Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Bajo el lema "La Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del Cambio
Climático y la Bioenergía", el Día Mundial de la Alimentación se centra en el impacto
de estos dos factores en el campo de la alimentación y la seguridad alimentaria. Según
la FAO, son ya una realidad, por lo que las estrategias de adaptación han pasado a ser
una cuestión urgente, especialmente en los países pobres más vulnerables, donde viven
la mayoría de casi los 900 millones de personas afectadas por el hambre. Los progresos
hacia la consecución del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de
reducir su número a la mitad para el año 2015 se han paralizado.
Lo que se plantean los expertos es cómo actuar frente las amenazas planteadas por el
cambio climático. En este sentido, las acciones deben asegurar el acceso a agua potable,
a los alimentos seguros y a dar respuesta a la aparición de enfermedades.
Adaptación al clima
El cambio climático es un hecho que nos afecta a todos, aunque con consecuencias
mucho más dramáticas en las poblaciones más vulnerables, principalmente pequeños
agricultores, ganaderos y pescadores en vías de desarrollo. Pero, ¿cómo afecta en la
seguridad de los alimentos? La alteración del clima afecta a la idoneidad de las tierras
para diferentes tipos de cultivos y ganado, y perjudica también la salud y la
productividad de la agricultura, ganadería y la pesca, así como a la biodiversidad de las
especies, y aumenta la incidencia de plagas y enfermedades.
Los cambios de temperatura, humedad y gases atmosféricos pueden impulsar las tasas
de crecimiento y generación de plantas, hongos, insectos y microorganismos. Aunque es
difícil estimar todos sus efectos, estos hechos pueden ser causa de la expansión de
enfermedades de origen alimentario y, muy especialmente, las relacionadas con la
sanidad animal y vegetal. Y es que la posibilidad de que se alteren las interacciones
entre las plagas y sus enemigos naturales como consecuencia de los cambios de clima
obligará a desarrollar nuevas prácticas agrícolas, a variar los tipos de cultivo y las razas
de animales resistentes a plagas o enfermedades.
Algunos de los cambios sugeridos indican que podrían verse modificadas las prácticas
en la producción vegetal, con el consiguiente uso creciente de agroquímicos y la
aparición de nuevos desafíos. Además, indican que los brotes recientes de lengua azul
confirmados en el norte de Europa podrían ser también un indicador de lo que podría
avecinarse en un futuro. Pero uno de los puntos más preocupantes es el agua, ya que nos
enfrentaremos a condiciones cada vez menos previsibles y de mayor variabilidad en el
abastecimiento, con una mayor frecuencia de periodos de sequía e inundaciones, por lo
que será necesario mejorar la productividad, el almacenamiento y la gestión para
intentar garantizar no sólo su mero suministro sino también su salubridad.
Según el informe "IPCC fourth assessment report: climate change 2007", la seguridad
de los alimentos está en peligro como resultado del aumento de 0,74º C de la
temperatura superficial en los últimos 100 años. En los próximos años, este aumento
podría situarse entre los 2,3º C y los 6º C, lo que repercutirá en cambios en el agua y en
el valor nutritivo y la calidad de los alimentos. Según las previsiones, los cultivos de
cereales, unos de los más vulnerables a estos cambios, podrían llegar a disminuir hasta
un 30% en Asia a mediados del siglo XXI.
Biocombustibles
Por otro lado, el otro punto sobre el que la FAO ha llamado la atención, la creciente
demanda de biocombustibles, repercute en una menor disponibilidad de suelo dedicado
a los cultivos tradicionales y encarece el precio de los alimentos, por lo que resulta otro
elemento determinante de inseguridad alimentaria en el mundo. Datos del Instituto de
Investigación Internacional de Política Alimentaria (IFPRI) apuntan que si el desarrollo
de combustible biológico excede las cifras actuales en 2020, la disponibilidad de los
alimentos disminuirá y aumentará la desnutrición infantil.
Actualmente se usa una amplia gama de fuentes de la biomasa para producir energía.
Algunas de las más novedosas son el etanol, el biodiesel y el biogás, que dependen
todas ellas de la vegetación natural. El etanol, por ejemplo, se puede elaborar a partir de
los azúcares de la remolacha o la caña de azúcar o de los granos de maíz y trigo. El
biodiesel, en cambio, procede de las grasas vegetales o animales. Las investigaciones
ahora van encaminadas a buscar fuentes de energía procedentes de cultivos no
alimentarios, como hierbas o madera, aunque son más difíciles de procesar que el
almidón o el azúcar.
Bibliografia
http://creas.bligoo.com/content/view/299867/Desafios-mundiales-para-la-
alimentacion.html