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Vivienda Social en Argentina,

1930/1983

Historia de la arquitectura III

Integrantes: Morosi, Franco – Huebra Aizpurúa, Martín – Timberio, Augusto

Titular: Arq. Torres Cano, Manuel

Adjunto: Arq. Mazza, Carlos

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Índice:

1. Índice: …………………………………. 2

2. Introducción: ………..……………………... 3

3. Desarrollo y estudio: ………………………………….

3.1 ¿Qué es Vivienda Social?.................................... 4

3.2.1 Rol del Estado respecto a la Vivienda Social………. 5 – 10

3.2.2 Reformas Legislativas que promueven la Vivienda Social…………. 11 – 12

3.3.1 Nuevas influencias arquitectónicas en la Vivienda Social……. 13 – 14

3.3.2 Tipologías de conjuntos habitacionales de Vivienda Obrera…… 15 – 18

4 Síntesis del problema abordado: Conclusiones………………. 19 – 20

5 Bibliografía…………………………………………. 21

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Delimitación del problema abordado: Como los autores abordan la problemática de la Vivienda
Social en Argentina, entre los años 1930 y 1983. Como diversos movimientos arquitectónicos
afectaron la toma de partido de la Vivienda Social. Analizar diversos ejemplos de conjuntos
multitudinarios en nuestro país.

Objetivos:

 Determinar cómo el Estado promueve o desalienta la iniciativa de Viviendas Sociales a


través de estrategias políticas y diversos mecanismos legales.
 Como y porque se conformaron los distintos proyectos de vivienda social y comprender las
formas de abordar las distintas problemáticas de la Vivienda Social multitudinaria o de baja
densidad.
 Identificar opiniones de los autores con respecto a las diversas estrategias políticas,
maneras en que se afronta la construcción de Vivienda Social, corrientes de pensamiento
que afectan dichos conjuntos de vivienda y sobre como el Estado modifica ciertos
conjuntos de leyes para facilitar su labor, indistintamente de si desea hacerse cargo de
esta problemática o derivarla a una resolución liberal.

Introducción:

A lo largo del siguiente trabajo indagaremos en diversas opiniones de autores respetados sobre la
temática de la Vivienda Social. Las mismas surgen en respuesta a las deplorables condiciones de
habitabilidad afrontadas por gran parte de la clase baja a fines del S XIX, cuando dicho estrato
social habitaba mayormente en conventillos u otro tipo de vivienda autoconstruida de baja calidad
habitacional. En etapas anteriores investigamos como fue el surgimiento de la misma en la
República Argentina, observamos cómo se creó una organización especial para hacerse cargo del
tema (Comisión Nacional de Casas Baratas) y como dicha organización desarrollo esa misma
tarea. En esos momentos previos al corte histórico que abordaremos se dieron una serie de
acontecimientos que posibilitaron de diversas maneras la materialización de nuevas tipologías,
más cómodas, eficientes e higiénicas que las anteriores. Nuevos avances en tecnologías de
instalaciones permitieron incluir locales húmedos dentro de las mismas viviendas de manera que
los olores, agentes patógenos, etc., no ingresaran a dicha vivienda, generando un ambiente más
saludable. Al mismo tiempo surgen una serie de “recomendaciones” que fueron otorgadas por el
movimiento higienista, y estaban enfocadas en que, de ese momento en adelante las
construcciones, en particular las destinadas a él habitar de las personas, fomentaran el bienestar
de sus ocupantes (ventilación cruzada, iluminación natural abundante, etc.). Avanzando sobre
dicha temática veremos cómo en este nuevo corte histórico dicha cuestión cobra mayor relevancia
para el Estado y observaremos que sucede a lo largo del mundo que en consecuencia repercute
sobre nuestro país generando la necesidad de este tipo de proyectos en particular. Veremos el
surgimiento de nuevas corrientes de pensamiento arquitectónico y como las mismas producen
cambios en la forma en la que se proyectan estas nuevas obras, generando nuevas tipologías que

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surgen en base a tomas de partido propias de estas nuevas corrientes arquitectónicas.

¿Qué es Vivienda Social?

David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, menciona:

“En la resolución de la vivienda hay que tomar en cuenta todas las dimensiones que la misma
tiene:

- Una vivienda no configura hábitat por sí mismo. Ello nos lleva a recordar los requerimientos
indispensables de infraestructura, equipamiento y accesibilidad que conforman un hábitat
razonable.

- El destinatario de la vivienda no es un grupo familiar autónomo, sino una unidad social que se
desarrolla y realiza en vinculación con otras unidades. Por ello la conveniencia de no diseñar
traslados innecesarios que alteren redes sociales existentes. Siempre es mejor una radicación “in
situ” que un traslado y, si el traslado es necesario, siempre en más fácil reconstruir redes sociales
cuando los traslados no son masivos, sino acotados en número y en distancia.

- Tener una vivienda […] es una fuente de gastos, tanto de servicios como de mantenimiento.
Otorgar vivienda sin otorgar la posibilidad de acceder a recursos que puedan cubrir dichos gastos,
implica generar problemas a corto plazo. La gente necesita trabajo tanto o más que vivienda; por
ello, resolver ambas cuestiones simultáneamente es altamente conveniente.

- Disponer de una vivienda es dar marco a una continuidad y dinámica cultural. En dicho sentido
es necesario respetar como punto de partida las formas de vida y de habitar de la gente, su
lenguaje, sus preferencias estéticas y sus referencias simbólicas. Se puede procurar la
superación de aquello que sea francamente disfuncional, pero no imponer modelos extraños a su
cultura.

- Finalmente, hay que considerar que llegar a disponer de una vivienda es un paso trascendental
en el marco de un proceso de crecimiento socio-político. Que se arribe a ello a través de un
proceso participativo, permite que dicho crecimiento no sea fruto de un conflicto, sino resultado de
una negociación social en la cual las diferencias no desaparecen, pero todos los actores sociales
aprenden a convivir con ellas, negociar acerca de ellas y llegar a acuerdos que amplían la
capacidad de continuar interactuando en pro de objetivos que hacen a todo el cuerpo social en su
conjunto.”

Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, dice:

“A partir de la inquietud despertada par las huelgas, la formación de nuevos movimientos


políticos (anarquismo y socialismo) y en general, de las nuevas formas de conflicto social que se
registraban a fines de siglo, comenzó a pensarse en la vivienda como un dispositivo de integración

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social que tendiera a arraigar y homogeneizar a esa masa móvil y sumamente diferenciada por
lenguas y costumbres, que constituía la población inmigrante. La vivienda popular debería
responder tanto a criterios de salubridad pública coma de reforma social.”
Rol del Estado respecto a la Vivienda Social

En la década de 1930 comienza un periodo de cambio en el ámbito político con respecto a la


vivienda social, haciendo hincapié en que papel asumiría el Estado sobre esta problemática, que
pasaría a ser claramente más activo que en etapas anteriores. Posteriormente se sucederán
etapas en las cuales la construcción de vivienda social pasara del centro de la escena a ser un
factor secundario, según las intenciones del Estado mismo con respecto a dicha problemática.

Periodo de 1930 a 1950

Como dice el Arq. Jorge Francisco Liernur en “Arquitectura de la Argentina del Siglo XX”:

“Junto con la idea de “regulación estatal”, del Plan como instrumento de una nueva lógica del
funcionamiento social, las nuevas condiciones generales de la economía y la política impusieron,
o al menos instalaron,[…] la noción de la estandarización como clave de un sistema eficiente.[…]
El nuevo papel regulador asumido por el Estado determino cambios en las políticas seguidas
hasta entonces por la Comisión Nacional de Casas Baratas[…], a partir de 1933 comenzó a
considerarse la necesidad de redefinir el papel del Estado.”

En este fragmento el autor hace referencia al Movimiento Moderno y a la manera del mismo de
entender la arquitectura. Por eso mismo refiere a la estandarización de la arquitectura como
método para volver más eficiente y productivo al sistema de planeamiento y diseño de las nuevas
viviendas sociales. Al mismo tiempo se destaca que el Estado se vincula de manera activa con el
diseño y construcción de viviendas sociales, ya sea con participación activa en el diseño de los
proyectos, o reformando diversos códigos y leyes permitiendo nuevas libertades en este ámbito.

Por otro lado, David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, menciona:

“El problema de la vivienda para los sectores populares surge en el último tercio del siglo XIX
ante el fuerte crecimiento poblacional producido por los contingentes migratorios que acudían en
respuesta al “Gobernar es poblar”, expresión que refleja la necesidad de expansión demográfica
devenida del Modelo Agro-exportador.

Pero el problema habitacional tardó décadas en ser asumido como de orden público y dar lugar
a la intervención del Estado.

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Mientras tanto, los sectores populares resolvieron sus necesidades habitacionales mediante la
convivencia multifamiliar en los conventillos e inquilinatos que llegaron a albergar un 20% de la
población en el caso de la ciudad de Buenos Aires.

En los años ´30, ya abierto el ciclo de las inmigraciones internas y de países limítrofes a que
diera lugar el Modelo de Industrialización, surge la villa miseria”

Nos damos cuenta por este recorte de Vivienda Social en Argentina como el modelo político –
económico afecta las migraciones, alterando el equilibrio poblacional de las ciudades. Es gracias a
este fenómeno que surge inicialmente la Villa Miseria, y se genera al mismo tiempo la demanda
de vivienda social.

A su vez, Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, dice:

"Durante el gobierno del peronismo el estado inició la construcción masiva de viviendas, y la


magnitud de los planes por él […] carecía en el país de antecedentes similares. Desde fines del
siglo pasado se habían sucedido emprendimientos en la materia, pero no hablan alcanzado el
valor cuantitativo desarrollado durante el periodo de gobierno peronista. Tampoco habían llegado
a constituir planes de vivienda, es decir acciones sistemáticas, planificadas, y sostenidas en el
tiempo […].

[…]Es sobre todo en la segunda mitad de la década del 30 cuando se registra un avance de las
posiciones favorables a la intervención estatal, aunque ella se haya desarrollado más en el plano
de las ideas que en el de las realizaciones. Así lo demuestran las conclusiones del Congreso
Panamericano de la Vivienda Popular realizado en Buenos Aires en 1939, que aconsejaba la
intervención activa del estado en construcción […]."

De similar opinión a la de Kullock, Ballent nos afirma que fue en la década del 30 cuando se vio un
crecimiento exponencial en la construcción de viviendas sociales. También nos explica que el
interés expresado públicamente por parte del estado por un lado genera una serie de obras
construidas que intentan responder a la demanda de viviendas sociales, pero al mismo tiempo se
utiliza dicha problemática en forma de propaganda política, promocionando conjuntos que no se
llegarían a construir, o utilizando obras en etapas muy tempranas para ganarse el aprecio de la
opinión publica.

Periodo de 1950 a 1976

Arq. Jorge Francisco Liernur en “Arquitectura de la Argentina del Siglo XX” menciona:

“Como en ningún momento en las cuatro décadas precedentes del siglo, la vivienda popular

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formo parte en este periodo de las acciones emprendidas por el Estado. En 1951-1952 se alcanzo
el pico histórico de las inversiones alcanzadas para esta actividad: el 5,9% del PBI.

Los debates y modelos tipológicos, organizativos e institucionales ideados y experimentados


hasta entonces […], coagularon en esta etapa en una línea de acción que se caracterizo por tres
factores principales: la consideración de la vivienda como derecho, su construcción masiva en
unidades individuales compactas dispersas, en propiedad mediante el estimulo crediticio oficial, y
el surgimiento de las primeras grandes intervenciones en media y alta densidad.

Los primeros años del periodo se caracterizaron por los intentos de transformación institucional
acarreados como consecuencia del Golpe de 1943. En julio de ese año se construyo la Comisión
Asesora de Vivienda Popular que […] se propuso realizar un diagnostico de las necesidades de
vivienda en el país, llegando a la conclusión de que debía cubrirse un déficit de trescientas mil
unidades.”

Vemos según esta cita de Liernur una explosión en la construcción de vivienda social, llegando a
ser en los años de 1951/52 del 5,9% del PBI. Refleja entonces la consolidación de lo iniciado en la
década anterior donde comienzan a surgir diversas intenciones de realizar estas viviendas por
parte del Estado, pero esto no se materializa en gran medida hasta esta época que menciona
Liernur. Por otro lado, lo que se toma de esta década del 40´ son las certezas en cuanto a
diversos modelos tipológicos y métodos de organización, llevados a cabo en parte gracias a los
nuevos derechos y consideraciones con respecto a la vivienda.

“Aunque mucho se había realizado en el periodo anterior, en los primeros años de la década del
sesenta el déficit habitacional seguía presentado dimensiones alarmantes. En 1963 era estimado
en 1.350.000 unidades, carencia que afectaba al 23% de las familias del país. En vez de crecer,
los recursos destinados a cubrir esta necesidad se habían reducido, pasando del 6,4% del PBI en
1950 al 4% en 1964.

Si se tiene en cuenta que en relación con sus ingresos más del 60% de las familias no
agropecuarias del país no podía pagar el servicio de los créditos estándar a 25 años, habituales
para cubrir los costos de estos bienes, puede advertirse que el tipo de viviendas construidas en
esas condiciones estaba destinado en su mayoría a sectores medios y altos, lo que explica el
crecimiento más acelerado del déficit en los sectores más pobres. Aceptando que aun sectores
progresistas postulaban que una modificación sustantiva de la proporción de recursos nacionales
dedicados al sector no era posible sin retraer inversiones y otros consumos, las presiones
principales estaban dirigidas a disminuir los costos de mano de obra, a estimular -como ya
analizamos- una radical renovación tecnológica y a enfatizar operaciones de gran escala.

A partir de la reunión panamericana en Punta del Este (1961) la “Alianza para el Progreso’’
(APP), promovida desde los EE.UU. por el presidente Kennedy luego de los sucesos caribeños,
se establecieron, políticas de organización y financiación de alcance continental.

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En los periodos anteriores los emprendimientos relativamente pequeños el lote urbano podían
ser resueltos por empresas chicas y medianas, mientras que los nuevos sistemas favorecieron las
operaciones de economía de escala en las grandes intervenciones en que el Estado participaba,
gracias a las masas de crédito provenientes de organismos internacionales como el Banco
Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, y más tarde con los fondos del FONAVI.”

Por otro lado, en la década de 1960 vemos como surgen una serie de entes con la intención de
abordar la problemática de la vivienda social. Surgiendo en base a la reunión Panamericana se
llega a un acuerdo que es aceptado de manera continental. De igual manera es necesario
comprender que pese a la creación de nuevos organismos del Estado, el apoyo económico
destinado a la construcción de viviendas sociales disminuyo del 6,4% del PBI en 1950 al 4% en
1964.

Por otro lado, David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, dice:

“[…]la cuestión habitacional no llegará a ser un problema masivo ni preocupante hasta la


segunda posguerra mundial y bajo el primer gobierno peronista, momento de intensa
industrialización y fuerte afluencia inmigratoria. Es en este período en que el tema de la vivienda
social se posiciona fuertemente en la agenda pública y se inicia un ciclo de fuerte intervención del
Estado en la temática.

En este panorama, la acción indirecta del Estado fue fundamental en diversos sentidos:

- […]manteniendo una política de pleno empleo y salarios altos […]

- […]manteniendo mediante regulación un bajo nivel tarifario del transporte público urbano […]

- […] el desarrollo de una amplia política crediticia destinada a la compra de inmuebles […]

- […] el dictado de la Ley de Locaciones Urbanas […]"

La cita sobre los escritos de Kullock explica uno de los puntos de inflexión que finalmente
determina que el Estado cambie su accionar sobre esta problemática, la inmigración europea en
épocas de la Primer Guerra Mundial. De esta manera se conjugan al mismo tiempo una serie de
posturas que benefician los nuevos planes de Vivienda Social, fomentando la construcción de los
mismos y haciéndolos más atractivos y accesibles para diversos sectores sociales. Un dato
importante es la Ley de Propiedad Horizontal, que habilita un nuevo rumbo, tanto para la vivienda
social como para emprendimientos privados, la vivienda en altura.

A su vez, Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, menciona:

“Frente a un primer momento donde se había destacado la construcción directa por parte del
estado, alrededor de 1950 y como consecuencia de la crisis económica iniciada en los años

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anteriores, el gobierno comenzó a manifestar su opción en favor de la acción indirecta y crediticia.
Dos años más tarde, y cuando la economía evidenciaba signos de recuperación, se lanzaba el
Plan Eva Perón, operatoria crediticia caracterizadora de esta segunda etapa en la gestión en
vivienda del gobierno peronista.

A pesar de la alternancia entre gobiernos constitucionales y de facto, el período que media entre
los dos gobiernos indicados, 1955-1973, puede caracterizarse globalmente por la fuerte presencia
de ideas desarrollistas en términos económicos; la actividad estatal de promoción del sector que
nos ocupa también fue relevante. En efecto, a pesar de la inestabilidad política que caracteriza
este período, la gestión, construcción y financiamiento de la vivienda masiva que el primer
peronismo había instalado en la agenda estatal no perdieron su lugar, aun cuando cambiaron
operatorias y formas de financiamiento: el Banco Hipotecario Nacional (BHN), transformado a
través de la reforma de su carta orgánica en 1947 en el principal agente de promoción y
financiamiento de las políticas estatales en la materia, continuó jugando tal rol.”

Según Ballent observamos en este periodo un incremento en el interés y en la inversión por parte
del Estado, sumado a esto surgen al mismo tiempo una serie de intenciones desarrollistas que
prevalecen a pesar de los numerosos gobiernos militares. Un ejemplo de dichas ideas es el Plan
Eva Perón.

Periodo de 1976 a 1983

Por un lado, Kullock, en “Vivienda Social en Argentina” dice:

“Más allá de este devenir de la población humilde, cada vez más alejada de acceder a la
vivienda a través de formas legales, el Estado, continuando la tradición que inaugurara en la
década de los años 60, plantea la resolución del problema a través de acciones de gran escala.
En 1977, reformulando un régimen anterior, se establece el Fondo Nacional de la Vivienda
(FONAVI) que constituyó un hito en la política habitacional del país. […]

Si bien la Operatoria FONAVI constituyó por su volumen la más significativa en la historia del
país –dada el carácter automático con que se renovaban sus fondos- no logró revertir la tendencia
creciente del déficit habitacional.

Ello se vincula directamente con el elevado costo de las viviendas que, a pesar de la escala de
los emprendimientos, no se diferenciaron mucho de los costos de construcción de viviendas
individuales de mercado. A ello se agregan los altos costos de urbanización […] devenidos de la
generalizada elección, por su menor costo, de predios alejados de las zonas ya consolidadas y
servidas.”

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En este caso según David Kulluck, a pesar de los intentos del FONAVI de mitigar el déficit
habitacional se evidencia la falta de éxito con respecto a este asunto. A pesar de emplear terrenos
relegados que surgen como residuales en la trama urbana, por la lejanía de los mismos con
respecto de los centros urbanos y gracias a la falta de servicios de dichos terrenos, los costos de
infraestructura elevaron el monto necesario para la construcción de dichas viviendas.

Por otro lado, Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, dice:

“El golpe militar de 1976 introdujo una cesura en este cuadro, pese a que sus efectos en el
sector no se registraron de manera inmediata. Se dejaron de lado significativos planes del período
anterior mientras que los que se iniciaron fueron de reducida magnitud, además de que se
modificaron las formas y fuentes de financiamiento de tal manera que el aporte estatal disminuyó.

El Estado aminoró su acción sin que ello implicara su completo retiro del campo de la vivienda
masiva; de hecho, fue el régimen militar quien reglamentó y comenzó a implementar un nuevo
mecanismo de financiación para la vivienda, el FONAVI (Fondo Nacional de la Vivienda), creado
en 1972.”

Según Ballent vemos que claramente el golpe de estado de 1976 fue un quiebre irrefutable en el
ámbito del desarrollo de vivienda social. Pero a pesar de lo que se podría creer inicialmente fue
dicho gobierno militar quien construyo gran número de viviendas durante su mandato, en su
mayoría por medio del FONAVI, creando proyectos de alta densidad.

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Reformas Legislativas que promueven la Vivienda Social

David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, menciona:

"[...]Ley de Locaciones Urbanas, mediante la cual se congeló el valor de los alquileres, en franco
apoyo a la continuidad de tal tipo de resolución habitacional

Asimismo, en 1948 se dicta la ley de Propiedad Horizontal que permitió otorgar título de propiedad
a los inquilinos que pudieron comprar sus viviendas a partir de la posibilidad de subdividir varias
unidades en un mismo lote. Esta ley marca un antes y un después del problema habitacional
argentino, ya que a través de la posibilidad de subdivisión se logró crear un enorme mercado de
viviendas baratas, conocidas como “PH” (propiedad horizontal) […]que de otro modo habría
pasado a engrosar la lista de población con necesidades habitacionales insatisfechas.

En forma inmediata, se produjo la derogación del congelamiento de alquileres vigente[...]. Ello


implicó la desaparición de la resolución habitacional vía alquileres de bajo monto, que afectó en
especial a los ocupantes de los viejos inquilinatos, los que en su gran mayoría sufrieron un
desalojo masivo y fueron sustituidos por otros usos.

Se produjo la reducción de la política crediticia del Banco Hipotecario Nacional, hasta finiquitarla
en 1959. Ello terminó con la posibilidad de las resoluciones individuales [...], la que
complementaba con dichos créditos la disponibilidad de un pequeño capital y su relativa
capacidad de ahorro”

Estos fragmentos están comprendidos en un periodo que va desde mediados de la década del
40' hasta finales de la década del 50'. Vemos entonces un cambio legislativo que da un giro en
cuanto al sector que respalda y a las intenciones que posee, siendo que en un comienzo se
defiende a la clase obrera congelado precios de alquileres, pero más adelante se elimina dicha
medida y se produce un desalojo del sector trabajador, aumentando el número de villas miseria
que pasan a ser soluciones permanentes, al mismo tiempo que se incrementa el número de
hoteles y pensiones

Arq. Jorge Francisco Liernur en “Arquitectura de la Argentina del Siglo XX”, dice:

"[...]en los años que analizamos se registraron nuevas iniciativas en este sentido: en 1939[...] se
propuso la creación del Instituto Nacional de la Vivienda Popular que reemplazara con otras
funciones a la Comisión,[...] en 1936 comenzó a considerarse a la posibilidad y la necesidad de
una reforma del código que permitiera la propiedad horizontal,[...] en 1940, Federico Pinedo

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propuso un Plan Económico en el que la construcción masiva de viviendas populares era
utilizada como una forma de reactivar la industria de la construcción,[...] en la Cámara de
Diputados los socialistas presentaron en 1939 un proyecto de ley para la creación de la Oficina
Nacional de la Vivienda."

En este fragmento vemos como se intentaba fomentar, por medio de diversos cambios en las
leyes y normativas, la construcción de viviendas baratas. Además, se produce un cambio en el
ente que se encargara de dicha cuestión, ya que se considera como insuficiente la respuesta de la
Comisión Nacional de Casas Baratas alegando que la misma había materializado un bajo número
de viviendas. Por otro lado, al darse este cambio en como el Estado toma partido en la cuestión
vemos que se facilita a sí mismo la labor al realizar cambios legislativos que simplifiquen el
desarrollo y la construcción de dichas viviendas, por ejemplo, con el nuevo Plan Económico que
otorgaba un crecimiento sustancial en el presupuesto de los nuevos entes a cargo.

Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, dice:

"Pero es sobre todo en la segunda mitad de la década del 30 cuando se registra un avance de
las posiciones favorables a la intervención estatal [...]. Así lo demuestran las conclusiones del
Congreso Panamericano de la Vivienda Popular realizado en Buenos Aires en 1939[...]. En la
década se registraron también distintos emprendimientos y leyes provinciales, como los de
Mendoza (1935), San Juan (1932-5, 1942), Buenos Aires (1937-8) y alga más tarde, Córdoba
(1942). A finales del periodo en estudio, La Rioja (Ley 905/42) y San Juan (Ley 872/42) creaban
organismos provinciales de vivienda.

La idea de "derecho a la vivienda" como uno de los recientemente reconocidos "derechos


sociales", destinados a materializar el concepto de "justicia social"[...]. En 1947 el derecho a la
vivienda paso a ser un componente del "derecho al bienestar", el sexto de los diez enumerados
en los "Derechos del Trabajador[...].De esta forma fue luego reconocido por la Constitución de
1949 (artículo 37), donde también se incluyó el "derecho a la vivienda" como uno de los "derecho
de la ancianidad", proclamados en 1948 [...]."

A lo largo de esta transcripción Ballent habla sobre una serie de leyes federales que se aprueban
en diversas provincias del interior, todo de manera sistemática para poder implementar proyectos
de viviendas baratas en diversos puntos del país, fomentando la construcción de los mismos. Al
mismo tiempo se destacan una serie de nuevos derechos aprobados en la década del 40', los
mismos son parte de un reconocimiento de los actores políticos en defensa de la clase obrera.

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Nuevas influencias arquitectónicas en la Vivienda Social

Por un lado, Arq. Jorge Francisco Liernur en “Arquitectura de la Argentina del Siglo XX”, menciona:

"La crisis y la consecuente revisión de principios y programas pueden y deben atribuirse a


múltiples motivos, entre los que el profundizarse de las tensiones de preguerra[...], y la desilusión
acerca de la presunta unidad entre la vanguardia artística y vanguardia social, por el otro, ocupan
un lugar central. Sin embargo[...] en el interior de la disciplina arquitectónica la crisis tuvo también
origen en la perdida de la noción de carácter[...]. El repertorio[...] se había elaborado a partir de la
anulación del concepto de carácter. [...]. La mayoría de los arquitectos que se identifican con el
"movimiento moderno" había optado por dejar de lado los requerimientos de caracterización
individual en la medida en que estos constituían un obstáculo para la producción masiva."

En este extracto del texto de Liernur vemos como han influenciado las corrientes arquitectónicas
extranjeras a nuestra arquitectura local, tomando conceptos como la sintetización de la
arquitectura o el racionalismo. Ambos tenían como una de sus finalidades que fuera más simple la
reproductibilidad del sistema. Como consecuencia negativa surge una de las mayores críticas que
se le atribuyen al Movimiento Moderno, la falta de carácter. Siendo que se sintetiza casi al extremo
el lenguaje arquitectónico, nos encontramos con diversas obras destinadas para funciones muy
diferentes pero que dada la falta de carácter y la intención de reproducir un sistema casi a
rajatabla no logra distinguirse un hospital de una escuela, por ejemplo.

Como respuesta a esta crítica al Movimiento Moderno surgen una serie de arquitectos que logran
generar una impronta muy personal en sus obras, otorgándole a las mismas una medida de
carácter propio del lugar donde serian implantadas, pero sin perder la idea original de posible
reproducibilidad. Obviamente acarrea como consecuencia que dicho sistema solo será
reproducible en un entorno próximo donde la sociedad, el entorno urbano y el clima lo permitan.

Por otro lado, David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, dice:

“Todos estos emprendimientos intentaron dar respuestas amplias, económicas y rápidas al


creciente déficit habitacional. Para ello propusieron planes masivos de vivienda conformados por
conjuntos de torres o pabellones de importante número de pisos.

El paradigma tipológico fueron los grandes conjuntos, a semejanza de los “grandes ensambles”

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franceses y los modelos impulsados por el Team X, ideados como unidades autosuficientes de
mucha mayor densidad que sus entornos, provistos de equipamiento comunitarios de gran escala
y espacios públicos de distinta escala.

El ejemplo mayor de lo realizado bajo esta concepción es el Barrio General Savio, desarrollado en
la Ciudad de Buenos Aires para una total de 8.000 familias.

Los resultados a nivel social y urbanístico no fueron buenos. Los conjuntos constituyeron ámbitos
autónomos, morfológicamente extraños a las ciudades donde se implantaban, carentes de signos
de identidad, de dificultosa sociabilidad interna y escasa integración social y espacial con su
entorno urbano.

Los resultados a nivel constructivo fueron malos, dado que habitualmente los objetivos de reducir
costos se lograban mediante bajas de calidad constructiva que resultaron en problemas de
mantenimiento a muy corto plazo.”

Barrio General Savio, (Lugano I y II, 1970)

Destacamos algunos aspectos importantes de este fragmento del texto de Kullock, el primero
podría ser la relación que marca entre la escala de la obra propuesta y su entorno, y como
especifica que al ser un conjunto de semejante envergadura no se condice con su contexto
urbano, opacándolo, todo esto desarrollado a partir de los conceptos extraídos en este caso del
Team X. Por otro lado, nos relata como la ejecución tampoco fue la más adecuada, y resalta como
la morfología no se integraba correctamente con su entorno, como no contaba con signos de

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identidad (similar a falta de carácter propia del Movimiento Moderno), o como en la búsqueda de
abaratar costos se redujo la calidad constructiva.

Tipologías de conjuntos habitacionales de Vivienda Obrera.

En este aspecto vemos como la arquitectura en Argentina toma ciertos valores del movimiento
moderno y determina entonces de qué manera afrontara el nuevo problema que presentan las
viviendas sociales teniendo en cuenta los nuevos puntos de vista sobre la arquitectura.

Arq. Jorge Francisco Liernur en “Arquitectura de la Argentina del Siglo XX”, menciona:

"[…]Si las ciudades jardín y la edificación pintoresca habían caracterizado a los proyectos de
nuevos barrios populares en el periodo anterior, durante la década del ´30 se instaló el modelo de
los pabellones colectivos iguales y paralelos que habían caracterizado a las Siedlungen alemanas
racionalistas. […]

[…]Tipológicamente, una variante de las tiras paralelas fueron las edificaciones en peine, con
circulaciones externas que realizo, en Buenos Aires, la Comisión Nacional de Casas Baratas en
Parque Patricio y en las avenidas San Juan y Pedro de Mendoza, como adecuación de aquel tipo
a su construcción en la trama, a la manera de ejemplos similares en otros países. […]

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Barrio Los Perales (1948 – 1954)

Según este fragmento de Liernur vemos que la tipología no solo es una elección que repercute en
el armado y desarrollo de la obra, además de esto, pero sin restarle valor, también representará
una imagen casi institucional que permitirá reconocer estas nuevas obras como parte de un
conjunto mayor, que se desarrolla bajo una misma corriente de pensamiento. Entonces el pabellón
colectivo y paralelo será la nueva imagen de las Viviendas Sociales construidas por el Estado,
desprendiéndose de dicho estilo variantes como podrá ser la tipología de “peine”."

Si observamos el ejemplo del Barrio Los Perales vemos como a partir de la multiplicación de un
mismo elemento es posible generar todo un sistema. Por otro lado, y a diferencia de otros
ejemplos vemos en este caso una relación de dichos elementos con el entorno natural que los
rodea que no está presente en todos los casos. De esta forma se intentó establecer una relación
entre ambas partes que fuera más equilibrada y permitiera un nivel de confort más cercano al
óptimo.

David Kullock, en “Vivienda Social en Argentina”, dice:

"[…] Cabe aclarar que, en la segunda mitad de este período, a las políticas indirectas antedichas
se agregaron las acciones directas consistentes en la construcción de conjuntos habitacionales,
los que se realizaron según dos tipologías básicas:

• Conjuntos de mono bloques, en tanto barrios de vivienda colectiva.

• Conjuntos de “chalet”, en tanto barrios de viviendas individuales.

[…]En ambos casos se desarrolló la infraestructura y el equipamiento comunitario básico, y se


ocuparon vacíos urbanos existentes en las zonas menos favorecidas de las ciudades."

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El Barrio General José de San Martín (1948)

Adentrándonos en el conjunto el barrio está compuesto por 34 edificios con estructura de


hormigón armado y cerramientos de mampostería pintada de blanco al estilo racionalista, que
fueron conocidos desde esa época como mono bloques o pabellones, un tipo de construcción que
sería muy utilizada para la vivienda social desde su introducción en la Argentina, durante el primer
gobierno peronista.

Por otro lado, Kullock destaca una variación en la tipología, que va más allá del pabellón
colectivo, llegando al punto de asemejarse a diversas obras previas de la CNCB. Hay que
destacar que es muy probable que se diera en contextos urbanos del interior, donde eran
necesarias las nuevas viviendas, pero al mismo tiempo no podía implantarse en dicho lugar un
pabellón de gran escala ya que el mismo estaría desproporcionado en relación a la ciudad que lo
rodearía. En caso contrario y ya refiriéndose a un contexto urbano de la Capital, si veríamos
pabellones de gran escala que estarían localizados en manzanas vacías o poco consolidadas, y
que se busca llenar dicho espacio intersticial.

Anahí Ballent en “Las Huellas de la Política”, dice:

"[…]En todos los casos que se han indicado, la vivienda no era pensada como un problema

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cuantitativo, sino que se planteaba como una cuestión cualitativamente nueva. En efecto, se
consideraba que la vivienda debía adaptarse a nuevas condiciones. Tales condiciones respondían
en parte a nuevas características físicas, como los fraccionamientos de la tierra urbana que
obligaban a reducir superficies y a conformar nuevas formas de utilización del suelo urbano, o la
incorporación de nuevos servicios […] y principios higiénicos […], basados en los dictados de la
higiene social y en los progresos de la ingeniería sanitaria. […]

[…]Por estos motivos, […] es preciso pensar que se trató de un tipo de acción particular que
tendía a debatir las formas que debía asumir los nuevos tipos de edificación popular y a
comprobarlos a través de construcciones experimentales. Desde el punto de vista arquitectónico,
en este proceso se había producido una experimentación, en vivienda agrupada, de tipologías
arquitectónicas alternativas a las tradicionales: la casa compacta a "cajón" como tipo de vivienda
individual (alternativa a la tradicional casa de plata alargada -"chorizo"-, o a las casillas de un solo
cuarto) y los pabellones y las casas de departamentos en el caso de la vivienda colectiva
(alternativas a los conventillos para lotes suburbanos a barrios-parque y para lotes urbanos
respectivamente).[…]"

Conjunto Ciudadela I y II (1970 – 1971)

Según Ballent, vemos un cambio en las tipologías, ya sean de baja o alta densidad, y esto mismo
viene de la mano de diversos loteos que dificultan la labor del arquitecto, de la necesidad de
replantear sistemas que eran ineficaces o que podrían aprovechar el terreno de mejor manera, o

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tal vez podría ser gracias a las nuevas corrientes de pensamiento del Movimiento Moderno que
surge en una Europa en época de guerra que se enfoca en el aprovechamiento del suelo a niveles
extremos y al querer seguir con esta nueva corriente que era aceptada en todo el mundo
comenzamos a asimilar y poner en práctica sus principios.

Conclusión final

Luego de desarrollar este trabajo podemos sacar diversas conjeturas sobre la vivienda social en
Argentina. En primer lugar, es destacable como el papel que el Estado asume con respecto a
dicha problemática varia con respecto pasan los gobiernos, y al mismo tiempo como este cambio
en el abordaje de la problemática genera diversas respuestas tanto de los arquitectos como de la
población que necesita dichas viviendas. Esto se ve reflejado en los diversos cuerpos que se
crearon a lo largo del corte histórico estudiado para atacar la creación de viviendas de interés
social, también se logra apreciar cuando observamos el tamaño y la calidad de los diversos
proyectos para este tipo de vivienda, donde en periodos de verdadera preocupación por esta
problemática fueron creados conjuntos multitudinarios que, exitosos o no, permiten entender cada
vez un poco más como la teoría ataca el problema, y como la realidad confirma o refuta lo
pensado por el proyectista.

Por otro lado, podríamos hablar sobre las diferentes influencias que afectaron a los proyectos de
vivienda social, siendo el Movimiento Moderno el que mayor impacto causó. Dicho movimiento
empleaba el racionalismo como método para permitir la reproducibilidad de sus sistemas, es decir
que, a base de simplificar y modular sus proyectos, permitía que los mismos fueran reproducidos
o multiplicados de manera tal que con un mismo sistema pudieran resolverse diversos proyectos.
Esto produjo respuestas repartidas en la comunidad arquitectónica, por el hecho de que al buscar
esa simpleza que permitiera multiplicar el sistema, se perdía la esencia y el carácter de la obra,
dejando solo una base que no se correspondía al entorno que la rodeaba. Yendo un paso más

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lejos comenzaron a surgir tanto en nuestro país como en otros puntos del mundo, una serie de
arquitectos que asiéndose cargo del problema deciden añadirle a la base del movimiento moderno
una cuota de singularidad, obviamente a costas de disminuir la reproducibilidad del sistema. Esto
tuvo un impacto positivo en la apreciación de las nuevas obras, y no solo por parte de la
comunidad arquitectónica.

Cuando se observan los grandes conjuntos multitudinarios de nuestro país podemos elaborar
una serie de conclusiones sobre los mismos. Primero, si vemos como estos proyectos se
implantan en el contexto urbano en el cual fueron diseñados, podemos decir rápidamente que
parece haber una falta de consideración por cómo estos grandes volúmenes de hasta más de 10
pisos impactan en su alrededor. En diversos ejemplos es evidente que ubicar estos cuerpos
extraños en zonas de media densidad genera solamente un alineamiento de los mismos,
pareciendo que se pensaron para un sector urbano diferente y que de alguna manera terminaron
en este lugar, devaluando tanto el proyecto de vivienda social como el entorno del mismo. Por otro
lado, podemos hablar de la baja calidad constructiva de estos mismos conjuntos, donde
habitualmente se los materializaba con sistemas experimentales que solían no ser los más
favorables, generando gastos para los habitantes a corto plazo, y posteriormente un gasto del
estado que incluso hoy en día sigue pagando grandes sumas millonarias para su mantenimiento.

Otro factor importante a remarcar durante este periodo es como diversos cambios legislativos
permitieron y/o fomentaron el incremento del número de viviendas de este carácter. Un ejemplo
seria la Ley de Propiedad Horizontal, la misma fue un quiebre en el ámbito de la construcción ya
que por medio de ella fue posible escriturar diversas unidades de una misma construcción en
altura de manera legal, en ese mismo momento vimos un crecimiento del número de edificios en
altura, tanto para vivienda social como para emprendimientos privados. Por otro lado, podemos
mencionar también al posteriormente sancionado Derecho a la Vivienda, el mismo decretaba
obviamente que el poseer una vivienda era un derecho, y esto fomento la construcción de las
mismas por parte del estado, y obviamente dio el pie para que quien necesitara una vivienda dada
su condición social tuviera herramientas legales para reclamarla.

Por ende, podemos decir que esta problemática es un tema a resolver para cualquiera sea el
gobierno de turno, y al mismo tiempo debe tenerse en cuenta que el papel que el Estado asume
varia a lo largo de los mandatos según qué tipo de gobierno lo esté llevando adelante, pero no
debería dejar de ser una prioridad en la mente colectiva de la comunidad arquitectónica.

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Bibliografía:

 Autores Principales:

I. Ballent, Anahí. Extraído de “Las huellas de la política”. Arquitectura, vivienda y


ciudad en las propuestas del Peronismo. Buenos Aires, 1945-1955. Vol. 1. Buenos
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 Autores Secundarios:

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VIII. Acioly, Jr. Claudio. “Planeamiento estratégico”. ¿Qué hay de nuevo en la práctica
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