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Una Iglesia Victoriosa

Sermón Semana Santa 2016


Por: Jorge Betancur

Mateo 16:13-18 “13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos,
diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista;
otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le
respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro,[a] y sobre esta roca[b]
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

Hoy recordamos, el acto redentor de Cristo, pero específicamente, la victoria de Cristo sobre la muerte
por medio de su resurrección. Es así, que el declara y garantiza que Su Iglesia es y será una Iglesia
Victoriosa.

Pero hoy en día, diferentes personas, organizaciones e incluso denominaciones tienen diferentes ideas
de lo que es la iglesia y su misión. Las discrepancias resultan de no usar la Palabra de Dios para definir la
naturaleza de la iglesia que Cristo fundó.

La palabra “iglesia” aparece unas 110 a 119 veces en el Nuevo Testamento dependiendo de la
traducción y solo aparece dos veces en los Evangelios y en ambas ocasiones es utilizada por Cristo.

La palabra “iglesia” viene del griego, “Ekklesia”, que es una palabra compuesta de dos vocablos:
“ek”=fuera y la raíz “kaleo”=llamar. El sentido de la palabra significa literalmente “los llamados afuera”,
que es el concepto espiritual de un cuerpo de creyentes que estando en el mundo y formando parte de
él, son llamados por gracia y separados para Dios.

Los que formamos la iglesia hemos sido llamados fuera del mundo de las tinieblas a su luz admirable;
fuera del mundo del reino de la muerte al Reino de Vida; fuera del mundo del pecado a un mundo de
santidad.

Nuestro llamado está fundado desde la elección pasada, Dios, en su soberana sabiduría ha llamado, está
llamando y llamará a quienes serán parte de Su Iglesia victoriosa por medio de la obra redentora de
Cristo.

El Pacto de Lausana dice en torno a esto.

“Afirmamos nuestra fe en un solo Dios eterno, como Creador y Señor del mundo, Padre, Hijo, y Espíritu
Santo, que gobierna todas las cosas según el propósito de Su voluntad. Él ha estado llamando, del
mundo, un pueblo un pueblo para Sí, y enviándolo al mundo como siervos y testigos Suyos, para la
extensión de Su Reino, la edificación del cuerpo de Cristo y la gloria de Su Nombre.”

En esta tarde, veremos tres aspectos que debemos entender como la Iglesia Victoriosa que Cristo ha
fundado.
1. Una Iglesia vinculada a Cristo
2. Una Iglesia unida
3. Una Iglesia comprometida con su naturaleza

1. Una Iglesia vinculada a Cristo

En el texto base de esta tarde, vemos que el Señor establece un compromiso personal sobre algo que Él
mismo iba a edificar y que llama “mi iglesia”.

La declaración que Cristo hace “Yo edificare mi iglesia” tiene que ver con la estabilidad y permanencia
de la Iglesia que él iba a edificar. Jesús contrae el compromiso de edificar; lo hará Él y no otro; lo harán
otros por delegación de Él; lo seguirán haciendo en el tiempo médiate el uso y ejercicio de los dones que
el Espíritu repartirá a cada uno conforme a su soberanía.

Está acción de edificar sería algo posterior al momento del diálogo con Pedro. Esta acción de edificar
será algo continuado en el tiempo y demanda una cierta lentitud. El edificio vivo que es la iglesia va en
camino continuo de crecimiento para ser un templo santo en el Señor.

Efesios 2:21 “En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el
Señor”

Quién edifica es Cristo mismo; Él es la piedra angular; los apóstoles son los que establecen la estructura
del edificio y cada creyente es una piedra viva, el cual es parte del edificio que él está estableciendo.

Jesús identifica a la Iglesia como un cuerpo de propiedad divina. El Señor enfáticamente dice mi Iglesia,
esto es, de su propiedad.

Cristo es dueño de la iglesia por medio de su obra redentora;

1 Corintios 2:10 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

Cristo es Señor de la iglesia por fundación;

Mateo 16:18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

Cristo es cabeza de la iglesia;

Efesios 1:22 “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia”

Estos tres aspectos de pertenencia “redención, fundación y cabeza” habla de una comunicación de vida,
la iglesia al pertenecerle a Cristo, le da vida juntamente con él.
Efesios 2:5-7 “5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”

El verbo de la oración principal es “vivifico” que literalmente significa “dar vida con”, en este caso Dios
da vida “con Cristo”. No es posible la vivificación sin la obra redentora que incluye la resurrección de
Cristo. Esta vida es mediante la unión vital con Cristo.

La doctrina de la identificación con Cristo es la clave para entender la experiencia de vida nueva. Lo que
el apóstol está enseñando es que la vida nueva, la vida eterna, se recibe solamente mediante la unión
con Cristo, de otro modo, unidos al Hijo recibimos vida.

Las consecuencias de la identificación con Cristo son primeramente el poder para dejar de servir a la
carne y sus deseos, en segundo lugar el poder para dejas la esclavitud que produce la sujeción a las
ordenanzas humanas y en tercer lugar, el poder para dejar de ser esclavos al servicio del pecado.

Esta vida no es una reparación de la anterior propia de la naturaleza, sino la dotación de una nueva vida
procedente y vinculada a Dios mismo.

La iglesia es un cuerpo cuya vida procede de la Roca que es Cristo mismo, en quien, al estar la vida, la
comunica por identificación comunicativa a cada uno de los miembros. Estos, como piedras mueras
recibe vida cuando entran en contacto con la Roca que tiene vida en si misma.

1 Pedro 2:4 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios
escogida y preciosa,”

La iglesia que se identifica con Cristo y está en unión vital con él es una iglesia victoriosa, una iglesia que
vence al pecado, no por sus méritos, sino que, porque Cristo ya ha vencido sobre la muerte,
haciéndonos una iglesia poderosa y fuerte. Una iglesia que las puertas del hades no podrán prevalecer.

La iglesia, al ser un edificio vivo, es también un templo vivo en que se rinde culto a Dios, en espíritu y en
verdad, en donde se adora, alaba e intercede, en donde somos participes de la bondad de Dios.

2. Una Iglesia unida

Un segundo aspecto de la iglesia victoriosa es una iglesia unida. El Señor enfáticamente dice que es “mi
iglesia”. Es un pueblo de formación divina, integrada por todos aquellos a quienes Dios llama a salvación
y la reciben de Él.

Este cuerpo está formado por personas sin limitación de raza o condición, habiendo abolido Dios en
Cristo las separaciones históricas entre judíos y gentiles para hacer de todos los salvos un solo y nuevo
hombre que experimente la paz de Dios.

Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
Jesús dice que el edificaría solo su Iglesia. El sustantivo en singular y el pronombre “mí” hablan
claramente de exclusividad y unidad. El Señor no vino a edificar muchas iglesias, sino una sola.

Por esta unidad vital y vivencial Jesús oro al Padre en Juan 17:21-24 diciendo que fuéramos perfectos en
unidad. Es necesario tener presente que Jesús pidió una unidad absoluta a semejanza de la unidad
divina “que sean uno como nosotros”.

La unidad que Cristo establece para su Iglesia es una unidad tan perfecta y permanente como la que
existe entre las personas de la Trinidad. Como la Trinidad no es posible la separación, así tampoco es
posible que haya división en el cuerpo de Cristo.

Tan importante es la unidad que hay un mandamiento expreso para guardarla con solicitud.

Efesios 4:3 “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”

De este modo ha de considerarse la unidad de la Iglesia como algo deseado y hecho por Dios, El
creyente debe, pues, tener una solicitud especial en relación con la unidad. Fomentar la división es
intentar la destrucción del cuerpo de Cristo para lo que hay solamente un advertencia de que Dios
destruirá a quién intente destruir el cuerpo.

1 Corintios 3:17 “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de
Dios, el cual sois vosotros, santo es.”

Nada ni nadie pude destruir la unidad de la iglesia porque es una iglesia victoriosa, quién siquiera
intente destruir esta unidad, Dio mismo, se encargara de destruirlo, ya que es su Iglesia.

3. Una Iglesia comprometida con su naturaleza

La naturaleza de la iglesia de Cristo, es una iglesia Santa.

Efesios 5:27 “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga
ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”

El objetivo final del propósito salvífico de Cristo consiste en la presentación a Sí mismo de la iglesia en
perfección absoluta.

Para esta orientación el apóstol utiliza un verbo “presentar” que tiene un amplio espectro de
significados, como mostrar, ofrecer, presentar, poner a disposición, dando todos ellos la idea de poner
algo delante que puede ser apreciado u observado.

El proceso de santificación en la historia terrenal de la Iglesia, concluye definitivamente en la


glorificación de ella. Los creyentes han sido predestinados por el Padre para ser hechos conformes a la
imagen de su Hijo (Romanos 8:29)

In embargo, la perfección plena no se alcanza en la tierra, por cuanto la vieja naturaleza actúa limitando
una vida en continua plenitud del Espíritu. La perfección plena se alcanzará cuando sea la manifestación
final del triunfo de Cristo, en donde todos quienes hemos sido llamados a ser parte de su cuerpo,
seremos transformados a la plenitud de Cristo y será manifiesta ante todo ojo que Cristo es el Señor de
todo.

La presentación de una iglesia inmaculada será el momento de las Bodas del Cordero y comprende sólo
a Cristo y a la Iglesia

Apocalipsis 19:6-8 “6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y
como la voz de grandes truenos, que decía: !!Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso
reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado. 8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.”

La obra de salvación alcanzada en la entrega de Cristo mismo, hace posible la presentación de una
Iglesia santa y sin mancha ni arruga. La iglesia culmina aquí un proceso de santificación. La santidad de
vida no es algo optativo para los creyentes, sino la expresión visible de la esperanza e el encuentro con
Cristo. Es la esperanza y seguridad de una iglesia Victoriosa.

Conclusión

La iglesia necesita recordar sin olvidar jamás quien la fundo y quien garantizo su futuro. Con esto en
mente, podemos lanzarnos entonces a realizar su trabajo como Dios nos reveló en su Palabra sin vivir
preocupados de si la iglesia sobrevivirá a estos tiempos.

No existe la menor posibilidad que la iglesia sucumba. Cristo es la oca y toda edificación construida
sobre la roca podrá soportar los embates de la tormenta. De hecho, la iglesia de Cristo ha vivido bajo
tormenta por más de 2000 años y hoy es más grande y más fuerte.

Alaba a Dios por su gracia soberana, de enviar a su hijo Jesucristo y darnos vida juntamente con él por
medio de su resurrección y garantizarnos por medio de las palabras de Jesús, que nosotros, como su
iglesia, seremos y somos una iglesia victoriosa.

1 Pedro 5:10 “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que
hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”

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