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Análisis de la serie

‘Merlí’: un buen
discurso de filosofía
Reseña de la popular e inteligente serie disponible en Netflix
sobre filosofía

H ay una conocida frase de Ebbinghaus acerca de la

psicología y sus orígenes que dice: “La psicología tiene un largo


pasado, pero una breve historia”, y este pasado se llama,
justamente, filosofía.
Una de las premisas de enseñanza básica dentro de esta disciplina
es la noción de la filosofía como madre de todas las ciencias, ya
que se orienta al estudio y análisis de la totalidad de lo real. La
filosofía abarca por esencia todo cuanto existe, todo cuanto ocupa
un lugar en el mundo.

El desarrollo de las ciencias modernas deriva de las reflexiones de


los primeros pensadores, incluso hoy siguen aplicándose en
ciertos contextos las observaciones hechas por Sócrates y Platón.
Si bien puede encontrarse un análisis más profundo del vínculo
entre la psicología y la filosofía en uno de nuestros artículos
anteriores, considero importante hacer esta introducción por lo
repetitiva que se ha vuelto la idea en determinados círculos de que
la filosofía no sirve para nada.
Sponsor exclusivo:
“LA PSICOLOGÍA TIENE UN LARGO
PASADO, PERO UNA BREVE
HISTORIA”, Y ESTE PASADO SE
LLAMA, JUSTAMENTE, FILOSOFÍA.
La buena noticia es que, a pesar de la jerarquización sistemática
de las ciencias exactas, la filosofía no ha sido abolida aún de las
mallas curriculares (así no forme parte del top 3 de asignaturas
escolares). En los colegios sigue transmitiéndose la importancia
del Yo observador, de la curiosidad y la investigación como vías
para aumentar el conocimiento y comprensión de la naturaleza y
la realidad (incluso existen programas nuevos, basados en
investigaciones como el de Filosofía para niños, que resaltan la
importancia de esta materia). Y es para esto que sirve la filosofía…
para pensar.
La grandeza de la filosofía son estas cosas, entender estas
problemáticas, en realidad esto requiere coraje (…) La filosofía
es pues, coraje.
— José Pablo Feinmann, filósofo argentino

Sentencias filosóficas de la vida cotidiana:


el método Merlí de enseñanza escolar
Merlí es una serie catalana producida por la cadena TV3. La trama
gira en torno a un profesor de filosofía (Merlí Bergeron) que
pretende motivar a sus alumnos a convertir el acto de pensar en
una constante rutinaria en sus vidas, para lo cual emplea métodos
muy poco convencionales que, sin embargo, parecen ser eficaces.
Merlí es lo que llamaríamos un perfecto antihéroe, es decir,
alguien que posee todo el protagonismo de un héroe convencional
pero todos los defectos de una persona común y corriente.

Desde el primer capítulo de la serie, Merlí pone en práctica un


modelo de enseñanza constructivista completamente opuesto al
típico modelo habitual: el enfoque basado en la memorización y la
reproducción, que viene a ser personificado por uno de los colegas
de Merlí en el instituto: Eugeni Bosc.

Merlí es visto en la serie como el “profesor raro” que quiere


ganarse la confianza de sus estudiantes, para lo cual usa la
empatía, habla con ellos en el mismo idioma, apela a los intereses
y gustos de los adolescentes y hasta llega a incitarlos a hacer
trampa en un certamen de literatura.

No es la forma tradicional en que se imparten las bases de la


filosofía clásica y moderna en el colegio, pero ¿funciona?

“Que las cosas sean de una manera no quiere decir que no


cambien”, diría Merlí.

La serie presenta un entramado de historias de gente común


donde el ejercicio de la filosofía juega un rol determinante en la
toma de decisiones asertiva. Partiendo del personaje principal,
Merlí, la puesta en escena está plagada de casos de vida
significativamente realistas, problemas comunes y situaciones que
cualquier adolescente podría experimentar, como la aceptación de
la orientación sexual, la masturbación y las relaciones sexuales.
La trama también presenta un modo distinto de despertar el
interés por la filosofía: mostrarla como una disciplina práctica —
lo que realmente es — en lugar de un conjunto de enunciados
teóricos.

Desde luego, la serie también tiene puntos ciegos que llegan a


incomodarnos, como la incompatibilidad entre Merlí El Profesor y
Merlí El Hombre. En su faceta profesional, Merlí muestra destreza
para motivar a sus alumnos y cultivar el amor por el aprendizaje;
en su faceta personal, en cambio, vemos un tipo conflictivo,
sumamente egoísta y algo déspota, cualidades más próximas a los
antivalores que a los valores de la enseñanza.

No sugiero que la serie deba presentar un personaje


perfectamente correcto para ser más creíble, solo que el tema de
los “buenos profesionales” que son malos para seguir principios
éticos ha dado al sector educativo muchos dolores de cabeza y
sería más constructivo apelar a una concientización evidente que
presentar una trama donde parezca normal ser mejor profesor que
padre.

Ya lo dijo Howard Gardner hace un tiempo en una entrevista: “Los


mejores profesionales son siempre ECE: excelentes,
comprometidos y éticos. No alcanzas la excelencia si no vas más
allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia”.

LA FORMA EN QUE MERLÍ TRANSMITE


A SUS ALUMNOS LOS PRINCIPIOS
BÁSICOS DE LA FILOSOFÍA ES TAN
EFICIENTE QUE PASA CASI
INADVERTIDA PARA ELLOS
Esto hace que sea más factible aprender de Merlí en el plano
educativo que en el personal. No es que ver la serie sea
particularmente instructivo para mejorar, por ejemplo, el modo en
que llevamos nuestras relaciones personales, pero sí creo que
personifica lo que idealmente debería inspirar la enseñanza, y es
el atreverse a pensar de forma distinta, el atreverse a crear.

“Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las


posibilidades para su producción o construcción”, dijo Paulo
Freire.
La forma en que Merlí transmite a sus alumnos los principios
básicos de la filosofía es tan eficiente que pasa casi inadvertida
para ellos, así el ejercicio de la reflexión termina siendo lo que
debe ser: algo natural y no una imposición.

La diferencia entre deseos y necesidades, el bien y el mal, la


inteligencia y el instinto… no se puede negar que el lenguaje crudo
y directo de Merlí conlleva una facilidad para hacer que resucite
nuestro interés, y el de sus estudiantes, en temas tan obvios como
profundos, lo cual definitivamente son varios puntos a favor y
hace que valga la pena ver la serie (incluso si eres de los que
sospecha que la filosofía no sirve para nada).

Merlí presenta un discurso francamente bien hecho acerca de la


finalidad de la filosofía, independientemente de la vida privada del
personaje principal. También se ejemplifican los pros de los
nuevos modelos educativos, que abogan por un escenario menos
rígido, un espacio donde los alumnos se sientan libres para opinar
y cuestionar desde su concepción del mundo y sus experiencias
personales.

El método Merlí es poco ortodoxo, introduce una forma de


enseñar filosofía sin caer en lo dogmático, recurriendo a la
paráfrasis y al imaginario común (es decir, a situaciones de la vida
corrientes) para comprender enunciados complejos, y esto es
precisamente lo que una asignatura, que tristemente a menudo es
dejada de lado, requiere para demostrar que es valiosa y que tiene
mucho que aportar aún a las nuevas generaciones.

Puedes ver la serie completa en Netflix.

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