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Magíster en Desarrollo Humano, Local y Regional – UFRO. Periodista. Licenciado en Comunicación Social.
Director periódico electrónico especializado en artes marciales mixtas y deportes de contacto “Golpe Directo”:
http://www.golpedirecto.cl/ Miembro equipo de investigación “Comunicación, discurso jurídico-judicial y
oralidad: Diagnóstico, análisis, evolución y optimización de sentencias a mapuches y no mapuches en
Temuco", UFRO - FONDECYT. Investigador Asociado al Instituto de Desarrollo Local y Regional,
Universidad de La Frontera (IDER), Temuco. Línea de Investigación “Institucionalidad y Políticas Públicas,
Comunicación y Desarrollo”. Entre sus publicaciones destacan: “Medios de comunicación y su rol en el
delicado engranaje de cómo construir desde lo local”, Tercer Milenio, Universidad Católica del Norte, Edición
Palabras Claves: Medios de comunicación. Desarrollo local. Políticas públicas. Concentración mediática.
Estado. Centralismo. Descentralización. Chile.
Resumen
Históricamente los medios de comunicación en Chile han tenido un rol protagónico en los grandes cambios
políticos y sociales del país, situación que hoy ha cambiado. La actual estructura mediática (concentrada y
centralista) dificulta el surgimiento de nuevos medios de comunicación a nivel local y regional que apoyen los
procesos de desarrollo desde lo local. La inexistencia de políticas públicas en este sentido, sumado a un
Estado centralista y ausente como interlocutor válido para posicionar estos temas a través de los medios de
comunicación, sólo fortalece la actual estructura de propiedad y mercado de los medios relegando la
información que surge en los espacios locales a los intereses editoriales de las empresas de comunicación.
Keywords: Mass media. Local development. Public policy. Media concentration. State. Centralism.
Decentralization. Chile.
Abstract
Historically mass media in Chile have played a protagonistic role in the great political and social changes of
the country, and this remains in our days. The current mass media structure (concentrated and centralized)
complicates the emergence of new local and regional media companies that could support the development
process from the local levels. The inexistence of public policy on this matter along with a centralized state,
that is absent as a valid mediator to position these topics through the mass media, only contributes to
strengthen the current ownership and market structure in the mass media industry, relegating the information
that is generated in the local spaces to the editorial interests of the mass media companies.
Chile crece a pasos agigantados y miramos el futuro con optimismo olvidándonos que el mundo ha
cambiado. Procesos como la globalización, la ruptura del Estado-Nación y por tanto, la pérdida del poder a
nivel central ha generado la aparición de nuevos actores sociales, los cuales se mueven en un mundo de
dinámicas complejas y exigen espacios para comunicarse y participar del debate público. Es en este contexto
que hoy la idea de gobernar el futuro pasa a ser una tarea de todos. Lamentablemente en este aspecto Chile
cae en una de las más grandes contradicciones: “el centralismo”, el cual viene heredado por la histórica
estructura de organización pública del país. El centralismo económico y administrativo es uno de los
elementos que caracteriza al Estado chileno. Sus orígenes se remontan al período colonial, donde la relación
con España llevaba a que todos los asuntos de la corona se concentraran en la capital. Una vez consolidada
la independencia a principios del siglo XIX, algunos ordenamientos constitucionales establecieron ciertas
normas que pueden ser consideradas como iniciativas descentralizadoras. Ejemplo de ello fueron las Leyes
Federales dictadas durante 1826, que pretendieron establecer un sistema federal; la Constitución
promulgada en 1828 que consagraba la existencia de asambleas provinciales, compuestas por diputados
elegidos por la ciudadanía. No obstante, con la Constitución de 1833 y el proyecto Portaliano, el centralismo
se acentuó, transformándose en uno de los pilares del desarrollo institucional chileno. La creación de la
comuna autónoma, en 1891, es prácticamente el único intento por otorgar una cuota de poder a las
instancias comunales y de descentralizar el país (Jiménez y Muñoz, 2007).
Sobre esta idea de descentralización es donde la noción de lo local cobra fuerza, donde la revalorización de
la heterogeneidad del pensamiento local y la participación de la sociedad civil en demanda de sus espacios
ha llevado a la formación de distintos movimientos ciudadanos de incidencia que exigen se les tome en
cuenta para ser partícipes de los cambios políticos y sociales del país. Es en este escenario donde contar
con medios de comunicación que apoyen el desarrollo desde lo local se hace fundamental para la incidencia
en los procesos democráticos y de representación pública. Desde esta perspectiva, se hace necesario que
medios de comunicación locales apoyen los procesos de regionalización y descentralización del país. En
Con respecto a los medios de comunicación, se puede destacar que durante las últimas décadas ha existido
un intento de revitalizar el proceso de descentralización en cuanto al surgimiento de nuevos medios,
especialmente de prensa y radios, que buscan la participación ciudadana y local en un concentrado sistema
mediático. En otras palabras, desde Santiago (la capital) opera una verdadera red de configuración de la
realidad social que muestra una imagen de país, a partir de la problemática metropolitana. En ella no tienen
cabida los contenidos ni preocupaciones regionales -salvo honrosas excepciones- mostrándose las regiones
como simples opciones turísticas. Este sistema comunicacional centralizado y concentrado refuerza a nivel
colectivo y nacional una imagen acerca de la distribución de las oportunidades y capacidades que incentiva
el centralismo. Incluso la naciente estructura de información en Chile, presenta ya una distribución territorial y
social altamente desigual, puesto que se concentran principalmente en la capital las grandes empresas e
instituciones de Gobierno. Ello es particularmente crítico para el desarrollo de las regiones en un escenario
de globalización económica y en una sociedad de la información como la que vivimos.
Cuando la estructura mediática se presenta como en el caso chileno, el surgimiento de nuevos medios de
comunicación a nivel local y regional se dificulta, quedando sujetos a mantenerse en el mercado gracias a
esfuerzos personales y a competir constantemente de forma desigual con los medios de presencia nacional.
Cuando existen medios que divergen de esta estructura, éstos se mantienen bajo la incertidumbre de
desaparecer por presión de los grandes monopolios, o finalmente terminan integrándose al modelo de la
mayoría (Herrera, 2004). Por otra parte, que el sistema sea extremadamente concentrado y funcionalmente
centralista, muchos de los temas importantes para la sociedad quedan supeditados a los intereses editoriales
del dueño o dueños de las empresas de comunicación. En este sentido, para Ana Fiol (2001) no es nuevo
ver cómo las empresas relacionadas a los medios de comunicación han incrementado su presencia en la
actividad económica, haciendo de este sector uno muy competitivo, diversificado y dinámico; todo, gracias a
los procesos de transnacionalización de las telecomunicaciones, la desestatización y la mercantilización de
sus bienes y servicios. Debido a esto, los más poderosos han logrado generar grandes corporaciones con
presencia multiterritorial haciendo que su alcance geográfico se extienda, en algunos casos, más allá de las
fronteras locales. Chile cuenta con mercados de medios bien desarrollados, que con el proceso de
expansión, tecnificación y concentración crecieron y se fortalecieron. Los grupos económicos de
comunicación Edwards (El Mercurio) y Consorcio Periodístico de Chile S.A. (COPESA) se consolidaron como
corporaciones oligopólicas de multimedios, donde además participan con distintos socios corporativos
nacionales e internacionales.
La actual estructura de propiedad de los medios de comunicación funciona de acuerdo al modelo económico
imperante, donde los patrones de expansión son muy centralizados y determinados por los intereses del
propietario, para quien el medio no es más que parte del aparato productivo. Las distintas relaciones de
todos los actores en este “proceso productivo”, en el cual se insertan y desenvuelven corporaciones y/o
empresas que generan medios de comunicación que se financian mayoritariamente a través de publicidad y
que, por medio de empresas distribuidoras, entregan y/o comercializan sus bienes y servicios para llegar a
las personas o consumidores finales cuenta, en el caso de Chile, con un actor muy particular: el Estado,
quien además de formar parte del grupo de empresas de comunicación y de ser un fuerte avisador, es al
mismo tiempo, el encargado de regular y desconcentrar el sector (ver cuadro Nº 1).
Cuadro Nº 1
Lógica y redes de operación de las empresas de comunicación
En Chile existen claramente algunos grupos económicos, nacionales e internacionales, que con mayor o
menor presencia en distintos sectores comunicativos centralizan y se apropian del proceso informativo
(cuadro Nº 2). De estos, destacan tres conglomerados chilenos (Grupo Edwards, COPESA y el Grupo Claro)
y tres conglomerados internacionales (Grupo Televisa, Grupo Cisneros y Grupo Prisa). De los chilenos, los
dos primeros monopolizan el sector de la prensa escrita y revistas nacionales, quedando el grupo Claro con
una importante participación de mercado en el sector de la televisión abierta y por cable. En cuanto a los
grupos extranjeros, Televisa (México) es el productor nacional más grande en materia de revistas, junto con
ser el dueño de la empresa distribuidora de revistas más importante del país. El grupo Prisa (España) y
Cisneros (Venezuela) son los dueños de la cadena de radios con transmisión a nivel nacional más grande del
país.
Otro de los resultados importantes a nivel general, son los que tienen que ver con la posesión de medios de
comunicación (cuadro Nº 3) y posesión de empresas de comunicación (cuadro Nº 4). Con relación a la
cantidad de medios de comunicación por grupo económico, nuevamente nos encontramos con cuatro de los
grupos mencionados anteriormente (Edwards, COPESA, Televisa y Cisneros), apareciendo en quinto lugar el
grupo que representa el Estado con 8 medios de comunicación relacionados a él, siendo los más importantes
TVN, Diario La Nación y el Diario Oficial. Por otra parte, en cuanto a posesión de empresas de comunicación,
encontramos los mismos grupos económicos en los primeros cinco lugares. La diferencia la pone un nuevo
grupo, que a través de sus de empresas ha entrado fuertemente a competir en diferentes sectores con
distintos medios de comunicación. Hablamos del Grupo de Empresas UC, relacionadas con la Pontificia
Universidad Católica de Chile, donde aparte de contar con un canal de televisión abierta y cable, ha entrado
al dial FM con una radioemisora y al sector de las revistas con una de corte deportivo reforzando al mismo
tiempo su área deportiva en televisión.
El grupo Edwards y COPESA son los conglomerados con mayor cantidad de empresas y medios, teniendo
en promedio cada uno dos medios de comunicación por cada empresa comunicativa que poseen. Para el
caso de Edwards de sus 20 empresas surgen 41 medios de comunicación, en su mayoría propios, más los
diarios asociados a la red de diarios regionales. Para el caso COPESA de sus 21 medios de comunicación
Cuadro Nº 2
Grupos económicos con mayor presencia en medios de comunicación a nivel nacional
Cuadro Nº 3
Grupos económicos con mayor cantidad de medios de comunicación
Cuadro Nº 4
Al revisar la estructura mediática nacional, podemos darnos cuenta de la evidente concentración de los
medios de comunicación y cómo éstos, desde su centro geográfico (Santiago), manejan la agenda
informativa, donde el Estado no hace más que validar sus operaciones. En este escenario es donde deben
lidiar cada día los medios de comunicación a nivel regional y local (Vásquez, 1998) quienes además, son los
únicos que generan espacios para la expresión libre de la ciudadanía y quienes apoyan el desarrollo desde lo
local. La presencia de medios regionales, es más evidente en el sector radial y de televisión local (Cuadros
Nº 5 y 6), debido a los bajos costos de infraestructura que necesitan hoy en día; en cambio en cuanto a
prensa, aún los costos de imprenta son demasiados altos como para mantener un medio sólo con la venta
diaria y competir con los ya existentes se hace casi imposible.
Cuadro Nº 5.1
Canales de TV en regiones 2005
Cuadro Nº 6
Distribución de radioemisoras según región y tipo de servicio
Respecto al rol del Estado, es cada vez más claro que éste se encuentra ausente en la generación de
espacios y condiciones necesarias para garantizar la participación en los medios de todos los sectores; por lo
que la intervención del Estado chileno en este sentido no se ha hecho presente ni de forma directa, con la
creación de medios estatales ni de forma indirecta, con aportes de dineros en inversión o subvención de
medios. Ejemplo de esto es que la inversión estatal de publicidad en prensa, es decir, de los avisos que las
instituciones del Estado publican en los diarios, un 50% está dirigido al grupo comunicacional Edwards, un
30% a COPESA y el 20% restante se distribuyen en todos los demás grupos económicos dueños de algunos
medios. En este sentido, el Estado aparece como un promotor de la desigualdad y de la concentración de la
propiedad (Dérmota, 2002).
Para Luna (2001) el Estado juega el papel de un empresario más dentro del campo de la competencia
económica, en donde lo que le interesa no es necesariamente el poder político, sino son las ganancias
económicas que representa la participación y el control de los flujos de información. Al respecto, la pluralidad
informativa es una labor del Estado, no puede dejar los medios de comunicación en manos del mercado.
Bastaría con que sólo algunas instituciones públicas del Estado pusieran el 1% de su publicidad en los
distintos medios alternativos (locales, regionales, sectoriales) para que éstos pudieran mantenerse en
circulación y así poder contribuir a la libertad de expresión y a la existencia de espacios necesarios para
informarse.
Al respecto, Abraham Santibáñez (Uribe, 1999, p.30) señala que “el rol del Estado es presentar una
alternativa, ser una voz distinta, la intervención de éste se plantea no con la propiedad de un medio, sino que
con la generación de espacios y condiciones aptas para el pluralismo”. Al mismo tiempo para Jiménez y
Muñoz (2007) cuando el sistema es altamente concentrado, muchos temas de interés para la sociedad
quedan supeditados a los intereses editoriales del dueño o dueños de las empresas de comunicación. Es
aquí donde se extraña el rol del Estado como promotor de las políticas públicas e interlocutor válido para
posicionar temas de necesidad pública, fundamentales para generar desarrollo local y regional.
Conclusiones
Como hemos visto en el presente trabajo, los medios de comunicación chilenos tienen una configuración
altamente centralizada y concentrada, por lo que hablar de descentralización y comunicación llega a ser casi
una utopía. Por otra parte, que el sistema mediático nacional sea extremadamente concentrado y
funcionalmente centralista, muchos de los temas importantes para la sociedad quedan supeditados a los
intereses editoriales del dueño o dueños de las empresas de comunicación. Es aquí donde se extraña el rol
del Estado como promotor de las políticas públicas e interlocutor válido para la representación de la
ciudadanía para posicionar, a través de los medios de comunicación, temas de necesidad pública como lo es
el desarrollo local y regional del país. En este sentido, se hace fundamental que el Estado se aleje de su
participación como miembro activo del mercado de los medios y asuma su ausencia en la regulación de los
grandes conglomerados comunicacionales que manejan a su antojo las comunicaciones, para definir una
política de comunicación sobre el proceso de descentralización y todos los procesos democráticos de
participación ciudadana que contribuyan al desarrollo social, local y regional del país donde se definan
objetivos públicos prioritarios y criterios comunes, con mensajes articuladores de conjunto y específicos
según cada etapa, diferenciando estrategias de comunicación directas y mediadas, así como las que se dan
en otros ámbitos de políticas sociales.
Después de revisar el panorama social y mediático en Chile, queda la sensación que no todas las
responsabilidades recaen en el mercado, los dueños de los medios de comunicación o el Estado. En otros
lugares del mundo la ciudadanía juega un rol protagónico y fundamental a la hora de exigir sus derechos
frente a la libertad de información, la veracidad y la representación. En Chile, en cambio, parece no existir
Esta investigación sobre estructura mediática y desarrollo de medios va en dirección a generar estrategias o
lineamientos de estrategias de la comunicación que apoyen procesos de desarrollo local y regional en el país
y el continente, poniendo énfasis en el desarrollo libre de medios de comunicación locales que no dependan
de las grandes cadenas nacionales.
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