Sunteți pe pagina 1din 2

LA NOVELA REALISTA Y NATURALISTA DEL SIGLO XIX

Durante el siglo XIX España vive uno de los períodos más agitados de su historia. Entre
los acontecimientos más importantes del último tramo están: una revolución liberal, “La
Gloriosa”, que consiguió destronar a Isabel II; la efímera Primera República y restauración de
la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII. Por otro lado, entre los cambios sociales
que se producen destaca el dominio de la burguesía, el desarrollo de la industria y el comercio,
hay un crecimiento del proletariado urbano y con él las primeras ideas socialistas y los primeros
movimientos obreros. Se crea en 1876 la prestigiosa Institución Libre de Enseñanza, centro
educativo comprometido con la renovación pedagógica, cultural y social de España. Es un
tiempo, también, de renovación en el mundo de las ideas y de la ciencia: el positivismo
filosófico que rechaza todo lo que no proceda de la experiencia; teorías de Darwin y teorías de
Méndel sobre la herencia biológica.

En la LITERATURA surgen el Realismo y el Naturalismo. El término realismo


aparece en Francia para designar obras pictóricas con sencillas escenas cotidianas. Como
movimiento literario sus inicios se sitúan en torno a 1850, y persigue la representación de la
realidad inmediata con exactitud y objetividad, alejándose del idealismo, subjetividad y
tendencia al escapismo de los románticos.

En esta época la novela es el género literario dominante pues se considera el vehículo


más apropiado para reflejar la sociedad del momento. Tiene influencia de la narrativa francesa
(Balzac, Flaubert) y de otros autores como el inglés Dickens o los rusos Tolstói y Dostoievski.

La narrativa realista se caracteriza por: representar la realidad inmediata, lo cotidiano, tras


labor de observación y documentación; expresarse con objetividad; dar mucha importancia a la
descripción, a la caracterización y a veces también al estudio psicológico de los personajes;
describir gran variedad de ambientes, urbanos y rurales y preferentemente regionales (Madrid,
Andalucía, Galicia, etc.); según los autores, idealizar la realidad y los conflictos que surgen
entre el individuo y la sociedad (Pereda, Palacio Valdés) o plantear una visión más crítica
(Galdós, Clarín); presentar un lenguaje directo, sencillo, sin artificios y distintos registros
lingüísticos dependiendo de la condición de los personajes. El ideal de objetividad hace que el
novelista adopte una actitud de cronista y tienda a desaparecer, pero no siempre, también
aparece un narrador que conoce el ambiente y el mundo interior de los personajes
(omnisciente). En algunas novelas se percibe una intención moral o social, lo que hace que
sea frecuente la novela de tesis.

El Naturalismo es una tendencia literaria derivada del Realismo, cuyos postulados y


concepciones lleva al extremo. Arraigó especialmente en Francia con Émile Zola.
El escritor naturalista incorpora una visión materialista y determinista del ser humano, al que
presenta condicionado por los aspectos biológicos y el medio. En su narrativa destaca los
aspectos más degradados y bajos del individuo y recrea con detalle los ambientes sórdidos y
desagradables.
En España no existió una verdadera concepción naturalista como en Francia. Se pueden
apreciar, sin embargo, algunas influencias en autores como: E. Pardo Bazán, Galdós, Clarín, y
Blasco Ibáñez, el más naturalista de nuestros narradores.
Entre los novelistas del Realismo, que en algún momento participaron del Naturalismo,
sobresalen principalmente:

Galdós cuya producción narrativa es amplia. Escribe los Episodios nacionales donde
plasma un panorama histórico-novelesco de la España del siglo XIX. Destacan: Trafalgar,
Zaragoza o Bailén.

Sus novelas que reflejan una mentalidad progresista y liberal pueden agruparse en: a) Novelas
de la primera época (hasta 1880): llamadas novelas de tesis y de intención social donde
escribe comprometidamente contra la intolerancia, el fanatismo y la hipocresía. Doña Perfecta
es una obra centrada en el problema de la intolerancia político-religiosa y Marianela es una
novela de carácter más idealista. b) Novelas españolas contemporáneas (1881-1915) que en
conjunto constituyen una especie de “comedia humana” de la vida madrileña, con algunos
aspectos naturalistas. De este período son Fortunata y Jacinta, obra larga y compleja donde
nos presenta el Madrid comercial de la época, la moral de clase y el espacio socio-económico
de la burguesía; Miau y Misericordia que refleja los ambientes más miserables, sórdidos y
desoladores de la capital española

Clarín de ideas progresistas, una vasta cultura y una gran formación cultural, escribió
cuentos y relatos cortos: Pipa y Adiós, Cordera y dos novelas: La Regenta y Su único hijo. La
primera (1885) es considerada una de las obras cumbre de la narrativa realista. Nos presenta un
cuadro humano y social que agoniza en la rutina de una ciudad provinciana (Vetusta, nombre
figurado de Oviedo donde vivió la mayor parte de su vida), y de una sociedad degradada e
hipócrita, falta de auténticos valores religiosos, morales, sociales y políticos. Es la sociedad
española de la época la que critica. Tiene tintes naturalistas; sobresale también por el humor y
la ironía; las minuciosas y plásticas descripciones y la riqueza de los diálogos.

Junto a Galdós y Clarín destacaron otros escritores y obras realistas: Juan Valera, autor
atípico, pues sus novelas, entre ellas Juanita la larga, se han considerado más idealistas que
realistas; José María de Pereda que escribe un tipo de novela regional, por ejemplo Peñas
arriba, en la que describe ambientes de su tierra natal, Cantabria; Emilia Pardo Bazán, autora
de Los pazos de Ulloa de corte naturalista; Vicente Blasco Ibáñez, autor de La barraca
ambientada en su Valencia natal y también de tono naturalista.

S-ar putea să vă placă și