Sunteți pe pagina 1din 4

La fotografía periodística es un mensaje.

La fuente es el diario, el receptor el


público que lo lee, y el canal de comunicación el diario mismo. Sin embargo,
la fotografía no es solo un producto o vía de información, sino que también es
objeto con estructura propia. Por lo tanto, es importante analizar dicha
fotografía.

La fotografía se comunica con el texto (título, leyenda), pero no pueden


mezclarse. El análisis debe apuntar a cada estructura por separado, luego se
estudiará en su conjunto.

Paradoja fotográfica

La fotografía transmite lo real literal, pero no es lo real, sino que es un


analogon perfecto que la define. La imagen es un mensaje sin código, como
los dibujos, pinturas, cine, teatro, etc. Sin embargo, estos mensajes
desarrollan de manera inmediata un mensaje suplementario (el estilo de
reproducción). En resumen, Barthes opina que la fotografía tiene una doble
condición: denotativa – connotativa. El mensaje denotado, el análogon, es el
mensaje real o literal, sin código. El mensaje connotado es la opinión
individual del espectador a través de su cultura, requiere de código. De todas
las estructuras de información, la fotografía sería la única que está
exclusivamente constituida y ocupada por un mensaje. La connotación no se
deja necesariamente captar de inmediato a nivel de mensaje en sí, no es
solamente percibida, recibida, sino también leída, relacionada, con una
reserva tradicional de signos. La paradoja fotográfica sería entonces la
coexistencia de dos mensajes, uno sin código y el otro con código. Pero en la
paradoja el mensaje connotado (o codificado) se desarrolla partir de un
mensaje sin código. El mensaje denotado es absolutamente analógico, es
continuo y el mensaje connotado contiene un plano de expresión y un plano
de contenido, significantes y significados.

Los procedimientos de connotación

La connotación es una codificación de lo analógico fotográfico, no obstante,


no forman parte de la estructura fotográfica. Estos procedimientos son:
Trucaje: el interés metódico del trucaje consiste en que interviene sin dar
aviso, dentro del mismo plano de denotación. Utiliza la credibilidad particular
de la fotografía para hacer pasar por simplemente denotado un mensaje que
no es, en realidad, fuertemente connotado. El código de connotación no
artificial ni natural, es histórico.

Pose: por ejemplo en una fotografía muy difundida como la de Kennedy, en


este caso lo que prepara la lectura de los significados de connotación, es la
misma pose del sujeto, la pose no es un procedimiento específicamente de la
fotografía, el lector recibe como simple denotación lo que de hecho es un
estructura doble: denotada y connotada.

Objetos: los objetos son inductores corrientes de asociaciones de ideas (por


ejemplo, biblioteca con intelectualidad) o incluso verdaderos símbolos. Los
objetos constituyen excelentes elementos de significación: son discontinuos,
complejos y remiten a significados conocidos. Puede ocurrir que a primera
vista se piense que es una escena espontánea, cuando en realidad en
realidad posee un sentido.

Fotogenia: en la fotogenia el mensaje connotado está en la imagen misma


por técnicas de impresión, iluminación y revelado. A cada técnica corresponde
un significado de connotación suficientemente constante como para ser
incorporado a un léxico cultural de los técnicos.

Esteticismo: sólo se puede hablar de esteticismo en la imagen de manera


ambigua: cuando la fotografía se hace pintura.

Sintaxis: es natural que varias fotografías puedan transformase en


secuencia. El significante de connotación ya no se encuentra entonces a nivel
de ninguno de los fragmentos de la secuencia, sino a nivel de
encadenamiento. Por ejemplo, para producir una situación cómica, rara vez
alcanza con una sola fotografía (cosa que no ocurre con los dibujos).

El texto y la imagen

El texto acompaña a la fotografía periodística. (1) El texto constituye un


mensaje parásito destinado a connotar la imagen, es decir, imponer
significados secundarios. La imagen no ilustra la palabra, sino que la palabra
ilustra la imagen, la hace "más pesada", le impone una carga cultural, y moral.
(2) El proceso de connotación puede ser diferente según cómo se presente la
palabra, ya sea en espacio o forma, mediante título, artículo o leyenda, de
cualquier manera participan de la denotación. Nunca llega a fusionarse con la
imagen. (3) Resulta imposible que la palabra duplique a la imagen, ya que en
el pasaje de una estructura a otra se elaboran inevitablemente significados
secundarios. Esto se debe a que, la mayoría de las veces, el texto no hace
más que amplificar un conjunto de connotaciones que ya están incluidas en la
fotografía. El texto puede, también, llegar a producir un significado
enteramente nuevo, e incluso contradecir la imagen, produciendo una
connotación reguladora.

La insignificancia fotográfica

Hemos visto que el código de connotación no es ni natural ni artificial, sino


histórico, o si se prefiere cultural. La significación es siempre elaborada por
una sociedad y una historia definidas. Es por eso que resulta imposible
proyectar en la lectura de la imagen sentimientos y valores eternos y trans-
históricos. Para encontrar un determinado código de connotación, sería
necesario aislar, enumerar y estructurar todas las partes de la imagen
fotográfica. El problema es que nada indica que en la fotografía haya partes.

Lectura de la fotografía: según ciertas hipótesis, la lectura de la imagen


implica verbalizarla. Desde este punto de vista, la imagen solo existiría dentro
de las categorías de connotación de la lengua. Y si toda lengua permite
segmentar las cosas, las connotaciones de la fotografías coincidirían, en
términos generales, con los grandes planos de connotación del lenguaje.

También se podría encontrar una connotación cognoscitiva, cuyos


significantes estarían localizados en ciertas partes de la fotografía. Una buena
foto periodística juega con el "saber supuesto" de sus lectores, eligiendo los
clichés que contienen la mayor cantidad posible de informaciones, de manera
de enfatizar la lectura. Por ejemplo: si se fotografía Agadir destruida, más vale
disponer de algunos signos arábigos, aunque el arábigo no tenga nada que
ver con el desastre en sí, pues la connotación proveniente del saber es
siempre una fuerza tranquilizadora: al hombre le gustan los signos, y le gustan
claros.

Queda aún el problema de la connotación ideológica. Se trata de una


connotación fuerte que introduce en la lectura de la imagen razones o valores.
Exige un significeante muy elaborado: encuentro de personajes, desarrollo de
actitudes, constelación de objetos. En las ocasiones en las que se tratan
valores apolíticos, el léxico suele ser rico y claro. Es posible que, por el
contrario, la connotación política esté la mayoría de las veces confiada al
texto, en la medida en que las selecciones políticas son siempre, por así
decirlo, de mala fe, y una fotografía es incapaz de convencer o desmentir por
sí sola.

Dadas estas observaciones, podríamos pensar que la connotación siempre


está presente en la fotografía, que no es posible una pura denotación. Si
acaso existen situaciones es las que se suspende el lenguaje y se bloque la
significación, estas son las imágenes traumáticas. Las fotografías
propiamente traumáticas son aquellas de las que no hay nada que decir;
ninguna categorización verbal puede influir en el proceso institucional de su
significación. Podría entonces imaginarse una suerte de ley: cuanto más
directo es el trauma, tanto más difícil la connotación.

S-ar putea să vă placă și