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El Alquimista/Byung-Chul Han

Nació en 1959, en Seúl, buena parte de su juventud se dedicó a la metalurgia, abandono


después de provocar un accidente que casi lo mata. A los 26 años y sin saber idioma, llego a
Alemania y se puso a estudiar Literatura Alemana y Teología en la Universidad de Múnich. Su
ritmo de lectura, algo relentado lo obligo a pasarse a Filosofía en la Universidad de Friburgo.
Sus ensayos tratan de los complejos problemas teóricos que afectan a todas las personas,
tantos consumidores, trabajadores sometidos a alta presión, nómades digitales, habitantes de
megalópolis. Amenazados por la angustia y la depresión.

La búsqueda constante de optimización. Pensamiento positivos y auto superación personal. El


cuidado del cuerpo y la salud. El horror al vacío y al aburrimiento: para Han son expresiones de
una época dominada por el exceso de positividad. Denuncia la saturación de lo positivo en un
mundo que ya no tolera rastro alguno de negatividad. En su diagnóstico se propagan males
como la depresión, los trastornos de atención y suicidios.

La sociedad del rendimiento y la autoexploración voluntaria. Analiza las diversas


consecuencias engendradas por esta nueva sociedad del rendimiento y la positividad. La
sociedad del siglo XXI no es una sociedad disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento.

Han observa cómo mientras se enaltecen la hiperactividad, la aceleración, el rendimiento, la


exposición y el no límite de la productividad, también crecen, a ritmo constante, el cansancio de
la información, la fatiga de la atención, el burn out laboral, los trastornos de la personalidad y la
depresión por la interiorización de la violencia bajo la sociedad de rendimiento.

La violencia sufre una interiorización, se hace más psíquica y, con ello, se invisibilliza. Para
Han, la sociedad disciplinaria descripta por Michael Foucault, donde todavía rige el no, ya no
da cuenta del estado actual de cosas: “Su negatividad genera locos y criminales. La
sociedadde rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados”.

En la sociedad del cansancio describe como la fatiga infinita que acosa al hombre
contemporáneo se origina cuando cada sujeto, bajo la apariencia de la libertad, de
manera voluntaria, emprende un intensivo proceso de autoexploración. Detrás del
“imposible is nothing”, del “sí se puede!” global, una maquinaria invisible diseñada
como libertad empuja a cada individuo hacia la autoexploración. Para Han, la
consolidación del neoliberalismo reside en que el exceso de positividad, manifestado
como un uso desinhibido de la libertad, ofrece infinitos incrementos en la tasa de
rendimientos. El capital, expandido “psicopoliticamente” en la mente de cada individuo,
seria ampliamente más poderoso y rendidor que cualquier forma de coacción externa,
disciplinaria.

Así, arrojado de manera carcelaria a su propia y obligada libertad, el sujeto de


rendimiento contemporáneo implosiona ante una carrera absurda por la mejora, el
consumo y la atención sobre sí. La libertad tan anhelada, se transforma en un nuevo
esclavismo bajo la sociedad neoliberal, que la convierte en su principal insumo. La
sociedad de rendimiento prescinde de cualquier tipo de negativa coerción externa: el
sujeto de rendimiento se abalanza gustoso y convencido hacia su propia
autoexploración: “la positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del
deber”, advierte.

“En esta sociedad de obligaciones, cada cual lleva consigo su campo de trabajo forzado.
Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y
verdugo a la vez”
“para incrementar la productividad, no se superan resistencias corporales, sino que se
optimizan procesos psíquicos y mentales”. El ser humano es constantemente provocado
a la optimización. Su contrapartida: la sociedad del cansancio y la depresión.

El Poder Amable

La libertad y la comunicación ilimitada se convierten en control y vigilancia totales. El panóptico


digital “no nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar
nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este
poder amable es más poderoso que el poder represivo.

Lentitud y Erotismo

Para Han lo que actualmente se percibe como una aceleración del tiempo, en verdad está
vinculado a una incapacidad para acabar y concluir.

En el tiempo de la sociedad de rendimiento, cosido por puntos, atomizado, el intervalo entre


cada evento se presenta como una duración vacía, un entretiempo que debe ser neutralizado
constantemente con novedades y radicalismo. Hecho de presentes como puntos intermitentes,
para han, el tiempo del capital, sin narración ni tensión dialéctica, pierde su aroma.

En la agonía de Eros, analiza como el erotismo, que descansa en la ambigüedad, el secreto y


presupone la negatividad del misterio, queda abolido por el ascenso de la hipernitidez de la
pornografía y sus sucedáneos. El exceso de oferta de otros bajo el infierno de lo igual, conduce
a una crisis del amor, una erosión de la alteridad del otro y a una desaparición de la
experiencia erótica. Para el narcisista sujeto de rendimiento contemporáneo, “todo es aplanado
para convertirse en objeto de consumo”

El amor se positiviza como sexualidad y cae bajo la lógica del rendimiento, “la ausencia total de
negatividad hace que el amor hoy se atrofie como un objeto de consumo y de cálculo
hedonista. El deseo del otro es suplantado por el confort de lo igual. Se busca la placentera, y
en definitiva cómoda, inmanencia de lo igual.

Las Multitudes Digitales

Para Han, las clases y la lucha de clases son categorías históricamente superadas. En su lugar
asciende lentamente la figura del panóptico (tipo de arquitectura carcelaria ideada por el
filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII.) digital, un enorme
enjambre de individuos hipercomunicados pera aislados, “cuando la víctima y el
verdugo coinciden ya no es posible resistencia alguna”, “quien fracasa en la sociedad
neoliberal del rendimiento se hace a si mismo responsable y se avergüenza, en lugar
de poner en duda a la sociedad o al sistema. En el régimen neoliberal de la
autoexploración uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no
convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.

Como salida a la encrucijada narcisista de la psicopolitica neoliberal y la sociedad de


rendimiento, Han propone rehabilitar la vida contemplativa como remedio frente a la
compulsión al trabajo y la optimización.

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