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marzo de 1839 entre las tropas del gobernador de Entre Ríos, brigadier Pascual Echagüe,
leal al gobernador de Buenos Aires al frente de las relaciones exteriores de Argentina,
brigadier Juan Manuel de Rosas, y las del gobernador de Corrientes coronelGenaro Berón
de Astrada.
Beligerantes
Confederación Unitarios
Argentina Corrientes
Entre Ríos
Contingentes de:
Santa Fe
Buenos Aires
Comandantes
Pascual Echagüe Genaro Berón de
Astrada †
Fuerzas en combate
Bajas
AntecedentesEditar
Berón de Astrada, enfrentado con Rosas por la negativa porteña a permitir la libre
navegación de los ríos, medida que perjudicaba el comercio y el desarrollo de la provincia
de Corrientes, había llegado a un trato con el presidente uruguayo, brigadier Fructuoso
Rivera para declarar la guerra personalmente a Rosas. El mediador del encuentro había sido
el unitario Salvador María del Carril. Echagüe, que — al igual que el depuesto gobernador
santafesino Domingo Cullen — había prestado en un primer momento apoyo a los
conjurados, comunicó el pacto a Rosas y fue destacado por éste para hacer frente al
alzamiento correntino. El tratado incluía entre sus cláusulas que Rivera aportaría con 2.000
hombres propios y Berón de Astrada 4.000 correntinos, de estos últimos 1.000 quedarían
protegiendo la provincia y el resto marcharía con Rivera en contra de Rosas.[1] El caudillo
oriental tenía en ese momento 4.000 hombres propios más unos
2.000 mercenarios europeos, principalmente catalanes, por lo que podría formar una tropa
de unos 9.000 hombres contra Rosas.[2] Sin embargo, Rivera no cumplió con su promesa y
Berón de Astrada emprendió la campaña por su cuenta. En ese momento Echagüe tenía
solo 2.000 hombres en armas viéndose obligado a llamar a milicianos y reservistas (en total
en su provincia había entre 7.000 y 8.000 hombres en edad militar).[1]
Tras tener noticia de la declaración de guerra, efectuada el 28 de febrero precedente, y
luego de haber concentrado sus efectivos a orillas del arroyo Calá, Echagüe avanzó sobre
territorio correntino con casi 6.000 hombres (360 infantes y 5.500 jinetes), incluyendo
contingentes de milicianos de Santa Fe y Corrientes,[3] y dos cañones, con intención de
impedir que las tropas correntinas y las uruguayas llegasen a formar un frente común.
Berón de Astrada había concentrado sus fuerzas en el arroyo Mocoretá. Contaba unos 5.000
hombres aproximadamente (450 soldados de a pie y 4.500 jinetes) y tres piezas de artillería.
Sus tropas eran en su mayoría inexpertas, entre 2.500 y 3.000 eran milicianos y sólo 500
veteranos,[4] con el agravante para los correntinos que muchos de ellos se
consideraban federales, se encontraban contrariados al verse mandados por jefes y
oficiales unitarios, entre ellos el coronel Manuel Olazábal, nombrado jefe de Estado Mayor
del ejército.
La batallaEditar
Ante el avance enemigo, Astrada retrocedió desde su posición inicial hacia Ombú, al norte
de Curuzú Cuatiá. El avance de Echagüe lo obligó a movilizarse, presentando batalla a
orillas del arroyo Pago Largo, al sur de Curuzú Cuatiá.
El choque inicial resultó favorable a los correntinos, que avanzaron con la infantería sobre
el centro del frente enemigo. Pero una exitosa carga de caballería entrerriana conducida por
el coronel mayor Justo José de Urquiza, lugarteniente entonces de Echagüe, provocó la
desorganización del inexperto ejército de Berón de Astrada. La batalla duró varias horas,
seguida por una persecución que duró dos días. El ejército correntino tuvo cerca de 2.000
muertos, incluyendo 800 prisioneros que fueron degollados por los vencedores.[5]
El caballo de Berón de Astrada fue derribado de un tiro de boleadoras, y el gobernador fue
ultimado a lanzazos en el campo de batalla. De acuerdo a una extendida pero incierta
anécdota, el general Urquiza ordenó arrancar una tira de piel de su espalda para hacer una
manea, que obsequió a Rosas. El poema Isidora, de Hilario Ascasubi, relata:
:lo primero que vio / Isidora en cuanto entró / fue un cartel / con grandes letras
sobre él, / y una manea colgada / de una lonja bien granada: / y el letrero / decía así:
"¡Esta es del cuero / del traidor Berón de Astrada! / lonja que le fue sacada / por
unitario salvaje, / en el paraje / del Pago Largo afamado, / donde fue
descuartizado!"
ConsecuenciasEditar
La derrota de Pago Largo y la muerte del gobernador general Berón de Astrada, los excesos
cometidos por el vencedor en el sur de la provincia de Corrientes, produjeron un estado de
terror. El general Echague pidió de inmediato el nombramiento de una persona adicta a su
causa en la gobernación y que también fuera de la confianza de Rosas, exigió la anulación
del Pacto Federal con la Republica Oriental y que se confiscaran todos los bienes de Berón
de Astrada y de sus seguidores. El congreso nombro gobernador a don Pedro Ferre. Esta
designación no resulto del agrado de Rosas por lo que debió renunciar, para que fuera
elegido por la Legislatura el sargento José Antonio Romero.[6]
El cancionero de la época lo refleja así:
BibliografíaEditar
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Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo II, Ed. Emecé, Bs. As., 2006. ISBN
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Castello, Antonio Emilio, Historia de Corrientes, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991. ISBN 950-21-0619-
9
Castello, Antonio Emilio, Hombres y mujeres de Corrientes, Ed. Moglia, Corrientes, 2004. ISBN
987-1035-30-6
Batalla de Pago Largo, carga de caballería Colorada y Correntina, 1857 (detalle). Óleo de Juan Manuel
Blanes.
Batalla de Pago Largo, carga de caballería Correntina, 1857 (detalle). Óleo de Juan Manuel Blanes.
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La tropa no pasaba de 400 hombres, y Lavalle los organizó como una montonera de
milicianos entusiastas, pero sin disciplina ni organización. Sin duda, era un cambio
absoluto respecto a la educación militar que había recibido en los 10 años en que
siguió al general San Martín. Generalmente los historiadores está de acuerdo en que la
causa de esto era la impresión de haber sido vencido su disciplinado ejército por
montoneras, en 1828; y de haber triunfado recientemente el frente de montoneras
similares, cuando acompañara a Rivera en la Batalla de Palmar.
Tras algunos días buscando caballos para su empresa, avanzaron hacia el interior de la
provincia y derrotaron al gobernador delegado, Vicente Zapata, en la batalla de Yeruá.
Los 400 hombres de Lavalle mucho mejor dirigidos, vencieron a 1.600 entrerrianos[3]
el 22 de septiembre de 1839, cerca de Concordia. Lavalle esperaba que toda la
provincia se pronunciara a su favor, pero los entrerrianos se mantuvieron leales a su
gobernador.
Ferré, gobernador de CorrientesEditar
La noticia de Yeruá llegó a Corrientes en momentos en que los opositores, amigos del
fallecido Berón de Astrada y de Pedro Ferré, estaban organizando una revolución. La
noticia sirvió de disparador, y el 6 de octubre estalló una revolución incruenta, dirigida
por el después general Domingo Ábalos, tras la cual fue nombrado gobernador Pedro
Ferré.
Desde Santa Fe, avanzó al encuentro de Lavalle el gobernador de Santa Fe, Juan Pablo
López. Lavalle, desilusionado por la falta de apoyo local, decidió no volver a arriesgar
sus tropas en otra batalla desigual; perseguido por López, se retiró hacia Corrientes,
ingresando en esa provincia. Ferré estaba reuniendo tropas, pero carecía de jefes
capacitados, por lo que llamó a Lavalle para que organizara el ejército correntino. Lo
nombró comandante del mismo por decreto del 25 de octubre.
No había transcurrido un año desde la batalla de Pago Largo, cuando Ferré logró
armar un nuevo ejército de 3.000 hombres, que puso al mando de Lavalle. El ejército
fue equipado con armas obtenidas en el Brasil y se situó su cuartel general en Rincón
del Ombú, al sur de Curuzú Cuatiá.
Por su parte, Ferré firmó un tratado con Rivera para obligar a éste a unirse a la
campaña contra Rosas que se estaba planeando. Se le cedía a Rivera el mando
supremo de los ejércitos antirrosista a cambio de ayuda militar, que llegaría en "el
momento oportuno". Ese momento oportuno debería esperar casi tres años.
A fines de 1839, Juan Pablo López incursionó en el sur de Corrientes. Derrotó al
comandante Maciel en el combate de Bacacuá, y lo mandó fusilar. En respuesta,
Lavalle publicó una violenta proclama:
Ferré lo acompañó:
".. Derramad a torrentes la inhumana sangre para que esta raza maldita de
Dios y de los hombres no tenga sucesión.[4]"
Después de aprovisionarse de caballos, lo que le tomó más tiempo del previsto, porque
el general Ángel Pacheco le dispersó los que tenía, el ejército correntino avanzó
hacia Buenos Aires. Esperaba apoyo en la población rural y en la ciudad para entrar en
la capital. Pero, si bien la población de algunos pueblos del norte de la provincia
manifestó cierta simpatía por Lavalle, y se reunió en el pueblo de San Pedro, a medida
que avanzaba hacia la ciudad, no encontró más que enemigos.
Llegó hasta Merlo, donde se detuvo a esperar la rebelión de los antirrosistas en la
ciudad. Pero el tiempo pasaba a favor de Rosas: éste organizó un campamento militar
en Santos Lugares, donde reunió la mayor parte de las tropas útiles. En Luján, las
fuerzas del general Pacheco se iban reforzando y organizando.
Las fuerzas del sur de la provincia, organizadas por el coronel Vicente González,
intentaron acercarse a Lavalle, que las dispersó en tres pequeños combates.
Pero Lavalle estaba muy desalentado por la falta de cooperación de los porteños:
Pero, a medida que pasaba el tiempo, la situación era más desventajosa para él. Y, a
sus espaldas, apareció el gobernador santafesino Juan Pablo López. No se sabe por qué
dio tanta importancia a López, pero decidió levantar el campamento en que estaba
inmovilizado y perseguirlo. Éste se hizo perseguir de cerca, llevándolo cada vez más
lejos de Buenos Aires.
Todos sus amigos y casi todos los historiadores lo censuraron por abandonar el
proyectado ataque a Buenos Aires, pero el hecho es que no hubiera podido vencer de
ninguna manera.
Retrocedió hacia la provincia de Santa Fe, mientras una segunda columna, al mando
del coronel José María Vilela marchaba paralelo a él, sobre la costa del río Paraná.
Esta columna se cargó con todos los civiles que se habían unido a ellos, que
marcharon en carretas e hicieron que la marcha del ejército fuera exasperantemente
lenta; por esa razón, López pudo maniobrar para quedar a espaldas de Lavalle.
Tres divisiones federales perseguían a Lavalle: la de López, la de Pacheco, y algunas
tropas de Santos Lugares más los porteños regresados de Entre Ríos, al mando del
depuesto presidente Manuel Oribe. El mando de los tres ejércitos estaba, en teoría, en
manos de Echagüe, mientras que, de acuerdo al Pacto Federal de 1831, en la provincia
de Santa Fe debía tener el mando inmediato el gobernador López. Pero Rosas impidió
la entrada de Pacheco en Santa Fe hasta que López se trasladó a Paraná, a entrevistarse
con Echagüe. Y después dio el mando del ejército combinado al general más antiguo;
esto es, a Oribe.
Lavalle llegó hasta Santa Fe (capital), ciudad que estaba defendida por una pequeña
fuerza al mando del general Eugenio Garzón. Tras varios días de combates en la
misma ciudad, el general Iriarte logró capturar la ciudad. Los unitarios reunieron una
pequeña asamblea, formada por los antiguos partidarios de Cullen, que nombraron
gobernador a Pedro Rodríguez del Fresno. Pero las tropas de caballería, fueron
derrotadas en dos batallas menores al sur de la ciudad, y los caballos que había reunido
al norte de la misma fueron atacados y dispersados por los jaguares de la zona.
Todo el ejército dependía de Lavalle, cuya moral estaba en su punto más bajo:
Estando en Santa Fe recibió dos noticias: la buena era que el general Lamadrid había
invadido la provincia de Córdoba, donde, en ausencia del gobernador Manuel López,
una revolución lo había derrocado. Los nuevos gobernantes se unieron a la Coalición
del Norte, que desde hacía casi un año se había rebelado contra Rosas y controlaba
todas las provincias del norte argentino – con la notable excepción de Santiago del
Estero.
La mala noticia era que el gobierno francés, después de más de dos años de no haber
logrado doblegar la resistencia del gobierno de Rosas, había decidido arreglar sus
diferencias con él. En el Tratado Mackau-Arana, ambas partes habían cedido algo de
sus pretensiones, y se había firmado la paz.[8] El bloqueo había sido levantado, y
Lavalle no tenía ya aliados que lo pudieran ayudar desde el río.
Quebracho HerradoEditar
Entonces Lavalle se puso de acuerdo con Lamadrid, para pasar a Córdoba y unir sus
fuerzas. Con los dos ejércitos reunidos, pensaron en aniquilar las milicias de Manuel
López "Quebracho" e invadir Buenos Aires. Consideraron imposible que Rosas les
pudiese hacer frente.
Por medio de mensajeros, los dos generales acordaron reunirse en la posta de Romero,
cerca de Quebracho Herrado, en el extremo oriental de la provincia de Córdoba, el día
20 de noviembre. Lavalle abandonó Santa Fe el 7 de noviembre y se dirigió hacia allí,
perseguido de cerca por las fuerzas de Oribe. La persecución fue tan intensa, que tuvo
que detenerse a cada rato para obligarlo a formar en orden de batalla, aun cuando no
pretendía presentar combate. Esas maniobras, y la lentitud a que obligaban las carretas
de emigrados – ahora más numerosas que antes, por la incorporación de emigrados de
Santa Fe – hicieron que se retrasara y no pudiera llegar el día convenido.
Pasados algunos días, y sin noticia alguna de Lavalle, Lamadrid se retiró un poco
hacia el sur, en busca de Quebracho López, sin avisar a su aliado de su maniobra. De
modo que, cuando Lavalle llegó a destino, Lamadrid no estaba allí, ni había noticia
alguna sobre su paradero.
Véase también
BibliografíaEditar
Academia Nacional de la Historia, Partes de batalla de las guerras civiles, Bs. As., 1977.
Aráoz de Lamadrid, Gregorio, Memorias, Bs. As., 1895.
Best, Félix: “Historia de las Guerras Argentinas“, Ed. Peuser, Bs. As., 1980.
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Ferré, Pedro, Memorias. Ed. Coni Hnos., Bs. As., 1921.
Gianello, Leoncio, Historia de Santa Fe, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1986.
Iriarte, Tomás de, Memorias. Ed. Compañía General Frabril, Bs. As., 1962.
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Poenitz, Erich, Los correntinos de Lavalle, Revista Todo es Historia, nro. 119.
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Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo II, Ed. Emecé, Bs. As., 2006.
Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1987.
Saraví, Mario Guillermo, La suma del poder. Memorial de la Patria, tomo VII, Ed. La Bastilla,
Bs. As., 1981.
Sosa de Newton, Lily, Lavalle, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.
Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed, Hyspamérica,
1987.
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Tercer ejército correntino contra Rosas
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Artículo principal: Campañas correntinas contra Rosas
El tercer ejército correntino contra Rosas fue un esfuerzo dirigido por líderes
del partido unitario y del gobernador de la provincia de Corrientes, Pedro Ferré, para
romper la dominación ejercida en la Argentina por el general Juan Manuel de Rosas.
Estuvo dirigido por el general José María Paz, y por un tiempo logró dominar
la provincia de Entre Ríos.
Los conflictos suscitados entre Paz y Ferré determinaron que el ejército quedara
incorporado a las fuerzas del presidente uruguayo Fructuoso Rivera, que fueron
derrotadas a fines de 1842 en la batalla de Arroyo Grande, que también determinó su
desaparición.
AntecedentesEditar
Cuando, en 1839, el gobernador Genaro Berón de Astrada dirigió la rebelión de
la provincia de Corrientes contra Rosas, fue rápidamente destruido por el gobernador
de Entre Ríos, Pascual Echagüe en la batalla de Pago Largo. De los 5.000,[1] quizás
6.000,[2] correntinos que componían el ejército de Berón de Astrada 1.984 fueron
muertos y 450 capturados (luego liberados).[3] La provincia fue sometida a la
dominación federal.
Pocos meses después, sin embargo, la invasión del general Juan Lavalle a Entre Ríos,
si bien no logró dominar esta provincia, significó la señal para un nuevo alzamiento de
la de Corrientes. El nuevo gobernador, Pedro Ferré, organizó un segundo ejército
correntino contra Rosas, que puso bajo el mando de Lavalle.
Al año siguiente, Lavalle invadió Entre Ríos con 4.000 correntinos.[4] Tras dos
batallas indecisas, quedó en una posición complicada, que resolvió trasladando todo su
ejército — unos 3.000 hombres, en su mayoría correntinos[5][6] — a la provincia de
Buenos Aires, para atacar a Rosas.
Ferré, sorprendido y furioso contra Lavalle, lanzó una dura proclama contra éste. Pero
se dispuso a levantar un nuevo ejército. No tenía alternativa: Echagüe había
conservado su ejército, no sólo intacto, sino que reforzado con aportes de Rosas.
Mientras tanto, la mayor parte de las provincias del noroeste formaron la Coalición del
Norte, rebelándose también contra Rosas. Pero tanto la Coalición como la campaña de
Lavalle – que llevó su ejército mayoritariamente correntino hacia el noroeste –
terminarían derrotados a fines de 1841 por los hombres de Rosas, dirigidos por el
expresidente uruguayo Manuel Oribe.
Deseosos de conseguir algún apoyo regional a parte del colorado oriental Fructuoso
Riverabuscaron una alianza con los farraposriograndenses que se concretó con un
pacto de alianza secreto en enero de 1842.[7] Al parecer el plan original de Lavalle era
reunir las fuerzas que pudiera entre correntinos, orientales y farrapos a los que se
sumarían posteriormente santafesinos, donde esperaba el apoyo del gobernador López,
y entrerrianos, una vez que se apoderada de la provincia.[8] Aunque Ferré reconoce
que dicha alianza podría haber formado un poderoso ejército de 5.000 a 6.000
hombres duda de sus posibilidades de éxito debido a lo diversas que eran sus tropas.
Formación del ejércitoEditar
Cuando Lavalle embarcaba su ejército, se encontró con el general José María Paz.
Siendo incompatibles los caracteres de ambos jefes unitarios, Lavalle envió a éste a
Corrientes, junto con el general Manuel Vicente Ramírez.
Ambos llegaron junto con la noticia del abandono de Lavalle de la campaña de Entre
Ríos. Ferré lanzó una furiosa proclama en su contra y ofreció el mando del ejército
provincial a Paz. Éste aceptó, pero a cambio forzó al gobernador a moderar sus
anatemas contra Lavalle.
CaaguazúEditar
Finalmente, en septiembre de 1841, Echagüe se puso en marcha sobre Corrientes. Paz
se retiró hacia el río Corriente, dejando las avanzadas en manos del general Ángel
Núñezy de Joaquín Madariaga. Estas avanzadas no hicieron nada útil, y los
entrerrianos estuvieron muy pronto sobre los correntinos. De modo que Paz cruzó el
río Corriente perseguido por Echagüe, sólo para cruzarlo de nuevo hacia el sur unos
días más tarde.
Una división del ejército de Paz, bajo el mando del coronel Faustino Velazco, derrotó
cerca de Mercedes al coronel Tacuabé y los jefes correntinos de esa fuerza fueron
ejecutados.[11] Poco después llegaba a Corrientes la noticia de la derrota definitiva de
Lavalle en la batalla de Famaillá; en cambio, resultó muy alentadora la llegada de un
pequeño cuerpo de correntinos, de los que habían hecho toda la campaña al noroeste,
al mando de los coroneles José Manuel Salas y Manuel Hornos.
Por esa época llegó un enviado del gobernador de Santa Fe, Juan Pablo López, que
proponía una alianza de su provincia con Corrientes. Fue bien recibido y se le
prometió ayuda.
El ejército de Echagüe contaba con 5.000 veteranos, y con jefes capaces
como Servando Gómez y Juan Bautista Thorne. No estaba con él, en cambio, el más
capaz de sus generales, Justo José de Urquiza.[12]
El 28 de noviembre, Echagüe atacó de frente la posición defensiva de Paz; la retirada
fingida de la caballería de éste llevó a los jinetes entrerrianos a una trampa perfecta, en
que fueron impunemente acribillados por la artillería y la infantería correntinas.
La batalla de Caaguazú fue la más brillante de las batallas ganadas por Paz;[13] el
ejército entrerriano fue completamente destrozado, su artillería y su infantería fueron
capturadas en su totalidad, y el mismo Echagüe salvó por poco su vida. El ejército
correntino tuvo 53 muertos y 71 heridos, mientras sus enemigos tuvieron 1.356 bajas,
entre muertos y heridos, y 800 prisioneros.[14]
Invasión de Paz a Entre RíosEditar
Paz se dedicó a aprovechar en todo lo posible su oportunidad, pero las dificultades
económicas le hicieron perder algo más de un mes. En ese lapso, el 15 de diciembre, la
legislatura entrerriana eligió gobernador, para suceder a Echagüe, a Justo José de
Urquiza.
El general Paz invadió la provincia de Entre Ríos a principios de enero de 1842,
mientras también Rivera invadía el territorio provincial con 2.000 orientales en pos de
unirse a los correntinos.[15] Este último era el jefe nominal del ejército, y pretendió
llegar primero hasta Paraná; pero, dado que se creía –con buenas razones– que Rivera
pretendía separar a Entre Ríos de la Argentina, Paz se esforzó en ganarle de mano. En
efecto, ocupó Paraná el 4 de febrero.
Los invasores eligieron gobernador a Pedro Pablo Seguí, que reunió una legislatura
adicta. Poco después llegaba también Pedro Ferré a Paraná. Mientras Paz pensaba en
cómo continuar la guerra contra Rosas, lo primero en que pensaba el gobernador
correntino era en vengarse de las invasiones entrerrianas: exigió enormes
indemnizaciones. Paz defendió los intereses entrerrianos, y cuando Seguí fue obligado
a definirse, la legislatura eligió gobernador a Paz, que asumió el 12 de marzo.
Las desavenencias entre Ferré y Paz se hicieron insostenibles, el 20 de marzo Ferré se
marchó a su provincia, llevándose todo su ejército, para evitar la posibilidad de que el
cordobés se llevara a los soldados correntinos, como había hecho antes Lavalle. A Paz
sólo le quedaron los prisioneros entrerrianos de Caaguazú y los milicianos de Paraná.
Por su parte, Rivera se dedicó a arrear todo el ganado que encontró hacia Uruguay.
Urquiza, mientras tanto, se había refugiado en las islas del delta del Paraná, y por un
corto tiempo pasó a Buenos Aires.
El inoportuno cambio de bando de Juan Pablo LópezEditar
El gobernador santafesino Juan Pablo Lópezya había iniciado contactos con los
opositores a Rosas desde principios de 1840. Es posible que, cuando Lavalle se retiró
de Buenos Aires, su intención fuera incorporar a López a su ejército – ya tendría
noticias de la actitud de éste – y no combatirlo; pero López mantuvo su actitud hostil,
por lo cual se vio obligado a combatirlo. Al llegar a Santa Fe, Lavalle se apoyó en un
grupo de antirrosistas de esa provincia, muchos de los cuales había tenido buenas
relaciones con López.
Oribe se había llevado, en su campaña al interior, la mayor parte de las tropas
santafesinas, bajo del mando del coronel Jacinto Andrada. Cuando López se decidió a
apoyar las sublevaciones contra Rosas, a fines de 1841, sólo podía contar con un
ejército provincial muy disminuido; contaba, en cambio, con que Ferré le enviaría
ayuda.
Poco antes de la batalla de Caaguazú, López envió un representante a Ferré, a iniciar
tratativas para una alianza. Inmediatamente después de la victoria correntina, el 5 de
noviembre, el mismo enviado firmó con el ministro Santiago Derqui una alianza
formal con Corrientes y con el gobierno uruguayo de Rivera.
Pero las desavenencias entre Ferré y Paz, más el desagrado que causaba al correntino
desprenderse de sus tropas para enviarlos del otro lado del Paraná, privaron a López de
toda ayuda externa. Su pequeño ejército fue trasladado a Rosario. Según las
estimaciones de Paz a inicios del gobierno de López las fuerzas de la provincia
bordeaban los 3.000 milicianos[16] muy dispersas y con bajas por los combates
anteriores mientras que Rosas había reclutado 16.000 a 20.000 milicianos entre suyos
y de aliados para enfrentar a unitarios y colorados.[17]
Rosas respondió con bastante rapidez: envió en su contra al ejército de Oribe, en que
formaba la división correntina de Andrada. Al mismo tiempo llegó otro ejército, desde
Buenos Aires, dirigido por Pascual Echagüe, el ex gobernador entrerriano –nativo de
Santa Fe– con una vanguardia al mando del coronel Martín Santa Coloma. Éste
derrotó el 12 de marzo de 1842 a los santafesinos en Monte Flores, ocupando a
continuación Rosario.
Poco después llegó Oribe a Coronda; en ese lugar atacó a las fuerzas de López. Pero
éste decidió retroceder hacia el norte, encargando al defensa al general Juan Apóstol
Martínez, un veterano de las guerras de la Independencia, que se sostuvo tenazmente
durante cuatro horas. Vencido, fue capturado por casualidad al día siguiente, cuando
perdió el rastro de las tropas de López en la niebla. Fue fusilado de inmediato.
López logró abandonar la capital, con la intención de pasar a Rosario. Antes de que lo
lograra, fue alcanzado y derrotado por Andrada en Colastiné. Huyó con un exiguo
resto de su ejército a Corrientes.
Mientras tanto, Paz dejó a sus hombres en Concepción del Uruguay y cruzó
a Paysandú a entrevistarse con Rivera. Poco después llegaron Juan Pablo López y
Ferré. Juntos firmaron el Tratado de Galarza, simple continuación de todos los
anteriores entre Corrientes y Rivera, al que se sumaban dos gobernadores nominales,
Paz y López. Según el mismo, el mando supremo quedaba en manos de Rivera. Paz
renunció y se trasladó a Montevideo.
Libre de Paz, Ferré envió la mayor parte de su ejército al noreste de Entre Ríos y lo
puso bajo el mando de Rivera.
Desde Montevideo partió el capitán italianoJosé Garibaldi – el mismo que sería héroe
nacional en su país – al frente de una flotilla en dirección al río Paraná. Logró
cañonear la escuadra federal en el puerto de Paraná; pero, cuando continuaba su
marcha hacia Corrientes, fue alcanzado y su flota destruida por el general Guillermo
Brown en Costa Brava, cerca de Guayquiraró. Tuvo que continuar su camino a pie.
Urquiza logró avanzar hasta las cercanías de Concordia, lo que obligó a Rivera a
mover su ejército en esa dirección. Allí incorporó al ejército correntino, mandado
por José Domingo Ábalos y, tras una escaramuza, obligó a Urquiza a replegarse hacia
el centro de la provincia.
Oribe cruzó su ejército a Entre Ríos, incorporando a sus fuerzas las de Urquiza y
algunos nuevos refuerzos enviados por Rosas. Avanzó lentamente hacia el noreste,
donde Rivera lo esperaba, confiado en noticias alentadoras sobre el estado del ejército
enemigo.[18]
La batalla de Arroyo Grande, la más grande de las guerras civiles argentinas hasta
entonces por la cantidad de combatientes, ocurrió cerca de Concordia, el 6 de
diciembre. Gracias a su superioridad numérica y organizativa, los federales y blancos
obtuvieron una completa victoria sobre el ejército unitario-colorado.
Los derrotados huyeron apresuradamente, pero muchos de ellos fueron capturados por
los vencedores en las costas del río Uruguay, que no pudieron cruzar. Las fuentes
unitarias afirman, generalmente, que Oribe y Urquiza dirigieron la ejecución en masa
de todos los oficiales y suboficiales capturados.
Caída de FerréEditar
Cuando la noticia de Arroyo Grande llegó a Corrientes, Ferré intentó aún resistir,
ordenando a los comandantes de departamento organizar las tropas. Muchos de ellos,
como los hermanos Juan y Joaquín Madariaga, se limitaron a poner a salvo a sus
familias y sus bienes y emigrar a Brasil. Unos días más tarde, también Ferré huyó a
Paraguay.
Urquiza hizo una breve campaña a territorio uruguayo y a continuación entró en
Corrientes. Por indicación suya, fue electo gobernador de esa provincia el
federal Pedro Cabral. El gobernador entrerriano recorrió casi toda la provincia vecina,
asegurándose la desaparición de toda resistencia. Tras la firma de un tratado entre
ambas provincias, por el que Corrientes fue obligada a pagar indemnizaciones a Entre
Ríos, y por la que se fijaron definitivamente los límites de la provincia, Urquiza dejó
una división entrerriana en Corrientes, otra en Goya y otra en Misiones antes de
regresar a su provincia.
La resistencia correntina había desaparecido rápidamente. Tal vez demasiado
rápidamente, porque sus líderes se establecieron en Brasil, conservando en su poder
armas y recursos económicos. Regresarían a la provincia a mediados del año siguiente,
para tomar el control de la misma y organizar un cuarto ejército correntino contra
Rosas.
Mientras tanto, casi todas las acciones de guerra se trasladaron a Uruguay. Allí Oribe
estableció en Sitio de Montevideo, y se libró una larga guerra civil, en la que ambos
bandos contaban con tropas locales y extranjeras. En la tradición uruguaya, ésta fue la
llamada Guerra Grande.
Véase también
Notas y referencias
BibliografíaEditar
Academia Nacional de la Historia, Partes de batalla de las guerras civiles, Bs. As., 1977.
Beverina, Juan, Las campañas de los ejércitos libertadores 1838-1852, Bs. As., 1923.
Bosch, Beatriz, Historia de Entre Ríos, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991.
Busaniche, José Luis, Historia argentina. Ed. Solar, Bs. As., 1969.
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Historia, nro. 83.
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Juan Lavalle
político argentino
Información personal
Nacionalidad Argentina
Información profesional
Rango
General
A su regreso fue incorporado a la guerra del Brasil, como jefe del regimiento
de coraceros; hizo la campaña sobre Río Grande do Sul y venció en los combates
de Bacacay(abatiendo una columna de 1200 hombres con fuerzas menores) y Ombú.
Unos días más tarde, utilizando una arriesgada maniobra, logró una parte importante
de la victoria en la batalla de Ituzaingó, de febrero de 1827, arrollando a las fuerzas del
general brasileño Abreu, y ganando su ascenso a general. Luchó también en
el combate de Camacuá, en el que fue herido en un brazo.
La herida le permitió una breve licencia en Buenos Aires, donde tomó contacto con los
líderes del partido unitario, que lo convencieron de unirse a ellos para derrocar al
gobernador Dorrego. Tanto los líderes unitarios como Lavalle, de tendencia liberal,
detestaban a Dorrego, por la tendencia de este a favor de las clases populares.[3]
Regresó a Uruguay, hasta que, firmada la paz con el Imperio del Brasil, llevó el
ejército a Buenos Aires. Los oficiales de esta fuerza estaban molestos con Dorrego por
haber firmado una paz desventajosa, olvidando que habían sido la actitud del ministro
de Rivadavia, Manuel José García — que había firmado un tratado aún peor — y las
presiones inglesas las que habían forzado a Dorrego a aceptar la independencia de
Uruguay. Los mismos unitarios que habían iniciado el camino hacia ese desenlace
culpaban al gobernador por las consecuencias de sus decisiones.[4]
La revolución unitariaEditar
Fue invitado por Julián Segundo de Agüero, Salvador María del Carril y otras figuras
del partido unitario a ponerse al frente de una revolución contra el gobernador. Entre
las cosas que se acordaron, estaba la muerte de Dorrego si se resistía. El 1 de
diciembre de 1828 derrocó al gobernador, que se retiró hacia el interior de la
provincia, y se hizo elegir gobernador interino por una asamblea de partidarios en el
atrio de la Capilla San Roque(Alsina y Defensa), mientras Dorrego se retiraba a la
campaña con el objeto de reunir fuerzas para resistir el alzamiento. Dorrego se unió al
general Rosas y trató de defenderse, pero fue derrotado en la batalla de Navarro; unos
días después, el coronel Mariano Achalo traicionó y entregó a Lavalle. Mientras este
esperaba al prisionero, todos los notables escribieron a Lavalle, destacándose las cartas
de Del Carril y Juan Cruz Varela, que reclamaban la cabeza de Dorrego. El 13 de
diciembre, en Navarro, sin proceso ni juicio previo, Dorrego fue fusilado por orden de
Lavalle. [5]
Disolvió la legislatura, reemplazándola por un consejo consultivo de notables, y
desterró a los federales más reconocidos, como Juan Ramón Balcarce, Enrique
Martínez y Tomás de Anchorena, entre otros.
La ejecución de Dorrego pesaría sobre la conciencia de Lavalle el resto de su vida. Del
Carril le aconsejó mentir, levantando un acta falsa de un supuesto sumario previo, y
todos los que lo habían aconsejado negaron más tarde su participación.
Todas estas cartas fueron mantenidas en secreto hasta mediados del siglo
XX.[cita requerida] Lavalle, por su parte, asumió toda la responsabilidad por lo realizado.
Como Rosas se había refugiado en Santa Fe, Lavalle decidió invadirla, mientras
enviaba refuerzos a luchar contra varios caudillos menores en el sur de Buenos Aires.
La campaña resultó insólitamente sanguinaria, con más de mil muertos.
Lavalle nombró al general José María Pazcomo ministro de guerra, pero este prefirió
llevar su división del ejército a Córdoba, donde la utilizaría para derrocar al
gobernador Juan Bautista Bustos. El ejército de Lavalle tuvo que retroceder por
haberse quedado sin caballos, alcanzado y derrotado finalmente por Estanislao
López y Rosas en la batalla de Puente de Márquez. Rosas y los federales sitiaron la
ciudad.
Lavalle intentó convencer a San Martín, que había regresado a su país, de que
asumiera el gobierno de la provincia. Pero este, en una nota que entrega a sus
emisarios, le contestó que "los medios que me han propuesto no me parece tendrán las
consecuencias que usted se propone". Y sugiere rendirse a los de López y Rosas: "Una
sola víctima que pueda economizar al país le será de un consuelo inalterable".
Indignado por la guerra civil que Lavalle había provocado, prefirió volver al exilio.
Sin otra salida, Lavalle se dirigió al cuartel general de Rosas, recostándose en su catre
de campaña a esperarlo, ya que el mismo se encontraba ausente al momento de su
visita. A la mañana siguiente, Lavalle y Rosas firmaron la Convención de Cañuelas,
que estipulaba que se llamaría a elecciones, en la que se presentaría una lista de unidad
entre federales y unitarios. No obstante lo acordado, el general Alvear se presentó con
una lista unitaria autónoma, con la que venció a la de unidad a costa de un escandaloso
fraude y 43 muertos.[cita requerida]
Ante el reclamo de Rosas, Lavalle anuló las elecciones y poco después ambos
firmaron el Pacto de Barracas, por el que el gobierno pasaba al general Juan José
Viamonte, que asumió el 26 de agosto. Poco después, Lavalle se retiró a Uruguay y en
diciembre Rosas asumió como gobernador de la provincia.
En la Banda OrientalEditar
Al año siguiente se unió al general Ricardo López Jordán en una invasión a la
provincia de Entre Ríos. En un principio tuvieron éxito, pero López Jordán asumió el
gobierno y se pronunció por los federales; ante el inesperado giro, Lavalle regresó a
Uruguay. Realizó un nuevo intento de ocupación el año siguiente, pero ni siquiera
llegó a entrar en la provincia.
Vivió en Colonia hasta 1838, año en que se unió al general uruguayo Fructuoso
Rivera en la revolución contra el presidente Manuel Oribe. Fue el responsable de la
victoria en la batalla de Palmar, que provocó la caída de Oribe, forzándolo a exiliarse
en Buenos Aires.
A pesar de haberse pronunciado varias veces en oposición la intervención
de Francia en contra de Rosas, en 1839 se puso al frente de un grupo de oficiales que
se instaló en la isla Martín García, bajo protección francesa. Con una amplia alianza a
su favor en contra de Rosas, Lavalle debió elegir entre llevar la guerra a Buenos Aires
o hacia el norte. A pesar de que estalló una revolución que contaba con él en el sur de
Buenos Aires, decidió por el contrario invadir Entre Ríos. Poco después, la revolución
de los Libres del Sur era destruida en la batalla de Chascomúsy sus restos se unieron a
Lavalle.
La Campaña de 1840Editar
Artículo principal: Segundo ejército correntino contra Rosas
En 1841, la expedición de Lavalle hasta su muerte en Jujuy, y el traslado de su cadáver a Tarija, fuera de
la Confederación Argentina.
Acompañado por varios jefes prestigiosos, entre los cuales se contaba su jefe de estado
mayor, Martiniano Chilavert, desembarcó en Entre Ríos y venció al coronel Zapata en
la batalla de Yeruá. Lanzó una arenga en que decía:
Huyó a Salta, donde pensaba entablar una resistencia de guerrillas; pero los
correntinos que había traído sin permiso de Ferré lo abandonaron y regresaron a su
provincia a través del Chaco. Esto lo decidió a retroceder hacia la ciudad de San
Salvador de Jujuy. El 9 de octubre de 1841, los federales dieron con la casa donde se
encontraba Lavalle y dispararon a la puerta. Una de las balas atravesó la cerradura e
hirió de muerte a Lavalle, quien murió más tarde ese mismo día. Otras versiones
suponen que Lavalle se habría suicidado, aunque no se ha podido comprobar esa
afirmación.[9]
Tras saber de la muerte del general, los federales ordenaron la búsqueda del cuerpo
para decapitarlo y exhibir su cabeza en una pica. Pero sus oficiales lograron hacerse
con sus restos, cubrirlos con una bandera argentina y un poncho, y luego dirigirse al
norte, a través de la Quebrada de Humahuaca. Sus restos fueron velados en una casa
de Tilcara y en Huacalera, a orillas de un arroyo, descarnaron el cuerpo semi podrido
del general, envolvieron las partes blandas en una bolsa de cuero, y las enterraron
cerca de la Capilla de la Inmaculada Concepción. El corazón fue colocado en un
recipiente con aguardiente, sus huesos lavados y puestos en una caja con arena seca, y
su cabeza guardada en un recipiente con miel para facilitar su manejo y posterior
escondite de los federales. Los restos fueron llevados a Potosí, donde fueron recibidos
con grandes honores por el Gobierno boliviano, y finalmente inhumados.
El escritor Ernesto Sabato incluyó en su libro Sobre héroes y tumbas un Romance de
la muerte del General Lavalle, posteriormente musicalizado por Eduardo Falú, en que
narra esta larga retirada hacia el norte, culminada con la muerte de Lavalle y la huida
hacia Bolivia de los restos de la legión.[10]
En 1842, sus restos fueron trasladados a Valparaíso, Chile, de donde se exhumaron en
1860, para ser traídos a la Argentina. El 31 de diciembre de ese año llegaron
a Rosario y fueron trasladados a Buenos Aires a bordo del vapor a ruedas Guardia
Nacional, al mando del capitán Juan Lamberti. El 19 de enero de 1861 fueron
inhumados en el Cementerio de la Recoleta, donde descansan actualmente; su
mausoleo se ubica curiosamente frente al mausoleo de la familia Dorrego.[11]
Gobernador de la
Predecesor: Sucesor:
Provincia de
José Albino Juan de Dios
Mendoza
Gutiérrez Correas
1824
Véase también
ReferenciasEditar
1. ↑ Sosa de Newton, Lily, Lavalle, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.
2. ↑ Zinny, Antonio, Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas, Ed,
Hyspamérica, 1987.
3. ↑ Di Meglio, Gabriel, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política,
entre la Revolución de Mayo y el rosismo, Ed. Prometeo, Bs. As., 2006. ISBN 987-574-103-5
4. ↑ Bilbao, Manuel, Historia de Rosas, Ed. L. J. Rosso, Bs. As., 1934. Citado en Sosa de
Newton, Lily, Lavalle, pág. 47, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.
5. ↑ r Ángel J. Carranza, El general Lavalle ante la justicia póstuma, páginas 33
6. ↑ Véase al respecto: Paz, José María, Memorias póstumas. Ed. Hyspamérica, Bs. As.,
1988. ISBN 950-614-762-0; y Iriarte, Tomás de, Memorias. Ed. Compañía General Fabril, Bs.
As., 1962.
7. ↑ “Todo estaba en su mano y lo ha perdido / Lavalle, es una espada sin cabeza. / Sobre
nosotros, entretanto, pesa / su prestigio fatal, y obrando inerte / nos lleva a la derrota y a la
muerte! / Lavalle, el precursor de las derrotas. / Oh, Lavalle! Lavalle, muy chico era / para
echar sobre sí cosas tan grandes”. Esteban Echeverría, Avellaneda (poema), en Cantos, ed. W.
M. Jackson, Bs. As., 1947.
8. ↑ Quesada, Ernesto, Lavalle y la batalla de Quebracho Herrado, Ed. Plus Ultra, Bs. As.,
1965.
9. ↑ a b Rosa, José María (2002) [1952]. El cóndor ciego. La extraña muerte de Lavalle. Buenos
Aires: Editorial Federación.
10. ↑ De Santis, Pablo (2007). «Cita nocturna (prólogo)». En Alberto Breccia, Ernesto
Sabato. Informe sobre ciegos (1ª edición). Buenos Aires: Colihue. pp. 9-10. ISBN 978-950-
563-480-4.
11. ↑ Zigiotto, Diego M. (2009). Las mil y una curiosidades del Cementerio de la Recoleta. Grupo
Editorial Norma. pp. 172-173. ISBN 978-987-545-539-9.
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Beligerantes
Unitario Confederación
Corrientes Argentina
Entre Ríos
Comandantes
Fuerzas en combate
Bajas
AntecedentesEditar
Tras unos años de relativa paz, a partir de 1838 estallaron nuevamente las guerras
civiles argentinas. La intención de quienes se lanzaron a la guerra era derrocar el poder
de Rosas, que había extendido su autoridad nacional limitada a la representación
exterior de la Confederación Argentina a un dominio absoluto sobre los gobiernos de
las provincias argentinas.
Desde la derrota de la oposición porteña personificada por los "Libres del Sur" a fines
de 1839, los tres principales núcleos de resistencia contra Rosas eran: en primer lugar,
la República Oriental del Uruguay, donde gobernaba el general Fructuoso Rivera, y
desde donde recibían ayuda todos los grupos opositores del litoral, además de ser la
base de operaciones de la escuadra francesa, que apoyaba todas esas revueltas. En
segundo lugar, la Provincia de Corrientes, donde los liberales – de inspiración federal,
aunque no pertenecían al partido federal de Rosas – sostenían con las armas la
oposición. Por último, la mayor parte de las provincias del noroeste se habían
organizado en la Coalición del Norte, y organizaba sus ejércitos para enfrentar a
Rosas.
El general porteño Juan Lavalle había dirigido una campaña desde el Uruguay contra
la Provincia de Entre Ríos, logrando una victoria importante en la batalla de Yeruá, a
fines de 1839; pero la población entrerriana se negó a secundarlo. De modo que,
invitado por el gobernador correntino Pedro Ferré, marchó hacia Corrientes y se le
encargó la organización y el comando del segundo ejército correntino contra Rosas.
El primer objetivo que debía ser atacado por el ejército de Lavalle era la Provincia de
Entre Ríos, cuyo gobernador, general Pascual Echagüe, era el principal apoyo de
Rosas en el Litoral. De todos modos, tampoco se descuidó la Provincia de Santa Fe,
hacia donde marchó una columna al mando de Mariano Vera y de Francisco Reynafé.
El ejército de Lavalle, formado por 3.360 hombres, de los cuales 531 eran tropa de
infantería, marchó hacia el río Uruguay para bordearlo en dirección a Concordia.
Algunos días de marcha más atrás marchaba la reserva, al mando del general Manuel
Vicente Ramírez, apodado "Ramírez Chico".
Desde Concordia giró hacia Paraná en busca de la localidad de Punta Gorda –
actualmente Diamante – donde debía aprovisionarse con el armamento, municiones y
vestuario que debía entregarle la flota francesa, que estaba anclada en ese lugar.
Mientras avanzaban hacia el sur, el jefe de estado mayor de Lavalle,
coronel Martiniano Chilavert, hastiado del desorden reinante en las filas, abandonó las
filas del ejército y se marchó a Montevideo. Además, muchos hombres fueron
enviados en distintas direcciones en comisiones secundarias, y otros muchos
regresaron a Corrientes con parte de enfermo. Simultáneamente, el general Rivera – en
lugar de invadir Entre Ríos con todo su ejército, como había prometido – envió una
división de argentinos al mando del coronel Ángel Núñez a ocupar Concepción del
Uruguay.
El 26 de marzo, un destacamento de observación entrerriano fue dispersado por los
correntinos a orillas del arroyo Villaguay. Ese mismo día, la división de Vera y de
Reinafé fue completamente destruida en Cayastá, muriendo ambos comandantes.
El gobernador Echagüe permaneció a corta distancia de Paraná, donde reunió las
milicias del interior de la provincia y los refuerzos enviados en su ayuda por Rosas.
Creyéndose con fuerzas suficientes, salió al encuentro del enemigo en las colinas
del arroyo Don Cristóbal, a no más de 50 km de Paraná.
La batallaEditar
El 10 de abril los ejércitos quedaron frente a frente, con el arroyo a su flanco. La
izquierda de Lavalle, toda de caballería, estaba mandada por el coronel Niceto Vega,
secundado por Prudencio Torres; el centro incluía a la infantería del coronel Pedro
José Díaz y la artillería del coronel Ángel Salvadores. La caballería de la izquierda
estaba al mando de José López "Chico". El jefe de la reserva era José María Vilela.
La derecha de Echagüe estaba comandada por Antonio Ramírez, el centro con la
infantería del general Eugenio Garzón y 8 piezas de artillería mandadas por Juan
Bautista Thorne. La mayor fuerza era la caballería de la derecha, mandada por los
generales Juan Antonio Lavalleja y Servando Gómez. El jefe de estado mayor era el
expresidente del Uruguay, general Manuel Oribe. No tenía reserva, lo que le costaría
caro.
En un primer momento, la caballería de los dos flancos, y especialmente la de Gómez,
hizo retroceder a la caballería enemiga y obligó a parte de la reserva de Vilela a entrar
en combate. Mientras tanto, la artillería federal impedía toda maniobra a la infantería y
artillería enemiga. Después de media hora de lucha, la infantería de Lavalle comenzó a
ceder.
Entonces Lavalle, tomando el mando del resto de la reserva, reforzada con algunos
escuadrones que no habían entrado en la batalla, se de frente sobre la infantería de
Echagüe, giró rápidamente para colocarse entre las columnas de Lavalleja y Gómez, y
quebró la línea por el espacio vacío entre ellas. Por detrás de esta columna contraatacó
la casi vencida caballería de Vega, que de este modo se apoderó del parque de
artillería y de las carretas del ejército federal, quedando con una importante fuerza a
espaldas del centro del enemigo.
Echagüe, que no tenía fuerzas de reserva que oponer a Lavalle, ordenó retroceder a la
caballería, que fue atacada por la del ejército correntino y obligada a retirarse a mucha
distancia. Pero la infantería y artillería federal quedaron intactas.
Los federales tuvieron unos 300 muertos, pero la peor pérdida fue la dispersión de la
mitad de su caballería. En las fuerzas correntinas, la baja más lamentada fue el
general José López, alias "López Chico", y su ayudante de campo el teniente
coronel Carlos Anzoátegui, muertos en combate por una bala de cañón. Tuvieron,
además, algo más de 100 muertos.
ConsecuenciasEditar
Lavalle envió al coronel Díaz a recoger las municiones de la flota francesa, y avanzó
nuevamente en busca de Echagüe. Insólitamente, ambos ejércitos se mantuvieron en
posiciones casi inmóviles durante 3 meses, a muy corta distancia entre ellos, y
cruzando casi diariamente algunos tiros. Todo eso, en medio de una llanura ondulada
casi completamente deshabitada. Tanto el ejército de Lavalle como el de Echagüe
recibieron grandes cantidades de municiones y refuerzos durante ese tiempo.
ReferenciasEditar
1. ↑ a b Mariano Balbino Berro (1895). Anales de la República Oriental del Uruguay: notas para
escribir la historia civil y colonial. Tomo I. Montevideo: Imprenta de la Nación, pp. 64
2. ↑ a b Granaderos. Don Cristobal
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Beligerantes
Confederación Unitarios
Argentina Ejército de
Entre Ríos
Corrientes
Comandantes
Fuerzas en combate
La batalla se saldó con una victoria de las fuerzas de Echagüe, aunque ésta no fue
total y permitió retirarse al enemigo en relativo orden.
AntecedentesEditar
En 1839 estalló una guerra civil en la Confederación Argentina, entre los
partidarios de Rosas y varios grupos opositores, genéricamente identificados con
el partido unitario. La intención de los revolucionarios era obligar a Rosas a
sancionar una constitución, que cada grupo creía que lo favorecería en detrimento
de los demás. Por su parte, Rosas culpaba a la "manía" de intentar sancionar una
constitución por las guerras civiles – y, de paso, aprovechaba la inexistencia de la
misma para dominar el país y apoderarse de los ingresos de la Aduana de Buenos
Aires, la principal fuente de ingresos públicos del estado.
Los principales núcleos de resistencia contra Rosas eran tres: en primer lugar, la
República Oriental del Uruguay, en donde el presidente Fructuoso
Rivera protegía a los emigrados unitarios y daba una base de operaciones a la
escuadra francesa, que apoyaba todas esas revueltas. En segundo lugar, la mayor
parte de las provincias del noroeste se habían organizado en la llamada Coalición
del Norte, y se preparaba para enfrentar a Rosas y a sus aliados. Por último,
estaba la Provincia de Corrientes, en donde el gobernador Pedro Ferré puso al
general unitario Juan Lavalle al frente del ejército provincial.
Operaciones militaresEditar
El ejército de Lavalle inició su marcha sobre Entre Ríos en marzo de 1840,
avanzando rápidamente hacia el sur, y buscando llegar al puerto de Punta Gorda–
actualmente Diamante – donde debía aprovisionarse con el armamento,
municiones y vestuario que debía entregarle la flota francesa, anclada en ese
lugar.
El 10 de abril, el gobernador Echagüe se cruzó en su camino, siendo derrotado
por las fuerzas de Lavalle. Pese a la forma en que la noticia fue propalada por la
prensa opositora a Rosas y, sobre todo, la de Montevideo, la victoria no fue
completa. Echagüe salvó toda su infantería y artillería.
Simultáneamente, el 16 de abril, Fructuoso Rivera invadió Entre Ríos,
ocupando Concepción del Uruguay. Pero no se decidió a avanzar hacia el interior
de la provincia. Sólo el jefe de su vanguardia, general Ángel Núñez, hizo algunas
excursiones hacia el oeste.
Lavalle exigió a Ferré que le enviara refuerzos, pero éste – que temía que Lavalle
quisiera cruzar el río Paraná con el ejército correntino – se limitó a enviarle al
general Manuel Vicente Ramírez con unos pocos soldados. En cambio, se
incorporó al ejército la división de Ángel Núñez. Lavalle le encargó ocupar todo
el centro de la provincia, que quedó bajo el mando militar del anciano
caudillo Juan León Solas. Entre los pocos oficiales que se incorporaron, venidos
desde Montevideo, se contaba el general Iriarte.
La flota francesa le había aportado mucho armamento y municiones, incluso
alimentos, pero le faltaban caballos; la inmovilidad de Echagüe permitió al
ejército correntino distraer gran parte de su caballería muchas leguas al norte,
hasta Alcaraz, a reunir caballos para el ejército.
Echagüe retiró sus tropas a Nogoyá y luego hacia Paraná, estableciéndose en una
posición defensiva junto al arroyo Sauce Grande, rodeado de defensas naturales:
cuchillas con empinadas barrancas, bosquecillos de arbustos espinosos, y arroyos
con cauces de difícil cruce. La ubicación del campo atrincherado de Echagüe – y
de la subsiguiente batalla – coincide exactamente con la estación Racedo. Rosas,
por su parte, le envió considerables refuerzos. Entre las fuerzas enviadas en
ayuda de Echagüe, se contaba un gran contingente de las provincias de Cuyo, al
mando del coronel Pantaleón Argañaraz.
Durante casi tres meses, los ejércitos permanecieron uno frente al otro sin
combatir, aunque intercambiando diariamente tiros de fusil y de cañón.
Lavalle sabía que estaba perdiendo el tiempo, por lo que decidió esperar que la
flota francesa estuviera lista para la maniobra que planeaba. Su intención era
atacar a Rosas en su provincia, mientras dejaba a Echagüe cercado por una parte
de su infantería, en la posición defensiva que había adoptado. Posiblemente
esperaba para realizar la maniobra completa la incorporación de fuerzas
provenientes de Corrientes y el Uruguay, pero estas fuerzas nunca llegaron.
De modo que la fecha de la batalla fue fijada por la noticia de que la flota
francesa había reunido buques suficientes para embarcar todo su ejército.
La batallaEditar
En la tarde del 15 de julio, Lavalle ordenó bombardear las posiciones de la
artillería enemiga, y quedó convencido de haberla obligado a evacuar sus
posiciones; al día siguiente se enteraría de que eso no había ocurrido. Ese mismo
día, llegó a Punta Gorda un buque, llevando a bordo al general José María Paz y
al doctor Salvador María del Carril. Lavalle les prohibió acercarse al ejército.
Al mediodía del 16 de julio – después de pasar varias horas en completa inacción
debido a una densa niebla – las columnas de Lavalle avanzaron hacia el enemigo.
En vez de desplegarse en alas, como era la costumbre en esa época, avanzaron en
columnas: primero la caballería de Niceto Vega, seguida de las de Prudencio
Torres, Manuel Rico y Manuel Vicente Ramírez. A un costado de éstas,
separadas por el arroyo Sauce Grande, marchaba la infantería, al mando del
coronel Pedro José Díaz. Más a la derecha aún marchaban dos baterías de 4
piezas cada una. Por detrás esperaba para marchar la reserva, al mando de José
María Vilela. Lavalle ocupaba una posición entre la división Vega y la de Díaz,
acompañado por su jefe de estado mayor, general Iriarte.
El ejército federal esperaba en sus posiciones, inexpugnables por varios de sus
lados, debido a las barrancas de los arroyos. La infantería estaba al mando del
general Manuel Oribe, el expresidente uruguayo, la artillería bajo el mando del
marino Juan Bautista Thorne, y por detrás dos alas de caballería, comandados
por Justo José de Urquiza y Servando Gómez. El jefe de estado mayor era el
general Eugenio Garzón.
Toda la batalla se combatió en parcelas aisladas entre sí por zanjones; el ejército
que debía avanzar – el de Lavalle – llevaba la peor parte hasta que lograba cruzar
cada barranca. Pero después la batalla se decidía por la valentía de los soldados y
por la pericia de los jefes.
La división Vega se desplazó hacia la derecha, pero fue detenida y arrollada por
la de Urquiza. El mismo Vega fue herido de cierta gravedad, y el teniente
coronel Zacarías Álvarez, su segundo, resultó muerto.
La infantería unitaria avanzó hasta que fue detenida por la artillería enemiga. En
esa posición, expuesta al cañoneo, esperó que la artillería de su ejército acabara
con la enemiga, confiando en el daño que había producido el cañoneo del día
anterior. Pero, justamente por ese cañoneo, pronto la artillería del teniente
coronel Luis Manterolase quedó sin municiones. La infantería quedó
desprotegida, y la artillería federal la destrozó sin piedad.
Lavalle ordenó entonces retirada, ordenando a las divisiones de caballería de
reserva que cerraran el paso a la caballería federal. No obstante, esta vez fue
Echagüe quien no supo o no pudo aprovechar la ventaja: la caballería federal ni
siquiera comenzó una persecución a las tropas enemigas.
ConsecuenciasEditar
Lavalle trasladó su ejército hasta Punta Gorda, donde se puso bajo la protección
de los cañones de la flota francesa. En ella había llegado el general José María
Paz, un jefe especialmente capaz. Pero ambos generales tenían una opinión
exageradamente alta de sí mismos, de modo que hubiera sido imposible que
colaboraran mutuamente. Lavalle envió a Paz junto al general Ramírez a
Corrientes, para que explicara a Ferré su posición y le pidiera nuevos auxilios.
Poco más tarde, puso al frente de su nuevo ejército provincial al general Paz. Éste
mantendría en armas a Corrientes hasta fines de 1842, más de un año más que lo
que lograría Lavalle.
BibliografíaEditar
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Sosa de Newton, Lily, Lavalle, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.
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Batalla de Caaguazú
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La batalla de Caaguazú (Departamento Mercedes, provincia de
Corrientes, 28 de noviembre de 1841) fue un combate de la guerra civil
argentina, entre las fuerzas de Entre Ríos, al mando
de brigadier Pascual Echagüe y las de la provincia de Corrientes,
dirigidas por el brigadier José María Paz, que significó una tremenda
derrota del partido federal.
Batalla de Caaguazú
Beligerantes
Unitarios Confederación
Corrientes Argentina
Entre Ríos
Comandantes
Fuerzas en combate
3.000[1]-5.000[2] 5.000 hombres[2]
hombres 12 cañones[2]
12[2]-13[1]cañones
Bajas
AntecedentesEditar
Desde 1839 en adelante, la provincia de Corrientes se había rebelado
contra la autoridad del dictador porteño, brigadier Juan Manuel de
Rosas. Los conflictos entre Corrientes y Buenos Aires estaban
opacados por los términos que usaban los contendientes. Los
correntinos exigían la sanción de una constitución, que aún no se había
sancionado, mientras que Rosas acusaba al gobierno correntino de
pertenecer al partido unitario. En realidad, el gobernador correntino era,
posiblemente, más sinceramente federal que Rosas, aunque la provincia
se había aliado a los generales unitarios Juan Lavalle y José María Paz.
La verdadera discusión se daba por la aduana del puerto de Buenos
Aires. Esta provincia usufructuaba los beneficios de la aduana sin darle
participación a las demás provincias, llevando adelante, por otro lado,
una política aperturista que arruinaba las industrias locales en las
provincias. Las provincias más afectadas por esa política de aduanas
eran las que tenían puertos sobre el río Paraná. Pero Santa Fe y Entre
Ríos estaban firmemente aliadas a Buenos Aires; de modo que
Corrientes estaba sola en la defensa de ese “federalismo fluvial”.
En 1839, el entonces gobernador, coronelGenaro Berón de Astrada se
había rebelado contra los porteños, pero un rápido ataque del
gobernador entrerriano, general Echagüe, lo había derrotado
completamente en la batalla de Pago Largo, y el gobernador pagó con
su vida la rebelión.
Tras un efímero gobierno federal, había sido elegido para sucederle el
brigadier Pedro Ferré, enemigo declarado de Rosas desde el año 1832,
en que éste había hecho fracasar la oportunidad de la derrota unitaria
para organizar constitucionalmente el país. Ferré había puesto sus
ejército en manos del general Lavalle, pero éste había invadido Entre
Ríos y se había llevado el ejército a invadir Buenos Aires, dejando la
provincia indefensa. Para peor, había fracasado en su intento y había
tenido que retroceder hacia el noroeste, de derrota en derrota.
Ferré puso todos los recursos de la provincia en manos de otro general,
José María Paz, de larga trayectoria unitaria. Éste se dedicó a organizar
el ejército, hasta ponerlo en condiciones de combatir. Tuvo la suerte de
que Echagüe no lo pudiera atacar durante el año 1840, porque Lavalle
había ocupado Santa Fe por unas semanas.
La batallaEditar
Tras saberse de la derrota de Lavalle en la batalla de Famaillá, Echagüe
avanzó hacia el norte. Por su parte, Paz acababa de engrosar su ejército
con unos cuantos huidos de las fuerzas de Lavalle, y Ferré firmó una
alianza con el gobernador de Santa Fe, brigadier Juan Pablo López.
Durante varias semanas, Echagüe se mantuvo en el sur de la provincia,
llegando al río Corriente y esperando la oportunidad de atacar con
ventajas. Paz no se las dio, y entonces cruzó el río Corrientes por el
paso de Caaguazú.
Al iniciarse la batalla, Echagüe contaba con 5.000 hombres (1.000 de
ellos infantes) y 12 piezas de artillería, al mando del coronel Servando
Gómez y otros jefes experimentados. No contaba, sin embargo, con el
mejor de sus generales, brigadier Justo José de Urquiza. Las fuerzas de
Paz, de 3.000 hombres, eran mandadas por oficiales mucho menos
capaces, entre los cuales el único que había luchado en las guerras de
independencia era el coronel Indalecio Chenaut. Entre los jefes
correntinos se destacarían más tarde los futuros gobernadores, tenientes
coroneles Joaquín Madariaga y Benjamín Virasoro.
Paz esperó el ataque en una posición aparentemente débil: su caballería
del ala izquierda se retiró al primer ataque de las fuerzas de Gómez, y
fueron perseguidos varios miles de metros. Pero a medida que iban
avanzando, se iban encerrando entre el río Corrientes y un estero, desde
las orillas de las cuales eran tiroteados por los infantes correntinos. Al
llegar al fondo, se encontraron con la artillería y la infantería
concentradas, que los destrozaron; tuvieron que retirarse, y en el
camino fueron nuevamente diezmados por la infantería de ambos
costados.