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Vol. 1 No.

2
Noviembre de 1998

La Evaluación Conductual
José de Jesús Vargas Flores1 y E.Joselina Ibáñez Reyes2
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
CAMPUS IZTACALA

RESUMEN
La evaluación es el inicio de toda intervención conductual, su función
es cuantificar y analizar la conducta. A través de ésta, se determina
el diagnóstico, que es, a final de cuentas, lo que va a dirigir el diseño
y realización del tratamiento dentro de la psicología clínica. Una de
las bases de la evaluación conductual, es que se eliminan las
etiquetas y se dirige más bien hacia la determinación de los excesos
y déficits conductuales, así como de los estímulos ambientales. Se
hace una descripción de los métodos directos e indirectos. Palabras
Clave. Evaluación Conductual, Psicología Clínica, Diagnóstico.

ABSTRAC

The assessment is the startpoint of all behavioral intervention, its


function is quantity and analyse the behavior. It determines the
diagnostic, that is, finaly, the one that will direct the design and the
realization of the threatment in the clinic psychology. One of the
bases of the behavioral assessment, is the elimination of labels and
rather than it’s directed to determination of the behavioral excess and
deficits, further enviromental stimulus. Methods directs and indirects
is described. Key words: Behavioral assessment, Clinical Psycology,
Diagnostic.

El objetivo del presente trabajo es desarrollar el tema de la evaluación conductual.


La intención es desarrollar el tema en términos generales sin referirnos a las
particularidades del mismo.

La evaluación es una de las partes más importantes que se llevan a cabo en la


terapia de la conducta. Tiene por objeto el conocer y cuantificar en términos
accesibles la conducta del paciente. La evaluación es tan importante que si no se
realizara en forma adecuada, el terapeuta jamás conocería en realidad si su
terapia dio o no resultado. Es gracias al proceso evaluativo que determinamos qué
variables son las que están manteniendo la conducta inadecuada. De esta forma,
la evaluación dirige a la terapia durante los primeros estadios. Cuando la
evaluación está mal realizada, es posible que la terapia lleve senderos distintos a
los correctos y no resuelva el problema del paciente; incluso podemos exacerbarlo
por el que se nos consulta.

El terapeuta dentro del consultorio clínico cuenta con una serie de instrumentos
de evaluación que le permitirán cuantificar y determinar las variables de la
conducta inadecuada o adecuada del paciente. Este cuerpo de instrumentos tiene
características que le aseguran la confiabilidad y validez de los mismos. Estas
características son básicas en el proceso evaluativo porque en la medida en que
sean confiables y válidas, en esa medida serán útiles.

Por principio tocaremos el punto de la diferenciación existente entre la evaluación


conductual y la tradicional. Posteriormente trataremos la entrevista conductual
como primer instrumento de evaluación, ya que es ésta el primer contacto que se
tiene con el paciente. Inmediatamente después, a nivel descriptivo se verán los
métodos directos de evaluación. Por último, veremos los métodos indirectos.

Diferencias Entre la Evaluación Conductual y la Tradicional

Existen diferencias entre la evaluación realizada con un punto de vista


conductual y la realizada con un punto de vista tradicional. Es importante hacer
notar estas diferencias ya que dependiendo de nuestra orientación teórica vamos
a realizar nuestra evaluación. Esta debe de ser coherente con la teoría subyacente
que postulamos como cierta. Así un psicólogo clínico orientado
psicodinámicamente realizará una evaluación basada en pruebas proyectivas, test
de la personalidad, etcétera. Igualmente un clínico orientado conductualmente
realizará inventarios, registros directos, etcétera. Una evaluación psicodinámica
podrá orientar al psicólogo para establecer una terapia basada en el psicoanálisis.
De la misma forma un inventario determinará un déficit o exceso conductual al
cual se le aplicará un tratamiento también conductual al cual se le aplicará un
tratamiento también conductual. Por esto es importante determinar con
anterioridad que tipo de evaluación vamos a realizar. Convencionalmente se hace
siguiendo un marco preestablecido como lo acabamos de describir.

Cabe preguntarnos cuales son las diferencias que existen entre estas dos formas
de evaluación. La dilucidación de estas diferencias podrá hacernos más sensibles
sobre las ventajas y desventajas de una y otra corriente.

Existen básicamente tres diferencias: (1) el marco teórico; (2) el objetivo de la


evaluación (3) relación entre la evaluación y el tratamiento.

Golfried (1977) y Ciminero (1977), opinan que la principal diferencia que existe
entre los dos tipos de evaluación es el marco teórico. La corriente dinámica
considera que le personalidad está compuesta por una serie de rasgos. Estos son
constructos hipotéticos que se determinan a través de las pruebas psicométricas.
Por ejemplo, en el momento en que determinamos, por medio de alguna prueba,
que el sujeto es "agresivo", estamos suponiendo que este rasgo es algo así como
un fantasma o fuerza interna que determinará la acción del individuo en casi todas
las situaciones. Este rasgo actuará e impulsará al individuo en su trabajo, en su
hogar, o en la calle. La personalidad de este individuo puede ser clasificada como
potencialmente "agresiva", con lo cual podemos estar haciendo una
sobregeneralización de una conducta sobre todo el universo conductual y en todas
las circunstancias.

A diferencia de este punto de vista, la corriente conductual podrá, por medio de


algún inventario o registro directo, observar que el mismo sujeto se comporta en
forma agresiva hacia ciertos estímulos ambientales. Esto es debido a que el
aprendizaje ante otros estímulos seguramente fue diferente y determinado por las
consecuencias específicas. La corriente conductual no habla de rasgos sino de
probabilidad de respuesta ante estímulos específicos.

Los dinámicos opinan que la conducta solo es un síntoma de la enfermedad.


Esta enfermedad se encuentra en la interacción de fuerza psíquicas que son
inconscientes. Por lo tanto no les interesa mucho que conductas presenta el
individuo sino cuales son sus conflictos internos a nivel inconsciente. La conducta
abierta les interesa en la medida que refleja dichos procesos.

Por el contrario, a la corriente conductual le interesa la conducta. La cual esta


determinada por el ambiente, el aparato genético y el aprendizaje. No supone
estados internos inobservables. Por lo tanto le interesa medir no solo la conducta
sino también ante que estímulos ocurre. Por lo tanto ambos tipos de evaluación
buscan cosas distintas y son esencialmente diferentes.

El objetivo de la evaluación.

Ya vimos que mientras la corriente dinámica busca rasgos, la conductual busca


conductas definidas situacionalmente. Las clasificaciones psiquiátricas se basan
en el modelo médico de la enfermedad mental. Se supone que si un individuo es
categorizado bajo cierto síndrome es porque reúne características que determinan
este síndrome. La clasificación de las enfermedades en síndromes es muy útil en
la medicina, sin embargo, no le es tanto en los problemas conductuales. Esto es
porque la conducta no está determinada por un constructo hipotético que influye el
individuo y porque la clasificación no ayuda a determinar qué tipo de tratamiento
debemos de darle al sujeto.
La orientación conductual no busca agrupar las conductas bajo etiquetas. Más
bien su intención es determinar que déficits o excesos conductuales presenta el
sujeto con respecto a las normas sociales importantes en el momento. La
clasificación se vuelve así más sencilla y fácil de manejar para llevar a cabo el
tratamiento adecuado. De esta forma los objetivos de evaluación de ambas
corriente son totalmente diferentes.

Relación Entre la Evaluación y el Tratamiento.

La evaluación dinámica generalmente dirige hacia un solo tratamiento: el


psicoanálisis para los neuróticos. No importa qué tipo de problemática presente el
paciente el tratamiento será siempre el mismo. Por lo tanto la utilidad de la
evaluación es pobre ya que no determina el tratamiento específico para el
problema. Generalmente no encontramos relación entre la evaluación realizada
por pruebas estandarizadas y los tratamientos llevados a cabo.

Esto no sucede en la corriente conductual que es precisamente la evaluación lo


que dirige el tratamiento. La relación entre la evaluación y el tratamiento es
directa. Cuando logramos determinar en función de qué variables ocurre una
conducta. La modificación de esta variable es la solución al problema. Por
supuesto que el problema no es tan sencillo, ya que en ocasiones no es posible
modificar o determinar una variable. A veces la variable no es externa sino más
bien interna o una interacción de ambas. Sin embargo, una buena evaluación
determinará la consecución de los objetivos de la terapia.

Tomando en cuenta las diferencias existentes entre las dos orientaciones y su


respectiva evaluación podemos concluir que la utilidad de la conductual es
determinante para el éxito de la terapia. Además, las suposiciones de la
orientación dinámica no convencen para ser utilizadas por lo que desde este punto
de vista observamos superioridad de la orientación conductual.

Entrevista Conductual

Dentro del ámbito clínico, la entrevista es una importante fuente de información.


De hecho, debido a las limitaciones del psicólogo clínico dentro del consultorio,
podemos afirmar que la entrevista representa un papel primordial en la evaluación.
Es durante la entrevista que conocemos al paciente, sus datos generales, su
problema principal y porqué es causado dicho problema. En ocasiones, es muy
difícil trasladarnos a la situación real en donde ocurre la conducta problema para
observarla y registrarla. Por ejemplo conducta sexual, interacciones familiares
específicas, etcétera (Bryant, Harvey y Dang, 1998).
Para el lego, es posible que le parezca igual una entrevista realizada por un
psicoanalista que por un psicólogo conductual. Las preguntas pueden parecerle
las mismas, sin embargo, el objetivo es diferente. Este punto ha sido expuesto en
le sección anterior.

Existen diversos formatos de entrevista conductual (Kanfer y Phillips 1976;


Kanfer y Saslow 1969; Kanfer y Grim 1977; Lazarus, 1971; Golfried y Davison
1976). Una de las primeras formulaciones de entrevista conductual fue la hecha
por Kanfer y Sastow (1969). Ellos formulan una guía de entrevista que debe cubrir
los siguientes aspectos:

1) Análisis inicial de la situación problema.

2) Aclaración de la situación problema (incluyendo un análisis de antecedentes y


consecuentes externos e internos).

3) Análisis motivacional.

4) Análisis de desarrollo.

5) Análisis de autocontrol.

6) Análisis de relaciones sociales.

7) Análisis del ambiente social, cultural y físico.

Esta guía de entrevista cubre en general un análisis mas o menos completo por
medio del cual es posible hacer una decisión terapéutica. Cubre tanto el ambiente
interno como el externo del sujeto. En un trabajo posterior, Kanfer y Grim (1977)
actualizan esta guía de entrevista tratando de cubrir una gama más amplia de
elementos de los cuales se mostrará un cuadro esquemático:

1. Déficit de Conducta.

a) Base inadecuada del conocimiento para la guía de la conducta.


b) Fracaso en conductas sociales aceptables debido a un déficit de habilidades.
c) Inhabilidad de controlar las influencias del ambiente y su propia conducta por
medio de respuestas autodirectivas.
d) Deficiencias en autoreforzarse.
e) Déficit en el monitoreo de su propia conducta.
f) Inhabilidad para alterar respuestas en situaciones de conflicto.
g) Repertorio limitado de conducta debido a un rango restringido de reforzadores.
h) Déficit en conductas cognitivas y/o motoras necesarias para cumplir las
demandas de la vida diaria.
II. Excesos de Conducta.

a) Ansiedad condicionada inapropiada a objetos o eventos.


b) Excesiva actividad de auto-observación.

III. Problemas en el Control de Estímulos Ambientales.

a) Respuestas afectivas a objetos estímulo o eventos dirigidos a malestar


subjetivo o conducta inaceptable.

b) Fracaso en ofrecer apoyo u oportunidades de conducta apropiada en


ambientes diferentes.
c) Fracaso en satisfacer demandas o responsabilidades ambientales surgidas de
una deficiente organización del tiempo.

IV. Control Inapropiado de Estímulos autogenerados.

a) Autodescripción que sirve como señal para conductas dirigidas a resultados


negativos.

b) Actividad verbal/simbólica que sirve de señal a conducta inapropiada.


c) Fracaso en la etiquetación de señales internas.

V. Arreglo Inapropiado de Contingencias.

a) Fracaso del medio para apoyar conductas apropiadas.

b) Mantenimiento ambiental de conducta indeseable.


c) Uso excesivo de reforzamiento positivo para conductas deseables.
d) Reforzamiento independiente de la respuesta.

Como puede observarse este esquema es más amplio y explícito que el anterior.
Considera tanto al ambiente como al sujeto. Es decir, tanto los estímulos que
pueden provocar una respuesta inadecuada, como las respuestas internas y
externas del sujeto.
Confiabilidad en la Entrevista.

Cabe preguntarnos en el caso de la entrevista si lo que nos está diciendo el


paciente realmente es verdad. ¿En qué medida podemos confiar en el reporte del
paciente) y ¿Cómo estamos seguros que lo que reporta es exacto? Para poder
resolver estas preguntas es necesario plantear dos aspectos: 1) fuentes de
confiabilidad de la entrevista y; 2) formas de detección de datos no válidos. Estos
dos aspectos serán discutidos en una forma muy breve.

Linehan (1977) dice que la confianza en la información obtenida durante la


entrevista descansa en dos suposiciones: que el cliente es capaz de observar y
reportar con exactitud su propia conducta, ambiente y contingencias ambiente-
conducta; y que reporta estos eventos con exactitud durante la entrevista.

Partimos del supuesto que el cliente acude al consultorio porque tiene un


problema de tipo psicológico y conductual. Para poder resolver este problema
acude con un psicólogo al cual le va a pagar por sus servicios. Es difícil que una
persona le pague al psicólogo solo para que este escuche mentiras sobre su
problema. Luego entonces el paciente está motivado a decirlo al psicólogo su
problema para que éste se lo resuelva. El psicólogo debe tener habilidad suficiente
para hacer preguntas que no confundan al paciente o que propicien ambigüedad.
Las preguntas deben de ser directas y claras. Cuando el psicólogo se sienta
confundido en un punto, debe plantearlo al paciente para resolverlo. Si el paciente
no logra aclarar el punto, el psicólogo tratará de hacer que el paciente describa en
términos operacionales su conducta.

Existen varias razones por las cuales, a pesar de que el paciente está motivado a
contar su problema, no lo hace en forma veraz. Una de las razones es la
desconfianza hacia el psicólogo. Es posible que, además, tenga pena del evento y
no se sienta capaz de reportarlo. Para esto, el psicólogo debe tener la habilidad de
provocar confianza en el paciente. Es posible firmar un contrato de
confidencialidad para mayor tranquilidad de su cliente. Otra posible razón puede
ser el hecho de que el sujeto piense que ciertos detalles no son importantes o
relevantes con respecto a su problema. Aún cuando haya observado con exactitud
sus detalles, es factible que los olvide en el momento porque le parecieron fútiles.
Para esto el psicólogo debe explorar con detenimiento estos posibles detalles no
descritos por el paciente. Una forma de realizar esto, es ejecutando un juego de
papeles de la situación y registrar los pensamientos de paciente durante la
dinámica o inmediatamente después. Otra forma es hacer que el cliente imagine la
situación y que reporte los pensamientos concurrentes.
Existen diversas formas de confiabilizar los datos obtenidos durante la entrevista.
Una forma sencilla de hacer esto es consultar con sus familiares o amigos acerca
del informe del paciente. Sin embargo, esto no siempre es posible. Otra forma de
confiabilización es hacer preguntas sobre un mismo tema y posteriormente volver
a realizarlas utilizando otras palabras. También podemos relacionar todos los
datos obtenidos y poder encontrar algunas incoherencias o detalles que no
concuerden entre sí. Debemos aclarar estas incoherencias hasta lograr estar
satisfechos sobre la veracidad de los datos.

Un método que casi todo psicólogo utiliza intencionalmente o no, es observar los
cambios en los tonos de voz y de expresión facial del paciente. Aquí suponemos
que cuando algún tema trae una carga emocional, ésta afecta principalmente el
tono de voz. Por ejemplo cuando estamos haciendo preguntas de rutina, es
posible que el paciente hable fluidamente, pero al hacerle cierta pregunta se
acabe su fluidez, aunque posteriormente intente recuperarla. Aquí podemos
sospechar dos cosas, o que dijo una mentira o que le emocionó hablar sobre el
tema. Por cualquiera de las dos razones debemos explorar ese punto.

Métodos Directos.

Durante el auge de la terapia de la conducta ocurrida a finales de la década de


los 60’s y principios de los 70’s, se generaron una gran cantidad de métodos de
evaluación directos. Estos métodos de evaluación generalmente se realizan con la
observación directa de la conducta del sujeto, ya sea en su ambiente natural o en
una situación simulada. Usualmente se realizan utilizando papel y lápiz anotando
la ocurrencia o no ocurrencia de la conducta. Tenemos, por ejemplo, dentro de los
registros observacionales: el registro continuo, de duración, por intervalos,
muestreo de tiempo y de actividades planeadas. Estos registros no se describirán
ya que son muy conocidos y resultaría tedioso, es mejor referirse a las fuentes
bibliográficas (por ejemplo, Vance Hall, 1973).

Los registros directos tienen implicaciones metodológicas muy importantes que


es necesario tomarse en cuenta. Tenemos principalmente dos aspectos: la
confiabilidad y la validez. La confiabilidad se refiere a que dos observaciones
reporten que determinada conducta ocurre, así como el número de veces, por
separado. Es decir, que si un registrador dice que observó que una determinada
conducta ocurrió 15 veces en un intervalo de tiempo de 1 minuto; también otro
registrador, haciendo su observación independientemente reporte los mismos
datos o casi los mismos datos. La confiabilidad es el punto clave de los registros
directos, ya que un registro con una baja confiabilidad resulta de poca utilidad.

La validez se refiere a que lo que nosotros queremos medir sea realmente lo que
queremos medir. Es decir, que el registro sea "válido". Puede suceder que nuestro
registro sea confiable pero no válido. Es por eso que debemos prestar atención a
estos dos aspectos metodológicos de los registros.
Medidas de Automonitoreo.

El autoregistro o automonitoreo consiste en que el paciente, por medio de un


instrumento evaluativo, registra su propia conducta. Este tipo de registro surge
como una interesante alternativa a la tecnología de evaluación. Sabemos que hay
conductas que son muy difíciles de registrar en situaciones análogas dentro del
consultorio. El automonitoreo da una buena alternativa a este problema. Nelson
(1977), dice que un instrumento de autoevaluación, el terapeuta y el cliente
intentan conjuntamente identificar las conductas meta que sean modificadas; y la
segunda es cuando, una vez que se han identificado estas conductas, el
automonitoreo puede servir proporcionando datos que funjan como una medida
dependiente en casos clínicos o proyectos de investigación evaluando la eficacia
de un programa de intervención.

Uno de los factores que debe de tomarse en cuenta en el caso del automonitoreo
es la reactividad. En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad.
En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad; sin embargo, la
forma de evaluación que más reactividad produce es el automonitoreo. Esta alta
reactividad resulta lógica, ya que es el individuo el registrador de su propia
conducta. Al ser su propio registrador, se da cuenta de si ocurre o no su conducta
y con qué frecuencia. Es decir, existe una retroalimentación inmediata que puede
inhibir o desinhibir la conducta.

Nelson (1977), hace una recopilación y análisis de las variables que afectan la
reactividad del automonitoreo. Serán mencionadas y dadas con una breve
explicación de cada una.

Motivación. Qué tan motivado se encuentre un sujeto al cambio conductual,


afecta la reactividad. Por ejemplo, cuando una persona automonitorea el fumar, si
realmente tiene deseos de eliminar esta conducta, seguramente disminuirá su
frecuencia al automonitorearse.

Valencia. La valencia de la conducta también afecta la reactividad. Es decir, si la


conducta a registrar es considerada como positiva o negativa. Por ejemplo,
podemos registrar el número de cigarrillos consumidos en un día (valencia
negativa); o el número de veces que logró controlar la conducta de fumar (valencia
positiva). Las conductas evaluadas positivamente tienden a incrementarse en su
frecuencia durante el automonitoreo, mientras que las conductas evaluadas
negativamente tienden a decrementarse.

Instrucciones del Experimentador. Las demandas del experimentador pueden


afectar la dirección del cambio conductual durante el automonitoreo. Por ejemplo
cuando el experimentador le dice al sujeto que espera un cambio positivo,
negativo o neutro.

Naturaleza de la Conducta. Aquí se refiere a si la conducta es verbal o no verbal,


motora, etcétera.
Metas, Reforzamiento y Retroalimentación. Dependiendo de estas tres variables
se produce el cambio de conducta durante el automonitoreo.

Tiempo. La conducta autoregistrada tiene la propiedad de poder observarse


antes, durante y después de la ocurrencia. El momento en que se registre,
determina gran parte de la reactividad. Cuando existe mayor reactividad, es
cuando el registro se hace antes de que ocurra la conducta; y la menos reactividad
es cuando el registro se hace después de dicha ocurrencia. Depende de nuestros
objetivos de autoregistro para dar la instrucción del momento de observación y
registro. Por ejemplo, podemos, con fines terapéuticos dirigidos, ordenar que el
fumar se registre antes.

Naturaleza del Instrumento. Aquí, el instrumento de evaluación puede ser


inoportuno para la ejecución de la conducta a registrar. Es decir, cuando el
autoregistro estorba que se dé la conducta. Por ejemplo, un contador de pulsera,
registro a lápiz, etcétera. Cada instrumento, dependiendo de la conducta que se
va a registrar puede obstaculizar. Se ha observado que los aparatos que producen
más obstáculos a la conducta producen más reactividad.

Programación del Automonitoreo. La conducta puede ser registrada cada vez


que ocurre o cada dos veces o cada tres. Esta programación agrupa la ocurrencia
de la conducta antes de ser registrada por lo que también afecta la reactividad.

Como puede ser visto, en esta breve revisión, son muchas las fuentes de
reactividad del automonitoreo. Estos factores deben de tomarse en cuenta al tratar
de incorporar o utilizar este sistema de evaluación.

Mediciones Análogas.

Dentro del consultorio tenemos poca oportunidad de observar y registrar la


conducta de los pacientes. Los registros directos en la situación natural son muy
útiles y confiables pero poco prácticos, además de que consumen mucho tiempo.
Para esto, el clínico cuenta con otro elemento de los registros directos: las
mediciones análogas. Éstas se refieren a aquellos registros que realizamos en un
ambiente controlado. Se pueden realizar en el consultorio y utilizar uno o varios
observadores. También se pueden, si la situación lo permite, grabar un vídeo para
su registro y análisis posteriores.

Los registros análogos tienen algunas ventajas que cabe mencionar. Por
ejemplo, permiten el control experimental produciendo de esta manera la validez
interna de un experimento particular. Además, en ocasiones, el problema
psicológico es muy complejo para ser estudiado directamente. En este tipo de
registros partimos del supuesto que el sujeto emitirá la misma conducta o casi la
misma en el consultorio que en la vida real. Es posible que ésta no suceda así; sin
embargo, de lo que sí podemos estar seguros es si el sujeto posee o no la
habilidad dentro del repertorio conductual.

Los métodos análogos utilizados en psicología clínica son amplios. Tenemos la


medición de fobias en que se simula la situación u objeto fóbico en forma
controlada; por ejemplo, se le presenta una serpiente viva y registramos la
conducta del paciente. Uno de los métodos más utilizado dentro de ésta categoría
es el juego de papeles. En este caso, se le plantea al paciente una situación
actuando el terapeuta en el papel de la persona que le perturba. Se le pide que dé
la respuesta que daría en la situación real.

El juego de papeles es una herramienta muy útil que tiene a su alcance el clínico.
Permite tomar muchas medidas en una diversidad de situaciones simuladas. Su
uso más extendido ha sido en la medición y el entrenamiento de respuestas
sociales. Éstas respuestas dadas en una situación interpersonal son generadas en
una multitud de contextos. Éstos van desde la interacción esposo-esposa, madre-
hija, empleado-jefe, hasta la interacción conferencista-auditorio. para realizar estas
simulaciones se pueden utilizar a confederados del terapeuta para que actúen y
den la respuesta ante el paciente. Generalmente se le pide a éste que describa la
situación que le provoca angustia. El terapeuta le ayuda a definir e identificar los
estímulos relevantes. Tomando en cuenta esta descripción se simula la situación
enfatizando los estímulos relevantes. Tomando en cuenta esta descripción se
simula la situación enfatizando los estímulos relevantes. El paciente retroalimenta
al terapeuta sobre su actuación informándole sobre lo exacto o inexacto de la
situación con relación a la realidad. A su vez, el terapeuta puede hacer registros
directos de papel y lápiz, o tener a su disposición registradores entrenados que
pueden estar ocultos tras una cámara de Gessel para mayor control.

Existen, además, cuestionarios preestablecidos en los cuales se utiliza el método


análogo de evaluación. Tenemos por ejemplo el elaborado por McFall y Marston
(1970). Se utiliza una grabadora que va planteando las situaciones al paciente.
Éste debe responder como si estuviera en la situación real. De esta forma, el
terapeuta tiene tiempo para hacer observaciones y registros que también ya están
predeterminadas tomando diversos componentes de la conducta asertiva.

Así, los métodos análogos pueden ser utilizados por le terapeuta en forma
improvisada o en forma estructurada. El terapeuta debe decidir el usar una u otra
dependiendo de la situación y de las ventajas que proporcione el instrumento de
medida en ese momento. Por ejemplo, cuando el paciente se presenta por primera
vez a terapia y el psicólogo sospecha algún problema específico, puede utilizar la
forma improvisada de la evaluación análoga. Posteriormente, ya identificado el
problema, puede usar la forma estructurada para realizar una evaluación más
detenida y profunda.
Métodos Indirectos.

Los métodos indirectos se utilizan en la terapia como una forma de evaluación


alternativas cuando no es posible la observación directa. Existen conductas las
cuales no presenta el sujeto en una situación análoga. Por ejemplo, no puede
fumar todos los cigarrillos que consume durante un día delante del terapeuta; o es
muy difícil y embarazoso hacer el acto sexual dentro del consultorio. De los
métodos indirectos tenemos principalmente los cuestionarios y los inventarios
(Ostrander, Weinfurt, Yarnold y August, 1998)

Para efectos del presente trabajo, tomaremos la definición del uso de métodos
indirectos cuando el terapeuta no es quien realiza el registro. En vez de eso, deja
que otros (principalmente el paciente) lo hagan por él por razones prácticas.

Cuestionarios e Inventarios.

Podríamos diferenciar un cuestionario de un inventario por la especificidad de


ambos. Es decir, el cuestionario es más general y aunque puede tocar puntos
específicos, la idea es conocer en forma amplia el o los problemas del paciente.
En cambio el inventario es más específico. Ya definido el problema, se intenta
dilucidarlo y explorarlo con más detalle. Sin embargo, no existe un concepto de
ambos instrumentos de medición que sean aceptados en su totalidad en la
literatura conductual, por lo que no parecería raro encontrar a alguien que difiriera
con estos conceptos.

El cuestionario y el inventario tienen la ventaja de que se le pueden dar al


paciente para que éste los resuelva en cada. De esta forma, se puede obtener
información valiosa con una mínima pérdida de tiempo por parte del terapeuta.
También tiene la ventaja de que, como ya están elaborados, la información es
sistemática por lo que resulta más fácil analizarlo. La principal ventaja de los
inventarios radica precisamente en su especificidad. De esta forma el terapeuta
puede hacer un análisis rápido más o menos detallado del problema.

Entre las desventajas que encontramos tenemos que en ocasiones el paciente


no entiende con exactitud la pregunta y su respuesta puede ser confusa sobre
todo en preguntas abiertas. Esto puede deberse a dos cosas; es posible que la
pregunta esté mal redactada y esto provoque la confusión; o el paciente tiene una
escolaridad muy baja para comprender la pregunta. En cualquier forma, el
terapeuta tiene analizar los datos y corroborar las respuestas que le hayan
parecido confusas. Esto no sucede con los inventarios ya que en general
contienen una escala para contestar y las preguntas son cerradas, lo que no se
presta a ambigüedades.
Existen críticas hacia los cuestionarios e inventarios por parte de los psicómetras
ya que no se utilizan métodos estadísticos para validar los instrumentos. Hay una
reacción negativa de los psicólogos conductuales en contra del uso de estadística
en las pruebas. Esta reacción ha llegado a tal grado que el rechazo ha sido total.
Es posible que esta reacción sea más temperamental que racional. El mal uso y el
abuso de la estadística llevaron a esta reacción. Seguramente en el futuro, se
utilizará más estadística para reforzar la confiabilidad y validez de inventarios y
cuestionarios.

Existe una variedad casi infinita de cuestionarios e inventarios (Cautela y Upper,


1976; Walls, Werner, Bacon y Zane, 1977). Esto hace posible escoger
cómodamente el cuestionario e inventario que más se adapte a nuestras
necesidades del momento. Una desventaja que siempre ocurre cuando las fuentes
originales están inglés, es la adaptación de éstas a las características e
idiosincrasia de nuestro país. Esto nos hace pensar que es necesario generar
tecnología e investigación conductual para no tener que importarlas.

Conclusión.

La medición conductual ha sido desarrollada a partir de los principios teóricos


que la sustentan. Uno de los primero rechazos hechos por la evaluación
conductual hacia la tradicional es el número de inferencias hechas por esta última
aproximación.

Los primeros tipos de evaluación conductual realizadas fueron las mediciones


hechas directamente en el ambiente natural. Esto generó toda una tecnología de
la medición directa. Solo hasta el surgimiento de la orientación cognitivo-
conductual ha tenido más aceptación el automonitoreo. Es importante hacer notar
que la evaluación conductual también hace inferencias. Solo que éstas son de un
tipo distinto a las hechas por la evaluación tradicional. Este tipo de inferencias
están determinadas por el sistema teórico de la evaluación. Con la aproximación
cognitiva se realizan ciertas inferencias tales como repuestas que median la
relación estímulo-respuesta.

Podemos considerar a la evaluación de la conducta en pañales. Esto se debe a


que aún falta superar problemas técnicos y metodológicos. En el futuro
continuarán superándose poco a poco estos problemas. Sin embargo, es
necesario tomar en cuenta a éstos al realizar la evaluación de los pacientes para
cometer el menor número de errores.
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