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MINUTA APROPIACIÓN INDEBIDA DE DINERO.

1. Título que genere la obligación de entregar o devolver.

a. Sergio Politoff Lifschitz, Jean Pierre Matus Acuña, María Cecilia


Ramírez (2009), Lecciones de Derecho Penal chileno Parte Especial,
Editorial Jurídica de Chile.

“Objeto material
En general es el dinero o cualquier cosa mueble. La cosa objeto del delito ha
debido ser entregada al agente en virtud de un título que produzca obligación de
entregarla o devolverla. El legislador menciona como títulos aptos el depósito, la
comisión y la administración, pero son referencias simplemente ejemplares. La
disposición en cuestión señala también como posible título cualquier otro que
produzca la obligación de entregar o devolver la cosa, entre ellos podemos
mencionar la prenda con desplazamiento, el comodato o préstamo de uso 91 (a
menos que el comodatario deba usar la cosa dentro de la esfera de resguardo
del derechohabiente, por ej., leer un libro sólo en el recinto de la biblioteca), el
arrendamiento de cosas muebles y el mandato, civil o comercial, general 92 o
especial.93

Tratándose de cosas fungibles, por su propia naturaleza, la entrega lícita


originaria sólo puede generar la obligación de devolver otras tantas de la misma
especie y calidad, produciéndose necesariamente la tradición a favor del
obligado que, de este modo, comete el delito sólo si omite su obligación de
restituir las cantidades recibidas, una vez exigida la cuenta correspondiente,
como sucede particular- mente con la entrega de dinero para una administración
o la ejecución de una comisión.94 Pero si se trata de entregar cosas consumibles
con autorización para usar de ellas, como en el mutuo de dinero, no estaremos
nunca ante una apropiación indebida, sino siempre ante un mero incumplimiento
de contrato (no pagar lo debido).951

1
Pags- 456 y 457 (Página 36 de documento acompañado)
b. Mario Garrido Montt (2008), Derecho Penal, Parte Especial. Tomo IV,
Editorial Jurídica.

(…) “El depósito y el mandato son modalidades de las relaciones posibles que
deben servir de título para estos efectos, porque como bien señala el art.470,
cualquier otro título que produzca la obligación de entregarla o devolverla (la
cosa de que se trate), puede ser hábil al efecto, de manera que este “cualquier
otro título” a que alude el artículo en el hecho pasa a constituir la regla general.
El título, de consiguiente, ha de ser el creador de la obligación de restituir
la especie que se entrega; esta última obligación –la de restituir– no puede
desprenderse de la entrega misma, o tener en ella su fundamento, o en una
circunstancia posterior.
Pueden ser autores de este delito sólo aquellos que recibieron materialmente el
bien mueble y que contraen la obligación de entregarlo o restituirlo precisamente
en mérito del título por el cual lo recibieron, y no de otro diferente”.2
Si se entrega la especie por un título distinto los señalados, y el que la
recibe se apropia de ella, no incurre en el delito en estudio. Podrá configurarse
una estafa, situación que se presenta, por ejemplo, cuando un sujeto
indebidamente cobra el crédito de un tercero y se queda con la suma que paga.
La recepción de la cosa mueble por el agente debe ser espontánea,
libremente realizada por quien hace la entrega, pues si la lleva a cabo engañado
por aquél, podrá haber delito de estafa, pero no apropiación indebida”.

c. Alfredo Etcheberry (1997), Derecho Penal Parte Especial, Tomo III,


Tercera edición revisada y actualizada, Editorial Jurídica de Chile.

2
Pág. 376.
“ La apropiación indebida, esencialmente, es un delito que consiste en
quedarse con las cosas ajenas, violando el deber jurídico de entregarlas o
devolverlas”3
“El titulo por el cual se recibe la cosa debe ser un título que produzca la
obligación de entregarla o devolverla. En consecuencia, no debe tratarse
de un título traslaticio de dominio, porque la entrega en virtud de ducho título,
o no engendra obligación alguna, o sólo genera una obligación de pago o
contraprestación, pero no de entrega o devolución de cosa recibida. La
obligación de pago o contraprestación significa que el que entrega se
desprende voluntariamente de su derecho real de dominio sobre la cosa, que
pasa al receptor de ella, y lo cambia únicamente por un derecho personal o
crédito, para exigir la devolución de otras cosas equivalentes. Esta
circunstancia, como se comprende, no tiene ninguna importancia en el caso
de la estafa, de un fraude por engaño, ya que allí el título, sea traslaticio o no,
es un título viciado.
En la apropiación indebida, en cambio, es imprescindible examinar la
naturaleza del título. Si es traslaticio de dominio, no puede haber apropiación
indebida.
¿Qué clase de títulos son los que posibilitan la existencia de una
apropiación indebida? La generalidad de los autores extranjeros se refiere a
títulos que confieren al que recibe la posesión de la cosa entregada. Con
acierto observa POLITOF que tal afirmación puede ser correcta dentro de un
sistema civilista en materia de posesión, pero no es valedera entre nosotros,
pues en nuestro derecho civil la posesión en concebida a la manera de
SAVIGNY, como un complejo, integrado por un elemento material, la tenencia
de la cosa, y uno psicológico, el ánimo de señor y dueño, esto es, la intención
de comportarse como dueño de la cosa, sin reconocer título ajeno sobre ella.
Así se desprende con claridad de la definición del Art. 700 del Código Civil y
de la reglamentación que dicho cuerpo de leyes da al respecto. Siendo ello
así, en nuestro sistema, los títulos que importan la obligación de entregar a
devolver, como que exige el reconocimiento de dominio ajeno, no pueden
tener como efecto transferir la posesión de la cosa. Los títulos a que se

3
Pag. 424
refiere el Art. 470 N° 1, que suponen la entrega de la cosa, materialmente,
pero con reconocimiento de domino ajeno, confieren la mera tenencia de la
misma, de conformidad con la definición del Art. 714 N°. Debe concluirse, en
suma, que en el delito de apropiación indebida el propietario ha constituido al
hechor en mero tenedor de la cosa, no en poseedor.”
Sin embargo, aún tratándose de la mera tenencia, no basta la simple
detentación material de la cosa para ser ya un mero tenedor en los términos
exigidos por el Art. 470 N° 1. La mera tenencia, como antecedente de la
apropiación indebida, supone algo más. Todos los autores han percibido
claramente esta exigencia, y algunos han llegado incluso a postular la
existencia de un “concepto penal de posesión” (dentro de su sistema), distinto
del civil. La mera tenencia no es una simple relación material, de hecho, sino
que es una relación jurídica, en la cual el mero tenedor, si bien reconociendo
dominio ajeno, adquiere determinadas facultades de uso o manejo de las
cosas, autónomamente, con independencia del propietario, que debe
respetar este derecho. CARRA siguiendo a FORTI, distingue entre una
entrega de la simple materialidad de la cosa y la entrega por confianza. Estas
dos clases de entrega dan nacimiento a dos clases de tenencia: la tenencia
material y la tenencia fiduciaria. Solamente esta última puede dar origen a
una apropiación indebida. La primera sólo puede ser antecedente de un
hurto. En la entrega material, el propietario no entiende desprenderse de
nada, como no sea de la simple materialidad física de la cosa: es el caso del
joyero que entrega un anillo a su cliente para que éste lo examine mejor a la
luz; el caso del viajero que entrega al portaequipaje su maleta para que éste
la lleve al tren; el patrón que entrega a su sirviente un objeto para que lo
limpie, etc. En la entrega fiduciaria, en cambio, el propietario se desprende
no solo de la cosa, sino de su custodia, que la confía a otra, el que goza de
autonomía o poder discrecional para realizar su encargo o ejercer sus
derechos. Es el caso del propietario que entrega al arrendatario la cosa
arrendada (un automóvil); del pasajero que entrega al administrador del hotel
un objeto valioso para que éste lo guarde y vigile durante su estadía; del
propio joyero del ejemplo anterior, pero que esta vez entrega al cliente el
anillo para que éste lo lleve a su casa a fin de enseñarlo a su cónyuge y
decidir en definitiva si lo adquirirá o no.” (…)4

4
Pags 429 a 431 (leer hasta p. 435)

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