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CONDUCTA AUTOAGRESIVA

Conducta: acciones que desarrolla un sujeto frente a los estímulos que recibe y a los vínculos que
establece con su entorno.

A la hora de hablar de conducta del ser humano, es muy frecuente que dentro de lo que es la
inteligencia emocional se establezcan tres diferentes tipos del término que nos ocupa. Por
ejemplo; la conducta agresiva, que es la que tienen aquellas personas que se caracterizan por
tratar de satisfacer sus necesidades que disfrutan del sentimiento de poder, que les gusta tener la
razón, que tienen la capacidad de humillar a los demás y que suelen ser enérgicos.

El segundo tipo de conducta establecida es el pasivo. En este caso concreto, quienes se


caracterizan por tenerla son personas tímidas, que ocultan sus sentimientos, que tienen
sensación de inseguridad, y de inferioridad,.

La tercera conducta es la asertiva: las personas que la poseen tienen entre sus principales señas
de identidad, el que siempre cumplen sus promesas, que reconocen tantos sus defectos como
sus virtudes, se sienten bien consigo mismos y hacen sentir bien a los demás, respetan al resto y
siempre acaban consiguiendo sus metas.

Las conductas autoagresivas pueden comprenderse como comportamientos transnosológicos


que, por su riesgo vital y complejidad psicopatológica, requieren de un diagnóstico y manejo
médico específicos. Este manejo debe ser conocido tanto por el médico psiquiatra como por
facultativos de otras especialidades. Existen variadas motivaciones que pueden desencadenar
conductas autolesivas, las que tienen su origen en dificultades específicas relacionadas con el
estado mental del paciente. Resulta imperativo identificar la presencia de patologías psiquiátricas
desencadenantes para orientar el apropiado manejo clínico.

Para conceptualizar las conductas autolesivas deliberadas es necesario precisar que éstas no
constituyen una patología en sí mismas, sino son un síndrome posible de ser encontrado en
diversas patologías psiquiátricas.

Una conducta autolesiva se define como toda conducta deliberada destinada a producirse daño
físico directo en el cuerpo, sin la intención de provocar la muerte ( CASIS)

El concepto excluye los rituales y prácticas culturales. Las autolesiones culturalmente


determinadas son repetidas por muchas generaciones de una cultura particular; en general son
de la misma naturaleza, enmarcadas en un contexto de creencias y tradiciones compartidas por
todos sus miembros y muchas veces con un claro significado simbólico. En consecuencia
constituyen un acto de pureza, valentía y/o de pertenencia a una subcultura o estamento.

El concepto también excluye el beber, fumar y comer en exceso pues si bien generan un daño, la
principal motivación de estas conductas es la búsqueda de placer; por lo que no son
consideradas autoinjurias, aunque indudablemente provocan daño indirecto a largo plazo.

Estimaciones de prevalencia en poblaciones clínicas encuentran que el 21% de los adultos y el 30


a 40% de los adolescentes que requieren hospitalización psiquiátrica es porque se han provocado
alguna conducta autolesiva.

En estudios comunitarios aplicados en población general, se describe que el 13 a 29% de los


adolescentes8 y el 4 a 6% de los adultos ha presentado esta conducta al menos una vez en la
vida. El mayor estudio poblacional publicado reporta conductas autolesivas repetidas (4 o más
veces al año) en el 4% de la población adolescente.
Estudios clínicos y poblacionales ubican la edad de comienzo entre los 10 y 15 años,
encontrándose que el inicio de estas conductas después de los 30 años es muy infrecuente.

Tradicionalmente se ha descrito que las conductas autolesivas son más frecuentes en las
mujeres, existiendo suficiente evidencia de esto en la población adolescente

. No obstante, en adultos los datos son contradictorios, tanto en poblaciones generales como
clínicas, lo que no permite asegurar que las mujeres adultas muestren mayor prevalencia que los
varones en el mismo rango etario Características clínicas

Las autoagresiones más comúnmente observadas son los cortes y magulladuras en las
extremidades y abdomen, producidos con objetos corto punzantes, también escoriarse la piel
hasta sangrar, quemarse o introducirse objetos subdérmicos. Debe destacarse que lo más
frecuente es el uso de múltiples y distintos métodos en cada ocasión. Se describe que las
mujeres muestran preferencia por cortarse superficialmente los antebrazos, mientras que los
hombres optan por golpearse o quemarse las extremidades.

Son factores de riesgo pertenecer al género femenino, ser adolescente, de bajo nivel
socioeconómico, con orientación homosexual o bisexual y presentar el antecedente de haberse
criado en un ambiente familiar adverso (violencia intrafamiliar, abuso, separaciones, madre muy
joven, escaso nivel educacional).

Clasificación de las formas de presentación clínica

Una de las clasificaciones más útiles en la práctica clínica es la propuesta por Simeon y Favazza
en 1995:

1. Conductas autolesivas mayores:

Son actos infrecuentes que producen grave daño tisular, tales como castración, enucleación
ocular y amputación de extremidades. Su aparición es repentina, impulsiva y cruenta. Alrededor
del 75% ocurre durante episodios psicóticos, generalmente en esquizofrenia, de los cuales la
mitad se presenta durante el primer episodio psicótico. También pueden aparecer en trastornos
anímicos graves, intoxicaciones, encefalitis, transexualismo y trastornos de personalidad severos.

2. Conductas autolesivas estereotipadas:

Este tipo de conductas se observan con mayor frecuencia en trastornos del espectro autista,
retardo mental severo y patologías neurológicas como síndrome de Lesch Nyhan, Cornelia de
Lange y Prader Willi. Los pacientes se golpean la cabeza repetitivamente, se muerden labios,
lengua, mejillas y manos, se rasguñan la piel, se abofetean la cara y se tiran el cabello. En
general, la severidad del daño es moderado y poseen una frecuencia altamente repetitiva y un
patrón de presentación rígido e inflexible.

3. Conductas autolesivas compulsivas:

Abarcan conductas repetitivas como rascarse reiteradamente la piel produciéndose


excoriaciones, morderse las uñas o tirarse el cabello. La intensidad del daño es leve a moderada,
con una frecuencia repetitiva y un patrón compulsivo, a veces experimentada como actos
automáticos. Ocasionalmente puede observarse en sujetos con delirio de parasitosis.

4. Conductas autolesivas impulsivas:

Las más frecuentes son cortarse o quemarse la piel, introducirse objetos punzantes en espacio
subdérmico, creando incluso cavidades en los tejidos. La severidad del daño fluctúa de leve a
moderado, se presenta ocasionalmente y puede ser ritualizado, y/o simbólico. Se observa con
mayor frecuencia en mujeres con trastornos de personalidad, especialmente en trastorno límite,
trastorno por estrés postraumático, trastorno de la conducta alimentaria, trastornos anímicos y
particularmente en individuos con antecedentes de abuso sex

ual en la infancia. Esta categoría se puede subdividir además en autoagresiones impulsivas


episódicas y autoagresiones repetitivas. En las autoagresiones impulsivas episódicas existe un
temor constante por dañarse a sí mismo, es decir, la conducta se vive con egodistonía, el sujeto
intenta resistirse a los impulsos autolesivos pero fracasa en forma recurrente. En general, en este
tipo de conductas se observa un aumento de la tensión previa a autoinferirse el daño físico, con
gratificación o alivio posterior a la ejecución de la lesión.

En las autoagresiones impulsivas repetitivas se especula la existencia de cierta predisposición


obsesivo-compulsiva. La conducta puede darse con una frecuencia casi diaria, sin un claro evento
precipitante externo o interno, y se presenta con un patrón compulsivo-adictivo. Es más común en
mujeres, comienza en la preadolescencia, pero también puede observarse en el período de
latencia y en preescolares. Persiste por décadas e incluso durante toda la vida. Este tipo de
autoagresiones se asocia a trastornos de personalidad del Cluster B, a trastorno por estrés
postraumático, a trastornos disociativos y a trastornos de la conducta alimentaria.

Aproximación comprensiva de las motivaciones para desarrollar conductas autolesivas

Klonsky resume los principales modelos biopsicosociales propuestos por otros autores:

1. Modelo de la regulación de los afectos:

Sugiere que la autoinjuria es una estrategia para aliviar afectos negativos agudos e intensos.
Desde las perspectivas sistémica y cognitiva, se postula que ambientes tempranos invalidantes
dificultan el desarrollo de apropiadas estrategias de afron-tamiento del estrés emocional. Sujetos
que se han desarrollado en estos ambientes y son vulnerables biológicamente hacia la
inestabilidad emocional, pueden encontrar en las conductas autolesivas medios útiles para
regular afectos negativos intolerables.

propusieron que las conductas autolesivas no suicidas conseguían beneficios bien a un nivel
intrapersonal (p.ej., reduciendo estrés agudo) o bien a un nivel interpersonal (p.ej., recibiendo
apoyos de otras personas y evitando demandas sociales).

La relevancia del factor interpersonal es cuestionable, dado que gran parte de estas conductas
son privadas, desconocidas por el entorno de quien las realiza. Este sistema de refuerzo se
entiende que sería automático, aunque en la revisión que realiza Klonsky (2007) las pruebas
sobre lo automático del refuerzo son mucho mayores para el refuerzo negativo, especialmente el
de naturaleza personal.

En concreto se entiende de manera unánime que las conductas


autolesivas no suicidas vienen precedidas por un intenso y
agudo afecto negativo y que la conducta lesiva disminuye ese
afecto negativo, disminución que se convierte en reforzador de
manera automática. Es decir, lesionarse disminuye
temporalmente el malestar. Pensemos en una persona que está
sufriendo emocionalmente y que opta por pellizcarse. El
pellizco va a suponer una importante ‘distracción emocional’ cuando empieza, bloqueando otras
fuentes de malestar. El fin del pellizco va a ser una fuente de alivio ( Franklin et al., 2013). Luego,
como estrategia de regulación emocional, ese pellizco quita sufrimiento y aporta satisfacción
momentánea. Es una estrategia que resulta reforzada, especialmente cuando otras no funcionan.
Como estrategia de regulación emocional, ese pellizco quita sufrimiento y aporta satisfacción
momentánea

Puede resultar más fácil entender esto si, por ejemplo, se recuerda a un niño morderse en
situaciones de tensión o si recordamos las imágenes de las fans de ídolos musicales arañándose
o estirando su cara ante la llegada de su estrella particular. Si profundizamos en la cuestión
encontramos, incluso, en una reciente investigación (Davis et al., 2014) para que las conductas
autolesivas no suicidas puedan ser una opción de regulación emocional, sólo sería necesario que
cuando la emoción se dé, otras estrategias de regulación (como por ejemplo la reevaluación),
fracasen.

2. Modelo de la disociación:

Comprende la autoinjuria como una respuesta a la aparición de estados de disociación, de


despersonalización y/o desrealización. Gunderson plantea que algunos sujetos
temperamentalmente vulnerables pueden precipitarse en estados de disociación cuando se alejan
de un objeto amado; este estado displacentero puede gatillar una conducta lesiva con el objetivo
de recontactarse con el sentido de mismidad y propiedad corporal a través del dolor,
permitiéndoles sentirse reales y revitalizados.

3. Modelo de conducta suicida alternativa:

La conducta autolesiva aparecería como un mecanismo adaptativo de resistirse al deseo genuino


de quitarse la vida. Producirse una lesión cutánea sería una forma alternativa de expresar
pensamientos y sentimientos autodestructivos, sin el riesgo directo de morir.

4. Modelo de influencia interpersonal:

La conducta autolesiva sería usada para influir sobre las conductas, afectos y decisiones de otras
personas significativas. Autolesionarse debería ser comprendido como

una voz de alarma, un medio para evitar el abandono o un intento por ser valorado.

5. Modelo de los límites interpersonales:

Sostiene que el sujeto que no ha desarrollado un sentido de identidad integrado vivencia una
dolorosa dificultad para individuarse y separarse de objetos significativos. Dañarse la piel como
órgano que separa físicamente al individuo de su entorno y los otros, le permitiría distinguir
concretamente su identidad física para afirmar su autonomía.

6.Modelo del castigo:

Marsha Linehan plantea que los sujetos que han crecido en ambientes tempranos desfavorables
aprenden que el castigo y la invalidación son aceptables e incluso necesarios para moldear
comportamientos. La autolesión es vivida egosin-tónicamente, constituyéndose en una conducta
de autocontrol dirigida a incentivar y mantener comportamientos deseables colectivamente.

7.Modelo de búsqueda de sensaciones:

Comprende la autolesión como una forma de generar excitación o regocijo en un sujeto


necesitado de emociones intensas para sentirse contactado con la vida. Se plantea que
biológicamente tendrían un estado hipohedonico basal que los impulsaría a la búsqueda activa de
sensaciones límites placenteras y a la vez dolorosas. Estas conductas se caracterizan por ser
repetidas adictivamente, privilegiando la obtención de novedad por sobre la evitación de daño a sí
mismo.

Conductas autolesivas versus intentos suicidas

Las conductas autolesivas sin fines suicidas pueden parecer similares clínicamente a los intentos
genuinos por morir, en la medida que implican agresión directa al sí mismo y en que están
presentes en una amplia gama de diagnósticos psiquiátricos. Sin embargo, a diferencia de los
intentos suicidas, el impacto de estas conductas es inmediato y de corta duración, y la conducta
puede ser repetida muchas veces hasta obtener el efecto deseado. La conducta no es
vislumbrada como una forma de terminar con la vida, ni de "realizar una pausa y desaparecer",
sino como una forma de mantener controladas las emociones negativas, detener el displacer y
afrontar contingencias, para luego continuar con los objetivos trazados para la propia biografía.

Teóricamente, las conductas autolesivas pueden diferenciarse de los intentos suicidas en tres
aspectos básicos: intención, repetición y letalidad. El intento suicida tiene como intención terminar
con la vida, a diferencia de las conductas autolesivas que pueden tener motivaciones como las
anteriormente descritas. Las conductas autolesivas tienden a presentarse repetitivamente, a
diferencia de los intentos suicidas que son ocasionales. Las conductas autolesivas tienden a usar
métodos de daño de baja letalidad, en comparación con la mayor letalidad del intento por morir.

Pese a las claras diferencias teóricas descritas, en la práctica clínica se observa que estas
conductas pueden presentarse conjuntamente en sujetos vulnerables. En personas con historia
de conductas autolesivas, se encuentra que el 33 a 37% de los adolescentes también reporta al
menos un intento suicida durante el último año. En adultos, entre 16 y 25% presentan
antecedentes de ambas conductas.

Existe suficiente evidencia para afirmar que el antecedente de conductas autolesivas es uno de
los más potentes predictores de suicidio consumado. Estudios de seguimiento señalan que,
alrededor de 9 años después de haber cometido un acto de autoinjuria, el 5% de los
autoagresores habrá consumado suicidio. El mayor riesgo de muerte se presenta dentro de los
primeros 6 meses luego de una autoagresión.

Hawton calcula que, durante un año después de autolesionarse, el riesgo de suicidio es 60 veces
mayor que en la población general. Aunque las autolesiones predicen intentos suicidas futuros,
los intentos suicidas no predicen futuras autolesiones.

Trastorno de personalidad límite y conductas autolesivas

En el manual diagnóstico DSM-IV, las conductas autolesivas sin fines suicidas no están tipificadas
como una entidad clínica específica, apareciendo únicamente como parte de los criterios
diagnósticos para el trastorno límite de personalidad; esta asociación se basa en que estudios en
población clínica muestran que más del 70% de los sujetos con diagnóstico de trastorno límite de
personalidad realizan conductas autolesivas repetitivas con distintas motivaciones, sin embargo,
no existen suficientes estudios realizados en población general que permitan evaluar la
asociación (o ausencia de asociación) entre estas conductas y otros diagnósticos psiquiátricos.

Se plantea que los factores que aumentan el riesgo de autolesiones en sujetos con trastorno
límite de personalidad son la presencia de impulsividad, inestabilidad afectiva, apego inseguro y
difusión de identidad. En estos sujetos, la presencia de comorbilidad con una o más patologías
del eje I aumenta el riesgo de repetir autolesiones así como el riesgo de realizar intentos suicidas
de alta letalidad.
Implicancias clínicas

El apropiado entrenamiento de un profesional de la salud mental en identificar las características


y motivaciones de una conducta autolesiva específica, permite evaluar el riesgo vital de un
paciente para planificar las intervenciones terapéuticas necesarias y suficientes en cada situación
clínica. El tratamiento psiquiátrico integral de un sujeto que se autolesiona sin el objetivo de morir
resulta diametralmente distinto del tratamiento de un sujeto que decide terminar con su vida, la
sospecha de intencionalidad suicida obliga a un manejo clínico altamente restrictivo, en el
contexto de una intervención médica intensiva que se impone a la voluntad tanto del propio
paciente como de su familia. Implementar un manejo psiquiátrico de esta complejidad no sólo
resulta costoso, desgastador y excesivo si la motivación del paciente no es morir, sino que
además interfiere con el vínculo terapéutico y la necesaria comprensión psicológica y relacional
de la conducta, llegando incluso a empeorar la evolución del paciente.

En la contraparte, subvalorar la intencionalidad autolítica de un paciente, malinterpretando sus


motivaciones puede conducir a la catástrofe de no identificar ni ofrecer ayuda a un potencial
suicida.

Las formas mas comunes de conductas autoagresivas incluyen : golpearse la cabeza,


morderse las manos, rascado o frotamiento excesivo, cortarse, etc.

Existen muchas razones posibles pr las que una persona podria producir conductas utoagresivas
desde razones bioquimicas a socioambientales.

Podríamos dividir las conductas autoagresivas en conductas autolesivas y conductas suicidas.

 En las personas depresivas, se pueden observar conductas con importantes lesiones


corporales, cuya motivación casi siempre es expiar supuestas culpas.
 También es bastante común esta conducta en pacientes esquizofrénicos, en los que se ha
llegado a observar como llegan a arrancarse un globo ocular o seccionarse varios dedos e
incluso una extremidad.
 Otro trastorno asociado a la conducta autoagresiva, es el trastorno límite de personalidad,
dónde se observan con bastante asiduidad marcas de cortes o golpes con motivo de
descargar su tensión acumulada o incluso como forma de culpabilizar a otros de sus
problemas y ante una profunda desesperación.
 El llamado síndrome de Münchausen (patomimesis o trastorno ficticio x su carácter irreal o
ausencia de trastorno comprobable), es un trstorno por el cual los que lo padecen se
producen daño físico con el fin de ser atendidos y cuidados en un hospital.
 En el llamado síndrome de Lesch-Nyham, que acusa un gran retraso mental por alteración
cromosómica, son comunes las mordeduras de v lengua, manos y brazos
entre los pacientes que lo sufren.
 La conocida como catatonía agitada, se caracteriza por golpes brutales contra las paredes
y los muebles con el único motivo de autodestruirse cuanto antes.

intento de suicidio, junto al suicidio, son las dos formas más representativas de esta conducta,
aunque no las únicas. Desgraciadamente existen muchos textos que sólo tienen en cuenta estos
dos aspectos, los que, por demás son los más graves, y no otros que detectándolos y tomándolos
en consideración de forma oportuna, evitarían que ambas ocurrieran.

El espectro completo del comportamiento suicida está conformado por la ideación de


autodestrucción en sus diferentes gradaciones: las amenazas, el gesto, el intento y el hecho
consumado.

La ideación suicida abarca un amplio campo de pensamiento que puede adquirir las siguientes
formas de presentación:
 El deseo de morir ("La vida no merece la pena vivirla", "Yo lo que debiera es morirme",
etcétera).
 La representación suicida ("Me he imaginado que me ahorcaba").
 La idea de autodestrucción sin planeamiento de la acción ("Me voy a matar", y al
preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "No sé cómo, pero lo voy a hacer").
 La idea suicida con un plan indeterminado o inespecífico aún ("Me voy a matar de
cualquier forma, con pastillas, tirándome delante de un carro, quemándome").
 La idea suicida con una adecuada planificación ("He pensado ahorcarme en el baño,
mientras mi esposa duerma"). Se le conoce también como plan suicida. Sumamente grave.

El comportamiento suicida es un continuo que va desde la ideación en sus diferentes


expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente
dicho. La presencia de cualquiera de estos indicadores (ideas, amenazas, gestos e intentos) debe
considerarse como un signo de alto riesgo en el individuo que los presenta.

Para prevenir el intento y el suicidio consumado, es primordial conocer los factores de riesgo, que
son aquellos que los predisponen.

Factores de riesgo suicida en la niñez

La infancia se considera, en general, como una etapa de la vida feliz, en la que la conducta
suicida no puede estar presente. Esto no siempre es así, en la niñez ocurren actos suicidas, los
cuales no son reportados como tal o lo hacen como accidentes en muchos países, y se considera
que es un fenómeno que va en aumento.

En la infancia los factores de riesgo debemos detectarlos, principalmente, en el medio familiar en


el que vive el menor. Así, hay que tener en cuenta si fue un niño deseado o no, pues en este
último caso existirán en mayor o menor grado, de forma explícita o encubierta, diferentes
manifestaciones de rechazo, con la lógica repercusión psicológica en el menor.

La edad de los progenitores tiene importancia. Los embarazos en personas demasiado jóvenes
dan lugar a trastornos en la atención y la educación del niño debido a la inmadurez bio-
psicológica de los padres. Los embarazos en personas maduras, son causa de una crianza
defectuosa por la disminución de la energía vital que impide satisfacer las demandas del menor
en su lógico desarrollo, lo que provoca actitudes que pueden cubrir toda una gama, desde la
sobreprotección limitante hasta la permisividad.

El seguimiento durante el embarazo y los controles obstétricos periódicos tienen importancia,


pues denotan disciplina y responsabilidad con el fruto de la concepción. Una embarazada que no
asiste a las consultas médicas y es despreocupada con su estado, no debe resultar una madre
responsable con la crianza de su hijo.

Entre los motivos más frecuentes que llevan al acto suicida en la niñez, se encuentran:

 Presenciar acontecimientos dolorosos (divorcio, separación, muerte de un ser querido).


 Problemas con las relaciones paterno-filiales.
 Problemas escolares.
 Llamadas de atención de padres o maestros con carácter humillante.
 Búsqueda de afecto y atención.
 Agredir a otros.
 Deseos de reunirse con un ser querido fallecido.

Los métodos elegidos por los menores para autodestruirse dependen de la disponibilidad de
éstos, de las propias experiencias y las circunstancias del momento. Se citan: la ingestión de
tabletas, venenos agrícolas, kerosene, lociones para la piel, precipitación, ahorcamiento, fuego,
corte de vasos sanguíneos, etcétera. Por lo general, las niñas intentan contra su vida a menor
edad que los niños y en los lugares que habitualmente habitan o frecuentan (hogar, escuela, casa
de amigos, etcétera).

Cabe destacar, que el suicidio patológico se produce por orden de frecuencia en depresivos,
alcohólicos, esquizofrénicos, epilépticos y personalidades histriónicas o borderline (límites).

PRQ.ALGUNOS NIÑOS SE LASTIMAN A SÍ MISMOS ?

Las razones de estas actuaciones, según el siquiatra infantil Germán Casas, pueden ser de tres
tipos: sicológico, neurológico o manipulación.

NTERVENCIÓN Y COMPRENSIÓN DE CONDUCTAS AUTOAGRESIVAS

Existen muchas razones posibles por las que una persona podría producir
conductas autoagresivas, desde razones bioquímicas a socioambientales. Este artículo discutirá
algunas de estas numerosas causas de la autoagresión y recomendará las intervenciones para
cada causa.

Análisis Funcional

Un análisis funcional de la conducta autoagresiva del individuo


debería realizarse como prioridad para obtener una Descripción detallada de la conducta y
determinar las relaciones posibles entre la conducta y el ambiente físico y social (ver Wacker,
Northup y Lambert, 1997).

La información obtenida de un análisis funcional debería incluir: ¿Quién estaba presente?, ¿Qué
pasó antes, durante y después de la conducta?, ¿Cuándo ocurrió?, ¿Dónde ocurrió?. Se podría
esperar que, contestando a estas preguntas, se ayude a revelar por qué ocurre la conducta.
Antes de la recolección de datos, es importante definir la conducta de interés.
El foco del análisis funcional debe ser una conducta específica (p.ej. morderse las muñecas) más
que una categoría conductual amplia (p.ej. conductas autoagresivas). Combinar varios tipos de
autoagresión podría hacer difícil el proceso de determinar
las diferentes causas para cada conducta.
Por ejemplo, si una persona se muerde las muñecas y muestra un rascado excesivo, podría
haber diferentes razones para cada conducta (ver Edelson, Taubman y Lovaas, 1983). Morderse
la muñeca podría deberse a una reacción ante la frustración, mientras que el rascado xcesivo
podría ser una manera de autoestimulación.

Durante la recolección de datos, las características más destacables de la conducta autoagresiva


deberían ser registradas, por ejemplo, su frecuencia, duración y severidad. La recolección de
datos debería incluir también información sobre el ambiente físico y social de la persona. El
ambiente físico incluye: el contexto (p.ej. el aula, cafetería, parque de juego), la iluminación (luz
natural, fluorescente, incandescente) y sonidos (p.ej. la cortadora de cesped, otro niño llorando).
Los nombres (o códigos) de todos los presentes en el ambiente deberían ser registrados. Aquí,
debe incluirse a los maestros, padres, empleados, visitantes y estudiantes/clientes. Otros factores
destacables a ser registrados son: la hora, día de la semana, comida ingerida en las últimas 36
horas, y posiblemente las características de otras personas (p.ej. perfume, olor). Razones
Fisiológicas de la conducta Autoagresiva.

Los especialistas sugieren cuatro causas de conductas autolesivas en el niño

1-.Respuesta ante una frustración. Es un sentimiento de enojo que en ocasiones se expresa a


través de acciones que tienen como objetivo el de lastimarse a sí mismo.
2. Llamar la atención. Esta conducta es menos violenta; ejemplo, es rascarse excesivamente o
morderse los labios. El objetivo es atraer el afecto de la gente que lo rodea.

3. Consecuencia de una agresión. Ya sea en casa o en la escuela, este tipo de conductas pueden
ser respuesta de algún tipo de violencia que esté recibiendo el niño.

4. Puede ser estimulante. Sobre todo en un contexto solitario. Para estos niños es la única
manera de recibir cariño, infringiéndose dolor.

Algunas medidas que pueden efectuar los padres para controlar este problema son las siguientes:

1. Se debe hacer consciente al niño del valor que tiene cuidar su cuerpo.
2. Detectar si es resultado de alguna frustracion y cuál es
3. Si es para llamar la atención, es preferible que los padres busquen espacios de
convivencia con sus hijos.

Las conductas autodestructivas se pueden presentar desde los dos años de edad, es por ello
que es importante que tengan cuidado y que observen con detenimiento su forma de actuar.
Recuerda, lo más importante es la salud de tu familia.

Causas Bioquímicas

Algunos investigadores han sugerido que ciertos neurotransmisores podrían causar conductas
autoagresivas. Las Beta-endorfinas son sustancias pseudo-opiáceas en el cerebro, y la
autoagresión podría incrementar su producción y/o liberación. Como resultado, el
individuo experimenta un efecto pseudo-anestésico y, de forma ostensible, no experimentará
ningún dolor mientras produce la conducta (Sandman y cols., 1983). Además, la liberación de
endorfinas produce en el sujeto una sensación similar a la uforia. El apoyo a esta
explicación proviene de estudios en los cuales
Investigación en animales de laboratorio, así como investigaciones
donde son administradas drogas a seres humanos, han indicado que una deficiencia de
serotonina y altos niveles de dopamina están asociados a conductas autoagresivas (DiChiara y
cols., 1971; Mueller y Nyhan, 1982). En un estudio con población heterogénea de individuos
con retraso mental, Greenberg y Coleman (1976) administraron drogas como la reserpina y
clorpromazina, que reducen los niveles de serotonina.
Estos investigadores observaron un incremento dramático en conductas agresivas y
autoagresivas. Las drogas que elevan los niveles de dopamina, como las anfetaminas y la
apomorfina, producen conductas autoagresivas (Mueller y Nyhan, 1982; Mueller y cols., 1982).
Otro hallazgo interesante fue el realizado por Coleman (1994), quien estudió un grupo de niños
autistas que mostraban bajos niveles de calcio (p.ej. hipocalcinuria). Estos individuos a menudo
exhibían conductas de golpearse los ojos con la punta de los dedos (eye- poking). Cuando se le
administraron suplementos de calcio, esta conducta disminuyó notablemente. Además de esto, se
observó una mejoría en el funcionamiento del lenguaje.

Genética.
La conducta autoagresiva se encuentra asociada a varios desórdenes genéticos, incluyendo el
Síndrome Lesch-Nyhan, Síndrome X Frágil y Síndrome Cornelia de Lange. Se cree que estos
desórdenes genéticos podrían causar alguna forma de daño estructural y/o
anormalidades bioquímicas las cuales, a su vez, podrían causar que el individuo se autoagreda.

Qué observar: aquellas personas con Síndrome de Lesch-Nyhan a menudo se muerden alrededor
de la boca y los dedos; aquellos con Síndrome de X Frágil a menudo se muerden (incluyendo los
labios y dedos); y aquellos con Síndrome Cornelia de Lange se muerden y se pegan en la cara.
Es muy posible que estos individuos exhiban otras formas de autoagresión y sea debida a
razones no fisiológicas. Por ejemplo, su conducta puede deberse en parte a la frustración
resultante de pobres habilidades de comunicación .

Intervenciones: las intervenciones bioquímicas como suplementos nutricionales y medicación


parecen ser los tratamientos de elección para estos individuos. También es posible que las otras
intervenciones discutidas en este artículo podrían ayudar a estos individuos. Por ejemplo, la
modificación de conducta podría enseñarles a inhibir dichas conductas.

Dolor.

Otra razón por la cual un individuo puede golpearse la cabeza, es para reducir dolor de una
infección del oído medio o una migraña (de Lissovoy, 1963; Gualtieri, 1989). Adicionalmente,
algunos individuos autistas reportan que ciertos sonidos como los de un bebé llorando o una
aspiradora les producen dolor.
En todos estos ejemplos, la autoagresión puede producir la liberación de beta-endorfinas
las cuales pueden disminuir el dolor. Por el contrario, estos sujetos pueden estar "bloqueando" el
dolor. En este caso, la estimulación en un área del cuerpo (en este caso debido al daño
autoproducido) podría reducir o aplacar el dolor en otra área del cuerpo.

Qué observar: la conducta de autoagresión podría ocurrir


esporádicamente. El individuo podría mostrar signos de enfermedad o parecer con malestar y
dolor en aquellos días cuando exhibe la
autoagresión. La historia familiar del individuo debe ser chequeada
para verificar si la migraña se presenta como antecedente. Si es
posible, se deben examinar los oídos y tomar la temperatura corporal para asegurarse sobre la
presencia de infecciones en el oído medio.

Intervención: el consumo de productos lácteos está a menudo asociado con infecciones del oído
medio en algunas personas alérgicas. Ciertos alimentos en la dieta de un individuo pueden ser
responsables por las migrañas. Adicionalmente, la deficiencia de magnesio se asocia a
un aumento de la sensibilidad al sonido. Los suplementos de magnesio son seguros y pueden
reducir la sensibilidad al sonido en algunos individuos.

Sensorial.

El rascado o frotamiento excesivos podrían ser formas extremas de


autoestimulación. La persona podría no sentir los niveles normales de estimulación física; y como
resultado, daña su piel tratando de
recibir estimulación o incrementar excitación (Edelson, 1984).

Qué observar: las personas parecen ser insensibles al dolor y


posiblemente al tacto. La conducta podría disminuir si la persona está ocupada (p.ej. jugando,
trabajando en una tarea) debido a que su atención se dirige fuera de su cuerpo.

Intervención: se debe animar a la persona a aplicar formas más seguras de estimulación física en
aquellas partes del cuerpo que rasca o frota excesivamente. Esto podría incluir aplicar un vibrador
de masaje, frotar objetos con textura contra la piel (como macarrones o granos sin cocinar), frotar
un cepillo contra la piel.

Frustración.

Los cuidadores y padres informan a menudo que la autoagresión de los niños es resultado de la
frustración. Esto es consistente con el
modelo Frustración-Agresión propuesto por Dollard y sus colegas
(1939). Comúnmente se informa de situaciones como la siguiente: una persona con pobres
habilidades de comunicación se frustra debido a su falta de comprensión (p.ej. comunicación
receptiva) o debido a que los cuidadores les falta capacidad de comprensión (p.ej.
pobre comunicación expresiva); o un individuo que muestra buenas capacidades comunicativas
pero no obtiene lo que desea. Estas razones son discutidas en la siguiente sección.

Causas Sociales

Comunicación.

Los problemas de comunicación han estado muy a menudo asociados a conductas


autoagresivas. Si una persona posee pobres habilidades receptivas y/o comprensivas, esto puede
llevarle a frustración e incrementarse hasta convertirse en autoagresión.

Qué Observar: si la persona posee pobres habilidades receptivas, el problema podría ser la
comunicación si las conductas ocurren después de que alguien le diga algo. Adicionalmente, si el
individuo posee pobres habilidades expresivas, las conductas autoagresivas podrían ocurrir
después que el individuo trate de comunicarse, quizás mediante gestos; y los cuidadores no lo
entienden o no responden apropiadamente. En estas circunstancias, las personas podrían
comenzar la autoagresión sin realizar ningún gesto previo a la conducta. Esta persona podría
haber aprendido con el tiempo que recibirá atención después de producir autoagresión.

Intervención: la persona podría no comprender lo que se le dice y trata de comunicarse con


métodos no verbales (p.ej. lenguaje de
signos, gestos). Con respecto al lenguaje expresivo, a estos
individuos se le debe enseñar un método de comunicación funcional
(Dyer y Larsson, 1997).

Atención Social.

Mucha investigación se ha focalizado en las contingencias sociales de la autoagresión. Lovaas y


colaboradores fueron capaces de controlar la frecuencia de la autoagresión mediante la
manipulación de consecuencias sociales (Lovaas y cols., 1965; Lovaas y Simmons, 1969).
Básicamente, la atención positiva puede aumentar la frecuencia de la autoagresión (p.ej. refuerzo
positivo), mientras que ignorar la
conducta puede disminuir su frecuencia (p.ej. extinción).

Qué Observar: posterior a un episodio de autoagresión, se puede


observar al cuidador atender al individuo. Esta atención puede ser
positiva (p.ej. ¿Qué quieres?) o negativa (¡No hagas eso!). Note que el individuo podría interpretar
la atención negativa de una manera positiva; y consecuentemente, la conducta aún así es
reforzada.

Intervenciones: si el individuo tiende a recibir atención posterior a la conducta, especialmente si la


atención es positiva, entonces el
cuidador debe ignorar la conducta. Si esto no es posible debido a que el individuo se puede
dañar, entonces el cuidador debe minimizar el contacto con el individuo mostrando mínima
expresión facial (ni aprobatoria ni desaprobatoria). La consistencia es muy importante debido a
que la conducta continuará si el individuo recibe reforzamiento continuo (p.ej. atención) por su
conducta.

Obtención de Objetos o Eventos.


Otra de las razones por las cuales un individuo podría producir
conductas autoagresivas es obtener un objeto o evento (Durand, 1986;
Durand y Cremmins, 1988). Por ejemplo, un individuo podría pedir algo, no recibirlo y entonces
producir una conducta autoagresiva.
Adicionalmente, la conducta podría reforzarse positivamente, si el
individuo recibe ocasionalmente el objeto o evento deseado. Una
encuesta realizada por Maisto y cols., (1978) reportó que un 33% de los pacientes producían
conductas autoagresivas porque "deseaban algo".
Qué observar: la autoagresión podrá observarse típicamente después que se pida algo y no lo
obtenga. Mientras se produce la autoagresión, el individuo ocasionalmente obtiene lo que desea.

Intervención: los cuidadores del individuo no deberían dar nada al


individuo durante o posterior al episodio de autoagresión. La
consistencia también es importante, debido a que la conducta
continuará aun si la persona "obtiene lo que desea" solo en algunas ocasiones (vea la discusión
previa sobre el reforzamiento
intermitente). Un programa conductual se puede utilizar para
permitirle al individuo que obtenga lo que desea, pero esto debe
suceder de una forma sistemática, controlada y no-violenta (p.ej. dar a la persona opciones de
momentos específicos durante el día).

Evitación/Escape.

Algunos individuos producen conductas autoagresivas para escapar


o evitr ncuentros sociales "aversivos" (Carr y cols., 1976; Edelson y
cols., 1983). El individuo podría producir conductas autoagresivas
justo antes de las interacciones sociales; y por ende, las evitará
antes que comiencen. De forma alternativa, el individuo podría
producir conductas autoagresivas para escapar (terminar) encuentros sociales que ya se han
iniciado. Por ejemplo, un cuidador podría pedirle a su paciente que haga algo (p.ej. que abandone
el área de juego); y si el individuo no desea cooperar, podría producir una autoagresión. Como
consecuencia, la respuesta inicial del cuidador es olvidada, y su atención se desvía a controlar la
autoagresión.

Qué observar: en una situación de "evitación", la persona podría


comenzar la autoagresión poco después que alguien entra en el cuarto y
se le acerca. En una situación de "escape", el individuo podría
comenzar la autoagresión durante un encuentro social. Los pedidos del cuidador son
abandonadas poco después que el sujeto produce una autoagresión.
Intervenciones: en esta situación es importante que el cuidador
"llegue al final" con sus pedidos o demandas al individuo. Si el
individuo produce una autoagresión, el cuidador puede continuar
haciendo sus pedidos durante la conducta; o el cuidador puede dirigir
su atención a parar la conducta pero presentando de inmediato el
pedido hasta que el individuo colabore.

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