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CONFLICTO Y VIOLENCIA ASOCIADOS A LOS DESEQUILIBRIOS E

INEQUIDAD SOCIAL

VIOLENCIA EN LOS ADOLESCENTES.


1) INTRODUCCIÓN
Hay una gran preocupación social por el aumento de comportamientos violentos en
los adolescentes, que ha ido creciendo considerablemente en los últimos años y
cada vez a edades más tempranas, produciendo graves problemas difíciles de
afrontar en muchos colegios e institutos.
La adolescencia es una etapa en la que el joven experimenta grandes cambios de
personalidad. Se producen cambios de conducta e inestabilidad emocional, son
jóvenes con mucha energía que han de aprender a controlar sus impulsos. Es una
etapa en la que están formando su identidad, por lo que sus futuros
comportamientos dependerán en gran medida de cómo superen todos estos
cambios.
Los adolescentes violentos son aquellos que no se ajustan a las normas, son
impulsivos, intolerantes e inconformistas. En los colegios provocan disturbios y en
ocasiones suelen actuar amenazando a sus compañeros.
Algunos de estos adolescentes llegan a participar en peleas, agrediendo
físicamente por medio de golpes o con algún objeto o incluso con armas y pudiendo
causar daño físico a él mismo o a otras personas. En estos casos pasan de ser un
adolescente violento para convertirse en un delincuente
2) Factores externos (urbanos), internos (familiares y personales) que alientan
a la violencia. Con respecto a los factores internos (familia):
Una gran parte de la violencia que existe en nuestra sociedad tiene su origen en la
violencia familiar. La intervención a través de la familia es especialmente importante
porque a través de ella se adquieren los primeros esquemas y modelos en torno a
los cuales se estructuran las relaciones sociales y se desarrollan las expectativas
básicas sobre lo que se puede esperar de uno mismo y de los demás, esquemas
que tienen una gran influencia en el resto de las relaciones que se establecen.
La mayoría de los niños y adolescentes han encontrado en el contexto familiar
que les rodea condiciones que les han permitido desarrollar una visión positiva de
sí mismos y de los demás, necesaria para: aproximarse al mundo con confianza,
afrontar las dificultades de forma positiva y con eficacia, obtener la ayuda de los
demás o proporcionársela; condiciones que les protegen de la violencia. En
determinadas situaciones, sin embargo, especialmente cuando los niños están
expuestos a la violencia, pueden aprender a ver el mundo como si solo existieran
dos papeles: agresor y agredido, percepción que puede llevarles a legitimar la
violencia al considerarla como la única alternativa a la victimización. Esta forma de
percibir la realidad suele deteriorar la mayor parte de las relaciones que se
establecen, reproduciendo en ellas la violencia sufrida en la infancia.
Los estudios sobre las características de los adultos que viven en familias en las
que se produce la violencia reflejan que con frecuencia su propia familia de origen
también fue violenta. Existe suficiente evidencia que permite considerar a las
experiencias infantiles de maltrato como una condición de riesgo, que aumenta la
probabilidad de problemas en las relaciones posteriores, incluyendo en este sentido
las que se establecen con los propios hijos y con la pareja. Conviene dejar muy
claro, sin embargo, que la transmisión del maltrato no es algo inevitable. La mayoría
de las personas que fueron maltratadas en su infancia (alrededor del 67%) no
reproducen dicho problema con sus hijos. Y el maltrato en la vida adulta se produce
también en personas que no fueron maltratadas en su infancia.
Existe actualmente un creciente consenso en conceptualizar el maltrato de los niños
por sus padres como el deterioro extremo de las relaciones que se producen en el
contexto familiar. Y puede definirse como: "el tratamiento extremadamente
inadecuado que los adultos encargados de cuidar al niño le proporcionan y que
representa un grave obstáculo para su desarrollo".
El maltrato contribuye a deteriorar aún más la interacción familiar al: 1) disminuir
la posibilidad de establecer relaciones positivas; 2) repetirse crónicamente y
hacerse con ello más grave; 3) y extenderse a las diversas relaciones que en el
sistema familiar se producen.
Suele darse una estrecha asociación entre la utilización de la violencia con los
niños y su uso entre los adultos que con ellos conviven. Los estudios realizados, en
este sentido, encuentran que más del 40% de los padres que maltratan a sus hijos
tienen relaciones violentas entre sí. Los estudios realizados sobre mujeres
maltratadas reconocen que vivir dichas situaciones genera en los niños problemas
similares a los que produce el hecho de ser maltratados directamente.
Existe actualmente un gran consenso en aceptar que la probabilidad de la
violencia aumenta cuando el nivel de estrés que experimentan los padres es
superior a su capacidad para afrontarlo.
Una importante fuente de estrés familiar procede, sin lugar a duda, de las
condiciones extremas de pobreza y de las dificultades que de ella suelen derivarse
en la vivienda familiar (condiciones higiénicas, falta de espacio, temperaturas
extremas...). En función de lo cual puede explicarse por qué dichas condiciones
extremas son una condición de riesgo psico-social para las personas que en ellas
se encuentran, incluyendo en este sentido el riesgo de violencia. Conviene tener en
cuenta que la pobreza no produce por sí sola la violencia, sino que aumenta su
probabilidad. En otras palabras, que la mayoría de las familias que atraviesan por
dificultades económicas graves no son violentas; y que la violencia se produce en
todas las clases sociales. De lo anteriormente expuesto se deduce que una de las
actuaciones necesarias para eliminar la violencia familiar es mejorar las condiciones
de vida de las familias que atraviesan por graves dificultades económicas.
Con respecto a los factores externos (sociedad):
Conviene tener en cuenta, por otra parte, que determinadas actitudes y creencias
existentes en nuestra sociedad hacia la violencia y hacia los diversos papeles y
relaciones sociales en cuyo contexto se produce (hombre, mujer, hijo, autoridad, o
personas que se perciben como diferentes o en situación de debilidad...) ejercen
una decisiva influencia en los comportamientos violentos. De lo cual se deriva la
necesidad de estimular cambios que favorezcan la superación de dichas actitudes;
entre los que cabe destacar, por ejemplo:
1) La crítica de la violencia en todas sus manifestaciones y el desarrollo de
condiciones que permitan expresarse y resolver conflictos sin recurrir a ella.
Extendiendo dicha crítica al castigo físico, como una de las principales causas que
origina la violencia, y sensibilizando sobre el valor de la comunicación como
alternativa educativa.
2) La conceptualización de la violencia como un problema que nos afecta a
todos, y contra el cual todos podemos y debemos luchar. Y la sensibilización sobre
los efectos negativos que tiene la violencia no sólo para la víctima sino también para
quien la ejerce, al deteriorar las relaciones y el contexto en el que se produce.
3) La comprensión del proceso por el cual la violencia genera más violencia así
como de la complejidad de las causas que la originan; y la superación del error que
supone atribuir la violencia a una única causa (la biología, la televisión...); causa
que suele utilizarse como chivo expiatorio, excluyendo a quién realiza dicha
atribución de la responsabilidad y posible solución al problema.
4) El desarrollo de la tolerancia como un requisito imprescindible del respeto a
los derechos humanos, y la sensibilización de la necesidad de proteger
especialmente, en este sentido, a las personas que se perciben diferentes o en
situación de debilidad, situación en la que todos podemos encontrarnos.
5) La superación de los estereotipos sexistas, y especialmente de la asociación
de la violencia con valores masculinos y la sumisión e indefensión con valores
femeninos.

VIOLENCIA DE PANDILLAS.
Una pandilla (de panda, reunión de personas, derivado del latín pandus, curvado)
es un grupo de personas que sienten una relación cercana, o íntima e intensa entre
ellos, por lo cual suelen tener una amistad o interacción cercana
con ideales o filosofíacomún entre los miembros. Este hecho les lleva a realizar
actividades en grupo, que puede ir desde salir de fiesta en grupo hasta cometer
actos violentos o delictivos. También puede ser utilizado como sinónimo de trampa.
Las pandillas están involucradas en todas las actividades de la delincuencia
callejera, como la extorsión o el tráfico de drogas, tanto dentro como fuera del
sistema carcelario. Las pandillas también victimizan a las personas con robo y
secuestro. La Cocaína es la principal droga de distribución de las pandillas, que han
utilizado las ciudades de Chicago, Ciudad del Cabo y Río de Janeiro para
transportar drogas a nivel internacional. La urbanización de Brasil ha impulsado el
tráfico de drogas a las favelas de Río. A menudo, las pandillas alquilan "vigías" para
advertir a los miembros de la cercanía de la policía. Los ambientes densos de las
favelas de Río y los proyectos de vivienda pública en Chicago han ayudado a los
miembros de las pandillas esconderse de la policía fácilmente.
Las pandillas callejeras suelen tomar el control sobre el territorio en una ciudad en
particular y están a menudo involucradas en "brindar protección", una especie de
extorsión, pues la "protección" es por lo general de la propia pandilla, o en otras
actividades delictivas. La mayoría de los miembros conservan sus afiliaciones a las
pandillas cuando van a la cárcel. Muchas pandillas usan frentes organizados para
demostrar su influencia y obtener beneficios en un área en particular.
Las actividades son perpetradas contra personas inocentes, propiedades u otras
pandillas. Generalmente a esto se lo conoce como "Violencia de pandillas". A lo
largo de la historia, tales actos han sido cometidos por las pandillas en todos los
niveles de organización. Casi todas las grandes ciudades fueron azotadas por la
violencia de pandillas en algún momento de su historia. Las pandillas modernas
han introducido nuevos actos de violencia, que también pueden funcionar como un
rito de iniciación para los nuevos miembros.
VIOLENCIA EN EL MEXICO CONTEMPORÁNEO

México ha experimentado un recrudecimiento de la violencia que ha significado un


cambio substancial en su historia, transformando completamente el panorama del
país desde comienzos del siglo XXI. Actualmente, grandes organizaciones
criminales combaten abiertamente entre sí; se ha generalizado el uso del
armamento de grueso calibre; se ha extendido el uso de tortura y exposición de
cuerpos mutilados y los perfiles de las víctimas se han diversificado en un estado
abierto de violencia (Rodríguez Ferreira, 2016). Así, la violencia a principios de este
nuevo siglo cuenta con nuevas y distintivas características: es impredecible, cambia
con el tiempo y entre regiones y sus actores son diversos y están impulsados por
una amplia gama de motivos. La violencia en México se ha vuelto participativa y
multipolar.

No obstante que desde el inicio del nuevo siglo se han registrado casi 300,000
homicidios,1el punto de partida de este ola de violencia fue el año 2008.2 En efecto,
el año 2007 registró la tasa nacional anual más baja de homicidios en décadas, sin
embargo la violencia se incrementó exponencialmente hasta alcanzar su cúspide
en 2011, con una tasa de 20 homicidios por cada 100,000 habitantes, representando
un aumento estimado del 200% respecto al año 2007. Y aunque hubo una
disminución aproximada del 10% entre 2012 y 2014, datos recientes indican que la
tendencia ha virado nuevamente con un aumento promedio del 8.7%, y una tasa de
14 homicidios en 2015 (Heinle, Rodríguez & Shirk, 2016).

A pesar de que aún no hay datos oficiales completos para 2016, las estimaciones
sugieren que la situación no ha mejorado: la tasa de homicidios asciende ya a 15, y
el total—hasta noviembre—es de 18,915, representando un aumento de los 17,034
homicidios intencionales en 2015.

En los últimos años, presumiblemente entre el 40 y 60% de los homicidios tienen


alguna relación con la delincuencia organizada (Heinle, Rodríguez & Shirk, 2016).
Sin embargo, la heterogeneidad de la violencia en México cuenta con actores,
motivos y características particulares que varían entre épocas y regiones. Su
difusión espacial, aunque generalizada, es también heterogénea—es decir, los
conflictos en cada región parecen haber subsistido independientemente el uno del
otro, e incluso de acciones estatales (Rodríguez Ferreira, 2016).

No es fácil comprender la complejidad de este fenómeno. No obstante generalizada,


la difusión espacial, fluctuación y heterogeneidad de la violencia no necesariamente
siguen un patrón claro. Las acciones estatales a menudo contribuyen y alimentan
conflictos, sin embargo muchos focos de violencia comenzaron y subsisten
independientemente del Estado, precipitados por rivalidades entre grupos
antagónicos, por incrementos en la delincuencia común, e incluso por fenómenos
que no pueden, aún, explicarse del todo.

A diferencia de distintos conflictos en la historia reciente de México –más


relacionados con disputas políticas, ideológicas, religiosas o étnicas– que contaban
con actores y motivos identificables, la violencia actual es participativa y multipolar;
es decir, es perpetrada simultáneamente por grupos diferentes, por razones
diferentes, y contra personas diferentes (Rodríguez Ferreira, 2016).

Un enfoque alternativo para caracterizar esta ola de violencia es la metodología de


“sociedades extremadamente violentas” (extremely violent societies, EVS) –un
marco descriptivo formulado por Gerlach (2006, 2010) y utilizado para entender
sociedades donde múltiples grupos, incluido el estado, participan y son víctimas de
violencia, debido a una amplia gama de motivos o intereses.

Rodríguez Ferreira (2016)6 examina la naturaleza participativa y multipolar de la


violencia en México utilizando el enfoque EVS, considerando no sólo las
características y la intensidad del conflicto, sino también los cambios en el tipo de
violencia y la participación de diferentes actores y grupos a través del tiempo. Dicho
enfoque vislumbra una violencia participativa ya que diferentes grupos toman parte
en acciones violentas por diferentes razones y el Estado y sus operaciones no son
ya predominantes. Asimismo, percibe una violencia multipolar en la medida en que
los grupos involucrados se convierten simultáneamente en víctimas y perpetradores
de acciones violentas; es decir, el concepto tradicional de “víctima” se torna borroso.
Sin una sola narrativa sobre la violencia en México, Ferreira se refiere a una serie
de “violencias” que convergen simultáneamente y considera que las políticas
gubernamentales no tienen éxito al enfrentarlas y que son ineficaces para abordar
sus dimensiones sociales.

Este enfoque es útil para dar sentido a la violencia en México. Por ejemplo, aunque
se cree que una gran parte de la violencia está relacionada con la actividad de la
delincuencia organizada, también ha habido un aumento en los homicidios
intencionales no relacionados con ella.7 Esta metodología también es útil para
explicar la amplia gama de víctimas, ya que la la violencia se dirige hacia varios
grupos de personas, en lugar de a uno solo. Mientras que la violencia en México es
frecuentemente dirigida contra presuntos miembros de organizaciones delictivas,
también se ha dirigido cada vez más en contra de funcionarios públicos, periodistas,
miembros de las fuerzas de seguridad e incluso ciudadanos y poblaciones
vulnerables.8 A medida que numerosos actores se involucran en esta violencia,
incluso la ciudadanía juega un papel, perpetuando prácticas violentas e inclusive
participando directamente en ellas (Rodríguez Ferreira 2016).

Debido a que la violencia en México a menudo no sigue un patrón particular, crea


un dilema tanto para académicos como para políticos que se enfrentan a la tarea de
abordarla usando enfoques tradicionales. Ya que las políticas han sido en gran
medida ineficaces para combatir la delincuencia y la violencia asociada –
especialmente considerando datos recientes que reflejan poca o ninguna mejora en
las tendencias nacionales– es esencial cuestionar el enfoque de México hacia la
violencia.

No existe una narrativa que caracterice adecuadamente la violencia en México. Por


el contrario, existen muchas “violencias” –a veces conectadas y a veces no– que
convergen simultáneamente; por lo tanto, en lugar de aplicar soluciones generales
o de corto plazo para abordar la red de violencias, el estado y la sociedad civil deben
examinar cada conflicto de manera independiente y discutir las opciones políticas
caso por caso, considerando los diferentes actores, las diferentes “violencias”, y sus
diferentes motivos de manera independiente, pero de forma integral.

IMPACTO SOCIAL DE LA VIOLENCIA.


El problema ha ido creciendo gracias al interés de la gente por conseguir dinero
rápido, facilidades en los estilos de vida, grandes cantidades de dinero, entre otros.
La violencia parece estar siempre presente en nuestro país, en los espacios
públicos, , en las calles, se pasea por los parques, deambula por los caminos y
también la encontramos asentada en los hogares, problemas como el narcotráfico,
la trata de personas, el bulling, la violencia intrafamiliar y de género, el tráfico de
armas, el secuestro y los desaparecidos, la extorsión, las ejecuciones, los
feminicidios, la corrupción e impunidad y la ilegalidad son hechos que afectan el
tejido social. La percepción de inseguridad y el miedo llevan a las personas a buscar
espacios seguros refugiándose en sus propias casas, aislándose, encerrándose en
el individualismo y en la desconfianza, en el enojo, en el resentimiento y en el deseo
de venganza. Se establece un círculo vicioso: la violencia acaba con la vida
comunitaria y cuando esto sucede, se propicia la violencia. La violencia está
íntimamente ligada a la vulnerabilidad de la población. Al deteriorarse la vida
comunitaria por el clima de inseguridad que provoca miedo, aislamiento y que
desanima a participar en la vida común, se debilita el tejido social que brinda
seguridad a los miembros de la comunidad.
VIOLENCIA DE GÉNERO EN MÉXICO
La violencia de género en México es la violencia física o psicológica ejercida contra
las mujeres (incluidas cisgénero o transgénero) en México, generada por el hecho
de ser mujer. De acuerdo al último censo realizado por el INEGI en 2015,
en México habitaban 119 millones 938 mil 473 personas de las cuales, el 51.4% son
mujeres.
Según datos de La Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los
Hogares del INEGI, realizada en 2016, el 66.1% de las mujeres mayores de 18 años
han sufrido algún tipo de agresión física, psicológica o sexual; es decir 66 de cada
100 mujeres. Solo el 9.45% realizó una denuncia al respecto. La Organización de
Naciones Unidas considera la violencia de género una "pandemia" y clasifica al país
entre las veinte peores naciones con problemas de dicha naturaleza, convirtiendo a
México y Centro América en la región del mundo más violenta para las mujeres
fuera de una zona de guerra. Es un objetivo prioritario a combatir en el gobierno del
país, y es considerado un obstáculo para alcanzar la equidad de género. La
violencia de género es parte del problema creado por la desigualdad de género, la
cual tiene su expresión en los actos cotidianos que se cometen contra mujeres y
niñas, mismos que restringen o niegan a las mujeres el acceso a las libertades y
derechos que les corresponden. Estudios realizados por la Organización de las
Naciones Unidas demuestran que es una de las más extendidas formas de violación
a los derechos humanos, trayendo consigo repercusiones en la salud, la libertad, la
seguridad y la vida libre de las mujeres, lo cual se agrava por el ambiente de
impunidad, insensibilidad y ausencia en la rendición de cuentas por parte de las
autoridades de justicia.
La ONU muestra que la violencia de la mujer se caracteriza por tres rasgos:

1. Invisibilidad: el 88.4% de las mujeres que fueron agredidas en México no


presentaron denuncia alguna. Esta conducta se deriva de las constantes
pautas culturales machistas que priman en nuestra sociedad. Temor a
consecuencias físicas y psicológicas si existe una denuncia; exclusión social
y burlas; así como desgaste emocional consecuencia del proceso de
denuncia ante las autoridades, son algunas de las causas por las cuales una
mujer decide no hablar o acusar a su agresor. Así mismo, en consecuencia,
las cifras obtenidas mediante las herramientas de análisis de datos, pueden
no reflejar con exactitud la realidad y, por lo tanto, invisibilizar la violencia.
2. Normalización: la violencia hacia la mujer se realiza en forma continua y
sistemática desde hace cientos de años, a pesar de los avances que ha
logrado la sociedad civil, el feminismo y las organizaciones, la violencia es
percibida como una conducta "normal" o "esperada", sobre todo en países
de bajo desarrollo. Esta representación entorpece el trabajo en contra de la
misma.
3. Impunidad: las instituciones y las autoridades latinoamericanas y mexicanas
se caracterizan por el alto nivel de corrupción que existe dentro de ellas; la
violencia de género y sus consecuentes denuncias no son la excepción.
Según el Índice de Impunidad en México, el 99% de los casos de asesinato
no son resueltos.
La violencia contra las mujeres se ejerció principalmente en los ámbitos escolar
(25.3%), laboral (27%), y comunitario (38.7%); a través de acoso y abuso sexual
(frases ofensivas, miradas lascivas, amenazas de violación, manoseos o
exhibicionismo); hostigamiento; humillación e intimidación; acecho (ser seguidas en
la calle); discriminación por embarazo; golpes y asesinatos, por mencionar algunas.
ESTUDIANTES DESAPARECIDOS DE AYOTZINAPAN.
La desaparición forzada de Iguala de 2014 fue una serie de episodios de violencia
ocurridos durante la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de
septiembre del 2014, en el que la policía municipal y estatal de Iguala (220 km al
sur de la ciudad de México) persiguió y atacó a estudiantes de la Escuela Normal
Rural de Ayotzinapa (257 km al sureste de Iguala). En dicho enfrentamiento habrían
resultado heridos periodistas y civiles. Los hechos dejaron un saldo de al menos
9 personas fallecidas, 43 estudiantes desaparecidos de esa escuela normal rural y
27 heridos.
Desarrollo de los sucesos
Primer ataque
Tras la toma de los últimos tres autobuses en la central camionera de Iguala, cuatro
de los autobuses formaron una caravana y debido al denso tránsito vehicular en las
calles tomaron rumbo hacia el norte, con el Estrella de Oro 1531 a la cabeza,
seguido de los Costa Line 2012 y 2510 en ese orden y finalmente el Estrella de Oro
1568. Iban hacia el anillo periférico de Iguala, para de allí enfilar hacia Ayotzinapa.
Ello los haría pasar a una cuadra del festejo del DIF. Sin embargo, alertados por el
aviso del chofer, la policía los comenzó a perseguir a tres cuadras de la central
camionera, en un intento por impedir que la comitiva se acercase al festejo. El
Estrella Roja 3278 salió el último de la estación, con suficiente retraso como para
encontrar el tránsito hacia el sur despejado, por lo que enfiló en esa dirección para
llegar a la carretera a Chilpancingo.
De acuerdo con declaraciones del fiscal guerrerense, Iñaky Blanco Cabrera, el
primer episodio de violencia ocurrió a las 21:30 horas, cuando la policía logró
interceptar el paso de los cuatro autobuses encaminados al norte mediante una
camioneta que bloqueó su avanceen la esquina de las calles Juan N. Álvarez y
Periférico Norte. Los alumnos bajaron de los autobuses para intentar empujar fuera
del camino la camioneta, y se enfrentaron a los policías, que también llegaban.
Cuando el estudiante Aldo Gutiérrez Solano forcejeó y sometió a uno de los policías,
agentes de la Policía Municipal de Iguala abrieron fuego contra él, hiriendo
gravemente a Gutiérrez Solano y matando a su compañero Daniel Solís Gallardo.
La balacera inicial puso en desbandada a los estudiantes normalistas, varios de los
cuales se refugiaron en los espacios entre los autobuses detenidos. Otros más
escaparon como pudieron a los alrededores; sin embargo, la policía de Iguala se
llevó bajo arresto a la mayoría de los estudiantes que no habían podido bajar de los
autobuses. La mayor parte de los arrestados provenía del último autobús en la fila
(el Estrella de Oro 1568).
Durante el ataque varios de los estudiantes normalistas lograron comunicarse por
teléfono celular con compañeros que se habían quedado en Ayotzinapa. Estos
alumnos, enterados de los incidentes, enviaron otro convoy de estudiantes en varias
camionetas para recorrer los 126 km de distancia entre Ayotzinapa e Iguala, para
ayudar a sus compañeros atacados en Iguala.
Los estudiantes en el autobús Estrella Roja 3278 fueron también alertados por
teléfono del primer ataque ocurrido; al enfilar el vehículo hacia el lugar del incidente
para auxiliar a sus compañeros atacados, el autobús quedó atascado en medio del
tránsito vehicular e interceptado por la policía. Detenido el autobús, los estudiantes
fueron obligados a bajar y encañonados con armas de fuego Confiscado el autobús
sin disparar un tiro, la policía en lugar de arrestar a los estudiantes, les permitió huir
del lugar por su propio pie.
Segundo ataque
El segundo convoy de estudiantes, que llegó alrededor de las 23 horas de la noche
del 26, se encontró con algunos de los compañeros que no habían sido llevados por
la policía, entre ellos los que bajaron del Estrella Roja 3278. Los estudiantes,
acompañados por profesores pertenecientes a la CETEG (Coordinadora Estatal de
Trabajadores de la Educación de Guerrero), comenzaron a inspeccionar el lugar y
a buscar a cualquier otro alumno oculto tras la balacera. Asimismo, daban
entrevistas a la prensa que iba llegando por el primer ataque en contra de sus
compañeros. Seguían en el lugar alrededor de la medianoche cuando fueron
atacados una vez más por un grupo que llegó de repente y que, según testigos
presenciales, disparaba ráfagas en su contra. En este ataque fallecieron dos
estudiantes más, llamados Julio César Ramírez Nava y Julio César Mondragón
Fuentes; mientras que el resto huía en desbandada y se ocultaba en los cerros
circundantes o en las azoteas de las casas de Iguala.
Casi al mismo tiempo, a la salida de Iguala, en la autopista a Chilpancingo, otro
grupo de policías disparó contra un autobús que transportaba a los integrantes del
equipo de fútbol Avispones de Chilpancingo, de la tercera división. El equipo de
fútbol no estaba involucrado en los hechos y aparentemente fue confundido por la
policía como otro autobús más del convoy de los estudiantes normalistas. Este
equipo era de Chilpancingo e iba de regreso a su sede tras un partido como visitante
en Iguala. En este ataque perecieron tres personas: David Josué García
Evangelista (de 15 años de edad, uno de los futbolistas), Blanca Montiel Sánchez
(pasajera de un taxi que pasaba por el lugar) y Víctor Manuel Lugo Ortiz (chofer del
autobús que conducía a los jugadores de vuelta a Chilpancingo). El director técnico
del equipo resultó herido y fue internado grave.
Investigación oficial
La mañana del día 27 de septiembre elementos del Ejército Mexicano encontraron
a las 11 horas el cuerpo de Julio César Mondragón, uno de los normalistas muertos
en el segundo ataque. Su rostro había sido desollado. Los primeros informes
reportaron la desaparición de 57 estudiantes de la Escuela Nacional Rural de
Ayotzinapa presuntamente atacados y secuestrados por policías municipales
de Iguala. El 30 de septiembre, se informó que 14 de ellos se encontraban salvos
en sus casas, mientras que 43 permanecían en calidad de desaparecidos. Ese
mismo día, se señaló al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, como
presunto autor intelectual de las desapariciones forzadas y como el responsable de
dirigir desde un radio a fuerzas policíacas del Estado para proceder con los actos
del 26 de septiembre. El 29 de septiembre, Abarca dijo que él había ordenado a la
policía no atacar a los normalistas, a quienes acusó de pretender atacar a los
invitados que estarían presentes en el segundo informe del DIFmunicipal, del cual
su esposa, María de los Ángeles Pineda, era la presidenta.
La búsqueda de los 43 estudiantes por parte de padres de familia junto con
normalistas, que fueron resguardados por elementos de la Fuerza Estatal, inició el
mismo 29 de septiembre, intensificando el operativo al buscar posibles cadáveres
en fosas comunes.
El sábado 4 de octubre se descubrió en los alrededores de Iguala una fosa
clandestina con 28 cadáveres sepultados en ella. Eventualmente los análisis
forenses dictaminaron que estos cuerpos no correspondían con ninguno de los 43
normalistas desaparecidos ignorándose hasta la fecha la identidad de los cuerpos.
El día 8 de octubre fueron detenidos en Cuernavaca, Morelos, Osvaldo Ríos
Sánchez y su hermano Miguel Ángel, sospechosos de haber participado en la
desaparición. Los hermanos Ríos Sánchez confesaron su involucramiento y el
haber estado bajo las órdenes de Ángel Casarrubias Salgado, uno de los líderes de
Guerreros Unidos. Al día siguiente la PGR encontró otras 4 fosas con ocho
cadáveres en total en el paraje de La Parota, en la localidad de Pueblo Viejo,
Guerrero. Sin embargo, estos hallazgos tampoco correspondían con los 43
normalistas desaparecidos.
Jesús Murillo Karam, procurador general de la República, informó el 13 de octubre
de 2014 que aparentemente elementos de la Policía de Iguala, tras arrestar a los 43
estudiantes desaparecidos, siguieron instrucciones de Abarca y entregaron a los
detenidos a oficiales de la Policía del vecino municipio de Cocula. A su vez, estos
policías de Coculaprocedieron a entregar a los estudiantes a miembros del cártel de
los Guerreros Unidos.
De acuerdo a testimonios de los hermanos Ríos Sánchez, Ángel Casarrubias
Salgado habría dado la orden de matar a los estudiantes entregados a los Guerreros
Unidos, aparentemente en la creencia de que entre los estudiantes normalistas se
encontraban infiltrados elementos del cártel rival de Los Rojos.
Según declaraciones de otros miembros capturados de los Guerreros Unidos, los
estudiantes fueron llevados al basurero municipal de Cocula hacinados en dos
camionetas. Al arribar, quince de los estudiantes habían muerto de asfixia al bajarlos
debido al hacinamiento y las ataduras. Una vez bajados los estudiantes
sobrevivientes de las camionetas, se interrogó brevemente a cada uno antes de
proceder a matarlos de un balazo en la nuca. Después los tiraron a la parte baja del
basurero donde incineraron los cuerpos, haciendo relevos para vigilar el proceso y
mantener el fuego durante horas arrojando combustible a los cuerpos. Al terminar
se ordenó a los vigilantes del fuego que recogiesen las cenizas y triturasen los
huesos restantes para meterlos en bolsas de plástico y arrojarlas al río San Juan.
Informe de la Procuraduría General de la República
La Procuraduria General de la República confirmó el día 7 de noviembre de 2014,
que existen indicios de un homicidio masivo en un basurero de Cocula, Guerrero, el
cual podría corresponder a los 43 estudiantes desaparecidos el pasado 26 de
septiembre en el Estado de Guerrero. Según el testimonio de tres nuevos detenidos
que confesaron cometer el crimen.
El procurador Jesús Murillo Karam, hizo el anuncio en una conferencia de prensa
en cadena nacional. Indicó que las personas detenidas dijeron que los estudiantes
fueron asesinados después de que policías de los municipios de Iguala y Cocula los
entregaran al grupo criminal «Guerreros Unidos». Sus cadáveres fueron quemados,
después se depositaron los restos en bolsas y fueron arrojados en un río cercano.
El 27 de enero de 2015, la PGR notificó del avance de las investigaciones de la
desaparición, aclarando que era prácticamente un hecho que el grupo Guerreros
Unidos, vinculado al entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, había
secuestrado, asesinado, incinerado y desaparecido en un río, las cenizas de los 43
normalistas. De acuerdo a la versión oficial, el grupo rival antagónico de Guerreros
Unidos: Los Rojos junto con el Director de la Normal, habían alentado o apoyado a
los estudiantes a la manifestación en contra del alcalde de Iguala 6. En la confusión
de esa noche, de si eran estudiantes o del grupo rival Los Rojos o una mezcla de
ambos, el cartel de Guerreros Unidos tomó la decisión de ejecutarlos como
normalmente lo hacía con grupos antagónicos y apoyado por las autoridades de
Iguala, ante el agravio constante por los normalistas y sus frecuentes protestas,
como aquella donde incendiaron una gasolinera en un bloqueo a la autopista del
Sol, donde murió por quemaduras el empleado de la gasolinería.
Rechazo al informe
Los padres de familia y acudientes de los estudiantes y víctimas de la Escuela
Normal Rural de Ayotzinapa rechazaron la información brindada por las autoridades
federales mexicanas sobre las muertes de sus hijos y acudidos porque carecía de
un sustento científico y técnico, dijeron que sus hijos están vivos hasta que no haya
una certeza de su deceso. También en la conferencia de prensa criticaron al
presidente Enrique Peña Nieto que se disponía a realizar un viaje a la República
Popular China y a Australia cuando la crisis política por las desapariciones se
mantiene en el país. El ex candidato presidencial del izquierdista Partido de la
Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador dijo: «El gobierno
mexicano quiere dar carpetazo al crimen para que México regrese a la normalidad
como si fuese un asunto menor».
El partido conservador, Partido Acción Nacional exigió que el gobierno trabajara sin
descanso hasta que se esclarezca el asunto ante los padres de los desaparecidos,
así como con la sociedad mexicana.
Frente a estas críticas el Presidente mexicano salió al paso señalando que
mantendrá las investigaciones del crimen hasta que se aclare los hechos y se
castigue a los responsables del hecho criminal.
Reacción nacional e internacional.
Pancarta en la Biblioteca Nacional de México pidiendo justicia por el caso de
desaparición forzada en Ayotzinapa, Guerrero.
Estos eventos han causado gran indignación tanto en el ámbito nacional como en
el internacional, básicamente por los resultados tan magros de la investigación.
Diversos colectivos, organizaciones no gubernamentales, mandatarios de diversos
países, la CIDH y ciudadanos de diversas nacionalidades se han expresado por el
esclarecimiento de los hechos y castigo a los culpables.

Bibliografía:
http://ctsvcetis71.blogspot.com/2014/11/conflicto-y-violencia-asociados-los.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Pandilla
https://seguridad.nexos.com.mx/?p=34
https://prezi.com/7yftrrixih2q/que-impacto-social-ha-tenido-la-violencia-en-mexico/
http://www.umdcipe.org/conferences/DecliningMiddleClassesSpain/Papers/Valero.
pdf
https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_de_g%C3%A9nero_en_M%C3%A9xico
https://es.wikipedia.org/wiki/Desaparici%C3%B3n_forzada_de_Iguala_de_2014

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