Sunteți pe pagina 1din 2

Natalia Acevedo Hortua.

Sujeto – Comunicación.
Comunicación social y periodismo.
Bogotá, 2016.

El tiempo pasa, pero no pasa en vano. Durante este corto tiempo, logramos hacer un gran barrido
histórico, saltos en el tiempo que nos llevaron de la antigua Grecia, hasta la modernidad con
visitas constantes a nuestra actualidad, claro, con la inherencia fundamental a la pregunta
elemental: ¿Qué es el sujeto? Claramente este no es agobio reciente, ni mucho menos una simple
invención teórica, simplemente, es nuestra naturaleza, nuestra naturaleza humana, de seres
cargados con razón y de lo que de una manera insensata llamamos ‘conciencia’, dotados de una
curiosidad monumental, que nos ha llevado no solo a inventar, crear, vivir y aprender sino a algo
fundamental: a evolucionar.

Desde la Antigüa Grecia, a través de los vestigios dados por Platón analizamos el sujeto antigüo,
sus creencias, sus sistemas de poder, sus funciones en sociedad y sus pasiones. De esa manera
construimos este modelo de sujeto antigüo: fiel creyente del panteón clásico y devoto a su
mitología. Además, guiado por sus sistemas de poder, Atenas fue la primera ciudad-estado en
plantear una democracia (luego le seguirían las demás) en la que el ciudadano contaba con un
papel dentro de la comunidad con ciertos beneficios siendo perteneciente a una sociedad con
distintas organizaciones y una concepción de ciudadanía bastante desarrollada, por ejemplo, los
atenienses ‘gozaban’ de una estratificación dependiendo de sus riquezas y de ellos dependía tal
situación sin distinción familiar o de poder generacional. Pero así mismo el sujeto también se
identificaba culturalmente en la que desarrolló una filosofía que buscaba inmiscuirse en la razón y
en la investigación, una matemática que se afianzaba con Pitágoras y un arte representado
principalmente por esculturas. Adicionalmente, este sujeto estaba dotado de actitudes dentro del
entorno en el que vivía, actitudes que fijaban el cómo se relacionaba con los demás en su
cotidianidad, sus arquetipos de valores y ética, e incluso de integridad, sin contar con su
percepción de amistad, amor y deseos pasionales; en esta antigüedad resultaba
(sorprendentemente) común la pederastia y las relaciones homosexuales entre los hombres lo que
realmente es una cualidad bastante sugestiva que podríamos llegar a tranversalizar con la
actualidad. En fin, la construcción del sujeto antiguo denota un valor a la vida atado a ciertas
condiciones, a ciertas leyes dotadas por sus sistemas de poder respectivos, demuestra la
capacidad de raciocinio para crear una completa organización social y un ideal de poder.

Ahora, desde la ventana de la Modernidad, con Foucault estructuramos en gran medida la manera
de analizarnos y realizar nuestra construcción de sujeto. Desde que el hombre concibió la idea de
ciertos factores conductuales que influyeran en su forma de actuar, fue capaz de reconocer las
influencias a las que estaba sometido. Hablamos de una conciencia más arraigada de la propia
existencia y del valor que le atribuimos a la misma. Ya hablamos de un conocimiento más
sistemático afianzado en “La metodología del ser” en el que se hace una construcción del sujeto
en tres ejes fundamentales: 1) Las fuentes de saber, 2) Los sistemas de poder y 3) La
subjetivación. En el primero se abarcan todos aquellos estímulos de aprendizaje que recibimos
durante nuestra vida: la familia, la escuela, la experiencia, la cultura, todo aquello que nos brinde
un ‘amaestramiento’ o instrucción para cumplir con el ‘ideal’ comportamental que establecen
aquellos sistemas de poder que en mi concepto los podemos representar a través de un estado,
ciertas normas convivenciales explicitas como la constitución de los estados e implícitas tales
como las sociales y de cohabitación. En fin, todo aquello que ejerza autoridad y dominio sobre
nuestro sujeto. En tercera medida hablamos de la subjetivación, a mi parecer es el más
importante, es la manera en que “el sujeto reconoce al sujeto” es la forma en el mismo trasciende
en cierta medida. Aquí entramos a hablar de las “artes de la existencia” y “técnicas de sí” a las
cuales Foucault define como: “Prácticas sensatas y voluntarias por las que los hombres no sólo se
fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a sí mismos (…)” * así la subjetivación en
cierta medida es la interiorización del sujeto, ese análisis interno y escáner que hace de sí mismo a
través de las ‘artes de la existencia’ para reconocerse y reconsiderarse a sí mismo. Otro aspecto
fundamental de la obra de Foulcault es que cuestiona aquellos valores y principios en los que nos
desarrollamos dentro de la sociedad, pregunta de donde provienen y lo que producen, ¿estos
valores son simples tradiciones o una forma de sistema de poder y gobierno? En cierta medida,
desarrolla esto en su “Historia de la sexualidad” en la que desglosa al sujeto desde la moral y las
influencias a las que se ha visto sometido y de esta manera desembocar en todo ese análisis
sistemático con el que logramos construir al sujeto que hace parte de la modernidad.

Además, hablamos brevemente de aquella concepción de lo que es lo “femenino” y lo “masculino”


pero, ¿realmente podemos ejercer un juicio sin pensar en la imposición de lo que caracteriza a
cada uno? ¿Sin pensar en esa enseñanza inicial de lo que es un hombre y lo que es una mujer? ¿Sin
contar con la característica biológica del aparato sexual? De ahí, saltamos a un buen análisis de la
figura de la mujer dentro de nuestra actualidad, de lo que hoy consideramos “libertad”
¿Realmente lo es? Vemos distintos escenarios en los que se desarrolla la figura femenina en
constante denigración, pero, una vez más: ¿se considera denigración cuando la mujer está de
acuerdo con esta representación? Sin embargo encontramos otras representaciones en las que es
objeto de cambio y revolución, mostrando un figura de fortaleza y aguerrida. Como dos caras de la
misma moneda analizamos a la mujer como ese sujeto distintivo y trascendental, peculiar a su
manera de resaltar.

En conclusión, ¿Realmente que es el sujeto? Evidentemente es una gran construcción social y


cultural que no debe ser únicamente leída críticamente sino minuciosamente, somos un
entramado de bastos elementos, de un sinfín de cualidades y de aún más variables. Podemos
transversalizar el sujeto de hoy sometido a la imparable globalización, al monstruo del capitalismo
y a la inherencia de la revolución tecnológica con el sujeto antiguo y el moderno, evidentemente a
ojos biológicos somos el mismo sujeto, pero, al analizar un gran contexto y el trasfondo de
estímulos lo diferenciaremos en muy distintas etapas de su evolución cultural. Evolución atada al
entorno y a la circunstancia, una vez más somos una gran construcción histórica y elemental.

*”Historia de la sexualidad” – Michel Foucault (1984)

S-ar putea să vă placă și