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ESTUDIOS
UN SOLO MUNDO,
MÚLTIPLES DESAJUSTES
Jaime Tatay Nieto, sj*
Resumen
La comunidad científica advierte que el ser humano ha desencadenado trans-
formaciones sin precedentes en el planeta Tierra, con previsibles efectos adversos
para las poblaciones empobrecidas, las generaciones futuras y el resto de seres vi-
vos. Los cambios acelerados de nuestra época –causados por múltiples desajustes
económicos, sociales y éticos– nos plantean un triple reto: reorientar los modelos
económicos, los sistemas políticos y la reflexión ética hacia la justicia económica,
la inclusión social y la protección medioambiental. Invertir las actuales diná-
micas de degradación medioambiental requerirá soluciones técnicas y medidas
políticas, así como una reforma de hábitos mentales, una conversión del sistema
de valores, una extensa alfabetización ecológica y una justa redistribución de la
riqueza. En esta tarea, el diálogo y la acción de todos los actores que conforman
la sociedad civil, incluyendo las religiones, resulta imprescindible.
PALABRAS CLAVE: ecología, urgencia, incertidumbre, justicia, redistribución.
Abstract
The scientific community has warned that human beings have prompted unpre-
cedented transformations on Planet Earth that will have foreseeably negative
effects for impoverished populations, future generations and other living creatures.
The fast-paced changes of our times –caused by numerous economic, social and
ethical imbalances– lead us to consider a three-fold challenge: to redirect economic
models, political systems and ethical reflections toward economic justice, social in-
clusion and environmental protection. Reversing today’s dynamics of environmen-
tal decline requires technical solutions and political measures, as well as an alte-
ration of mental habits, a conversion of our value system, widespread ecological li-
teracy and a fair redistribution of wealth. In this task, dialogue and action by all
the agents involved in civil society, including religions is essential.
KEY WORDS: ecology, urgency, uncertainty, justice, redistribution.
–––––––––––––––
Conviene señalar que en las últimas décadas se han dado avances sin pre-
cedentes en la lucha contra la pobreza extrema, en la mejora de la educa-
ción y en el acceso a la sanidad. La capacidad de análisis de los problemas
medioambientales y la formulación de soluciones técnicas a dichos pro-
blemas se ha visto también mejorada notablemente. El reto actual consis-
te en articular el compromiso político, la iniciativa empresarial y la movi-
lización social necesarias para llevar adelante esas soluciones, revertir las di-
námicas de degradación más peligrosas y construir el futuro que queremos,
un futuro digno para todos los seres humanos presentes y venideros; un fu-
turo adecuado también para otras formas de vida.
Usando la expresión «Rio+20», se trata de articular prosperidad económi-
ca, inclusión social y protección medioambiental. Este es el conocido trí-
pode del desarrollo sostenible, un trípode amenazado de inestabilidad y que
necesita re-ajustarse de forma urgente con la colaboración de todos. En pa-
labras de Ban Ki-Moon, «aspiramos nada menos que a un movimiento
global capaz de generar un cambio generacional». El urgente cambio ge-
neracional al que se refiere el secretario general de la ONU refleja nuestra
compleja situación y algunas de las tareas más urgentes: proteger los eco-
sistemas de los que dependemos para nuestra supervivencia, reconocer los
límites del actual modelo de producción-consumo, reducir el sobreconsu-
mo del «Norte global» y erradicar la pobreza del «Sur global»2.
El entramado de problemas sociales, económicos y ecológicos contempo-
ráneos es una amenaza para nuestro futuro y un reto intelectual, político
y moral de enormes dimensiones. La complejidad del problema hace que
la ubicación epistemológica de la comúnmente llamada «crisis ecológica»
no sea clara: se encuentra a caballo entre las ciencias naturales, las ciencias
sociales y la reflexión ética. Resolver los problemas señalados en Rio+20 re-
querirá una gran capacidad de escucha, un diálogo entre distintos actores
y una visión holística de los procesos desencadenados en nuestro planeta.
Empecemos escuchando a la comunidad científica.
Cambio climático
El cambio climático constituye sin duda, entre todos los problemas eco-
lógicos, la cuestión más controvertida y la que atrae mayor atención me-
diática, por su carácter global, su complejidad y sus posibles efectos ca-
tastróficos. Los sucesivos informes del Panel Intergubernamental para el
Cambio Climático (IPCC, en inglés) han puesto de relieve que la gran
cantidad de dióxido de carbono, metano y ozono troposférico emitidos
a la atmósfera por la acción humana en las últimas décadas resulta dañi-
na para los ecosistemas terrestres y para la propia salud humana5.
4. Ibid., 194.
5. Cf., MILLENNIUM ECOSYSTEM ASSESSMENT, Ecosystems and Human Well-being. A
Framework for Assessment, Island Press, Washington D.C. 2003; Global Environ-
mental Outlook 5, 32.
6. Las razones que llevan a la degradación de los bosques son múltiples y complejas.
En fechas recientes, la inseguridad generada por la crisis alimentaria del bienio
2007-2008 y la creciente demanda de soja, carne, productos lácteos, aceite de pal-
ma, caña de azúcar y biocombustibles a nivel global están conduciendo a la com-
pra y transformación de grandes superficies de tierra en países del «Sur global» por
parte de gobiernos, corporaciones internacionales e individuos particulares. Este fe-
nómeno, conocido como landgrabbing, está relacionado con la transformación de
numerosas formaciones forestales.
7. El caso del Mar de Aral es el más dramático y el mejor documentado. Algunos de
los ecosistemas marinos más diversos y productivos han sufrido igualmente un rá-
pido proceso de degradación. Se estima que un 20% de los arrecifes coralinos se
han perdido en el siglo XX, y al menos otro 20% se ha degradado debido a prácti-
cas pesqueras destructivas, sobrexplotación, contaminación y cambios en la fre-
cuencia e intensidad de las tormentas. Cf. MILLENNIUM ECOSYSTEM ASSESSMENT,
Ecosystems and Human Well-being: Wetlands and Water Synthesis, Island Press,
Washington D.C. 2003, 3.
8. A pesar de ello, conviene recordar que todavía 1.200 millones de personas siguen
sin tener acceso garantizado al agua potable, y 10.000 personas –en su mayoría ni-
ños– mueren diariamente debido a ello. Cf. P. ARROJO, «Crisis global del agua: va-
lores y derechos en juego»: Cuadernos Cristianisme i Justícia, n. 168, Barcelona 2010.
9. Los servicios ecosistémicos son los beneficios obtenidos por los seres humanos de
los ecosistemas. Son de cuatro tipos: aprovisionamiento, como el agua y los alimen-
tos; regulación, como la regulación de sequías, inundaciones, degradación del sue-
lo o enfermedades; apoyo, como la formación de suelo o el ciclo de nutrientes; y
culturales, de orden recreacional, científico, espiritual o religioso. Cf., Global Envi-
ronmental Outlook 5, v.
Pérdida de biodiversidad
Estrechamente relacionada con las tres transformaciones anteriores, se ha
observado una rápida disminución de la biodiversidad del planeta en las
últimas décadas. El Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD) acordado
en Rio’92 consideró que son cinco los factores causantes de las extincio-
nes en curso: la transformación de los hábitats, la sobreexplotación, la
contaminación, la invasión de especies exóticas y el cambio climático10.
En los últimos veinte años, la combinación de estos factores ha condu-
cido a un declive global de la biodiversidad del 12%, y del 30% en las
regiones tropicales. El Índice Planeta Vivo, uno de los indicadores de la
evolución de la biodiversidad, indica que el ritmo de extinción actual es
1.000 veces superior al de la época pre-industrial, un ritmo que convier-
te nuestra época en el sexto periodo de extinción masiva de la historia
del planeta. El último informe de la Secretaría del CBD alerta: «En la
mayoría de los escenarios a futuro se prevé que en el transcurso de este
siglo los niveles de extinción y pérdida de hábitats seguirán siendo ele-
vados, con la consiguiente disminución de algunos servicios ecosistémi-
cos que son importantes para el bienestar de los seres humanos»11.
Ahora bien, llegados a este punto, es legítimo preguntarse: ¿qué impor-
ta que algunas especies o ecosistemas enteros desaparezcan?; ¿acaso la ex-
tinción no es parte del proceso evolutivo natural? Además, ¿no ha esta-
do siempre el planeta Tierra en constante transformación?; ¿acaso la
composición atmosférica y el clima no han cambiado a lo largo de la his-
2. La encrucijada contemporánea:
entre la urgencia y la incertidumbre
12. La disminución o pérdida de estos servicios es, a menudo, un proceso gradual cu-
yos efectos se perciben a lo largo de un amplio período de tiempo. Sin embargo,
existe constancia de que algunos cambios en los ecosistemas resultan abruptos e
irreversibles. Un ejemplo paradigmático de este tipo de cambio abrupto se ha des-
crito en algunos arrecifes coralinos, al ser invertida la dominancia de los corales por
las algas. La progresiva eutrofización y la eliminación de peces herbívoros que man-
tenían el equilibrio entre corales y algas son, en este caso, factores «detonantes» del
cambio; un cambio que puede producirse en pocos meses y dar lugar a un ecosis-
tema menos productivo, diverso y resiliente que el anterior. Cf. MILLENNIUM
ECOSYSTEM ASSESSMENT, Ecosystems and Human Well-being. A Framework for
Assessment, 835.
Sin embargo, la comunidad científica insiste en que los niveles de los in-
dicadores más críticos y sus efectos sobre el bienestar humano y la estabi-
lidad de los ecosistemas se han identificado, descrito y, en algunos casos,
sobrepasado13. El margen de incertidumbre de cualquier predicción no nos
impide preguntarnos por la gravedad de los procesos desencadenados, por
las causas últimas que los han generado y por el modo de revertirlos.
Una de las organizaciones internacionales líderes en la conservación de
la naturaleza, The World Wildlife Fund (WWF), ha sintetizado de forma
cruda y directa la encrucijada ante la que nos encontramos tras el acele-
rado proceso de transformaciones producido después de la Segunda
Guerra Mundial: «La biodiversidad global del planeta ha disminuido en
torno a un 30% entre 1970 y 2008. La demanda de recursos naturales
se ha doblado desde 1966, y actualmente estamos utilizando el equiva-
lente a 1,5 planetas para sostener nuestras actividades. Los países con al-
to nivel de ingresos tienen una “huella ecológica” cinco veces mayor que
la de los países con bajo nivel de ingresos. Las proyecciones estiman que,
al ritmo actual, en 2030 necesitaremos el equivalente a dos planetas pa-
ra satisfacer nuestra demanda anual»14.
Como sucede en otros ámbitos de la acción humana, hemos de pre-
guntarnos por el saber mínimo necesario para la acción. Dicho de otro
modo, ¿podemos, con los datos e indicios de que disponemos, emitir
un juicio con respecto a las causas que subyacen a estas transformacio-
nes planetarias y están empujando a muchos ecosistemas al límite de
sus capacidades, amenazando la supervivencia de los seres vivos que de-
pendemos de ellos?
15. Cf. A. JÄGERSKOG – T. JØNCH CLAUSEN (eds.), Feeding a Thirsty World – Challen-
ges and Opportunities for a Water and Food Secure Future, Report Nr. 31, SIWI,
Stockholm 2012; Global Environmental Outlook, 81.
a los problemas ecológicos hace que los distintos actores de nuestra so-
ciedad tengan puntos de entrada, intereses y percepciones diferentes con
respecto al problema. Una diversidad que muestra también la necesidad
de diálogo entre los expertos de las distintas disciplinas y las organiza-
ciones de la sociedad civil para abordar esta cuestión.
Resulta significativo que el panel científico que elaboró el GEO5 con-
cluyera que las soluciones de «expertos», de arriba abajo, no servirán pa-
ra resolver problemas que implican cambios complejos18. La salida de la
actual situación requerirá soluciones técnicas innovadoras y medidas po-
líticas valientes, pero también la movilización social que señaló Ban Ki-
Moon. Una movilización social que exigirá una extensa «alfabetización
ecológica», una reforma de los hábitos mentales y una conversión del sis-
tema de valores.
Las tradiciones religiosas, expertas en reformas y conversiones culturales,
pueden y deben unirse al coro de voces que exploran el camino a seguir
en el siglo XXI, aportando su sabiduría y su capacidad de movilización
global. Las religiones son actores influyentes que animan a sus fieles a vi-
vir de forma armónica: austeridad, justicia y responsabilidad intergene-
racional son valores compartidos más allá de las líneas confesionales. La
lucha por un futuro equitativo, justo y sostenible es una necesidad ur-
gente para todas las confesiones y un terreno fecundo para el diálogo
ecuménico e interreligioso.
Quizá resulte prematuro afirmar que se está produciendo un «despertar
ecológico» en las religiones o que la crisis medioambiental está restau-
rando dimensiones «éticas y espirituales» en círculos científicos. Pero,
ciertamente, se observa un doble movimiento que puede conducir a una
(sana) espiritualización del movimiento verde y a un reverdecimiento de
las religiones.
El romanticismo significó una primera reacción ante un tipo de moder-
nidad que empobrecía la experiencia humana y su relación con la natu-
raleza, una reacción que no podía imaginar el proceso de degradación