Sunteți pe pagina 1din 9

PERSPECTIVAS HISTORICAS Y EL MODELO MEDICO

En épocas pasadas se pensaba mucho en supersticiones y el tratamiento que se brindaba era


cruel por eso con el desarrollo de los métodos modernos de investigación, los psicofármacos, las
psicoterapeutas y las ideas comunitarias de salud mental han tenido un proceso evolutivo, que
incluso nuestros conceptos científicos modernos son producto de este mismo proceso, un
ejemplo de esto sería el tratamiento por electroshock aplicado al caso de depresiones graves el
cual fue anticipado por sistemas como azotar, sumergir al paciente con agua fría y otros métodos
toscos ideados por nuestros antepasados.

En este capítulo se describirá la evolución de las opiniones del hombre sobre la psicopatología
desde la antigüedad hasta principios de siglo con la evolución del criterio orgánico y del modelo
médico. Gracias a este gran progreso ya se reconoce que todo trastorno mental tiene una causa
natural y se comprende y trata mejor cuando se consideran los antecedentes históricos
prolongados de ignorancia, superstición y miedo.

LA CONDUCTA ANORMAL EN LA ANTIGÜEDAD

Actualmente se sabe que el hombre apareció en la tierra hace millones de años atrás, de esta
manera el conocimiento que se tiene de él es muy limitado y con frecuencia se basa en
extrapolaciones hechas sobre supuestos habitantes prehistóricos que han permanecido
inamovibles hasta nuestros tiempos.

La demonología entre los antiguos


Tratamiento primitivo de enfermedad mental: hecho por el hombre de las cavernas en la Edad
de Piedra, hace medio millón de años.

Paciente: presenta fuertes dolores de cabeza acompañado de ataques convulsivos

Hechicero: Lo trataba con la trepanación, la cual era una operación.

Esta consistía en cortar con instrumentos de piedra una sección del cráneo en forma de círculo
hasta perforarlo, por este orificio llamado trépano, salía el espíritu causante de todos los
malestares que tenía el paciente.

Los primeros escritos de los chinos, egipcios, hebreos y griegos sobre los trastornos mentales
indican que estos trastornos eran causados por demonios que poseían a la persona. Estos
espíritus eran clasificados como buenos y malos y los usaban para explicar cualquier
acontecimiento que se presentara como por ejemplo un terremoto, las tormentas, el fuego, los
rayos e incluso la enfermedad.

Como ya sabemos existían espíritus buenos y malos, y esto solo se determinaba con la
sintomatología del paciente, como así, si el lenguaje o conducta del paciente parecían tener un
sentido religioso o místico, se decía que este había sido poseído por un buen espíritu o un dios,
y por lo tanto estos eran respetados pues se pensaban que poseían poderes sobrenaturales,
pero al contrario cuando el paciente se excitaba mucho, se volvía muy hiperactivo o se
comportaba en contra de lo enseñado por los sacerdotes se decía que estos eran poseídos por
malos espíritus.

El modo o el método principal para tratar la posesión demoniaca era el Exorcismo, el cual se
realizaba recurriendo a la oración, al conjuro, a rituales ruidosos y al empleo de ciertos brebajes
de sabor horripilante como por ejemplo purgante confeccionado a base de sudor de ovejas y
vino. En casos extremos se tomaban medidas más duras, como los azotes, el ayuno, entre otros
con el objetivo de que el cuerpo de la persona fuera un lugar desagradable para que el espíritu
maligno tuviera que irse.
Este método al inicio estaba a cargo de hechiceros, pero luego paso a los sacerdotes los cuales
eran una mezcla de médico, psicólogo y mago. Estos a pesar de creer firmemente en la
demonología, fueron los que iniciaron un tratamiento más humano y científico de las
perturbaciones psíquicas, entonces ya para el año 860 a. de C. en los templos los sacerdotes
complementaban la oración y los conjuros con la amabilidad, la sugestión y medidas recreativas,
como teatro, recorridos a caballo, paseos y música armoniosa, aunque no dejaban atrás las
medidas extremas como los azotes.

Primeros conceptos filosóficos y médicos:


Edad de Oro de Grecia: El sacerdocio medico hereditario dejó de ser tan hereditario y poco a
poco se fueron aceptando a gente externa y se fueron formando las diferentes escuelas y fue en
una de ellas en donde Hipócrates recibió su primera formación.

Hipócrates: Padre de la medicina moderna. Este fue quien negó la intervención de dioses o
demonios en la causa de una enfermedad e insistió que los trastornos mentales tenían una causa
natural y requerían tratamiento como cualquier otra enfermedad. Este siguió el juicio de Pitágoras
el cual decía que el cerebro era el órgano central de la actividad presente y de que la enfermedad
mental se debía de una patología de este órgano, también señaló que las contusiones en la
cabeza pueden causar trastornos sensoriales y motores.

Este ilustre médico clasificó los trastornos mentales en tres categorías: manía, melancolía y
frenitis y detalló las descripciones clínicas de cada uno de los trastornos. Esto lo hizo gracias a
su grado de observación clínica y en los registros clínicos de sus pacientes.

Estos fueron algunos de los tratamientos o terapias usadas por Hipócrates:

Melancolía: Vida metódica y tranquila, sobriedad y abstinencia de todo exceso, una dieta sobre
la base de verduras, continencia, ejercicio sin fatiga y sangrías si convenía.

Histeria (causada por la ansia de tener hijos en mujeres): Matrimonio, influencia del ambiente.
Como en esa época estos médicos no sabían de fisiología, Hipócrates con su noción de los
cuatro humores (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema) concibió en apariencia la idea del
equilibrio de los procesos fisiológicos tan esenciales para la función cerebral y la salud mental,
cuando estos humores están pervertidos o trastrocados accede la enfermedad física y mental:
El cerebro se vicia con la flema y la bilis, aquellos que están locos por la flema son tranquilos,
deprimidos y olvidadizos, pero quienes están excitados por la bilis son ruidosos y perversos.

Platón y Aristóteles: Platón compartió las creencias de su época y aceptó que los desórdenes
psíquicos eran en parte orgánicos, éticos y divinos. Este filósofo estudió como tratar a las
personas mentalmente perturbadas que cometen actos criminales, este decía: alguien puede
cometer una acción cuando está enajenado o afligido con una enfermedad; si es así hágasele
pagar solo por el daño causado y exímasele de cualquier otro castigo. También aseguró el
porvenir de los casos mentales: si alguien está loco, no debe ser visto públicamente en la ciudad;
sino que sus familiares han de cuidar de él del mejor modo posible y si estos son negligentes,
tienen que pagar una multa. Con esta quiso dejar claro que el hombre está motivado por
necesidades fisiológicas o apetitos naturales.

Aristóteles a pesar de haber sido discípulo de Platón no fue su partidario ya que este rechazaba
que los trastornos mentales fueran causados por factores psicológicos como la frustración y los
conflictos. En cambio siguió las teorías de Hipócrates sobre las perturbaciones de la bilis. Así por
ejemplo, creía que la bilis muy caliente producía deseos amorosos, locuacidad y era responsable
de las pulsiones suicidas.
El pensamiento posterior de los griegos y de los romanos: Los médicos de esta época
trabajaron con las líneas del pensamiento de Hipócrates. Particularmente en Alejandría de Egipto
la medicina alcanzó niveles muy altos y los templos eran sanatorios de primera clase, ya que
tenían espacios muy agradables en donde el paciente con enfermedad mental podía distraerse
con ocupaciones constantes como fiestas, bailes, caminatas por los jardines, paseos a remo por
el Nilo y conciertos de música. A esto le agregaban otros recursos terapéuticos como dietas,
masajes, hidroterapia, gimnasia, hipnotismo y educación, así como también sangrías, purgas y
medios mecánicos de constricción que eran medidas poco aceptables.

Asclepíades: Fue el primero en observar la diferencia entre la enfermedad mental aguda y


crónica y distinguir entre ilusiones, delirios y alucinaciones. Inventó una especie de cama –
hamaca ya que dicho balanceo era beneficioso para los pacientes perturbados. Este rechazaba
la sangría, las constricciones mecánicas y los calabozos.

Areteo: Fue el primero en sugerir que ciertos trastornos mentales no eran sino una prolongación
de procesos psicológicos normales y también fue el primero en describir las fases de la manía y
la melancolía y a considerar estos estados patológicos como manifestaciones de la misma
enfermedad.

Galeno: Descubrió la anatomía del sistema nervioso y mantuvo un enfoque científico en relación
con la enfermedad mental. De esta manera, dividió las causas de esta en órganos y mentales,
entre esas causas mencionó lesiones de la cabeza, excesos de alcohol, conmociones, temores,
la adolescencia, cambios por la menstruación, contratiempos económicos y desengaños
amorosos.

Los siglos del oscurantismo en la historia de la psicología comenzaron con la muerte de Galeno
en el año 200.

Alejandro Tralliano siguió los trabajos de Galeno muy de cerca y concedió gran importancia a los
factores constitucionales, estableciendo que: las personas con cabello negro y estructura física
delgada era probable que se sintieran más afectado por melancolía que los de cabello rubio y
estructura física robusta.

Supervivencia del pensamiento griego en Arabia: El primer hospital mental se estableció en


Bagdad en el año 792; y a este pronto le siguieron otros en Damasco y Alepo. La figura
sobresaliente Árabe fue Avicena, quien era llamado el príncipe de los médicos, este hizo
frecuentes alusiones a la histeria, la epilepsia, las reacciones maníacas y la melancolía.

DEMONOLOGÍA EN LA EDAD MEDIA

Los trastornos mentales parece que fueron bastante comunes durante toda la Edad Media, y
hacia el fin de esa época, cuando las instituciones medievales empezaron a derrumbarse, este
número se incrementó. Fue un período de revoluciones campesinas y levantamientos urbanos,
de guerras y plagas, y en consecuencia, una época en la cual muchos se sentían inseguros en
sumo grado. El malestar emocional se extendió por doquier.

Locura masiva: En la última mitad de la Edad Media se observó una tendencia peculiar respecto
de la conducta anormal, grupos completos de personas fueron afectados por ocurrencias de
histeria. Manías danzantes, que tomaban la forma de epidemias de delirios frenéticos, saltos,
bailes y convulsiones, ya se registraron en tiempos tan remotos como en el siglo X.

El tarantismo, el cual era una manía danzante se extendió por Alemania y por el resto de Europa,
también apareció en esta época la licantropía, el cual es un tipo de desorden psíquico por el cual
el enfermo se imagina que es un lobo e imita sus movimientos, estas epidemias continuaron
durante el siglo XVII, pero alcanzaron su mayor auge en los siglos XV y XVI,
una época notable por la opresión, el hambre y las pestes. En este período Europa también fue
arrasado por la muerte negra y la cruzada de los niños en la cual miles de niños abandonaron su
hogar para liberar el santo sepulcro.

La terapia en la época medieval: El tratamiento de los perturbados mentales quedaba relegado


en gran medida a los clérigos, los monasterios servían de refugio y lugares de internación. La
mayor parte de los pacientes eran tratados con gran delicadeza. La oración, el agua bendita, los
santos óleos, el hálito o el esputo de los sacerdotes, el toque de reliquias, las visitas a los lugares
sagrados y las formas externas de exorcismos tenían cabida importante en el tratamiento, esto
era mezclado a menudo con nociones vagas de terapia médica.

Mientras las creencias teológicas que se referían a la conducta anormal evolucionaban más
profundamente y eran aceptadas por el mundo secular, el tratamiento de los perturbados era
más riguroso.

Brujería: Durante la última parte del siglo XV se empezó a aceptar la creencia teológica de que
las posesiones diabólicas se presentaban de dos formas: 1) unas en las que el demonio se
apoderaba de la víctima, contra su voluntad, como un castigo divino por sus pecados y 2) otras
en las que el poseso estaba de hecho aliado con el demonio, así podían causar pestes,
tormentas, inundaciones, impotencia sexual, ofender a sus enemigos, arruinar cosechas,
desplazarse por el aire, agriar la leche y convertirse en animales, en resumen eran brujos.

Los hombres son poseídos de dos modos: corporal y espiritualmente. Con aquellos que son
poseídos corporalmente, como los locos, el diablo tiene permiso de Dios para vejarlos y agitarlos,
pero no tiene poder alguno sobre sus almas. Ahora bien, a medida que pasó el tiempo la
diferencia entre estos dos tipos de posesión quedó poco definida y al final del siglo XV, los
enfermos mentales eran considerados, por lo general, herejes y brujos.

Ser condenado por brujería era un asunto muy grave. La pena por lo común tomaba una de estas
tres modalidades: la de aquellos que eran decapitados o asfixiados antes de ser quemados, la
de los que eran quemados vivos y la de quienes eran mutilados antes de ser quemados.

EVOLUCIÓN DE LOS CRITERIOS HUMANITARIOS

Los conceptos sobre demonología y brujería, que habían significado durante mucho tiempo un
retroceso en la comprensión de los trastornos mentales, comenzaron a ponerse en tela de juicio
y a argüirse en su contra por personalidades más grandes que la de su propia época: por
hombres de los ámbitos de la religión, de la física, de la medicina y de la filosofía.

Reaparición de la problemática científica en Europa: A comienzos del siglo XVI Paracelso


insistió en que la manía danzante no era una posesión, sino un tipo de enfermedad y que se
debía tratar como tal. Este también formuló la idea de una etiología psíquica para las
enfermedades mentales y patrocinó un tratamiento por magnetismo físico, más tarde
denominado hipnosis. Este estaba convencido de que las enfermedades mentales surgían de
influencias astrales.

Johann Weyer fue uno de los primeros médicos que se especializó en trastornos mentales y su
amplia experiencia y opiniones progresistas sobre ellos justifican que sea considerado como el
verdadero fundador de la psicopatología moderna.

El inteligente y perspicaz San Vicente de Paúl frente a una oposición muy influyente sobre la
demonología y brujería de la época declaró: La enfermedad mental no es diferente de la
enfermedad orgánica, y el cristianismo exige a los buenos y a los poderosos proteger, como
también a los expertos dar alivio, tanto a una como a otra.
A raíz de esta oposición durante los dos siglos siguientes, la demonología se vio obligada a ceder
terreno y el camino poco a poco se fue preparando para el triunfo de la observación y la razón,
culminando todo el proceso en el desarrollo de la moderna ciencia experimental y de la
psicopatología.

Establecimiento de los primeros asilos y santuarios: Desde el siglo XVI en adelante los
monasterios y las cárceles cedieron gradualmente el cuidado de los dementes a instituciones
especiales que se establecieron de modo reciente. Ahora bien, el cuidado que los pacientes
recibían dejaba todavía mucho que desear.

Los primeros asilos: En 1547, el monasterio de Santa María de Belén de Londres fue
transformado oficialmente por Enrique VIII en un hospital mental. Los pacientes más violentos
eran exhibidos ante el público por un penique y los internos menos peligrosos eran obligados a
pedir limosna por las calles de Londres tal como lo describión Shakespeare:

“Mendigos de Bedham que, con voces roncas… Algunas veces con proclamas lunáticas, otras
con oraciones exigen caridad”.

Estos hospitales, o “asilos” como fueron llamados, se establecieron pronto en otros países. El de
San Hipólito fue fundado en México en 1566 por el filántropo Bernardino Álvarez y fue el primer
hospital dedicado al cuidado y estudio de los trastorno mentales establecido en territorio
americano. El primer hospital mental de Francia, La Maison (La Casa) de Charenton, se fundó
en 1641 en las afueras de París. Un hospital mental se creó en 1764 en Moscú, y la célebre
Lunatics Tower (La Torre de los Lunáticos) en Viena se construyó en 1784. Este fue un lugar de
espectáculo en la antigua Viena.

Los enfermos eran exhibidos al público por una pequeña cantidad de dinero y tratados, en
general, como animales y criminales.

El hospital de Pensilvania en Filadelfia, terminado bajo la supervisión de Benjamín Franklin en


1758; pero el primer hospital en los Estados Unidos dedicado exclusivamente a los insanos fue
el construido en Wiliamsburgo en Virginia en 1773.

Todos estos primeros asilos y hospitales fueron el resultado, en especial, de modificaciones de


las instituciones penales y los internos eran tratados más como bestias que como seres
humanos. Esta terapia era la típica de los asilos de la época y continuó así durante la mayor
parte del siglo XVIII.

Los enfermos eran de ordinario aherrojados a las paredes de sus lóbregas y oscuras celdas con
argollas de hierro que los mantenían aplastados contra el muro, permitiéndoles escasos
movimientos. Con mucha frecuencia se ceñía también un aro de hierro alrededor de su cintura y
eran encadenados de pies y manos.

Se prestaba escasa atención al hecho de alimentarlos adecuadamente o de comprobar si su


comida era buena o mala. Las celdas estaban guarnecidas solo con paja y nunca se barrían o
limpiaban. Nadie los visitaba, ninguna provisión se hacía para mantenerlos abrigados; e incluso
carecían de los detalles humanos más elementales.

El trato a los pacientes mentales en los Estados Unidos, si acaso, era poco mejor.

“Los enfermos mentales eran colgados, encarcelados, torturados y perseguidos como agentes
de Satanás. Considerados como seres infrahumanos, eran encadenados en jaulas y cajas
especiales como fieras salvajes y arrojados a prisiones, calabozos y cárceles como criminales.
Eran encarcelados en mazmorras que servían de reformatorios o puestos a trabajar como
vigorosos y miserables esclavos. Se los dejara vagar, completamente desnudos, llevados de un
lugar a otro como perros rabiosos, sometidos a latigazos como vagabundos y bribones.

Se puede obtener una idea cabal de las formas vigentes de tratamiento en los primeros hospitales
norteamericanos por una tesis sobre la “Manía crónica”. “A fin de que las camisas de fuerza, las
cadenas y las celdas no induzcan a una depresión de ánimo raramente superada después”.
“Repentinas inmersiones en agua fría”, del “plan refrescante”, de sangrías, purgas, vomitivos,
chorros de agua fría en la cabeza, vejigatorios y métodos similares.

Todavía en 1830 los nuevos pacientes debían llevar el pelo cortado al ras, vestir una camisa de
fuerza, someterse a una dieta disminuida, tomar ciertos purgantes activos y ser ubicados en
celdas oscuras. Si estas medidas no ayudaban a calmar a los enfermos incontrolables o
excitados, se empleaban otras más severas, como régimen de hambre, confinamiento solitario,
baños fríos y otros métodos de tortura parecidas.

El Santuario de Geel. Dentro de toda esta situación trágica, existieron algunos lugares lúcidos.
Surgieron algunos santuarios donde el tratamiento por medio de la bondad y el amor prevalecían
en notable contraste con las condiciones vigentes generales. Uno de los más famosos fue, sin
duda, el de Geel en Bélgica.

La colonia de Geel ha proseguido su labor hasta nuestros días. En 1960 mas de 2000 pacientes
mentales registrados vivían en hogares particulares, trabajaban con los lugareños y se les
imponían muy pocas limitaciones, excepto beber alcohol y visitar lugares públicos. Muchas
clases de trastornos mentales se reflejaban en esa comunidad, entre ellos la esquizofrenia, las
psicosis maníaco-depresivas, las personalidades psicopáticas, el retardo mental y diferentes
clases de deterioros orgánicos cerebrales.

Los enfermos deben presentarse con regularidad ante un psiquiatra supervisor y de ordinario
permanecen en Geel hasta que se recobran.

Reforma humanitaria: Los infelices internados vivían y morían en medio de unas condiciones
de increíble inmundicia y crueldad. La reforma humanitaria de los hospitales mentales recibió su
primer gran impulso con el trabajo de Philippe Pinel.

El experimento de Pinel: Este fue nombrado directo de La Bicetre (el hospital para insanos de
París). En este puesto se le concedió de mala gana el permiso por parte de la comuna
revolucionaria para sacar las cadenas de algunos de los hospitalizados como un experimento
para probar su opinión de que los enfermos mentales debían ser tratados con bondad y
consideración, como personas enfermas y no como fieras dañinas. Se removieron las cadenas;
habitaciones soleadas fueron provistas para todos; se permitió a los pacientes hacer ejercicios
en el predio del hospital y la delicadeza se aplicó a todos estos pobres seres. Los resultados
fueron casi milagrosos. El ruido, la suciedad y el abuso anteriores se convirtieron en orden y paz.

Las reacciones de todos estos pacientes al ser liberados por primera vez de sus cadenas es una
historia patética. Uno de ellos, un oficial inglés en el exterior sobre sus piernas débiles por la falta
de uso; después de 40 años volvía a ver el sol y el cielo. Con lágrimas en los ojos exclamó: ¡Oh,
que bello! Finalmente, al caer la noche, por su propia voluntad se retiró a la celda. Después de
dos años de una conducta ordenada, ayudando inclusive a cuidar a otros pacientes, se consideró
que estaba curado y se le permitió salir del hospital.

Pinel más tarde ocupó la dirección del hospital de Salpetriere, donde se organizó el tratamiento
de la misma manera descrita antes y con los mismos resultados favorables, convirtiéndose de
esta los hospitales de La Bicetre y Salpetriere en los primeros hospitales modernos para el
cuidado de insanos.
El sucesor de Pinel, Jean Esquirol continuó su labor en Salpetriere y además, colaboró en el
establecimiento de unos 10 nuevos hospitales, que llevaron a Francia a ocupar el primer puesto
en el tratamiento humano de los perturbados mentales.

El trabajo de Tuke en Inglaterra: Alrededor del mismo tiempo en que Pinel reformaba el hospital
de la Bicetre, un cuáquero ingles llamado Wiliam Tuke fundó el “York Retreat”, una agradable
casa de campo en donde los enfermos mentales vivían, trabajaban y descansaban en una
apacible atmósfera religiosa. Ello representó la culminación de una noble batalla contra la
brutalidad, la ignorancia y la indiferencia de esa época.

Los sorprendentes resultados obtenidos por Pinel, el pequeño grupo de cuáqueros de Tuke fue
recibiendo el apoyo de John Connally, Samuel Hitch, introdujo enfermeras preparadas en las
salas del asilo de Gloucester y designó como jefes del personal auxiliar a supervisores
capacitados.

Rush y Dix en Estados Unidos: El éxito de los experimentos de Pinel y de Tuke con métodos
más humanitarios revolucionó el tratamiento de los enfermos mentales en todo el mundo
civilizado. En los Estados Unidos se reflejó en el trabajo de Benjamín Rush, “el padre de la
psiquiatría norteamericana”. Al incorporarse al hospital de Pensilvania en 1783, Rush estimuló
un trato más humano para los pacientes, escribió el primer tratado sistemático de psiquiatría de
los Estados Unidos, y fue el primer norteamericano que organizó un curso de psiquiatría. Pero
aun así, no pudo escapar del todo de las creencias aceptadas de su tiempo. Sus prescripciones
principales eran sangrías y purgantes. Además, inventó y empleó un aparato semitorturador
llamado “el tranquilizador”. Rush se puede considerar una figura importante de transición entre
la antigua época y la nueva era.

El trabajo inicial de Benjamín Rush fue proseguido por una incansable maestra de Nueva
Inglaterra, Dorothea Dix, y en 1841 empezó a enseñar en una escuela dominical para presas.
Este contacto se familiarizó al poco tiempo con las condiciones deplorables que reinaban en
cárceles, hospicios y asilos. En una “Memoria” presentada al Congreso de los Estados Unidos
en 1848, afirmaba que ella había visto “mas de 9000 idiotas, epilépticos y dementes en los
Estados Unidos, sin cuidado y protección adecuados..., amarrados con ásperas cadenas,
doblegados bajo grilletes y pesadas bolas de hierro asidas a cadenas de arrastre, lacerados con
cuerdas, azotados con palos y aterrorizados bajo tormentas de execración y golpes crueles.

Dorothea Dix llevó a cabo una apasionada campaña entre 1841 y 1881 para concientizar a la
gente y a los legisladores del trato inhumano que se dispensaba a los enfermos mentales.
Gracias a sus esfuerzos se recolectaron muchos millones de dólares para construir hospitales
adecuados y cerca de 20 estados respondieron a su allanamiento. A su cargo corrió la apertura
de dos importantes instituciones en Canadá y reformó por completo el sistema hospitalario de
Escocia y de varios otros países. Se le atribuye el mérito de haber fundado alrededor de 32
hospitales mentales modernos, una hazaña admirable teniendo en cuenta la ignorancia y la
superstición que aún prevalecían en el campo de la salud mental. Una resolución aprobada por
el Congreso de los Estados Unidos de América en 1901 la calificaba como “entre los más nobles
ejemplos humanitarios de toda la historia.

Terapia moral: El empleo de la terapia moral en los hospitales mentales estuvo bastante
extendido. Este criterio surgió en gran medida del trabajo de Pinel y Tuke y se basó en la opinión
de que la mayoría de los insanos eran esencialmente personas normales que podían beneficiarse
de un medio favorable y recibir asistencia en sus problemas personales.

No parece existir ninguna duda de que la terapia moral resultó muy eficaz. Los resultados indican
que durante la primera mitad del siglo XIX, cuando la terapia moral alcanzó su auge como único
método de tratamiento,
al menos el 70% de los pacientes de hospitales mentales que habían estado enfermos menos
de un año fueron dados de alta totalmente recuperados o mejorados. Algunos índices de
recuperación que se registraron llegan hasta el 80 y 90 por ciento.

A pesar de estos resultados tan significativos, la terapia moral decayó en la segunda mitad del
siglo XIX, en parte, paradójicamente, a causa de la aceptación universal de considerar a los
insanos como enfermos. Se presupuso entonces que eran seres impotentes y que la aplicación
de poderosas técnicas nuevas de medicina orgánica tendrían efectos más “científicos” que
cualquier terapia psicológica.

La dirección de hospitales mentales era sustraída de las manos de guardianes y capataces y era
puesta bajo el auspicio de médicos.

En cualquier caso, las estadísticas de los hospitales prueban que los índices de recuperación y
de los dados de alta declinaron cuando la terapia moral cedió paso al enfoque médico.

En la actualidad han cesado de ser “depósitos” de perturbados mentales se debe en gran parte
al énfasis contemporáneo en métodos de tratamiento no muy diferentes a los utilizados en la
terapia moral, porque fue básico para este primer enfoque del siglo XIX el criterio “moderno” de
que las personas con trastornos mentales se las puede ayudar mejor si se las trata de un modo
lo más cercano posible al que se les da a los seres humanos normales.

Comienzos del movimiento de la salud mental: En la segunda mitad del siglo XIX el asilo, “la
gran casa de la colina”, se convirtió en un punto de referencia familiar en la panorámica de los
Estados Unidos. En él los enfermos mentales vivían bajo condiciones más o menos adecuadas
de comodidad y libres de abusos. Para el público en general el asilo era un lugar espantoso y
sus ocupantes un grupo extraño y aterrador. Poco hicieron los psiquiatras residentes para educar
a la gente de modo que se redujeran el temor y el horror a la demencia.

En 1840 todavía no se había elaborado una definida clasificación de los trastornos mentales y
un profesor alemán, el doctor Heinroth, estaba proponiendo la teoría de que el pecado producía
la insania, el arrepentimiento, la cura y la piedad, la salud mental.

En Estados Unidos la labor pionera de Dorothea Dix de educar al público sobre la enfermedad
mental fue continuada por Clifford Beers, cuyo famoso libro Una Mente que se encontró así
misma, describió su propia crisis mental, relató los malos tratos que había recibido en tres
instituciones típicas por aquel entonces y la recuperación posterior en el hogar de un ayudante
amigo. Aunque las cadenas y otros instrumentos de tortura ya hacía tiempo que se habían
abandonado, la camisa de fuerza era todavía muy usada como medio para “aquietar” a los
pacientes excitados. Beers experimentó este tratamiento y suministró una descripción vivida de
lo que significaba esa inmovilización de brazos para un paciente mental sobreagitado en función
del aumento de su excitación interna. Comenzó una campaña para conseguir que todo el mundo
tomara conciencia de que ese no era el modo de tratar a los enfermos, logrando el interés y el
apoyo de mucha gente de espíritu magnánimo como el psicólogo William James y el “decano de
la psiquiatría norteamericana”, Adolf Meyer. Y así, se originó el movimiento contemporáneo de
la salud mental.

EVOLUCIÓN DEL CRITERIO Y DEL MODELO MEDICO

Aportes médicos de vanguardia en la comprensión de los trastornos mentales: Un paso


más para los primeros investigadores en considerar al trastorno mental como una verdadera
enfermedad originada en una patología orgánica del cerebro. Esta noción de la enfermedad
mental se llamó criterio orgánico o el modelo médico. Representó el primer avance de la ciencia
moderna en la comprensión y tratamiento de los trastornos mentales.
Ya en 1757 Albrecht von Haller acentuó la importancia de las funciones psíquicas del cerebro y
abogó por un estudio de éste a los insanos por medio de disección de cadáveres. El psiquiatra
alemán William Griesinger, en su libro texto “La Patología y Terapia de los Trastornos Psíquicos”,
insistió que la psiquiatría debía valerse de medios fisiológicos y clínicos, y subrayó su creencia
de que todos los trastornos mentales podían ser explicados la patología cerebral.

Kraepelin y la clasificación: Su discípulo Emil Kraepelin, quien desempeño un papel


predominante en establecer el criterio orgánico, cuyo texto “Tratado de Psiquiatría” en 1833. Este
observó que ciertos grupos de síntomas del trastorno psíquico ocurrían juntos con la suficiente
regularidad como para considerarse tipos específicos de enfermedad mental, del mismo modo
como se juzga a la rubéola, viruela y otras infecciones orgánicas típicas. Entonces procedió a
describir y clasificar estos tipos de trastornos mentales, elaborando un sistema de clasificación
que es la base de las actuales categorías. La integración de todo el material clínico implicado en
esta clasificación fue una labor formidable y un aporte excepcional al campo de la psicopatología.

Kraepelin juzgó cada tipo de enfermedad mental como diferente y distinto de los demás. Tales
conclusiones condujeron a un amplio interés por la descripción y clasificación exactas de los
trastornos como medio para poder predecir con fundamento al desenlace de un determinado tipo
de enfermedad mental, aun cuando no fuera posible todavía controlar.

Triunfo sobre la parálisis general: Avances enormes en el estudio del sistema nervioso
hombres tan famosos como Golgi, Ramón y Cajal, Broca, Jackson y Head. Se estableció al final
la base sifilítica de la parálisis general (sífilis del cerebro). La patología del cerebro en la
arterioesclerosis cerebral y en las psicosis seniles quedó patente con Alzheimer y otros
investigadores. Ciertos tipos de retardo mental y enfermedades mentales de etiología orgánica.
En el descubrimiento de la patología orgánica, parálisis cerebral, produce paresia, insania y lleva
al paciente a un desenlace fatal en un lapso típico de dos a cinco años.

S-ar putea să vă placă și