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DESCOLONIZAR LA MEMORIA
DESCOLONIZAR EL FEMINISMO
Adriana Guzmán Arroyo
Qué mejor ejemplo que la escuela, donde hemos aprendido año tras año la
historia universal, que es la historia de Europa y Estados Unidos, y que nos
ha hecho pensar que somos un pueblo sin historia o con una menos
importante, así se crea la idea de desarrollo republicano, la idea de
modernización, que hasta hoy persiste en algunos sectores que quieren ser
a la imagen de los países autodenominados “del primer mundo”, de las y
los académicos que creen que hay que validarse en el norte, porque el sur
será siempre el sur. No hay pues una historia universal, lo que hay es una
imposición de datos y significados desde una hegemonía del pensamiento,
hay que pensar entonces en clave pluriversal ¿no?
Las clasificaciones “oficiales” del feminismo han sido hechas sobre todo por
académicas y hay que reconocer que una cosa es estudiar el feminismo y
otra es ser feminista. Esta organización de la información, que
aparentemente puede tener un fin pedagógico o didáctico es en sí un
ejercicio de poder, acaso no es una arbitrariedad colonial y colonizadora
del feminismo eurooccidental reclamarse, dueñas de la raíz del feminismo,
dueñas de los orígenes, decir que es el hijo – ni siquiera la hija- de la
ilustración y la Revolución Francesa e ir ordenando desde ahí las luchas de
las mujeres, que calzan en su parámetro, esa es una pretensión
universalista. Una de estas clasificaciones es la que hace Amelia Valcárcel
(Valcárcel, 2004) de las tres etapas u olas del feminismo como filosofía
política y como práctica, la primera ola corresponde al feminismo Ilustrado,
abarca desde sus orígenes en la ilustración hasta la Revolución Francesa,
siglo XVIII y parte del XIX para la cronología Europea, la segunda ola
denominada del feminismo liberal-sufragista que va desde el manifiesto de
Seneca Falls (1848) hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, y la tercera
ola que comienza con las manifestaciones principalmente estudiantiles en
Francia (1968), y que según Valcárcel seguimos viviendo ahora en el siglo
XXI.
Las temáticas o principales exigencias que caracterizaron cada ola,
Valcárcel las resume así:
Reconocimiento de la igualdad de la
Ira. Ola F. Ilustrado inteligencia
Reivindicación de la educación
2da. Ola F. Liberal- Acceso a todos los niveles de educación, las
sufragista profesiones y el voto
Derechos civiles, derechos reproductivos,
3ra. Ola F.
paridad política, papel de las mujeres en la
Contemporáneo
globalización
Fuente: VALCÁRCEL Amelia ¿Qué es y qué retos plantea el feminismo? 2004: pág. 4.
En cada una de estas olas, clasificación que ha sido asumida por varias
feministas, se van identificando hitos, declaraciones, planteamientos que
visibilizan a feministas europeas, francesas, inglesas, italianas, alemanas,
como si el feminismo o la lucha contra el patriarcado sólo se hubiera dado
en ese lado del mundo. El movimiento sufragista en América Latina -
también blanco y burgués por supuesto- las feministas en el movimiento
obrero o en la lucha contra las dictaduras, son “datos” que no entran en las
olas, menos aún van a entrar las luchas anticoloniales de nuestras abuelas
indígenas hechas desde nuestros pueblos y la comunidad.
Está claro que esta lucha y resistencia de las mujeres ante un sistema social,
político y económico que las oprimía y sancionaba sus conocimientos,
cuestionamientos y saberes con la muerte, en la propia Europa, no está
incluida en las ola del feminismo, y no son consideradas feministas,
seguramente porque no escribieron sus reivindicaciones frente a los
hombres, porque el hombre no era el modelo universal a igualar, pero
fundamentalmente porque el hombre no era el enemigo principal.
Un adjetivo de izquierda
No hay nada más parecido a un machista de derecha
que un machista de izquierda
1
Gender Trouble, New York, Routledge, 1990.
El riesgo de repetir la historia
2
Visiones de mujer y desarrollo
2.7 Feminismo en América Latina y El Caribe
¿Feminismo? Institucional
Es muy difícil llamarle feminismo a lo que se hace desde finales de los 80s
hasta hoy desde las ONGs llamadas feministas. Los 90s mientras las mujeres
vivían las consecuencias desgarradoras del neoliberalismo, que tuvieron
como consecuencia, mayor empobrecimiento, migraciones, explotación
laboral, dobles y triples jornadas, más violencia, trata y tráfico
transnacional de mujeres, las tecnócratas convertían las luchas en algo
técnico y no político y nos contaban el cuento de la equidad de género,
tratando de convencernos con porcentajes de participación políticas de
ellas, que no nos representaban a las mujeres empobrecidas, indígenas,
campesinas, trabajadoras. Muchas organizaciones de mujeres se
convencieron y aceptaron la intermediación de las “expertas” que se
dedicaron al lobby -algo así como definir en charlitas con sus cuates
neoliberales- las políticas públicas neoliberales y la llamada incidencia, todo
esto porque estaban financiadas para eso, para hacer incidencia, no
transformación y así desmovilizar a las mujeres que era el mandato de los
organismos internacionales, vamos a cambiar algo para no cambiar nada.
3
Apuntes críticos sobre el EFLAC. Por un feminismo sin escarapelas ni tarimas, ver
http://heroinadeloperiferico.blogspot.com
La institucionalización no se dio solamente en las ONGs, también en las
academias, en el campo jurídico, las organizaciones sociales, en las
instancias del Estado: ministerios y direcciones de la mujer, su estrategia
fue espantosa, hacía de las mujeres un sector, un tema más a tratar por los
Estados y casi nos creemos el cuento. La tecnocracia de género en
complicidad con las financieras y la cooperación internacional, hicieron del
feminismo una mercancía, iniciaron un proceso de despolitización,
sectorialización y neocolonización que continúa y dependiendo de la moda
pasean a mujeres indígenas, jóvenes, lesbianas, trans género por foros y
seminarios como trofeos de sus logros de la equidad y la inclusión.
Hoy en pleno proceso de cambio en Bolivia las ONGs de género se han
vuelto a llamar feministas para estar “a tono" con el proceso, pero su
relación contractual con el neoliberalismo no ha cambiado, siguen siendo
serviles y funcionales pero con otras estrategias, dividir a los movimientos
sociales, cooptar representantes y dirigentas, y hacer leyes para las mujeres
como si nosotras no pudiéramos hacerlas, quieren hacernos creer el mito
de la imposibilidad, de los proyectos mínimos y reformistas, y quieren
montarse en el proceso de despatriarcalización para ponerle color de
equidad, porque ni siquiera saben qué es el patriarcado. Pero esta vez no
nos creemos el cuento, como planteamos en el feminismocomunitario las
mujeres somos la mitad de cada pueblo y el proceso es del pueblo y de sus
organizaciones, y sabemos que las ONGs no hacen cambios ni revoluciones,
que si hay más mujeres en la política formal, en los municipios y las
organizaciones, es una conquista de las mujeres y no un regalo de las ONGs
ni una concesión del Estado. Las organizaciones de mujeres no sólo hemos
pedido que las ONGs rindan cuentas sino que la plata del Estado y de la
“cooperación”, llegue directamente a las organizaciones. En Bolivia acabar
con las ONGs es parte de la descolonización y tendrán que buscarse otra
pega.
Feminismo autónomo: en búsqueda de un movimiento que no
llega
La autonomía se fue construyendo en el Queremos todo el paraíso, no un sitio
feminismo latinoamericano y caribeño, así prestado en un apolillado mantel de lino
nacieron como hemos dicho los EFLACs en donde los patriarcas se comen nuestras
los 80s, autonomía para tener un espacio vidas.
Mujeres Creando, Bolivia: 1998
propio político e histórico de feministas -
aunque pronto se hizo presente la
institucionalización- la autonomía se profundizó dentro de los encuentros,
se planteó también como espacio para nombrarse frente a un feminismo
racista y lesbofóbico, se iba perfilando la autonomía del cuerpo que no
pasaba solamente por el aborto sino por acabar con un sistema
heteropatriarcal. Los aportes teóricos, creativos, los llamados artísticos de
las autónomas fueron centrales para dar vida al feminismo latinoamericano
y caribeño y para posicionarse frente a la institucionalización, a la
intromisión de las financieras, los partidos y la iglesia, y para luchar contra
el neoliberalismo que se comía los sueños y vomitaba desesperanzas.
¡El puño de la lesbiana atenta contra el sistema, el coño de la lesbiana atenta contra el sistema!
Queremos hablar de Mujeres Creando como parte Así como tú me quieres yo no quiere
ser de ti…
de este andar para descolonizar la memoria, Mujeres Creando, Bolivia:
teniendo el pasado delante y el futuro atrás, 1999
reconociendo las raíces de las que venimos.
Mujeres Creando es parte de la historia del
feminismo autónomo en Bolivia, de ellas hemos bebido rebeldía,
pensamiento, transgresión y unas ganas locas, incontenibles, de cambiar
el mundo, de llenarnos de amor y lucha. Todo empezó con la comunidad.
El año ´90 nació la Comunidad Creando en el barrio Las Delicias (La Paz,
Bolivia), hicieron la Despensa de la Abuela con alimentos naturales para el
barrio y el Panal de las Abejitas espacio pedagógico para las niñas, las
wawitas. En marzo del ´92 se conformó Mujeres Creando, meses después
publicaban el libro ¿Y si fuéramos una espejo de la otra? Por un feminismo
no racista, proponían como metodología la mujer como ser autobiográfico
que recupera y escribe su propia historia desde su cuerpo, hablaban de la
complementariedad mujer-mujer en la diferencia, y de la liberación en
comunidad. El ´93 comenzaron las grafiteadas -una mezcla de grafiti y
pintadas-, tomaron las paredes con mucha poesía y llenaron la ciudad de
rebeldía, “Buscamos una mujer fiera, una mujer tierna, una mujer verdadera", “De tanto
hacerte la cena, de tanto hacerte la cama, se me fueron las ganas de hacerte el amor, los
grafitis provocaban a una sociedad conservadora que no aceptaba que lo
privado también es político, cuántas veces nuestra madre, la tía o la vecina
se quedaron perplejas porque a ellas les pasaba lo que decían las paredes,
de tanta explotación en su casa no tenían ganas y menos fuerza para hacer
el amor, las mujeres se cuestionaban y encontraban en las paredes la
complicidad para decir lo que no se debía: “Detrás de una mujer feliz hay un
machista abandonado”,
“Si tu matrimonio es una condena, tira de la cadena”. “El cóndor pasa, la dictadura sigue
¡juicio a Banzer ya!”.
El gobierno neoliberal, la iglesia, la familia, las instituciones patriarcales
reaccionaban feroces, amedrentaban y creaban mitos sobre “las creando”.
Los padres nos advertían ¡No puedes ir donde las locas! Al Café Carcajada,
espacio cultural feminista de Mujeres Creando, porque si entrabas te
volvías lesbiana, y eso no sólo estaba mal, sino que traía mala suerte. Las
acciones en la calle: la utopía, amarse entre mujeres, denunciar la sangre
que corría por el colonialismo y por el neoliberalismo, provocaban y
convocaban. Se gestaba la fuerza política del movimiento, una fuerza que
escapaba a Mujeres Creando y se hacía de las mujeres que nos veíamos
también en sus ideas, en sus denuncias, y comenzábamos nuestras luchas.
Sus libros Sexo, placer y sexualidad y Machos, varones y maricones, nos
acompañaban en la autoexploración y la politización de nuestra sexualidad
y del placer ¡Queríamos ser feministas! El ´94 en su documento Dignidad y
Autonomía, denunciando a las ONGs que con sus proyectos de desarrollo
nos convertían a las mujeres en beneficiarias sumisas y nos robaban
nuestra palabra diciendo que nos representaban frente al Estado y a nivel
internacional, “la dignidad era para luchar contra el neoliberalismo
¡Tendremos dignidad, no entreguemos nuestros cuerpos al capital!”. El ´98
se las veía en las noticias, Mujeres Creando luchaba junto a la asociación de
pequeñas deudoras contra los bancos usureros y ladrones, protestas,
pintadas, huelga de hambre: la gente decía “las locas no están jugando”.
Después salían en la tele, tenían su propio programa “Creando Mujeres”,
denunciaban y proponían, eran malcriadas y atrevidas. El ´99 las invitaron
a exponer en el Museo Reina Sofía de España ¡Eran famosas! El 2002
tuvieron una ruptura en dos fracciones: Mujeres Creando y comunidad
Mujeres Creando comunidad.
La segunda clave que dijimos que es necesaria para hacer una lucha y un
feminismo antistémico es la propuesta de sociedad que está ligada a
manera de círculo con el movimiento. La propuesta, el proyecto político se
enuncia y se construye en movimiento y el movimiento se mueve mientras
se inventa y se construye la propuesta y el proyecto político, que para que
sea o no sea anti sistémica depende de su concepción y posición frente al
patriarcado, si se asume que el patriarcado, no es un sistema más sino “el
sistema” de todas las opresiones y que opera articulando estas opresiones
sobre el cuerpo de las mujeres, y, desde estos cuerpos las reproduce en la
humanidad y la naturaleza, justificando las guerras, la violencia y la
depredación de la naturaleza. Si no se asume esta complejidad del sistema
patriarcal, las luchas y en este caso los feminismos no serán anti sistémicos.
Es más fácil la resistencia, la rebeldía, la performance, la bronca, la protesta,
que asumir la responsabilidad de acabar con el sistema y hacerlo cada día
desde la memoria larga de nuestros pueblos y desde la memoria larga de
nuestros cuerpos.
UN FEMINISMO ÚTIL PARA LA LUCHA DE LOS
PUEBLOS
Para el patriarcado nuestros cuerpos de mujeres valen nada por eso nos
matan: Violencia estructural
Profundizar el proceso de cambio pasa por asumir un posicionamiento
político sobre la violencia hacia las mujeres, en el camino, el proceso de
cambio va dando buenos síntomas pues tenemos leyes como la 348 (Ley
Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), la 243
(Contra el Acoso y Violencia Política hacia las Mujeres) y un marco político
de la 243 que revoluciona las bases político conceptuales del sistema
jurídico y que hoy por la mentalidad colonial y patriarcal del sistema judicial
no son tomados en cuenta, sin embargo están allí, hay que seguir
profundizando y el gobierno debe asumir la tarea que le corresponde como
entidad que administra un proceso de cambio y con las limitaciones que
eso plantea.
Sin embargo aquí estamos quienes no estamos en situación de poder,
mujeres y hombres de este digno pueblo que estamos apostando a vivir de
otra forma, lejos del individualismo capitalista, lejos de las relaciones que
nos plantea el sistema, y es aquí donde debemos revolucionar, y aquí en
este escenario la revolución no llegara por decreto, la revolución será
nuestra construcción desde lo íntimo hasta lo público, aquí
revolucionaremos con la decisión política personal de no reproducir el
sistema pero esa decisión debe apelar a entender el sistema y allí el
territorio de las palabras debe ser el escenario en el que nombremos y
conozcamos las opresiones, aquí el territorio de las palabras debe ser una
herramienta de discusión política y de construcción colectiva para
alimentar y nutrir el vivir bien.
Y como soñamos el vivir bien: fundamentalmente con una vida digna
donde la muerte no sea una condena por ser empobrecidas y
empobrecidos, un vivir bien en donde seamos felices y vivamos de nuestro
trabajo y con lo necesario, sin exageraciones capitalistas, sin consumismos
excesivos, un vivir bien donde las wawitas que lleguen vengan a vivir bien
con mucho amor y que no falte comidita y que podamos respetar sus
cuerpecitos pero para eso debemos posicionarnos políticamente sobre la
vida y sobre la muerte al menos esa muerte que es trágica y provocada de
distintas formas y que pasa fundamentalmente por la desvalorización de la
vida y eso nos convoca a posicionarnos frente a la violencia hacia las
mujeres y asumirla como la violencia estructural que viabiliza las
opresiones, explotaciones, discriminaciones y sostiene al sistema de
sistemas: el patriarcado.
Y ¿Qué es eso de la violencia estructural?
Bueno no se decir exactamente y con palabras precisas qué es eso de
violencia estructural pero nuestros cuerpos lo entienden entonces
hablaremos desde nuestros cuerpos.
Cuando el sistema de derechos nos dice que cuando una mujer es golpeada
es violencia de género o violencia intrafamiliar percibimos claramente que
es un sistema al que no le interesa mirarnos como existencia, como
mujeres, como cuerpos distintos, pero escarbando un poquito también
encontramos la certeza de que no solo no le interesa sino que no le
conviene porque golpear y matar a una mujer no es tan simple y no solo es
machista, matar a una mujer y el correlato judicial y social que se traduce
en juicios interminables y culpabilizaciones y menosprecio de nuestras
vidas, son mecanismos que aleccionan a las mujeres, a los pueblos, a los
oprimidos y oprimidas de que hay vidas que valen más y las que valen
menos o que valen nada.
La discusión sobre la violencia hacia las mujeres, desde las academias, está
cerrada pero la discusión en un proceso de cambio, en este nuestro
territorio, no… porque la realidad nos demuestra que hombres siguen
golpeando y matando a mujeres pese a la existencia de leyes favorables a
nosotras las cifras de crónica roja se siguen alimentando con nuestros
cuerpos y con nuestros flagelos. Por eso es necesario nombrar la violencia
a las mujeres como violencia estructural y entenderla como la violencia que
sostiene a las violencias, a las explotaciones y a las opresiones.
Debemos entender que el acto de golpear y matar a una mujer queda
grabado en nuestros imaginarios y nos conduce en el camino de la sumisión
ante los poderes y nos alecciona desde el miedo y desde la comprensión de
la desobediencia y desde el control que se hace a nuestras acciones sobre
los parámetros del bien hacer que son impuestos por el sistema, entonces
cuando se golpea y se mata mujeres también se muere una parte de
nuestra humanidad simbólicamente construida en nuestros imaginarios. La
violencia hacia las mujeres desvaloriza la vida, desvaloriza nuestras vidas
en nuestros mismos imaginarios y así es fácil para el sistema oprimir.
Cuando nos preguntamos como las mujeres pueden aguantar a un
golpeador, a un hombre que solo quiere explotarla y oprimirla también
deberíamos preguntarnos ¿Cómo, desde el pueblo aguantamos las
violencias, las explotaciones y las opresiones del sistema? Entonces es fácil
reconocer cómo el sistema nos somete en términos simbólicos y materiales
a través de nuestros cuerpos pero cuando tenemos incorporado en
nuestras cabezas elementos de naturalización de un sistema resulta un
poco complicado posicionarnos por eso es vital construir mecanismos que
nos ayuden a sacar al sistema patriarcal de nuestras cabezas pero no será
posible sin decisión, el sistema emplea el mismo sistema de tutelaje de las
mujeres en los pueblos por eso es vital destruirlo y entender que mujeres
y hombres somos iguales en existencia y eso requiere de construir otras
relaciones ajenas a las que nos impone el patriarcado y lo fundamental es
el respeto a la vida y la lucha para que esta vida sea digna.
Por eso es fundamental hacer esta discusión con quienes queremos
construir la comunidad, con nuestros compañeros y compañeras de lucha
que no son feministas pero que están en el mismo camino de plantear un
mundo diferente, destruir y construir es el camino que nos queda ante un
sistema que se plantea destruyendo y construyéndose, no podemos perder
el tiempo porque quienes luchamos queremos vivir bien hoy y ahora por
eso es necesario construirlo ya.
En la lucha colectiva nos encontramos compañeros y compañeras que
reproducen lógicas del sistema que son machistas y discriminadoras, y es
necesario hacer una discusión sobre el patriarcado y qué significa este
sistema en sus cuerpos y qué significa en nuestros cuerpos, es vital para
seguir caminando hacer la discusión sobre a quién tributa la violencia
estructural, a quien tributa el trabajo impago de las mujeres ese trabajo
que sostiene la vida, trabajo que hacemos con mucho amor ¡sí! pero que
sigue siendo trabajo, a quién tributa el machismo, seguro que en el
razonamiento lógico nos conducirá que les beneficia a los hombres y si pues
porque les facilita la vida porque pueden estar en un sistema productivo
explotador sin mayores preocupaciones que el aportar eficientemente a la
acumulación de las burguesías, sin embargo en el fondo le tributa
directamente al sistema de sistemas que es el patriarcado cuyas aristas son
capitalistas, coloniales, transnacionales y cuanta forma de explotación
exista y se vaya a construir.
Un Feminismo donde quepan muchos feminismos
-para enfrentar la globalización patriarcal capitalista-
“El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos. La patria
que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que
todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos”
Sub Comandante Marcos, EZLN.
La frase tantas veces repetida por el Sub Marcos nos ayuda a pensar no solo
un proyecto político de mundo sino una metodología, una forma de encarar
las luchas desde distintos territorios contra un miso sistema, el patriarcado
capitalista colonialista racista transnacional y en muchos lugares narco
estatal. Frente a un sistema que se recicla permanentemente en la historia
de humanidad perfeccionando sus formas de opresión y explotación, un
sistema que se esconde en categorías como la globalización expandiéndose
en el mundo, es necesario también pensar en la expansión-articulación de
las luchas en distintos territorios y desde distintos cuerpos, aprendiendo del
internacionalismo de la izquierda es necesario hoy articular nuestras luchas
como pueblos para enfrentar al sistema en su real dimensión, una lucha
globalizada que enfrente la globalización del sistema, una lucha que desde
la vida enfrente al sistema de muerte.
Las luchas de las mujeres, las luchas feministas no han sido una dimensión
aparte en las revoluciones, no son otro tema o una arista de las
transformaciones. Las mujeres feministas y no feministas hemos luchado
con y desde nuestros pueblos, hemos luchado para cambiar el mundo, no
han sido luchas sectoriales, porque no somos un sector. Las mujeres somos
la mitad de todo, la mitad de cada pueblo, la mitad de cada comunidad, la
mitad de la revolución.
La intención de este artículo es dar cuenta de la necesidad urgente en Abya
Yala, América Latina y el mundo de construir un feminismo donde quepan
muchos feminismos, por dos razones, porque los feminismo se han
enfrascado en diferencias epistemológicas, teóricas y de personalismos
caudillistas, desgastando su capacidad de aportar y accionar en las luchas de
los pueblos, y hoy cuando el sistema patriarcal capitalista se recicla en el
mundo reinventando sus herramientas de opresión, sobre el cuerpo de las
mujeres, se gesta con mucha fuerza un movimiento de mujeres movido por
la indignación, un movimiento que demanda una lucha conjunta y
articulada, que exige renunciar a protagonismos y diferencias que en el
fondo no son diferencias políticas. Por otro lado los procesos que vivimos en
Abya Yala, aquellos sobre los que el mundo tiene puesto los ojos, aquellos
que son asediados por el sistema a través de las grandes corporaciones
transnacionales que mueven y financian a la derecha política interna, estos
procesos históricos que le han devuelto la esperanza a la humanidad de que
realmente otro mundo es posible, en esos procesos necesitamos reflexionar
y recoger los aprendizajes de la historia y de la memoria de nuestros
pueblos, necesitamos pensar en clave feminista las revoluciones en Abya
Yala, porque el sistema se recicla sobre el cuerpo de las mujeres, porque no
basta con ser anticapitalistas cuando necesitamos ser profundamente
antipatriarcales.
Es responsabilidad histórica que las luchas de las mujeres que son parte
estructural de las luchas de los pueblos, no sean invisibilizadas, y
fundamentalmente que estas luchas que apuestan por la revolución para
todas, para todos y para la naturaleza, no sean traicionadas.
Con esta intención en la primera parte haremos una caracterización del
sistema hoy en la globalización capitalista, en segundo lugar presentamos
un recuento de las luchas de las mujeres dentro de las luchas de liberación,
después aportaremos con lo que desde el feminismo comunitario
entendemos como la descolonización del feminismo, siendo clara la
necesidad de construir un feminismo útil para las luchas de los pueblos, un
feminismo donde quepan muchos feminismos, para a manera de
conclusiones identificar aspectos que hacen desde nuestros cuerpos al
andamiaje necesario para que los procesos en Abya Yala sean procesos
revolucionarios.
4 FEDERICI Silvia. La Revolución Feminista Inacabada. Mujeres reproducción social y lucha por lo común. México. Taller Editorial Escuela Callpulli. 2013. 180 p.
sin acabar por supuesto con las desigualdades, no lo han logrado sino más
bien las han profundizado, más aún para las mujeres.
La explotación capitalista es patriarcal porque son las mujeres, niñas y
jóvenes que sostienen las llamadas cadenas de ensamblaje, las maquilas,
que no son más que cadenas de explotación que cruzan las fronteras para
evadir legislaciones, vulnerar derechos y producir en sistemas esclavistas
encubiertos. Son las mujeres, las trabajadoras desprotegidas de derechos en
la tercerización de los servicios que siendo responsabilidad de los gobiernos
nacionales y locales se entregan a manos privadas dejando a las y los
trabajadores en manos del mercado de la libre oferta y demanda, en manos
de la liberalización laboral que es solo explotación. Esto también sucede en
los procesos en Abya Yala, Bolivia, Ecuador, Brasil han terciarizado sus
servicios, incrementando su costo, olvidando que deben ser un derecho y
no una mercancía, y dejando que sean hombres y principalmente mujeres
del pueblo empobrecido que se encarguen, por ejemplo, del aseo en
grandes ciudades sin condiciones mínimas que garanticen su vida y menos
aún un trabajo digno.
5 Idem. Silvia Federici hace referencia al “cuidado global” o “maternidad global”, lo que para migrantes como Julia Castillo parte del Movimiento Migrante Antipatriarcal es
la cadena global de explotaciones.
6 Victoria Aldunate Morales es feminista autónoma, parte de la Memoria Feminista, Chile.
Hablar de la violencia hacia las mujeres tiene que ver con esta
caracterización que hacemos del sistema patriarcal globalizado, es a través
de la violencia sobre nuestros cuerpos que se reproduce y sostiene el
sistema patriarcal capitalista y todas sus opresiones y violencias hacia
nosotras y hacia la humanidad. Es en el cuerpo de una mujer que las
wawitas, niñas y niños, aprende la explotación, en el trabajo del hogar
esclavizante impago y desvalorizado socialmente, trabajo que se realiza
mediado por la llamada violencia doméstica o intrafamiliar. Es este mismo
trabajo impago que produce riqueza que no se queda en manos de las y los
empobrecido sino alimenta la acumulación de los empresarios y patrones,
con ejercicio de violencia.
El incremento de los feminicidios en el mundo, no responde solamente a
una reacción machista de una cultura patriarcal puesta al descubierto,
responde al reciclamiento y perfeccionamiento del sistema de explotación
que basado en la impunidad necesita legitimar su poder de matar, humillar
y someter a sociedad, pueblos y comunidades y lo hace en nuestros cuerpos.
Si el mundo no se duele del genocidio más grande en la historia cometido
contra las mujeres sistemáticamente, tampoco se duele frente a las guerras
mal llamadas de baja intensidad.
Es a través de la violencia hacia las mujeres, feminicidios, trata y tráfico,
cadenas de explotación sexual, que se abren brecha los cárteles del
narcotráfico en México, Colombia y otros países. Es a través de nuestros
cuerpos que el sistema acaba con la capacidad de indignación de los pueblos
que acostumbrados a encontrarnos asesinadas, descuartizadas, mutiladas y
torturadas, se disciplinan frente al sistema y mantienen su sometimiento.
El asesinato impune de luchadoras activistas en defensa de sus territorios
como Berta Cáceres líder del pueblo Lenca que en Honduras detuvo la
construcción de la represa Agua Zarca pagando este atrevimiento con su
vida, o Macarena Valdés Muñoz, mujer mapuche, que se levantó en defensa
del sector de Tranguil frente a la construcción de una central hidroeléctrica
a cargo de la empresa austriaca RP- Global, y fue asesinada, hecho que las
autoridades quieren mostrar como suicidio, es muestra de la violencia que
ejerce el sistema contra las mujeres para universalizar la propiedad privada,
para convertir en mercancía nuestros territorios, nuestras ríos y montañas,
para consolidar la propiedad sobre nuestros cuerpos-territorios.
7
LERNER Gerda. La Creación del patriarcado. España. Editorial Crítica. 1990. 300 p.
xenofobia encubierta en un proteccionismo de Estado. No es de extrañar
entonces que proponga construir un muro en la frontera con México, para
que las y los migrantes lo atraviesen en peores condiciones aún y sean
explotados en la invisibilidad cómplice llamada “ilegalidad”. El cuarto día de
su mandato, reactivó la ley que prohíbe a las ONGs y a proveedores de
servicios sanitarios en el extranjero utilizar fondos del Gobierno
estadounidense para asesorar a favor del aborto, atentando material y
simbólicamente contra la autonomía del cuerpo de las mujeres. Estas
medidas que pueden entenderse como un giro conservador del sistema
confirman la reconfiguración de la que hemos hablado, que afecta y se
estrellará principalmente y con más fuerza en el cuerpo de las mujeres
empobrecidas, trabajadoras, obreras, independientes, jóvenes y migrantes.
En el sur, un sur que en los últimos años ha mostrado su capacidad de
organización revolucionaria, con procesos gestados desde el pueblo en
Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina, se ha instaurado el gobierno
de Mauricio Macri como un experimento de retorno escarmentador del
neoliberalismo para la región. Las indecisiones, concesiones y el no haber
hecho transformaciones estructurales en la economía generaron
condiciones para que Argentina tenga un gobernante aleccionador para
todos nuestros pueblos. Macri ha incrementado en casi un 285% el costo del
gas y en más del 100% la tarifa básica de luz, afectando al sector más
empobrecido y a las mujeres las más empobrecidas de los empobrecidos. En
sus primeros nueve meses de gobierno, según el Instituto Nacional de
Estadísticas IDEC, se registraron 127.000 despidos en el mercado privado
formal, llegando a 64 despidos por día en el sector público a principios del
2017, otra vez las mujeres constituyen el mayor porcentaje de desempleo.
Como buen discípulo de Trump ha recrudecido las políticas migratorias
desatando una casi casería de migrantes en las calles, la mayoría mujeres
trabajadoras bolivianas y centro americanas, y mujeres y personas trans en
situación de prostitución.
En nombre de Dios, el Estado y la familia, contra el pueblo empobrecido,
Donal Trump y Mauricio Macri son el rostro gobernante del sistema
globalizado.
La invasión colonial en Abya Yala, en la que las mujeres preferían huir a las
montañas, en un intento desesperado por mantener la cultura que las ligaba
con otra forma de vida, nuestras abuelas se refugiaron en las alturas
conformando comunidades autónomas de mujeres, o como relatan los
cronistas, sociedades solo de mujeres que resistían a la colonia, pastaban
sus rebaños y se defendían entre sí ante las autoridades, algunos cronistas
menciona suicidios de mujeres indígenas como forma de resistencia e
infanticidios, mataban a sus hijos varones, probablemente para que no
crecieran en ese mundo o para que no fueran enviados al trabajo en las
minas de donde no volverían. Para evitar una lectura romántica de la
resistencia de nuestra ancestras, vale la pena preguntarnos por qué las
mujeres fueron protagonistas de lo que Irene Silberblatt, en su libro Luna,
sol y brujas, denomina el sub mundo de las idolatrías. Si bien hay cronistas
que relatan que las mujeres realizaban los rituales antes de la invasión
española, fue también el pacto desigual entre hombres, hombres españoles
los invasores y hombres indígenas invadidos que las llevó a este sub mundo,
pues los hombres autoridades indígenas, como los curacas ocuparon un
lugar en la estructura del poder colonial, un espacio en lo público, del cual
las mujeres fueron relegadas para quedar en la clandestinidad de los “ritos”,
este pacto desigual es parte del entronque patriarcal, categoría planteada
por el feminismo comunitario. Un entronque entre el patriarcado colonial y
el patriarcado ancestral que ha fortalecido los mecanismos de opresión y
explotación de nuestros pueblos en beneficio de los países “desarrollados”.
Todos estos son ejemplos de la traición a las mujeres en las luchas y
resistencias de los pueblos, algo de lo que debemos aprender para que los
procesos hoy en Abya Yala sean procesos revolucionarios y no procesos
reformistas que abran las puertas al sistema patriarcal reciclado.
La masacre del gas fue una insurrección social, una convulsión del pueblo
ante la venta del gas a precios regalados que planteaba el presidente de
Bolivia de ese entonces, Gonzales Sanchéz de Losada. Se inició un paro y un
bloque de caminos durante 31 días en el que no se dejaba entrar alimentos
ni combustible a La Paz. Para desarticular la medida de lucha el gobernador
hizo traer cisternas con gasolina, custodiado por tanques y militares que
iban disparando, para abrir camino. “El detonante fue el gas, pero para
nosotras fue que nos estábamos muriendo de hambre. En ese entonces
solo podíamos optar por una comida al día, daba lo mismo morirse de
hambre en la casa, que salir y morir por una bala. La llaman la guerra del
gas, pero nosotros decimos que es una masacre, porque el pueblo no tenía
armas. Ahí fue donde nos organizamos y nos decidimos, colectivamente,
feministas”, cuenta Adriana.
A: La masacre del gas fue fundante porque nos damos cuenta de la relación
que teníamos con nuestro cuerpo, con nuestros roles en la vida y la que
tenían los hombres, pero también nos damos cuenta de lo racista y colonial
que era el mundo, porque se mandaba a matar a quienes vivían en El Alto.
Ahí se van construyendo las ideas principales del feminismo comunitario.
No era suficiente hablar de que se vaya el presidente o de no vender gas a
los Estados Unidos, sino que había muchas otras relaciones de poder, de
opresión. No teníamos que comer, no había trabajo. Entonces ser feminista
en algún sentido fue ir pensando en el sistema.
Nosotras queríamos refundar el país. Cuando nos dijeron: ‘Va a haber una
asamblea constituyente, pero no hay propuestas en las organizaciones’.
Nosotras decíamos, cómo que no hay una propuesta, la única forma de
construir otro país, es desde la memoria que tenemos, ¿qué vamos a
inventar? ¿Qué vamos a copiar? Si todo lo que está en Europa, en Estados
Unidos, nos muestra que destroza la naturaleza, las relaciones humanas y
lo único que ha subsistido a esa forma de vida es la comunidad. No vamos
a ser feministas para construir otro Estado, sabiendo que los Estados
reproducen todas las relaciones de opresión, de subordinación; que el
Estado es la esencia del patriarcado capitalista. Decidimos crear un
feminismo comunitario y después ampliamos la comunidad de
comunidades que sería una forma de organización.
Reduce el concepto…
Otra de las cosas que decían era que lo que está haciendo Argentina es una
marea verde colonizante y blanca por América Latina. Y a nosotras no nos
parece que fuera así, no es que nosotras por ser indígenas no vamos a
hablar de aborto o no vamos a hablar de aborto legal, porque, además, el
aborto es natural, el aborto ancestralmente existía y, por último, si el
aborto hoy se plantea legal es porque esas son las condiciones que hay. Yo
puedo abortar con yerbas, con lo que me ha enseñado mi abuela, ¿y las
cientos de mujeres que mueren, que abortan en la clandestinidad, que no
tienen esa información, esa memoria, que son violadas después de un
aborto? Es una mirada individualista. Nosotras coincidimos con la lucha que
se está haciendo en Argentina sobre el aborto legal, con todos los
cuestionamientos que me han hecho a mí personalmente por ser indígena
y estar de acuerdo con el aborto. Justamente, porque hablamos de
descolonización, porque la penalización sobre nuestros cuerpos ha venido
con la colonización.
A: Sí, hay compañeras que tienen un color de piel que no es el mío, pero
que renuncian a esos privilegios, que se los cuestionan. Necesitamos hacer
un trabajo juntas, no es posible que solas hagan una reflexión de sus
privilegios, porque el sistema se mete ahí y te crea culpa. Ni nosotras
podemos hacer la reflexión solas, necesitamos mirarnos. El feminismo tiene
muchas prácticas de ruptura, de competencia, muchas lógicas masculinas
están dentro de la construcción del feminismo. De referentes, de caudillos,
de caudillas. Nosotras creemos realmente que el feminismo es una
comunidad y es una comunidad en la que tenemos que mirarnos, decirnos
y sanar todas juntas.
“La intención del racismo a través de la colonización fue tan estratégica que
logró sentar las bases para que la vida de las mujeres indígenas quedara
sumida en la perpetua desventaja, por el hecho de ser mujeres. Este efecto
colonizador ha seguido siendo parte de nuestras vidas y radica en nuestros
cuerpos y mentes, por lo cual es importante para mí, cuestionar nuestra
victimización histórica situada, para poder trascender el racismo
internalizado y posibilitarnos verlo en nuestra construcción cultural, pues si
no, la mayoría de lo que estamos haciendo para su erradicación, será un
trabajo parcial, pues lo miramos a lo externo. Pienso que proponer el
proceso de deconstrucción internalizada de manera consciente, nos invita a
remover la conciencia de opresión y nos invita a liberarnos, a reconocer que
es necesaria la erradicación del racismo naturalizado y entrañado, para
crear y recrear el pensamiento pluridimensional como riqueza. Invita a
trascender la victimización situada para convertirnos en sujetas políticas,
pensantes y actuantes, desde una visión individual, pero también colectiva.”
Lorena Cabnal, feminista comunitaria indígena maya-xinka, Guatemala
Entronque patriarcal
A: Los datos que más sirven para entender, pero que no son suficientes,
son los de la organización Inca, Maya y Azteca, que son organizaciones tipo
Estado donde el cuerpo de las mujeres valía menos. Los incas eran como
una casta Quechua que iban colonizando otros pueblos para someterlos.
En esta invasión, al igual que en la guerra en otros territorios, tomaban a
las mujeres como botín de guerra. A las niñas las sacaban de sus
comunidades y las llevaban a un lugar que se llamaba el Acllahuasi, no
sabemos exactamente la traducción, los cronistas dicen la casa de las
vírgenes, pero era un lugar en donde se les enseñaba a tejer, hacer chicha
para el inca y donde estaban mujeres que eran entregadas como un premio
a los guerreros cuando se lograba la invasión de un pueblo. Esas niñas
podían ser amantes del inca, pero no sus esposas, porque era una casta. Ya
esta lógica nos hace pensar que nuestro cuerpo valía menos.
Otra cosa es que las mujeres estábamos relacionadas con los ritos a la luna,
al sol, todo lo que tenía que ver con la relación con la naturaleza y eso nos
hacía tener un poder. Y la organización inca, la maya y la azteca lo primero
que hacen es sacar a las mujeres de los lugares rituales para que otros
ocupen esos lugares, previo a la llegada de los españoles. Cuando llega el
patriarcado colonial, decimos nosotras hay un entronque, porque se juntan
los dos en estos territorios de Abya Yala. Vivimos ese entronque, dos
patriarcados.
Diana: Al ser nómades, se iba buscando qué comer por un tiempo, pero no
era quedarse y sacar todo lo que había y acumular y después pasarnos a la
próxima tierra, porque volvíamos a los mismos territorios. Ya sabíamos
que, por ejemplo, en enero y febrero, había peces en tales ríos. En ciertos
meses había cebada y fruta en tales partes. Era un vínculo con la tierra,
porque la tierra me da lo necesario. Esa desarticulación que nos han
querido imponer -y que hasta ahora nos quieren imponer- viene con la
propiedad privada, el ser dueño de tus tierras y al no poder ser dueño de
otras tierras se saca todo lo que se pueda a la que se tiene.
A: Hay una lógica como idealista también, pensamos que es otra vez una
lógica colonial, que el eco feminismo o el feminismo ambientalista quiere
venir a enseñarnos cómo cuidar la tierra. Es racista opinar como nos
relacionamos con la naturaleza. Ancestralmente había una relación que
también era de extraer, también había minería antes de que llegaran los
españoles aquí, pero se sacaban para ellos, no para acumular. No estamos
hablando de territorios indígenas como santuarios que no se pueden tocar,
porque las personas que viven ahí necesitan seguir su vida, sacar agua,
sacar lo que tengan que sacar de ahí. Hay una visión casi religiosa, bien
fundamentalista de la relación con la tierra con el medio ambiente,
contraria a lo que pensamos los pueblos que estamos relacionados con la
naturaleza. La naturaleza nos da, nosotras le damos, lo importante ahí es
lograr romper la acumulación que es lo que nos ha metido el capitalismo.
A: Nos ha pasado con la ruptura. Julieta Paredes era una persona muy
conocida dentro del feminismo comunitario. Yo tengo una denuncia penal
contra ella, intentamos que la organización lo resuelva, no se pudo. Ahora
ella nos ha enjuiciado a Diana, a mí y a otra compañera, Jimena, porque ha
patentado, ha hecho la propiedad intelectual del feminismo comunitario.
Se supone que nadie más puede usar el nombre. Ha registrado feminismo
comunitario en derechos de autor, una cosa ilógica que todavía a mí me
cuesta entender. Eso pasa con los procesos muy locales. La lucha contra el
sistema no puede ser territorial, aquí nos hemos quedado un poco
ilusionadas con el gobierno, después frustradas, pero no es la lucha ni
contra ni por el gobierno, la lucha es contra el sistema, entonces tiene que
ser más allá de las fronteras.