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4.

1 La señal de video
A diferencia de otros modelos de representación visual como el cinematógrafo, que generan una imagen
fotoquímica obtenida tras procesos de laboratorio, la imagen que vemos en televisión es una imagen
eléctrica. La señal de vídeo/televisión se basa en la posibilidad de convertir las variaciones de intensidad
de luz en variaciones de intensidad eléctrica a partir de la existencia de materiales fotosensibles que ven
variadas sus características al incidir sobre ellos la luz.

A grandes rasgos el proceso es el siguiente: supongamos una cámara de televisión que enfoca la imagen
de un objeto iluminado. Dentro de la cámara se encuentra un tubo de cristal -el tubo de cámara- que
contiene en su parte anterior una superficie sensible a la luz, llamada target, y en su parte posterior un
cátodo que lanza electrones desde atrás contra el target.

La óptica de la cámara recoge las imágenes exteriores y las enfoca sobre el targeto mosaico sobre el
que incide la luminosidad de la imagen real; en cada punto del target, que está compuesto de un material
que reacciona a la luz generando electricidad, se generan distintas intensidades en forma de cargas
eléctricas, proporcionales a las luces y las sombras que le llegan. Un ejemplo: cuando se enfoca sobre el
target un personaje con chaqueta negra y pantalones blancos, la luz reflejada por la chaqueta crea una
pequeña carga, mientras que la de los pantalones será de gran densidad.

En la parte posterior hay un cañón de electrones o cátodo que ‘se dispara’ sobre el target y los
electrones ‘disparados’ van detectando, dirigidos por unas potentes bobinas electromagnéticas o bobinas
de deflexión, la intensidad de la luz en cada punto, transformando esa luz en una señal eléctrica que
varía de intensidad según varía el brillo de los puntos de la imagen. Esa señal eléctrica recibe el nombre
de señal de vídeo.

Esta señal de vídeo es la base de la imagen de televisión; una vez amplificada y sometida a una serie de
procesos puede transmitirse a distancia bien por ondas, terrestres o vía satélite, bien por cable. En el
televisor, la señal de vídeo realiza el proceso inverso que permite que la electricidad de la señal se
transforme en las imágenes que vemos.

La señal de video se compone del pico de blancos, que corresponde a la máxima señal de luminosidad;
el pico o nivel de negro, que corresponde a la mínima intensidad lumínica; y de una serie de impulsos
cuya función consiste en sincronizar todos los elementos que intervienen en la creación de la imagen,
entre otros: Impulso de sincronismo horizontal, que señala el inicio de lectura de cada una de las
líneas; impulso de sincronismo vertical, que señala el inicio de cada campo, como veremos a
continuación.

En realidad, si te acercas con una buena lupa al televisor, verás que una imagen de televisión está
formada por pequeñas celdas agrupadas en líneas. Si en la habitación a oscuras te colocas a cierta
distancia del televisor y giras completamente la cabeza hacia un lado, podrás apreciar por el rabillo del ojo
(no mires hacia la pantalla) el parpadeo que produce el haz de electrones al dibujar las líneas a gran
velocidad. Ese parpadeo, aunque no es fácilmente perceptible, es el que hace que tus ojos se sientan
cansados si ves la televisión durante mucho tiempo o si la ves en un habitación demasiado oscura.

Para conseguir la perfecta sensación del movimiento sin ningún centelleo es necesario que la señal de
vídeo se produzca con una determinada frecuencia temporal. La imagen de televisión es explorada por
el haz de electrones de la cámara o del televisor en el sistema estándar español PAL de 625 líneas, a
una frecuencia de 25 veces cada segundo. Lo anterior quiere decir que cada imagen completa de
televisión tiene 625 líneas que se renuevan 25 veces cada segundo con una regularidad absoluta. Cada
una de esas imágenes recibe el nombre de cuadro o frame y sería el equivalente al fotograma en cine.

Sin embargo, en sentido estricto, la imagen se forma por un barrido del haz de electrones que va
alternando el grupo de líneas pares con el grupo de líneas imapres. Así cada una de esas 25 imágenes
por segundo son en realidad dos grupos de líneas, llamados campos o semi-imágenes, de 312,5 líneas
cada uno, renovadas a la frecuencia de 50 tramas o campos por segundo. Este procedimiento recibe el
nombre de barrido entrelazado.

4.2 La ingeniería del vídeo: televisión de color


La televisión como el cine nació en blanco y negro. Más tarde surgieron las denominadas normas de
color, NTSC adoptada en Estados Unidos y en Japón, PAL en gran parte de Europa y SECAM sobre todo
en Francia, y algunos países de Europa del Este. Sin embargo, cuando comenzaron a proliferar en los
hogares los aparatos en color (genéricamente: en los años sesenta en Estados Unidos y en los setenta en
Europa) los ingenieros debieron encontrar una completa compatibilidad entre los aparatos
monocromáticos y los de color. Entre otras cosas porque durante muchos años era frecuente que parte
de la programación se emitiera en color y otra en blanco y negro. La operación tecnológica y comercial
consistió en que todo propietario de un televisor en blanco y negro pudiera recibir la señal de televisión
aunque ésta fuera emitida por la cadena en color.

Para ello se trataba de que si en blanco y negro las cámaras y los televisores operaban con un único tubo
que trabajaba tan sólo con la información de brillo, conocida como luminancia; en color la señal de
televisión procesa por separado dos tipos de señales: la mencionada luminancia y la crominancia que
indica el tono y saturación en cada punto de color. El ‘truco’ consiste en que en la televisión en color la
luminancia se crea a partir de la adición de tres señales de color. La luminancia está formada por un
porcentaje de los tres colores fundamentales: un 30% de la señal roja (R), un 59% de la señal verde (G)
y un 11% de la señal azul(B).

Obviamente, el color obliga a la cámara a poseer no un tubo de imagen, sino tres, siendo cada uno de
ellos correspondiente a uno de los tres colores en los que se descompone la imagen. En suma que, al
salir de los tubos de cámara tenemos tres señales, RGB, que se envían a una matriz que extrae la señal
de luminancia por un lado (nominada por los ingenieros como Y) y dos señales que sumadas son la
crominancia (C). Sólo son necesarias dos señales porque el tercer color se obtiene de la luminancia y
estas dos señales de diferencia de color. Si se mezclan las señales Y/C se obtiene la señal de video
compuesto que se puede modular en radiofrecuencia y transmitir fácilmente por ondas hertzianas.

En los años 80 se desarrolló la técnica CCD (Charge Coupled Device; Dispositivo de carga de
acoplamiento). El funcionamiento técnico del dispositivo se basa en unos circuitos integrados formados
por elementos fotosensibles dispuestos en columnas y filas. En cada punto de intersección se halla un
punto sensible a la luz incidente, llamado píxel; a su vez esa luz es capaz de generar cargas eléctricas de
una tensión proporcional a la luz que recibe: más brillo, más densidad de carga. En los CCD, cada fila
corresponde a una línea de video; el detalle y la resolución será proporcionalmente mayor según sea el
número de píxeles.

La ligereza y menor tamaño de los sensores CCD, su carácter robusto y resistente a golpes y vibraciones
ha permitido diseñar cámaras más pequeñas que paulatinamente han arrinconado hasta su práctica
desaparición a los tubos de cámara.

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