resolver los cuatro grandes problemas de la condición
humana: amor, salud, trabajo y dinero.
Cabría preguntarse las razones por la cual, un promedio de 13 avisos repetidos
20 

cotidianamente en los dos diarios provinciales, hacen de esta actividad un


requerimiento necesario de una parte importante de nuestro pueblo y un negocio
significativamente rentable (el costo mensual de cada uno de esos avisos es similar al
sueldo mensual de un Ministro de gobierno), solventado por clientes desesperados.
Es posible creer que cuando las instituciones políticas, jurídicas, económicas, sanita-
rias, educativas y religiosas de una sociedad, no pueden dar amparo y respuesta satis-
factoria a estas grandes cuestiones del hombre, este apela irremediablemente a hechi-
zos y brujerías para paliar sus males.

LO RELIGIOSO
Es posible que para la religiosidad popular mayoritariamente vigente entre
nosotros, este proceder cultural nuestro pudiera atribuírsele a la voluntad de Dios y
explicar así nuestra aceptación y silencio frente a las cosas que nos pasan.
Cuando sobrevino el terremoto de 2004 el Obispo provincial estimó que las viviendas
de Catamarca no se habían desplomado por decisión de la Virgen del Valle, pero
cuando en 2005 cayó un vitral de los techos de la Catedral matando a una persona e
hiriendo a otra, se hicieron investigaciones técnicas para averiguar por qué había ocu-
rrido esta desgracia; al parecer, no podía ser atribuida a la ira de Dios. Es posible que
gran parte de nuestro pueblo crea aún en ordalías, esas pruebas del medioevo consi-
deradas juicios de Dios. En esos tiempos, cada hecho natural era entendido como una
señal de la gracia o amenaza de Dios, "El catolicismo insiste en el Evangelio (la pala-
bra) y los Sacramentos, mientras la religiosidad popular insiste en las devociones y en
la protección" decía Luis S. Paez.
Dice Savater en su Diccionario Filosófico que "La obediencia a los depositarios de la
autoridad divina constituye un resabio absolutista incompatible en su misma esencia
con la propuesta democrática que aspira al acceso igualitario para la toma de decisio-
nes y que justifica la administración del poder como expresión delegada de las decisio-
nes mayoritarias", muchos de nosotros en realidad, no cree que "La fe impide la inda-
gación personal, la experimentación, la crítica racional de las convicciones estableci-
das, el debate público por medio del cual cada participante puede obtener sus propias
conclusiones". En materia religiosa, "la Leyes un dictado de lo sobrenatural y no un
conjunto de convenios pactados entre los socios y sometidos por tanto a posible
revisión", pues "Las religiones están sustentadas en una dogmática que ofrece
paraísos a cambio de fe y obediencia".
Los católicos españoles deleznaban a los indígenas americanos por sus sacrificios
humanos y de animales para redimirse ante su dios. Sin embargo creían bueno el
espantoso sacrificio de Jesús en la cruz para redimir los hombres ante Dios.
Según los economistas neoclásicos el hombre opta según su deseo.
Desde esta perspectiva, el hombre atribuye valor a lo que desea y por deseo
consume, pero como sólo desea lo que conoce, en consecuencia lo que ignora no lo
consume. A excepción de lo instintivo, si se le priva conocer no deseará; luego, si no
conoce las ventajas del trabajo, una ética colectiva de lo que debe ser, la democracia,
etc. no las deseará. ¿Sucederá algo de esto con nosotros?
"La humanidad no es, y nunca será, perfectible". "Los seres humanos no pueden
sacarse de encima su identidad histórica y emocional del mismo modo como las ser-
pientes cambian de piel", dice Erna Paris ¿Es posible entonces el cambio cultural?
¿Vale la pena intentarlo?
21 

HACIA UN SISTEMA MEJOR


¿Es posible que haya llegado el momento de nuestra madurez? ¿Será el siglo XXI el
tiempo signado para superar nuestro Paternalismo Político por un sistema mejor y
superador? ¿Será posible combinar lo mejor del Liberalismo y del Paternalismo, para
continuar el camino interminable de la perfección?
Desde la Cultura, la gran tarea será crear las condiciones necesarias para alcanzar la
reforma de nuestra sociedad. Una vez lograda, la colectividad sola sabrá qué sistema
elegir o idear para la organización social y política de las generaciones venideras.
Mientras tanto, ¿qué tiene útil y bueno el sistema Liberal que pueda ser reproducido
por nosotros? ¿Qué cultura debemos preservar y cuál desarrollar?
Pertenecemos a un país de fuerte inmigración europea pero no somos Europa.
Integramos una nación asentada territorialmente en la América indígena, pero no
somos americanos de raza. Los negros esclavos traídos a la fuerza por los
conquistadores, constituyeron en Catamarca una presencia importante aún no
suficientemente valorada. Somos un pueblo asentado en un territorio que perteneció a
otros, pero que ahora es nuestro y nos crea obligaciones y responsabilidades.

CUESTIONES QUE NOS CARACTERIZAN


1) Insuficiencia de recursos humanos calificados.
2) Asistencialismo y clientelismo político-social.
3) Paternalismo político.
4) Orden de méritos sustentado en el amiguismo y la pertenencia al grupo.
5) Débil interacción entre Cultura y Educación.
6) Cultural y educación formal no suficientemente adaptadas a las necesidades
de la región.
7) Escaso desarrollo de la cultura cívica y del trabajo.
8) Conducta consumista imitadora del primer mundo pero comportamiento
productivo de sociedades subdesarrolladas del tercer mundo.
9) Carencia de cultura y tradición industrialista.
10) Estilo de vida corporativo, que maximiza las ventajas de unos en desmedro de
otros.
11) Poca imaginación para formular el futuro.
12) Improvisados y repentistas. Actuamos sólo cuando nos desbordan los
problemas y sobre el límite del tiempo.
13) Consumidores descontrolados, dilapidadores de reservas y carentes del
sentido de previsión.
14) Prevalencia de lo emocional por sobre lo racional.
15) Voluntad débil.
16) Cultura extranjera aceptada como superior.
17) Desgano para imaginar una organización social y económica que supere el
atraso.
18) Desmemoriados. Repetimos constantemente los mismos errores.
22 

19) No respetamos los horarios.


20) Defensores y sostenedores de la prórroga porque no cumplimos los plazos ni
los compromisos.
21) Inconstantes, poco tesoneros, y una notoria falta de rigor en la consecución de
planes y proyectos.
22) Depresivos ante la constatación de nuestros errores y defectos.
23) Con baños públicos inmundos.
24) Arrojadores de basura en plazas, calles y veredas.
25) Cotidianos infractores de tránsito.
26) Vida diaria con escasos criterios de eficiencia.
27) Desordenados.
28) Sin ambición por hazañas espectaculares.
29) Prodigalidad en el comer y en el uso de bienes y servicios del Estado.
30) Apasionados y quejosos.
31) Desconocedores de la historia provincial y de la cultura indígena.
32) Imitadores persistentes y poco creadores.
33) Rutinarios y abandonados.
34) Carentes de conciencia colectiva.
35) Poco afectos al respeto del orden jurídico y al cumplimiento de obligaciones
contributivas.

POSIBLE NATURALEZA DE LOS PROBLEMAS


1) Carencia de rigor en el desarrollo de la Voluntad y el Carácter en la población.
2) Escaso reconocimiento al Talento y la Eficiencia, como escalas jerárquicas de
la sociedad.
3) Desvalorización de los deberes del ciudadano para con la sociedad y su
reemplazo por un concepto de derechos entendido como puro beneficio y
usufructo desde el nacimiento.
4) Carencia de un profundo sentido del esfuerzo, rigurosidad en el obrar y
constancia, como requisitos para el progreso y la prosperidad.
5) Libertad entendida como facultad para peticionar al Estado la solución de los
infortunios y no como autosuficiencia y autorrealización personal, sin
asistencia, tutela o caridad del Estado.
6) Carencia de un ideal fuertemente deseado que nos movilice a lograrlo
imponiéndonos ese deber.
7) Carencia de una ética compartida por la mayoría que nos haga ver el bien y el
mal de un modo aproximadamente coincidente.
Lo que garantiza la cohesión interna de una sociedad e impide que se disuelva o
degenere, es la obediencia de los individuos a ciertas normas de comportamiento más
o menos compartidas por todos y sustentadas por sanciones de aplicación general.
23 

CULTURA
Entenderemos por Cultura, todo aquello que conforma la vida de un
pueblo: sus formas de vivir y relacionarse, trabajar y producir; su valoración de los
bienes, costumbres, creencias, ritos, códigos, leyes, símbolos y herramientas; lo que
construye y la forma en que lo hace; la riqueza que crea o la pobreza a la que se
condena.
Los modos de sentir, pensar y actuar; los hábitos, costumbres y obras de los hombres
conforman un estilo de vida donde ciertas cosas se valoran, privilegian y veneran, y
otras se desprecian. Ese estilo de crecer creando es lo que entendemos por Cultura,
pero no sólo en su dimensión material, sino en la intencionalidad dignificadora y
superadora de la condición humana. En este sentido, un edificio -que es una obra del
hombre- pierde su dimensión cultural si es construido como dormidero o para prostituir
o torturar a los hombres, y el comercio libre -que es un modo económico de pensar y
actuar del hombre- pierde también su dimensión cultural cuando sirve para perpetuar
el poder económico de los pueblos ricos impidiendo el desarrollo de los pueblos
pobres. Cultura es constante reformulación de la vida para construir el futuro;
adecuación de los modos de ser y pensar con el fin de alcanzar y proteger una elegida
vida digna en la globalidad mundial. Sentimos, pensamos y obramos en función del
futuro que esperamos vivir. La Cultura es un llamado del futuro; es respeto por las
creaciones del pasado pero sustancialmente el deber de imaginar y edificar un futuro
singular y perfectible.

Entender como Cultura solamente a las artes, ha sido un error que es preciso reparar.
Nos es preciso terminar con la pretérita y elemental idea de Cultura que la considera
circunscripta a las artes o detenida en los usos y costumbres de los antepasados,
como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar nuevos usos y costumbres. Nos es
preciso comprender que Cultura no es solamente recreación, distracción,
entretenimiento, pasatiempo y espectáculo.
El progreso no es la consecuencia evolutiva de la historia, sino el resultado de una cul-
tura. Por esta razón, no hay un curso ineluctable de la tecnología que a través de la
globalización nos lleve al progreso, sino que es preciso una cultura racional, científica,
tecnológica, filosófica y económica que la posibilite, además de la emocional que
poseemos. El desarrollo y la riqueza no son independientes de la cultura y la tradición.
Si la cultura y la tradición no posibilitan el progreso material, no es posible alcanzarlo.
Se trata de interpretar las creaciones pasadas, presentes y futuras de los pobladores
de nuestra tierra, como la sustancia misma de la catamarqueñidad.
La Cultura es lo que el hombre crea e inserta en su circunstancia, en su dimensión
espiritual y material con intencionalidad dignificadora y superadora. Es el edificio que
construimos con vistas a ocupar alguna vez. Su placer no está en habitarlo sino en la
emotiva y trabajosa tarea que demanda su realización. Deberemos rescatar, proteger
y renovar todos los Hábitos, Costumbres y Obras de nuestros comprovincianos que
tengan la intención de dignificar y superar la condición humana y enterrar el lado
negativo y oscuro de nuestros sustanciales defectos.
Pertenecemos a un pueblo que carga desde hace largo tiempo los padecimientos de la
pobreza, Pero la pobreza no es un castigo de Dios, sino el resultado de equivocados
hábitos, costumbres y obras encaradas por nosotros.
Somos pobres posiblemente a causa de no desarrollar una cultura que nos conduzca
a la prosperidad.
24 

CULTURA YMODERNIDAD
En nuestros pueblos contrastan las casas de adobe y techos de tejas o
chapas de cinc con los vehículos 4x4 importados que transitan por calles de tierra o
asfalto. De esos dos hechos materiales, sólo uno hemos sido capaces de construir con
nuestras propias manos y el saber de alarifes. Aún no hemos inventado máquinas y
estamos tan lejos de construir pirámides como los mayas, aztecas, incas y egipcios;
castillos y palacios como los europeos o rascacielos como los de Nueva York. Nada de
lo que utiliza el mundo moderno se debe a nuestra creatividad. La televisión, la
computación, el automóvil, la telefonía, la aviación, el radar, la tomografía, las vacunas
contra la enfermedad, el cemento, el aluminio y mucho más, es obra de otras culturas,
no de la nuestra. Para incorporarnos al mundo moderno debemos ser capaces de
acumular capital reproductivo, aplicarlo correctamente, e inventar y fabricar en
cantidad y calidad gran parte de lo que consume y necesita nuestra sociedad y el
mundo.
Al parecer, nosotros creemos que alcanzamos la modernidad comprando las creacio-
nes del mundo desarrollado y usándolas. Ser moderno no significa acceder al uso de
tecnología de punta operando complejos mecanismos de sofisticada construcción.
Para ser moderno es preciso ser capaz de inventar, fabricar y desarrollar con el talento
personal la complejidad científica, tecnológica y humana necesaria. Ser capaz de
resolver lo difícil y construir lo complejo es ser Moderno.

LA LIBERTAD SOLIDARIA
Tomaremos del mundo desarrollado su idea de Libertad que impulsa a los
hombres a confiar en su autorrealización pero la completaremos con la convicción que
esta confianza autorealizadora es querida por Dios y que sólo seremos dignos de su
ayuda después que hayamos hecho todo lo posible.
Nuestra población creyente no desconoce que el hombre se salva o se condena por su
propia decisión. Dios propone, no obliga. Será preciso comprender que en la vida
social el hombre también se salva o se condena con el juicio de Dios y de la sociedad,
cuando no se esfuerza en extremo para proveer a sus necesidades y desarrollo y se
convierte en una carga para el resto de la sociedad.
El espíritu de autosuficiencia a conseguir no tendrá el sentido individualista del mundo
desarrollado plasmado en la consigna: construyo mi autosuficiencia porque estoy solo
y nadie lo hará por mi, sino por el sentimiento de solidaridad que subyace en nuestra
cultura: construyo mi autosuficiencia porque no debo ser una carga para los demás.
Entendido esto así estaremos dando los pasos fundacionales de una libertad solidaria
en reemplazo de la libertad individualista del mundo desarrollado. La difusión en nues-
tra sociedad y la propagación sistemática y multiplicadora de la idea de Libertad como
autorrealización querida por Dios y socialmente aceptada y deseada como camino
hacia el progreso y la felicidad, será vital en la transformación cultural.
Para que nuestras generaciones venideras crean en la Libertad como autorrealización
será preciso desarrollar en ellos y nosotros, la Voluntad, el Carácter y el sentido del
Deber.

FUNCIÓN DE LA VOLUNTAD, EL CARÁCTER Y EL SENTIDO DEL DEBER


Hábitos
Los hábitos y costumbres se desarrollan desde la niñez. La observación y
la imitación son los primeros impulsos movilizadores que nos sostienen mientras
25 

desarrollamos la autonomía personal.


Cuando el sistema nervioso es sometido a una constante e idéntica actividad produce
un efecto de acomodamiento de modo similar a la huella, surco o canal que se abre en
la tierra cuando el agua arremete buscando un camino para transitar. El comienzo es
forzado y trabajoso porque el agua debe hacer de pala cavadora que abre camino
donde nada había, pero la repetición del acto ensanchará la huella hasta alcanzar la
dimensión y pendiente necesarias para su fácil desplazamiento. Logrado esto, la repe-
tición se tornará automatización y ya sin esfuerzo volitivo ni emocional se realizará
cada vez que lo mande la necesidad. Por esta particularidad, el hombre puede condu-
cir un vehículo, fumar y conversar simultáneamente sin mayor esfuerzo racional ni
emocional.
El automatismo conduce a la economía de fuerzas, rapidez y exactitud. A todo esto
denominamos Hábitos.
La incorporación de nuevos actos puede modificar las costumbres del mismo modo
que la supresión del ejercicio hace desaparecer los hábitos. Lo que se deja de repetir
se olvida. El fundamento del hábito es su repetición y automatismo.
“Un acto no es agradable sino cuando su repetición se hace fácil es decir, cuando se
ha hecho habitual; por eso [...] todo principio es penoso.
Casi todos nuestros hábitos comienzan por ser conscientes y poco a poco se tornan
inconscientes.
No sólo puede hacerse adquirir hábitos artificial mente, sino también anular los ya
adquiridos impidiendo su ejercicio. El hábito del trabajo solo se adquiere en la
infancia". (López Wilson, 1912).
Por esta última razón es que resulta sumamente importante dar trabajo a los jóvenes
para que desarrollen plenamente ese hábito. Si la sociedad no es capaz de crear tra-
bajo para sus jóvenes los habitúa a la ociosidad, los pierde como productores de
riqueza y deberá sostenerlos hasta su muerte.
Costumbres
Un niño que escucha repetitivamente iguales ritmos musicales en su casa,
en su pueblo y en su patria, termina por incorporarlos al repertorio de sus emociones
más queridas, en especial cuando esas melodías pasan a simbolizar las adquisicio-
nes, los gestos y los hechos propios y cotidianos de su estirpe.
He aquí la Costumbre, que ajena a los procederes automáticos del Hábito, constituye
un acto emocional sujeto a la estimación moral, querido y deseado por la sensación de
plenitud que inspira. Es comportamiento colectivo que comprende las relaciones de los
hombres entre sí, la colectividad y la naturaleza.
Los cambios de hábitos y costumbres no tienen por qué ser penosos si hay voluntad
de modificar lo que se considera inconveniente.

LAVOLUNTAD
La Voluntad, ese acto racional-deliberativo orientado a la acción; esa deci-
sión o intención para obrar contra los hechos para vencerlos, pude desarrollarse vigori-
zando el poder de querer. Se trata de proponer un ideal fuertemente deseado por el
pueblo, para Que éste se esfuerce en alcanzarlo y se imponga a si mismo como un
deber. El valor de un hombre para transformar la realidad no se mide tanto por su
Saber sino por su Querer.
La fuerza que impulsa el crecimiento de la voluntad es el ejemplo. En consecuencia,
será conveniente proceder siempre con firmeza y con justicia.
26 

¿Por qué esta preocupación por el desarrollo de la voluntad? Porque muchos intelec-
tuales han dicho de nosotros, que padecemos de una voluntad débil.

EMOCIÓN Y RAZÓN
La observación de nuestros actos cotidianos nos induce a creer que
estamos guiados más por las solicitaciones de la Emoción Que por la Razón. Todo
parece conducir a la idea de que los hombres seducidos por la Cultura Emocional
como nosotros, están siempre más condicionados por el deseo y por el apetito que por
la razón. El deseo y el apetito son primordialmente los elementos constitutivos de la
Gana. La Gana aparece en nosotros solo cuando sentimos apetito o deseo y es el
elemento movilizador sustancial de nuestras vidas.

La Gana
La Gana posterga para mañana todo cuanto carece de realización urgente.
Así planteada, la gana limita innumerables veces la realización y ejecución de nuestros
actos; pero de igual modo cuando nos sobreviene y al estar fuera de la razón, se torna
una compulsión moral irresistible.
Somos improvisados y repentistas porque nuestros actos parecen provenir casi siem-
pre de impulsos interiores que llamamos gana. Nos moviliza la emoción y no la razón.
Nosotros hacemos las cosas sólo cuando nos vienen las ganas y pocas veces cuando
la razón lo indica.
Los éxitos nos gratifican con usura porque nos resultan inesperados. Totalmente aje-
nos al racional y previsible cálculo al que conduce razón, el triunfo tiene en nosotros
las connotaciones de la sorpresa. Nuestras vidas se orientan por emociones y no por
razones. Nuestros sentimientos no se expresan racionalmente.
¿Por qué nos llenamos de palabras que pocas veces concretamos en hechos? Porque
no entendemos la vida como un Hacer sino como un Sentir. No construimos la vida;
nos dejamos vivir. Convivimos con la naturaleza; no la transformamos.
Al no ser inventores de máquinas, vehículos, artefactos y demás transformaciones de
la naturaleza, tendemos a percibirlas como productos espontáneos que están allí sin
ningún esfuerzo de realización.
La Gana, ese deseo, ese apetito compulsivo con el que reemplazamos la voluntad
racional medible y cuantificable de la cultura occidental, sólo requiere continuidad y
constancia para que florezca en hechos permanentes que nos conduzcan al progreso
y al desarrollo que tanto anhelamos. Se trata entonces, de lograr hacer de nuestra
Gana una compulsión permanente y no episódica y circunstancial como lo ha sido
hasta el presente.

EL CARÁCTER
El Carácter, esa disposición 'emocional para actuar en toda circunstancia
de la vida sin dejarse doblegar venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y
lo justo, será posible modelarlo mejor cuando sea un hábito entre nosotros: 1) Decir y
buscar siempre la Verdad, 2) Firmeza en las resoluciones, 3) Fidelidad a la palabra
empeñada.
27 

EL DEBER
El Deber de autorrealización personal, de progreso sostenido y
autosuficiencia para no ser una carga a la sociedad, deberá ocupar un lugar prioritario
en la conciencia comarcana, cuando los derechos ciudadanos siempre proclamados y
desnaturalizados sean advertidos y desnudados en su pretensión de puro beneficio y
usufructo sin esfuerzo de merecimiento.
Como ya hemos visto, la Libertad no es permiso para hacer lo que nos viene en
ganas. La Libertad es hacer lo que se debe. En todo caso puede uno no hacer lo que
debe, pero nunca hacer lo que se le antoja.
Hacer lo que se debe es obrar colaborando con el conjunto; es hacer lo que conviene
a todos, lo que la vida colectiva manda. Obrar según los antojos es ignorar a los
demás, negar respeto a los otros. El antojo sólo favorece al autor; no forma parte de
ningún plan que colabore con el conjunto social. Hacer lo que se debe es tener clara
conciencia del rol a cumplir en la vida colectiva. Los seres movilizados por el antojo,
están a la deriva, navegan sin rumbo, ignoran la tarea de vivir.
La vida es irrevocable, irremediable y fatal. En ella todo tiene su tiempo, su
oportunidad y su final. Lo que se hace o se deja de hacer conviene que se ejecute en
el tiempo y oportunidad debidos. Nadie decide vivir; cargamos con la vida cuando no
entendemos su razón y contamos con ella cuando la entendemos como Destino. El
destino es muchas veces hacer lo que no nos viene en ganas. ¿Quién tiene ganas de
morir, sufrir o trabajar?, sin embargo forman parte del destino de vivir.
Los hombres de bien se exigen a si mismo constantemente, se sienten atados a la ley
y al orden. Saben que la civilización en que han crecido y viven no es espontánea
como la naturaleza, sino producto de sus deberes para con Dios, la familia y la
sociedad. Hay Cultura y Civilización cuando existen normas a cuales someterse. La
Cultura se construye con Deberes más que con Derechos. Cuando los pueblos
renuncian al deber autónomo de construir su prosperidad, sólo tienen derecho a la
miseria. Para tener derecho a la prosperidad es preciso asumir el deber de construirla.
En etapas de pobreza y de necesaria reconstrucción, los hombres deben llenarse de
deberes y postergar transitoriamente sus derechos. Cuando el hombre sólo tiene
presente sus Derechos, lIega al extremo de proclamar su Derecho a la Vulgaridad.

EL HOMBRE VULGAR
El hombre vulgar vive a gusto, encantado consigo mismo; se siente
perfecto, no duda de si, como afirmaba Ortega y Gasset. No da razones de sus actos,
ni quiere tenerlas. No se sospecha ignorante y limitado. Está resuelto a imponer sus
opiniones pero nunca sus razones. Tiene ideas pero carece de la capacidad de idear.
Desprecia la razón y proclama su derecho a la sin razón.
Su peligro no reside en sus carencias y limitaciones, sino en su manifiesta voluntad de
proclamar su vida como una opción; su pretensión de gozar del derecho a vivir así.
El Derecho a la Ignorancia y a la Vulgaridad, que parece un camino de libertad, es en
realidad atentatorio al Derecho de Civilización. Los hombres ignorantes y vulgares son
una carga para la sociedad porque no crean riqueza alguna y sólo consumen el
esfuerzo de los demás. Se trata de concebir una sociedad en donde no sea bueno la
ignorancia y la vulgaridad.

EL HOMBRECOMUN
Ignorado casi siempre para todo y recordado para el voto, es el que puebla
28 

nuestros barrios y el que transita ignoto y silencioso por calles y parajes de nuestra
comarca. Fundamentalmente manso, con una increíble vocación por la paz, con una
infatigable propensión por mejorar y vivir civilizadamente, hecho de esfuerzo y espe-
ranza paga los impuestos, no reniega del trabajo, construye su familia y educa sus
hijos, no lo tienta la vida fácil, respeta la ley y no se corrompe. No sale en diarios ni
TV, ni frecuenta locales de moda, jamás protesta, no envidia la suerte ajena, pero le
duele la propagación de la tontera. El Hombre Común no es escaso, es anónimo, por
eso ignoramos su existencia.

RECURSOS HUMANOS
Desarrolladas la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber como hábitos
cotidianos de nuestra sociedad, la Libertad Autosuficiente y Solidaria no deberá perder
su condición de sustancial objetivo. Nuestro pueblo -paso a paso- irá dejando de creer
en el poder del Estado para confiar más en su propio poder. Se deberá aplicar el
máximo esfuerzo en la formación de recursos humanos altamente calificados e identifi-
cados con este propósito transformador de la cultura de nuestra sociedad. En ellas se
apoyará la esperanza del cambio.
Se trata entonces de desarrollar recursos humanos que puedan producir
satisfactoriamente bienes y servicios industriales, científicos, técnicos, artísticos,
estéticos, sociales, humanos y demás, de alta calidad. ¿Cuánto cuesta desarrollar
recursos humanos calificados?
Para que una persona alcance capacidad productiva, sea autosuficiente y genere más
recursos que los que consume, es preciso prepararlo desde el momento de su gesta-
ción hasta los 20 años edad y darle capacitación y actualización permanentes. Es
necesario que la sociedad' atienda su salud, alimentación, vestimenta, vivienda,
educación, transporte, esparcimiento y la necesaria infraestructura pública en caminos,
agua, gas, cloacas, aeropuertos, escuelas, hospitales, edificios públicos y equipos
útiles para su desarrollo.
Sólo en alimentación -a u$s 2,00 cada ración de comida y bebida- los padres deben
ser capaces de generar u$s 120 por mes por cada hijo, más la propia alimentación del
matrimonio (u$s 240), por lo que en 20 años deberá generar para cada hijo u$s 28.800
sólo para atender uno de los rubros descriptos: la alimentación.
En EE.UU. para que un ciudadano alcance capacidad productiva (20 años), la socie-
dad en su conjunto debe generar un excedente de u$s 1.000 por mes, por cada uno
de sus hijos. Nosotros deberíamos proceder de modo similar.
29 

CAMINO A LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL


Se trata de que desde las dependencias de Cultura del gobierno provincial
se preparen equipos de hombres y mujeres hondamente con sustanciados con este
propósito transformador de la cultura que se invoca, tratando de lograr en ellos
grandes coincidencias éticas (lo que debe ser y lo que no debe ser) y la más alta
formación posible en: Economía política aplicada; Problemática económica provincial,
Historia y Geografía local, Economía de la corrupción, Paternalismo y Liberalismo
económicos, Teoría social iberoamericana, Arte y Cultura en Argentina y Catamarca,
Problemática política y social Argentina, americana y local.
Se cree importante desarrollar la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber como
hábitos cotidianos de la vida y también la Libertad Autosuficiente y Solidaria. La tarea
pensamos, debe comenzar por el personal dependiente del Ministerio de Educación -
incluidos especialmente sus docentes- de forma gradual y progresiva, con el que será
preciso alcanzar un alto nivel de matrícula y capacitación transformadora, provocando
el debate profundo, sincero, responsable y deseado por ellos mismos, de producir el
reordenamiento jerárquico de los cuadros de cada área, privilegiando el Saber, el
Talento, la Eficiencia y el sentido del Deber y desterrando el amiguismo y la pertenen-
cia al grupo como requisitos para la carrera administrativa y docente.
Iniciar el proceso de transformación cultural a partir de este cambio de actitud frente a
los procedimientos a seguir para desarrollar de un nuevo modo la carrera laboral en el
Ministerio, es una cuestión que nos parece determinante. Del éxito de este paso, de la
satisfacción que provoque en los empleados este nuevo modo de concretar la carrera
jerárquica en la administración pública, dependerán los pasos siguientes. Provocar la
fe en una voluntad transformadora observada y concretada como ventajosa será siem-
pre más eficaz y duradera que el establecimiento de normas no queridas o no sentidas
como propias.

PROCEDIMlENTOS
a) Talleres
Deberán implementarse talleres de formación de Promotores de la
Transformación Cultural, mediante lecturas dirigidas, charlas y audiovisuales
impartidos por el propio Ministro o Subsecretario del ramo y profesores visitantes, que
con el auxilio de exámenes evaluarán la formación de los aspirantes. El número de
cursos realizados y la nota obtenida en cada uno constituirán requisitos condicionantes
para el ascenso escalafonario en el área administrativa y puntaje para concursos en el
área docente según el Saber demostrado.
b) Tarjetas de Trabajo
Podrían implementarse dos tipos de tarjetas de trabajo: 1) Indicadas y 2)
Voluntarias. Allí se registrarán las tareas indicadas por los jefes administrativos o las
decididas voluntariamente por el agente y los jefes calificarán del 1 al 10 los resultados
obtenidos y el tiempo ocupado en ejecutarlas. El número de tarjetas y el puntaje alcan-
zado constituirán requisitos condicionantes para el ascenso según el Talento, la Efi-
ciencia y el sentido del Deber demostrado.
c) Voto Secreto
El voto secreto anual y obligatorio de los empleados y docentes, juzgando
el saber, el talento, la eficiencia, el sentido del deber, la iniciativa, la responsabilidad, la
puntualidad, la asistencia, los buenos modales, el respeto, la dedicación al trabajo, la
colaboración con los pares y el compañerismo, no de sí mismo sino de cada uno de
sus compañeros de área mediante similar escala calificatoria (1 a 10) podría constituir
30 

un mecanismo de participación directa del agente como requisito condicionante para el


ascenso según el sincero y justo entender respecto de los propios colegas de trabajo.
d) Calificación de Jefes, Directores, etc.
Similar procedimiento en escala calificatoria de 1 a 10, podrían usar los
empleados para juzgar en forma anónima el desempeño de sus jefes. Una vez por año
procederían a realizar esta encuesta y en el mismo acto y con la presencia de los
agentes involucrados escrutarían los datos, levantando un acta oficial con los
resultados.
e) Informe de Sección Legajos
Por último, el Informe de Puntualidad, Asistencia, Permisos y Sanciones
del área legajos -información que deberá ser calificada en una escala de 1 a 10-
completará la estimación sobre la real competencia de los agentes.

RESÚMEN DE PROCEDIMIENTOS
La asimilación de conocimientos periódica y sostenida en los talleres (a),
las tarjetas de trabajo (b) de realización permanente, el voto secreto (e), la calificación
de jefes, directores y demás (d) y el informe de la Sección legajos (e) implicarán sin
duda un sistema burocrático pero sustancial en el cambio cultural que se propone en
el contexto administrativo del Estado.
Una vez por año se dará publicidad en transparentes de la administración pública el
puntaje obtenido por cada agente en los procedimientos a, b, e, d y e para conoci-
miento de los propios involucrados, pero sólo se computarán para la carrera adminis-
trativa las calificaciones que en una escala de 1 a 10 alcancen como mínimo el valor
siete.
Todos los fines de año se elaborarán listas de orden de mérito y se tramitarán las
promociones escalafonarias los que obtengan puntaje inferior a siete no podrán ser
promovidos y los con puntaje inferior a cinco quedarán en disponibilidad del área
Recursos Humanos de la administración pública, para que decida rápidamente otro
destino.
El sistema aquí descripto no deniega a los jefes el poder sancionatorio que le confiere
el sistema administrativo, sino que lo completa para hacerlo más justo y democrático.
Logrado este propósito de equidad sustentado en la creencia que la
jerarquía y la carrera administrativa sólo son posibles con el Saber, el Talento, la
Eficiencia y el sentido del Deber personal de los agentes, se habrá creado un ámbito
del Estado provincial difusor de una concepción innovadora que irradiará ejemplo y
podría provoca la emulación en las demás dependencias de la administración
provincial en un proceso multiplicador. Asimismo, los mencionados Talleres de
formación de Promotores de la Transformación Cultural deberán ir propagándose en
colegios, centros barriales, agrupaciones cívicas y asociaciones comunitarias, en el
mayor número posible de barrios y pueblos de la provincia, con el objeto de procurar
egresados que alcancen un satisfactorio nivel teórico-práctico para ser contratados
posteriormente por el Estado para difundir en otros tantos talleres de capacitación de
igual rigor y eficiencia, el proceso de transformación cultural en una suerte de
multiplicación en cadena sostenida y generalizada.
Siguiendo este propósito, los funcionarios de Estado podrán incorporar un nuevo
concepto de asistencialismo durante el período de transformación, consistente en
orientar la ayuda asistencial en quienes hayan participado en los talleres y demostrado
sustanciales progresos en su propia transformación cultural y que probarán con el
31 

certificado respectivo. Con el tiempo, todas la Administración del Estado habrá asistido
a los estos talleres y será conveniente como requisito para ingresar a la administración
pública el certificado de promotor de la Transformación lenta pero sostenidamente, la
actividad privada irá requiriendo como mano de obra estos recursos humanos por su
elevada calificación emocional, profesional y predisposición para adquirir habilidades.

ROL DE LAEDUCACION
El sistema educativo deberá tomarse el tiempo necesario para ir evaluando
los resultados de los talleres y diseñar convenientemente su incorporación a la
currícula educativa provincial. Sin perjuicio de ello y hasta tanto ocurra, será necesario
que asistan a los talleres el personal de dirección de todas las áreas de la
Subsecretaría de Educación, docentes de todos los niveles (inicial, primario,
secundario, terciario) como asimismo estudiantes para profesores también de iguales
niveles, con el objeto de ir despertando el interés y recibir formación sobre los
propósitos animadores de la Transformación Cultural.
Consolidada la idea y producidas las modificaciones que las fallas observadas sugie-
ran, deberá encararse sin demora la reforma de los espacios curriculares de tal modo
que intervenga en todo el proceso educativo para avanzar en la tarea de hacer
realidad la transformación perseguida.
La Subsecretaría de Educación, por medio de sus organismos competentes tendrá a
su cargo la difícil tarea de diseñar el modo de lograr en los educandos la transforma-
ción cultural que se propugna.

TAREA DE LA SUBSECRETARIA DE CULTURA


Mientras la Subsecretaría de Cultura deberá tener a su cargo la tarea de
Identificar, Valorar y Proponer (no imponer) los modos de ser, pensar y actuar; los
hábitos, costumbres y obras de los comarcanos, en orden a una intencionalidad
dignificadora y superadora de la condición humana en un proceso continuo tendiente a
despertar y desarrollar en las generaciones presentes y venideras, el amory el interés
por imaginar y edificar un futuro singular, el área de Educación tendrá en sus manos la
tarea fundamental de ejecutar ese propósito.

TAREA DE LA SUBSECRETARÍA DE EDUCACIÓN


Enseñar a pensar, desarrollar capacidades, adquirir destrezas y formar la
personalidad de las personas que habrán de vivir en un futuro incierto (tareas
fundamentales de la Educación) deberá incluir necesariamente una concepción clara y
definida de los valores culturales que se desean preservar, los que se propone
modificar y los que se considera necesario desarrollar. Estas últimas cuestiones, por
cierto, deberán ser definidas y aportadas por el área Cultura.
A nuestro entender, el área Cultura propone el modelo a conseguir y el área Educación
lo hace realidad en el aula.
Podría apelarse al procedimiento que denominaremos Método por Oposición, que
consistirá en que los educandos hagan la "gimnasia" de identificar lo que consideren
Peor e Indeseable de nuestra cultura, con el propósito de que por oposición se
promueva la búsqueda de lo opuesto, esto es, lo Mejor, lo Deseable. En consecuencia,
por ejemplo, si se considera la improvisación como un rasgo cultural indeseable, por
oposición valoraremos como deseable para nuestra cultura la previsión y planificación
de nuestros actos. A pesar de los riesgos de confusión que pudiera implicar, se piensa
32 

que sería bueno intentarlo. Se trata en el fondo de encontrar y coincidir en la


construcción de una misma o similar ética de lo que debe ser en reemplazo de la
diversidad existente que impide la aproximación a una Cultura más o menos
coincidente de toda la comunidad. La tarea creativa del educador en el caso del
ejemplo consistirá en imaginar la manera de desarrollar en los alumnos los hábitos de
planificación y previsión. Sin embargo, insistimos que para producir una cultura
innovadora y transformadora será preciso que el sistema educativo ponga todo su
empeño en el desarrollo y fortalecimiento de la Voluntad, el Carácter y el sentido del
Deber de nuestros comprovincianos. La articulada combinación de estos tres factores
en el temperamento humano posiblemente permitirá lograr personas emprendedoras,
con una gran fe en sí mismas y un carácter inalterable frente a la adversidad.

UN INSTITUTO PARA EL DESARROLLO DE LA CULTURA


Mientras los talleres servirían para iniciar el proceso transformador propi-
ciando un gran debate sobre nuestros hábitos y costumbres, la creación de un autár-
quico Instituto para el desarrollo de la Cultura constituido por un equipo interdisciplina-
rio de investigadores sociales altamente especializados deberá actuar sin demora en
la elaboración de una teoría social de Catamarca que sirva de sustento rector y cientí-
fico del proceso transformador, guiando al poder político en las acciones a llevar a
cabo para no desviar el rumbo transformador y formulando -según la marcha de las
continuas investigaciones- los cambios culturales que se consideren necesarios
producir en el transcurso del tiempo.

UNA ESCUELA DE ESTRATEGlA


Afianzado el instituto en su tarea de crear y desarrollar conocimiento
científico, deberá atender también la tarea de dar formación sistemática e información
de primera magnitud a los funcionarios del poder político. Con el tiempo, todos los
funcionarios de Estado tendrán el requisito ineludible de haber egresado de esta
Escuela de Estrategia.
33 

CONCLUSIÓN
Todo proceso de transformación cultural, económica, social, política, etc.
requiere largo plazo. Ningún cambio sustancial puede hacerse en los cuatro años que
dura un gobierno. La premura de estos por resultados inmediatos impide encarar
emprendimientos de largo aliento que requieren muchos años y varios períodos guber-
nativos.
Tenemos la imperiosa necesidad de un proyecto de desarrollo económico, cultural,
político y social, que sólo puede concretarse en el largo plazo y que necesita ser
querido y compartido por la mayoría, pero para ello es preciso un acuerdo entre las
fuerzas políticas para elaborarlo junto al pueblo y el compromiso de sostenerlo en el
tiempo, cueste lo que cueste y pese a quién le pese.
No se trata de atacar el derecho a pensar distinto, ni de poner a todos en una picadora
para hacerlos iguales contradiciendo los propósitos de la libertad; se trata de encontrar
un modo de lograr coincidencias en el derrotero a seguir para alcanzar la prosperidad
y la felicidad del conjunto.
Ningún partido político podrá en soledad, llevar adelante y durante muchos años su
propio plan si no cuenta con la aceptación de los opositores y el pueblo en general.
Los partidos en rol de oposición deberán actuar como celosos custodios de desvíos en
el plan general y hacer el contralor ético y administrativo de los que gobiernan. Los
partidos políticos pueden discrepar en los modos de concretar el objetivo, no en el
objetivo.
¿Qué debe tener un modelo de desarrollo cultural para que produzca el
cambio que necesitamos? Creemos que debe trabajar modelando nuestro carácter,
nuestra voluntad y nuestro sentido del deber.
¿Cómo se modela el carácter, la voluntad y el sentido del deber? Forjando
hábitos y costumbres que lo posibiliten.
Voy a sostener entonces la tesis de que la pobreza es la cuestión
fundamental que nos conduce a la pereza, la desidia y el atraso, pero que estas se
arraigan en nosotros por un profundo vacío de carácter y voluntad que nos impiden
contar con la disposición para actuar en toda circunstancia de la vida sin dejamos
doblegar, venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y lo justo; que se nutre
del decir y buscar siempre la verdad, siendo firmes en las resoluciones y fieles a la
palabra empeñada, cuestiones todas constituyentes del carácter; pero también de ese
poder de querer, ese acto deliberativo y racional orientado a la acción, esa decisión o
intención de obrar contra los hechos para vencerlos, que significan la voluntad, y que
se impulsa con el ejemplo que inspiran el ver proceder siempre con firmeza y con
justicia.
Voy a sostener que por las razones invocadas no predomina en nosotros
una cultura jerárquica que selecciona naturalmente los puestos de mayor rango para
los más capaces.
Vaya sostener que nuestro concepto de riqueza es tan limitado que
excluye toda posibilidad de que sea justamente lo que es: el producto de nuestro
esfuerzo.
Por ello, por todo ello, y mucho más, sostengo la necesidad de lograr nuestro desarro-
llo y modernidad tomando algunos atributos de los pueblos prósperos, pero sin copiar
su espanto y sus miserias. Ni racistas ni esclavistas; ni imperialistas ni expansionistas;
ni siquiera, superpatriotas predicadores de la superioridad de la propia raza o cultura,
empeñados en difundir una misión en el mundo que nadie ha pedido.
Hemos descuidado la formación científica, industrial y tecnológica de
34 

nuestros hijos, y resulta urgente y necesario comprender que el mundo moderno es un


mundo científico, industrial y tecnológico, pero también humano. Para tomar algo de él,
necesitamos producir sustanciales cambios en nuestra cultura emocional, nutriéndola
de racionalidad, ciencia y fe en nosotros mismos. Debemos enseñar ciencias prácticas
y aplicadas, y arremeter contra todo aquello que se considera producto de la
ignorancia, los hábitos, los prejuicios y los arraigados sentimientos arcaicos.
Este cambio cultural que creemos necesario puede y debe ser encarado por la
Educación. Que ella se aplique a desarrollar en nuestros pueblos los hábitos y
costumbres conducentes a forjar la voluntad y carácter que posibiliten transformamos
en algo mejor. La posibilidad de crear los estadistas que nuestro pueblo quiere para
salir de su infortunio; el último reducto posible para idealizar nuestro destino en este
tiempo de corrupciones sin par y desvergüenzas sin nombre, está en la Escuela, en la
Educación; imprescindible horma que modela el carácter y la voluntad de las personas
y necesaria para emprender luchas y esfuerzos incontables.
Para lograrlo, no basta invocar que toda persona tiene derecho a la educación, a la
instrucción elemental obligatoria y gratuita, a la instrucción técnica y profesional
generalizada y el libre acceso a los estudios superiores, y que tendrá como objeto el
pleno desarrollo de la personalidad humana, como expresa el art. 26 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos; tampoco es suficiente el artículo sobre
Desarrollo Progresivo del Pacto de San José de Costa Rica. Imaginemos entonces,
una consigna que exprese:
Todo catamarqueño tiene derecho a una cultura y educación que lo
conduzca al bienestar y progreso económico y democrático, y al desarrollo de
su personalidad. Para lograrlo, no bastará que la instrucción elemental sea
obligatoria y gratuita, ni generalizada la instrucción técnica y profesional, y que
tenga libre acceso a los estudios superiores en función de las competencias
adquiridas, sino que la Educación se apropie del alma de los hombres formando
su emoción, pero también su razón, y desde la Cultura se aplique a desarrollar
en nuestros pueblos, los hábitos y costumbres conducentes a forjar la voluntad,
el carácter y el sentido del deber necesarios para alcanzar el progreso material
que carecemos y la organización democrática que deseamos. Una educación
que produzca sustanciales cambios en nuestra cultura eminentemente
emocional, nutriéndola de racionalidad, ciencia y fe en nosotros mismos; una
cultura nueva que altere la primacía de la emoción frente a la razón que hace de
nosotros, seres movilizados por el apetito y el deseo y no por el pensamiento
esforzado, profundo y sistemático que permite vencer la adversidad; una Cultura
en fin, que nos conduzca a proceder siempre con firmeza y justicia, buscando
siempre la verdad, siendo firmes en las resoluciones y fieles a la palabra
empeñada, con el objeto de templar hijos fuertes, luchadores y soñadores. Hijos
que crean en grandes esfuerzos sin recompensas inmediatas y en entregas
totales y duraderas, preparados para superar obstáculos, para la libertad, para el
trabajo, el pensamiento, el esfuerzo y el coraje.

Raúl Edgardo Caro, es licenciado en Ciencia Política, Investigador, Director del Departamento de
Economía y Humanística y Profesor Titular por concurso en la Facultad de Ciencias Económicas y en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca, ex Subsecretario de Cultura de la
provincia de Catamarca, conferencista, ensayista y autor de libros referidos a la cultura y el pensamiento
económico, político y social.
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