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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, TURISMO Y


PSICOLOGÍA
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

2018-II

PSICOLOGÍA DINÁMICA

CICLO V

Elaborado por: Jesús Romero Croce

LIMA – PERÚ

2018
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INDICE

PRESENTACION

I INTRODUCCIÓN

1. Interpretación
2. Trauma
3. Psicodinámica
4. Desarrollo del Psicoanálisis
Antecedentes del Psicoanálisis
5. Sigmund Freud
Vida y obra
Desarrollo de las Ideas

II FUNDAMENTOS TEÓRICOS

1. Metapsicología
Conceptualización
Postulados básicos
2. Tópica de la Mente
Conceptualización
Primera Tópica: el Punto de Vista Sistémico
3. Teoría de las Pulsiones
Conceptualización
Primera y segunda formulación
4. Segunda Tópica : el Punto de Vista Estructural
Estructuras Mentales
Mecanismos de Defensa
5. Teoría de los Sueños
6. Teoría del desarrollo Psicosexual
Conceptualización
Fases del Desarrollo Psicosexual

III ASPECTOS APLICATIVOS

1. Teoría Psicopatológica
2. Teoría Terapéutica
2.1 Fundamentos
2.2 Técnica Psicoterapéutica
3. Psicoanálisis aplicado
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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MANUAL DE PSICOLOGÌA DINÀMICA

PRESENTACIÒN

El presente manual ha sido confeccionado específicamente para la


asignatura de Psicología Dinámica.

Su objetivo es, por ello, eminentemente didáctico; tiene el propósito de


facilitar el aprendizaje de dicha materia por parte de los señores
estudiantes. Para su elaboración, el autor ha partido de su experiencia
en el dictado de la misma y la comprobación de las dificultades que a
veces suscita su aprendizaje. En este sentido, el Manual de Lecturas,
estructurado en base a una selección de textos, tenía como principal
dificultad la complejidad de su terminología y la densidad de la
información provista.

Es por la razón señalada que el autor ha preferido exponer cada una


de las materias, que en su conjunto configuran la Psicología Dinámica,
de una manera casi coloquial, como si se tratara de clases en el aula,
dosificando la exposición de conceptos y terminología, y cuidando que
el desarrollo de la temática sea ágil y comprensible, sin perder por ello
profundidad y precisión.

En la esperanza que el esfuerzo desplegado en su elaboración cumpla


con los objetivos previstos, sometemos el presente texto al veredicto de
nuestros alumnos.

El plan de la cobra se ciñe a la estructura del silabo de la asignatura;


comprende así tres unidades.

La primera tiene carácter introductorio; se analizan primeramente,


nociones básicas para la comprensión de la materia en estudio, los
conceptos de interpretación trauma y psicodinámica; seguidamente, se
expone el desarrollo del Psicoanálisis, cuerpo técnico central de la
Psicología Dinámica, y se presenta una breve síntesis biográfica de su
creador, Sigmund Freud.

La segunda unidad desarrolla los fundamentos teóricos del


Psicoanálisis: la metapsicología, la tópica de la mente, la teoría de las
pulsiones, la teoría de los sueños y la teoría psicosexual.
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La última unidad presenta los aspectos aplicativos de la teoría


expuesta, básicamente la psicopatología y la terapéutica
psicoanalíticas.

PRIMERA UNIDAD: INTRODUCCION

1.1 LA INTERPRETACION.-

Es un procedimiento técnico fundamental en el Psicoanálisis, y que en


la práctica lo define.
Posee dos acepciones:
1.- Deducción por parte del analista del significado de un material.
2.- Comunicación al paciente del significado de dicho material.

Se propone el siguiente esquema interpretativo

Manifestación verbal
Conducta manifiesta signo
__________________ conflicto
defensivo

Significado (latente) deseo

Las expresiones verbales o comportamentales del sujeto tienen el


carácter de signo y poseen un significado que los trasciende. Este
significado es desconocido por el propio sujeto (es inconsciente, se
halla en estado latente).
El analista debe descubrir dicho significado, es decir la razón por la
cual el sujeto no es capaz de conocerlo por sí mismo. Amparado en su
marco teórico, asume que la causa de ello se encuentra en el conflicto
defensivo: un deseo, una fantasía especifica ha entrado en oposición
con su sistema de valores y ha sido reprimido (desalojado de la
conciencia).
Este descubrimiento permite al analista conocer la organización
psíquica del sujeto y, en base a la metodología del proceso terapéutico,
es presentado al paciente con el objeto de esclarecimiento. Su
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propósito ulterior es ligar en la organización psíquica aquello que está


separado, “hacer consciente lo inconsciente”:

1.2.- EL TRAUMA

Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la


incapacidad del sujeto para responder a él adecuadamente y los
efectos patológicos duraderos que provoca en la organización psíquica.

En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de


excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su
incapacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones.
Ello puede ser consecuencia de un solo acontecimiento muy violento
(emoción intensa), como de una acumulación de excitaciones, cada
una de las cuales tomada aisladamente sería tolerable.

Freud propone dos teorías sobre el trauma, a lo largo de su obra.

1.- Primera teoría (1987) : Se establece una conexión entre dos


sucesos:
a) Sedución infantil (prepuberal)
b) Experiencia intrascendente (pospuberal)
Aquí se asumía la existencia de un hecho fáctico de violación o de
manipulación erótica.

2.- Segunda teoría (1915) :


a) Sexualidad infantil (autoerótica) : Fijación de libido
b) Experiencia intrascendente (pospuberal) : “trauma”

Aquí Freud propone el siguiente esquema:


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Etiología de la neurosis = Disposición por fijación + Suceso accidental


de la libido (traumático)

Constitución sexual (suceso prehistórico) Suceso infantil

Explicando el esquema propuesto, la actividad sexual infantil


(determinada por las particulares modalidades de relación que
establece con los adultos de su entorno familiar y sus fantasías
consecuentes) “fija” una pauta de gratificación. En la vida adulta, un
acontecimiento anodino, sin mayor significación per se, activa
asociativamente el recuerdo de aquellas experiencias eróticas y
adquiere, así, el carácter de trauma.

En tal sentido, se requiere cuando menos de dos cadenas de sucesos


para que un trauma sobrevenga, la experiencia reciente no explica la
repercusión anímica en el sujeto, más bien encubre, “apantalla”, el
suceso infantil.

1.3.- PSICODINAMICA

Ciencia que describe y explica las manifestaciones y


consecuencias de la fuerzas mentales del ser humano.
Los fenómenos mentales –a diferencia de los fenómenos
físicos- son vivencias, es decir experiencias subjetivas (deseos,
fantasías, sentimientos).
Los fenómenos mentales -al igual que los fenómenos biológicos, y a
diferencia de los fenómenos físicos- tienen un carácter finalista, es
decir tienen un propósito, una función. Esta función es parte de la
capacidad de integración de todo organismo: elegir las acciones
apropiadas y el momento oportuno para alcanzar una meta,
conservando su integridad.
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Para tales efectos el organismo debe adaptarse a las


cambiante condiciones del ambiente, ya sea modificando su forma y
sus órganos
-autoplástica- o transformando el ambiente -alo plástica -.

El Psicoanálisis es el método científico de estudio de la


psicodinámica:

CENSURA
(“moral”)
PULSIONES
(“deseos”) ADAPTACIÓN
(realidad)

REGULACIÓN DE LA CONDUCTA conflicto

INTEGRACIÓN desajuste
(progresión) (detención, regresión)

Las pulsiones, fenómenos motivacionales primarios, demandan


satisfacción, pero encuentran oposición en el sistema de valores propio
de la cultura y deben ser, a su vez, confrontadas con los caracteres
objetivos de la situación. De este modo, debe desarrollarse un sistema
de regulación de la conducta; si este sistema es efectivo, los deseos
serán integrados con la moral y la realidad y la resultante será el
desarrollo; si, por el contrario, dicho sistema es defectuoso, se
producirá un conflicto entre tales tendencias opuestas, trayendo como
consecuencia la detención en el desarrollo de la personalidad.
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1.4.- DESARROLLO DEL PSICOANÁLISIS.-

1.4.1. ANTECEDENTES DEL PSICOANÁLISIS.-


Freud, en tanto que científico, investigador y asiduo lector, recogió
conceptos y pareceres de muchos personajes del saber de su época.
Sin embargo, algunos estudiosos ejercieron una influencia más
directa.

a)La Escuela Francesa.-

- LIEBAULT. Sugirió que la moralidad ejerce influencia sobre el


funcionamiento del
organismo.
Asimismo, demostró que la hipnosis tenía efectos terapéuticos:
mediante la prohibición bajo el influjo hipnótico se es capaz de eliminar
ciertos síntomas en sus pacientes.
- CHARCOT. Planteó que la histeria no es simulación; es un trastorno
nervioso. Esto es, los síntomas son producto de representaciones
mentales.
A través de espectaculares demostraciones empleando la hipnosis,
demostró que los síntomas pueden ser producidos y suprimidos por
sugestión. La hipnosis, decía, genera en los pacientes un estado de
sonambulismo.
Freud conoció a Charcot y, como producto de esa experiencia, extrajo
algunas deducciones: la alteración de la conciencia que se produce en
la hipnosis es semejante a los casos de doble personalidad y posesión,
que la histeria es resultado de la herencia más agentes provocadores
en la experiencia y que la cura de los síntomas histéricos podía
lograrse a través de la palabra -ésta es la génesis de la terapia
psicológica, antes que física-.
-JANET. Afirmaba que la histeria es producida por recuerdos
traumáticos “inconscientes” (actúan como automatismo, fuera del
control voluntario) y que la degeneración del sistema nervioso ocasiona
estados hipnoides durante los cuales se registran algunas
representaciones mentales fuera de la conciencia.
-BERNHEIM. Enseñaba que en la histeria los sucesos normales son
exagerados por autosugestión en sujetos con predisposición; a esta
anomalía la denominó diátesis histérica congénita.
Freud conoció las experiencias de Bernheim y observó que el sujeto
era capaz de recordar sucesos traumáticos bajo el influjo hipnótico y
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que igualmente era posible prohibir algunas manifestaciones


conductuales bajo ese estado.

b) BREUER.- Postulaba que el conflicto emocional es retenido, al


margen de la conciencia; ejerce acción traumática porque nace en
estado hipnoide, la representación mental es desalojada de la
conciencia y su carga afectiva queda contenida, generando así la
formación de síntomas (conversión del afecto en síntomas somáticos).
La hipnosis ejerce acción terapéutica porque el recuerdo “retenido”
(disociado) puede ser traído a la conciencia, liberando la energía
afectiva y eliminando así el síntoma; a este método lo denominó
catarsis.
Freud conoció a Breuer y juntos publicaron un libro denominado
“Comunicación Preliminar sobre la Histeria”, en 1893. En él se hacía
la exposición del método catártico, el famoso caso de Ana O; era ésta
una paciente multisintomática, a quien Breuer con su extraordinario
poder sugestivo estimulaba a recordar sucesos traumáticos que
podrían haber generado sus síntomas: cuando esto se lograba, se
producía una dramática desaparición de sus síntomas. A esto Freud lo
denominó “cura a través de la palabra” y de ello extrajo dos
observaciones cruciales: los recuerdos traumáticos están fuera de la
conciencia, pero no han sido olvidados y tales recuerdos pueden ser
evocados en estado consciente.
De estas observaciones elaboró su Teoría de la Defensa: determinadas
fuerzas (morales) impiden que recuerdos traumáticos (indeseables)
sean recordados en las sesiones terapéuticas (resistencia). Propuso,
asimismo, que esas mismas fuerzas ocasionaron originalmente que las
representaciones mentales de dichos sucesos fueran desalojadas de la
conciencia y enviadas a otro estrato del aparato mental, el
inconsciente, (represión) para de allí ejercer su efecto patógeno.
En 1985, Freud se alejó de Breuer y publicó su “Estudios sobre la
Histeria”. En él hace abandono de la hipnosis como método terapéutico
a partir de dos observaciones: que la hipnosis actúa sin participación
consciente del sujeto, es decir sin elaboración, y que por ello la cura es
pasajera, y la sustituye por la Técnica de las Asociaciones Libres.
En dicho trabajo formula su tesis más polémica y trascendente, la
etiología sexual de los síntomas: éstos se originan en experiencias
infantiles vinculadas al desarrollo psicosexual.

1.5.- SIGMUND FREUD.-

1.5.1. Vida y obra.-


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Psiquiatra y psicólogo de origen judío (Freiberg 1856 – Londres


1939). Fundador del psicoanálisis se trasladó a Viena, donde
transcurrió ran parte de su vida. En 1891 consiguió un premio en
neuropatología. Se trasladó dos veces a Francia para
especializarse en los estudios neuropsiquiátricos en la Escuela de
Charcot, en Paris, y de Bernheim, en Nancy ; en esta escuela
intuyó algunos principios que fueron después fundamentados
mediante la elaboración de su doctrina sobre la neurosis. En 1895, en
colaboración con J. Breuer, publicó el libro Comunicación preliminar
sobre la Histeria, en el cual está contenido el principio de la nueva
doctrina psicológica, el psicoanálisis, que fue después desarrollado
en una vasta serie de obras, entre las cuales están Psicopatología
de la vida cotidiana, Tótem y Tabú, Introducción al Psicoanálisis ,
Estudio sobre la histeria, Interpretación de los sueños, Más allá del
principio del placer, El malestar en la cultura, El yo y el Ello, El porvenir
de una ilusión y Moisés y el monoteísmo. Publicó en 1925 su
Autobiografía. Su doctrina fue ásperamente combatida por los
especialistas de su tiempo, especialmente médicos y psicólogos.
Pronto comenzó a reunir en torno a sí un grupo de jóvenes como
Adler, Steckel y Jung y en 1900 fundó la Asociación internacional
de psicoanálisis. Poco después de la invasión nazi tuvo que exiliarse (
1938) trasladándose a Londres. Freud descubrió como motivaciones
fundamentales la libido y el instinto de destrucción o de la muerte, que
operan en el hombre consciente o inconscientemente. Uno de sus
logros es el descubrimiento del inconsciente. Las normas y tabúes
recibidos en la niñez siguen actuando en el adulto. De ahí la
importancia del desarrollo infantil que él divide en fases ( oral, anal,
fálica y genital). El descubrimiento del inconsciente, da a la psicoterapia
freudiana un sello característico y hoy imprescindible a pesar de ciertas
interpretaciones particulares discutibles.

CRONOLOGÍA

1856 Mayo, nacimiento de Sigmund Freud.


1860 Instalación de la familia en Viena.
1865 Entrada de Freud en el liceo.
1877 Primera publicación científica.
1881 Doctorado en medicina.
1882 Abril, conoce a Martha Bernays.
1882 Junio 17, Compromiso.
1882 Julio 31, Entrada en el Hospital de Viena.
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1882 Noviembre, Oye hablar del caso de Anna O. , cliente de Breuer.


1883 Septiembre, Freud se especializa en Neurología.
1884 – 1885 Trabajos sobre la médula.
1884 Junio, Investigaciones sobre la cocaína
1885 Junio, Freud obtiene una beca de estudios.
1886 Septiembre 14, Matrimonio.
1887 Diciembre, Primer uso de la sugestión hipnótica.
1891 Publicación delos trabajos sobre la afasia y las parálisis infantiles.
1893 Publicación del trabajo en común con Breuer.
1895 Mayo, Estudios sobre la histeria.
1892 –1898, Elaboración del método de las “asociaciones libres”.
1896 Marzo, Primer empleo del término “psicoanálisis”.
1897 – 1899, Redacción de La interpretación de los sueños.
1901 Septiembre, Primera visita de Freud a Roma con su hermano.
1902 Octubre, la “Sociedad psicológica del miércoles” que se convierte
, en
Abril de 1908, en la Sociedad Psicoanalítica de Viena.
1904 Psicopatología de la vida cotidiana.
1904 Publicación de Tres ensayos sobre la teoría sexual, El chiste y su
relación
con lo inconsciente y el análisis de Dora.
1904 Abril, Empieza la correspondencia con C. G. Jung.
1904 Composición de la Gradiva.
1909 Abril, Primer congreso internacional de Psicoanálisis en
Salzburgo.

1910 Abril, Congreso de Nuremberg, Fundación de la Asociación


psicoanalítica
internacional.
1911 Junio, Adler abandona la sociedad de Viena.
1913 Freud escribe Tótem y Tabú.
1915 Marzo- Junio, Metapsicología.
1919 Primavera, Freud comienza Más allá del principio del placer.
1919 Mayo, Esbozo de Psicología de las masas.
1920 Diciembre, Freud termina Psicología de las masas.
1923 Abril, Primera operación del cáncer a la mandíbula.
1923 Junio, Publicación de El “yo” y el “ello”. Muerte del nieto de Freud,
Heinz.
1925 Junio, Anna Freud entra en el comité.
1925 Septiembre, Inhibición, síntoma y angustia: Autobiografía.
1926 Septiembre, Psicoanálisis y medicina. Fundación de la Clínica de
Londres.
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1926 Diciembre, Encuentro de Freud con Einstein en Berlín.


1927 Agosto, El porvenir de una ilusión.
1929 Junio, Malestar en la civilización.
1932 Septiembre, ¿Por qué la guerra? (En colaboración con Einstein).
1934 Verano, Auto de fe de los libros de Freud en Berlín . Empieza
Moisés y el monoteísmo.
1936 Mayo, Discurso de Thomas Mann.
1936 Junio, Nombramiento de Freud en la Royal Society y otras
instancias. Primera reincidencia del cáncer.
1938 Marzo, ocupación de Viena por los Nazis.
1938 Junio, Freud decide emigrar, salida hacia Londres.
1938 Agosto, Publicación de Moisés y el monoteísmo.
1939 Febrero, Reincidencia del cáncer, inoperable.
1939 Septiembre 23, Muerte de Freud.

SEGUNDA UNIDAD: FUNDAMENTOS TEÓRICOS

2.1.- METAPSICOLOGIA.-

2.1.1. Conceptualización.- Etimológicamente significa “más allá de la


psicología tradicional”, con su énfasis en la conciencia, en los
fenómenos observables.
Es el núcleo de la teoría freudiana, constituida por tres puntos de vista:
Económico (energía mental), Tópico (estratos, estructuras) y Dinámico
(mecanismos), los mismos que constituyen una Teoría de la
Personalidad: el Aparato Psíquico. Esta explica la conducta, tanto la
directamente observable y validada, como aquella juzgada como
“incomprensible”, aún para el propio sujeto: síntomas, sueños,
equívocos y olvidos.

2.1.2. POSTULADOS BÁSICOS


A fin de facilitar la comprensión de este tema, exponemos algunos de
los postulados básicos del Psicoanálisis:

Método: Empirismo y Realismo.


Afirma Freud que la “única fuente de conocimientos humanos es una
observación verificada de los datos empíricos. Los resultados de tales
observaciones pueden ser ‘manipulados intelectualmente’ y reunidos
en un sistema de generalizaciones y leyes que representan los
resultados de una investigación científica”. (Wolman, B. 1965, p 323)
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El modelo explicativo de la conducta es E - O- R.

p.e. E O
R

Variable Variable Variable


Independiente Interviniente Dependiente
- Biografía - Aparato Psíquico - Síntomas

Determinismo Causal.- Todo fenómeno (físico o mental) obedece a


una o más causas que lo explican y lo determinan.
Los fenómenos ‘oscuros’ (sueños, actos fallidos, síntomas) son
productos psíquicos, no son expresiones casuales. Son, por tanto,
objetos dignos de estudio. El que no sean explicables por el sujeto, que
no sean racionales (conscientes) no niega su existencia (realidad); sólo
demuestra que son ‘inconscientes’ (ver hipnotismo: I. 4. a).

Monismo.- Postula la unidad entre el hombre y la naturaleza y la


unidad del hombre mismo (soma y psique).
De este modo, los fenómenos mentales son una forma especial de los
fenómenos biológicos.

Energía Mental.- Cuando la excitación somática alcanza un cierto


nivel se transforma en energía mental.
Al igual que la energía física, tiene propiedades: origen, transformación,
bloqueo, conservación, descarga, de montos cuantitativos; asimismo,
no puede ser extinguida.

Pulsiones.- Constituyen el puente entre los planos somático y mental,


son concomitantes psicológicos de los procesos biológicos. De este
modo, son fuerzas que liberan la energía mental, fuerzas que exigen o
facilitan la descarga de la energía mental.
Las pulsiones (como la energía mental) tienen siempre una meta y ésta
es la tendencia a restablecer el equilibrio (homeostasis) de toda
sustancia viviente y que se ha visto obligada a abandonar bajo la
presión de fuerzas perturbadoras.
Las pulsiones básicas son dos: eros y tánatos.
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Eros : comprende impulsos sexuales y egoístas y constituyen fuerzas


que buscan placer y mejoran las funciones vitales. La Libido (o fuerza
del amor) es la fuerza en que Eros es representado en la mente.
Tánatos : es el impulso agresivo, destructivo.
Toda pulsión tienen tres elementos básicos: fuente, objeto y meta. La
fuente consiste en una específica condición físico-química de nuestro
cuerpo, el objeto es el elemento que permite alcanzar la meta, y ésta
es la descarga de la tensión.

Catexia.- Es la carga de energía con que los objetos son revestidos a


fin de permitir alcanzar la meta.

Objeto.- Es toda persona, cosa o situación con quienes el sujeto


establece una relación significativa (es decir catectizada: revestida de
energía mental).
De igual modo, las percepciones, las ideas y representaciones, y los
recuerdos están más o menos fuertemente investidos de catexis, es
decir más o menos despertados o suscitados.
El bebe, al nacer, concentra la totalidad de su energía en su propia
corporalidad, a esta forma de energía de denomina libido narcisista. A
través de sus experiencias con objetos del mundo externo, va
estableciendo vínculos afectivos, los va revistiendo de energía , a ello
se denomina libido objetal.

Principio del Placer.- Las tensiones producidas por las pulsiones


tienen un carácter endógeno y afectan los sistemas vasomotores,
vasosecretores y viscerales y tienden a producir la descarga, liberando
así la tensión y produciendo una relajación.
La intensidad de la tensión genera malestar, desagrado y activa los
procesos tendientes a producir la descarga de la tensión, la misma que
es experimentada como Placer (logro de la homeostasis).
Los sentimientos, afectos y emociones son la consecuencia de la
descarga de la tensión proveniente de la zona estimulada. Los
sentimientos más elementales son el dolor y el placer, en tanto que la
emoción más primitiva es la Angustia.

Economía Mental.- Este principio homeostático (o de Constancia) así


como la teoría del dolor y el placer constituyen el punto de vista
explicativo denominado Económico. Alude a los procesos señalados
de manifestación cuantitativa de energía mental, básicamente ‘ingreso’,
gasto y descarga de energía.
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Tópica de la Mente.- Alude a dos planos explicativos de la conducta:


la noción de estratos y la noción de estructuras.
Del análisis de la hipnosis, del concepto de homeostasis y de la
observación sistemática de bebes, Freud intuyó la existencia de tres
estratos, de tres grados de profundidad de los procesos mentales y
distancia con respecto a la superficie (el darse cuenta), tres
reservorios de contenidos mentales.
El bebe al nacer es puro inconsciente (desconectado de la ‘realidad’ y
del conocimiento conciente), el dormir provee la homeostasis
(equivalente al estado de Nirvana: placidez plena intrauterina). Los
estímulos provocan tensión y llevan al niño a percibirlos, a luchar
contra ellos y tratar de dominarlos; esta es la génesis de la instalación
de la realidad y el consciente.
Los recuerdos (producto de la experiencia) generan la instalación del
preconsciente, que es así la capa superficial del inconsciente.
La energía mental no tiene sólo una expresión cuantitativa, sino
también dinámica (cualitativa), es móvil, puede desplazarse entre los
tres estratos y ligarse a las representaciones mentales contenidas en
cada uno.
El acceso al plano consciente depende del carácter lícito, viable de la
representación mental; entre cada estrato se instala un mecanismo de
Censura: si tales contenidos mentales son considerados indeseables,
impropios, (censurados) son desalojados de la conciencia e impedidos
de lograr acceso a él; es decir, son objeto de Represión (mecanismo de
defensa primigenio).

Ahora bien, las relaciones entre los diferentes planos mentales se


establecen no sólo desde el punto de vista de su posición (estratos),
sino también de las leyes y mecanismos a los cuales se ven sujetos
(estructuras).
De este modo, el Aparato Psíquico se ve complementado con la noción
de la existencia de tres sistemas mentales, el Yo (representante de la
realidad y de la noción de sí mismo), el Ello (reservorio vivo de las
pusiones y sus correspondientes catexias) y el Superyo (derivado
crítico y ético del Yo).

Dinámica Mental.- Los procesos descritos como desplazamiento de


energía entre estratos, interjuego de fuerzas opuestas (estructuras
mentales), operaciones y mecanismos, constituyen el punto de vista
dinámico.
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El Aparato Psíquico es así concebido como organismo vivo (no


estático), en constante actividad y resultante de la interacción de
tendencias que emanan de las tres estructuras descritas.
Así, por ejemplo, el ‘deseo’ (Ello) tendiente a su satisfacción, se verá
confrontado con el ‘sentido de realidad’ (Yo) y el propio esquema de
valores o ‘moral’ (Superyo). La resultante será una conducta en
términos de transacción. Este proceso de regulación de la conducta se
verá expresado en dos formas distintas:
- Integración (progresión, desarrollo)
- Conflicto (fijación, regresión)
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U N I V E R S I D A D D E
SAN MARTÍN DE PORRES

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, TURISMO Y DE


PSICOLOGÍA

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

CURSO:

PSICOLOGÍA DINAMICA

TEMA:

El Aparato Psíquico

Tomado de: Ballesteros, L. (1968). Obras Completas. Biblioteca Nueva.


Madrid. pp. 1011-1027.
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TÓPICA DE LA MENTE
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2.- TOPICA DE LA MENTE

2.1. Conceptualización.-
La teoría de la personalidad elaborada por Freud está constituida por
una doble tópica: los sistemas de representaciones mentales (Cc, Pc,
Ic) y las estructuras mentales (Yo- Ello – Superyo), integrada en un
sentido dinámico.
Hasta antes de Freud se asumía que la conducta era una función de la
conciencia.
Sin embargo, la observación de ciertos fenómenos clínicos condujo a
Freud a refutar dicha afirmación.
La hipnosis probaba que sucesos aparentemente olvidados podían ser
evocados, al eliminar el control conciente.
Los estados de alteración de conciencia (doble personalidad,
personalidades múltiples, disociación) demostraban que la conducta
podía estar regida por procesos que escapaban al conocimiento causal
del sujeto: al retomar el control conciente era incapaz de recordar las
acciones ejecutadas.
De manera semejante, una persona ebria, al igual que el sujeto
partícipe de una multitud, pueden asumir un comportamiento opuesto a
su desempeño público habitual.
A la luz de la experiencia clínica, tal reduccionsimo resultaba
indefendible: al menos parcialmente la conducta era regida por
procesos no concientes, los mismos que debían estar alojados en un
‘estrato’ de la mente; así nació el constructo del Inconsciente (Ic).
Incluso, más adelante, planteó su metáfora del iceberg, según la cual la
porción consciente de la personalidad era equivalente a la punta visible
de la masa de hielo, en tanto que la gran porción sumergida en las
aguas -y, por tanto, no visible) correspondía al inconsciente.

El Sistema Consciente (Cc).- Es en sí un órgano sensorial ubicado en


el límite de lo interno y lo externo con capacidad para percibir procesos
de una y otra procedencia
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P
E
Mundo Interno R Mundo Externo
C
E
P
(Sensaciones Corporales) C (Estímulos:“madre”)
I
O
N

Es, por lo expuesto, un reservorio de procesos de carácter temporal,


transitorio y cambiante.
El infante al nacer registra sólo un conjunto de necesidades y
sensaciones desorganizadas: es puro Ic.
Las percepciones de estímulos y sensaciones, en su carácter seriado,
van dejando registros (huellas nmémicas) que se constituyen en una
suerte de puente entre los sistemas Ic y Cc, en un depósito de
representaciones mentales que pueden pasar a uno u otro sistema; es
éste el Sistema Preconsciente (Pc).

Para una mejor comprensión de esta temática revisemos ahora


algunas nociones.
¿Qué debemos entender por Realidad? Es obvio que existe una
Realidad Material, que corresponde al plano físico.
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PSICOLOGIA

Orden
Adaptativo

REALIDAD
REALIDAD PSIQUICA REALIDAD
PSICOLOGICA MATERIAL

Plano humano deseos Plano físico


Sentimientos Inconscientes
Afectos
Representaciones
Orden afectivo
Razonamiento (pulsiones, fantasmática)

Psicoanálisis

Aceptado también es que existe una Realidad Psicológica, que


corresponde al plano de lo humano y al orden de lo adaptativo; está
constituido por las representaciones mentales, los razonamientos, los
afectos, los sentimientos de placer – displacer (y que es el objeto de
estudio de la Psicología).
Pero el Psicoanálisis descubre otro plano distinto, construido a partir de
una compleja relación intersubjetiva e intrapsíquica; ésta es la Realidad
Afectiva o Realidad Psíquica, que corresponde al plano de la Dinámica
Pulsional (afectiva y fantasmática) y al plano del Inconsciente (tópica).
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Es oportuno puntualizar aquí que lo Pulsional tiene un doble registro:


a) Afecto: expresión cualitativa de la cantidad de energía pulsional
(Cc)
b) Representación: expresión psíquica de las excitaciones
endosomáticas (estructura, idea: Ic)
La Represión tiene como fin principal el evitar el sufrimiento psíquico, o
sea, evitar el displacer (que en un estado efectivo). Más precisamente
aún, su tarea consiste, entre todo , en separar el destino del efecto del
de la representación.
La Represión produce un divorcio entre el afecto y su representación, a
raíz de lo cual ambas van al encuentro de sus destinos separados

Cc

Funcionamiento F. Cuantitativo energía en


afecto

Psíquico F. Cualitativo representaciones,


estructura

Idea

Ic

Destino del sofocado (coartado) Histeria


de
conversión

desplazado Ns. obsesiva


Afecto
mudado (angustia flotante) Hs. de
Angustia
(fobia)

Trasmutación
39

CATEXIS INVESTIDURA CARGA


AFECTIVA
________________________________________________________
Mecanismos operantes en la NEUROSIS
________________________________________________________

contra investidura síntomas formación


Obsesión Histeria sustitutiva
Fobia

REPRESIÓN Y DESTINOS DEL AFECTO

Afectos Afecto Afecto Afecto


separados sofocado desplazado cualitivamente
de mudado
representación H. Conversiva Ns. Obsesiva Ns. Angustia

_________________________________________________________


_________________________________________________________

 
_________________________________________________________

   
_________________________________________________________
Representación (visual, auditiva,
táctil, cinestésica....):
factor cualitativo (Ic)

Catexia (investimento) de Afecto (miedo,dolor,


ansiedad....alegría...):
factor cuantitativo (Cc)
40

El Sistema Inconsciente (Ic).-


Es el primer sistema ontogenético, se inaugura a partir de las primeras
experiencias de displacer del neonato y que son fijadas en este plano
del aparato psíquico. En tanto que nunca fueron concientes en sentido
estricto -dada la inmadurez del aparato mental- no pueden ser objeto
del Sistema Consciente: constituyen el Inconsciente Reprimido.

Sobre la base de este modelo se va constituyendo un segmento mayor,


el Inconsciente Propiamente Dicho. El mecanismo fundante es la
Represión. Este proceso defensivo tiene como fin evitar el sufrimiento
psíquico, o sea , evitar el displacer (que es un estado afectivo). Su
tarea consiste en separar el destino del afecto del destino de la
representación.

En este sentido, una pulsión que colisione con la realidad adaptativa o


con el sistema de valores, será rechazada, despojada de su carga
afectiva, será reprimida.

El componente afectivo de dicha pulsión podrá permanecer en el


Sistema Consciente, pero el componente representacional (la idea)
será arrojado al Ic.

Así, p.e., el afecto podrá seguir uno de tres destinos básicos


- sofocado (coartado) y convertido, como en la Histeria
-desplazado (por contracatexis), como en la Neurosis Obsesiva
-mudado (transmutado) en angustia flotante, dando lugar a formaciones
sustitutivas, como en la Histeria de Angustia (Neurosis Fóbica).

El componente ideacional será despojado de sus conexiones con otras


representaciones en el Sistema Preconsciente.

El Ic es, por lo dicho, inabordable directamente, se lo conoce sólo a


través de sus manifestaciones indirectas; síntomas, sueños, olvidos y
las asociaciones libres; es decir, se conoce al Ic sólo a través de su
expresión en el Cc:
41

1.- Síntomas Ana O parálisis


Catalina vómito

Olvidos (fechas, cumpleaños, citas)


2.- Actos Lapsus (parlamentario, Bulos-culos,
monasterios
Fallidos cementerio
Torpezas (accidentes, romper objetos)

Contenido manifiesto

3.- Sueños Elaboración onírica

Contenido latente

Doble sentido alusión


4.- Chiste eros metáfora
tánatos humor

(5.- Técnicas Proyectivas)

El Ic presenta características distintivas, las mismas que son


diametralmente opuestas al Cc; estas son:

a) Proceso Primario de Pensamiento.- Es el modo de actuar del Ic,


basado en una gramática especial y en una lógica primitiva. Sus
mecanismos básicos son el desplazamiento y la condensación. El
primero consiste en la movilización y cambio de lugar de una carga
psíquica; así, p.e., en la fobia el temor original (Ic) es transferido a
otro objeto (sin poder ser explicado racionalmente). La
condensación consiste en la unión de varios elementos separados
pero que poseen una cierta afinidad; p.e., un síntoma conversivo tal
como una parálisis del brazo puede representar tanto una pulsión
agresiva como el castigo por la culpa asociada a tal deseo.
42

b) Ausencia de cronología.- No existen relaciones temporales, pasado ni


futuro, solo presente.
Las representaciones fijadas siguen teniendo plena vigencia.

c) Ausencia del concepto de contradicción.- Contenidos opuestos,


antitéticos,
coexisten; amor-odio, si – no, bueno – malo.

d) Lenguaje simbólico.- No articula el lenguaje abstracto, sino formas


arcaicas, pre- verbales, de expresión: los símbolos (p.e., los
sueños).

e) Sustitución de la realidad exterior por la realidad psíquica.- La


fantasía adquiere preponderancia sobre el plano objetivo (p.e., las
formaciones delusivas de un paranoide).

f) Predominio del Principio del Placer.- Conexo con el anterior; las


pulsiones tienen carácter perentorio, demandan ser satisfechas a
expensas de los determinantes de la realidad.

El Sistema Preconsciente (Pc).-


Sistema ubicado topográficamente entre el Cc y el Cc; como tal su
contenido está integrado por impresiones del mundo exterior radicadas
en él como representaciones verbales y por elementos de tránsito entre
uno y otro sistema.
Posee sus propias formas de funcionamiento, opuestas a las del Ic.

a) Proceso Secundario de Pensamiento.- Se articula en base a la


lógica formal, al razonamiento convencional.

b) Sucesión cronológica entre las representaciones.- Se desarrolla la


noción de temporalidad.

c) Repleción de lagunas existentes entre ideas aisladas.- Noción de


continuidad entre los hechos.

d) Introducción del factor causal.- Relación causa-efecto entre los


fenómenos.
43

e) Principio de realidad.- El mundo objetivo toma preponderancia


como referente de la conducta.

Sistema Consciente (Cc).-


Es un órgano de percepción de impresiones del mundo externo y del
mundo interno. Capta representaciones mentales del Pc y del Ic, éstas
últimas necesariamente enlazadas con representaciones alojadas en el
sistema Pc.

Recibe, igualmente, estímulos del mundo externo; empero, no lo hace


de un modo pasivo, sino activo: selecciona cualitativamente eventos y
a través de un dispositivo amortiguador regula la magnitud de la carga
energética de los estímulos, protegiendo el equilibrio psíquico.

A fin de graficar la teoría de la primera tópica, insertamos el siguiente


esquema

_________________________________________________________

Cc Temor Cementerio Satisfacción

_________________________________________________________

resistencia

Pc Serpiente Monasterio Helado

 ● ●

_________________________________________________________

censura
Ic falo muerte fellatio

_________________________________________________________

Síntoma (fobia) lapsus sueño


44

En el caso de un fobia (síntoma) a as serpientes (temor experimentado


en el sistema Cc), el temor original al falo es retenido en el sistema Ic y
enlazado (asociación por semejanza) con la representación mental de
la serpiente contenida en el sistema Pc.

El deseo de muerte dirigido al Jefe – fuertemente rechazado por el


sistema de valores – es retenido en el Ic, pero a través de su enlace
asociativo con la representación verbal “monasterio” – anodina, al
margen de censura – alojada en el Pc, se expresa en el Cc a través de
un equívoco verbal: “ cementerio”, de clara connotación tanática.

Una fantasía de fallatio – severamente reprimida por la censura moral –


alcanza expresión en un sueño, en el cual la persona se ve a sí misma
disfrutando plenamente del helado en boca y garganta.

3.- TEORIA DE LAS PULSIONES.-

3.1. Conceptualización.-

La pulsión es otro de los conceptos nucleares en el pensamiento


freudiano: el motor básico de la conducta.
Es un constructo que se define como una carga energética que hace
tender al organismo hacia un fin.
Toda pulsión tiene los siguientes componentes:

Origen Empuje Objeto Fin

(liberación
Biológico Fuerza de trabajo Medio Descarga de energía)

(órgano (cantidad de (Yo/objeto exterior) (homeostasis)


interno) excitación)
45

El origen o fuente es un ‘estado físico-químico interior a un órgano o a


una parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en el aparato
psíquico por la pulsión’.

De este modo difiere de los estímulos en tanto que estos provienen del
medio externo y, por ende, aparecen y desaparecen y pueden ser
evitados. Las pulsiones, en cambio, emanan del propio cuerpo,
constituyen una fuerza constante y no pueden ser evadidos.

El empuje es el ‘acto motor, la suma de esfuerzo o la medida de


exigencia de trabajo’ para alcanzar su meta.

El fin o meta es ‘la satisfacción que sólo puede alcanzarse cancelando


el estado de estimulación en la fuente de la pulsión’; en tal virtud, su
propósito es reestablecer el equilibrio.

El objeto de la pulsión ‘es aquello en o por lo cual puede alcanzar su


meta’.
Es esta una diferencia fundamental entre pulsión e instinto. Este está
hereditariamente establecido, es genérico a los individuos de una
especie y adaptado a un objeto.

El objeto, en cambio ‘es lo más variable en la pulsión; no está enlazado


originariamente con ella, sino que se lo coordina solo a consecuencia
de su aptitud para posibilitar la satisfacción’. Freud señala que en algún
momento de su devenir histórico queda unida la representación de un
objeto a la representación de la excitación.

En tal sentido, tanto el fin como el objeto de la pulsión pueden sufrir


transformaciones.

El fin, p.e., de la pulsión sexual puede ser inhibido y transformado en


amor tierno, o puede ser sublimado y convertido en un propósito
socialmente más valorado, como el arte o la cultura.

El objeto, asimismo, puede también ser sustituido y, como en el


ejemplo anterior, no ser ya la pareja adulta, ni el coito per se, sino un
fetiche o el propio sujeto.

A lo largo de su obra, Freud postuló 2 pares antagónicos de pulsiones.


46

3.2. Primera y segunda formulación.-

Primera formulación.- Pulsiones sexuales y Pulsiones de


Autoconservación o del Yo.

Freud partió de la dicotomía popular entre amor y hambre tomados


como representantes de las tendencias dirigidas a la reproducción y la
autoconservación, respectivamente.

Las pulsiones sexuales están orientadas al placer, por lo tanto son


irrefrenables, acríticas, y no tienen en cuenta los determinantes de la
realidad.
Freud amplió la noción de sexualidad al incluir las perversiones y la
sexualidad infantil. En tal virtud, aquélla no se reduce a la acción coital
heterosexual adulta, sino que incluye todo un conjunto de expresiones
parciales de esta tendencia vital, las mismas que se observa en los
prolegómenos del acto carnal, y que son producto de las diferentes
fases del desarrollo psicosexual del niño; el estudio clínico de las
neurosis y las perversiones demostraba que ambas eran resultante de
un desarrollo anómalo de dicha pulsión (fijación).

Las pulsiones de auto conservación siguen también el Principio del


Placer, pero modificado por las circunstancias objetivas, y su propósito
es la evitación del dolor y el peligro, así como el cuidado: se instala así
el Principio de Realidad.

Segunda formulación.- Pulsiones Sexuales y Pulsiones de Muerte.


El desarrollo de sus experiencias clínicas y el análisis de algunos
fenómenos sociales llevaron a Freud a revisar su primera formulación.

Así, el neonato es hedonista totalmente y concentra toda su energía


libidinal en su propio corporalidad, Freud llamó narcisismo (primario) a
este amor propio acendrado.
Progresivamente, el niño va ligando afectos a objetos del mundo
externo, transformándose aquél en libido objetal. Estas dos
expresiones coexisten, en dosis variables.
Sin embargo, en algunas personas la libido objetal se retrae y se
invierte en la propia persona, dando lugar al narcisismo secundario, de
carácter mórbido, tal como sucede en las psicosis.

El fenómeno del narcisismo destruyó las barreras que separaban la


libido de las pulsiones del yo: en realidad ambas resultaban ser
47

manifestaciones de una misma energía; las pulsiones sexuales y


egoístas eran fuerzas que persiguen el placer y mejoran las funciones
vitales, a las cuales agrupó bajo el nombre de Eros, cuya
representación mental es la Libido.

De otro lado, fenómenos sociales como las guerras y clínicos como la


depresión y el par sado-masoquismo lo llevaron a postular la existencia
d otra tendencia básica, la pulsión destructiva (de Muerte), a cuya
energía denominó Tánatos.

De este modo, la libido tiende al desarrollo, al goce, a la integración;


mientras que el tánatos tiende a la regresión, al dolor, a la destrucción.
Ambas pulsiones constituyen una dialéctica inevitable en todo ser
humano.,
Normalmente, se interrelacionan y aún se combina en cierta medida;
ejemplos son el acto de comer y el propio coito.

Empero, en algunos sujetos, la pulsión de muerte se hace dominante y


se expresa en términos héterodestructivos (violencia, odio, sadismo) o
autodestructivos (denigración personal, masoquismo, depresión y
suicidio).

4.- SEGUNDA TOPICA : EL PUNTO DE VISTA ESTRUCTURAL

4.1. Estructuras Mentales.-

Freud complementó su teoría de la personalidad con la propuesta de


tres sistemas: el ello, el yo y el superyò; estos no deben ser
considerados como entidades separadas o de límites claramente
establecidos, sino conjuntos de procesos y funciones dinámicas
diferentes en el aparato mental. La primera tópica, con su oposición
entre consciente e inconsciente, describe cualidades que pueden tener
dichas funciones.

El Ello es la función más antigua, el núcleo originario de la personalidad


y comprende las disposiciones genéticas, los reflejos y las pulsiones
básicas. Es también el reservorio de la energía mental que proporciona
los elementos para todo el funcionamiento psicológico.
48

La denominación ‘Ello’ alude a la ajenidad al Yo: actúa en su totalidad


en forma inconsciente, funciona en base al Principio del Placer y los
Procesos Primarios de Pensamiento.

Su tendencia irrestricta a reducir la tensión y a la satisfacción inmediata


de las necesidades no es muy efectiva en tanto que colisiona con la
realidad (material, humana, cultural).

Es, precisamente, a partir de esta confrontación entre deseo y realidad


que –en base a este núcleo del ello- empieza a generarse un nuevo
sistema funcional; el Yo. Este obedece también al Principio del Placer,
pero modificado por el Principio de Realidad: el ‘yo quiero’ empieza a
ser reemplazado por el ‘yo quiero, pero con adecuación y sin riesgos’.

Pero, ¿cómo se produce este proceso?; permítasenos presentarlo de


un modo gráfico.
a) El bebe tiene hambre (necesidad básica: Ello) llora (conducta
refleja) señal que convoca a la madre (pecho): satisfacción de
hambre + caricias (físicas y verbales). fantasía de control mágico de
mundo exterior + satisfacción alucinatoria (succión de pulgar,
chupeteo): génesis de pensamiento arcaico + autoestima.
- Bebe tiene hambre y llora pecho no acude o no satisface en
medida de expectativas  frustración, herida narcisista
reconocimiento de Realidad exterior y merma de omnipotencia.

El interjuego de satisfacción / frustración va generando la diferenciación


Yo / No- Yo.

El desarrollo de la motilidad (cabeza, manos) implica una incursión en


el mundo exterior (más allá de la piel).

El desarrollo de la percepción va generando registros de experiencias


seriadas (memoria) ello, a su vez, implica el empleo de
procesos como cotejo de experiencias, juicio, reflexión --
anticipación de consecuencias de conducta (conducta motora es
reemplazada por Pensamiento).
49

El Yo posee dos funciones básicas: Examen de la Realidad y Síntesis.

FUNCIONES DEL YO

SUPERYO
Censura

análisis

YO REALIDAD
Deseo

ELLO

1.- ANÁLISIS: evaluación crítica de determinantes de la realidad

2.- SÍNTESIS: integración de deseo con censura moral y adecuación a


condiciones objetivas de mundo exterior

El Yo es, por lo descrito, el representante de la realidad en el aparato


mental.
50

Un segmento esencial de esta realidad lo conforma la estructura social,


con su componente ético, restrictivo y regulador; su incorporación
completa el aparato mental constituyendo el Superyò.

Veamos, gráficamente, cuál es su génesis.


- La tendencia irrestricta al goce del niño restricciones parentales
(no, eso no se hace, niño malo; sí, está muy bien, niño bueno)
incorporación de mandatos (ley, orden, amo) imagos
parentales (conciencia moral).
- ‘Papá lo sabe – puede- todo’ (omnipotencia) ‘quiero ser como él’
(tener su poder) + dependencia prolongada a adultos significativos
‘su rechazo me causa dolor’ (castigo). ‘su cariño me hace bien’
(recompensa) identificación con padres (fines y niveles de
aspiración: Ideal del Yo).

Expresado de un modo más formal, el Superyò está incluido dentro del


Yo como su núcleo más interno. Heredero del Complejo de Edipo,
representa los valores, ideales y normas morales internalizados. El
Superyò es la última función de la personalidad que se desarrolla, y
puede apreciarse como un resultado de la interacción con los padres
durante el largo periodo de la dependencia en la infancia. Las
recompensas y castigos que originalmente se nos daban desde afuera
se vuelven autoadministrados conforme internalizamos las enseñanzas
de nuestros padres y de la sociedad. Como resultado de la actividad
del Superyò experimentamos culpa cuando desobedecemos normas
morales aceptables.

El Superyò consta de dos subsistemas la conciencia y el ideal del yo.


La conciencia se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la
crítica y el reproche. Reprende al Yo y crea sentimientos de culpa
cuando lo códigos morales son violados. El ideal del yo es una
autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y
recompensadas. Es la fuente de orgullo y un concepto de quien
pensamos que deberíamos ser.

El Superyò lucha por la perfección. Busca soluciones moralistas más


que realistas. Hablando en sentido práctico el desarrollo del Superyò es
una necesidad. Las demandas del Ello son demasiado intensas y los
Yo de los niños pequeños son muy débiles para impedir que actúen de
acuerdo con sus impulsos. Por un periodo se requieren intensos
51

mandatos morales introyectados –no lo harás- para reprimir la


conducta. Pero el Superyò puede también ser despiadado y cruel en su
insistencia en la perfección. Sus demandas moralistas pueden
parecerse a las del Ello en su intensidad, obcecación e irracionalidad.

En su manera no comprometedora el Superyò puede inhibir las


necesidades del Ello en lugar de permitir su satisfacción última
necesaria y apropiada.

Para concluir, el Aparato Mental queda constituido por la intersección


de la primera y la segunda tópica.

a)
Cc a)
_________________________________________________________

Pc SUPERYO
YO

Ic
b)
b)
ELLO
c)
c)
_________________________________________________________

a) Reflexión, evaluación crítica de realidad,


motricidad.

YO b) Automatismo, hábitos

c) Mecanismos de defensa
52

a) Valores, metas

SUPERYO b) Prejuicios

c) Grabaciones infantiles, tabúes, miedos


(mensajes brujos)

4.2.- MECANISMOS DE DEFENSA

Freud demostró que la conducta no era equivalente a conciencia.


El Yo posee un segmento consciente en mérito al cual regula el
comportamiento volitivo / adaptativo.
Pero el Yo tiene también una porción inconsciente, la misma que
gobierna una parte importante de nuestra actuación. (Esto supone una
dolorosa herida narcisista, el hombre no es ya ‘un ser racional’, ni es
‘dueño de sus actos’). Es este segmento el que implementa los
mecanismos de defensa. Se definen, brevemente, como operaciones
inconscientes que ejecuta el Yo para mitigar la angustia generada por
el conflicto intra psíquico.

Sus características esenciales son:


- constituyen formas automáticas de actuación, irreflexivas,
involuntarias (‘mecanismos’)
- se hallan desfasados históricamente: son intentos de solución de
conflictos actuales por medios infantiles (fijados en la conducta y
activados asociativamente por caracteres objetivos de situación actual)
- son ineficaces: no resuelven el conflicto (lo desplazan o disfrazan).

Revisemos las principales de estas operaciones defensivas.

REPRESION.- Es el mecanismo más importante, al punto que las


demás estrategias defensivas pueden ser tomadas como sus
derivados.
Freud partió de la observación reiterada de un hecho paradojal en el
tratamiento de sus pacientes: cuánto más cercano se hallaba el
paciente a la evocación de un suceso traumático, mayor era la fuerza
con que dicha evocación era bloqueada; llamó a este fenómeno
‘resistencia’. Supuso, entonces, que esa misma fuerza era la que había
desalojado de la conciencia el evento traumático, denominándola en
este caso ‘represión’.
53

Freud diferenciaba dos tipos (momentos) de la represión.

La Represión Originaria está conformada por experiencias arcaicas


muy intensas que determinan que el representante mental de la pulsión
ve negada su entrada en la conciencia. Con ello se produce una
fijación; el representante correspondiente subsiste a partir de aquel
momento en forma inalterable, la pulsión permanece ligada a aquél; es
éste un primer núcleo inconsciente que funciona como polo de
atracción respecto de los elementos a reprimir. Su mecanismo esencial
es la contracatexia.

La Represión Propiamente Dicha (Secundaria) es el proceso por el cual


el representante mental de una pulsión (pensamiento, imágenes,
recuerdos) es desalojado de la conciencia y mantenido en el
inconsciente.

Ello se produce cuando la satisfacción de una pulsión (susceptible de


producir por sí misma placer) ofrecería el riesgo de provocar displacer
en virtud de otras exigencias.

AISLAMIENTO.- Es una actitud sistemática y constante en la ruptura


de la cadena asociativa de un pensamiento o un acto. Prohibición: ‘no
tocar un objeto’ no entrar en contacto con una impresión o una
actividad evitando que los pensamientos relativos a ellos entren en
contacto asociativo con otros pensamientos.

Se expresa en forma de pausas, rituales y fórmulas. Es propia de la


neurosis obsesiva.

FORMACIÓN REACTIVA.- Actitud o hábito de sentido opuesto a un


deseo reprimido y que se ha constituido como una reacción contra
éste; p.e., pudor que se opone a tendencias exhibicionistas.
En términos económicos, es una contracatexis de un elemento
consciente, de fuerza igual y dirección opuesta a la catexis
inconsciente.
- Un sujeto excesivamente considerado o cariñoso puede esconder
pulsiones agresivas.
- “nada ni nadie me asusta”: temor conduce a actitudes heroicas o
peligrosas.
54

- La homofobia puede ser una reacción ante una homosexualidad


latente.
Es propia de la neurosis obsesiva.

INTELECTUALIZACION.- Formulación discursiva (racional) de


conflictos y emociones, con el fin de controlarlos.
Su propósito es mantener a distancia los afectos y neutralizarlos.

Así, un sujeto que tiene malas relaciones con su padre puede abundar
en detalles de su oposición a la autoridad.

RACIONALIZACION.- Procedimiento mediante el cual el sujeto intenta


dar una explicación coherente, desde el punto de vista lógico, o
aceptable, desde el punto de vista moral, a una actitud, una idea, un
sentimiento, etc., cuyos motivos verdaderos no percibe.

P.e., una conducta homosexual masculina es justificada por una


supuesta superioridad intelectual y estética del varón o un ceremonial
alimentario que se explica por preocupaciones higiénicas.

Los prejuicios y las ideologías se nutren de este mecanismo.

DESPLAZAMIENTO.- El acento o la intensidad de una representación


puede desprenderse de ésta para pasar a otras representaciones
originalmente poco intensas, aunque ligadas a la primera por la cadena
asociativa.
La pulsión se descarga a través de objetos sustitutivos. Así, p.e., la tía
solterona deriva sus afectos frustros a su sobrino amado.

Una joven relata a su terapeuta haber soñado que estaban ambos


bailando en una discoteca. A la sesión siguiente relata haber ido a
bailar con un profesor de su universidad.

El ‘chivo expiatorio’ (‘el que paga pato’) tiene su origen en este


mecanismo.
Es equivalente al procedimiento retórico de la metonimia, en la que
interviene la ligazón por contigüidad.
55

IDENTIFICACIÓN / INTROYECCION.- Cuando la muerte o la


separación conducen a la pérdida de un ser querido, la representación
mental emocionalmente cargada de la persona perdida, sigue
constituyendo una parte importante del Yo.

Este mecanismo se designa como introyección, en tanto que la


identificación es un proceso menos global y más sutil en el que el
individuo modifica su auto imagen de acuerdo con la imagen de la
persona importante a la que ha perdido, pero no lo hace más que en
determinadas áreas seleccionadas. Estas dos defensas sirven para
recapturar o retener el objeto perdido, al menos en términos de la vida
psicológica del paciente.

El carácter del niño es modelado por su identificación con los padres y


el conflicto edípico es resuelto mediante la introyección del progenitor
formando ésta la estructura básica del superyo adulto.
P.e., los niños imitan actitudes y gestos de sus padres, o usan prendas
u objetos pertenecientes a ellos.

Una mujer asume comportamientos religiosos luego de la muerte de su


madrastra puritana.

Una mujer empieza a concurrir al estadio luego que su esposo, fanático


del fútbol, es destacado al interior del país.

La identificación / introyección, en tanto que tienen por último fin


retener el ‘objeto bueno’, es el mecanismo opuesto a la proyección,
cuyo propósito es poner fuera el ‘objeto malo’.

PROYECCIÓN.- Proceso que consiste en atribuir a otra persona, cosa


o situación cualidades, sentimientos, deseos que no se reconocen
como propios.
Su origen está en poner fuera aquello que causa dolor (ataca) desde
dentro, y, posteriormente, consiste en rechazar en sí mismo aquellos
contenidos psicológicos cuyo reconocimiento causaría dolor, al entrar
en contradicción con el propio sistema de valores.

Como ejemplo, un niño frente a la jaula de los leones, dice: ‘mejor


vámonos papá, porque los leones te pueden morder’
56

Una mujer, abiertamente seductora en su relación con los hombres, al


ser invitada a salir responde airada: ‘tú crees que yo soy una mujer
fácil’.

Entre otras patologías, la proyección es el mecanismo predilecto de los


procesos paranoides.

SUBLIMACIÓN.- La pulsión se deriva, se canaliza, hacia un nuevo fin,


no sexual, y apunta hacia objetos socialmente valorados.
Es éste, el único mecanismo eficaz, en tanto que permite la
satisfacción. Sus características son:
- inhibición del fin
- desexualización
- descarga plena de la pulsión

Por ejemplo, la curiosidad sexual puede ser derivada hacia la


investigación de las conductas sexuales, el amor erótico puede ser
sustituido por el amor a Cristo.
Freud describió como actividades de sublimación la creación artística y
la investigación intelectual.

5.- TEORIA DE LOS SUEÑOS

Freud consideraba que los sueños constituyen la ‘vía regia para el


conocimiento del Ic’; es decir, el medio más provechoso para descubrir
los modos de funcionamiento de este sector del aparato mental
inaccesible a la observación directa.
Los sueños son producto de un conjunto de operaciones que
transforman los materiales del sueño en una sucesión de imágenes, y
cuyo objeto es siempre la tentativa de satisfacción de un deseo
reprimido.
57

CONTENIDO CONTENIDO
LATENTE ELABORACIÓN
MANIFIESTO
ONIRICA

material reprimido restos diurnos Elaboración


(deseos) estímulos físicos Secundaria
pensamientos (más coherente
+ y comprensible)
condensación
desplazamiento
simbolismo
dramatización

INTERPRETACION

Ic Procesos Primarios + Principio del Placer

- Simbolismo (Metáfora) asociación por semejanza


- Condensación (Metáfora) una imagen única representa
varias cadenas asociativas, en la intersección de las cuales se
encuentra.
- Desplazamiento (Metonimia) Asociación por contigüidad
(algo que está sujeto a otra cosa o forma parte de esa cosa sirve
para representarla, p.e. pecho por leche).

Antes de Freud, la psicología académica consideraba los sueños como


una ocurrencia sin sentido.
Freud partió de la premisa que los sueños son del soñante -son una
producción- , y su experiencia clínica le demostró, una vez más, el
monismo del ser humano: el sujeto durmiente y el sujeto en estado vigil
no son ‘2 en 1’, representan dos estados, son dos niveles de
funcionamiento, sí, pero de un mismo aparato psíquico.
58

Pero, si bien algunos sueños son coherentes, la mayoría resultan


caóticos e incomprensibles, aún para el propio soñante; entonces ¿por
qué es esto así?. El maestro observó que los sueños infantiles resultan
siempre una directa satisfacción de deseos: cuando el pequeño se ve
negada en la realidad la gratificación de una apetencia -‘no puedes
comer helado porque estás resfriado’- el sueño le brinda un espacio
compensatorio -el, niño se observa engullendo una casa de helado y
chocolate...-

Sucede que en el adulto ese deseo insatisfecho lo es de una pulsión


reprimida -no es ya la realidad fáctica la que interviene, sino la realidad
incorporada en términos de mandatos morales: el Superyo- Este
control -o censura- se halla relajado en el estado onírico, pero no se
anula.

Es decir, la génesis del sueño es siempre un conflicto entre tendencias


opuestas y la resultante -el Contenido Manifiesto o texto del sueño, tal
como lo recordamos al despertar- es un producto deformado de ese
deseo reprimido -Contenido Latente-. Este proceso es la Elaboración
Onírica - o Trabajo del Sueño- y el sueño es así una transacción entre
el material reprimido y la instancia censora.

Los materiales con los cuales opera la elaboración onírica son:

a) las ideas latentes reprimidas en el sistema Ic y sus enlaces


asociativos con las representaciones mentales inscritas en el sistema
Prec

b) los estímulos físicos, tanto externos como corporales

c) los restos diurnos, registros del día anterior al sueño.


Aquí es oportuno recordar que el sistema Cc tiene un doble polo
perceptivo: uno orientado a la realidad externa y el otro hacia el mundo
interno; el acto mismo de dormir cancela o reduce al mínimo aquél,
bloqueando incluso la motilidad. Este apartamiento de la realidad relaja
también la instancia censora, permitiendo la satisfacción alucinatoria
59

del deseo reprimido; el sueño equivale, por tanto, a una psicosis


temporal e innocua.

Pero, ¿qué quiere esto decir?, que los Procesos Primarios del
Pensamiento, propios del sistema Ic, resultan así activados: el lenguaje
formal, abstracto y construido gramaticalmente, queda reducido a la
materia prima del pensamiento. Esta regresión permite que las ideas
latentes se concreten en imágenes visuales, en símbolos, y sean con
ello ilustradas y dramatizadas.

Los mecanismos básicos con los cuales opera la elaboración onírica


son 4: dramatización, simbolismo, condensación y desplazamiento.

La dramatización consiste en que las ideas, las palabras, son reducidas


a las imágenes, a las representaciones-cosas, a impresiones
sensoriales de las experiencias vividas. Ello le otorga al sueño su
carácter escénico.

El simbolismo alude a ciertas representaciones del sueño que se


reiteran en la producción de sujetos diversos; es decir, son enlaces
entre una idea latente y una imagen, trascienden al individuo,
constituyen una ‘lengua fundamental’. Esta relación se basa en la
analogía (de forma, tamaño, de función, etc.) o de alusión (contraste,
contigüidad), Esta constancia de relación se encuentra en otras
producciones del inconsciente: los síntomas, mitos, folklore, religión,
etc.

Por condensación se designa el hecho de que una sola imagen del


sueño representa varias cadenas asociativas. De este modo, un mismo
personaje puede integrar atributos pertenecientes a diversas personas
significativas en la vida del sujeto. Estas imágenes, por ello, suelen
poseer particular vivacidad.

El desplazamiento consiste en el hecho de que el acento de una idea


latente puede ser derivado de una imagen importante a otra indiferente,
el afecto vinculado a una idea importante se traslada a otra irrelevante;
60

un personaje ‘secundario’ en el sueño aparece representando el papel


protagónico.

El desplazamiento es el medio más importante de la deformación del


sueño por efecto de la censura.

Finalmente, sobre la base de todo ese material opera todavía un


proceso, la Elaboración Secundaria. Esta se produce al despertar, al
ser el sueño objeto de la percepción vigil, y funciona entonces de
acuerdo al sistema Cc.. Consiste en una transformación del sueño a fin
de hacerlo más comprensible y coherente. Para ello se llenan lagunas,
se sustraen caracteres absurdos, se efectúan añadiduras.

La técnica denominada Interpretación de los Sueños es el


procedimiento por el cual las imágenes del texto del sueño son
traducidas a su real significado –las ideas latentes- . Dicho
procedimiento consiste en solicitar al sujeto que centre su atención en
las imágenes del sueño y formule asociaciones a ellas. El orden a
seguir puede variar, puede seguir el orden cronológico del sueño,
puede enfatizar el análisis de los restos diurnos o las imágenes que
más han impresionado al sujeto. Estas asociaciones deberán vencer
las resistencias, la misma que es expresión de la censura responsable
de la deformación del sueño y propiciar así la recuperación de los
enlaces entre las representaciones mentales del sistema Cc –Pc y
aquellas contenidas en el sistema Ic.
61

U N I V E R S I D A D D E
SAN MARTÍN DE PORRES

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, TURISMO Y DE


PSICOLOGÍA

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

CURSO:

PSICOLOGÍA DINAMICA

TEMA:

Edipo en la ciudad de los Reyes

Tomado de: Silva, M. (2005).Psicoanálisis de Vargas


Llosa.Lima:Leo,pp 15-43.
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6.- TEORIA DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL

6.1.- Conceptualización.-
La concepción freudiana de la sexualidad, y en particular la propuesta
de la sexualidad infantil, son otros pilares del psicoanálisis.
Freud demostró que la sexualidad del adulto normal, del perverso y del
niño presentaba caracteres comunes. Semejante aseveración -que
produjo estupefacción y rechazo en su época, y aún ahora lo sigue
propiciando- partió del rechazo de la asimilación reduccionista sexo =
coito, o más aún sexo = coito pene-vaginal entre adultos; sexo no es
equivalente a genitalidad, comprende toda una gama de excitaciones y
actividades que producen placer. En este sentido, la sexualidad
humana es resultado del interjuego entre la libido -pulsión
fundamental- y la intervención de los adultos significativos para el niño,
vinculado a la conservación y autocuidado de la salud.

Esta relación dialéctica entre necesidad (interna) y estimulación


(externa) tiene dos implicancias: se activan ciertas partes del cuerpo
que tienen particular innervación sensitiva -mucosas- y que se van a
denominar ‘zonas erógenas’ y se establece un espacio relacional: un
modo de vinculación seriado entre esa zona corporal y una particular
intervención por parte de los adultos sobre ella.

De este modo, la sexualidad humana, si bien tiene un componente


biológico en tanto que virtualidad, es una construcción social, vivencial.
Ahora bien, estas modalidades relacionales tienen semejanza
interindividual y establecen series sucesivas que establecen las ‘fases
del desarrollo psicosexual’. Estas fases implican encuentros y
desencuentros entre la necesidad del niño -el goce- y los
requerimientos sociales -ritmos, horarios, normas- impuestos por el
adulto y totalmente ajenos al infante.

Se produce, entonces, inevitablemente, un conflicto entre naturaleza y


cultura -‘artificialeza’-, cuya magnitud y cualidad determinará el grado
de desarrollo -madurez- o de estancamiento -fijación-.
80

6.2.- Fases del Desarrollo Psicosexual.-


A continuación pasaremos a describir, brevemente, las fases del
desarrollo psicosexual.
Pero, antes, presentamos el siguiente esquema introductorio.

ETAPAS DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL

FASE ORAL ANAL FALICA


CONFLICTO Diferenciación Socialización Situación
LATENCIA
BASICO yo/no-yo Normas Edípica
Seguridad culturales Identidad
básica personal
GENITAL
NORMAL
Disfrute oral Autonomía
Caricias Amor propio
CARÁCTER
Pasivo, Terquedad,
dependiente obstinación. Vanidad,
Envidioso, Ahorro, narcisismo
desconfiado. perfeccionism Madurez
crítico o,
MECANISM minuciosidad
OS DE
DEFENSA Introyección, Racionalizaci
proyección, ón, formación Conversión,
negación reactiva, disociación
aislamiento desplazamiento
PATOLOGIA
Psicosis. Obsesión
Depresión Sadomasoqui Fobia, histeria
Bulimia, smo Homosexualida
anorexia Personalidad d,
Voyeurismo disocial Masturbación Pareja
heterosexual

PRE –GENITAL

FIJACION

Pulsiones parciales: forma primaria de satisfacción sexual


81

FASE ORAL.-

El ser humano en estado intrauterino se encuentra en un estado de


placidez plena -‘Nirvana’- , todas sus necesidades se hallan
satisfechas.
Al nacer, el neonato no solo abandona esa situación de goce total, sino
que accede a un mundo que le es ajeno y que es fuente de estímulos
ignotos.

Sus necesidades básicas -hambre- se activan y son satisfechas por la


madre. Así pues el primer canal de comunicación se establece entre la
boca -mucosa oral- y el pezón o su derivado. El niño al lactar
incorpora no sólo leche -sustancia nutricia- sino también afecto -
caricias, cuidado-. Es este el prototipo de toda relación amorosa y la
madre es el primer objeto de amor. El bebe desea poseer para sí la
fuente de gratificación, a través de la introyección se efectúa una
identificación primaria con la madre.
Es este un primer estadio que, dada su naturaleza incorportiva, se
denomina oral-pasiva u oral-dependiente y cuyo modelo es el acto de
succión. Este al inicio está asociado a la ingesta, pero luego se
independiza y se expresa en el chupeteo de los propios labios o de la
succión del pulgar: se constituye en una fuente de placer per se. El
interjuego entre hambre – llanto – concurrencia de la madre y su
consecuencia de gratificación / frustración determina los conflictos
básicos de esta etapa del desarrollo, los mismos que son los
siguientes: seguridad básica y diferenciación entre yo / no-yo. La
medida en que se sienta gratificado se desarrollará en él el sentimiento
de ser querido / valorado: es éste el núcleo de la seguridad básica, de
la autoestima.
De manera semejante, el neonato pretende reestablecer, en fantasía,
la unión umbilical con la madre: no diferencia entre sí mismo y mundo
externo; la dialéctica entre gratificación / frustración, incorporación -
deglusión- / expulsión -vómito, escupitajo- sienta las bases de la
noción del propio yo como instancia ajena al mundo exterior.
Con la aparición de la dentición, se instala el segundo estadio,
denominado oral – agresivo. El niño va descubriendo -dolorosamente-
que el pecho, fuente de gratificación, le es ajeno, que no siempre
acude a sus expectativas, experimenta frustración, deseos de muerte:
tánatos se asocia con libido.
82

Las consecuencias normales de esta etapa son el disfrute oral, en sus


diversas manifestaciones (comer, beber, besar, prácticas buco-
genitales) y las caricias (el prototipo de las normas de reconocimiento
afectivo y social se halla en las caricias físico-corporales).
Cuando el conflicto básico de esta fase adquiere particular intensidad
significará una detención en el desarrollo, una fijación a modalidades
primarias de abordaje e intentos de solución de problemas, los mismos
que darán lugar a la instalación de pautas reflejas de actuación:
mecanismos de defensa, rasgos de personalidad y formas clínicas.
Las estrategias defensivas típicas son negación, introyección y
proyección.
La fase oral 1 dará lugar al carácter pasivo-dependiente y las formas de
relación sumisa-parasitaria.
La fase oral 2 condicionará rasgos de envidia, critica y desconfianza y a
modos de relación pasivo-explotador.
La patología generada será formas de psicosis y de depresión, los
trastornos alimentarios (bulimia-anorexia) y las perversiones orales, el
par exhibicionismo-voyeurismo.

LA FASE ANAL.-
Con el advenimiento del segundo año de vida el niño logra la
bipedestación y da inicio la locomoción. Paralelamente, los adultos
‘adquieren’ un particular interés por los hábitos evacuativos del niño y
se establece así una nueva dialéctica, una nueva modalidad relacional
vinculada al control de los esfínteres. El proceso de maduración
biológica permite, a su vez, ejercer control sobre los procesos de
retención-expulsión de heces y orina, con la consiguiente estimulación
de la mucosa anal.

En tanto que esos contenidos fisiológicos son ‘suyos’, el niño considera


‘natural’ disponer de ellos. Empero, los adultos significativos del niño
asumen como su responsabilidad - y ‘derecho’- regular dicha
actividad.
Se establece, con ello, la conflictiva básica de esta etapa: sumisión-
rebeldía, como prototipo del proceso de incorporación de las normas de
conducta, de la cultura y de la socialización.
En una primera etapa fase anal 1 –o sádico-anal- el placer está
vinculado al acto de expulsión, al margen de imposiciones externas;
otra vez se produce una fusión entre libido y tánatos.
En condiciones normales, el niño habrá de diferenciar entre el par
expulsar / retener, asociado a la modalidad relacional que se expresa
en términos de ‘niño malo / sucio’ - ‘niño bueno / limpio’ - ‘malcriado /
83

obediente’, ‘te odio / te amo’-. De este modo se establecerá la pauta de


retener las heces y ser valorado / querido, dando inicio así a la fase
anal 2 o anal-retentiva. Las heces se asimilan a un don, el preservar y
ofrecerlas se convierten en un acto de amor y en el modelo de ternura.
Es esta también la génesis del interés por las propias posesiones –
objetos, dinero-. La consecuencia normal será el núcleo de la
autonomía -ni sumisión, ni rebeldía-.
Los rasgos de carácter asociados a la fase anal 1 son terquedad,
obstinación.

La fase anal 2 fijará pautas de comportamiento tales como


perfeccionismo, minuciosidad (control) y tendencia al ahorro, a la
acumulación.
Los mecanismos de defensa típicos son racionalización, formación
reactiva, aislamiento.

Las patologías de elección son la neurosis obsesiva y la personalidad


disocial.
Las perversiones propias de esta etapa son el par sadismo /
masoquismo.
De igual modo, la dialéctica entre expulsión (masculino-activo) y
recepción (femenino-pasivo) de un cuerpo extraño puede conducir a
tendencias bisexuales en la vida ulterior.

LA FASE FALICA.-

Alrededor de los 3 años la organización sexual empezará a unificarse


y situarse en los genitales. La denominación de ‘fálica’ alude al hecho
que tanto el niño como la niña reconocen un solo órgano genital: el
pene, y que la oposición masculino-femenino equivale a fálico-
castrado.

Con el imperio de la locomoción las fronteras del mundo infantil se


ensanchan considerablemente; el deslumbramiento producido por cada
nueva experiencia incentiva el afán de conocimiento, el mismo que se
expresa en curiosidad.
Nuevamente, la seriación de experiencias relacionales conduce al niño
a generar hipótesis que giran alrededor de una temática central. El
mundo está ‘dividido en dos mitades’: papá-mamá, hombre-mujer. Los
roles sociales están definidos, la vestimenta, el cabello, las actividades
de ambos progenitores están diferenciadas. La modalidad relacional
varía también en función de la condición de niño-niña: vestimenta,
84

cabello, actividades-juegos estimulados y vedados y,


fundamentalmente, la diferencia al momento de miccionar, conducen a
ambos pequeños a asumir que el quid del asunto radica en la
diferencia anatómica.

Obsérvese, además, que antes de esta edad los niños podían ser
observados y mostrarse en su desnudez. De pronto, los adultos -
repetidores de códigos sociales- empiezan a hacer referencias a la
desnudez de la zona genital y a la necesidad (¿) de cubrirla -ocultarla--
. Así nace el pudor, como construcción social y la noción de que los
genitales -y, por extensión, la sexualidad- están ocultos, vedados, no
son objeto de escrutinio público.
Esta contradicción entre el centramiento de la atención de los adultos
en la zona genital, y las actividades asociadas a ella, y el mensaje
tácito o explícito de cubrirla conduce al niño a concentrar su libido en
dicha parte de su corporalidad que se convierte en zona erógena, y a
llenar con su fantasía los vacíos que el mundo le genera a sus intentos
de explicación.
La resultante de esta intrincada trama vivencial determina la
configuración del Complejo de Edipo, del cual nos ocuparemos en el
apartado siguiente.

El conflicto básico de esta etapa es, desde luego, la situación edípica y


su consecuencia: la primera decisión en torno a la identidad sexual,
base de la identidad personal.
La consecuencia normal es el amor propio -autoestima y auto
concepto-.
Los rasgos de carácter son la vanidad, como acentuación del amor
propio, y la seducción como mecanismo de control social.
La conversión, la disociación y el desplazamiento son estrategias
defensivas de elección.
Los cuadros clínicos propios de esta fase son la fobia y la histeria.
Como consecuencia del autoerotismo y la conflictiva edípica pueden
instalarse formas anómalas de elección de objeto sexual, masturbación
y homosexualidad.

Perversión Sexual.- Si se asume que el fin de la pulsión sexual es el


orgasmo y su objeto el coito pene-vaginal adulto, la perversión se
define como el recurso preferente o excluyente a modalidades pre-
genitales de placer sexual.
Precisando esta idea, las prácticas orales (beso genital, coito buco-
genital), anales (coito anal), fálicas (masturbación solitaria, asistida o
85

compartida) son manifestaciones preliminares (pulsiones parciales o


pregenitales) de la libido, inherentes al desarrollo de todo ser humano.
Son, por tanto, ‘normales’ en la medida en que sobreviven, aún
cuando organizados bajo la primacía de la genitalidad; en este sentido,
todas esas modalidades pueden intervenir en el coito adulto -y,
eventualmente, conducir al orgasmo-, es sólo su carácter preferente o
excluyente lo que le confiere el estatus de perverso.
Las perversiones pueden ser cuando el orgasmo se obtiene con otros
objetos sexuales (homosexualidad, paidofilia, bestialismo, etc.) o por
medio de otras zonas corporales (ano, p.e.) o cuando el orgasmo se
subordina a ciertas condiciones extrínsecas (fetichismo, transvestismo,
voyeurismo, sadomasoquismo)

Sófocles: COMPLEJO DE EDIPO.-

El nombre deriva de la tragedia de Sófocles denominada Edipo Rey,


cuya trama consiste en que Edipo, sin saber quienes eran, mata a su
padre y se casa con su madre. Al enterarse de la verdad, horrorizado,
se arranca lo ojos.
Freud asume que esta situación triangular entre el niño y ambos
progenitores es universal y está condicionada por la erogeneidad
propia de la etapa fálica y los componentes sociales descritos
anteriormente.

El niño desarrolla una relación ambivalente con respecto a su padre; lo


quiere y admira por su poder y sus posesiones, pero al mismo tiempo
lo envidia y su propia excitación sexual ligada a los cuidados maternos
hace que tome a ésta -o sus sustitutas- como objeto erótico, lo cual
conduce a tomar al padre como rival y generar odio hacia él. Sus
propias prácticas masturbatorias -fácticas o en fantasía- aunadas a su
odio proyectado en su padre conduce al niño a desarrollar una
compleja trama de emociones, cogniciones y fantasías que se traducen
en la denominada angustia de castración. El niño teme ser despojado
de aquello que valora y de lo cual se siente orgulloso.

La consecuencia normal -adaptativa- es que el niño reprima sus


deseos incestuosos y se identifique con el padre –‘cuando sea grande
seré como él’- . Así, pues, la angustia de castración determina la salida
del Complejo de Edipo, la identificación con el padre configura el
núcleo del Superyò, la libido se inhibe en su fin y se transforma en
ternura: se ingresa a la Fase de Latencia.
86

Empero, la solución puede no ser armónica y tener consecuencias


indeseables: estas son las vicisitudes edípicas. Así, p.e., el temor al
padre puede conducir al niño a adoptar una actitud pasiva, semejante a
la que atribuye a su madre. Ello, a su vez, puede traducirse
posteriormente en una actitud desafiante contra todos los hombres que
representen autoridad; su necesidad de amor puede llevarlo a
establecer relaciones de dependencia con respecto a las mujeres.
En otros casos, el niño reprime su inclinación fálica, intensifica su amor
hacia el padre y experimenta una regresión pregenital, pasiva. Esto
constituye el Complejo de Edipo Negativo, el mismo que puede
conducir a la homosexualidad.

En la niña, el Complejo de Edipo sigue un camino inverso: es la


angustia de castración -o, más propiamente, la envidia del pene- la
que determina el ingreso a dicho complejo. Recordemos que la fase
fálica tomó esa denominación por cuanto ambos sexos asumen la
primacía del falo.
La niña observa que existe un trato diferencial con respecto al varón y
gradualmente va descubriendo la diferencia entre los sexos. Asume
que ella también tenía falo pero lo perdió, o que a semejanza de su
madre tampoco tiene uno. Ello conduce a un afán compensatorio a
través de la masturbación clitoridiana, el rechazo a la madre como
objeto amoroso y la intensificación de su deseo libidinal por el padre.

En circunstancias normales la niña habrá de identificarse con la madre,


abandonar el erotismo activo-clitoridiano y sustituirlo por el goce
pasivo-vaginal. En la mente infantil la ausencia de pene será
compensada con la expectativa de tener un bebe. Con ello se
establecerá las bases para abandonar la situación edípica.
Sin embargo, en ocasiones la angustia de castración da lugar a
una’protesta viril’, niega su ausencia de falo, adopta actitudes
masculinas y se torna dominante y agresiva, pudiendo asumir una
identidad homosexual, es este el Complejo de Edipo Negativo
femenino.

Se pueden presentar variantes de la fijación a la etapa edípica. Por


ejemplo, el hombre o la mujer -ya adultos- pueden tender a establecer
situaciones triangulares en sus relaciones de pareja; una mujer puede
inclinarse a ‘elegir’ como pareja a personas significativamente mayores,
o puede asumir actitudes protectoras -maternas- con varones débiles
o dependientes; igualmente, un hombre puede establecer una
disociación entre los componentes eróticos y tiernos de la sexualidad:
87

reserva sus sentimientos de ternura y admiración para las mujeres que


no lo excitan sexualmente y se siente potente y excitado ante las
mujeres por las que no siente ningún respeto ni afecto.

FASE DE LATENCIA.-

Como quedó ya señalado, la solución de la situación edípica pasa por


la identificación con el progenitor del mismo sexo y la incorporación de
las imagos parentales -los mandatos, la ley, el orden son introyectados
y conforman el núcleo del Superyo; con ello la conducta empieza a ser
regulada ‘desde dentro’-

Los sentimientos edípicos incestuosos y agresivos son reprimidos y


olvidados; la libido se inhibe en su fin y se sublima, los sentimientos
hacia sus padres se vuelven más bien tiernos que apasionados.

Los niños abandonan su interés por el sexo opuesto. Durante este


periodo, que generalmente cubre entre los 6 y los 11 años, los niños
suelen jugar entre ellos y las niñas hacer lo propio entre ellas.
La energía libidinal se pone al servicio del aprendizaje y el
descubrimiento.

LA PUBERTAD.-

Alrededor de los 11 años, la programación genética activa el


funcionamiento glandular y el rápido crecimiento físico.
Esto produce una conmoción psicológica: se avivan los componentes
libidinales, los genitales se convierten en la principal zona erógena y el
deseo de contactos heterosexuales se hace imperioso. Con ello se
produce la ‘segunda elección de objeto sexual’ -la primera acontece
en la fase fálica- y, por tanto, se refuerza la identidad psicosexual.

Los componentes eróticos y tiernos de la sexualidad se integran. El


joven inicia su tránsito hacia la madurez y la vida adulta; es decir, hacia
la genitalidad.

Finalmente, unos comentarios complementarios.


El desarrollo psicosexual, el tránsito por las diversas fases, no es lineal
ni armónico.
Recordemos que cada fase se caracteriza por la tensión dinámica entre
unas demandas -libidinales- específicas y las regulaciones sociales -
familiares- concomitantes. La naturaleza del conflicto, en sus
88

componentes cuantitativo y cualitativo, dejará secuela, una suerte de


hitos en el proceso de desarrollo; a ello se le denomina fijación. Ello
supone quedar anclado a una forma particular de goce pregenital y al
establecimiento de unas formas específicas de abordaje y solución de
conflictos, esto es a unos mecanismos de defensa ‘de elección’.
Así, mientras el cuerpo central de la libido progresa de una fase a otra,
pueden quedar fijadas algunas unidades del mismo.
Cuanto más débil sea el cuerpo de la libido que prosigue su avance,
menor será la capacidad del sujeto para enfrentar los obstáculos
externos del desarrollo. Ello lo hará proclive a volver a etapas ya
superadas e intentar las mismas estrategias de solución de problemas
que, ahora, resultarán inefectivas; a ello se lo conoce como regresión.
El interjuego de fijación y regresión determinará la ‘elección’ de una
forma particular de neurosis, siendo el Complejo de Edipo el núcleo
argumental.

TERCERA UNIDAD: ASPECTOS APLICATIVOS

3.1.- TEORIA PSICOPATOLOGICA.-

3.1.1.-Conceptualización.-
Para el Psicoanálisis, los llamados trastornos mentales, en su mayoría,
son básicamente trastornos del aprendizaje; es decir; salvo los
síndromes orgánico-cerebrales y algunas psicosis, son desórdenes de
naturaleza cuantitativa y no cualitativa. No tienen, por ende, el estatus
de enfermedades; no son consecuencia de la acción de un factor
externo (virus, bacteria), ni de una disfunción perteneciente a la
estructura somática. En tal sentido, son construcciones sociales, las
mismas que remiten a la vida pasada del sujeto, a su experiencia. Así,
el paciente no es ‘paciente’ en el sentido de objeto pasivo de la acción
de un agente patógeno; es responsable -en sentido estricto del
término- de su estado actual de funcionamiento psicológico.

Empero, y precisamente por ello, conlleva también la posibilidad de


modificar el orden de las cosas así alterado: puede ser también sujeto
activo de su modificación, vía psicoterapia de orientación dinámica.
Si se asume este enfoque cuantitativo, los seres humanos nos
ubicaremos en un lugar específico de una línea continua que va desde
la normalidad a los rasgos de carácter y de allí a la psicopatología; la
diferencia es de grado.
89

3.1.2.-Factores Etiológicos.-
Se postula la existencia de tres factores causales, en íntima
correlación, para que se configure una entidad clínica.
a) Factores Predisponentes.- Comprende el paquete congénito y las
circunstancias pre y perinatales; o sea, herencia y constitución y
gestación y parto.
b) Factores Determinantes.- Incluye las vicisitudes de la primera
infancia; es decir, a las peculiaridades del desarrollo psicosexual.
c) Factores Desencadenantes.- Referidos a experiencias de la vida
posterior, en especial situaciones temporalmente recientes.
La correlación entre tales factores implica que a mayor carga de a)
tanto menor será la exigencia de b) y c); y, a menor carga de a) y b),
la fuerza de c) tendrá que ser tanto más dramática para que el
trastorno mental se produzca. De todas formas, para el Psicoanálisis la
significación de b) es fundamental.
En este contexto, los seres humanos somos semejantes (poseemos la
misma erogeneidad de mucosas, con diferencias cuantitativas; es
decir, magnitudes de excitación).

De igual modo, atravesamos por similares conflictos en nuestro


desarrollo infantil. Esto es, el hedonismo del niño (principio del placer)
es sometido a restricciones sociales, la familia (célula social) reproduce
generacionalmente las normas de conducta socialmente aceptadas
(ley) y la experiencia enseña de los peligros y de las consideraciones
objetivas (principio de realidad). La particular configuración del
escenario familiar infantil (benigno o maligno) determinará las formas
especìficas de abordaje y solución de conflictos. Si las estrategias
elegidas son acordes con su nivel de desarrollo y relativamente
congruentes con la situación real, constituirán la génesis de la
Conducta Autónoma.

Las estrategias reiterativas reforzadas por una detención en el


desarrollo (fijación) y / o en respuesta a intervenciones inadecuadas de
los adultos significativos, se irán inscribiendo como un repertorio
estrecho de conductas, las mismas que se activan automáticamente
aún cuando las condiciones del medio ambiente varíen (mecanismos
de defensa). Por consiguiente, la determinación futura de normalidad-
neurosis dependerá del interjuego entre estos dos tipos de estrategias,
del imperio de uno sobre otro.
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3.1.3.-Formación de Síntomas.-

SUPERYO

-moral-

CULPA REALIDAD
Contra SOCIAL
catexias
APARATO
MENTAL YO a) síntomas
(INTRAPSÌQUICO)
ANGUSTIA
b)mecanismos
Catexias de defensa

ELLO

-goze-

NEUROSIS

El conflicto (intrapsíquico) entre las demandas de satisfacción del Ello


(goce) y las restricciones impuestas por el Superyò (censura, moral)
genera angustia, la misma que es experimentada por el Yo y trae como
consecuencia la formación de síntomas.

Angustia.- Es el núcleo dinámico de la psicopatología. Se define como


la señal de alarma que experimenta el Yo ante la presencia de un
conflicto intrapsíquico que amenaza con la desorganización del
funcionamiento psicológico.
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La angustia tiene concomitantes fisiológicos y psicológicos similares a


la ansiedad; pero, a diferencia de ésta, ataca desde dentro y por ello no
puede ser evitada, y se activa en ausencia de un peligro objetivo. El Yo
experimenta, con ello, un estado de tensión que resulta intolerable y se
ve forzado a realizar ciertas operaciones para recuperar su
homeostasis; estas son los síntomas.

Síntoma.- Es una formación de compromiso, el resultado de una


transacción entre el deseo inconsciente y las exigencias defensivas,
siempre está multideterminado.
El síntoma representa, así, el retorno de lo reprimido, pero deformado
por la acción de la censura.
Por tal razón, el deseo, reprimido, encuentra una satisfacción parcial y
está sometido a los mismos procesos y leyes del sistema Ic -tal y
como sucede en los sueños y los actos fallidos-, en especial la
condensación y el desplazamiento. De este modo, el síntoma no ‘es’,
significa.

Diagnóstico.- El diagnóstico psicodinámico difiere del diagnóstico


clínico-nosográfico; éste está basado en los signos y síntomas.
En la perspectiva analítica el síntoma enuncia el deseo inconsciente y
la defensa empleada contra él. Estas defensas dependen de las
fijaciones pregenitales experimentadas en el desarrollo psicosexual.
La particular estructura de estrategias defensivas es la que permite
identificar la naturaleza del problema que aqueja al sujeto.
Ello, si bien puede aproximar al diagnóstico nosográfico, lo hace
básicamente con un propósito referencial, clasificatorio o
comunicacional. Es más, el diagnóstico clínico es nomotético, en tanto
que el diagnóstico psicodinámico es siempre ideográfico (Fenichel,
psicoanalista notable, decía, p.e,. ‘no hay neurosis, sino neuróticos’).
92

PSICOPATOLOGÍA
NOSOGR SEMIOLOGI CONFLICTO DINAMICA CARÁCTER
AFIA A
Ns Hipoestesia Dar/recibir Identificación Pasivo-
Depresiva Hiporexia Enojo, por Introyección dependiente
Hipohedoni abandono Aislamiento Critico
smo (pérdida de 0 Negación Seguridad/opti
amado) Vuelta mismo
de agresión Pesimismo/oral
sobre sádico
sí mismo-baja
autoestima
(CULPA)
Aislamiento Anal expulsivo
Ns Ideas Obediencia/de Intelectualiza Anal retentivo
Obsesiva obsesivas safío ción
Actos (miedo/ira) Formación
compulsivo reactiva
s Evitativo
Desplazamien Temeroso
Ns Fóbica Miedo to
Temor Evitación Racionalizaci Autodramatizac
Angustia ón ión
Proyección Emocionalidad
Ns Angustia de Seductividad
Histérica castración Represión Dependencia
Conversión Fantasía/ensu Sugestionabilid
Disociación eños ad
Emocionalida Egocentrismo
d
Identificación
Somatización
93

NEUROSIS PERVERSIÓN PSICOSIS PSICOPATÍA

Culpa Mensajes Temor


brujos Social
Fantasmas Egodistónica
(externo)

Realidad
Rup Síntoma Yo Yo material
tura ideal ideal social
Goze
Angustia
Impulsividad

Deseo Deseo Deseo Deseo

El esquema presenta, gráficamente, la calidad del conflicto en los


cuatro grandes entidades clínicas.
En la neurosis, el Yo se ve empequeñecido para articular la oposición
entre el goce y la culpa; este conflicto es vivenciando como angustia y
el Yo se ve forzado a articular artificios de solución, los mismos que
configuran los síntomas.

En la perversión, el deseo no encuentra restricción en un Superyò


endeble y vehiculiza al Yo a fin de encontrar satisfacción a sus
tendencias pregenitales a través de la conducta (ausencia de culpa)

En la psicosis el conflicto entre la fuerza del deseo y un Super


yòtiránico, estructurado en base a imagos parentales persecutorios y
mandatos irreales, termina por avasallar al Yo dando lugar, como
94

solución desesperada, al rompimiento con la realidad, a la negación de


su existencia .

En la psicopatía, el deseo no encuentra oposición en un Superyò


endeble, estructurado en base a mandatos inconsistentes y negados
en la práctica, utiliza la capacidad funcional del Yo para su propio goce
y sólo es regulado por el examen de la realidad (culpa social)
95

U N I V E R S I D A D D E
SAN MARTÍN DE PORRES

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN,


TURISMO Y DE PSICOLOGÍA

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

CURSO:
PSICOLOGIA DINAMICA

TEMA:

TÉCNICAS TERAPEUTICAS

TOMADO DE FREUD, S (1968) Obras Completas Biblioteca Nueva


Madrid, 1era. Ed, T III, pp 1033-1042

LECTURA 17
TÉCNICAS TERAPÉUTICAS
FREUD, S. (1968) Obras Completas. Biblioteca Nueva. Madrid, 1era.
Ed. T III, pp 1033-1040
96

LA TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS

Un ensueño es, pues, una psicosis, con todas sus incongruencias,


sus delirios y seudopercepciones. Pero es una psicosis de breve
duración, sin duda inofensiva, que aún cumple una función útil, que es
iniciada con el conocimiento del sujeto y termina por un acto voluntario
suyo. Sin embargo, no deja de ser una psicosis, y de ella aprendemos
que incluso una alteración de la vida mental tan importante como ésta
puede curarse y dar paso a la función normal. En vista de ello, ¿sería
demasiada osadía esperar que también fuese posible someter a
nuestra influencia a las enfermedades espontáneas de la vida mental y
ocasionar así su curación?

Sabemos ya muchas cosas preliminares al tema. Según nuestra


hipótesis, el yo tiene como función de satisfacer las demandas hechas
por sus tres dependencias: la realidad, el ello y el super yo, sin afectar
su propia organización ni menoscabar su autonomía. La censura
básica de los estados patológicos a que nos estamos refiriendo debe
consistir, pues, en un debilitamiento relativo o absoluto del yo, que le
impida cumplir sus funciones. La exigencia más difícil que se le plantea
al yo es, probablemente, la represión de las demandas instintivas del
ello, tarea para la cual debe mantener activa una gran cantidad de
energía bajo la forma de anticatexis o contracargas. Pero también las
demandas del super-yo pueden llegar a ser tan poderosas e
implacables que dejan al yo como paralizado para realizar sus
restantes funciones. Sospechamos que en los conflictos económicos
así originados el ello y el super yo suelen hacer una causa común
contra el hostigado yo, que trata de aferrarse a la realidad para
mantener su estado normal. Si los dos primeros se hacen demasiado
potentes logran quebrantar y modificar la organización del yo, de modo
que su relación normal con la realidad queda perturbada o aun
anulada. Ya lo hemos visto en el ensueño: cuando el yo se desconecta
de la realidad del mundo exterior cae en la psicosis bajo la influencia
del mundo interior.

Nuestro procedimiento curativo se basa en estos descubrimientos. El


yo está debilitado por el conflicto interno y debemos acudir en su
ayuda. Ocurre como en una guerra civil cuyo resultado final ha de
decidirse desde el exterior, por el socorro de un aliado extranjero. El
médico analista y el yo debilitado del enfermo, apoyados en el mundo
97

real exterior, deben unirse contra los enemigos; es decir, contra las
exigencias instintivas del ello y las demandas morales del super-yo.
Establecemos un pacto con nuestro aliado. El yo enfermo nos promete
plena sinceridad; es decir, pone a nuestra disposición lo que le
proporciona la percepción de sí mismo. Por nuestra parte aseguramos
al paciente la más estricta discreción y ponemos a su servicio nuestra
experiencia en la interpretación del material influido por el inconsciente.
Nuestro conocimiento sirve para compensar su ignorancia y para
restituir al yo el dominio sobre los territorios perdidos de su vida
psíquica. Este pacto constituye la situación analítica.

Mas tan pronto como hemos dado este paso ya nos espera la
primera desilusión, la primera llamada a la modestia. Para que el yo del
enfermo sea un aliado útil en nuestra labor común será preciso que,
pese a las presiones y acoso sufridos de las potencias enemigas, haya
conservado una cierta cohesión, algún resto de reconocimiento de las
exigencias que plantea la realidad. Pero no esperamos tal cosa en el
yo del psicótico, que no será capaz de cumplir semejante pacto y
apenas si podrá concertarlo. Pronto nos rechazará, junto con la ayuda
que le ofrecemos, y nos lanzará al montón de cosas del mundo exterior
que carecen ya de significación para él. Con ello reconocemos la
necesidad de renunciar a la aplicación de nuestro método terapéutico
en los psicóticos. Esta renuncia quizá sea definitiva, pero cabe también
la posibilidad de que sea transitoria hasta que vayamos encontrando
otro plan más eficaz y mejor adaptado a tales casos.

Hay, sin embargo, otra clase de enfermos psíquicos, sin duda muy
emparentados con los psicóticos: la inmensa masa de los neuróticos
graves. Tanto las condiciones de la enfermedad como los mecanismos
patogénicos deben ser idénticos o, por lo menos, muy análogos en
estos enfermos; pero, en cambio, su yo ha resultado ser más
resistente, ha sufrido menor desorganización. Pese a todos sus
trastornos y a la incapacidad consiguiente, muchos de ellos aún
consiguen mantenerse en la vida real. Quizá estos neuróticos se
muestren dispuestos a aceptar nuestra ayuda, de modo que
limitaremos a ellos nuestro interés y trataremos de ver cómo y hasta
qué punto podemos "curarlos".

Así, pues, establecemos el siguiente pacto con los neuróticos: por


parte de ellos, completa sinceridad; por la muestra, estricta discreción.
Esto parece como si tan solo quisiéramos actuar de confesores laicos,
pero la diferencia es muy grande, ya que no solo aspiramos a que el
98

enfermo nos refiera lo que él sabe y desea ocultar ante los demás, sino
también a que nos cuente lo que él mismo no sabe. Con ello le
pedimos algo más de lo que suele entenderse por sinceridad: le
comprometemos a ajustarse a la regla fundamental del análisis, que
en el futuro habrá de regir su conducta frente a nosotros. No sólo
deberá comunicarnos todo lo que quiera decirnos voluntariamente y
que pueda traerle alivio, como en el acto de la confesión, sino también
queremos que nos diga todo lo demás que le suministre su auto-
observación cuando le venga a la mente, aunque le resulte
desagradable y aunque le parezca carente de importancia o incluso
insensato y absurdo. Si tras estas indicaciones consigue el paciente
eliminar su autocrítica, se pondrá en condiciones de suministrarnos una
cantidad de material, ideas, ocurrencias, recuerdos, etc., que ya se
encuentran bajo el influjo del inconsciente, que muchas veces son
derivados respectos al mismo, y cuyo conocimiento nos coloca en
situación de adivinar lo inconsciente y reprimido en este enfermo y de
ampliar, al comunicárselo, los conocimientos que de su propio yo tiene
de su inconsciente.

Pero resulta que la intervención de su yo está lejos de limitarse a


ofrecernos en pasiva obediencia el material solicitado y aceptar
crédulamente nuestra interpretación del mismo. Ocurren muchas otras
cosas, algunas previsibles, pero otras que han de sorprendernos. La
más notable de todas es que el paciente no se limita a considerar al
analista, a la luz de la realidad, como un sostén y un consejero, que
recibe retribución por su trabajo y que se daría por contento con una
función parecida a la del guía en una difícil excursión alpina. Por el
contrario, el enfermo ve en aquél una copia, una reencarnación, de
alguna persona importante de su infancia o de su pasado,
transfiriéndole, en consecuencia, los sentimientos y las reacciones que
seguramente correspondieron a ese modelo pretérito. Al cabo de poco
tiempo este fenómeno de la transferencia resulta ser un factor de
insospechada importancia: por una parte, será un recurso auxiliar de
singular valor; por otra, constituirá una fuente de graves peligros. Esta
transferencia es ambivalente, pues abarca actitudes hacia el analista
que pueden ser tanto positivas y afectuosas como negativas y hostiles.
Por regla general, el analista ocupa el lugar del padre o la madre del
paciente. Mientras la transferencia es positiva no rinde los mejores
servicios, ya que modifica toda la situación analítica, aparta a un lado el
deseo racional del enfermo por curarse y librarse de sus dolencias, y
en su lugar aparece el propósito de complacer al analista, de
conquistar su aplauso y su amor. La transferencia se convierte así en el
99

verdadero motor de la colaboración del paciente y bajo su influjo logra


lo que de otro modo le sería imposible, ya que su débil yo se fortalece,
abandona sus síntomas y aparentemente parece recuperado todo por
amor al analista, quien podrá, confesarse, avergonzado, que
emprendió una tarea dificultosa, sin sospechar los extraordinarios
poderes que vendrían en sus manos.

Pero la situación de transferencia trae, además, consigo otras dos


ventajas. El paciente al colocar al analista en el lugar de su padre - o
de su madre - , le confiere también el poder que su super-yo ejerce
sobre el yo, pues sus padres fueron, como es sabido, el origen de su
super-yo. Este nuevo super-yo tiene ahora la oportunidad de llevar a
cabo una especie de recuperación del neurótico y puede corregir los
errores cometidos por los padres en su educación. Pero en este punto
tenemos que advertir contra el abuso de esta nueva influencia. Por más
que el analista se vea tentado a convertirse en maestro, el modelo e
ideal de los demás, por más que le seduzca crear seres a su imagen y
semejanza, deberá recordar que no ésta su misión en relación
analítica y que traiciona su deber si se deja llevar por tal inclinación.
Con ello no haría sino repetir un error de los padres, que aplastaron
con su influjo la independencia del niño, y solo conseguiría sustituir la
antigua dependencia por otra nueva. Por el contrario, en todos sus
esfuerzos por mejorar y educar al analista debe respetar siempre la
individualidad del paciente. La medida de la influencia que se permitirá
ejercer en cada caso deberá adaptarse al grado de inhibición del
desarrollo que halle en su paciente. Algunos neuróticos se han
quedado en un estado tan infantil que incluso durante el análisis solo
es posible tratarlos como niños.

La otra ventaja de la transferencia es que en ella el enfermo nos


presenta con plástica nitidez una parte importante de la historia de su
vida, que de otro modo quizá sólo hubiera descrito en escasa medida.
En realidad, más bien que referir, lo que hace es actuar ante nosotros.

Veamos ahora el reverso de la situación transferencial. Al reproducir


ésta los vínculos con los padres también asume su ambivalencia. Es
inevitable que l a actitud positiva frente al analista se convierta algún
día en negativa hostil. También esto suele ser una repetición del
pasado. En efecto, la obediencia al padre (si de éste se trata), la
conquista de su favor, surgieron de un deseo erótico hacia su persona.
Tarde o temprano, este deseo también aflora en la transferencia,
exigiendo satisfacción. En la situación analítica es inevitable la
100

frustración, pues las relaciones sexuales reales entre pacientes y


analista están estrictamente excluidas e incluso las formas más sutiles
de satisfacción, tales como la preferencia, la intimidad, etc., deben ser
manejadas con sumo cuidado por el analista. Este rechazo sirve de
pretexto al paciente para un cambio de actitud, cosa que
probablemente también ocurrió en su infancia.

Los éxitos terapéuticos obtenidos bajo la influencia de la


transferencia positiva justifican la sospecha de su índole sugestiva. Una
vez que la trasferencia negativa hace su aparición, tales éxitos se
esfuman por completo, dándonos cuenta sobresaltados de que todos
los esfuerzos que habíamos realizado hasta entonces resultaron vanos.
Hasta lo que podríamos considerar como un progreso intelectual
definitivo del paciente - su comprensión del psicoanálisis, su confianza
en la eficacia de éste- desaparece como por ensalmo. El enfermo se
comporta como si fuera un niño sin juicio propio, incapaz de fiarse de
nadie a quien no ame. Es evidente que el peligro de estos estados
transferenciales reside en que el paciente confunde su índole, tomando
por vivencias reales y actuales lo que no es sino una reminiscencia del
pasado. Si él (o ella) llega a sentir la fuerte pulsión erótica que se
esconde tras la trasferencia positiva, cree haberse enamorado
apasionadamente; y al virar la trasferencia se considera ofendido y
abandonado, odiando al analista como su enemigo y estando dispuesto
a abandonar el análisis. En ambos casos extremos habrá echado en
olvido el pacto que sellò al iniciar el tratamiento, haciéndose inepto
para continuar la labor común. En cada una de estas situaciones el
analista debe imponerse la idea de arrancar al paciente de tan
peligrosa ilusión, mostrándole, una y otra vez, cómo lo que toma por
una nueva vivencia real es sólo un espejismo del pasado. Y para que
no caiga en un estado inaccesible a toda prueba procurara evitar que
tanto el enamoramiento como la hostilidad lleguen a un grado extremo.
Se consigue tal resultado preparando al paciente con tiempo para esta
eventualidad y estando al tanto de sus primeras manifestaciones. Este
cuidado en el manejo de la transferencia suele dar abundantes frutos.
Si, como sucede generalmente, se logra aclarar al enfermo la
verdadera naturaleza de los fenómenos transferenciales habremos
restados un arma poderosa a la resistencia, convirtiendo sus peligros
en conquistas, pues lo que nuestros clientes haya vivenciado en las
formas de la transferencia no lo olvidará jamás y eso tendrá para él
mayor fuerza de convicción que cuanto haya podido adquirir de
cualquier otro modo.
101

No es conveniente que el paciente actúe fuera de la transferencia en


vez de limitarse a recordar. Lo ideal para nuestros fines sería que fuera
del tratamiento, se condujera de la manera más normal posible
expresando sólo en la transferencia sus reacciones anormales.

Nuestros esfuerzos para fortalecer el yo debilitado parten de la


ampliación del autoconocimiento. Sabemos que esto no es todo, pero
es el primer paso. La pérdida de tal conocimiento de sí mismo implica
para el yo una merma de poderío y de influencia que constituye el
primer indicio tangible de que se encuentra cohibido por las exigencias
del ello y del super yo. Así, pues, la primera parte de la ayuda que
pretendemos prestarle es una labor intelectual de parte nuestra y una
invitación de que el paciente colabore en ella. Sabemos que esta
primera actividad ha de allanarnos el camino hacia otra tarea más
ardua, cuya parte dinámica no habremos perdido de vista durante
aquella introducción. El material para nuestro trabajo lo tomamos de
distintas fuentes: de lo que nos indican los datos que nos da el
paciente, de sus asociaciones libres, de los que nos muestra en sus
transferencias, de lo que nos ofrece la interpretación de sus sueños y
de lo que le traicionan sus actos fallidos. Todo este material nos
permite reconstruir tanto lo que le ha sucedido alguna vez y luego fue
olvidado como le está ocurriendo en la actualidad sin que él o
comprenda. Mas en todo esto jamás nos olvidaremos de discernir con
el mayor cuidado cual es nuestro saber y cual es el suyo. Para ello
evitaremos comunicarle inmediatamente cosas que muchas veces él
adivina espontáneamente y tampoco le diremos todo lo que creamos
nosotros haber adivinado. Reflexionaremos detenidamente sobre el
momento más oportuno para hacerle partícipe de alguna de nuestras
construcciones, cosa que no siempre resulta fácil. Por regla general,
esperamos a revelar una construcción hasta que el propio paciente se
haya acercado por sí mismo a ella en grado tal que tan sólo le quede
dar un paso, si quiere este sea, precisamente, el de la síntesis decisiva.
Si procediésemos de otro modo, si le asaltásemos con nuestras
interpretaciones antes que estuviese preparado para recibirlas, nuestra
comunicación no tendría resultado alguno o bien provocaría una
violenta erupción de resistencia que, a su vez, dificultaría los progresos
de nuestro trabajo en común o incluso llegaría a casi paralizarlo
completamente. Pero si lo hemos preparado todo adecuadamente
logramos muchas veces que el paciente confirme en seguida nuestra
construcción y llegue a recordar, a se vez, el proceso interior o exterior
que había olvidado. Cuanto más fielmente coincida la construcción con
los detalles de lo olvidado, tanto más fácil será lograr el asentimiento
102

del enfermo. En tal caso nuestro saber sobre el asunto en cuestión


será también su saber.

Al mencionar la resistencia hemos abordado la segunda parte, la


más importante de nuestra tarea. Sabemos ya que el yo se protege
mediante anticatexis, contra la irrupción de elementos indeseables,
precedentes de ello inconsciente y reprimido, y la integridad de tales
anticatexis es condición ineludible para su funcionamiento normal.
Ahora bien: cuanto más acosado se sienta el yo, tanto más tenazmente
se aferrará a estas anticatexis, con el fin de proteger su precaria
existencia contra nuevas irrupciones. Pero esta tendencia o actitud
defensiva no es compatible con los propósitos de nuestro tratamiento.

Muy al contrario, procuramos que le yo, envalentonado por la seguridad


que le promete nuestro apoyo, se decida a tomar la ofensiva para
reconquistar lo perdido. Y es precisamente aquí donde la fuerza de las
anticatexis se nos hace sentir como resistencia contra nuestra labor. El
yo retrocede asustado ante tales empresas, que le parecen peligrosas
y, por ende, desagradables; para que no se nos resista, para que no
nos falle, tenemos que alentarlo y calmarlo sin cesar. Esta resistencia,
que perdura durante todo el tratamiento y que se renueva con cada
nuevo avance del análisis, llamamos, no del todo correctamente,
resistencia de la represión. Ya iremos viendo que no ésta la única
resistencia que hemos de esperar. Es interesante hacer notar que en
esta situación se invierten, en cierto modo, los bandos en lucha, puesto
que el yo se resiste contra nuestros estímulos e instigaciones, mientras
que el ello, de ordinario enemigo nuestro, acude en nuestra ayuda
gracias a su tendencias natural a "flotar", a salirse fuera de su encierro,
a irrumpir en el yo a través de las barreras que se le han impuesto,
invadiendo así el campo de la conciencia.

La lucha desencadenada cuando alcanzamos nuestros propósitos y


podemos inducir al yo a vencer su resistencia se llega a cabo bajo
nuestra dirección y con nuestra ayuda. Es indiferente cuál sea el
resultado de esta lucha: si conducirá a que el yo acepte, previo nuevo
examen, una exigencia instintiva que había rechazado hasta entonces,
o si volverá a rechazarla, esta vez definitivamente.

En ambos casos se habrá eliminado un peligro permanente, se habrán


ampliado los límites del yo y se habrá hecho innecesario un costo gasto
de energía.
103

La superación de las resistencias es la parte de nuestra labor que


exige mayor tiempo y que nos plantea más problemas. Pero también
rinde sus frutos, pues significa una ventajosa modificación del yo, que
persistirá y se impondrá a lo largo de la vida, cualquiera que sea el
destino de la trasferencia. Al mismo tiempo eliminamos paulatinamente
aquella modificación del yo establecida bajo el influjo del inconsciente,
pues cada vez que hallamos productos del mismo en el yo nos
apresuramos a denunciar su ilegítimo origen, incitando al yo a
rechazarlo. Recordemos que una de las condiciones previas de nuestro
pacto de ayuda consiste en que esta modificación del yo por irrupción
de elementos inconscientes no deberá sobrepasar determinada
medida.

Conforme nuestra labor progresa y se va profundizando nuestra


visión de la vida psíquica del neurótico se manifiestan cada vez con
mayor claridad que merecen la mayor consideración como fuentes de
resistencia. Ambos son completamente ignorados por el enfermo y no
pudimos tenerlos en cuenta al concertar nuestro pacto ni tampoco se
originan en el yo del paciente. Podemos incluir a los dos en el termino
común de "necesidad de enfermedad o de sufrimiento", pero tienen
distinto origen, aunque en otros aspectos sean de similar naturaleza. El
primero de estos dos factores es el sentimiento de culpabilidad o
conciencia de culpa, aunque el paciente no lo sienta ni lo reconozca.
Se trata, sin duda, de la contribución aportada a la resistencia por un
super yo que se ha tornado particularmente severo y cruel. El individuo
no ha de curar, sino que deberá seguir enfermo, pues no merece nada
mejor. Esta resistencia no perturba en realidad nuestra labor
intelectual; pero le resta eficacia hasta llegar hacerla inoperante, pues
aunque muchas veces nos permite superar una forma de neurosis, se
dispone inmediatamente a sustituirla por otra y, en último caso, por una
enfermedad somática. Este sentimiento de culpabilidad explica también
la ocasional curación o mejoría de graves neurosis bajo el influjo de
desgracia reales; en efecto, de lo que parece tratarse tan sólo es de
que el enfermo sufra, de cualquier manera que ello sea. La tranquilidad
resignación con que tales personas suelen sobrellevar su pesado
destino no deja de ser curiosa, pero también reveladora. Al luchar
contra esta resistencia deberemos limitarnos a hacerla consciente y a
tratar de demoler poco a poco al hostil super yo.

Menos fácil es de demostrar la realidad de otra resistencia contra la


cual disponemos de armas prácticamente ineficaces. Existen algunos
neuróticos en los que, a juzgar por todas sus reacciones, su instinto de
104

autoconservación parece haber sufrido una inversión de signo. Tales


personas no aparecen perseguir otra cosa sino dañarse a sí mismas y
autodestruirse. Es probable que también pertenezcan a este grupo las
que acaban por suicidarse. Hay motivos para suponer que en tales
personas se han difundido extremadamente los instintos, dando como
resultado una liberación, en cantidades excesivas, del instinto
destructivo dirigido hacia dentro. Estos pacientes no pueden tolerar la
curación por nuestro tratamiento, al que oponen resistencia con todos
los medios a su alcance. Pero tenemos que confesar que éste es un
caso cuyo esclarecimiento no hemos logrado todavía.

Reanudemos ahora el estudio de la situación en que nos habíamos


colocado en nuestro intento de ayudar al yo neurótico. Este no puede
ya cumplir la tarea que le impone el mundo exterior, incluyendo en el a
la sociedad humana. No dispone de todas sus experiencias e incluso
se le ha sustraído gran parte de su caudal de recuerdos. Su actividad
es coartada por severas prohibiciones del super yo y su energía se
consume en inútiles tentativas de rechazar las exigencias del ello. Por
otra parte, la organización del yo ha sido trastornada por las incesantes
irrupciones del ello, con lo que aquel se divide, pierde la capacidad de
establecer una síntesis ordenada y queda a merced de tendencias
opuestas entre sí, de conflictos no resueltos y de dudas no
solucionadas. Ante todo hacemos que este yo debilitado del paciente
participe en la labor interpretativa puramente intelectual, con lo que
tratamos de llenar provisionalmente las lagunas de su patrimonio
psíquico. Dejamos además, que el enfermo nos transfiera la autoridad
de su super yo y le invitamos a que asuma la lucha contra cada una de
las demandas individuales del ello y para que supere las resistencias
despertadas al proceder de este modo. Al mismo tiempo
restableceremos el orden en su yo, investigando las tendencias y los
contenidos que han irrumpido del inconsciente y las exponemos a la
crítica, reduciéndolas a su verdadero origen. Aunque servimos al
paciente en diversas funciones, como sustitutos de la autoridad de los
padres, como maestros, educadores, nuestra mayor auxilio se lo
prestamos, sin embargo, cuando, en calidad de analista, elevamos a su
nivel normal los procesos psíquicos de su yo y cuando convertimos en
preconsciente lo reprimido y lo que se había tornado inconsciente,
restituyéndolo así de nuevo al dominio del yo. Por parte del paciente
contamos con la ayuda de algunos factores racionales, como, por
ejemplo, la necesidad de curación motivada por su sufrimiento y el
interés intelectual que en él podemos despertar por las teorías y
revelaciones del psicoanálisis; pero la ayuda más poderosa es la
105

trasferencia positiva que el enfermo nos ofrece. En cambio, tenemos


por enemigos la transferencia negativa, la resistencia represiva del yo,
es decir, su escasa disposición a exponerse al pesado trabajo que se le
encarga, y, además, el sentimiento de culpabilidad surgido de la
relación con el super yo, así como la necesidad de sentirse enfermo,
motivada por profundas transformaciones de la economía de sus
instintos. El papel desempeñado por estos dos últimos factores decidirá
sobre el carácter grave o leve de cada caso. Independientemente de
estos factores existen todavía otros, tanto favorables como
desfavorables. Así, no resulta conveniente cierta inercia psíquica ni una
escasa movilidad de la libido, que se muestra refractaria a abandonar
sus fijaciones. Por el contrario, desempeña un papel sumamente
ventajoso la capacidad del sujeto para sublimar sus instintos, su
facultad para elevarse sobre la vida instintiva grosera y, por último, la
potencia relativa de sus funciones intelectuales.

No ha de sorprendernos ni desanimarnos, sino que, por el contrario,


debemos considerar totalmente comprensible la conclusión de que el
resultado final de la lucha emprendida depende de relaciones
cuantitativas, del caudal de energía que podamos movilizar a nuestro
favor en el paciente, comparado con la suma de las energías que
despliegan las instancias que trabajan en contra nuestra. También aquí
Dios está a favor de los ejércitos más poderosos. Si bien es verdad que
no siempre logramos vencer, al menos podemos reconocer casi
siempre las razones por las cuales no hemos vencido. Quien haya
seguido nuestra exposición animado tan solo por un interés terapéutico
quizá nos abandonará despectivamente después de haber leído esta
confesión. Pero aquí tratamos de la terapia tan solo en la medida que
trabaja con recursos psicológicos, pues por el momento no disponemos
de otros medios. Es probable que el futuro pueda enseñarnos a influir
directamente, con determinadas sustancias químicas, sobre las
cantidades de energía y sobre su distribución n el aparato psíquico.
Quizá surjan incluso otras posibilidades terapéuticas todavía
insospechadas. Mas por ahora no disponemos de nada mejor que la
técnica psicoanalítica, que no debería ser desdeñada, pese a todas sus
limitaciones.
106

Cuestionario

LECTURA Nº 4

TECNICAS TERAPÈUTICAS

1- Cuál es el objeto de la terapia psicoanalítica


2- Qué entiende Ud. por transferencia
3- Cuáles son las limitaciones de la terapia psicoanalítica en
la psicosis
4- Cuál es la función de la resistencia
107

3.2.- TEORIA TERAPEUTICA.-

3.2.1.-Fundamentos.-
Antes de exponer las principales técnicas terapéuticas del
psicoanálisis es oportuno hacer referencia a algunas
consideraciones de orden teórico.
Los mismos procesos psicológicos operan en el hombre normal y
en el sujeto mentalmente perturbado.
La etiología, por lo tanto, es del orden de lo psicológico; los
síntomas son expresión simbólica de conflictos infantiles que
mantienen vigencia en el sistema Ic. El sujeto ‘conoce’ las causas
de su desajuste actual, sólo que éstas están ‘archivadas’ en el
sistema Ic; o, lo que es lo mismo decir, el Yo debilitado se vio
obligado a defenderse a fin de mantener los conflictos en un nivel
manejable, aún cuando a costa de una pérdida de eficiencia y
consumo innecesario de energía mental. En suma, los síntomas
son producto del aprendizaje vital del sujeto, tienen un carácter
histórico. Esto es, el presente (neurótico, p.e.) es consecuencia de
su pasado (conflictos infantiles), pero el sujeto puede operar sobre
este presente hurgando en el pasado a fin de ir construyendo su
futuro.

Es por ello que Freud planteó, a lo largo de su obra, dos objetivos


de la terapéutica ‘hacer consciente el inconsciente’ (primera
tópica) y ‘ensanchar las fronteras del Yo’ (segunda tópica).
La primera apunta a que el sujeto es ‘víctima de sus represiones’,
las mismas que pertenecen al Ic; dado que ‘sólo se puede manejar
lo que se conoce’, es preciso que se descorran los velos de la
represión, a fin de que se ventilen los conflictos pretéritos, se re-
conozcan sus causas y con ello el sistema Cc adquiera el control
sobre la conducta.
La segunda se basa en la metáfora freudiana, según la cual el Yo
es el ‘sirviente de tres amos, el Ello, el Superyò y la realidad’. Ello
quiere decir que el Yo se debilita en defenderse de las embestidas
del Ello (deseo), en resistir la tiranía del Superyò (crítica, culpa) y
tiene, por el alto consumo de energía realizado, escasa capacidad
para adaptarse a los determinantes de la realidad y actuar
creativamente sobre ellos. El objetivo de la terapia debe ser, por lo
expuesto, el fortalecimiento del Yo (egoterapia), a través de tres
conquistas: un control racional de las pulsiones y de la conducta,
una autoestima saludable y una perspectiva realista de la vida.
108

Ahora bien, y ¿cómo conseguir tales propósitos? Eso es asunto de


la técnica terapéutica.

3.2.2.-Técnica.-
Hasta antes de Freud, los trastornos mentales eran asunto
enigmático; por ende, los abordajes terapéuticos eran empíricos,
‘bien intencionados’, entusiastas..., pero ciertamente ineficaces:
hidroterapia, masajes, magnetismo, admoniciones...
Freud mismo, entre otros procedimientos, ensayó con la hipnosis.
Pero pronto se desilusionó, por dos razones. La primera,
académica, observó que los efectos del influjo hipnótico eran
pasajeros y que la información brindada por el paciente al
terapeuta era bajo el sueño inducido, es decir al margen de la
conciencia y por ello inútil. La segunda, fortuita pero feliz para el
nacimiento del psicoanálisis, Freud se convenció que era un mal
hipnotizador.
Tras ello, se esforzó por lograr los mismos efectos pero con el
paciente en estado consciente. Empleó la sugestión mediante la
imposición de manos en la frente o en las sienes del paciente.
De su trabajo con Breuer tomó nota de la ‘cura a través de la
palabra’: a través del diálogo, cuando el paciente relataba
experiencias traumáticas, los síntomas desparecían; a este método
se lo denominó catarsis. Esta suponía la liberación dramática de
energía reprimida. Tal descarga de tensiones producía un alivio
inmediato, pero de efectos relativos, en tanto que no resolvía los
conflictos. Freud abandonó la catarsis y en su esfuerzo incansable
por hallar procedimientos terapéuticos eficaces, descubrió la
Técnica de las Asociaciones Libres, dando lugar al nacimiento del
psicoanálisis.
El maestro partió de ciertas premisas básicas. Los síntomas se
producen por traumas infantiles que no pueden ser procesados y
que son desalojados de la conciencia. El sujeto, entonces, ‘conoce’
la causa de sus padecimientos, sólo que este saber no está a su
disposición. Había que descubrir la llave que pudiera abrir las
puertas del inconsciente; ella fue la Regla de Oro o norma
fundamental.
Ahora bien, la técnica de asociaciones libres y la regla de oro son
posibles sólo en el marco de un pacto entre paciente y analista; es
esta la situación analítica: un yo debilitado que acude a un experto
que le garantiza escucha y discreción. La Regla de Oro consiste en
advertir al paciente que debe comunicar al terapeuta todo lo que
pueda pensar, o sentir en el transcurso de la sesión: ideas,
109

recuerdos, fantasías, sueños, emociones , deseos..., sin ninguna


censura ni restricción alguna, así parezca absurdo, desagradable,
impropio... El analista escucha, sin censura ni selectividad, atento a
pesquisar todo elemento que se filtre del sistema Ic o dé pistas
para lograr acceso a él. Estos descubrimientos son comunicados
oportunamente al paciente, ampliando así gradualmente su propio
conocimiento.
De este modo se construye un vínculo particular, basado en el
fenómeno de la Transferencia; ésta consiste en la adjudicación de
roles al terapeuta, el mismo que es revestido de los caracteres,
motivaciones, deseos, emociones, de personajes significativos para
el sujeto. El analista es así objeto de pulsiones y afectos que el
sujeto-niño vivió con adultos y reprimió. El sujeto revive en el
setting terapéutico sus dramas infantiles a fin de ventilarlos; el
escenario simbólico sustituye al escenario real-fantástico del
mundo exterior. Este ambiente protege al paciente, le permite
actuar sus síntomas, ‘vivir’ sus conflictos sin los peligros del mundo
real.
El terapeuta acoge, acepta plenamente al sujeto, no reproduce las
reacciones que la gente suele tener frente a las conductas del
paciente; así permite confrontarlo con sus ‘juegos neuróticos’ y
enseñarle a reconocerlos.
Esta transferencia puede ser positiva y negativa.
La transferencia positiva está basada en el eros, es un motor para
el avance del proceso terapéutico.
La transferencia negativa, en cambio, está basada en el tánatos y
supone una franca hostilidad hacia el terapeuta.
Por otro lado, existe un enemigo constante en el análisis: el
paciente, contradictoriamente, pareciera negarse a reconocer los
hallazgos del terapeuta, incluso se opone y los rechaza
abiertamente; es este el fenómeno de la resistencia. Advirtió Freud
que las mismas fuerzas que enviaron al Ic materiales psicológicos
se oponen ahora a que estos afloren.
El terapeuta estará siempre atento a descubrir en las asociaciones
del paciente, en sus sueños y actos fallidos, en las expresiones de
su transferencia y sus resistencias, material que permita
reconstruir el pasado del paciente. Este material es así presentado
como una construcción, una elaboración propuesta al sujeto para
su consideración; esta es la Interpretación.
Estas construcciones tienen su ‘timing’, es decir un tiempo y
oportunidad para que puedan ser procesadas y reconocida por el
Yo debilitado. Su objetivo es hacer manifiesto el material latente.
110

De este modo, el análisis avanza en dos frentes. En el frente


interno, el proceso transcurre entre la transferencia positiva y el
deseo de recuperación del paciente, por un lado, y las resistencias,
el sentimiento de culpabilidad y la ‘necesidad de enfermedad o de
sufrimiento’, por otro lado. El Yo deberá gradualmente adquirir
fortalezas para dominar la necesidad de goce del paciente
enfrentada a la tiranía de un Superyò demasiado severo y
aprender a armonizar estas dos tendencias y al mismo tiempo
hacer su goce compatible con las exigencias de la realidad.
Precisamente, el reconocimiento gradual de sus conflictos infantiles
y el modo como estos perduran y determinan pautas de
comportamiento mecánico y repetitivo (mecanismos de defensa) y
su carácter ineficaz, llevarán al paciente al ensayo de otras
estrategias de abordaje y solución de problemas y de desempeño
social, más acordes con la realidad adulta y, por consiguiente, más
eficaces: las conductas neuróticas irán progresivamente siendo
reemplazadas por la conducta autónoma. El sujeto habrá
madurado, su neurosis se habrá desvanecido y el análisis habrá
llegado a su fin.

Los procedimientos aquí descritos constituyen la base de las


diversas técnicas psicoanalíticas, pero tipifican al psicoanálisis
ortodoxo (freudiano). Este consiste en un verdadero proceso de
reestructuración de la personalidad, el mismo que toma alrededor
de 5 años, a un ritmo de 3 a 5 sesiones semanales.
Otras variantes tienen objetivos más restringidos, como la
psicoterapia de orientación analítica, las psicoterapias focalizadas
(centradas en el problema), la psicoterapia breve y los tratamientos
de urgencia; éstas pueden tomar 2 años, 2 meses o aún 2
sesiones.

3.3. -PSICOANALISIS APLICADO.-

El Psicoanálisis nace como una técnica terapéutica, se constituye


luego en una teoría psicopatológica y finalmente deviene en una
teoría de la personalidad.

El Psicoanálisis es también una herramienta metodológica para


estudiar fenómenos sociales, artísticos y culturales.
Freud inició este campo de aplicación de su teoría. En Tótem y
Tabú, aventura una interpretación del desarrollo filogenético de la
especie humana, a propósito del Complejo de Edipo y la
111

prohibición del incesto. Asimismo, formula algunos ensayos sobre


el David de Miguel Ángel, y el Fausto de Goethe.
Otto Rank y Karl Jung, destacados discípulos, aplican la teoría a la
explicación de los mitos y las religiones.

En el Perú, toda una pléyade de investigadores, desde Carlos


Alberto Seguín hasta Max Hernández, han estudiado una serie de
aspectos tales como la cultura andina, los mitos y tradiciones del
incario, la obra de Garcilazo de la Vega y César Vallejo y
fenómenos actuales como la corrupción y el terrorismo.
112

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

I. INTRODUCCIÓN .

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22.

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1040.

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