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Introducción
Prevención primaria y algo más
Un encuentro de hombres
¿Quién coordina hoy?
Sensaciones y sentimientos – testimonios de un proceso grupal
Grupos: un modelo para armar
Los hombres: prójimos próximos
De algún modo, había aprendido que con los varones se compite, se los ignora o
se les omite lo vergonzante. El sostén emocional no provenía de mis congéneres,
desconfiaba de ellos.
Comencé a cuestionarme esta actitud y hallé que a otros les sucedía algo similar.
Al compartir vivencias descubrí, con sorpresa, que no era difícil reconocerme en
el relato de los demás.
A continuación describiré una reunión del grupo y luego explicitaré otra instancia
de este proceso grupal.
Un encuentro de hombres
Uno a uno los ocho varones expresan ante otros hombres sus sentimientos más
profundos hacia esa mujer con la que compartieron sueños y proyectos, sudores,
humores, hijos y amores.
Surgen el llanto y la congoja ocultos detrás del desdén y la creencia de que eso
"ya fue". Hay lugar para el reconocimiento del camino compartido, mas allá de
las diferencias irreconciliables.
Cuando ya han leído, en medio del silencio, observo el alto grado de movilización
alcanzado. Intuyo que una actividad no verbal facilitaría la expresión de la carga
emotiva. Es la oportunidad para un buen contacto en el aquí y ahora. Esta es una
posibilidad poco habitual para muchos hombres, acostumbrados a reconocer a la
mujer como único sostén emocional posible.
Les pido que se elijan de a pares y les propongo que se acunen uno al otro por
turno, respetando el estado en que se hallan.
Habiendo transcurrido dos años con el grupo, percibí claros indicios de que algo
había cambiado. En teoría era un grupo abierto (tanto para entrar como para salir);
sin embargo, las personas que llegaban no ensamblaban, mientras los que estaban
se comprometían en mayor medida cada vez.
Estos hombres, con bastante trabajo personal y grupal en sus alforjas, comenzaron
a tener sus propias ideas acerca de qué hacer y cómo lograrlo.
1.-Cerrar el grupo, alegando que al convocar, mi interés había sido trabajar desde
el consenso sin imposiciones de ninguna índole.
3.-La opción que elegí: tomar este punto de inflexión como oportunidad para el
aprendizaje encauzando el proceso en una nueva forma.
Consideré que en las situaciones resistenciales estaban incluidos los aspectos más
creativos y saludables de las personas que componían el grupo. Busqué entonces
un modo en que estos contenidos ideativos pudiesen plasmarse. Propuse realizar
una serie de coordinaciones rotativas y obtuve aceptación.
Establecimos un orden para las coordinaciones y cada uno de los integrantes tuvo
la oportunidad de darse cuenta como elegía su lugar. Hubo una distribución casi
natural en relación con monto de ansiedad que producía el protagonismo de la
situación. La experiencia se fue desarrollando sobre la base del acuerdo en
algunos puntos básicos:
- Los miembros del grupo y yo coordinamos alternadamente hasta que todos los
integrantes realizaron la experiencia.
- Con fines didácticos utilizamos una cámara fija de video para registrar la
dinámica grupal.
- Cada vez que alguien del grupo coordinaba yo permanecía en una habitación
cercana, disponible en caso de que se suscitara una crisis. Al final de la jornada,
ingresaba retomando la coordinación para constatar el estado emocional del
grupo e inducirlos a percatarse de sus actitudes y sentimientos.
Uno de los descubrimientos fue el hecho de percibir con claridad que casi todo el
tiempo nos estamos manejando en grupos y vinculándonos con otros. Esto parece
muy obvio, aunque para muchos no lo es tanto. La mayoría de los integrantes de
este grupo en particular son líderes grupales. Actúan en empresas en las cuales
tienen personal a cargo y a su vez algunos ocupan un lugar subordinado en la
estructura. La coordinación rotativa permitió que expresaran sus ideas y
participaran aún mas activamente en la revisión de su condición de varones. El
grupo fue el contexto adecuado para este ajuste creativo. Al encarar la tarea,
tomaron conciencia del modo en que se conducen habitualmente y la diferencia
entre lo que creían que podían hacer y lo que en realidad hacían. Las fantasías
catastróficas y anastróficas fueron confrontadas a través del diálogo.
Cada participante fue dándose cuenta de sus peculiaridades y evaluó en el
aprendizaje sus posibilidades de comunicación, no sólo a través de un trabajo
introspectivo, sino incluyendo la presencia de otras personas.
Cuando en un grupo todos y cada uno conocen sus actitudes y aptitudes, los
liderazgos funcionales pueden ser fácilmente instrumentados, el poder circula y
las relaciones tienden a la simetría. Se incrementa la autorregulación, puesto que
la percepción de las propias necesidades impide que estas sean invadidas por
regulaciones externas. Observando el proceso me resulta evidente que lo
terapéutico no depende de las técnicas aplicadas, sino de la actitud, de la calidad
del vínculo entre las personas y de sus posibilidades de movimiento y de acción.
- "Me invadió una curiosidad. ¿Cómo sería eso de reunirse con tipos
desconocidos? ¿Cómo comportarme? ¿Qué hacer?. Junto con la curiosidad
aparecieron la desconfianza, las dudas, los temores. Y si esto requiriese un alto
grado de compromiso ¿hasta dónde? Hubo una primera reunión explicativa y mis
recelos, lejos de despejarse, se incrementaron. Fiel a mi estilo contradictorio
decidí incorporarme al grupo."
- "No puedo afirmar que yo tuviera perfectamente claro qué buscaba, pero sí que
lo que hasta ese momento había incorporado y hecho mío, ya no me servía, y que
para mi grata sorpresa, algo parecido también les sucedía a otros. Fue en este
contexto donde pude emocionarme junto a otros hombres. Reconocerme en sus
relatos y aprender que mi historia tenía aspectos similares a otras, que a veces
solo era necesario cambiar algunos nombres y circunstancias pero que el guión
era básicamente el mismo. También supe de mis sombras mas negadas y me
sorprendí siendo espejo que ayudara a reflejarse a otros hombres sus propias
incertidumbres y penas. En suma, aprendí que tengo un alma masculina, que
requiere de cuidado y que se merece la tarea de recortarla cuidadosamente,
discriminar con mucho amor aquello que me define como hombre y me distingue
de la mujer".
- "Y vinieron muchos jueves más. Alguno de nosotros empezó a contar historias
personales. Pudimos compartir nuestros miedos, éxitos, fracasos, divorcios,
ponerse de novios, separaciones, conflictos con nuestros hijos, nuestros padres,
nuestras mujeres, trabajos... también comenzamos a compartir nuestros sueños.
Que todo esto pase entre varones, no es de todos los días."
- "Me daba fuerzas pensar, a través de lo que leía, que muchos hombres se
animaban a cuestionar el modelo patriarcal heredado, su relación con las mujeres,
su paternidad. Y poniendo todo esto en primera persona es que comencé a buscar
algo más que la lectura para dar salida a otros aspectos interiores. Necesitaba
relacionarme con los hombres de otra manera."
- "La experiencia mas fuerte y recordable fue durante el taller de cierre, cuando
armamos un hombrecito de arcilla. Esa figurita nos representa a todos. Por
primera vez en mi vida, tomé vino en grupo del pico de una botella."
- "Un jueves para hablar y llorar a nuestros padres. Otro para trabajar con la furia
masculina y otro para hablar de la competencia entre varones y otro para tener
registro de cómo seducimos a las mujeres. Ay, cuánto darme cuenta junto, cuánto
registro, de golpe, de tantas cosas. Tenía que apagar tantos años de no darme
cuenta, de trabajar de proveer, de ser duro, perfecto, de no fallar, de no llorar, de
ser fuerte. Lloro mientras escribo esta parte del relato, me doy cuenta hoy de la
importancia de estos encuentros con hombres, en lo que soy. Vuelvo a sentir que
todos los varones tendrían que pasar por esto. Un jueves hablar de la fecundidad
masculina, de cómo cuidarla. Otro jueves para contener y consolarnos entre
hombres. Otro más para hablar y trabajar cómo en alguna parte de nuestra vida,
abandonamos a nuestro niño interior y dejamos de jugar y otro para conectarnos
con el hombre natural y salvaje que llevamos dentro."
-"Lo que sentí en esos días en el campo: Libertad de ser podría ser el resumen de
todo lo que sentí. Libertad de expresarme en un ámbito donde mi interrelación
con otros varones y adultos no estuviese marcada ni acotada por el miedo, la
represión emocional o la competencia. Libertad de ser al poder dejar aflorar a mi
modo la necesidad de proteger y ser protegido y tenido en cuenta; libertad de
sentir la pertenencia, no por la igualdad compulsiva ni aferrarme a ciertas normas,
sino por la diferencia creativa y sumadora de experiencia que alimenta al grupo
y hace crecer a sus componentes. Libertad de ser al dejar ser a los demás
(dificilísimo)."
-" Nuestra gran experiencia fue el viaje a Uruguay. Nos conocimos más en tres
días que en todo el tiempo previo. El momento más fuerte que registro de esos
días es la ceremonia de cierre en el cañaveral. Fue un momento mágico e
irrepetible."
-"Ser hombre hoy, quizás sea como siempre lo fue. El hombre en su estado puro
adaptado a su medio. Mi gran problema es cuando me pierdo de vista como
hombre y me someto al medio."
-"Encontré en mi grupo de hombres otra vez el espacio para cuidarme, para
respaldarme, lamer mis heridas lamiendo la de mis pares, refugiarme, crecer,
reflexionar, sentir y volver a intentar. Creo que allí fue cuando mi grupo se
convirtió en refugio y mis compañeros en red. Esta red que tejimos es una forma
distinta y profunda de amistad; resultó de entretejer miles de palmadas, abrazos,
comentarios, risas, relatos, lágrimas y silencios. Todos dirigidos con respeto,
afecto y solidaridad, sabiendo que el dolor o la alegría de un compañero era
también el dolor o la alegría de aquel hombre ancestral que habita en todos y que
por tanto también era mío."
La experiencia que describo, al igual que este texto, se modifica cada vez que me
acerco a ella. Al releer el trabajo noto que muchas de las conclusiones están
esparcidas aquí y allá, enunciadas según fueron surgiendo.
Tal como dice Joseph Zinker, se puede ver al grupo como "comunidad de
aprendizaje" y "comunidad creativa". En su libro "El proceso creativo en la
Terapia Gestáltica", Zinker sostiene que "en el nivel de los procesos grupales, el
contacto se experimenta como sensación de ser cada uno único, como sensación
de las diferencias que hay entre cada miembro del grupo y también de las
similitudes. Es una experiencia de generalidad, de comunidad, a la vez que de
individualidad".
En los últimos tiempos, tanto el ideal masculino como el ideal femenino han
sufrido grandes modificaciones. La crisis es particularmente intensa en el caso de
los varones. Sólo cuando su situación es insoportable, los hombres se acercan y
piden ayuda. Para ellos la condición masculina es fuente de dolor y frustración;
son pocos los que perciben su masculinidad como un encuentro placentero con la
firmeza, la potencia y la capacidad creadora del hombre maduro.
Así es como los varones suelen separarse de su padre sin haberse encontrado antes
con él. Estos hombres llegan a la adultez cronológica aislados, buscando en la
noche el horizonte perdido. Los cambios en el ambiente se suceden con mayor
rapidez que su habilidad para responder sin desatender sus necesidades.
Habituados a negar y disociar, los hombres no solemos registrar las señales de
nuestro cuerpo hasta que este dice "basta". La condición masculina se ha
convertido para nosotros en riesgo de estrés, infarto, enfermedades
psicosomáticas y muerte súbita.
Bibliografía