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Para los platónicos la verdad y, por tanto, el conocimiento que

tenemos de la misma,
reúne dos características principales. En primer lugar, al igual que la
urna griega de
Keats, sobrevive a las generaciones humanas. Una creencia es cierta
-es conocimiento-
tan sólo si es válida independientemente del momento y del lugar en
que aparece.
En segundo lugar, aunque no forme parte de los anhelos románticos
de Keats,
para Platón, al igual que para Sócrates, el conocimiento exige una
justificación racional.
Hasta este momento, Platón no había abandonado la aporia socrática; estaba convencido
tanto de la existencia de la verdad transcendental como de que la percepción
no era la vía adecuada para alcanzar el conocimiento

Platón
encontró en las matemáticas no sólo un camino hacia la verdad, sino incluso una
parte de la propia verdad

¿cuándo capta el alma la verdad?, siempre.

siempre que el alma


se encarga de investigar cualquier cosa a través del cuerpo está claro que es engañada
por éste... por ello es en el razonamiento, si acaso, donde la realidad se convierte
en algo que se revela con claridad al alma

La exigencia socrática de que el conocimiento debe ser justificado


por la razón se cumplía en la geometría, ya que cualquiera que siguiera los pasos
de la demostración se vería obligado a aceptar la verdad del teorema

La geometría justifica
la afirmación racionalista según la cual la lógica es el Camino hacia la Verdad.
Platón fue todavía más lejos al afirmar que también el racionalismo era el Camino
hacía la Realidad

La luz del so! era el «tercer aspecto adicional»


necesario (además del ojo y del objeto) para que se produjera la visión. En el mundo
inteligible la razón tiene el poder de captar las Formas de la misma manera que en el
mundo físico el ojo posee el poder de la visión. Sin embargo, en el mundo inteligible,
se necesita un «tercer aspecto adicional" para iluminar a las Formas que haga posible
que la razón las conozca. Según Platón, este "tercer aspecto», similar a la luz del sol
sobre la tierra, es la Forma del Bien.

La más importante de entre todas las Formas es, naturalmente, la Forma del Bien, el
objetivo final de la búsqueda iniciada por Sócrates y continuada por Platón.

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