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La Parusía reside en cada alma del mundo,

Mis queridas almas hermanas, mi amada familia, la parusía, es decir la segunda venida del
equilibrio divino del mundo reside en cada una de nuestras almas, en cada célula que nos
compone, en cada gesto e idea que alojamos dulcemente en nuestro templo interior, que es
equivalente al espectro divino que irradiaremos en cada corazón, evento y resultado de nuestra
vida, es nuestra capacidad creativa la liberación que nos da el libre albedrío para subir a lo alto
desde el corazón por medio del Amar.

Es muy poderoso el concepto del Amar, pues es la más elevada y parsimónica modalidad de
sanación que se puede concebir para un corazón humano, para todo el ser, asimismo para elevar
nuestro mundo hacia una total armonía desde dentro hacia afuera y viceversa. Entonces, no es
una opción ni una posibilidad, sino una responsabilidad de cada uno de nosotros elevar nuestro ser
en el amar para sanar todo alrededor unidos en esta preciosa sinfonía, pues la nota específica de
cada alma contiene una melodía divina imprescindible en la elevación crística de nuestro universo
contiguo, nuestro ahora, nuestra posibilidad de elevarnos cálidamente a la luz y dignificarnos
siendo la belleza que en realidad somos todos en esta vida y en todas las demás.

No es mañana ni en una hora más que debemos elevar nuestro ser en el amar, sino ahora mismo,
comenzando con las cosas sencillas sin resolver, pues es todo ello concebible hermosamente si
elevamos una octava más alta con claridad y coherencia amorosa nuestro momento por momento,
elegir sanar nuestra vida amando cada milímetro que nos compone en nuestro ser, nuestra
historia, nuestra trama narrativa no debe sino incluir lo mejor de nosotros y es nuestra
responsabilidad sanarnos en el amar para liberarnos a lo divino, impregnar nuestra alma del
regocijo de la luz y así permitir automáticamente que quienes nos aman se liberen a lo mismo por
medio de sostener la nota más elevada de nosotros en cada trazo que damos en el telón de
nuestro ser en todo sentido, pues el amar tiene este bello poder luminoso que nos eleva hasta lo
mejor de nosotros en esta sinfonía participativa universal.

Elijo convertirme en el cambio que quiero ver en el mundo, si quiero ver un paraíso y llevar ahí a
mis hijos, amigos, hermanos, y a cada ser de este universo, pues debo elevarme en un altar
interior que abrace con Amar incondicional a todo y todos, pues así abro las puertas de mi alma
para recibir la luz esencial, abro en la mente universal, en el campo de intención, la chance de
materializar e irradiar la belleza intensa de la parusía, y de manifestarla en majestad y gloria desde
mi alma impregnando cada célula de mi ser con paz, gratitud y amar, me libero de las cadenas del
miedo y de cada enjuiciamiento que ensucia mi fuente interna, esto de la mano con la mente divina
y el plan divino, cada talento de mi ser está enfocado entonces en otorgar luz con mi textura
específica al mundo, pues nada de lo que soy es azar por azar, sino una chance de, o abrumarme
en lo mundano, o de elevarme en lo divino.

Ser humilde ante la maravilla del entramado divino, el universo es sabio, pero el que estanca o
manifiesta el crecimiento y la elevación divina es uno mismo con cada trazo que elegimos dar en
nuestro mundo, sin embargo no falta sino agradecer todo lo que suceda y comandarse a uno
mismo hacia cada vez, cada día, cada segundo buscar la bendición oculta de cada paso, pues la
vida es sabia cuando nuestro corazón resuena su melodía divina, si nos afinamos en el alma con
esta melodía, en retorno el universo nos tocará la nota de nuestra alma más una gran sinfonía,
colmará nuestro ser de bendiciones y de bella plenitud.

La parusía eres tú, yo y todos, es una misión que comienza a iluminar todo con una decisión, la de
elevarme más arriba de las vísceras hacia nuestra única verdad: Somos libres y pura belleza en la
maravilla del Amar.
En el dulce néctar del silencio y en el entregarse dulcemente al Amar cesan las definiciones, soy lo
que siento en el alma... soy amar, soy uno con el todo y la nada, con la plenitud y la vacuidad,
conecto y soy uno con el todo fundidos en bella unicidad.

Disuelvo brillando en bella luz la parte del universo que me fue otorgada, me disuelvo yo mismo
devotamente para iluminar, sin juicio alguno y lleno de dulzura, el maravilloso camino desde el ser
esencial hacia el yo divino, de mi propia alma y de cada ser con el corazón cometido a seguir este
bello camino.

La parusía reside en cada alma del mundo, así... cada una es absolutamente necesaria para
elevarlo a lo máximo al elevarse a sí misma, al encender las almenaras de nuestro Amar para
iluminar nuestro ser y nuestro camino, así de nuestros hermanos.

Me fusiono dulcemente en el Amar con la sutil majestuosidad de la fuente.

Infinito Amar,

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