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Un aforismo ruso reza que, así como celebres una fiesta, así pasarás el resto del año.

La Máslenitsa es la fiesta de la despedida del invierno, dura una semana, cada día tiene un nombre simbólico, y comienza 8 semanas
antes de la Pascua de Resurrección. No tiene una fecha fija aunque está muy ligada al equinoccio de primavera.

En las sociedades de Rusia ancestral, antes del cristianismo, no hubo una religión aglutinante sino cultos laxos y heterogéneos a los
espíritus atávicos del hogar y de la naturaleza, y un respeto reverencial por los antepasados destacados. En la zona influenciada por
el catolicismo surgió el carnaval y en los países eslavos, esta misma celebración adquirió otros nombres y maneras, casi siempre con
un tono religioso. Esas creencias pasaron con el tiempo al santoral ortodoxo y la tradición de la Máslenitsa continuó con diversos
nombres, pero casi inalterables hasta la revolución de octubre de 1917.

Existen varias leyendas sobre su origen de más de ocho mil años de antigüedad. Una de ellas la relacionada con la costumbre de
preparar panqueques, o hojuelas de harina de trigo (o de cualquier otro tipo de cereal) durante estos días, con mantequilla (maslo,
en ruso), lo que por su forma circular y color amarillo recuerda al sol. Con ello los rusos invocaban al astro rey para que calentara sus
heladas tierras y comenzara el renacimiento de la naturaleza y la fertilidad de los campos, el renacimiento, el círculo de la vida. Con
ello se relaciona la tradición de hacer muñecos, espantajos de paja, vestidos con ropa de mujer y quemarlos junto con la basura y las
cosas viejas acumuladas durante el año, o enterrarlos con un blini que el muñeco de paja tenía en la mano.

Preparaban los blinis principalmente con trigo, trigo sarraceno, avena, harina de maíz, añadiendo mijo, papilla de sémola, patatas,
calabazas, manzanas y crema de leche.

La Máslenitsa siempre fue la fiesta más alegre, bulliciosa, y popular. Sus vistosas ceremonias, plenas de colorido transmiten el
entusiasmo y temperamento emocional del pueblo ruso. La desmesura en la cantidad de bebida y comida marca esta fiesta. En los
siglos XVIII y XIX, los campesinos organizaban una comedia de carnaval, en la que participaban personajes disfrazados: “Carnaval”,
“el Señor de la guerra”, etc. El tema era el mismo carnaval e iba acompañado de convites opíparos antes del inminente ayuno y de
los adioses y promesas de volver al año siguiente.

En la Rusia antigua había la costumbre, para recordar a todos los difuntos, de ofrecer siempre el primer blini a un mendigo o bien se
dejaba en la ventana. De la mañana a la noche comían estas crepes con crema agria, huevos, caviar y otros ingredientes sabrosos,
alternándolos con otros platos.

Puesto que en esta semana no se podía comer carne, el último domingo antes de Máslenitsa, se llamaba “el domingo de carne”, en
el que el suegro llamaba al yerno para comer los productos cárnicos perecederos.

El lunes se denomina del encuentro, pues ese día empieza la Máslenitsa. Se preparan las hojuelas, la primera de las que, si es
posible, hay que ofrecer sin falta a un pobre. Así se recuerda a los parientes fallecidos. Al atardecer hay que deslizarse
obligatoriamente en trineos desde explanadas elevadas. Existe la creencia que, mientras más lejos llegues en el trineo, mayor serán
los bienes en la familia. También es posible armar una “Máslenitsa” propia, o sea, un vestido rústico multicolor para el que se
emplean las varillas de una escoba vieja y, la ropa se cose de trapos innecesarios de los colores más diversos. Mientras más
abigarrado resulte el vestido de la “Máslenitsa”, tanto mejor.

El martes es el día de las entretenciones y de las bromas. el “zaigrysh . Antes, los jóvenes solían ir de visita en ese día para degustar
las tortillas. Hoy ya no se acostumbra tanto. Los chicos, al igual que las muchachas, buscaban pareja (pero las bodas no se
celebraban hasta después de Pascua).

En cambio es posible perfeccionar la maestría en la preparación de blinís. Mientras más delgados resulten, más sabrosos. El secreto
principal de su preparación está en el sartén de hierro fundido, el cual se calienta lentamente, por lo que el primer bliní quizás no
sale bien. En cambio, los que vienen a continuación salen finos, dorados como si hubiesen sido bordados por una encajera. Se dice
que, si los blinís salen mal, hay que esperar malestares y dificultades. Pero si resultan bien, llegará el bienestar y la prosperidad a esa
familia. Y mientras más blinís se preparen en la semana de Máslenitsa mayor será la abundancia en la familia.

El miércoles es el de la glotonería, día en que se ofrecen agasajos en abundancia. Atención principal se prestan a los rellenos para los
blinís. Se estima que, hay que elegir los rellenos dulces si desea tener en el año venidero una vida dulce y, encontrar su media
naranja o mantener excelentes relaciones con el o la elegida existente. Se aconseja el caviar rojo quien desea ser visitado en casa
por la cigüeña. Las blinís con crema de leche regalan una salud envidiable. Un último invento, que encantó a los estudiantes
moscovitas, fue el de blinís con sesos. Pues, alguien decía que ayudan a rendir exámenes con las más altas calificaciones. Grandes
cantidades de empanadas, pastas, panqueques, pescados, caviar, salazones, marinados, productos lácteos, vodka, bebidas con
miel... En la mesa del hogar y de la comunidad se ponía lo mejor de cada casa.
El jueves es el día del desenfreno, “razguliai” (“el paseo”), para sentarse en el trineo, o en la troika tirada por caballos para, al
compás melodioso de los cascabeles y recorrer caminos nevados a caballo “siguiendo la dirección del sol”, o en el sentido de las
agujas del reloj, alrededor del pueblo De no disponer de los nobles equinos era posible, para variar, deslizarse desde una colina o
simplemente enfrascarse combates con bolas de nieve.

El viernes es de las veladas en la casa de la suegra. Ese día puede ser visitada sin vergüenza para degustar sus blinís. Ahora si no hay
suegra, se puede sacar al patio la “Máslenitsa” hecha en casa y, continuar la fiesta y la comilona de hojuelas.

El sábado es el de la sobremesa de las cuñadas, día en que se visita a los parientes, obviamente que no con las manos vacías. Para
darle un aire moderno se puede preparar para esa fiesta una torta de blinís. A propósito, para la Máslenitsa, estas obras maestras
culinarias son altamente cotizadas en restaurantes y cafeterías.

El domingo es el día del perdón. Todos se piden disculpas por las ofensas infringidas en el año, se reconcilian y sellan el perdón con
un beso. De esa manera quedarían supuestamente limpios de pecado en vísperas de la Cuaresma. Al final, todos salen a la calle para
despedir la Máslenitsa. En la plaza, en medio del jolgorio general se prende fuego el espantajo de la Máslenitsa que simboliza el
invierno. Cuando el invierno arde, comienza la última fiesta: los jóvenes saltan por encima de la hoguera. Con este concurso de
agilidad, termina la celebración de Máslenitsa.

En ese día todos se pedían perdón por las ofensas cometidas durante el año, relajando así las tensiones del colectivo. Iban a la sauna
rusa para purificar sus cuerpos y se preparaban la culminación de la fiesta: la quema simbólica del muñeco de paja. En algunas
zonas, también se arrojaban hoguera muñecas cargadas con el peso simbólico de las cosas negativas y del mal acumulado, junto con
las sobras de la fiesta, panqueques y huevos. Las cenizas, luego, se esparcían por los campos para fertilizarlos. Todo volvía a la
naturaleza.

La Máslenitsa, según la tradición, debe ser celebrada alegremente y sin escatimar en gastos. Porque, si esta fiesta no la celebras
lleno de alegría, todo el año vas a vivir, según la creencia popular, triste y angustiado.

Estas tradiciones acompañaron a los rusos hasta la revolución socialista de 1917. Durante los setenta años de la URSS muchas cosas
cambiaron. La religión pasó a estar mal vista y el acervo popular se quedó olvidado en el pasado. El nuevo hombre soviético estaba
ahora al margen del perdón y de la culpa, la sociedad era otra y los rituales de renovación no tenían mucho sentido para ellos. El
estallido de un carnaval de mil colores, expresión del verdadero temperamento ruso, no encajaba con la nueva imagen de acero que
se quería vender. Desde hace unos años, las cosas han cambiado mucho en Rusia. El corsé emocional soviético se ha ido disolviendo
paulatinamente y el carácter emocional, alegre y alambicado ha vuelto a flor de piel. La Máslenitsa es una parte de esa alegría, más
bien una consecuencia, y vuelve a recuperar su sitio.

Colores rojos y blancos, sol y las últimas nieves. Cantos surgidos directamente desde el corazón de la tierra rusa: alegres e
hipnóticos. Ese aroma de panqueque con nata agria y miel. Y el enorme muñeco de la Máslenitsa volverá a arder.

https://mundo.sputniknews.com/spanish_ruvr_ru/2013_03_15/Maslenitsa-Rusia-fiesta-primavera-tradiciones-celebracion/
http://es.rbth.com/cultura/2013/03/07/maslenitsa_historia_y_tradiciones_del_carnaval_ruso_25545
https://mundo.sputniknews.com/spanish_ruvr_ru/2013_03_11/Rusia-Maslenitsa-carnaval-primavera-tradiciones/

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