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El cambio climático y el desarrollo de los biocombustibles amenazan el acceso de

millones de personas a recursos alimenticios suficientes. Fuente: Consumer Eroski

Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, hoy jueves 16 de


octubre, numerosos organismos, entre los que se encuentra la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ponen de relieve la
problemática actual y alertan de los futuros peligros que se ciernen sobre este campo.
Hacen especial hincapié en la seguridad alimentaria, entendida como la situación en la
que todas las personas tienen, en todo momento, acceso a suficientes alimentos inocuos
y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y llevar una vida activa y sana.

Bajo el lema "La Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del Cambio
Climático y la Bioenergía", el Día Mundial de la Alimentación se centra en el impacto
de estos dos factores en el campo de la alimentación y la seguridad alimentaria. Según
la FAO, son ya una realidad, por lo que las estrategias de adaptación han pasado a ser
una cuestión urgente, especialmente en los países pobres más vulnerables, donde viven
la mayoría de casi los 900 millones de personas afectadas por el hambre. Los progresos
hacia la consecución del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de
reducir su número a la mitad para el año 2015 se han paralizado.

El calentamiento del planeta y el creciente desarrollo de los biocombustibles amenazan


con aumentar incluso el número de personas hambrientas y subnutridas, las más
perjudicadas por la inseguridad alimentaria en las próximas décadas. Una situación
paradójica porque, mientras tanto, los países desarrollados, garantizada su
disponibilidad, concentran sus esfuerzos en obtener alimentos inocuos y de buena
calidad y destinan gran cantidad de recursos, tanto económicos como humanos, en la
búsqueda de procesos de producción más seguros y herramientas de control más fiables.

Lo que se plantean los expertos es cómo actuar frente las amenazas planteadas por el
cambio climático. En este sentido, las acciones deben asegurar el acceso a agua potable,
a los alimentos seguros y a dar respuesta a la aparición de enfermedades.

Adaptación al clima

El cambio climático es un hecho que nos afecta a todos, aunque con consecuencias
mucho más dramáticas en las poblaciones más vulnerables, principalmente pequeños
agricultores, ganaderos y pescadores en vías de desarrollo. Pero, ¿cómo afecta en la
seguridad de los alimentos? La alteración del clima afecta a la idoneidad de las tierras
para diferentes tipos de cultivos y ganado, y perjudica también la salud y la
productividad de la agricultura, ganadería y la pesca, así como a la biodiversidad de las
especies, y aumenta la incidencia de plagas y enfermedades.

Los cambios de temperatura, humedad y gases atmosféricos pueden impulsar las tasas
de crecimiento y generación de plantas, hongos, insectos y microorganismos. Aunque es
difícil estimar todos sus efectos, estos hechos pueden ser causa de la expansión de
enfermedades de origen alimentario y, muy especialmente, las relacionadas con la
sanidad animal y vegetal. Y es que la posibilidad de que se alteren las interacciones
entre las plagas y sus enemigos naturales como consecuencia de los cambios de clima
obligará a desarrollar nuevas prácticas agrícolas, a variar los tipos de cultivo y las razas
de animales resistentes a plagas o enfermedades.

Algunos de los cambios sugeridos indican que podrían verse modificadas las prácticas
en la producción vegetal, con el consiguiente uso creciente de agroquímicos y la
aparición de nuevos desafíos. Además, indican que los brotes recientes de lengua azul
confirmados en el norte de Europa podrían ser también un indicador de lo que podría
avecinarse en un futuro. Pero uno de los puntos más preocupantes es el agua, ya que nos
enfrentaremos a condiciones cada vez menos previsibles y de mayor variabilidad en el
abastecimiento, con una mayor frecuencia de periodos de sequía e inundaciones, por lo
que será necesario mejorar la productividad, el almacenamiento y la gestión para
intentar garantizar no sólo su mero suministro sino también su salubridad.

Tal y como reconoce la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), y como


se ha demostrado hasta ahora, el cambio climático lleva implícitos nuevos desafíos en el
área de los alimentos y su seguridad. Por este motivo, desde esta autoridad trabajan para
determinar los riesgos futuros y desarrollar sistemas adecuados para identificar, analizar
y abordar estos problemas. Con lo que ya se cuenta es con el programa EMPRES
(Sistema de Prevención de Enfermedades Transfronterizas para animales y plantas),
cuyo objetivo es recoger y analizar toda la información para una detección temprana de
problemas relacionados con la seguridad de los alimentos.

Según el informe "IPCC fourth assessment report: climate change 2007", la seguridad
de los alimentos está en peligro como resultado del aumento de 0,74º C de la
temperatura superficial en los últimos 100 años. En los próximos años, este aumento
podría situarse entre los 2,3º C y los 6º C, lo que repercutirá en cambios en el agua y en
el valor nutritivo y la calidad de los alimentos. Según las previsiones, los cultivos de
cereales, unos de los más vulnerables a estos cambios, podrían llegar a disminuir hasta
un 30% en Asia a mediados del siglo XXI.

Biocombustibles

Por otro lado, el otro punto sobre el que la FAO ha llamado la atención, la creciente
demanda de biocombustibles, repercute en una menor disponibilidad de suelo dedicado
a los cultivos tradicionales y encarece el precio de los alimentos, por lo que resulta otro
elemento determinante de inseguridad alimentaria en el mundo. Datos del Instituto de
Investigación Internacional de Política Alimentaria (IFPRI) apuntan que si el desarrollo
de combustible biológico excede las cifras actuales en 2020, la disponibilidad de los
alimentos disminuirá y aumentará la desnutrición infantil.

Actualmente se usa una amplia gama de fuentes de la biomasa para producir energía.
Algunas de las más novedosas son el etanol, el biodiesel y el biogás, que dependen
todas ellas de la vegetación natural. El etanol, por ejemplo, se puede elaborar a partir de
los azúcares de la remolacha o la caña de azúcar o de los granos de maíz y trigo. El
biodiesel, en cambio, procede de las grasas vegetales o animales. Las investigaciones
ahora van encaminadas a buscar fuentes de energía procedentes de cultivos no
alimentarios, como hierbas o madera, aunque son más difíciles de procesar que el
almidón o el azúcar.

Seguridad Alimentaria Mundial


El Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO, con representantes de más
de 100 países y numerosas organizaciones, se reunirá en Roma coincidiendo con estas
fechas (del 14 al 17 de octubre de 2008) para evaluar las tendencias de la seguridad
alimentaria y la situación nutricional en el mundo. La FAO ya acogió la Conferencia de
Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, "Los Desafíos del Cambio
Climático y la Bioenergía" a principios de junio de 2008. La Cumbre concluyó con la
adopción por aclamación de una declaración sobre la Seguridad Alimentaria Mundial.

Para celebrar el Día Mundial de la Alimentación, durante el mes de octubre tendrán


lugar diferentes eventos en todo el mundo, desde África, Latinoamérica y un buen
número de países de Asia, hasta la mayoría de los países europeos. En colaboración con
la Liga Europea de Fútbol Profesional (LEFP), la FAO lanzará en Roma su campaña del
Fútbol Profesional contra el Hambre.

Bibliografia
http://creas.bligoo.com/content/view/299867/Desafios-mundiales-para-la-
alimentacion.html

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