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Curso: América XIX.

Carne, ropa y trabajo: el carisma del caudillo y su funcionalidad


para las elites criollas.
Profesor: Cristián Castro. Ayudante: Amaranta Guerra. Alumno: Stefano Brezzo.
Universidad Diego Portales, escuela de historia. -Santiago, abril 2018.
Informe crítico a partir de la lectura de John Lynch en su artículo El gendarme
necesario: los caudillos como agentes del orden social, 1810-1850
Como indica Lynch al comienzo de su artículo, “el caudillo como guerrero, jefe regional,
hacendado y patrón, son roles obvios que han tendido a oscurecer su función social al servicio
de las elites republicanas1”. En este sentido, Lynch propone (re)estudiar la figura de los
caudillos desde su funcionalidad para la conformación de los Estado-Nación
hispanoamericanos en la primera mitad del siglo XIX, como un agente de aglutinamiento
social del mundo popular, desde donde orienta a dicha población en la dirección indicada por
las elites criollas. En sintonía con lo anterior descrito, el presente informe tendrá como
objetivo tantear de qué forma la figura del caudillo lograba cautivar a las poblaciones
populares desde una dimensión “carismática”, sin olvidar las estrategias materiales ocupadas
para logar lealtad entre las sociedad popular.

Como señala María contador en su libro Los Pincheira: un caso de bandidaje social,
posterior a la independencia de las colonias hispanas entre las décadas de 1810-1830 se abre
en las nacientes naciones hispano-parlantes un periodo de inestabilidad política marcada por
las disputas entre las elites criollas2. Una de las características de dichas disputas, afirma la
autora, fue la “participación inorgánica y desigual de diferentes grupos sociales, que tuvo
como consecuencia la indiferencia a los problemas de un grueso sector de la población que
se mantuvo en un estado de postergación política, económica y de marginación social. Donde
lo anterior tuvo como consecuencia sus propias formas de participación y de reacción
social”3. Un ejemplo de lo anterior, es lo que sucede en Venezuela en el desarrollo de
gobiernos constitucionales, “donde la heterogeneidad social, la falta de consenso y la
ausencia de tradiciones políticas dejaron a la constituciones liberales bajo gran presión y

1
LYNCH, John. El gendarme necesario: los caudillos como agentes del orden social, 1810-1850. Colombia,
universidad nacional, volumen 2, número 8-9. p. 19.
2
CONTADOR, María. Los Pincheira: un caso de bandidaje social. Chile 1817-1832. Chile, Bravo y Allende
editores, 1998, p. 37.
3
Ídem.
llevaron a las nuevas republicas al borde de la anarquía”4. En este contexto, la elite criolla
manifestaba su rechazo por las poblaciones pardas bajo políticas de discriminación que
marginaban a dicha población de diversas actividades y cargos, lo que tuvo como
consecuencia el aumento de las tensiones entre las castas raciales en Venezuela. Derivando
en protestas y rebeliones que demandaban movilidad social.

Ante estas problemática la elite criolla (precisamente Bolívar) observo en el general Piar,
quien era pardo y contaba con una base de poder social entre los sectores mestizos más bajos,
un potencial peligro que detonara la insurrección generalizada de la población parda bajo la
ideal conducción de un posible caudillo en la figura de Piar5. Por lo que se tomó la decisión
de ejecutarlo, sin siquiera considerar su trayectoria militar en el ejército criollo, seguramente
al recordar lo problemático que fueron caudillos populares como José Tomas Boves. En este
punto, es clara la influencia y el lugar de los caudillos en los contextos de formación de las
nuevas republicas americanas, gracias a la vinculación de estos con el mundo popular,
muchas veces inaccesible e incontrolable para la elite criolla. En este sentido, la elite
venezolana respondió a la problemática latente de una posible guerra de razas anulando la
posibilidad de participación de las poblaciones populares en la esfera pública6, al mismo
tiempo que seleccionaba de forma estratégica caudillos que permitiesen hacer frente a las
insubordinadas masas populares. El criterio determinante fue elegir caudillos que tuviesen
aceptación y reconocimiento en las bases sociales populares, este fue el caso de Antonio
Páez, que contaba con una base social leal entre llaneros y pardos. Aquí cabe destacar que el
reconocimiento de dichos grupos sociales a Páez se explica por el deseo de tener un líder
fuerte y confiable que pudiese guiarlos a la victoria, en el contexto de la revuelta de arichuna
en 1816. De lo anterior podemos inferir que un caudillo debe ser una figura fuerte que inspira
orden, y que debe necesariamente desmarcarse como una figura superior para sus
subordinados por diversas razones, donde se destacan el carácter fuerte, la inteligencia, la
capacidad de convencimiento, la reciprocidad7, etc.

4
LYNCH, John. Óp. Cit., p. 21.
5
Ídem
6
Ibíd., p. 23.
7
Entendiendo reciprocidad como el cumplimiento de ciertas promesas hechas por el caudillo: botines, tierras,
etc. Gracias a lo anterior, un caudillo mantiene la lealtad de sus subordinados. Este fue el caso de Páez en Apure,
A la larga, la ascensión del Páez como sujeto dirigente en la elite criolla se ve completa con
el poder económico ganado como dueño de hacendados y territorios, como también en gran
medida gracias a la figura autoritaria y carismática que logra transmitir a sus subordinados.
Consolidándolo como gobernador de Venezuela y cuidador de los intereses de las elites de
Caracas8. Cabe mencionar los ejemplos de Martin Güemes y Juan Manual de Rosas en el
estudio comparado que realiza Lynch, donde se comprueba en estos últimos lo importante
que eran sus características como caudillos, dominadores de poblaciones pobres
subordinadas a sus “encantos y atenciones”.

Martin Güemes, auspiciaba los saqueos a estancias y a mercaderes ricos de la región de


Salta, donde era un importante terrateniente, con el fin de recaudar dinero a favor de las
causas criollas en las guerras de independencia. Demostrando su poder para movilizar y
controlar a las masas populares de Salta, que saqueaban cualquier lugar siempre y cuando
estaba permitido por Güemes9. En el caso de Rosas, bajo la consigna federalista, libro una
guerra de güerillas frente a las fuerzas unitarias a finales de la década de 1820 donde
aprovecho la base social leal a su autoridad conseguida como jefe de montoneros que incluía
a indios nómades, gauchos y poblaciones rurales en general10, seguramente bajo
prometedoras remuneraciones. Lo anterior le valió su victoria frente a las fuerzas unitarias y
su confirmación en el poder con el apoyo de las elites criollas, quienes lo consideraron
especial por su capacidad de controlar a las clases bajas “bárbaras”, y afianzaron sus redes
de parentesco e intereses en torno a su figura11.

Las dimensiones simbólicas y cotidianas de las relaciones entre caudillos y subordinados


se representan muy bien en las canciones y poemas populares que son analizados por De la
Fuente en Los hijos de Facundo. Políticas como derecho a carne, ropa y trabajo, y las normas
de saqueo en las montoneras de Rioja registradas en las el arte popular, causas criminales, y
testimonios, reflejan el carácter social y reciproco de la camaradería de los grupos

cuando este ofrece a sus tropas todas las propiedades que correspondiesen al gobierno en el territorio. Ibíd., p.
24.
8
Ibíd., p. 23.
9
Ibíd., p. 21
10
Ibíd., p. 22
11
Ibíd., p. 24
acaudillados12. Así pues, a pesar de que las fuerzas unitarias desplegaron las mismas
estrategias para integrar “tropas flotantes”(gauchos en su mayoría), los soldados siempre
manifestaron más simpatía por los lideres federalistas. Esto está registrado en las numerosas
sublevaciones de los conscriptos, y especialmente ejemplificado en el desaforo de un soldado
unitario ante el impago de sus servicios y la añoranza del liderazgo de Peñaloza13.

En conclusión, podemos señalar en función de la lectura de Lynch la importancia de los


caudillos en la formación/ disputa por los estados nacionales hispanoamericanos, con el
distintivo liderazgo e influencia de estos en las clases populares, haciéndolos indispensables
para las elites criollas para controlar dichas poblaciones. A su vez, podemos entender la
trascendencia de la figura caudillista en el arte popular hispanoamericano, debido al carisma
característico de sus personajes históricos. Por ultimo, podemos evidenciar la pervivencia de
lideres caudillistas/populistas en el siglo XX e incluso XXI, en las figuras de Chávez y el
Che-Guevara, demostrando la vigencia de la cultura caudillista.

Bibliografía:

-CONTADOR, María. Los Pincheira: un caso de bandidaje social. Chile 1817-1832. Chile,
Bravo y Allende editores, 1998.

-DE LA FUENTE, Ariel. Los hijos de Facundo: caudillos y montoneras en la provincia de


La Rioja durante el proceso de formación del Estado nacional Argentino (1853-1870).
Buenos Aires, Prometeo, 2007.

12
DE LA FUENTE, Ariel. Los hijos de Facundo: caudillos y montoneras en la provincia de La Rioja durante
el proceso de formación del Estado nacional Argentino (1853-1870). Buenos Aires, Prometeo, 2007, p. 131-
134.
13
Ibíd., p. 137.
- LYNCH, John. El gendarme necesario: los caudillos como agentes del orden social, 1810-
1850. Colombia, universidad nacional, volumen 2, número 8-9. Pp. 18-29.

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