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Cómo reducir las emisiones de metano de las vacas con algas

Los eructos de la ganadería representan una de las mayores fuentes de gases


de efecto invernadero del planeta. Pero eso podría estar a punto de cambiar
gracias a esta investigación que ha descubierto que puede reducirlos en un 60
% añadiendo una variedad de plantas marinas a sus dieta. En las afueras del
campus de la Universidad de California en Davis (UC Davis, en EE.UU.), hay
un establo en el que el ganado se coloca en fila en sus ranuras de alimentación
asignadas para comer su alfalfa. La primavera pasada, varias de estas vacas
lecheras de raza Holstein (o frisonas) participaron en un estudio para probar un
prometedor enfoque para reducir las emisiones de metano asociadas a la
ganadería. Este sector representa una de las mayores fuentes de gases de
efecto invernadero que afectan el cambio climático. Al agregar una pequeña
cantidad de algas al alimento de los animales, los investigadores descubrieron
que podían reducir la generación de metano en las vacas en casi un 60 %.

Cada año, el volumen de gases de efecto invernadero expulsado por el ganado


tiene un efecto de calentamiento similar al de más de siete gigatoneladas de
dióxido de carbono, un impacto prácticamente similar a la que genera la
industria del transporte. Casi el 40 % de este gas de efecto invernadero (que
aunque es altamente nocivo tiene una vida relativamente corta) se produce
durante la digestión: el ganado bovino, caprino y ovino eructa y emite
metano.

Si las reducciones logradas en el estudio de la UC Davis pudieran aplicarse a


la industria ganadera a nivel mundial, se eliminarían casi dos gigatoneladas
de emisiones de metano al año, una cuarta parte aproximadamente de la
contaminación climática total anual solo en Estados Unidos.

El profesor de Ciencia Animal en la UC Davis Ermias Kebreab, quien dirige


este trabajo, se está preparando para realizar un estudio más ambicioso en los
próximos meses. Su objetivo consiste en analizar si cantidades más pequeñas
pero más potentes de algas marinas podrían reducir aún más las emisiones de
metano. Mientras tanto, algunas empresas han comenzado a explorar lo que
podría ser el reto más difícil: cultivar las algas a escala masiva.
"Reducciones muy, muy altas"

El problema es el proceso digestivo del ganado y otros rumiantes, conocido


como fermentación entérica. Los microbios se descomponen en sus tractos
digestivos y extraen energía de los hidratos de carbono de los pastos repletos
de fibra de los que se alimentan. Pero el mismo proceso también genera
hidrógeno, que sirve de alimento a otro conjunto de microorganismos que
producen metano.

Alrededor del 95 % del gas sale por la boca y las fosas nasales de los
animales. Como podrá imaginarse, el otro 5 % es expulsado por otra vía
menos elegante.

Los investigadores han explorado varias vías para reducir las emisiones del
ganado: reproducción selectiva (algunos animales emiten menos gases que
otros), vacunas, transferencias de microbiomas, diversos suplementos
dietéticos y alimentos más eficientes. Pero ninguno ha dado resultados
espectaculares, explica el analista principal de agricultura en el Instituto
Breakthrough, Dan Blaustein-Rejto, cuyo centro de investigación está enfocado
en soluciones tecnológicas para los problemas ambientales.

El enfoque de las algas está ganando mucho apoyo gracias a los resultados
casi sorprendentemente de los primeros estudios científicos. En 2014, unos
investigadores australianos encontraron que pequeñas dosis de un alga roja
conocida como Asparagopsis taxiformis prácticamente eliminaban la
producción de metano en laboratorio. Las pruebas de campo con ovejas
vivas redujeron las emisiones hasta en un 80 %, mientras que el experimento
de la UC Davis, el primero en reses vivas, mostró una reducción del 58 % con
solo un 1 % de algas en la dieta.

Más leche y más carne

Kebreab creció en Eritrea, un país del este de África en la costa del Mar Rojo
que lucha contra recurrentes sequías y hambrunas. La continua escasez de
leche y carne fue la que le inspiró para centrar su investigación en el
ganado, con la esperanza de encontrar formas sostenibles de aumentar la
producción de ambos productos.
Foto: El profesor de la UC Davis, Ermias Kebreab, alimenta a una vaca en el
campus. Créditos: Jame Temple

Kebreab comenzó a investigar el problema del metano hace más de una


década. Pero su reciente trabajo sobre las algas marinas se debió, en parte, a
la aprobación en 2016 de una ley en California que exigía reducir las
emisiones de metano del estado en un 40 %. Eso ha ejercido una gran
presión sobre las empresas para que encuentren formas efectivas y asequibles
de cumplir el objetivo, en particular entre los ganaderos y productores de leche
del Valle Central. La ley se centra principalmente en un problema relacionado,
pero más pequeño, de reducir el metano del estiércol de ganado, para lo que
existen algunos medios disponibles para hacerlo y medir el progreso. Pero
reducir las emisiones de los eructos de las vacas también serviría para cumplir
ese mandato. "En cuanto la Ley SB-1383 se entró en vigor, el nivel de interés
aumentó enormemente, y se centró en California", recuerda Kebreab.

Sin embargo, añadir algas a la dieta de las vacas tenía un efecto negativo: los
animales comían menos cada día. Este es un problema grave, ya que cuanto
más comen, más leche o carne producen. Kebreab sospecha que simplemente
fue una cuestión de sabor: las algas son muy saladas. Así que los
investigadores las mezclaron con melaza para ocultarlo.

Pero en el estudio inicial se usó un tipo de alga marina que no era tan potente
como las algas rojas empleadas en los primeros experimentos de laboratorio
australianos. Kebreab tiene la intención de usar esa variedad en la prueba de
seguimiento y cree que podría reducir aún más las emisiones incluso con
una cantidad más baja de algas.

En los próximos meses, Kebreab supervisará un experimento de seis meses


con 24 reses. Intenta analizar de cerca si el efecto sobre el metano persiste
durante un período de tiempo más largo, así como si el suplemento afecta la
salud, el peso y la calidad de la carne.

Teóricamente, mientras el ganado no note el sabor (o se acostumbre a él), las


algas marinas deberían ayudarles a engordar. Bloquear la producción del
metano debería dirigir a la mayoría de los hidratos de carbono consumidos a la
tarea de construir el tejido. Si es así, los agricultores podrían ver
compensado el coste inicial del suplemento algal, aunque quizás no sea la
opción más rentable para hacer que las vacas ganen peso.

Hay otra preocupación: cómo conseguir los 200 kilogramos de algas rojas
que necesitan para el estudio. Aún no se ha producido a escala comercial y
podría resultar complicado hacerlo.

Llegar a la escala

Australis Aquaculture, el productor de lubina asiática de cría oceánica con sede


en Massachusetts (EE.UU.), está intentando producir ese volumen de algas a
través de un proyecto de investigación en Vietnam, el Greener Grazing (o
Pastoreo Sostenible).

De forma natural, las algas rojas crecen en estado salvaje, pero hará falta
mucho trabajo humano para producirlas a la velocidad y escala necesarias para
servir incluso solo a una fracción de la industria ganadera mundial. Y hasta
ahora, las algas marinas se han resistido a los intentos de ser
reproducidas, explica el fundador de la compañía, Josh Goldman.
Foto: Huynh Thi Khanh trabajando en el banco de semillas de Greener
Grazing. Créditos: Greener Grazing

Greener Grazing y sus colaboradores están siguiendo varios caminos para


resolver el problema. Si lo consiguen, su siguiente paso será intentar cultivar
algas en la costa de Vietnam. Las plantas se colocarían dentro de un tipo de
malla plástica que se usa para cultivar ostras y se bajarían unos pocos metros
bajo el agua, una profundidad suficiente para protegerlas de las olas, pero lo
suficientemente cerca del sol para que la fotosíntesis impulse el crecimiento.

Mientras tanto, el gigante holandés DSM está trabajando en un aditivo sintético


para las vacas. Un artículo de sus investigadores muestra que un inhibidor del
metano conocido como 3-nitrooxipropanol, o 3NOP, redujo las emisiones de
las vacas lecheras Holsteins en un 30 %. El estudio observó que la
producción de leche no se vio afectada durante el experimento de 12 semanas.
Y por si fuera poco, la "energía ahorrada del metano" ayudó a generar tejido, lo
que resultó en un aumento de peso corporal.

DSM Nutritional Products espera comercializar este alimento para los animales
y ya ha solicitado la aprobación de la Administración de Medicamentos y
Alimentos de EE. UU. para venderlo en Estados Unidos. Aunque las
reducciones no son tan drásticas como las observadas en las primeras pruebas
de algas, una gran empresa que ya dispone de centros de fabricación y
canales de distribución podría aumentar la producción más rápido y reducir
más los costes que el enfoque basado en algas, explica Kebreab.

DSM no respondió a las preguntas de MIT Technology Review.

Kebreab está colaborando con una compañera de la Universidad de Stanford


(EE. UU.) Joan Salwen, que fundó Elm Innovations, una empresa social que
trabaja para recaudar fondos para iniciativas de investigación en algas y que
colabora con la industria ganadera.

Salwen reconoce que es necesario investigar más sobre los efectos de las
algas marinas en la salud, tanto del ganado como de los seres humanos,
y admite que aún no está claro si estas cepas pueden escalarse de una
manera económicamente viable. Pero si todo va bien, espera que los mercados
impulsados por fuertes políticas climáticas ayuden a expandir la producción y
reducir los costes.

Al regresar del establo, Kebreab menciona que varios inversores de riesgo


han estado visitando el campus para aprender más sobre la investigación
y sus oportunidades. Y a él le ilusiona por poder compartirlo con ellos, dada
la cantidad de inversión que se requeriría para que una industria de algas rojas
despegue. El experto afirma: "Cuanto más dinero tengamos, más rápido
podremos llevarlo al mercado", pero él mismo reconoce que no tiene
ambiciones empresariales. "Simplemente me gusta trabajar con los animales",
concluye.

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