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Psicología Social UNIDAD 4

Peter L. Berger
Thomas Luckman

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD


III. LA SOCIEDAD COMO REALIDAD SUBJETIVA

1. INTERNALIZACIÓN DE LA REALIDAD
a. Socialización primaria.

La sociedad se entiende de en término de un continuo proceso dialéctico compuesto de


tres momentos: externalización, objetivación e internalización.
El individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una predisposición hacia la
sociedad, y luego llega a ser miembro de una sociedad.
La socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa en la niñez; por
medio de ella se convierte en miembro de la sociedad. La socialización secundaria es cualquier
proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo
de su sociedad.
La socialización primaria suele ser la más importante para el individuo, y la estructura
básica de toda socialización secundaria debe asemejarse a la de la primaria.
La socialización primaria comporta algo más que un aprendizaje puramente
cognoscitivo. Se efectúa en circunstancias de enorme carga emocional. El niño se identifica
con los otros significantes en una variedad de formas emocionales; pero sean éstas cuales
fueren, la internalización se produce solo cuando se produce la identificación. Y por esta
identificación con los otros significantes el niño se vuelve capaz de identificarse él mismo.
La socialización primaria crea en la conciencia del niño una abstracción progresiva que
va de los “roles” y actitudes de otros específicos, a los “roles” y actitudes en general. Esta
abstracción de los “roles” y actitudes de otros significantes concretos se denomina el otro
generalizado. Su formación dentro de la conciencia significa que ahora el individuo se identifica
no solo con otros concretos, sino con una generalidad de oros, o sea, con una sociedad.
La formación, dentro de la conciencia, del otro generalizado señala una fase decisiva
en la socialización de la sociedad en cuanto tal y de la realidad objetiva en ella establecida, y,
al mismo tiempo, el establecimiento subjetivo de una identidad coherente y continua.
Como el niño no interviene en la elección de sus otros significantes, se identifica con
ellos casi automáticamente. El niño no internaliza el mundo de sus otros significantes como uno
de los tantos mundos posibles; lo internalizar como el mundo, el único que existe y que se
puede concebir. Por esta razón, el mundo internalizado en la socialización primaria se implanta
en la conciencia con mucho más firmeza que los mundos internalizados en socialización
secundarias.
Los contenidos específicos que se internalizan en la socialización primaria varían, claro
está, de una sociedad a otra. Algunos se encuentran en todas partes. Es, por sobre todo, el
lenguaje lo que debe internalizarse.
En la socialización primaria, pues, se construye el primer mundo del individuo.
La socialización primaria finaliza cuando el concepto del otro generalizado (y todo lo
que esto comporta) se ha establecido en la conciencia del individuo.

b. Socialización secundaria.

La socialización secundaria es la internalización de “submundos” institucionales o


basados sobre instituciones. Su alcance y su carácter se determinan, pues, por la complejidad
de la división del trabajo y la distribución social concomitante del conocimiento. A lo que aquí
nos referimos es a la distribución del “conocimiento especializado”. La socialización secundaria
es la adquisición del conocimiento específico de “roles”. Requiere la adquisición de
vocabularios específicos de “roles”, lo que significa la internalización de campos semánticos
que estructuran interpretaciones y comportamientos de rutina dentro de un área institucional.
Los “submundo” son generalmente realidades parciales que contrastan con el “mundo de base”
adquirido en la socialización primaria. Sin embargo, también ellos constituyen realidades más o
menos coherentes, caracterizadas por componentes normativos y afectivos a la vez que
cognoscitivos.
Además los submundos también requieren, por lo menos, los rudimentos de un aparato
legitimador, acompañados con frecuencia por símbolos rituales o materiales.
Los procesos formales de la socialización secundaria se determinan por su problema
fundamental: siempre presupone un proceso previo de socialización primaria; o sea, que debe
tratar con un yo formado con anterioridad y con un mundo ya internalizado.
Mientras que la socialización primaria no puede efectuarse sin una identificación con
carga emocional del niño con sus otros significantes, la mayor parte de la socialización
secundaria puede prescindir de esta clase de identificación mutua que interviene en cualquier
comunicación entre los seres humanos.
Los “roles” de la socialización secundaria comportan un alto grado de anonimato, vale
decir, se separan fácilmente de los individuos que los desempeñan. El mismo conocimiento
que enseña un maestro de tantos puede enseñarlo otro. Cualquier funcionario, por principio, es
intercambiable.

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