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escuela?
INTRODUCCIÓN:
Se observa en la obra de Pablo Freire la defensa de una relación horizontal y de una igual
participación dialógica entre educador y educando. Esto apunta hacia el desarrollo de una
pedagogía dialéctica en la que además de la necesidad de una “acción creadora”, el
educador debe aliarse al educando en su actividad y práctica educativa en el cotidiano de la
escuela, desenvolviendo continuamente un trabajo escolar, de forma que los muchos
elementos del proceso de enseñanza- aprendizaje se relacionen para que todos puedan
enseñar y aprender. Freire no acepta recetas prontas ni admite que los hombres simples
continúen siendo domesticados por los entes dominantes. En 1967, en el libro “Educación
como práctica de la libertad”, él ya decía esto claramente: “una de las grandes, sino la
mayor, tragedia del hombre moderno está en que es hoy dominado por la fuerza de los
mitos y encomendado por la publicidad organizada, ideológica o no, y es por eso que viene
renunciando cada vez, sin saber, a su capacidad de decidir. Viene siendo expulsado de las
órbitas de las decisiones” (Freire, 1983:43).
En esa misma dirección Freire afirma que “es decidiendo que se aprende a decidir”
(1997:119). El verbo transitivo directo “decidir” puede significar “determinar, resolver,
asentar, deliberar; dar solución a; solucionar, desatar; dar decisión a; juzgar, sentenciar (…)
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convencer, persuadir, inducir; resolver; disponer”. Decisión del latín decisio, significa
“resolución de un hecho voluntario que, posterior a su validación, provoca la ejecución de
una solución encontrada entre varias alternativas posibles” (Hiapiassu y Marcondes,
1991:65). Por todos los significados de la palabra decidir, verificamos que sin la existencia
de la decisión o de alguien que decida, no podremos iniciar ningún proceso, sobre todo a lo
que se refiere a la construcción de un tipo de planeamiento o cualquier proyecto.
Todos deben tener el derecho y la libertad de tomar decisiones sobre su propia vida, lo
mismo que, al ejercer esa libertad, puedan correr el riesgo de equivocarse, pues, conforme
dice Freire, es decidiendo que construimos, con autonomía, nuestro proyecto. Es ejerciendo
la capacidad de decidir que aprenderemos a ser nosotros mismos. No es por eso que se
trata de una decisión individual encerrada en sí misma y desprovista del análisis de sus
posibles consecuencias sociales, una vez que “la libertad madura en la confrontación con
otras libertades, en la defensa de sus derechos, en faz de la autoridad de un país, del
profesor, del Estado” (Freire, 1997:119/20).
Lo fundamental es que asumamos éticamente nuestras decisiones, pues así, como también
lo sugiere Pablo Freire, fundaremos nuestra autonomía, visto que “ninguno es autónomo
primero para luego decidir. La autonomía se va constituyendo en la experiencia de varias,
innumerables decisiones que van siendo tomadas” (Ibíd.).
Por otro lado, mediante la pregunta de sobre cómo dialogar en torno a los asuntos técnicos,
o sea, sobre cómo los componentes podrían opinar al respecto de algo que no conocen (en
el caso como la técnica) Freire responde que “sería posible el diálogo si su objetivo girase
en torno a la vida diaria y no en torno a la técnica” (Freire, 1982 a: 95).
Esa reflexión nos remite directamente a la cuestión del planeamiento, que no debe ser
encarada, en la escuela ni en la educación, como una actividad a ser realizada sólo por
pedagogos o por los supuestos “intelectuales especializados en pensar” (Ferreira, 1979:23),
a no ser que halla voluntad política de excluir a algunos de la comunidad educativa en la
participación de ese proceso. El planeamiento “es una técnica, y con certeza puede ser
usada con varios intereses u objetivos. Tanto puede ser apropiada para enmascarar una
realidad como para imponer soluciones que a veces representan los intereses de todos
más ciertamente de algunos grupos o personas” (García, 1991:41).
Siguiendo en esta misma línea el profesor Francisco Whitaker Ferreira afirma que “quien
planifica es el mismo que hace” (Ferreira, 1979:25) “o sea, el planeamiento precisa ser
hecho por aquellos que efectivamente ejecutan la acción. De lo contrario, aceptaremos la
existencia de una supuesta autonomía del método de planificar y transformaremos tal
actividad en una tarea específica de una minoría, lo que nos llevará a acentuar la dicotomía
entre pensar y hacer y, consecuentemente a desvincular los que piensan del resultado de la
acción, bien para incentivar la figura denominada por Ferreira “empulhador” (Ibíd. p: 23).
El “empulhador” sería aquel individuo que no acredita la acción que se planea y que por
conveniencia personal considera importante defender el medio de vida constituido por el
conocimiento del método, que todo comienza a girar en torno a él, a sus reglas, su
lenguaje” (Ibíd. p:24). Así, los supuestos especialistas en planeamiento toman para sí la
responsabilidad de planificar y, la de hacer se la atribuyen a las demás personas que
también se tornan en especialistas, pero sólo en el hacer, o sea en ejecutar las tareas que
otros piensan. Por lo tanto, el desafío consiste en buscar mecanismos que no permitan
separar la actividad de planificar de la acción propiamente dicha, o sea, consiste en no
admitir la división del trabajo en el planeamiento de forma desvincular “los que piensan del
resultado de la acción” (Ibíd. p:21).
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Nuestra preocupación en relación a ese punto se fundamentan también en los principios
político- pedagógicos de la obra de Freire, que se refieren, respectivamente, al
posicionamiento reflexivo y crítico sobre el ideal que tenemos del hombre y de la sociedad y
de las acciones educativas relacionadas al tipo y las características de la educación que se
torna viable para la construcción de una sociedad que queremos. Para Freire, teoría y
práctica son indisolubles, inseparables, una vez que “la reflexión sobre la acción resulta la
teoría sin la cual la acción (o la práctica) no es verdadera” (Freire, 1982 a:40). “Por eso, no
nos basamos sólo en su producción teórica”.
La oportunidad de convivir con Pablo Freire entre 1994 y 1997, en el Instituto Pablo Freire
(IPF), nos permitió acompañar de cerca sus propuestas y acciones desarrolladas por la
lucha y en favor del derecho de todos los educandos y a la equidad social, reflejadas en los
proyectos en los cuales en la que participan la institución, en aquellos que se desenvuelven
fuera de las registradas en las obras escritas en ese mismo período. Esa convivencia está
expresada en dos breves artículos. En el primero, titulado “Organizando la bibliografía de
Pablo Freire” (Padilha, 1996: 60/61), relatamos la experiencia de dar continuidad a la
organización, búsqueda y sistematización de la bibliografía “de” y “sobre” Pablo Freire
publicada en el libro: “Pablo Freire una bibliografía” (Gadotti 1996). A partir de esa
experiencia, después de meses en contacto con el pensamiento freiriano, tuvimos la exacta
dimensión del significado de su obra, capaz de influenciar e iluminar el trabajo de los
educadores, filósofos y cientistas de las distintas áreas de conocimientos de todo el
mundo.
Por otro lado una vez que, para Pablo Freire, los problemas educacionales no son solo
técnicos ni solo pedagógicos, sino también políticos y económicos, conviene aclarar lo que
significa hacer política o hacer educación. Política puede ser entendida como “el arte de
gobernar, de dirigir el destino de una ciudad” (Arnaha y Martins, 1993:179), ya que, en su
sentido etimológico, viene de polis, que, n griego, significa ciudad.
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La política fue inventada “como el modo por el cual los humanos regulan y ordenan sus
intereses conflictivos, sus derechos y obligaciones en cuanto seres sociales (…) como el
modo por lo cual la sociedad, internamente dividida, discute, delibera y decide en común
para aprobar o no las acciones que se dicen respecto a todos sus miembros”
(Chaui,1994:370).
Esas definiciones nos ayudan a entender que la política auxilia al hombre, cotidianamente,
a resolver sus problemas, sus impares, a organizar su vida en sociedad, a discutir sus
diferencias, estableciendo derechos y obligaciones, definir las probabilidades de sus
iniciativas para que los conflictos y los intereses de todos los miembros sociales puedan ser
perfilados de la mejor manera posible. De este modo, a pesar de las diferencias, puede
haber una convivencia equilibrada, pacífica y justa.
La política se presenta, por lo tanto, como algo inherente al hombre, como un instrumento
indispensable en sus acciones y decisiones, en que están establecidos niveles de poder
entre los propios hombres, sea cual sea el ámbito o la forma de ejercicio de ese poder.
Conviene alumbrar por qué el poder es una “relación o un conjunto de relaciones por las
cuales individuos o grupos interfieren en la actividad de otros individuos o grupos” (Arnaha
y Martins, 1993:179). Así mismo, política y poder están ciertamente imbricados.
Cuando hablamos de política y poder nos referimos a cuestiones inherentes a la vida de los
seres humanos y así, a todo lo que está relacionado a sus acciones y relaciones en
sociedad. Hablar de política y de poder significa, por lo tanto de hablar de democracia, de
autoritarismo, de justicia, de injusticia; en fin, significa tratar temas que envuelven tales
acciones y relaciones humanas.
¿Se puede por ventura, hablar de educación separada de política y de la cuestión del
poder? ¿Cuando actuamos o estamos en la escuela- o cuando educamos a nuestros hijos,
a los jóvenes fuera del ámbito escolar- dejamos de relacionarnos políticamente con el
“otro” o con el “medio”? ¿Será que la escuela o nuestra casa son espacios neutros, en
donde no existen relaciones de poder, de autoridad, de mando, de abuso, de restricción y
de defensa de los derechos de alguien? ¿O, aún, le cabe en un país a los educadores
proteger a sus hijos y alumnos de la política, entendida como algo pecaminoso, como
alguna cosa que no sea propia de los hombres buenos, decentes, justos y honestos?
Ese sentido peyorativo actualmente atribuido a la política tiene una razón de ser. La
palabra política, en su sentido específico puede representar la administración de una
escuela por las autoridades y especialistas del gobierno, las acciones de la colectividad en
relación a tal gobierno, las actividades de los políticos y de los especialistas en política-
generalmente afiliados a partidos políticos. En contrapartida, puede ser también asociada a
la actividad dudosa de algunos de esos mismos políticos profesionales que elegidos
democráticamente por el pueblo, al representarlo, acaban utilizando sus cargos para
obtener ventajas personales de diferente naturaleza.
Los distintos sentidos de la palabra “política”, entre tantos otros más comunes, utilizados
cotidianamente (política empresarial, política sindical, política de la escuela, política del
tiempo del fútbol, política financiera, política de corrupción, etc.) también han contribuido
para confundir a las camadas populares, apartándolas del ejercicio de esa actividad
inherente a los hombres.
Cuando dejan de “hacer política”, eximiéndose de reivindicar sus derechos junto a los
representantes políticos que eligieron, de defender derechos y obligaciones en los diversos
momentos de su vida, acciones y relaciones en sociedad, de participar activamente de las
decisiones relacionadas a su cotidianeidad y así mismo de reflexionar sobre sus prácticas,
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realidades o contexto social, la camada popular deje de ejercitar plenamente la
democracia, apartándose de todo lo que consideran político, como fue por un lado algo
negativo o por el otro un asunto atinente sólo a los políticos profesionales o las personas
que tienen militancia político partidaria.
Por eso Pablo Freire insiste en la necesidad de no disociar política de educación, para
evitar, por ejemplo, que nuestros chicos, jóvenes y adultos puedan ser victimados por un
proceso educativo que acentúa el preconcepto, la violencia, la intolerancia, la ingenuidad,
el individualismo, y la no participación en los procesos decisorios y hasta en la misma
desinformación y, en fin, acepten una sociedad desigual. Por eso él propone una
educación política.
Todo lo que se relaciona con la visión del mundo, el contexto, la realidad concreta de una
escuela y las utopías de su cuerpo directivo, docente, no docente, cuerpo de funcionarios,
colaboradores y vecinos, puede y debe ser discutido políticamente en su interior, para que
esa institución cumpla mejor su papel en la sociedad y para que, a partir de esa discusión
permanente pueda intervenir también, de forma política, en los demás niveles e instancias
de la sociedad, de la cual son todos ciudadanos.
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Pablo Freire afirma que “hay momentos en que la profesora en cuanto autoridad, habla al
educando, dice lo que debe hacer, establece límites sin los cuales la propia libertad del
educando se pierde en la permisividad, es en estos momentos, de acuerdo a la opción
política de la educadora, se alternan con otros en los que la educadora habla con el
educando” (Freire, 1995:85). Ese dialogo introduce a educadores y educandos en un nuevo
sentido educativo, en el que ese habla está permitida, que es requerida y en el que todos
aprenden a aceptar, a escuchar al otro. La postura de la educadora y el educador ante el
educando es otra, nueva; en recurrencia, la distancia entre lo que ellos dicen y hacen pasa
a mostrarse mucho más –una vez que ellos están abiertos para aceptar hasta las mismas
críticas a sus posturas, a sus posiciones, no solo como educadores sino como sujetos y
ciudadanos participantes de un proceso crítico y político. Y es ahí justamente que el
educando empieza a cambiar. Pasa a existir un clima democrático en el cual todos tienen
voz, todos pueden luchar por sus derechos, por sus convicciones, todos pueden dar su
fundamento coherente, con la certeza de que sus palabras no serán olvidadas, discutidas y
serán objeto de la reflexión de sus compañeros. Aquí el alumno pasa a tener un papel que
le fue históricamente negado por la educación “bancaria”. Aquí se establece lo que Pablo
Freire llama “la conciencia transitiva crítica” que, conforme explica Gadotti, significa
“conciencia articulada con la praxis”. Según Pablo Freire, para llegar a esa conciencia, que
es, al mismo tiempo, desafiante y transformadora, son imprescindibles el diálogo crítico, el
habla y la convivencia. (Gadotti, 1989:66).
Al decir que el educador debe hacer de su acto educativo una actividad política, Pablo
Freire quiere afirmar justamente que la educación solo puede de hecho contribuir para el
crecimiento general de la persona, del sujeto, del ciudadano, del alumno y de la alumna.
Puede significar un espacio para exponer ideas, discutir con la mayor amplitud posible
temas que, referidos al contexto de los alumnos, siempre estarán vinculados y podrán ser
trabajados en el conocimiento de las diferentes ciencias, del conocimiento acumulados por
los hombres, los cuales serán también estudiados por los educandos.
Pablo Freire defiende una educación problematizadora, política en la que la realidad sea
clarificada al mismo tiempo que se educa. Ella apunta hacia la necesidad de que tengamos
coraje para experimentar diariamente la democracia, la posibilidad de la democracia,
basados sobretodo en la relación horizontal, dialógica, en la que educador y educandos
tienen amor, fe, esperanza y cultivan ese espíritu con gran humildad. Al establecer ese tipo
de diálogo, al elegir la pregunta como esencia del hecho de “conocer”, al cambiar
experiencias, ideas y conocimiento, al aprender juntos, a pesar de las diferencias,
educadores y educandos estarán haciendo una educación revolucionaria, mutua y
solidariamente.
Así, cuando se deslumbra una nueva relación entre educador y educando, en la cual no
solo se reconoce la presencia de la política en esa relación sino, principalmente, se
estimula la práctica del diálogo político en el aula, en las actividades curriculares y
pedagógicas, el resultado del proceso de enseñanza- aprendizaje será ciertamente mejor.
Además de estimular la reflexión de aquellos actores educacionales, tal práctica estará
sobretodo enseñándonos a actuar sobre tal realidad para transformarla, y a buscar cada
vez más, la justicia social que todos queremos alcanzar.
Pablo Freire dice que “ninguna respuesta es definitiva”. La reflexión hasta aquí desarrollada
no nos ofrece respuestas definitivas, por lo menos nos lleva a creer que, si pensamos en
una sociedad mejor para todos, en una nueva sociedad, no podemos sino admitir que la
política sea concebida como una cuestión distante y separada de la educación, dentro y
fuera de la escuela. La propia vida es, en sí, política.
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En el aula o en los círculos de cultura, como se lo prefiera llamar, educadores y
educandos se relacionan políticamente en todo momento, estableciendo, por lo tanto,
relaciones de poder y pudiendo ir en dirección de los cambios y de la construcción de una
nueva realidad, de una nueva sociedad. Para esto, pueden apostar al diálogo como
ejercicio de la democracia y más que eso, pueden volver a tener esperanza de que por
medio de una educación politizada que estimule el sentido crítico, que lleve a la
concientización, estaremos evitando la aceptación dócil y pasiva de una dura realidad que
favorece sólo a una minoría que siempre defiende la neutralidad de la educación en nombre
del mantenimiento de sus privilegios. Más que eso, estaremos creando condiciones para
una acción efectiva con vistas a la transformación de la sociedad en que vivimos para la
mejoría de la escuela que tenemos.
La escuela que Pablo Freire propone, basada en una relación dialógica y dialéctica entre
educador y educando, es instrumento importante para la construcción de una nueva
sociedad, más ella sola no podrá “salvar a Brasil”. “La Viabilización de un país no está sólo
en una escuela democrática, formadora de ciudadanos críticos y capaces, pasa además
por la necesidad de no estar sin ella” (Freire, 1995:88) es así que creemos que en esa
dirección estamos luchando diariamente, intentando aprender a enseñar y enseñar a
aprender, por intermedio de ese diálogo a y con nuestros educandos.
Procuramos dar nuevo sentido a la actividad de planificar cuando afirmamos que ese
proceso debe ser dialógico queremos reconocer que la razón es inseparable de la emoción
cuando decimos que es necesario organizar las prioridades y las acciones escolares y
educativas para construir proyectos y políticas emancipadoras, que nos permitan develar la
realidad y revelarla a nuestras ideas, garantizar nuestra voz, nuestro voto, escribir nuestra
historia en base a lo que rescatamos, a la vivencia en el registro de las diferencias que
tenemos y en la interpretación de ese registro, que permitan considerar la diferencia, la
diversidad cultural y el multiculturalismo presente en la educación y en la sociedad.
Es preciso pues, resistir ese modelo de planeamiento no dialógico que “convoca” a todas
las personas a encajar en acciones predeterminadas por especialistas, que no dialogan
porque consideran que es más rápido, eficiente, eficaz y más productivo decidir en nombre
de la mayoría que dialogar. Se argumenta que dialogar lleva tiempo y no lleva a nada. En
cuanto eso ocurre, dicen, todos deben someterse a sacrificios en el presente como forma
de alcanzar, en el futuro los objetivos estáticos definidos por una minoría.
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relacionadas por ejemplo las cuestiones organizativas, pedagógicas o administrativas de la
escuela y las políticas públicas educacionales, va aconteciendo un proceso de
participación, de desarrollo, de cambio de ideas, de rescate de la cultura y de cambio de
experiencia, de acciones y de propuestas concretas o controvertibles, que estimulan el
enfrentamiento de problemas y desafíos presentados en lo cotidiano, lo que están muy
distantes de los técnicos o especialistas en planeamiento. Es esa la gran ventaja del
planeamiento dialógico, organizado, democráticamente sistematizado y cambiado para el
respeto de la autonomía de los sujetos partícipes en ese proceso.
En tanto, como nos advierte el propio Freire, el diálogo no debe ser entendido “solo como
una técnica que podemos usar para conseguir u obtener algunos resultados” (Freire,
1996:122). O sea, el diálogo no será una táctica retomada por el planeamiento para facilitar
la manipulación de los participantes en el proceso, lo que acabaría por generar consensos
pasivos. El planeamiento dialógico rescata justamente la dimensión histórica de la
experiencia de las personas y del planeamiento ya instituido en las escuelas o en los
sistemas educacionales, para ampliar la posibilidad de reconstrucción de lo que ya existe,
partiendo de lo instituido para instituir otra cosa, pero en la comunidad y permanente
comunicación, conforme nos nombra el profesor Moasid Gadotti, “el diálogo debe ser
entendido como algo que parte de la propia naturaleza histórica de los seres humanos. Es
parte de nuestro progreso histórico en el camino para transformarnos en seres humanos
(…) es una especie de postura necesaria, en la medida en que los seres humanos se
transforman cada vez más en seres críticamente comunicativos. El diálogo es el momento
en que los humanos se encuentran para reflejar sobre su realidad tal como la tienen que
hacer. Otra cosa: en la medida en que somos seres comunicativos, que nos comunicamos
unos con otros en cuanto nos tornamos más capaces de saber qué sabemos, (…) a través
del diálogo, reflejando juntos sobre lo que sabemos y no sabemos, podemos, seguir, actuar
críticamente para transformar la realidad” (Freire, 1996:122- 123).
Pablo Freire en “Pedagogía del oprimido” (1987), dedica un capítulo entero, el número 3, a
la reflexión sobre la dialogicidad, según él, “es la esencia de la educación como práctica de
la libertad” (1987:77). El diálogo no se agota en la relación yo- tú, porque esto sería
estrictamente limitador. El dialogo “es ese encuentro de dos hombres, mediatizados por el
mundo, para pronunciarlo” (Ibíd. 78).
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CAPÍTULO 1: PLANEAMIENTO, PLAN, PROYECTO: UNA TIPOLOGÍA
Los términos planeamiento, plan y proyecto han sido comprendidos de muchas maneras
durante el régimen autoritario (1964- 1985), ellos fueron utilizados con un sentido
autocrático. Toda decisión política era centralizada y justificada técnicamente por
tecnócratas a la sombra del poder. Muchos de nosotros, educadores y educadoras,
acabamos teniendo una gran resistencia a la actividad de planeamiento y a la elaboración
de planes, confundidos casi siempre con la práctica autoritaria. Más esa no es la única
forma de comprender esos términos. Por eso comenzamos con una explicitación de ellos.
Pretendemos con el cuadro que sigue, dar al lector una visión general de cómo los términos
citados han sido comprendidos y explicados por diferentes autores, o lo que también nos
ayudará a precisar el sentido que atribuimos a ellos en el desarrollo del libro.
Concepto de Planeamiento:
“El significado del término planeamiento es muy ambiguo, más en su uso trivial él
comprende la idea de que sin un mínimo de conocimiento de las condiciones existentes de
una determinada situación y sin el esfuerzo de previsión de las alteraciones posibles de esa
situación, ninguna acción de cambio será eficaz y eficiente, aunque se tenga claridad en los
objetivos de la acción. En ese sentido común, trivial, cualquier individuo razonablemente
equilibrado es un planificador. Más cuando suponemos que hay una ciencia del
planeamiento, entonces, de cierto modo, los reparos que fijamos a la idea de que se tiene
una metodología científica de aplicación universal valen también para el campo de
planeamiento. No hay una ciencia del planeamiento en sí mismo hay métodos de
planeamiento generales y abstractos que pueden ser aplicados a una variedad de
situaciones sociales independientemente de consideraciones de naturaleza política,
histórica, cultural, económica, etcétera” (Azanha, 1993:70- 78).
Planeamiento “es un proceso que se preocupa para dónde ir y cuáles son las maneras
adecuadas para llegar allá, teniendo en cuenta las situaciones presentes y las
posibilidades futuras, para que el desarrollo de la educación atienda tanto las necesidades
de desarrollo de la sociedad, cuanto la de los individuos” (Soroacy, 1972:79)
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Planeamiento “es el proceso de análisis crítico que el educador hace de sus acciones e
intenciones, donde él procura ampliar su conciencia en relación a sus problemas del
cotidiano pedagógico, del origen de las mismas, de la coyuntura en la que aparecen y
cuáles son las formas para la superación de los mismos” (Fusari, s.d.a.*)
Planeamiento, lo consideran una técnica, una herramienta para la acción. Se coloca esta
cuestión dentro de lo que convencionalmente se llama la visión instrumental del
planeamiento, destacándose su aspecto utilitario. (…) Global, integrado, continuo, realista,
flexible, interdisciplinar y multiprofesional, participativo: estas son algunas condiciones
entre otras, para un buen planeamiento, inclusive educacional” (Fonseca, Nascimento y
Silva, 1995: 85- 86)
“Planeamiento del sistema de educación es de la mayor cobertura (en cuanto uno de los
niveles de planeamiento de la educación escolar), correspondiendo al planeamiento que es
hecho en el nivel nacional, estatal o municipal. Incorpora y refleja las grandes políticas
educacionales. Enfrenta los problemas de atención de la demanda, el gerenciamiento de
los recursos, etcétera.”(Vasconsellos,1995:53)
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Planeamiento curricular, en cuanto uno de los niveles del planeamiento de la educación
escolar, “es la propuesta general de experiencias de aprendizaje que serán ofrecidas por la
escuela, incorporadas en diversos componentes curriculares. Desde la espina dorsal de la
escuela, desde las series iniciales hasta las terminales. La propuesta curricular puede
tener como referencia los siguientes elementos: fundamento de la disciplina/ área de
estudio, desafío pedagógico, todo lo metodológico, la propuesta de contenidos, proceso de
evaluación. Muchas veces, las propuestas curriculares son hechas en un nivel educativo
estatal o de la red municipal dando origen a las llamadas guías
curriculares…”(VASCONCELLOS, 1995:53)
El planeamiento de la educación escolar puede ser concebido como proceso que envuelve
la práctica docente en el cotidiano escolar durante todo el año lectivo, donde el trabajo de
formación del alumno, a través del currículo escolar, se ve priorizado.
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Planeamiento Participativo. Concepto:
El Planeamiento Participativo “se construye en un proceso político; en un continuo
propósito político, en una deliberada y amplia construcción del futuro de la comunidad, en
la cual participa el mayor número posible de miembros de todas las categorías que se
constituyan. Significa, por lo tanto, algo más que una actividad técnica, un proceso político
vinculado a la decisión de la mayoría, tomada por la mayoría, en beneficio de la mayoría”
(CORNELy, 1977:37)
Plan. Concepto:
“El Plan es un documento que registra lo que se piensa hacer, cómo hacer, cuándo hacer,
con qué hacer, con quién hacer. Para que exista el plan es necesario que el grupo se haya
reunido antes, y en base a los datos e informaciones disponibles, tenga definidos los
objetivos que serán alcanzados, tenga confrontados los objetivos con los recursos
humanos y financieros disponibles, tenga definido el período de realización de las
acciones, en fin, tenga organizado el conjunto de acciones y recursos. El plan evita lo
improvisto, lo inmediato, la ausencia de perspectiva, pues él anticipa, él prevé. El plan
pasa a ser un referente, un norte para las acciones educacionales del municipio. Con el
plan es posible acompañar su desarrollo, evaluar si los resultados alcanzados fueron o no
los esperados, dónde hubo desvío, cuáles fueron los problemas enfrentados.
Planeamiento y plan están estrechamente relacionados, mas no son sinónimos. El primero
representa el proceso y el segundo es un registro del proceso.” (SobrInho, 1994:3-4)
Plan es “el documento donde se registran por escrito, según una determinada ruta, las
decisiones tomadas en un proceso de planeamiento. Está hecho para ayudar la memoria
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del proceso, para acompañar. Pasa a ser el papel que se consulta mediante la
organización de la acción.” (MST,1995)
Plan “es una guía de orientación, pueden en él estar establecidas las directrices y los
medios de realización del trabajo docente. Como su función es orientar la práctica,
partiendo de las exigencias de la propia práctica, él no puede ser un documento rígido y
absoluto, pues una de las características del proceso de enseñanza es que está siempre
en movimiento, está siempre sufriendo modificaciones hechas en las condiciones reales”
(Libaneo, 1992:2003)
“Plan es el producto, que como tal puede ser explicitado en forma de registro, del
documento de un año (…) en cuanto produce, es provisorio” (Vasconcellos, 1995:43)
El plan de curso es “un documento que debe funcionar como orientador de la tarea, la
dirección establecida por los educadores, donde quede claro el punto de partida, la
trayectoria y el punto de llegada del trabajo individual-colectivo de los educadores de la
escuela. Su finalidad es estimular una reflexión en torno del trabajo pedagógico que el
curso pretende desarrollar, registrando en un documento la esencia de la propuesta
curricular que el curso pretende (…) es así un documento que se presentará, en el caso de
la H.M.UM., la propuesta pedagógica (los contenidos generales, los contenidos
particulares, la metodología, sistemas de evaluación y bibliografía básica) que corresponde
al ciudadano educador y que pretende formar en el curso en el período de cuatro años. De
esta forma, una escuela que mantiene varios cursos tendrá, por lo tanto, varios planes,
tantos cuantos fueran sus cursos. (Fusari, 1988:1/24)
Plan de Disciplina:
El plan de disciplina “es un instrumento para sistematizar la acción concreta del profesor, a
fin de que los objetivos de la disciplina sean atendidos. Es la previsión de los contenidos
que serán desarrollados en el aula. La definición de los objetivos más importantes así
como la selección de los mejores métodos y técnicas de enseñanza, como también los
recursos humanos y materiales que serán usados para un mejor proceso de enseñanza-
aprendizaje” (Mengolla y Sant. Ana, 1993:64)
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Plan de Enseñanza:
“Es un momento de documentación del proceso educacional como un todo, o sea un
documento elaborado por los docentes, conteniendo las propuestas de trabajo, en un área
o en una disciplina específica, debe ser percibido como un instrumento orientador del
trabajo docente, teniendo la certeza que la competencia pedagógica política del educador
docente debe ser más abarcativo de lo que queda registrado en su plano” (Fusari,
SB{E}:46)
Plan de Unidad.
El plan de unidad es “también llamado planeamiento por temas generadores. Hecho de
acuerdo con el tiempo de duración cada tema. Puede ser de quince días como un mes
como dos meses… depende de la potencialidad generadora del tema.” (MST, 1995:24)
Plan Municipal
“Conjunto de planos sectoriales que compondrá el plan municipal que será encaminado
hacia la cámara municipal teniendo como referencia las plenarias populares.”(sme / “sp”,
1992:14.)
“Lo que se busca con esos procedimientos no es sólo la elaboración del plan sectorial
educativo a nivel municipal, de forma participativa. Se busca utilizar el planeamiento como
un instrumento de movilización social.”(sme / “sp”, 1992:14.)
Plan Regional:
El plan regional “se compone de las directrices regionales para la educación,
seleccionadas a partir de las directrices gubernamentales, del diagnóstico de la realidad
educacional de la región, de las propuestas de ejecución del año en curso y sus
respectivas evaluación revisando su continuidad durante el año, de las propuestas para
solucionar los problemas encontrados, en orden a las prioridades, los costos de
mantenimiento y necesarios para su implementación” (sme / “sp”, 1992:14-15.)
Programa. Concepto:
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Proyecto. Concepto:
“El proyecto es una anticipación. La utilización del prefijo pro que significa antes, en la
terminología de la planificación y en las denominaciones de proyecto y programa, es
significativo: el contenido de un proyecto no tiene que ver con los acontecimientos u
objetos pertenecientes al ambiente actual o pasado del actor que lo elabora, sino con
acontecimientos u objetos aún no verificados; no se inclina sobre los hechos sino sobre los
posibles; se relaciona con un tiempo a venir, con un futuro que se constituye en una
anticipación, una visión previa.” (Barbier,1993:43).
Proyecto de Acción:
“Fines anticipadores, finalizantes de la secuencia ordenada de operaciones susceptibles
de conducir a un nuevo estado de la realidad- objeto de acción” (Barvier, 1993:63)
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“Proyecto educativo es el plan global de la institución. Construido participativamente, es
una tentativa, en el ámbito de la educación, en sentido humano, científico o liberador del
planeamiento. (…) Puede ser entendido como la sistematización, en definitiva, de un
proceso de planeamiento participativo, que se organiza y concretiza en un recorrido, que
define claramente el tipo de acción educativa que se quiere realizar. Es un instrumento
teórico metodológico para la transformación de la realidad. Es un elemento de
organización e integración de la actividad práctica para la institución en ese proceso de
transformación” (Vasconcellos, 1995:143-145)
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CAPITULO 2. CONCEPCIONES DEL PLANEAMIENTO.
Para nosotros, la actividad de planear es una actividad intrínseca a la educación por sus
características básicas de evitar la improvisación, prever el futuro, de establecer caminos
que puedan dar el norte más apropiado a la ejecución de la acción educativa,
especialmente dando garantía a la socialización del hecho de planear que debe prever o
dar acompañamiento y evaluación a la propia acción.
Volviendo a 1920, algunos autores (denominados por Chiavenato “transitivos” ,por estar
entre la teoría clásica y la subsiguiente teoría de las relaciones humanas, a pesar de que
defendían algunos principios de la teoría clásica de la administración, tienden
pioneramente a aplicar a la administración empresarial algunos principios de la Psicología
de la Sociología.
Entre los autores transitivos están Tead, Miss Follett y Barnard, que también contribuiría en
relación a la cuestión del planeamiento. Para Ohurdiad y Tead, planear es definir las
políticas y los procesos de trabajo. El liderazgo tiene un importante papel en la
administración, y el suceso de la organización depende del proceso de persuasión utilizado
por el administrador, o sea, la aceptación de los objetivos depende de la manera en que
ellos son presentados a los subordinados.
17
Tead considera que el líder es un agente moral, es principalmente, el símbolo de la
burocracia dentro de la organización, pues a partir de él, la escuela de los objetivos podrá
ser compartida por los demás integrantes de la organización y todos estarán imbuidos en
el sentimiento de libertad y voluntad de colaborar con su mejor esfuerzo creados.
Con Miss Follett, gana fuerza la aplicación de la psicología en la administración, una vez
que se considera que el objetivo básico de la acción administrativa es obtener la
integración de las personas y la coordinación de sus actividades. El prof. Chiavenato
esclarece que, para Foret toda decisión “es un momento en un proceso” se torna
importante someter en el contexto de ese proceso. Cualquier persona dentro de la
organización es considerada importante en la medida que interviene para tomar una
decisión en un proceso general y no por ser parte de la jerarquía. (Ibíd., p:118) En esa
dirección la filosofía de la organización se resume “en la interpenetración de la autoridad
en vez de la superioridad en el control de los hechos más que sobre las personas” (Ibíd.,
p:119)
La teoría de las relaciones humanas, según Chiavenato (1979:146), cambia las nuevas
dimensiones y las nuevas variables para la teoría de la administración. Nos interesa
enfatizar aquí que la teoría de las relaciones humanas trabaja con los conceptos de
debilitación de la autoridad, con la autonomía del empleado, con la confianza y apertura,
con el énfasis en las relaciones humanas y con la dinámica interpersonal y grupal,
acentuando la importancia por ejemplo, de la moral elevada “del líder (que puede ser
autocrática, democrática o lasser faire), de la dinámica del grupo, de la participación y de la
comunicación, entre los grupos. El trabajo, en esa teoría es, por lo tanto, una actividad
grupal, y la participación de los escalones inferiores en la solución de los problemas de la
organización es incentivada a partir de la introducción de la ciencia del comportamiento en
las prácticas administrativas y en la práctica del planeamiento en particular.
18
Observamos, a sí mismo que después del surgimiento de las teorías de las relaciones
humanas, que acentúa la influencia del comportamiento sobre la teoría administrativa “los
puntos de vista de los autores clásicos nunca dejarán de subsistir” (Ibíd., p: 195) en
verdad, todas las teorías administrativas, según Chiavenato, se asientan en la teoría
clásica, sea como punto de partida, sea como crítica para pensar una posición diferente.
Por otro lado la administración por objetivos (APO) o la administración por resultados,
citada anteriormente que a nuestro modo de ver ha sido muy utilizada en educación es un
método centrado en objetivos, en el planeamiento y en una estrategia de corporación.
Conforme Umble, citado por Chiavetano (Ibíd., p:379), “APO es un sistema dinámico que
integra las necesidades de la compañía para alcanzar sus objetivos de lucro y crecimiento,
a la par de las necesidades del gerente para su propio desarrollo. Es un estilo exigente y
compensador de administración de las empresas. Los objetivos son establecidos por
posiciones de gerencia y esta procura que, los subordinados se comprometan con las
metas establecidas y que se sientan corresponsables de ellas.
19
autorizado el plan estratégico, “estarían todos los proyectos y acciones detalladas que
implican para su implementación” (Ibíd.).
Benno Sander identifica sus dos tradiciones filosóficas contrarias, la tradición funcionalista
del consenso que tiene sus raíces en las teorías positivistas y evolucionistas que han
caracterizado históricamente el pensamiento científico de occidente y la tradición
interaccionista del conflicto, que se basa en teorías críticas y libertarias enraizadas en el
marxismo, en el existencialismo, en el anarquismo, en la fenomenología, en la teoría crítica
y en el abordaje de la acción humana. (Ibíd. p: 77/78).
Esclarecemos que esa síntesis no tendrá como preocupación principal los conceptos
históricos a pesar de su importancia, sólo focalizará las características generales de cada
enfoque presentado, buscando en ella la referencia para nuestro trabajo.
El enfoque jurídico, presente en América latina desde el período colonial hasta la primera
mitad del S. XX, se caracteriza por sugerir prácticas normativas y legalistas, que enfatizan
el orden y en un sistema cerrado de administración. Aquí verificamos un vínculo con el
derecho romano que consideraba a la ley un ideal a ser alcanzado. Por extensión,
entendemos que la administración educacional y la organización escolar se centran en
planes y planeamientos también ideales, distanciados de las circunstancias concretas para
los cuales son aplicados.
Este enfoque, según Sander, sufre la influencia también de Inglaterra católica (carácter de
normativa de la ratio studium) y de la Iglesia protestante y del Positivismo francés y de los
20
modelos europeos de administración que enfatizan la necesidad del orden, de la
organización centralizada y del equilibrio de la gestión administrativa. Para ella, “en la
educación, la influencia del positivismo se manifiesta desde el siglo pasado en el contenido
universalista de su currículo enciclopédico, en su metodología científica de naturaleza
descriptiva y empírica y en las prácticas prescriptivas de organización y gestión” (Ibíd.
p:10).
A su vez, el enfoque tecnocrático se caracteriza más por “el fuerte predominio de los
cuadros técnicos preocupados por la adopción de soluciones racionales para problemas
organizacionales y administrativos” (Ibíd. p:11).
En general, las teorías de esta etapa se basan en los principios de la escuela clásica de la
administración, preconizados en las primeras décadas del S. XX por Fayol en Francia y por
Taylor y sus seguidores en los Estados Unidos, conforme vimos anteriormente.
Los defensores del enfoque tecnocrático en Brasil fueron los llamados “reformistas”, entre
los cuales se destaca Anisio Teixeira, Querino Ribeiro, Carneiro Leao y Lorenzo Filho. “El
primero tuvo particular influencia en el campo de las políticas públicas y la gestión en la
enseñanza, marcando profundamente el pensamiento pedagógico desde los años treinta
hasta la década del setenta preocupándose por la defensa de la identidad cultural y la
promoción de los valores característicos de la sociedad latinoamericana” (Sander,1995:14)
21
reales de la educación. Se enfatiza ahí, la tendencia, hoy bastante común, de establecer
los objetivos para todo el sistema educacional y procurar alcanzarlos de un modo eficaz.
El último enfoque al que nos referimos inicialmente, el sociológico, el recurrente del fracaso
desarrollista, incapaz de atender el enorme optimismo educacional y pedagógico que
había suscitado la educación como enorme factor de desarrollo económico y humano. Al
contrario de todos los anteriores este enfoque se preocupa por la “adecuación política y
cultural de los conocimientos científicos y tecnológicos en la educación y en la
administración” (Ibíd. p:23).
Las referencias que fijamos y que hacemos entre las construcciones conceptuales y
analíticas a partir de las cuales Sander analiza la construcción del conocimiento y la
administración de la educación, son concretadas con un estudio sobre las diferentes
teorías organizacionales y administrativas. A partir de ese estudio, Sander distingue dos
tradiciones contrarias en términos filosóficos y sociológicos y las divide a los fines de su
reflexión.
22
cumplimiento de las leyes, de las normas que rigen el funcionamiento de la institución
educacional y de la defensa de sus intereses como un sistema, desconsiderado la
importancia de sus participantes como personas” (Ibíd. p:85). En esa perspectiva
administrar significa procurar, atender los objetivos por medio de una tradición que
favorezca la eficacia del sistema, omitiendo la cuestión de la eficiencia individual de los
participantes. Observemos que eficacia significa en este caso “criterio dominante de
desempeño administrativo de la administración burocrática” (Ibíd. p:86).
A su vez, por una administración integradora, tercer eje de la tradición funcionalista que
entiende la institución educacional como un sistema abierto, que se sitúa entre los dos
tipos de administración antes expresados, identificándose a veces con el enfoque jurídico,
a veces con el comportamental.
Para cumplir este análisis del enfoque de las teorías organizacionales y administrativas
presentaremos abajo, cuatro cuadros que pretenden caracterizar diferentes visiones del
23
planeamiento educacional. Cuando hablamos de “visión del planeamiento”, nos referimos
al punto de vista sobre el cual el planeamiento es considerado, o sea, como tratándose de
una categorización general, a partir de las muchas características que él asume y de las
concepciones y tradiciones sobre las cuales se fundamenta.
24
Cuadro 2: Fundamentos del Planeamiento educacional.
CONCEPCIONES CARACTERÍSTICAS
Clásica División pormenorizada, jerarquizada
verticalmente, con énfasis en la organización y la
pragmática.
Transitiva Planeamiento seguido de procedimientos de
trabajo, con énfasis en el liderazgo.
Mayorista Visión horizontal, con énfasis en las relaciones
humanas, en la dinámica interaccional y grupal, en
la disgregación de autoridad y en la autonomía.
Neoclásica/ Por objetivos Pragmática, racionalidad en el proceso decisorio,
participativo, con énfasis en el resultado y
estrategia de incorporación.
TRADICIÓN CARACTERÍSTICAS
FUNCIONALISTA (de los conceptos positivistas, evolucionistas)
Burocrática Cumpliendo leyes y normas. Mirando hacia la
eficacia institucional del sistema, enfatiza la
dimensión institucional objetiva.
Idiosincrásica Enfatiza la eficiencia individual de todos los que
participan en el sistema por lo tanto, la dimensión
subjetiva.
Integradora Clima organizacional pragmático, mirando al
equilibrio entre la eficacia institucional y la
eficiencia individual con énfasis en la dimensión
grupal u holística.
TRADICIÓN CARACTERÍSTICAS
INTERACCIONISTA (conflicto/ teorías críticas y libertarias)
Estructuralista Énfasis en las condiciones estructurales de
naturaleza económica del sistema. Enfatiza la
dimensión institucional u objetiva. Orientación
determinista.
Interpretativa Énfasis en la subjetividad y en la dimensión
individual. El sistema es una creación del ser
humano. La gestión es mediadora, reflexiva entre
el individuo y su medio.
Dialógica Énfasis en la dimensión grupal u holística y en los
principios de totalidad, contradicción, praxis y
transformación del sistema educacional.
ENFOQUES CARACTERÍSTICAS
Jurídico Prácticas legalistas y normativas/ sistema cerrado.
Tecnocrático Predominio de los cuadros técnicos/ especialistas
Comportamental Rescate de la dimensión humana; énfasis
psicológica
Desarrollista Énfasis en carácter de los objetivos económicos y
sociales
Sociológico Énfasis en los valores culturales y políticos
contextualizados. Visión interdisciplinar.
25
CONCEPCIONES TRADICIÓN ENFOQUES
FUNCIONALISTA
Clásica Burocrática Jurídico y tecnocrático
Transitiva Idiosincrásica e integradora Tecnocrático y
comportamental
Mayorista Integradora Comportamental
Neoclásica / Por objetivos Burocrática e integradora Desarrollista
La Tradición Interaccionista puede ser combinada con los enfoques estudiados, como se
puede ver en el cuadro 4.
Como bien se puede observar las combinaciones que presentamos arriba no son rígidas,
debido a la multiplicidad de características que puede ser considerada en cada uno de los
fundamentos analizados. Con todo, a partir de esto, es posible citar mejor la noción (de
planeamiento) a la cual nos referimos desde el inicio del libro, facilitando el desarrollo de
nuestros análisis, relacionados con planeamiento educacional y la elaboración de un
proyecto político pedagógico de escuela en una perspectiva de escuela ciudadana.
Pablo Freire en una entrevista concedida a TVE- Río el día 17 de abril de 1997, en la sede
del Instituto Pablo Freire en San pablo definió la Escuela Ciudadana como “aquella que se
asoma como un centro de derecho, como un centro de deberes. La formación se da dentro
de un espacio de tiempo. Lo que caracteriza a la escuela ciudadana como un espacio de
formación de la ciudadanía. La escuela ciudadana es la escuela que viabiliza la
ciudadanía, de que está en ella y de quien viene a ella. Es una escuela que, brindando
para ser ella misma, viabiliza o lucha porque los educandos y los educadores también
sean ellos mismos y como nadie puede serlo, la escuela ciudadana es una escuela de la
comunidad, de compañerismo”.
Sin pretender repetir lo que ya está dicho en otros trabajos (Gadotti, 1993; Romo y Gadotti,
1994; Romao, 1997a), cuando pensamos en el planeamiento de una escuela desde una
perspectiva ciudadana, se hace necesario explicar el significado de la palabra ciudadanía.
26
La ciudadanía es aquí entendida como un ejercicio pleno, por parte de la sociedad, de sus
derechos y deberes, basados en el ejercicio de la democracia. Se trata, pues de una
ciudadanía activo-crítica, que, como advierte Machado, no puede correr el riesgo de
limitarse a una “vigilancia de cumplimiento de deliberaciones de las declaraciones de los
derechos humanos” (1997:95), proclamada por la Asamblea general de las Naciones
Unidas el 10 de diciembre de 1948. Aun cuando la vigilancia sea una tarea significativa
desde el punto de vista práctico, ella es “restringida demasiado al significado político
filosófico de esta noción” (Ibíd.).
La ciudadanía activa se distingue de aquella “otorgada por el Estado, con la idea moral a
favor de la tutela” (Benavides, 1991) en ese sentido “el ciudadano además de ser alguien
que ejerce derechos, cumple deberes y goza de libertades en relación al Estado, es
también titular, aunque parcialmente, de una función del poder público” (Benavides,1994:
9/10).
Para la Escuela Ciudadana, la escuela es el locus central del proceso educativo; esto es,
lo que se da en la formación de la ciudadanía activa e inicia las transformaciones en la
educación. En ese sentido “el punto nodal de toda educación pasa por el cambio en la
unidad escolar, lugar donde se concretiza el esfuerzo global de enseñanza-aprendizaje”
(Silva, Fair, 1996:55).
27
políticas y por consiguiente, en los procesos de planeamiento escolar como en el
educacional y de la definición de los proyectos de la propia escuela.
Ciudadanía y autonomía son términos que no pueden ser separados y constituyen hoy
“dos categorías estratégicas en la construcción de una sociedad mejor en torno a la cual
hay frecuentemente consenso. Esas categorías se constituyen en la base de nuestra
identidad nacional tan desvalorizada y aún hoy tan alejado (p64) en función del arraigado
individualismo tanto de nuestras élites como de las fuertes corporaciones emergentes,
ambas dependientes del estado paternalista” (Gadotti, 1994:27).
28
una sociedad abierta, en la que todos y cada uno de los hombres, usando las franquicias
de sus recursos, o de los recursos que el estado debe disponer y poner, de modo efectivo,
a disposición de ellos, para que puedan realizar su vocación y destino personal.” (Galvez,
1985:529).
Una visión más progresista de autonomía, superando tanto la explicación neoliberal como
el argumento socialdemócrata, debería partir de la creencia socialista de “propiedad
privada como fuente de la desigualdad entre los hombres (para retomar el conocido
discurso de Rousseau) y su eliminación total o parcial como proyecto de la sociedad
futura” (Ibíd. p:80), iría más allá de la crítica.
Ese planeamiento parte de la escuela, pues es allí que donde ocurre la formación de la
ciudadanía activa y se inician las trasformaciones en la educación.
29
años anteriores los diversos planes que tenemos que presentar, en cuanto mucho vamos y
hacemos algunas alteraciones sobretodo de carácter formal.
Mas no basta con que el planeamiento sea “socializado”. Es preciso dar a la socialización
un carácter ascendente, esto es, planear colectivamente y sin jerarquía burocrática. El
fracaso del planeamiento socialista autoritario nos enseña que no es suficiente socializar.
Es preciso que la socialización se dé de abajo hacia arriba; en un movimiento dialéctico
interactivo y comunicativo. Ahí reside el carácter ascendente de ese planeamiento, pues él
enfatiza la necesaria consolidación de un nivel de decisión más puntual (más bajo) para las
instancias más amplias (superiores).
Mejor explicado, esto quiere decir, por ejemplo, en el caso de la educación, que el plan
municipal de educación debe ser la consolidación de los planes y proyectos políticos
pedagógicos de las escuelas de su ámbito, y así en adelante, hasta llegar a la
consolidación del plan nacional de educación, que debe resultar de la consolidación de los
planes de las unidades de la federación.
Las condiciones para que las consolidaciones recién referidas puedan ocurrir en los
diversos niveles de planificación de educación (por ejemplo interescolar, delegación de
enseñanza, regional, municipal, estatal, federal, u otros niveles dependiendo de la
organización propia de una determinada red de enseñanza) forman parte de un proceso
que debe ser construido a través de la constitución de consejos intermediarios, en cada
nivel. Cada consejo, de un determinado nivel “superior”, será formado por representante de
los niveles inmediatamente “inferiores”.
30
De la etapa anterior resultará un proyecto político pedagógico en el nivel de la delegación
de enseñanza, que será encaminado a las instancias superiores de planeamiento o de
administración educacional, donde serán decididos las consolidaciones que estarán
definiendo la política educacional y los planes generales de la organización municipal,
estatal o federal. Por tanto, en un movimiento ascendente, las decisiones tomadas en un
nivel escolar pueden influenciar, de hecho, las políticas públicas y educacionales en los
demás niveles.
Una característica muy importante de esta visión del planeamiento educacional es que
todos los sujetos colectivos o los segmentos que estarán participando en el proceso, están
presentes desde el primer momento, esto es, participan de la propia decisión de planificar,
desde su concepción, pasando por la realización colectiva de la carta escolar o de la
etnografía escolar (o sea, del diagnóstico escolar, según denominación utilizada en el
planeamiento participativo), hasta el momento del replaneamiento, en el que ocurren de
manera necesaria, continua y permanente la evaluación de las acciones implementadas e
implantadas.
31
contribuir ese proceso de planeamiento (actividad- medio) con vistas a la elaboración del
proyecto de la escuela (actividad- fin). La participación se dará en todas las etapas del
proceso de planeamiento, o sea, desde su concepción hasta su ejecución y evaluación del
planeamiento.
Cada segmento escolar, dentro del proceso de planeamiento, puede dar su contribución.
Cuando hablamos de la participación en todas las fases de planeamiento, esto no significa
que todos harán todo en todo momento, pues eso sería impracticable. Pero, una vez
tomadas las decisiones colectivamente sobre todo el proceso, cada segmento podrá
responsabilizarse de determinadas tareas, de acuerdo con las consolidaciones de grupo.
Lo importante es que cada sujeto colectivo se sienta corresponsable con el proceso y con
el proyecto.
Tanto la carta escolar como la etnografía de escuela son instrumentos que contribuyen a la
realización del planeamiento educacional y del proyecto político pedagógico de la escuela,
a partir de la perspectiva de escuela ciudadana. Pretende ser instrumento de “lectura de
un mundo” que viabilice la interacción de los segmentos escolares y comunitarios en torno
de la escuela y de la educación en general.
32
CAPITULO 4: PLANEAMIENTO DIALÓGICO Y PROYECTO POLÍTICO- PEDAGÓGICO
DE LA ESCUELA.
Como Pablo Freire afirma en su libro “Pedagogía de la autonomía” que “es decidiendo que
se aprende a decidir” (p:199), él se refiere a la necesidad y derecho que tenemos de tomar
decisiones en nuestras vidas, así mismo con los riesgos de cometer errores. Freire
también afirma que decidiendo es como construimos, con autonomía, nuestro proyecto de
vida y concluye afirmando que nadie es autónomo primero para luego decidir.
Sabemos que el planeamiento no es una tarea fácil. Conocemos las dificultades (“no tengo
tiempo”, “no tengo personal cualificado”, “la burocracia es tanta”…), las resistencias (“ya
dijimos, hicimos eso y no es cierto, no da resultado”, “nuestra escuela ya tiene proyecto”,
“sin salario no da”…), los límites y obstáculos (comodismo, mediatismo, formalismo).
El derecho de la participación de los alumnos debe ser garantizado, como prevé el estatuto
del niño y del adolescente, ellos deben ser oídos en todos los asuntos y merecen respeto.
Las asociaciones de barrio y entidades comunitarias y las ONG pueden también contribuir
en su parte con la escuela, integrando sus actividades en las actividades curriculares y
extracurriculares.
33
El director de escuela o dirigente de la unidad escolar y su vice, son responsables por la
coordinación de todas las actividades escolares, deben ser capaces de “seducir” a los
demás segmentos para la mejoría de la calidad del trabajo desarrollado en la escuela. Eso
significa, por ejemplo, crear mecanismos y condiciones para el desarrollo y la elaboración
del proyecto político de la unidad contando para ese fin con las diversas actividades de
planeamiento.
La participación de los profesores/ profesoras está ligada no solo a la definición general del
proyecto, sino también a la definición del plan de currículo, de curso, de enseñanza y de
aula, que deben ser parte integrante de todo proyecto de escuela. Teniendo a los docentes
participando activamente en el planeamiento escolar, ellos estarán comprometidos con él,
y principalmente, organizando sus actividades con base en lo que fue decidido
colectivamente. Ellos tendrán una dirección establecida en conjunto como los demás
segmentos escolares, lo que facilitará su trabajo y dará un mayor ánimo al ejercicio de su
actividad profesional.
a) Todas las acciones que vamos a proponer para la elaboración del proyecto político-
pedagógico de la escuela se relacionan con los principios que dan norte al
planeamiento dialógico, o sea esta nueva manera de entender el planeamiento de
la escuela, que intenta garantizar la participación efectiva de los muchos
segmentos escolares en la construcción de su proyecto y en la elaboración de sus
planes. Además de eso, mira o intenta posibilitar que algunos participantes de este
proceso puedan representar a la escuela en los demás niveles de planificación
34
educacional (interescolar, municipal, interregional,…) previstas en el movimiento
ascendente de este tipo de planeamiento.
b) Sin olvidar que la preocupación mayor de la escuela debe ser la mejor atención del
alumno, el proyecto político-pedagógico debe partir de la evaluación objetiva de las
necesidades y expectativas de todos los segmentos escolares. Debe ser
considerado como un proceso siempre inconcluso, por lo tanto susceptible de
cambios necesarios durante su concretización.
Según el profesor Nilson José Machado (1997:69) las utopías “desempeñan un papel
fundamental en la evolución de los proyectos y una eventual renuncia a ellas podría
significar, simbólicamente, una pérdida de voluntad de transformar globalmente la
realidad, de construir la historia”. Es a partir de ese presupuesto que el equipo
responsable de la coordinación de trabajos en la escuela o cualquier otro segmento
puede decidirse, durante el planeamiento, de la discusión y realización del proyecto.
35
Los tres primeros pasos completan el necesario marco referencial del proyecto. Se
trata de explicitar mejor cuál es la visión del mundo, los valores y compromisos que la
escuela está asumiendo hoy y que expresa su propia “cara”, su identidad y la dirección
o rumbo que desea tomar de aquí en adelante. Proyecto viene de “proyectarse”, de
lanzarse al frente. No se emprende una caminata, no se definen pasos a dar sin una
dirección, una filosofía educacional.
POSIBLES PREGUNTAS:
Después del examen de las respuestas individuales, que quedan registradas en hojas
propias y fueron parte de lo histórico del proceso, el coordinador de la actividad puede
promover una discusión en plenario, en el cual cada participante podrá defender su
punto de vista. De esa forma, el grupo procurará registrar los puntos comunes, los
puntos divergentes, los posibles consensos, los ítems que quedan pendientes y que
deben ser profundizados en futuros encuentros, finalmente las opiniones discordantes
sobre las cuales no consiguen entrar en acuerdo, relacionadas a las preguntas
formuladas. Se puede registrar las opiniones y la síntesis de los argumentos en carteles
de forma que el resultado de la discusión y del debate no se pierda. Como ejemplo, vea
abajo la Ficha 1. Obsérvese que todos los segmentos escolares deben participar de ese
proceso, realizando separadamente la discusión de todo el marco referencial y de las
demás etapas de construcción del proyecto político-pedagógico de la escuela. Las
síntesis deberán ser discutidas, posteriormente, en la plenaria de la escuela, cuando
cada segmento será representado en la definición del proyecto político-pedagógico de
la escuela. Los resultados parciales o finales de la plenaria escolar deben siempre
retornar a cada uno de los segmentos, garantizándose, de esa forma, el movimiento
socializado y ascendente.
36
Ficha 1: ¿Cómo entendemos el mundo en el que vivimos? (Visión Macro)
(…)
Una vez respondidas individualmente las preguntas más amplias, que no se refieren
especialmente a la escuela, pero son la visión general del grupo sobre su realidad (nivel
macro), se parte para la discusión sobre cuestiones referidas a la visión utópica del
mundo que el grupo posee. Elaborándose cuestiones que tengan la intención de
verificar cuáles son las principales opciones del grupo en relación a la sociedad en que
vive, buscando determinar un universo común de valores a partir de lo cual sea posible
compatibilizar, mínimamente, los sueños, las esperanzas y las expectativas del grupo,
sus deseos y posibilidades en relación a la construcción de una sociedad mejor, de una
escuela mejor, de seres humanos más felices, etc.. Aquí deben quedar explícitas las
opciones teóricas y filosóficas del grupo.
POSIBLES PREGUNTAS:
1- ¿Qué tipo de hombre y de sociedad queremos construir?
2- ¿Qué papel deseamos para la escuela en nuestra realidad?
3- ¿Qué tipo de relaciones deben establecerse entre profesor y alumno, entre la escuela y la comunidad?
4- ¿Cuál es el papel del Estado en relación a la educación, en términos ideales?
3) Cuál es la escuela que soñamos?
37
Para viabilizar este último paso, el equipo que organiza la reunión de planeamiento
deberá ofrecer, a cada grupo, en una síntesis los resultados alcanzados por la escuela,
utilizando, para ello, diferentes recursos: carteles, tablas, videos, gráficos de
desempeño, síntesis de los proyectos y de los resultados alcanzados, planes y
planeamientos anteriores, etc., lo que fue posible sintetizar para ofrecer a los diferentes
segmentos escolares una visión general sobre las condiciones reales en la cual la
escuela se encuentra.
A partir de los datos disponibles y las discusiones hasta entonces realizadas, los
participantes estarán en condiciones de establecer posibles salidas para los problemas
recolectados, y de organizarlas por categorías, o sea, definir, hipotéticamente,
estrategias y acciones específicas (para aquel año lectivo, por ejemplo), para las
actividades pedagógicas, administrativas, comunitarias y financieras de la escuela.
POSIBLES PREGUNTAS:
1. ¿En relación a la dimensión pedagógica: Cómo deseamos el proceso de planeamiento y nuestra autonomía pedagógica?
¿Cómo deseamos el objetivo, el contenido, la metodología y la evaluación? ¿Cómo deseamos la disciplina, la relación
profesor-alumno?
2. ¿En relación a la dimensión comunitaria: Cómo deseamos relacionarnos en la escuela y ella con la comunidad? ¿Cómo
deseamos el profesor? ¿Cómo deseamos la relación con la familia y con la comunidad?
3. ¿En relación a la dimensión administrativa: Cómo deseamos la organización administrativa de nuestra escuela? ¿Cómo
deseamos la elaboración del Reglamento Escolar? ¿Cómo deseamos la comunicación en nuestra escuela?
4. ¿En relación con la dimensión financiera: Cómo deseamos nuestra autonomía financiera? ¿Cómo deseamos invertir los
recursos de la escuela? ¿Cómo deseamos participar de la gestión financiera de la escuela?
Es importante observar que al establecer el marco referencial serán definidas las líneas
generales e iniciales del planeamiento escolar y, por lo tanto, de la elaboración del proyecto
político-pedagógico. Los datos aquí registrados forman parte, también, de la “lectura del
mundo” que será realizada por la/ en la escuela, sirviendo a la construcción del proyecto de
la escuela, de su “etnografía y de la correspondiente programación de actividades”.
Por más trabajosa que pueda parecer la definición del marco referencial, no podemos dejar
de realizarla. Saltar esa etapa significa no madurar la reflexión del conjunto del colectivo
escolar. Significa continuar haciendo el planeamiento de la escuela “por la mitad”.
La escuela necesita, ella misma, definir sus referencias teóricas para que pueda conocerse
bien y tener la dimensión precisa de su realidad, de sus posibilidades y de sus sueños. Por
eso, insistimos: se trata de una etapa fundamental en la construcción de un planeamiento
dialógico que es, en sí mismo, un rico momento de aprendizaje para todos, de cambios,
experiencias y del establecimiento de relaciones de confianza, que acaban por co-
responsabilizar todo el grupo, fortaleciendo, así, la posibilidad de eficacia de las próximas
etapas del proyecto político- pedagógico de la escuela.
La Ficha 2 puede servir como una posible referencia o modelo de registro del resultado de
las discusiones realizadas por los segmentos escolares, en lo que se refiere a sus utopías y
a sus sueños.
38
1
¿Cuáles son las utopías que nos mueven en
este mundo (visión utópica del mundo que el
grupo posee)?. 2
1
¿Cuál es la escuela que soñamos? (Cómo
resolverían, en términos ideales, los problemas
más comunes que podrían influir directamente 2
en la educación y en su vida escolar?).
Para sintetizar las contribuciones de los diferentes segmentos sobre las preguntas,
sugerimos el llenado de la Ficha 3.
Ficha 3: Síntesis de los segmentos. Utopías que nos mueven y escuela que
soñamos.
SEGMENTO ALUMNA MADRES Y PROFESOR COORD. SECRETARIA
S/ ITEMS. S Y PADRES/ AS Y PEDAGÓGI INSPECTORA
ALUMNO Y/ O PROFESOR CA Y DEMÁS
S REPRESENTANT ES DIRECCIÓN FUNCIONARI
ES DE UNIDAD OS
COMUNITARIOS ESCOLAR
Utopías que 1
nos mueven 2
3
Cuál es la 1
escuela que 2
soñamos 3
39
d. ¿Cuáles son las principales dificultades enfrentadas por la escuela y por los
diferentes segmentos escolares?
e. ¿Cómo fueron aplicados y utilizados los recursos en la escuela? ¿Cuáles
fueron sus principales recursos? ¿Ellos fueron suficientes?
f. ¿Hubo participación del colectivo escolar en la decisión sobre dónde, cómo y
cuándo aplicar los recursos?
g. ¿La escuela recibe recursos o ayuda de alguna institución compañera?
¿Cuáles son las condiciones de esas compañeras?
Se pueden anotar los problemas y designar posibles soluciones para ellos. Y, una vez más,
cada segmento escolar debe indicar los problemas, de acuerdo con su mirada ( si es
posible, desde luego con base en la recolección etnográfica realizada por la escuela).
Abajo, en el ejemplo, la Ficha 4 muestra cómo podemos organizar esa recolección de
problemas y cómo indicar posibles soluciones.
40
16. Muchos profesores desmotivados.
(salarios, etc.)
17. Los padres y madres no están
acompañando a sus hijos.
18. Preconcepto con los alumnos, sin
respeto, desprecio.
19. Reprobación y evasión- tasas muy
elevadas.
20. Salas de aula muy serias y
tradicionales.
INCLUIR ABAJO OTROS PROBLEMAS DE ACUERDO CON LA OPINIÓN DE SU
GRUPO.
21.
22. (…)
Se deben ahora crear las condiciones para que el equipo escolar pueda organizarse para
conocer, profundamente su realidad, o sea, comprender la escuela no sólo en relación al
ámbito institucional. Se trata de hacer una “lectura del mundo” más profunda, realizada
colectivamente, con la participación activa y permanente de toda la comunidad escolar.
Durante la fase del planeamiento anual y/o de la definición de las prioridades en relación a
la construcción socializada del proyecto político-pedagógico de la escuela es que podrán
ser definidas las etapas de trabajo que deberán ser seguidas para la colecta, tabulación e
interpretación de los datos recogidos por los diferentes segmentos.
En esa dirección, el equipo técnico del Instituto Pablo Freire elaboró, en el mes de agosto
de 1997, un documento llamado “lectura del mundo”, guía para la recolección de datos
sobre la estructura física y la organización sociocultural de la escuela y de su entorno.
Refiriéndonos provisoriamente a “lectura del mundo”, realizada con base en la observación
participante (socio- antropológica), en la cual hay una interacción constante entre el
investigador y el objeto estudiado. Ella se caracteriza por considerar aspectos relacionados
a la dimensión cotidiana de la escuela y de la comunidad, que forma parte de su área de
inclusión, enfatizando sobre todo los elementos culturales de los sujetos y de los
segmentos que en ella actúan directa o indirectamente.
Para que sea estudiado por todos, es fundamental que la guía de la “lectura del mundo” sea
reproducida por las direcciones de enseñanza, oficinas pedagógicas y unidades escolares y
distribuida a cada una de las personas que estuviesen participando de la reunión de
planeamiento de la escuela.
En la propia reunión de planeamiento, los participantes pueden realizar, entre sí, un primer
estudio sociocultural, con base en la evaluación de resultados del año anterior y de la
recolección de algunos datos que juzgan prioritarios para la definición del proyecto político-
pedagógico de la escuela. Una vez que el grupo que dará inicio al proceso de planeamiento
es formado por sujetos colectivos representativos de toda la comunidad escolar, puede
decirse que la recolección y la interpretación de los datos del propio grupo representan un
paso importante para la realización de la “lectura del mundo”.
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momento de la definición del marco referencial. La comprensión del mundo, la definición de
las utopías y el conocimiento de la realidad en que está inserta la escuela permitirán
verificar la viabilidad de las acciones que serán propuestas.
Algunas cuestiones pueden ser presentadas a los segmentos escolares, durante la semana
de planeamiento, a manera de direccionar posibles caminos en relación a la propia “lectura
del mundo”, bien como en relación a las próximas etapas de elaboración del proyecto
político- pedagógico de la escuela.
POSIBLES PREGUNTAS:
1. En relación a “lectura del mundo”: Es importante para el planeamiento la aplicación de métodos científicos de investigación de la
realidad. ¿Qué datos de su escuela, sugeridos en la etnografía de la escuela, su grupo ya conoce y cuáles datos desconoce
completamente? ¿De qué comisiones de trabajo los integrantes de su grupo podrían participar?
2. En relación a los datos de la realidad escolar ya existentes: ¿Cuáles son los aspectos positivos que podemos apuntar en relación a
los trabajos desarrollados en nuestra escuela en los últimos años? ¿Qué innovaciones educacionales fueron implantadas en
nuestra escuela recientemente? ¿Cuáles son nuestras mayores dificultades para la realización de un trabajo pedagógico de mayor
calidad en esta escuela? ¿Cómo estamos enfrentando esos problemas?
3. En relación a otros datos que eventualmente aún no tenemos: ¿padres de alumnos y profesores son sindicalizados? ¿Ellos asisten
regularmente? ¿Qué tipo de programación? ¿Cuáles son las principales quejas de los segmentos escolares? ¿En qué nuestra
comunidad se diferencia de otras comunidades? ¿Cuáles son los hábitos culturales y deportivos de nuestra comunidad? ¿Cuál es el
pasatiempo predominante? ¿Cuál es el estándar de interacción profesor- alumno- comunidad más practicado en nuestra escuela?
Las acciones propuestas por los segmentos escolares deben ser viables y accesibles, o
sea, posibles de ser realizadas. El conjunto de esas acciones debe representar, lo más
posible, la voluntad de la mayoría del colectivo escolar, debiendo ser establecidas
consolidaciones mínimas por las cuales todos puedan ser co-responsables.
Según Vasconcellos (1995:163- 168), se debe iniciar esa etapa dejando claro al grupo que
las propuestas de acción deben tener como meta la satisfacción de las necesidades
apuntadas tanto en el marco teórico cuanto en el diagnóstico (lectura del mundo). Además,
todos deben saber que no todas las necesidades de la institución serán satisfechas por
medio de acciones concretas. Ese autor considera que las propuestas de acción pueden
ser, básicamente, de cuatro tipos:
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La definición de la programación de las actividades que será contemplada en el proyecto
político-pedagógico de la escuela puede también ser organizada en los mismos moldes
definidos para las etapas anteriores, con momentos de reflexión y de decisión individuales,
en grupo y en plenario. En esa fase de elaboración del proyecto de la escuela, el conjunto
de participantes ya creó una dinámica de trabajo y podrá establecer la mejor manera de
realizar esa etapa. Naturalmente, el equipo de coordinación de la reunión es el que estará
al frente de todas las actividades, buscando su mejor organización y realización.
De acuerdo con el ejemplo y con las sugerencias de solución para los problemas de la
escuela, constantes de la Ficha 4, se puede realizar una discusión con todo el grupo para la
definición de los problemas que tienen atención prioritaria en el proyecto político-
pedagógico de la escuela. Así, el grupo deberá buscar un consenso activo y participativo en
torno a la definición de los problemas que deberán ser resueltos prioritariamente en la
escuela, pero también indicar y desde ya clasificar cuáles son los tipos de acciones que
corresponderán a las respectivas soluciones presentadas: Tipo 1- acciones concretas; Tipo
2- líneas de acción; Tipo 3- actividades permanentes; Tipo 4- determinaciones.
Naturalmente un mismo problema puede recibir diferentes propuestas de solución y, por
consiguiente, corresponder a diferentes tipos de acciones simultáneas o no. La Ficha 5
presenta algunos ejemplos.
*Definir, a partir del marco referencial, y por tanto, de las fichas anteriores, las prioridades
(acciones prioritarias) del proyecto político-pedagógico de la escuela. Se sugiere colocar en
orden de importancia las acciones propuestas, anotando en la primera columna el número
del problema constante de la ficha anterior, en orden creciente de prioridades.
Concluida esta etapa, una última fase sería la redacción final de la programación de las
actividades, documento que, sumado a los anteriores, será la base para la elaboración
“definitiva” del documento del proyecto político-pedagógico de la escuela.
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Podrá ser construida una comisión responsable de la redacción del proyecto político-
pedagógico de la escuela que será elaborado con base en el documento final de las
reuniones realizadas y en la síntesis de la programación de las actividades para la escuela.
Otras comisiones de trabajo podrán ser construidas para, por ejemplo, desarrollar
campañas de esclarecimiento a la comunidad sobre el proyecto de la escuela y dar inicio a
la ejecución de las acciones programadas durante el proceso de planeamiento dialógico.
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O sea, son definidos con base en las directrices y prioridades del proyecto político-
pedagógico de la escuela, conforme podemos acompañar.
4. Metas: Son más concretas que los objetivos y más inmediatamente viables,
debiendo ser cuantificadas y detalladas siguiendo la localización (dónde y cuándo va
a ocurrir la acción). Con todo, ellas no son rígidas ni presuponen comportamientos
rigurosos. A través de una acción sistemática y de evaluación permanente,
contribuye a dar más sentido al trayecto. Cuando las metas no son atendidas, se
deben verificar colectivamente las posibles causas y recolectar las acciones
anteriormente previstas que, eventualmente, aún no fueron concretizadas. Las
metas deben ser enumeradas en consonancia con las actividades que serán
desarrolladas durante del proceso de ejecución del proyecto.
5. Desarrollo Metodológico: Para que los objetivos y las metas sean alcanzados,
determinadas metodologías (estrategias) tienen que ser desarrolladas en la práctica.
Ellas emergen de la realidad y dicen respecto al qué, al cómo y en qué tiempo será
hecho. Se trata también de prever la disponibilidad de medios (físicos, materiales,
humanos y financieros).
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CAPÍTULO 5: LA DIMENSIÓN PEDAGÓGICA DEL PROYECTO POLÍTICO-
PEDAGÓGICO.
Cuando abordamos esa dimensión del acto pedagógico, nuestra mirada es la mirada del
pedagogo que entiende la Pedagogía “en cuanto ciencia práctica de y para la práctica, cuyo
sentido no está puesto en la comprensión, sino en el perfeccionamiento de la praxis”
(Pimenta, 1996:55). Estamos, pues, en el ámbito de la Pedagogía Dialéctica (Schmied,
Kowarzik), de la Pedagogía de la Autonomía y Pedagogía de la Indignación (Freire) y de la
Pedagogía del Conflicto, de la Praxis y Pedagogía del Mundo (Gadotti).
La pedagogía como ciencia dialéctica nos muestra que “el conflicto está en la base de toda
la pedagogía” (Gadotti, 1995:30), que el ser referencial mayor es la praxis entendida como
acción transformadora (Ibíd.) y que el fenómeno educativo es siempre un proceso
humanizador que depende de la mediación pedagógica del educador.
Según los profesores Francisco Gutiérrez y Daniel Prieto, la “mediación pedagógica ocupa
un lugar privilegiado en cualquier sistema de enseñanza- aprendizaje (y) en el caso de la
relación de presencia, es el docente quien debiera actuar come mediador pedagógico entre
la información a ofrecer y el aprendizaje por parte de los estudiantes” (Gutiérrez y Prieto,
1994: 61). En esa perspectiva, la relación pedagógica en la escuela y en el aula es siempre
algo en construcción, y depende de la influencia de diferentes factores presentes en el
proceso de enseñanza y aprendizaje, tales como la acción del educador, del educando, los
conflictos y las contradicciones presentes en el trabajo educativo y de la manera como los
conocimientos ya existentes son mediados y como los nuevos conocimientos son
construidos durante el proceso mismo de reflexión sobre la práctica pedagógica.
La Pedagogía es, para nosotros, una ciencia transversal, transdisciplinar, porque, al mismo
tiempo en que atraviesa las demás ciencias- cuando estas, en sus especificidades,
precisan recurrir a la Pedagogía para explicar su propio objeto de investigación-, es por
ellas atravesada y a ellas recurre al investigar la praxis educativa. De ahí el carácter
transdisciplinar de la pedagogía, pues la praxis transformadora por ella estudiada es
también “esencialmente creadora, intrépida, crítica y reflexiva.” (Gadotti, 1995:31).
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ciudadana, que no partiría de contenidos prontos, de disciplinas clásicas definidas a priori o
de temas transversales escogidos por especialistas en función de pseudos “urgencias
sociales”. Una transversalidad ciudadana nacería de la “lectura previa del mundo” (Freire),
definida y realizada en la relación entre educadores y educandos y de éstos con el mundo
en que viven en cuanto sujetos del acto educativo y sujetos del/en el mundo.
La “lectura del mundo”, a la cual nos referimos, puede ser realizada utilizando diferentes
metodologías e instrumentos de investigación y de lectura de lo cotidiano como, por
ejemplo, la “etnografía de la escuela” (Equipo técnico del IPF, 1997), una propuesta
desarrollada provisoriamente con este nombre, que presenta una posible organización y
sistematización de la recolección de datos sobre la estructura física y la organización
sociocultural de la escuela, dando énfasis a la dimensión cultural y al trabajo democrático,
colectivo y participativo en la definición del proceso de colecta y de interpretación de los
datos.
Para Pablo Freire, el concepto de “relación” posee dos dimensiones: una dimensión de la
esfera puramente humana y otra dimensión de las relaciones que el hombre trabaja con el
mundo. Según él, la esfera puramente humana guarda en sí “connotaciones de pluralidad,
de trascendencia, de criticidad, de consecuencias y de temporalidad” (Freire, 1983:39). Ya
en la esfera de sus relaciones con el mundo y en el mundo, las relaciones son personales,
impersonales, corpóreas e incorpóreas, y “presentan un orden tal de características que las
distinguen totalmente de los puros contactos, típicos de la otra esfera animal” (Ibíd.). Por lo
tanto, el hombre no es apenas un ser de contactos más, sino, ser de relaciones, pues “no
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sólo está en el mundo, sino con el mundo. Estar con el mundo resulta de su apertura a la
realidad, que lo hace ser el ente de relaciones que es” (Ibíd.).
Ahí, según Freire, no hay respuestas estandarizadas a los cuestionamientos del hombre en
su relación en y con el mundo, y del hombre en la relación con el otro hombre, o mejor, en
la relación de la persona humana con la otra persona humana. De ahí podemos inferir
sobre la posibilidad de definir contenidos previos, disciplinas anticipadamente
recomendadas, así mismo como referencias privilegiadas, independientemente del contexto
en que estos serán estudiados o trabajados. Y eso se aplica también a los temas
transversales y múltiples que se establecen en el proceso de enseñanza y de aprendizaje y
de toma de conciencia sobre nuevos conocimientos y sobre el desenvolvimiento de la
conciencia individual, por ejemplo. En este particular, solo para ejemplificar, observamos
que “el proceso de tornarse consiente de algo es complejo y en función de varios factores
que actúan recíprocamente, como atención, percepción y emoción” (Lima, 1997:10). Por
eso, establecer externamente al sujeto conocimientos que él deberá aprender o sobre los
cuales deberá tomar conciencia permanece en una dimensión de ciencia que no considera
a la cultura como elemento mediador en el desarrollo humano. Y que no se entienda que
partir de la cultura del alumno es limitarse a ella y fijar restricción al horizonte contextual
local de aquél.
Nuestra comprensión del currículo, nuestra concepción de Pedagogía y nuestro obrar para
la educación apuntan para el establecimiento de relaciones pedagógicas complejas y
emancipadoras, que llamamos “ciudadanas” porque favorecen la formación plena del /de la
ciudadano/a activo. Y eso significa la posibilidad de experimentar, vivenciar y plantear en el
espacio escolar; comenzando por la sala de aula, una nueva interactividad entre las
personas, entre éstas y el conocimiento, entre el mundo interior de la escuela y de cada
uno de nosotros y el mundo exterior (dimensión comunitaria y planetaria) y entre las
dimensiones local y global. De ahí surgen, posiblemente entre otros factores, un nuevo tipo
de comunicación, nuevos intercambios culturales e interculturales, u otro formato de
construcción del conocimiento, una nueva visión de la historia y otra perspectiva de futuro.
Tal posibilidad se concretiza si partimos de otros presupuestos plurales de la vida y de la
cultura humana. Nos estamos refiriendo, en este particular, a un nuevo paradigma de
ciencia, a una nueva epistemología o al recientemente llamado “paradigma emergente”
(Morin,1999), que abre la posibilidad mejor para comprender, explicitar y apuntar esos
nuevos caminos.
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correlación de fuerzas, al ejercicio del voto, o a la capacidad de decidir de las personas.
Nuevos abordajes de análisis para el tema de la participación se presentan hoy, sobretodo
utilizando el enfoque de la “razón cultural” para la gestión escolar. Según la profesora
Sanchez Teixeira, la participación tiene por característica “permitir un cuestionamiento de
los enfoque teóricos que orientan las prácticas pedagógicas y administrativas en los
sistemas de enseñanza” (Teixeira, 1990:92). Entonces, como nos recuerda la profesora
Silveira Porto, al pensar en participación en la institución escolar y en su organización, es
preciso considerar la perspectiva de la complejidad de lo social pues “partiéndose de la
concepción de educación en cuanto práctica simbólica que encamina las demás prácticas
sociales, es posible pensar en otra escuela, tanto relativamente a la organización, cuanto a
las funciones que puede desempeñar” (Porto,1999:8). Haciendo un paralelo con las
afirmaciones anteriores, consideramos que no es posible pensar el futuro de la escuela si
continuamos satisfechos con explicaciones parciales y fragmentadas de la participación, de
la educación y principalmente de la ciencia, como si ella se diera cuenta de nuestra realidad
y como se hace admisible continuar dejando de lado de lado aquello que no conseguimos
explicar, eso que consideramos de difícil explicación porque está relacionado con la
emoción, la sensibilidad, la subjetividad y o simplemente la razón, lo cuantificable, lo
medible.
Creemos estar caminando a pasos necesariamente lentos, para develar la nueva dialógica
e intentar comprender la ciudadanía en cuanto una nueva cultura, cambio de actitud, que
tiene por referencia la relación con el otro en un proceso de participación que sea el
resultado del conocimiento sobre sí mismo y no de invasión y reproducción cultural. Por eso
defendemos la construcción del proyecto político-pedagógico de la escuela asentado en la
relación pedagógica que se establece desde el aula, fundamentada en al dialogicidad
sensible, crítica, conflictiva, reflexiva, creativa, permanentemente política y transdisciplinar.
De esa forma, posibilitamos a los sujetos del proceso pedagógico espacios de convivencia
y de descubrimiento de los caminos a ser transitados, para que aprendan no sólo a
conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser (Delors, 1999), pero principalmente a vivir plenos de
la búsqueda de la felicidad a que todos tienen derecho, de pensar y actuar autónomos y
capaces, como nos advierte Morin (2000), y de reconocer los límites y potencialidades de la
razón, del conocimiento, de la condición humana, de la identidad terrena, de las incertezas,
de la comprensión, de la ética del género humano.
Para Paulo Freire, el diálogo es “el encuentro amoroso de los hombres que, mediatizados
por el mundo, lo “pronuncian”, esto es, lo transforman, y, transformándolo, humanizan para
la humanización de todos” (Freire, 1982a:43). Diríamos, aún, completando lo de Freire, que
no hay relación pedagógica sin diálogo amoroso y conflictivo, de la misma forma que no
hay relación amorosa que resista a la falta de diálogo y a la ausencia de conflicto.
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Según el prof. Moacir Gadotti, “estamos siempre buscando operar cambios e innovando. Se
hace mucho, ahora, en experiencias innovadoras que proponen cambios”(Gadotti,
2000:231). En ese sentido, innovar tiene que ver con “nuevo”; innovación tiene siempre que
ver con algo más “antiguo” y con un carácter relativo, en cuanto el cambio es más radical,
pues opera rupturas. En tanto tampoco podemos hablar de innovación sin considerar lo que
ya existe y desarmando las experiencias ya concretizadas. Sabemos que en el ámbito del
sentido común, acabamos muchas veces por asociar el concepto de innovación a un
carácter de inédito, como si, en un insight, consiguiésemos “crear” algo enteramente nuevo,
que no encarna en sí nada de la visto o ignora la contribución de algún aspecto de la
tradición.
En la perspectiva de la Escuela Ciudadana –que, según Pablo Freire, es aquella que “se
asume como un centro de derechos, como un centro de deberes (…) que, luchando por ser
ella misma, viabiliza o lucha para que los educandos y educadores también sean ellos
mismos”-, innovación educacional tiene que ver con la “construcción de una escuela de
mejor calidad, que enfrente el acto de enseñar y de aprender como un acto agradable, que
presenta como rastros principales la alegría, la seriedad en la apropiación y recreación de
los conocimientos, la solidaridad de las clases y la amabilidad, la curiosidad, la pregunta, el
interés por la transformación social, que deja una escuela cuya bondad se manifiesta en la
posibilidad de la formación del sujeto social” (Gadotti y Romao: 1997: Cuarta tapa).
Según F. Gutiérrez y C. Prado (1999:97), “apenas aquellos que sienten la alegría de vivir y
tienen el placer de la existencia pueden hacer de la vida un espacio de aprendizaje. A partir
de la cultura de la muerte no es posible promover la vida, ni defender la vida”.
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CONCLUSIÓN: EL CÍRCULO DE CULTURA COMO ESPACIO PRIVILEGIADO DEL
PLANEAMIENTO DIALÓGICO.
Al concluir este trabajo, que ciertamente merecerá de nuestra parte y de la parte de nuestro
lector la necesaria revisión crítica y profundización, nos resta aún un breve comentario
sobre la sala de aula, o mejor, sobre el “Círculo de Cultura” como espacio del planeamiento
dialógico, en lo cual tiene inicio la construcción colectiva y democrática del proyecto
político- pedagógico de la escuela.
Al referirse a la mitología del aula, el prof. P. Demo (1997) analiza brevemente, y de forma
bastante curiosa, al aula. Según él, “el aula es, en esa tierra atrasada, el alma del profesor.
Todo en la mayor trivialidad. Cualquiera en un aula, cualquier aula, ya es profesor, también
el instructor de motorista, la dama que imagina enseñar buenas maneras de cocinar, el
joven que da en aula particular. Cualquier exposición delante de un público obligado a
escuchar es aula, así como cualquier conversación lineal de alguien que se dice profesor es
aula” (Demo, 1997:87- 88).
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lidiamos y para aprender con la diversidad y con la riqueza cultural de los alumnos, de los
profesores y de todas aquellas personas que participan directa o indirectamente de la
escuela?
¿En fin, hemos sido los mismos de siempre, resistido los cambios, o nos hemos colocado al
frente de nuestro propio tiempo y al lado de nuestros alumnos? ¿Y así, estamos siendo
felices y creando posibilidades para que al felicidad prospere en la escuela, al lado de la
utopía y de la esperanza o, al contrario, hemos hecho de nuestra rutina una tarea penosa
que apenas enfatiza la dimensión conjetural y estructural en que vivimos? ¿Hemos sabido
valorizar nuestras experiencias y publicar nuestros avances, o continuamos malhumorados
y pesimistas, apenas criticando el trabajo ajeno y dando centralidad a ello y no a nuestros
errores y aciertos? ¿Será que no podemos aprender más con nuestra propia experiencia?
¿Qué está faltando para que eso acontezca? ¿Ya nos preguntamos sobre eso?
Invitamos a los lectores a ampliar esa lista de preguntas y a intentar responder al menos
algunas de ellas, antes de iniciar la próxima aula, sea como educadores, sea como
educandos.
El prof. Pedro Demo apunta a la investigación científica permanente como una posibilidad
para superar los límites de la referida aula. Pero muestra que un aula expositiva también es
pertinente en algunos casos, como cuando hacemos la presentación de un hecho inédito,
cuando comunicamos el resultado de una investigación o cuando informamos a nuestros
alumnos sobre algún nuevo asunto, principalmente en el inicio del trabajo, cuando estamos
provocando y reflejando con los docentes, sobre las posibilidades del estudio a ser
realizado. Lo que no se admite es la copia de la copia de la copia de la copia.
Es importante que intentemos superar la creencia de que la escuela es hecha sólo para que
el alumno aprenda y para que el profesor enseñe, pues “el triunfo crucial de las teorías
educacionales modernas está en el reconocimiento de que la educación, como proceso
emancipatorio, se nutre de las relaciones de los sujetos, esencialmente constructivas.
Educación y obra colectiva, en donde no cabe paciente, oyente, espectador. Es
intrínsecamente aprender a aprender, saber pensar, para intervenir mejor” (Ibíd. p: 89). Y,
al concluir, el autor asocia el aula al hacer guerra con honda, o sea, al procedimiento
menos indicado para que podamos enfrentar el desafío de la construcción de una sociedad
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ciudadana, de una ciudadanía planetaria y de una relación pedagógica reconstructiva,
conforme podemos inferir. O sea, cuando convivimos con nuestros alumnos y alumnas, en
la clase, en la escuela, dentro y fuera de las ella, en la relación pedagógica que se
establece, es mucho más que una simple aula, más bien una actividad creadora, de
intercambios culturales e interculturales. Por eso preferimos llamar a la sala de aula, a la
clase, “Círculo de Cultura”.
Estamos retomando el término creado por Pablo Freire en el final de la década de 1950,
cuando él era coordinador, en MCP – Movimiento de Cultura Popular de Recife, los
llamamos “Círculos de Cultura”. Según el propio Freire, estos círculos “eran espacios en
que dialógicamente se enseñaba y se aprendía. En que se conocía en lugar de hacer
transferencia de conocimiento. En que se producía conocimiento en lugar de la
yuxtaposición o de la superposición de conocimientos hechos por el educador sobre el
educando. En que se construían nuevas hipótesis de lectura del mundo” (Freire, 1994:155).
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Invitamos a los lectores a reflexionar sobre las cuestiones que presentamos arriba y sobre
las imposiciones de una cultura escolar que no corresponde a la lucha por la emancipación
y por el desarrollo humano que todos o casi todos queremos. Y que podamos también
escribir y reescribir nuestra propia historia cotidianamente para que, juntos, estar
reflexionando sobre ellas y trazando para el espacio escolar la percepción del tiempo como
historia social, para no cometer los errores del pasado y para pensar en el futuro a partir de
una transversalidad ciudadana que lee el mundo, que considera la transversalidad de la
propia relación pedagógica, dentro y fuera del Círculo de Cultura y de la escuela,
reconociendo y descubriendo, con nuestros alumnos, la pluralidad, la transdisciplinariedad y
las múltiples dimensiones y pilares del conocimiento y del desarrollo humano.
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