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UNIVERSIDAD DEL

ACONCAGUA

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

TESINA DE GRADO
“UNA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA DEL

PASAJE AL ACTO EN UN CASO DE HOMICIDIO”

(CASO BARREDA)

Alumna: PEREZ; Cristina Carmen A.

Director: Lic. Gladys Augusta Díaz

Mendoza, marzo de 2.010

HOJA DE EVALUACIÓN

TRIBUNAL

2
Presidente:

Vocal:

Vocal:

Profesor invitado: Lic. Gladys Augusta Díaz

RESUMEN

El presente trabajo de tesis, que se titula “Una perspectiva psicoanalítica del

pasaje al acto en un caso de homicidio: Caso Barreda”, intenta aportar un mayor

conocimiento del concepto psicoanalítico del pasaje al acto; a la vez que se lo

articula con el cuádruple homicidio del odontólogo Barreda, hecho que ocurriera en

noviembre de 1.992 en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires.

Para la comprensión del concepto objeto de investigación de este trabajo, se

toma como principales autores a Sigmund Freud y Jacques Lacan. De éstos se

obtienen conceptos que creemos de importancia para nuestro estudio, como

3
también el propio concepto de Pasaje al acto que Lacan trabaja en el Seminario X,

del año 1.962.

Es de particular importancia para este trabajo, la tesis de doctorado del Dr.

Pablo Muñoz, publicada en septiembre de 2.009, y titulada “La invención lacaniana

del pasaje al acto”, en donde además de estudiar con rigurosidad el concepto del

pasaje al acto, comporta un sustancial aporte teórico para nuestra institución

educativa.

Para poder comprender el caso que nos interesa, se realiza un recorrido por

la biografía del odontólogo Barreda, y al mismo tiempo y con los mismos fines, se

adjuntan declaraciones del imputado acerca del hecho, los diagnósticos clínicos

aportados por los peritos, y también dos entrevistas televisivas, una realizada por el

periodista Daniel Tognetti, nueve años después del hecho; y una segunda entrevista

televisiva realizada por la Sra. Soledad Silveyra, en el año 2.009. Además se toma

como referencia el libro “Cuatro bultos. Caso Barreda” que relata el hecho por dos

periodistas forenses, que estudian el caso.

Por último, en una articulación del marco teórico y el material del caso

Barreda, se realizan las conclusiones de este trabajo de investigación, para intentar

responder a los objetivos planteados al comienzo, aportar posibles respuestas a

nuestros interrogantes, como así también realizar un aporte teórico a nuestra casa

de altos estudios.

4
SUMMARY

This thesis work, entitled " Una perspectiva psicoanalítica del Pasaje al Acto

en un caso de homicidio: Caso Barreda" ("A psychoanalytic perspective of the

Passage to the Act in a case of murder. Case Barreda"), tries to give a broader

knowledge of the psychoanalytic concept of "passage to the act". At the same time,

this concept is articulated with the quadruple homicide comitted by Dentist Barreda,

which takes place in November, 1992, La Plata city, Buenos Aires province.

In order to understand the concept of research object dealt with in this paper,

the works of Sigmund Freud and Jacques Lacan should be kept in mind. It is our

contention that concepts of utmost importance to our study derive from these

authors, as also does the concept of "Passage to the Act" which Lacan himself

explores in Seminar X in the year 1962.

It is particularly important for this work, Dr. Pablo Muñoz´PhD thesis titled "La

Invención Lacaniana del Pasaje al Acto" ("Lacanian Invention of the Passage to the

Act"). This thesis focuses rigorously in the concept "passage to the act".

5
In order to understand this criminal case, we will go through Mr. Barreda's

biography and through the formal statements of the accused during the trial and

pre-trial, the psyichiatric diagnosis made by the experts and two television

interviews, one by journalist Daniel Tognietti, nine years after the events, and a

second one by Mrs. Soledad Silveyra, in 2009. It has also been included "Cuatro

Bultos. Caso Barreda" (“Four Packages. The Barreda Case”), a book by two

forensic journalists who have studied the case.

Finally, in a joint theoretical framework and material from Barreda case,

conclusions of this work are performed to try to respond to the targets set at the

beginning, provide possible answers to our questions, as well as make a theoretical

contribution our university.

ÍNDICE

Hoja de evaluación………………………………………………………………….3

6
Resumen……………………………………………………………………………..4

Summary……………………………………………………………………………..6

Índice………………………………………………………………………………....8

Agradecimientos……………………………………………………………………11

Introducción…………………………………………………………………………12

Objetivos…………………………………………………………………………….15

Metodología…………………………………………………………………………15

Capítulo I……………………………………………………………………………17

I.1: Los comienzos del concepto de Pasaje al Acto: el agieren

freudiano……………………………………………………………….……………18

I.2: Desarrollo freudiano de la angustia………………………………………….21

I.3: Desarrollo lacaniano del concepto de Pasaje al Acto en Seminario X: La

Angustia……..……………………………………………………………………....24

Capítulo II…………………………………………………………………………...31

II.1: El Pasaje al Acto: Recorrido histórico del concepto………………………32

II.2: Distintas definiciones del concepto de Pasaje al Acto……………...........34

II.3: Perspectiva teórica…………………………………………………………....42

II.4: Perspectiva teórica psicoanalítica…………………………………………..52

7
II.4.1: Superyó y kakón en relación al Pasaje al Acto………………………….58

Capítulo III………………………………………………………………………….63

III.1: Caso clínico…………………………………………………………………...64

III.1.1: Declaración indagatoria realizada el 26/11/92………………………….69

III.1.2: Declaración indagatoria realizada el 18/05/93………………………….70

III.1.3: Testimonio oral en el juicio………………………………………………..71

III.1.4: Diálogo de una entrevista periodística realizada 9 años después……72

III.2: Biografía de Ricardo Barreda……………………………………………….76

III.3: Situación familiar previa al hecho…………………………………………..81

III.4: Los distintos diagnósticos…………………………………………………...84

Capítulo IV……………………………………………………………………….....96

IV.1: Conclusiones ..……………………..………………………………………...97

IV.1.1: Conclusiones del Pasaje al Acto………………………………………....97

IV.1.2: Conclusiones del caso clínico: Caso Barreda…………………………100

Bibliografía………………………………………………………………………..102

Bibliografía del caso clínico. Caso Barreda………………………………..106

8
AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer en primer lugar a mi familia: mi amado esposo Gonzalo, quien

no sólo confió en mí, sino que me apoyó constantemente a lo largo de mi carrera; a

mis hijos Tomás, Camila y Genaro que soportaron largas tardes de dibujitos para

que yo pudiera estudiar (Tomás: más que un hijo fuiste una niñera, gracias!) y se

aguantaron tener a su mamá de a ratos por cinco años. Los amo.

A mis compañeras que me facilitaron el estudiar, siguiendo mis ritmos.

A mis amigas que también confiaron en mí, y me dieron fuerzas constantes para

terminar. En particular a Eliana quien fue un pilar importantísimo en mi carrera y en

mi vida, y también la traductora.

9
A la Lic. Gladys Díaz, por su apoyo incondicional, sus horas de trabajo, quien no

sólo me dirigió en mi tesis, sino también me ayudó a reflexionar el presente trabajo

y a crecer académicamente.

Y finalmente a mi papá, quien no pudo ver terminada esta etapa de mi carrera, al

menos desde este mundo.

Te la dedico a vos PAPI, te amo!

INTRODUCCIÓN

El concepto de Pasaje al acto surge en el campo de la psiquiatría que

denominamos Clásica, aquella de grandes psiquiatras como Esquirol, Kretschmer,

Jaspers, Henri Ey entre otros.

Dicho concepto se reserva, según esta óptica para los fenómenos de índole

agresiva o de actos delictivos cometidos tanto a terceros como a sí mismos, por

esto queda adherido a lo fenomenológico como punto de partida, y como posterior

diagnóstico.

Lacan toma de Kretschmer el concepto de reacción para concebir el pasaje al

acto como ruptura y discontinuidad, principalmente en las psicosis, ya que son

éstas el material de estudio del autor en esos momentos.

De Guiraud extrae el concepto de kakón, para explicar la liberación del

demonio interior vía pasaje al acto.

10
De Morel, su interés por la impulsión, y su intento de explicar cuando ésta

pasa al acto. Siempre tomando la impulsión como un proceso brutal y dependiente

de un delirio.

De Esquirol, las categorías de monomanías, especialmente las homicidas,

intentando calificar a sujetos que cometen crímenes de tipo bizarros. Lacan se

interesa en las monomanías instintivas, aquellas en las que los sujetos cometen

actos que la razón reprueba y que la voluntad no puede reprimir. De esta categoría

se desprende la dimensión mutativa del pasaje al acto. Es decir que se produce a

posteriori un cambio en el sujeto que lo lleva a describir los detalles de sus

crímenes, y luego de ésto los síntomas delirantes desaparecen. Ésta es la primera

delimitación para Lacan del poder resolutorio del delirio, uno de los ejes que más

atraen a este autor.

A partir de aquí monomanía y pasaje al acto quedan superpuestos el uno al

otro, y el último hereda la vaguedad e impulsividad del primero.

Toma de Karl Jaspers sus conceptos de reacción, desarrollo y proceso, para

intentar explicar el sentido que guardaban estos actos.

A comienzos de los años sesenta, en el Seminario X, Lacan desarrolla el

concepto psicoanalítico de pasaje al acto, despojado ya de la dimensión de la

reacción, impulsión y de actos inmotivados.

Antes debemos remitirnos a la ambigüedad lingüística que comporta el

término pasaje al acto, ya que es tomado con frecuencia como sinónimo de acting-

out. Esta superposición, tiene su origen en el término alemán “agieren” que es

introducido por Freud en 1.914 en Recordar, Repetir y Reelaborar. Este agieren es

el antecedente conceptual de dichos términos. Y es Lacan el encargado de

11
plantear la diferencia entre ambos términos, a la vez que los establece como par de

opuestos, también es él quien propone la trans-estructuralidad del concepto de

pasaje al acto, no siendo privativo de ninguna estructura en particular; de ésto se

desprende el concepto de pasaje al acto de lo netamente fenomenológico, como

vemos en el paradigma de la psiquiatría clásica.

En el capítulo I se desarrolla el concepto de agieren, propuesto por S. Freud,

para devenir en el concepto de Pasaje al Acto, tema principal del presente trabajo.

Luego se trabajan los desarrollos de la angustia de “Inhibición, Síntoma y Angustia”,

y del Seminario X de Lacan.

En el capítulo II se presentan las distintas definiciones de Pasaje al Acto,

perspectiva teórica, y perspectiva teórica psicoanalítica del mismo.

En el capítulo III, se presenta el caso clínico del Dr. Ricardo Barreda, quien

asesinara a su familia en el año 1.992, en la cuidad de la Plata, provincia de

Buenos Aires. Se expone además una breve biografía del mismo, las declaraciones

judiciales y los diálogos periodísticos.

En el capítulo IV se teorizan las conclusiones de este trabajo, tanto del Pasaje

al Acto, como del caso clínico.

En lo que respecta al caso del odontólogo Ricardo Barreda quien asesinara a

su familia: esposa, hijas y suegra con una escopeta, llega a mi conocimiento viendo

un noticiero de canal de aire.

El caso toma particular interés para mí, en el momento en que periodistas

entrevistan a vecinos sobre la conducta y personalidad previa del odontólogo, y

12
éstos afirman que las mismas son “intachables”, que lo conocen de toda la vida, y

que nunca se imaginaron un final así.

Es entonces, cuando surge mi pregunta: ¿Qué lleva a una persona,

supuestamente “intachable” a cometer un acto de esta magnitud contra su propia

familia?

OBJETIVOS:

Los objetivos que guían esta investigación son:

 Investigar el concepto de Pasaje al Acto.

 Describir el concepto psicoanalítico de Pasaje al Acto, articulándolo con el

caso del odontólogo Barreda.

METODOLOGÍA

El presente trabajo de investigación es un estudio de tipo Cualitativo, donde

se intenta comprender la realidad tal y como es entendida por las personas

participantes en los contextos estudiados.

Los datos son recogidos a partir de una instrumentación mínima, se usarán

procedimientos más que instrumentos.

El estudio será de tipo Descriptivo, es decir aquel que busca especificar las

propiedades importantes de personas, grupos, comunidades, o cualquier otro

fenómeno que sea sometido a análisis.

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La muestra será intencional, y se trabajará con un N=1, en este caso el

cuádruple crimen del odontólogo Barreda.

Los instrumentos que se utilizarán para el desarrollo y estudio del concepto

de Pasaje al acto, serán bibliografía de Sigmund Freud y Jacques Lacan, el Manual

Estadístico de Trastornos Mentales (DSM IV R) y la tesis de doctorado del Dr. Pablo

Muñoz, titulada “La invención lacaniana del pasaje al acto”.

Para el caso Barreda se recurre a material escrito como el libro “El caso

Barreda, cuatro bultos”; videos de entrevistas realizadas por periodistas,

declaraciones del imputado, referencias bibliográficas de medios de comunicación

(diario “Clarín on line”, internet) y estudios recientes realizados sobre el caso

Barreda.

CAPÍTULO I

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I.1 LOS COMIENZOS DEL CONCEPTO DE PASAJE AL ACTO: EL

AGIEREN FREUDIANO

Para desarrollar una teoría acerca del Pasaje al acto, nos remitiremos al

trabajo de Sigmund Freud del año 1.914 titulado Recordar, Repetir y Reelaborar

donde aparece desarrollado por vez primera el término alemán agieren, que

traducido al español significa “acto”. Este agieren toma importancia para el presente

trabajo, ya que a partir de allí lo que Freud descubre en el análisis de Dora, es que

el paciente actúa en lugar de repetir sucesos o vivencias anteriores. Estas vivencias

no recordadas cobran un carácter actual en la repetición en acto (agieren).

De allí en más Freud relaciona este agieren con la compulsión a la repetición

y la resistencia. Diciendo que a mayor resistencia, más se repite en acto los

recuerdos reprimidos. Es decir, que la persona en análisis, en vez de recordar

actúa, no reproduce como recuerdo sino como acción, repite sin saber que lo hace.

15
¿Por qué guarda importancia este agieren?

Porque es el precursor del término que actualmente conocemos como acting-

out.

A partir del agieren de Freud, posteriores autores utilizaron el término para

referirse a los fenómenos clínicos observados, y que hoy corresponden a la clínica

del acting-out. Además, este agieren freudiano se aplica a una actuación que surge

de algo que no puede ser dicho en palabras.

El término agieren es nombrado por primera vez en el epílogo del caso Dora

del año 1.905. Allí Freud dice que Dora ejerce su venganza contra el Sr. K, en la

persona de Freud, que vía transferencia es posibilitada: “…de tal modo, actuó

(agieren) un fragmento esencial de sus recuerdos y fantasías, en lugar de

reproducirlo en la cura”.1

Este agieren puede ser traducido al castellano como puesta en acto. Es

James Strachey, quien lo traduce al inglés como to act out; luego se extiende en la

forma sustantiva, que hoy conocemos como acting-out, y que fuera difundida por

los psicoanalistas de habla inglesa hasta nuestros días.

Este vocablo es utilizado para designar acciones inmotivadas, inconscientes

que manifiesta el paciente tanto dentro, como fuera de sesión; y que evitan la

verbalización de un recuerdo reprimido, tal y como lo observa Freud en su artículo

Recordar, Repetir y Reelaborar. En el mencionado artículo, establece una estrecha

relación entre agieren, olvido y recuerdo; haciendo mención a que el analizado no

recuerda nada de lo reprimido, sino que lo reproduce,vale decir, lo actúa.

1
Freud, Sigmund (1.905): “Fragmento de análisis de un caso de histeria”.Obras completas. TomoVII,
pág. 104.

16
Esta reproducción no es en su forma de recuerdo, sino como acción.

Observa en estos actos o actuaciones, la sombra de la compulsión a la

repetición, ya que entiende que ésta es la forma en que la persona recuerda. Es

decir que el agieren es una forma de recuerdo en acto, pero recuerdo al fin, y no

aquello que viene en lugar de rellenar una ausencia que pone la resistencia.

Esto es, lo esencialmente novedoso en Freud: el vuelco que le da al término,

sacando aquella connotación negativa que hace referencia a un obstáculo en la

cura. Además Freud previene a los analistas, diciendo que lo único que logra un

buen manejo de esa repetición actuada, y que ésta devenga recuerdo, es el

dominio de la transferencia.

Pero, ¿cómo llegamos al Pasaje al acto?

A través de una equiparación del término acting-out con el de pasaje al acto.

Esto se debe a que el término conlleva una ambigüedad implícita, ya que

designa tanto el recuerdo reprimido, como lo puesto en acción. Es esta última la

responsable principal de que numerosos autores, incluso diccionarios de

psicoanálisis los ubicaran como sinónimos, por designar una acción, que luego se

(mal) entiende como acción motriz.

Cabe aclarar a modo de conclusión, que al menos en el agieren freudiano, no

existe una clasificación de acting-in y acting-out. Ya que Freud lo utiliza para

designar los fenómenos referidos anteriormente, que se dan tanto “dentro” como

“fuera” de sesión. Por lo tanto, el término out, no hace referencia a una localización,

sino a lo que se exterioriza de lo reprimido. Lo que “sale” de su reprimido, y se nos

muestra como escena.

17
Será Lacan quien en su Seminario X La angustia, trabajara sobre el texto de

Freud, Inhibición, Síntoma y Angustia y desarrollara una teoría y distinción entre

Pasaje al acto y Acting-out; partiendo desde el agieren propuesto por Freud en

Recordar, Repetir y Reelaborar.

I.2 DESARROLLO FREUDIANO DE LA ANGUSTIA

Para comprender el fenómeno del Pasaje al Acto, se hace necesario trabajar

los conceptos de Freud de Inhibición, Síntoma y Angustia, ya que los trabaja Lacan

en su seminario X La angustia, y parte de éstos para elaborar su teoría acerca del

Pasaje al Acto.

En su trabajo de 1.926 y que lleva por título Inhibición, Síntoma y Angustia,

Freud desarrollará los conceptos homónimos para estudiar los fenómenos clínicos

por él observados. Por lo que hará una diferenciación de cada uno y dará un giro a

la teoría de la angustia.

A continuación se desarrollarán brevemente los siguientes conceptos:

Inhibición: Freud la conceptualiza como limitaciones en las funciones yoicas,

ya sean éstas por precaución o a consecuencia de un empobrecimiento de la

energía del Yo. Entendiendo ésta como un obstáculo en las funciones, sobre todo

las que tienen que ver con la locomoción. Freud, dirá que la inhibición guarda

relación al órgano afectado, por estar éste sobreinvestido. Es decir, que si la función

que está inhibida es por ejemplo el caminar, es por un exceso de libido puesta en el

órgano motor, en este caso las piernas.

18
Síntoma: Lo define como aquel fenómeno que no ocurre dentro del Yo, ni

tampoco le ocurre a éste. Lo denomina como un indicio o sustituto de una

satisfacción pulsional interceptada, es decir, el resultado de un proceso represivo. Y

agregará que la formación de síntoma tiene por resultado la cancelación de una

situación de peligro para el Yo.

Angustia: Es una reacción ante el peligro inminente que amenaza al Yo.

El giro fundamental que hará Freud en este texto, es que la angustia es el

motor de la represión, y no al revés como venía diciendo en fases anteriores de su

teoría.

Agregará que la angustia nunca viene de la libido reprimida. Sino que tan

pronto como el Yo discierne el peligro, que es peligro de castración, da la señal de

angustia e inhibe el proceso de investidura amenazador en el Ello.

El contenido de la angustia permanece inconsciente.

Freud nos dirá que la angustia es algo sentido, y que la hallamos como un

estado claramente afectivo, y como sensación tiene carácter displacentero, siendo

percibida como sensaciones corporales fisiológicas y a ciertos órganos específicos

como el corazón o la garganta.

Añadirá además que el estudio del estado de la angustia revela:

1. Un carácter displacentero específico.

2. Acciones de descarga.

3. Percepción (por parte del sujeto) de las anteriores.

19
Por lo tanto la angustia es un estado displacentero particular que poseen

acciones de descarga que siguen distintas vías.

Lo esencialmente novedoso en la teoría de Freud acerca de la angustia, es

que ésta es conceptualizada como “señal” para la evitación de una situación de

peligro.

“…a una determinada edad del desarrollo recibe como si fuera la adecuada

cierta condición de angustia. El peligro del desvalimiento psíquico se adecua al

período de la inmadurez del y, así como al peligro de la pérdida de objeto…”2

Es más, Freud aclarará para hacer un distingo entre los tres conceptos que

dan nombre a la obra, que “el desarrollo de angustia introduce la formación de

síntoma, y hasta es una premisa necesaria de ésta”. 3

I.3 DESARROLLO LACANIANO DEL CONCEPTO DE PASAJE AL ACTO

EN SEMINARIO X: LA ANGUSTIA

Lacan tomará el texto de Freud, anteriormente mencionado y lo trabajará en

su Seminario X La angustia.

Se hace necesario para el presente trabajo desarrollar el citado seminario ya

que en él Lacan elaborará una teoría acerca del Pasaje al acto, por ser éste el

término que nos interesa desarrollar en este trabajo de investigación.

2
Freud, Sigmund “Inhibición, Síntoma y Angustia”.(1926). Obras Completa, Tomo XX, Amorrortu Eds,
Buenos Aires,1988. Pág. 134
3
Idem. Pág. 136

20
Lacan tomará los conceptos de inhibición, síntoma y angustia, los colocará en

un cuadro de doble entrada en posición diagonal y nos dirá que los tres términos

corresponden a diferentes niveles.

El cuadro que presenta es el siguiente:

Dim. del Movimiento Dim. del Sujeto Dim. de la Dificultad

Inhibición Impedimento Embarazo

Emoción Síntoma Pasaje al acto

Turbación Acting-out Angustia

Señala entonces:

Inhibición: como algo que se encuentra en el nivel del movimiento. Cuando

menciona el movimiento, no lo hace sólo en el sentido motor del término, sino que a

diferencia de Freud, lo hace en el sentido más amplio del término “movimiento”

cualquiera sea éste, y cualquiera sea la función.

La inhibición es la detención del movimiento para Lacan. La detención, la

ubica entre la noción de la dificultad y las coordenadas del movimiento.

Síntoma: conceptualizada como la manifestación del sujeto ante esa

dificultad de la inhibición, ya que cuando se está inhibido, se está impedido de algo.

El impedimento, la queja, es el síntoma. Lacan dirá que es lo que embrolla, lo que

21
viene a interferir lo que los analistas van a buscar, es decir al sujeto. Síntoma

entonces es lo que se interpone entre analista y sujeto, y es lo que no llama a la

interpretación.

Para ir completando el cuadro, propondrá en la dimensión del sujeto, el

embarazo. Para ello se sirve de la etimología de la palabra (embarras) para

desarrollar el término. Este embarazo es lo que pone en-barras al sujeto, es decir,

como el sujeto “s “revestido por la barra.

Este embarazo hace referencia a la situación del sujeto cuando está

confrontado con la barra. Es lo que en la dimensión de la dificultad desemboca en

una especie de angustia ligera denominada embarazo. Este embarazo Lacan lo

denominará como el máximo de dificultad alcanzada.

En la otra dimensión, la del movimiento y bajando hasta el síntoma, propone

el término de emoción, para ello una vez más nos lleva al plano de la lingüística,

para decirnos que la emoción en su raíz etimológica viene de la palabra esmoi, que

antiguamente significaba turbación. Este esmoi deriva luego en émoi4.

Tenemos entonces este nuevo término, turbación, con lo que Lacan nos dirá

que este émoi es el turbarse más profundo en la dimensión embarazosa del

movimiento.

Ya llenados los casilleros con emoción, turbación, impedimento y embarazo,

lo que queda son dos casilleros en blanco que serán completados a partir de la

comprensión del manejo de la Angustia, ya que guardan estrecha relación con esta

función.

4
Lacan, Jacques. 1.963. Seminario X La angustia. Clase 1. Ed. Paidós. Bs. As. Pág.5.

22
Estos casilleros serán ocupados con los términos de acting-out y pasaje al

acto.

Pero antes veamos qué dice Lacan acerca de la Angustia:

 Dirá que no es una emoción.

 Sí es un afecto. El afecto está suelto, desamarrado, desplazado,

pero nunca reprimido.

 Ella no es sin objeto (contrario a Freud que decía que no tiene objeto)

 Es lo que no miente, no engaña. Tiene carácter de certeza.

A partir de la breve presentación del cuadro de Inhibición, Síntoma y Angustia,

que Lacan trabaja en el Seminario X, pasaremos a explicitar el fenómeno del

Pasaje al Acto, tal como lo propone Lacan:

Primero y como punto de partida, es necesario aclarar que el término pasaje

al acto en la teoría d Lacan no es un concepto, sino un fenómeno clínico, que se

manifiesta tanto dentro como fuera de sesión.

Pasaremos a continuación a desarrollar este fenómeno según la obra de

Lacan:

Partiendo del cuadro de doble entrada, decíamos anteriormente que el autor

dejaba dos casilleros en blanco y que luego serían llenados con los términos de

pasaje al acto y acting-out.

Pero ¿cuál es la estructura o la condición para que un sujeto pase al acto o

tenga un acting-out?

23
Lacan planteará que para que haya pasaje al acto es necesario que se de en

el sujeto el máximo de Dificultad alcanzada, situación que denominará como el

Embarazo, y que ya se menciona anteriormente, con la adición de la Emoción

como desorden del Movimiento, el sujeto se precipita desde el lugar en donde él

está, de la escena, escena que sólo puede mantenerlo como sujeto historizado, es

decir como sujeto del inconsciente, que propone Lacan. El sujeto del inconsciente

es aquel que tomado por lo simbólico, en el orden del lenguaje, es pensado y

hablado aún antes de nacer, es por eso que lo llama sujeto historizado. Es de allí de

donde el sujeto se sale de escena, se deja caer (niederkommen).

Este sujeto, salido de escena está al máximo borrado por la barra (embarazo-

embarras), barrado al máximo, queda entonces como un resto, un residuo, es decir

en una total identificación con el objeto “a”. Lacan dirá entonces que tal es la

estructura del pasaje al acto.

Entonces para que haya Pasaje al acto, es necesario:

 A nivel del sujeto se debe dar el máximo de dificultad alcanzada.

 El momento de mayor embarazo.

 Agregado de emoción.

 Desorden del movimiento (con tipicidad de turbación).

 Precipitación de la escena (con carácter de fuga).

A lo cual nosotros agregaremos dos características más a partir de la teoría

expuesta en el Seminario X:

 Deficitario manejo de la angustia.

 Identificación con objeto “a”.

24
También Lacan para explicitar el fenómeno del pasaje al acto, utilizará la

metáfora “del grifo” en el Seminario X, diciendo que el pasaje al acto es el abrir el

grifo, pero sin saber lo que se hace; mientras que el acting-out es la presencia o no

del chorro de agua; y el síntoma es que el grifo pierde. Esta metáfora apunta a

graficar el cumplimiento de deseo, y la causa del mismo, diciendo que de lo que se

trata es siempre del deseo en el pasaje al acto, es decir del objeto “a” como causa

del deseo, ésta causa de deseo es desamarrada, suelta, de allí que tenga el

carácter de impulsividad o descontrol, que es típico de las acciones manifestadas

en el pasaje al acto.

Lacan también articulará además el pasaje al acto con la demanda.

Veamos esto de la demanda: ¿A quién va dirigida?

Simplemente la demanda del pasaje al acto en un primer instante va dirigida

al Otro, como demanda de amor incondicional, es decir que lo que se demanda es

amor por parte del Otro, es un acto desesperado, un intento de subjetivarse, de ser

la causa de deseo del Otro. Es por ello que el sujeto se desubjetiviza al máximo en

su intento, cayendo en la total identificación con el objeto a, quedando como resto,

residuo, deyecto (lo que se cae) de esa relación simbólica, de la que cae como

sujeto historizado y convirtiéndose en un objeto, en una cosa.

Dirá para concluir que el pasaje al acto y el acting-out tienen una estructura

opuesta entre sí respecto del acto, del acto como acción, en todas las vertientes del

término acción, no sólo el de la motricidad.

25
CAPÍTULO II

EL PASAJE AL ACTO

II.1 Recorrido histórico del Concepto

26
El concepto de Pasaje al Acto es introducido por primera vez, por la

psiquiatría clásica del S XIX y hasta mediados del S XX. Dicho concepto hacía

mención la más de las veces a una acción de tipo desenfrenada o no premeditada

por el sujeto que la cometía. Así el concepto se desliza hacia el ámbito psiquiátrico

y jurídico, por ser actos que se cometían con brutalidad, o con ausencia del

pensamiento. Es decir, que estos actos eran de naturaleza irracional, y remitían a

acciones delictivas; y por ello tal vez que tendiera a confundirse o a compartir

parámetros con el concepto de emoción violenta. De allí que se utilizara

principalmente y de manera casi exclusiva en el ámbito forense, sobre todo para

describir los crímenes y asesinatos de cualidades más aberrantes.

Los psicoanalistas franceses han adoptado el término «acting-out»

adjuntándole por traducción y sinonimia al de «passage à l´acte» (pasaje al acto),

pero reteniendo únicamente del acto la dimensión de la interpretación a dar en la

trasferencia. Es por esto que los dos términos tendían a confundirse el uno con el

otro, ya que hasta entonces, el acting-out era definido como un acto inconciente,

cumplido por un sujeto fuera de sí, que se producía en lugar de un «acordarse de».

Vemos aquí la confusión planteada a partir de la ambigüedad del término, tanto en

presentarse en reemplazo de un acordarse, como la manifestación de un acto

violento. Este acto, siempre impulsivo, podía llegar hasta el asesinato o el suicidio.

Sin embargo, tanto la justicia como la psiquiatría clásica se habían visto

interrogadas por estas cuestiones de actos fuera de toda relación transferencial, en

los que se debía determinar una eventual responsabilidad civil por parte del sujeto

que cometía dichos actos.

27
Asimismo, el término pasaje al acto se introduce en la psiquiatría en relación

a los actos psicóticos, tanto de índole impulsivas como resolutorias del delirio,

Lacan no escapa de esta corriente, y lo demuestra en su tesis de doctorado del

memorable caso Aimêe. En el mencionado caso el carácter resolutorio del delirio

vía pasaje al acto queda manifestada por la afirmación de Lacan en cuanto lo indica

como remisión de todo síntoma psicótico.

Esta corriente que entiende el pasaje al acto como resolutorio de delirio, ve su

apoyo en la tipicidad violenta y agresiva de los actos impulsivos que cometieran los

pacientes psicóticos, especialmente en la psicosis paranoica.

Lacan observa en el pasaje al acto el carácter de tipo resolutorio, en donde el

sujeto trata de poner fin o resolver una situación mortificante.

Es decir que el pasaje al acto en estos tiempos psiquiátricos, se reduce

esencialmente a los fenómenos de “impulsión” y “reacción” , por lo que está sujeto

siempre a su aspecto fenomenológico, perdiendo toda posibilidad de análisis

psicológico, o subjetivo.

II.2 Distintas definiciones del concepto de pasaje al acto:

A continuación se desarrollarán los diferentes conceptos del Pasaje al acto,

donde se dará un esclarecimiento del mismo, además de una breve diferenciación

con el Acting-out.

Por ejemplo el Diccionario de Psicoanálisis según Roudinesco y Plon, lo

define de la siguiente manera:

28
Pasaje al Acto:

“Utilizada para designar ciertas formas impulsivas del actuar (Agieren es el

término empleado por Freud), la noción de «pasaje al acto» subraya en psiquiatría

la violencia o la brusquedad de diversas conductas que crean cortocircuitos en la

vida mental y precipitan al sujeto en una acción: agresión, suicidio, comportamiento

perverso, delito, etcétera. Su empleo a menudo peyorativo carece por lo tanto de

especificidad psicoanalítica. No obstante, Lacan ha tratado de delimitarla mejor,

identificándola con una salida de escena en la que, como en una defenestración o

un salto al vacío, el sujeto queda reducido a un objeto excluido o rechazado. Esto

no excluye entonces que haya puesta en acto del deseo del Otro. Pero aquí el acto

no sería «algo que quiere decir», y correspondería a una ruptura del marco del

fantasma y a una expulsión del sujeto.5”

Aquí vemos claramente el ejemplo expuesto en el capítulo II acerca del

término Pasaje al acto, en donde es tomado como sinónimo de acting-out, por

traducción de agieren. El acento, para delimitar la diferencia entre ambos

conceptos, está puesto en la connotación de violencia o de actos que implican

alguna acción violenta o con rasgos de agresividad. También se observa el sesgo

de irreversibilidad de los actos a los que se asocia el término, como para designar

al suicidio o conductas perversas. Pero según esta primera parte de la definición de

pasaje al acto, seguimos observando el paradigma psiquiátrico-forense de la

psiquiatría clásica.

Será recién en la segunda acepción del término pasaje al acto, en donde ya

vemos aparecer la teoría psicoanalítica de la mano de Lacan, donde se puede

5
Roudinesco, E. y Plon, Michel (Eds).(1.997) Diccionario de Psicoanálisis. ( Iº ed., versión digital)

29
apreciar más claramente la aplicación psicoanalítica del término, y cobra peso como

entidad autónoma y diferenciada del concepto de acting-out.

Lo que plantea Lacan es la posición puntual del sujeto en cuanto al deseo del

Otro, y al manejo de la angustia (Cfr. Cap. II). Propone una salida de la escena, en

la cual el sujeto en un máximo de imposibilidad de situarse o responder desde un

lugar, en el que es colocado en la cadena simbólica, se precipita, se suelta,

dejándose caer de la trama de esta escena, por identificación con el objeto a, en

donde ya no se es sujeto sino objeto. Objeto, cosa que no desea, que no es.

Quedando como un resto, residuo, un deyecto.

Este acto del pasaje al acto, no es un acto que quiere decir algo, es por ello

que Lacan dirá que no requiere interpretación, ni es un acto dedicado a otro. El

pasaje al acto constituye la salida, quizá la única, que encuentra un sujeto

confrontado con su propia falta.

En cuanto a la ruptura del marco del fantasma, hace referencia a un traspaso

de los bordes del velo que recubre la angustia. Este velo que viene a estar puesto

por el fantasma, es lo que nos cubre y protege ante lo Real. Ya que este Real viene

a presentificarse en su forma más certera que es la angustia; es de aquí que Lacan

nos dirá que la angustia es aquello que no miente, es certeza (Cfr. Cap. II).

También encontramos más adelante en el mismo diccionario una segunda

definición más ampliada, y que es denominada en alemán como Niederkommen:

“Cuando un sujeto se confronta radicalmente con lo que es como objeto para

el Otro, reacciona de un modo impulsivo, con una angustia incontrolable e

incontrolada, identificándose con este objeto que es el Otro y “dejándose caer ”(…)

”esto se produce cuando se confronta con el desvelamiento intempestivo del objeto

30
“a”, que es para el Otro, y ocurre siempre en un momento de gran embarazo y de

una emoción extrema, cuando para él toda simbolización se ha vuelto

imposible(...).El Pasaje al Acto, es por consiguiente un actuar impulsivo,

inconciente, y no un acto.

No se dirige a nadie, y no espera interpretación alguna.

El Pasaje al Acto, se sitúa del lado de lo irreversible, de lo irrecuperable. Es

siempre un franqueamiento, un traspaso de la escena, al encuentro de lo real,

acción impulsiva cuya forma típica es la “defenestración”. Es negación de sí,

constituye la única posibilidad puntual para el sujeto, de inscribirse en lo real

deshumanizante.

Es el rechazo de una elección conciente entre la castración y la muerte

(...).En todo acto, el sujeto renace de un modo diferente. No es el mismo antes que

después (…)”6

Este Niederkommen, que proviene del idioma alemán y se traduce de forma

literal como:

Nieder: Abajo.

Kommen: Del verbo Komm: Venir.

Ya podemos observar la connotación a la que hace referencia Lacan en su

Seminario X, cuando define al Pasaje al acto como un “dejarse caer”, una caída de

la escena por parte del sujeto, es el precipitarse del sujeto.

6
Idem

31
Este dejarse caer tiene relación con la salida del sujeto, allí donde ya no es

sujeto sino objeto. Es por ello que el Pasaje al acto se sitúa a nivel del Otro, pero

nunca del lado del sujeto, simplemente porque ya no hay sujeto; sino objeto. El

sujeto deja de ser sujeto por una total identificación con el objeto a.

Ya en la segunda parte de la definición del diccionario según Roudinesco y

Plon, queda clara y explicitada la dinámica inconciente que se observa en el Pasaje

al acto.

Por otra parte, en el Diccionario de Psicoanálisis, de Laplanche y Pontalis, el

término pasaje al acto no está presente en sus páginas; pero sí el de acting-out.

Veamos entonces esta definición, ya que es aquí una vez más donde se observa la

confusión a la que se presta, por el uso sinonímico de ambos términos (pasaje al

acto y acting-out).

Acting-out:

“Término utilizado en psicoanálisis para designar acciones que presentan casi

siempre un carácter impulsivo relativamente aislable en el curso de sus actividades,

en contraste relativo con los sistemas de motivación habituales del individuo, y

adoptan a menudo una forma auto o heteroagresiva. En el surgimiento del acting-

out el psicoanálisis ve la señal de la emergencia de lo reprimido. Cuando aparece

en el curso de un análisis (ya sea durante la sesión, o fuera de ella), el acting-out

debe entenderse en su conexión con la transferencia y, a menudo, como una

tentativa de desconocer radicalmente ésta.”7

Podemos fraccionar la definición en dos grandes partes: La primera que

corresponde al uso sinonímico con el concepto de pasaje al acto, siempre

7
Laplanche J. y Pontalis J.B.. (Eds.) (2.001)Diccionario de Psicoanálisis. Argentina: Ed. Paidós

32
remitiendo al paradigma médico-legal, del que ya habláramos anteriormente, y que

hace hincapié en las acciones intempestivas, bruscas o violentas, y que salen del

repertorio de la conducta del sujeto. Es decir que conservan este matiz de la

reacción y la agresividad, con que se asocia generalmente al pasaje al acto.

La segunda, que hace referencia a eso que ya mencionara Freud con su

agieren. Donde se pueden apreciar más caracteres de índole clínica, como la

referencia a la transferencia, la represión y el olvido de los recuerdos.

Pero seguimos viendo esta escasa delimitación entre un concepto y otro, en

donde la diferenciación, no está clara donde ambas dependen de la consumación

de un acto violento.

Se expondrá el concepto de Acting-out del Diccionario de Psicoanálisis,

según Roudinesco y Plon. Dado que algunos autores lo usaran como sinónimo de

pasaje al acto, por ello se cree necesario definir dicho concepto con el objeto de

ilustrar de forma clara la distinción entre ambos.

Acting-out:

“Actuar que se da a descifrar a otro, especialmente al psicoanalista, en una

destinación la mayor parte de las veces inconciente. El acting-out debe ser

claramente distinguido del pasaje al acto. Para S. Freud, el término Agieren

intentaba recubrir los actos de un sujeto tanto fuera del análisis como en el análisis.

Este término deja naturalmente planeando una ambigüedad, puesto que recubre

dos significaciones: la de moverse, de actuar, de producir una acción; y la de

reactualizar en la trasferencia una acción anterior. En este caso preciso, para

33
Freud, el Agieren vendría en lugar de un «acordarse»: por lo tanto, más bien actuar

que recordar, que poner en palabras (…)”.8

No es la intención del presente trabajo exponer ni explicar el acting-out, se

toma como ejemplo esta definición para salvaguardar algún tipo de confusión con

Pasaje al acto.

Conclusión: Acting-out es un actuar del sujeto, sin saber éste que lo realiza.

Ese actuar está siempre destinado a otro, y será ese otro el responsable de

interpretarlo. Es una puesta en escena para la interpretación de otro.

El Pasaje al acto en cambio, no se da a descifrar a nadie, es una acción que

carece de sujeto, ya que a nadie va destinado, y que tampoco hay sujeto que lo

realice, el sujeto está en posición de objeto; es por ello que Lacan insistiera en decir

que es un acto sin sujeto.

Sin sujeto a quien va dirigido, y sin sujeto que lo actúe, el sujeto se convirtió

en objeto resto, residuo.

Pasando al plano comportamental, el Pasaje al acto supone un cortocircuito

en los tres tiempos lógicos de Ver, Pensar y Actuar.

Ver o momento de la mirada: constituido por el primer tiempo de toda

acción, destinada a “reconocer” el campo de acción, y que determinará las

conductas o estrategias de afrontamiento posteriores ante determinada situación

que requiere de una acción específica por parte de éste.

Pensar o comprender: constituye el segundo tiempo lógico de la acción, el

cual requiere de una función superior del sistema nervioso, como es el


8
Roudinesco, E. y Plon, Michel (Eds).(1.997) Diccionario de Psicoanálisis. ( Iº ed., versión digital).

34
pensamiento, acción que está asociada a otras como la planificación, anticipación,

orientación, atención, memoria, etc.

Actuar o concluir: especificado por la acción motriz, pero hace referencia a

cualquier acción específica por parte del sujeto para resolver o concluir una tarea.

En el Pasaje al acto vemos un salto, un cortocircuito entre los tiempos de ver

y pensar, en donde en un primer término existe el ver, pero el momento de pensar

está interferido, interceptado, por lo que el sujeto pasa directo y sin mediar el

pensar, al actuar.

En síntesis podemos decir que el tiempo del pasaje al acto, corresponde a la

urgencia del momento de concluir. Lacan nos dice que lo que precipita ese

momento, es la función de la angustia, delimitando a ésta última en relación al

pasaje al acto, en cuanto relación causal.

II.3 PERSPECTIVA TEÓRICA

En los comienzos de la psiquiatría que hoy conocemos con el nombre de

Clásica, el paradigma imperante es el Discurso del Poder de Michel Foucault, en

donde se afirma que el campo psiquiátrico surge en relación con criminales,

vagabundos y enfermos mentales. El término de Pasaje al acto no escapa a las

corrientes de esos días, siendo éste entendido desde la preocupación respecto de

los actos criminales en dos sentidos: el primero responde a entender qué procesos

mórbidos preceden a un acto criminal, para poder ejercer la adecuada prevención

35
social. El segundo, el interés teórico sobre las acciones que aparecen las más de

las veces como resolutorios de las dificultades del individuo.

El término es relativamente nuevo, no se conoce con exactitud su aparición,

por lo que se citará en este trabajo como años aproximados, mediados de los años

’50, aunque su uso habitual en los diccionarios psiquiátricos no adquiere todavía un

carácter nosológico como para ser incluido en éstos.

La expresión passage àl’acte viene a sustituir el término de impulsión.

Fue Morel el primer interesado desde la psiquiatría en conocer los procesos

que llevan a la impulsión a pasar al acto. Desde esta perspectiva, el término pasaje

al acto califica a la acción como un proceso de tipo brutal y desenfrenado, que tiene

más que ver con un delirio, que con un problema de índole orgánico o exógeno.

Lo que destaca del término es su carácter de impulsividad e imprevisión.

En la psiquiatría clásica podemos enumerar dos momentos históricos en

relación al pasaje al acto:

1. A comienzos del siglo XIX, la tentativa de Esquirol de delimitar las

categorías de las monomanías, precisamente las de tipo homicida.

2. Momento en el que la teoría psicoanalítica comienza a ser aplicada a la

problemática de los pasajes al acto en los años 1.920- 1.930.

En el primer momento de la teoría del pasaje al acto, el uso del término en la

práctica de los expertos, no consigue un valor semiológico fuera del campo de las

psicosis. Es por ello que en los comienzos el concepto se inaugura en relación a la

clínica de la monomanía.

36
Esquirol trata de aplicar esta categoría a sujetos que cometieran crímenes

bizarros. En 1.814 crea la gran clase de las monomanías, en las que agrupa los

cuadros que aquejan parcialmente la mente. De estas categorías interesa la de

monomanías instintivas, en las que el enfermo es llevado a actos que la razón y los

sentimientos no los determinan, la conciencia los reprueba, y la voluntad no tiene

más remedio que reprimir. De esta descripción destaca la dimensión mutativa del

pasaje al acto, en el sentido que produce una modificación en la conducta del sujeto

después de su ejecución; éste se calma, no piensa, no disimula y revela los detalles

del crimen, y los síntomas delirantes desaparecen.

Esta es la primera definición del poder resolutivo del delirio, que fuera uno de

los aspectos que atrajera a Lacan en los comienzos de su teoría, el pasaje al acto y

monomanía se superponen en la psiquiatría francesa, y por ende el término de

pasaje al acto hereda esa vaguedad.

En el año 1.909 en la monografía de Sèrieux y Capgras, aparece la forma

reivindicativa, tipo de psicosis sistematizada en la que predomina una idea fija,

impuesta al espíritu en forma obsesiva. La combinación de lo obsesivo y lo

maníaco, lo caracteriza como un delirio de actos. La exaltación maníaca es la

expresión esencial y motor fundamental de la acción, que le otorga al pasaje al acto

un matiz netamente impulsivo.

Henri Ey le cambia el nombre al de impulsión, su concepción se apoya sobre

el modelo órgano-dinámico, con el que postula una mezcla entre factores

congénitos y los adquiridos. En su Tratado de Psiquiatría le da un lugar entre los

trastornos psicomotores sistematizados, entendidos como anomalías del

comportamiento al tipo de actos impulsivos y obsesiones impulsivas. En este

contexto aplica la categoría de pasaje al acto a fenómenos impulsivos: “Actos

37
lúcidos, afectivamente motivados pero desconcertantes, cuyo paso al acto está

condicionado por un desequilibrio emocional y volitivo que, justamente, se

denomina impulsividad”.9

Henri Ey agrupa fenómenos tan disímiles como asesinatos, rituales

obsesivos, automutilaciones, tics, espasmos, estereotipias, manierismos, acciones

perversas, entre otras, haciendo así del pasaje al acto una noción tan general como

difusa, tan así, que se torna difícil reconocer su utilidad.

La impulsión hace del pasaje al acto un efecto de la ausencia de control de

las acciones, al modo de un automatismo, una acción descontrolada y sin

significación, se trataría de actos automáticos desprovistos de intención.

En un segundo momento de la teoría del pasaje al acto, con Jaspers y

Kretschmer, encontramos la escuela reaccional, que surge en contraposición al

psicoanálisis y el conductismo, en la década del ’60. Respecto de los crímenes

cometidos por enfermos mentales, Jaspers observa que los textos se orientan

exhaustivamente a éstos, e incluye el pasaje al acto agresivo

Así se aleja del innatismo, concibiendo la personalidad como compuesta por

elementos primitivos dentro de su desarrollo. Cobra importancia la historia del

individuo.

Respecto a los crímenes cometidos por enfermos mentales, Jaspers notará

que los textos de Psicología criminal apuntan su interés especialmente a ellos, e

incluye el pasaje al acto agresivo en una serie o escala, en donde éste parece ser

el punto extremo de la misma.

9
Ey, H.; Bernard, P.; y Brisset, Ch.(1.965). Tratado de psiquiatría, Barcelona, Masson, pág. 100.

38
La referencia a Jaspers es puntual para Lacan, pues le aporta el modelo de

las relaciones de comprensión, también toma Lacan los conceptos de reacción,

desarrollo y proceso, pero matizados por el concepto de reacción que presenta

Kretschmer.

Lacan se interesa por su noción de reacción, entendida como parte del

desarrollo de la personalidad, y la de proceso como lo que irrumpe, por introducir en

la personalidad un elemento nuevo y heterogéneo que implica un trabajo de síntesis

que necesariamente debe culminar en una personalidad nueva, e inaugura un

nuevo desarrollo.

Kretschmer propone una revisión total de la teoría de la paranoia, e introduce

la idea de la injerencia de factores exógenos, es decir, circunstancias externas que

favorecen el desencadenamiento del delirio, e introducen un corte en la continuidad.

Así cobra importancia su concepción de la reacción. Kretschmer observa que

diferentes sujetos no reaccionan igual ante una situación similar, por ello intenta

determinar qué tipo de personalidad y modo de inclinación reactiva son decisivos en

cada caso. Por lo tanto la reactividad psíquica no depende solamente del concepto

de vivencia, sino que los despega y propone que hay reacción cuando un factor

externo contribuye causalmente al desencadenamiento de la psicosis. Es decir que

puede ser tanto una vivencia única, como un factor crónico permanente, en el

ambiente vital del individuo.

La reacción de Kretschmer se distingue de la de Jaspers, porque no supone

un desarrollo de la personalidad, sino que le hace lugar a la contingencia.

Por otro lado, encontramos a Guiraud, que establece la distinción entre

crímenes del Yo y del Ello, en segundo lugar introduce un término novedoso: kakon,

39
término que proviene del griego”kakóv”, que significa mal, vicio, perversidad; pero

también desgracia, dolor. Esta expresión es tomada de la neurología, donde tiene la

significación de un mal que el enfermo debe librarse. Es decir que la ideación

conduce a una lucha contra el mal, contra ese kakon.

La liberación del kakon, es la causalidad que Guiraud aísla en ese espectro

de crímenes inmotivados; liberación que nos conduce a la idea resolutoria del

pasaje al acto. En este sentido, también Guiraud se refiere al rasgo liberador del

acto.

No obstante, por las exigencias médico-legales, los psiquiatras se ven

compelidos a encontrar coincidencias respecto de los parámetros que hacen que

una acción pueda calificarse de pasaje al acto, y sus efectos jurídicamente

punibles.

En “El problema del estilo y la concepción psiquiátrica de las formas

paranoicas de la experiencia”, Lacan encara el problema del pasaje al acto en su

fase legal, discutiendo la imputabilidad, es decir la responsabilidad por parte del

autor, de los crímenes cometidos. Es decir que el empeño está puesto en el asunto

legal de la responsabilidad, o sea la imputabilidad. Con este fin, los psiquiatras

forenses terminan por clasificar diversas formas de pasaje al acto, según sus

características y fases. El acento recae entonces en la distancia entre el acto y el

fin, porque para los jueces es necesario evaluar acciones efectuadas y no

intenciones.

Entonces desde esta mirada netamente jurídica, el pasaje al acto simbólico,

constituye un delito imposible.

40
La psiquiatría actual, representada fundamentalmente por el paradigma de las

neurociencias, se diversifica en una multiplicidad de perspectivas teóricas y clínicas.

Por su parte en los actuales manuales de diagnósticos estadísticos de

psiquiatría como el DSM, encontramos la necesidad de encontrar un código único y

consensuado para establecer una nosología universal. Es por ello que los DSM se

proponen ateóricos, se desentienden de la consideración de la etiología. Su fin

clasificatorio, se limita a describir hechos observables, dejando de lado la dimensión

del sujeto, en tanto determinado por el lenguaje y la ética.

Por lo planteado aquí, de más está decir que el término pasaje al acto no

figura en sus páginas.

Teniendo en cuenta que los manuales DSM, proponen un modelo multiaxial,

el término aparece desmembrado en distintos trastornos correspondientes a

distintos ejes; así podemos rastrearlo por ejemplo en el Eje I, el de los trastornos

clínicos en el que la evaluación se centra en el estado actual del paciente; en el Eje

II, de los trastornos de la personalidad y en el Eje IV, de los problemas

psicosociales y ambientales.

En el Eje I, lo engloba en la categoría Trastorno del control de los impulsos no

clasificados en otros apartados. Allí encontramos por ejemplo, el Trastorno

explosivo intermitente (F63.8), caracterizado por varios episodios de dificultad para

controlar los impulsos agresivos, dando lugar a situaciones de violencia

desproporcionada.

También está incluido en la categoría de la Cleptomanía (F63.2) y Piromanía

(F63.1), consideradas formas de pasaje al acto, en las descripciones clásicas,

especificadas todas ellas a partir de la noción de la impulsividad.

41
Siguiendo la misma línea, encontramos en el Eje II, el Trastorno antisocial de

la personalidad (F60.2), definido desprecio y violación de los derechos de los

demás, que son motivo de detención, con características de impulsividad,

irritabilidad, agresividad, etc.

Por otro lado, en el mismo eje, encontramos la categoría Trastornos del

control de los impulsos no clasificados en otros apartados, nos dice aquí que el

factor de la impulsividad una vez más, ocupa un lugar privilegiado a la hora de la

clasificación.

También hace mención al término, en la categoría Trastornos de movimientos

estereotipados (F98.4), que es un comportamiento impulsivo y no funcional, que da

lugar a autolesiones y “que no se explica mejor” por una compulsión, tic,

estereotipia, trastorno del desarrollo o por tricotilomanía.

Lo podemos encontrar referido, además en la Bulimia nerviosa (F50.2), bajo

las formas de atracones de comida y la provocación de vómitos.

También en el Trastorno límite de la personalidad (F60.31) expresada por sus

conductas desmedidas, abuso de sustancias, gastos, sexo, conducta temeraria,

comportamientos o intentos suicidas, automutilaciones, e incluso en el Trastorno

obsesivo-compulsivo (F42.8).

Lo rastreamos también en el apartado de Trastorno de angustia sin

agorafobia (panic disorder) (F41.0); o con agorafobia (F40.01). Esta descripción

tiene el valor de situar las crisis de angustia inesperadas recidivantes como el

síntoma fundamental y básico; aunque muchos de estos síntomas podrían

explicarse, según el caso, como un pasaje al acto producto de la angustia, y no un

índice de ella.

42
Volviendo al tema de los manuales DSM, éstos siguen adheridos al modelo

de ligar el pasaje al acto con la impulsividad, tomando distancia de las implicancias

clínicas y éticas que el psicoanálisis atribuye al problema del pasaje al acto.

Contribuyen además a la misma ambigüedad nosológica que ya era observada en

la psiquiatría clásica, dado que el término se halla dispersado en una diversidad tan

extensa de trastornos, que su delimitación se vuelve imposible.

II.4 PERSPECTIVA TEÓRICA PSICOANALÍTICA

El concepto de Pasaje al acto ingresa a la Psicología de la mano de Lacan,

que toma este concepto en el “Seminario X La Angustia(1962-63) ” para describir

manifestaciones del sujeto tanto dentro como fuera de la sesión; y lo convierte en

un término original. Lo trabajará también en el Seminario VI, pero con mayor énfasis

y detalle en el Seminario X, anteriormente citado.

Freud en su memorable análisis del caso Dora10 es quien introduce por

primera vez, el término “agieren”, que traducido del alemán al inglés se le otorgó el

análogo de Acting-out, forma sustantiva de to act to.

Freud nombra este agieren11, para describir el proceso que vía transferencia

manifiesta Dora con la figura del analista.

En su artículo Recordar, Repetir y Reelaborar, de 1.914, habla más en detalle

de este agieren de la transferencia, y lo describirá como una acción dirigida o


10
Freud, Sigmund. “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora, 1905)” (1.905). Obras
completas, TomoVII. Amorrortu Eds. Bs. As., 1.988.
11
Freud, Sigmund. “Recordar, repetir y reelaborar” (1.914). Obras completas, Tomo XII. Amorrortu
Eds. Bs. As., 1.988.

43
tendiente a actuar en terapia todo lo que no es querido por el paciente ser

recordado, esta acción nada tiene que ver con lo motriz, error éste en que cayeron

varios lectores, (y así mismo se prestó a malas interpretaciones) sino Freud lo

describe en el sentido de “actuar”.

Freud descubre en el análisis que el paciente se comporta como en la técnica

hipnótica, que bajo sugestión recuerda todo cuanto se le pregunta, ya que el

objetivo en aquel momento es “levantar las resistencias, llenar lagunas y así remitir

el síntoma”; pero el inconveniente y similitud con el proceso hipnótico era que el

paciente luego lo deniega.

El analizado no recuerda nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo “actúa”,

estos actos cobran una temporalidad presente, es decir que en vez de ser

recordados como suceso pasados se “actúan” como mociones actuales.

Esto que se actúa en vez de reproducirlo como recuerdo, que se reproduce

como acción; el sujeto lo repite sin saber que lo hace, y nombra a esa acción como

una Compulsión a la Repetición que se presenta como resistencia a todo recordar,

y que esto guarda relación con la Resistencia y la Transferencia.

Agrega además que la Compulsión a Repetir, sustituye el impulso a recordar,

y que mientras más alta sea la resistencia, más será sustituido el recordar por el

actuar (repetir). Con este actuar para no recordar, el paciente se defiende de su

pasado; ocultando sus rasgos más patológicos y sus síntomas.

De allí que posteriormente innumerables analistas tomaran a este agieren con

connotaciones negativas, como portador de la resistencia en el análisis, e

impidiendo un acceso a la cura; ya que lo tomaban como señal de entorpecimiento

o como un obstáculo analítico.

44
Veamos más acerca de este agieren de Freud:

Lo que Freud describe es lo que en estos días conocemos como Acting-out.

Él no habla de Pasaje al acto, pero es de importancia remitirnos a él, ya que a partir

del concepto de “agieren”, que fuera traducido como acting-out, y de que éste

decanta en forma sinónima de pasaje al acto que J. Lacan introduce el término, y

hace una clara distinción entre Acto, Acting-out, y Pasaje al acto.

Lacan en el Seminario «La angustia», propone una conceptualización

diferenciada entre acto, pasaje al acto y acting-out, apoyándose en observaciones

clínicas de Freud: Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora, 1905) y

Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920). En estos dos casos,

los agieren están situados en la vida de estas dos jóvenes aún antes de que una u

otra hubiesen pensado en la posibilidad de un trabajo analítico.

La diferencia que introduce Lacan para distinguir acting-out y pasaje al acto

puede ser ilustrada clínicamente.

Todo el manejo de Dora con el señor K. es un claro ejemplo de acting-out,

donde ella se introduce en la escena triangular de la relación entre el Sr. y la Sra.

K., posicionándose como “la amante”; y también en la triangulación entre su papá y

la Sra. K., tomando el lugar de “la posibilitadora” de dicha relación, la llave maestra

que abre o cierra la relación.

En lo que concierne a la joven homosexual, el tiempo que ocupa en pasearse

con su dama bajo las ventanas de la oficina de su padre o alrededor de su casa es

un acting-out con relación a la pareja parental. Es un llamado a ese padre

simbólico.

45
El acting-out es entonces una conducta que un sujeto sostiene y que se da a

descifrar a un otro, a quien se dirige. Es una especie de transferencia, Lacan dice al

respecto que es una transferencia “salvaje”.

Aunque el sujeto no muestre nada, “algo” se muestra, fuera de todo recuerdo

posible y de todo levantamiento de una represión. El acting-out se da a oír a otro.

Es una demanda que se hace al Otro desde lo simbólico.

El que actúa en un acting-out no habla en su nombre. No sabe que está

“mostrando”, del mismo modo en que no puede reconocer el sentido de lo que

devela. Es una puesta en escena del rechazo que genera angustia, del decir del

Otro.

El Acting-out se diferencia del Pasaje al Acto, en que en el primero es la

inclusión del sujeto en una escena, que monta para un Otro, el cual lo interpreta

desde su condición de sujeto tomado en lo simbólico, es un acto dirá, que va

dirigido siempre a Otro. De allí que diga que es un acto con sujeto.

El Pasaje al acto, es la caída del sujeto de esa escena primera (aquella en la

que alguien nos significó, nos bañó de lo simbólico), el sujeto se sale así de la

cadena simbólica para acercarse más a lo Real, hay una ruptura desde lo simbólico

que lo sostiene y lo significa, quedando atrapado por ilusión fantasmática en el

objeto “a”, perdiéndose en la demanda del Otro, es el dejarse caer del sujeto de la

escena.

A partir de esta identificación con el objeto “a”, el sujeto ya no es más sujeto;

ahora es objeto. El Pasaje al acto ocurre siempre en ese no lugar, vacío de

significación.

46
El sujeto a partir de allí no es más él mismo, hay un corte, deja de ser lo que

era para ser otro, pero ya no “ese” mismo.

En el Pasaje al Acto no hay un Otro para quien va dirigido dicho acto, por eso

Lacan refiere, que es un acto sin sujeto. No hay una espera de algo ni de alguien

quien pueda significar el acto, es simplemente el fin, la meta del sujeto, la pérdida

en lo Real, la caída del velo que recubre eso real. El Pasaje al Acto, es metafórico.

Hay un corte en la cadena de significantes.

El ejemplo claro de Pasaje al acto que nos remite Lacan es el emblemático

cachetazo que le propina Dora al Sr. K a orillas del lago cuando éste le confiesa su

amor; Dora así se “sale” de la escena (quizá de una escena triangular) cuando el

Sr. K. refiere “mi mujer no es nada para mí”.

También por su parte en el análisis de la joven homosexual, se clarifica aún

más el ejemplo ya que ésta comete el gran paso al acto que configura un intento de

suicidio, intenta acabar con su vida cuando ante la mirada desaprobadora de su

padre, mientras se paseaba con su dama del brazo, se arroja a las vías de un

ferrocarril. Este arrojar, o dejarse caer a las vías, tiene clara analogía con el pasaje

al acto, en donde el sujeto se sale de la escena o se deja caer de la trama

simbólica. Produciéndose así el corte, la metáfora en la cadena de significantes.

A partir de los conceptos de acting-out y pasaje al acto, me pregunto:

¿Cuánta agresividad puede hacer surgir en un sujeto ese No lugar que tiene en el

Otro?

Esta salida de la escena es violenta, desenfrenada, abrupta, ocurre de golpe,

interceptando y haciendo cortocircuito; quizá por la misma invasión pulsional que lo

47
desencadena y comandada por la angustia, entendiendo agresividad, no en el

sentido violento de la acción, sino en el sentido lacaniano del término.

No será en vano que Lacan ubicara al Pasaje al acto en la columna de la

Angustia.

Angustia que genera el no lugar; ya que nadie está preparado para soportar la

propia castración, el saberse o sentirse con falta. Esa falta que se ocasiona siempre

desde el lugar del Otro, y que nada puede solucionar desde el deseo del Otro. Es

ese saberse (inconscientemente) que no se es ese objeto “a” del Otro, ese objeto

que causa el deseo en el Otro. Es la castración en el Otro y en el propio sujeto.

Falta por estructura, falta que al presentificarse en lo real corriéndose el velo del

fantasma, genera angustia que invade, irrumpe, rompe toda lógica desde lo

Simbólico, confrontación con lo Real, y ruptura de lo Imaginario.

Asimismo lo paradigmático es que el carácter intempestuoso del Pasaje al

acto, lo da la lógica del Otro. Desde el sujeto, éste responde a su propio

funcionamiento pulsional. Es lo más real, lo auténtico, lo que no miente ni engaña.

II.4.1: Superyó y kakon en relación al Pasaje al Acto

El concepto de Lacan como instancia responsable de las funciones de la

conciencia moral, la auto-observación y la formación de los ideales, es una

constante en sus elucidaciones y teorización del pasaje al acto.

48
Su concepción sobre la incidencia del superyó, debe entenderse a la luz de

los conceptos de goce, en tanto que más allá del principio del placer, y el objeto a.

En su teoría, el superyó resulta articulado con su formulación del Otro en su

función subjetivante y estructurante.

Esta relación es la que posibilita a Lacan trabajar en el Seminario X, la

cuestión de la angustia en concordancia con el deseo del Otro, dando a la

concepción del pasaje al acto una importancia teórica y clínica.

Tomando a Paul Guiraud, Lacan introduce en su tesis el concepto de kakon,

vinculándolo a los crímenes aparentemente inmotivados. En la explicación del

pasaje al acto de Aimèe, lo cita casi de manera textual: “Lo que el sujeto quiere

matar aquí no es su yo o su superyó sino su enfermedad, o de manera más

general, el mal, el kakon”12. El pasaje al acto de Aimèe, y también podríamos

conjeturar que en el caso que nos ocupa en este trabajo, el caso del odontólogo

Barreda, se aproximan al mecanismo liberador que el mismo Lacan decía en su

tesis; y es que Aimèe lleva a cabo el acto fatal contra una persona inocente en la

cual veía el enemigo interior, de su propia enfermedad. Se trata en este caso de

una realización del kakon, siendo el pasaje al acto un medio eficaz para eliminar la

intrusión de ese kakon, monstruo interno.

Para Lacan el kakon remite a un goce intolerable, del cual el sujeto quiere

liberarse, y articula éste con el pasaje al acto en cuanto reconoce el mecanismo

liberador, y agrega elementos significativos, como que la persona agredida es

símbolo del enemigo interior, de la enfermedad misma, es su imagen especular.

Describe las tendencias autopunitivas ligadas al superyó, y a la luz del concepto

12
Lacan J. (1.932)”De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad”. Mexico D.F., Siglo
XXI, 1.998, pág. 275.

49
freudiano de narcisismo; lo articula con el transitivismo propio del pasaje al acto

criminal.

En cuanto a la incidencia del superyó en los fenómenos del pasaje al acto,

Lacan atribuye esta relación a la doble referencia de la función del superyó:

 Por un lado opera como límite al goce, que el otro encarna.

 Por el otro funciona como empuje a hacer algo, a actuar un goce.

Esto denota lo que dijéramos anteriormente, que ambas referencias acentúan

registros diferentes del superyó. La misma instancia que fuerza la impulsión

homicida, es la que lo desvía y retarda, o que está ausente según el caso.

Debemos entender al superyó, como aquello en relación con el complejo de

Edipo, todo esto teñido por lo cultural, social, y los ideales. De allí proviene

justamente esta tensión interna, producto de las dos caras del superyó; una cara es

la bondadosa, la de las identificaciones paternas, aquellas herederas del complejo

de Edipo. Y la otra, la cara menos amable y que aparece acentuada en Lacan por

su faz pulsional y que hunde sus raíces en el Ello, y como tal podemos decir que

esta faz es heredera del Ello.

Lacan se refiere a esta doble cara del Superyó en el Seminario I:”El superyó

es un imperativo. Como lo indica el sentido común, el uso que de él se hace, el

superyó es coherente con el registro y la noción de ley, es decir con el conjunto del

sistema del lenguaje en tanto define la situación del hombre como tal, es decir, en

tanto que éste no es sólo individuo biológico. Por otra parte, es preciso acentuar

también, y en sentido contrario su carácter insensato, ciego, de puro imperativo, de

50
simple tiranía”.13 El superyó entendiéndolo siempre como ley, impone un orden,

pero un orden sin dialéctica, es decir sin otro, Otro, hecho que se ve expresado en

su severidad.

La función del superyó está teñida por todo lo cultural y por los personajes

que circulan en el Complejo de Edipo, es por ello que la estructura del lenguaje se

vuelve inseparable y dependiente de éste. Esta doble faz hace referencia a

registros diferentes, una cara simbólica, la otra, real, ligada al goce: “El superyó

tiene relación con la ley, pero es a la vez, una ley insensata, que llega a ser el

desconocimiento de la ley”14. Esta faceta real del superyó es la que pone de

manifiesto Lacan en su Seminario X cuando trabaja el concepto de superyó como

imperativo categórico, que empuja a gozar al modo de una imperiosa necesidad de

hacer algo como aquello insensato que ordena gozar y que luego rompe todo lazo

social.

En cuanto Lacan explica la reacción agresiva como efecto del límite que el

superyó le impone a la pulsión y por otro, destaca un goce invasor que inflige la

necesidad de actuar, hace coincidir las dos caras del superyó: Una ligada a la

introyección de los objetos parentales y la otra en su faceta más real de imperativo

de goce más sensato.

Las referencias al superyó están presentes cada vez que Lacan se ocupa del

pasaje al acto, sobre todo en el Seminario X, donde desarrolla el concepto.

Podemos ver en ambos casos, en uno el intento de homicidio es la resolución

del delirio, según una primera concepción de Lacan acerca del pasaje al acto. En el

13
Lacan, J. (1.953-1.954) El seminario, libro 1: Los escritos técnicos de Freud, Barcelona, Paidós,
1.981, pág. 161.
14
Idem.

51
caso del odontólogo, el cuádruple crimen es consumado, y se podría decir que las

ideas paranoicas, y el proceso ideativo delirante se detuvo después del hecho.

Pero no todo termina en la resolución del delirio vía pasaje al acto.

CAPÍTULO III

52
III.1CASO CLÍNICO

El domingo 15 de noviembre de 1.992, alrededor de las 11, Barreda se

encontraba en su casa de La Plata, junto a su esposa (Gladys alias Beba), sus hijas

(Adriana 24 y Cecilia 26) y suegra (Ababa).

Beba y Adriana estaban preparando el desayuno. Ababa y Cecilia se

encontraban en la planta alta de la casa.

En esos momentos ingresa a la cocina Barreda saludando. Nadie le contestó.

Salió de la cocina.

Dejó pasar unos instantes y le dijo a su mujer que iba a pasar el plumero en

el techo de la entrada de la casa. También quería atar y podar la parra.

- Mejor que vayas a hacer eso, sí. Andá a limpiar. Andá, que los trabajos de

“conchita” son los que mejor te quedan, es para lo único que servís.- le respondió

Beba con tono despectivo.

53
Para atar la parra, tenía que buscar una escalera que estaba guardada en el

garage de la vivienda, pero antes decidió ir a buscar un casco que tenía en el

bajoescaleras. También allí guardaba una escopeta y los cartuchos de ésta.

Vio la escopeta, sintió un deseo irrefrenable de tomarla, tenía la escopeta en

sus manos, la cargó y caminó por el pasillo hacia la cocina. En el momento que

está por entrar, siente a Beba y Adriana imitando su voz, con el tartamudeo que

éste hacía cuando se ponía nervioso. No dijo nada, se detuvo, les apuntó con la

escopeta.

El primer disparo dio en Beba, de lleno en el pecho. Barreda recargó la

escopeta. El disparo siguiente fue dirigido a Adriana; el impacto le desgarró el

cuello. El segundo tiro fue en el pecho.

Los estampidos alertaron a Ababa y Cecilia, en la planta alta.

La suegra bajó primero, que se encontró en el pasillo con Barreda, que ya

había recargado el arma.

Ababa retrocedió, pero en la puerta del comedor recibió un primer disparo en

su brazo izquierdo, el segundo dio en el pecho.

Cecilia bajó a toda velocidad.

Barreda le apuntó desde un poco más de dos metros de distancia y le

disparó, impactando en el costado del cuerpo, el segundo proyectil dio de lleno a la

altura del seno izquierdo, tirándola boca arriba.

Barreda volvió a recargar la escopeta y le volvió a disparar en el pecho, fue la

única en recibir tres disparos.

54
Luego de ocurrido esto, y después de constatar que todas estuvieran

muertas, trató de arrastrar los cuerpos de Adriana y Beba hacía la lavandería, en un

intento de simular un robo. Como eran muy pesadas, apenas pudo moverlas un

metro con gran dificultad.

Fue a la planta alta, abrió los cajones y tiró la ropa de Beba y Adriana al piso,

hizo lo mismo en la otra habitación. Bajó y siguió tirando cosas y desordenando el

comedor. Dejó además el teléfono descolgado.

Después desarmó la escopeta en tres partes.

Subió al baño, se sacó el guardapolvo con sangre, el resto de la ropa, se

duchó y se cambió de ropa para salir. No pudo recorrer la casa porque tenía miedo

de pisar sangre y dejar rastros.

Más tarde en su declaración dirá que no recuerda ver personas tiradas en el

piso; sólo bultos.

Alrededor de las 11.30 hs. salió de su casa, guardó las partes de la escopeta

en el baúl de su auto; en el asiento de acompañante colocó el guardapolvo de lona

y el pantalón de jean.

Se subió al auto y condujo hasta Punta Lara, en la zona de Boca Cerrada, y

se detuvo a un costado del camino, y arrojó en tres lugares distintos las partes de la

escopeta.

Se dirigió a casa de una amiga (Pirucha) y le confesó que “se mandó una

cagada”, tomaron mates juntos, y conversaron sobre el pronosticado desenlace

apoyándose en una significación mística que ambos le habían otorgado a la

vivienda, la cual estaba para ellos “maldita”.

55
Luego de esto, pasadas las 14.30 hs. más sereno, se fue al zoológico de La

Plata donde se quedó un tiempo observando a los animales.

Más tarde se dirigió al cementerio; como había planeado el día anterior “para

conversar con mis viejos”, -“contó luego “.

Posteriormente fue a encontrarse con una amante, Hilda Bono. A las 16.30

entró a un hotel alojamiento con su amiga, estuvo dos horas y media.

A la noche, fueron a comer pizza y después Barreda acompañó a su amante

hasta su casa.

A la medianoche regresó a su casa y prendió las luces. Los cuatro cuerpos

seguían ahí, desparramados. Siguió su plan: fue a buscar un servicio de

ambulancias. Y cuando llegó la Policía contó la historia de robo y fingió sorpresa.

Tres días después, la policía lo detuvo. Fue trasladado a la seccional.

El comisario Ángel Petti tenía una sospecha, pero Barreda seguía haciendo

su papel. Hasta que el policía probó una fórmula: le dio un Código Penal, abierto en

la página donde el artículo 34 establece la inimputabilidad. Es decir, donde se indica

que no son castigados aquellos que no entienden —por locura u otra causa— lo

que hacen.

Leyó el texto. Se sintió más seguro. Entendió el mensaje.

Había llegado el momento de cambiar de papel. Un rato después llamó a Petti

y le contó la verdad.

56
El 7 de agosto de 1995 reveló cada detalle del cuádruple crimen a los

integrantes de la Sala I de la Cámara Penal Carlos Hortel, Pedro Soria y María

Clelia Rosentock.

Es de destacar que durante su relato, Barreda nunca se quebró.

Para entonces, la opinión pública estaba dividida entre quienes lo creían loco

y aquellos que veían un gran simulador en él.

Luego en la cárcel pasó a tener una popularidad inusitada e incomprensible

por haber terminado con las mujeres que lo molestaban. Dicha popularidad se

extendió fuera de la cárcel. Incluso en la actualidad se pueden ver los graffiti en la

fachada de su casa de La Plata, con connotaciones idólatras, hacia el acto mismo y

hacia su persona. Esta fama se extendió también a los ámbitos académicos, dado

que mientras Barreda se encontraba cumpliendo su condena, comienza estudios de

Abogacía en la facultad de Derecho de La Plata, donde al ingresar, firmaba

autógrafos, y era vitoreado con la impronta de “Barreda ídolo”.

Después de largas jornadas de juicio, el acusado fue condenado a reclusión

perpetua por triple homicidio calificado y homicidio simple. De los tres jueces, sólo

Rosentock creyó que Barreda estaba loco. Y dijo en el fallo: “Era un fanático de la

unión familiar que sucumbió cuando la vio desintegrarse”.

III.1.1: Declaración indagatoria realizada el 26 /11 /1992

“El imputado reconoce que luego de una discusión con su esposa, “pierde la

noción de las cosas y no sabe cuánto tiempo pasa hasta que se encuentra con el

arma en la mano. Al referirse el arma en la mano se refiere a la escopeta que

estaba guardada debajo de la escalera principal y había aparecido el sábado. Se

57
encuentra con la escopeta en las manos, sentado en el sillón del living y al mirar

hacia el fondo observa personas caídas. Al precisar la respuesta por Su Señoría,

manifiesta que ve un bulto, una persona caída y es entonces que se pregunta sobre

qué pudo haber pasado manifiesta: “Dios qué he hecho”. Preguntado por su

Señoría si alcanzó a reconocer los cuerpos caídos dice que sí, que eran los

habitantes de la casa: su suegra, su esposa Adriana, y no recuerda si también

estaba su hija Cecilia. Dice que entra en una “nebulosa”, de la cual reacciona o

despierta en la puerta de la casa…Al salir de la casa se lleva con él la escopeta y la

tira en un arroyo o canal.”

III.1.2: Declaración indagatoria realizada el 18/5/1993

El día del hecho a Barreda se le había puesto en la cabeza desde hacía

aproximadamente dos años que “era un problema entre ellas y yo”. Esto lo dice en

el sentido de la muerte de todas las componentes del grupo familiar. Que después

de un postoperatorio, cuando pudo caminar concurrió a una armería, donde compró

una caja de cartuchos para la escopeta que tenía y que guardaba debajo de la

escalera. Esta idea de muerte se generó en el postoperatorio y se fue acrecentando

con el tiempo y se le había hecho una cosa insoportable, inevitable, una forma de

hacer justicia. No sabía en qué momento iba a hacerlo. Unos días antes del hecho

prueba la escopeta, comprobando que funcionaba bien. Sucede entonces el

episodio de la parra y entonces después de las burlas de que había sido objeto, va

a buscar la escopeta…va hacia donde estaban ellas. Dispara contra ellas, no sabe

si estaban de frente o de espalda, lo único que recuerda es que estaban frente a la

mesada. Y la última expresión que escuchó de ellas, es el remedo de su voz, con el

tartamudeo que caracteriza a Barreda cuando se pone nervioso. Después de los

disparos ve caer a los dos cuerpos al suelo sin advertir sangre en el cuerpo o su

58
alrededor. Luego vuelve a cargar la escopeta y dispara contra ellas quienes se

encontraban en el suelo. Luego de ello baja su suegra y previo a ello había cargado

a la escopeta. Viene por el pasillo y cuando su suegra aparece a la altura de la

puerta del comedor, le dispara impactando en el cuerpo…repitiendo el disparo…

Luego carga nuevamente el arma, ve aparecer en la escalera a su hija Cecilia que

dice…”qué hiciste”…que no recuerda si también en la expresión incorporó hijo de

puta y es entonces cuando le efectuó un disparo…Aclara que los disparos fueron

dos…Que después de ello, al verlas en el suelo y pensando que estaban muertas

todas, sintió sensación de alivio, de liberación y de que había hecho justicia. Que no

sintió angustia para nada. Que no se le ocurrió disparar en contra de su persona.

Que luego de ellos apareció una sensación de miedo. Ello lo lleva a subir a la planta

alta, desordenar un poco las cosas, unos cajones, unas ropas, que piensa que lo

hizo para aparentar un robo”.

III.1.3 Testimonio oral en el juicio

“Aquel domingo bajé lo más tranquilo. Ellas acababan de almorzar. Pasé por

la cocina y le dije a mi esposa: “voy a pasar la caña en la entrada, el plumero en el

techo, porque está lleno de insectos atrapados que causan una muy mala

impresión. O sino, le digo, voy a cortar y atar un poco las puntas de la parra que ya

andan jorobando. Voy a sacar primero las telas de araña de la entrada, que es lo

que más se ve”. Me dice: “mejor que vayas a hacer eso. Anda a limpiar que los

trabajos de conchita son los que mejor te quedan, es para lo que más servís”. No

era la primera vez que me lo decía y me molestó sobremanera. El asunto viene a

que yo me atendía mi ropa, si se me despegaba un botón me cosía el botón. Es

decir, me atendía personalmente en todo lo referente a mi indumentaria. Al

contestarme ella así, sentí como una especie de rebeldía. Me molestó

59
sobremanera, no era la primera vez que me lo decía… Entonces le digo: “el

conchita no va a limpiar nada la entrada, el conchita va a atar la parra ”. Para hacer

eso había que sacar una escalera del garaje. Voy a buscar un casco que estaba en

el bajo escalera, porque tuve dos conocidos que haciendo cosas similares se

vinieron abajo y tuvieron lesiones serias en la cabeza. Entonces yo me había

comprado un casco de esos de obreros de la construcción y voy a buscar el casco y

encuentro que afuera del bajo escalera, entre una biblioteca y la puerta, estaba la

escopeta parada. Los cartuchos estaban al lado, en el suelo, en una caja, y así

habían estado desde hacía mucho tiempo. Y ahí, bueno, fue extraño. Sentí como

una fuerza que me impulsaba a tomarla. La tomo, voy hasta la cocina, donde

estaba Adriana, y ahí disparo.”

III.1.4: Diálogo de una entrevista periodística 9 años después:

E: ¿Está arrepentido?

B: Exacto. Sí. No sé qué puede pensar la sociedad. Pero yo no me lo

perdono. En aquel momento hubo una alteración profunda de mi parte afectiva que

me llevó a actuar de esa manera.

E: ¿Lo volvería a hacer?

B: En absoluto. No hubiera hecho nada. Hubiera dejado las cosas como

estaban. Me hubiera ido, como otras veces, a dar una vuelta por ahí.

E: Entonces ¿por qué en el juicio usted declaró que no se arrepentía?

B: En el juicio mis abogados me dijeron que la postura era ésa y que no

había que cambiarla. La acepté contra mi voluntad, pero me sentía muy mal.

60
E: ¿Siente culpa?

B: En todo momento. Todo el tiempo tengo razonamientos. Estoy

estudiando (quiere ser abogado) y de pronto me doy cuenta de que no estoy

concentrado. Es porque tengo recuerdos que impiden la concentración. Veo la

imagen de mis hijas cuando eran chicas.

E: ¿Piensa en su esposa y en su suegra?

Barreda hace una pausa de varios segundos. Se hace un silencio incómodo.

Le da la última pitada al enésimo cigarrillo, lo apaga con delicadeza y responde.

B: Sí. Y sí... pienso en todo. Pienso que si hubiera habido un poco... Yo

estaba pasando un período depresivo muy hondo, desde hacía varios años. Pedí

ayuda a mi mujer a ver si se podían suavizar un poco las cosas, pero no encontré

respuesta de ninguna especie. Nunca había tiempo para eso. Sabía que me hacía

mal y lo dejaba. Es decir, yo quería hablar y cuando iba para el fondo a lavar un

pañuelito, ella salía para el otro lado. Eran todas actitudes escapistas que me

hacían mal y mi esposa insistía. Eso va generando resentimiento.

E: ¿Pero usted acepta su responsabilidad?

B: Reconozco que tal vez haya sido demasiado bueno o las haya querido

demasiado a todas. Yo a mi mujer siempre la quise, de mis hijas ni hablar.

E: Pero usted las asesinó...

B: Las chicas fueron cambiando. En casa había una especie de

matriarcado. Y la orquestadora de todo era la madre de mi mujer. Una persona de

carácter fuerte, entrometida. Muchas veces propuse: “Somos una familia enferma y

61
creo que sería conveniente ver a alguien que nos ayude”. Pero la respuesta era:

“No, anda vos, que sos el loco”.

E: ¿Ese recuerdo lo mortifica?

B: Y... por momentos, sí. Porque pienso que todo se pudo haber evitado.

E: ¿Cómo?

B: Con un poco de comprensión, con un poco de apoyo de parte de ellas,

la tragedia se hubiese evitado.

Los recuerdos no parecen incomodarlo. En seguida, cambia de tema y cuenta

que recibe un “muy buen trato” en la cárcel. Tiene un legajo sin manchas. Su

calificación es: “Ejemplar 10, reiterado”. Barreda reparte sus días entre el trabajo

administrativo en los talleres y las horas que dedica al estudio de la carrera de

Abogacía. En diciembre rindió su materia número 14. Y también se hizo tiempo

para buscar nuevos afectos. “Me considero capaz de reiniciar una vida familiar. Ya

encontré una pareja”, suelta.

E: ¿Cómo la conoció?

B: Hace tiempo empezamos una relación por carta, y ahora me viene a

ver. Ella visitaba a un interno y este hombre una vez le dijo: “Te voy a presentar a

un compañero”. A los dos meses, recibí su primera carta, empezamos a escribirnos

y se fue estableciendo un vínculo.

E: ¿Qué le aportó esta mujer?

B: Comprensión, apoyo. Diálogo. Todo lo que me faltaba en mi relación

anterior.

62
E: ¿Conserva algo de sus hijas?

B: Lo único que encontré dentro de una agendita de direcciones es una

foto de mi hija más grande, Cecilia, y yo, cuando era chiquita. La tengo alzada

sobre mis rodillas. No tengo más porque luego del crimen no volví a casa. Pero

tengo el recuerdo de la mente, que es más importante.

E: ¿Qué haría primero si saliera libre?

B: Les llevaría flores a mis dos hijas al cementerio”.

III.2 BIOGRAFÍA DE RICARDO BARREDA

Barreda era hijo único del matrimonio de su madre (Filomena) con un Capitán

retirado del ejército (Alberto); un hombre viudo con cuatro hijos, dos varones y dos

mujeres.

El Capitán era un hombre mayor, que pasaba muchas veces por abuelo de

Ricardo. Por otra parte se trataba de un señor imbuido del espíritu aristocrático, que

contrastaba con el origen humilde de su esposa, hija de un carnicero de barrio.

La disparidad entre el Capitán y la sencillez de su esposa, motivaba

reacciones temperamentales de parte del militar, que daba término a las

discusiones conyugales colocando la cabeza de su esposa bajo la canilla del

lavadero, en un literal “lavaje de cerebro”.

63
Estas escenas violentas, con un Ricardo de cuatro o cinco años tratando de

proteger a su madre del Capitán, lo visitan a menudo en sus noches sin sueño. Sus

hermanastros no pueden ayudarlo en la protección de su madre, porque todos se

confabulan con el padre y atacan a la señora por advenediza y simplona.

El hombre no era culto y se quejaba de que el nacimiento de su hijo Ricardo

era un desgraciado accidente que selló su unión con Filomena.

Barreda se encontraba en la frontera entre ambas familias. Tenía que agradar

a unos y a otros. Tenía que ser el mejor, el más lindo, el más inteligente, el más

cumplidor, para convertirse en amalgama de la familia grande.

Se había propuesto algunos objetivos primordiales: En primer lugar, defender

con uñas y dientes a su madre, que tiene a todos en contra. Por otra parte, la

necesidad de mantener unida a la familia. Se ha obligado a elaborar un patrimonio

que lo aleje del fantasma de la pobreza y la incultura.

Cuando muere el Capitán, Ricardo queda viviendo con su madre en la misma

casa alquilada de su primera infancia. Allí mismo inicia su vida matrimonial con

Gladys McDonald (Beba) y nacen sus dos hijas, Adriana y Cecilia.

Los tres adultos de la casa distribuyen sus funciones; mientras el matrimonio

parte para sus respectivos trabajos, la madre de Ricardo se encarga de las niñas y

de la cocina.

Una serie de conflictos culmina con la decisión sorpresiva de Beba de dejar el

hogar y partir con sus hijas a la casa de su madre. Barreda comienza a acosar a su

esposa, presionándola para reflotar el hogar, y después de varios meses de

64
deliberaciones y propuestas, deciden volver a unirse, con la condición de no incluir

a terceras personas.

Con su dinero y el de su madre, Barreda compra una casa para vivir con su

familia, pero conserva su consultorio en el domicilio materno, pensando en los

cuidados que la señora necesitaría en los últimos años de su vida.

De manera gradual y silenciosa va tomando presencia la suegra de Ricardo, y

finalmente queda instalada con toda la potencia. El papel de la tercera, la señora

Elena (Ababa), va tomando cada vez más protagonismo, hasta convertirse en un

miembro familiar con derecho pleno. Vale decir que el papel que le fuera negado a

la madre de Ricardo, la posibilidad de convivir con la familia de su hijo, le es

otorgado a su suegra.

Como ocurriera con su familia de origen, condenaban al silencio y al escarnio

a su madre. En este nuevo hogar el poder se ha desplazado de modo evidente.

Cuando Beba se marcha con sus hijas, dibuja un nuevo panorama, ella y sus hijas

representan un bando que se ha enfrentado a Ricardo y le ha exigido condiciones.

Barreda va deponiendo actitudes de autoridad; paulatinamente cede espacios de

poder porque tiene en mente la unidad de la familia; no quiere que se vuelva a

fracturar.

Mientras Barreda hace esfuerzos por aglutinar a su familia y seguir

perteneciendo a ella de manera estable, se conduce fuera de su casa de una

manera ciertamente trasgresora, manteniendo romances extramatrimoniales poco

discretos y sin condiciones de reserva. Por un lado van sus proposiciones morales,

y por otro, sus escapadas amorosas. Incluso en las primeras etapas del matrimonio,

65
aún sin hijos, Ricardo mantiene un affaire con una chica de quince años y debe ser

rescatado por su esposa y por el padre de la joven.

Empieza a adquirir propiedades, aún a costa de endeudarse, para mantener a

su esposa e hijas satisfechas. Esos proyectos dieron pie a interminables

discusiones con dos bandos que agudizaban sus perfiles y fortalecían sus

posiciones. Las mujeres se oponían, mientras Barreda calificaba esta oposición

como una animosidad hacia su persona. Pasa a sentirse incomprendido, víctima

inocente del odio de las mujeres. Entiende que ellas rechazan todo lo grandioso

que él tiene para ofrecerles. El vínculo entre Ricardo y las mujeres se deteriora

rápidamente hasta llegar a una nueva separación. Esta vez él se retira de la casa.

Ahora los ex cónyuges quedan junto a sus respectivas madres. Barreda puede

desarrollar hacia su madre las conductas de cuidado e higiene que ésta necesita,

maniobras propias de una enfermera. La cuida de manera solícita y persistente, de

una forma que no hubiese podido cumplir estando con Beba. Ricardo quería asistir

a su madre hasta en los mínimos detalles, hasta su último suspiro, y cumplió.

Barreda sigue visitando periódicamente la que fue su casa, para hablar con

su ex mujer, para hablar sobre las chicas y acercarse a reflotar el matrimonio. A

través de distintos amigos trata de crear puentes que lo acerquen a Beba y se

pueda instalar la idea de la reconciliación. Muerta su madre vendió la casa que

construyó, dividiendo el producido en partes iguales con su ex cónyuge; ésto lo

sume en una depresión que devendrá en tratamiento psiquiátrico.

Los empeños de Barreda hacia la reconciliación tienen resultado, a pesar de

estar divorciado.

66
El argumento que motiva su inclusión en la casa, en medio del clan de las

mujeres, radica en que al morir su madre, los dueños de la casa le piden el

inmueble, por lo que Barreda no tiene donde vivir ni donde instalar su consultorio.

En realidad parece una explicación banal, teniendo en cuenta la escasísima

simpatía que su presencia suscita entre las mujeres de la casa. Como en los viejos

tiempos, se encuentra otra vez entre mujeres amenazantes, como antes con sus

hermanastras y el Capitán atacando a su madre.

III.3 SITUACIÓN FAMILIAR PREVIA AL HECHO

Es difícil comprender las decisiones de este hombre instalado en una casa

sitiada, con la imposibilidad de reestablecer el vínculo amoroso con Beba, con una

nula relación con su suegra y contactos esporádicos y superficiales con sus hijas.

Clima de hostilidad y descalificación recíproco y persistente.

La inclusión de Barreda en la que fuera su última vivienda era de casi

aislamiento, ya que disponía de una pequeña habitación y el consultorio que

utilizaba para atender sus pacientes y para recibir sus visitas personales. Los

lugares oficiales de la casa le estaban taxativamente vedados, salvo cuando la

familia recibía invitados en un agasajo a familia completa.

Barrera no encontraba la forma de tomar algún rol protagónico en una casa

donde no había sido invitado. Se encargaba del arreglo de pequeños desperfectos

hogareños.

67
La vivencia de segregación se hace cada vez más espesa y asfixiante, y toca

su punto más alto con una intervención de hernia inguinal que Barreda tiene que

someterse, con una reoperación posterior. El período de recuperación, con reposo

absoluto y las necesidades de curación, mostraron a las mujeres con una actitud de

fastidio, sin bien cumplieron con los servicios asistenciales mínimos. En esos

momentos surge un sentimiento que se anida en una frase reiterada: “ya no tengo

familia”.

Un esfuerzo desesperado para recuperar la familia, lo lleva a la consulta con

un parapsicólogo, que le sugiere unas prácticas para limpiar la casa de ondas

negativas. Como las maniobras del brujo no dieran el resultado esperado, empiezan

a escucharse con más frecuencia las frases que hablan de su desesperanza final:

“esto ya no tiene solución” “ya no tengo familia” “esto es simple: o ellas o yo”

Un nuevo aporte de lo parapsicológico, es su relación con su amiga Pirucha,

una vidente con quien tiene una prolongada amistad – romance. En el largo devenir

de las confidencias, ella comienza a interpretar lo que le ocurre a su amante con

una perspectiva particular, de donde se desprende que ellas representan una

entidad cuyo objetivo es terminar con el hombre, aniquilarlo con mezquindades,

descalificaciones y otras injurias. En una palabra, ellas representan la maldad. La

consigna se cae de madura: “O terminas con ellas o ellas terminan con vos”.

Un hombre que se siente acorralado, alejado de los que quiere a pesar de los

intentos heroicos y disparatados, se aferra con uñas y dientes a la versión alocada

de su amiga.

Este aporte desde el más allá lo convence de que hay una sola solución.

Empieza a decir a sus amigos, incluso al médico que lo trata, que “un día de estos

68
agarro una escopeta y las mato a todas.” Una frase que todos escuchan con cierta

displicencia, con un oído de entendido que trata de interpretar el mensaje para ver

“qué habrá querido decir”. Nadie escucha la frase, por lo tanto nadie puede

ayudarlo, disuadirlo.

Un paso más que le sugiere su amiga adivina, consiste en comprar cartuchos

para la escopeta española que su suegra le regalara hace tiempo. Su hija Cecilia, la

que en un tiempo había sido compañera de viajes, compinche en las salidas de

compras, y la que eligió su misma profesión, anuncia su mudanza, donde instalará

su consultorio y vivirá con un divorciado algo mayor que ella.

De más está decir que Ricardo no está de acuerdo con una cosa ni con la

otra, pero su hija se va sin escucharlo. Barreda mira de reojo la mudanza y observa

que Cecilia se está llevando una mesita. Es el único elemento que quedaba del

dormitorio de sus padres.

La actitud de Cecilia constituyó la última gota. Fue la señal para iniciar la

cuenta regresiva.

Una versión de terceros afirma haber visto a Barreda en un Seminario sobre

“Homicidios” que daba un conocido especialista, dos meses antes del evento fatal.

La llegada de Barreda a esta casa y su nueva inclusión en la familia

representaba a todas luces un desatino, y cualquiera que hubiese tanteado el clima

de la convivencia podría haber vaticinado el violento final. Las mujeres no aflojaron

ni un paso frente al hombre, al que dejaron entrar porque había ayudado. En esa

confrontación entre bandos tan obstinados y tozudos el vencedor habría afirmado

su propia “libertad”, su propia “existencia”. Por eso la sensación de plenitud y

serenidad que coronaron la tarea fatal.

69
III.4 LOS DISTINTOS DIAGNÓSTICOS

El llamado caso Barreda es ejemplar respecto de la disparidad de los

diagnósticos, de los límites del saber psiquiátrico y el psicológico sobre el autor, la

subjetividad del criminal y el acto homicida.

Ante la pregunta de si Barreda comprendía la criminalidad de sus actos y

dirigía sus acciones, la defensa sostuvo la inimputabilidad aludiendo basarse en

estudios mediante pericias psiquiátricas realizadas por el Asesor de la Dirección

General de Asesorías Periciales. A través de esas pericias se estudió las esferas

del psiquismo conocidas como esfera intelectual, afectiva y volitiva, y determinaron

que no ha encontrado paratimias, hipertimias o hipotimias. Sí tendencia a la

labilidad anímica que se ha demostrado en reacciones depresivas intensas o

expansivas. La consecuencia de esto es que ante un pequeño estímulo se haya

podido desatar una reacción muy acentuada que puede haber desencadenado

reacciones afectivas primitivas en las cuales el contralor conductual puede haberse

visto totalmente comprometido. En estos casos, a pesar de que la estructura del

juicio se encuentra conservada, la insensatez es el signo mayor de la manía.

Ausente la capacidad reflexiva, desaparecidas la inhibiciones, el juicio y la

crítica se precipitan tras la exaltación del tono afectivo, que pretende alcanzar sus

objetivos sin prevenciones éticas ni reglas de convivencia.

Se deduce además que un trastorno ideativo patológico se haya sumado a

estos cambios bruscos del humor.

70
Una rumiación ideativa permanente se ha elaborado en el marco de un

estado depresivo y haya eclosionado violentamente un día en que el cambio de

humor pasó de la depresión a la exaltación afectiva.

De haberse producido esta manía transitoria en el momento del hecho el

imputado no sería un delirante paranoico en sentido estricto. Se trataría dentro de la

psicopatología kretschmeriana de actos de corto circuito, acto de desmedida

agresividad, sin entorpecimiento de la conciencia.

Tenemos como sujeto de esta situación a un individuo que según la mayoría

de las tendencias psiquiátricas no escatimarían en denominar como psicópata.

Las conclusiones son que sobre un desarrollo reivindicatorio de largo período,

se instaló un trastorno mental transitorio psicótico durante el cual se desarrollaron

las conductas agresivas. Este trastorno mental, con una base pasional, a forma

maníaca, a hipomaníaca dominó su voluntad conciente y le impidió dirigir sus

acciones, a partir de una valoración patológica por un juicio desviado.

El perito adujo que la realidad del delirante es una realidad que le compete

pura y exclusivamente a él. Su realidad, él la defiende a capa y espada. No va a

decir “yo soy un delirante”. Su explicación va a ser que son todas malas, que todas

lo agredieron, que todas se comportaron mal con él.

Si bien arma un simulacro de coartada tiene conciencia del castigo. No tiene

la conciencia de lo que está mal, de que está mal lo que hizo. El intento de

simulacro no rompe con que se trató de un acto psicótico. Este mismo perito

admite, abandonando la idea de un trastorno mental transitorio conciente, la

posibilidad de una psicosis paranoide, ateniéndose a tres rasgos; la irreductibilidad:

en ningún momento deja de afirmar que su accionar era el correcto, es decir que

71
sus ideas delirantes eran morbosas; el no reconocimiento de la enfermedad y la

persistencia.

Los peritos de la parte acusada concluyeron afirmando que Barreda presenta

un cuadro con características psiquiátricas consistente en un severo trastorno del

juicio con ideación paralógica y francamente patológica a la que se agrega, por los

rasgos exacerbados de su afectividad, un estado pasional con hiperestesia, que en

el momento del hecho configuró una hipomanía. Esta entidad puede rotularse como

un delirio de reivindicación o delirio pasional que se caracteriza por un estado ideo

afectiva en el cual una concepción se impone inmediatamente al espíritu y se

acompaña de una emoción viva y persistente, dirigiendo toda su actividad mental.

Esta entidad descripta comporta un estado de alienación mental o demencia en el

sentido jurídico del vocablo, es preexistente al hecho cometido, prolongándose en

la actualidad siendo su pronóstico desfavorable. Amparándose en el Art. 34 Inc. 1ro.

Del Código Penal, los peritos de la defensa entienden que en el momento en que

ocurre el hecho, es decir, los asesinatos; el imputado no pudo comprender la

criminalidad de sus actos ni pudo dirigir sus acciones. Aclaran entonces, que

cuando se hace mención a la comprensión en el delirante, se refiere

específicamente a la valoración comprensiva de los hechos, justamente lo que el

delirante está inhibido para ejercer. Barreda no solo no admite haberse equivocado,

sino que está absolutamente convencido que tenía que pasar lo que pasó, como si

un “determinismo superior” hubiera guiado sus pasos hacia la instancia final.

Ha respondido una y otra vez sin vacilar y con absoluta seriedad que es

inocente no admitiendo la más mínima autocrítica, ni esbozó la menor disculpa. Por

otra parte no acepta la posibilidad de estar enfermo.

72
En sentido diverso otros peritos pronunciaron: “el acusado piensa

cuidadosamente las respuestas, prudentemente, prolijo sin comprometerse, siendo

respuestas limitadas sin verbalizaciones espontáneas, siendo todas informaciones

parciales recortadas, evitando dar información comprometida refiriendo estar en

una pesadilla y confundido o no acordándose, mientras puede continuar la ilación

del diálogo con mucha precisión. Ante la oferta de la posibilidad de recordar y

relatar lo ocurrido su estado emocional aparenta indiferencia, disociación como si

no le hubiera ocurrido a él pero también observan indicios de tensión controlada,

negando completamente angustia. La imagen global es la de reticencia. Toma

abundante tiempo para pensar y contar, haciéndolo con calma, analizando por

momentos su efecto sobre los interlocutores y la actitud de estos; por momentos se

sale de un compenetrado relato y se ubica por encima de la situación, ejerciendo

crítica, comprensión, sintonía. Nunca deja de estar atento al cuidado con el que

expresa todo, persistiendo en una actitud defensiva vigorosa. Cuando habla de su

esposa mediante anécdotas, llega a imitar su voz con tono despectivo; en esos

momentos la expresividad es típica de la vivencia de desprecio, odio y

resentimiento, exponiendo en estas ocasiones una amnesia que no resulta

verosímil por ser atípica, modificable y limitada.”

Se le han tomado estudios auxiliares como el Hare Psychopathy Checlist que

resultó con rasgos de psicopatía.

El Estructured Interview of Reported Symptoms, dando como resultado que

presenta síntomas con problemas psicológicos que finge un trastorno mental. El

patrón común de la información está constituido por la manipulación de la

información y por la variación de los síntomas. Concluyen que se trata de

simulación y que para el diagnóstico de delirio falta la estructuración típica porque

73
las ideas que podrían parecer delirantes son aisladas, fueron obteniéndose a lo

largo del tiempo, no son expansivas en una trama deductivo inductiva y las

hipotéticas motivaciones delirantes estuvieron supeditadas a la conveniencia

procesal. Afirman que lo paranoicos llegan a defender su posición aún en contra de

sus conveniencias y en este caso se observa una constante anteposición de la

propia conveniencia. Si bien reconocen que falta el sentimiento de culpa, esto no

resulta patognomónico del delirante. La hipótesis explicativa es que se trató de una

violencia motivada por el rencor hacia las víctimas en una situación conflictiva

crónica que desvirtuó los vínculos familiares tornándolos enemistosos por una

persona con peculiaridades de personalidad que facilitaron la rumiación

displacentera, reivindicativa y vengativa. No encuentran satisfechos los criterios

diagnósticos de trastorno mental que le hubiera impedido a Barreda en el momento

del hecho, comprender la criminalidad de sus actos.

En cambio, de la parte damnificada se sostiene que se trata de un caso de

delirio interpretativo, ya que Barreda explicaba que detrás de las paredes estaban

tramando un complot en contra de ellos en el momento de ser entrevistado,

pidiendo que se quedara el perito, que lo iban a matar, no sintiendo miedo por lo

que hizo. El delirante reivindicativo sentiría orgullo pero improbable miedo.

Desde el Departamento Judicial y de la Asesoría Judicial se sostuvo que: “No

hubo locura como ruptura y transformación bizarra del sentido. Hubo cumplimiento

de la exigencia ética de Barreda; ética atroz, taliónica, hecha para esas mujeres. Lo

patológico mayor de la conducta homicida ha sido haberse encarcelado él mismo.

Actuaba el fantasma imaginario de su condición simbolizante. Eso no lo convierte

en un loco sino en un neurótico severo, caracteropatizado, con ingredientes

perversos y base narcisista. En su personalidad la muerte de estas mujeres es más

74
que un simple crimen, es una especie de causa. No presenta signos de un proceso

psicótico. Entienden que se trata de un sujeto con organización psicológica al modo

obsesivo.

Los psicólogos oficiales ratificaron que: “Barreda no se trata de un psicótico:

diagnóstico con ausencia de patología.”

El fiscal sostuvo que no hay en el acusado alteración de las facultades

mentales que le haya impedido comprender la criminalidad del acto y dirigir sus

acciones. Incluyó en los agravantes todo lo que implicó en el acto un cálculo

premeditado.

Los defensores particulares sostuvieron la inimputabilidad.

Uno de los jueces del caso ha propuesto que los límites entre la imputabilidad

y la inimputabilidad, entre la salud y la enfermedad no son matemáticos ni fijos ni,

para el psiquiatra ni para el jurista. Ninguna ciencia en este sentido se encuentra,

según este juez, en condiciones de resolver los casos concretos con exactitud y

esto se demuestra en este caso en el que los distintos prestigiosos peritos

discrepan diametralmente, entre peritos de parte y peritos oficiales y entre peritos

oficiales. Y el mismo juez citando a Vicente Cabello en “Psiquiatría forense en el

Derecho Penal” Tomo III pág. 341 ED Hamurabi, 1984- rescata la idea de lo difícil

que resulta establecer diferencias entre el pensamiento delirante y el normal.

Siguiendo esta línea, destaca diversos aspectos del testimonio de Barreda

para mostrar en qué se diferencia de los rasgos supuestamente paranoicos: no

coincide el delirio reivindicatorio con el hecho de que luego del hecho Barreda visita

a una amiga y le dice que se mandó una cagada, no sintiéndose orgulloso de lo que

hizo. Tampoco coincide su conducta de tener miedo luego de cometer el delito con

75
la conducta delirante; apelando a diversos testigos, desecha que en el tiempo

anterior al hecho estuviera deprimido y demuestra mediante varios dichos, que

Barreda cambiaba de humor según los ambientes en los que se desenvolvía y

reconoce que existía una vida conflictiva familiar severa. La expresión: “¿qué he

hecho?” es también incompatible con las características del delirio de

reivindicación. Toda esta argumentación concluye en que, para este Juez Barreda

no presenta un diagnóstico de trastorno mental y por lo tanto comprende la

criminalidad de los hechos, dirigió sus acciones y es imputable.

El segundo Juez sostuvo algo esencial en todo el proceso: el eventual

trastorno mental que pudo afectar a Barreda no le ha impedido comprender la

criminalidad del acto ni dirigir sus acciones.

El “Tratado de Patología Médica y de Terapéutica Aplicada” en el capítulo

“Delirios sistematizados crónicos” afirma que: El delirio de reivindicación es un

delirio pasional caracterizado por la producción de un estado ideo -afectivo en el

cual una concepción precisa se impone inmediatamente al espíritu y se acompaña

de una emoción viva y persistente que dirige desde entonces toda la actividad

mental. Se trata de una idea obsesiva tiránica que a pesar de su coeficiente

emocional no multiplica las interpretaciones delirantes. La obsesión irresistible lleva

al reivindicador a no luchar contra ella; lo lleva a satisfacerla y a tratar de encontrar

alivio luego de la satisfacción. Esta idea obsesiva constituye un estado pasional

crónico. A esta característica se le agrega la intensidad del estado afectivo que en

el caso toma la forma de deseo de ser valorado por la familia, un deseo de

reivindicación de sí mismo. La idea se mantiene incoercible e irreducible con el

paso del tiempo, a tal punto que sostiene como motivo racionalmente aceptable de

76
los homicidios, la terca y concertada oposición de su familia a sus deseos de

reconocimiento y unión, sin ninguna duda, arrepentimiento o autocrítica.

En una entrevista que se le realiza años antes se le pregunta si está

arrepentido y a pesar que dice que está arrepentido, de inmediato se puede

constatar que se trata de un arrepentimiento muy particular, ya que no está

arrepentido por lo hecho a otras personas, sino está arrepentido consigo mismo, ya

que no se perdona el haberse encarcelado por el hecho; no por el hecho mismo,

dígase los crímenes.

Cuando se le pregunta por la culpa, también emerge una respuesta muy

sorprendente porque se trata de una culpa en la que tiene todo el tiempo

razonamientos y la emergencia de recuerdos que no le permiten la concentración, y

menciona que esta falta de concentración le impide estudiar abogacía.

Cuando se le pregunta por si reconoce su responsabilidad la respuesta fue:

“Soy inocente”.

“-Reconozco que tal vez haya sido demasiado bueno o las haya querido

demasiado a todas. Yo a mi mujer siempre la quise, de mis hijas ni hablar.”

Cuando se hace mención a que él las asesinó:

“-Las chicas fueron cambiando. En casa había una especie de matriarcado. Y

la orquestadora de todo era la madre de mi mujer. Una persona de carácter fuerte,

entrometida. Muchas veces propuse: Somos una familia enferma y creo que sería

conveniente ver a alguien que nos ayude. Pero la respuesta era: No, anda vos, que

sos el loco.”

77
De las afirmaciones de uno de los jueces en la causa se destaca además la

posición particular de Barreda ante el hecho. Si bien trató de ocultar en un primer

momento lo que hizo, aceptó ser el autor del hecho sin aludir a alguna causa que lo

justificara para eximirlo de la pena o que atenuara las consecuencias. Su posición

fue la misma y es la misma a lo largo del tiempo, a pesar de ciertas contradicciones:

En la instrucción dijo que no sabía quién era el autor; en la declaración indagatoria

alegó amnesia del hecho; ante el Subcomisario que lo detuvo confesó.

En 1995 fue condenado a reclusión perpetua en un fallo dividido, ya que los

magistrados Eduardo Hortel y Luís Soria (h) lo declararon imputable, en oposición a

lo considerado por la jueza María Clelia Rosentock.

El informe elaborado por el perito Folino, en el que se apoyaron dos de los

jueces de la Cámara Penal de La Plata para declararlo imputable y condenarlo a

reclusión perpetua por considerar que padeció “una manía transitoria pero no

provocó que perdiera su conciencia por completo”.

Barreda contó que trabaja desde hace ocho años en un taller de la Unidad 9

de La Plata donde estuvo alojado y que aprobó 18 materias de la carrera de

Abogacía en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Dijo que desde que ocurrió la masacre familiar “el concepto de familia” y su

vida “quedaron en cero” y le pidió al Tribunal que al momento de revisar la

sentencia “apelen al entendimiento y al corazón para que puedan comprender.

Quiero poder formar una nueva familia, porque todo lo que invertí en tantos años se

vino abajo en pocos segundos por un acontecimiento desgraciado”, resaltó.

Actualmente Ricardo Barreda se encuentra con reclusión domiciliaria,

beneficio que obtuvo por la edad, ya que tiene en la actualidad 73 años. Esta

78
reclusión domiciliaria, la cumple en la casa de su actual pareja Hilda Bono, alias

Pochi, quien además de ser su cónyuge, se ofreció como garante legal de Barreda.

Cabe aclarar que en el año 2.008, en un viaje a Buenos Aires para la

recolección de datos, intenté tener una entrevista psicológica con Ricardo Barreda,

hecho que se vio obstaculizado por una inminente intervención quirúrgica que le

debían realizar al odontólogo; pero como logro puedo contar con varias

conversaciones telefónicas con la señora Hilda.

79
CAPÍTULO IV

IV.1 CONCLUSIONES

IV.1.1: Del Pasaje al acto:

A partir del estudio del concepto de Pasaje al acto, de su historia por la

psiquiatría y de cómo ingresa de la mano de Jacques Lacan al psicoanálisis, dicho

concepto tiene ambigüedades, que esperamos saldar en el presente trabajo:

 Por un lado su sinonimia con el concepto de acting-out.

 Por otro, desligarlo de los conceptos de impulsividad, crímenes, suicidios,

etc.

80
 Por último, y no menos importante, incluir la dimensión del sujeto.

Vamos por partes, el primero de los problemas planteados tiene su resolución

en el último, es decir, en la dimensión del sujeto.

Como vemos en la obra de Lacan, el acting-out y el Pasaje al acto son

estructuralmente opuestos.

En el acting-out, vemos un acto realizado por un sujeto y que va dirigido a

Otro. Es como un llamado de atención al Otro, corresponde al orden de la

demanda que se le hace al Otro. Tiene que ver con el deseo y la demanda. Este

otro, destinatario del acto, entendido como una representación, una escenificación,

un montaje en una escena, que es la trama simbólica; es el encargado de dar

significación a ese acting. Es decir que el acting-out requiere de la presencia de un

público al que va dirigido, y que dote de sentido ese actuar del sujeto.

En el Pasaje al acto, por el contrario, no hay sujeto. El sujeto se ha disipado,

se objetizó, de tal modo, que el acto que se realiza en un Pasaje al acto, es un acto

sin sujeto, el que lo realiza es un objeto que queda como resto de… de algo, o de

alguien. El sujeto, en total objetivación deja de ser sujeto. Por lo tanto a esto es a lo

que Lacan se refiere en el Seminario X, cuando dice que el Pasaje al acto es un

acto “sin” sujeto. Es un sin sujeto de doblevertiente, ya que es sin sujeto que

comete el acto, y sin sujeto a quien va dirigido, ya que el acto no requiere de

interpretación alguna.

El sujeto, totalmente identificado con el objeto “a” que queda como resto de la

bolsa o la vida, eso que no es ni una cosa ni la otra, allí se posiciona el sujeto.

81
Entonces sin otro que lo signifique, sin otro que lo desee, que lo elija como

bolsa o como vida, el sujeto se cae, se desprende de la trama simbólica que lo

historiza y lo sostiene, que lo significa, que lo desea.

Es este dejarse caer de la escena en donde encontramos el hecho

paradigmático del Pasaje al acto. El sujeto ya no es más sujeto, es un resto, una

deyección, un residuo, una “cosa”.

El segundo punto, es el de desligar el concepto de Pasaje al acto con los de

criminalidad, impulsividad y actos violentos, sino quedamos adheridos a lo

fenoménico, es decir “pegados al suceso”, y eso no es hacer Psicología, sino

fenomenología, nos quedamos en la categorización.

Para ello exponemos el ejemplo de Pasajes al acto que no implican hechos

delictivos, y que comúnmente equivocamos con acting-outs. Es imprescindible para

esta delimitación tener una vez más en cuenta la dimensión del sujeto, ya que sin

ésta, se hace imposible reconocer la diferencia entre ambos conceptos.

Es decir que a la hora de no errar en los conceptos se hace imprescindible

preguntarse, ¿a quién va dirigido este acto?, ¿qué pasó a nivel inconsciente en este

sujeto? ¿cómo es la dinámica del acto? Pero para ello es fundamental escuchar el

discurso del sujeto. Él tiene lo que decimos “un saber”, sólo él sabe sin saber que lo

sabe; y es ésa nuestra tarea, allí es donde nos desprendemos de lo

fenomenológico y hacemos verdadera Psicología.

IV.1.2 Del caso clínico: Caso Barreda

82
Analizando la biografía del odontólogo, podemos inferir que el concepto de

familia como tal era por demás complejo para el sujeto y se había transformado en

una especie de meta personal. Si observamos en qué núcleo familiar estaba inserto

Barreda, siendo hijo de un hombre mayor, viudo, con dos hijos pre-existentes de su

anterior matrimonio, ya Barreda proviene de una familia ensamblada, reconstruida,

a partir de otra que se desarma.

Esto tiene para mí particular interés, porque creo que esta situación familiar

particular, determinó el posterior obrar de Barreda en cuanto a lo familiar, y en cómo

él percibía una familia y cuánto él quería una familia “bien constituida”.

Esto podría explicar los comportamientos de Barreda en su situación

conyugal, soportando todo tipo de vejámenes e insultos, como si su único objetivo

fuera perdurar, y mantener una familia a como de lugar.

El segundo hecho relevante, es la elección de carrera de Barreda, para mí, no

es casual que una persona con las características anteriormente descriptas estudie

nada menos que odontología, ya que los odontólogos son los encargados de

reparar, arreglar lo roto, lo podrido, y en caso de hacer todo lo oportuno y no tener

más remedio, sacar la pieza, extraerla; no sin antes “intentarlo todo”.

Luego analizando el caso, encontramos en las declaraciones de Barreda, un

intento de justificar sus actos, diciendo que él había hecho todo lo posible por

mantener la familia unida, que de hecho era el único con esas intenciones, y que

todo llegó a un punto en donde “no hubo más remedio”, (había que extraer las

piezas).

83
Es por demás llamativo en la vida de Barreda la presencia de complots, y

planes de exterminio. Repetía sin cesar que estas mujeres (esposa, suegra e hijas)

tenían un plan malévolo de destrucción contra Barreda, y que “eran ellas o yo”, si

Barreda no las mataba eran ellas quienes lo harían contra su persona.

Este sentimiento de persecución también el imputado lo manifiesta en su

familia nuclear, refiriendo preferencias de su padre hacia sus hermanos mayores, y

que éste despreciaba a Barreda por ser hijo de su madre, a quien además el

progenitor despreciaba por ser de clase social o cultural, inferior. A este respecto,

Barreda luego se empeña en tener una condición económica siempre superior en

relación a su padre. Se esforzaba tanto en este empeño, al punto de incurrir en

deudas, y someter a la familia a constantes declives económicos. Pero lo que

siempre aparece en la vida de Barreda es ese intento desesperado por reparar.

Es por ello, desde nuestra perspectiva, que habiendo agotado toda posibilidad

de reparar, de ser una familia, de ser en relación a otro, de constituirse como sujeto,

es que Barreda comete el acto de asesinar a su familia.

Toda posibilidad de subjetivarse como sujeto historizado, se desvanece en la

imposibilidad de formar esa familia para la que él se había ofrecido como objeto

para “amalgamar” esa unidad. Es como si Barreda sin el único objetivo fijo que se

había planteado en la vida, la de formar una familia, al fracasar en la tarea, ya no es

más. Deja de ser. Se deja caer de la trama simbólica que lo sostenía como sujeto,

se sale de la escena familiar, convirtiéndose en eso defenestrado que queda como

resto, como un residuo de la trama familia.

Él ya no es “sin”. Es por ello que él ya “no es”. No es nadie, es nada. Los

otros también se han vuelto nada. Quedaron los cuatro cuerpos tirados en el piso,

84
como bultos, así los denominó él mismo, después del hecho: “No recuerdo nada,

sólo me acuerdo que estaba sentado en el sillón con la escopeta entre las piernas,

y ver cuatro bultos tirados ahí en el piso”.

¿Podemos decir y concluir que los actos del odontólogo Barreda constituyen

un pasaje al acto?

No estamos autorizados a precisarlo con exactitud, ya que no sabemos si el

acto de Barreda iba dirigido a Otro. Quizá es el intento desesperado de alguien,

para que Otro escuche. Quizá los Otros de Barreda, seamos nosotros, los

espectadores, los que opinamos, los vecinos, la opinión pública que se dividió entre

mujeres que lo catalogaban de monstruo, como de hombres que riegan páginas de

Internet al son de “Barreda ídolo”; o hasta el club de football rival Estudiantes de La

Plata, que sus hinchas lo declararon “hincha”, a pesar de que Barreda es de

Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Todas estas elucidaciones son interesantes por la diversidad de sentimientos

que despierta.

Para unos ídolo, para otros un monstruo, sólo Barreda tiene el saber, la

resolución al enigma.

85
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