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Evaluación Relatos de Misterio

8º Año Básico – Profesora Carolina Droguett – Lengua y literatura


Viernes 5 de octubre de 2018 Nota

Nombre: ______________________________________________________________________
Puntaje Ideal: puntos - Puntaje Obtenido: __________ puntos
ITEM 1: SELECCIÓN MÚLTIPLE
Lee el siguiente microcuento y responde desde la pregunta 1 hasta la 6.

Nochebuena
Fernando Silva dirigía el hospital de niños.
En vísperas de Navidad se quedó trabajando, hasta muy tarde. Ya
estaban sonando los cohetes y empezaban los fuegos artificiales a
iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo
esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si
todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos los
seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los
enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que
estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos
ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:}-Dile a… -Susurró el
niño-.
Dile a alguien, que yo estoy aquí.

1. ¿Cuál es el tema del texto anterior?

A. La niñez.
B. El trabajo.
C. La navidad.
D. El abandono.

2. ¿Para qué el doctor realizó el último recorrido por el hospital?

A. Para encontrarse con el niño.


B. Para despedirse de los enfermos.
C. Para verificar que todo estuviera bien.
D. Para desearle a la gente una feliz navidad.
3. ¿Cómo es la actitud del niño?

A. Tímida.
B. Amable.
C. Entusiasta.
D. Prepotente.

4. En la expresión: “en eso estaba cuando sintió que unos pasos los seguían. Unos pasos
de algodón”. ¿Qué palabra puede sustituir a algodón sin cambiar el sentido del
fragmento?

A. Livianos.
B. Blandos.
C. Blancos.
D. Inestables.

5. ¿Cómo se dio cuenta Fernando que no estaba solo?

A. Al ver un niño muerto.


B. Sentir pasos que lo seguían.
C. El susurro que recibió en el oído.
D. Al revisar el recinto encontró un niño.

6. Al final del texto, ¿para qué el niño le dice al doctor “dile a alguien que estoy
aquí”?

A. Para evitar que el doctor se marche.


B. Para suplicar por alguna compañía.
C. Para lograr que le envíen un regalo.
D. Para mostrar que aún sigue enfermo.

Lee el siguiente cuento y responde desde la pregunta 7 hasta la 9.

Más allá del bastidor

Comenzó con hilo verde: No sabía que bordar, pero iba a ser verde, estaba segura,
verde brillante. Hierba, fue lo que apareció después de los primeros puntos. Una
hierba alta, con las puntas dobladas como si estuviese mirando algo.
“Mira las flores”, pensó ella, y eligió una madeja roja. Así poco a poco, sin modelo, fue
apareciendo un jardín en el bastidor. Obedecía a sus manos, obedecía a su propio impulso, y
surgía como si germinase en el rocío de la noche.
Todas las mañanas la niña corría hacia el bastidor, miraba, sonreía y añadía un pájaro más, una
abeja, un grillo escondido detrás de un tallo.
El sol brillaba en el bordado de la niña. Y era tan lindo el jardín que lo empezó a querer por sobre
todas las cosas.
Fue el día del árbol. El árbol estaba listo, parecía no faltarle nada. Pero la niña sabía que había
llegado la hora de añadir los frutos. Bordó una fruta violácea, brillante como nunca había visto
en su vida. Y otra, y otra, hasta que el árbol estuvo cargado, hasta que el árbol se hizo rico, y su
boca se llenó del deseo de aquella fruta jamás probada.
La niña no supo como ocurrió. Cuando se quiso acordar, ya estaba montada en la rama más alta
del árbol, saboreando las frutas y limpiándose el jugo que se le escurría de la boca.
“Seguro que ha sido por el hilo”, pensó a la hora de volver a casa. Miró -la última fruta aún no
estaba lista- y tocó el punto que acababa en una hebra de hilo. Y allí estaba ella de vuelta en
casa.
Ahora que había aprendido el camino, todos los días la niña bajaba hacia el bordado, elegía
primero lo que le gustaría ver: una mariposa, un escarabajo. Bordaba con cuidado; después
bajaba con el hilo hacia la espalda del insecto, y volaba con él, y se posaba en las flores, y reía
y brincaba y se tumbaba en el césped.
El bordado ya estaba casi listo. Se veía poco
paño entre los hilos de colores. Pronto estaría
terminado. “Faltaba una garza”, pensó. Y eligió
una madeja blanca matizada de rosa. Tejió sus
puntos con cuidado, sabiendo, mientras lanzaba
la aguja, cuán suave serían las plumas y cuán
dulce el pico. Después bajó al encuentro de la
nueva amiga.
Fue así, de pie al lado de la garza, acariciándole
el cuello, como la vio su hermana menor al
inclinarse sobre el bastidor. Era lo único que no
estaba bordado. Y el dibujo era tan bonito que la
hermana cogió la aguja, la canastilla de los hilos
y comenzó a bordar.
Bordó los cabellos, y ya no los agitó el viento. Bordó la falda, y los pliegues se fijaron. Bordó las
manos, para siempre quietas en el cuello de la garza. Quiso bordar lo pies, pero los ocultaba el
césped. Quiso bordar el rostro, pero la sombra lo ocultaba. Bordó, pues, la cinta de los cabellos,
remató el punto y cortó, con mucho cuidado el hilo.

Marina Colasanti. Más allá del bastidor. Antología de cuentos. Zig-Zag. Santiago 2011.
7. ¿Por qué el texto se titula “Más allá del bastidor”?

A. Porque la niña construye un mundo bordando.


B. Porque la niña va tejiendo un jardín en un bastidor.
C. Porque la niña logra ingresar al mundo del bordado.
D. Porque la niña desea habitar en un mundo diferente.

8. ¿Qué siente la niña por el jardín que va bordando?

A. Admiración, porque le asombra su belleza.


B. Inquietud, porque No sabe por dónde comenzarlo.
C. Desprecio, porque le parece un paisaje monótono.
D. Amor, porque lo quiere por sobre todas las cosas.

9. ¿Para qué se usan las comillas en “Mira las flores”?

A. Para marcar el diálogo entre dos personajes.


B. Para expresar un pensamiento del personaje.
C. Para destacar que esa parte del texto es importante.
D. Para indicar que ese es el problema que tiene el personaje.

10. ¿Qué hecho le hace desear a la niña estar en el mundo del bordado?

A. Cuando observa las puntas dobladas de la hierba.


B. Cuando construye una bella mariposa que vuela.
C. Cuando anhela comer una fruta violácea que bordó.
D. Cuando soñó con el árbol cargado de frutas jugosas.

11. ¿De qué modo la niña fue bordando a la niña del jardín?

A. Copiando un dibujo bonito.


B. Siguiendo un plan determinado.
C. Siguiendo sus propios impulsos.
D. Estableciendo un diseño previo.

12. ¿Por dónde logra la niña entrar y salir del bordado?

A. Por el gran árbol.


B. Por el bastidor.
C. Por la hierba.
D. Por el hilo.
13. ¿Qué hacía la niña principalmente cuándo estaba dentro del bordado?

A. Continuaba bordando.
B. Observaba el paisaje.
C. Jugaba alegremente.
D. Abrazaba a la garza.

14. ¿Por qué la niña se queda atrapada dentro del bordado?

A. Porque la niña consumió el fruto violáceo que estaba prohibido.


B. Porque la niña no supo encontrar el camino de regreso a la realidad.
C. Porque su hermana bordó la imagen de la niña y luego cortó el hilo.
D. Porque la niña sintió que su falda plisada ya no era agitada por el viento.

15. En la expresión: “corría hacia el bastidor, miraba, sonreía y añadía un pájaro más”. ¿Qué
palabra puede sustituir a añadía sin cambiar el sentido del fragmento?

A. Arreglaba.
B. Incorporaba.
C. Restauraba.
D. Remendaba.
Lee el siguiente relato y responde desde la pregunta 16 a la 21.

La mujer de vapor

Nunca se lo confesé a nadie, pero conseguí el departamento de puro milagro.


Laura, que tenía besar de tango, trabajaba de secretaria para el administrador
del lugar. La conocí una noche de julio en que el cielo ardía de vapor y
desesperación. Yo dormía a la intemperie, en un banco de la plaza, cuando
me despertó el roce de unos labios. “¿Necesitas un sitio para quedarte?” Laura
me condujo hasta la galería. El edificio era uno de esos mausoleos que
embrujan la ciudad vieja, un laberinto de gárgolas y cuartos, sobre la entrada
se leía 1866.

La seguí escaleras arriba, casi a tientas. A nuestro paso, el edificio crujía como
los barcos viejos. Laura no me preguntó por mis datos ni referencias. Mejor,
porque en la cárcel no te dan ni unas ni otras. El ático era del tamaño de mi
celda, una estancia suspendida en el llano de tejados. “Me lo quedo”, dije. A
decir verdad, después de tres años en prisión, había perdido el sentido del
olfato, y lo de las voces que transpiraban por los muros no era novedad.

Laura subía casi todas las noches. Su piel fría y su aliento de niebla eran lo único que
no quemaba de aquel verano infernal. Al amanecer, Laura se perdía escaleras abajo, en
silencio. Durante el día yo aprovechaba para dormitar. Los vecinos de la escalera tenían
esa amabilidad mansa que confiere la miseria. Conté seis familias, todas con niños y
viejos que olían a hollín y a tierra removida. Mi favorito era don Florián, que vivía justo
debajo y pintaba muñecas por encargo. Pasé semanas sin salir del edificio. Las arañas
trazaban telarañas en mi puerta. Doña Luisa, la del tercer piso, siempre me subía algo
de comer. Don Florián me prestaba revistas viejas y me retaba a partidas de dominó. Los
críos de la escalera me invitaban a jugar al escondite. Por primera vez en mi vida me
sentía bienvenido, casi querido.

A medianoche, Laura traía sus diecinueve años envueltos en seda blanca y me amaba
como si fuera la última vez hasta el alba, saciándome en su cuerpo de cuanto la vida me
había robado. Luego yo soñaba en blanco y negro, como los perros y los malditos.
Incluso a nosotros, despojos de la vida como yo, se les concede un instante de felicidad
en este mundo. Aquel verano fue el mío. Cuando llegaron los de la municipalidad a
finales de agosto los tomé por policías. El ingeniero encargado de derribar los edificios
antiguos, me dijo que él no tenía nada contra los okupas, pero que, sintiéndolo mucho,
iban a dinamitar el edificio. “Debe de haber un error”, dije. Todos los capítulos de mi vida
empiezan con esa frase.

Corrí escaleras abajo hasta el despacho del administrador de fincas para buscar a Laura.
Solamente encontré una percha y un puñado de polvo. Subí a casa de don Florián.
Cincuenta muñecas sin ojos se pudrían en las tinieblas. Recorrí el edificio en busca de
algún vecino. Pasillos de silencio se apilaban debajo de escombros. “Esta finca está
clausurada desde 1939, joven —me informó el ingeniero—. La bomba que mató a los
ocupantes dañó la estructura sin remedio”. Tuvimos unas palabras. Creo que lo empujé
escaleras abajo. Esta vez, el juez me devolvió a la cárcel. Los antiguos compañeros me
habían guardado la litera: “Total, siempre vuelves”.

Hernán, el de la biblioteca, me encontró el recorte con la noticia del bombardeo. En la foto, los
cuerpos están alineados en cajas de pino, desfigurados por la metralla pero reconocibles. Un
sudario de sangre se esparce sobre los adoquines. Laura viste de blanco, las manos sobre el
pecho abierto. Han pasado ya dos años, pero en la cárcel se vive o se muere de recuerdos. Los
guardias de la prisión se creen muy listos, pero ella sabe burlar los controles. A medianoche, sus
labios me despiertan. Me trae recuerdos de don Florián y los demás. “Me querrás siempre,
¿verdad?

Carlos Ruiz Zafón (2011). La mujer de Vapor. Cuentos inéditos. Barcelona.


16. ¿En qué momento se introduce el efecto fantástico en el relato?

A. Cuando Laura lo despierta con un dulce beso en la plaza.


B. Cuando el protagonista encuentra sin querer el departamento.
C. Cuando Laura bajaba las escaleras desapareciendo en la casa.
D. Cuando el protagonista comprende que ha estado viviendo en una casa deshabitada.

17. ¿Por qué razón el protagonista vuelve a la cárcel?

A. Por ocupar el edificio ilegalmente.


B. Por ser sospechoso de asesinato.
C. Por impedir que dinamitaran el edificio.
D. Por empujar al ingeniero escaleras abajo.

18. ¿Dónde estaba viviendo el protagonista antes de llegar al antiguo departamento?

A. En la calle.
B. En la cárcel.
C. En un edificio tomado.
D. En la secretaría del administrador.

19. ¿Para qué sirven las comillas en “¿Necesitas un sitio para quedarte?”?

A. Para introducir una pregunta.


B. Para marcar las palabras que dice Laura.
C. Para destacar que esa parte del texto en importante.
D. Para entregar datos que complementan el tema del texto.

20. Laura en el relato es caracterizada como una mujer:

A. alegre.
B. refinada.
C. misteriosa.
D. vanidosa.
21. En el siguiente fragmento:

“Esta finca está clausurada desde 1939, joven —me informó el ingeniero—. La bomba
que mató a los ocupantes dañó la estructura sin remedio”., aclara Susanne Shult,

¿Para qué se utilizan las comillas (“”)?

A. Para facilitar la comprensión lectora.


B. Para introducir otra voz distinta al narrador.
C. Para destacar la voz de la mujer misteriosa.
D. Para citar textualmente lo que dice una persona.

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