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ECONOMICO Y POLITICO
PRESENTADO A LA DOCENTE
Para comenzar, es conveniente recordar que vivimos en una época donde el saber y el poder,
conforman una estrecha relación de amplias implicaciones, tanto en las geoestrategias
mundiales, como en la magnitud del desarrollo de innovaciones tecnológicas a gran
escala.
Los avances tecnológicos de las últimas décadas han producido una verdadera
revolución en los campos de producción. La prestación de servicios, la educación, las
comunidades y las relaciones interpersonales, así como también en la forma como se
realizan y dirigen los procesos sociales, económicos y políticos.
Las grandes protagonistas actuales de la sociedad digital son las redes sociales. Nadie
cuestiona ya el imparable poder que están adquiriendo y la importancia que tendrán, en
no mucho tiempo, como generadoras de nuevas formaciones mundiales, que quién sabe
si transmutarán hacia nuevas y complejas asociaciones sociales universalizantes que aún
ni somos capaces de imaginar.
Para mejor comprender estas redes debemos definirlas y enmarcarlas dentro de sus
orígenes, y así captar mejor su dimensión "2.0" en todas sus posibilidades tanto en el
mundo actual como en el futuro, derivado de las repercusiones que provocarán, a corto
y medio plazo, en las generaciones venideras.
Esta realidad puede condicionar la forma en que se incorpore la perspectiva so- cial y la
influencia que esta línea de trabajo pueda llegar a tener en el desarrollo de los procesos
de evaluación del impacto de la tecnología.
Un tercer aspecto a considerar es el dispar grado de implicación del sector público en
los distintos ámbitos, hecho que puede condicionar la velocidad de desarrollo de las
distintas líneas de trabajo y su contribución a la evaluación del impacto social de los
proyectos tecnológicos. Por un lado, el sector público español ha mostrado interés en
relación al análisis de impacto en temas relacionados con el medio am- biente, y en
menor medida y más recientemente, con la ayuda al desarrollo y con la RSC, lo que ha
fomentado el desarrollo de metodologías comúnmente aceptadas. Por otro lado, la
evaluación de tecnologías no ha estado presente tan activamente en la agenda política
española y, por tanto, no ha existido el efecto demostración en este último caso.