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Conducta: acciones que desarrolla un sujeto frente a los estímulos que recibe y a los vínculos que
establece con su entorno.
A la hora de hablar de conducta del ser humano, es muy frecuente que dentro de lo que es la
inteligencia emocional se establezcan tres diferentes tipos del término que nos ocupa. Por
ejemplo; la conducta agresiva, que es la que tienen aquellas personas que se caracterizan por
tratar de satisfacer sus necesidades que disfrutan del sentimiento de poder, que les gusta tener la
razón, que tienen la capacidad de humillar a los demás y que suelen ser enérgicos.
La tercera conducta es la asertiva: las personas que la poseen tienen entre sus principales señas
de identidad, el que siempre cumplen sus promesas, que reconocen tantos sus defectos como
sus virtudes, se sienten bien consigo mismos y hacen sentir bien a los demás, respetan al resto y
siempre acaban consiguiendo sus metas.
Para conceptualizar las conductas autolesivas deliberadas es necesario precisar que éstas no
constituyen una patología en sí mismas, sino son un síndrome posible de ser encontrado en
diversas patologías psiquiátricas.
Una conducta autolesiva se define como toda conducta deliberada destinada a producirse daño
físico directo en el cuerpo, sin la intención de provocar la muerte ( CASIS)
El concepto también excluye el beber, fumar y comer en exceso pues si bien generan un daño, la
principal motivación de estas conductas es la búsqueda de placer; por lo que no son
consideradas autoinjurias, aunque indudablemente provocan daño indirecto a largo plazo.
Tradicionalmente se ha descrito que las conductas autolesivas son más frecuentes en las
mujeres, existiendo suficiente evidencia de esto en la población adolescente
. No obstante, en adultos los datos son contradictorios, tanto en poblaciones generales como
clínicas, lo que no permite asegurar que las mujeres adultas muestren mayor prevalencia que los
varones en el mismo rango etario Características clínicas
Las autoagresiones más comúnmente observadas son los cortes y magulladuras en las
extremidades y abdomen, producidos con objetos corto punzantes, también escoriarse la piel
hasta sangrar, quemarse o introducirse objetos subdérmicos. Debe destacarse que lo más
frecuente es el uso de múltiples y distintos métodos en cada ocasión. Se describe que las
mujeres muestran preferencia por cortarse superficialmente los antebrazos, mientras que los
hombres optan por golpearse o quemarse las extremidades.
Son factores de riesgo pertenecer al género femenino, ser adolescente, de bajo nivel
socioeconómico, con orientación homosexual o bisexual y presentar el antecedente de haberse
criado en un ambiente familiar adverso (violencia intrafamiliar, abuso, separaciones, madre muy
joven, escaso nivel educacional).
Una de las clasificaciones más útiles en la práctica clínica es la propuesta por Simeon y Favazza
en 1995:
Son actos infrecuentes que producen grave daño tisular, tales como castración, enucleación
ocular y amputación de extremidades. Su aparición es repentina, impulsiva y cruenta. Alrededor
del 75% ocurre durante episodios psicóticos, generalmente en esquizofrenia, de los cuales la
mitad se presenta durante el primer episodio psicótico. También pueden aparecer en trastornos
anímicos graves, intoxicaciones, encefalitis, transexualismo y trastornos de personalidad severos.
Este tipo de conductas se observan con mayor frecuencia en trastornos del espectro autista,
retardo mental severo y patologías neurológicas como síndrome de Lesch Nyhan, Cornelia de
Lange y Prader Willi. Los pacientes se golpean la cabeza repetitivamente, se muerden labios,
lengua, mejillas y manos, se rasguñan la piel, se abofetean la cara y se tiran el cabello. En
general, la severidad del daño es moderado y poseen una frecuencia altamente repetitiva y un
patrón de presentación rígido e inflexible.
Las más frecuentes son cortarse o quemarse la piel, introducirse objetos punzantes en espacio
subdérmico, creando incluso cavidades en los tejidos. La severidad del daño fluctúa de leve a
moderado, se presenta ocasionalmente y puede ser ritualizado, y/o simbólico. Se observa con
mayor frecuencia en mujeres con trastornos de personalidad, especialmente en trastorno límite,
trastorno por estrés postraumático, trastorno de la conducta alimentaria, trastornos anímicos y
particularmente en individuos con antecedentes de abuso sex
Klonsky resume los principales modelos biopsicosociales propuestos por otros autores:
Sugiere que la autoinjuria es una estrategia para aliviar afectos negativos agudos e intensos.
Desde las perspectivas sistémica y cognitiva, se postula que ambientes tempranos invalidantes
dificultan el desarrollo de apropiadas estrategias de afron-tamiento del estrés emocional. Sujetos
que se han desarrollado en estos ambientes y son vulnerables biológicamente hacia la
inestabilidad emocional, pueden encontrar en las conductas autolesivas medios útiles para
regular afectos negativos intolerables.
propusieron que las conductas autolesivas no suicidas conseguían beneficios bien a un nivel
intrapersonal (p.ej., reduciendo estrés agudo) o bien a un nivel interpersonal (p.ej., recibiendo
apoyos de otras personas y evitando demandas sociales).
La relevancia del factor interpersonal es cuestionable, dado que gran parte de estas conductas
son privadas, desconocidas por el entorno de quien las realiza. Este sistema de refuerzo se
entiende que sería automático, aunque en la revisión que realiza Klonsky (2007) las pruebas
sobre lo automático del refuerzo son mucho mayores para el refuerzo negativo, especialmente el
de naturaleza personal.
Puede resultar más fácil entender esto si, por ejemplo, se recuerda a un niño morderse en
situaciones de tensión o si recordamos las imágenes de las fans de ídolos musicales arañándose
o estirando su cara ante la llegada de su estrella particular. Si profundizamos en la cuestión
encontramos, incluso, en una reciente investigación (Davis et al., 2014) para que las conductas
autolesivas no suicidas puedan ser una opción de regulación emocional, sólo sería necesario que
cuando la emoción se dé, otras estrategias de regulación (como por ejemplo la reevaluación),
fracasen.
2. Modelo de la disociación:
La conducta autolesiva sería usada para influir sobre las conductas, afectos y decisiones de otras
personas significativas. Autolesionarse debería ser comprendido como
una voz de alarma, un medio para evitar el abandono o un intento por ser valorado.
Sostiene que el sujeto que no ha desarrollado un sentido de identidad integrado vivencia una
dolorosa dificultad para individuarse y separarse de objetos significativos. Dañarse la piel como
órgano que separa físicamente al individuo de su entorno y los otros, le permitiría distinguir
concretamente su identidad física para afirmar su autonomía.
Marsha Linehan plantea que los sujetos que han crecido en ambientes tempranos desfavorables
aprenden que el castigo y la invalidación son aceptables e incluso necesarios para moldear
comportamientos. La autolesión es vivida egosin-tónicamente, constituyéndose en una conducta
de autocontrol dirigida a incentivar y mantener comportamientos deseables colectivamente.
Las conductas autolesivas sin fines suicidas pueden parecer similares clínicamente a los intentos
genuinos por morir, en la medida que implican agresión directa al sí mismo y en que están
presentes en una amplia gama de diagnósticos psiquiátricos. Sin embargo, a diferencia de los
intentos suicidas, el impacto de estas conductas es inmediato y de corta duración, y la conducta
puede ser repetida muchas veces hasta obtener el efecto deseado. La conducta no es
vislumbrada como una forma de terminar con la vida, ni de "realizar una pausa y desaparecer",
sino como una forma de mantener controladas las emociones negativas, detener el displacer y
afrontar contingencias, para luego continuar con los objetivos trazados para la propia biografía.
Teóricamente, las conductas autolesivas pueden diferenciarse de los intentos suicidas en tres
aspectos básicos: intención, repetición y letalidad. El intento suicida tiene como intención terminar
con la vida, a diferencia de las conductas autolesivas que pueden tener motivaciones como las
anteriormente descritas. Las conductas autolesivas tienden a presentarse repetitivamente, a
diferencia de los intentos suicidas que son ocasionales. Las conductas autolesivas tienden a usar
métodos de daño de baja letalidad, en comparación con la mayor letalidad del intento por morir.
Pese a las claras diferencias teóricas descritas, en la práctica clínica se observa que estas
conductas pueden presentarse conjuntamente en sujetos vulnerables. En personas con historia
de conductas autolesivas, se encuentra que el 33 a 37% de los adolescentes también reporta al
menos un intento suicida durante el último año. En adultos, entre 16 y 25% presentan
antecedentes de ambas conductas.
Existe suficiente evidencia para afirmar que el antecedente de conductas autolesivas es uno de
los más potentes predictores de suicidio consumado. Estudios de seguimiento señalan que,
alrededor de 9 años después de haber cometido un acto de autoinjuria, el 5% de los
autoagresores habrá consumado suicidio. El mayor riesgo de muerte se presenta dentro de los
primeros 6 meses luego de una autoagresión.
Hawton calcula que, durante un año después de autolesionarse, el riesgo de suicidio es 60 veces
mayor que en la población general. Aunque las autolesiones predicen intentos suicidas futuros,
los intentos suicidas no predicen futuras autolesiones.
En el manual diagnóstico DSM-IV, las conductas autolesivas sin fines suicidas no están tipificadas
como una entidad clínica específica, apareciendo únicamente como parte de los criterios
diagnósticos para el trastorno límite de personalidad; esta asociación se basa en que estudios en
población clínica muestran que más del 70% de los sujetos con diagnóstico de trastorno límite de
personalidad realizan conductas autolesivas repetitivas con distintas motivaciones, sin embargo,
no existen suficientes estudios realizados en población general que permitan evaluar la
asociación (o ausencia de asociación) entre estas conductas y otros diagnósticos psiquiátricos.
Se plantea que los factores que aumentan el riesgo de autolesiones en sujetos con trastorno
límite de personalidad son la presencia de impulsividad, inestabilidad afectiva, apego inseguro y
difusión de identidad. En estos sujetos, la presencia de comorbilidad con una o más patologías
del eje I aumenta el riesgo de repetir autolesiones así como el riesgo de realizar intentos suicidas
de alta letalidad.
Implicancias clínicas
Existen muchas razones posibles pr las que una persona podria producir conductas utoagresivas
desde razones bioquimicas a socioambientales.
intento de suicidio, junto al suicidio, son las dos formas más representativas de esta conducta,
aunque no las únicas. Desgraciadamente existen muchos textos que sólo tienen en cuenta estos
dos aspectos, los que, por demás son los más graves, y no otros que detectándolos y tomándolos
en consideración de forma oportuna, evitarían que ambas ocurrieran.
La ideación suicida abarca un amplio campo de pensamiento que puede adquirir las siguientes
formas de presentación:
El deseo de morir ("La vida no merece la pena vivirla", "Yo lo que debiera es morirme",
etcétera).
La representación suicida ("Me he imaginado que me ahorcaba").
La idea de autodestrucción sin planeamiento de la acción ("Me voy a matar", y al
preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "No sé cómo, pero lo voy a hacer").
La idea suicida con un plan indeterminado o inespecífico aún ("Me voy a matar de
cualquier forma, con pastillas, tirándome delante de un carro, quemándome").
La idea suicida con una adecuada planificación ("He pensado ahorcarme en el baño,
mientras mi esposa duerma"). Se le conoce también como plan suicida. Sumamente grave.
Para prevenir el intento y el suicidio consumado, es primordial conocer los factores de riesgo, que
son aquellos que los predisponen.
La infancia se considera, en general, como una etapa de la vida feliz, en la que la conducta
suicida no puede estar presente. Esto no siempre es así, en la niñez ocurren actos suicidas, los
cuales no son reportados como tal o lo hacen como accidentes en muchos países, y se considera
que es un fenómeno que va en aumento.
La edad de los progenitores tiene importancia. Los embarazos en personas demasiado jóvenes
dan lugar a trastornos en la atención y la educación del niño debido a la inmadurez bio-
psicológica de los padres. Los embarazos en personas maduras, son causa de una crianza
defectuosa por la disminución de la energía vital que impide satisfacer las demandas del menor
en su lógico desarrollo, lo que provoca actitudes que pueden cubrir toda una gama, desde la
sobreprotección limitante hasta la permisividad.
Entre los motivos más frecuentes que llevan al acto suicida en la niñez, se encuentran:
Los métodos elegidos por los menores para autodestruirse dependen de la disponibilidad de
éstos, de las propias experiencias y las circunstancias del momento. Se citan: la ingestión de
tabletas, venenos agrícolas, kerosene, lociones para la piel, precipitación, ahorcamiento, fuego,
corte de vasos sanguíneos, etcétera. Por lo general, las niñas intentan contra su vida a menor
edad que los niños y en los lugares que habitualmente habitan o frecuentan (hogar, escuela, casa
de amigos, etcétera).
Cabe destacar, que el suicidio patológico se produce por orden de frecuencia en depresivos,
alcohólicos, esquizofrénicos, epilépticos y personalidades histriónicas o borderline (límites).
Las razones de estas actuaciones, según el siquiatra infantil Germán Casas, pueden ser de tres
tipos: sicológico, neurológico o manipulación.
Existen muchas razones posibles por las que una persona podría producir
conductas autoagresivas, desde razones bioquímicas a socioambientales. Este artículo discutirá
algunas de estas numerosas causas de la autoagresión y recomendará las intervenciones para
cada causa.
Análisis Funcional
La información obtenida de un análisis funcional debería incluir: ¿Quién estaba presente?, ¿Qué
pasó antes, durante y después de la conducta?, ¿Cuándo ocurrió?, ¿Dónde ocurrió?. Se podría
esperar que, contestando a estas preguntas, se ayude a revelar por qué ocurre la conducta.
Antes de la recolección de datos, es importante definir la conducta de interés.
El foco del análisis funcional debe ser una conducta específica (p.ej. morderse las muñecas) más
que una categoría conductual amplia (p.ej. conductas autoagresivas). Combinar varios tipos de
autoagresión podría hacer difícil el proceso de determinar
las diferentes causas para cada conducta.
Por ejemplo, si una persona se muerde las muñecas y muestra un rascado excesivo, podría
haber diferentes razones para cada conducta (ver Edelson, Taubman y Lovaas, 1983). Morderse
la muñeca podría deberse a una reacción ante la frustración, mientras que el rascado xcesivo
podría ser una manera de autoestimulación.
3. Consecuencia de una agresión. Ya sea en casa o en la escuela, este tipo de conductas pueden
ser respuesta de algún tipo de violencia que esté recibiendo el niño.
4. Puede ser estimulante. Sobre todo en un contexto solitario. Para estos niños es la única
manera de recibir cariño, infringiéndose dolor.
Algunas medidas que pueden efectuar los padres para controlar este problema son las siguientes:
1. Se debe hacer consciente al niño del valor que tiene cuidar su cuerpo.
2. Detectar si es resultado de alguna frustracion y cuál es
3. Si es para llamar la atención, es preferible que los padres busquen espacios de
convivencia con sus hijos.
Las conductas autodestructivas se pueden presentar desde los dos años de edad, es por ello
que es importante que tengan cuidado y que observen con detenimiento su forma de actuar.
Recuerda, lo más importante es la salud de tu familia.
Causas Bioquímicas
Algunos investigadores han sugerido que ciertos neurotransmisores podrían causar conductas
autoagresivas. Las Beta-endorfinas son sustancias pseudo-opiáceas en el cerebro, y la
autoagresión podría incrementar su producción y/o liberación. Como resultado, el
individuo experimenta un efecto pseudo-anestésico y, de forma ostensible, no experimentará
ningún dolor mientras produce la conducta (Sandman y cols., 1983). Además, la liberación de
endorfinas produce en el sujeto una sensación similar a la uforia. El apoyo a esta
explicación proviene de estudios en los cuales
Investigación en animales de laboratorio, así como investigaciones
donde son administradas drogas a seres humanos, han indicado que una deficiencia de
serotonina y altos niveles de dopamina están asociados a conductas autoagresivas (DiChiara y
cols., 1971; Mueller y Nyhan, 1982). En un estudio con población heterogénea de individuos
con retraso mental, Greenberg y Coleman (1976) administraron drogas como la reserpina y
clorpromazina, que reducen los niveles de serotonina.
Estos investigadores observaron un incremento dramático en conductas agresivas y
autoagresivas. Las drogas que elevan los niveles de dopamina, como las anfetaminas y la
apomorfina, producen conductas autoagresivas (Mueller y Nyhan, 1982; Mueller y cols., 1982).
Otro hallazgo interesante fue el realizado por Coleman (1994), quien estudió un grupo de niños
autistas que mostraban bajos niveles de calcio (p.ej. hipocalcinuria). Estos individuos a menudo
exhibían conductas de golpearse los ojos con la punta de los dedos (eye- poking). Cuando se le
administraron suplementos de calcio, esta conducta disminuyó notablemente. Además de esto, se
observó una mejoría en el funcionamiento del lenguaje.
Genética.
La conducta autoagresiva se encuentra asociada a varios desórdenes genéticos, incluyendo el
Síndrome Lesch-Nyhan, Síndrome X Frágil y Síndrome Cornelia de Lange. Se cree que estos
desórdenes genéticos podrían causar alguna forma de daño estructural y/o
anormalidades bioquímicas las cuales, a su vez, podrían causar que el individuo se autoagreda.
Qué observar: aquellas personas con Síndrome de Lesch-Nyhan a menudo se muerden alrededor
de la boca y los dedos; aquellos con Síndrome de X Frágil a menudo se muerden (incluyendo los
labios y dedos); y aquellos con Síndrome Cornelia de Lange se muerden y se pegan en la cara.
Es muy posible que estos individuos exhiban otras formas de autoagresión y sea debida a
razones no fisiológicas. Por ejemplo, su conducta puede deberse en parte a la frustración
resultante de pobres habilidades de comunicación .
Dolor.
Otra razón por la cual un individuo puede golpearse la cabeza, es para reducir dolor de una
infección del oído medio o una migraña (de Lissovoy, 1963; Gualtieri, 1989). Adicionalmente,
algunos individuos autistas reportan que ciertos sonidos como los de un bebé llorando o una
aspiradora les producen dolor.
En todos estos ejemplos, la autoagresión puede producir la liberación de beta-endorfinas
las cuales pueden disminuir el dolor. Por el contrario, estos sujetos pueden estar "bloqueando" el
dolor. En este caso, la estimulación en un área del cuerpo (en este caso debido al daño
autoproducido) podría reducir o aplacar el dolor en otra área del cuerpo.
Intervención: el consumo de productos lácteos está a menudo asociado con infecciones del oído
medio en algunas personas alérgicas. Ciertos alimentos en la dieta de un individuo pueden ser
responsables por las migrañas. Adicionalmente, la deficiencia de magnesio se asocia a
un aumento de la sensibilidad al sonido. Los suplementos de magnesio son seguros y pueden
reducir la sensibilidad al sonido en algunos individuos.
Sensorial.
Intervención: se debe animar a la persona a aplicar formas más seguras de estimulación física en
aquellas partes del cuerpo que rasca o frota excesivamente. Esto podría incluir aplicar un vibrador
de masaje, frotar objetos con textura contra la piel (como macarrones o granos sin cocinar), frotar
un cepillo contra la piel.
Frustración.
Los cuidadores y padres informan a menudo que la autoagresión de los niños es resultado de la
frustración. Esto es consistente con el
modelo Frustración-Agresión propuesto por Dollard y sus colegas
(1939). Comúnmente se informa de situaciones como la siguiente: una persona con pobres
habilidades de comunicación se frustra debido a su falta de comprensión (p.ej. comunicación
receptiva) o debido a que los cuidadores les falta capacidad de comprensión (p.ej.
pobre comunicación expresiva); o un individuo que muestra buenas capacidades comunicativas
pero no obtiene lo que desea. Estas razones son discutidas en la siguiente sección.
Causas Sociales
Comunicación.
Qué Observar: si la persona posee pobres habilidades receptivas, el problema podría ser la
comunicación si las conductas ocurren después de que alguien le diga algo. Adicionalmente, si el
individuo posee pobres habilidades expresivas, las conductas autoagresivas podrían ocurrir
después que el individuo trate de comunicarse, quizás mediante gestos; y los cuidadores no lo
entienden o no responden apropiadamente. En estas circunstancias, las personas podrían
comenzar la autoagresión sin realizar ningún gesto previo a la conducta. Esta persona podría
haber aprendido con el tiempo que recibirá atención después de producir autoagresión.
Atención Social.
Evitación/Escape.