Sunteți pe pagina 1din 12

;1::

, ¡

4 J. M.a G.a GOMEZ-HERAS


1[1.
i I

actuar humano 52 • En todo caso, su intención reside en buscar cami- ¡:


nos científico-racionales para la ética, incluida la vía de la pasión. La
teleología imperante en la naturaleza confiere a ésta valores intrínse-
cos, que generan deber una va descubiertos y estimados por el hom-
bre. La teleología de la naturaleza, en perspectiva macroevolutiva,
culmina en el hombre, cuyas decisiones exigen responsabilidad,
puesto que de ellas, en tiempos de hegemonía tecnológica, depende
el futuro de la vida y de la especie humana. La ética alarga su proyec-
ción en la medida en que la acción tecnológica se protrae en el tiem-
po, con secuelas que amenazan la justicia que debemos a las genera-
, ciones futuras. Ni una ética cosmopolita ni la política en ella
inspirada pueden ignorar esta llamada a la cautela y a la prudencia.

Justicia entre especies


, y entre ciudadanos
M.a TERESA Lóf'Ez'oE LA VIEJA'

A comienzos de marro de 2003 Ibsmedio~ de comuniCación in~


ternacionales recogían imágenes facilitadas por la administración de
E.EUU. Mostraban las ultimas' npvedades en armamento, e impor- I\,
tantes efectivos listos para ser utilizados en cualquier momento con-
tra Iraq. En esas mismas fechas, varias ONG se preparaban a marchas
forzadas para acudir a la zona del conflicto. Cruz Roja, ACNUR,
Médicos sin Fronteras estaban organizando la respuesta humanitaria,
antes de que se produjera el ataque. Con objeto de disponer de recur-
sos en los campamentos -campamentos en Irán, Jordania, $idaj
Turquía, Kuwait, Arabia Saudi-, de lo imprescindible para atender
\ \ a los refu&iados, distr.ibuir ropa, n~edicamen~os y com~da. El progra-
ma «Petroleo por Ahmentos»se lI1terrumpló esos mismos días. La
población iraquí se encontraba en situacitSn critica desde hada una
década. Las condiciones podrían empeorar, advertían las organizacio- .
.;

nes humanitarias. En la madrugada del día 20 de marzo el presIden-


te de EEUU ordenó el primer ataque. Según las primeras estimacio-
nes, la guerra iba a callsar la huida de millón y medio de civiles!. En
las horas siguientes, los auwrid<l<lcs irafluíes dieron orden de que se
incendiaran varios pozos petrolíferos. Los electos sobre el entorno
51 err. H. Jonas, El principio vida (Madrid, Trotta, 2000), yJ. M.' G.a Gó-
mez-Heras, Ser y deber. El retorno de H. Jonas a la metafisica como fUndamento de I «Un puehlo que se prepara para el éxodo», El Mund~, 14 de marzo, 2002,
la ética medioambiental, en La dignidad de la naturaleza (Granada, 2000), 107 Y
págs. 12-13.
sigs., 117 y sigs. .J


44 M.a TFRE~/\ Llíl'EZ (JI' lA VIEJA JUS"nCl/\ ENTRE FsrFClFS y ENTRE UUllAl )/\Nll~ 45 ,
~.

iban a ser muy negativos, calentamiento de la atmósfera, contamina- ción ha necesitado ayuda. En noviembre de 2002, el hundimiento del
ción de las aguas. envenenamiento de animales. Existía, además, el buque.Pmtige al Norte de Galicia causó un grave daño en las costas del
temor ante las consecuencias que pudiera tener el uso de armas quí- AtlántICO y del mar Cantábrico. Con importantes consecuencias eco-
+; micas r haucriológicas por parte del ejército ¡raquí. La opinión pú- nómicas, sociales y políticas. El sector pesquero y, poco después, el sec-
, blica intcrIlKion;¡1 se ll1ovili",ó cnseguida para protestar contra el ata- tor turístic04 se vieron seriamente afectados por la contaminación de
que. La anterior Guerra del Coito había dejado tras de sí unos las playas con los hidrocarburos. La contaminación alcanzó varias re-
700.000 refugiados procedentes de hat¡. En el afio 1991, la retirada giones del norte de España, y las costas de Francia.
de las tropas iraquíes file seguida de! incendio deliberado de más de Los desastres ambientales demuestran que, efectivamente, los
seiscientos pozos petrolíferos que se encontraban muy cerca de la procesos son de carácter global. Que lo local está hoy bajo la influen-
frontera con Irán. Durante siete meses el petróko siguió ardiendo en cia de decisiones que tienen un alcance mundial. Los problemas pue-
los pozos. El humo tóxico llegó hasta los paises cercanos. Lluvia tóxi- den haber estallado lejos de las propias fronteras; pero acabarán tras-
ca en Kuwait, en Siria, en Turquía 2• Especies enfermas, daños gené- pasándolas. Cada vez resulta más obvio que no existen límites
ticos, ejemplares muertos. Distintas enfermedades respiratorias en se- nacionales, ni siquiera límites temporales para los riesgos asociados a
res humanos yen animales. Un desastre ecológico. las sustancias contaminantes. Tampoco deberían existir ba~reras pa~a
A lo largo de! año 2002, los refugiados afganos que retornaban a regular un uso razonable de los recursos naturales. Para introdUCir
.' ., sus regi(i)J1~tl.e,0I'ige.lJ:.6nconti'abaH,t~ sól,?x1,1üYas,devas.taóón·.· Y un políticas ambi~IltaJ~~, rigurosa:s•.P9IJticas (~v~rdes»~ Para conservar es-
entorno natural muy dañado, a resultas de la última guerra. Tras largos pecies que SOi1 vitales pará la conti"iil.lí<hd de' h·piopi~éspecie. Por
años deconflicto~ armados en esa misma zona. Desde hacía aproxima- ahora, la mundialización ha desplegado únicamente algunos de sus
damente una década, las organizaciones humanitarias habían tratado elementos, tal vez los menos beneficiosos para los ciudadanos. El in- .
de convencer a la opinión pública y, sobre todo, a las administraciones terés global por lo ecológico podría corregir esta tendencia. Tal vez en
y responsables políticos de que cada uno de los desastres humanitarios los próximos años. En la actualidad, la normativa sobre medio am-
es, al mismo tiempo, un desastre ecológico. Las personas desplazadas biente está poco desarrollada. Los países que cuentan con una opi-
por guerras y persecuciones intentan sobrevivir con los escasos medios nión pública bastante sensibilizada carecen todavía de una legislación
que encuentran, en condiciones realmente difíciles. Condiciones que amplia y eficaz para proteger el medio. A nadie se le oculta, sin em-
son agresivas para e! medio natural y para otras especies. La precarie- bargo, que la conservación de especies protege a la especie humana,
dad y la superpoblación de los asentamientos tiéne, por desgracia, un hoy y mañana. En e! artículo se plantean algunos aspectos de un
impacto ambiental considerable. ¿Cómo evitarlo? ACNUR, la agencia tema que encuentra cada vez mayor eco en la opinión pública inter-
de la ONU para los refugiados, ha alertado del problema en reiteradas nacional. Ya no se puede afirmar en términos absolutos que «el hom-
ocasiones3. Esta organización ha desarrollado, entre ottos muchos, ¡ bre es la medida de todas las cosas», puesto que las consecuencias de
un programa especial de compra y transporte gratuito de'kña. El su dominio han sido negativas. A pesar de que el interés por e! me-
combustible debería llegar a los asentamientos de refugiados, situa- dio ambiente obliga a ser críticos con los prejuicios de la especie,
dos en Zaire y en Tanzania. Con objeto de evitar la destrucción de tampoco es necesario llegar a posiciones opuestas. El «biocentrismo»
bosques próximos a los campamentos de refugiados. En algunas zo- no es imprescindible. Aquí se van a justificar algunas tesis antropo-
nas, los programas de la Agencia incluyen el adiestramiento de perso- céntricas --de antropocentrismo moderad0 5- , como son la consi-
nal en cuestiones, de botánica. Para salvar especies raras o valiosas, en
, medio de las durísimas condiciones de vida que padecen quienes se
han visto forzados a huir de su entorno. Los países de la Unión Euro- 4 «El sector turístico es el que má$ sufre las consecuencias económicas de una

pea han padecido recientemente importantes inundaciones. La pobla- marea negra>!. El Pais, 8 marzo. 2003. pág. 24.
5 Seguí este mismo enfoque en arras trabajos sobre cuestiones de medioam-
biente y la aplicación de un modelo de principios. «Justicia en la Ética medioam-
2 Las imágenes del desastre fue recogidas en aquel momento por el fotografo S. biental». Principio~ morales y casos trdcticos, Madrid. Tecnos. 2000, págs. 176-233;
Salgado. -¿Volveremos a verlo?... Magazine de El Mundo, 18).2003. págs. 54-57. -Ética medioa.mbiental y deberes mdirectos>!, en J. M.a Garda Gómez-Heras (ed.).
~ -Momentos criticas para el medio ambiente». Refugiados, 115. 2202. pág. 2. Etica elel medio ambiente. Madrid, Tecnos. 1997, págs. 118-127.
47
JUS"TlCIA ENTRE ESPECIES V ENTRE CIUDADANOS
4G M.a TERESA LoPEZ DE LA VIEJA
Pues los ciudadanos tienen determinadas preferencias sobre su bie- "jI

deración moral de los «pacientes» morales, obligaciones hacia otras nestar; otras veces las modifican pensando en las siguientes genera~
generaciones y hacia otras especies, la repercusión política de las cues- ciones, de acuerdo con la hueva sensibilidad ecológica o «verde». Los
tiones que se refieren al medio ambiente, el papel de la sociedad civil ciudadanos crean también opinión, llevan sus demandas a la esfera
en la formación de una voluntad polftica «verde», la distribución jus- pública, negocian las polfticas públicas, con mayor o con menor éxi-
ta de los recursos. Justa para los ciudadanos y para las especies. to. Por tanto, la nueva conciencia ambiental se expresa Y se pone a
1) La Ética medioambiental ha introducido un cambio impor- prueba en la esfera pública. «Lo natural» es un asunto moral y políti-
tante en la perspectiva sobre «lo natural», sobre «lo moral», y sobre co. Según esto, la Etica del medio ambiente puede ser considerada
«lo político». Como resultado de este giro teórico, la especie humana
debe ser considerada depositaria, pero no duefia de los recursos na- como una Ética dvica.
turales. Ya no es la medida de todas las cosas. Aún así, los humanos
siguen siendo agentes morales, en sentido pleno. Sólo que los seres
LA NUEVA MEDIDA DE I.AS COSAS
vivos no humanos también son dignos de consideración moral. A tí-
tulo de «pacientes moralesl>, que tienen intereses y padecen los daños En los aÍlos sesenta, los movimientos de derechos civiles, así como
de actuaciones erróneas o peligrosas. Acltt<lCiones de los humanos. las tendencias alternativas y contraculturales, sacaron a la luz graves de~
Habd que aclarar luego que este nuevo punto de vista ha sido inter- ficiencias en las sociedades abiertas y democráticas. Mucho más repre-
pretado de varias maneras: a la manera del biocentrismo radical, del sivas e intolerantes de lo que dejaba traslucir eL discurso oRcial. La opi-
biocentrismo moderado, desde posiciones anttopocél).trieas, posicio- _ nión pública fue distanciándose de éste y tomó buena nota de la
nes antropocéntricas moderadas, etc. Es decir, la Etica ambiental <<nueva frontera>' cultura y política. Los efectos del canlbio de perspec-
ofrece diferentes modelos para analizar las relaciones de los humanos tiva se dejaron sentir al poco tiempo, y en campos muy distintos. En
" con el medio. En este contexto ¿qué ventajas puede aporrar el estilo los afias setenta, los movimientos sociales pusieron en evidencia-los
antropocéntrico? 2) Las teorías antropocéntricas --desde las más ra- mecanismos de exclusión social y política. A pesar de los avances en I
dicales a las moderadas- sefialan las dificultades para lograr un cam- cuestión de derechos, tales mecanismos estaban en pleno funciona~ (\

bio real en las actitudes y en las conductas. ¿Es posible apreciar el va- _miento en el interior de los sistemas democráticos de «segunda 01a>,6.. 1 I
lor de lo natural? No se trata, tal vez, de fomentar la sensibilidad Un sistema con garantías y con libertades reconocidas que, sin embar-
ambiental ni de valorar con justeza lo natural, sino de algo bien dis- go, seguía privando a grupos Y a individuos de presencia real, e incluso
\ ,)

tinto: se tra.ta de poner.limites al do.rni~io humano. Por tal razón, es- de voz propia para intervenir en la esfera pública. La noción misma de
tas teorías mtroducen argumentos mdzrectos a fin de prómover una «lo político,'? ha sido puesta en cuestión en varias ocasiones, y de varias
:-
'!
conducta más responsable hacia el medio ambiente. El cambio pue- formas, a partir de entonces. La democracias de «tercera 01a>,8 son hoy
de ser lento, por eso habrá que modificar cuanto antes la relaciones más numerosas y más solidas que las anteriores. Sin embargo, éstas
con otras especies; las obligaciones pretenden crear un comp,romiso mantienen aún severas limitaciones para la intervención activa de to~
firme con los seres vivos. Las obligaciones no directas se apoyan en dos los ciudadanos. Ciudadanos con derechos, sí, aunque sin influen- \
un calculo racional de las consecuencias. Estas serán muy negativas cia efectiva sobre otros grupos o sobre las instituciones. ,¡
~
para la especie, a corto y, sobre todo, a largo plazo. Por lo' tanto, de la >

existencia de obligaciones hacia la propia especie se derivarán deberes


_ hacia otras especies y hacia el entorno natural. Como es evidente, ta-
6 L. Diamond y M. Plattner, «Introduction ll , Thl' GlobaL Resttrgeney 01Demo-
les obligaciones no serán el resultado de un «altruismo entre espe-
eracy, Baltimore, J. Hopkins University Press, 1996, págs. IX-XX:XJlI.
cies», sinodel interés por el bienestar de la propia especie. 3) No hay 7 Los sucesivos cambios en el concepto de "lo polftiCO ll desde comienros del si-
un argumento directo para justificar el altruismo hacia los no huma- glo xx han sido analizados por A. Hellcr, «The Cona'pt of tIJe Politica1 Revisiteci»,
, nos. Ahora bien, dado que la preservación de los recursos ambienta- en D. Held, Politeal Theory Todtty. Cambridge. 1'0liry l'ress, 19')), págs. 330-343.
8 S. P. Ht1ntington se ha referido a la etal'a de transición a la democracia, etapa
Ji,,' les tiene que ver con la distribución de bienes y de cargas, la justicia
que culminaba en varios paises a lo largo de os aflOS noventa, «Democracy's Third
:t~f~ mtre generaciones es un primer paso para llegar a la justicia entre espe- Wavell, en L. Diamond y M. Plattner. Thf GlobaL ReSltrgeney ofDernocraey. págs. 3-25.
.. ~ cies. En todos los casos, la iniciativa corresponderá a la sociedad civil.
48 M.a TERESA LórEZ DE LA VIEJA JumcrA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS 49
i~

«Lo personal es político»9, como ha sostenido la Crítica feminis- SOsl2 no reemplazables crecen de fonna desproporcionada en las so-
ta. Porque está en juego la calidad de la vida cotidiana, la motivación ciedades avanzadas. Y, cuanto menos, esto resulta injusto para aque-
de los ciudadanos y, en fin, la legitimidad de las instituciones. Esta llas sociedades que están aún en fase de desarrollo. En síntesis, por-
cada vez más claro que.la esfera pública tiene que cambiar de forma que el futuro está en peligro. Razones de peso contra el dominio
significativa -máxime si se trata de sociedades democráticas, abier- humano.
tas a la particip;¡ción-, a fin de ofrecer respuestas efectivas, ajustadas 1.1. Se ha de recordar, sin emb;¡rgo, que los primeros programas
realmente a los intereses y a las necesidades básicas de los ciudadanos. en favor de una nueva conciencia ambiental ponían tanto énfasis en
De todos los ciudadanos, sin restricciones. Sea cual sea su etnia, la supervivencia del ecosistema como, de otro lado, en las reformas
creencia, origen, cultura. Y su género. «Lo natural es político». Por su politicas. Reformas que fueran acordes con esa nueva conciencia. En
parte, los movimientos ecologistas han señalado una nueva frontera esta linea, A. Naess abogaba por un cambio radical en los plantea-
para el cambio en la esfera privada y en la esfera pública, como es el mientos: la. Ecología «profunda»13 ~piraba a ~r mucho más lej.os que
respeto o el «cuidado» del medio ambiente. Lo natural es valioso, me- los movimientos preocupados caSI en exclUSiva por un medio am-
rece ser conservado. En bien de los seres vivos. Por eso es una cues- biente saludable, o por el agotamiento de recursos. Esta disciplina in-
. tión moral y una cuestión política, en el sentido amplio de los térmi- tentaba algo bastante más ambicioso, producir una nueva compren-
t sión de las relaciones en el seno de la biosfera. Por eso mismo, el
nos. Habrá que luchar, en definitiva, contra los prejuicios de la
especie. 0, lo que es casi lo mismo, contra la soberanía sobre el me- modelo «profundo» abogaba por la igualdad y el respeto hacia los se-
dio ambiente, contra el uso irreSponsable de los recursos, contra el res vivos,. sin restricciones. Ponía asimismo el acento en la diversidad,
), trato cruel y contra la falta de consideración hacia miembros de otras auténtico potencial de supervivencia. Además de todo ello, el mode-
especies... Las estrategias pa,ra terminar con la ;¡rrogancia de la espe- lo profundo -«ecosófico» 14, a decir de este autor- tenía un poten-
. cie han sido bastante diferentes, sin embargo. . . cial ideológico y político que merece atención especial. La tesis de
1. Los movimientos 10 «verdes» o ecologistas han insistido en las A. Naess era que la información sobre el entorno, la salud, el uso co-
graves déficiencias de un modo de vida, que ha estado y sigue es- rrecto de los recursos, el rigor que aporta esta visión ecológica debe-
tando centrado fundamentalmente en la especie humana, en sus ría te?e~ luego con.secuencias s~ifica~i~as en la práct~ca .. En ~ esfe-
. necesidades, en sus intereses. El principal argumento en contra de ra publtca. Por ejemplo, cambios vlSlbles en la dlstrlbuclon de
este modo de ver la situación es que el dominio sin restricciones, recursos, en las relaciones entre países desarrollados y subdesarrolla- (,
los prejuicios de la especie han de tocar a su fin. Porque los riesgos dos, en el grado de autonomía que tengan las instituciones, en el pa- l. . . ~

que genera una conducta sin restricciones son demasiado impor- pel de lo local en la toma de decisiones, y otros aspectos simil;¡res. '
tantes. Porque el ecosistema está seriamente amenazado por el me- 2. Los grandes modelos teóricos que se ocupan de todo esto ,
l .
dio artificial, creado a medida de los humanos. Porque las posibi- -la Ecología superficial, la Ecología profunda- divergen en bas-
.,
lidades de destrucción 11 aumentan con los nuevos conoci~ientos tantes aspectos. Comparten, no obstante, un objetivo básico, que f,'
científicos y técnicos, ahora a disposición de la especie. Porque el consiste en demostrar que la especie humana ya no es la medida de !
consumo de energía y, en general, el uso inmoderado de los recur- todas las cosas. ¿Con qué propósito? Para imprimir un giro radical a '.
la reflexión y a la acción. La premisa es que la especie ya no tiene, no
debe tener un lugar preferente en el ecosistema. Las consecuencias
9 J. Mansbridge y S. Moller Okin, «Feminism», en R. Goodin y Ph. Pettit,
A Companion to Contnnporary Political Philosophy, Cambridge, Blackwell, 1993, ~
págs. 269-290. 12 A. Naess se refería a la lucha contra el agotamiento de los recursos, como uno h

10 J.
Passmore destacaba los rasgos sociológicos y políticos de «lo ecológico», de los puntos centrales de su programa, «The Shallow and the Deep, Long-Range
«Environmentalism», en R. Goodin y Ph. Pettit, A Companion toO Contnnporary Po- Ecology Movement. A Summary», Inquiry, 16. 1973, págs. 95-100. .. .',
litical Philosophy, págs. 471488. 13 En el trabajo ya citado, "The Shallow and the Deep, Long-Range Ecology
1I T. Regan relacionaba la decisión de seguir una dieta vegetariana con la volun- Movement. A Surnmáry», Inquiry, 16, 1973, pág<;. 95-100. . .
tad de no causar dafios, «The Moral Basis ofVegetarianism», Canadianfournalo/ 14 <<A Defence of the Deep Ecology Movement», Environmmtal Ethics, 6,
Philosophy, 1975, pág<;. 181-214. 1984, págs. 265-270.
51
.
50 M.a TERESA LoPEZ DE LA VIEJA Jusne:1A ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS
W. Esto q,uiere decir que hay que buscar otra solución, a fin de atri-
negativas de dominio humano obligan a insistir sobre este aspecto, si
es que se quiere tener alguna oportunidad para conservar el medio y
buir un valor distinto, o para llegar a una consideración moral redu- ~¡

para asegurar la supervivencia. El argumento general tiene dos partes,


áda. Hacen falta razones para justificar una intuición moral: la con- i
si puede decirse así: 2.1. L1. primera insiste en el tema de los prejui- ducta ha de ser respetuosa con los no humanos, hay que terminar
con la conducta d;:¡li.ina o cruel. Es mejor el «tratol ) que el «USO»19 o \.
cios, a fin de demostrar que éstos carecen de justificación razonable.
2.2. La segunda favorece la tesis de lIna moralidad ampliada y, jun- la instrumentalización delmeoio ambiente. Ahora bien, para exten- , 1

to a esto, presenta una estructura mucho más Aexible para las relacio- der la consideración moral hacia otrOS seres vivos, habría que ampliar
nes sociales y políticas.
la idea misma de moralidad20 . Y, en segundo lugar, habría que acep-
, 2.1. Los prejuicios de especie tienen que desaparecer, en cualquier w que, efectivamente, los seres vivos no son agentes en sentido es-
triero -no como lo son los humanos-; sino «pacientes motales»21.
caso. Las razones que apoyan esta tesis son bastante parecidas a otras,
utilizadas antes para desacreditar los prejuicios de clase, raza, género, futos sienten, sufren las decisiones que toma la especie humana. Por
eso hace falta cambiar muchas de las prácticas que forman parte de la
etc. Los prejuicios son siempre erróneos e injustos. Vale lo mismo
para los prejuicios sobre las demás especies l5 . La discriminación en- vida cotidiana22 • La vida de los humanos.
tre seres vivos procede tan sólo del «especidsmo»IG, un error. Por lo
3. Lo ambiental es moral23 . Lo natural, «lo ecológico» es rele-
vante para la Ética contemporánea. Por haber ensanchado de forma
tanto, el «chauvinismo»1? de los humanos debe ser sustituido por el
significativa nuestras nociones de lo que es justo e injusto, bueno o
tra~o civilizado. ~te será el paso previo para construir otro tipo de r~­
malo, correcto o incorrecto. E incluso por haber dejado claro que hay
lacIón con el medIO y con los no humanos. Las razones son de dos tI-
seres que son merecedores de atención moral, aunque no pertenezcan
pos, por lo general. Razones vinculadas a las consecuencias -éstas
a la especie humana. Por ese motivo, las cuestiones relacionadas con
apelan, casi siempre, a los riesgos para la supervivencia- y razones
el medio ambiente y con el trato hacia los animales han tenido reper-
vinculadas a algunos principiosl 8 • Por ejemplo, hay que evitar el
cusión sobre las teorías. No hay, sin embargo, rarones de peso para
,~ dafio, actuar con justicia. Se dirá así que la extinción de las especies
seguir únicamente el estilo de pensar centrado en la biosfera. ¿Mode-
resulta nociva, o bien que es muy injusto privar de recursos a otros se-
lo biocéntrico o modelo antropocéntrico? Las fundadas críticas, en
res humanos. Humanos que ya existen o que podrían existir en el fu-
contra de los prejuicios de la eSpecie, la voluntad de evitar la «cegue-:
turo. Tales criterios resultan incompatibles con los prejuicios.
ra ambiental», las teorías limitadas por los intereses propios, el descré- ~.
I 2.2. Las diferencias existentes entre las especies no se han de tra-
dito en que ha caído la «tiranía»24 de la especie, todo ello invita a des-
. ducir en atribución de valores sólo a los humanos. Éstos no son la
hacerse cuanto antes del lastre antropocéntrico. Sin embargo, el
única medida de las cosas. Ahora bien, tales diferencias ----'<iiferencias
de todo orden- pueden ser relevantes de alguna forma. En Ética se
suele c0!1siderar así, por eso se dice que atribuiremos a los humanos, 19 T. Regan critica el uso del medio a partir de un enfoque homocéntrico o an-
únicamente a los humanos, una competencia moral plena.\,En tal tropocéntrico, "The Nature and Possibility of An Environmental Ethics», Environ-
sentido, las relaciones con los no humanos serán relaciones asimétri~ mental Ethics. 3, 1981, págs. 19-34.
20 P. Singer se ha referido a la "expansión» del circlllo moral. The Expanding

Circ!e, Oxford, Oxford University Press, 1983, págs. 87-124.


21 Sobre el tema de la consideración moral, as! como sobre la conveniencia de
15 Para el tema de la discriminacion injusta de especies. un examen crítico de las
extender los derechos morales a otros seres, a titulo de "pacientes» morales, K. E.
relaciones con los animales, el "aislacionismo biológico» y cuestiones del mismo or- Goodpaster, «On Being Morally Considerable», The journal o[ Philosophy, 1978. .~
den, en H. La Follette y N. Shanks. "The Origin os Speciecism», Philosophy, 71. .~: \
, 1996, págs. 41-61. págs. 308-325. '
22 P. Singer ha analizado el caso de la crianza de los animales en granjas, los me-
"ji" 16 P. Singer, "Prologue». In Difenu o[Anima/s, Oxford. Blackwell, 1985,
todos que se utilizan para este fin, el trato que padecen los animales. etc.• "Oown On "c
.,1 • p~. 1·¡0. , the Factoty Farm». Animal Liberation. Londres, P¡mlico, 1995, págs. 95-157.
",\ 17 R. ElIiot ha intentado hacer compatible su críticas al chauvinismo de lo hu- 23 J. M.a Garda Gómez-Heras se ha ocupado del medio ambiente, justificando
mano con una posición ética. centrada todavía en lo humano. ,dntroduction», en su condicion de "materia moral», «El problema de una Ética del "medio ambiente"",
R. Elliot. Enviro/1/nental Ethics, Oxford University Press. 1995, págs. 1-20. en J. M.a Garda Gómez-Heras (ed.), !JtJeá del medio ambiente, págs. 17-70.
r' la R. Elliot, .Environmental Ethics», en P. Singer, A Companion to Ethics, lon- 2~ P. Singer, "Preface to the 1975 Edition". Animal Liberation, págs. IX-XV.
dres. Blackwdl, 199). p~gs, 284·293. '
"
'" 1,1 ·1 ~~ ~:
, ,~ 1
\-.

53
52 M,a TERESA WPF:7: DE LA VIEJA JusnCIA ENTRE ESPECIE$ y ENTRE CIUDADANOS

antropocentrismo moderado no debería ser excluido del debate. Este de interpretar las habituales críticas al «paradigma tecnológiCo»?30. La
estilo de pensar admite aún correcciones sustanciales, empezando por tecnología provoca incertidumbre, riesgos importantes; hay que re~
su lenguaje -hablamos de «pacientes morales» que son dignos de conocer, pese a todo, que ésta ha contribuido y sigue contribuyendo
,. consideración moral-; por lo demás, las ventajas del biocentrismo de varias formas al bienestar de los ciudadanos. Sólo por ello, habría
f son más aparentes que reales. Cierto que no hay rarones válidas para que diferenciar entre usos correctos y usos incorrectos. Por último, el
sostener los privilegios de especie. Pero la renovación del vocabulario, holismo --considera a la biosfera como un todo-- atribuye valor a
e incluso de la forma de entender estos temas, deberían ir acompafia- todos los seres VivOS 31 , sin entrar en la cuestión de las jerarquías entre
dos de una elaboración teórica a su altura. No siempre es así. ¿Por especies. Como apreciación general, se puede decir que, tal v~, esta
qué motivo? El modelo biocéntrico -sobre todo en la Ecología pro- no sea la mejor opción para analizar cuestiones que tienen múltiples
funda 25- reclama una nueva visión del mundo. Y las visiones del htcetas, científicas, económicas, sociales, políticas.
mundo no está exentas de problemas. En su caso, las ventajas no evi- 3.2. Están, además, los compromisos implícitos de las teorías
tan ~os problemas 26 , ni los compromisos de fondo. Su ideología, si así biocéntricas. En algunos casos predomina la fidelidad a una 32tradi-
puede decirse. " ción, a un sistema de creencias, a un estilo de petísamiento • En
3.1. El propósito de liberar de prejuicios, llegar a una nueva otroS casos, se trata de algo más complejo, una visión del mundo e
consideración del medio natural, conservar la variedad de especies, y incluso de una ideología con ribetes políticos. «Lo ecológico» tiene
;' ,otros del mismo estilo deben estar acompafiados de una justificación distintas acepciones, unas más radical que otras. Por eso se han alia-
teórica ,adecuada. Los conceptos y las teorías deficientes' reducen la do a ideologías de variado signo. Conservadoras, radicalC$, etC. Co- 1

efectividad de las teorías biocéntricas. Por ejemplo,' el valor intrínse- moquiera que sea, no parece lo mismo cuestionar el antropocentris-
co de los seres vivos es un argumento muy repetido. El valor de la mo, oponerse de manera frontal a la destrucción de lo naturál, que
biosfera debería ser independiente27 de la apreciación humana, sos- prescindir de los logros de la cultura moderna, centrada en un indi-
tienen algunos autores. Sin embargo, no está claro que todas las espe- viduo racional y autónomo. y en los derechos individuales. Se puede
cies valgan por igual, ¿cómo distinguirlas? Por otra parte, el «valor» se decir incluso que el interés por el medio ambiente perdería su legiti-
midad, si tomase elementos procedentes de, visiones autoritarias del 1,
refiere a un tipo de relación, ¿cómo separar el valor propio de algo y
el valor atribuido por alguien? Las valoraciones corresponden a los mundo. Aquellas que han negado derechos fundamentales o que han
humanos, serán siempre «antropogénicas»28, Y ¿qué significa «igual constituido una amenaza para los ciudadanos33. Las críticas hacia el ,~.

dominio de la especie no deberían mezclarse, por lotanto,r cón la : :·"j>~.'¡.;h


oonsideración de intereses»? Algo parecido sucede con la noción de IJ_~
"

J¡'; \' , ((comunidad biótica», Por un lado, tiene un componente persuasivo hostilidad ante lo humano. Sea cual sea el objetivo, la protección de I,~

~~~', " innegable, induce a cambiar de actitud y a asumir ciertas responsabi- las libertades individuales debe ser hoy en día una priotidad pata los Ji
.;~~:) i ' lidades hacia el entorno. Pero, de otro, es un concepto poco preciso, movimientos sociales. Inclusive para aquellos que tienen comcj'obje-'
.t:' funciona
".i!. ,
más bien por analogía29 . Dos ejemplos más; ¿cóm(\.hemos tivo básico la pteservaciÓl\ del medio natural. Por todo lo dicho,'con-
viene recordar que, pese a su origen y a su marcado estilo «antropo'"
25 Para un analisis de las propuestas y los objetivos de la Ecología profunda, en
céntrico», las sociedades democráticas ofrecen el marco apropiado

C. Velayos, «El Deep Ecology Movement: {Un viaje hacia las profundidades de la Éti- •
ca?, en J. M.a Garda Gómez-Heras (ed.) Ética del medio ambiente, págs. 145-154. ~ 1 ~ "

26 P. W. Taylor examinaba las ventajas del biocentrismo, «In DeFense of Bio-


30 W.. Grey se preguntaba si las culturas no tecnológicas eran realmente un mo-
centrism., Environmental Ethics, 5, 1983, págs. 237-243.
27 R. Goodin analizaba el significado de valor intrínseco y del interés en la Na-
delo para el pensamiento alternativo, "A Critique ofDeep Ecolo~), en 'B:A1mond ",
turaleza, «What's New?», Creen Political Theory, Cambridge, Polity Press, 1992, , yO. HiI\, Applied Philosophy, Londres, Routledge, 1991, págs. 45-50. ~ i !l" .
31 El tema del holismo y el valor de las totalidades se encuentra en el trabajo de
págs. 1-8
28 H. Rolston m, ,Nalue in Nature and the Nature ofValue», Philosophy, Sup-
E. Sober, "Philosophícal Problems for Envíronmentalism», en R. Elliot, Environ-
plement 36, Cambridge University Prcis, 1994, págs. 13-30. mental Ethics, págs. 226-247. '
32 E. Pluhar se refería a algunos compromisos ontológicos dudosos, "The Justi-
" 29 Este aspecto, el uso analógico de «comunidád biotica», ha sido reconocido
por J. B. Callicot, «Elements Of An Environmental Ethic: Moral Considerability flcatíon of an Environmental Ethio), EnvironmentalEthics, 5,1983, págs. 41-61.'
33 L. Ferry, Le nouvel ordre écologique. París, Grasset, 1992, págs. 181-207.
and the Biotic Communityo, Environmental Ethics, 1, 1979, págs. 71-81.
~'
54
M.a TERESA WI'EZ OE lA VIEJA
JusnClA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS 55
para defender ambos objetivos: mayor responsabilidad medioam-
biental,. respeto por los derechos de los ciudadanos. se concentran sobre todo en la conservación del ((medio ambiente»
-respeto, protección, trato, etc.-, una vez que la pr~encia huma-
na ha convertido a l~ biosfera en algo completamente nuevo, en una
ARGUMENTOS INOfREcros «tecnoesfera»35. La Etica amhiental de estilo antropocéntrico -an-
tropocéntrico moderado o débil- reconoce este importante cambio
El modelo antropocéntrico tiene a su favor la continuidad con el cualitativo. Asume sin reservas la tesis general de que la moralidad
pensamiento moderno. La misma versión de agente racional, la mis- debe ser ampliada. La conducta humana ticne que someterse a limi-
ma preferencia por los derechos individuales que ocupan un lugar tes, la explotación de recursos supone un riesgo demasiado grave, el
central en la cultura política moderna. Las críticas del biocentrismo medio y las especies son también valiosos. Ahora bien, la estrategia
inciden sobre esto precisamente, sobre el estilo «liberal»34 en el pen- para la conservar los recursos es opuesta a la del biocentrismo, ya que
samiento antropocéntrico. ¿Es necesario introducir cambios radica- apela sobre todo a las obligaciones y a las responsabilidades hacia el
les? En este pUnto, habría que recordar más a menudo que el plura- medio. Las responsabilidades de los humanos. El argumento de las
lismo y el respeto por las libertades han permitido, entre otras cosas, consecuencias tiene una estructura muy parecida en el modelo antro-
que accedieran a la arena pública los movimientos sociales más críti- pocéntrico: la situación del medio ambiente influye de forma decisi-
cos. Como sucedió con los movimientos (!Verdes». Por tanto, la con- va sobre el bienestar de la especie.
ciencia ambiental es también el resultado de condiciones "'-Condi- 2. Se trata de argumentos indirectos: el interés por el propio bie-
ciones sociales y políticas- más favorables para el debate sobre temas nestar motiva el interés por la situación de los ((pacientes» morales.
que eran nuevos. Al mismo tiempo, esta irrupción de la sensibilidad No se trata de altruismo, es evidente, sino de conducta racional, au-
ambiental en la esfera pública ha revitalizado a la sociedad civil. Cabe tointeresada. Por ejemplo, aumenta el rechazo hacia situaciones y ha-
decir que 10 ambiental representa en cierta forma una nueva modali- cia agentes que se comportan de forma cruel hacia los no humanos.
dad de «ilustración», de avance hacia una ciudadanía más consciente Este tipo de conducta no solo es reprobable sino que, además, debe..
de sí, y de su influencia política. Ser civilizados quiere decir también ría ser sancionada con severidad. Porque causa sufrimiento y, en se-
ser respetuosos con el medio y con los no humanos. Por este motivo, gundo lugar, porque la crueldac} hacia otros seres degrada a la propia
. la critica de los prejuicios incluye a los prejuicios de especie. El antro- especie, pone en entredicho a las sociedades civilizadas36 . La mayoría
pocentrismo moderado es eficaz en este ámbito, en la formación de de los razonamientos sigue una pauta similar, ya que las prioridades
nuevas actitudes, de nuevas responsabilidades. De los humanos. siguen estando del lado humano. Las situaciones de riesgo invitan a
¿Será suficiente? El cambio radical que interesa al biocentrismo no una distribución justa de los recursos, por motivos parecidos: porque
pasa potuna reforma indirecta, y antropocéntrica. .. las catástrofes ecológicas terminan ocasionando graves catástrofeshu-
( 1. Los problemas ambientales desencadenan catástrofes\para la manitarias.Las especies tienen diferente valor intrínseco, de modo
especie. Hoyo, tal vez, mañana. Existe en la opinión pública gran in- que la conducta depredadora ha de ser sustituida por un trato racio-
terés por estas cuestiones, si bien resulta obvio que está más bien uni- nal. Siemrre que éste sea compatible con las necesidades de los hu-
do al interés por la supervivencia propia. Por otro lado, las medidas manos. E medio ambiente ha de ser protegido. Pues es garantía de
encaminadas a la protección del medio sólo tienen resultados limita- supervivencia. La supervivencia de los humanos. En suma, el antro-
dos, la mayoría de las veces. Hay una razón de peso para que la situa- pocentrismo favorece la consideración moral delos no humanos, el
ción sea así: en la actualidad sería casi imposible recuperar el «medio respeto por el entorno. Pero no llega directamente a este resultado.
natural». Prueba de ello es que las teorías y las politicas ambientales 2.1. Deberes no directos: La situación asimétrica de «(agentes» y
(pacientes» tiene varias consecuencias. Para empezar, será preciso dis-

34 M. Sagoff se pregunraba si el Liberalismo --éste se inreresa por el bienestar


del individuo-- es compatible COll las conocidas tesis sobre la existencia de una «co- J5 O. Hoffe, "Umweltschutz», l.exikrlll r/('/, E//)ik. Münirh, Beck, 1986, págs.
munidad.. ambiental, "Can EnvirolllllenraJist l3e Liberals?.. , en R. Elliot, Environ- 259-261.
mmtal Ethics, págs. 1()7-187. 36 J. J-Iahermas, Erlaüternn/if'l1 ZlIr Diskurrethik, háncfort. SlIhrkamp, 1991,
págs. 219-226.
,1 1,1

56 ,( ;:,! ¡~,
M.a TERESA LoPEZ DE U\ VIEJA
Jus-nCIA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS 57' I '
,1' !l', ,_
tinguir entre los «destinatarios» y los «beneficiarios» de la acción mo-
ral. Los humanos pertenecen al primer grupo, los no humanos al se- Ueguen a existir nunca, pero sí existe algún el compromiso con esa "'',/,
humanidad del futuro. En tal caso, se hablará de «deberes imperfec , ,
gundo. Hablando en sentido estricto, sólo existirán derechos y debe-
res en relación a los humanos, que son destinatarios de las acciones. tos,,42, puesto que éstos no generan los derechos correspondientes.
Se trata de una relación entre iguales, que ocupan posiciones distin- No podría ser de otra forma, dado el tipo de relación al cual Se apli- '"

tas. Por analogía, hablamos de relaciones con agentes que no son mo- auto Es más: suponiendo que las generaciones futuras tuvieran nece-
ralmente competentes, como son los pacientes morales. Estos se be- sidades similares a las nuestras, siendo probable que necesitarán un
neficiarán de actitudes más civilizadas o menos crueles, pero nunca entorno parecido al áctual pata poder vivir, la humanidad debe con-
estarán en situación de reclamar algo. Lo mismo cabe decir sobre los servarlo tal y como lo ha recibido de las generaciones precedentes.
«derechos», su finalidad es la de proteger a los seres vivos: pero com- Hoy existe un compromiso en favor de las generaciones de inafiana.
prometen tan sólo a los humanos. En definitiva, la humanidad tiene Se trata de un doble compromiso, puesto que se extiende a los no hu-
obligaciones directas hacia quienes pertenecen a la especie, y algunas manos. Por eso se habla de «deberes indirectos" hacia el medio natu-
obligaciones hacia quienes pertenecen a otras especies. Pero se trata ral. Pata que las próximas generaciones terigan los recursos necesa-
~e obligaciones muy amplias o indirectas37• Son «deberes prima fa- rios. En caso contrario, ambos grupos, generaciones futuras y
cie»38, ya que habrá que atenerse a las circunstancias del caso. Así hay especies no humanas, dejarán de existir. La Ética ambiental aboga -- ..... ----
que entender la obligación general de no causar dafio, o la de com- por una responsabilidad amplia, haciá los humanos, hacia el futuro,
9
padecerse.3 de aquellos seres que· tienen capacidad para sentir y para hacia el medio ambiente. En conclusión, la perspectiva de generacio-
sufrir. Los deberes amplios o indirectos comprometen u obligan a los nes y de especies en lucha ha de ser sustituida por la cooperáción43 ,. '
agentes. No obstante, permiten que, en caso de conflicto, sea preferi- entre generaciones y especies diversas. No a pesar, sino precisatnente "
bJe el bienestar de la propia especie antes que bienestar de otros seres porque son desiguales. Este compromiso se refiere en un sentido muy
VIVOS. amplio a las próximas generaciones de humanos e, indirectamente, a
, 2.2. Deberes impetftctos: Asimétrica es también la relación entre los seres no humanos.
las generaciones actuales y las generaciones futuras'lO. Es obvio que las 3. «Lo natural es politico». Hay otro argumento adicional afavor
obligaciones hacia personas potenciales41 nunca serán recíprocas, no del modelo antropocéntrico moderado. N ser compatible con las
teorías sociales y políticas contemporáneas, el mismo lenguaje, los ,.
funcionarán como aquellas cuyos destinatarios o beneficiarios son
personas reales. Pese a la situación de asimetría, pese a la incertidum- mismos conceptos tendrán sentido en lo ambiental, lo moral, lo po-
bre sobre 10 que pueda sucederIe en el futuro a la humanidad, habrá lítico. Las relaciones entre niveles estarán también aseguradas. En es-
alguna clase de obligación hacia quienes no existen aún. Tal vez no pecial si se trata de teorías normativas. Por otro lado, no hará falta un
esfuerzo adicional para llevar los debates a la esfera pública. Por lo
mismo --el estilo antropocéntrico moderad<>---"', lo ambiental tiene 1
\. Berlfn,
37 I. Kant, «Vorlesungen über Moralphilosophie», GesammelteSchrijibl, un papel directo, actuando como un factor de consenso en las socie" 1)
De Gryter, 1974, vol. XXVII, págs. 458-463. I
dades pluralistas. Existen motivos por los cuales lo natural se ha con" . ·1I
38 W. D. Ross, «What Makes Right Acts Right?», The Right and the Good, Ox-
rord, Clarendon, 1967, págs. 16-47. vertido en asunto político. ""
, \"<,,;;"(¡
.
: 39 U. Wolf se refiere a principios prima jacie y a la compasión universal, "Ha- 3.1. Sería deseable que la sensibilidad hacia los problemas am- " ,
ben wir moralische Verflichtungen gegen Tiere?», en A. Krebs, Naturethik, Frank- bientales fuera cada vez mayor. Esto demostraría que la especie va de-
furt, Suhrkamp, 1997, págs. 47-75.
jando atrás prejuicios que carecen de justificación. Que la humani-
40 Para el tratamiento deficiente de la temporalidad en las versiones contractua-
listas, la responsabilidad de unas generaciones para con otras, la transmisión y las
dad ha entrado en vías de una «ilustración», más ainbiciosa que la de
obligaciones hacia el futuro, y otros aspectos de la cuestión, F. Ost y M. Van Hoec- la época moderna. Ahora bien, el desarrollo de la conciencia ambien-
ke, «Del COntrato a la transmisión. Sobre la responsabilidad hacia las generaciones
futuras~, Doxa, 22, 1986, págs. 607-630.
41 M. Warren se ha interesado por el tema de los derechos de las personas po-
tenciales, «Do Potencial People Have Moral Rights?», R Sikora y B. Barry, Obligations
42 Deberes de obligación imperfecta, según]. S. Mili, «Utilitarism», Colkettd
Works, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1969, X, págs. 203-259. .
,~
/

lO Future Gmerations, Philadelphia, Temple Universiry Press, 1978, págs. 14-30. 43 T. Benton desarrolla la idea de las especies como agentes con capacidad para
cooperar, como "partners», Natural Relations, Londres, Verso, 1993, pág. 17. ,
)8
M.a TERESA LórEZ DE LA VIEJA JUSTICIA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS . 59

tal depende también de condiciones externas. Conviene recordar el des diferenciadas. Por varias razones, 10 natural se ha convertido en :'tI' ,.

hecho de que los movimientos ecologistas han logrado alguna in- una cuestión política relevante.
fluencia, y considerable «visibilidad», sólo en un tiempo yen un con-
texto determinados. A partir de los afios setenta, la opinión pública
de los paises· democráticos empezó a tomar en serio los problemas JUSTICIA, ESPECIES Y CIUDADANOS
44
ambientales • ¿Por qué en ese momento? La esfera pública tenía una
estructura 10 suficientemente abierta como para que los movimientos A 10 largo de las ultimas décadas, la Ética medioambiental se ha
ecologistas dejaran oír su voz. Raras veces éstos alcanzaron el poder hecho eco de las preocupaciones y de la nueva sensibilidad ambiental
formal, sin embargo introdujeron en la agenda política algunas de sus de los ciudadanos. Desde el punto de vista teórico, se ha afianzado
demandas a favor del medio ambiente, a favor de los derechos de los como una disciplina especializada, dentro del marco de la Ética fllo-
no humanos, contra la devastación de entorno, contra los desastres sóhca. Algunos autores han intentado ir más lejos, presentándola
que ponen en peligro la supervivencia de todas las especies... Al igual como una -«ética aplicada», independiente con respecto a la Filosofía,
.que otros grupos y movimientos sociales, «lo verde» conquistó un lu- e incluso con respecto al pensamiento moderno. Con el propósito de
gar propio. Lo logró porque el sistema políti.co ga~antiza~a las liber- eludir los defectos del modelo antropocéntrico al uso. El biocentris-
tades y los derechos fundamentales. Hoy sIgue sIendo Importante mo radical confió desde el principio en las ventajas gue pudieran de-
que haya compatibilidad entre las demandas sobre el medio ambien- rivarse de un nuevo tipo de pensamiento. De una Etica «profunda».
te y la esfera pública.
La crítica ambiental rechazó la cultura hecha a medida de la especie
3.2. Las democracias de nueva. generación --de «tercera humana. Este propósito encajaba bien con las tendencias críticas y
0Ia»45_ ofrecen las condiciones para la expansión de tales demandas. contracultur;¡]es de la ctap;¡ en que surgicron los movimientos y las
Puesto que la organización política debe ta.vorecer la participación de teorías ecologistas. Los resultados haú sido dcsigll<lJes, sin embargo.
los ciudadanos, siendo ésta un f:1ctor clave para la estabilidad, inclu- Por una parte, la mirada «verde» ha trasladado a la opinión pública
so para la fortaleza de los sistemas del11ocráticos 46 . No resulta fácil, --con algún éxito-- que el medio ambicntc es algo valioso, y mere-
sin embargo, que los ciudadanos intervengan con asiduidad en los ce ser preservado a todas costa. 'Lo humano no tiene por qué ser la (,
,'.
asUntos públicos. ¿Están demasiado comprometidos con proyectos medida de todas lascosas. AllOra bien, un Glmbio radical de enfoque
de vidi personalcs? ¿Tal vez desencantados ante el funcionamiento de no resolvía, por sí solo, cuestiones teóricas cumplejas, ni las cuestio-
las instituciones? Un compromiso político flrmc tiene que ver con la nes prácticas más acucianres. b críticrl dc los prejuicios de especie
búsqueda de dcterminados bicnes comunes, públicos. La situación tampoco era una apurtación exclusiv:i de las teorías "profundas». Va-
de/mcdio ambieme incide sobre la calidad de vida, sobre lo cotidia- rias corrientes de pemamiento h:lfl recogido la semibilidad ambien-
,~,

no. E<¡ un bien público. Por loJo lo dicho, «lo natural» representa un tal como signo de civilización. Por toJos estos motivos, en el mo-
importante factor dc illtcgración social y política. Se halla entee la es- mento actu;¡l las fronteras teóricas no están Wl marcadas como al
,1 ;~
"
fera de lo personal y la esfera plíhlic;¡. Por Sil cadcter «transversal», si comienzo, cn los aíios setcIlI:.J, Exisrc hoy una gran variedad de pro-
se puede denominar rlsí, lo natur;¡] está más allá de diferencias cultu- puestas47 y de telTlas qIle !llucvcn a la reflexión moral. Los temas del
rales e ideológicas, aspecto este que cobra especial interés en socieda- medio ambiente son algunos de ellos, pur derecho propio. .;
'1
En su estilo, el antropocentrismo, una versión corregida de an-
tropocentrismo, ha contribuido también a «hacer visibles» algunas de
44 B. Doherty y M. De Geus, "Introduction». en B. Doherty y M. De Gcus, las dificultades que impiden todavfa el crecimiento realmente soste-
Democrary and Creen Pol¡úrnl TIJought. Londres, Routledge, 1996, págs. 1-15.
45 L. Diamond se centraba en el papel de la sociedad civil en.la tercera etapa o
tercera ola de democratiZ<lción, "TowarJ Democratic Consolidation», en L. Dia-
mond y M. Plattncr, The Clobal Resmgenry o/Democrary, págs. 227-240. 47 D. Christiansen y C. P. Wol( trataron los prohlemas de crecimiento y la in-
4(, Para el tema de la dcmocracia participativa, cntendida como "democracia
flucncia quc éstos pudieran rCflcr subrc la nucva trica, o ~nbre el nucvo «cthos»,
fucrtc», B. Barber, ,d'rc(acc», Stmng Democrary, Berkeley, University of California «The Problclll of <;roW1l1", en W. R('ICh, Fllcyrlopcrlia o( Hioelhics, Londres, Thc
Press, 1984, págs. XI-XVI.
Frec Prcss. 1978. págs. 392-399.
1 I

61 . ., I'~':·I

60 jusnaA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS p 11';;\


M.a TERESA LúPEZ DE I.A VIEJA

una «democracia verde»50. La participaci6n ciudadana garantiza I.i


nible. Los modelos antropocéntricos se han esforzado también en
definir las relaciones entre especies de manera más civilizada. Han I
uansparencia, eficacia, equidad. La «buena polític:l» es especialmen-
recordado las obligaciones que tiene la humanidad, fijando los lí- le necesaria en temas ambientales. .
mites para el bienestar, insistiendo en una distribuci6n equitativa b) Importa la sensibilidad y la conciencia ambiental pero, ante
de los recursos. Los temas básicos son similares en todas las teorías. todo; importan las buenas prácticas. Hábitos que respeten el delica-
Pero el antropocentrismo los ha abordado de otra manera. Apelan- do equilibrio entre los humanos y el entorno, que aseguren de algu-
na manera la continuidad de las especies. y esto afecta a la distribu-
do a los compromisos con respecto a la propia especie. Y, por exten- t
si6n, con respecto a otras especies. De un lado, las prioridades no ción de recursos. Actuales y futuros. Por esta raz6n, algunas teorías de 1

han cambiado. La humanidad primero. De otro, el modelo antro- la justiciaSl han introducido el concepto de «justicia entre generacio-
nes»; o «justicia transgeneracional»52. Para ir a una distribuci6n más
amplia, la «i.ust~cia en~re ~species». ~ pers~ectiva ~e generaciones
pocéntrico intenta reforzar el aspecto moral y político de «lo am-
biental». ¿Se queda en un nivel superficial? Más allá de los debates
in,ternos -biocentrismo o antropocentrismo, teorías profundas o como deposltanas, solldanas o «guardlanas» 3 del blenestar de otras
generaciones favorece, por lo general, que los ciudadanos mantengan
una actitud más responsable hacia el medio. En ben~ficio ~e los hu-
superficiales- , hay que tener en cuenta que los ciudadanos, sean
cuales sean sus objetivos, acuden a la esfera pública para que sus de-
manos y de los no humanos. Por lo menos, la conslderacl6n de los
mandas sean atendidas. Incluidas las demandas sobre medio am-
biente. intereses de las generaciones futuras justificará indirectamente la pre-
servaci6n de los recursos Y la variedad de especies. Justificará un uso
'í a) La tesis defendida aquí es que el compromiso ambiental y
compromiso cívico se refuerzan mutu~ente. Como no hay un ar- restri~gid~, estr~ctamente racional, de re~ursos 9ue son vitales ~ara la
propla eXIstencla. Las actuales generaClones uenen la custodia del
gumentO directo, un buen argumento, para justificar el altruismo. en-
medio ambiente, s610 esto. Debido a ello, tienen obligaciones hacia
tre especies ¿habrá que justificar de manera indirecta el respeto por la
las generaciones venideras. Las tienen hoy54, aunque no sepan si esas
biosfera? Pero los humanos no demuestran a menudo' respeto por sus
iguales. Por ello, hay que insistir primero en el respeto entre los agen- generaciones llegarán a existir .alguna vez. ' . . . ,- .
e) «Lo natural» es, por vários motivos, un desafío constante
tes; sob~e la calidad moral y política de las relaciones. Ética cívica y,
para «lo político», No s610 por haber difuminado las fronteráS entrt
luego, Etica ambiental. Además, la preservaci6n de los recursos am-
,1.,1 generaciones y eiltre especies. Es un hecho que los desastres ambien-
bientales tiene que ver con la distribuci6n48 de bienes y de cargas.
tales no saben de fronteras nacionales. Son desastres de carácter glo-
Otra razón más para que no existan rupturas ni desfases entre cultu- ('o,

ra cívica y cultura ambiental. En definitiva, la justicia entre generacio- I~,l' 1


nes amplia el «círculo» o la comunidad moral. Por analogía49 , se lle- l~ .i
gará a relaciones de justicia entre especies. Proceden ambas de un A. Dobson es partidario de analizar los resultados, no solo los procedimien-
50
"
compromiso, cuyos beneficiarios son otros ciudadanos, real~ o posi- toS,de los sistemas democráticos, "Democratizing Green Theory», en B. Doherty y "'1
bles. S610 así, a través de la sociedad civil, podrá surgir el respeto y el M. De Geus, Demoeracy and Creen Po/itical Thought, p~s. 132-148. Esté mismo .\l.
·l~
trato equitativo entre especies. Las preferencias de los ciudadanos, su autor revisaba en otro trabajo la relación entre Teorlas amIJientalistas, Teorla critica .,
y Modernidad, "Critical Theory and Green Politics», en A. Dobson y P. Lucardie, -c
conciencia ambiental, su capacidad para intervenir en las decisiones 1
The Politics ofNature. págs. 1 9 0 - 2 0 9 . ' I
que afecten al medio ambiente, todo ello influirá en las políticas pú- 51 G. Panig recoge la tesis de que existe la obligación de legar un mundo no de-
blicas. En las políticas ambientales. Por eso se habla cada vez más de vastado; '(<Ética ecológica dentro de los Ilmites de la mera razón», Hechos, norrrutS,
.\
proposiciones, Barcelona, Alfa, 1986, págs. 219-220. . '\ " "
52 A. De-Shalit, "The Transgenerational Commtmiry», Why Posterity Matters,
Londres, Rouledge, 1995, págs. 1 3 - 5 0 . ' .
U . '1
48 M. Wissenburg mencionaba Jos temas de distribución que surgen a propósi- 53 Ph, Van Parijs, "The Disfranchisement of the Elderly, and Other Atemps to
to de los recursos ambientales, «The Idea of Nature and the Nature of Distributive Secure Intergenrational Justice», l'hilosophy 6' Pllblic AJJairs, 27, 1999, págs. 292-333.
Justice», en A Dobson y P. Lucardie, The Po/itia 01Natllre, Londres, Routledge, 54 Sobre las generaciones funlras corno beneficiarias de los derechos reconoci-
1993, págs. 3-20. dos por parte de los ciudadanos actuales, G. Pontara "Teoría de los derechos y gene-
49 J. Habermas introduce la analogía para tratar los temas de Ética ecológica. raciones futuras», Étirfl y generacionesfllturas. Barcelona, Ariel, 1996, págs. 104-132.
«Erlaüterungen zur Diskursethib, Er/iiutenmgen zur Diskllrsethik, pág. 224.
" 63
JUS'nC\A ENTRE ESPECIF5 y ENTRE CIUDADANOS
.61 M.a TERF_~A LePE7. DE I.A VIEJA
han tenido todo el impacto que hubiera sido deseable. Varios facto-
bal 55 . Ningún paIs está a salvo, ningún grupo escapa a un entorno
res han retrasado, están rel rasando, este «proceso de civilización». Las
dañado. Esta circunstancia debería ser suficiente para que las políti- preferencias de los ciudadanos -su estilo de vida, su bienestar-
cas ambientales tuvieran carácter internacional o transnacional. Exis- pueden ser incompatibles con h parsimonia en el uso de los recursos.
te otro argumento para aceptar quc lo natural es también polftico: la Tal vez no están dispuestos a asumir LIs responsabilidades derivadas
fragilidad los sistCln<1S democdricos se accntúa cuando la calidad del de la «custodia» del mcdio. En bencflcio dc las generaciones [utu-
medio ambiente está cn peligro. Si prevalecen los intereses particula- rasGO, de humanos y de no humanos. Por lo dicho, las cuestiones de
res, las decisiones no han sido corrcctas, ni han sido sometidas al es-
Ética ambiental son también cuestiones de Ética dvica. El estilo an-
crutinio de la opinión rtíhl¡ca. Los procedimientos no han funciona-
tropocéntrico permite transitar dc UIlOS argumentos él otros. Esto tie-
do, en resumcn. «Lo natural» es un test para la «buena política». ne algunas ventajas. Por ejemplo, las razones a favor de ht preserva-
Demuestra, entre otras cosas, que el marco de la «ciudadanía»56
ción de los recursos, del respeto, de la consideración moral de todos
-derechos y dcbcrcs para los miembros de una comunidad polfti-
los intereses, de la justicia, pueden funcionar en una doble dirección.
ca- no está adaptado a los intereses de todos. Que debería tener ma- Sabemos que la conservación del medio influye sobre el bienestar hu-
yor protagonismo la «sociedad civil»57. Es decir, la actividad volunta- mano. No cabe duda de que los desastres ambientales provocan de-
ria de los agcntes, la csfera que media cntre los agentes y las sastres que perjudican a la población. La conducta humana puede ser
instituciones. La sociedad civil~8 influye en la arena política. J.-a defi- una grave amenaza para la supervivencia de las demás especies. La l'
ciente regulación de todo lO queafetta M'medio ambiente demuestra conciencia ambiental ensefia a mirar de otra manera, a largo plazo. I
que, en efecto, la sociedad civil tiene aún mucho que decir y que ha- Las guerras son atroces -sufrimientos, odio, exilio, muerte-- y, ade- I
cer para que las instituciones se adapten a las reglas de una democra- I
más, causan desastres ambientales61 . En marzo de 2003, los bombar-
cia participativa. Y de ulla "democracia verde,,59, en el caso de las po- deos sobre Iraq clejaron numerosas víctimas entre la población civil. \
I
líticas ambien tales. Los pozos petrolíferos volvieron a arder en vaTias zonas de ese .paIs.
Para concluir, es cie'rto que Jos argumentos ecológicos ya no son Contaminación, destrucción de recursoS, sustancias tóxicas, enfer-
una novedad en la Teoría moral y en la Teoría política contemporá- . \'.'
medades para los seres humanos y para los animalcs... I
neas. Sobre todo en las teorías de tipo normativo. La sensibilidad am- I
\

biental pretende influir en un cambio de actitudes hacia el entorno, ';


I
corrigiendo la percepción de lo que es valioso o de lo que merece al-
guna consideración. Pero los resultados de la conciencia ecológica no BIBLlOGRAFfA 1" ,
BARRER, B., Strong Demoeracy, Berkeley, University ofCalifornia Press, 1984. t.'
BENTON, T., Natural Relations, Londres, Verso, 1993
55 D. Held considera que los problemas ambientales tienen un decidido carác- CAU.lCOT, J. B., «Elements of an Environll1ental Ethic: Moral Considerabi-
ter transnacional, Delllocracy and Ihe Clobal Order. Cambridge. Poliry Rfess, 1996, lity and the Biotic Coml1lunity", Environmental Ethics, 1, 1979,
pág. VIII.
56 T. H. Marshall revisaba el avance ya realiz.1do en materia de derechos civiles, págs. 71-81. . .
políticos y sociales, "The Development of Citizen~hjp to the End of the Nineteenth CHRISTlANSEN, D. y \'V't lLF. C. P., «The Problem of Growth", en W Reich,
Centuf)"" en T. H. MarshaJI y T. J)ottonlore, Citizenship and Social CÚlsS, Londres, Encyclopedia ofBioethics, Londres, 'lhe Free Press. 1978, págs. 392-399.
Pluro Press, 1992. págs. 8-17. Cm-lEN, J. A. Y ARA!n, A., Civil SOrifly ami jJolitica! Theory, Cambridge,
57 Esfera de interacción social. de autoconstitución o de automovilización. se-
MIT Press, 1992.
gún la definen J. Cohen y A. Arato. "Preface.., Civil Soeiety and Political Theory, DE-SHAUT, A., Why Posterity Matters, Londres, ROLlledge, 1995.
Cambridge, MIT Press, 1992. págs. VII-XVIII.
58 Ch. Taylor observa que este concepto. sociedad civil. ha sido utilizado con
bastante frecuencia en los ultimos años, pe~e a su complejidad, «Invoking Civil So- 60 J. Rawls, «The Problem ofJustice Between Gencrations.. , A Theory ofJustice,
ciery.. , PhilosoplJical Arguments. Cambridge, Harvard Universiry Press, 1995.
págs. 204-224. Oxford, Clarendon, 1972, págs. 284-293.
61 G. Gardner comentaba desfavorablemente la invasióll de Iraq. Mencionaba,
59 A. Carter ha revisado las formas del pensamiento político verde, desde el So- entre otros muchos, los efectos ncg.Hivos sobre el medio ambiente, El Pals, 12 de
cialismo, el Anarquismo hasta el Feminismo, «Towards a Green Political Theof)"',
en A. Dobson y P. Lucardie. The Politics ofNature. págs. 39-62. mano, 2003, pág. 34.
11" I

64 M.a TERESA LoPEZ DE lA VIEJA Jus-nCIA ENTRE ESPECIES Y ENTRE CIUDADANOS 65 .11,

DlAMOND, L. Y PLAHNER, M., The Global Resurgency ofDemocracy, Baltimo- PUl1'-lAR, E., «The Justification of an Environmental Ethic», Environmental
re,]. Hopk.ins University Press, 1996. Ethics, 5, 1983, págs. 47-61.
DOBSON, A y LUCARDIE, P., The Politics of Nature, Londres, Routledge, POI'ITARA, G., ¿tica y generaciones (Uturtts, Barcelona, Ariel, 1996.
1993. RAWlS, J., A Theory ofJustice, Oxtord, C1arendon, 1972.
DOHERTY, B. Y DE GEUS, M., Democracy and Green Political Thought, lon- REcAN, T., «The Moral Basis ofVegetarianism», CanadianJottrnalofPhilo-
dres, 1996. sophy, 1975, págs. 181-214.
ELLJ01~ R., Environmental Ethics, Oxford University Press, 1995. _ 1( The Nature and Possibility of an Environmental Ethics», Environmen-
ELLlOT, T., «Environmental Ethics», en P. Singer, A Companion to Ethics, tal Ethics, 3, 1981, págs. 19-34.
Londres, Blackwell, 1991, págs. 284-293. ROLSIUN 111, H., «Value in Nature and the Nature of Value», Philosophy,
FERRY, L., Le nouvelordre écologique, París, Grasset, 1992. Supplement 36, Cambridge University Press, 1994, págs. 13-30.
GARC{A GOMEZ-HERAS,]. M.a (ed.), JJtica del medio ambiente, Madrid, Tec- SIKORA, R. y BARRY, B., Obligations to Future Generations, Filadelfia, Temple
nos, 1997. University Press, 1978.
GpoDIN, R., Green Political Theory, Cambridge, Polity Press, 1992. SINGER, P., The Expanding Circle, Ox.ford, Oxford University Press, 1983.
GOODPASTER, K E., «On Being Morally Considerable», The Journal ofPhi- - In Defince ofAnimals, Oxford, Blackwell, 1985. .
losophy, 1978, págs. 308-325. _ Animal Libemtion, Londres, Pimlico, 1995.
GREY, w., «A Critique ofDeep Ecolo~), en B. A1mond y D. Hill, Applied SORER, E., «Philosophica1 Problems for Environmentalism», en R. Elliot,
Philosophy, Londres, Roucledge, 1991, págs. 45-50. Environmental Ethics, págs. 226-247.
HABERMAS, J., Erlaiitmmgenzur Dískursethik, Fráncfort, Suhrkamp, 1991. T."YLOR, Ch., PhilosoplJical Arguments, Cambridge, Harvard University
HELD, D., Political Theory TOdLt.y, Cambridge, Polity Press, 1991. Press, 1995.
.
..{'
,,~
- Democracy and the Global Order, Cambridge, Polity Press, 1996.
HOFFE, O., «Umweltschutz»; Lexikon der Ethik, Múnich, Beck, 1986, pé.gi-
TAYWR, P. W., «In Defense of Biocentrism», Environmental Ethics, 5, 1983,
págs. 237-243. . .
nas 259-261. VAN PARIJS, Ph., «The Disfranchisement of the Elderly, and Other Atemps
j,
KANT, 1., Gesammelte Schriften, Berlín, De Gryter, 1974. ro Secure lntergenerational Justice», Philosophy & Publir Affairs,' 27,
l' KREBS, A, Naturethik, Fráncfort, Suhrkamp, 1997. 1999, págs. 292-333. . (',
LA FOLLEHE, H. y SHANKS, N., «The Origin ofSpeciecism», Philosophy, 71, VELAYOS, e, «El Deep Ecology Movement: ¿Un viaje hacia las profundidades
1996, págs. 41-61. de la J:tica?»,]. M.a Garda Gómez-Heras (ed.), ¿tica del medio ambien-
LoPEZ DE LA VIEJA, M.a T., Principios morales y casos prdctícos, Madrid, Tec- te, Madrid, Tecnos, 1997, págs. 145-154.
nos, 2000.
- «J:tica medioambiental y deberes indirectos», en]. M.a Garda Gómez-He- ;.
ras (ed.), JJtica del medio ambiente, Madrid, Tecnos, 1997, págs. 118-127.
MANSBRIDGE, J. y MOLlER OKlN, S., «Feminism», en R. Goodin y Ph. Pet-
tit, A Companion to Contemporary Polítical Philosophy, Cambridge,
Blackwell, 1993, págs. 269-290. \
MARSHAlL, T. H. Y BanDMoRE, T., Citizenship and Social Class, Londres,
Pluto Press, 1992.
MILL, J. S., Collected Wórks, Londres, Roucledge & Kegan Paul, 1969. 'i
NAESS, A, «The Shallow and the Deep, Long-Range Ecology Movement.
A Summa1}'), Inquiry, 16, 1973, págs. 95-100.
(A Defence of the Deep Ecology Movement», Environmental Ethics, 6,
1984, págs. 265-270.
Osr, ~.y VAN I!0ECKE, M., :(DeI contrato a la transmisión. Sobre la responsa-
bilidad haaa las generaCiones futuras», Doxa, 22, 1986,págs. 607-630.
PASSMORE, J., «Environmentalisirt», en R. Goodin y Ph. Pettit, A Compa-
, nion to Contemporary Political Philosophy, Cambridge, Blackwell, 1993,
págs. 471-488.
PATZIG, G., Hechos, normas, proposiciones, Barcelona, Alfa.

S-ar putea să vă placă și