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Tiempos modernos es un filme que tiene gran importancia para las sociedades posmodernas,

pues puede ser abordado desde muchas perspectivas críticas o descriptivas. Este largometraje que
fue grabado en 1936 por el famoso Charles Chaplin, plasma las condiciones de vida que se vivían
en Estados Unidos en la época de la gran depresión, un fenómeno que tuvo repercusiones
catastróficas para las economías occidentales de los años 30s.

A lo largo del filme se puede percibir la importancia de la industrialización y la fabricación en serie


de la economía estadounidense. Los obreros, no son más que un engrane de estas fábricas
equiparables a un sistema simple, palpable, cerrado y dinámico-mecánico. Simple porque
el equipo de trabajo no es más que la suma de los empleados, palpable porque los recursos
humanos y de producción son evidentemente tangibles, cerrado porque todo el proceso de
producción ocurre exclusivamente dentro de la factoría y “dinámico – mecánico” porque a pesar
de que existe gran actividad, ésta se repite una y otra vez.

Además de esto, se puede hacer una analogía entre un hormiguero y la clase obrera. Ésta última
es comparable a la aparente perfección con la que se mueven, organizan y viven las grandes
colonias de hormigas, sumamente trabajadoras y precisas. No hay tiempo para la pereza ni
desidia, mucho menos para la satisfacción de los deseos particulares.

En las sociedades modernas, tal parece que estas colectividades tipo hormiguero (bastante
utópicas por cierto) son las ideales. Una sociedad que se constituye por individuos configurados
con la idea de “trabajar para vivir” y que a su vez realicen lo que les corresponde hacer sin
importar los fines u objetivos particulares de las organizaciones, es lo más conveniente para el
capitalismo. Sin embargo la ilusión de esta analogía se derrumba si consideramos lo siguiente:
Mientras que las hormigas tienen un objetivo en común, (el cual es la supervivencia) los humanos
poseen objetivos íntimos, que tendrán que interponerse a los organizacionales. Si una hormiga no
cumple con lo requerido en este proceso que podemos considerar como trabajo, posiblemente la
afectación sea mínima, en cambio si un sujeto actúa de manera contraria a lo esperado las
repercusiones en el desarrollo del trabajo pueden ser catastróficas. Otra diferencia es que
mientras las colonias de hormigas se encuentran trabajando de manera conjunta para sobrevivir
durante el invierno, en un grupo de trabajo como el que plasma la película, la insatisfacción está
presente en cada uno de los empleados, de tal manera que las condiciones de trabajo se tornan
aún más difíciles.

Los obreros en el sistema industrial y económico planteado en la historia del filme son adyacentes
a engranes de la maquinaria. Su concepción como sujetos está opacada por las circunstancias que
les envuelven. Ellos buscan obtener lo necesario para vivir por medio de su trabajo, mientras que
el capitalista desea acumular e incrementar sus riquezas, en parte gracias al excedente originado
mediante la aplicación de la fuerza de trabajo. De tal forma que los trabajadores se convierten en
fetiches. Marx habla de este fenómeno en su obra “El capital” donde explica cómo el mundo de
las mercancías se contrapone al humano en las sociedades mercantilistas. Cuando se habla en
occidente de cierto producto, se le acostumbra adjudicar ciertas cualidades, como si éste tuviese
una personalidad, además, pocas veces se reflexiona o se habla sobre su fabricación. Tal parece
que la relación entre la mano de obra y el producto es inexistente.

La mano de obra se vende a sí misma como una herramienta más y los objetos adquieren
propiedades sociales, es decir las cosas adquieren un estado subjetivo y los sujetos se asumen
como cosas-mercancías. Probablemente sea cómodo hablar de mercancías, de productos o de
venderse uno mismo a una organización, pues así se disfrazan muchas verdades y las relaciones
de poder y explotación se convierten en simples fantasmas. En el filme hay una metáfora evidente
relacionada con esto pues el personaje principal queda dentro de la máquina, consolidándose al
engranaje que hace funcionar todo el sistema. De tal forma que las relaciones humanas parecen
estar veladas por las relaciones con los objetos.

De manera cómica se puede observar la obsesión del capitalista por la productividad de sus
empleados. La escena de la máquina alimentadora es la prueba, pues con ésta se planea
aprovechar en absoluto la estancia de los empleados en la fábrica y evitar tiempos improductivos.
El concepto de tiempo es limitado a la duración del rendimiento del trabajador, previamente
medido y estandarizado. El tiempo es todo y el hombre es nada, pues las cualidades psicológicas
se borran del sujeto en este proceso mecánico que somete con sus propias leyes al obrero.

Chaplin, aparece interpretando a un despistado obrero metalúrgico que trabaja bajo condiciones
sumamente desgastantes ajustando tuercas a una serie de piezas que pasan sin cesar por una
banda. Genera conflictos con sus compañeros, totalmente concentrados en su trabajo,
manteniendo firmemente la relación hombre-máquina. Posteriormente nuestro trágico personaje
sufre una crisis nerviosa o algo por el estilo, que lo hace atornillar todo lo que encuentra a su
paso. Después de recibir una intervención del médico, que le recomienda evitar emociones
fuertes, Charlotte (Charles Chaplin) es acusado por accidente de ser partícipe de una
manifestación comunista y es encarcelado. No hace falta considerar que esta escena es bastante
atrayente, pues demuestra lo que ocurría en los años 30s. El comunismo era considerado un
crimen, pues se oponía totalmente a los principios del conservadurismo americano, como es el
individualismo, la propiedad privada, la religión o el libre mercado. Esta ideología anticomunista
constituye parte fundamental de las políticas de los Estados Unidos y de sus aliados, (la OTAN) y
por su puesto del liberalismo clásico.

Desde mi punto de vista, la película describe en su máxima expresión los planteamientos del
Taylorismo y Fordismo, es decir la eliminación absoluta de tiempos improductivos y la producción
en cadena. En la fábrica se encuentran los cronómetros que determinan la duración precisa de
cada tarea y se aprecia la delimitación del trabajo en los procesos de producción masiva. Todo
esto conlleva a la en-ajenación de los empleados en el proceso de trabajo, pues las ganancias de lo
producido no se comparten con los empleados. Después de realizar este análisis me pregunto
acerca de la posición del proletario. ¿Es acaso un espectador impotente a la forma de vida que se
impone ante él, o un ser no contemplativo que se limita exclusivamente a formar parte del
engranaje?

En 1913 sobrevino un movimiento obrero que estaba en contra de la utilización del sistema de
Taylor, debido a la disminución de salarios y a la explotación extrema en las jornadas laborales. En
este tiempo, el modelo fordista comienza a tomar fuerza y a “cambiar” la estructura industrial. Ya
no se requería emplear la totalidad de la fuerza de trabajo pues se comienzan a generar
estrategias de expansión de mercado y esto deriva en la creación de la clase media estilo
estadounidense, la cual es integrada mayoritariamente por los obreros especializados. El fordismo
es conveniente si los salarios promedio permiten la adquisición de los productos hechos de
manera masiva. Esto se ejemplifica en el filme durante la escena de “la casita” donde Charlotte y
la joven huérfana aspiran a tener un hogar como el de la pareja de clase media que se despide
afuera de su morada. O mejor aún, en la escena de la tienda se encuentra plasmado el anhelo de
la chica huérfana en tener todas las comodidades a las que no tiene acceso, como la bata de
dormir y un reconfortante lecho.

El desempleo es proyectado en el filme como la causa de muchos problemas sociales, ya que si la


gente no posee recursos para sobrevivir se ve obligada a robar y a vivir en condiciones
paupérrimas. Es por eso que cuando Charlotte se entera de la posibilidad de regresar a trabajar
acude sin pensarlo, pues trabajar representa la posibilidad de tener un lugar decoroso donde vivir
y de adquirir lo necesario para subsistir. Tal parece que la explotación es el único camino, pues de
no serlo, se corre el riesgo de morir económicamente. ¿Y se puede vivir en estos tiempos
modernos sin dinero? Entonces se puede inferir que hablar de muerte económica es lo mismo que
hablar simplemente de muerte.

La película concluye con la imagen de los protagonistas caminando con un espíritu de superación,
dispuestos a sobrevivir pese a la adversidad, después de que Chaplin pronuncia la frase: “Nunca te
des por vencida, nos las arreglaremos”. Este optimismo se ha convertido en el destino de la
sociedad entera, un slogan que curiosamente sostiene la ideología neoliberal del siglo XXI.

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