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(MARIO RAPOPORT)
1. Inversión Extranjera.
En sus primeros años, el modelo agroexportador no tuvo como factor dinámico a las
exportaciones agropecuarias. Entre 1882 y 1890 el balance fue permanentemente deficitario
debido a que en la década del ´80 hay un gran incremento de las exportaciones. Esto ocurre,
porque a partir de 1885 el valor de las exportaciones se encuentra sobreestimado. La causa
es que en ese año se suspendió la convertibilidad del peso, la cual representaba una moneda
interna devaluada. El boom de las importaciones agropecuarias comenzaría recién después
de la crisis de 1890.
Los bienes de capital y materias primas que entraron a la Argentina estaban ligados
estrechamente a la inversión extranjera en aquellos años y se hallaban destinados a
desarrollarla infraestructura que el país requería para poder incorporarse al mercado mundial
como productor exportador de alimentos y otros bienes de origen agropecuario, entre ellos
material ferroviario y para la construcción de obras públicas portuarias-sanitarias,
construcción de viviendas, desarrollo urbano, insumos, hierro, acero, combustible, etc. El uso
del crédito externo y la inversión extranjera directa es lo que posibilito la expansión de las
importaciones y permitió absorber, hasta la crisis de 1890, el déficit comercial. La primera
corriente de inversiones entre 1862 hasta la crisis de 1873-1875 fue de capitales británicos.
El estado jugo un papel relevante, ya que la mayor parte de estos capitales estaba destinado
a empréstitos gubernamentales., responsabilizándose el gobierno argentino por el capital y
los interese de los prestamos tomados. El destino de los empréstitos fue muy variado en el
cubrimiento de las necesidades presupuestarias, fue destinado a gastos militares, obras de
infraestructura y construcción de vías férreas. Además, hubo un flujo de inversiones directas
a cargo de compañías privadas (FF.CC., empresas de servicios públicos, bancos y empresas
industriales). Estas primeras inversiones tenían el objetivo de expandir las exportaciones
británicas y vender servicios. Este capital extranjero ocupaba un lugar destacado en la
economía argentina. Los recursos nacionales jugaron un rol significativo en la primera etapa
de formación de capital, ayudado por la inversión externa.
Estos capitales externos se radicaron en el país sin un control adecuado, permitiendo en la
década del ´80 el desenfreno especulativo que conduciría a la crisis, por ejemplo, los
frigoríficos que tuvieron prácticas monopólicas que perjudicaron a los productos nacionales.
Lo que determino la conducta de los inversionistas extranjeros, en especial los ingleses, fue
la alta tasa de rentabilidad de sus inversiones. Además el mercado inglés de capitales disponía
de una amplia masa de recursos financieros y estaba buscando la apertura de nuevas áreas.
Las inversiones inglesas en la Argentina representaban entre el 40 y 50% de las inversiones
totales de Inglaterra hacia 1889 en el mundo, desempeñando así un papel primordial en la
actividad industrial y financiera inglesa. La razón que inducía a esperar una alta tasa de
retorno de capital era la posibilidad de poner en producción los enormes recursos potenciales
de la pampa húmeda. La crisis marco un punto de inflexión en la inversión extranjera que,
sumado a la fuerte carga de la deuda externa, origino un saldo negativo en la balanza de pago.
Pero como en ese momento comenzó el boom de las exportaciones agropecuarias, este hecho
logro equilibrar la balanza de pago. Recién a comienzo de 1900 el capital extranjero volvió
a entrar en el país con un origen más diversificado: británicos, alemán, francés y
norteamericano. Las inversiones extranjeras tuvieron un neto predominio en ferrocarriles y
en empréstitos públicos. La base era la construcción de una amplia red ferroviaria que sirviera
al desarrollo de la producción agropecuaria a costos competitivos en el ámbito internacional.
Para fomentar la inversión extranjera en ferrocarriles, el estado comenzó a garantizar a las
empresas beneficios mínimos que llegaban hasta el 7% del capital empleado, las concesiones
adyacentes a las vías, la introducción de material libre de derechos y la ley Mitre de 1907,
que eximia a las empresas del pago de todo tipo de impuestos nacionales, municipales o
provinciales. Lo que constituyó un gran estímulo para la inversión ferroviaria.
El ferrocarril permitió la puesta en producción de extensas regiones, incorporando nuevas
economías regionales, y aseguro un transporte rápido y barato de los productos agropecuarios
exportables hacia los grandes puertos. También facilito la introducción de manufacturas
importadas en el interior del país, completando así la integración en el esquema de división
internacional del trabajo. Consolido la situación de Buenos Aires como principal centro
económico del país, centralizando las terminales en dicha ciudad (país abanico). En 1914 las
principales compañías ferroviarias (FF.CC. Sud, Oeste y Central Argentino) eran de capital
británico y en segundo lugar las compañías (General de Buenos Aires y El Rosario Puerto
Belgrano) eran de capitales franceses. Los empréstitos públicos nacionales, municipales y
provinciales, realizados mediante la colocación de títulos en mercados financieros
internacionales, fueron bien vendidos y cotizados. Aunque en 1890 la confianza de los
inversores disminuyo, revelando la fragilidad con que el estado controlo el proceso de
endeudamiento extremo. Además el gobierno emitió cedulas hipotecarias, con una tasa de
interés, y doble garantía. Estas tierras estaban hipotecadas y el gobierno las utilizaba como
respaldo sobre obligaciones de distintos bancos de origen estatal. Estas células fueron los
instrumentos de especulación más importante antes de la crisis de 1890. Las células eran
bonos al portador garantizados por el estado nacional, que cotizaban en Londres y además
eran vendibles en la bolsa de valores local. Las grandes especulaciones por estos
instrumentos hicieron que se sancione en 1888 la ley 2287 que fijaba los intereses en oro.
Los servicios de la deuda externa se transformaron en una pesada carga que solo pudo ser
compensada temporalmente cuando la balanza comercial comenzó a tener fuerte superávit a
partir de 1891. Otros rubros de inversión de capital extranjero, además de empréstitos y
ferrocarriles, fueron los bancos, compañías de seguro, empresas de servicios públicos, obras
portuarias, empresas industriales (casi todas de transformación de productos primarios, de
las cuales los frigoríficos constituyeron las más relevantes), compañías de tierras y
explotaciones agropecuarias.
Las instituciones financieras y de seguros fueron de las más lucrativas del conjunto de
inversión externa. Gracias a los frigoríficos, Argentina fue el pionero en la exportación a
Europa de carnes refrigeradas y congeladas, estando antes su industria basada en la
producción y exportación de lanas, cueros y carnes saladas que competían en los mercados
mundiales con productos de mayor calidad. El capital británico primero y luego el
norteamericano, tuvieron un papel decisivo en este proceso. En la etapa inicial de la
instalación de los frigoríficos, entre 1882-1906 los capitales eran nacionales o de Inglaterra.
En 1907, la Swift adquirió un frigorífico de origen inglés "la Plata Cold Storage",
comenzando así la radicación de empresas norteamericanas del llamado "Trust de Chicago",
que se caracterizaba por calidad, bajo precios de materias prima y los bajos costos de mano
de obra. En 1912 Estados Unidos tenía predominio en capitales invertidos, controlando el
58% de las exportaciones de chilled (carnes enfriadas). Así el capital extranjero tenía una
fuerte incidencia en la vida económica del país y contribuya a rediseñar su perfil
agroexportador. Como vemos tuvo un papel preponderante en la industria ganadera pero no
así en la producción agropecuaria donde tuvo en papel secundario.
2. Población e Inmigración.
El lema de Alberdi era "gobernar es poblar", que manifestaba la necesidad del país en aquel
momento. En 1810 la primera junta de gobierno expreso que " los extranjeros que no estén
en guerra con nosotros podrán trasladarse a este país francamente, gozaran de todos los
derechos de ciudadanos y serán protegidos por el gobierno los que se dediquen a las artes y
las culturas del campo". En 1876 se dicta la ley 817 (ley Avellaneda) que procuro vincular la
inmigración a la colonización de extensos territorios hasta entonces inexplorados, creándose
así un departamento de inmigración dependiente del ministerio de agricultura, reglamentando
el ingreso de inmigrantes y se estableció una serie de medidas para estimular su radicación
en el país.
Las causas de la masiva inmigración fueron:
La eliminación del problema del indio con la campaña del desierto de Roca
El fin de las guerras civiles
La consolidación del gobierno nacional
Contribuyendo así a acelerar las corrientes inmigratorias al estabilizar la vida política y
económica del país.
También fueron factores en el orden internacional las depresiones económicas de los años
´80 y ´90 que afecto a los países europeos, mayoritariamente fueron inmigrantes campesinos
italianos por la fuerte competencia de los productos agrícolas en el mercado mundial. En el
caso de los españoles, por la definitiva decadencia del imperio colonial y la precariedad de
la base productiva. La inmigración mayoritaria que llega al país no presenta ciertas
características que pretendían nuestros gobernantes ya que no procedían de países
anglosajones o nórdicos. Entre 1885-1915 la tasa de inmigración supero a la del crecimiento
vegetativo. El movimiento de la inmigración refleja la capacidad de Argentina de integrar la
fuerza de trabajo extranjera. Entre 1890-1930 la creciente demanda del sector urbano,
especialmente en Buenos Aires y otras ciudades, como consecuencia del desarrollo de
infraestructura y de las actividades terciarias, fue el polo de atracción de los inmigrantes. Se
destacó el caso de la inmigración golondrina, que desocupados durante el invierno del
hemisferio norte, se desplazaban para trabajar en las cosechas del verano del hemisferio sur.
Estas emigraciones golondrinas se debían a severas crisis económicas en sus lugares de
origen, y en menor medida por problemas de persecución política o racial. La inmigración
golondrina era atraída por los altos jornales abonados en las actividades agrícolas del país, la
ganancia obtenida por los trabajadores inmigrantes durante una estadía de seis meses era
equivalente a los jornales europeos de hasta un máximo de cien días de labor. Las crisis
económicas, en especial la de 1890 produjeron un descenso pronunciado en el número de
inmigrantes.
Los trabajadores se trasladaban a lugares donde estaban a su disposición muchos más
recursos de los cuales había en su patria, siendo determinante cuatro variables:
Disponibilidad de tierras
Disponibilidad de capital.
Diferencias saláriales.
El volumen de la demanda de trabajo.
Las tierras argentinas ya habían sido apropiadas, antes de la expansión de las fronteras, por
lo cual Estados Unidos y Canadá, ofrecían mejores condiciones. Hacia 1880 la política de
colonización oficial Argentina había sido abandonada y la colonización privada disminuía o
estaba en manos de especuladores. El acceso a la propiedad de la tierra se había vuelto difícil
porque las principales tierras ya estaban distribuidas y la valorización de sus precios
imposibilitaba su adquisición. Por el contrario, la creciente demanda del sector urbano
(Buenos Aires y otras ciudades), como consecuencia del desarrollo de la infraestructura, de
las actividades terciarias y de la paulatina ampliación del mercado interno, fue un polo de
atracción para el inmigrante, aunque no coincidiera con los objetivos de la política
inmigratoria. Así la población urbana creció a un ritmo más sostenido que la población rural.
La proporción de extranjeros se eleva, hasta la tercera parte de la población total. Así la
Argentina siendo un país agropecuario desde principios de siglo su población era urbana, lo
que refleja el crecimiento de actividades secundarias y terciarias complementarias al modelo
agro-exportador.
3. La situación social.