Sunteți pe pagina 1din 4

EL SERMON DE LAS SIETE PALABRAS ¿No veis como en sus ojos se agrupan y

rebosan
Por la tortuosa senda, del Gólgota empinado y escapan esas perlas, lenguaje de su amor?
camina bajo el peso terrible de una cruz Son lágrimas ardientes que queman y
aquel que hizo los montes, el mar, y la destrozan
cascada, es sangre que se escapa del rojo corazón.
y pronuncia en el caos, el hágase la luz.
Desconsolado y triste, cansado y sin aliento
Aquel que dio a las flores su perfumado solloza y se acongoja, no puede mas sufrir
aliento más hoy que es impotente, fatídico y sombrío
y tachono los cielos de estrellas mil por mil, el cuadro que mis labios se atreve a
aquel que puso freno a fuego, mar y viento describir.
diciendo:;Deteneos, no pasareis de aquí;
Feroces los verdugos de victimas ansiosos
Aquel que colocara con mano poderosa lo insultan y escarnecen, se mofan de Jesús
al sol la pura lumbre en lo alto del cenit y en su hondo escepticismo con labios
aquel que diera sones de música armoniosa injuriosos
al arpa gemidora del inmortal David. si Dios eres, le dicen, desciende de la cruz.
Miradle allí, con faz entristecida
sus ropas aun mojadas por la sangre que Jesús eleva al cielo, sus ojos empañados
vertió por lagrimas que arrancan las fuerzas del
mirad como atormenta su faz entristecida dolor
la pérfida corona, que el hombre entretejió. y dice al padre amado, en tono acongojado
no saben lo que hacen, perdónalos Señor.
Está la tarde triste, opaca, silenciosa,
las fuentes no murmuran, las aves no se ven, Su vista vuelve al suelo, y al ver sola a Maria;
y un velo ceniciento de nubes misteriosas Mujer; dice mostrando al buen amado Juan;
envuelven en sus garras la indómita Salem. ahí tienes a tu hijo; y a este en su agonía;
ahí tienes a tu madre; murmura con afán.
Curiosa muchedumbre se agolpa en el
camino Mas escuchad además, Señor; dice sumiso;
cual alas de vivientes moviéndose en tropel; cuando en tu reino vengas, acuérdate de mi;
Ese es Jesús; exclaman, el loco, el y el justo le contesta: de cierto te prodigo
peregrino; allí en el paraíso daré lugar a ti;
así es como titulan al hijo de Israel.
Retratase en su rostro la angustia y el
Jesús camina en tanto y arrastra fatigado tormento
por la tortuosa senda el leño abrumador su vista eleva y mira llorosa hacia el cenit
en su semblante augusto se mira retratado y exclama desgarrando del pecho el
lo acervo de su pena, lo cruel de su dolor. sufrimiento;
¿Por qué, por que, Dios mío, me
Y llegan, lo desnudan, lo acuestan inhumano abandonaste así;
sobre el madero tosco que el tiempo Sed tengo, dice entonces su labio
endureció amortecido,
y un golpe, y otro golpe resuenan en sus aquel que diera el agua al pueblo de Israel
manos ¿no veis aquella esponja que acercan al
haciendo roja herida el hierro penetro. Ungido?
pues en su seno lleva, vinagre y amarga hiel.
Ya escarban y taladran en la tierra dura
y un agujero abriendo el leño han de clavar Ya dobla la cabeza, la muerte presintiendo
con cuerdas lo sujetan, lo elevan a la altura y exclama: consumado el sacrificio está;
mirad, allí esta el Justo, el Hijo de Jehová. oh Padre, yo en tus manos, mi espíritu
Contémplale Maria, la madre cariñosa, encomiendo;
la tierna, la sensible, la flor de Jericó Miradle turba inicua, Jesús ha muerto ya.
la triste madre llora, y sigue silenciosa
los pasos vacilantes del hijo de su amor.
El cielo se oscurece, la humanidad se aterra
del templo el velo santo rasgóse hasta su fin
retumba y se estremecen los ejes de la tierra
y el mar embravecido rehuye en su confín.

Los muertos resucitan, la turba de el se


escapa,
aterrados en loca confusión
los astros aparecen absortos alumbrando
la pira sacrosanta con tenue resplandor.

Las nubes se amontonan y chocan


exhalando
gemidos bramadores, de eléctrico fulgor.
Los ángeles llevan al trono del Eterno
sus mágicos acentos en férvida oración.

Ya el sol de la esperanza nació en el


horizonte
y un Dios al vil esclavo dignóse a redimir
¡Hosanna! ¡Hosanna! repiten los valles y los
montes
humanidad ingrata, es tuyo el porvenir.
[¡Hosanna! ¡Hosanna! repiten los collados
humanidad ingrata, ¡Jesús murió por ti!
EL VERDUGO
Y sigue allá en la cruz: mientras la gente
Sumiso, cual cordero que acompañan Le injuria sin piedad, hieren y afrentan.
Camino de su propio matadero, El ruega con amor al Dios Potente
Avanza entre la turba sin entrañas Que aquel pecado atroz no tenga en cuenta.
el hombre más sublime y verdadero.

¡Con cuánta abnegación sufre el martirio…!


Cargado con la cruz, no retrocede, ¡Que amor tan sin medida está mostrando!…
Soporta con heroica valentía Soporta aquel satánico delirio
Las burlas que continuas se suceden Y aún ruega por los que le están matando.
Haciendo interminable su agonía.

Su cuerpo está bañado en sangre pura,


Lo azotan, y sus labios no maldicen. De sangre inmaculada, redentora.
Lo insultan, y sus ojos no condenan. Rebosa ya su copa de amargura
Sus manos doloridas, aún bendicen Pero El aguanta firme aquella hora.
A aquellos que por El lloran de pena.

Contemplo aquella escena horrorizado,


Y asciende hasta la cumbre del Calvario Al ver la crueldad de aquel proceso.
Cual mártir, sin quejídos ni lamentos. No entiendo por qué el odio han desatado,
Envuelven al Señor como un sudario Ni por qué le traicionan con un beso.
La sangre y el dolor de sus tormentos.

Tratando de entender, sigo las huellas


Lo clavan en la cruz y no se queja… De sangre que deja el Nazareno,
Levantan el madero y sufre horrores… Y encuentro alrededor rostros de piedra
Su cuerpo se desgarra, mas El deja Miradas ponzoñosas de veneno.
Que el hombre le descargue sus furores.

Verdugos con las caras impasibles.


¿Pero es posible, oh Dios, tanta ceguera?… Soldados con coraza en los sentidos.
¿No ven que aquel ser puro es inocente?… Escribas, fariseos, insensibles
No pueden acusarlo tan siquiera Con alma y corazón empedernidos.
De ser ante el dolor indiferente.

Me acerco y en mi ser siento el impulso


Con tanta enfermedad como sanaste, Rabioso de escupir a aquella escoria.
¿no hay nadie que con pecho agradecido Alli están, los infames que yo acuso
defienda tu inocencia? ¡Que contraste…! Del crimen más horrendo de la historia.
Hoy todos con temor se han escondido.

Les miro y mi sorpresa es pavorosa.


Los mismos que horas antes prometían Los seres que yo encuentro allí delante,
Su causa defender, lo abandonaron, Me miran con sonrisa maliciosa
Y ocultan su verguenza y cobardía Y en todos se refleja mi semblante.
No lejos del que sufre el desamparo.
¿Que harás ante la gracia Redentora?
Mi cara, mi expresión, mis movimientos, Acude con el alma arrepentida,
Lo mismo que un espejo reflejaban. Que Cristo el Salvador te espera ahora
Y ahora, igual que yo, todos a un tiempo Dispuesto a darte amor y eterna vida.
con gesto retadores me acusaban.

¡Señor…! ¿Qué significa?…¿por que un yugo


me une en semejanza tan terrible?
Resulta, que yo soy el cruel verdugo
Que esta crucificándote… ¡¡Es horrible…!!

Me siento avergonzado, confundido,


Al ver con realidad lo revelado.
El principal verdugo, sólo ha sido
La furia criminal de mi pecado.

Mis vicios, mis pasiones y rencores,


El odio, envidia, orgullo y vanidad,
Cual lanza y clavo fueron los autores
Que dieron muerte a Cristo en realidad.

No quiero yo acusar con osadía


Ni a Herodes, ni Pilatos, ni a Caifás.
Si Cristo padeció, la culpa es mía.
No es noble que me excuse en los demás.

¿Por qué te irrita, oh mundo, el ver a veces


la imagen de Jesús crucificado?
Tú mismo que al mirarlo te enterneces,
támbien por culpa tuya fue clavado.

Quien puso a Jesucristo en el madero


No fueron ni judíos ni romanos.
Ha sido tu maldad, el verdadero
Verdugo de aquel crimen tan villano.

Murió por el mortal que no merece


Ni amor ni compasión por su extravío,
Y gracias a su cruz, hoy nos ofrece
Perdón para el pecado tuyo y mío.

S-ar putea să vă placă și