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Historia del capitalismo

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Fernand Braudel sitúa los orígenes del capitalismo en la Edad Media, en algunas


pequeñas ciudades comerciantes
La historia del capitalismo ha sido objeto de grandes debates
sociológicos, económicos e históricos desde el siglo XV.
El comercio existe desde que surgió la civilización, pero el capitalismo
como sistema económico no apareció sino hasta el siglo
XVI en Inglaterra, en sustitución del feudalismo. Según Adam Smith,
los seres humanossiempre han tenido una fuerte tendencia a «realizar
trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». De esta
forma al capitalismo, al igual que al sistema de precios y la economía de
mercado, se le atribuye un origen espontáneo o natural dentro de
la edad moderna.1

Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y


fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental
desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y
expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y
fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo
Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales
preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico
resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que
predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal
consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de
la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo
lugar en el siglo XIX.
Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido
una de las figuras más características del capitalismo, el empresario,
que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos
no personales. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una
actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste
es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el
riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el
papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas o
ganancias.

El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias
a la filosofía del Renacimiento y de la Reforma Protestante. Estos
movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la
aparición de los modernos Estados nacionales (y posteriormente
el Estado de Derecho como sistema político y el liberalismo
clásico como ideología) que proporcionaron las condiciones necesarias
para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones
europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del
excedente económico que generaba el empresario privado y a la
reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento
económico, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.
Índice

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FuentesOrígenes de una civilización[editar]
El capitalismo medieval[editar]

El gran canal de Venecia, por Turner (v. 1835)


Para Fernand Braudel (la Dinámica del capitalismo), 1985,
el capitalismo es una "civilización" con raíces antiguas, ya habiendo
conocido horas prestigiosas, tales como las grandes ciudades-estados
comerciantes: Venecia, Génova y Amberes, entre otros. pero las
actividades son minoritarias hasta el siglo XVIII. Werner Sombart (El
capitalismo moderno, 1902) fecha la emergencia de la civilización
burguesa y del espíritu de empresa en el siglo XIV, en Florencia.

Así como lo muestra Braudel, encontramos en la Edad media las


primeras manifestaciones del capitalismo comercial en Italia y en
los Países Bajos. El comercio marítimo con Oriente, en respuesta a
las cruzadas, enriqueció a las ciudades italianas, mientras que en los
Países Bajos, a la desembocadura del Rin, que hacía el lazo entre Italia
y Europa del Norte, dominada por la Liga Hanseática. En las grandes
ciudades, los vendedores de paños y de las sederías adoptan métodos
capitalistas de gestión. Efectúan ventas al por mayor, establecen
mostradores y venden sus productos en conjunto en las
grandes ferias europeas. Se abastecen de materias primas tanto en
Europa como en Levante. En esta época turbada de la Edad media,
ajustan sus pagos por letras de cambio, menos peligrosas que el
transporte de metales preciosos. De esta forma, lógicamente se
desarrollan, en paralelo del capitalismo comercial, las primeras
actividades bancarias del capitalismo
financiero: depósitos, préstamossobre prendas, letra de
cambio, seguros para las embarcaciones.

Estos capitalistas se enriquecen extendiendo su influencia económica


sobre el conjunto de Occidente cristiano, creando así lo que Braudel
llama una "economía-mundo". En su análisis, Braudel distingue la
"economía de mercado" del capitalismo, este último constituyendo un
tipo de "contra mercado". Según él, la economía de mercado (es decir la
economía local en aquella época) está dominada por las reglas y los
cambios leales, porque sometida a la competencia y a la transparencia
relativa, el capitalismo intenta evitarlo en el comercio lejano con el fin de
librarse de reglas y de desarrollar cambios desiguales como nuevas
fuentes de enriquecimiento.

Podemos observar que desde la Antigüedad, sistemas idénticos habían


sido puestos en práctica por los fenicios, griegos, los Cartagineses y
los romanos. Estos sistemas fueron marcados no obstante más por el
imperialismo y el esclavismo que por el capitalismo. A través del mundo,
otras formas de capitalismo comercial se desarrollaron de manera
precoz en la época feudal (bajo la dinastía Ming en China por ejemplo).

Vida urbana[editar]
En las grandes ciudades especializadas de Europa, el artesanado,
volcado esencialmente hacia la exportación, está dominado por los
grandes comerciantes y pañeros, aunque las relaciones económicas
entre artesanos y vendedores se emparientan en el salariado. Los
comerciantes controlan a la vez la adquisición de materias primas río
arriba y la venta de los productos terminados río abajo.

La población urbana ya se diferencia en varias clases económicas


distintas y ricas para algunos, pobres para otros. La ciudad de Florencia
es el ejemplo perfecto: encontramos allí muy temprano a banqueros que
desarrollan sucursales a través de Europa y esclavizan la industria en
búsqueda de su provecho. Entre ellos grandes familias, tal es el caso de
los Médicis, quienes crean las primeras relaciones "privilegiadas" entre
el mundo de los negocios y el mundo político.

También en este periodo el matemático Luca Pacioli fija las bases del


comercio al crear los Estados Financieros en los que se fija la
terminologia y la manera de calcular las relaciones comerciales básicas,
por lo cual Florencia brillara durante mucho tiempo como el principal
centro bancario de Europa.

Aparición de las bolsas a finales de la Edad Media[editar]


Según Fernand Braudel, la aparición de las primeras Bolsas ocurre en
el siglo XIV en estas ciudades italianas donde el comercio es
permanente (contrariamente a las ferias medievales que se celebran
sobre períodos limitados) y donde se concentran lo esencial de las
actividades financieras.

Es no obstante la creación en 1409 de la Bolsa de Brujas, un hotel


dedicado al intercambio de mercancías, letras de cambio y efectos de
comercio, que marca un punto de inflexión en el desarrollo de las
actividades financieras. El plaza se impone rápidamente gracias a la
abertura de su puerto, gracias a la fama de sus ferias comerciales y
gracias al clima de tolerancia y de libertad que aprovechan vendedores
e inversionistas de todo origen. Son los mismos triunfos que permitirán
luego a la plaza de Amberes (creada en 1460) desarrollarse al principio
del Renacimiento. Se podía leer en su frontis: Ad usum mercatorum
cujusque gentis ac linguae ("Para uso de los vendedores de todos los
países y de todas lenguas").

Renacimiento y Reforma protestante[editar]


La ética protestante[editar]
Max Weber (en su obra La Ética protestante y el espíritu del capitalismo
y renacimiento escrita en 1904/05) considera que la emergencia del
capitalismo moderno data de la Reforma. Teniendo como base una acta
sociológica, vincula el espíritu del capitalismo moderno a la mentalidad
protestante y lo ve pues como el resultado de una evolución lenta
nacida de la Reforma, y más generalmente de una evolución religiosa
que se hace en el sentido de un "desencanto de la gente". Observamos
por otra parte que formas esporádicas de capitalismo financiero habían
sido desarrolladas desde hace mucho tiempo por los lombardosy
los judíos, no sometidos a las coacciones religiosas del catolicismo. Es
por otra parte a éstos últimos que Werner Sombart (El Capitalismo
moderno) atribuirá el génesis del capitalismo moderno.

Según Weber, el capitalismo occidental corresponde a la aparición de


un espíritu nuevo, de una revolución cultural. Weber empleo entonces el
término capitalismo moderno "para caracterizar la búsqueda racional y
sistemática del provecho por el ejercicio de una profesión". Más que la
riqueza, cuyo deseo no es nuevo, es el espíritu de acumulación que se
impone como vector de ascensión social.

Esta nueva ética se difunde gracias a la emergencia de nuevos valores:


el ahorro, la disciplina, la conciencia profesional. Esta última permite por
ejemplo la aparición de una élite obrera que, más allá del salario, se
preocupa de la calidad de su obra. El trabajo se hace un fin en sí. En
paralelo emerge un personaje emblemático, el empresario, que busca
un éxito profesional provechoso a la sociedad en conjunto.

El contexto favorable para esta evolución de los valores es el de la


Reforma. Para Max Weber, la ética del oficio viene del luteranismo que
anima a cada creyente a seguir su vocación, y que hace del éxito
profesional un signo de elección divina. En efecto, los creyentes
ordinarios, sabiendo que no tienen la maestría de su salvación (lógica
de la predestinación), intentan ardientemente encontrar en su vida
privada los signos de esta predestinación, como el éxito profesional, con
el fin de atenuar su angustia enfrente de la muerte y frente del juicio que
la sigue. Por otro lado el informe directo a Dios preconizado por la
religión protestante acelera el proceso de "desencanto del
mundo" (Suprimiendo el número de prácticas religiosas por ejemplo), lo
que concurre a la emergencia de la racionalidad. Ya, Karl Marx había
observado un proceso de desengaño escribiendo:

"La burguesía (...) Ahogó los escalofríos sagrados del éxtasis religioso,
del entusiasmo caballeresco, del sentimentalismo a cuatro céntimos en
las aguas helados del cálculo egoísta."
Manifiesto del Partido Comunista, 1848.
Esta racionalización permite la aparición de nuevos dogmas que fundan
el espíritu del capitalismo:

"La repugnancia en el trabajo es el síntoma de la ausencia de gracia".


"El tiempo es precioso, infinitamente porque cada hora perdida es
sustraída del trabajo que concurre a la gloria de Dios."
Max Weber, La Ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Max Weber ilustra sus propósitos en un texto de Benjamin Franklin,
revelador según él de las nuevas mentalidades:

"El que pierde cinco chelines pierde no sólo esta suma, sino que
también todo lo que habría podido ganar utilizándole en los asuntos, lo
que constituirá una cantidad de dinero considerable, a medida que el
hombre joven envejezca."
Advice to a young tradesman, 1748.
Las tesis de Weber han sido muy criticadas. El lazo entre el dogma de
la predestinación y el espíritu del capitalismo es muy paradójico, debido
a que un fiel tiene que buscar signos de elección mientras que el dogma
afirma la predestinación como de todas maneras impenetrable.
Historiadores invalidan esta concomitancia de ambos fenómenos
(Braudel por ejemplo, que fecha el capitalismo en un período anterior a
la Reforma).

El espíritu de innovación[editar]

La Biblia de Gutenberg (1450-1454), una de las primeras producciones


estandarizadas en gran número.
Según Lewis Mumford (Técnicas y civilizaciones, 1950), el sistema
técnico del Renacimiento anuncia el futuro económico del mundo
occidental.
El siglo XV vive por ejemplo la puesta a punto de la imprenta en
caracteres móviles (la "tipografía") de Gutenberg. Cuidadoso de
preservar mientras puede los secretos de sus búsquedas, forzado a
préstamos monetarios importantes, es en cierto modo el arquetipo de
los futuros capitalistas. Su objetivo es responder a una petición
insatisfecha: la petición de cultura de los espíritus cada vez
menos analfabetos del Renacimiento. Si era preciso hacer
publicaciones en gran escala de libros mayores, rápidamente va a surgir
la petición de realizar una producción más diversificada. La difusión de
la Biblia a uso personal contribuye al vuelo de la Reforma, mientras que
ésta aumenta a cambio la demanda. En parte permitida por los
progresos de la metalurgia, la tipografía le abastece a cambio de
desembocaduras. Interés por la mecánica, las primicias de la
"standardización", producciones de grandes series, preocupaciones de
la "productividad" y el espíritu de innovación... Si bien habrá que esperar
para ver avances similares en la industria textil y así estimular el
despegue industrial, la imprenta muestra bien que el mantillo del
capitalismo es más antiguo. Respecto a la imprenta, Max Weber hace
ver que ya existía desde hace mucho tiempo en China y seguramente
en la India, pero como numerosas técnicas, heredadas a veces de la
Antigüedad (la fuerza del vapor fue conocida por ejemplo en el Antiguo
Egipto), debió esperar para poder insertarse en un conjunto de técnicas
coherentes y complementarias para poder imponerse. No lo hizo por
otra parte sin encontrar oposición, particularmente por parte de
los copistas medievales.

Hacia un nuevo sistema técnico[editar]


El nuevo sistema técnico que surge en el Renacimiento permite la
irrupción de ciertos principios del capitalismo moderno como el
mejoramiento de la productividad, la economía de mano de obra, el
aumento de la producción en volumen y su diversificación, e incluso la
inversión. Se apoya en algunas innovaciones como el alto horno,
la imprenta o el sistema biela-manivela, el aumento en potencia de los
grandes sectores industriales (metalurgia, explotación minera) y la
utilización corriente de una fuente de energía (hidráulica). Este sistema,
que persistirá hasta mediados del siglo XVIII, arrastrará la adopción de
un sistema social que servirá para sembrar el inicio de un capitalismo
naciente y enterrar un régimen feudal que no habrá sabido inscribirse en
esta mudanza en profundidad.

El mercantilismo[editar]
Artículo principal: Mercantilismo
A partir del siglo XVI, el pensamiento económico ya no está dominado
más por los teólogos, sino por los pensadores laicos que se preocupan
en primer lugar de la fuerza del Estado: los mercantilistas. Con el fin de
asegurar la expansión de la riqueza del Príncipe, los valores religiosos
son olvidados. Poca importancia tiene que la usura sea un pecado o no,
los gobernantes no se preocupan más que tal o cual política comercial
no sea cristiana: solo cuenta la Razón de Estado. Este pensamiento no
es el del capitalismo, visto que se preocupa sólo de la importancia de la
fuerza del Estado y no del desarrollo de la riqueza particular. No
obstante, primero porque contribuye eliminando los valores religiosos,
luego porque puede encontrar interés en el desarrollo de los asuntos
particulares, prepara las evoluciones futuras. A menudo la creación de
monopolios por el Estado constituía un compromiso entre el
enriquecimiento de los vendedores y el involucramiento de la fuerza
pública en las actividades más lucrativas. Fue por ejemplo el caso de
las diferentes Compañías de Indias.

Evoluciones jurídicas y monetarias[editar]

Una «obligación» de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, emitida


en 1623.
En el siglo XVII, Holanda adquiere importantes factorías en la India y
desarrolla el comercio de las especias, de la pimientaen particular; se
estableció en Japón y comercia con la China. Se hace el nuevo centro
de la "economía-mundo" según Braudel. En 1602, funda la
primera Compañía de las Indias Orientales: es la primera gran
"sociedad por acciones". Sus dividendos a menudo ascendían 15, hasta
25%. De 3100 florines, las acciones subieron hasta los 17000 florines a
finales del siglo. Estas acciones estuvieron sometidas
a especulaciones incesantes, alimentadas por los rumores más
infundados, incluso por campañas organizadas de desinformación. La
Compañía emitió también obligaciones. La Compañía Británica de las
Indias Orientales tomaría después el relevo y el modelo inspira la
creación de compañías en la industria metalúrgicay textil, el papel, etc.

Salida de los veleros de la Compañía holandesa de las Indias Orientales, por


Hendrick Cornelisz (v. 1630–1640).
En paralelo, el flujo de oro desde las colonias de América permite a
partir del siglo XVI una estimulación de los cambios, un
perfeccionamiento de los métodos de pago y de las técnicas
monetarias. Las primeras monedas divisionarias son golpeadas, las
monedas fiduciarias vivirán una expansión importante, los
primeros billetes aparecen. En el resto del mundo, los cambios quedan
limitados por el uso de "monedas metálicas en la infancia".

Holanda conoce también la primera burbuja especulativa de la Historia,


la Tulipomanía. En los años 1630, el precio de los tulipanes vive una
elevación fuerte, al alcanzar a veces la cebolla el precio de una casa
burguesa. Cuando esto se volvió manifiestamente irracional, el
primer crack de la Historia se produjo.

La emergencia del capitalismo[editar]

El Síndico de los pañeros, por Rembrandt(1662). Obra de encargo, simboliza


tanto el éxito de la burguesía así como la pujanza de Ámsterdam
No obstante, la emergencia del capitalismo es asociada más a menudo
con las primicias de la revolución industrial, y en particular al siglo XVIII.
Las formas modernas de propiedad privada de los medios de
producción y de salariado se desarrollan durante este período.

Evolución de las relaciones sociales[editar]


Durante el período artesanal, el capitalismo conoce formas anteriores a
la fábrica o a la manufactura. La agricultura induce períodos de
actividad débil (la temporada muerta sobre todo) y los fabricantes de las
ciudades se interesan rápidamente por esta mano de obra regularmente
ociosa. El trabajo a domicilio, o domestic system, va a desarrollarse. Les
permite a los artesanos y fabricantes cederles en subcontacto una parte
de su producción a las familias campesinas. En el marco más específico
de putting-out system, los empresarios abastecen a los trabajadores
rurales (y siempre a domicilio) de materias primas, incluso instrumentos,
luego vienen para recuperar a cambio de un salario el producto
transformado, que será a veces terminado en los talleres urbanos. Este
sistema tiene, por ejemplo, un interés superior en el marco de la
producción textil. Si no se puede cualificar tales métodos de capitalistas,
son muy anunciadoras de las futuras relaciones sociales entre
empresarios y asalariados.

Signos de declive del artesanado[editar]

El spinning-jenny de James Hargreaves, inventado en 1765, decuplicaba la


productividad del hilandero; 20 000 fueron vendidas antes de 1790.
Las innovaciones de principios de la revolución industrial quedan
accesibles a los pequeños artesanos (cf. imagen del spinning-jenny al
lado) y todavía no requieren la concentración del capitalismo industrial.
Asistimos sin embargo a las primeras grandes concentraciones
esporádicas, sin lazo con el maquinismo vinculadas a producciones
particulares, por ejemplo como la impresión sobre tela. Esta última
necesita terrenos extendidos con el fin de blanquear las telas, piezas
inmensas donde secarlos. Requiere herramientas diversificadas y
complejas, y arrastra cantidades importantes de telas y colorantes. Tras
esto, necesita la reagrupación de obreros especialistas en tareas
distintas. Finalmente, las numerosas formas de producciones, todavía
no mecanizadas, se llevan las primeras grandes concentraciones de
capitales y de mano de obra.

La cuestión de la accesibilidad del capital a los más humildes es


esencial en el análisis marxista. En efecto, Marx distingue dos formas
diferentes de propiedad privada: la del trabajador que posee la fuerza
de trabajo y la vende al capitalista y la burguesía que posee los medios
de producción y emplea la fuerza de trabajo de los proletarios. La
primera forma histórica corresponde al desarrollo del artesanado y de la
pequeña agricultura. La segunda forma, vinculada a la apropiación de
los medios de producción por la burguesía (o la nobleza), permite la
aparición de la gran industria, las grandes propiedades agrícolas, del
trabajador asalariado y pues del conjunto de los mecanismos que
fundan el modo de producción capitalista.

Apropiación de las tierras[editar]


Véase también: Tragedia de los comunes
En el campo, el sistema feudal perdura mucho tiempo (la servidumbre
es abolida sólo en 1861 en Rusia, lo que lo hace un caso excepcional).
En 1727, la Enclosure Act (Acta de campos cerrados) permite a los
"lords" británicos apropiarse y cercar los campos. Antes, la propiedad
volvía a los municipios, y los campos fueron explotados por el conjunto
de los campesinos locales quienes juntos sacaban provecho de las
cosechas. No obstante los primeros campos cerrados son más antiguos
y datan del siglo XV. Los trastornos que provocan ya marcan los
espíritus de la época: Tomás Moro ya denuncia en Utopía (1516) las
consecuencias sociales de los balbuceos del capitalismo naciente y
describe un mundo alternativo, un imaginario marcado por un estilo de
vida que se emparienta con el comunismo. El proceso largo de cercado
de campos y el impuesto de los derechos de propiedad sobre los
campos va a crear una distinción nítida entre el propietario y el
asalariado (los antiguos pequeños explotadores se hacen los
asalariados de los "landlords"). Francia conoce en este campo un
fenómeno diferente al principio del siglo XIX: el Código Civil de Francia,
que dispersa las tierras entre los herederos en el momento de la
defunción, frenando el desarrollo de las grandes propiedades del
capitalismo agrícola.

Primera página de la edición original del Código Civil Francés de 1804


En plena transición demográfica, esta apropiación es el hecho de un
interés nuevo para el mundo agrario por parte de las élites británicas,
que desean desarrollar una agricultura a alto rendimiento, y lucrativa,
basándose en el modelo de Holanda y de Flandes. Esta apropiación
conllevará inmediatamente una actividad e inversiones importantes, por
el mismo hecho de la instalación de las cercas. Sobre el modelo de las
Islas Británicas, la propiedad privada de las tierras se extiende a través
de Europa y de las Américas, no sin encontrar oposiciones,
particularmente morales:

"El primero que, habiendo vallado un terreno, se le ocurrió decir: esto


me pertenece, y encontró gentes lo suficientemente simples para
creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos
crímenes, muertos, miserias y horrores no hubiera evitado al género
humano el que, arrancando las estacas o rellenando el foso, hubiera
gritado a sus semejantes: guardáos de escuchar a este impostor; estáis
perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de
nadie"
Jean-Jacques Rousseau, Discursos sobre el origen y los fundamentos
de la desigualdad en los hombres. Segunda parte. 1755
La legitimidad histórica del capitalismo agrario esencialmente se
encuentra en su efecto directo: la Revolución agrícola. Así como lo
mostró Max Weber, la introducción de la idea de provecho individual
permitió la emergencia del racionalismo en la producción, la fuente
principal de la productividad:

"Cuando los frutos de todos son y que la tierra no pertenece a nadie, la


tierra produce sólo brezos y bosques."
Jean-Baptiste Say
Los progresos de la agricultura capitalista fueron necesarios para
alimentar a una población y el crecimiento exponencial (lo que pasa
en Gran Bretaña, la población aumenta de 6 a 18 millones
entre 1750 y 1850) hacía temer a los más pesimistas (Thomas
Malthus en particular) sobre un fin desastroso.

El advenimiento político del capitalismo[editar]


Según Braudel, el capitalismo puede establecerse profundamente sólo
allí dónde las leyes se lo permiten y aseguran su desarrollo:

"Hay condiciones sociales que empujan y le dan éxito al capitalismo.


Éste exige cierta tranquilidad del orden social, así como una cierta
neutralidad, o debilidad, o complacencia del Estado."
La Dinámica del Capitalismo.
La constitución de economías capitalistas tales como las conocemos
supuso entonces importantes cambios legislativos que instauraban la
propiedad privada del capital y un mercado del trabajo. Estos cambios
son sólo la manifestación de la toma del poder en el seno del Estado
por la burguesía, una de las etapas esenciales de la lucha de clases.

Propiedad privada y medios de producción[editar]


En Gran Bretaña, el voto del Enclosure marca el advenimiento de la
propiedad privada del capital, es seguido en el siglo XIX de la
liberalización del accionariado. En 1825, la Bubble Act, que limitaba el
tamaño de las empresas, es revocado. En 1856, la creación
de sociedades anónimas es liberada de toda coacción. Es el principio
de la dominación de las teorías del laissez-faire (dejar hacer), deseando
limitar la intervención del Estado en la economía: ideología difundida en
Gran Bretaña por los autores de la escuela clásica inglesa.2

En Francia, en respuesta a los movimientos revolucionarios de


la capital, los castillos de los campos son asaltados a fines de julio
de 1789 por los campesinos que discuten la propiedad señorial. En la
noche del 4 de agosto de 1789, los privilegios de la nobleza son
abolidos y la hacienda es abierta desde entonces a la burguesía,
mientras que la desaparición de numerosos impuestos del Antiguo
Régimen permite de (re)lanzar la inversión. El 26 de agosto, la
propiedad privada, "bajo los auspicios del Ser supremo", es reconocida
en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano como
un derecho inalienable.

En los Estados Unidos, desde la colonización, la propiedad privada de


las tierras fue la regla. No obstante, la legislación americana pudo
mostrarse muy favorable hacia los menos ricos y supo, gracias a la
inmensidad del territorio, hacer de la propiedad privada de la tierra una
noción fundamental defendida por los más humildes (no esclavos). Una
ley de 1862 les concede en efecto la propiedad privada de 160
agrimensuras a los pioneros. La Homestead Act, ofrece un jardín para
que cultiven los europeos desprovistos, estimulando los flujos
migratorios hacia los Estados Unidos.

Mercado del trabajo[editar]


En Gran Bretaña, los economistas antiguos de finales del siglo XVIII y
de principios de siglo XIX van a concentrar sus críticas en las leyes
establecidas con el fin de permitir la emergencia de leyes que
favorezcan el mercado. Heredados del siglo XVII, las poor
laws británicas ofrecían vía las parroquias una asistencia a los
indigentes otorgándoles un trabajo de workhouses, incluso les daban de
limosna algunos productos necesarios para su supervivencia. Los
grandes clásicos de la economía (Adam Smith, Thomas Malthus y David
Ricardo) se ensañaron contra este sistema que impediría la movilidad
de los trabajadores. En 1834, la casi derogación de estas leyes fuerza a
los pobres a mudarse a la ciudad con el fin de evitar el hambre,
encontrando por la venta de su fuerza de trabajo los recursos
necesarios para su supervivencia.

En Francia, la constitución del mercado del trabajo y la libertad de los


capitales es permitida en junio de 1791 por la Loi Le Chapelier, que
prohíbe toda libertad de asociación: corporaciones, asociaciones y
coaliciones (es decir sindicatos y paros).

En los Estados Unidos, es la 13º enmienda de la Constitución que abole


la esclavitud el 18 de diciembre de 1865, que concluye la liberalización
del trabajo en conjunto de los sectores de actividad.

Historia del capitalismo moderno[editar]


Introducción[editar]

La máquina a vapor, ejemplo típico de la necesaria concentración de los capitales


Mientras que la legislación favorecía a la burguesía, la revolución
industrial se embala a inicios del siglo XIX. Las producciones cada vez
más importantes en volumen, y los productos cada vez más complejos,
necesitan inversiones cada vez más grandes. Es el caso en la industria
naciente, pero también en la agricultura donde las grandes máquinas
(las segadoras trilladoras desde 1834) hacen su aparición. La
desviación creciente entre el coste de estas máquinas y los salarios, así
como la limitación de los bienes comunes y la dureza del trabajo,
contribuyen segmentando la sociedad en dos grupos muy distintos: los
propietarios del capital, y aquellos a los que Marx llamará más tarde los
"proletarios". Las fábricas se desarrollan, los campesinos son llevados
desde sus campos para reunirlos en las ciudades y vender su fuerza de
trabajo en la industria.

En un siglo, el triunfo del capitalismo industrial transformó una sociedad


tradicional, rural y agrícola, en una sociedad urbana e industrial. El
éxodo rural, combinado en la explosión demográfica, despobló los
campos y los obreros llegaron para amontonarse en los suburbios de
las grandes ciudades industriales. Esta concentración humana,
asociada con la miseria obrera y con la desocupación (la "armada de
reserva" descrita por Marx), contribuye a la emergencia de la conciencia
de clase en el seno del proletariado. Antes una miseria agrícola por lo
menos igual, posiblemente a menudo peor no arrastraba tales
problemas sociales a causa de la ausencia de concentración. Los
paisajes se transformaron profundamente, las "ciudades hongo" se
multiplican, los grandes centros económicos se reconstruyeron
(París por Haussmann), las regiones carboneras son desfiguradas,
entre otros cambios tormentosos.

Siempre al plano social, el "capitalismo gerencial" (Alfred Chandler, La


mano visible de los gerentes) que emerge a la vuelta de los dos siglos
provoca nuevas distinciones entre "propietarios", "empresarios",
"obreros" y "gerentes". Desde entonces, los provechos de los
propietarios son cada vez menos legítimos y se emparientan a una
renta, ya que no es más que la remuneración de su talento como
emprendedor. No obstante, las familias ricas de rentistas son
reemplazadas por empresarios de genio dados a fines del siglo
XIX (Siemens, Edison, Ford y más recientemente Bill Gates), como la
fue en su tiempo la nobleza.

Después de la Segunda Guerra mundial, un período de


fuerte crecimiento económico, "Treinta Gloriosos" (Jean Fourastié) en
Francia, lleva a numerosas economías del Norte a la sociedad de
consumo, mientras que se impone una clase media, mientras que los
niveles de vida tienden a uniformarse.

El último cuarto del siglo XX es marcado por la abertura creciente de


los mercados financieros y por la nivelación de los niveles de vida. Los
accionistas minoritarios se multiplican, el accionariado asalariado se
desarrolla, así como los fondos de pensiones en los países
anglosajones. Pero sobre todo, a finales del siglo XX es marcado por la
caída del sistema económico alternativo ejercido en los países del
"bloque comunista" (entre los que algunos consideran que constituían
de verdad una forma estatal del capitalismo)3 teniendo en lo sucesivo
economías de transición. El capitalismo entonces es dominante bajo su
forma liberal, pero sectores con modos diferentes de funcionamiento
coexisten (economía social, economía pública, profesiones liberales),
éstas representan entre el 50 y el 60 % del PIB en los países
desarrollados, lo que hace relativo el peso de la economía capitalista en
estas sociedades.

Asentamiento de la economía de mercado[editar]


Según Karl Polanyi (La Gran Transformación, los orígenes de nuestro
tiempo, 1944), Occidente conoció desde finales del siglo XV, una
generalización de las relaciones del mercado. Nota sin embargo que la
preponderancia de éstos sobre las relaciones tradicionales, basadas por
ejemplo en el don, la servidumbre, el trabajo en equipo se vuelve
efectiva sólo en el siglo XIX. Es en efecto durante este período cuando
se coloca en Occidente una civilización cuya economía reposa en el
mercado autorregulador, el Estado liberal, el patrón oro como el sistema
monetario internacional, y el equilibrio fuerzas desde el fin de
las guerras napoleónicas.

Para describir esta transformación, K. Polanyi repite el ejemplo del


advenimiento del mercado del trabajo en Gran Bretaña. El sistema
tradicional encuadraba el trabajo debido a importantes restricciones
jurídicas. Las corporaciones imponían reglas, más basadas en la
costumbre que en las leyes del mercado, concerniendo tanto las
relaciones entre dueños, compañeros y aprendices, como las
condiciones de trabajo o los salarios. Estos últimos fueron por ejemplo
anualmente evaluados por funcionarios.

Pero hacia 1795, jueces de Speenhamland, un pueblo de Gran Bretaña,


habían decidido conceder complementos de salarios, incluso una renta
mínima a los indigentes. Esta decisión inspiró Gran Bretaña entera y la
instauración de un mercado del trabajo, basado en la idea liberal que
sólo el trabajo debe ser fuente de renta, se topaba con la idea caritativa
que quienquiera tiene un "derecho a vivir". Este obstáculo, criticado por
los clásicos de la economía y algunos filósofos utilitaristas fue
finalmente levantado en 1834 con la desaparición de las poor laws.

El dogma del mercado autoregulado se impone entonces en Gran


Bretaña (y más tarde en el Reino Unido), y es completado por nuevas
medidas que van a formar un sistema coherente propicio para la
expansión del gran capitalismo. Con el fin de garantizar la regulación del
mercado, se indexa la emisión monetaria sobre el respaldo-oro en 1844.
Esta disciplina monetaria, adoptada por la inmensa mayoría de las
naciones en la segunda mitad del siglo XIX permite la estabilización, o
la autorregulación, al seguir balanzas de pagos, el principio de los
puntos de entrada y de salida de oro. Este rigor monetario induce
una deflación continua en el siglo XIX que conllevará a una reducción
proporcional de los salarios nominales (con el fin de garantizar los
provechos), que sólo las duras leyes del mercado pueden imponerles a
los trabajadores. También, con el fin de garantizar una estabilidad del
poder adquisitivo de los trabajadores, a pesar de la reducción de los
salarios nominales, el libre comercio se impone como medio de
alimentar la baja de los precios por la importación de productos
extranjeros a menores costos, desde la abolición de las Corn
Laws (leyes proteccionistas sobre el trigo) en 1846.

Siglos XIX y XX: historia de la empresa[editar]


El capitalismo se hace en el siglo XIX esencialmente familiar (a
excepción de algunas grandes sociedades ya evocadas). Los nombres
de las grandes familias más conocidas industriales y financieras en
nuestros días evocan siempre este período: Rothschild, Schneider,
Siemens, Agnelli, etc. Es en una óptica familiar que se desarrolla el gran
capitalismo: se ponen de acuerdo para evitar la dispersión de la
empresa entre los herederos, mientras que las "fusiones" de la época se
hacen por la intervención de alianzas matrimoniales.

En la segunda mitad del siglo, una nueva burguesía se impone, no la de


las propietarias pero sí la de los diplomados. En Francia por ejemplo,
las Grandes Escuelas abastecen lo esencial de los nuevos empresarios
(Armand Peugeot, André Citroën, etc.). Pero la llegada de estos
diplomados a la cabeza de las grandes empresas no quebrantó la
tradición familiar. El desarrollo de la legislación sobre las sociedades
anónimas (liberalización total en 1856 en el Reino unido, 1867 en
Francia y 1870 en Prusia), progresivamente permite a los capitales
anónimos juntarse a las grandes dinastías industriales.

En Capitalismo, socialismo y democracia (1942), Joseph


Schumpeter advierte que estas evoluciones jurídicas harán finalmente
desaparecer la función de empresario-innovador y que "al romanticismo
de las aventuras comerciales antiguas sucede[rá] el prosaísmo". La
desaparición del empresario, entendido en el sentido del siglo XIX, lleva
según Schumpeter a la desaparición de la iniciativa capitalista. La
"evaporación de la sustancia de la propiedad" perjudica a la vitalidad de
la economía, y aparte sus mismos éxitos, "la evolución capitalista,
sustituyendo a un paquete de simples acciones en las paredes y a las
máquinas de una fábrica, desvitaliza la noción de progreso". Finalmente,
Schumpeter teme que el capitalismo desaparezca en provecho
del socialismo.

En el siglo XX, las evoluciones de las producciones, la talla de las


empresas y la complejidad de su gestión empujan a numerosos
economistas a anunciar el fin del poder de los propietarios del capital en
provecho de los "gerentes". John Kenneth Galbraith preve que el poder
en el seno de la empresa pasa "de modo inevitable e irrevocable, del
individuo al grupo, porque el grupo es el único en poseer las
informaciones necesarias para la decisión. Aunque los estatutos de la
sociedad anónima colocan el poder en las manos de sus propietarios,
los imperativos de la tecnología y de la planificación los despojan para
transmitirlos a la tecnoestructura". Préstamos asistencia a una
"revolución gerencial" (corporate revolution), donde el gerente toma el
relevo del empresario. Los equilibrios entre los diferentes caracteres del
capitalismo sutilmente lo transformaron: el objetivo esencial es en lo
sucesivo menos el provecho (que preocupaba al empresario propietario)
y los dividendos (preocupaciones del accionista) que la ampliación de la
empresa y de su prosperidad, entre las que dependen la remuneración
y el prestigio de los gerentes. La acumulación del capital se hace la
nueva prioridad.

Las evoluciones más recientes de la empresa se traducen no obstante


en un regreso a la fuerza de los propietarios. El accionista vuelve a ser
la finalidad de la empresa. No se trata generalmente más de un
individuo, sino a menudo de un fondo de inversión o de fondos de
pensiones, o de bancos encargados de hacer fructificar el ahorro de los
depositantes, exigentes que sean pequeños o grandes. La lógica de la
"rentabilidad financiera" repite la ventaja sobre la de la rentabilidad
económica. Más en condiciones de cumplir estos nuevos objetivos se
quedan los gerentes que, aunque habiendo perdido su poder de
orientación en provecho de lo que se llamará en lo sucesivo el "gobierno
de empresa" corporate governance, obtienen salarios siempre mayores.

Ciertos economistas discuten esta nueva fuerza de los accionistas en el


seno de la empresa. Para Joseph Stiglitz (Cuando el capitalismo pierde
la cabeza, 2004) las empresas están siempre en las manos de los
gerentes y de los contables que no abastecen a los accionistas de los
datos efectivos sobre la salud de las empresas y no vacilan en robar a
estos últimos vía maniobras financieras incomprendidas, en particular la
distribución de stock-option.

Siglos XIX y XX: capitalismo y salario[editar]


¿La máquina contra el obrero?[editar]
Esta problemática se hace ilustre desde los principios de la
primera revolución industrial. Las modificaciones del trabajo y de su
organización engendradas por la llegada de máquinas significa para
los trabajadores una fuente de cesantía, pero sobre todo de
degradación. Adam Smith (Investigación sobre la naturaleza y las
causas de la riqueza de las naciones, 1776) reconoce que el desarrollo
del maquinismo y la división del trabajo embrutecen a los hombres y
hacen considerarlas como máquinas simples a la hora de realizar el
mismo gesto simple cada día. En 1811, los obreros
del Nottinghamshire se rebelan, inspirados por la leyenda del
célebre Robin Hood, bajo la dirección de un mítico Ned Ludd, para
destruir las máquinas, hechas sus enemigas. De allí se inspiraría
en 1831 la "rebelión de los Tejedores de seda" (obreros lioneses de la
seda). De hecho, para los capitalistas, la máquina primó mucho tiempo
sobre el hombre. Es al último a quien se adapta. Cuando un accidente
lo priva de un brazo, se cambia al hombre sin inquietarse por la
adecuación de la máquina. Cuando la máquina y algunos de sus
componentes son de accesos difíciles, se emplea a los niños, cuya talla
permite ir a lugares poco accesibles.

Desde un punto de vista general, los estudios sobre períodos largos


mostraron que el resultado de la introducción de las máquinas era más
complejo que la competencia única hacia el trabajador, ya que hace
también crear nuevos puestos más calificados (aparición de los
ingenieros) en paralelo antiguos puestos de obreros. Más tarde, las
máquinas pudieron reducir también las penurias y la duración del
trabajo cuando su concepción tomaba en consideración esta
aproximación. Les permitieron a los hombres acceder también a una
sociedad donde los bienes son más abundantes gracias al aumento de
la productividad. Ciertos autores, entusiastas de cara a la alta
productividad de los sectores primarios y secundarios, confiando en la
robotización, no dudaron en profetizar "el fin del trabajo" (Jeremy
Rifkin, 1996), y adelantaron el advenimiento de una economía
esencialmente concentrada hacia los servicios para las personas ("la
producción del hombre para el hombre", según Robert Boyer).

Los derechos sociales[editar]


"Desconsolados, reducidos a la alternativa de morir de hambre o de
arrancarle a su dueño por el terror la más pronta condescendencia a su
petición. "
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y las causas de la
riqueza de las naciones, 1776
Bajo la presión del desarrollo del movimiento obrero y de la cuestión
social, el legislador tendrá que reaccionar para mejorar las condiciones
de vida de los trabajadores. Las leyes progresivamente van a mejorar el
tiempo de trabajo, las condiciones de trabajo, la edad mínima para
trabajar, el acceso a los ciudados, a la "jubilación", etc. Desde 1833 en
el Reino Unido con la Factory Act, que limita a las 9 al día el trabajo de
los niños de menos de 13 años, se dará un precedente para depurar
estas situaciones. Estos progresos humanos lentamente se hacen, en el
marco de un informe permanente de fuerzas.

Este período ve también desarrollarse de nuevas formas


de solidaridad entre trabajadores que se auto-organizan para hacer
frente a un diario vivir duro. Las formas modernas de la economía
social se les desarrollan en oposición al capitalismo y les proponen
servicios a los asalariados. Primeramente, las primeras mutuales sirven
para financiar los entierros, luego extienden su campo de acción al
financiamiento de los días de huelgas, luego a las bajas por enfermedad
y retiros.

Ciertos grandes dueños no serán insensibles a la miseria del mundo


obrero, y se harán ilustres por su paternalismo, por su filantropía y sus
métodos de trabajo tanto vanguardistas como competitivos. Robert
Owen comenzó así a poner las bases del movimiento cooperativo en su
fábrica de New Lanark, proponiéndoles a sus obreros tanto clases
nocturnas, como jardines para sus niños.

Los salarios[editar]

Henry Ford
Más tarde, Henry Ford comprenderá que la insatisfacción del obrero,
engendrada por los métodos de trabajo tayloristas, se hace en
detrimento de la productividad, y propondrá salarios muy por encima del
mercado con el fin de limitar la rotación del personal y de ganarse la
confianza de una mano de obra vuelta difícil de reclutar sobre puestos
poco valorizantes de producción en línea en un período sin paro. Este
pensamiento se generalizará y acabará en el "compromiso fordista" de
los años 1945-1970, el período sobre el cual la parte de los salarios en
el valor añadido va a progresar en detrimento de la parte relativa del
provecho. No obstante, la productividad siempre acrecienta asalariados
satisfechos de sus salarios, permitiendo aumentar los provechos en lo
absoluto: es aquí dónde aparece la idea de compromiso. El fin del
compromiso fordista, desde los años 1970 o 1980 según los países, va
sin embargo a arrastrar un movimiento inverso siempre corriente, en el
cual la parte del provecho progresa rápidamente en detrimento de los
salarios.

Modelos más recientes de organización del trabajo, tal como el


"toyotismo", invitan al asalariado a hacer parte de sus reflexiones sobre
el proceso de producción, permitiéndole hacer una influencia sobre la
máquina, o por lo menos de tener la ilusión.

Siglos XIX y XX: evolución de las posturas políticas del


capitalismo[editar]
Capitalismo agrícola contra capitalismo industrial[editar]
La guerra de Secesión es a menudo interpretada como el conflicto de una
sociedad tradicional y agrícola oponiéndose a la marcha hacia el capitalismo
industrial (batalla de Fredericksburg, 13 de diciembre de 1862)
La oposición entre los grandes capitalistas agrícolas y otras partes de la
población no va a tardar en manifestarse a pesar de la revolución
agrícola. En 1776, Adam Smith escribió:

"A los propietarios, como a todos los demás hombres, les gusta recoger
allí dónde no sembraron."
El capitalismo agrícola, que procura alimentar la subida de los precios
por el proteccionismo (vía Corn Laws), va entonces a oponerse al
capitalismo industrial. En 1810, el economista y parlamentario David
Ricardo (Ensayo sobre la influencia del precio bajo del trigo) piensa que
la apertura del país a las importaciones agrícolas permitirá, gracias a la
debilidad del precio de las subsistencias, reducir los salarios y pues
favorecer la industria. De hecho, es un lobby de industriales de los
textiles (la Anti Corn Laws League) que, al término de una batalla
política incierta contra los grandes propietarios de bienes inmuebles,
harán revocar las Corn Laws en 1846. El capitalismo liberal consiguió
entonces uno de sus primeros triunfos.

A la inversa, en los Estados Unidos, el Sur, que reposa en una


agricultura esclavista, es librecambista, mientras que el Norte, que
desarrolla un capitalismo industrial, es proteccionista. Durante décadas
precediendo la guerra de Secesión, propietarios del Sur pretextaban por
otra parte que la condición del obrero del Norte sólo era raramente
envidiable a la del esclavo del Sur. A menudo denunciaban pues el
apetito que los capitalistas disimulaban detrás de los discursos
abolicionistas. La imposición del capitalismo se tradujo pues por un
anclaje profundo de la economía en el proteccionismo que permitió un
vuelo rápido de nuevos ramas de la industria.

Capitalismo y democracia[editar]
Según Raymond Aron (Dieciocho lecciones sobre la sociedad
industrial, 1962), el capitalismo necesita en su evolución aumentar la
calificación de la mano de obra con el fin de garantizar la perennidad del
crecimiento económico. Esta calificación aumentada provoca la
emergencia de las aspiraciones igualitarias. La sociedad capitalista
conduce según él naturalmente a la democracia "porque es fundada no
sobre desigualdades de estatuto, sobre la herencia o sobre el
nacimiento, pero sí sobre la función cumplida por cada uno". La
democratización hace sensible a la población al pleno empleo, a la
disminución del tiempo de trabajo, a la reducción de las desigualdades
de rentas, lo que finalmente acaba en una intervención creciente
del Estado y en una aparición de numerosas formas de contrapoderes.

Para Joseph Schumpeter (Capitalismo, socialismo y democracia, 1942),


es la aparición del capitalismo y la emergencia de una
élite burguesa que permitió el éxito de la democracia abasteciéndole de
hombres capaces de colocar una estructura burocrática eficaz. Si
el socialismo también puede ser democrático, es menos apto que el
capitalismo:

"Una clase cuyos intereses son los mejor servidos por una política de no
intervención pone en práctica más fácilmente la discreción democrática
que no sabrían hacerlo clases que tienden a vivir a expensas del
Estado".
(Ibid.)
No obstante, por razones similares a las expuestas más tarde por
Raymond Aron, la democratización a menudo lleva a una socialización
de la democracia y a un retroceso del capitalismo.

Rosa Luxemburg considera que en la sociedad capitalista "las


instituciones categóricamente democráticas son, en cuanto a su
contenido, sólo unos instrumentos de los intereses de la clase
dominante".4 Según ella, la democracia sería impedida por el
funcionamiento del capitalismo, que coloca una sola clase social en la
dirección de la sociedad.
Capitalismo y patriotismo[editar]
Según Michel Aglietta (Regulación y crisis del capitalismo, 1976), el
éxito del capitalismo en los Estados Unidos está vinculado al "mito de la
Frontera". La idea original de la organización de un espacio geográfico
gigantesco se habría transformado en una ideología favorable para el
capitalismo: "el que expresa la capacidad de la nación americana que
polariza las actividades industriales en un sentido de progreso." La
asimilación de la ventaja de la gran industria a la construcción de la
nación en la conciencia popular habría permitido justificar el conjunto de
las degradaciones del proceso de producción (taylorismo,
luego fordismo) necesarias para la realización de los provechos de los
capitalistas.

"Es por eso que la burguesía industrial pudo hacer avalar


posteriormente por el conjunto de la nación las transformaciones
tecnológicas inducidas por la plusvalía relativa presentándolos como la
edificación de una "nueva frontera"".
(Ibid.)
En la Historia, el patriotismo sería pues un instrumento que permitiría
justificar los sacrificios de los trabajadores en provecho del gran
capitalismo: es por ejemplo la conclusión que sacarán ciertos "peludos"
volviendo de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y que
comprobará el enriquecimiento nuevo de numerosos industriales. Es
cosa de ver la frase de Anatole France: "creemos morir por la patria;
morimos para industriales".

Confrontación de los poderes políticos y los poderes privados[editar]


Una de las preocupaciones mayores de la acumulación del capital
material fue la acumulación de poder que esto significaba. Las grandes
manufacturas durante mucho tiempo han sido controladas
estrechamente por el Estado (como por ejemplo las manufacturas
de Colbert) con el fin de limitar la constitución de formas de poder
privado. La creación de sociedades sin el aval del Parlamento es
concedida sólo en 1825 en Gran Bretaña (derogación de la Bubble Act).
La liberalización completa de la creación de sociedades anónimas es
concluida sólo en 1856 en el Reino Unido.

Hasta antes de la Revolución rusa, es en los Estados Unidos dónde se


manifiestan las primeras oposiciones entre el poder político y las
grandes empresas capitalistas. El capitalismo bajo la forma
del liberalismo económico aparece y preconiza la competencia por una
nueva organización del mercado como la prenda de eficacia, mientras
que las formas precedentes de capitalismo tenían una tendencia a la
concentración y a la armonía. En esta óptica liberal, la creación de
monopolios es contrariada por leyes anti-trust. Ellas serán puestos en
práctica por Theodore Roosevelt que particularmente se opondrá a John
D. Rockefeller y a J. P. Morgan. Antes, los Estados del Sur habían
provocado la guerra de Secesión proclamando su independencia,
temiendo verse imponer el modelo del norte (opuesto a su sistema
esclavista) por el gobierno federal republicano de Abraham Lincoln.

Colaboración de los poderes políticos y los poderes privados[editar]


En la historia reciente, las tentativas de nacionalizaciones de los bienes
materiales de las grandes empresas transnacionales provocaron la
caída de ciertos gobiernos: el del Salvador
Allende en 1973 en Chile (derrocado por un golpe de Estado militar
alentado desde Washington). En 1956, la nacionalización del Canal de
Suez por el gobierno egipcio de Nasser, provocó la entrada en guerra
de Francia, del Reino Unido y de Israel. Al contrario, en nuestros días,
las privatizaciones de las empresas se acompañan casi
sistemáticamente de movimientos sociales y de protestas. La cuestión
del capitalismo, por su naturaleza jurídica, es fuente de presiones y de
desequilibrios políticos.

Para John Kenneth Galbraith:

"El sistema industrial inextricablemente está vinculado al Estado. No


escapa de nadie que, de muchos modos, la gran empresa moderna es
un brazo del Estado, y éste mismo, en las circunstancias importantes,
es un instrumento del sistema industrial".
El Nuevo Estado industrial, 1967
Según Galbraith, las grandes empresas americanas de la segunda
mitad del siglo XX se acaparan un poder excesivo con el fin de colocar a
su provecho una economía planificada. El peligro de guerras que tiene
como único objeto abastecer de mercados a la industria del armamento
particularmente es evocado. Algunos años antes, el presidente
norteamericano había declarado por otra parte:

"Jamás debemos permitir que el complejo militar-industrial amenace


nuestras libertades o el proceso democrático".
Dwight David Eisenhower, Último discurso a la nación del presidente de
los Estados Unidos, el 29 de enero de 1961
El liberalismo y sus teorías más fundamentales son por lo demás
extraídas desde capitalismo industrial. Según la teoría de la "hilera
invertida", es el consumo que se adapta a la producción gracias al
hostigamiento y gracias a las necesidades creadas por la publicidad.
Insiste pues en la necesidad de la existencia de "poderes
compensadores", y en el papel esencial de la educación en la
emancipación del individuo.

Los lazos entre el mundo político y las grandes empresas regularmente


son objeto de polémicas. Pensamos por ejemplo en las vinculadas a
la guerra de Iraq, o a las críticas hechas al modo de financiamiento de
las campañas electorales en los Estados Unidos.

El capitalismo contra las veleidades de la regulación del Estado en


el siglo XX[editar]
A lo largo del siglo XX, la abertura del capitalismo ha sido limitada en
parte por las crisis económicas y la emergencia de modelos económicos
alternativos: las guerras mundiales, el bloque comunista, el nazismo en
Alemania y sobre todo la crisis económica de los años 1930.

Es en efecto en el curso de esta década el capitalismo debió hacer


frente a los desafíos más importantes desde su advenimiento en el siglo
XVIII. La crisis trajo una entrega(descuento) en cuestión del "capitalismo
salvaje" y del liberalismo. Por ejemplo, la teoría económica entonces
dominante (Keynesianismo) preconizaba la intervención pública (John
Maynard Keynes, Teoría general del empleo, el interés y el
dinero, 1936) para regular las disfunciones de un sistema económico
que cualificaba imperfecto y fundamentalmente inestable.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de los Estados de


bienestar se acompañó de una toma de control por el Estado de las
sociedades más grandes industriales, comerciales y bancarias en
numerosos países. Los sistemas de seguridad particular en cuanto a
ellos habían reemplazado por una toma en carga colectiva de los
riesgos a escala estatal. Apreciamos entonces economías mixtas,
donde el capitalismo no debía dominar en lo sucesivo, pero sí coexistir
con sistemas económicos alternativos.

No obstante, en respuesta al shock petrolero y en respuesta a la crisis


económica de los años 1970, los fundamentos teóricos de la
intervención pública y de la regulación del capitalismo fueron
retomados. El regreso de las políticas liberales y la privatización de
faldones enteros de la economía marcó la vuelta del capitalismo privado
como sistema dominante de las economías de mercado. Por otro lado,
los años 1990 fueron marcados por la desaparición progresiva de los
sistemas alternativos en los países del antiguo bloque comunista y en
los numerosos países en vías de desarrollo.

La expansión del capitalismo: de los capitales


nacionales a los capitales multinacionales[editar]
El ascenso del capitalismo ha sido animado por el nacionalismo
económico y el mercantilismo (ver más arriba). Al principio de los años
1950, Charles Wilson, director general de General Motors, declaraba "lo
que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos y
recíprocamente". Un siglo antes, Karl Marx explicaba que el capitalismo
requería un mercado protegido donde despachar sus productos, el
nacionalismo era primeramente la mejor manera de garantizárselo:

"El mercado es la primera escuela donde la burguesía se entera


del nacionalismo".
Después, la convergencia de los intereses nacionales y de los del
capitalismo es cada vez más discutida, y parece que el capitalismo
procura librarse de coacciones nacionales haciéndose el motor de la
universalización económica.

Empire State Building, símbolo del capitalismo estadounidense

Los capitalismos nacionales[editar]


La historia económica de las diferentes naciones desde el siglo
XIX llevó a que el capitalismo tomará formas difirentes de un país a otro.

El capitalismo británico[editar]
El crecimiento del capitalismo británico en el siglo XIX ha sido
fuertemente marcado por un libre comercio mezclado a la tradición
del mercantilismo comercial. Esta evolución contra-natura llevó a la
constitución de un Imperio colonial importante y a la inserción muy
precoz del país en la división internacional del trabajo (la parte de la
población agrícola se volvió ampliamente minoritaria en el Reino
Unido desde el siglo XIX). Importando desde sus colonias las materias
primas, el Reino Unido se convirtió en el siglo XIX en el "taller del
mundo". Heraldo del liberalismo a través de un mundo proteccionista,
el Reino Unido conoció no obstante un paréntesis marcado por la
emergencia de un Estado "providencia" que advenía como
consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, antes de volver a ser a
partir de los años 1980 uno de los ejemplos del capitalismo liberal
anglosajón.

El capitalismo estadounidense[editar]
Si capitalismo estadounidense y capitalismo británico son agrupados en
lo sucesivo bajo la etiqueta de "capitalismo anglosajón", sus historias
respectivas son sin embargo muy diferentes. El capitalismo
norteamericano estuvo hasta fines de la primera Guerra
Mundial marcado por un proteccionismo importante. A finales del siglo
XIX, el capitalismo estadounidense conoció una concentración
importante en la inmensa mayoría de las ramas de la economía, la
constitución de los trustes. Así se fusionaban (o se aliaban) los bancos,
las compañías petroleras, etcétera. Aunque se considera el modelo
americano contemporáneo próximo al del Reino Unido, es decir
como liberal, el Estado juega sin embargo un papel importante en el
sostén de sus empresas como lo muestran las
intervenciones proteccionistas recientes, los encargos importantes a
ciertas industrias lo que empuja a ciertos economistas a cualificar a
los Estados Unidos de país mercantilista.

El capitalismo renano[editar]
El modelo de Alemania es más reciente, por el mismo hecho de
la constitución más tardía de este Estado (1870). Desde su origen se ha
marcado por una alta carga social (desde Otto von Bismarck), una
intervención fuerte del Estado en las actividades económicas, y una
concentración importante de las empresas, formando así los konzern.
Esta concentración se hizo en una lógica totalmente diferente de la de la
concentración americana, ya que consistió en la aproximación de
sectores diferentes y complementarios de actividad, por ejemplo una
implicación fuerte del sector bancario en conjunto con las grandes
ramas de la economía. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con
la llegada de la socialdemocracia, Alemania también consiguió
desarrollar un sistema sindical eficaz donde la colaboración entre
empresarios y representantes del personal asegura una estabilidad
relativa, y un índice bajo de huelgas que contrasta con el índice elevado
de sindicalización.

El capitalismo nipón[editar]
Los orígenes del capitalismo se encuentran en la intervención vigorosa
del Estado. Es en efecto el Estado que, centralizando las antiguas
rentas de las grandes familias feudales, va a desarrollar la industria bajo
la era Meiji (a partir de 1868) antes de confiársela a estas últimas. Los
principios del capitalismo nipón son semejantes a los del capitalismo
alemán en el modo en el que son concentradas las empresas. El Estado
desempeña siempre un papel importante que importa en la economía,
particularmente vía la intervención del MITI (Ministerio de industria y
comercio). Al plano social, las grandes empresas mantienen con sus
asalariados relaciones privilegiadas basadas en la seguridad del empleo
y a cambio la devoción a la empresa por parte del asalariado.

Evolución reciente de los grandes modelos[editar]


En su obra de 1991, Capitalismo contra capitalismo, Michel
Albert analizó las evoluciones de los dos grandes modelos, el modelo
"neoamericano" (o anglosajón) y el modelo "renano" (Alemán, pero
también de países escandinavos, Austria, Suiza, y parcialmente Japón).

Para Michell Albert, las realizaciones económicas norteamericanas


desde la llegada al poder de Ronald Reagan en 1981 se tienen que
relativizar. El crecimiento fuerte del capitalismo neoamericano es según
él el hecho de experiencia de los años anteriores a la liberalización de la
economía operada por este presidente. Este crecimiento también ha
sido marcado por una acentuación del dualismo social y de las
desigualdades, mientras que la economía conoce desequilibrios
peligrosos (déficits presupuestarios y exteriores): "Se echan a cuerpo
perdido en la deuda para el consumo, el goce inmediato". Por otro lado
la economía es amenazada por la preponderancia de los mercados
financieros y de sus exigencias.
Al contrario el modelo renano concede una parte menos importante a la
economía de mercado vía la intervención de organismos diversos. Los
salarios son fijados por ejemplo por los convenios colectivos, la
antigüedad, etc. Las grandes empresas no están consideradas como
bienes mercantes sino como una comunidad "industrial-financiera"
donde los bancos toman una responsabilidad de largo plazo.
La economía social de mercado alemana encarna por otro lado una
síntesis entre el capitalismo liberal y algunos preceptos de
la socialdemocracia. Menos generador de desigualdades sociales,
fundado sobre equilibrios económicos sólidos (pensando en el rigor
monetario alemán), el capitalismo renano parece pues superior.

Sin embargo el capitalismo renano conoce numerosas dificultades. La


cohesión social sería amenazada por la subida del individualismo
mientras que la globalización financiera regresa a los bancos a su papel
tradicional. La confrontación de ambos tipos de capitalismo gira pues a
favor del menos perfecto (en la opinión de Michel Albert), es decir del
modelo neoamericano. Finalmente, esta evolución tiende a orientar el
capitalismo francés hacia el modelo anglosajón.

Pensemos lo que pensemos de las opiniones de Miguel Albert sobre la


calidad de tal o cual modelo, observamos que el hundimiento de las
sociedades socialistas no significó la desaparición de las alternativas
entre sistemas económicos diferentes.

Capitalismo, colonialismo, imperialismo y guerra[editar]


El imperialismo[editar]
La emergencia del capitalismo en el siglo XV coincide con las primeras
grandes olas de colonizaciones al Nuevo Mundo, aunque no nacen uno
del otro. La influencia de la economía sobre las relaciones de fuerza de
los Estados, un acercamiento teórico y económico que identifica en
realidad al mercantilismo, causó que se asocie erróneamente
al capitalismo con el imperialismo en vez de al mismo mercantilismo
más antiguo. Ya en el siglo XVIII, Voltaire, más bien entusiasmado,
subrayaba que los vendedores eran más útiles para la potencia de su
país que para las personas nobles:

"El comercio, que enriqueció a los ciudadanos en Inglaterra, contribuyó


haciéndolos libres, y esta libertad extendió el comercio a su vuelta; de
ahí se formó la grandeza del Estado. Es el comercio que estableció
poco a poco las fuerzas navales por las que los Ingleses son los dueños
de los mares. Tienen hoy en día cerca de doscientos buques de guerra.
La posteridad sabrá posiblemente con sorpresa que una pequeña isla
que sí tiene sólo un poco de plomo, estaño, tierra de batán y lana
grosera, se volvió por su comercio bastante poderosa para enviar, en
1723,5 tres flotas a la vez a tres extremidades del mundo..."
Cartas inglesas

Caricatura política que muestra la división de China entre las potencias europeas,


fines de la década de 1890
De hecho, el Reino Unido impone violentamente su comercio al mundo
en el siglo XIX. Por ejemplo, el opio en China(guerra del
opio, 1838-1842).

Al principio del siglo XX, pensadores, marxistas para la inmensa


mayoría, asociaron el fenómeno de la multinacionalización de las
empresas y del colonialismo, con desarrollo del capitalismo, haciendo el
imperialismo su estadio supremo.

En 1913, Rosa Luxemburg se explica en La Acumulación del capital,


que la reproducción del sistema capitalista necesita la abertura continua
de nuevos mercados y su implantación en las regiones geográficas de
las que está todavía ausente. Así según Rosa Luxemburg, el
imperialismo lleva inevitablemente a la guerra.

Ilustrando la importancia económica de las colonias, donde más bien


refleja la importancia que se les atribuía en la época posiblemente sin
razón, Jules Ferry le declaró a la Cámara francesa que "la política
colonial era hija de la política industrial". En efecto, a medida que su
desarrollo y a medida que ocurre la emergencia económica de nuevos
países, el acceso al mercado y el reparto de ellos se vuelven cada vez
más problemáticos. Pero la constitución de mercados coloniales
exclusivos es limitada por el tamaño del planeta. El tiempo del mundo
finito comienza (según la expresión del poeta Paul Valéry6 ) y los
antagonismos entre las grandes potencias económicas pueden
encontrarse de allí sólo exacerbadas.

Es así como, crisis y conflictos les oponen repetidas veces Reino


Unido a Francia (Incidente de Fachoda en 1898), los británicos a
colonos neerlandeses (Guerras de los
Bóer del 1899 a 1902), Francia a Alemania (en Marruecos en 1905-190
6 luego en 1911), entre muchas otras. Jean Jaurès, opositor la Primera
guerra mundial, declaró que "el capitalismo llevaba la guerra como el
nubarrón lleva la tormenta".

En 1916, Lenin explica en El imperialismo, fase superior del capitalismo,


que la concentración del capital lleva a un estadio de la historia del
capitalismo marcado por las posiciones de monopolios de las grandes
empresas industriales y financieras. Confrontadas con la baja
tendenciosa del índice de provecho(teoría marxista que considera que
los índices de provechos del capitalismo tienden a bajar naturalmente
en el largo plazo), las grandes empresas intentan invertir sobre los
mercados extranjeros con el fin de recuperar los niveles fuertes de
provecho. Las grandes empresas nacionales entonces se entienden
para repartirse el mundo. Lenin toma por ejemplo el caso
de AEG (Alemania) y de General Electric (Estados Unidos) en el
dominio de la electricidad.

"Lo que caracterizaba el antiguo capitalismo donde reinaba la libre


competencia, era la exportación de las mercancías. Lo que caracteriza
el capitalismo donde reinan los monopolios, es la exportación de los
capitales."
(Ibid.)
La naturaleza belicosa del capitalismo ha sido discutida mucho.
Numerosos liberales hicieron ver que el imperialismo también se había
revelado como una tendencia recurrente de la Unión Soviética. En las
Etapas del crecimiento económico (1960), Walter Whitman Rostow,
piensa que la guerra propiamente no está vinculada al capitalismo, sino
más simplemente al desarrollo económico. La emergencia de una nueva
fuerza económica, que sea capitalista u otra, significa la aparición de
una adecuación entre los equilibrios geopolíticos pasados y las
relaciones nuevas de fuerzas. La discusión en cuestión para la nación
emergente de los tratados pasados naturalmente lleva a la guerra.

Balance de la colonización por el capitalismo occidental[editar]


Desde el punto de vista de Fernand Braudel, si el capitalismo se funda
en el comercio lejano, las colonias desempeñaron un papel positivo. No
obstante la concomitancia del colonialismo y del capitalismo no es tan
evidente en los hechos. Los grandes imperios coloniales que
fueron España y Portugal no conocieron por ejemplo el desarrollo del
capitalismo industrial antes del siglo XX. Al contrario, naciones
como Alemania y Japón, y sobre todo los Estados Unidos, han sabido
desarrollar un capitalismo eficaz aunque prácticamente no poseen
colonias.

Ciertos historiadores subrayaron el papel depravado de las colonias en


el desarrollo económico de las metrópolis. Estas últimas, constituyendo
desembocaduras "fáciles", desempeñaron el papel de mercados
cautivos, es decir que desanimaron la inversión material sobre el
territorio nacional desviando volúmenes importantes de capitales hacia
el exterior.

Algunos consideran que los esfuerzos de conquista, pero sobre todo de


organización de los territorios ocupados, costaron más que el beneficio
que dieron a las economías capitalistas de Europa. La teoría de Karl
Marx del "pillaje colonial"7 es pues, dudosa.

En 1867, Karl Marx explicaba:

"El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas de América,


la reducción de los indígenas a la esclavitud, su enterramiento en las
minas o su exterminio, los comienzos de conquista y de pillaje en las
Indias orientales, la transformación de África en una suerte de conejera
comercial para la caza de pieles negras; he aquí los procedimientos
idílicos de acumulación primitiva que señalan la era capitalista en su
aurora."8
Marx ve en la colonización el origen de los capitales necesarios para el
vuelo del capitalismo. Estos provendrían:

• de la expropiación de las tierras en las colonias,


• de la creación de monopolios de derechos (ver las Compañías de
Indias más arriba),
• de la explotación y de la postura en esclavitud de la población
indígena,
• mercados entonces abastecidas por las industrias fabricantes de
Europa.
Desde la sociología económica originada por Joseph Schumpeter surgió
la réplica a la anterior premisa marxista:

"El problema de la acumulación originaria se presentó primero a muchos


autores, principalmente a Marx y los marxistas, que adherían a una
teoría de la explotación del interés y que, por lo tanto, tuvieron que
hacer frente a la cuestión de cómo los explotadores se aseguraron el
control de una reserva inicial de 'capital' (como sea que se defina) con el
cual explotar - una cuestión que la teoría es per se incapaz de
responder, y la cual sólo puede responderse, obviamente, de una
manera irreconciliable con la idea de explotación"9
Schumpeter argumentó que el imperialismo no pudo ser un sistema de
arranque necesario para el capitalismo, ya que el capitalista debió
entonces disponer de un capital previo para lograr el poder social que lo
transformara en imperialista. Tampoco el capitalismo podría haber sido
necesario para fortalecer el imperialismo, ya que el imperialismo fue
preexistente al capitalismo. Schumpeter consideraba que Marx se había
visto forzado a argumentar que el capitalismo requería de la violencia y
el imperialismo: en primer lugar para ponerse en marcha con un botín
inicial y para desposeer a una población que así podría ser inducida a
entrar en las relaciones capitalistas en condición de obreros, y, a
continuación, como una forma para superar los mortales
contradicciones generadas dentro de las relaciones capitalistas a lo
largo del tiempo. Sin embargo, para el autor, esto es autocontradictorio,
y el imperialismo no es otra cosa que un impulso atávico que persigue
un Estado en forma independiente de los intereses económicos de las
clases burguesas.

"El imperialismo es una de las herencias de la monarquía absoluta o de


Estado. Nunca podría haber evolucionado de la 'lógica interna' del
capitalismo. Sus fuentes provienen de la política de los príncipes y las
costumbres de un ambiente pre-capitalista. Pero incluso no es
imperialismo la exportación de un monopolio, y éste nunca se habría
transformado en imperialista por las solas manos de una burguesía
pacífica. Si esto ocurrió es sólo porque la máquina de guerra, junto a su
ambiente social, fue producto de una clase marcialmente orientada (es
decir, la nobleza) que se mantuvo a sí misma en una posición
dominante y con la cual pudieron aliarse todos los diversos intereses de
los productores de armamento que formaban la burguesía de la guerra.
Esta alianza mantuvo viva los instintos de lucha y las ideas de
dominación, y estas a su vez llevaron a relaciones sociales que tal vez
en última instancia se pueden explicar en términos de las relaciones de
producción, pero no como un producto de las relaciones productivas del
capitalismo por sí mismo."10
En una tesis fechada en 1984, Imperio colonial y capitalismo francés,
historia de un divorcio, Jacques Marseille se pregunta si el Imperio
colonial fue un freno o un motor para el desarrollo del capitalismo
francés. Según él, la importancia del Imperio para el capitalismo francés
fue sólo una apariencia estadística. En efecto, las grandes compañías
supieron sacar provecho de la credulidad de los ahorradores para atraer
capitales que a menudo no tomaban formas materiales en las colonias.
Por otro lado, los productos importados las colonias no eran unos
productos raros ni productos cuyos precios sustancialmente eran
inferiores a los precios internacionales. A partir de la crisis de los años
1930, son los sectores económicos en decadencia los que se
acapararon los mercados coloniales, mientras que los sectores fuentes
de innovación se interesaron en realidad muy raramente. Algunos
consideran pues que el Imperio no fue la fuente del progreso
económico.

Una conciencia de este fenómeno progresivamente trastocó la opinión


de las élites en cuanto a los beneficios del colonialismo, mientras que la
opinión pública, a pesar de estar rápidamente opuesta al colonialismo,
por razones morales, conservaba la idea que éste estaba favorable
para Francia. El problema de los mercados cautivos primero ha sido
identificado como una fuente de falta de motivación a la innovación para
las empresas nacionales, no al ser necesaria esta última en un contexto
de ausencia de competencia por parte de los países extranjeros. El
resultado sería entonces de este punto de vista una pérdida de
competitividad frente a otras economías avanzadas. Sólo el régimen de
Vichy en un tiempo preconizó el desarrollo industrial de las colonias,
apuntando que el comercio con economías desarrolladas era más
provechoso que el con países subdesarrollados. Al finalizar la Segunda
Guerra Mundial, los capitalistas cedieron al "complejo holandés". En
efecto, la constatación del crecimiento excepcional de la economía de
los Países Bajos en respuesta al abandono
en 1949de Indonesia enturbiaba la tesis corrientemente admitida sobre
la influencia económica positiva del Imperio.
Finalmente, la tesis de Jacques Marseille se opone a la de Karl
Marx sobre el papel del pillaje colonial. Según Marseille, es notable que
el desarrollo reciente del capitalismo, pidió al contrario, un abandono de
las colonias, un "divorcio por mutuo consentimiento"11 entre ambas
partes: no serían pues razones económicas las que explicarían según
Marseille el afecto de las metrópolis a algunas de sus colonias, sino
más bien razones políticas y militares. El Imperio habría constituido de
hecho una "bola de hierro" que trabaría la modernización del capitalismo
francés. Si uno de los divorciados ampliamente sacó provecho de eso,
la metrópoli, el caso del segundo es más matizado. Si ciertas antiguas
colonias supieron desarrollar un capitalismo eficaz en respuesta a su
emancipación, los numerosos países, África particularmente, tienen en
nuestros días rentas per cápita inferiores a aquellos que tenían antes de
su independencia.

En su obra de 1994, Mitos y paradojas de la historia económica, Paul


Bairoch comparte la tesis de Jacques Marseille:

"En vísperas de la primera guerra mundial, el 98% de los minerales


metálicos utilizados en los países desarrollados venían del mundo
desarrollado; la cifra era del 80% para las fibras textiles y, como lo
vimos, de más de 100% para la energía." (Ibid.)
Sólo algunos productos raros conllevaban una dependencia enfrente de
las colonias: el caucho, los fosfatos naturales, entre otros. Al contrario,
los países del Tercer Mundo eran muy dependientes de los mercados
de las metrópolis, porque aunque las metrópolis fueron casi
autosuficientes, las colonias exportaban a ellas más de 90% de sus
materias primas.

Paul Bairoch apunta no obstante que las consecuencias de la


colonización fueron desastrosas: "si occidente apenas ganó
al colonialismo, esto no significa que el Tercer Mundo no hubiera
perdido allí mucho". Los territorios colonizados no compartieron la
prosperidad de sus metrópolis y, según Angus Maddison, el PIBde la
inmensa mayoría de ellos se estancó entre 1820 y 1953.

¿Hay que imputar este balance al capitalismo? Para Karl Marx, "la


riqueza colonial tiene sólo un fundamento natural: la esclavitud",12 pero
Paul Bairoch subraya que occidente no fue el único colonizador.

El capitalismo mundial[editar]
Artículo principal: Globalización
De la «economía-mundo» a la economía mundial[editar]
En el sentido de Braudel, hay que entender "mundo" como un conjunto
económico coherente. Desde entonces, pueden coexistir varias
"economías-mundos", que forman diferentes conjuntos económicos. Así
las grandes ciudades mercantes son los centros de conjuntos
económicos coherentes a la escala de un continente, o de un mar (el
Mediterráneo en el siglo XVI para las ciudades italianas por ejemplo):

"Un pedazo del planeta económicamente autónomo, capaz por lo


esencial de bastarse y al cual sus enlaces y sus cambios interiores
confieren una unidad cierta y orgánica".
Sólo con la revolución industrial a finales del siglo XVIII empieza un
proceso que hará de Londres el centro de una "economía-mundo" a
escala mundial. Será sobrepasada más tarde por Nueva York, hacia
1929.

El estudio paralelo de ambos términos no es gratuito, porque se tiende a


reencontrar las características de las "economías-mundos" del
Renacimiento en la economía mundial actual.

• La "economía-mundo" siempre está dominada por un polo urbano,


una ciudad capitalista que asegura el papel de centro decisorio y
logístico. Este análisis puede ser llevado a la preponderancia de la
Tríada (Europa, Japón, América del Norte) que concentra el 75%
del comercio mundial y de sus grandes megalópolis (Londres,
Nueva York, Tokio), que concentran una parte similar de las
operaciones financieras del planeta. El 94% de las casas matrices
de empresas multinacionales se localizan en la Tríada.
• Una división en zonas sucesivas fuertemente jerarquizadas que
son objeto de una división internacional del trabajo. Encontramos
cerca de las ciudades dominantes las actividades decisorias y de
alto valor añadido (la Tríada), luego alejándose de polos
encontramos economías cada vez menos avanzadas y
subordinadas a las economías dominantes (los países en vías de
desarrollo que se dedican a las actividades de mano de obra),
luego en la periferia, países olvidados y aislados, fuera de la
actividad económica mundial (los países menos avanzados).
Podemos pues considerar que es una larga evolución de esquemas
existentes desde el Renacimiento que progresivamente llevó al
capitalismo a constituir una economía universalizada.

Multinacionalización de las empresas[editar]


Las primeras multinacionales modernas datan de mediados del siglo
XIX. En calidad de ejemplo, Samuel Colt realiza la primera inversión
norteamericana en el Reino Unido en 1852 con el fin de hacer producir
allí su revólver. Singer, fabricante norteamericano de máquinas de
coser se instala en Europa a partir de 1867. Estas empresas, la mayoría
de las veces británicas, abren la voz de la internacionalización
productiva. Son seguidas en los años de la Gran depresión (1873-1896)
por el primer grupo de grandes empresas nacionales: General
Electric, AEG, Nestlé, Kodak, United Fruit, etc. En 1908, Henry
Ford abre su primera fábrica en Europa, en Mánchester. La estrategia
de instalación sobre los mercados extranjeros en verano más tarde
modificada por la desreglamentación y la modernización de los
mercados financieros permitieron el intercambio de financieros activos a
escala planetaria. Los grandes grupos se fusionan con empresas
extrañas (uno de los ejemplos clásicos es Royal Dutch Shell, compañía
anglo-holandesa fundada en 1908). Podemos por ejemplo apreciar que
las empresas "francesas" cotizadas en la CAC 40 son en término medio
poseídas por más del 40% por inversionistas extranjeros.

Para Robert Reich (La Economía mundializada, 1991), la economía-


nación tiende a desaparecer en provecho de una red mundial en la cual
las empresas dejan la producción standardizada a los países en vías de
desarrollo, lo que no refleja una pérdida de competitividad de los países
ricos (podemos anotar por ejemplo que el solo 10% del precio de
un computador está vinculado a su producción propiamente dicha), ya
que conservan la mayoría de las veces las actividades de concepción.
Finalmente la producción es dispersada sobre el planeta con el fin de
sacar provecho de las ventajas de cada región.

Desde el punto de vista social, el efecto de esta mudanza del


capitalismo es un crecimiento de las desigualdades en el plano
nacional. Los trabajadores menos cualificados son puestos en
competencia con los de países del Tercer Mundo, mientras que los
"manipuladores de ideas" sacan provecho de mercados gigantescos. En
efecto la idea (software, gestión, patente, etc.), producida una vez, se
multiplica a coste casi nulo una infinidad de veces, lo que significa para
su diseñador una renta proporcional al tamaño del mercado.

¿Hacia un «capitalismo cognitivo»?[editar]


La pérdida de valor del trabajo no cualificado, e incluso del capital
material (cada vez más delocalizado en los países pobres) arrastra una
toma de importancia siempre creciente del capital inmaterial (la
propiedad intelectual) y del conocimiento técnico y de la destreza de los
trabajadores (el capital humano).

La propiedad intelectual[editar]

La patente del "Hebern single-rotor machine" (máquina de Hebern), patente


número 1510441 fechado en 1918
Hacia los siglos XIII y XIV, progresivamente se libra en Europa un nuevo
concepto: el privilegio. Los privilegios presentan tres características:

• Existencia de una demanda argumentada;


• Apreciación del interés público por las autoridades;
• Concesión de un monopolio de explotación limitado en el tiempo y
en el espacio.
Pero es en Venecia dónde aparece la patente bajo su forma moderna.

Venecia es en aquella época un medio cosmopolita y emprendedor y


siempre en movimiento. Por otro lado todo lo que se remite a la gestión
del agua y otros dispositivos acuáticos es su ámbito predilecto. Es por
eso que Venecia habría librado en 1421 un privilegio que realmente se
emparentaría con una patente de invención. El número de privilegios se
multiplicó en el curso de los cincuenta años que siguieron y el sistema
se extendió a otros ámbitos para hacerse uno de los principales medios
de transmisión del progreso comercial e industrial de la República.

En 1474 el procedimiento es bastante rodado para que las autoridades


decidan, por un voto del Senado (116 sí contra 10 no y 3 abstenciones),
integrar la experiencia adquirida redactando una ley. Este texto
histórico, conocido bajo el nombre de Parte Veneziana, enuncia por
primera vez los cuatro principios de base que justifican la creación de
toda ley sobre las patentes:

• Estímulo a la actividad inventiva;


• Compensación de los gastos incurridos por el inventor;
• Derecho del inventor sobre su creación; y sobre todo
• utilidad social de la invención.
Para ser objeto de un privilegio, la invención debe ser:

• "Nueva", es decir jamás haber sido realizada antes sobre el


territorio de la República (novedad local);
• "Ingeniosa" (concepto de la no evidencia); y
• "al punto, para ser utilizada y ser aplicada" (concepto de la
utilidad).
En el Reino Unido, la primera ley sobre las patentes de invención
(statute of monopolies) fue votada por el Parlamento inglés en 1623.
Desde el Renacimiento, las numerosas ciudades les reconocían
privilegios a los inventores. En Francia, el Antiguo Régimen les asegura
también derechos. Es Beaumarchais quien hará, durante la Revolución
francesa, votar derechos de autor. Es el mejor ejemplo del lazo
sustancial del capitalismo al Derecho, porque nada más que la violencia
del Estado puede prevenir la copia. El Reino Unido de la revolución
industrial se garantizará la exclusividad de sus innovaciones impidiendo
la salida de toda máquina hasta 1843.

En nuestros días, las patentes plantean problemas éticos en los


dominios médicos mientras que se plantea la cuestión del patentación
viva (el genoma humanoen particular). Las patentes sobre el software,
los algoritmos y los métodos de asuntos son también cada vez más
criticados, sus detractores que temen un efecto opuesto sobre la
innovación y algunos un factor desestabilizante del capitalismo
(Causa Research In Motion versus Blackberry,
Causa Microsoft versus Eolas, etc.). La evolución de los soportes
informáticos y los métodos de intercambio, tal como el peer-to-peer,
muestran bien que la perennidad del capitalismo reposa en la voluntad y
la capacidad del Estado que asegura la protección de la propiedad
privada.

Más específicamente, se trata en realidad de poder monetizar lo que


hasta allí tenía sólo un valor vago. Hasta una época reciente, la
propiedad intelectual fue asegurada por el hecho que su violación
necesitaba capitales importantes (Fábricas de reproducción de CD,
Fábrica destinada a producir un producto que viola una patente, etc.) y
sobre todo el producto terminado (nacida de la violación) era un
producto físico. De esta forma, aunque la noción de propiedad
intelectual no estuvo bien establecida, un producto físico (entonces la
propiedad no era ambigua) venía a materializar aquello y los
falsificadores potenciales vacilaban en invertir el capital en una empresa
que sabían condenable (y condenada) al mediano plazo. El coste de
reproducción y sobre todo la ausencia de naturaleza "física" de los
bienes imitados hoy volaron estas dos barreras. Esta nueva situación
creó una necesidad para el sistema capitalista: el de definir claramente
los límites, las reglas y los medios de protección de la propiedad
intelectual con el fin de poder monetizarla de modo fiable. El fracaso de
este proceso arrastraría modificaciones profundas en la estructura del
capitalismo actual.

Sin embargo teóricos favorables al capitalismo y la propiedad privada,


enmarcados en la tradición del liberalismo clásico sostienen que los
derechos de propiedad incluyen derechos sobre recursos tangibles
(recursos escasos, inmanentes o creados, inmuebles o muebles) pero
que a medida que nos alejamos de lo tangible (corpóreo) hacia lo
intangible, las cosas se vuelven más difusas. Esta tendencia contra la
propiedad intelectual dentro del capitalismo liberal contemporáneo
sostiene que un sistema de derechos de propiedad sobre “objetos
ideales” requiere necesariamente la violación de otros derechos de
propiedad, es decir, del uso de la propiedad tangible como se desee.13

La emergencia del «capital humano»[editar]


Debemos el análisis más conocido del "capital humano" al economista
norteamericano Gary Becker (Human Capital, 1964). Define el conjunto
de las aptitudes y las habilidades acumuladas por el individuo y
susceptibles de desempeñar un papel en el proceso de producción. Es
la forma de capital cuya consideración es la más reciente. Desempeña
un papel que crece en una sociedad cada vez más terciarizada y donde
la investigación y las ciencias tienen un sitio crucial.

Este capital es sustancial al individuo y parece pues improbable que se


le pueda desposeer. Existen no obstante unas excepciones notables.
Los asalariados que dejan su empresa pueden estar sometidos por
ejemplo a una cláusula de no-competencia, impidiéndoles entonces que
una empresa competidora aproveche sus conocimientos por un cierto
tiempo. Pero el capital humano pone verdaderos problemas: la "fuga de
cerebros" por ejemplo (altos diplomados formados a expensas de un
Estado y que otros aprovechan). De la misma forma, el riesgo de perder
a sus asalariados desanima a las empresas de ofrecerles una formación
onerosa. El capital humano representa una forma de capital de la que el
capitalista todavía no puede apropiarse.

Las evoluciones descritas por estos dos últimos párrafos, aceleradas


por el proceso de universalización, hacen a algunos considerar el paso
a un nuevo tipo de economía ("economía del saber" que algunos se
esmeran en llamar "capitalismo cognitivo") en la cual los derechos de
propiedad sobre el capital serían más limitados. En calidad de ejemplo
el filósofo altermundialista de inspiración marxista Antonio Negri estima
que:

"El trabajador, hoy, no necesita más instrumentos de trabajo (es decir


de capital fijo) que sean puestos a su disposición por el capital. El
capital fijo más importante, el que determina los diferenciales de
productividad, en lo sucesivo se encuentra en el cerebro de la gente que
trabaja: es la máquina-herramienta que cada uno de nosotros lleva en
él. Es esto la novedad absolutamente esencial de la vida productiva
hoy.".14
Véase también[editar]
• Liberalismo económico
• Comercio internacional
• El capitalismo y los historiadores, libro del Premio Nobel Friedrich
Hayek que analiza y cuestiona el análisis historiográfico
dominante de marxistas, estructuralistas y keynesianos sobre las
condiciones de la Revolución Industrial, el nacimiento del
capitalismo y el rol del Estado moderno.
Referencias y notas[editar]
1. ↑ Refundar el capitalismo: Una misión imposible (enlace roto disponible
en Internet Archive; véase el historial y la última versión). (origen y actualidad del
capitalismo), por Guillermo Hirschfeld
2. ↑ De hecho constatado por autores británicos
3. ↑ No son pocos los teóricos, historiadores, economistas, militantes, que
han analizado a la URSS como una economía capitalista : Anton
Pannekoek, Herman Gorter, Ante Ciliga, Guy Debord, Otto
Rühle, Maximilien Rubel, Cornelius Castoriadis, Rudolf Rocker, Claude
Lefort, René Lefeuvre, Karl Korsch, Alain Guillerm, Daniel
Guérin, Mansoor Hekmat, etc.
4. ↑ ¿Reforma social o revolución? (1899)
5. ↑ 1726 de hecho
6. ↑ Miradas sobre el mundo actual, Paul Valéry, 1945
7. ↑ Karl Marx, El Capital
8. ↑ Karl Marx, El Capital, Libro I, capítulo XXXI
9. ↑ Joseph Schumpeter, Los ciclos económicos
10. ↑ Joseph Schumpeter, Sociología del imperialismo
11. ↑ Jacques Marseille es profesor de historia económica y social en París I.
12. ↑ Karl Marx, El Capital, Libro I, capítulo XXXIII
13. ↑ Contra la propiedad intelectual. Libro de Stephan Kinsella publicado por
el Instituto Mises. Traducido por Mariano Bas Uribe.
14. ↑ Antonio Negri, Exil, Mil y una noches, 1997

Fuentes[editar]
Bibliografía consultada:

• Tomás Moro, Utopía, 1516


• Voltaire, Cartas inglesas, 1734
• Jean-Jacques Rousseau, Discursos sobre el origen y los
fundamentos de la desigualdad en los hombres, 1755
• Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y las causas de la
riqueza de las naciones, 1776
• Thomas Robert Malthus, Ensayo sobre el principio de la
población, 1798
• Jean-Baptiste Say, Tratado de economía política, 1803
• David Ricardo, Principios de economía política e impuestos, 1817
• Karl Marx, Manifiesto del Partido Comunista, 1848
• Karl Marx, El Capital, 1867
• Werner Sombart, El capitalismo moderno, 1902
• Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo,
(1904-1905, 1920)
• Rosa Luxemburg, La acumulación del capital, 1913
• Vladminir Ilytch Ulianov (Lenin), El imperialismo, fase superior del
capitalismo, 1916
• John Maynard Keynes, Teoría general del empleo, interés y el
dinero, 1936
• Joseph Aloys Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia,
1942
• Karl Polanyi, La gran transformación, 1944
• Walt Whitman, Las etapas del crecimiento económico, 1960
• Raymond Aron, Dieciocho lecciones sobre la sociedad
industrializada, 1962
• Gary Becker, Capital humano, 1964
• John Kenneth Galbraith, El nuevo Estado industrial, 1967
• Michel Aglietta, Regulación y crisis del capitalismo, 1976
• Alfred Chandler, La mano visible de los gerentes, 1977
• Fernand Braudel, La dinámica del capitalismo, 1985
• Michel Albert, Capitalismo contra capitalismo, 1991
• Robert Reich, La economía mundializada,1991
• Joseph Stiglitz, Cuando el capitalismo pierde la cabeza, 2004
• Alain Bihr, La Prehistoria del capital, 2006
• René Fernández Montt, Concentración de la Propiedad en
Latinoamérica, 2011
Otra bibliografía:
• Michel Beaud, Historia del capitalismo, de 1500 al 2000 ;
• Fernand Braudel:
◦ Civilización, economía y capitalismo, LGF, 3 tomos,
◦ La Dinámica del capitalismo, Flammarion (versión sintética
de la obra anterior) ;
• Hélène Rey-Valette, Agnès d'Artigues, Historia económica del
capitalismo industrial, Vuibert ;
• Claude Jessua, El Capitalismo, PUF, colección Que sais-je ;
Categoría: Historia del capitalismo

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