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Haimov I, Shatil E (2013) Cognitive Training Improves Sleep Quality and Cognitive
Function among Older Adults with Insomnia. PLoS ONE 8(4): e61390.
doi:10.1371/journal.pone.0061390
Shatil E (2013). ¿El entrenamiento cognitivo y la actividad física combinados mejoran las
capacidades cognitivas más que cada uno por separado? Un ensayo controlado de cuatro
condiciones aleatorias entre adultos sanos. Front. Aging Neurosci. 5:8. doi:
10.3389/fnagi.2013.00008
Una dieta variada y completa en ciertos nutrientes, como el omega-3 (salmón, sardinas
o atún), contribuye a que el rendimiento intelectual de una persona sea mayor. Lo dicen
los estudios, como el que llevó a cabo Alexandra Richardson, de la Universidad de
Oxford. “Los ácidos grasos omega-3 son muy importantes para las funciones del
cerebro, como también lo son otros nutrientes imprescindibles que hay que vigilar,
como el hierro, el yodo y la vitamina B12, que interactúan en el desarrollo cognitivo y
de los que, parte de la población, puede presentar carencias. Se ha visto, por ejemplo,
que cuando las personas tienen una anemia ferropénica o niveles de yodo o de vitamina
B12 muy bajos, acaban estando afectadas sus funciones neuronales, de concentración o
de asimilación”, afirma la nutricionista Alma Palau, presidenta del Consejo General de
Dietistas-Nutricionistas de España. El neurocientífico Fernando Gomez-Pinilla,
catedrático de la Universidad de California, continúa: “Lo que tiene de especial el
omega-3, particularmente un componente que se llama DHA, es que es parte de la
estructura original del cerebro. Resulta que las membranas, que son como las capas
externas de las células nerviosas, también están hechas de esa sustancia. No en su
totalidad, pero en parte de su estructura sí tienen DHA, que es muy importante para
muchas funciones cognitivas”.
El brócoli, pese a su lado oscuro, es la estrella de la vitamina K, junto con las coles de
Bruselas y las verduras de hoja verde, y ha dado resultados muy positivos no solo en su
ya conocida e indispensable función en la coagulación de la sangre, sino también en
tratamientos para el Alzheimer. Una investigación de la Universidad de Montreal en
Canadá demostró que las personas mayores que presentaban más presencia de vitamina
K1 elaboraban mejores discursos, progresaban en su expresión verbal y poseían mayor
retención de la información.
A estas alturas puede que su cerebro esté demandando una dosis extra de parte de estos
supernutrientes para seguir con la inteligencia a pleno rendimiento y poder acabar de
leer el tema. Si es así, tome nota. Para cubrir las necesidades de hierro se recomienda
incorporar a la dieta carnes rojas y vegetales verdes (especialmente, espinacas, muy
ricas también en ácido fólico, que ayuda a frenar el deterioro cognitivo); para mantener
óptimo el estado del yodo, basta con una cucharadita de sal yodada al día (la que se usa
para cocinar), y en el caso de esa vitamina tan importante que es la B12, conviene
consumir a diario un vaso de leche o dos, carne, pescado (preferiblemente azul), huevo,
frutas y verduras. Si además lo combina todo, semanalmente, con cereales, legumbres,
frutos secos y lácteos, ¡sin olvidar una abundante hidratación constante!, su cerebro irá
a mil por hora. “Los estudios son claros respecto a que el que come mejor tiene una
capacidad cerebral más alta que el que lleva una dieta pobre. Y, sobre todo, cuando se
suma una actividad física regular”, concluye Gomez-Pinilla. Los niveles de atención
que demandan ciertos deportes estimulan esta cualidad.