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La depresión

Nota descriptiva N°369


Abril de 2016
Organización mundial de la salud
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/es/

Datos y cifras
 La depresión es un trastorno mental frecuente. Se calcula que afecta a 350 millones de
personas en el mundo.
 La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy
importante a la carga mundial general de morbilidad.
 La depresión afecta más a la mujer que al hombre.
 En el peor de los casos, la depresión puede llevar al suicidio.
 Hay tratamientos eficaces para la depresión.

Generalidades
La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a
unos 350 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales
del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida
cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de
larga duración e intensidad moderada a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar
las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al
suicidio. Cada año se suicidan más de 800 000 personas, y el suicidio es la segunda
causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
Aunque hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados en
todo el mundo (y más del 90% en muchos países) no recibe esos tratamientos. Entre los
obstáculos a una atención eficaz se encuentran la falta de recursos y de personal
sanitario capacitados, además de la estigmatización de los trastornos mentales y la
evaluación clínica inexacta. Otra barrera para la atención eficaz es la evaluación errónea.
En países de todo tipo de ingresos, las personas con depresión a menudo no son
correctamente diagnosticadas, mientras que otras que en realidad no la padecen son a
menudo diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.
La carga mundial de depresión y de otros trastornos mentales está en aumento. En una
resolución de la Asamblea Mundial de la Salud adoptada en mayo de 2013 se abogó por
una respuesta integral y coordinada de los países al problema de los trastornos mentales.
Tipos y síntomas
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos
pueden clasificarse como leves, moderados o graves.
Una distinción fundamental es la establecida entre la depresión en personas con y sin
antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser crónicos y
recidivantes, especialmente cuando no se tratan.
Trastorno depresivo recurrente: como su nombre indica, se caracteriza por repetidos
episodios de depresión. Durante estos episodios, hay estado de ánimo deprimido,
pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, y reducción de la energía que produce
una disminución de la actividad, todo ello durante un mínimo de dos semanas. Muchas
personas con depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y
del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e
incluso síntomas sin explicación médica.
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos
pueden clasificarse como leves, moderados o graves. Las personas con episodios
depresivos leves tendrán alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y
sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente. En cambio,
durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener
sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones.
Trastorno afectivo bipolar: Este tipo de depresión consiste característicamente en
episodios maníacos y depresivos separados por intervalos con un estado de ánimo
normal. Los episodios maníacos cursan con estado de ánimo elevado o irritable,
hiperactividad, logorrea, autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir.
Factores contribuyentes y prevención
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales,
psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas
(desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen más probabilidades de sufrir
depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la
situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.
Hay relaciones entre la depresión y la salud física; así, por ejemplo, las enfermedades
cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.
Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las
estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares
para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes. Las
intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir
los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los
programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para
prevenir la depresión.
Diagnóstico y tratamiento
Hay tratamientos eficaces para la depresión moderada y grave. Los profesionales
sanitarios pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación conductual, la
terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, o medicamentos
antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los
antidepresivos tricíclicos. Los profesionales sanitarios deben tener presentes los posibles
efectos adversos de los antidepresivos, las posibilidades de llevar a cabo uno u otro tipo
de intervención (por disponibilidad de conocimientos técnicos o del tratamiento en
cuestión) y las preferencias individuales. Entre los diferentes tratamientos psicológicos a
tener en cuenta se encuentran los tratamientos psicológicos cara a cara, individuales o en
grupo, dispensados por profesionales o por terapeutas legos supervisados.
Los tratamientos psicosociales también son eficaces en los casos de depresión leve.
Los antidepresivos pueden ser eficaces en la depresión moderada a grave, pero no son el
tratamiento de elección en los casos leves, y no se deben utilizar para tratar la depresión
en niños ni como tratamiento de primera línea en adolescentes, en los que hay que
utilizarlos con cautela.
Respuesta de la OMS
La depresión es una de las afecciones prioritarias en el Programa de acción para superar
la brecha en salud mental (mhGAP) de la OMS, cuyo objetivo consiste en ayudar a los
países a ampliar los servicios para personas con trastornos mentales, neurológicos y por
consumo de sustancias mediante la prestación de la asistencia por profesionales
sanitarios que no son especialistas en salud mental.
El Programa parte del principio de que con una atención adecuada, ayuda psicosocial y
medicación, decenas de millones de personas con trastornos mentales, entre ellos la
depresión, podrían tener una vida normal, incluso en entornos con escasos recursos.

Resumen.
La depresión es una enfermedad que afecta a gran parte de personas, Muchas personas con
una enfermedad depresiva nunca buscan tratamiento. Pero la gran mayoría, incluso aquellas
con los casos más graves de depresión, pueden mejorar con tratamiento. Intensivas
investigaciones de la enfermedad han resultado en el desarrollo de medicamentos,
psicoterapias, y otros métodos para tratar a las personas con este trastorno incapacitante.

No todas las personas con enfermedades depresivas padecen los mismos síntomas. La
gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona y su
enfermedad en particular. Algunos síntomas que podemos ver en personas con depresión
son: tristeza, ansiedad, culpa, impotencia, fatiga, falta de sueño o dormir demasiado, dolor
de cabeza, pensar en suicidarse…

Tenemos dos tipos de depresión que pueden llegar a ser crónicos si no se tratan.

Trastorno depresivo recurrente que es cuando la persona tiene varios episodios de depresión
y este hace que la persona pierda interés en la vida, en disfrutar, se siente agotado, sufre
alteraciones en su sueño

Dependiendo de la intensidad de los síntomas, este tipo de trastorno puede clasificarse


como leve, moderado o grave, para esto es muy importante que las personas mantengan
socializando con los demás, realizando distintas labores.

Trastorno afectivo bipolar es cuando la persona tiene un estado de animo normal pero con
intervalos maniacos, esto disminuye las ganas de dormir, su estado de animo es elevado.
Hay tratamientos eficaces para la depresión pero siempre hay que ser tratado por un
profesional que puede ofrecer tratamients como terapia conductual, pscoterapia
interpersonal o medicamentos antidepresivos.

Mapa conceptual.
Depresión

La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que


afecta a unos 350 millones de personas. La depresión es distinta de las
variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales
breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de
salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a
grave.

Tipos y síntomas.

Dependiendo del número y de la intensidad de los


síntomas, los episodios depresivos pueden
clasificarse como leves, moderados o graves.

Trastorno depresivo recurrente Trastorno afectivo bipolar

como su nombre indica, se caracteriza por Este tipo de depresión consiste


repetidos episodios de depresión. Durante estos característicamente en episodios maníacos y
episodios, hay estado de ánimo deprimido, depresivos separados por intervalos con un
pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, estado de ánimo normal. Los episodios
y reducción de la energía que produce una maníacos cursan con estado de ánimo elevado o
disminución de la actividad, todo ello durante un irritable, hiperactividad
mínimo de dos semanas

Factores contribuyentes y
prevención

La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores


sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias
vitales adversas tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la
depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación
vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.
Diagnóstico y tratamiento

Hay tratamientos eficaces para la depresión moderada y grave. Los profesionales


sanitarios pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación
conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, o
medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina y los antidepresivos tricíclicos. Los tratamientos psicosociales
también son eficaces en los casos de depresión leve.
Los antidepresivos pueden ser eficaces en la depresión moderada a grave, pero
no son el tratamiento de elección en los casos leves, y no se deben utilizar para
tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera línea en adolescentes,
en los que hay que utilizarlos con cautela.

Preguntas.
1. ¿Quiénes son más propensos a sufrir depresión?
2. ¿Qué ayuda pueden brindar las personas más cercanas, a una persona con depresión?

2 articulo.
Autor: Lic. Rhiner Vanesa
Categoría: Psicología
Publicado: marzo 29, 2013
http://www.red-psi.org/articulos/depresion/

Depresión
Definición. La depresión psicógena tiene su origen en conflictos psicológicos y surge a partir
de una causa evidente por lo que se la considera reactiva. Presenta menos síntomas físicos
que la de origen orgánico y surge como consecuencia de carencias en la infancia, eventos
traumáticos, pérdidas significativas, abandono, padres emocionalmente distantes, atmósfera
hogareña hostil y agresiva, abuso sexual y/o emocional, enfermedad física, estrés
prolongado, etc. (Lemus, 2005).
En el caso de la depresión endógena u orgánica, tiene como origen un desorden fisiológico.
Hay diferentes tipos de ésta depresión, como ser la depresión mayor (originada por una
disfunción bioquímica del cerebro, es hereditaria y contiene por tanto un elemento genético.
Por lo que al explorar el árbol genealógico es común encontrar a familiares que hayan
padecido depresión e incluso llegado al suicidio. Se presenta como crisis o episodios
depresivos alternados con períodos de normalidad); la distimia o depresión crónica (estado
depresivo de por lo menos dos años en que la persona está depresiva la mayor parte del
tiempo, casi todos los días); ladepresión bipolar o neurosis maníaco-depresiva (es una
alternación de períodos de estado depresivo profundo a estados de euforia e hiperactividad);
la depresión tóxica (presenta su origen bajo el uso o abuso de algunos fármacos, abuso de
alcohol o secuelas de enfermedades virales), y por último la depresión post-parto, que puede
presentarse al tercer o cuarto día luego del parto y puede durar una semana aproximadamente.
La depresión en general es un estado de ánimo que se caracteriza por anhedonia, que es la
incapacidad de disfrutar y de interesarse por las cosas, una disminución de la vitalidad,
cansancio exagerado que aparece luego de realizar un esfuerzo mínimo, casi todos los días,
durante dos semanas o más. También deben estar presentes al menos dos de los siguientes
síntomas: disminución de atención y concentración, ideas de culpa y de inutilidad,
pensamientos suicidas, autoagresiones, trastorno del sueño, pérdida o aumento del apetito,
visión sombría del futuro, sentimientos de inferioridad y pérdida de autoconfianza (The ICD-
10 Classification of Mental and Behavioral Disorders. Ginebra, 1992, citado por
Espinosa, Caraveo, Zamora, Arronte, Krug, Olivares, Reyes, Tapia, García, Doubova y
Peña, 2007).
Descripción de la enfermedad
La depresión es un problema que afecta cerca de 121 millones de personas de la población
mundial. Sus características principales giran en torno a un cambio en el estado de ánimo, el
sueño y en el funcionamiento en general (Moussavi 2007; World Health Organization 2000,
citados por Moratos, Gold, Wang y Creawford, 2008). Llega a afectar a personas de todos
los sexos, edades y contextos (World Health Organization, 2001, citado por Moratos, et als.,
2008).
Los síntomas incluyen: anhedonia, fatiga, deterioro de la capacidad de concentración (World
Health Organization, 1992, citado por Moratos, et als., 2008), pero también se caracteriza
por una disminución de la autoestima y sentimientos de culpa. En los casos extremos puede
desencadenar intentos de suicidio y hasta la consumación del mismo. Los síntomas se
agrupan en cuatro tipos (afectivos, cognitivos, conductuales y físicos). Dentro de los síntomas
afectivos se encuentran el humor bajo, desánimo y tristeza. Dentro de los síntomas cognitivos
se presentan los pensamientos negativos sobre sí mismo, el mundo y el futuro. En los
síntomas conductuales hay una disminución de la actividad social y conductas que solían ser
habituales, también se presenta una lentitud al andar y al hablar, desgano o una agitación
motora. Y por último, los síntomas físicos que pueden variar en cuanto a la disminución o
incremento, pero estarían los relativos al sueño, apetito, falta de energía, etc. (Pérez Álvarez
y García Monto, 2001).
Criterio diagnóstico del DSM-IV para depresión mayor
A. Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2 semanas,
que representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser (1)
estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o de la capacidad para el placer.(DSM IV,
Pichot, Aliño y Miyar, 1995).
(1) estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio
sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto).
(2) disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas
las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan
los demás).
(3) pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de
más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día.
(4) insomnio o hipersomnia casi cada día.
(5) agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no
meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido).
(6) fatiga o pérdida de energía casi cada día.
(7) sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser
delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar
enfermo).
(8) disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya
sea una atribución subjetiva o una observación ajena).
(9) pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida
recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para
suicidarse.
B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto.
C. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de
otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej.,
una droga, un medicamento) o una enfermedad médica (p. ej., hipotiroidismo).
E. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la
pérdida de un ser querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o se caracterizan
por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación
suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor.
Características Diagnósticas
Los criterios para especificar la gravedad de la depresión dependen de sus síntomas. En
el síndrome depresivodeben haber por lo menos tres síntomas del criterio A y B. se trataría
de pacientes en riesgo y que tendrían la necesidad de consejería médica (Espinosa, et als.,
2007).
La depresión puede presentar tres posibles apariciones: leve, moderada o grave. En la
depresión leve debe haber dos de los tres síntomas del criterio A, más dos de los síntomas
complementarios del criterio B. Y puede haber una dificultad en lo social y laboral. En la
depresión moderada debe haber al menos dos de los tres síntomas del criterio A, más tres o
más del criterio B. además de presentar dificultades graves en lo social y laboral. Ya en la
depresión grave debe haber los tres síntomas del criterio A y por lo menos cuatro del criterio
B, aparece el riesgo del suicidio y graves dificultades en lo social y laboral (Espinosa, et als.,
2007).
Hallazgos de enfermedades médicas asociadas
Existen diversas formas en que la depresión puede relacionarse con las enfermedades
médicas. Ya sea que la enfermedad médica cause la depresión, que la enfermedad médica
facilite la depresión a causa de una susceptibilidad del paciente al medio, que ambos cuadros
preexistan independistamente uno del otro, que el enfermo médico funcione de forma
desadaptativa como consecuencia del pronóstico y síntomas de la enfermedad médica o que
los síntomas depresivos surjan a causa de el consumo de fármacos (Serrano, 2002).
Algunas de las enfermedades médicas cuya primera manifestación es el síndrome depresivo
son: Patología tiroidea (Hipertiroidismo y Hipotiroidismo), Enfermedad de
Cushing, Hiperparatiroidismo, Carcinoma de páncreas, Tumores del Sistema Nervioso
Central ,Enfermedad de Parkinson, Enfermedad de Huntington, Demencia de Alzheimer,
Enfermedad de Wilson, Esclerosis múltiple y Porfiria aguda intermitente.
Pero también el síndrome depresivo es frecuente en enfermedades como la Epilepsia,
Cefaleas, Enfermedad de Addison, Hipovitaminosis, Lupus eritematoso sistémico,
Enfermedad de Lyme y Mononucleosis infecciosa (Serrano, 2002).
Síntomas dependientes de edad y sexo
La depresión suele ser una experiencia diferente en las mujeres, dependiendo si ocurre
durante la etapa reproductora, en alguna etapa de la vida en especial, en el embarazo, con el
síndrome premenstrual, en el período postparto o la menopausia (Tobar, 2003).
Prevalencia
Según un capítulo del trabajo titulado “La salud de las Américas” (OPS-OMS, 1998), donde
se observan los trastornos mentales en la Argentina, la información sobre la prevalencia de
las enfermedades mentales es muy escasa. Pero señala que los más afectados son el grupo de
personas entre los 30 y 55 años de edad. Según la Organización Mundial de la Salud dentro
de los trastornos representativos en el 2001, se encuentran los desórdenes depresivos que
llegaron a alcanzar a 340 millones de personas a nivel mundial (Shapira, 2001).
Etiopatología
La depresión puede aparecer debido a los genes, pero si bien los genes predisponen al
individuo a la enfermedad, esto no es suficiente para que ella se presente. Generalmente los
desencadenantes de la depresión, pueden ser hechos estresantes o tener una vida infeliz. Se
puede originar por: alcoholismo o drogadicción, maltrato o rechazo en la infancia, estrés
cónico, la muerte de un ser querido, desilusión, medicamentos como tranquilizantes y
antihipertensivos, enfermedades como hipotiroidismo, cáncer, hepatitis, deficiencias
nutricionales como falta de folato y ácidos grasos omega 3, pensamientos negativos, un dolor
prolongado o tener una enfermedad grave, problemas de sueño, aislamiento social, etc.
(Tango, 2007/2008).
No se ha logrado establecer una causa directa que desencadene esta patología, aunque se
evidencian causas de origen genético, hereditario, aspectos anatomofuncionales,
psicofisiologicos, neuroquímicos, cronobiológicos, neuroendocrinológicos, estacionales, de
personalidad, identidad y psicosociales (Del Pilar Sarmiento, 2005).
Bibliografía:
Del Pilar, S., (2005). Musicoterapia en un caso de trastorno del ánimo:depresión, neurosis
severa.
Espinosa, Caraveo, Zamora, Arronte, Krug, Olivares, Reyes, Tapia, García, Doubova y Peña.
(2007). Guía de práctica clínica para el diagnóstico y tratamiento de depresión en los adultos
mayores. Revista electrónica de salud mental, 30(6).
Lemus, M. T. (2005), Depresión y suicidio. Herencia del mundo moderno.
Moratos A., Gold, C., Wong, X. y Crawford, M. (2008). Musicoterapia para la
depresión. Cochrane plus, 2. Obtenido el 25 de marzo de 2009 de la base de datos Cochrane
plus.
Pérez Alvarez, M. y García Montes, J. M. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para la
depresión.Psicothema, 13(003). 493-510.
Pichot, P., Aliño, J. J. y Miyar, M. V. (1995). DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales. Barcelona: Masson.
Serrano, F. (2002). Depresión en enfermedades médicas. Anales. Del Sistema Sanitario de
Navarra, 25(3), 137.
Shapiro, V. (2001, 7 de abril). Angustia y depresión, una amenaza creciente. Ciencia y
salud. La Nación.
Tobar, F. (2003). Tendencias económicas y epidemiologicas en salud mental. Programa de
Investigación Aplicada-Isalud.
Tango (2007). Depresión. Extraído el 10 de abril de 2008 desde:
http://http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/ article/003213.htm.

Resumen.
La depresión es una enfermedad que afecta a gran parte de personas, Muchas personas con
una enfermedad depresiva nunca buscan tratamiento. Pero la gran mayoría, incluso aquellas
con los casos más graves de depresión, pueden mejorar con tratamiento. Intensivas
investigaciones de la enfermedad han resultado en el desarrollo de medicamentos,
psicoterapias, y otros métodos para tratar a las personas con este trastorno incapacitante.

No todas las personas con enfermedades depresivas padecen los mismos síntomas. La
gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona y su
enfermedad en particular. Algunos síntomas que podemos ver en personas con depresión
son: tristeza, ansiedad, culpa, impotencia, fatiga, falta de sueño o dormir demasiado, dolor
de cabeza, pensar en suicidarse…

Tenemos dos tipos de depresión que pueden llegar a ser crónicos si no se tratan.

Trastorno depresivo recurrente que es cuando la persona tiene varios episodios de depresión
y este hace que la persona pierda interés en la vida, en disfrutar, se siente agotado, sufre
alteraciones en su sueño

Dependiendo de la intensidad de los síntomas, este tipo de trastorno puede clasificarse


como leve, moderado o grave, para esto es muy importante que las personas mantengan
socializando con los demás, realizando distintas labores.
Trastorno afectivo bipolar es cuando la persona tiene un estado de animo normal pero con
intervalos maniacos, esto disminuye las ganas de dormir, su estado de animo es elevado.

Hay tratamientos eficaces para la depresión pero siempre hay que ser tratado por un
profesional que puede ofrecer tratamients como terapia conductual, pscoterapia
interpersonal o medicamentos antidepresivos.

Mapa conceptual.

LA DEPRESION

La depresión en general es un estado de ánimo que se caracteriza por anhedonia, que es la incapacidad de disfrutar y de
interesarse por las cosas, una disminución de la vitalidad, cansancio exagerado que aparece luego de realizar un
esfuerzo mínimo, casi todos los días, durante dos semanas o más

Descripción de la enfermedad

La depresión es un problema que afecta cerca de


121 millones de personas de la población mundial.
Sus características principales giran en torno a un
cambio en el estado de ánimo, el sueño y en el
funcionamiento en general

Algunos síntomas

anhedonia, fatiga, deterioro de la capacidad de concentración, pensamientos suicidas, autoagresiones,


trastorno del sueño, pérdida o aumento del apetito, visión sombría del futuro, sentimientos de
inferioridad y pérdida de autoconfianza. En los casos extremos puede desencadenar intentos de suicidio
y hasta la consumación del mismo
Características Hallazgos de Síntomas dependientes Etiopatología
Diagnósticas enfermedades médicas de edad y sexo
asociadas
Los criterios para especificar la La depresión puede aparecer
Existen diversas formas en que
gravedad de la depresión La depresión suele ser una debido a los genes, pero si bien
la depresión puede
dependen de sus síntomas. En experiencia diferente en las los genes predisponen al
relacionarse con las
el síndrome depresivo deben mujeres, dependiendo si ocurre individuo a la enfermedad,
enfermedades médicas
haber por lo menos tres durante la etapa reproductora, esto no es suficiente para que
Algunas de las enfermedades
síntomas. se trataría de en alguna etapa de la vida en ella se presente. Generalmente
médicas cuya primera
pacientes en riesgo y que especial, en el embarazo, con los desencadenantes de la
manifestación es el síndrome
tendrían la necesidad de el síndrome premenstrual, en depresión, pueden ser hechos
depresivo son: Patología
consejería médica. La el período postparto o la estresantes o tener una vida
tiroidea Tumores del Sistema
depresión puede presentar tres menopausia infeliz . Se puede originar por:
Nervioso
posibles apariciones: leve, , la muerte de un ser querido,
moderada o grave desilusión,

Preguntas.
1. ¿si tengo depresión y estoy en tratamiento, pero no veo mejoría, que debo hacer?
2. ¿si no se trata la depresión, cuáles serían las consecuencias?

Articulo 3
José Gil Martínez. jose.gil-martinez@uv.es
Pilar Barreto Martín. pilar.barreto@uv.es
Inmaculada Montoya Castilla. Inmaculada.Montoya@uv.es
http://josegil-martinez.es/?page_id=849

TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN

INTRODUCCIÓN
La “Primera Ola” de terapias de conducta tiene como antecedentes las leyes del
condicionamiento clásico de Pavlov y la formulación de la ley del efecto de Thorndike,
posteriormente aparecieron con J.B. Watson las primeras formulaciones sobre el
conductismo y con B.F. Skinner la aplicación de los principios del aprendizaje y el “análisis
aplicado del comportamiento” para la modificación y la mejora de la conducta humana.
La “Segunda Ola” se caracterizó por considerar la cognición como causa principal de los
trastornos psicológicos. Estas terapias Cognitivo-Conductuales centran su objetivo de
cambio sobre los pensamientos, utilizando el control sobre los eventos privados.
Recientemente han aparecido un amplio número de terapias psicológicas desde la
perspectiva cognitivo-conductual centradas en el contexto como la “activación conductual”
(Kanter, Busch y Rusch, 2009), la terapia de “aceptación y compromiso” (Wilson y
Luciano, 2002) o terapias como la basada en mindfulness (Didona, 2009; Gil, Barreto y
Montoya, 2010; Miró y Simón, 2012). Steven Hayes (2004) señala la necesidad de
agruparlas en la denominada “Tercera Ola de Terapias de Conducta”.
PRIMERA OLA DE TERAPIAS DE CONDUCTA
Se puede considerar a Mary Covert Jones como la primera modificador a de conducta al
eliminar la fobia de Peter a los conejos a través del condicionamiento directo. Igualmente
fue pionero el tratamiento de la enuresis desarrollado por Mowrer (Pipístop) y que sigue
actualmente vigente. Skinner utilizó técnicas operantes en pacientes psicóticos (Skinner,
1953). Wolpe publica su libro “Psicoterapia por inhibición recíproca” donde describe la
utilización de la desensibilización sistemática en el tratamiento de las fobias. Los trastornos
de conducta se describen en términos de relación entre los estímulos, las respuestas y las
consecuencias (E-R-C). Kanfer y Phillips diferencian entre terapias de instigación donde el
terapeuta tiene un control limitado del ambiente del cliente, por ejemplo el autocontrol, y
las terapias de intervención, en las que el terapeuta controla estrictamente las variables
relevantes del ambiente del cliente, por ejemplo la economía de fichas. Por último, algunos
teóricos del aprendizaje social, Bandura, Kanfer, Mischel y Staats, comienzan a darle
importancia a los aspectos cognitivos, mediacionales o de personalidad.
LA SEGUNDA OLA: TERAPIAS COGNITIVO-CONDUCTUALES
Hacia los años setenta se comienza a dar importancia a las variables cognitivas en el
tratamiento de los problemas emocionales y de comportamiento. La Terapia Cognitiva de
Beck para la Depresión (Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979), la Terapia Racional Emotiva
de Ellis (Ellis y MacLaren, 1998), la Terapia de Autoinstrucciones de Meinchenbaum
(1977), la Solución de Problemas (D’Zurrilla y Golfried 1971), son ejemplos de algunas de
dichas terapias. También se consolidan las técnicas de biofeedbak (Carrobles y Godoy,
1987). En esta época se realizan intervenciones tanto individuales como en grupo o
comunitarias en áreas como el deporte, el mundo laboral, la educación o la clínica.
También aparece la medicina conductual centrada en el tratamiento, diagnóstico y
prevención de los problemas de salud.
Posteriormente, en los años ochenta, aparecen programas de tratamiento estructurados,
valorándose la eficacia de cada uno de sus componentes. Se mejoran las técnicas de
reducción de la ansiedad y la depresión, se incorpora la hipnosis, las técnicas de
biofeedback; se insiste en la generalización al ambiente del cliente; se compatibilizan los
tratamientos psicofarmacológicos con los psicológicos; se da relevancia a la relación
terapéutica, al papel activo del cliente y al aprendizaje de habilidades de autorregulación.
LA TERCERA OLA DE TERAPIAS
Pero existen algunos trastornos como los de la personalidad, los problemas de salud
crónicos, las enfermedades terminales, las situaciones de estrés postraumático, etc., que nos
dejan insatisfechos como terapeutas.
El sufrimiento psicológico forma parte de la vida humana, pero en esta sociedad en que
vivimos, se nos dice que no debemos pasarlo mal, ni soportar el dolor, que debemos ser
felices siempre y a toda costa. Estar psicológicamente sano es no tener emociones ni
pensamientos negativos. No hay que tener ansiedad, ni conflictos, ni dudas, ni miedo, nada
de preocupaciones. La persona sana tiene que evitar o escapar de todas las situaciones
externas o internas que le produzcan malestar y sean desagradables. En definitiva, hemos
creado una forma de vivir en la que hay que huir del malestar, del sufrimiento y de la
ansiedad, pero que nos condena a un mayor malestar y una limitación de la vida. Esto es lo
que se ha dado en llamar la Evitación Experiencial, una búsqueda del control de las
emociones (Wilson y Luciano 2002). Así por ejemplo, algunas personas beben o consumen
drogas para eliminar la ansiedad o el malestar; otras personas tienes agorafobia también
para eliminar el malestar que les genera no poder salir o escapar de diferentes situaciones;
las personas con el trastorno de pánico luchan constantemente para controlar (evitar) los
síntomas somáticos o propioceptivos de la ansiedad; en el trastorno obsesivo compulsivo se
quieren evitar ciertos pensamientos que generan duda; en el trastorno de estrés
postraumático se lucha contra los malos recuerdos y sensaciones asociadas al evento
traumático; la persona depresiva quiere evitar recuerdos, pensamientos, sentimientos o
sensaciones corporales negativas.
Así mismo la preocupación forma parte de este proceso de evitación experiencial, ya que
pensamos que anticipando evitaremos pasarlo mal. Nosotros, como seres vivos, estamos
orientados hacia la supervivencia, para ello nuestra mente tiene el hábito de cerciorarse
constantemente de nuestra seguridad. Y a pesar de vivir en la sociedad más segura de la
historia de la humanidad, nuestra mente se preocupa y cuando no tenemos problemas ella
misma tiende a crearlos.
Además tendemos a vivir en el futuro o en el pasado, olvidándonos de disfrutar del
momento presente. Esperamos que el futuro nos dará la felicidad y dejamos el vivir para
otro momento. Otras veces la “deuda emocional” (Simón 2003) nos lleva una y otra vez a
episodios del pasado que provocaron dolor, culpa, odio o resentimiento y tampoco
podemos vivir el presente.
Por otro lado, vivimos identificados con nuestros pensamientos, cuando sufrimos una
situación conflictiva y nuestras emociones nos sacan de “nuestras casillas” llegando incluso
a “perder los papeles”, no somos capaces de distanciarnos de la situación, creemos que lo
que está ocurriendo en nuestra cabeza es la realidad y no logramos desidentificarnos o
relativizar la situación, sin embargo sabemos que pasado el tiempo o contemplada dicha
situación desde una perspectiva diferente cambiará nuestra valoración.
No podemos desidentificarnos por que nuestro “yo” vive identificado exclusivamente con
nuestro cuerpo y nuestra mente. Ese “yo” es lo que uno cree ser o quiere llegar a ser, y en
muchos pacientes es el origen de sus problemas, en los que se sienten débiles su yo busca
fortaleza y poder; en los que se sienten inferiores su yo buscará conocimiento y control. El
yo sufre o se alegra por conseguir lo que cree, sin darse cuenta de que “en el fondo tú no
eres tú (lo que crees ser), pero tú no lo sabes” (Ibn Arabi, 1992)
Otro aspecto relevante es el apego que tenemos a ese “yo”. Cuando decimos “yo soy esto o
lo otro” o “soy de esta forma u otra” o “esto es mío” vivimos aferrados a esos pensamientos
y con miedo a que algo nos lo arrebate. Ese “yo” piensa que tiene que asegurarse seguir así,
para ello muchas veces intenta acaparar poder, dinero, relaciones, bienes, pero siempre
quiere más, cree que cuanto más posea, más feliz será y no nos damos cuenta que el tiempo
acaba arrebatándolo todo.
Teniendo en cuenta esta tendencia a la evitación del dolor, la preocupación excesiva la
tendencia a vivir en el futuro o en el pasado, la identificación con nuestros pensamientos, el
apego exagerado al “yo”, la falta de satisfacción o éxito terapéutico en algunos trastornos,
personalidad límite, depresión crónica, TOC, enfermedades crónicas, etc., han ido
apareciendo nuevos enfoques terapéuticos complementarios muchas veces a los ya
existentes.
NUEVAS TERAPIAS
La Terapia de Aceptación y Compromiso (Acceptance and Commitment Therapy o ACT;
Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006; Hayes, Strosahl, 2004; Hayes, Strosahl y
Wilson, 1994; Luciano, 1999). La aceptación como forma de “no oponer resistencia al fluir
de la vida” (Simón, 2011), no es resignación, es ausencia de resistencia, de evitación, de
negación, de racionalización o represión de sentimientos. Es reconocer la realidad que
tenemos en el momento presente, sin renunciar a cambiar las cosas en el futuro y para ello
comprometernos a hacerlo. Para Luciano (2001) esta terapia se basa en: a) es un
tratamiento centrado en las acciones valiosas para uno; (b) contempla el
malestar/sufrimiento como normal, producto de la condición humana en tanto que seres
verbales; (c) define que se aprende a resistir el sufrimiento normal y esa resistencia genera
el sufrimiento patológico; (d) promueve el análisis funcional de los comportamientos del
paciente y, por tanto, se basa en la experiencia del paciente como la clave del tratamiento.
La Terapia de Conducta Dialéctica (Dialectical Behavior Therapy o DBT; Linehan, 1993a
y b) surge como una respuesta al trastorno límite de la personalidad. Dicho trastorno
constituye un patrón general de inestabilidad en las emociones, las relaciones
interpersonales y la identidad, así como una notable impulsividad que comienza al principio
de la edad adulta y se da en diversos contextos (APA, 2000: 760). Entre un 1% y 2% de la
población general sufre este trastorno. Las conductas autolesivas y los intentos de suicidio
son frecuentes y las tasas de suicidio alcanzan el 9%. Esta terapia tiene como objetivo
fundamental que el paciente aprenda a regular la emocionalidad extrema, reduciéndose las
conductas desadaptativas dependientes del estado de ánimo y que aprenda a confiar y
validar sus propias experiencias, emociones, pensamientos y comportamientos. Esta basada
en el modelo conductista, incluye elementos de la terapia cognitivo-conductual, así como
en mindfulnes. Ayudan a las personas a superar la tendencia a rebotar entre los extremos,
que normalmente se dan en tres ejes: De la vulnerabilidad emocional a la auto-invalidación,
de la pasividad activa a la competencia aparente y de la crisis implacable al bloqueo del
duelo. También se ha utilizado con el tratamiento de la depresión, ansiedad, ira,
impulsividad y periodos de disfunción cognitiva así como en la conducta suicida y en áreas
de control de los impulsos como las toxicomanías, trastornos de la conducta alimentaria,
ludopatía y compulsión a comprar.
La Psicoterapia Analítica Funcional (Functional Analytic Psychotherapy o FAP;
Kohlenberg y Tsai, 1991; Kohlenberg et al., 2005; Luciano, 1999) basada en lo que hace y
dice el cliente en la sesión terapéutica, lo que se llaman conductas clínicamente relevantes
(Kohlenberg y Tsai, 1991). El cliente presenta durante la consulta unas conductas
problemáticas cuya frecuencia tratamos de disminuir. El terapeuta propicia que en la sesión
aparezcan pensamientos, percepciones, sentimientos, visiones, recuerdos, etcétera, que son
abordados adecuadamente. Además se incrementan las conductas positivas durante las
sesiones. También se pretende conseguir que el cliente realice interpretaciones de su propia
conducta y sus causas desde la perspectiva analítico-funcional. El terapeuta aplica cinco
estrategias (Fernández Parra y Ferro García, 2006): (1) detectar las conductas clínicamente
relevantes que ocurren durante la sesión de tratamiento; (2) construir un ambiente
terapéutico que haga posible la aparición de conductas problemáticas y permita desarrollar
mejorías en la conducta del cliente; (3) reforzar positivamente de manera natural las
mejoras conductuales del cliente; (4) detectar qué propiedades de su propia conducta son
reforzantes para el cliente; y (5) propiciar que el cliente desarrolle habilidades para analizar
desde una perspectiva funcional la relación entre sus conductas y otros factores.
La Terapia Integral de Pareja (Integrative Behavioral Couples Therapy o IBCT; Jacobson y
Christensen, 1996; Jacobson, Christensen, Prince, Cordova y Eldridge, 2000) El objetivo en
la Terapia Integral de Pareja (Moron, 2006) pasa a ser el cambio en el contexto psicológico
en el que ocurren los problemas de pareja. El resultado de este cambio de contexto es la
aceptación del comportamiento del compañero, y por ende, la reducción de los problemas y
una recuperación más rápida cuando estos se dan, lo que se acaba traduciendo en un
aumento de la satisfacción en la relación. Se utilizan tres tipos de técnicas principales para
conseguir la aceptación del comportamiento del compañero/a: la unión empática, la
separación unificada y la tolerancia.
La Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness (Mindfulness-Based Cognitive Therapy o
MBCT; Scherer-Dickson, 2004; Segal, Teasdale y Williams, 2004; Segal, Williams, y
Teasdale, 2002). Según Vallejo (2006) mindfulness es un término que no tiene una palabra
correspondiente en castellano. Puede entenderse como atención y conciencia plena,
presencia atenta y reflexiva. Los términos atención, conciencia y referencia al momento
concreto están incluidos de lleno en su significado. Viene a plantear, por tanto, un empeño
en centrarse en el momento presente de forma activa y reflexiva. Una opción por vivir lo
que acontece en el momento actual, el aquí y el ahora, frente al vivir en la irrealidad, el
soñar despierto. Las connotaciones psicológicas del término son evidentes, aunque
trasciende de lo meramente psicológico e impregna en un sentido más amplio un sentido de
vida, una filosofía de la vida y una praxis, un modo de conducirse en situaciones y
momentos concretos. El mindfulness no puede ser entendido de forma genérica sino que
siempre es referido a un momento temporal concreto (presente). Esa atención, conciencia y
reflexión es de carácter no valorativo. Es una experiencia meramente contemplativa, se
trata de observar sin valorar, aceptando la experiencia tal y como se da. Es una observación
abierta e ingenua, ausente de crítica y valencia. Se diría que es una forma de estar en el
mundo sin prejuicios: abierto a la experiencia sensorial, atento a ella y sin valorar o
rechazar de forma activa y taxativa dicha experiencia. Las principales intervenciones
realizadas con mindfulness como elemento esencial de la terapia han sido: Mindfulness-
based stress reduction (MBSR) (Kabat-Zinn, 2004); Mindfulness-based cognitive therapy
(MBCT) (Segal, Williams, Teasdale, 2002) orientado a la prevención de recaídas de la
depresión; las estrategias mindfulness utilizadas en la terapia dialéctica (Linehan, 1993 a y
b); y en la terapia de aceptación y compromiso (Hayes, Stroshal, 2004). Fabrizio Didonna
(2009) reúne en un manual sobre las diversas intervenciones clínicas realizadas con
atención plena las siguientes: trastornos de ansiedad en general, TOC, depresión, trastorno
límite de la personalidad, trastornos alimentarios, conductas adictivas, estrés postraumático,
déficit de atención e hiperactividad, psicosis, dolor crónico, oncología
Psicología Positiva (Seligman, 2002; Seligman y Csikszentmihalyi 2000) En palabras de
Martin Seligman, la psicología positiva surge como un intento de superar la resistente
barrera del 65% de éxito que todas las psicoterapias han sido incapaces de sobrepasar hasta
hoy. Las técnicas que surgen de la investigación en psicología positiva vienen a apoyar y
complementar las ya existentes. En este sentido, la relación de variables como el
optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de salud se alzan
como puntos clave. Trabajar con el paciente sus puntos fuertes, ayudarle a desarrollar áreas
alrededor de la sabiduría y el conocimiento como la curiosidad, el ingenio o la perspectiva
social; áreas como el valor, la perseverancia o la integridad; trabajar la bondad o el amor, la
justicia, el liderazgo, la humildad, la prudencia o el autocontrol; la gratitud, el perdón
(véase el apendice 1 y 2), el disfrute de la belleza o el sentido del humor, pueden ayudar al
cliente a superar sus problemas. Durante muchos años la psicología se ha centrado
exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano, llegando a
identificar y casi confundir psicología con psicopatología y psicoterapia. Este fenómeno ha
dado lugar a un marco teórico de carácter patogénico que ha sesgado ampliamente el
estudio de la mente humana. Así, la focalización exclusiva en lo negativo que ha dominado
la psicología durante tanto tiempo, ha llevado a asumir un modelo de la existencia humana
que ha olvidado e incluso negado las características positivas del ser humano y ha
contribuido a adoptar una visión pesimista de la naturaleza humana (Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000)
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA CON LAS ANTERIORES TERAPIAS?
La diferencia de estas nuevas terapias de conducta es que “no tienden a la eliminación de
los problemas psicológicos”. Como hemos visto muchas personas sufren el llamado
Trastorno de Evitación Experiencial (Luciano y Hayes, 2001). En un intento de eliminar
rápidamente el malestar psicológico con el empleo de estrategias o técnicas de control de
los eventos privados, sufren este trastorno que les lleva a un estado de alerta constante y a
un desgaste psicológico mayor.
La Terapias de Tercera Generación se caracterizan por: (a) no pretenden eliminar el
síntoma; (b) se centran más en el contexto en el que se produce el problema; (c) utilizan
estrategias de cambio experimentales, en lugar de emplear exclusivamente estrategias de
cambio de primer orden o directas y, (d) amplían y modifican de forma considerable el
objetivo a tratar o cambiar (Hayes, 2004). Además buscan el funcionamiento humano
óptimo estimulando los puntos fuertes (Sheldon, Fredrickson, Rathunde, Csikszentmihalyi
y Haidt, 2000). Los métodos de intervención son técnicas más experimentales (en el sentido
de vivir y sentir) que didácticas o directas, como en el caso de las terapias de la primera y
segunda generación. Entre las diversas técnicas (ejercicios experienciales, historias,
paradojas, metáforas (véase el apéndice 3 y 4)) caben destacar las de mindfulness o
atención plena y las de distanciamiento cognitivo o cognitive defusion (véanse los trabajos,
Hayes, 2004a; Hayes et al., 2006; Masuda, Hayes, Sackett y Twohig, 2004; Roemer y
Orsillo, 2002; Segal et al., 2002; Segal et al., 2004; Vallejo, 2006). También la experiencia
positiva, centrada en variables como la cualidad hedónica de la experiencia, el bienestar
subjetivo, la experiencia óptima, el optimismo, la felicidad, la autodeterminación y las
relaciones entre las emociones positivas y la salud física (Seligman y Csikszentmihalyi
2000).
Por otra parte, el terapeuta es un practicante de dichas técnicas. Cultiva la presencia (Hick y
Bien, 2010) como la cualidad de estar presentes. Cuanto más conectada esté una persona
con el momento presente, más presencia manifestará, cuanto más ocupada esté con sus
pensamientos, menos presencia irradiará. Por ello el terapeuta debe ser un practicante del
“aquí y ahora”. Los terapeutas durante la sesión establecen un distanciamiento de sus
propias preocupaciones mentales asentándose en el momento presente. La atención del
terapeuta se dirige hacia el cliente y, al hacerlo, se olvida de él mismo. También son
capaces de observar si el cliente está presente y en qué momento está. Si cliente y terapeuta
están presentes estarán en sintonía y se establecerá una buena relación terapéutica.
ALGUNOS EJEMPLOS
Tratamiento de las Fobias Simples.
Primera Ola de Terapias de Conducta. El terapeuta, una vez evaluada la situación fóbica,
vistas las respuestas de escape o evitación y construida una jerarquía de estímulos, utiliza
como técnicas fundamentales la desensibilización sistemática metal o en vivo, la
inundación o la exposición, emplea también técnicas operantes (refuerzo, extinción, manejo
de contingencias) y el modelado a través de películas, en vivo o participante (Méndez y
Macia, 1990)
Durante la Segunda Ola de Terapias de Conducta se introducen elementos cognitivos (Gil,
1993) que hacen que la persona se enfrente a las situaciones temidas mediante
autoinstrucciones de enfrentamiento y dominio (Meichenbaum, 1977), con imágenes y
juegos previamente entrenados, a través de escenificaciones emotivas (Méndez y Maciá,
1990)
En la Tercera Ola de Terapias Cognitivas, el terapeuta, que como hemos dicho practica la
presencia y busca las fortalezas de la persona, basa su terapia en la aceptación e intenta los
siguientes objetivos(Alonso 2012): en primer lugar a expandir la toma de conciencia del
paciente sobre sus experiencias, se le enseña a observar la función de sus experiencias
internas, a ser consciente de las evitaciones internas y externas que lleva a cabo para
controlar la ansiedad y los pensamientos y a observar las consecuencias asociadas a tales
evitaciones. En segundo lugar, se le enseña a cambiar de actitud vital, desde una actitud
enjuiciadora y controladora hasta una actitud de aceptación y tolerancia hacia uno mismo,
no existen los pensamientos irracionales, el trastorno forma parte de ti, tiene un lógico
proceso de condicionamiento, pero con una actitud adecuada y sana encontraremos la
disolución natural de dicho condicionamiento. Se utilizan técnicas para desarrollar la
observación del trastorno, para tener una presencia consciente, para aceptar el miedo y la
incertidumbre, técnicas de desidentificación y desliteralización, de regulación emocional,
de exposición mindful, de bondad hacia uno mismo. Pero sobre todo centrados en la
aceptación del contexto y no en controlar los síntomas
Tratamiento de la Fobia social.
En la Primera Ola de Terapias se insiste en el entrenamiento en habilidades sociales,
haciendo que el sujeto se enfrente gradualmente a situaciones más conflictivas, dándole
información específica sobre la respuesta y las conductas adecuadas, explicándole la
importancia de los progresos, utilizando modelos que realicen las conductas correctas, con
ensayos de conducta (role-playing), retroalimentando a la persona y moldeando el
acercamiento a la conducta final, por último se insiste en la generalización de las respuestas
(Gil y cols., 1989).
En la Segunda Ola de Terapias se hace hincapié en las cogniciones que subyacen debajo de
la emoción negativa o malestar, sobre todo los pensamientos alrededor de la evaluación
negativa por parte de los demás, también influyen la anticipación de consecuencias
desfavorables, la evaluación negativa de uno mismo y de la propia actuación. El terapeuta
hace hincapié en reestructurar cognitivamente las cogniciones negativas (Gil y cols., 1989;
Meichenbaum, 1977)
En la Tercera Ola de Terapias el terapeuta sabe que la inseguridad y el miedo son fruto de
la excesiva preocupación por la evaluación negativa. Dichas emociones paralizan al
paciente y generan la evitación de las situaciones sociales y la autoevaluación negativa. El
terapeuta acepta al paciente como es y le ayuda a aceptarse a si mismo, le enseña a
reconocer las reacciones de su comportamiento, las reacciones de miedo, la activación
somática, su miedo a la valoración, es decir toma conciencia de su problema, pero como
hemos comentado en las fobias simples, le enseñamos a cambiar de actitud ante la vida.
Cambiamos esa constante evaluación en todo lo que hace y ese intento de control de los
síntomas por una actitud de tolerancia, afecto o amor hacia uno mismo, acompañado de la
aceptación de una forma de ser, que no va a ser posible cambiar, pero con la que se puede
convivir. Las técnicas van dirigidas a la observación de sus reacciones ante el trastorno, a
tener una presencia consciente en las situaciones sociales, a aceptar el miedo y la
incertidumbre, a desidentificarse y desliteralizarse, a regularse emocionalmente, a
exponerse a través de meditaciones y en la realidad, a trabajar ejercicios de bondad hacia
uno mismo
Intervención psicológica con los problemas de Sobrepeso.
En la Primera Ola de Terapias la intervención va dirigida, sobre todo, a buscar el
autocontrol de la conducta de la persona (Kanfer y Goldstein, 1986). El autocontrol lleva
consigo las siguientes fases: autoobservación de las situaciones problema, establecimiento
de objetivos realistas, entrenamiento en técnicas concretas y establecimiento de los criterios
de ejecución, contratos de conducta, técnicas de control estimular, autorrefuerzo o
autocastigo y autocorrección.
Durante la Segunda Ola de Terapias se introducen en los programas de intervención
autoinstrucciones (Meichenbaum, 1977) y reestructuración cognitiva (Mahoney y
Mahoney, 1976)
Pero en la Tercera Ola de Terapias a la persona con tendencia al sobrepeso se le enseña a
comer consciente degustando el sabor de los alimentos, en el aquí y ahora, sin prisas ni
ansiedad (Kristeller, Baer y Quillian-Wolever, 2006) a clarificar las señales fisiológicas de
hambre y saciedad, a reconocer el sentido del gusto, a diferenciar las señales fisiológicas
del apetito de otras experiencias internas, a identificar las necesidades auténticas que
subyacen a las conductas desadaptativas y poder elegir formas más adaptativas para
manejar las necesidades, a tomar decisiones informadas y sabias para actuar sobre las
necesidades y de acuerdo a los principios y valores de cada persona (Bayon y Bonan, 2012)
Tratamiento de la Depresión
La Primera Ola de Terapias dirigidas a intervenir sobre la depresión, iba dirigida a
incrementar las actividades placenteras y gratificantes, a programar metas y submetas
operativas, concretas y alcanzables, a observar los efectos a corto y largo plazo de nuestras
conductas, a relacionar nuestro estado de ánimo con las actividades realizadas (Gil, Peña y
Sánchez, 1998)
Durante la Segunda Ola de Terapias se hace hincapié en las atribuciones de éxito y fracaso
(Peterson y cols 1982) en las distorsiones cognitivas que realizan los depresivos (Beck y
cols. 1979) y en la reestructuración cognitiva (Gil y cols. 1998)
Sin embargo en la Tercera Ola de Terapias (Segal y cols, 2002) la intervención se dirige
sobre todo a reducir la identificación con los pensamientos y aprender a relacionarse con
los pensamientos como eventos que suceden, además de observar cómo funciona nuestra
mente a modo de piloto automático; explorar desde una perspectiva metacognitiva cómo
nos enfrentamos a los obstáculos; tomar conciencia plena de la respiración; permanecer en
el presente; aceptar las experiencias como son, es decir, dejarlas ser, sin juzgarlas; y sobre
todo, como se ha dicho, sabiendo que los pensamientos no son los hechos.
Intervención con deportistas
Si en la Primera y Segunda Ola de Terapias el objetivo de los programas de intervención va
dirigido a enseñar al deportista a controlar la ansiedad competitiva y el nivel de energía
psíquica para evitar un elevado nivel de estrés, a darse autoinstrucciones adecuadas, a
establecer objetivos a corto y largo plazo, a entrenar las imágenes mentales e incluso a
mejorar el estilo de atención o concentración para cada momento de la competición (Gil y
cols. 1990, 1999).
En la Tercera Ola de Terapias del Comportamiento el trabajo con deportistas se dirige
enseñarles a estar en el momento, en el “aquí y ahora” durante la competición y darse
cuenta de cuándo se dan las distracciones para volver a la competición. Enseñamos a ser
consciente de los pensamientos perturbadores que me exigen el resultado en la
competición, me obligan a “ganar”, a aceptar dichos pensamientos pero restarles
importancia, reforzando todos aquellos dirigidos al disfrute de la competición, a fluir
durante el enfrentamiento deportivo. El deportista sabe que ha trabajado duro, que ha
entrenado bien, lo importante es poner en práctica lo aprendido, disfrutar del momento, el
resultado es secundario. Además se utilizan las técnicas de meditación para descansar
muscularmente (repaso del cuerpo) (Gil y cols. 1990, 1999)
Intervención con personas con déficit de atención.
Los niños hiperactivos manifiestan problemas de ejecución en la resolución de tareas,
durante la Primera y Segunda Ola de Terapias la intervención se dirige a promover el
autocontrol del niño a través de autoinstrucciones (Meichenbaum, 1977), enseñándole a
utilizar una serie de comentarios y sugerencias que controlen la realización de la tarea, de
tal manera que la persona los internalice y generalice, convirtiéndose en esquemas
cognitivos que guíen su comportamiento. Las autoinstrucciones van dirigidas a que la
persona aprenda a definir el problema, focalice su atención, afronte correctamente los
errores y se autoevalúe. Para conseguir esto se han utilizado métodos operantes para el
desarrollo de conductas, organización de contingencias (economía de fichas y contratos de
contingencias), modelado, ensayo de conductas, técnicas para la reducción de conductas
operantes y por supuesto autoinstrucciones.
En la Tercera Ola de Terapias se pretende mejorar la impulsividad e incrementar la
capacidad de atención (Zylowska, Smalley y Schwartz, 2009). Meditar es centrar la
conciencia focalizada en un solo punto, prestar atención a lo que aparece en la conciencia,
mantener la atención centrada en un objeto por un periodo de tiempo, mantener viva la
conciencia en la realidad del presente, de esta forma somos conscientes de lo que estamos
haciendo, pensando o sintiendo. Cualquier educador es consciente de la importancia que
dichas capacidades pueden tener en un niño con problemas de atención y la ayuda que
puede suponer para mejorar las conductas impulsivas y aumentar la atención. (Hesslinger y
cols 2002).
Las crisis
En la primera y segunda Ola de Terapias se hacía énfasis en mejorar el Repertorio Básico
de Conductas de las personas, de forma que mejoramos sus habilidades cognitivo-
lingüísticas, sus habilidades sensomotoras y sus habilidades motivacionales-emocionales.
De esta forma el terapeuta trabaja con el paciente sus cogniciones inadecuadas, mejora sus
capacidades organizativas, sus habilidades curriculares, su eficacia interpersonal y su
inteligencia emocional, se marcan objetivos y metas realistas y operativos. Incluso se
pueden cambiar las condiciones ambientales para mejorar la conducta de la persona. Sin
embargo todo va dirigido hacia eso que quiere llegar a ser o cree ser el “yo”(listo, fuerte,
controlador, seguro, débil), y como hemos dicho, en muchos pacientes ahí reside el origen
de sus problemas. La persona quiere recobrar las mismas condiciones que tenía antes de la
crisis, quiere seguir el mismo camino que antes, sin darse cuenta que eso es imposible.
Siguiendo la Tercera Ola de Terapias, tiene que haber un cambio de actitud ante la vida,
podemos mejorar nuestro Repertorio Básico de Conducta, podemos modificar el ambiente,
pero jamás para seguir el mismo camino, tenemos que adaptarnos a vivir una vida diferente.
Esa aceptación de las nuevas condiciones de vida es requisito básico para comenzar a
construir una vida diferente, con menos necesidades, con menos exigencias imperativas,
dirigida, no a satisfacer ese „yo“ que quiere llegar a ser(rico, poderoso, fuerte, superior),
sino a ser consciente de todas esas necesidades que no nos dejan vivir. No podemos mejorar
nuestras cualidades personales para seguir llenando de actividades nuestra vida y acabar
agobiándonos y quejándonos de la vida tan estresada que llevamos, no podemos seguir
esclavizándonos con las mismas necesidades materiales. Tenemos que enseñarle a la
persona a vivir consciente de estos procesos, aceptar la nueva situación, adaptarse a las
nuevas condicones, vivir en el momento, pero comprometiéndose por trabajar nuevos
valores. Además cambiaremos esa actitud enjuiciadora y controladora por una actitud de
aceptación y tolerancia hacia uno mismo, hacia los demás y hacia el mundo.
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APÉNDICES.
Apéndice 1.
Dos ejercicios para trabajar la gratitud (Seligman 2002)
El primero de los ejercicios es el siguiente: se escoge una persona de mi pasado que haya
sido muy importante en mi vida y a la que nunca le he expresado mi agradecimiento
bastante, por ejemplo padres, abuelos, hermanos, amigos, etc. escribimos unas líneas
expresando dicho agradecimiento, diciéndole las causas de dicho agradecimiento. Una vez
preparado el texto nos reunimos con él y se lo expresamos abierta y sinceramente.
El segundo de los ejercicios consiste en dedicar unos minutos cada día a pensar y escribir
cinco aspectos de mi vida por los que me pueda sentir agradecido: “despertarme cada
mañana”, “mi familia”, “mi salud”…
Apéndice 2.
Aprender a perdonar y olvidar (Seligman 2002)
Los pensamientos negativos sobre el pasado son la materia prima que bloquea las
emociones de felicidad y satisfacción. Las razones habituales que se esgrimen para no
perdonar son:
 Perdonar es injusto, disminuye la motivación para apresar y castigar al culpable.
 Perdonar puede evidenciar amor hacia el culpable y no hacia la victima.
 Perdonar impide la venganza y esta es correcta.
Al otro lado de la balanza:
• El perdón transforma la amargura en neutralidad
• Aunque no puedes hacer daño al culpable no perdonando, puedes librarte perdonándolo.
• La salud física mejora es mejor en los que perdonan
• Cuando el perdón va seguido de reconciliación mejora las relaciones con la persona
perdonada
• Hay una relación inversa entre el acto de perdonar y la satisfacción con la vida
Un proceso de cinco pasos para perdonar denominado REACE.
• Donde la R corresponde con Recuerdo del daño, no sigas regodeándote en el daño.
• La E significa Empatía, intenta comprender desde el punto de vista del autor por qué esa
persona llegó hasta el extremo de hacer ese daño
• La A corresponde al ejercicio del Altruismo del perdón. Recuerda se alguna vez hiciste
daño y fuiste perdonado
• La C representa el Compromiso de perdonar públicamente.
• La E significa Engancharse al perdón. Perdonar no es olvidar, es cambiar las etiquetas que
llevan los recuerdos: “aquello pasó y fue horrible, lo pase muy mal, pero ahora he rehecho
mi vida y…”
Apéndice 3
Ejemplo de una metáfora terapéutica (Wilson y Luciano 2002)
“Dos mujeres se encontraban en su despacho compartido trabajando con sus respectivos
ordenadores. A una de las mujeres mientras estaba escribiendo, le empezaron a aparecer
mensajes en la pantalla de su ordenador. Mensajes que decían “nunca solucionarás tu
problema” “eres una inútil” “la gente te ve mal”. Cuando leyó estos mensajes empezó a
creérselos y a angustiarse, a sufrir terriblemente ¡¡¡Parecían tan ciertos!!!. Entonces intentó
borrarlos de la pantalla, pero no pudo. Así que continúo trabajando. De vez en cuando,
volvían a aparecer pero como ella sabía que no podía eliminarlos, no intentó hacer nada
siguió trabajando. A pesar de los mensajes a que a veces aparecían y le hacían sufrir, la
mujer disfrutaba y se sentía bien consigo misma porque su trabajo estaba quedando tal y
como ella quería.
A la otra mujer, le empezó a suceder lo mismo. Empezaron a aparecerle los mismos
mensajes que a su compañera: “nunca solucionarás tu problema” “eres una inútil”…
Entonces intentó eliminarlos, pero no lo conseguía. Sufría muchísimo porque estaba
totalmente convencida de que los mensajes eran ciertos. Y además sufría porque no
conseguía eliminarlos. Así que dejó de trabajar para pensar qué métodos podía emplear
para eliminar los mensajes. Estaba segura de que si no los borraba no podría continuar
trabajando. Así que empezó a probar un método tras otro, pero no conseguía nada. Los
mensajes seguían allí. Miraba a su compañera con rabia porque la veía trabajando e incluso
parecía que estuviera disfrutando con su trabajo. Pensó que su compañera podía trabajar
porque no recibía los mismos mensajes que ella. Así que siguió en su empeño por
eliminarlos. Su sufrimiento iba en aumento: cada vez tenía más mensajes negativos,
fracasaba en todos sus intentos por eliminarlos y encima no avanzaba en su trabajo. Se
quedó encallada en esta situación”.
Apéndice 4
La metáfora del autobús. (Hayes y cols. 1999)
En la vida vamos conduciendo un autobús por la carretera que lleva hacia nuestras metas y
con el motor de nuestros valores. Llevamos unos pasajeros revoltosos, que son nuestros
pensamientos, sentimientos y emociones.
Todos ellos son catastrofistas: “si sigues ese camino vas a sufrir mucho”, “te vas a
estrellar”, “vas a tener un accidente”, “te vas a morir”, “te vas a volver loco”, “se van a reír
de ti”. Se nos echan encima, nos aprietan en nuestro estómago, se suben a nuestros
hombros, o nos agarran del cuello. Además, nos dicen implícita o explícitamente: “Tuerce
ya”, “Haz lo que sea para evitarlo”, “No sigas el camino que tanto deseas porque va a ser
un desastre”, “¡No lo hagas!”, “¡Para!”.
Tenemos varias alternativas de comportamiento en esa situación:
1. Hacerles caso y torcer, parar, o lo que digan. Pero no llegaremos nunca a donde
queremos ir. Sabemos que, si les hacemos caso, tendremos un alivio inmediato, pero
abandonaremos muchas cosas importantes en nuestra vida, lo que nos hará sufrir
indeciblemente.
2. Establecer una lucha con el pensamiento:
a. Discutir y decirle que es mentira, que aquello no va a ocurrir. Estamos discutiendo con
nuestra mente que es, al menos, tan lista como nosotros mismos, por lo que es imposible
vencerla. La lucha y su resultado nos dejan exhaustos. Además, nos distraeremos de la
carretera y podremos tener un accidente.
b. Echarlos del autobús para no escucharlos. De nuevo tendremos que parar para quitarlos
de en medio o correremos el peligro de tener un accidente.
c. Luchar físicamente contra ellos, intentando quitárnoslos de encima para que las
sensaciones que nos hacen sentir no dificulten nuestra conducción. Así, una vez más, nos
pondremos en peligro.
3. Aceptar, es decir, escuchar su amenaza, sentir cómo se agarran a nuestro cuerpo,
sintiendo el miedo que nos produce lo que nos dicen, sabiendo que es muy posible que
lleven razón, y, pese a todo, no hacerles caso; no llevando a cabo las acciones que nos
proponen para evitar la catástrofe que nos predicen. Es decir, no torcer, arriesgarnos a
encontrar el desastre que nos afirman que ocurrirá carretera delante. No podemos dejar de
escucharles porque chillan mucho, y tampoco podemos quitárnoslos de encima, pero se
trata de seguir conduciendo por la carretera por la que queramos ir. Si aprendemos a
conducir en estas adversas condiciones, llegaremos a donde queremos y, quizás
eventualmente, los pasajeros se cansen de darnos la lata, porque no consiguen nada, y se
sienten tranquilos en el fondo del autobús, aunque de vez en cuando vuelvan a darnos la
lata.
A veces, nuestros pasajeros nos ayudan y evitan que nos metamos en líos; pero otras nos
llevan por mal camino y nos producen un sufrimiento mucho mayor que el que nos indican
que quieren evitar. El criterio fundamental para saber si nos ayudan o por el contrario nos
meten en líos es considerar si nos alejan de la dirección en la que queremos ir en la vida o
nos retrasa indefinidamente seguirla; entonces es cuando nos producirán problemas
psicológicos.

Resumen.
Las terapias de tercera generación no pretenden eliminar los síntomas, mas bien se centran
en el contexto en el que se produce el problema, usan diferentes estrategias de cambio
experimentales en vez de usar estrategias de cambio directas para ampliar el objetivo a
tratar.
Los métodos de intervención son casi siempre experimentales como en el caso de las
terapias de primera y segunda generación donde emplean diversas técnicas como ejericicios
entre otros. En las terapias de la tercera ola el terapeuta sabe que el miedo por ejemplo es
una emoción que paraliza al paciente en situaciones sociales, pero el terapeuta a pesar de
esto siempre acepta al paciente como es para que el mismo se pueda aceptar.
Estas terapias van dirigidas a incrementar las actividades que sean gratificantes para
nosotros, que nos ayuden a hacer metas y que podamos alcanzarlas, a observar los efectos
de nuestras conductas, aprender a relacionarnos con los pensamientos como algo que
sucede, a ver cómo funciona nuestra mente, explorar desde otra perspectiva como es que
nos enfrentamos a los obstáculos y aceptar cada experiencia como es.
Tenemos que enseñarles a las personas a ser conscientes, a vivir pasando por estos procesos
y adaptarse a las nuevas condiciones, trabajar nuevos valores a cambiar la mala actitud por
una que sea buena tanto para nosotros mismos como para los demás.

Mapa conceptual.

Terapias de tercera generación.

Las terapias de tercera generación se centran en el contexto en el que se produce


el problema, usan diferentes estrategias de cambio para ampliar el objetivo a
tratar.

PRIMERA OLA DE TERAPIAS DE LA SEGUNDA OLA TERAPIAS LA TERCERA OLA DE TERAPIAS


CONDUCTA COGNITIVO-CONDUCTUALES

El sufrimiento psicológico forma parte


Hacia los años setenta se comienza a de la vida humana, pero en esta
Los trastornos de conducta se dar importancia a las variables sociedad en que vivimos, se nos dice
describen en términos de relación cognitivas en el tratamiento de los que no debemos pasarlo mal, ni
entre los estímulos, las respuestas y problemas emocionales y de soportar el dolor, que debemos ser
las consecuencias. Se puede comportamiento. La Terapia Cognitiva felices siempre y a toda costa. La
considerar a Mary Covert Jones de Beck para la Depresión. También persona sana tiene que evitar o escapar
como la primera modificador a de aparece la medicina conductual de todas las situaciones externas o
conducta al eliminar la fobia de centrada en el tratamiento, diagnóstico internas que le produzcan malestar y
Peter a los conejos a través del y prevención de los problemas de sean desagradables. En definitiva,
condicionamiento directo, Skinner salud, Posteriormente, en los años hemos creado una forma de vivir en la
utilizó técnicas operantes en ochenta, aparecen programas de que hay que huir del malestar, del
pacientes psicóticos Wolpe publica tratamiento estructurados, valorándose sufrimiento y de la ansiedad, pero que
su libro “Psicoterapia por la eficacia de cada uno de sus nos condena a un mayor malestar y una
inhibición recíproca” donde componentes. Se mejoran las técnicas limitación de la vida. Esto es lo que se
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA CON LAS ANTERIORES TERAPIAS?

La diferencia de estas nuevas terapias de conducta es que “no


tienden a la eliminación de los problemas psicológicos”. Como
hemos visto muchas personas sufren el llamado Trastorno de
Evitación Experiencial (Luciano y Hayes, 2001). En un intento de
eliminar rápidamente el malestar psicológico con el empleo de
estrategias o técnicas de control de los eventos privados, sufren este
trastorno que les lleva a un estado de alerta constante y a un
desgaste psicológico mayor.
La Terapias de Tercera Generación se caracterizan por: (a) no
pretenden eliminar el síntoma; (b) se centran más en el contexto en
el que se produce el problema; (c) utilizan estrategias de cambio
experimentales, en lugar de emplear exclusivamente estrategias de
cambio de primer orden o directas y, (d) amplían y modifican de
forma considerable el objetivo a tratar o cambiar

j
Preguntas.
1. ¿Cómo saber si tengo depresión o solamente tengo un mal momento?
2. ¿La depresión se tiene que tratarse con antidepresivos?

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