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Unidad 1

Van Klaveren.
En el campo de política exterior comparada una perspectiva teórica es descrita como una
orientación general que postula la “importancia de un conjunto de especificado e interrelacionado
de variables para explicar comportamientos de política exterior y que provee una lógica explicativa
que relaciona este conjunto de variables con los comportamientos de política exterior”. Destaca el
carácter incipiente de la construcción de la teoría.
Un marco para el análisis de la política exterior latinoamericana. El objetivo de todo marco
conceptual es identificar las variables más importantes para el análisis y sugerir posibles
modalidades de vinculación entre esas variables. La clasificación más conocida es la que diferencia
factores internos y externos. En la década de los 70 se partía de los factores externos. En los 80 se
viró hacia lo interno. Ambas categorías se complementan. El medio externo comprende al sistema
global compuesto por el resto de los actores (estatales y no estatales). El medio interno es distinto al
externo porque en el interno hay autoridad. Tres características del medio interno: régimen político;
políticas económicas y estrategia de desarrollo; factores históricos, culturales y sociales. Los actores
no estatales están aumentando su presencia.
Perspectivas sobre las fuentes externas de política exterior.
- Sistema internacional. Factores sistémicos. América Latina es muy sensible a su
medio externo.
- Enfoque de la dependencia.
- Enfoques que plantean a América Latina como un subsistema dentro de un sistema.
- Política de Poder. Equilibrio de poder.
Perspectivas sobre las fuentes domésticas de política exterior.
- Sistema político. Formas de organización política.
- Estrategia de desarrollo.
- Factores históricos y culturales. Prismas actitudinales de las élites que dirigen la
política externa.
- Actores y toma de decisiones.
- Recursos. Capacidades tradicionales de los enfoques de política de poder.

Puig. Introducción.
El estudio comparado de la Política Exterior no cuenta con teorías generales y de alcance medio. No
llega a satisfacer el objetivo básico de toda ciencia: un cuerpo organizado teóricamente que se base
en investigación empírica acumulativa.
2 visiones de la comunidad internacional. Una plantea que los Estados son los actores principales y
gravitan en la medida en que poseen poder. La otra surge del Derecho de la comunidad
internacional y supone que el contexto externo está formado por interrelaciones entre Estados que
están reguladas por determinados principios que establecerían la regla del Derecho en las RRII.
Ninguna es correcta.
Las realidades actuales.
La única forma de arribar a soluciones autonomizantes es abandonando los marcos teóricos que de
alguna manera han sido establecidos en base a realidades que no son las nuestras. Por ejemplo Helio
Jaguaribe ha planteado las posibilidades de autonomización para determinados Estados periféricos
que fluyen de lo que él llama la permisividad del Sistema Internacional. Autonomizar implica
ampliar el margen de decisión propia y, normalmente, implica por tanto recortar el margen que
disfruta algún otro. El logro de una mayor autonomía supone un juego estratégico previo de suma
cero, en el cual alguien gana lo que el otro pierde.
Desde este punto de vista, desmantelar la concepción tradicional beneficia en primer lugar porque
proporciona a los pequeños países y medianos que recorren caminos autonomistas el marco preciso
y cabalmente comprendido en el cual tendrían lugar sus maniobras; en segundo lugar permite
reflexionar a los teóricos de las RRII de los países desarrollados acerca de las dimensiones reales de
los fenómenos que estudian a partir de una perspectiva distorsionada.
Una teoría globalista.
En primer lugar señala la importancia de que puedan existir o definirse repartidores supremos
(élites) y criterios supremos sin necesidad de que se forman a través de una constitución o ley
internacional. Por otra parte adoptar el reparto como elemento básico de la realidad internacional
facilita la comprensión del fenómeno en virtud del cual repartidores supremos o intermedios
nacionales pueden al mismo tiempo desempeñar el papel de repartidores supremos o intermedios
internacionales.
Hablar de un régimen político equivale a suponer la existencia de un orden de repartos, lo cual, a su
vez implica su constitución en base a criterios supremos de repartos. Tales criterios pueden
detectarse en el régimen actual de la comunidad internacional:
- Posesión de un potencial de destrucción masiva como regla dinámica formal.
- Impermeabilidad intra-bloque. Cada una de las potencias comanda un bloque y los
bloques son impermeables. No están sometidos a posibilidad de injerencias externas.
- Autonomización intra-bloque. Es posible la autonomización progresiva y la ruptura
estratégica. Pero sólo se cuenta con las propias fuerzas. Es posible determinar el margen
potencial de decisión autónoma de que dispone un Estado aunque sea parte de un bloque.
Los supremos repartidores nacionales (élites nacionales) deberán ajustarse en sus decisiones
a este espacio; en tal caso su margen actual de decisión autónoma coincidiría con el
potencial. Depende de la existencia de élites autonomistas. Existen diversas etapas en el
transcurso de la dependencia a la autonomía:
- Dependencia para-colonial. El Estado posee un gobierno soberano y no es colonia,
pero quienes detentan el poder efectivo de la sociedad nacional son un apéndice del aparato
gubernativo de otro Estado.
- Dependencia nacional. Los grupos que detentan el poder real racionalizan la
dependencia y se fijan fines propios que pueden llegar a conformar un proyecto nacional. Se
acepta la dependencia pero sometida a la aspiración de sacar el máximo provecho de ella.
- Autonomía heterodoxa. Los supremos repartidores forman parte de un bloque y
siguen aceptando la conducción estratégica de la potencia dominante pero discrepan
abiertamente en a) modelo de desarrollo interno b) vinculación internacional que no sean
globalmente estratégicas c) en el deslinde entre interés nacional de la potencia dominante y
el interés estratégico del bloque.
- Autonomía secesionista. Es el desafío global. El país periférico corta el cordón
umbilical, sus élites deciden sin tener en cuenta los intereses estratégicos de la potencia
dominante.
- Permeabilidad extra-bloques. Los Estados que no pertenecen a los bloques pueden
ser disputados.
- Prohibición del uso de la fuerza para pequeños países.

Pardo y Tokatlian.
Política internacional, paz interna e interés nacional.
Relación entre política interna y política internacional. La creciente interdependencia ha ido
borrando la barrera entre lo doméstico y lo externo. Dos modificaciones en el escenario mundial
que afectan a los Estados: 1) El Estado aparece como “sobrecargado” con funciones de
mantenimiento y consolidación de la paz, la seguridad, el desarrollo y bienestar internos; 2) el
Estado ha ido perdiendo autonomía en el control de la compleja red de factores y agentes que
pueden influir en el logro de objetivos vinculados a las funciones mencionadas.
“La paz y la seguridad internas de una formación social, frente a la atomización de los individuos
sociales y su aglomeración en clases, sectores y grupos sociales divergentes y contradictorios, pasan
por el Estado y se resuelven en el mismo". También corresponde al Estado la formulación de la
política exterior y eso no puede estar aislado de la preservación de la paz interna y de la
consolidación democrática. La ligación entre lo externo y lo interno es de tal magnitud que no es
posible operar a un solo nivel para el logro de dichos objetivos.
Respecto a la crisis centroamericana plantea un principio general “a mayor ideologización de las
RRII de un Estado que quiere reconstruir la paz interna, mayor es la pérdida de maniobra y dominio
frente a factores y agentes externos y más creciente la posibilidad de internacionalizar los
antagonismos domésticos. Cuanto mayor es el grado de uso de la fuerza para lograr la estabilidad
interna menor es el grado de percepción de seguridad y mayor la necesidad de recurrir a actores
externos.
Es necesario tener una posición realista con una buena cuota de prudencia y moderación.
Ideologizar los criterios de acción internacional lleva a una mayor polarización y esto no asegura
mayor distensión ni mejor protección de los intereses de las mayorías nacionales. Por el contrario se
asume en el campo doméstico una disputa externa entre grandes potencias y se exacerban las
tensiones locales. Lo deseable es por lo tanto asegurar el máximo control sobre las dimensiones
interna y externa.
Reconocer la influencia de factores externos en el desarrollo de procesos de alta inestabilidad
internos no significa ideologizar los conflictos a través de una mayor internacionalización. Si un
Estado escoge como estrategia nacionalizar la búsqueda de la paz resulta clave la necesidad de
fortalecer el frente internacional atenuando las tensiones externas.
La capacidad de negociación frente al sistema internacional decrece si se tienen grandes tensiones
internas.

Lasagna. Determinantes.
Pretende destacar la relevancia de factores internos en la formulación de la política exterior.
Las perspectivas realistas señalan que los factores internos no son válidos, centrándose en los
factores sistémicos. Estado actor racional y unitario para los realistas. Las perspectivas que parten
de lo externo sólo pueden explicar factores generales de la política exterior. Pero no ayudan a
responder por qué dos Estados de un mismo nivel en el contexto mundial responden de manera
diferente a los mismos estímulos.
Definiendo conceptos.
¿Qué es la política exterior? La política exterior es aquel área de actividad gubernamental que es
concebida como las relaciones entre el Estado y otros actores, particularmente otros Estados en el
sistema internacional. Suele ser planteada como una política de Estado más que de gobierno. La
política exterior es un proceso contínuo de decisión. El análisis de la política exterior se ocuparía de
identificar las categorías que intervienen en la formulación de la misma y explicar a través de ellas
el comportamiento externo de un Estado.
Los patrones de cambio de la política exterior. La política exterior es un proceso cíclico. A un
período de estabilidad le sigue otro de cambio. Entiende los cambios en política exterior como un
“continuum” en el cual un extremos representa los cambios macros y otro extremo los cambios
micros. En este “continuum” se identifican tres niveles de cambio en la política exterior: la
reestructuración de la política exterior que tiene lugar muy rápidamente; la reforma de la política
exterior que es un proceso normalmente lento, incremental y referido a aspectos parciales aunque
importante en los patrones del a política exterior; y el ajuste, finalmente, que es el nivel de cambio
menos intenso y que tiene ocurrencia cotidiana.
¿Qué es el régimen político? El régimen político es un centro neurálgico en la toma de decisiones
gubernamentales, y es precisamente una realidad política concluyente en el proceso de formación
política exterior. Se tiende a definir régimen como las instituciones permanentes dentro del Estado y
del gobierno y al grupo de personas que ocupan los cargos más importantes, lo que generalmente
lleva a asociar régimen con personas. Importancia de la existencia de un núcleo central, llamado el
liderazgo político, donde reside la facultad de tomar decisiones de naturaleza autoritaria.
¿Qué es el cambio de régimen? Pueden producirse cambios de régimen sin que cambie el Estado.
Un régimen puede considerarse cambiado cuando hay un cambio relevante en su orientación
general y sus patrones de autoridad política han sido alterados. Tres tipos de cambio de régimen:
entre los cambios suaves de régimen se encuentran los de carácter formal, que implican un cambio
en el liderazgo central, en la facción o partido que gobierna, sin que ello suponga una alteración
importante de las estructuras políticas y de las reglas del juego; es un tipo de cambio dentro del
régimen. El segundo nivel se refiere a los cambios que se producen por medio de cambios
profundos pero graduales, cuando hay reemplazo del grupo gobernante por otro de orientación
distinta, lo que supone un cambio de las estructuras del régimen. Finalmente los cambios que tienen
un carácter radical o revolucionario, cuando se produce una ruptura total con el régimen saliente.
¿Conduce el cambio de régimen a un cambio de política exterior determinado?
No se puede establecer una relación directa. Pero mientras más profundo es el cambio de régimen
más se acentúa la relación régimen-política exterior.

Abarca Amador. Países pequeños.


El contexto internacional y el sistema político es el marco global donde se inscribe la política
exterior de los pequeños países; el contexto está compuesto por factores internos y externos. Ellos
aumentan o disminuyen los márgenes de maniobra de las políticas exteriores de los pequeños
países. Por lo general se subvaloran los factores internos.
Redefinición del concepto de margen de maniobra.
Este concepto fue definido de forma genérica pero útil, aunque sin tomar en cuenta con suficiente
énfasis algunas variables internas que juegan en la definición de los márgenes de maniobra de un
pequeño país vis a vis con la potencia hegemónica y el sistema internacional en general.
Redefine el concepto de la siguiente forma: “entendido como el conjunto de estrategias autónomas
que proponga un gobierno ante el contexto externo, especialmente su capacidad para multiplicar
esfuerzos y apoyos internos y externos que tengan a su alcance para lograrlos”. Esta definición le da
más énfasis a las variables internas que la tradicional (“conjunto de opciones que le ofrecen a un
gobierno en una problemática dada, especialmente las posibilidades de multiplicar esas opciones y
llevarlas a la práctica”.
Plantea necesario dejar en claro por qué usa la noción de margen de maniobra y no la de margen de
autonomía. La relación que han tenido los países centroamericanos con EEUU ha sido
tradicionalmente una actitud de mayor pasividad, y por ello de menor autonomía. El concepto de
autonomía es más ambicioso que el de margen de maniobra. Siguiendo esta perspectiva se plantean
elementos que contraen o aumentan los márgenes de maniobra, hay una serie de supuestos que
plantean condicionalidades a un país pequeño como Costa Rica:
- Condición de dependencia estructural de un país que está en la periferia de EEUU
los márgenes de maniobra van a depender a) del tipo de proyecto político interno o
estrategia de desarrollo; b) del consenso existente a nivel nacional respecto a él.
- Las agendas de política externa van a estar prefijadas por las interacciones regionales
producto de los procesos internos en cada uno de los países y por la política de gobierno de
EEUU y finalmente;
- La eficiencia y eficacia de la política exterior va a estar condicionada por el lugar
que ocupa el diseño de la política internacional, dentro del marco general del proyecto
interno;
El margen de maniobra se da como un balance entre factores internos y externos. El factor principal
para que un país aumente o disminuya su margen de maniobra residirá en la capacidad de un país
para elaborar una estrategia autónoma frente al contexto externo.
Algunas de las variables internas de mayor peso en la elaboración de la política exterior serían el
liderazgo presidencial y la elaboración de una estrategia coherente y viable.
Con estos dos nuevos elementos plantea repensar los 3 supuestos anteriores, específicamente el
número 2) donde señala que las interacciones regionales toman un lugar secundario y no central y
3) la eficiencia y la eficacia va a estar condicionada por el liderazgo presidencial.
Bernal-Meza. Vínculos con Potencias Hegemónicas.
Los vínculos con las potencias hegemónicas, el regionalismo y los paradigmas de política exterior
como factores determinantes de la integración y cooperación latinoamericanas.
El documento analiza tres ejes determinantes para comprender las dificultades históricas que ha
encontrado el proceso de construcción de la integración latinoamericana y las estrategias de
cooperación intra-regionales: 1) las relaciones centro-periferia vistas desde el vínculo con las
potencias hegemónicas y el efecto de la triangulación de relaciones basándose en las
características estructurales de inserción de América Latina en el sistema mundial; 2) los modelos
de regionalismo y, 3) los paradigmas de política exterior, que son la visión del mundo de las élites
gobernantes.
Respecto al primer eje plantea que la configuración temprana de la estructura centro-periferia a
partir del siglo XVI y su continuidad histórica no implicaron en los hechos un factor de
homogeneidad como sustento en sus posiciones internacionales sino que fueron la base de
diferenciaciones en las respectivas inserciones internacionales, debido a las características primarias
de sus economías exportadoras y la predominancia de producciones similares que convergían sobre
los mismos mercados importadores. La alta especialización primario exportadora no permitieron
construir interdependencias productivas entre los países de la región.
Sobre el segundo eje plantea que históricamente el regionalismo latinoamericano osciló entre dos
grandes tendencias, una de las cuales afectaría directamente la unidad de los países
latinoamericanos y su propia identidad como países no desarrollados. Estas grandes líneas fueron:
a) un regionalismo de carácter hemisférico que incluyera a EEUU desde las conferencias
panamericanas al ALCA; b) el regionalismo propiamente latinoamericano, hemisférico o con
aspiraciones a tal (ALADI), regional (UNASUR), y subregional (MCCA, MERCOSUR). El
regionalismo está inevitablemente vinculado al ámbito multilateral y al orden mundial porque todo
proceso de regionalización genera repercusiones sistémicas por los alineamientos estratégicos que
producen los países que construyen la región. Identifica 4 ciclos de regionalismos por los que se
atravesó: 1) Los proyectos que se remontan a los primeros años de independencia. 2) Los proyectos
que se encaran en base a las ideas cepalinas. 3) El regionalismo de los 80 y 90 conocido como
regionalismo abierto, modelos liberales. 4) La etapa más reciente donde los proyectos avanzan
desde las fórmulas restrictivas a fórmulas más flexibles compatibles más con la cooperación que
con la integración. Situación actual del regionalismo. Regionalismo de cuño norteamericano: está
presente y no tiene tanto nivel de institucionalidad, es una visión de apertura o pragmática. El
regionalismo de CEPAL o estructuralista: prescribe políticas económicas para el desarrollo y
considera clave a la integración económica es clave para promover la industrialización. El
regionalismo brasileño: modelo flexible y pragmático, IIRSA, cooperación, UNASUR.
Sobre los paradigmas de política exterior señala que no hay construcción de una determinada
política exterior sin una proyección de cómo es el mundo, de las fuerzas que operan en él y la
voluntad política por decidir opciones. Las concepciones del mundo que sustentan las políticas
exteriores y estas, como expresión de las opciones de inserción internacional, han arrastrado desde
siempre el tipo de vínculos con las potencias hegemónicas. Toda política exterior está
estrechamente relacionado con un tipo particular de Estado basado en modelos específicos de
desarrollo económico e inserción internacional. También han jugado un rol fuerte las aspiraciones a
los liderazgos regionales.
La relación entre modelos de Estado y política exterior. Los modelos o tipos ideales de Estado
tienen una estrecha relación con el perfil de la política exterior. Plantea los modelos de Estado de
Cervo (primario-exportador; desarrollista) luego plantea que con el Estado normal o neoliberal se
eliminó la posibilidad de autonomía y de margen de maniobra. Dice del Estado logístico que sólo es
posible identificar dos casos pero no los nombra (¿Chile y Brasil?). También plantea que algunos
estados vuelven al modelo de Estado desarrollista.
Unidad 2. México.

Apuntes Bernal-Meza México:


Bases de la P.E de México:
Se delinea por principios producto de su historia, pero no impidieron el uso del pragmatismo en su
accionar. Para México hay dificultades en términos de sociedad subdesarrollada. El problema para
México es que forma parte de la agenda de seguridad interna de EEUU (drogas y migraciones).
Esto va desde la independencia hasta hoy. La P.E de México tiene dos ejes: defensa de soberanía
y la independencia. Importantes: doctrina Carranza y doctrina Estrada.
La Doctrina Estrada consistía en que México se reservaba el derecho de retirar diplomáticos en
cualquier momento. Con esta doctrina no es partidaria de otorgar reconocimientos, por eso retira o
deja. México no juzga para bien o para mal los gobiernos de otros estados.
Doctrina Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz y la autodeterminación.
Pragmatismo: se señala en los gobiernos de Juárez y Cardenas. Lógica de pensamiento que
oscila en la aplicación de realismo o idealismo. Los principios pueden ser desplazados.
Calderón:
Busca cambios mas allá de ser del mismo partido que Fox:
Delineó 5 objetivos centrales de P.E:
-profundización de la democracia, seguridad, etc.
-defensa de la comunidad inmigrante europea
-atracción de inversiones
-fomentar el desarrollo sustentable
-mejorar la credibilidad de México en la comunidad internacional.
La llegada de un presidente que no era del PRI es el punto de partida. Desde Fox hay una mezcla
de principios y pragmatismo.
Los cancilleres de Fox y Calderón sostenían que la ideología y los principios defendían al
pragmatismo de los intereses nacionales. Asociarse a las operaciones de paz si era defender el
interés nacional. Fox sobrevaloró el bono democrático. Creer que porque el representaba lo mejor
para EEUU podía repetir el mismo éxito que los años 90. Jamás ocurrió, frente a los malos
resultados, Calderón se vio en un escenario complejo. Calderón adopta una visión de Estado. La
P.E no tuvo la importancia que le otorgó Fox. Aún así fue importante el cambio hacia A.L, retoma a
México con A.L y el Caribe. En un contexto de decaimiento de EEUU quiso fortalecer su liderazgo
en la región con el NAFTA. Las esperanzas Mexicanas se destruyeron y las promesas nunca se
cumplieron con el tiempo. México le servía a EEUU para dar el ejemplo a los países de A.L.

México: de la autonomista potencia media al socio subordinado de Estados Unidos. Bernal


Meza.

Como parte de América Latina, este país fue actor clave de diversas agendas políticas, tanto dentro
de la región como en las relaciones de ésta con Estados Unidos. El acercamiento político a la
potencia mundial, proceso que siguió a la incorporación de México al Tratado de Libre Comercio de
América del Norte y a la renovación política luego del triunfo electoral de Vicente Fox en 2006, dio
paso a un alejamiento gradual con respecto de América del Sur. A juicio de este autor, la pérdida de
perfil de “potencia media” que caracterizó por décadas su política exterior e internacional
contribuyó de manera significativa, incluso mas que el TLCAN, a la posición actual del país: mas
lejos de América del Sur y de las agendas del Tercer Mundo y mas cerca de la visión
norteamericana de la política internacional.
Como el autor ha sostenido en varias de sus obras, los países a través de sus clases dirigentes y
grupos de poder fundamentan y sostienen sus políticas exteriores y sus respectivos modelos de
inserción internacional dentro de paradigmas, que son la expresión de una determinada visión del
mundo y planifican lo que es posible hacer.
Este trabajo de investigación busca comprender las claves que llevaron a México a transitar desde la
búsqueda de la mayor autonomía en política exterior -identificada en el paradigma de “potencia
media” entre 1970 y comienzos de los 80, a la posición de “asociado” con una política exterior muy
cercana a los intereses políticos norteamericanos de su agenda regional hemisferica, caracterizada
por el bajo perfil independiente y un alto perfil en los temas internacionales que interesan a la
potencia en relación con determinados países, tal Cuba y Venezuela. Esta política, iniciada y
desarrollada con creciente profundidad durante los años 90 se proyecta en la primera década del
siglo XXI.
El período a analizar corresponde a la gestión de los gobiernos del Partido Revolucionario
Institucional (1970-2000), que dominó por mas de setenta años la política mexicana, y del gobierno
del derechista Partido de Acción Nacional (PAN), a partir de la crisis de legitimidad que afectó al
sistema político durante las últimas dos administraciones del PRI.
La naturaleza particular del sistema político mexicano ha sido factor importante en la formulación y
praxis de la política exterior e, históricamente, ha existido entre ambas políticas estatales un vínculo
a menudo cuestionado y objeto de controversias. A falta de un Estado democrático, el sistema
revolucionario institucionalizado recurrió muchas veces al activismo y la autonomía externa en
política exterior como mecanismo de legitimación interna. Buena parte del consenso interno se
construyó sobre la base de gobiernos que prometían asegurar el crecimiento económico y el
mejoramiento del bienestar de la población.
A partir de la crisis de deuda externa de 1982, la economía mexicana se caracterizaría por profundas
transformaciones económicas. El meollo del asunto pasaría a ser el perfil del relacionamiento
político y económico con Estados Unidos. Paradójicamente, las reformas económicas impulsadas
por el PRI durante los años 80 y 90, promovidas como mecanismo para recuperar apoyos internos
perdidos, terminaría por socavar su propio poder de control político. Esta lógica coincidiría con la
implementación de un modelo económico neoliberal, cuyas reformas implícitas aumentarían el
grado de dependencia de México con los Estados Unidos y se transformaría en un fuerte
condicionante para la política exterior con trazos de autonomía que habían caracterizado al México
precedente. Aquel período, de un relativo esplendor de la política internacional mexicana, mas allá
de su activismo multilateral, se caracterizaría por la vinculación que se haría de ella con el tipo ideal
según el modelo de política de las llamadas “potencias medias”.
Importantes causas deben encontrarse en la evolución de su economía y sociedad internas y en los
lazos que fueron acercando cada vez mas a México a los Estados Unidos y alejándolo más y más
del resto de América Latina, en particular de Sudamérica. Con todo, México profundizaría estos
años sus vínculos con otros países latinoamericanos que mantendrían políticas económicas similares
en cuanto a apertura y desregulación y, coincidentemente, relaciones políticas preferenciales con
Estados Unidos; tal los casos de Chile y Colombia.
Con el ingreso al TLCAN en 1994, México ingresó completamente a la esfera de poder
norteamericano y aceleró su proceso de escisión del subsistema latinoamericano. La autonomía de
la política exterior quedaría restringida a los márgenes de maniobra que le permitirían sus relaciones
con Estados Unidos.
Conceptos y categorías sobre potencias medias:
Fueron los ajustes dentro del paradigma realista los que abrieron paso a la incorporación de nuevos
conceptos como el de “potencia media” para introducir elementos distintos en el ordenamiento
jerárquico interestatal, que reflejaban las “nuevas realidades” del poder mundial y que podían
resultar funcionales para el management internacional, en condiciones de una hegemonía en
declinación. Como categoría aludía a la posesión de ciertos atributos de poder, por parte de algunos
estados naciones que les permitían jugar ciertos roles, vinculados esencialmente con su posición
intermedia. Se alude al término “potencias regionales” como una descripción prácticamente similar
del concepto “potencia media”. Según Pérez Llana, una potencia intermedia es la que juega un
papel regional, y cuyas aspiraciones no van mas allá de los límites geográficos de su propio
subsistema regional. Para Guadalupe González, un ejemplo de potencia media regional hacia fines
de los años 70 era su propio país, México. Las razones se concentraban en la posesión, magnitud e
importancia estratégica de su riqueza petrolera, su activismo internacional (por impulso de
iniciativas), su papel en el diálogo norte-sur, el alto prestigio e influencia a nivel de la política
internacional,etc.

La transición del orden mundial:


Los años 80 darían lugar a uno de los procesos mas sorprendentes e impensados de la política
mundial: la desintegración del bloque soviético y la desaparición de la URSS, dando origen a un
proceso de cambio del orden mundial. Puede rastrearse el inicio de este proceso en la política de
recuperación hegemónica impulsada por la administración republicana de Ronald Reagan. Reagan
proponía que la nueva estrategia internacional norteamericana cambiara el centro de sus
ocupaciones de Europa Occidental al mundo en desarrollo.

Antecedentes y fundamentos de la política exterior norteamericana:


Es cuestión de debate la naturaleza del principio norteador de la política exterior mexicana. La
mayoría de los autores señala éste como el nacionalismo. Sin embargo, esta categoría se presta a
demasiadas confusiones, en la medida que, al menos, y básicamente, podemos diferenciar entre dos
concepciones totalmente opuestas: la del nacionalismo integrador, igualitario, popular y progresista
y el nacionalismo conservador y estatuquista.
México ha tenido etapas de ambas. En momento ha predominado el reformismo revolucionario, y
en la mayoría de los periodos gubernamentales, han predominado impulsos conservadores. La
afirmación nacionalista de la política exterior se contradice armónicamente con la política mexicana
en general. La apelación histórica de sus gobernantes al nacionalismo en política exterior ha sido
fuerte, pero la base de su nacionalismo es frágil debido a las grandes desigualdades internas y las
resurrecciones.
La evaluación histórica de la política exterior mexicana y su relación con el sistema político,
durante los 70 años de administración ininterrumpida del PRI, ha sido objeto de controversias, tanto
en relación a la sustentación interna de las relaciones internacionales de México así como respecto
de su funcionamiento como “variable” de equilibrio frente a la política económico-social interna.
Ha sido señalado por distintos analistas que la política exterior fue mas independentista y
autonómica, con importante activismo internacional en la medida que la política interna era mas
conservadora. Al contrario, mientras la política interna era mas nacionalista, popular y estatista, la
política exterior se caracterizaba por su “bajo perfil”. De esta forma, acciones de activismo
internacional y de clara oposición a Estados Unidos, pueden ser consideradas como medidas de
política destinadas a su propio frente interno, en la medida que la elite gobernante necesita legitimar
sus políticas para, a su vez, legitimarse internamente.
Un segundo aspecto fundamental a tener en cuenta es la situación estratégica de México en relación
a Estados Unidos. En la medida que los “asuntos internos de México” pasaron a ser asuntos de
preocupación interna para Washington, los márgenes de maniobra internacional de México serían
necesariamente acotados.
La dirigencia política mexicana, bajo la conducción del PRI, formuló un conjunto de principios para
la política exterior que al paso del tiempo se transformarían en axiomas y paradigmas de los cuales
sería muy difícil salirse a los sucesivos gobiernos. Importantes académicos y diplomáticos han
hecho referencia a los “principios”. Sin embargo esa valoración tiene un componente fundamental:
la existencia de un mito, en la medida que los principios han sido matizados por el pragmatismo. La
continuidad de la política exterior mexicana tiene dos aspectos: en uno conserva su actitud
defensiva y pasiva, en otro, los principios tradicionales.

Las relaciones mexicano-estadounidenses durante los gobiernos del PRI (1970-2000)


La historia de las relaciones entre México y Estados Unidos está marcada por conflictos, las
pérdidas territoriales y las intervenciones sufridas por el país latinoamericano. Un elemento
constante de estas relaciones bilaterales presente desde que ambas existen como naciones es la
desconfianza.
Todo lo que haga Estados Unidos en la política mundial, sea en economía, finanzas, comercio o
seguridad, tiene consecuencias directas en México, pero no al revés, salvo en cuestiones
migratorias. En general, Estados Unidos desconfía de México, de sus instituciones, de su gobierno y
de su estructura social. Los intentos por manejar las complejas relaciones de estos dos vecinos no
han tenido mucho éxito. Seguridad, política exterior, deuda, narcotráfico e inmigración han
constituido históricamente temas de controversia. Hasta mediados de los años 90, la cuestión del
narcotráfico fue el tema bilateral mas controvertido entre Estados Unidos y México. Posteriormente
este lugar lo ocuparía el problema migratorio. México no ha obtenido nunca lo que ha esperado
alcanzar en su relación con los Estados Unidos. Sin embargo, sería erróneo pensar que Estados
Unidos pretende mantener a México en una situación de crisis, ya que se verían profundamente
afectados si México entrara en un deterioro irreversible. La transferencia tecnológica, los flujos de
capitales y el turismo van de Norte a Sur. Los únicos flujos en contrario son el de los inmigrantes y
la droga. Ambos temas se han mantenido como puntos prioritarios de la agenda bilateral desde hace
décadas. Los bienes mexicanos exportados a Estados Unidos han sufrido importantes
modificaciones. A principios de los años setenta, los productos manufacturados constituían mas del
50% de las exportaciones. A partir de 1979 los hidrocarburos superaron cualquier otro producto y
constituyeron mas del 50% de todos los productos que Estados Unidos compró a México. Esta
situación se mantuvo hasta el colapso de los precios del petróleo en 1986. A partir de esa fecha los
productos manufacturados volvieron a ocupar el primer lugar. Posteriormente, las maquiladoras
serían las encargadas de producir alrededor de la mitad de las exportaciones de México y el sector
ha crecido alrededor del 20% por año desde el inicio del Nafta.
Si bien se suele señalar que desde el inicio del gobierno de Salinas de Gortari en 1988, hasta la
actualidad (2006) se vive un largo período de buenas relaciones; un período dorado de la relación
bilateral, lo cierto es que el fracaso de Fox en su agenda con Bush retrotrajo a la ciudadanía
mexicana a su tradicional visión pesimista respecto de las relaciones con su gran vecino.

Las relaciones mexicano-estadounidenses durante el gobierno de Fox 2000-2006.


Como fue en su momento Gortari el que lo intentó, Fox buscó refundar las relaciones bilaterales
con Estados Unidos, construyendo un NAFTA plus, que abriera el libre comercio a los flujos de
trabajadores. Pero los problemas norteamericanos y sus intereses y los acontecimientos como el 11S
cerraron el paso a esa posible era de relaciones bilaterales. La idea de Fox de hacer del NAFTA una
especie de Unión Europea para su país, resultó una utopía.
Fox quiso modificar las relaciones con EEUU en tres direcciones:
1- incorporar nuevos temas a la agenda bilateral.
2-buscar nuevos interlocutores en EEUU
3-buscar un nuevo programa conceptual de largo plazo de una mayor integración en la región de
América del Norte.
Pero unas serie de temas negativos afectaban las relaciones bilaterales: migración, comercio,
narcotráfico, y seguridad fronteriza, así como cuestiones propias de México como país del tercer
mundo. El tema migratorio ocupó lo central de la agenda. Fox trató de poner este tema en el
contexto de los flujos laborales de México a EEUU y señaló que si existía un libre intercambio de
bienes y servicios en el NAFTA, debería también abarcar el sector laboral. La percepción de ambos
países es opuesta en el tema.
Luego del 11S ka agenda de seguridad fue modificada, de una seguridad centrada en el control del
narcotráfico se paso a una enfocada básicamente en la guerra contra el terrorismo que México se ha
negado a considerar como el ojete de las relaciones bilaterales.
El gobierno de Fox supuso que la afinidad ideológica del Presidente de México con Bush daba a
México una oportunidad ideal para promover ciertos objetivos, se pensó que México podría ser
prioridad en la agenda norteamericana y que en concreto podría conseguirse un “acuerdo migratorio
integral”. Para algunos analistas, los atentados causaron un cambio en las prioridades
estadounidenses, echando por tierra las posibilidades del acuerdo migratorio. Sin embargo, podría
argumentarse que con atentados o sin ellos, el acuerdo migratorio nunca fue una posibilidad real. La
militarización de la frontera con México dispuesta por Bush (con el envío de 6.000 efectivos) pone
en duda que realmente haya habido un progreso en las relaciones bilaterales.
La atención y sensibilidad de México respecto de Estados Unidos es enormemente superior al
interés que Estados Unidos tiene por México. La perspectiva de una relación especial fue aplastada
por la realidad de los intereses globales de Estados Unidos. Justamente este período gobernado por
el PAN, donde se suponía que México podía alcanzar las mejores relaciones con EEUU bajo Fox y
Bush, no hubo progresos.

Dos países asimétricos.


La proximidad geográfica implica que las repercusiones de este factor son muy estrechas. Para el
caso de México esto es aún más extremo porque implica que ambos países (México y EEUU)
comparten y proyectan sus intereses estratégicos sobre un mismo escenario geográfico: la cuenca
del Caribe y el istmo Centroamericano.
Puede decirse que esto existió desde siempre y no impidió que México sea una potencia media pero
lo cierto es que el país azteca descubrió el Caribe con intereses geopolíticos en la década del 70. El
involucramiento político se remonta a la década del 80 con la crisis centroamericana. A pesar de
esto México siempre se opuso a las intervenciones militares estadounidenses en la región. No
obstante esto debe ser considerado más bien como políticas reactivas que proactivas.
El compromiso de México con la región comienza con su ascenso como potencia petrolera. En 1980
junto a Venezuela ofrecieron precios ventajosos a los países pequeños para que pudieran acceder al
petróleo frente a los altos precios del barril en el mercado internacional. Pero la amenaza de Reagan
de intervenir El Salvador y Nicaragua fue un factor clave para el involucramiento regional.
Ascenso y caída de una potencia media.
La evolución de la agenda internacional en los 60 y 70 permite apreciar con mayor claridad el papel
de México en su condición de “potencia media” (el problema del desarrollo, UNCTAD, NOEI,
G77). Sin embargo en la medida en que la economía mexicana caía en periódicas crisis cíclicas su
política exterior perdía sustentabilidad. Como señala Ferrer, para una mejor inserción internacional,
desarrollo económico y densidad nacional son dos factores claves para enfrentar los desafíos de la
economía mundo capitalista. Es clave la creación y difusión de conocimientos y tecnologías que
sean incorporados en el conjunto de la actividad económica nacional. Si este proceso se delega a
factores exógenos se desarticula el espacio nacional y se lo estructura en relación a centros de
decisión extranacionales, lo que frustra el desarrollo. Esto es lo que ocurrió en México cuando los
gobiernos extranjerizaron las bases del desarrollo económico nacional para resolver la crisis
estructural de la economía mexicana.
Inicio del proceso de reversión autonómica.
Tres dimensiones de la transformación económica de los últimos 20 años de México: los elementos
dinamizadores del nuevo modelo económico (petróleo y maquilas); la transformación del mercado
de trabajo y la concentración de la riqueza.
Si hay un hito que declara la caída de México como potencia media es la declaración de cesación de
pagos por parte del Presidente De La Madrid en 1982. La moratoria era la punta de un iceberg
producto de la debilidad estructural de la economía mexicana. Hiperinflación, desempleo, deterioro
de la producción. De La Madrid comenzó con la política de liberalización y la siguió Salinas de
Gotari con las políticas de vaciamiento (reducción de aranceles; reducción a los límites de las
inversiones extranjeras en sectores estratégicos; liberalización de las políticas industriales en el
sector automotriz; privatización de empresas estatales) que deterioraron radicalmente la influencia
del Estado mexicano y con ello su margen de autonomía.
La crisis económico-financiera durante el gobierno de De La Madrid replanteó las relaciones con
Estados Unidos, lo que implicó un acercamiento para “normalizar la economía” (reordenamiento
económico, facilitar el ingreso de productos mexicanos en el mercado norteamericano, reducir los
puntos de tensión y la desconfianza en el sistema político mexicano para sortear la crisis interna).
En 1986 el país ingresó al GATT lo que marca la ruptura definitiva. En 1989 comenzaron las
negociaciones para reestructurar la deuda y luego para ingresar al TLCAN. Con la reforma
económica y la apertura comercial lo único que faltaba era institucionalizar las relaciones
económicas con su principal socio: EEUU. El proceso de transformación económica erradicó el
proteccionismo desarrollista. La maquila, introducida por el gobierno mexicano a mediados de los
60’s, al tiempo que precarizó las condiciones de empleo y polarizó la distribución de la renta
nacional, generó encadenamientos productivos que estaban dirigidos al exterior, sin nexos con el
resto de la estructura industrial mexicana. En 1987 el 80% de las exportaciones de México eran
petróleo. En los 90 comienza una estrategia de ligar la economía mexicana a la Estadounidense, ya
que Salinas de Gotari llegó a la conclusión de que ni la UE ni Japón se esforzarían en estrechar sus
lazos económicos con México. Así, propuso a EEUU firmar un ALC (acuerdo de libre comercio).
La naturaleza autoritaria y altamente centralizada del gobierno mexicano controlado por el PRI
facilitó esa tarea y le permitió a Salinas endosar el TLCAN a toda la sociedad sin la oposición del
Congreso, ni de los sindicatos de trabajadores como tampoco de la prensa. México fue el primer
país es adscribir al Consenso de Washington (Nota del Editor: eso dice, aunque fue Chile). El
gobierno de Carlos Salinas llevó a una canadización de México, que experimentó un notable
crecimiento de su deuda externa global pasando a ocupar el segundo lugar en América Latina detrás
de Brasil, crecimiento del déficit de cuenta corriente y proceso de reconversión industrial orientado
a las exportaciones.
A pesar de los esfuerzos de México por acercarse al Asia Pacific Economic Council (APEC), a la
Unión Europea y a América Latina, México ha registrado un proceso gradual pero continuo hacia
una mayor concentración de sus relaciones económicas con los Estados Unidos. Durante el periodo
1970-1990, entre 65 y 70% de sus exportaciones se destinaban a Estados Unidos. En el año 2000,
esa cifra había aumentado a casi 91%.
El último año del gobierno de Carlos Salinas estuvo marcada por la irrupción del EZLN el día en
que se había pactado el ingreso de México al TLCAN (1 de Enero de 1994) lo que puso en
evidencia la crisis social, política y económica del país evidenciando que el 50% de la población
vivía en la pobreza.
La caída del PRI.
Luego de Salinas de Gotari vino Ernesto Zedillo (1994-2000) con denuncias de fraude y crisis
económica. Planteó reformas institucionales para transparentar que beneficiaron al PAN (partido
opositor de derecha). Continuó con privatizaciones como el ferrocarril. La iniciada democratización
estimuló una reformulación de la política exterior desde el nacionalismo, la autodeterminación y el
no intervencionismo que la habían caracterizado hasta entonces, hacia valores de universalismo,
como el respeto a los Derechos Humanos y la defensa de los principios democráticos. Estos temas
serían levantados como sus banderas de política exterior por Vicente Fox durante la siguiente
campaña electoral.
El rol jugado por el TLCAN (NAFTA).
Tanto el ALCA como el NAFTA son modelos que representan al nuevo regionalismo abierto,
exceden los aspectos puramente arancelarios, constituyendo parte de las estrategias de EEUU en las
posguerra fría. Según algunos autores neoliberales como un diplomático chileno que cita, el NAFTA
significa el paso de relaciones de viejo tipo (asistencialistas) entre EEUU y sus vecinos a relaciones
de nuevo tipo, de cooperación. El NAFTA selló el futuro de México a los EEUU.
Ciertamente, el TLCAN ha sido una pieza fundamental en la reactivación y profundización del
comercio de México con los Estados Unidos y un activador de la economía mexicana. No sólo sería
la pieza estratégica que ataría a México a los Estados Unidos bajo una asimétrica relación sino que
también jugaría un papel interno clave dentro de la política, la economía y la sociedad mexicanas y
marcaría el final del proceso de reformas bajo el viejo esquema político. Según la visión de Rubio y
Purcell, el NAFTA promovió una mayor apertura y modernización de la economía, los servicios y la
infraestructura, modificando también los aspectos políticos de control interno. El poder del
presidente radicaba en las redes de control en su relacionamiento con el PRI. Cuando esto
desapareció, la realidad del poder cambió drásticamente. Pero también el TLCAN profundizó las
desigualdades y diferencias al interior de México, entre un norte cada vez más estrechamente
vinculado a norteamérica y un sur pobre muy cercano estructuralmente a los países de
centroamérica.
El gobierno de Fox más continuidad que ruptura.
Fox es el primer presidente que no es del PRI y llega al poder tras un conjunto de reformas que se
comienzan a dar en los 80 junto con la erosión de la legitimidad del PRI. Mantuvo el estrecho
vínculo con Estados Unidos.
La democratización afectó el acercamiento de México hacia EE.UU. en cuatro dimensiones: 1)
multiplicó el número de actores involucrados en la toma de decisiones en política exterior; 2)
aumentó el poder del Congreso mexicano, lo que debilitó la capacidad de maniobra del Presidente;
3) aumentó la expresión de la opinión pública y su influencia sobre la política exterior con impacto
sobre la evaluación pública de la gestión presidencial; 4) la elección de Fox aumentó la legitimidad
de la democracia y alteró la percepción de los formuladores de política exterior en EE.UU. sobre
México; pero esto no tuvo un gran efecto sobre cambios en la relación bilateral. La democratización
cambió la estructura del proceso de decisiones en la política exterior mexicana hacia EE.UU. e
introdujo nuevos actores (el Congreso, los gobiernos estaduales, actores no gubernamentales y
lobbies) a través de los cuales se introdujeron nuevos lazos con actores internos norteamericanos,
creando mayores puntos de contacto entre ambas sociedades.
En la agenda vis-à-vis sus socios del TLCAN, Fox imaginó que América del Norte y NAFTA
marcaban el espíritu de lo que debería ser una comunidad de tres países, pero EE.UU y Canadá
estaban y siguen estando más preocupados por otros y prioritarios temas de sus agendas. La
conclusión de Rozental, al inciar Fox la última parte de su mandato, es que un creciente sentimiento
de frustración dominaba en la perspectiva mexicana sobre sus relaciones con EE.UU. y la
percepción de la sociedad mexicana es que México y EE.UU. son vecinos distantes, con severos
límites en su amistad; que sigue habiendo una profunda asimetría entre ambos países y que
Washington cierra los ojos sobre lo importante que es México para EE.UU.
La nueva política exterior.
Fox lo único que cambió fue la agenda de política exterior. Por primera vez en su historia la política
exterior fue objeto de debates públicos dando así un sentido de política más publicista al proceso de
renovación. Para Fox el legado que dejaron los gobiernos anteriores en política exterior fue de
parálisis al no poder comprender los cambios que implicaron el nuevo mundo. Seis objetivos de
Política Exterior: 1) proyectar al mundo una imagen diferente de México, distinta de aquellos 71
años de “democracia dictatorial”); 2) promover la democracia y los derechos humanos como
valores universales en países y sociedades alrededor del mundo; 3) reenfocar el relacionamiento con
el resto de América del Norte, estableciendo un nuevo diálogo con sus dos grandes vecinos. En
particular, negociar la agenda migratoria con Estados Unidos y llegar a un acuerdo a este respecto;
4) defender los intereses de los mexicanos en EE.UU. (que son aproximadamente 20 millones); 5)
promover un perfil más activo de México en el sistema multilateral (en particular dentro de la
ONU); 6) integrar la política exterior dentro de los objetivos de desarrollo económico de su
gobierno, promoviendo las actividades económicas y comerciales mexicanas en el ámbito
internacional. Inversiones y promoción comercial pasaron a ser parte fundamental de la actividad
diplomática.
Los dos primeros objetivos fueron alcanzados. “El ‘bono democrático’ facilitó la consecución
del primer objetivo: México ingresó en fast track al club de las democracias, y pudo -con un
inteligente cambio de estrategia- modificar radicalmente su imagen en derechos humanos. Uno de
los cambios más claros en la política exterior se dio precisamente en este tema: el gobierno dejó
de negar que el país tuviera problemas importantes de derechos humanos y renunció a seguir
escudándose en los principios de respeto a la soberanía y no intervención para evitar el monitoreo y
la crítica internacional. Por lo contrario, se comprometió públicamente a asumir el déficit en la
materia (particularmente investigando las violaciones del pasado) y aceptó abiertamente el
monitoreo, la crítica y la asesoría de actores internacionales (intergubernamentales y no
gubernamentales). Más allá de aceptar el escrutinio internacional, México asumió una posición
pro-activa en los foros internacionales de derechos humanos, proponiendo acciones y resoluciones
sobre un amplio número de temas. De esta manera, promovió con éxito una percepción de que ya
no era “parte del problema”, sino “parte de la solución”. Según esa visión, tal fue el reconocimiento
internacional que su diplomacia consiguió en este tema, que México fue electo para presidir el
recién creado Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El llamado “bono democrático” se refiere
a los méritos de haber transitado a la democracia tras 70 años de autoritarismo, que le dio a México
una legitimidad renovada en el ámbito internacional y le planteó oportunidades para que asumiera
mayor influencia diplomática en distintos foros.
Según Fox, la continuidad de la línea tradicional de la política exterior, en el sentido de proteger los
intereses nacionales medulares, su seguridad nacional, la preservación de su capacidad de maniobra
internacional, la estabilidad y la cooperación internacionales, el aprovechamiento de sus recursos
naturales, la capacidad soberana para asumir decisiones, sin restricciones, debía ahora hacerse
dentro de las nuevas condiciones que presentaba el actual sistema internacional. La defensa de la
democracia y la protección de los derechos humanos fueron tal vez los temas en que más
coincidencia hubo entre los esfuerzos internos y el accionar internacional.
A pesar de su relativa dimensión de poder, México ha sido un fuerte sostenedor del
multilateralismo y de las instituciones internacionales. No obstante, las prioridades de la política
exterior se movieron esos años entre las agendas bilateral, regional y global. De ser un importante
actor en temas como desarme, Tercer Mundo, promoción de acuerdos en conflictos civiles y el
fortalecimiento de instituciones regionales, el papel de México en el mundo se ha reducido en
las últimas décadas de manera significativa y se ha concentrado casi exclusivamente sobre su
reracionamiento con EE.UU. El más importante anuncio de Fox en política exterior fue la
candidatura mexicana como miembro no permanente del CSNU para el período 2002-2003. Esto
marcaría un retorno de México como jugador activo en la escena internacional. Y adquirió un alto
perfil en las discusiones sobre el conflicto en Irak, uniéndose a Chile en la oposición a la
autorización automática al uso de la fuerza militar; lo que contribuyó a reafirmar su
principio de autonomía y de desacuerdos con EE.UU.
La política hacia América Latina.
México intentó con Fox un acercamiento a América Latina pero fue dificultoso. Viajó a un
encuentro con MERCOSUR pero la negativa de estos países de entrar al ALCA los alejó. Tuvo una
gran pelea con Fidel Castro cuando le pidió en una Cumbre que se retirara, Fidel lo dijo en público
y lo avergonzó (re falopa).
Respecto de América Central, Fox impulsó el “Plan Puebla-Panamá”; una propuesta de los ocho
países mesoamericanos para fortalecer la integración regional e impulsar los proyectos de desarrollo
social y económico en los estados del Sur-Sureste de México y el Istmo Centroamericano. El
gobierno mexicano intentó una mayor vinculación con la región a través del activismo multilateral,
cuestión que sería efectiva en el caso de Chile, país con el cual se coincidió en posiciones clave en
el Consejo de Seguridad. Pero no logró acercarse a Brasil.
Conclusión.
Nuestra conclusión es que el perfil de “potencia media” de México se fue desdibujando a medida
que se profundizó la dependencia de México vis-à-vis los Estados Unidos y que la mayor
subordinación económica, expresada en los datos estadísticos que revela la relación económica
bilateral en el marco del TLCAN, limitaron cada vez más el margen de autonomía de la política
exterior.
La continuidad de la política exterior bajo el paradigma de “potencia media” fue resultado de la
continuidad política interna; de la relación entre el régimen, el sistema político y el modelo de
desarrollo. Cuando la política interna fue modificada, a través de la aplicación de las políticas del
Consenso de Washington, en beneficio de un cambio de percepción de Estados Unidos vis-à-vis
México y de un nuevo modelo de inserción económica internacional, sostenida esencialmente en la
relación con la potencia hegemónica, aquella política exterior perdió el sustento. Se comenzó a
aplicar estrategias con el fin de alcanzar una mejor posición en la estructura de poder mundial bajo
el alero y la sombra de EEUU.
Con el paradigma de potencia media había una política exterior basada en tradiciones (legalismo,
juridicismo) y en principios (soberanía política, autodeterminación, independencia, no
alineamiento).
¿Tiene México viabilidad sin los EEUU? Carlos Portales
La integración comercial con EEUU a través del NAFTA marcó la caída de la óptica asistencialista
en la cual se asentaban los vínculos entre ambos, transformándola en otra de naturaleza mas
cooperativa. Si bien es cierto que el NAFTA es un acuerdo comercial, significa ante todo un
cambio de perspectiva en las complejas relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. Para
otros autores, con el NAFTA se consumó el divorcio entre México y A.L, es una renuncia a una
proyección independiente en el mundo mundo de la post Guerra Fría. En este contexto se plantea
el interrogante de si México tiene viabilidad sin los EEUU. Podría entenderse como viabilidad
económica, es decir, una posibilidad de generar una alternativa de desarrollo que corte los
vínculos con EEUU. O referirse a la capacidad de supervivencia de una cultura rica y milenaria
como la forjada en México, expuesta a la interacción con la dinámica y el desarrollo de las
comunicaciones del coloso estadounidense. Para realizar este análisis se debe tener en cuenta
una diversidad de factores.

Una historia común:


Nos han pedido organizar nuestra respuesta en torno a diez sugerencias para entender un
proceso histórico (el de la relación EEUU-México y su devenir). La primera sugerencia es el
acercamiento a través de la historia. Ambos países han vivido una historia común, compartida, de
influencias recíprocas, es imposible afirmar que las relaciones entre ambos países surcan por
canales meramente diferentes. Se trata de una historia de encuentros e intensidades, marcada
también por épocas de fragilidad y distanciamiento entre dos sociedades que se organizaron en
forma independiente hace ya dos siglos o mas. El devenir de la relación mexicano-estadounidense
dependerá de la perseverancia con que busquen solucionar los problemas comunes.
Durante los años setenta y ochenta las relaciones bilaterales sufrieron tanto períodos de tensión
como intentos de resolver las diferencias en un marco de cooperación. La política exterior hacia
Centroamérica, el problema migratorio y el narcotráfico fueron los puntos centrales del desacuerdo
bilateral de la última década. Hacia fines de 1988 se produjo un acercamiento entre ambos países
anclado a la nueva orientación de la política económica mexicana (apertura comercial, ingreso al
GATT) que llevaría a anunciar formalmente el inicio de las negociaciones que luego
desembocarían en el NAFTA. Con la adopción de este acuerdo se inició una nueva época en la
relación bilateral. Los retos posteriores consistieron en diseñar un marco de cooperación estable
para el tema de los migrantes indocumentados y del narcotráfico. Con el entendimiento entre el
nuevo gobierno del presidente Fox, símbolo de la transición democrática mexicana, y el presidente
Bush pareció que Washington concentraba su atención en los vínculos con ese país. Pero las
secuelas del 11S parecen haber disipado tal esperanza.

Relaciones asimétricas:
La segunda sugerencia para entender ese devenir es recordar el carácter asimétrico de las
relaciones entre México y EEUU. Las relaciones entre México y EEUU no solo se refieren
solamente al vínculo comercial entre dos economías extremadamente desiguales. También cabe
tener presente que la atención y sensibilidad de México respecto de Estados Unidos son
ostensiblemente superiores al interés estadounidense por México.

El NAFTA y sus implicaciones.


La tercera sugerencia es examinar las implicaciones del NAFTA para las estrategias de
crecimiento. Mas allá las sucesivas crisis económicas de 1982, 1988 y 1994, generadas entre
otros factores por el nivel insostenible de la deuda pública, una política monetaria inadecuada y un
exceso de confianza en las exportaciones de petróleo; se dio lugar a un predominio mexicano en
lo que a reformas económicas y políticas se trata. El acuerdo de libre comercio con EEUU significó
un impulso al crecimiento económico, pero también una tabla de salvación frente a la crisis de
diciembre de 1994. El Tesoro norteamericano jugó un papel decisivo en la articulación de un
paquete financiero para salvar a su nuevo socio. En cuanto a los resultados del NAFTA, el
comercio entre los países se expandió un 116% desde 1993 a 2001. En conclusión, el NAFTA
significó un poderoso impulso para el desarrollo mexicano, y debemos admitir que se logró
estrechando y reglando la relación con los EEUU, por lo que la respuesta a nuestra pregunta
inicial parece lejana.
La victoria de Fox en las elecciones del 2000 y la consiguiente ruptura del control monopólico que
durante 71 años mantuvieron el PRI y sus predecesores han sido el punto de inflexión mas
importante en la historia política moderna del país. Valores como el pluralismo y la democracia
han terminado por imponerse en el sistema político mexicano.

Superando las desigualdades:


La cuarta sugerencia sería observar los efectos del proceso de desarrollo económico en la
sociedad mexicana. México presenta desde hace ya muchos años un patrón de desigualdad tanto
entre grupos sociales como entre regiones. La brecha entre un norte cercano a EEUU y mas
desarrollado y un sur totalmente pobre llega a ser tan grande como la brecha entre EEUU y
México. Mientras que el primero constituye una zona de modernización donde se concentra el
desarrollo industrial, el sur representa la sociedad tradicional, donde prevalece la agricultura. En el
norte la cultura política es mas democrática y plural, mientras que en el sur es autoritaria.
Por otra parte, el presidente Fox está impulsando el Plan Puebla Panamá mediante dos ejes
carreteros, uno por el lado del Pacífico y otro por el lado del Atlántico que habrán de conectar
1300 municipios mexicanos, y se desarrollarán algunos proyectos energéticos que enlazaran
ciertos mercados de la región. El tema central de esta iniciativa parece ser la reconstrucción del
llamado corredor biológico centroamericano, zona de gran biodiversidad y de enorme interés para
las industrias farmacéuticas. El éxito eventual de este Plan contribuirá a frenar el fenómeno
migratorio desde Centroamérica hacia México y desde México a EEUU.

La segunda ola de reformas.


La quinta sugerencia se refiere a la continuidad y perfeccionamiento del proceso de reformas
económicas. Aparte de crecimiento económico, la reforma ha generado mayor diferenciación entre
el norte mexicano más vinculado económicamente a EEUU, es la región con más dinamismo y
mayor producción industrial. La crisis de 1994 no sólo tuvo un enorme costo económico sino que
debilitó el proceso de modernización, y si bien el gobierno de Zedillo contribuyó a restablecer ese
proceso pero aún tiene deudas pendientes. Quiere privatizar la electricidad y el petróleo (divino).
Plantea la necesidad de una reforma tributaria. El presidente Fox quiere extender el IVA a los
alimentos.

Los flujos migratorios.


La enorme presencia de mexicanos en EEUU es un tema de agenda bilateral bastante escabroso.
Después del 11 de septiembre de 2001 se convirtió en un tema de seguridad nacional por su
vinculación con el terrorismo internacional. Para EEUU es un tema complejo; los sindicatos alegan
competencia desleal. Para los empresarios es una bendición. La población hispana o latina está a
punto de convertirse en la primer minoría del país. En el futuro los hispanos tendrán mucho peso
político. La migración ha dejado de ser un asunto de relaciones exteriores de ambos países para
convertirse en un asunto “interméstico”. Sin embargo, hay varias dinámicas que se entrecruzan en
este tema: la creciente actitud restrictiva y hostil hacia la inmigración no autorizada por parte de
Estados Unidos, la institucionalización del problema de la relación bilateral, la politización de estos
asuntos en ambos países y los efectos de una asociación como el NAFTA en el tratamiento de
ellos. Se calcula que las remesas enviadas por los mexicanos radicados en Estados Unidos
constituyen el sostén directo y a veces único de un millón doscientas mil familias. Estamos
hablando de seis mil millones de dólares y, según se estima, del orden de ocho mil millones de
dólares en el 2001, superados solamente por los ingresos por maquila y por el petróleo. NAFTA no
incluyó un acuerdo migratorio pese a las insistencias de México. Uno de los elementos más
novedosos de la política exterior de Fox ha sido abordar de forma integral este tema. Se busca
legalizar a más de tres millones de mexicanos ilegales en EEUU.

Magnitud del intercambio bilateral.


La séptima sugerencia es analizar el fenómeno de las zonas fronterizas, particularmente a la
magnitud del intercambio en una enorme frontera común (N. del E: ¿esto será antes del muro?
Habría que chequear ese dato), con un flujo comercial que superó los 254.000 millones de dólares
en el año 2001. Casi los 250 millones de cruces en las fronteras que se realizaron de forma legal
fueron con el propósito de hacer compras. Se calcula que las ciudades, condados y estados
norteamericanos percibieron unos dos mil millones de dólares por concepto de impuesto a la
compraventa.
El problema del narcotráfico.
Una octava sugerencia es el tema del narcotráfico. Es el tema más sensible de las relaciones
bilaterales desde la perspectiva norteamericana que es el principal consumidor de drogas. Su
política antidrogas se basa en intentar reducir el consumo en la población. También se busca
reducir los cultivos en los países productores e intervenir el tráfico. A partir de 1986, Estados
Unidos declaró la lucha antidrogas como un asunto de seguridad nacional, permitiendo en ella la
intervención de las Fuerzas Armadas. Es un enfoque que afecta a México como país productor de
drogas y como importantísimo puerto de entrada de sustancias ilícitas hacia Estados Unidos. La
debilidad de las agencias policiales mexicanas ha impedido que intervengan eficazmente. En 1996
EEUU y México un Grupo de Contacto de Alto Nivel para la lucha contra las drogas, su creación
ha facilitado la coordinación de políticas, ampliar la agenda y controlar los daños que el
narcotráfico general en la relación bilateral pero no se logró eliminar elementos e instituciones que
México considera unilaterales.

Futuros desafíos para la democracia mexicana.


Una novena sugerencia está ligada a la democracia mexicana. La elección de Fox presentó un
quiebre en el sistema político mexicano, que fue producto de la debilidad del PRI tras su ruptura y
el conjunto de reformas democráticas aplicadas por Zedillo para transparentar el sistema electoral.
Hoy día existe un sistema de gobierno con pesos y contrapesos, con un ejecutivo que no cuenta
con mayorías ni en la Cámara ni en el Senado, con partidos políticos competitivos, con elecciones
libres, con medios de comunicación de masas independientes. Aún quedan reformas por hacer y
el tema de la lucha contra el crimen organizado es fundamental, así como la plena vigencia de los
DDHH.

Política Exterior.
La última sugerencia es observar su política exterior. EEUU es el actor internacional y hegemónico
más importante para México. Sin embargo, lo que marca la diferencia entre México y el resto de
los países de la región es la esencia y profundidad de esa relación. En este sentido, el NAFTA no
implicó premiar a las autoridades mexicanas por mantener políticas macroeconómicas ordenadas.
Tampoco debe considerarse como un acto de filantropía política de la Casa Blanca, sino ante todo
aceptar que parte de los problemas que aquejan a Estados Unidos –migración y narcotráfico, por
ejemplo– se solucionan a través de la cooperación. Para Washington, México constituye un factor
de política interna, puesto que incide en una amplia gama temática, con fuertes implicancias
domésticas. El comercio entre México y EEUU representa el 80% del comercio global para
México, y si bien ahora está intentando reducir esa dependencia mediante vínculos comerciales
con Japón y la UE difícilmente logrará revertir eso. Por otra parte, la relación con América Latina
es un componente indispensable para mantener la identidad política de México, para desarrollar
sus intereses propios –especialmente en Centroamérica– y para contribuir al fortalecimiento de la
identidad cultural. El canciller de México señaló que los intereses medulares de su país son la
seguridad nacional y la integridad territorial; asegurar la soberanía de las decisiones y los
derechos de los mexicanos en el extranjero; promover un sistema internacional estable y
cooperativo sobre la base de nuevas normas y reglas de observancia universal; el
aprovechamiento de los recursos naturales de México; e impulsar un desarrollo nacional integral,
sostenido y sustentable. Para lograrlo, propuso un renovado activismo en los foros multilaterales;
la consolidación de México como puente hacia otras regiones, especialmente Europa, América
Latina y la APEC; y el desarrollo de una relación estratégica con América del Norte.
SALTALAMACCHIA

México y América Latina: la vía multilateral.


La política de acercamiento a A.L se presenta como una de las líneas de acción mas claras de la
política exterior de Calderón. Ello invita a reflexionar sobre las motivaciones de esta política. Entre
estdespués de varios años de letargo en los que México perdió voz e iniciativa.
El gobierno de Fox había dejado un saldo muy negativo en este campo. Los abiertos altercados
diplomáticos con Cuba, Venezuela y Bolivia y los roces innecesarios con otros como Chile a raíz
de la candidatura para la Secretaría General de la OEA o con Argentina en la Cumbre de Mar Del
Plata sembraron un clima de desconfianza frente a México. El factor estadounidense también se
conjugó para redireccionar la atención hacia América Latina. Luego del 11S la relación con
Estados Unidos se estancó e incluso a partir de 2003 se deterioró. Esta experiencia condujo
necesariamente a una revaluación de los alcances de la asociación política con EEUU. Volvió a
ganar terreno la idea de que la capacidad de liderazgo e interlución en la región latinoamericana
aviva el interés de Washington y fortalece la posición de México.
La intención de revitalizar la política exterior hacia A.L se plasmó en el Plan Nacional de
Desarrollo. La primera señal se registró en Octubre de 2006 cuando Calderón realizó su primera
gira internacional en el que visitó 9 países de A.L. Con tal propósito México se proyectaría como
un factor de equilibrio y como país facilitador de consensos regionales en una región marcada por
la diversidad política.
Es posible identificas se destaca la política multilateral regional, en una vertiente que retomó con
cierta energía ar tres grandes líneas de acción estratégica desplegadas por la Cancillería para
cumplir tales objetivos. Las dos primeras corresponden al ámbito bilateral. Se buscó establecer
relaciones funcionales con Cuba, Venezuela y Bolivia. Dado que se tenia la intención de forjar un
nicho político como articulador de posiciones concertadas en la región latinoamericana. En
segundo término, se identificó una serie de países con los que se propondría entablar relaciones
estratégicas (Brasil, Argentina y Chile). La tercera línea estratégica se jugó en el campo
multilateral y en dos vertientes. En el ámbito subregional se propuso el relanzamiento del Plan
Puebla Panamá, convertido después en el proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica.
En el nivel regional se retomó la apuesta de participar activamente en los principales foros y
mecanismos regionales, como el Grupo de Río y por otra parte la creación de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños. (CELAC). Habida cuenta de que México no puede aspirar
a pertenecer a UNASUR, ni le interesa integrarse en ALBA, la primera opción consistió en
esforzarse por revitalizar aquel mecanismo de concertación regional exclusivamente
latinoamericano que en su momento contribuyó a crear: el Grupo de Río. Entre otras cosas logró
que el foro se demostrara útil para acercar posiciones de Colombia y Ecuador en el conflicto
desatado a raíz del ataque de la primera a un campamento de las FARC.
Hacia finales de 2008 Brasil toma la iniciativa de convocar a la primera Cumbre de América Latina
y el Caribe (CALC). El presidente mexicano aprovechó el foro para invitar a avanzar a una
organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe que establezca compromisos claros y
pasos firmes hacia la integración política, cultural, comercial y económica. Finalmente en 2010
logra consensos de Brasil, Chile y los países del ALBA y se anuncia la creación de la CELAC
integrada por 33 países del hemisferio, dejando fuera solamente a EEUU y Canadá. De todas
formas su institucionalidad y su forma quedó como una tarea pendiente.

El papel del multilateralismo:


México se ha destacado no solo por participar sino por ser el constructor de una serie de
esquemas multilaterales de geometría variable. Por ejemplo, en el campo político fue el impulsor
de Contadora, el Grupo de Río, la cumbre Iberoamericana y recientemente la CELAC. En el
campo económico fue protagonista de la gestación de ALALC/ALADI, el Pacto de San José, el
Grupo de los Tres y el Plan Puebla Panamá. En el campo estratégico fue promotor del Tratado de
Tlatelolco. Pero ¿cuales son las razones que explican la preferencia de México por la política
multilateral en América Latina? En primer lugar, se encuentra un razonamiento de índole general
que corresponde a un país de nivel intermedio en la jerarquía de poder internacional. En segundo
lugar, el multilateralismo se ha visualizado en distintos momentos como un factor de contrapeso a
la hegemonía estadounidense. El objetivo reside en sumar fuerzas con otros para mejorar las
posibilidades de negociación con Washington. En tercer lugar, el multilateralismo es útil para
superar algunas dificultades de la inserción latinoamericana de México derivadas de su ubicación
geográfica y cualidad de país bisagra entre la América del Norte y América del Sur.

Conclusiones ¿qué importancia reviste la CELAC?


La CELAC parece ser ante todo un intento de adaptación de la política exterior mexicana a una
serie de transformaciones geopolíticas que reflejan la evolución del orden internacional. En
particular, responde al avance de una ola de regionalismo pos liberal en Sudamérica que a su vez,
esta vinculada con la percepción de un relativo declive hegemónico de Estados Unidos. Esto
complica el reposicionamiento de México en la región, ya que por un lado, el país se mantiene
firme en la senda neoliberal y, por el otro, su vecindad con EEUU impone mayores límites a su
política exterior.
Frente al avance de otros esquemas de asociación, la CELAC tiene la virtud de revivir la idea de
Una América Latina, en la que México tiene cabida, y como núcleo identitario y plataforma
geopolítica. En segundo lugar el impulso mexicano a la CELAC constituye una señal diplomática
que confiere cierta seriedad y sentido de continuidad a la intención de México de fortalecer sus
relaciones políticas con A.L

Velázquez.
Introducción.
El ensayo parte de dos premisas fundamentales. La primera es que la Política Exterior de México
siempre se ha basado en tres pilares:
- El funcionamiento del sistema político; es decir, el juego de las principales fuerzas
políticas internas que determina en gran medida las preferencias de política externa.
- El segundo pilar es el modelo de desarrollo económico.
- El tercer pilar es un factor externo: la relación con EEUU y la presión que su gran
vecino ejerce, lo que determina su capacidad autónoma.
La segunda premisa es que si alguno de estos pilares cambia profundamente implicaría también un
cambio en su política exterior.
El sistema político.
Desde la fundación del Estado mexicano el sistema político y el juego de los actores internos ha
influído en su política exterior. El primer objetivo fue buscar la consolidación del sistema interno y
por lo tanto el objetivo principal de la PE fue buscar el reconocimiento internacional para obtener
legitimidad. Luego el sistema político fue amenazado por la guerra con EEUU y el objetivo de la
PE fue defensiva. No fue hasta las décadas del 60 y 70 del siglo XIX que el sistema político gozó de
estabilidad y esto impactó en su PE que no fue sólo reactiva y defensiva, sino que su agenda y
alcances se ampliaron fundamentalmente hacia América Latina. No obstante el sistema político
cambió radicalmente en 1910. la Constitución de 1917 y la etapa posrevolucionaria trajeron nuevas
reglas al sistema político mexicano. En consecuencia, la política exterior estuvo ligada a esos
cambios. México empezó a proyectar, entonces, un marcado nacionalismo en su trato con el
exterior. A partir de 1930 el sistema político adquirió tintes autoritarios y se manifestó en su política
exterior aislacionista. Así, se defendieron a ultranza los principios de No Intervención y
Autodeterminación de los Pueblos. De hecho, la política exterior se empezó a utilizar como un
instrumento para ganar legitimidad democrática, puesto que en las elecciones priístas no se obtenía
esa legitimidad en las urnas.
El modelo de desarrollo económico.
A partir de 1821, el país tuvo dos proyectos de carácter político, pero también vinculados al impulso
económico: el liberal y el conservador. La lucha entre ambas visiones dificultó la consolidación de
un sistema político estable, pero al mismo tiempo imposibilitó un desarrollo económico que pudiera
satisfacer las necesidades de la población. No fue sino hasta la época de la Reforma cuando el
modelo liberal se impuso frente al conservador. Entonces, los gobiernos buscaron el desarrollo del
país con una estrategia que impulsaba la industrialización, el crecimiento comercial y el
fortalecimiento de las comunicaciones del país. Porfirio Díaz fue el encargado de aplicarlas. De esa
manera, México proyectó una política exterior acorde con el modelo liberal económico.
La Revolución mexicana de 1910 marcó un cambio importante de modelo de desarrollo económico.
De una estrategia de puertas abiertas a las inversiones y al comercio, México pasó a un sistema
protector y nacionalista. Obviamente, el cambio de modelo significó también la transformación de
la política exterior mexicana. Después de la SGM México adoptó un modelo sustitutivo de
importaciones.
Aunque en los años 70 mostró rasgos de agotamiento, el modelo económico nacionalista y protector
se mantuvo hasta la década de los años 80. Entonces, México pasó de un modelo sustitutivo de
importaciones a uno de carácter neoliberal con el que se buscaba la liberalización comercial, el
adelgazamiento del Estado y el control de los indicadores macroeconómicos. La crisis de principios
de los 80 y el agotamiento del modelo anterior fueron las causas principales de la adopción de una
nueva estrategia de desarrollo económico. En consecuencia, la política exterior de México también
sufrió un profundo cambio. A partir de ese momento, los objetivos y las estrategias hacia el exterior
estuvieron vinculados al nuevo modelo de desarrollo económico. Se buscó una política exterior que
respondiera a los intereses económicos, lo que implicó que la negociación de acuerdos de libre
comercio, la reestructuración de la deuda y la atracción de capitales externos fueran las prioridades
en materia de relaciones exteriores: en otras palabras, la política exterior de México se
“economizó”. Como consecuencia, México tuvo un mayor acercamiento hacia Estados Unidos,
Europa y la región de Asia-Pacífico, y su vinculación con Latinoamérica dejó de ser una prioridad.
Como el modelo de desarrollo económico se mantiene a principios del siglo xxi , la política exterior
de México se mantiene con pocos cambios.
La presión de Estados Unidos.
No cabe duda que una variable que tiene mucho peso es la presión de EEUU. Los intereses
expansionistas estadounidenses marcaron el desarrollo histórico de México en la primera mitad del
siglo xix. México contó con una capacidad de negociación internacional muy baja frente a Estados
Unidos debido a su inestabilidad política y a un ambiente externo poco favorable. En la etapa de la
Reforma y del Porfiriato, la estabilidad política y el crecimiento económico mejoraron las
condiciones de México frente a su vecino. Ello permitió, como se ha señalado anteriormente, que
México pudiera desplegar una política exterior de mayores alcances regionales. Sin embargo, con el
inicio de la Revolución mexicana, la presión estadounidense creció en aras de la protección de sus
intereses económicos en México. Entonces, la capacidad de negociación internacional de México se
redujo considerablemente.
No fue sino hasta los años 30 del siglo xx cuando la situación experimentó un cambio notable.
Estados Unidos asumió una política exterior de buena vecindad que significaba menores presiones
sobre sus vecinos. México aumentó su capacidad de negociación internacional especialmente frente
a EEUU.
Durante la etapa de la Guerra Fría, México mantuvo cierta capacidad de negociación internacional,
pero Estados Unidos se había convertido en la principal potencia mundial, por lo que el margen de
maniobra del país se reducía. Era claro que, en temas de alta prioridad para Estados Unidos, las
presiones sobre su vecino aumentaban. Cuando los asuntos eran secundarios, Washington le
permitía a México una mayor autonomía en sus relaciones internacionales.
La conclusión es que los tres pilares son determinantes y otros factores han sido secundarios.
Unidad 3. Brasil.

El pensamiento internacionalista en la era Lula. Bernal-Meza


Actualmente el país integra el reducido grupo de países que pasaron de una inicial inserción
periférica y subordinada en el siglo XIX a formar parte del segmento mas dinámico de la
semiperifera. En ese camino, en el período 2003-2010, la política exterior, junto a la formulación de
un nuevo regionalismo como estrategia de inserción global y un nuevo modelo ideal de estado, ha
sido un factor clave.
Durante las administraciones de Lula da Silva la política exterior encontraría un rumbo definido,
que la enlazaría con la etapa de reformulación y cambio que había caracterizado la década de 1970,
durante la cual la gran política fue asociada a objetivos comerciales y económicos. El modelo de
política exterior de la década de 1980, de las presidencias de Figueredo y Sarney, asociado al
“desarrollo nacional” había evolucionado hacia una fase de crisis y contradicciones. Es en este
contexto que Collor de Mello lanza su plataforma de política exterior que modificaría el rumbo en
tres aspectos: actualizar la agenda externa; construir una nueva agenda prioritaria y no conflictiva
con EEUU y reducir el perfil tercermundista. La renuncia de Collor y el ascenso de Franco
modificó sustancialmente las expectativas. Surgieron entonces dos posiciones dentro del gobierno,
una que veía el acercamiento a Estados Unidos como el camino para recuperar la “credibilidad
internacional”, siguiendo el modelo de política exterior del presidente argentino Menem, y otro que
proponía la búsqueda de mayor autonomía y distanciamiento de Washington, explotando también la
condición de Brasil como potencia media. Mientras la segunda comenzaría a advertirse con Franco,
la primera caracterizaría a las dos administraciones de Cardoso. La política exterior de Franco
buscaría posicionar a su país en el liderazgo sudamericano del regionalismo con su propuesta del
ALCSA vis a vis con los EEUU y su proyecto de integración hemisferica fue seguido por la política
exterior neo idealista de las dos administraciones de Cardoso.
Lula no solo representa un cambio significativo respecto del pensamiento predominante en el
período anterior (Cardoso) sino en el modelo ideal de Estado necesario para la inserción en el
contexto sistémico marcado por la transición del orden y la globalización de la economía-mundo
capitalista.
El contexto regional en el cual asume la presidencia Lula, está marcado por el fracaso de la
experiencia neoliberal. Un importante número de países están inmersos en una profunda crisis
económica, social y política como consecuencia de la aplicación de políticas de apertura económica
y desregulación durante la década precedente. A una década de fuerte homogeneidad, de
predominio del modelo normal o neoliberal como tipo ideal de estado le sigue una década
heterogénea con el modelo ideal de estado (con presencia de modelos, desarrollista, normal y
logístico) y distintos tipos de políticas económicas y visiones sobre EEUU.
Paralelamente al abandono del paradigma de potencia media de México, la mayoría de los países se
volcaron hacia políticas económicas mas nacionalistas y estatizadoras y comenzaron a confrontar
con la anterior visión predominante de regionalismo abierto y que sería también predominante en la
visión política brasileña aun cuando esta sería matizada por el pragmatismo.
Solamente dos países avanzaron por el camino de la construcción del tipo ideal de Estado logístico:
Chile y Brasil. En la práctica y por el hecho de haberse lanzado por ese camino desde la época de
Pinochet, el modelo chileno sería pionero, asumiendo las principales iniciativas y medidas de
políticas públicas que caracterizarían al modelo logístico; como la formación de grandes grupos
económicos-financieros nacionales, la internacionalización de las empresas privadas, la captación
de inversión extranjera directa, la exportación de capitales, la construcción de organismos estatales
para apoyar la internacionalización de las empresas y la proyección externa de sus negocios y
operaciones y el desarrollo de una sólida infraestructura aeroportuaria, de carreteras,
telecomunicaciones e informática. Asociado a esto, la negociación internacional de una amplia red
de tratados y acuerdos comerciales que facilitarán el acceso de la producción nacional a los grandes
mercados mundiales. Sin embargo, a diferencia del modelo brasileño, el proto-estado logístico
chileno no impulsó la creación de nuevas empresas estatales ni tampoco mixtas.
La revisión de las estrategias post-neoliberales: el modelo ideal del Estado logístico.
Este modelo de inserción post desarrollista, formulado teóricamente por Cervo, tiene como objetivo
superar las asimetrías entre las naciones elevando la situación nacional al nivel de los países
avanzados, transfiriendo a las sociedades las responsabilidades del anterior “Estado empresario” y
ocupándose ahora de secundar a la sociedad en la realización de sus intereses. El Estado logístico
imita el comportamiento de las naciones avanzadas, particularmente de EEUU, país que se
considera el prototipo del modelo. Su componente de política exterior en el campo de las relaciones
internacionales apunta a reducir la dependencia tecnológica y financiera, promover la innovación
productiva y otras iniciativas que disminuyan la vulnerabilidad externa. Internamente, busca
reforzar el núcleo económico estructural nacional para poder impulsar su internacionalización.

El universo paradigmático de la política exterior brasileña y el gobierno de Lula: realismo,


regionalismo y Estado logístico:
Las visiones sobre la política mundial y la globalización de Cardoso y Lula fueron enfrentadas y
opuestas. El primero había adherido al neoliberalismo heredero de la tradición liberal, en tanto Lula
adhería al neorrealismo proveniente de la tradición realista. Así Cardoso confió en la configuración
idealista de un nuevo orden multipolar, con el desarrollo progresivo de unas relaciones
internacionales mas justas y armónicas, Lula no se separó de la visión jerárquica del poder mundial
y fue escéptico frente a la visión idealista de un mundo global mas pacífico. Cardoso adhería a la
tendencia “hemisférica bilateral” y promovía la alianza con EEUU. Lula adhería a la tendencia
“globalmultilateral” y promovía el universalismo selectivo, retomando sus alianzas y vínculos con
India, China, Sudáfrica y Rusia.
Sin embargo, ambas líneas de pensamiento se acercaron en un punto de confluencia: en la necesidad
de promover la cooperación internacional para avanzar en objetivos de paz, desarrollo y justicia o
equidad, interna e internacional.
La paradoja es que la visión de la política internacional de Lula ha sido cercana al neoliberalismo
cuando creyó que la cooperación, a través de las instituciones y los acuerdos internacionales (ONU;
OMC; G20, etc.) podía morigerar los efectos de la anarquía y la imposición del poder imperial pero
tambien ha sido puramente realista cuando persiguió la construcción de alianzas para enfrentar el
desafío que al ascenso de nuevas potencias le impone la hegemonía. Así puede comprenderse su
preocupación por integrar e impulsar el BRIC (o la construcción de un contrapoder de emergentes)
que desafía el poder institucionalizado. Con esta cooperación se buscó mejorar la posición relativa
del Brasil en la estructura de poder mundial mientras a través de la integración sudamericana
aspiraba a mantener la posición de superioridad frente al resto de los países sudamericanos.
El principal concepto formulado con respecto a la elaboración teórica es el de estado logístico. Se
supone que para el estado logístico se asignan una serie de tareas que le permitan transformarse en
una plataforma de despegue, principalmente económico, pero también político, de los agentes
públicos y privados del país. Es posible identificar dos dimensiones de este enfoque a) como una
serie de percepciones sobre las transformaciones recientes del sistema internacional y sobre el rol de
Brasil en los escenarios mundiales y b) como un grupo de políticas que orientan la estrategia de
desarrollo interno y de relaciones internacionales. El concepto de Estado logístico permite desligar a
Brasil de la visión que los teóricos de la dependencia tienen sobre el centro y la periferia. Brasil no
es periferia, está una posición intermedia, transicional, en condiciones de alcanzar el selecto grupo
de estados que comando los patron es de estatus, riqueza y poder del sistema mundial. El estado
logístico propende a la acumulación de atributos de poder para reforzar lo que Cervo denomina el
“núcleo económico nacional duro”. Una estrategia que se constata en la búsqueda de diversos
objetivos de política externa: consolidación de prestigio, de liderazgo en los ámbitos de
concertación regionales y de presencia clave en foros internacionales como el G20.

Realismo y acumulación de poder:


Brasil se transformó en el único país latinoamericano en re adoptar el realismo como teoría o
paradigma de la política exterior. Se consideró a Brasil como el único actor que podía competir con
Estados Unidos por la influencia hegemónica en América del Sur. Es un hecho comprobado que en
los años de Lula, Brasil se involucró internacionalmente de modo mucho mas activo y multilateral
de lo que había ocurrido durante los 90. Interpretado en términos neorealistas: para obtener más
poder, a Brasil le interesaba modificar su propia posición en el sistema internacional.
Dos agrupaciones de potencias pasaron a dominar las preferencias como mecanismos para la
reformulación del orden global: los BRIC e IBAS (India, Brasil y África del Sur). La presencia en
ambos grupos se comprende porque Brasil quiere estar presente en todas las mesas de negociación
del mundo, como lo está en la OMC y en el G20, y quiere estarlo en el Consejo de Seguridad. Para
Brasil, los BRIC son muy importantes, porque en la nueva visión sobre el orden y el poder globales,
esa agrupación le transfiere importancia (jerarquía) en la política internacional y coinciden con sus
deseos de ser influente en ella.

Los cambios en la concepción del regionalismo y la integración:


Lula encontró una gran dispersión de modelos de regionalismo y estrategias de inserción económica
en el continente, la que enfrentó impulsando una propuesta pragmática y flexible (la UNASUR) con
la cual buscó la inclusión de los 5 esquemas arancelarios existentes en América del Sur (ALBA;
Mercosur; Caricom, Comunidad Andina de Naciones). Brasil contó para esta estrategia con el
decidido apoyo del gobierno chileno, tambien lanzado a una estrategia multilateralista y flexible (el
estado logístico).
Un elemento clave del nuevo realismo brasileña ha sido la adhesión de las presidencias de Lula al
concepto de “esferas de influencia” dividiendo a América Latina en una zona caribeña,
centroamericana y sureña, del norte (México).}
El regionalismo brasileño, bajo Lula, está en relación estrecha con la concepción logística del
Estado. Impulsa la integración productiva a través de la infraestructura, la energía, y las inversiones
brasileñas, mientras que, en el plano global, ha forjado coaliciones que reforzaran en el plano global
el papel de Brasil como actor global.

El retorno de la visión latinoamericana y caribeña en la política exterior:


Como han señalado diversos autores, la política exterior brasileña abandonó la idea de una América
Latina como expresión de una unidad regional a mediadios de 1990. Ese esfuerzo por hacer de
Sudamerica (y no de América Latina) el entorno natural de Brasil, impulsó en el año 2000 la
creación de la UNASUR. Mientras consideraban a Centroamerica y el Caribe como área de
influencia norteamericana, ponían a América del Sur como área de influencia del Mercosur.
Sin embargo, Brasil retornó a América Latina durante la segunda presidencia de Lula. El avance
sobre ambas subregiones comenzaría a formar parte de la estrategia de Lula por expandir la
presencia e influencia del país en todo el mundo.

Realismo, liderazgo y acumulación de poder:


Entre los aspectos que refuerzan la fuerte influencia neo realista en el pensamiento de Lula pueden
señalarse los siguientes:
- El énfasis en la seguridad, que se ha expresado tanto en el fortalecimiento del aparato militar
(compras militares por 14.000 millones de dólares), la oposición a la presencia de Estados Unidos
en bases militares colombianas.
-La persistencia en no desarrollar instituciones supranacionales en el MERCOSUR.
Paralelamente y en relación con la sociedad nacional, desde el punto de vista estructural e
institucional, este paradigma pone en entredicho el intento por democratizar la formulación de la
política exterior y el favorecer una reciente participación de otros poderes de la sociedad.

La evolución del modelo brasileño de Estado: el Estado logístico bajo el gobierno de Lula:
Mientras Cardoso buscó sustituir el “estado desarrollista” por el estado “normal”, Lula avanzaría en
la implementación del tipo ideal de Estado logístico. Con el fin de impulsar este modelo de
inserción internacional para conducir al desarrollo, el gobierno de Lula formuló una estrategia
política y económica cuyos aspectos centrales serían la búsqueda de un nuevo rol en el orden
internacional. Intentó promover la idea de la importancia política de integrar a Brasil como
miembro permanente del Consejo de Seguridad y su papel estabilizador del tercer mundo.
Asimismo, el gobierno de Lula, impulsa la formación de mega empresas con capacidad de competir
en el mercado mundial. Mediante el apoyo del estado se favorece la creación de colosos nacionales.

Conclusiones:
Después de un lapso en el cual la coherencia de la política externa de Cardoso no significó la
ausencia de cuestionamientos por su visión neoidealista que la alejó de las tradiciones mas
autonómicas y tercermundistas, Lula recuperaría para el país la idea de un Brasil potencia, que la
emparentó con aquella política exterior de 1974-1979: autonomía, búsqueda de poder, aspiranción a
competir por espacios de hegemonía regional, hemisférica y sistémica. Lula Da Silva implicasría la
transición del multilateralismo utópico de Cardoso al realismo clásico dominante en las relaciones
internacionales. La política exterior brasileña se reencontraba asi al inicio del siglo XXI con el
pensamiento que Río Branco había sustentado en la P.E un siglo antes. Brasil se transformó así en el
unico país sudamericano en readoptar el realismo como paradigma de la P.E. El multilateralismo fue
despojado de utopía y se transformó en el juego de intereses, con ganancias y pérdidas. Sin
embargo, este no es un realismo puro, sino que se combina con la visión grociana del S.I que
respeta las normas e instituciones, aunque impulsando en paralelo un rediseño de las mismas. El
elemento novedoso, es que en la actualidad apunta a una estrategia fundamentada en un
“multilateralismo de reciprocidad”.
La visión de poner acento en Sudamerica y no en A.L provino de la visión que la P.E brasileña había
adoptado a mediados de los 90 y se mantuvo latente hasta Lula. (centroamerica y el caribe son area
de influencia de EEUU; Sudamerica es área de influencia de Mercosur). Lula se ha preocupado
permanentemente por asegurar el futuro de la UNASUR, una de las mayores apuestas de Brasilia en
política exterior. Sin embargo, las reacciones negativas a las empresas internacionalizadas brasileras
en sudamerica hizo que se realice un retorno a centroamerica, mexico y el Caribe.
Cabe destacar la decisión y voluntad de las administraciones de Lula para poner a su país en el
club de las potencias ascendentes del nuevo orden internacional pero haciendoló junto a
considerables progresos en la erradicación de la pobreza y la extrema pobreza.

La política exterior de Brasil 1990-2002:


Brasil, por su peso económico, la dimensión de su mercado interno y sus atributos tradicionales de
poder, es el actor de mayor importancia relativa en América del Sur. Paralelamente a esas
condiciones, su política exterior tiene históricamente, algunas características diferenciadoras, con
una dosis mayor de continiudad, junto con la formulación y presencia de paradigmas que
contribuyen para hacerla mas previsible.
Como afirma Cervo, el abandono del paradigma de relaciones internacionales del estado
desarrollista para favorecer el paradigma neoliberal tiene su impulso inicial en países de menor
desarrollo de América Latina a mediados de la década del 80 y concluye en los 90 con la llegada de
los presidentes Menem, Salinas,, Perez en Venezuela, Fujimori en Perú, Collor en Brasil. A pesar de
esto, a mediados de la década del 90, la política exterior brasilera podia ser interpretada mucho mas
como una continuidad de la desarrollada en el período de política exterior independiente y
consolidada en el período de pragmatismo responsable que como una nueva política.

La trayectoria de la política exterior entre 1980 y 2000


Después de un período marcado de dinamismo en política exterior caracterizado por el pragmatismo
ecuménico responsable (apertura hacia África, participación en nuevas agendas del mundo en
desarrollo), que acompañó la expansión de un modelo de industrialización y exportación de
manufacturas; los cambios internos y externos llevaron a una sensación de estancamiento y
decadencia de estas estrategias. Como consecuencia de esto, el modelo de política exterior de la
década de 1980 de las presidencias de Figueiredo y Sarney van a tener un pequeño margen de
iniciativa y de maniobra que llevaron a Brasil a tener actitudes defensivas y reactivas.
En este contexto, llega Collor con políticas neoliberales pero que solo alcanzarían parcialmente la
anulación de tarifas, apertura a nuevos segmentos de importación y la eliminación de subsidios e
incentivos.
Con Franco los ámbitos de acción serían dos: candidatura a miembro permanente al consejo de
seguridad de la ONU y la propuesta de creación del ALCSA como alternativa al ALCA lo que deja
una imagen negativa en las relaciones con EEUU.
Con Cardoso se pasa a una transición de la política tercermundista a una pro occidental, que llevo a
una aproximación política con EEUU.

Una interpretación teórico-analítica de la política exterior:


Entre los conceptos mas utilizados en la política exterior de Brasil históricamente se encontraban el
multilateralismo y las parcerías estratégicas. Estas serían las que caracterizaron a la P.E brasileña en
la década del 90. La elección de parcerías estratégicas fue resultado de una nueva formulación de
P.E cuya síntesis era el universalismo selectivo el cual percibe la necesidad de llevar adelante
aproximaciones específicas que permiten alcanzar objetivos comunes con potencias regionales
semejantes. A partir de 1985 Brasil forma una parcería estratégica con Argentina. Esta vocación
retorna a principios del siglo XXI: se crea una parcería estratégica con Rusia.

La formulación de las nuevas relaciones con Argentina:


Las nuevas relaciones con Argentina que pasaron del conflicto a la cooperación son consideradas
como el mejor ejemplo de la revisión estratégica internacional de Brasil. Esta se inserta en el
desarrollo de parcerías estratégicas dentro del universalismo selectivo que caracteriza a la P.E de
Brasil a mediados del 80.

La diplomacia económica de Brasil:


A lo largo de la década de los 90, Brasil abandona su tradición de negociaciones externas sectoriales
limitadas, cuyo mayor ejemplo es la promoción del ALALC y el ALADI, para pasar a una
participación destacada en el ámbito multilateral. Desde el inicio de los años 90, la apertura y
flexibilidad frente a las grandes potencias capitalistas comenzaron a identificar el cambio de
posición frente al multilateralismo.

La política exterior de Brasil en su aproximación al ALCA:


Fue durante la administración de Cardoso que la P.E brasileña comenzó a cambiar de posición
frente al ALCA, comenzando con negociaciones para un punto de convergencia con EEUU.

Poder y política exterior en el contexto histórico:


También ha existido una constante en la política exterior brasilera desde los años 70 al asumir el
perfil de potencia media o potencia regional. Con este perfil Brasil cuenta con cierto margen para
definir sus propias estrategias internacionales incorporando su comportamiento a través de un
cálculo costo beneficio.
Como país intermedio, durante los 80 Brasil mantiene su perfil de política internacional según estos
patrones. Su participacón en las instancias multilaterales fue una de las características de la P.E.
En los 90 Brasil comenzaría a ceder a las presiones de los EEUU. Brasil comienza a comprometerse
con el Consejo de Seguridad en la medida que disminuía sus manifestaciones de autonomía (en el
área nuclear, venta de armas).
En conclusión, los cambios ocurridos con el fin de la guerra fria aumentaron los costos de mantener
fuertes posiciones obstruccionistas. La P.E de Cardoso fue coherente con su orientación en política
interna. Acepta la posición subordinada como un modelo de vida.
La realidad es que durante los 90, Brasil se desasoció del tercermundismo clásico que lo caracterizó
en los 70.
La hipótesis de Cervo para explicar este cambio es la ausencia de pensamiento teórico crítico en las
RRII de Brasil se asoció con la adopción del paradigma de la globalización proveniente del norte.
Cervo concluye que durante los 90, fue impuesta una filosfía política neoliberal, adoptada por los
gobiernos de Collor y Cardoso basada en un diagnóstico de distorsiones ocurridas en el modelo
anterior desarrollista.
Diversos autores coinciden en que a partir de los 90 hubo una predominancia del liberalismo
económico en la conducción de la P.E. Había un sentimiento predominante económico a ser
impresso en las parcerías internacionales.

Agenda, objetivos y estilo:


La construcción de parcerías estratégicas ha sido fundamental en la P.E brasilera y para su “interes
nacional”, ya que es un instrumento para el establecimiento de la formulación de objetivos. En la
agenda global pasa de “universalismo y multilateralismo” a un multilateralismo selectivo a través
de la construcción de estas parcerías estratégicas.
El gobierno de Collor tiene dos objetivos: instrumentar en el ámbito externo un proceso de reforma
de apertura económica y restablecer la credibilidad externa del país ante sus principales
interlocutores del mundo industrializado.
En el gobierno de Franco esos objetivos fueron condicionados por los problemas de credibilidad
interna y externa. El objetivo fue retornar a través de una aspiración de liderazgo con la búsqueda
de reconocimiento internacional como potencia media.

Estilo de formulación y aplicación:


Históricamente Brasil utilizó la “diplomacia presidencial” solamente con sus principales socios
haciendo de ella un paradigma de la diplomacia. No obstante la diplomacia presidencial que
caracterizó a las presidencias brasileras, con variaciones, abarcó diferentes hechos. La política
exterior de Collor debe ser identificada como “pasiva” y no “activa”, con Franco es mas “activa” y
Cardoso es una política mas prágmatica y de menor perfil.

Conclusiones:
Según Cervo la política exterior presento históricamente tres objetivos que estaban estrechamente
relacionados entre sí que buscan mayor autonomía: 1) consolidación y expansión de la industria
(1967-1973), 2) desarrollo de los sectores estratégicos de la economía (1974-1979) y 3) desarrollo
de tecnologías de exportación de servicios. La prioridad siempre fue el desarrollo económico.
Franco incorporó nuevos tema a la agenda, la cual se centró esencialmente en la profundización de
las directrices mostradas por Collor. Una de las iniciativas sería la construcción del proyecto
ALCSA y tuvo un mayor activimos en su P.E.

Amado Cervo: Régimen Político y Política Exterior de Brasil.


El objetivo es estudiar los nexos entre la naturaleza del régimen y política exterior. Hipótesis: el
cambio de la política exterior y del modelo de inserción internacional ocurre bajo la influencia de
factores específicos, que pueden estar relacionados o no con el cambio de régimen o con la sucesión
de gobiernos dentro del mismo régimen.
A modo de advertencia, señala que, en primer lugar, en la experiencia histórica de Brasil en algunos
casos las transformaciones políticas no implicaron cambios inmediatos en la política exterior. En
segundo lugar, señala que la inserción internacional experimentó cambios de orientación dentro del
mismo tipo de régimen.
- Análisis de “causas múltiples” aplicados a la política exterior de Brasil.
Señala una relación directa entre identidad nacional (sociedad multiétnica y multucultural) y el
legado histórico de la diplomacia brasileña, caracterizada como universalista y contraria a cualquier
tipo de segregación, como cooperativa y contraria a la confrontación, pacifista y orientada a la
coexistencia en las diferencias, y reconociendo el rol del derecho internacional. Estos parámetros no
sufrieron grandes cambios pese a la sucesión de los distintos regímenes.
El ámbito regional fue importante para Brasil desde la génesis de su identidad nacional y en la
conducta de su política exterior. Durante los períodos de los dos reinos (1831-1840 y 1840-1889) la
monarquía brasileña hizo grandes esfuerzos para asegurar el territorio nacional. Hasta 1860 había
una imagen negativa de los vecinos, por la inestabilidad de sus gobiernos. Recién con la llegada al
gobierno de Bartolomé Mitre comenzó a haber una visión “civilizada” sobre Argentina. Durante la
presencia del Barón de Río Branco la idea de la superioridad en fuerza y civilización de Brasil
respecto a sus vecinos se profundizó. Señalaba que los vecinos debían ser tratados bien,
especialmente porque tenían poca relevancia en la vida nacional brasilera. Esto se lo conoció como
la cordialidad oficial, y se mantiene hasta nuestros días como un parámetro de la diplomacia
brasileña hacia sus vecinos (trasciende los regímenes). Hubo momentos en que este parámetro
tendió a romperse en la relación con Argentina, especialmente durante la década de 1970 - gobierno
de Geizel - por los litigios y diferencias en el uso del Río de la Plata.
La política exterior brasileña es una de las razones de la inserción internacional asimétrica del país
en la economía mundial capitalista. Este tipo de inserción se mantuvo hasta la Revolución de 1930.
En ese momento, la política exterior invirtió esta función histórica transformándose en una
herramienta aplicada a eliminar esas asimetrías y sacar a la nación de la condición de país
dependiente.
A partir del primer gobierno de Getulio Vargas (1930-1945) el desarrollo se convirtió en el vector
de la política exterior. Luego de asegurar el territorio brasileño y de delimitar sus fronteras, el
desarrollo del territorio se convirtió en la tercer función histórica de la diplomacia brasileña. El
desarrollo, como objetivo, se convirtió en un elemento de la identidad nacional.
Durante el desarrollismo se planteó que la economía brasileña sufría de cierta inercia y no respondía
a los desafíos económicos como el resto de las naciones capitalistas desarrolladas, por lo que el
Estado comenzó a cumplir un rol fundamental en el proceso de modernización capitalista de la
nación. El desarrollismo brasileño tuvo tres etapas: la primera de 1930 a 1950 tuvo como objetivo
establecer un parque industrial moderno; la segunda de 1960 a 1970 se basó en dotar a la economía
de los elementos necesarios para garantizarle los mayores niveles posibles de autonomía; la tercera
a partir de 1970 se basó en la adquisición y dominación de nuevas tecnologías de avanzada.
Se ve la continuidad y racionalidad de un proceso que comienza en 1930 y llega hasta la apertura
neoliberal de Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso. El fracaso de estas dos
administraciones explica la elección en 2002 de un gobierno de izquierda por primera vez en la
historia de Brasil.

B) Análisis paradigmático aplicado a la política exterior brasileña.


Con la crisis de 1930 América Latina rompió con un modelo de inserción internacional que había
surgido con la Independencia. Durante más de un siglo el aparato del Estado mantuvo el proyecto
de una economía abierta, exportando productos primarios e importando bienes industrializados.
A pesar de ser una monarquía constitucional, Brasil no se diferenciaba de sus vecinas repúblicas
respecto al modelo liberal de inserción internacional. Pero el modelo liberal-conservador en Brasil
sufrió de algunas inflexiones: desde 1808 a 1840 hubo un modelo de economía abierta, pero en el
año 1840 hubo una ruptura con la subordinación nacional cuando surgió un proyecto nacional con
cierto grado de autonomía. Este proyecto continuó guiando la conducción de las relaciones
internacionales del país hasta el fin de la monarquía constitucional pero sin afectar a la esencia del
modelo liberal-conservador. La república entre 1989 y 1930 aplicó otro paradigma del modelo
liberal-conservador denominado “diplomacia agroexportadora”. Esto ocurre porque la clase
dominante, compuesta por latifundistas y un estrato de nuevos ricos ocuparon el lugar de la antigua
aristocracia imperial en el control del Estado, usando su poder para lograr sus objetivos sectoriales.
Entonces, la República corresponde a un régimen político que redujo aún más la definición de sus
intereses nacionales, atándolos a los intereses de los grupos hegemónicos.
La crisis de 1930 y las transformaciones sociales de la época explican la ruptura que se dio en los
países latinoamericanos. El paradigma liberal-conservador no se corresponde entonces a esta nueva
coyuntura. Está muy relacionado con el surgimiento de la clase trabajadora como una clase
poderosa y de la incipiencia de la burguesía nacional. En Brasil comienza con Getulio Vargas.
A partir de 1935 la política externa comercial de Brasil estuvo guiada por tres principios: 1) sacar
ventaja de la rivalidad de los bloques antagónicos que dividían el mundo, con el objetivo de
incrementar la competencia interna y la capacidad externa de negociación; 2) mantener el libre
comercio con EEUU forzando a este país a tomar decisiones que requería la capacidad externa de
negociación de Brasil; 3) mejorar el comercio con Italia y Alemania que era considerado como más
adecuado para la expansión de la industria nacional.
Por lo tanto en este período se ve que surge un nuevo paradigma. La visión de Vargas sobre la
diplomacia la plantea en el Congreso: él interpreta el juego diplomático como un juego económico
egoísta de grandes poderes, vinculado al cumplimiento del interés nacional. Durante el período los
gobiernos de la región intentaron imitar a las grandes potencias utilizando la acción unilateral para
el cumplimiento de objetivos externos, directamente atados a los objetivos internos de desarrollo
industrial.
Identifica como componentes del nuevo paradigma de política exterior algunos conceptos: el
proceso de toma de decisiones debe estar nutrido por percepciones adecuadas del interés nacional;
ganancias recíprocas deben ser sostenidas en las relaciones internacionales a través de la
negociación; superar las desigualdades entre las naciones; y finalmente una visión cooperativa del
mundo. El nuevo paradigma añadió a la política exterior tres parámetros: a) la percepción de que la
política exterior debe llevar adelante intereses distintos a los de la fase anterior; b) la percepción de
que la política exterior debe complementar el esfuerzo interno de desarrollo; c) la percepción de que
la eficiencia de la diplomacia para lograr los objetivos vinculados al desarrollo dependen de la
autonomía del proceso de toma de decisiones; del carácter cooperativo o no confrontativo de las
relaciones exteriores; una política externa comercial flexible y pragmática; la prevalencia de los
objetivos económicos sobre la alianza geopolítica.
En Brasil el modelo de Estado Desarrollista se mantuvo desde 1930 hasta 1989. Sin embargo, como
con el paradigma liberal-conservador, el nuevo paradigma sufrió de algunas inflexiones. Dos
momentos fueron importantes en la consolidación del paradigma de Estado desarrollista en política
exterior: la definición conceptual elaborada en 1960 y la viabilidad operacional demostrada en los
70s. Hubo dos tendencias dentro del desarrollismo: los que planteaban un desarrollo asociado a las
fuerzas del capitalismo internacional; y en el otro los que planteaban un desarrollo nacional
independiente. La tendencia del desarrollo asociado tuvo sus representantes en el poder durante
1950 y 1964 y afirmaban la necesidad de una relación especial con Estados Unidos sostenida por
sobre todas otras variables de conducta. El desarrollo nacional independiente tuvo sus
representantes en el poder con el golpe de 1967 y planteaba parámetros distintos en el
comportamiento externo. La relación con EEUU perdería importancia en la visión de los
“tomadores de decisiones”. La solidaridad con el tercer mundo sería un resultado natural de esta
estrategia y su política exterior levantaría la bandera de un nuevo orden económico internacional.
En los 1970 esta tendencia se profundizó. Pero hubo diálogo permanente entre los líderes de ambas
tendencias. La transición del régimen militar al gobierno democrático en 1985 no afectó a la
política exterior.
El surgimiento del Estado normal en los 1990s fue respuesta a factores internos y externos.
Externos, el colapso del socialismo real, el triunfo de la economía de mercado y la globalización.
Internos, la crisis que causó la crisis de deuda externa en los 1980s, seguido por la recesión
económica.
El Estado normal - que se inicia con el gobierno de Collor de Mello y se consolida con los dos
gobiernos de Cardoso - no significó la adopción de los parámetros de la globalización y la
interdependencia. El cambio en la política exterior de Brasil en 1990s por la apertura indiscriminada
de la economía profundizó la dependencia estructural en su relación con el exterior. En efecto,
desde una perspectiva política, el Estado normal se reveló a sí mismo como sirviente sacrificando la
autonomía de su política exterior y aceptando el Consenso de Washington para su proceso de toma
de decisiones. La noción de interés nacional se convirtió estéril. Desde una perspectiva económica
el Estado normal se mostró como destructivo primero disolviendo el robusto marco de la economía
nacional, privatizando empresas. Desde una perspectiva histórica el Estado normal se mostró como
regresivo, empujando a la economía nacional hacia la reprimarización.
Cardoso luchó con fuerza para destruir el Estado desarrollista. A pesar de su inteligencia no fue tan
consistente como su colega argentino en la implementación de los tres parámetros del Estado
normal. En una pequeña escala Cardoso preservó la influencia de ciertos principios e intenciones de
la fase anterior - Estado desenvolvenvista - y plantó la semilla de otro paradigma de
comportamiento exterior conocido como Estado logístico, reproduciendo tímidamente el
comportamiento maduro de los países avanzados que continúan defendiendo su interés nacional en
la era de la globalización.

Pragmatismo ecuménico responsable: ¿continuidad o ruptura? El sentido de las


“formulaciones doctrinarias”. Bernal-Meza
El análisis sobre los rumbos y pensamientos en torno a la política exterior en el caso brasileño,
debe ser asociado a la idea de un paradigma de estado, que es aquel que el país mantuvo entre
1930 y 1989, denominado como estado desarrollista. Aún cuando el mismo se diversificara en su
naturaleza, entre el desarrollismo autónomo de Vargas y Goulart y el desarrollismo asociado a
Estados Unidos predominante en la dictadura militar. Es sobre esta base que el gobierno de
Ernesto Geisel redefinió las funciones supletorias de la política exterior al proyecto de desarrollo a
partir de 1974. Lo que en general la literatura denomina “pragmatismo ecuménico responsable”
aplicado a ese período, sintetizó un realismo adecuado a las condiciones del poder de Brasil,
asociando el discurso al concepto clásico de interés nacional. El pragmatismo ecuménico
responsable permitió redefinir las funciones instrumentales de la política exterior, a la luz de la
crisis internacional derivada del alza en los precios del petróleo. Geisel buscó hacer de la P.E un
instrumento mas ágil en términos de conseguir mayor cooperación internacional, comercio
exterior, provisión de materias primas e insumos y acceso a tecnologías avanzadas. Para Cervo,
este no era un paradigma, sino un método de P.E. El término responsable reflejaba la
preocupación de evitar que dicho pragmatismo sea calificado de oportunista.

Brasil y México. Dos maneras de ser global.


Los diferentes caminos de México y Brasil.
Por primera vez en su historia México y Brasil, los dos gigantes de América Latina, intentan obtener
importantes papeles internacionales más allá de sus fronteras. Es impresionante como cada uno
intenta hacerlo de manera tan diferente respecto al otro. México planifica su futuro a través de
Estados Unidos e intenta abrir su economía casi totalmente al comercio y la inversión extranjera.
Brasil, por su parte, continúa siendo una economía relativamente cerrada, mostrando un papel de
liderazgo independiente en América del Sur y visto por los EEUU como oponente en determinados
asuntos.
Las opciones de México están claramente influenciadas por el hecho de situarse a la sombra del país
más rico y poderoso del mundo. En Brasil, país de proporciones continentales y cercado por dos
vecinos menores, tiene una perspectiva bastante diferente del mundo. Asimismo, hasta hace
recientemente poco era México quien protegía más fervientemente su independencia de EEUU. La
geografía juega un papel importante, pero es evidente que la política interna y la ideología nacional
también constituyen factores críticos para moldear el programa de las dos naciones. Los dirigentes
brasileños plantean que su país debe ser considerado como uno de los más importantes del mundo;
los mexicanos se preocupan menos por su posición en el mundo y más por su relación con EEUU.

Similitudes.
Tanto Brasil como México tienen peso económico y demográfico suficientes para ejercer influencia
real en el comercio internacional. Su historia es bastante similar: entre 1940 y 1980 alcanzaron las
tasas más altas de crecimiento económico, pero en la década del 1980 comienzan con la recesión.
En los 90 ambos aplicaron el Consenso de Washington, y venden sus empresas nacionales.
Similitudes en el proceso económico, aunque no tanto en lo político porque Brasil comienza su
apertura democrática en 1985 y México lo hace de forma gradual terminando de completarse con la
llegada de Fox al poder.

¿Economía abierta o cerrada?


La economía de México se basa en el comercio exterior, y las exportaciones constituyen un tercio
de su PBI. Su economía es muy abierta y tiene un perfil orientado al comercio exterior.
La economía brasileña en cambio continúa relativamente insular. Las exportaciones de Brasil
crecieron ⅓ menos que las de México. Junto con la de Argentina, la economía de Brasil es una de
las más cerradas de Latinoamérica. Pero desde 1994 está tratando de remover las barreras al
comercio global y a las inversiones.
El énfasis dado por México al comercio exterior está vinculado a una estrategia de ligar su
economía a la de EEUU. Ej: TLCAN. México siempre fue un satélite económico de EEUU.
Además de las cuestiones económicas una basta gama de otras cuestiones - migraciones, tráfico de
drogas, contaminación, energía - unen a México con EEUU.

En el mundo.
La política exterior de México no está centrada exclusivamente en sus relaciones con EEUU.
México plantea para sí un nuevo y activo papel internacional, valiéndose de sus lazos con EEUU
tiene pensado ser un potente lazo entre América del Norte y del Sur; también se propone unir a
América Central; a nivel internacional se propone como un activista en cuestiones de democracia y
Derechos Humanos.
Brasil tiene una política exterior más autónoma y diversificada. Si bien tiene buenas relaciones con
EEUU especialmente con el gobierno de Cardoso, en algunas cuestiones procura servir de
contrapeso de EEUU y concretarse como un polo de poder sudamericano en el hemisferio
occidental. Incluso plantea en América del Sur profundizar la integración sudamericana. El
comercio es una de las fuentes de mayor conflicto entre Brasil y EEUU. Pero no es un adversario de
EEUU, quedó demostrado cuando demostró más que cualquier otro país su solidaridad con EEUU
tras el 11 de septiembre.

Localización.
Es tentador descartar las diferencias entre las políticas adoptadas por Brasil y México como
consecuencia de su localización geográfica.
Sin embargo, sus posicionamientos son bien recientes. Antes de que Salinas comenzara sus
negociaciones de libre comercio con EEUU la política exterior de México se resumía como “mejor
proteger su independencia e integridad nacional contra el vecino del norte”. Antes de que EEUU
promoviera la liberalización del comercio México mantenía una economía proteccionista.
La relación de Brasil respecto a EEUU fue ambivalente, mientras que apoyó la intervención a
República Dominicana en 1965, luego se opuso en muchas otras cuestiones de cuño económico o
financiero.

Costos y Beneficios.
México tuvo éxito en alcanzar sus dos objetivos: hoy su economía está ligada a los EEUU, estando
abierto también al comercio internacional y a la inversión extranjera.
Actualmente Brasil tiene un programa de política exterior mucho más ambicioso que México.
Entonces, es más difícil para Brasil lograr sus objetivos internacionales. Su empeño en ejercer un
liderazgo independiente enfrenta varios obstáculos. Los recursos militares y financieros de Brasil
son modestos.
Dice que Brasil está más atrasado en cuestiones sociales que México, claramente desactualizado
(texto de 2002).

Política Exterior de Argentina, Chile y Brasil: perspectiva comparada.


Introducción.
Contexto histórico, unipolaridad (fin de la guerra fría), globalización y mundialización produjeron
cambios en los países latinoamericanos, especialmente en su estrategia de desarrollo. Contexto de
los 80: democratización y nueva agenda latinoamericana.
La “diplomacia presidencial” y la de “cumbres marcaron un hito en las formas de vinculación
tradicional entre los países latinoamericanos. Así, a partir de mediados de los años 80 la diplomacia
presidencial se constituyó en un mecanismo clave para el diálogo permanente entre los gobiernos
democráticos. Se convirtió en un rasgo predominante en las políticas exteriores de la región la
derivación hacia el “bajo perfil” y el “pragmatismo” y la presencia cada vez más significativa de
una agenda de baja política.
Argentina y Brasil abandonaron el paradigma de RRII del estado desarrollista y pasaron al
paradigma neoliberal. El modelo había sido iniciado por Chile a mediados de los 70 con la
dictadura militar. El regionalismo abierto se convirtió en el nuevo marco teórico dominante de la
apertura y de los nuevos acuerdo de complementación económica.

Política Exterior Argentina.


Luego de la política exterior de aislamiento de la dictadura, Raúl Alfonsín planteó 3 cambios
importantes respecto a los principios que ordenaron a la PE argentina en contraposición con la de la
dictadura: 1) desplazamiento del modelo Este - Oeste y reconfiguración de la “occidentalidad de
Argentina”; 2) reformulación de la participación en No Alineados entendiendo que se daba una
guerra “realista” entre dos grandes potencias, con lo que se fundamentaba la presencia en ese foro;
3) revalorización del eje Norte - Sur, considerando al Sur como el espacio natural y apropiado para
la búsqueda de convergencias con otros países. El marco determinante de la política exterior y su
relación con la política interna fue una concepción predominantemente “desarrollista”; esta
percepción sería abandonada al comenzar los 90 bajo la nueva visión del mundo que traía consigo la
“comunidad epistémica” del menemismo.
En este contexto, el gobierno realiza un viraje de su orientación internacional y define una nueva
política exterior basada en una adhesión a la alianza occidental y a sus principios de democracia y
libre mercado y la búsqueda de una alianza estratégica y de largo plazo con la potencia hegemónica.
En términos de seguridad, la adopción de los nuevos marcos de seguridad cooperativa impulsada
por EEUU implicaba abandonar la construcción de misiles y armamento químico, atómico y
bacteriológico (??). Estos cambios de la P.E. eran producto de la adopción del nuevo tipo de Estado
y de adscribir a una visión ideológica y fundamentalista de la globalización. La adopción de esta
estrategia de desarrollo implicaba tres premisas básicas: 1) una alianza con las potencias vencedoras
en la guerra fría y un alineamiento con el hegemón, lo que lleva a un retiro del NOAL; 2)
aceptación de las nuevas reglas de juego de la economía y política mundial en la construcción del
nuevo orden mundial, determinado por las potencias capitalistas; adscripción a la agenda de
“valores hegemónicos universalmente aceptados”; 3) profundización de los vínculos
transnacionales de Argentina ante la evidencia de encontrarnos frente a un mundo “global”.
En términos de variables de la política exterior, de las internas fueron representativas: el carácter e
ideología de la nueva alianza; su visión del mundo y el papel relevante de los actores y la
comunidad epistémica que formulaban la política exterior; la posición respecto de las estrategias
posibles de desarrollo; la política de la cultura dominante. De las externas: la nueva configuración
del orden mundial y la agenda política internacional, con la predominancia de temas económicos,
que excluían todas las variables exógenas del desarrollo.
La crisis argentina se caracteriza por 3 elementos: 1) el fracaso de sus tres modelos de inserción
internacional a través de su historia; 2) la crisis del modelo neoliberal; 3) el cambio de paradigma
de política exterior con la imposición del realismo periférico.

Política Exterior Brasileña.


Después de un período de marcado dinamismo en la política exterior caracterizado por el
“pragmatismo ecuménico responsable” (Apertura a África; participación activa en las agendas del
mundo en desarrollo, etc.) que acompañaba la gran expansión del modelo de industrialización y
exportación de manufacturas de los años ‘70 con un fuerte crecimiento económico, cambios
internos, y externos llevaron a una situación de estancamiento. Luego comenzó a vivir una etapa
crítica. En efecto, el modelo de política exterior de la década de 1980 de las presidencias de
Figueredo y Sarney asociado al “desarrollo nacional” también evolucionó a una fase de crisis.
Durante los 70 y los 80 la política exterior tuvo poca iniciativa y fue catalogada como reactiva y
defensiva. A pesar de esto, el gobierno de Sarney sería el último en identificar la política externa
con el “tercermundismo”.
A partir de los 90 la política exterior de Brasil fue confusa y contradictoria, en gran parte por la falta
de decisión de un modelo definido de desarrollo nacional que sirviera a la política internacional.
Brasil estuvo entre la agonía del Estado desenvolvimentista y la emergencia del Estado normal.
Durante esta época hubo también un cambio fundamental en las relaciones con Argentina y América
del Sur, Brasil encontraba su perfil latinoamericano sustituyendo las políticas y percepciones de
conflicto por las de cooperación y concertación. Esta política sería continuada por Collor,
impulsando un modelo neoliberal de integración - el MERCOSUR - y que Itamar Franco buscaría
reformular bajo perspectivas más amplias.
Los ámbitos privilegiados de acción serían dos: uno las Naciones Unidas donde Brasil
autoasumiendo su papel de potencia media propone su candidatura para ser miembro permanente
del Consejo de Seguridad; l segundo América del Sur donde se impulsó el Acuerdo de Libre
Comercio Sud Americano (ALCSA) y donde se relanzó la cooperación económica con Bolivia,
Venezuela, Colombia y Uruguay. La propuesta del ALCSA (una expansión del MERCOSUR) era
una propuesta alternativa al ALCA lo que refleja una posible discrepancia con Estados Unidos al
llegar Cardoso al gobierno, aunque haya sido él quien dirigió la política exterior de Itamar Franco
que pasó del “tercermundismo” al “prooccidentalismo”. Desde los 90s la flexibilidad frente a las
grandes potencias capitalistas comenzaron a identificar el cambio de posición frente al
multilateralismo. Brasil se disocia la posición del conjunto de países en desarrollo que cuestionan
de forma global el orden económico internacional. Brasil acordó participar en las negociaciones del
GATT/OMC y aceptar las directrices de la Ronda de Uruguay.
La política exterior de Cardoso tuvo sus contradicciones por falta de consenso interno sobre los
objetivo de política exterior; por ejemplo con EEUU y Sudamérica faltó consenso. Amado Cervo
dice que bajo la presidencia de Cardoso el pensamiento brasileño sería conducido al más avanzado
estadio de adaptación a las tendencias del orden internacional de los años noventa, abandonando los
requisitos de desarrollo interno mantenidos por la política exterior desde los años 30; aplicando una
apertura del mercado interno sin negociación, privatizaciones sin cuidar el reforzamiento de la
economía nacional, un sistema financiero puesto al servicio de la estabilización monetaria, con lo
cual el Brasil seguiría una senda de debilitamiento y fragilidad económico-financiera igual que
otros países que han aplicado la receta norteamericana.
Con Lula se plantea un nuevo liderazgo sudamericano, propuestas innovadoras, progresistas y
solidarias de cooperación con el continente. Lula plantea la apertura brasileña a las exportaciones de
productos producidos en los países vecinos sin exigir reciprocidades. Plantea una disposición de
asumir el compromiso del liderazgo regional como “potencia media”. Estas formulaciones marcan
una clara disposición a asumir un liderazgo con compromisos y que corresponden a un país con
aspiración a “potencia media”; pues, fue justamente esa ausencia la que evidenció la gran
contradicción de la política exterior brasileña del período Cardoso. No se podía aspirar a una
posición de liderazgo - como “potencia regional” – sin pagar algunos costos.

Política exterior chilena.


Durante muchos años fue posible imaginar la política exterior chilena como siguiendo parámetros
históricamente establecidos, sostenidos por el consenso político de los grupos de poder y de
gobierno. En realidad, existió una vinculación entre el carácter de la inserción internacional del país
y su política exterior. Históricamente, Chile ha sido una economía “extrovertida”. El país dedicó en
el pasado mucha atención a su política exterior tradicional, específicamente la alta política de
relaciones internacionales. Esta política, que se basaba en el respeto al sistema jurídico
internacional y en la importancia de la unidad y cooperación política entre los países en desarrollo
como sus componentes fundamentales, promocionaba un lugar dentro del sistema internacional que
aseguraba a un país pequeño los recursos “ideales” de política y una defensa contra el “realismo”
del poder.
Luego de la crisis del “Estado conservador” primero y luego del “Estado liberal” la sociedad
chilena optó a partir de 1938 hasta 1973 un nuevo modelo de Estado y sociedad, similar al que en
aquella época regía en Brasil y Argentina. Con la llegada al poder de Pinochet en 1973 la política
exterior tradicional desaparece rápidamente; se produjo el abandono de la “alta política” como eje
central de su diplomacia, lo que marcó un cambio muy significativo en su rumbo de política
exterior. En este cambio se ve el origen del pragmatismo en la política exterior chilena que tiene su
fundamento en la doctrina económica neoliberal. El nuevo enfoque de la diplomacia chilena es la
baja política, o dicho de otro modo, un énfasis más profundo sobre los asuntos económicos y la
apertura hacia los mercados internacionales. El rol de la cancillería y de la diplomacia es la
expansión del comercio internacional, ya que el modelo económico sostenía que el crecimiento de
su economía debía basarse en el sector externo y la inversión extranjera. Este es el sentido de la baja
política de Pinochet y en los gobiernos democráticos que le han sucedido. Sin embargo, este
pragmatismo no se confina sólo al cambio de su política exterior, sino que también se encuentra en
su desempeño, en parte diferenciado por su performance económica, de otros modelos, dentro del
esquema neoliberal. Chile fue así el primer país latinoamericano que comenzó a aplicar, a partir de
1974, el modelo de liberalización de mercados y de apertura a la economía internacional, modelo
cuya continuidad sostiene su actual inserción internacional.
Hasta 1973 la política exterior se caracterizó por un considerable componente de “tradición” cuya
base de sustentación lo constituyó el régimen político constitucional-democrático.
Estado de derecho y legalidad interna permitieron sostener una política exterior con consenso
interno y proyección histórica, cuyos principios, respeto a los tratados, al derecho internacional y
cumplimiento de los compromisos asumidos, recibieron también la incorporación de concepciones,
valores e ideas provenientes de las plataformas político- ideológicas de los partidos políticos y
coaliciones de gobierno. Durante esta etapa se caracterizaría por una firme vocación multilateralista,
comprometida con la integración y la solidaridad latinoamericanas y una creciente tendencia hacia
la universalización de las relaciones diplomáticas.
A partir de los años ochenta, cuatro rasgos podrían caracterizar el desempeño de la economía
chilena, fuente sustentadora de la política exterior: un considerable grado de apertura; un marcado
dinamismo en la búsqueda de acuerdos de liberalización comercial; un continuo crecimiento en
estabilidad macroeconómica y una impactante performance en la captación de inversión extranjera
directa. Esto se mantiene hasta hoy.
De este modo, la agenda internacional de la democracia se propuso: 1) recomponer las relaciones
internacionales y la imagen externa del país; 2) aplicar un modelo de política exterior fundado en el
pragmatismo y la flexibilidad; 3) un especial énfasis hemisférico, incluyendo en particular a los
Estados Unidos; 4) continuidad de la internacionalización de la economía chilena, a través de la
profundización de los flujos internacionales de comercio, inversiones y transferencia de tecnología;
5) promover el interés por la integración en los nuevos esquemas económicos entonces en tratativas
(Nafta y Mercosur), con una reorientación del enfoque integracionista en lo económico y lo político,
promoviendo fórmulas más pragmáticas de integración regional, subregional y bilateral; 6)
promover coincidencias con las políticas de apertura de las economías nacionales de la región y, 7)
a partir de una percepción crítica sobre los modelos de desarrollo nacional y de integración
ensayados en el pasado por los países de América Latina, mantener la visión acerca de que el motor
de la economía chilena era la demanda mundial, lo que conducía a una visión más pragmática de la
política internacional.
La preocupación central de la planificación de política exterior y de la diplomacia chilenas con el
retorno de la democracia (condicionada por la institucionalidad heredada) fue recomponer las
relaciones y la imagen internacionales del país, seriamente afectadas por la política interna (de
violación sistemática de los derechos humanos) y externa (cruzada ideológica) del régimen militar.
Las características de la actual política exterior (1990-2003) están dadas por la combinación de
cuatro factores: 1) los determinantes del modelo económico heredado y que los gobiernos de la
Concertación aceptaron mantener; 2) el pragmatismo político, para hacer externamente lo que el
nuevo sistema internacional de post-guerra fría y el nuevo orden mundial de la economía política
permiten; 3) las condicionalidades del proceso político interno, la “transición democrática” y la
vigencia de la Constitución autoritaria de 1980; 4) los valores que han tratado de incorporar los
partidos políticos que integran la alianza que ha gobernado este período de transición, sostenidos
por la propia tradición de política exterior previa al golpe de Estado, la exaltación de la democracia
como sistema político, la participación y otros principios doctrinarios vinculados con el
pensamiento de los propios partidos que integran la Concertación.
Con el fin de la guerra fría y el cambio del orden mundial se preguntaron si la política exterior debía
cambiar o seguir. La respuesta fue el pragmatismo: una capacidad de prever escenarios globales,
regionales, subregionales y nacionales. Sin embargo, la política exterior chilena es una política
conservadora, que se mueve y evoluciona lenta, mesurada y reservadamente.
Como política pública el objetivo de la PE es colaborar con el desarrollo nacional, el destino de la
política exterior fue definido en los términos de servir instrumentalmente al problema del
subdesarrollo y limitar la dependencia externa. La solución fue vista como la continuidad del
modelo de inserción internacional basado en la apertura. El éxito de este tipo de inserción, sobre la
base de un “estado logístico” que pone al servicio de los negocios las herramientas y condiciones
para un buen desempeño.
Considerando el objetivo de apertura, inserción comercial en los escenarios más dinámicos de la
economía mundial y la búsqueda de acuerdos de libre comercio, debería identificarse la política
exterior como significativamente exitosa. Los recientes acuerdos comerciales firmados con la Unión
Europea, Corea del Sur y Estados Unidos, que se agregan a la amplia lista de la agenda comercial
latinoamericana, señalan una excelente performance y, en este sentido pareciera ser el más exitoso
ejemplo en la región. Sin embargo, políticamente, la agenda sudamericana y el MERCOSUR
marcan un llamativo desequilibrio negativo; Brasil, el principal actor del bloque, es casi irrelevante
en la agenda internacional chilena. Existe una percepción en la mayoría de los países del Cono Sur
de que Chile no muestra mayor interés en profundizar sus vínculos con estas naciones.

Aspectos comparativos de las políticas exteriores.


En la aplicación de enfoques teóricos-metodológicos se advirtió la presencia de factores internos y
externos de las políticas exteriores que condicionaban no sólo los objetivos internacionales de las
políticas, sino también la materialización de las mismas una vez decidido el curso de acción.
Respecto de las perspectivas centradas en factores internos, van Klaveren sostuvo que resultaba
difícil clasificar las perspectivas que se centraban en estos factores, por la sencilla razón de que
tendían a confundirse entre sí; a pesar de lo cual él identificó cuatro; una de ellas era la perspectiva
centrada en la orientación del régimen. Respecto a este factor identificó tres variables importantes:
la primera era la forma de organización política y su impacto sobre la política exterior; la segunda la
estrategia de desarrollo (dice que Brasil y México son un buen ejemplo); la tercera la existencia de
un estilo o una tradición e incluso de un enfoque característico de un país sobre política exterior.
Este será el primer enfoque utilizado para comparar las tres políticas exteriores, y se utiliza porque
los tres países pasaron de regímenes autoritarios a gobierno democráticos de transición. Lo
llamativo es que la variable “tipo de régimen” no permite explicar los grandes cambios producidos
en las respectivas políticas exteriores.
En el caso de Argentina los grandes paradigmas que fundaron modelos de política exterior, como la
Tercera Posición (1946-1955) y su aggiornamiento la Autonomía Heterodoxa (1973-1975)
constituyeron diseños y hojas de ruta para la política exterior en tiempos de democracia. Pero entre
ellos hubo tantas diferencias como entre la política exterior seguida por el régimen autoritario
militar y la política exterior seguida por Alfonsín.
Desde el punto de vista de las estrategias nacionales de desarrollo, los tres países rompieron con sus
respectivos pasados desarrollistas-autonómicos de inserción internacional y adoptaron el modelo
neoliberal, aún cuando en el caso chileno este cambio se produjo con anterioridad al período
histórico aquí analizado. Tanto Brasil como Argentina vivieron profundos cambios en su inserción
internacional modificando sus políticas exteriores, especialmente en el segundo caso. En el caso
chileno luego de Pinochet con el gobierno democrático se ha caracterizado por la continuidad.
Como se podrá apreciar, en este punto no habría coincidencias entre coincidencias, rupturas y
régimen político. En el caso de Argentina, la ruptura había comenzado antes, bajo el régimen militar
(1976-1983), pero se profundizó radicalmente bajos los gobiernos democráticos de Menem y los
que le sucedieron, mientras que en Brasil fue un régimen democrático el que inició la ruptura
(Collor) y otro similar la profundizó (Cardoso). En tanto, en el caso de Chile, la ruptura llevada a
cabo bajo el régimen militar fue mantenida – en tanto modelo de inserción internacional – por los
gobiernos democráticos de la Concertación (1990-2003).
Los tres países representan modelos distintos de política exterior, pero todos han respondido más a
cuestiones de índole interna – coaliciones, alianzas de gobierno; concepciones sobre las estrategias
posibles de desarrollo nacional; antecedentes históricos y estructura del patrón de inserción
económico internacional – que a factores externos, vinculados a éstos acontecimientos que se
produjeran fuera de la región. Sin embargo, no puede desatenderse la importancia que los cambios
mundiales tuvieron sobre la formulación y praxis de las respectivas políticas exteriores.
La conclusión al analizar comparativamente las políticas exteriores de Argentina y Brasil es que
durante los gobiernos de Cardoso y Menem se evidenció en la política exterior un conflicto entre la
calidad de la decisión y su viabilidad. Comparativamente la política exterior chilena resultó mucho
más coherente en la medida que las decisiones y la operacionalidad de los temas incorporados a la
agenda resultaron de efectiva aplicabilidad y de resultados adecuados a sus objetivos.
El “giro a la derecha” que implicó el abandono del modelo desarrollista-autonómico implicó en la
argentina un cambio en las alianzas externas, el inicio de un nuevo período de alineamiento con los
Estados Unidos y su integración como “Aliado Preferencial extra-Otan”; mientras, en Brasil el
mismo se reflejó en la adscripción y participación activa en organismos y regímenes internacionales
antes vistos críticamente y contrarios a los intereses de una “potencia media”.
Los tres países buscaron durante el período transformarse en el socio preferencial de EEUU
(excepto en el caso de Brasil durante el gobierno de Itamar Franco). Con todo puede señalarse que
Brasil fue el único país sudamericano que, de alguna forma, resistió a todas las iniciativas de los
EEUU en la región. Por su parte Chile bajo un régimen democrático vivió una significativa
continuidad de la formulación y praxis de la política exterior (ya lo dijo cien veces, lo vuelvo a
poner para que quede claro).
Estas constataciones permiten afirmar que no ha habido relación entre el régimen político y los
cambios de política exterior. En el caso argentino, paradojalmente, los gobiernos constitucionales
del pasado anterior a Menem, moderaron su vocación “independentista”, mientras los gobiernos de
facto morigeraron su vocación por el “alineamiento”, tradición que se rompería gracias al impacto
del paradigma construido por la comunidad epistémica del menemismo, constituyendo éste así la
gran excepción.
Creo que el eje que explica continuidades, cambios y rupturas en las respectivas políticas
exteriores y permite evaluar comparativamente los tres ejemplos está, más que en la relación
entre régimen político y política exterior, en la relación entre ésta y el modelo de desarrollo, la
opción por una determinada estrategia económica y su respectiva inserción internacional. En
el caso de Argentina la aplicación del modelo neoliberal, no asociado a una estrategia coincidente
en términos de fortalecimiento de áreas y sectores que apoyaran dicha inserción externa fue
coincidente con lo que Cervo denominó “Estado normal” y su política exterior fue acorde a ella. En
el caso brasileño, las inconsistencias y debilidades de la política exterior durante el período, están
en relación con la propia indefinición de un modelo nacional de desarrollo del cual derivara la
formulación de agendas y objetivos de la política exterior. Mientras, en el caso de Chile, la
continuidad de su política exterior está en relación con la permanencia en el tiempo de un modelo
económico de apertura al mundo, en el cual la política externa y su diplomacia juegan la carta
correspondiente a la función de un “Estado logístico”.

- Aspectos comparativos:
Tanto Brasil como Argentina adscribieron en los 90 a la visión fundamentalista o ideológica de la
globalización, lo que se expresó en su política exterior. Optaron por una inserción periférica en el
orden global de posguerra fría. La política exterior se adaptó: en el caso de Argentina buscando una
alianza subordinada y dependiente con Estados Unidos; en el caso de Brasil reduciendo sus
aspiraciones globalistas. Esto se tradujo en que las percepciones y conflictos por espacios de
inserción y liderazgo se trasladaran desde el ámbito del sistema internacional al subsistema del
Cono Sur. Varias de las decisiones y la operacionalidad de la agenda resultaron inviables. No así en
el caso chileno.
Brasil cedió terreno en su objetivo de construir un bloque subregional o regional que lo tuviera
como su centro o núcleo estratégico; tampoco alcanzó su objetivo de conseguir de Estados Unidos
un perfil de relacionamiento de potencia y no logró su reconocimiento mundial (es decir, por los
grandes poderes) como “potencia media”. Argentina, por su parte, fracasó en su política de
“reinserción al primer mundo” y pesar de haber alcanzado su objetivo de mínima– aliado extra Otan
–, puesto que el de máxima era su integración plena, en medio de su crisis estructural y en default,
fue dejada caer por su principal aliado externo. En cambio, Chile alcanzó su objetivo de asociarse
comercialmente a Estados Unidos, aún cuando debió ceder en algunas posiciones.
Desde el punto de vista del continuum autonomía-desarrollo se puede ver que Argentina adopta las
ideas pro-mercado y primer-mundistas y en el caso brasileño un mayor continuum de ideas más
desarrollistas y autonomistas.
En términos del continuum “continuidad-ruptura” en las orientaciones de la política externa, pocas
veces se han visto cambios tan bruscos en un período tan corto de tiempo, como en el caso
argentino (entre 1984-1989 y 1989-2003), mientras que, en el caso brasileño se advierten más
tendencias a un statu quo de las orientaciones básicas ya identificadas desde mediados de los años
‘70s. Por su parte, en el caso de Chile, las orientaciones de la política exterior han sido de una
significativa continuidad. La política exterior argentina de los años 90 ha sido más receptiva al
discurso y los argumentos occidentalistas y liberales, mientras que la política externa brasileña ha
mantenido una mayor permanencia en la tradición de sensibilidad a los conceptos y visiones
desarrollistas y del paradigma norte-sur. En el caso chileno, allí se optó por el “pragmatismo”y el
“bajo perfil”. Desde el punto de vista del “estilo” con el que cada país ha buscado realizar los
objetivos e intereses de su agenda internacional, las estrategias han sido muy distintas: En el caso
argentino, la hipótesis es que la rápida adhesión a los regímenes propuestos por el mundo
desarrollado era la condición previa para obtener beneficios concretos. En cambio, en el caso del
Brasil, la hipótesis ha sido más bien la de la preservación de espacios de autonomía. Sin embargo, la
paradoja es que mientras Brasil ha buscado (o aspirado, al menos) un reconocimiento internacional
como potencia media y declara aspirar al liderazgo en el cono sur, cuestiones todas de alta política,
ha privilegiado permanentemente la dimensión comercial como la forma de inserción internacional;
mientras que la Argentina, que declaró, bajo Menem, De la Rúa y Duhalde su opción por el
paradigma “trading state”, formulando a su vez su propio paradigma ciudadano-céntrico, cuestiones
que remiten a una lectura más bien de baja política, ha privilegiado la “dimensión política” en la
inserción internacional (alianza con Estados Unidos y la Otan; política de seguridad; conflicto con
Brasil por el tema de la representación en el Consejo de Seguridad de la ONU, etc.).

B) Agendas.
Los cambios en las agendas y los objetivos de las políticas exteriores de los tres países están
marcados esencialmente por las macrocosmovisiones de las alianzas gobernantes. Para Argentina y
Chile, entre 1989 y 2003, el actor externo más relevante de la política exterior ha sido Estados
Unidos, lo que marca una profunda diferencia con la agenda y los objetivos de la política exterior
brasileña, a pesar de las “incoherencias” y “ambivalencias”del período de Cardoso.
C) Seguridad internacional y Seguridad Regional.
A pesar de algunas diferencias las políticas exteriores de los tres países coincidieron sólidamente en
el apoyo a los regímenes de no proliferación y de prohibición de armas de destrucción masiva;
avanzando también en el plano regional a través de medidas de confianza mutua.

Diplomacia económica.
Tanto Brasil como Chile se caracterizaron por un fuerte contenido de “diplomacia económica” en la
política exterior. La agenda económica fue sustancialmente más relevante que la agenda política.
Sin embargo, las diferencias aparecen al evaluar el papel que a cada una de ellas se le asignaba en
los objetivos de la política exterior.

Consensos internos.
El país que menos refleja divergencias internas (nos referimos a la sociedad “informada”:
principalmente la academia; también la prensa y las dirigencias políticas), en materia de política
exterior, es Chile. Los gobiernos de la “Concertación” hicieron de la política exterior chilena la
política de un Estado comercial. De la lectura de literatura sobre política exterior realizada por
brasileños se concluye que el Brasil no se caracterizó por una política exterior de grandes
controversias internas respecto a la relación del país con el mundo. Recién con el gobierno de
Cardoso surgen tendencias profundamente críticas a su política exterior. En parte, el
cuestionamiento interno a la política externa se fue profundizando a medida que la negociación de
acuerdos internacionales, con Estados Unidos (Alca) y la Unión Europea se transformó en un
debate interno de política. El debate más serio sobre política exterior, y que generó mayores
controversias, se dio dentro de Itamaraty.
En el caso Argentino la política exterior fue acompañada con grandes debates y disensos internos
durante todos los períodos.
Sin embargo, la presencia de esos disensos y controversias internas, identificables en los casos
argentino y brasileño, no tuvieron el peso suficiente como para modificar el rumbo de la política
exterior. Este hecho muestra que el “presidencialismo”, más que el sistema político en tanto
régimen de gobierno, es el que tiene, en estos países, una mayor relación con la definición
(formulación y praxis) de las respectivas políticas exteriores.
Unidad 4. Colombia.

La transición internacional colombiana y la búsqueda de un nuevo rol frente a las potencias


regionales en Latinoamérica. Ardila Ardila.
Parte de la hipótesis de que Colombia tiene un comportamiento variable y una relación dual de
cooperación y conflicto con las potencias regionales latinoamericanas. En los temas de seguridad se
observan tensiones mientras que en lo económico se observa cooperación. Con la llegada de Santos
a la presidencia se observan cambios que son mayormente de percepción y estilos.
Sostiene que la política exterior colombiana transita hacia la clasificación de potencia regional
secundaria, pero carece de una estrategia integral y coordinada.

Hacia una nueva jerarquía de poder en América Latina.


Tendencias recientes favorecen una reconfiguración del poder y las jerarquías en la región: crisis de
liderazgo de EEUU, desinterés de Europa y otros socios tradicionales es aprovechado por Asia y por
las potencias regionales como Brasil que también aspira a ser potencia media mundial.
Tal como señala Flemes (2011), estas PRS (potencias regionales secundarias) se caracterizan por el
relativo poder militar, los recursos naturales e institucionales y la influencia del discurso. Debido al
diferente lugar que ocupan, en este artículo diferenciamos potencias regionales secundarias
nacientes, PRSN, como Colombia; potencias regionales secundarias en ascenso, PRSA, como
Venezuela; y potencias regionales secundarias maduras, PRSM, como Chile.

Actividad internacional, capacidades, liderazgo y legitimidad: diferencias y similitudes.


Señala un contexto regional complejo para colombia con nuevas dificultades como los gobiernos de
la nueva izquierda.
Por otra parte, la presencia de Brasil como indiscutible potencia regional en sudamérica y con
intenciones de ser potencia media mundial obligan a este país a compartir y buscar alianzas
regionales para sostener su status; señala que a la hora de buscar estas alianzas Colombia puede ser
un buen aliado ya que para Brasil Venezuela no es de confianza, con Argentina tiene rivalidad.
También Brasil puede aliarse con Chile y Perú. Aliarse con Brasil le puede servir a Colombia para
hacerle contrapeso a Venezuela.
México, a diferencia de Brasil, es una potencia regional en descenso. Su extremo acercamiento a
EEUU le dio mala imagen en la región; también los problemas internos. La imagen positiva que
ganó con el bono democrático la está perdiendo.
Venezuela es una potencia regional en ascenso con muchas iniciativas para lograr su objetivo
(ALBA, Petrocaribe, Banco del Sur). Pero le falta legitimidad en el resto del mundo. Está en un
rango más bajo que Brasil pero más alto que Colombia.
Colombia es una potencia regional secundaria naciente. En 2010 fue nominada como potencia
emergente. Este calificativo se refiere a un poder incipiente que en ocasiones es un Estado frágil,
con dificultades políticas, sociales y económicas pero atractivo para la inversión extranjera, con un
crecimiento económico sostenido y una inflación controlada. Sin embargo, el aislamiento del país
durante los últimos ocho años, la bilateralización y pasividad de su política exterior, el conflicto
interno, la estrechez del régimen político, y la imagen vinculada con el narcotráfico y la corrupción,
lo hacen vulnerable y debilitan a Colombia en comparación con otras PRS como Venezuela, Chile y
Argentina.
Un elemento importante es que Colombia al igual que sus vecinas potencias regionales secundarias
posee grandes cantidades de materias primas, que países como China necesitan. Para Colombia, la
mayoría de la inversión extranjera llega al sector minero y el país se autodenomina como una
potencia energética.

Colombia: transición y búsqueda de un nuevo rol.


Desde inicios del siglo XXI, Colombia ha venido buscando un nuevo rol para su inserción
internacional. Durante el gobierno de Uribe quiso ser el puente para las relaciones de Suramérica
con Estados Unidos, un intento por cierto distante de la realidad pues en la región se tejían
proyectos políticos divergentes y contestatarios a la potencia hegemónica. Esta situación terminó
restringiendo la relación de Colombia a Estados Unidos y aislándolo de la región.
Durante esos años, se presenció una securitización de las relaciones internacionales del país. Se
llegó a percibir a Colombia como un “país problema” que amenazaba la seguridad regional,
condicionando los demás temas a la cooperación militar, principalmente procedente de los Estados
Unidos. A su vez, la desmovilización de grupos paramilitares y hechos vinculados con los llamados
“falsos positivos”, deterioraron más la imagen de Colombia en el exterior.
En cambio, desde su discurso de posesión en agosto de 2010, el presidente Juan Manuel Santos ha
tenido un lenguaje conciliador y de unidad nacional, al mismo tiempo que ha venido mostrando una
nueva imagen del país con una ubicación geoestratégica de múltiples pertenencias. A su vez, plantea
la diversificación de las relaciones internacionales, se acerca a Suramérica, retorna al
multilateralismo y amplía la agenda internacional. Para ello y también para el liderazgo regional
que pretende, hace uso de una instrumentalización racional marcada por dos elementos: el nuevo
estilo de gobernar y el pragmatismo como política pública.
Durante los últimos diez años, Colombia se había aislado del escenario suramericano fortaleciendo
alianzas con Estados Unidos y México. En el primer caso una relación especial y de
alianza incondicional, ideológica, política, militar y económica, que se remonta a la década de los
veinte del siglo XX con el llamado respice pollum. Con México estrecha una alianza política e
ideológica mucho más reciente que nace del Grupo Contadora, se fortalece con el Grupo de los
Tres, y se consolida bilateralmente con el cambio de poder en México y los gobiernos de Vicente
Fox y Felipe Calderón.

Transición y tensión en seguridad.


Colombia no ha estado libre de tensiones y conflictos. Históricamente, existe un conflicto territorial
entre Colombia y Venezuela que en el pasado tuvo incidentes como el de la corbeta Caldas en
agosto de 1987. Durante los noventa el diferendo era un tema que salía a la luz pública con cierta
regularidad, pero durante la administración de presidente Chávez sus énfasis han estado orientados
a otros aspectos vinculados con el conflicto interno colombiano, la seguridad fronteriza y el
comercio. Venezuela por la región del Esquivo, también tiene un conflicto fronterizo con Guyana.
Desde la llegada de Santos al poder se trata de desecuritizar la relación con los países vecinos y con
los Estados Unidos y se observa mayor diálogo para el manejo de estos temas y una agenda más
integral para el tratamiento de las relaciones bilaterales y regionales. Se muestra que Colombia ha
solucionado grandes problemas de seguridad interna y se profundiza la cooperación en seguridad no
solo por medio de reuniones bilaterales de la Combifron que con Brasil fue creada en agosto de
2011, sino encuentros de ministros de Defensa y de altos mandos militares.

¿Nuevo rol en la cooperación económica?


Colombia presenta un nuevo rol en su inserción internacional, abandonando el aislamiento y
pasando a una política activa en la que la diplomacia económica resulta prioritaria. Este tipo
de diplomacia se orienta a atraer inversión extranjera y a cooperar con un marco jurídico que brinde
seguridad al inversionista extranjero. Y en este sentido, el presidente Santos continúa con beneficios
jurídicos que vienen de la anterior administración y lleva a cabo diferentes periplos. A su vez,
estrecha vínculos y nuevas alianzas económicas con países como Brasil, Chile y Argentina.
En agosto de 2011 Santos se reúne con los mandatarios de Chile y Argentina. Con ambas naciones
la balanza comercial es deficitaria para nuestro país. Con Argentina ni las inversiones ni el comercio
son prioritarios para la relación bilateral, mientras que la inversión chilena en Colombia ha crecido
principalmente en minería, servicios y sector financiero.
Por otra parte, el nuevo rol también se observa en su acercamiento, profundización y diversificación
de las relaciones con Brasil. La cooperación en seguridad y comercio e inversiones constituye el
principal tema de relacionamiento con este vecino. A su vez, la agenda se amplía a temas sociales,
de educación, transporte y desarrollo fronterizo. Para Colombia, el gigante suramericano no
representa una amenaza como tampoco conflicto, aunque en la frontera binacional, la presencia de
grupos ilegales altera la estabilidad de la región. No obstante, los dos gobiernos suman esfuerzos y
en agosto de 2011 crearon la Comisión Binacional Fronteriza, Combifron, encargada de la
seguridad entre los dos países. Brasil se ve como un país aliado y las relaciones tienden a la
cooperación y a la construcción de medidas de confianza mutua.

Colombia frente a los espacios regionales de cooperación e integración. Betancourt:


Se puede coincidir en que uno de los rasgos mas característicos de la política exterior colombiana es
que en la cabeza de las prioridades se encuentra la relación con EEUU. En efecto, durante la
presidencia de Suarez (1918-1921) se decide que el desarrollo del país debía pasar por lo que se
llamó respice polum, entendida como una alineación con la potencia norteamericana. A.L solo va a
ser reconocida como prioridad durante la presidencia de Restrepo (1966-1970) cuando en el marco
de la doctrina respice similia, se plantea que Colombia debe orientar su desarrollo hacia sus
similares.
Proyectos de regionalismo cerrado y proteccionistas como la CAN y el ALALC se debilitaron a
finales de la década de los 70 a partir de un contexto de crisis internacional y de transición hacia el
neoliberalismo, que llevaron al fin de la etapa de integración proteccionista y al comienzo de una
nueva denominada de regionalismo abierto. La ALALC le da paso a la ALADI que ya no persigue
crear un área de libre comercio regional, sino un sistema de preferencias arancelarias que sirva
además como plataforma para una apertura mas hacia el mundo que hacia la región. Colombia se
siente cómoda con este cambio pues en este mismo período, bajo la presidencia de Ayala (1978-
1982) renuncia a la orientación latinoamericana de su política exterior y se presenta un
realineamiento con EEUU. Los cambios en las tendencias globales y la renovada cercanía de
Colombia y Perú a la potencia del norte llevan a que también la CAN ingrese en la etapa del
regionalismo abierto.
Esta etapa va a entrar en crisis desde finales de la década de 1990, cuando se producen cambios
políticos en varios países de la región que llevan a outsiders a la presidencia de la mayoría de ellos,
todos los cuales encarnan demandas sociales frente al deterioro de las condiciones de vida de los
sectores excluidos de la población y que reclaman mayor autonomía de EEUU.
La división entre los países mas cercanos a EEUU y los rupturistas, como Venezuela, Bolivia y
Ecuador, derivó en que cada vez con mas frecuencia se truncara la posibilidad de establecer
consensos andinos. Finalmente en 2006, anunció la salida de la CAN en rechazo a las negociaciones
de TLC bilaterales de Colombia y Perú con EEUU.

De Uribe a Santos: ¿el momento de A.L?


Durante el gobierno de Uribe se va a presentar un fuerte alineamiento con EEUU y una
instrumentalización de la política externa en función de problemáticas de seguridad interna, es
decir, se produce una securitización de la agenda internacional al tiempo que se privilegia el
bilateralismo con la potencia del norte. La política comercial también se concentró en la concreción
de TLC bilaterales y se puso particular empeño en la firma de uno de ellos con EEUU. Entre tanto,
el fomento de las IED se definió como prioridad.
El privilegio al bilateralismo, particularmente con EEUU, tanto en temas comerciales como
políticos – de seguridad - , ocasionó un deterioro de las relaciones de Colombia con la región, dado
que mientras la mayoría de los países apuntaban a una mayor autonomía, Colombia buscaba mayor
alineamiento.
Con la llegada de Santos a la presidencia de Colombia, se produce un cambio de estilo en la forma
de efectuar el relacionamiento exterior respecto del gobierno anterior. Se busca la reonciliación con
los vecinos, el regreso del país al espacio latinoamericano, se privilegia el multilateralismo y se
procura el liderazgo regional en temas como el regreso de Honduras a la OEA, se define una
intención de insertarse en el Asia-Pacífico, es desecuritiza la agenda exterior, se empieza a
considerar a Unasur como un organismo importante y se le apuesta a desempeñar un papel mas
activo en ella. Lo del gobierno de Santos se ha caracterizado por un mayor pragmatismo en la
ejecución politica y por la ampliación geográfica y temática de la agenda exterior. Pero el cambio
de estilo de gobierno no implica una reconsideración de las prioridades del país. La pérdida de las
mayorias republicanas en el congreso de los EEUU y la llegada de Obama redundaron en el
estancamiento de la aprobación del TLC y llevaron a la reformulación de algunos aspectos del Plan
Colombia. Esta coyuntura, y no solo la llegada de Santos, definió la necesidad de buscar
alternativas en la región. Con respecto a la política de diversificación de destinos comerciales, esta
se emprendió con Uribe y solo se profundizó con Santos, debido a la tardanza en la ratificación del
TLC con EEUU y a la mala relación que tenía Uribe con Ecuador y Venezuela.
No ha habido cambios sustantivos en los fines, y la aproximación a Latinoamerica se corresponde
mas con un cambio en los medios incitados por factores coyunturales. Y asi como la coyuntura a
llevado a plantear la necesidad de reconstruir la CAN, de aproximarse al Mercosur, y a tener un
papel mas activo en Unasur, otro cambio en la coyuntura podría realinearnos con EEUU en
detrimento del vinculo con los espacios regionales. En otras palabras, el momento de A.L es mas
coyuntural que estructural.

¿Fin del respice polum? El futuro de las relaciones de Colombia con EEUU.
Sin llegar a afirmar que EEUU ha perdido su ligar en el mundo como principal potencia, varios
autores coinciden en que ciertos cambios globales han posibilitado que A.L pueda buscar mayores
niveles de autonomía frente al tradicional hegemón. El multilateralismo del actual gobierno de
Santos ha sido resultado de coyunturas mas que de cambios estructurales, y no se corresponde con
una definición de estrategia de política exterior mas autónoma. Si bien la región ha cobrado valor,
esta situación es reversible. Que el respice polum llegue a su fin o que se reafirme en el futuro
depende de los cambios que se presenten en la política estadounidense y en la fortaleza que
alcancen los espacios regionales de cooperación e integración. EEUU sigue siendo hoy el principal
socio de Colombia en materia comercial y de seguridad, entre otros aspectos, y difícilmente va a
perder ese rol.

Conclusiones
Con la llegada de Santos no se evidencian transformaciones de fondo ni de cambios en la
prioridades de la política exterior, que siguen encabezadas por la atracción IED y la inserción
internacional. Entre tanto, la mayoría de los proyectos regionales revisados en este capítulo en la
actualidad no llegan a superar una lógica cooperativa, y carecen de inercias institucionales y
voluntades reales que puedan llevarlos a convertirse en integración efectiva. Hay una carencia de
estrategias claras de construcción regional y esto hace que este fenómeno no sea irreversible por
lo que no se puede descartar un futuro realienamiento con la potencia del norte.

A.L en el mundo. Bernal-Meza. Colombia como ejemplo de formulación de un paradigma de


inserción.

Colombia representa el primer ejemplo en el siglo XX de modelo de política exterior para enfrentar
los dilemas de su historia de fragmentación. Son los hechos históricos y la experiencia derivada los
que llevaron a los grupos de poder gobernantes, en forma muy temprana, a formular un primer
paradigma de política exterior. La dirigencia política colombiana fue la primera en adoptar un
“realismo de los débiles”. Marcos Fidel Suárez, presidente de la república señaló que la política mas
sensata vis a vis la naciente gran potencia del Norte, era buscar una relación viable, aceptando que
el poderío de EEUU hacía imposible la recuperación de Panamá. Como presidente, Suárez acuñó el
concepto de respice polum para calificar e identificar la forma cómo su país debía situarse en
relación a la potencia: Colombia debía orientarse por la “estrella del norte”. Su política exterior, de
bajo perfil, debía seguir como rumo la orientación de Washington. El paradigma respice polum
fundamentó así la mas importante y dominante de las tradiciones de la política exterior colombiana.
Es la declaración de que Colombia está en la esfera de influencia norteamericana y su situación es
aceptada por el país del norte. Los efectos, en términos de tradición política fueron dos: el
renunciamiento a una política exterior propia y autónoma (pues Colombia sigue a Estados Unidos
en su política internacional) y una práctica política de low-profil en asuntos internacionales.
El respice polum constituyó un sistema de ideas, una primera pretensión teórica que buscó sostener
el cambio (y la continuidad de una política internacional) de una forma de inserción de la política
exterior que fundamentó el alineamiento con EEUU y el bajo perfil.
A pesar de ser el paradigma respice polum el que mayor vigencia ha tenido en la P.E colombiana, en
diversos momentos los grupos políticos dirigentes (liberales y conservadores) tuvieron la
percepción de que tal alineamiento no producía los beneficios que se esperaban. Así, durante la
gestión como canciller de Alfonso López Michelsen (1968-1970), éste acuñó un nuevo paradigma
de política exterior: respice similia y que implementaría como presidente en su gestión 1974-1978.
La idea de “mirar a los semejantes” permitió entonces reformular la política exterior hacia una línea
de mayor congruencia con los esfuerzos que impulsaban algunos países latinoamericanos,
fundamentalmente México y Chile. Estos buscaban crear una política exterior latinoamericana que
pudiera generar una posición común en torno a una agenda temática para las relaciones entre la
región y EEUU.
Los efectos de la aplicación del nuevo paradigma fueron diversos. En primer lugar, se produjo una
universalización de las relaciones diplomáticas de Colombia, incluyendo en ellas a países que no
contaban con el beneplácito de los EEUU. (Por ejemplo Cuba). En segundo lugar, incorporó a
Colombia al grupo de países que impulsaban discusiones y la negociación de un NOEI. En tercer
lugar, con la participación además de Venezuela y Costa Rica, se apoyó la defensa de los derechos
que sobre el Canal de Panamá tenía ese pequeño país centroamericano.
Las presidencias de López Michelsen y de su sucesor: Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1882), bajo
el paradigma respice similia, acercaron al país a los nucleamientos de países en desarrollo.
Colombia simpatizó entonces con el Movimiento de los No Alineados (evidenciando su relativo
alejamiento de EEUU) e impulsó una política común en el seno del Grupo Andino.
No obstante, diversos acontecimientos internos y externos (deterioro de las reservas internacionales
y del comercio exterior; la extensión del conflicto guerrillero con el M-19; el conflicto con la
Nicaragua sandinista a propósito del archipiélago de San Andrés; la profundización de las
diferencias con Venezuela en torno a la delimitación de las zonas limítrofes en el Golfo de
Venezuela, etc) llevaron a un retorno a la tradicional y dominante política de seguimiento sostenida
en el paradigma del respice polum, buscando con ello el apoyo hegemónico a su situación de
deterioro “leviatánico” del poder del Estado.
A pesar del hecho de que distintos gobiernos pueden ser identificados con una u otra adhesión a
estos paradigmas, diversos estudiosos de la política exterior colombiana, como Drekonja, Pardo,
Cepeda y Tokatlían identifican la orientación general de ésta como un movimiento pendular,
ambiguo y controvertido, entre estas dos grandes concepciones: respice polum y respice similia.
Para Tokatlían, por ejemplo, un examen mas detallado mostraría que, desde mediados de los años
70, las dos concepciones no resultaron, en la praxis, tan antitéticas e incompatibles, excepto en
períodos concretos, relativamente breves, y que los gobiernos se comportaron de uno u otro modo
según cuestiones, necesidades y dificultades de la agenda externa del país. Su interpretación es que
la línea que vinculó a los defensores de ambas concepciones fue un tipo de “realismo colombiano”,
es decir, una adaptación nacional del paradigma realista, con una heterogeneidad práctica en la
comprensión y empleo de dicho enfoque, entre dos posiciones: realistas pasivos/subordinados, que
consideran que las opciones externas son pequeñas, salvo cuando se actúa en consonancia con
EEUU; y los realistas activos/autonomistas, que consideran que el entorno global no es ni inflexible
ni invariabe y que, por lo tanto Colombia debía aumentar su grado de actuación internacional.
No obstante, la tradición de alineamiento de la P.E colombiana a la línea política internacional de
Washington es evidente y la “sintonía de Washington” predominante cuando se revisan las
posiciones sostenidas por el país en diversos foros internacionales. La continuidad y profundización
de la relación especial con EEUU, percibible durante los años 1990 y evidente, actualmente bajo el
“Plan Colombia”, señala también la dependencia que los grupos del poder del país tienen de
Washington, a quien percibieron históricamente como garantía y salvaguardia de nuevas
devaluaciones de poder.
A pesar de los vaivenes y resultados ambiguos de la aplicación de estos paradigmas, lo importante
es que construyeron modelos que funcionaron como hojas de ruta a seguir por la P.E. En particular,
el paradigma respice polum constituyó una formulación original, temprana, de elaboración teórico-
conceptual en relaciones internacionales.

La política exterior colombiana desde la perspectiva del realismo neoclásico. Flemes.

Colombia es una de las cuatro potencias secundarias ( a las que se suman Argentina, Chile y
Venezuela ). Los cuatro países pueden posicionarse en segundo lugar luego de Brasil dentro de la
jerarquía regional de poder. En este contexto se plantea el desafío de indagar acerca de cuáles
herramientas teóricas permiten conceptualizar la forma en el que el estatues de potencia secundaria
regional condiciona la política exterior de dichos actores.
Las potencias secundarias pueden responder a la pretensión de liderazgo de la potencia regional
desplegando un enfoque conflictivo, competitivo o cooperativo.
El soft balancing es una opción estratégica para las relaciones de las potencias con la potencia
regional en regiones con bajos niveles de conflicto como A.L, en la que la rivalidad es reemplazada
por patrones competitivos. El propósito del soft balancing es equilibrar o mejorar la distribución
asimétrica del poder existente, así como frustrar la realización de objetivos de P.E del actor mas
poderoso de la región. El soft balancing apunta a obstaculizar y restringir el proceso de emergencia
de tal forma que la potencia principal tenga en cuenta los reclamos y las demandas de la potencia
secundaria.
El propósito emírico de este artículo es explorar los motivos y la dinámica que impulsaron la
respuesta estratégica de Colombia hacia la potencia principal.
El autor denomina el soft balancing como “impugnación” por parte de las potencias secundarias y
se explican a partir de cuatro factores: factores impulsores de impugnación de orden estructural,
histórico, conductual y domésticos.
En primer lugar las estrategias de impugnación de las potencias secundarias se dan a partir de su
descontento con el statu quo de la estructura del poder regional. Se explica a través de un enfoque
de equilibrio. En segundo lugar, pueden ser impulsadas por experiencias históricas de conflicto o
rivalidad, asi como sus legados.
En tercer ligar, las estrategias de impugnación pueden ser causados por la conducta de la potencia
primaria, en materia de política exterior y seguridad. El mas fuerte esta dado por amenazas de
seguridad directas hacia la potencia secundaria.
El cuarto término, está dando por fuerzas endógenas que también pueden tener un impacto sobre los
tipos de impugnación. Las posiciones de los gobiernos son moldeadas por las preferencias de los
grupos económicos, políticos y sociales.

Colombia: reorientación pragmática entre la Unasur y la Alianza del pacífico:


La relación con EEUU ha sido tradicionalmente un factor que moldeó la política exterior
colombiana, lo que no significa que Bogotá haya adoptado el enfoque de “bandwagoning”
(seguimiento absoluto) de cara al coloso del Norte. Por ejemplo después del período de la GF bajo
la presidencia de Gaviria (1990-1994), Colombia restableció relaciones diplomáticas con Cuba y
abrió camino a una nueva diplomacia tercermundista, obteniendo la presidencia del G-77 y del
movimiento de los No alineados. El período de Samper (1994-1998) se caracterizó por tensiones
con EEUU y por la falta de credibilidad a causa de los lazos de Samper con el cártel de Cali. A
partir de Pastrana (1998-202), quien representaba a la coalición conservadora-liberal, la
administración Clinton modoficó su actitud, tendiendo a una colaboración mas estrecha con
Colombia en el curso de la guerra contra las drogas. Inicialmente el nuevo gobierno buscó apoyo de
los estados europeos, y de los vecinos en la región.
En el 200, Pastramna lanzó la amplia iniciativa Diplomacioa para la Paz, que apuntaba a superar los
desafíos económicos asi como la producción ilegal de drogas, lo que rápidamente fue reemplazado
por el enfoque represivo del Plan Colombia, una vez que hubieron comenzado las negociaciones
definitivas con la administración Clinton.

Presidencias de Uribe (2002-2010)


Durante los dos gobiernos de Uribe, la P.E colombiana fue en gran parte instrumentalizada para
cumplir con las prioridades de la política interna en el marco de su programa Seguridad
Democrática. En forma concordante el MRREE jugó un rol menor, sin márgenes considerables de
autonomía. Las iniciativas internacionales se limitaron en su mayoría a políticas de carácter reactivo
frente a las tensiones políticas e ideológicas con los estado vecinos, asi como frente a los tratados de
comercio. El tratado de libre comercio con EEUU, firmado en 2006 pero ratificado por el Congreso
nortamericano en 2012 fue absoluta prioridad para Uribe. Además, el camino de las negociaciones
de libre comercio incluyó al arco del Pacífico, (Chile, Perú, México), los estados centroamericanos
y la UE.
En general, el enfoque “bandwagoning” de cara a EEUU fue el pivote de la política exterior durante
los años de Uribe y el relativo aislamiento en América del Sur fue la consecuencia de dicha
orientación unilateral. En ese sentido, Colombia fue llamada la “Israel de A.L”. Una expresión del
aislacionismo regional de Uribe fue la reticencia a la UNASUR, que aquel percibía como forma
inapropiada y políticamente débil de integración económica. Además, Uribe percibía el uso
potencial de la Unasur como plataforma para un discurso político en contra de EEUU, del Plan
Colombia y de su propia administración. El aislamiento político de Bogotá estimuló también su
marginalización de los flujos regionales de inversión y comercio. El rol de Colombia en la IIRSA ha
sido periférico, al momento en que >Brasil construye un corredor bioceánico a través de Chile y
Venezuela. La resistencia pasiva contra los proyectos de cooperación lanzados por Brasil ha
generado desconfianza entre ambos estados. El bombardeo de un campamento de las FARC en
territorio ecuatoriano por parte de Colombia en 2008, sin consulta previa, agravó el antagonismo
geopolítico. La percepción de gobierno colombiano era que Lula mostraba una tolerancia excesiva
frente a la Venezuela de Chavez.
Aunque la alianza militar de Colombia con EEUU reflejada en el Plan Colombia no estaba dirigida
contra Brasil, socavaba los intereses geoestratégicos de la potencia regional, más aun la presencia
de bases militares de EEUU en territorio colombiano. El gobierno brasileño en forma poco
diplomática manifestó que procedería a monitorear cuidadosamente la implementación del acuerdo
bilateral sobre el uso de las bases militares entre Washington y Bogotá.

Presidencia de Juan Manuel Santos (2010-presente)


Durante la transición entre el gobierno de Uribe al de Santos, la opinión pública evidenciaba el
deterioro de la asociación privilegiada con los EEUU, a necesidad de poner fin al aislamiento
regional, asi como de diversificar socios externos. Aunque Santos perteneciera a una plataforma
uribista, y a pesar de que fuera su Ministro de defensa, las elecciones democráticas tuvieron un gran
impacto en la orientación de la política exterior colombiana que en esta nueva fase se caracterizaría
por un mayor pragmatismo y multilateralismo que durante la era de Uribe.
Dos cambios impactarán potencialmente en las relaciones bilaterales con Brasil. En primer lugar se
identifica una nueva estrategia sudamericana llevada adelante por Santos, que es impulsada por
convicción en lugar de obligación. En segundo lugar, observamos un cambio temático en la agenda
de la P.E: temas como seguridad, narcotráfico y terrorismo, pierden centralidad, mientras que
asuntos globales tales como cambio climático, derechos humanos y seguridad energética toman
mayor importancia.
A nivel regional, el enfoque de Bogotá se caracteriza por un mayor compromiso multilateral que
durante el gobierno anterior. La normalización de las relaciones con Venezuela y Ecuador, y la
primera visita extranjera oficial de Santos que fue hecha en Brasil, muestra la prioridad que se
otorga al compromiso en la región durante este gobierno. La desideologización de las relaciones
con Venezuela responde a las preferencias económicas domésticas, en particular del sector industrial
colombiano, ya que el país vecino es el destino natural de los productos manufacturados que se
exportan.
La relación bilateral de Colombia con Brasil tambien ganó una impronta bajo Santos, cuando ambos
países firmaron ocho acuerdos de cooperación que abarcan áreas de desarrollo social y de
infraestructura en zonas limítrofes, la colaboración en ciencias y educación.
El empresariado colombiano apoya el giro político y comercial hacia Brasil, esperando alcanzar la
transferencia tecnológica en sectores estratégicos como el minero y el armamentístico, así como la
modernización de la infraestructura transnacional y las interconexiones de energía. Bogotá va en
camino de una asociación estratégica en materia de comercio y defensa con la potencia brasileña.
Por otra parte, se ha desarrollado la “opción pacífico” fortaleciendo los vínculos económicos con
los paises de Chile, perú y México. Esta si es una continuidad de Uribe a Santos.

De Uribe a Santos ¿continuidad o nueva orientación de la política exterior colombiana?


Pastrana

Ha sido inevitable realizar comparaciones superficiales o moderadamente sistemáticas con respecto


al deficitario balance internacional que le dejó a Colombia el ex presidente Álvaro Uribe después de
ocho años de alineamiento dependiente con respecto a la política exterior de los EEUU, también
conocida como pseudodoctrina porque es mas una explicación histórica que una explicación teórica
formal del respice polum.
Por un lado hay opiniones que advierten que los cambios son de forma, básicamente de un estilo
formal mas moderado y realista. Del otro lado, otros advierten que los cambios son de tipo
geopolíticos y temáticos gracias al rol internacional activo del presidente Santos.

El estilo gerencial de Santos y los grandes intereses de la política exterior colombiana.


Se puede identificar un estilo gerencial, propio de un estadista en la conducción de de Santos: una
alta capacidad de delegación de la función político diplomática en la Cancillería, así como de una
verticalidad moderada en la P.E. Es decir, la tendencia parece ser la orientación de la acción exterior
por coalición de actores (estatales y grupos de interés).
Desde la presidencia y la cancillería se intenta proyectar una administración burocrática
relativamente racional de los espacios de intercambio y compromiso que ha tenido el país en el
escenario internacional a lo largo del mandato de Santos, incluso hasta de búsqueda de prestigio. Se
intenta proyectar una imagen internacional de actor confiable, que estuvo deteriorada por las
actuaciones aislacionistas o unilaterales. Es posible observar un interés consciente de materializar el
“liderazgo internacional” de Colombia, sin afectar negativamente otros intereses clave como la
cooperación militar con EEUU e Israel y la diversificación comercial y política. Es innegable la
persecución de un cierto equilibrio en medio de conflictos de intereses, si bien es innegable que hay
intereses gubernamentales heredados de las administraciones anteriores como la
internacionalización económica, la diversificación de las exportaciones y de la IED, así como la
estabilidad en la política de seguridad.
Se presencia una fuerte continuidad en la concepción de la estrategia policivo-militar de seguridad
con respecto de la era Uribe. No obstante se acentúan algunos complementos políticos relativos a la
recuperación de la legitimidad, económicos que se materializan en subsidios al sector agrícola;
aumento del salario mínimo frente a los años anteriores, fomento del empleo, mejorar la
distribución nacional de las regalías,; y sociales, que se expresan en la inversión pública en las
regiones, ampliación de la cobertura educativa y de salud.

El tono ideológico y la relación ejecutiva con actores múltiples.


Tienden a predominar ciertas actitudes presidenciales en la P.E que reflejan creencias que apuntan a
una ubicación ideológica del tipo centro-derecha en el espectro. Santos logró con éxito relativo
sortear dos entornos políticos desfavorables polarizados por la doctrina cerrada de Uribe. Uno era
doméstico: un desgaste del gobierno de 8 años por las coaliciones disidentes. El otro era exterior y
regional, marcado por un ambiente geopolítico de desaprobación colectiva moderada, exceptuando
el Perú de Alan García. En el terreo doméstico Santos se ha caracterizado por emprender políticas
como la distribución parcial de la renta y la restitución de tierras. Ello ha significado un
desplazamiento ideológico hacia el centro, tanto en lo político como en lo económico.

Funcionamiento y balance de los logros del Ministerio de Relaciones Exteriores


A lo largo de la administración Santos se han podido palpar cambios graduales en lo que tiene que
ver con la visión del sistema de política exterior. Se vio un proceso de fortalecimiento institucional
y la adquisición de mayor autonomía relativa con respecto al ejecutivo. Se profesionalizó el
personal diplomático y se le otorgó mayor autonomía económica al MRREE. (Ministerio de
Relaciones Exteriores). Entre los mayores logros del MRREE se encuentra la recuperación de las
relaciones diplomáticas con Venezuela y Ecuador, aunque no del comercio bilateral, la mediación
Colombia-Venezuela para el regreso a Honduras de Zelaya; el asiento no permanente en el Consejo
de Seguridad, la dirección político-técnica de la secretaria general de la Unasur, la presidencia
temporal de la comunidad andina de naciones.
Pese a todos estos hitos, el libre comercio (mediante los TLC) y las inversiones, parecen concentrar
el mayor caudal de intereses comunes y compromisos bilaterales. Los TLC con EEUU y la UE, el
fortalecimiento de la Alianza del Pacífico, además de la política combinada bilateral/multilateral de
inserción al mercado Asía Pacífico mirando hacia las plataformas como el APEC, ASEAN son los
principales temas de la agenda. Es decir, Colombia apunta a seguir el camino exitoso de inserción
flexible que están siguiendo México, Chile y Perú como países que focalizan la oferta de
commodities y la resregulación del control a los capitales externos. Colombia enfoca sus energías
en la búsqueda de respaldo por parte de quienes son miembros en regla para levantar la moratoria a
la adhesión de más participantes en APEC, acentuando el bilateralismo multitemático y la firma de
TLC con ellos. La apuesta es aún mayor si se considera la vieja aspiración de Colombia de estar en
el centro de un gran mercado libre hemisférico en el ALCA. Frustada esa opción en el 2005, hoy le
apunta al APEC como medio para estar en un posible mercado ampliado, una mega zona de libre
comercio impulsada por EEUU y dirigida a los miembros del APEC. Para el año en el cual este
autor escribe, Colombia cuenta con 8 acuerdos vigentes (Mercosur, CAN, Caricom, México, Chile;
NAFTA, Honduras, Guatemala, el Salvador y Canadá). Dos recientemente suscritos (EEUU y
Canadá), tres en negociación (Corea del Sur, Panamá y Turquía) y seis que buscarán futuro.

Conclusiones
Colombia no es una potencia emergente aún ni tiene política exterior acorde con esa envergadura.
Tiene muchos indicadores macroeconómicos a su favor, mayor visibilidad exterior y mayor
autonomía en el sistema internacional pero presenta debilidades estructurales persistentes en el
diseño y funcionamiento de sus sistemas diplomático y de servicio exterior. Hay una apuesta de
transformación institucional de política exterior que no se puede desconocer, de índola vertial
(ejecutivo hacia cancilleria y demás ministerios). La política de seguridad es aún un interés
doméstico clave, con elementos exteriores.

De Uribe a Santos: la política exterior, la seguridad y los militares. Ruiz Vázquez.


Durante los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010) la política exterior fue dictada por los
imperativos de la Política de Seguridad Democrática y por la influencia significativa del estamentos
militar y los informes de inteligencia. Nunca antes los militares habían tenido tanta influencia en la
política exterior; la captura del denominado “canciller de las FARC” y el bombardeo al
campamento de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano significó un quiebre en la tradición
diplomática colombiana históricamente regida por el respeto al derecho internacional.
La influencia de los militares en el gobierno de Santos no ha cesado pero se ha dado de manera
diferente. Colombia es criticado por organismos internacionales por la impunidad en la violación a
los DDHH y crímenes de lesa humanidad que no fueron juzgados. Nuevamente los intereses
militares ponen en juego el rol de Colombia como país que se rige por el respeto del derecho
internacional.
Señala la influencia preponderante de los temas militares en la agenda y de los militares en el
proceso de toma de decisiones frente al Ministerio de RREE que pierde protagonismo.

¿Quién ha determinado históricamente la política exterior colombiana?


Durante el siglo XX Colombia no fue considerado un país expansionista o proclive a los conflictos
bélicos internacionales como otros de sus vecinos (Chile o Perú). Todos los conflictos que tuvo
Colombia durante el siglo XX (con Perú, Cuba por apoyar guerrilleros, Venezuela por disputa
territorial) se resolvieron por vías diplomáticas.
Los imperativos de la política exterior históricamente no han sido dictados por la protección o
proyección de los mercados o productos. Los gremios, muy poderosos a nivel interno, no tuvieron
grandes influencias en la política exterior oficial sino más bien cuando lo necesitaron desarrollaron
una diplomacia paralela, como la Federación Nacional de Cafeteros que hasta 1980 se podría decir
que hasta casi tuvo una cancillería paralela en la OIC para tratar sus asuntos corporativos.
Fueron claves los aportes ideológicos y doctrinarios de cancilleres y académicos como Aguirre y
Drekonja, sobre todo en el cambio del respice polum al respice similia.

El rol de los militares en la política exterior Colombiana.


Durante mucho tiempo los militares quisieron influenciar en la formulación de la política exterior.
Primero lo hicieron mediante la elaboración de documentos de análisis “aconsejando” al gobierno.
Pero estos documentos tenían poca relevancia.
Con el gobierno de Uribe los aspectos militares primaron sobre otras consideraciones como
económicas o comerciales. Las relaciones con Ecuador y Venezuela fueron dirigidos por
imperativos de inteligencia militar, lo cual es claramente peligroso por el carácter secreto y
conspirativo de la inteligencia (ejemplo cuando se usó la computadora de Raúl Reyes ex
comandante de las FARC asesinado para denunciar supuestas vinculaciones del grupo guerrillero
con los gobiernos ecuatorianos y venezolanos). En el Ministerio de Defensa se manejaba seriamente
la hipótesis de guerra con Venezuela. En las escuelas militares colombianas se enseñaba sobre la
guerra preventiva de Bush; es una clara tendencia desde la SGM que las FFAA colombianas copien
el accionar de EEUU, también es notable la influencia de los militares norteamericanos en los
colombianos.
Los militares estaban convencidos de las relaciones entre los gobiernos de Venezuela y Ecuador con
las FARC por lo que se preparaban para la guerra con estos países.
Con el gobierno de Uribe la inteligencia se profesionalizó y se centralizó lo que la fortaleció
permitiéndole tener un rol más protagónico en el proceso de toma de decisiones de la política
exterior. Pero en un momento los militares quisieron encargarse más de la cuenta de la política
exterior, sin darse cuenta que esto los enfrentaría con Uribe por su personalismo.
Santos enfrentó al presidente Uribe para hacerse al favor de los militares afirmando que
el bombardeo a Ecuador era justificable.
En definitiva, las relaciones del país con sus vecinos o los Estados Unidos fueron punteadas por los
temas de defensa.
La influencia de la fuerza pública, la inteligencia y los asuntos militares no cedieron durante el
gobierno de Santos pero su impacto en la política exterior es diferente. En efecto, al interior del
estamento militar se discutió a lo largo de la última década la existencia de una guerra jurídica y
sicológica que buscaría desprestigiar a las Fuerzas Militares colombianas. En los cuarteles, la alta
oficialidad ha creído que los grupos guerrilleros han logrado infiltrar niveles diferentes del aparato
de justicia con el fin de montar casos ficticios por violación de derechos humanos y así desprestigiar
la estrategia militar en contra de grupos subversivos. Existe el convencimiento de que la guerrilla y
el Partido Clandestino Comunista Colombiano (PC3) han orquestado una campaña de desprestigio
con la condena injusta de soldados.
La entrada en pleno de la Corte Penal Internacional (CPI) tras la salvaguardia de siete años firmada
por Colombia, hace pensar que todos aquellos militares no claramente absueltos podrán llegar a ser
juzgados por la CPI.
La debilidad de la cancillería y la diplomacia colombiana.
La Cancillería tuvo un papel secundario en el que el titular de la cartera, Jaime Bermúdez, tuvo
enormes dificultades para desarrollar su trabajo en momentos cuando el Presidente Uribe tomó la
vocería principal de la política exterior con un lenguaje por momentos flamígero y pugnaz,
especialmente al final de su segundo periodo cuando acusó a Venezuela ante la ONU de albergar a
jefes guerrilleros. La diplomacia pasó a un segundo plano, dejando su lugar a posiciones combativas
en las que se acusaba a los países vecinos de auxiliar a la guerrilla colombiana.
Las gestiones de Bermúdez por normalizar las relaciones con Ecuador, Venezuela y Nicaragua, tras
el rompimiento que suscitó el bombardeo al campamento guerrillero en Angostura, fueron poco
efectivas. Por el estilo personalista del Presidente Uribe, la diplomacia se llevó a cabo directamente
en reuniones hemisféricas donde intentó saldar las disputas al calor de los debates. El Presidente
Uribe no pareció efectivo con su diplomacia visceral que privilegiaba el cara a cara durante las
cumbres presidenciales. El restablecimiento pleno de relaciones con Ecuador y Venezuela nunca se
dio durante la administración Uribe Vélez. El Presidente Uribe llevó al cuerpo diplomático a su
peor crisis, lo que le impidió contar con un instrumento profesional de representación de los
intereses colombianos en el exterior. Primero, con el argumento de reducir una cuarta parte de los
costos exorbitantes de la Cancillería, suprimió catorce embajadas y diez consulados. Por último,
varios de sus embajadores fueron vinculados a grupos paramilitares o involucrados en asuntos
judiciales con detención y posterior condena.
Esto no cambió radicalmente con el Presidente Santos. A pesar de los intentos de la Canciller María
Ángela Holguín por revitalizar la carrera diplomática, la debilidad del cuerpo diplomático persiste y
lo hace poco dúctil para adelantar una labor internacional profesional.
Santos ha logrado un mejor desempeño en política exterior con el restablecimiento pleno de
relaciones con Venezuela y Ecuador. Logró que el Congreso de los Estados Unidos finalmente
aprobara el Tratado de Libre Comercio. Luego de ser un miembro disonante de Unasur, hizo que
una colombiana, María Emma Mejía, se convirtiera en su Secretaria General. Igualmente obtuvo un
lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU y ha tratado de ampliar la agenda internacional más
allá de los temas de narcotráfico y la inveterada relación con los Estados Unidos. La Canciller
Holguín, quien hizo sus estudios de pregrado de ciencia política leyendo los textos tradicionales de
relaciones internacionales de Drekonja sobre el planteamiento de una política exterior colombiana
independiente y autónoma sin desafiar la hegemonía regional de los Estados Unidos o del
internacionalista Tokatlián sobre la desnarcotización de la agenda internacional de Colombia, ha
retomado dichos textos como inspiración para apartarse de la política de Uribe que estuvo casi
exclusivamente centrada sobre la lucha antisubversiva y su alianza con los Estados Unidos.
Aunque Santos intenta caminar los pasos perdidos de las épocas de Virgilio Barco explorando
nuevos horizontes diplomáticos como Asia y trata de apartarse de la política antinarcóticos de los
Estados Unidos proponiendo un debate sobre la legalización de las drogas, en otros frentes sigue
alinderado con la potencia mundial como en su posición cercana a Israel frente a las pretensiones
palestinas de lograr el reconocimiento de la ONU como un Estado.
Unidad 5. Cuba.

Aproximación metodológica al estudio de los conceptos, teorías y paradigmas de política


exterior en América Latina. Suárez Salazar y Bernal-Meza

Para analizar la política exterior de un Estado en un momento histórico particular debemos


comprender, en primer lugar, la configuración del orden mundial en ese momento dado: cuáles son
las distintas fuerzas sociales y políticas que intervienen y cómo se configuran las relaciones de
fuerza en ese momento particular. Señala Bernal-Meza (2009: 131) que “no hay construcción de la
política exterior sin comprender la particular configuración del orden mundial y las fuerzas que
operan en él”. Las políticas exteriores de los Estados están fuertemente determinadas por el
momento histórico y la coyuntura política a nivel internacional, así como por las posiciones que
ocupan los Estados en el sistema internacional y sus relaciones con las potencias centrales o
hegemónicas.
Asimismo para hacer un correcto análisis de situación, debemos primero partir por las relaciones de
fuerzas internacionales, para luego avanzar al estudio de las relaciones económicas y sociales
fundamentales, que a su vez influyen en las relaciones de fuerzas políticas internas de los Estados.
También es necesario notar que todo cambio en las relaciones económicas y sociales tiene un
impacto y modifica las relaciones en el campo político internacional (Gramsci, 2010: 409-410).
Comprender esto es fundamental puesto que el período que vamos a analizar está marcado por
fuertes cambios en los campos político y económico producto de la caída del campo socialista con
el comienzo de la última década del siglo XX y las consecuencias inmediatas que esto trajo: en
primer lugar, el avance que significó en el desarrollo de las fuerzas productivas mundiales en el
marco del establecimiento de un capitalismo a nivel global, y en segundo lugar y de la mano de lo
señalado anteriormente, la configuración de un mundo unipolar bajo la hegemonía norteamericana.
Una visión coherente de estas relaciones de fuerza constituye una visión del mundo. Podemos decir
que en términos de Bernal-Meza (2009), los paradigmas de política exterior se construyen con las
visiones del mundo de las clases dirigentes y cómo estas clases aspiran a proyectarse en él. Una
política exterior es una política pública que tiene como objetivo llevar adelante un determinado
modelo de inserción internacional, de acuerdo a objetivos generales y específicos determinados por
los creadores de dichas políticas públicas que se corresponden con las ideas sobre el rol que debe
tener ese Estado y sus clases dirigentes en el sistema internacional.
Las características del mundo en el que un determinado Estado y su clase dirigente desean
insertarse y la distribución relativa del poder del sistema internacional tienen una importancia
fundamental en la elaboración de las políticas exteriores de los Estados, puesto que estas políticas
son el medio a través del cual se logrará la inserción. La efectividad en la elaboración de estas
políticas determinará a su vez la efectividad de la inserción internacional de ese Estado. Sin
embargo, también influyen en la elaboración de esta política exterior las relaciones de fuerza
sociales y económicas internas de los Estados, que serán determinantes en su inserción económica
internacional. No se puede comprender la inserción de un Estado en la economía mundial sin tener
en cuenta las características de las formaciones económicas y sociales y el desarrollo de sus fuerzas
productivas internas, o en otros términos, si no se tiene en cuenta el modelo productivo interno de
un determinado Estado. También se deben tener en cuenta como se expresan las relaciones de
fuerzas políticas internas de los Estados y cómo esto afecta a la construcción de los paradigmas de
política exterior y al modelo de inserción internacional. Si hay cambios en la alianza de clase o de
fracciones de clase que ocupa el rol dirigente de la sociedad, pueden haber cambios también en los
paradigmas de política exterior de los Estados, puesto que pueden cambiar también las visiones del
mundo dominantes. Como afirma Bernal-Meza (2009: 133-134), cualquier política exterior está
íntimamente relacionada a un tipo particular de Estado, basado en un modelo de desarrollo
económico y de inserción internacional.
En síntesis, podemos afirmar que para identificar conceptos y teorías que aporten a la construcción
de paradigmas de política exterior, debemos tener en cuenta, en primer lugar, el contexto político
internacional y sus cambios, y cómo esto influye en la elaboración de la política exterior de un
Estado. Asimismo, debemos tener presente que todo paradigma de política exterior está basado en la
visión del mundo de los grupos dirigentes y cómo estas clases aspiran a proyectarse en él, que
puede representarse bajo el concepto de modelo de inserción internacional. Además, debemos
estudiar si existe o no relación entre los cambios internos en los regímenes políticos y la
formulación de las políticas exteriores de los Estados, teniendo en cuenta como determinan los
modelos de Estado la construcción de la política exterior.

La inserción de Cuba en el sistema internacional bajo la unipolaridad


La llegada de la década de 1990 trajo consigo importantes cambios a escala global. La caída del
campo socialista en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991 significó la expansión a nivel
mundial del modo de producción capitalista en su fase más salvaje: la globalización neoliberal. Esta
expansión a escala global del capitalismo se dio en consonancia con la configuración de una
unipolaridad capitalista bajo la hegemonía norteamericana.
A escala global se aplicaron políticas neoliberales de recortes, disciplinamiento de la fuerza de
trabajo a través de leyes de flexibilización laboral, se promovió la liberalización del comercio y se
firmaron nuevos tratados de libre comercio, en muchos casos entre países desarrollados y países
subdesarrollados o en desarrollo. Por supuesto, este proceso de desregulación y liberalización
comercial trajo como consecuencia la profundización de la financiarización y del proceso de
concentración capitalista.
El fin de la guerra fría y el comienzo de la hegemonía norteamericana en el orden mundial unipolar,
trajo consigo promesas de tiempos de paz en el marco de un “nuevo siglo americano”. Como señala
Bernal-Meza (2005: 173):
“la globalización representaba un triunfo sobre las fuerzas y Estados contestatarios del capitalismo
mundial basado en tres factores: 1) una alianza ideológica en la esencia del capitalismo, entre el
orden doméstico (derechos individuales y políticos) y los principios económicos (economía de
mercado); 2) una alianza militar-estratégica, en la cual los Estados Unidos desempeñaban un papel
hegemónico respecto de sus socios (OTAN, Japón); y 3) la capacidad del capitalismo – como forma
de acumulación – para superar sus históricas crisis cíclicas. El neoliberalismo sería pues la
ideología de la globalización (...) y el capitalismo su orden.”
Durante el período conocido como de posguerra fría y con las ideas de la erosión de la soberanía de
los Estados nacionales se fueron configurando nuevos procesos de integración regional,
especialmente en el continente americano, conocido como paradigma del “regionalismo abierto”,
reactivándose los procesos de integración caribeño, andino y centroamericano junto con el
lanzamiento del MERCOSUR, imitando el modelo europeo de integración por etapas (acuerdos
preferenciales, zona de libre comercio, mercado común, etc.) y la teoría ortodoxa-liberal de la
integración regional (Sanahuja: 2008).
En el contexto histórico-político mencionado previamente, la República de Cuba, la mayor de las
antillas se encontraba en una situación de crisis sin precedentes: el sostén económico y filosófico de
la Revolución Cubana cayó de manera estrepitosa. La URSS y el campo socialista eran
fundamentales para la economía cubana, al punto tal de que ésta era profundamente dependiente de
sus vínculos comerciales con los países de Europa del Este y Asia que se encontraban bajo la órbita
de la URSS. El 63% del azúcar cubano, el 95% de los cítricos, el 73% del níquel, el 80% de las
bebidas producidas en el país, y el 100% de los componentes y piezas electrónicas de origen
nacional se exportaban hacia los países socialistas, mientras que el 98% de los combustibles, el 86%
de las maquinarias, el 86% de las materias primas, el 70% de las manufacturas, el 63% de los
alimentos y el 50% de los productos químicos se importaba de los países que eran parte del CAME
(Gott: 2004). La caída de la URSS y el fin de las relaciones estratégicas entre Cuba y el campo
socialista significó la pérdida de un amplio mercado complementario para el comercio exterior
cubano, el deterioro de los términos de intercambio recíproco con la consiguiente caída de la
capacidad importadora cubana, así como una fuerte disminución de los ingresos por conceptos de
exportaciones, una reducción abrupta de las importaciones, desaparición de la capacidad de obtener
créditos en condiciones ventajosas, déficit presupuestario y un exceso de liquidez monetaria,
proceso que trajo como consecuencia un crónico déficit en la balanza de pagos (Suárez Salazar:
1994).
Por otra parte, la política exterior norteamericana en la década del 90 estaba orientada por lo que se
conoce como el consenso de Washington; un programa político y económico destinado a impulsar
el crecimiento de los países latinoamericanos. El listado de medidas político-económicas, apuntaban
a la modificación presupuestaria, eliminación del gasto público, liberalización financiera, un tipo de
cambio fuerte, privatización de empresas públicas, desregularización de mercados, entre otras (John
Williamson: 1989).
En éste periodo, se produce en simultáneo, un recrudecimiento de la presión del gobierno
norteamericano sobre Cuba. La administración de George Bush va a aumentar la presión ejercida
por el bloqueo económico y político aplicado al gobierno de la Revolución Cubana. Una muestra de
esto fue la aprobación presidencial en 1992 de la Enmienda Torricelli; una medida ilustrativa por la
que el gobierno norteamericano a través de sus influencias, preveía sanciones a las filiales de
empresas norteamericanas radicadas en terceros países que comerciaran con Cuba, principalmente
productos deficitarios en el mercado cubano. Por otro lado las amenazas se explayan contra los
gobiernos que se relacionen con Cuba. Un antecedente a la sanción de ésta ley es la displicencia de
Estados Unidos frente a la planificación de ataques terroristas por grupos contrarrevolucionarios
cubanos (Suárez Salazar: 1994, 311).
El gobierno de Bush hacia 1992 iba a continuar con las presiones hacia el gobierno cubano a
través de distintas medidas; financiamiento a grupos subversivos al gobierno de Castro, presiones
contra Cuba en la Comisión por los Derechos Humanos de la ONU e incluso amenazas militares en
el Mar Caribe y en la Base Militar de Guantánamo. Con la llegada de Bill Clinton a la presidencia
de los Estados Unidos, no se modifica la política de presión de éste país sobre Cuba. Si bien hubo
un intento para desestimular el terrorismo, se establecieron acuerdos de diálogo para el desarrollo
de la ciencia, la medicina y las comunicaciones; ésta administración no modificó sustancialmente
los marcos jurídico-político establecidos por el gobierno de Bush (Suárez Salazar: 1994, 312).
La amenaza de Estados Unidos ha hecho que la seguridad sea un tema central en la agenda de
política exterior cubana. Por eso se puede decir que la seguridad nacional Cubana se define como
una política defensiva, con el objeto de preservar su independencia y balancear su posición
asimétrica frente a Estados Unidos. El gobierno de George Bush reiteradas veces confirmó sus
intenciones de cambiar el régimen político en Cuba; en conclusión la política norteamericana hacia
Cuba ha respondido más al imperativo geopolítico que al cambio de administración en el gobierno
(Rafael Hernández: s/r).
La política exterior cubana en la posguerra fría: Período especial en tiempos de paz
"¿Qué significa período especial en tiempo de paz? Que los problemas fueran tan serios en el
orden económico por las relaciones con los países de Europa Oriental o pudieran por
determinados factores o procesos en la Unión Soviética, ser tan graves, que nuestro país tuviera
que enfrentar una situación de abastecimiento sumamente difícil. Téngase en cuenta que todo el
combustible llega de la URSS, o y lo que podría ser, por ejemplo que se redujera en una tercera
parte o que se redujera a la mitad por dificultades en la URSS, o incluso se redujera a cero, lo cual
sería equivalente a una situación como la que llamamos el período especial en tiempo de guerra
(...) No sería desde luego sumamente grave en época de paz porque habría determinadas
posibilidades de exportaciones e importaciones en esa variante". Fidel Castro, enero de 1990.

Los cambios ocurridos en las placas tectónicas del sistema internacional, la desaparición de la
URSS y la caída del campo socialista, el nuevo mundo unipolar bajo hegemonía norteamericana y
el recrudecimiento del bloqueo económico y las presiones políticas de la administración de
Washington frente a la resistencia del pueblo y del gobierno cubano en su intento por sostener la
Revolución y el gobierno encabezado por Fidel Castro, plantearon al gobierno de la mayor de las
antillas la necesidad de repensar su política exterior y su estrategia de inserción internacional. En un
mundo unipolar, habiendo finalizado la guerra fría, con un contexto internacional distinto debía
cambiar también la estrategia. Como lo demuestra el discurso de Fidel Castro, esta necesidad surge
como una urgencia, para evitar el colapso del proyecto político que comenzó en 1959 y que
continúa hasta los días que corren tras el desmoronamiento del principal sostén material de la isla.
La excepcionalidad del momento histórico planteó la necesidad de una reformulación estructural de
la política exterior cubana, basada en una nueva visión de cómo debía insertarse Cuba en el sistema
internacional con sus particulares características y cuál debía ser el rol que juegue la mayor de las
antillas en dicho sistema. Era claro, en primer lugar, que la restauración conservadora que significó
la caída de la URSS y la instauración del capitalismo en las ex repúblicas socialistas alteraba
profundamente la visión del mundo de los dirigentes cubanos, partidarios de continuar con la
revolución socialista cubana pese a las complejidades. Asimismo, la compleja situación económica
interna establecía claros límites al despliegue que podía tener la formulación de la nueva política
exterior. El ejército cubano debió volver a la isla tras las experiencias internacionalistas en África
que tanto orgullo significaron para la dirigencia revolucionaria, que se adjudicaba una heroica
victoria en Angola y haber derrotado al apartheid sudafricano. A la vez que las tropas cubanas
retornaban a la isla, las misiones de ayuda médica y las brigadas educativas se redujeron también.
Este nuevo paradigma debía adoptar una flexibilidad ideológica y un pragmatismo suficiente como
para poder permitir sobrevivir a Cuba en el nuevo contexto (Bernal-Meza: 2009, 141) frente a la
profundización del bloqueo económico y el aumento de las presiones políticas por parte de los
Estados Unidos.
La necesidad del pragmatismo se evidencia en el planteo de Luis Suárez Salazar (1994, 316) cuando
afirma que en el contexto:
“También (se) identifican la agudización de las contradicciones que siempre han existido entre los
objetivos estratégicos de la proyección exterior cubana y el limitado poder material de la nación
para garantizar por sí sola el cumplimiento de los mismos. Mucho más en las condiciones del
período especial crítico en tiempos de paz a que hemos hecho referencia”.
Aquí podemos observar uno de los principales conceptos utilizados en la elaboración de la nueva
política exterior de Cuba: la contradicción existente entre los objetivos estratégicos de la proyección
exterior cubana y el limitado poder material de la nación para garantizar por sí sola el cumplimiento
de estos objetivos implica una imposibilidad de la realización, en la práctica, de los principios que
sostienen la política exterior de Cuba. Es necesario esta flexibilidad ideológica y el pragmatismo en
las condiciones críticas del período especial.
El apartado sobre política exterior del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba de 1991,
permite comprender la nueva visión del mundo de la dirigencia cubana, que dará lugar al nuevo
paradigma de política exterior denominado “Período especial en tiempos de paz”. Por un lado, el
desastre que significa la caída de la URSS con una fuerte crítica a los errores internos de la
dirigencia soviética. Por otra parte, la profundización de la concentración y extranjerización del
capitalismo a nivel mundial bajo la hegemonía norteamericana, que de ninguna manera sería una
hegemonía pacífica, sino por el contrario, una hegemonía conseguida y sostenida a punta de pistola,
como señala el documento del IV Congreso del PCC:
“A la consolidación de esta unipolaridad militar y política contribuyó decisivamente la Guerra del
Golfo, a la que sirvió de pretexto el grave error político cometido por Irak al lanzar sus ejércitos en
una inaceptable invasión, ocupación y anexión de Kuwait. Este hecho facilitó la aspiración
norteamericana de instalar sus fuerzas en la región. ”
De acuerdo a la cosmovisión de los dirigentes cubanos, la nueva etapa histórica del capitalismo
mundial profundizaría las asimetrías entre países desarrollados y subdesarrollados; además, se
profundiza la explotación y el saqueo sobre las naciones del Tercer Mundo, poniendo especial
énfasis en América Latina. Frente a la caída del campo socialista, de acuerdo a la visión de los
dirigentes cubanos, Cuba debería acercarse más que nunca a los países del tercer mundo luchando
por la unidad de los mismos. El Movimiento de Países No Alineados será un eje estratégico, así
como el acercamiento a los países latinoamericanos y caribeños a través de la participación de Cuba
en foros y bloques regionales, como la Asociación de Estados del Caribe y la Comisión Mixta
CUBA/CARICOM (Martínez-Gómpez López, 2001).
La nueva política exterior cubana debería fomentar no sólo las relaciones con las naciones
socialistas existentes después de la caída del campo socialista (Vietnam, China y Corea del Norte),
sino que también debe estar abierta a las relaciones comerciales con los países capitalistas
industrializados, planteando en consecuencia, la necesidad de ampliar las relaciones con la
Comunidad Económica Europea, Canadá y Japón.
Es Luis Suárez Salazar (1995) quien establece con claridad sintética objetivos generales de la
política exterior cubana que se encuentran en clara sintonía con los necesarios cambios internos del
régimen político cubano que si bien plantearon un grado de apertura hacia el mercado internacional
a través de políticas de liberalización, no significaron un cambio en el modelo de Estado cubano:
“i) preservar (…) la seguridad y la autodeterminación de la isla; ii) tratar de garantizar la
redistribución socialmente equitativo de la crisis y del ajuste que se intenta; iii) elevar los niveles de
aseguramiento energético y alimentarios del país; iv) (…) crear nuevos ejes de acumulación interna
y de reinserción de la economía cubana en el mercado capitalista mundial (...)”
En otro apartado, el mismo autor enuncia objetivos específicos de la política exterior cubana
denominada período especial en tiempos de paz, que ayudan a comprender y ejemplificar las
características de la misma, además de las señaladas anteriormente por el IV congreso del PCC:
“1) El principal objetivo de su política exterior ha pasado a ser (…) la defensa de su amenazada
soberanía nacional y la búsqueda por todos los medios y vías posibles para preservar las principales
conquistas del socialismo que se construye en la isla (…); 2) en este contexto, la derrota o radical
modificación del bloqueo económico y político que fortalece Estados Unidos (…) ha pasado a ser
una de las principales prioridades de la política exterior cubana.”
Como observamos, las principales prioridades de la nueva política exterior cubana se basan en el
establecimiento de nuevos lazos y vínculos políticos estratégicos y comerciales que permitan una
reinserción de Cuba en el sistema internacional y la economía capitalista mundial para garantizar la
supervivencia de la isla y el proyecto político revolucionario, con un importante grado de
flexibilidad ideológica y de pragmatismo, pero manteniendo a su vez fuertes principios morales que
deben guiar su política exterior, así como la constante denuncia de las injusticias y de los agravios
que sufre la mayor de las antillas por parte de Estados Unidos.

RAUL CASTRO
Con Raúl castro se ha emprendido un esfuerzo por ampliar su abanico de socios. Mejoramiento de
sus relaciones con México, Brasil y Venezuela. En 2008 firma pactos de DDHH en la ONU. Busca
mejorar sus relaciones con EEUU en cooperación, con agencias meteorológicas, cooperación en
transporte aéreo. Cooperación en la lucha contra el narcotráfico. El problema para Raúl son las
criticas de Fidel. (Criticas a Obama, criticas a México).

A futuro no se espera una gran acción en P.E. Los recursos económicos son muy limitados, y tienen
objetivos muy modestos.
ENFOQUE CUBANO: resolver el problema de la anomalía cubana. Insistir en la centralidad
cubana. Entre 1975 y 1991 Cuba mantuvo desplazamiento de su población militar muy importante.
El triunfalismo soviético fue gracias a las victorias cubanas. Fidel pensaba que el cubano era mas
héroe que trabajador.
A través de acciones en Centroamérica, trataban de proyectar que cualquier acción en Cuba le daría
muchas bajas a EEUU.
3 TACTICAS:
- Utilidad de la guerra.
-Utilidad de las conversaciones
-Utilidad de diplomacia y negociación.
Fidel creía que la guerra era un instrumento útil en la P.E. El rasgo central fue la creencia en la
guerra y la diplomacia. Con Raúl castro se utilizó la institucionalidad pero en paralelo se le ha
dado marcha atrás en lo ideológico. Cuba se ha acercado cada vez mas a A.L con una P.E
exitosa.

Domínguez. Introducción.
Durante la Guerra Fría, especialmente los 70 y 80 Cuba tuvo la política exterior de un gran país, a
pesar de ser un país pequeño. Esto quedó demostrado en las intervenciones en Etiopía y Angola.
Hoy se puede afirmar que durante el medio siglo que duró la Guerra Fría, Cuba fue el único país
comunista que logró desplazar a través del océano cientos de miles de tropas para lograr tres veces
victorias militares que eludieron a Estados Unidos en Vietnam y a la Unión Soviética en Afganistán.
Tesis del libro:
- La política exterior de Cuba no es un proyecto filantrópico ni una filial de la Cruz
Roja. La política exterior de Cuba es la PE de un país que hace un uso normal de la misma,
promoviendo sus intereses internacionales y buscando ejercer un papel protagónico en el
ámbito mundial. También es cierto que hay elementos altruistas, como cuando gracias al
aporte venezolano los oftalmólogos cubanos curaron a campesinos bolivianos; o cuando
Cuba fue a combatir al régimen del Apartheid en Angola; combinación de realpolitik con
altruismo. Es cierto también que Cuba fue víctima de un comportamiento inmoral por parte
de EEUU bajo las presidencias de Kennedy y Johnson, cuando EEUU aplicó el terrorismo
de Estado. También es cierto que Cuba tuvo comportamientos inmorales en su PE cuando
por ejemplo apoyó narcotraficantes.
- Cuba desarrolló siempre una política exterior propia. Fue un error de EEUU pensar
que Cuba era un simple títere de la URSS. Aunque la URSS impuso limitantes importantes
en el manejo de la política exterior cubana entre 1970 y 1980 y Cuba aceptó algunos de
ellos. Fidel nunca se opuso a la URSS directamente, apoyó la invasión soviética a
Checoeslovaquia y Afganistán. Aunque Cuba, a diferencia de la URSS, apoyó movimientos
guerrilleros en América Latina y la intervención directa en África, que iba en contra de la
P.E. soviética.
- El gobierno cubano sostuvo claras prioridades en el manejo de su política exterior. El
objetivo principal siempre fue apuntalar el régimen cubano y defender su independencia de
EEUU. Siempre se le otorgó mayor prioridad a los asuntos políticos que económicos. Ese
orden de prioridades también llevó al gobierno cubano a abandonar después de 1990 los
aspectos más revoucionarios de su política exterior (apoyo a las insurgencias). Siguieron en
algunos casos aislados como el apoyo a la República Árabe Saharaui Democrática.
- La política exterior de Cuba fue siempre obra personal de Fidel Castro.

La política exterior de Cuba de 1990 a 2006.


La política exterior de Cuba ha sido siempre diseñada con una prioridad absoluta: el mantenimiento
de la revolución cubana. En la actualidad el gobierno de cuba logra romper el aislamiento de
principios de los 90 aunque no lleva al nivel de influencia que tuvo en los 70 y los 80. Cuba
repliega sus fuerzas armadas de tierras foráneas y paulatinamente cancela su apoyo a movimientos
revolucionarios. Abre parte de su economía a la inversión extranjera (pragmatismo económico en
términos de Bernal). Durante los 90 la participación de Cuba en reuniones con países
latinoamericanos estuvo condicionada por el apoyo de la Revolución a declaraciones emitidas por
esas reuniones donde se elogiaba a los sistemas democráticos de partidos políticos. No se
presentaban opciones para mejorar relaciones con otros gobiernos. Las relaciones con Clinton se
deterioraron mucho, especialmente cuando el gob. de EEUU envió dos avionetas al cielo cubano
que hacía propaganda anticastrista.
Las relaciones de Cuba y Canadá, cordiales y cooperativas durante los 90, se deterioraron en 1998
con el nuevo gobierno canadiense, que visitó Cuba en ese año y pidió mejoras en los temas de
derechos humanos. Sin embargo volvieron a mejorar, paulatinamente, a partir del año 2000. En
contramano, las relaciones con la UE que fueron positivas a fines de los 80 y durante parte de los
90, se deterioraron a principios de los 2000, sobre todo cuando en el 2003 Cuba apresa a 75
opositores por atentar contra la seguridad del Estado. La UE aplicó leves sanciones a Cuba. Esto
llevó a un congelamiento de las relaciones hasta el 2008, cuando la UE levantó las sanciones.
Un cambio rotundo fue para Cuba la elección de Chávez como presidente en 1998. Comienza a
desarrollarse una relación de cercanía, estable y duradera políticamente. Venezuela le garantiza el
suministro de petróleo a Cuba. A esto habría que sumarle todos los países progresistas de América
Latina que en buena medida cooperan con Cuba, incluyendo Brasil y Argentina (nota personal:
Brasil anunció hace uno o dos años la inversión más grande que tuvo Cuba en esta década, en
reformar el puerto de Mariel). A esto habría que sumarle, creo yo, la importancia del ALBA que no
sólo incluye a Venezuela Boliva y Ecuador sino también a Nicaragua y varios países caribeños
cercanos a Cuba, se fomenta la cooperación con estos países, planteando relaciones comerciales de
nuevo tipo dejando de lado el paradigma neoliberal. Usan el SUCRE para el comercio en vez de
usar el dólar, además de cooperación económica hay misiones sociales de médicos cubanos,
alfabetizadores. Las empresas estatales de los países cooperan. Se fomenta la soberanía alimentaria.
El segundo cambio útil para Cuba es su reacercamiento a China. Fidel visitó Cuba en 1995 y volvió
en el 2003. Luego de ese año se estrecharon mucho las relaciones. Se prometió promover la
inversión China en una mina de níquel en Cuba. China se convirtió en un nuevo sostén del
desarrollo económico cubano.

La política exterior de Cuba bajo Raúl Castro.


Raúl mantiene los lineamientos anteriores aunque con sutiles cambios. Si bien fuerza la relación
con Venezuela, se abre también a la cooperación con Brasil. Importancia comercial de relaciones
con Venezuela y China (son los principales exportadores e importadores de Cuba, junto con Países
Bajos y Canadá). En 2008 Cuba reestructura su deuda con México. También se da un importante
acercamiento con Rusia (importante). Cuba ingresa al Grupo de Río (también importante).
El gobierno de Raúl firma el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Comenzó a haber un acercamiento con Obama en el 2008, cuando se cooperó en la incautación de
drogas. Reanudación de relaciones diplomáticas en el 2015.

Señala la intromisión de Fidel que hace críticas que van en contra de algunos gestos de Raúl. Por
ejemplo cuando critica a Mauricio Funes presidente de El Salvador del FMLN; critica a la UE
cuando levanta las sanciones contra Cuba pese a que el gobierno de Raúl lo agradece.
Ley Torricelli y Ley Helms-Burton que refuerzan el bloqueo.
La Ley Helms-Burton es una ley de 1996 que refuerza el bloqueo a Cuba que se aprobó en el
gobierno de Clinton. La ley establece que cualquier compañía no norteamericana que tiene tratos
con Cuba puede ser sometida a represalias legales, y que los dirigentes de la compañía pueden ver
prohibida su entrada en Estados Unidos. Esto significaba que compañías internacionales debían
elegir entre comerciar con Cuba o comerciar con los Estados Unidos, que son un mercado
muchísimo mayor. También impide que un presidente estadounidense cambie las normas del
embargo o lo elimine por decreto, siendo facultad exclusiva del Congreso. La ley instruye al
presidente estadounidense a desarrollar un plan para asistir al pueblo cubano y a un gobierno
“elegido democráticamente” durante una transición a la democracia en la isla. Además, prohíbe a
terceros países la venta a Estados Unidos de productos con componentes cubanos, lo que afecta
sobre todo al níquel, principal producto de exportación de la isla; así como la venta a Cuba de
productos con componentes estadounidenses, lo que dificulta la actividad industrial y petrolera en
Cuba. También sanciones con 180 días de prohibición de ingreso a puertos estadounidenses, a
barcos de terceros países que hayan atracado en Cuba.

La ley Torricelli de 1992 tiene por objetivo el aislamiento político y económico de Cuba. Esta ley
justifica la política de bloqueo ya no con argumentos relacionados con la seguridad nacional de los
Estados Unidos: los nuevos pretextos para sustentar semejante andamiaje legislativo se vinculan
con la llamada “violación de los derechos humanos y la falta de democracia” en Cuba. Destaca
entre todo el cuerpo de leyes asociadas con el bloqueo por su carácter eminentemente
extraterritorial. Las disposiciones contenidas en esa legislación, de carácter profundamente
extraterritorial, constituyen una flagrante violación de las normas internacionales que rigen la
libertad de comercio y navegación y reflejan el desprecio e irrespeto hacia la soberanía de terceros
Estados. Fue promulgada por Bush padre bajo el nombre “Ley para la Democracia cubana”. En la
esfera comercial la Ley Torricelli estableció dos sanciones fundamentales:

- Prohibir el comercio de las subsidiarias de compañías de Estados Unidos


establecidas en terceros países con Cuba;
- Prohibir a los barcos que entren a puertos cubanos, con propósitos comerciales, tocar
puertos de Estados Unidos o en sus posesiones durante los 180 días siguientes a la fecha de
haber abandonado el puerto cubano.
Unidad 6. Chile.

Una tradición de pensamiento: Chile y el mundo. Bernal-Meza

Como principio sustentador, históricamente los gobernantes chilenos han hecho del “legalismo” una
tradición en la P.E. Más tarde la cooperación política, como instrumento de P.E se sumaría a la
tradición. Estos elementos dieron origen a una política exterior de “iniciativas”, es decir, a un
activismo y alto perfil.
La política exterior siguió exhibiendo una notable continuidad durante el siglo XX con una estricta
adhesión al derecho internacional y una conducta legalista en el manejo de la P.E.
El posterior alineamiento con EEUU coincidiría con la aceptación de la reproducción interna del
modelo centro-periferia. Aparecen dos modelos de influencia teórica que comienzan a acompañar al
tradicionalismo chileno: el realismo clásico, y el cepalismo-desarrollismo, a los que se agrega
posteriormente la corriente desarrollista. Empezaron a coexistir las tendencias juricidista y la
pragmática proveniente del realismo. Esta coexistencia de ambas corrientes en la política exterior
chilena sería característica hasta el presente, aunque la alteración de la tradición democrática iba a
cortarse en 1973.
Luego de la crisis del 30, la sociedad chilena, al igual que en Argentina y Brasil adoptaría el modelo
desarrollista. El sistema democrático se transforma en el sustento de la P.E.
Los gobiernos de la Concertación hicieron de la P.E chilena la política de un estado comercial, pero
no de alto perfil. La característica “extrovertida” de la economía chilena nace desde su condición
colonial y se proyecta durante todo su ciclo histórico como nación políticamente independiente.
Contemporáneamente, lo que mas se acercaría a la formulación de un paradigma de P.E. fue el
pluralismo ideológico (1970-1973), donde se era solidario con la causa socialista internacional y
con la suerte de Tercer Mundo en general. Esta suerte de paradigma también convivió con una dosis
de pragmatismo debido a las hostilidades provenientes de EEUU. Este principio de pluralismo
ideológico se opuso al concepto de “fronteras ideológicas” que le imponía en el cono sur la P.E
brasilera.
Con la llegada de Pinochet la P.E tradicionalista desaparece automáticamente, no solo se rompió el
vínculo entre la democracia y la P.E sino que también se rompió el principio de universalismo. Se
abandona la alta política y se vuelca directamente a la diplomacia comercial. Acá se encuentra el
origen del nuevo pragmatismo de la P.E chilena que tiene su fundamento en la teoría económica
neoliberal y supone oportunidades económicas indefinidas debido a las reformas estatales. Se dirige
así hacia la baja política.
Bajo este realismo pragmático, las características de los gobiernos de la Concertación (1990-2003
fecha de libro) están dadas por la combinación de cuatro factores. 1) los determinantes del modelo
económico heredado y que los gobiernos de la concertación aceptaron mantener. 2) el pragmatismo
político. 3) las condicionalidades de la transición democrática y la vigencia de la constitución
autoritaria. 4) los valores que han tratado de incorporar los partidos políticos que levantan la
bandera de la democracia. La respuesta de la concertación fue una diplomacia conservadora como
históricamente lo había sido, una P.E que avanza lenta, mesurada y reservadamente. Nuevamente
los valores que cimentaban la P.E iban a ser democráticos y apegados al legalismo y la juridicidad
nuevamente. Pero se continuó el modelo de inserción internacional de la etapa previa: la apertura
económica.
El espíritu comercialista que animó la P.E chilena desde la dictadura militar, se transformaría en un
modelo de política exterior para otros países.

La política exterior chilena y América del Sur. Flisfisch.


De todos los ámbitos en que ha tenido que desplegarse la P.E chilena, probablemente el
sudamericano es el que ha planteado mayores dificultades. Su emergencia como política fue un
fenómeno muy tardío, de las últimas 5 décadas. Más que la emergencia y desarrollo de una
política, puede decirse que lo que se ha presenciado es una sucesión de políticas.
El rasgo permanente de las agenda de Chile fue de acentos en las relaciones comerciales
internacionales y políticas hacia países y bloques fuera de la región sudamericana. La razón que
explica esto, para el autor radica en las características de la región sudamericana. Una región
donde hay una sola potencia intermedia (Brasil) y difícilmente pueda ser igualado por cualquiera
de los otros actores en términos individuales. Por esta misma razón, plantea que sería irracional
para cualquiera de los actores proponerse la meta de identificar e implementar autónomamente
una política cuyo referente u objeto es la región. Está mas que acentuado el desequilibrio
estructural del contexto geopolítico suramericano, unido a una P.E brasileña sistemáticamente
reticente a asumir un liderazgo regional, política vigente probablemente hasta el segundo mandato
de Cardoso.

Desequilibrio, desconfianza y predominio de comportamientos reactivo-defensivos. Búsqueda de


un equilibrio.
Hay que entender a la P.E chilena como profundamente reactiva, salvo en contextos de relaciones
bilaterales, subregionales muy circunscritas o relaciones vecinales. (es todo obvio lo que dice el
autor, Chile no puede ser líder regional porque existe Brasil, Chile solo tiene P.E proactiva en
relaciones bilaterales, subregionales y todo eso). Es evidente que ante el giro de Brasil hacia una
política sudamericana caracterizada por su aspiración a un liderazgo regional manifiesto, durante
una primera etapa, la política chilena hacia Sudamérica asumió una naturaleza fundamentalmente
reactivo-defensiva.

Las reglas básicas del juego.


En un contexto de múltiples contradicciones entre los países miembros de la UNASUR, Chile
planteó con fuerza tres principios que debían ser institucionalizados en la organización: 1)
preservación y respeto a la soberanía de cada Estado; 2) el segundo principio es el del consenso
para la toma de decisiones; 3) el tercero es que un país puede concurrir una medida adoptada por
consenso a fin de eximirse para aplicarla temporalmente o defitivamente.

Conclusión.
La gran estrategia de Chile sigue enfrentando la necesidad de otorgar una prioridad relevante a
una política regional sudamericana, que sin perjuicio de privilegiar en el caso de Brasil el
robustecimiento de la relación bilateral, y de focalizar un cierto interés en sub coaliciones dentro
de la región –por ejemplo, el así bautizado Arco del Pacífico–, tiene que seguir operando con
pocos grados de libertad importantes en el contexto de la UNASUR , practicando allí una política
que necesariamente lo es bastante más que una política de mera presencia.

La política exterior chilena en los años de la Concertación. Luis Maira.

La ineludible herencia del General Augusto Pinochet.


Pinochet no se dedicó a administrar Chile, sino que intentó reestructurar la sociedad chilena. Por
ello el número de cosas que cambiaron en su largo mandato es impresionante. Entre ellas, muchas
tienen que ver con la estrategia económica internacional del país y la P.E. Un buen ejemplo de esto
es la decisión de rebajar unilateralmente los aranceles y producir una apertura económica
internacional. Tal es así que varias de las decisiones en la estrategia internacional de los comienzos
de la concertación estuvieron determinadas por decisiones y lineamientos previos del gobierno
militar que el interés nacional aconsejaba no modificar. En términos generales el primer presidente
de la concertación (Aylwin) heredó una crítica situación internacional marcada por el aislamiento
que experimentó Chile en los principales organismos de la comunidad internacional. Durante 19
años 65 países condenaron a Chile en la Asamblea general de la ONU por la violación sistemática
de DDHH.
Pero si el régimen militar tuvo ámbitos de aislamiento, también tuvo respaldos. Este respaldo
provenía de Wall Street y de la comunidad financiera internacional.

La exitosa y fácil reinserción internacional de los Gobiernos de la Concertación.


El proceso de transición democrática tuvo una difícil agenda como toda transición. Entre los
objetivos de la misma se encontraba la búsqueda de la verdad y justicia a las violaciones de DDHH,
asegurar un cuadro dinámico de crecimiento económico, hacerse cargo de la deuda social,
modificar las normas dictadas por el gobierno autoritario y buscar la re inserción internacional del
país.
De todos esos objetivos, el único que resultó fácil fue la participación en la comunidad
internacional, Chile se repuso como un socio de la ONU con plenas facultades.
El nuevo estatus de Chile al interior de la ONU permitió impulsar iniciativas de alcance global que
favorecieron la consolidación de una “política internacional social” en la década de los 90.
Otro campo muy positivo fue el de la economía internacional. Allí el gobierno de la Concertación
optó por asumir una estrategia de “regionalismo abierto”, buscando sacar ventajas del nuevo
escenario internacional marcado por la globalización. Esto suponía afianzar relaciones con A.L pero
también con las tres macro-regiones económicas que competían en el mundo de la pos guerra Fría
(América del Norte, Comunidad Europea y Asia Pacífico). En estos ámbitos se intentó construir una
red de acuerdos económicos que favorecieron el libre comercio de los productos chilenos.
La mayoría de los acuerdos de libre comercio eran de última generación, que incluyen no solo el
libre comercio de bienes sino de servicios, además de normas para las compras del gobierno. La
lista de TLC se inició con Canadá y luego se extendió a: México, EEUU, UE, Corea del Sur, China
y Japón. Al finalizar este proceso Chile se transformó en el país con mas TLC del mundo, sus
productos llegan exentos de aranceles a 54 países, con una población superior a los 3.000 millones
de personas. En su pluralidad de TLC se ha establecido un dinámico equilibrio que le permite a
Chile preservar la diversidad de sus mercados de exportación, y esto juega a favor del precario
mercado interno que tiene.

Una visión del mundo


Los gobiernos de la Concertación hicieron frente a un mundo nuevo que vivía una compleja
transición hacia un orden internacional que reemplazaba a la GF. C hile fue uno de los pocos que
percibió apropiadamente estas transformaciones y sacó algunas ventajas de las oportunidades que
ofrecían. Esto fue posible gracias a un cambio cultural que se produjo a raíz de la medida mas
drástica que adoptó la dictadura del General Pinochet. En el comienzo de esta mas de 120 mil
personas fueron exiliadas. Las facilidades que se ofrecieron a los exiliados dieron lugar a una
masiva formación de cuadros en el exterior que tuvieron acceso a programas de post grado en las
mas prestigiosas universidades de América del Norte; Europa y Sudamérica. Esto hizo que la
Concertación accediera a un gran número de expertos en RRII que pudieron seguir de cerca los
cambios y proponer nuevas estrategias de P.E.
Chile participó activamente en la Ronda de Uruguay de la OMC y colaboró en el sistema jurídico
internacional que defiende a los pequeños y medianos países, tal como la solución pacífica de
controversias. En 2003 Chile México se oponen a la intervención en Irak por parte de EEUU en el
marco del Consejo de Seguridad.

Un cambio en la percepción del país:


Hasta 1973 Chile era considerado un país pequeño y remoto. Posteriormente se iba a transformar en
un país mediano. Ser mediano no solo implica ventajas sino también deberes y obligaciones en
materia de cooperación internacional y co-administración regional. El salto hacia una mejor
condición ya está dado y ofrece grandes potencialidades a nuestro quehacer en los años que vienen.

Chile, un país del Pacífico Austral:


El Pacífico y su centralidad actual (debido al ascenso de los tigres asiáticos y China) constituyen un
elemento clave en la política exterior de Chile. Su integración en el APEC ha sido trascendental
para el desarrollo de relaciones comerciales multilaterales, ya que el mundo está mirando esta
región con mayor atención.

El reforzamiento de la diplomacia económica:


El ascenso de los países medianos mas dinámicos como Chile va a llevarlos a homologar el diseño
de política exteriores como el de naciones mas avanzadas. Esto es algo que ocurrirá gradualmente
pero que en países como Chile ya tiene su expresión en el ámbito económico. Desde 1990 se
intensificaron sus relaciones económicas con el mundo y esto generó capacidades administrativas y
mecanismos de coordinación con el sector privado cada vez mas eficaces. A partir de la capacidad
ampliada de PROCHILE y de la Fundación Chile en el ámbito de la promoción del comercio y de la
innovación tecnológica orientados a la exportación se pasó a disponer de una sólida Dirección
económica de la Cancillería (DIRECON) que reunió un cuerpo destacado de profesionales
(PROTO-ESTADO LOGÍSITCO).

Luis Maira. La política exterior de los gobiernos de la concertación. Contextos, raíces,


formulaciones, logros y restricciones.

La política internacional al final de la dictadura de Pinochet.


No es posible examinar el desarrollo de la política exterior de un país sin tener en consideración el
contexto político doméstico en que esta se realiza.
Las políticas exteriores aplicadas en los últimos gobiernos del período republicano anterior al Golpe
de Estado de 1973 asumían a Chile como un país pequeño, situado en el extremo de una región
marginal del mundo, alejado de toda oportunidad para ejercer una gran influencia en los asuntos
reservados para las grandes potencias.
El eje central de esta política eran las relaciones con América Latina y los vínculos con Estados
Unidos. Con la llegada al gobierno de Salvador Allende, su gestión gozó de buena imagen
internacional, contrastando con los agudos problemas internas que sufrió su gestión.
Una falla de percepción sobre el clima internacional que había logrado el proyecto socialista limitó
la acción de los funcionarios del nuevo gobierno militar que se desconectaron ante la magnitud del
rechazo que recibieron las primeras acciones de la Junta Militar. El rechazo internacional a la
dictadura originó el período de mayor aislamiento internacional de Chile, que duró los dieciséis
años y medio que Pinochet estuvo a cargo del país.
Los miembros de la Junta Militar consideraron que el personal de Cancillería debían desplegar una
acción eficaz para poner término a las denuncias y campañas que se multiplicaban en todas partes.
Por supuesto, ninguna cancillería estaba en condiciones de contrarrestar percepciones de esta
envergadura, pero esto fue interpretado por Pinochet como prueba de incompetencia y falta de
capacidad de los diplomáticos profesionales.
Los atentados en el extranjero realizados por el gobierno de Pinochet, como el que realizaron en
Washington para asesinar a Letelier, hizo que la opinión pública norteamericana limitara cualquier
convivencia con el régimen chileno.
El manejo de las RRII a lo largo del régimen militar tuvo el sello del constante fracaso y estuvo
dominado por las malas relaciones entre el equipo político del gobierno y los diplomáticos
profesionales que se veían impotentes en sus intentos por revertir la mala situación.

Los dilemas internacionales en los inicios de la transición.


En 1989 fue elegido Patricio Aylwin, primer presidente de la Concertación, coalición que gobernó
durante 20 años con un fuerte respaldo internacional. Esto permitió una rápida normalización de las
relaciones que se encontraban congeladas por diversos gobiernos, como con México, Italia, Suecia,
Holanda o Francia. Chile se reintegró con prontitud a los diversos organismos internacionales. Muy
pronto Chile volvió a ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Chile inició un proceso de transición a la democracia particularmente difícil y prolongado donde
debió remover los cimientos de una dictadura especialmente sistemática y estructurada. Fue un
ṕroceso de transición cuya pieza clave fue la reincorporación a los organismos del sistema
internacional; el régimen de Pinochet recibió condenas sistemáticas por la Asamblea General de
Naciones Unidas durante 15 años seguidos.
La nueva formulación de la política exterior.
El Ministerio de Relaciones Exteriores fue de todos los organismos del gobierno el que experimentó
menores cambios, manteniendo su estructura prácticamente intacta en las dos décadas del gobierno
de la concertación.
Durante los gobiernos de la Concertación para abordar la formulación y ejecución de la política
exterior se puso estas tareas en manos de una pequeña cúpula directiva formada por profesionales
con un alto grado de preparación en los temas internacionales que fueron incorporados a los niveles
superiores de Cancillería sin pertenecer propiamente a la carrera diplomática. La importante
estrategia internacional impulsada en los gobiernos de la Concertación a partir de 1990 se debió a
este equipo de expertos que desempeñaron las tareas directivas del Ministerio de Relaciones
Exteriores. La existencia de este doble comando - un núcleo dirigente que formulaba las políticas y
adoptaba las decisiones teniendo un origen político, dejando a la burocracia profesional de la
Cancillería las tareas de ejecución de dichas directivas - abrió rápidamente un debate público y
críticas.

El cambiante escenario internacional durante los gobiernos de la Concertación. Una


transición a la democracia de Chile en medio de una gran transición del sistema internacional.
Un punto que se debe tener en consideración para examinar la política internacional en las dos
décadas pasadas es que la transición chilena a la democracia coincidió con uno de los períodos de
mayores transformaciones registradas en el escenario internacional durante los últimos siglos. El
gobierno de Patricio Aylwin inició sus tareas en Marzo de 1990 apenas cuatro meses después de
producido el hecho que consolidó el desplome de la URSS y del antiguo campo socialista. Si ya era
difícil realizar en el ámbito interno una transición política de la dictadura a la democracia, debido a
la fuerza de los enclaves autoritarios establecidos en la Constitución de 1980 que fueron afianzados
en el enjambre de leyes y normas sancionados en el último año del régimen militar, el manejo de la
situación se hacía todavía más difícil si se le agregaban elementos de incertidumbre y cambio de las
reglas de juego en la esfera internacional.
Pero la aglomeración de transformaciones ocurridas en el SI después de 1989 tuvo también su
reflejo en el proceso mismo de definición y ejecución de las políticas exteriores. De una sola
política exterior conducida por las Cancillerías se pasó a una diversificación de las políticas
exteriores, al punto que hoy cada política pública al interior del Estado Nacional origina su propio
espacio en el mundo.

El gran debate de estas dos décadas: ¿insertarse en la globalización o fortalecer la integración


regional?
Algunos plantearon privilegiar al nuevo entorno económico creado por la globalización y
propusieron sacar ventajas como país gracias a acciones innovadoras y oportunas. Por otro lado,
estaban los que veían estos cambios como parte de una nueva época que ofrecía mejores
oportunidades a las grandes regiones económicas, lo que llevaba a optar por los esfuerzos y
programas de cooperación en el entorno latinoamericano. Hay que subrayar que una de las
complejidades que tuvo este debate es que no se trataba de dos opciones excluyentes. Eran dos
propuestas compatibles que había que potenciar en base a la prioridad que se adoptara respecto una
de ellas. Pronto se planteó la adhesión al regionalismo abierto formulado por la CEPAL. Se trataba
de una estrategia para obtener ventajas tempranas del nuevo impulso globalizador a partir de una
coordinación más eficaz de las políticas económicas y comerciales de los diversos gobiernos
latinoamericanos. A partir de la administración del Presidente Eduardo Frei este fue el eje ordenador
de la estrategia internacional de inserción. Se inició un activo trabajo para construir una extensa red
de TLCs que hizo de Chile el país que ha suscrito un mayor número de estos acuerdos del mundo.
Se advirtió que convertir a Chile en un líder regional en el nuevo proceso de globalización era un
curso de acción que no requería de coordinaciones ni acuerdos con otros países de nuestra región,
sino solo una voluntad y capacidad individual para buscar los interlocutores externos apropiados y
cerrar acuerdos mutuamente convenientes con ellos.
En general Chile no tuvo grandes impulsos por fomentar la integración sudamericana, excepto con
el gobierno de Bachelet.

Los avances internacionales de Chile en el período 1990-2010.


- Chile país mediano. Antes los chilenos veían que su país era un país pequeño y
distante. Hoy se plantea a Chile como un “país mediano”, y se refleja en varias situaciones,
como su PBI, territorio, la cantidad de habitantes y su amplia política comercial externa.
- Chile país del Pacífico. Con el desplazamiento del centro económico del mundo de
América del Norte al sur y este de Asia. Esto ha valorizado a los países del hemisferio con
litoral en el Océano pacífico. Chile fue uno de los primeros miembros del APEC, organismo
que agrupa a 22 influyentes economías colindantes con este océano. Ser una economía del
pacífico tiene una clara importancia regional y ofrece argumentos que ayudan a reforzar un
énfasis preferente en los esfuerzos de la integración sudamericana. Las grandes economías
del Atlántico - Brasil y Argentina - tienen un activo comercio con China donde envían la
soja de la que son grandes productores mundiales. Esto favorece las grandes obras viales de
infraestructura para mejorar la conexión a través de la Cordillera, lo que también representa
una formidable vía de acceso para enviar productos chilenos de exportación a nuevos
mercados en el ámbito sudamericano.
- Una mayor diversificación del comercio exterior. Un reforzamiento de la
diversificación del comercio exterior. A diferencia de México que afianzó un cordón
umbilical con un único socio, Chile se advierte un apropiado equilibrio en los volúmenes
exportados a las principales regiones del mundo. Los países de Asia han sido sus principales
socios.
- El impulso de tratados y acuerdos que redujeron el peligro de conflicto con las
naciones vecinas. La política exterior chilena tiene la particularidad de que las relaciones
más difíciles se concentran en el entorno vecinal. Con dos de sus tres vecinos tuvo guerras
en el siglo XIX y con Argentina estuvo cerca en el siglo XX. El despeje de todas las
dificultades fronterizas. Se puede sostener que los avances vecinales logrados en los últimos
veinte años han puesto fin en el campo de la geopolítica a la peor de las hipótesis que
manejaba el Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional: un enfrentamiento sumultáneo
con los tres países limítrofes (conocida como H3V). Actualmente este riesgo no existe.
- Un aumento del prestigio internacional de Chile. Existen dos clases de liderazgo
regionales: el de poderío y el de concepto, Chile es un ejemplo del segundo, que es más
subjetivo y tiene que ver con la imagen que proyecta una buena manera de resolver las
situaciones políticas internas.
- Una clara opción por el aumento del multilateralismo y la solución pacífica de los
conflictos en el SI. También expresó una clara posición en torno a la necesidad de establecer
nuevos lineamientos en el campo del Derecho Internacional Público para reforzar y
modernizar el funcionamiento de la comunidad internacional. Chile se inscribió con fuerza
en el grupo de países que favorecen una nueva estructura de poder de Naciones Unidas que
deje atrás la actual composición del Consejo de Seguridad y termine con el derecho de veto.
- Desarrollo de una importante política subnacional.

200 AÑOS DE POLÍTICA EXTERIOR DE CHILE: DE HOBBES A GROCIO


Legado histórico.
El legado incluye una historia de relaciones vecinales intensas y complejas, en que se fueron
alternando episodios de cooperación e incluso de solidaridad regional con episodios de competencia
y, en casos extremos, de conflicto diplomático y militar. Como la mayoría de las naciones
latinoamericanas de la época, Chile operó durante el siglo XIX dentro de un sistema de equilibrio
de poder regional que giró en torno a cuestiones territoriales, económicas, estratégicas y políticas.
Particularmente relevante fue la evolución de sus relaciones con Argentina, Bolivia y Perú, y la
interacción que se estableció entre ellas. El siglo XIX, en que se construyó el Estado, se forjó la
identidad nacional y se consolidó el territorio nacional, estuvo marcado por las reglas del sistema
internacional de la época. Se trató de un período que podría identificarse como hobbesiano, en que
los grupos gobernantes concebían la escena internacional como un espacio de competencia y de
lucha por la sobrevivencia. Chile fue, junto a Perú, Bolivia y en menor medida Ecuador, parte
directa del subsistema del Pacífico Sur latinoamericano y a su vez se relacionó activamente con
Argentina, que por otra parte participó en su propio subsistema con Brasil, Uruguay y Paraguay. Las
secuelas de la Guerra del Pacífico, ocurrida hace más de 130 años, siguen presentes en las
relaciones con Bolivia y Perú, representando una pesada carga para la política exterior de Chile.
Hay una constante en las definiciones territoriales y una política de Estado, compartida por sectores
muy diversos. Así, las actitudes de los gobiernos de la Concertación frente a los temas limítrofes no
han sido sustancialmente diferentes a las que se manifestaron durante el régimen militar o incluso el
gobierno de la Unidad Popular. Existe continuidad en el manejo de la reivindicación boliviana, que
se remonta mucho más atrás. Todos los gobiernos recientes de Chile han dialogado con Bolivia
sobre el tema marítimo, si bien sólo los últimos han decidido sincerar ese diálogo e incorporarlo
formalmente en la agenda bilateral.

Cambios políticos.
No obstante el éxito que, después de profundas crisis iniciales, empezó a exhibir el modelo
económico adoptado en Chile durante los años 80, fue necesario el retorno a la democracia para
poder capitalizarlo adecuadamente. Todo el gran proceso de negociaciones económicas
internacionales que desarrolló Chile a partir de 1990 hubiera sido inconcebible bajo una dictadura.
Y ese proceso fue el complemento normal de una apertura unilateral, que obviamente se había
registrado mucho antes.
Así, la naturaleza del sistema político chileno no sólo tuvo un impacto obvio en las áreas más
políticas de sus relaciones internacionales, sino que también se hizo presente con fuerza en su
reinserción económica internacional. Esta reinserción no significó, sin embargo, el retorno a las
posiciones que habían caracterizado el período democrático anterior. Los gobiernos de la
Concertación no adhirieron nuevamente a los primeros modelos de integración que se habían
adoptado en la región, no se plegaron a los movimientos tercermundistas que se habían apoyado
anteriormente y que habían entrado en franca declinación ni desarrollaron un regionalismo
tradicional y cerrado que no podía dar cuenta de la considerable diversificación que estaban
mostrando las relaciones económicas internacionales del país.
Los principios básicos.
Cada país tiene principios básicos que rigen su política exterior. La primera de estas orientaciones
consiste en la preservación de la integridad territorial del país. El segundo principio que inspira a
nuestra política exterior es el respeto al derecho internacional. El recurso más legítimo y efectivo
con que cuenta Chile para hacer valer sus derechos en el ámbito internacional es el respeto al orden
jurídico internacional. El respeto a los derechos humanos y la democracia representan un tercer
principio. La democracia es el sistema político que constituye el marco apropiado para el pleno
respeto de los derechos esenciales de todo ser humano. Chile es un país abierto a la economía
mundial, a la inversión extranjera y al comercio internacional, como cuarto principio. Esto se ve en
la firma de acuerdos y tratados de libre comercio. Finalmente, la responsabilidad internacional
representa un quinto principio de política exterior. Los actores estatales y no estatales interactúan
en la realidad internacional con una intensidad hasta ahora desconocida. Este cuadro genera
oportunidades y obligaciones para los Estados que, junto a otros sujetos internacionales, encaran
mancomunadamente los nuevos desafíos y amenazas del orden internacional.

Política vecinal y regional.


Una política exterior exitosa requiere de relaciones estables y satisfactorias con sus vecinos. Para
ello, es muy importante despejar los remanentes del pasado y desarrollar una relación de confianza
mutua y cooperación con nuestros vecinos. Nuestra agenda vecinal ha estado marcada por la
coexistencia de dos ejes, un eje de corte histórico, que refleja precisamente un legado complejo
heredado del siglo XIX y que pone el acento en temas de carácter limítrofe o territorial, y una
agenda de futuro, marcada por la cooperación, por relaciones económicas crecientes, por relaciones
políticas más estrechas, por relaciones sociales, por flujos migratorios, etc.
Una mirada realista permite concluir que en nuestras relaciones vecinales siempre están presentes
estos dos ejes, pero que la relación que se va produciendo entre estos ejes, el peso relativo que
asume uno en relación al otro, se va modificando de manera muy clara. No hay duda que ésta ha
sido la experiencia de nuestra relación con Argentina. Se estuvo cerca de la guerra pero se avanzó
en cooperación. Chile ha combinado sus relaciones vecinales con una activa política regional que ha
incluido el aumento de sus vínculos económicos y políticos con la región y la profundización de sus
relaciones con socios tradicionales como Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Uruguay,
Venezuela, Centroamérica y Cuba, con todos los cuales se mantienen acuerdos comerciales
preferentes. La vinculación de Chile con el MERCOSUR sigue teniendo un fuerte sentido
estratégico, considerando la relevancia de sus integrantes y sus estrechos vínculos con Chile.
Menciona la presidencia pro-témpore en UNASUR.

Regionalismo abierto.
Chile es un país globalizado, en una medida mayor que otras naciones de la región latinoamericana;
en el área exclusivamente económica, Chile se empina hacia la categoría de país altamente
globalizado. De ahí que resultara de toda lógica desarrollar esta muy activa política de
negociaciones económicas internacionales, que ha llevado a un grado muy significativo de
consolidación de las relaciones de Chile con sus principales socios extrarregionales. Ello ha
implicado mantener una presencia equilibrada y significativa, más allá de América Latina, en todas
aquellas regiones del mundo en que existen intereses relevantes: Estados Unidos y Canadá, Asia-
Pacífico y Europa. Chile negoció un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, pero
también buscó un diálogo maduro que permitiera superar episodios anteriores de intervencionismo,
diálogo que fue sometido a prueba el año 2003 cuando desde el Consejo de Seguridad de la ONU
Chile no apoyó a los Estados Unidos en la búsqueda de una legitimación para su guerra en Irak. En
el caso de Canadá, el primer país desarrollado con el que Chile negoció un acuerdo de libre
comercio, se ha establecido una importante coincidencia en materia de políticas públicas y política
exterior, que se ha resumido en el concepto de like-minded, esto es de una particular sintonía
política que ha permitido desarrollar iniciativas conjuntas tanto bilaterales como multilaterales. Un
acervo histórico particularmente rico, una intensa corriente de afinidad política y la persistencia de
considerables intereses económicos hicieron que Europa Occidental y, en especial, los países que
integran la Unión Europea (UE) se mantuvieran durante las últimas décadas como uno de los ejes
principales de las relaciones internacionales de Chile. Asimismo, se logró negociar un Acuerdo de
Asociación con la UE que descansa en un pilar económico, que comprende un TLC, un pilar de
diálogo político y otro de cooperación. El acuerdo fue firmado el año 2002, proporcionando un
marco sólido y estable para el desarrollo de las relaciones con esa agrupación. Históricamente Chile
tendió a mirar más hacia el resto de América Latina, América del Norte y Europa. Pero a partir de
los años 70 se empezó a perfilar un esfuerzo para relacionar al país más estrechamente con la
Cuenca del Pacífico, apoyado en una realidad geográfica indesmentible, la ubicación estratégica del
país en el Pacífico Sudeste, la proyección que daba la Isla de Pascua y la existencia de vínculos
comerciales de larga data con Japón y crecientemente, la República Popular China. Asia se
convirtió en el principal mercado para las exportaciones chilenas, superando a Estados Unidos, la
UE y América Latina y las representaciones diplomáticas y comerciales chilenas en ese continente
se expandieron. En consonancia con ese interés, Chile desplegó una ofensiva diplomática para
obtener su incorporación al prestigioso foro APEC, entidad gubernamental del más alto nivel
considerada como el núcleo de la organización regional más importante del área.
Responsabilidad Internacional.
La participación en el sistema multilateral siempre representó un aspecto fundamental de la política
exterior y de la inserción de Chile en el mundo. Asumiendo que el país no podía pretender
modificar por sí solo una situación regional o global desfavorable para sus intereses nacionales, la
política exterior privilegió la acción de las organizaciones internacionales y los mecanismos
colectivos para resolver los problemas regionales o globales que interesaban a Chile. En su calidad
de país dotado de una economía relativamente pequeña y en desarrollo, Chile había depositado
grandes expectativas en la política multilateral, transformándose en un miembro particularmente
activo de diversas organizaciones regionales y globales, aportando una visión propia e ideas
creativas. El multilateralismo es un principio fundamental de la política exterior chilena.
La política exterior también ha puesto gran énfasis en la incorporación del país en los regímenes
internacionales vigentes o en proceso de negociación en materia de desarme y proscripción de
armas de destrucción en masa. Chile participó activamente en el establecimiento de la Organización
Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), adoptando las medidas internas
necesarias para dar cumplimiento a los exigentes compromisos contenidos en la Convención que le
dio origen. En 1995 el país adhirió finalmente al Tratado de No Proliferación Nuclear, poniendo fin
a una postura doctrinaria que rechazaba este acuerdo debido a que sus efectos no eran aplicables a
las potencias nucleares Asimismo, en 1996 Chile se convirtió en uno de los primeros firmantes del
Tratado de Proscripción Total de los Ensayos Nucleares. Ese mismo año, Chile ingresó, junto a
otras naciones, a la Conferencia de Desarme. En 1997, el país fue uno de los firmantes originarios
de la Convención para la Proscripción de las Minas Antipersonales.
La política multilateral de Chile siguió orientándose hacia su territorio antártico y los espacios
marítimos y aéreos en que ejerce soberanía o cuya adecuada protección le ha afectado directamente.
También debió enfrentar un nuevo desafío en el ámbito de la protección del medio ambiente, tema
que ha entrado de lleno en la agenda internacional. Las cuestiones medioambientales cubren un
espectro amplísimo de nuestra proyección internacional, que incluye el cambio climático, las
políticas marítima y antártica, las negociaciones económicas internacionales, las exportaciones de
commodities, el transporte de sustancias tóxicas y potencialmente peligrosas y de cargas nucleares,
el depósito de desechos, las inversiones extranjeras, las obras públicas y la política forestal.

Conclusiones.
El balance que aporta la política exterior chilena en sus dos siglos de existencia comprueba que el
país logró adaptarse a su contexto externo. En una perspectiva histórica, es claro que ese contexto se
ha ido modificando y que las reglas del juego vigentes han ido evolucionando desde el mundo
inspirado en las concepciones de Thomas Hobbes que predominó hasta el siglo XIX hasta un orden
más inspirado en los padres fundadores del derecho internacional, como Hugo Grocio, Francisco de
Vitoria y Francisco Suárez, que impera en el siglo XXI. La visión de Hugo Grocio de las relaciones
internacionales representó un camino medio entre un juridicismo idealista radical y la pura política
de poder que inspira la visión realista de las relaciones internacionales y que se entronca en la
tradición de Thomas Hobbes. Se trata de una visión que parte del realismo político y que tiene en
cuenta las limitaciones impuestos por el poder y su distribución global. Esta visión, sin embargo, no
impide buscar la construcción de una sociedad internacional basada en un conjunto mínimo de
normas e instituciones internacionales que puede poner límites a los conflictos entre los Estados.
Es claro que en estos dos siglos, Chile ha evolucionado hacia una visión más grociana del mundo.
No se trata de un caso excepcional. Más bien, es parte de una tendencia hacia la adopción de nuevos
regímenes internacionales que le afectan directamente.
En suma, Chile ha transitado desde una concepción internacional tradicional, marcada por las
realidades del poder, hacia una política exterior más activa, más regional y más multilateral. La
historia enseña que los países pequeños o medianos que cuentan con mayor aceptación
internacional, también disponen de una mayor cantidad de aliados en la arena política y
diplomática. Un país, sobre todo cuando no tiene una población muy numerosa, es más fuerte, más
seguro y defiende mejor sus intereses, en la medida que se adapta a las reglas del juego
internacionales y goza de múltiples y sólidas alianzas en el campo diplomático. En definitiva, una
diplomacia activa y una inserción internacional exitosa han fortalecido la política exterior y han
contribuido también a la política de defensa y seguridad del país.

La política exterior de Chile durante los gobiernos de la Concertación 1990-2010. Van


Klaveren

Los factores explicativos de la P.E chilena mas cercanos se centran a comienzos de la década de
1990, indisolublemente ligados a la recuperación de la democracia después de un período dictatorial
que tuvo un impacto muy negativo en sus relaciones oficiales.
El retorno democrático hizo posible una activa política de negociaciones comerciales
internacionales que permitió potenciar la apertura económica iniciada durante el régimen
autoritario.
El objetivo del trabajo es presentar la serie de transformaciones que ha experimentado la P.E
durante los gobiernos de la Concertación, la coalición de centro izquierda que presidió la transición
y normalizacion democrática de Chile y que se mantuvo en el poder entre los años 1990-2010.

La política vecinal: las dos agendas.


A partir de los 90 Chile emprendió un acercamiento con las naciones vecinas y con el resto de A.L.
de una manera pragmática y realista. Los gobiernos de la Concertación estimaron que una P.E
estable requería relaciones pacíficas. Se comenzó a hablar de política vecinal para describir una
política que apuntaba a superar antiguas cuestiones limítrofes. Se sumó a esta agenda, una agenda
de integración con un eje en la interdependencia y la cooperación impulsando el desarrollo
económico del país. En ninguna relación bilateral de Chile se expresaron de manera tan nítida las
realidades de la interdependencia como en la vinculación con Argentina. Se dio vuelta la historia de
desencuentros con el país vecino y se superaron algunos diferendos limítrofes. Después de una
intensa labor, de 24 problemas 22 fueron resueltos direcamente. En los últimos 20 años, ambos
países sufrieron un salto cualitativo en sus relaciones bilaterales, en el ámbito económico, político,
de inversiones chilenas en argentina y turístico fenomenal. Este proceso se detiene a partir de 2004
cuando Argentina restringe sus exportaciones de gas a Chile. Esto llevó a Chile a buscar fuentes
alternativas de suministro y las relaciones bilaterales sufrieron modificaciones pero no de gran
magnitud. También se mejoraron las relaciones con Bolivia y Perú. En el primer caso, la llegada e
Evo permitió desarrollar y profundizar una agenda de 13 puntos entre ambos países en la que Chile
acepta incluir el tema marítimo y abordarlo sin condiciones previas. En cuanto a Perú, la relación
fue mas intestable pero se logró acordar 1929 temas de 1999. Esta relación iba a complicarse
cuando Perú lleva a Chile a la Corte de la Haya y esto afecta las relaciones negativamente. Sin
embargo, las relaciones económicas se pontenciaron significativamente, las privatizaciones que se
desarrollaron en Perú y nuevas oportunidades para los vínculos económicos bilaterales. El comercio
entre ambos países creció considerablemente. Perú se convierte en un gran destino para las
inversiones chilenas y llegan a un acuerdo de libre comercio que se realiza en 1998 y se profundiza
en la actualidad.

La política latinoamericana: la difícil búsqueda de un regionalismo renovado.


Los problemas políticos que afectaron al país entre los 70 y 80, las características del modelo
económico y los cambios que se habían producido en el entorno regional llevaron a una
modificación de las concepciones tradicionales frente a la integración latinoamericana. Chile
continuó estableciendo relaciones con el resto de la región que no se limitaron tan solo al plano
comercial. La participación de los países de A.L en el comercio exterior chileno se mantuvo estable
durante la época de la concertación. La región comenzó a transformarse en un mercado fundamental
para Chile.
A partir de 1990 Chile negoció una cadena de acuerdos orientados hacia la creación de espacios de
libre comerio. Se tenia en cuenta que la apertura comercial de Chile al mundo era irrenunciable y
que no podía asumir acuerdos que significaran la elevación de aranceles. Esto requería flujos de
comercio de bienes y servicios verdaderamente significativos, de adopción de políticas económicas
compatibles y de estabilidad económica.
Se buscó con éxito la variable de alianzas estratégicas, que se concretaron en acuerdos de libre
comercio con México, América Central, Colombia, Ecuador y Perú. Esta política también se orientó
hacia acuerdos subregionales como el Mercosur y la Comunidad Andina, proyecto en el que Chile
era socio fundador.
Aparte de los países vecinos, dos países latinoamericanos fueron fundamentales para la redefinición
de la política latinoamericana de Chile. Brasil y México. Con Brasil se hizo una gran sociedad
económica. Diversos grupos económicos brasileros han empezado a invertir en el mercado chileno.
En el ámbito político se creo un nuevo entrendimiento bilateral debido a las similitudes entre Lagos
y Carodoso; y Lula y Bachelet. Por su parte Chile y México consolidaron una importante relación
bilateral, debido al tratado de libre comercio de ultima generación firmado entre ambos y la
presencia de importantes coincidencias en sus P.E.
Lo mas novedoso en política latinoamericana fue su activa participación en el establecimiento de la
UNASUR en 2005 donde se conciliaron posiciones muy fuertes de los países, desde el activismo
revolucionario venezolano, hasta las reticencias de Colombia.

Más allá de América Latina: América del Norte, Europa y Asia pacífico:
En las últimas décadas, Chile logró consolidar sus relaciones con los principales socios políticos y
económicos mas allá de la región latinoamericana. De hecho la firma de acuerdos económicos y el
establecimiento de marcos permanentes de relacionamiento con Estados Unidos, Canadá, la UE y
Asia pacífico representan uno de los grandes legados de la P.E de la concertación. Chile destina mas
del 75% de sus exportaciones a mercados extrarregionales y mas del 90% de su inversión extranjera
procede de estos.
La concertación puso fin al aislamiento que gran parte de la comunidad internacional impuso al
régimen militar que gobernó al país entre 1973 y 1990.
EEUU ocupó un lugar importante en el diseño de la política exterior de la concertación. Sin
embargo, Chile no buscó una alianza con la gran potencia ni tampoco consideró sumarse a sus
enemigos. Mas bien el objetivo fue desarrollar una relación estable y madura basada en intereses
compartidos.
En 2004 Chile logra finalmente firmar su TLC con EEUU, el segundo suscrito entre la gran
potencia y un país latinoamericano. La larga espera hacia este acuerdo fue aprovechada con un
acuerdo de libre comercio firmado con Canadá en 1996.
Chile logró negociar un Acuerdo de Asociación con la UE que descansa en un pilar económico que
comprende un TLC, un pilar de diálogo político y otro de cooperación. El acuerdo fue firmado en el
2002 estableciendo una base sólida para las relaciones con esa agrupación.
En cuanto a la cuenta del Pacífico, esta no despertó interés para Chile hasta la década del 70. A
partir de esta década comenzó a darle importancia. Con el tiempo, Asia se convirtió en el principal
destino de las exportaciones chilenas, superando a EEUU y la UE. Fortaleció principalmente sus
relaciones bilaterales con Japón, Corea del Sur y China, este ultimo se convirtió en el principal
receptor de sus exportaciones. Con los tres, Chile firmó TLC. También firmó TLC con miembros
del ASEAN además de Nueva Zelanda y Australia.

Multilateralismo: las responsabilidades globales.


Chile depositó grandes expectativas en la política multilateral transformándose en miembro de
varias organizaciones globales y regionales. En 1995 Chile adhirió al Tratado de No Proliferación
Nuclear, y en 1996 se convirtió en uno de los primeros firmantes del Tratado de proscripción total
de los ensayos nucleares. Entre otros.
Conclusiones
La intensa actividad internacional que desplegó el país requirió de la adaptación de los instrumentos
de la política exterior. Los gobiernos de la concertación adoptaron un enfoque gradualista para
adaptar y fortalecer los instrumentos de la P.E. Se requería una cancillería organizada de acuerdo a
áreas geográficas, dotada de personal diplomático y profesional calificado. En la práctica solo se
pudo hacer una reestructuración parcial dentro del marco legal existente, que implicó la creación de
unidades y supresión de otras. Hoy parece natural que el país haya estado embarcado durante 20
años en un proceso constante de negociaciones económicas internacionales pero es importante
recordar que los equipos que la condujeron no existían al comienzo de los años 90.
Sin embargo la reforma del estado chileno quedó pendiente y probablemente significaba abrir un
frente conflictivo dentro de una transición democrática inicialmente compleja. En general, la
política exterior de los gobiernos de la Concertación aportó un balance favorable.
Unidad 7. Venezuela.

Venezuela y EEUU: ¿una relación esquizofrénica?


Los venezolanos desarrollaron desde 1959 una democracia y un sistema de partidos estables
percibidos como un modelo para el resto de América Latina. Los gobiernos democráticos
mantuvieron el control civil a pesar de que las FFAA retuvieron de facto ciertos poderes sobre todo
en relación con los temas fronterizos, la política de ascensos, la compra de armamentos y las
relaciones militares con EEUU.
Aunque es cierto que Caracas estuvo en desacuerdo con EEUU en cuanto al estatus de la isla de
Puerto Rico, la invasión a República Dominicana y el apoyo de EEUU al Reino Unido durante la
Guerra de Malvinas, esto no afectó de modo alguno las relaciones bilaterales. Tampoco afectó la
presencia venezolana en la OPEP ni su insistencia por generar un eje de cooperación sur-sur para
favorecer a los países exportadores de petróleo.
Desde 1958 hasta 1999 las relaciones se desarrollan con normalidad. El petróleo venezolano ya no
era tan importante para EEUU como en el pasado debido a la recomposición de las relaciones entre
Washington y los países árabes luego de la caída del muro de berlín.
Con la llegada de Chávez la relación bilateral se modificó y asumió nuevos parámetros vinculados a
una fase energética diferente y a una renovada discusión sobre el estado actual del orden
internacional. El gobierno de Chávez ha utilizado sus diferencias reales y mediáticas con EEUU
como una palanca efectista para su proyección mundial y su activismo internacional. El tema para
venezuela presenta dos dimensiones: una más tradicional, tiene que ver con las proyecciones
mundiales, hemisféricas y subregionales de Washington y con la relación con Venezuela que, al
cabo de los años, ha asumido una forma más compleja. La otra dimensión está relacionada con los
temas internos de Venezuela, sobre todo de defensa nacional ante una eventual agresión por parte de
EEUU.
Desde 1999 la política exterior y de seguridad de Venezuela ha tenido cambios por 4 procesos: 1)
transformaciones profundas en la estructura política interna, cambio de constitución, etc; 2)
progresiva internacionalización de Venezuela por la creciente atención que genera en los
organismos multilaterales; 3) nuevas ideas sobre la solidaridad internacional y la promoción de la
tesis venezolana sobre la democracia participativa; 4) política exterior a ciertos actores
subnacionales que reivindican su emancipación del control del Estado nacional, además de buscar
las vías institucionales adecuadas para modificar las organizaciones y sistemas de decisión en
organizaciones multilaterales.
Venezuela está comprometida en la búsqueda de un mundo multipolar, relación especial con Cuba.
Tendencia al activismo acompañado por la fuerza del torrente petrolero. Promoción de la
integración regional de nuevo tipo.
Unidad 8, 9 y 10. Bolivia, Perú, Ecuador, Paraguay.

La política exterior de Bolivia en tiempos de Evo Morales. Natalia Ceppi.

El trabajo analiza la P.E boliviana a partir de la llegada de Evo, considerando la diplomacia


desplegada en el ámbito de la ONU y las relaciones bilaterales mas destacadas en el período 2006-
2013. Se parte de la idea de que las transformaciones experimentadas en el ámbito doméstico -tanto
en los postulados ideológicos como en materia político/económica- han repercutido en el proceso
de ajuste y reestructuración que atraviesa la agenda externa del país. En tiempos de Evo, la P.E se
diferencia de los gobiernos anteriores en tres puntos principales: los principios y objetivos que la
sustentan, la valoración otorgada a los espacios multilaterales como foros de debate y discusión, y
los vínculos de estado a estado.
La victoria de Evo en 2005 marcó un quiebre en la historia boliviana, tras dos décadas de
alternancia en el poder, los partidos políticos tradicionales quedaron relegados frente a un líder
indigena y sindical, defensor de los derechos de los excluídos. Este proceso implicó llevar adelante
la “refundación del Estado-nación”, con miras no solo a redefinir los vinculos del estado con la
economía y la sdociedad, sino tambien el relacionamiento externo del país. Contemplando el ámbito
interno y externo, la administración de Evo lanza el Plan Nacional de Desarrollo con el objetivo de
consolidar una Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para vivir bien. A nivel interno se
da la nueva Constitución política en enero de 2009, mas representativa de la diversidad cultural
nacional, se da la política de nacionalizaciones, especialmente la de los hidrocarburos y la
implementación de medidas sociales para combatir la pobreza y la marginalidad.
Por su parte, desde el 2006, la P.E ha mantenido como temas de agenda ciertos ejes que podrían
considerarse históricos, a saber, el respeto por la democracia, y los DDHH, la reivindicación
marítima, la lucha contra el narcotráfico, la integración económica y la cooperación transfronteriza.
Nos obstante, ha atravesado mutaciones significativas, ya que ha sido rediseñada en cuanto a los
principios y objetivos que la sustentan: la importancia asignada a los espacios multilatrerales como
ámbitos de dialogo y planteo de demandas y las relaciones bilaterales establecidas. El presente
trabajo finalizará considerando tres ejes, en primer lugar aquellos países que vislmumbran un mayor
fortalecimiento en su relación con Bolivia (Venezuela, Argentina y Brasil), en segundo lugar los que
representan “nuevos socios” (China e Irán) y finalmente, los que demuestran claros signos de
conflictividad (Chile y EEUU).}
Con el advenimiento de Morales, la lógica de proyección externa fue adquiriendo nuevos matices,
marcando una diferencia con sus predecesores con respecto al espectro de las relaciones político-
económicas y el lugar asignado al componente ideológico. Se apoya discursivamente en tres ejes
temáticos: el indigenismo, el anticapitalismo/antiimperialismo y el ambientalismo. En base a estas
consideraciones, los principales pilares que sustentan la refundación del estado nacion a nivel
externo son: la valoración de la soberanía e identidad nacional y rechazo a la injerencia extranjera.
La promoción de esquemas de integración de corte mas heterodoxo versus los modelos neoliberales.
El fortaleciomiento del rol del estado en la explotación de los recursos naturales y el control del
excedente derivado de su comercialización destinado a la población boliviana en base al Vivir Bien.
Y la diversificación de las relaciones internacionales económicas y políticas a fin de romper el
alineamiento con EEUU.
En el marco de la ONU, Morales reitera su posición a favor de reformar la estructura de la
organización, y manifiesta la importancia que esta reviste para la comunidad internacional en su
conjunto. En el ámbito de la asamblea general Morales puso énfasis en el reclamo frente a Chile por
una salida soberana hacia el mar, la critica al sistema capitalista, la reivindicación de las
comunidades indígenas y la lucha contra la pobreza. Se ha manifestado en contra de la privatización
de principios básicos ya que esta constituye la mejor forma de violar los DDHH. Además, realizó
una defensa de la hoja de coca en especial énfasis en su diferenciación con la cocaína.
Con respecto a las relaciones bilaterales, la autora describe los tres ejes contemplados al principio
de este resumen.
En cuanto a Venezuela, se entiende como uno de los contactos externos tradicionales de Bolivia, ya
que ambos compartían la CAN. La relación se ha intensificado de manera notoria tanto en la
sintonía política ideológica como en las posibilidades de cooperación económica. Venezuela ha
financiado varias misiones sociales en Bolivia con el objetivo de atender problemáticas de salud y
educación de los sectores mas excluidos. Además, Venezuela donó 460 millones de dólares para la
realización de obras de infraestructura en barrios marginales y periféricos en territorio boliviano.

En cuanto a Argentina y Brasil, la asunción de Evo fue coincidente con Lula y Kirchner. Uno de los
ejes que fortaleció las relaciones con ambos gobiernos fue la compra-venta de gas natural boliviano
para abastecer la demanda del hidrocarburo por parte de sus vecinos. Mas entendiendo la crisis
energética que atravesó Argentina durante el 2004. Ambas relaciones bilaterales transcurrieron sin
mayores sobresaltos, hasta la iniciación de la nacionalización de hidrocarburos por parte de Evo. La
medida tomó por sorpresa a los gobiernos de Kirchner y Lula, pero fue respetada por ser un acto
inherente a la soberanía de un esado. En el caso de argentina-bolivia, el único sobresalto fue el
aumento de precio pedido por el ejecutivo boliviano, pero el asunto fue resuelto. Por la parte de
Brasil, la renegociación contractual fue compleja, tensa y plagada de incertidumbre.

China e Irán
El ascenso de estos países en la agenda boliviana se explica en términos generales, en la voluntad
del gobierno boliviano de diversificar el abanico de relaciones bilaterales de acuerdo a las
oportunidades que ofrece el entorno internacional. Pero si se comparan el caso chino e iraní, se
pueden diferenciar en torno a su esencia. El intercambio comercial entre China y Bolivia evidencia
que en sus economías existe una gran complementariedad. El país andino exporta grandes
cantidades de minerales, y el gigante asiático le vende mas de 4.000 productos manufacturados. La
balanza comercial es absolutamente deficitaria para Bolivia.
La vinculación entre Bolivia e Irán se inserta en un contexto completamente diferente. Este
acercamiento es una especie de anomalía ya que no cuenta con precedentes. Y tampoco posee
relevancia económica-comercial ya que el intercambio es mínimo. Los aspectos que favorecieron el
incremento de contactos bilaterales se explican con el vínculo en las relaciones Irán-Venezuela, y
como este último ha intentado realizar un nexo entre Irán y el ALBA. Además, Irán ha apoyado
varias reivindicaciones de Evo en la ONU como la hoja de coca y en contrapartida, Bolivia
defendió el programa nuclear iraní para fines pacíficos.

EEUU
La retórica antiimperalista y la intensificación de los contactos con Venezuela e Irán fueron
causando cierto recelo en la administración Bush. La relación se tornó hostil y conflictiva. Bolivia
delcaró persona no grata al embajador de EEUU y además suspendió el accionar de la DEA en
territorio Boliviano. Como respuesta, la administración Bush, descertificó a Bolivia como país de
tránsito y productor de drogas y decidió interrumpir los beneficios comerciales de la Ley de
Promoción Comercial Andina. En definitiva, en el período 2006-2013, las relaciones Bolivia-EEUU
se caracterizaron por la baja intensidad, y una tensión constante.

Chile
Las RR Chile Bolivia constituyen un caso especial, peusto que el peso de un pasado conflictivo ha
marcado el destino de las mismas. Luego de varios intentos de negociaciones que terminaron por
fracasar y sin mantener relaciones diplomáticas desde 1978, Bachelet generó la esperanza de poder
acercar a los dos países. Se generó la Agenda de los 13 puntos donde se incluyó la cuestipón de la
mediterraneidad boiliviana. Aún así no se presentaron avances con respecto a la cuestión marítimam
a diferencia de otras áreas como defensa e integración. No obstante, en líneas generales, los
contactos entre los gobiernos de Morales y Bachelet pueden ser considerados como positivos, donde
dieron muestras de voluntad política.
Tras la asunción de Piñera, no generó en un primer momento inquietud en la administración
Morales. Pero tras la explícita exigencia de una salida al mar por parte de Morales, comienza la
tensión a lo que Piñera contesta como una “pretensión inaceptable”y que se “aparta de los términos
acordados por ambos gobiernos”. A partir de esto Bolivia lleva el caso a la Corte Internacional de
Justicia, y las administraciones fueron endureciendo cada vez mas sus respectivas posiciones.
El panorama inmediato es la incertidumbre ya que habrá que esperar no solo las elecciones
presidenciales en Chile y Bolivia del 2014, sino que también el pronunciamiento de la Corte
Internacional de Justicia sobre la cuestión marítima.

Fernández Luzuriaga, Wilson: “El presidente electo en la transición, trazos de la política


exterior del gobierno de José Mujica”

El objetivo del trabajo radica en analizar el período de transición, preparación e instalación del
gobierno que asumió el 1º de marzo de 2010 en Uruguay, en materia de PE, a través de la figura del
presidente electo, José Mujica. Se busca comprender la PE del Uruguay en el período de gobierno a
iniciarse, a partir del estudio de programas de gobierno político-partidarios y de acciones concretas
comprendidas en una etapa de diseño de esa futura política pública.
Para dar un contexto a este período de transición y al segundo gobierno del FA, su plataforma
electoral reafirma dos ideas centrales. A manera de reivindicación de la política exterior del
gobierno de Tabaré Vázquez, se defiende la asociación afinidad ideológica / inserción internacional,
mostrando como logros la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba; los acercamientos a
Palestina y a la República Saharaui, y la promoción del ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Por
otra parte, se destaca el retorno a contactos fluidos con los demás países del bloque, sin aludir a
áreas y temas de estancamiento o a dificultades en las relaciones bilaterales de Uruguay con los
socios mayores.
Las ideas básicas y principios rectores son calificados como claves para su proyecto alternativo,
democrático, participativo, progresista, nacional y popular, dando otro ingrediente ideológico a las
definiciones del FA en PE. Asimismo, se reafirma la conveniencia de una PE de Estado, hipótesis.
En cuanto a su enumeración, más allá de los llamados “principios rectores”, en donde se reivindican
los grandes lineamientos de la ONU, los “pilares” estampan los postulados históricos de la
izquierda nacional, muchos de ellos compartidos con los partidos tradicionales como los referentes
a: la soberanía nacional; el rechazo de intervenciones y a alineamientos con grandes potencias; el
trabajo por un orden internacional más equitativo y justo; el rechazo a todo tipo de acción terrorista,
en especial al terrorismo de Estado; la promoción del multilateralismo en coordinación con países
en desarrollo; la protección integral de los derechos humanos.
La estrategia de inserción internacional radica en dos caminos calificados de complementarios: el
privilegiado espacio estratégico del MERCOSUR como plataforma de negociación conjunta, y el
denominado bilateralismo múltiple para aumentar y diversificar el comercio, disminuyendo la
vulnerabilidad del país, aunque evitando toda colisión que debilite al bloque latinoamericano. Si
bien el bloque significa la coexistencia de procesos vigentes - como MERCOSUR, CAN, ALBA,
UNASUR, ALADI -, se alienta la integración uruguaya al ALBA, considerado alternativa a
modelos panamericanistas como el ALCA o las propuestas de TLCs de EEUU. Para los dos
caminos complementarios rige la ponderación de la cooperación sur – sur, mencionándose países
como China, India, Sudáfrica y el propio Brasil. Asimismo, no se renuncia a instancias
multilaterales como la OMC, siempre que se encaren desde la unidad de países latinoamericanos o
países en vías de desarrollo, en general. Todo este esquema está fundamentado en dos ideas
expresamente formuladas: la integración regional es facilitada por la afinidad ideológica entre los
gobiernos progresistas, los movimientos sociales y los pueblos, y la inserción internacional es ante
todo una cuestión política, por lo tanto el aspecto comercial debe estar inserto en lo político.
La política de comercio exterior debe responder a estrategias de país productivo y de inserción
internacional. Por tanto, reconocerá la capacidad generadora de riqueza y de dinamismo exportador,
sin contraposiciones al fortalecimiento del mercado interno. En el desarrollo de esta variable, el
“más y mejor MERCOSUR” encuentra sus primeros límites en la necesidad de: la definitiva
liberación de las barreras intrabloque, niveles de protección moderados extrabloque y negociación
de acuerdos preferenciales MERCOSUR - terceros.
Con relación a la política monetaria y cambiaria, se plantea la intervención del sistema financiero
público y, de ser necesario, la regulación de los flujos de capital internacional, en defensa de la
producción, no sólo pensada en beneficios a la exportación. Finalmente, hay un firme compromiso
para evitar la competencia desleal de productos importados mediante medidas impositivas.
MERCOSUR e integración regional constituye el desarrollo más exhaustivo de la propuesta, con un
bloque considerado en sí mismo y como plataforma de inserción internacional. Esto incluye la
profundización del MERCOSUR con: desarrollos zonales; cadenas regionales; coordinación de
políticas económicas, sociales, culturales y científico-tecnológicas, y el desarrollo de instancias
políticas comunes. La idea central de profundización es que “La construcción del MERCOSUR no
puede acotarse a la economía”, máxima distintiva de la propuesta con relación al resto del sistema
político. Así se alaba al Parlamento del MERCOSUR y al propio FOCEM, pero también resaltan
propuestas de integración infraestructural, productiva, cultural y energética; esta última mediante un
eje con Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil para el desarrollo de todo el continente, dejando afuera
“la explotación imperialista”. Se construye una agenda con metas a corto plazo sobre reglas claras
de comercio intra y extrabloque, y un desarrollo exhaustivo de la agenda social; con metas a
mediano plazo sobre coordinación y convergencia gradual de políticas macroeconómicas; con metas
a largo plazo sobre la adecuación de la estructura institucional y del sistema de toma de decisiones.
Fuera de la subregión, se propende para Uruguay un rol de articulador del proceso de integración
sudamericano por la radicación, en Montevideo, de las secretarías de ALADI y MERCOSUR. Pero
la apuesta regional más decisiva es la valoración de la UNASUR y ámbitos conexos como el
Consejo Sudamericano de Defensa, el Banco del Sur, y otros aspectos puntuales en energía,
riquezas naturales y renegociación de la deuda externa. Se estampa una propuesta concreta para la
Unión: hacer converger la CAN y el MERCOSUR con vistas a la libre circulación de factores
productivos en América del Sur.
Finalmente, en cuanto a los aspectos institucionales de la PE, desde una inserción internacional
integrada a las estrategias de desarrollo, se marcan tres tareas al Ministerio de Relaciones
Exteriores: constituir un cuerpo diplomático con activa participación en todos los países que se
estime necesaria por criterios tanto económico-comerciales, como políticos, de promoción cultural
y de promoción turística, en una apreciación coherente con las máximas de inserción ya analizadas;
reformar viejos conceptos como el código de actuación, la propensión al secreto cupular, la
distancia con el resto de la sociedad en la información y la falta de rendición de cuentas de la
gestión; consolidar una institucionalidad articuladora con los diversos actores nacionales con roles
en el relacionamiento externo. En este último punto, se destaca el trabajo conjunto con los
gobiernos locales y la jerarquización del Instituto Artigas del Servicio Exterior interactuando con la
Universidad de la República. Los puntos de exhaustivo tratamiento y distintivos de la plataforma, lo
constituyen, primero, el desarrollo de una política cultural agresiva con: mejoras en el servicio
diplomático; integración de uruguayos radicados en el exterior; articulación con actores
gubernamentales y no gubernamentales, y acciones en organismos internacionales. Segundo, las
políticas de diáspora: profundizando labores de la Dirección General para Asuntos Consulares y
Vinculación y de los Consejos Consultivos; reestructurando el servicio consular; apostando a
recuperar recursos humanos mediante proyectos productivos; trabajando para el ejercicio de los
derechos políticos de los uruguayos no residentes; implementado una política de retorno con una
Oficina de Retorno y Bienvenida que involucre actores estatales, municipales y sociales. Para
terminar, la propuesta del FA considera fundamental la puesta en marcha del Instituto Uruguayo de
Cooperación Internacional y del Sistema Nacional de Cooperación Internacional, en donde se
coordinen diferentes organismos.
El estudio de los mensajes de José Mujica se estructura mediante la clásica división que agrupa a
los factores de la PE en internos y externos. En los factores internos, desde la obvia prioridad del
sistema político nacional, se contemplarán también la estrategia de desarrollo nacional; los recursos
o capacidades estatales, y las variables étnicas, históricas y culturales. Entre los externos, además
del factor central Sistema Internacional, se atenderá el factor política de poder, este último en tanto
orientación estratégica, racional y calculadora por su tendencia a considerar al Estado un actor
racional y unificado, por su énfasis en el conflicto internacional y por considerar las acciones de
otros países como principal condicionante de las decisiones de política exterior.
Entrando al estudio de los factores de PE que Mujica implica, se verifica que el sistema político
recibe, cualitativa y cuantitativamente, la mayor dedicación, situación corriente en cualquier estudio
sobre relaciones exteriores. El sistema político es abordado, en primer término, desde una simple
transcripción de los resultados de las elecciones nacionales, los que reafirman la mayoría
parlamentaria para el FA, con 15 senadores y 50 representantes nacionales.
En segundo término, la variable sistema político es activada para reseñar y analizar la composición
del nuevo Consejo de Ministros. Sorprende la celeridad con que José Mujica confirma los nombres
de ministros y subsecretarios. Por otra parte, la celeridad sorprende cuando la situación del país -
muy distinta a la de 2004 con las consecuencias de la crisis de 2002 patentes - y la garantía de una
transición ordenada le daban un buen margen de maniobra. El número de ministerios que le
correspondieron a cada sector del FA refleja casi proporcionalmente los resultados de octubre.
Resulta sintomático que el nuevo canciller pertenezca al sector y al entorno del presidente. Si bien
Mujica se manifiesta consciente de la exigua mayoría parlamentaria del partido de gobierno, optó
por una estrategia que reafirmaba la valoración que el primer gobierno del FA supo dar al Consejo
de Ministros, pero alternando sus sesiones con las de los gabinetes específicos Productivo; Social;
de Seguridad Pública; de Innovación y Tecnología, y de Energía. La consigna para el futuro
Consejo de Ministros es la absoluta austeridad en el gasto público.
En tercer término, José Mújica provoca toda una definición con relación al sistema político, al
reconocer la necesidad de una mayor participación de la estructura del FA en la toma de decisiones
del futuro gobierno.
En cuarto término, el nuevo presidente completa el triángulo de soportes para su gobierno - partido
político, Consejo de Ministros, bancada parlamentaria oficialista – ofreciéndole a los legisladores
frenteamplistas un mayor y más regular relacionamiento. Los dos objetivos que plantea son: apoyar
a los ministros, sobre todo a aquellos sin trayectoria legislativa, y no arriesgar la exigua mayoría
parlamentaria. Se consagra un compromiso de mayor información del Poder Ejecutivo y menor
urgencia para el tratamiento de los proyectos de ley.
En quinto término, José Mujica, en su transición hacia la presidencia, materializa gestos de
distensión y unidad nacional hacia los partidos políticos opositores: expresiones conciliadoras en el
discurso de celebración; reuniones inmediatas con los respectivos líderes; instalación de comisiones
técnicas multipartidarias para lograr políticas de consenso en seguridad, educación, medio ambiente
y energía; expresiones sobre valoración y necesidad de relación fluida con todas las bancadas
parlamentarias; invitación a todos los partidos a la reunión con Hillary Clinton. Todo esto repercutió
en el clima de negociación sobre la coparticipación en los directorios de empresas públicas, entes
autónomos y organismos de control. Sin embargo, fuera de los temas tratados en las comisiones
técnicas, no habrá intentos por construir políticas de Estado en otras áreas, asumiendo que el FA
tendrá, como partido de gobierno, la obligación de “trazar el mapa de ruta”.
La estrategia de desarrollo nacional, en materia de PE, es explicada en forma contundente en el
discurso de asunción, en primer lugar, mediante la reafirmación sobre “cinco años más de manejo
profesional de la economía”. En segundo lugar, con una fórmula sobre estrategia de desarrollo e
inserción internacional: agro + inteligencia + turismo + logística regional. En tercer lugar con una
economía abierta al mundo, desde su modelo agroexportador, que no repita los errores de la
estrategia de sustitución de importaciones.
Pero el principal punto de la estrategia de desarrollo nacional radicó, sin lugar a dudas, en la
integración regional, con la unidad latinoamericana como apuesta a mediano plazo y con la
consolidación del MERCOSUR como apuesta inmediata. Advierte que para pelear contra la pobreza
y recrear la identidad perdida hay que fundar la patria, integrando a los países ya creados,
trascendiendo los aspectos comerciales y superando esa “visión medio fenicia” de la integración.
“El MERCOSUR es ‘hasta que la muerte nos separe’”. No obstante, Mujica reconoce su
estancamiento y reclama un compromiso recíproco de los socios mayores. Pero más allá de
reafirmaciones declarativas, concreta una propuesta novedosa: la construcción de un puerto de
aguas profundas en La Paloma, administrado y operado por los miembros plenos el MERCOSUR y
Bolivia con el objetivo de canalizar grandes operaciones comerciales, atenuando la puja entre
servicios portuarios de diferentes Estados.
En el período analizado, no se encuentran elementos suficientes como para sostener que el futuro
gobierno concretará actitudes de acercamiento - o alejamiento - con los países del ALBA, más allá
de las fuertes afirmaciones de la plataforma preelectoral del FA. La única manifestación expresa de
José Mujica con relación a sus países miembros es la temprana visita a Bolivia. La visita parecería
más enmarcada en el conjunto de variables étnicas, históricas y culturales - en tanto reafirmación de
conceptos como patria grande - que en una apuesta a una inserción internacional desde la estrategia
de desarrollo.
Los recursos o capacidades estatales son una constante en los mensajes del presidente electo,
valorados como un instrumento imprescindible para la inserción internacional. La valoración se
concreta en todo el período estudiado, con énfasis en las fundamentaciones sobre la necesidad de
encauzar las relaciones bilaterales con Argentina. Desde la fórmula “agro + inteligencia + turismo +
logística regional. Y punto”, alienta a sumar valor agregado a los productos agrícolas exportables.
Concretamente, sobre la infraestructura, se especifica un pedido de financiación al Banco Mundial
en: la remodelación de los puertos; el dragado del río Uruguay; la construcción ferroviaria y vial, y
la construcción de represas para mejorar temas de inundaciones y riego. El tema recurrente del
período de transición es la recuperación del ferrocarril, en tanto segunda prioridad cronológica de su
gobierno, debido a la incidencia del transporte en el llamado costo país. Cabe acotar que el factor
demográfico de Uruguay tampoco está ausente en el discurso de Mujica, llegando a expresar que el
gobierno debe incentivar a la gente a radicarse en el país y captar personas calificadas técnicamente.
En cuanto a los recursos humanos, José Mujica da una definición clara y bien diferente a la de su
antecesor con la designación de su canciller, al ser casi inmediata y recaer en un funcionario
diplomático de carrera. En concordancia con esta designación, reafirma su confianza en el personal
diplomático de carrera. Dicha consigna es concretada con la confirmación de los embajadores
Carlos Gianelli en EEUU y Carlos Amorín en Brasil, pero, sobre todo, al declarar que del cupo de
veinte embajadores políticos, el gobierno utilizará como máximo doce. Asimismo, se define para el
Servicio Exterior: dar relevancia a funcionarios jóvenes formados en RRII o Comercio Exterior;
introducir criterios sobre equidad de género, destinando mujeres en altos cargos, y parámetros
objetivos para la medición de la labor en materia de gestión y rendimiento. Es, sin duda, relevante
para contextualizar el período de gobierno, el anuncio de Almagro de cierre de misiones que no
cumplan con determinados criterios políticos, comerciales y de amistad tradicional, estudiando los
recursos financieros, materiales y humanos asignados, para contrastarlos con los resultados
obtenidos, la importancia actual y las posibilidades futuras que ofrece la representación, en un
nuevo mensaje de austeridad. La macro categoría de factores o variables étnicos, históricos y
culturales es netamente activada por José Mujica en su “debut internacional” en la Cumbre Sindical
del Cono Sur. Allí hay referencias históricas a Bolívar, San Martín y Artigas como mentores de la
integración; rechazos al nacimiento de Estados a partir de sus puertos y del mercado mundial con
prescindencia de sus estrategias de desarrollo, e incluso una reivindicación a “los llaneros, los
gauchos, los paisanos, el pobrerío”, ilustrada por un saludo a Evo Morales que acababa de conseguir
su reelección. Allí advierte que la integración no es un tema central de los pueblos, ni de los
trabajadores, ni de los partidos progresistas, ratificando su idea central: los países están, pero “la
patria está por fundarse”. Utiliza la expresión “Patria Grande”, actualmente “familia balcanizada”,
para el conjunto de Estados que deben asociarse en una sola nación latinoamericana.
Desde esta tradición ideológica y aludiendo a un viejo concepto sobre la génesis de Argentina y
Uruguay que se resume en la fórmula, dos Estados en una Nación, Mujica asegura la resolución del
conflicto por la instalación de la planta de Botnia, al que considera coyuntural y temporal. La
referencia central al SI puede resumirse en la intención de consolidar una posición-país, cada vez
más abierta al mundo, previendo garantías para la radicación de inversiones en el territorio nacional.
El Sistema Internacional es descrito como multipolar e irreversiblemente globalizado. Mujica
reconoce que no hay dogmas ni paradigmas claros. Todo esto le sirve para volver a fundamentar su
idea de país abierto al mundo, pero advirtiendo que el proteccionismo de los países desarrollados
sigue vigente. El período estudiado muestra una relación fluida del gobierno electo, en su conjunto,
con organismos internacionales financieros como el Banco Mundial y el FMI.
Con relación a la política de poder, la conclusión medular de esta investigación es que Mujica
concentra los mayores esfuerzos en restablecer el clásico equilibrio regional con los dos grandes
países limítrofes. Obviamente, y dado el contexto heredado, esos esfuerzos están abocados a la
solución del diferendo con Argentina. ¿Qué manifestaciones o acciones fundamentan esta
afirmación? En primer lugar, la designación de Guillermo Pomi como embajador acreditado en
Buenos Aires, primer anuncio sobre designaciones en el cuerpo diplomático nacional y concretado
en un dirigente de confianza de José Mujica. En segundo lugar, la reunión con dirigentes de la
Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú para conversar directamente con los gestores y
ejecutores del corte de ruta, alterando la estrategia del gobierno de Vázquez que consideraba
responsable al gobierno argentino de impedir la libre circulación y no le otorgaba categoría de
interlocutores a los asambleístas. En tercer lugar, la firme negativa para que Montes del Plata
instalara una segunda planta de fabricación de pastas de celulosa en Fray Bentos, a quienes Mujica
explica que si bien las inversiones extranjeras son importantes, es más importante, aún, la relación
con Argentina. En cuarto lugar, las conversaciones con Cristina Fernández de Kirchner, viajando a
Buenos Aires, y con el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, cuando la estrategia vigente en el
gobierno saliente pasaba por el congelamiento de toda negociación a la espera del fallo de la Corte
Internacional de Justicia. Cabe recordar que en las reuniones se tratan otros temas de interés común,
vitales para Uruguay, como el dragado de los ríos binacionales y diferentes proyectos de
interconexión energética regional, acordándose con la presidenta argentina, la creación de una
comisión binacional de trabajo. Con Brasil, el panorama es mucho más claro y alentador: Mujica se
manifestó admirador del modelo y las prioridades de gobierno de “Lula” da Silva. La buena
relación entre los dos presidentes, y entre el FA y el Partido de los Trabajadores, se enmarcan en una
afinidad ideológica que facilita la relación bilateral, ya que siempre estarán presentes los intereses
de los respectivos.
En cuanto a EEUU, en el trabajo sólo se destaca el gesto del gobierno de ese país de enviar a su
Secretaria de Estado a la ceremonia de asunción. El gesto es expresamente reconocido y
valorado positivamente por Mujica. La ausencia de alusiones a EEUU es otro elemento valioso
para el análisis, atendiendo a que se está frente a la asunción de un presidente frenteamplista y a
las diferentes valoraciones negativas a la PE de la potencia del norte que plasma la propuesta
preelectoral de la coalición de izquierda.

Una oportunidad para Paraguay. Nickson

El triunfo de Fernando Lugo en las elecciones de Paraguay es histórico porque marca el fin de la
hegemonía del Partido Colorado en el poder por mas de 60 años. Luego de la victoria, Lugo ratificó
su decisión de renegociar con Brasil el injusto contrato de la empresa hidroeléctrica Itaipú y
anunció su voluntad de gravar con nuevos impuestos a los ricos productores de soja y de mejorar la
desigual distribución de la tierra. Pero no será fácil. Paraguay arrastra serios deficits de desarrollo,
con una sociedad que descree de la democracia y una clase política corrupta. Además Lugo deberá
gobernar con escaso apoyo parlamentario y frente a la previsible resistencia del Partido Colorado.
Las elecciones donde gana Lugo marcaron el fin de 61 años de gobierno ininterrumpido del PC, el
mandato mas largo de la historia mundial de un mismo partido político. A lo largo de esos 61 años
de gobierno, el PC con su amplia red nacional de seccionales, demostró ser una máquina electoral
eficaz para el mantenimiento del poder y la consolidación de la injusticia social mediante una
combinación de corrupción endémica, control de la burocracia estatal y una retórica nacionalista.
Bajo la administración del PC, Paraguay se consolidó como uno de los países menos desarrollados e
industrializados de A.L. Durante los 35 años de la dictadura de Stroessner, el país se convirtió en
sinónimo de corrupción, contrabando y violación de los DDHH. En 1989, cuando comenzó la
transición a la democracia los indicadores de acceso a la atención médica y a la educación básica se
encontraban entre los mas bajos del continente. Los gobiernos del PC durante los 90 no impulsaron
una transformación económica importante. La economía profundizó su dependencia de la
agricultura, la ganaderia y la silvicultura con pocos recursos minerales y petroleros comprobados.
Durante la construcción de Itaipú, la represa hidroeléctrica impulsada por Brasil entre fines de los
70 y principios de los 80, la tasa de crecimiento económico de Paraguay alcanzó un 9% anual. Pero
fue un progreso transitorio.
Entre 2003 y 2008, la presidencia de Nicanor Duarte Frutos, coincidió con una mejora gradual pero
sostenida de la tasa de crecimiento que alcanzó un 6,8% en 2007, el valor mas alto producido desde
el auge de la construcción de Itaipú. Esto fue resultado, sobre todo, de la expansión de la
producción de soja y carne destinada a la exportación como respuesta al alza de los precios
mundiales.
Lugo llega a la presidencia en una alianza con el PL, llamada Alianza Patriótica para el Cambio,
que trajo consigo una multitud de pequeños partidos de izquierda, relevantes en términos de
militancia pero electoralmente muy débiles.
Lugo ha sido cuidadoso y trató de presentarse como un candidato de centro izquierda, y fue
cuidadoso a la hora de tomar distancia de Evo y Chávez, lo cual no le impidió aplaudir la mayor
soberanía sobre los recursos naturales promovida por ambos mandatarios. Lugo prometió renegocial
los contratos de Itaipú. Según el tratado de Itaipú, firmado en secreto en 1973 entre las dictaduras
militares de ambos países, Paraguay debe cederle a Brasil el 50% de la parte no utilizada de su
energía. Además, el tratado suscripto por 50 años, y que por lo tanto vence en 2023, prohibe a
Paraguay vender la energía sobrante a otros países. En la actualidad Paraguay utiliza solo siete
millones de Mwh por año y debe cederle sus 38 millones restantes a la empresa estatal de
electricidad brasileña, Electrobrás, a precio de costo. Como compensación, Paraguay recibe solo 2,7
dólares por Mwh, lo que equivale a 103 millones mezquinos de dólares. Se trata de un precio
bajísimo si se lo compara al precio mayorista dentro de Brasil: Electrobrás le cobra a las empresas
de distribución alrededor de 60 dólares, y a Argentina, cuando esta tenia un período de escasez, a
100 dólares. Lugo ha denunciado el colonialismo brasileño y prometió llevar este asunto ante la
Corte Internacional de Justicia si el país vecino se niega a renegociar los contratos.
El ministro de RREE de Brasil Celso Amorim, declaró que no habrá nuevas negociaciones hasta
2023, a pesar que el tratado fue firmado por dos gobiernos militares.
Unidad 11. Argentina.

Debates de PE Argentina. Bernal-Meza.

Argentina: cambios de paradigma de política exterior y su relación con los modelos de


inserción. Debates y tradiciones de pensamiento.
Condición extrovertida de Argentina, derivada de su propia estructura económica e inserción en el
capitalismo mundial. Constituye uno de los pocos ejemplos de países que construye paradigmas de
política exterior y formularon doctrinas para sostener su gestión política internacional.
La evolución de la política exterior argentina marca un proceso de continuidades, cambios y
rupturas significativas; que pasó por distintas etapas de alineamiento e inserción internacional
subordinada - bajo las hegemonías de Gran Bretaña y EEUU - y estrategias de autonomización.
Para uno de sus más importantes estudiosos - aún cuando olvidado bajo manto ideológico de la
comunidad epistémica1 que dominó el período menemista -, debajo de estas incoherencias
superficiales existía una coherencia estructural que permitía explicarlas y comprenderlas.

Paradigmas fundacionales de la política exterior argentina: “relación especial con una


potencia” y “autonomía” o “globalismo”.
Entre los autores originales que plantearon bases teóricas para analizar la política exterior argentina
se encuentran los aportes de Juan Carlos Puig quien comenzó por hacer una reapreciación global de
la estructura y funcionamiento del régimen internacional, tomando como eje la autonomía y las
gradaciones conducentes hacia tal objetivo. El autor señaló cuatro estadios principales hasta llegar a
la “máxima capacidad de decisión propia que se puede tener, teniendo en cuenta los
condicionamientos objetivos del mundo real: dependencia para-colonial, dependencia nacional,
autonomía heterodoxa, autonomía secesionista”, modelo teórico que aplicó luego al estudio de la
política exterior argentina con lo cual distinguió diversos períodos en el desarrollo de ésta e
identificó sus tendencias profundas. La importancia relativa asignada a esta calidad de
fundamentación y sostenimiento de una política exterior debe ser puesta en el análisis contra el
telón de fondo de las respectivas estrategias nacionales de desarrollo, vinculadas con la estrategia
global.
Durante la primer etapa, denominada como modelo agro-exportador el proyecto de dependencia
nacional se formaliza y afianza. Las elites argentinas tenían de un mundo eurocéntrico liderado por
Gran Bretaña dentro de cuyo sistema hegemónico el país debía desarrollarse en forma
dependientemente asociada. La aceptación de esa hegemonía hasta la década del 30 del siglo XX
significarían la desconexión con EEUU y la oposición a ese país.
La crisis del 30 llevarían al abandono del libre cambio y el laissez-faire abrió el camino al
intervencionismo estatal en la economía, impulsado por los sectores conservadores nacionales.
Luego de esto vendría Perón con su Tercera Posición y luego su aggiornamiento, “autonomía
heterodoxa”, formulada por Juan Carlos Puig.
El sustento ideológico del modelo teórico de Puig fue la dependencia con respecto a la estructura
del poder real de otro Estado, que podía ser la “metrópoli”, la “potencia dominante” o el “centro
imperial”.
Visto desde el contexto sistémicos de las RRII, el paradigma subyacente giraba en torno a la
adscripción de un país dependiente a una determinada esfera de influencia y poder; por caso, el de
Argentina bajo la “relación especial con Gran Bretaña” y más tarde con EEUU.
En términos de “relaciones compensatorias” a ese esfuerzo autonómico, como fueron las relaciones

1 Concepto desarrollado por Peter Haas bajo la denominación de “comunidades epistémicas”, el concepto ha sido
tomado por Amado Luiz Cervo para aplicarlo al conjunto de interlocutores, académicos y diplomáticos argentinos que
con sus aportes ayudaron a formular la base de sustentación ideológica de la política exterior de Menem que fuera
implementada por Cavallo y Di Tella. Todos ellos, según Cervo, tenían en común una visión revisionista de la historia
argentina. Estaba integrada entre otros por Tulio Halperin Donghi, Carlos Escudé, Felipe de la Balze, Jorge Castro y
Andrés Cisneros.
con los países de Europa Occidental, éstas no serían tema de debate. Tanto los globalistas como los
seguidores de una relación especial no cuestionarían la ampliación y extensión de dichos vínculos.
De la misma manera ocurriría en las relaciones con América del SUr, en particular con Brasil y
Chile: búsqueda de integración y alianza estratégica autónoma para los globalistas; una alianza
estratégica conjunta de Argentina y Brasil con EEUU y sus aliados para los miembros de la
comunidad epistémica del menemismo.
Desde otra perspectiva similar, Russell señala las variables “continuidades” y “rupturas” afirmando
que el primer paradigma de la política exterior argentina fue el de la relación especial con Gran
Bretaña, que luego del fin de la SGM sería desplazado por otro, que denomina como globalista y
que tiene las siguientes características: a) no alineamiento con EEUU que nunca implicó
equidistancia entre los bloques; b) alto perfil en los foros internacionales para la paz, desarme y
distensión Este-Oeste; c) rechazo a organismos y regímenes internacionales que procuran congelar
la distribución del poder mundial; d) oposición a organismos supranacionales que coarten la
soberanía y autonomía argentina; e) impulso a la integración latinoamericana desde una perspectiva
gradualista; f) la ejecución de una estrategia de desarrollo orientada a la sustitución de
importaciones; g) diversificación de los socios comerciales externos sin barreras ideológicas. El
paradigma globalista exigió la puesta en práctica de una diplomacia más sofisticada que la requerida
por el paradigma de la relación especial con Gran Bretaña.
El nuevo paradigma globalista sería acosado por otros dos paradigmas alternativos: el de la relación
de preferencia con una gran potencia, EEUU, y por el paradigma secesionista que proponía desde
una vereda opuesta la militancia activa con las causas políticas y económicas del Tercer Mundo y
un mayor acercamiento a la URSS. Pero hasta la década de 1990 ninguno de ellos lograría
imponerse sobre el otro, aunque establecerían los límites al paradigma globalista. Como señaló José
Paradiso ni los gobiernos de facto proclives a la relación especial con EEUU, ni los gobiernos
constitucionales de vocación más autonómica llevaron al extremo sus declaradas visiones acerc de
las relaciones exteriores. Así, nunca se fue completamente alineado ni completamente secesionista.
Estos “consensos a medias” sólo sería abandonada con la llegada del nuevo neoliberalismo en la
década del 90.
El paradigma globalista se dieron algunas doctrinas que ejercían especial influencia sobre la política
exterior argentina entre ellas “La tercera posición” y “la doctrina de la autonomía heterodoxa”.

La doctrina de la “Tercera Posición”


La tercera posición no constituyó stricto sensu una política definida de confrontación con EEUU,
aún cuando fuera leída así por el establishment norteamericano. La doctrina era una concepción de
la sociedad y del sistema internacional. Rapoport y Spiguel y Paradiso señalan que Argentina aceptó
las reglas que imponía el conflicto bipolar y reconoció a EEUU como líder del mundo occidental
pero distinguiendo entre los intereses de la comunidad occidental. Señalan que esta política se
basaba en la búsqueda de aumentar el poder de regateo o la posibilidad de negociar con propósitos
nacionalistas aprovechando la ruptura Este-Oeste y balanceando el peso de las relaciones con
EEUU a través de los vínculos con las potencias no americanas.
Según Russell el esquema concebido por Perón se integró con cinco elementos básicos: la
pertenencia cultural de Argentina a Occidente; el alineamiento del país con EEUU en caso de un
conflicto bélico con la URSS; el no alineamiento con los intereses estratégicos, políticos y
económicos norteamericanos, globales y regionales, debido a diferencias auténticas de intereses y
de visiones entre los dos países; la definición de una agenda bilateral y regional con claras
jerarquías temáticas en la que los temas económicos ocupan el primer lugar; y finalmente la
oposición a la intervención norteamericana en los asuntos internos de los países de la región.

Aggiornamiento: La doctrina de la autonomía heterodoxa.


Fue la correcta interpretación de los cambios que se estaban operando en el sistema bipolar al
comenzar la década del 70 lo que llevó a Puig a formular una actualización de la “Tercera Posición”
como doctrina de política exterior argentina, partiendo de las tendencias hacia una mayor
multipolaridad global y de la dinámica de cambios regionales en el contexto latinoamericano. El
objetivo era reducir las ataduras a la esfera norteamericana y diversificar el sistema de relaciones
política y económicas externas aumentando el peso de Europa, América Latina, el bloque socialista
y los países afroasiáticos.

Ruptura dependiente: la “comunidad epistémica” del peronismo neoliberal.


El abandono del modelo desarrollista de Estado ocurrió en Argentina mucho antes de que el nuevo
paradigma de política exterior impulsara una alianza subordinada con los EEUU, corolario de la
implantación en el país de uno de los ejemplos más voraces de neoliberalismo, para el cual se
acuñara la expresión de “capitalismo salvaje”.
Este modelo de política exterior vino a complementar en términos de alianzas externas, lo que en el
ámbito interno se comenzaría a implantar respecto del modelo económico con la dictadura de 1976.
Durante la década de 1990 un grupo de académicos y diplomáticos se transformaría en la
comunidad epistémica del peronismo conservador, dando al gobierno de Menem el suporte
ideológico-conceptual y cognitivo que requería para sostener el modelo neoliberal para su “nueva”
inserción internacional. Su objetivo era imprimir la racionalidad derivada del neoliberalismo a la
nueva organización nacional y la nueva inserción internacional a fin de siglo. Según Cervo, tres
grupos de analistas argentinos de RRII tomaron posiciones: a) los revisionistas de derecha
conducidos por Carlos Escudé, Cisneros y De la Balze; b) una corriente revisionista de centro que
incluyó a Roberto Bouzas, Mónica Hirst y Roberto Russell; c) un grupo menos expresivo en
volumen pero no en profundidad de análisis, que sobrevivió a la conmoción intelectual del
fundamentalismo neoliberal, con los nombres de Mario Rapoport, Bernal-Meza, Aldo Ferrer, José
Paradiso, Víctor Sukup, entre otros. El aporte más significativo a los fines requeridos fue el de
Escudé, constituyendo su visión en base al revisionismo histórico para leer su pasado.
Este revisionismo se sostuvo en base a la idea de que en el pasado, durante la vigencia de modelo
asociativo con Gran Bretaña, la política exterior argentina mantuvo coherencia lo que le permitió al
país avanzar extraordinariamente en su desarrollo económico.
El realismo periférico.
La lectura histórica de las relaciones argentino-norteamericanas constituyó el núcleo central de las
fundamentaciones que señalara Escudé para prdoceder al cambio de paradigma de política exterior.
EL realismo periférico es un modelo que impulsa y sostiene la necesidad de abandonar lo que se
considera una tradición de políticas de aislamiento y confrontación con EEUU, que va en
contramano con el fin de la guerra fría. Sostiene la construcción de una relación especial, una
alianza de largo plazo con la potencia, que se asienta en la argumentación de ”la irrelevancia
argentina para los intereses vitales de la potencia hegemónica”.
Principios básicos:
- La política exterior de un país vulnerable, empobrecido y poco estratégico debe ser del más
bajo perfil posible, para evitar la confrontación, salvo en aquellos asuntos materiales
vinculados en forma directa con su bienestar y su base de poder; adaptando sus objetivos
políticos a los de esa potencia dominante.
- Esta política exterior debe formularse teniendo en cuenta la relación costo-beneficios
materiales y considerando los riesgos de costos eventuales.
- Ella requiere de una reformulación de la autonomía, en términos de capacidad y costos
relativos de la confrontación.
El realismo periférico es la política exterior de un Estado comercial. Felipe García Scrimizzi de la
Balze señaló en un texto complementario como objetivos de la política exterior: 1) reinsertar la
economía argentina en la economía mundial; 2) construir una relación “especial” con EEUU; 3)
profundizar la integración económica y la cooperación política con Brasil; 4) crear una zona de paz
en el Cono Sur de América; 5) desarrollar una política de prestigio internacional.

El debate entre la comunidad epistémica y miembros de la Asociación Argentina de Historia


de las RRII. Bernal-Meza
El revisionismo histórico caracterizaría a la comunidad espistémica y su “nueva política exterior
argentina” mediante tres ideas fuerza: 1) la Argentina por propia voluntad había abandonado el
Primer Mundo, lugar al que pertenecía por tradición y condiciones, por lo tanto el objetivo era ahora
reinsertar a la Argentina en el primer mundo. 2) la Argentina tenía una historia de confrontaciones
con Estados Unidos. 3) como resultado de esa confrontación los EEUU, aplicando una política en
contra de la Argentina sostenida en la memoria histórica apoyaron el desarrollo económico, militar
e industrial de Brasil debilitando a la Argentina.
La primera afirmación era absolutamente rebatida por los hechos históricos. La Argentina agro
exportadora solo tenía en su canasta exportadora productos primarios y estos eran intercambiados
por productos manufacturados. Cierto es que Argentina constituyó un caso excepcional de
crecimiento en A.L. Pero era natural que un gran exportador de alimentos pudiera conseguir tal
resultado. Desde el punto de vista de las RRII y la política exterior, autores como Rapoport
realizaron estudios con respecto a esta temática y expusieron una visión divergente a la de la
comunidad epistémica. Rapoport se enfrentaría a Carlos Escudé, el principal y más relevante de los
autores pertenecientes a esa comunidad, en un debate teórico que dio muestras de una excepcional
riqueza.
La segunda afirmación sería discutida en particular por Rapoport, Spiguel y Paradiso, quienes
abordaron el período de las dos primeras presidencias de Perón, fundamentando posiciones
claramente divergentes.
La tercera de las afirmaciones sería puesta en cuestión por las investigaciones llevadas a cabo por
Moñiz Bandeira, Cervo y Bueno, quienes concluyeron fundamentando el alejamiento de Brasil por
parte de EEUU en el fracaso y la desilusión producidos por los escasos beneficios obtenidos por el
Brasil durante el período donde este país había optado por el alineamiento o un acercamiento a los
EEUU.

Debate entre Mario Rapoport y Carlos Escudé


En este debate se pueden encontrar los fundamentos y críticas al modelo de inserción económica y
de política exterior seguidos por Argentina que caracterizaron los años que fueron entre 1989-2002,
cuyos efectos se extendieron a las relaciones de este país con EEUU, el Brasil y en general con los
restantes países sudamericanos. El origen de la polémica radica en torno a la historia de las RRII de
Argentina sobre el período 1940-1950. Rapoport planteaba allí el problema simultáneamente en el
plano político y en el económico, tomando como eje el choque de intereses y la diferencia de
enfoques entre GB y EEUU, en torno a la neutralidad argentina frente a la guerra. Abordaba la
temática desde los archivos diplomáticos, el tratamiento de las elites locales. En sus palabras, la
neutralidad argentina durante el conflicto aparece así analizada tratando de superar la imagen
maniqueísta que el tema había suscitado hasta entonces y esclarecer algunos aspectos claves de los
orígenes del peronismo que surge como movimiento político en aquella época.
La conclusión de Rapoport es que la Argentina transitaría un camino inverso a aquél que se
desarrollaba por la misma época en los demás países de A.L, donde EEUU reforzaba su influencia
económica y política, desplazando a GB. Pero en el caso argentino, la complementariedad de las
economías británica y argentina no había podido ser sustituida. Y la Argentina que se encontraba en
una encrucijada dentro de un sistema triangular, en el cual EEUU no se transforma en su mercado
para insertar exportaciones pero si en proveedor de bienes y capitales.
La política neutralista durante el peronismo expresaba la desconfianza de los sectores dirigentes
frente al sistema panamericano que pretendían imponer los EEUU.
Por otra parte, Escudé brindaría una explicación totalmente contraria a la tesis de Rapoport. Su
análisis se va a basar en la trama de las relaciones argentino-británicas y argentino-norteamericanas
durante la 2GM, de los aspectos económicos que no habían sido considerados, y por último, de lo
que el autor denomina “boicot económico contra la Argentina”. Su objetivo era encontrar una
explicación a la política seguida por EEUU en contra de la Argentina en la época de las presidencias
de Perón, las que fundamenta en cuatro razones principales: el “eine prestige-frage”, el
“imperialismo moral”, “el síndrome de irrelevancia de la racionalidad” y los “conflictos
burocráticos” en el seno del gobierno norteamericano.
Rapoport ponía de relevancia la escasa atención que Escudé le asignaba en su análisis a las
cuestiones económicas o materiales de la relación argentino-norteamericana. Le cuestiona el
paradigma de “política burocrática” que Escude utiliza para interpretar las acciones de política
norteamericana hacia la Argentina, ya que no tiene debidamente en cuenta la diferencia entre fuente
del poder y administración del poder. Escudé olvida considerar el conjunto de convicciones o metas
compartidas con amplitud en el gobierno norteamericano.
Mientras Escudé apuntaba a el confrontacionismo argentino con EEUU como punto central, el que
se fundaba en los contenidos educativos ideológicos, y que compitió con EEUU por razones de
prestigio cada vez que tuvo oportunidad. Por otra parte, Rapoport decía que el problema fue que la
modificación del patrón de relacionamiento bilateral argentino-británico, por otro triangular
argentino-británico-norteamericano, no se tradujo abiertamente en el plano político y económico,
mientras que la 2GM ponía de manifiesto el nuevo lugar que ocupaban los EEUU en Argentina y el
mundo.
Escudé señala que los argentinos fueron educados en contenidos ideológicos patrióticos, basados en
las percepciones de la clase dirigente liberal del siglo XIX, cuando la Argentina demostraba un
extraordinario crecimiento, como consecuencia del éxito del modelo agroexportador. Para él, esta
ideología se hizo hegemónica y se proyectó aún después del colapso político de esta clase dirigente.
La traducción a la política exterior de esa cultura se hizo en términos de arrogancia hacia los EEUU.
Escudé se basa en los conflictos diplomáticos entre Argentina y EEUU desde 1889 hasta la 2GM:
los efectos se dejarían sentir mediante desestabilización política y boicot económico. En conclusión,
el boicot económico aplicado por EEUU en la Argentina entre 1942-1949 era el resultado del
pasado de confrontaciones políticas bilaterales que se remontaban a 50 años previos de la política
exterior seguida por la Argentina, cuyos hitos mas importantes serían la oposición a las propuestas
panamericanas norteamericanas, la neutralidad durante las dos guerras y el desafío con iniciativas
autónomas frente a lo esperado por EEUU.
Por su parte, Rapoport sostenía el patrón de relacionamiento que había hecho privilegiar las
relaciones con GB. El análisis consistía en el relacionamiento derivado del modelo agro exportador.
Después de la 1GM la Argentina buscaría modificar este esquema bilateral por aquel otro triangular.
Sin embargo, este cambio no se tradujo abiertamente en un nuevo modelo de relacionamiento.
EEUU pasaba a ocupar el lugar hegemónico que antes ocupaba GB, las tensiones políticas,
económicas y sociales internas de la Argentina trabarían el proceso de modificación respecto de las
nuevas esferas de influencia y el país no encontraba en la nueva potencia hegemónica la
complementariedad económica que necesitaba para superar la crisis del modelo agro-exportador.

Aportes de Lanús y Paradiso


Lanús, en su obra “De Chapultepec a Beagle. Política exterior argentina 1945-1980”, aportaría una
renovada visión de la P.E argentina, abordando la disolución del triángulo GB-Arg-EEUU, cuando
estos últimos ya se han transformado en la nueva potencia hegemónica y la Argentina debe hacer
frente a las políticas panamericanistas. Lanús, en coincidencia con Puig, demuestra la ausencia de
una P.E coherente y sostiene que la P.E no es una variable independiente, sino que está atada a los
avatares político-institucionales internos.
Por su parte, Paradiso, aportaría nuevos elementos de análisis para comprender la evolución,
constantes, cambios y contradicciones de la P.E moderna y contemporánea. El autor revisaba
críticamente el supuesto que afirmaba que una de las constantes de la P.E había sido el relativo
aislamiento respecto de A.L. Sostiene como hipótesis central la existencia de una relación estrecha
entre la profunda dimensión del debate que sobre la P.E se da en el seno de la sociedad y los grupos
nacionales de poder, con el surgimiento de un determinado modelo de desarrollo. Ubicado en esta
perspectiva que comparte con Bernal-Meza (que la P.E debe ser puesta para su análisis contra el
telón de fondo de las estrategias nacionales de desarrollo), Paradiso argumentaba cómo en
determinados momentos de la historia política argentina las discusiones sobre la inserción
internacional y el debate respecto de su política exterior habían adquirido singular intensidad. En
cada una de esas instancias, la reflexión sobre la ubicación del país en el contexto internacional se
hacía en medio de una generalizada percepción del agotamiento del modelo de crecimiento vigente
y de una sensible transformación del escenario internacional. En cada una de ellas confrontan dos
tesis: la de quienes suponen que la opción mas ventajosa para el país consiste en ubicarse
disciplinadamente bajo la rectoría de una gran potencia hegemónica (Gran Bretaña primero, EEUU
después) y de los que valorizan la capacidad de establecer metas propias y actuar conforme a los
propios criterios. Y luego de tomar posición absolutamente contraria a aquellos que propugnaban
una alineación, rechazando a los miembros de la comunidad espistémica, Paradiso concluía que ni
la estructura del sistema internacional ni la experiencia histórica argentina le daban sustento a las
tesis del alineamiento automático o el bajo perfil.
Paradiso vincula los tres modelos de inserción internacional ensayados por el país con las
respectivas demandas y visiones que se le imponen a su P.E. El autor describe cómo, frente a cada
período de declinación y crisis del modelo de inserción, aparecen los ejes de discusión en torno a
la línea que debe seguir la política exterior, lo que le permite explicar y comprender el
aislacionismo respecto de A.L y el acercamiento a Europa durante la vigencia del modelo agro
exportador, el segundo debate sobre las “relaciones especiales” (Gran Bretaña versus EEUU), a
partir del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, los principales ejes de debate, en
torno a las opciones del paradigma de política exterior independiente. En este, las alternativas del
desarrollo económico, las tensiones derivadas del sistema político nacional, la situación
internacional y el problema de las identificaciones ideológicas de la GF, buscan ser resueltas a
través de proyectos y políticas conservadoras o proyectos de desarrollo y cambio social.
Según Paradiso, cada una de estas alternativas implicaría la formulación de una P.E. en la cual, de
una parte se sitúan los principios de una P.E independiente (defensa del principio de no intervención
e igualdad jurídica de los Estados, preocupación por la paz, el armamentismo) y por otra, aquellos
que caracterizarían las versiones conservadoras (adhesión al occidentalismo en la guerra fría,
alineamiento e identificación con las políticas globales y hemisféricas de Washington, activa
participación e identificación el liderazgo anticomunista norteamericano).
La conclusión, sin embargo -y hasta la llegada de Menem, del cual el autor se muestra
particularmente crítico- es que ambos sectores se verían forzados a moderar y matizar sus
respectivas vocaciones “independentistas” y “alineados”. Estos matices serían consecuencia de
factores internos ligados a la singularidad del proceso político, que, según Paradiso, pareció haberse
impuesto a los actores por sobre las ideologías y patrones culturales. De allí se derivarían las
rupturas y continuidades que se advertirían en la política exterior hasta iniciarse la década de los 90.
El paso posterior enfrentaría nuevamente a la dirigencia gubernamental argentina con el papel que
aspirarían hacer jugar al país en el ordenamiento de las relaciones internacionales y de la política
internacional cuando se acabara la era de la GF. Esa singular versión de la P.E resignaría sistemática
y voluntariamente todo indicio de autonomismo. Los actos y las palabras se pusieron en línea con
un propósito casi excluyente: lograr el beneplácito de las autoridades norteamericanas,
sobrepasando sus expectativas. Simplemente se trataba de decir todo lo que en el Norte querían
escuchar y hacer todo aquello que desearan que hiciese.

Reacción y paradigmas alternativos: neo-idealismo


Roberto Rusell formuló la alternativa del neo-idealismo periférico, con una visión sostenida en la
historicidad de los asuntos internacionales de los países y con una propuesta que rechaza la a-
historicidad presente en la formulación de Escudé. El neo-idealismo periférico supone la
factibilidad de elaborar un esquema racional básico que sirva para orientar la P.E argentina en
función de circunstancias específicas de tiempo y lugar. Esta formulación le asigna una enorme
importancia al tipo de régimen político. Hace de la democracia una condición necesaria de paz
subregional y de la definición del interés nacional en términos de desarrollo económico y de
principios. Este neo idealismo rechaza la adopción de un alto perfil en temas en los que el país
carece de autoridad moral y destaca los principios en las RRII. Esta teoría tiene en cuenta varios
aspectos: en el orden mundial emergente el cálculo de costos y beneficios adquiere nuevas
dimensiones y se hace mas complicado; hay diferencias de intereses tanto en países periféricos
como en los centrales; se deben eludir las confrontaciones con EEUU salvo en aquellas que afecten
directamente cuestiones de desarrollo o que lesionen el interés nacional.

Fundamentos de la crítica al pensamiento de la comunidad epistémica


En el caso argentino el proyecto neoliberal se consolidó con el menemismo, siendo el realismo
períferico su instrumento ideológico práctico de P.E.
Los ejemplos aquí analizados de doctrinas y paradigmas constituyeron diseños y análisis en tiempos
de democracia. La “tercera posición”, “autonomía heterodoxa”, “realismo periférico”, lo hicieron en
períodos de gobiernos constitucionales. Este hecho de la realidad, señala la inexistencia de vínculos
entre el régimen político y política exterior para la comprensión de cambios tan radicales y
contrapuestos en sus fundamentos y praxis.

Pensamiento contestatario al paradigma dominante de los años 90


Durante la hegemonía del pensamiento de la comunidad epistémica hubo un pensamiento
contestatario. Sus miembros mas conocidos fueron Atilio Borón, Mario Rapoport, Aldo Ferrer y
Bernal-Meza.

Aportes de la Asociación Argentina de Historia de las RRII


Como una preocupación que se inició teniendo como objetivo sistematizar la reflexión sobre los
estudios de HRRII en Argentina, un grupo de académicos de distintas universidades, entre las que
se destacaban la UBA, la de Córdoba, LA UNICEN, la UCA rosario, la nacional de Rosario, y otras;
impulsaron la creación de la Asociación Argentina de Historia de las RRII, que rápidamente
extendería su influencia movilizadora hacia otros países de la región.

La Argentina del segundo Centenario (1910-2010). Roberto Russell.


La década del 2000: nuevas rupturas que abonan la tesis de la discontinuidad.
El fracaso del gobierno de Fernando de la Rúa desató un amplio debate en la Argentina sobre las
virtudes y deméritos de las políticas llevadas a cabo en los noventa, tanto en el plano doméstico
como internacional. Quienes aún defendían la política exterior de Menem consideraban que el
plegamiento a Washington debía mantenerse ante la gravedad y la extrema vulnerabilidad externa
del país. La mano de los EEUU era vista como imprescindible para obtener la ayuda y la
comprensión de un mundo percibido como hostil, en particular después de la declaración en tono
festivo del default por parte del Congreso argentino en los días más desconcertantes de la crisis.
Otros promovían una acción internacional más centrada en América Latina - especialmente el
fortalecimiento de la alianza con Brasil - y favorecían un acercamiento selectivo a Washington
alejado de toda clase de seguidismos. El gobierno de transición de Eduardo Duhalde navegó con
muchas dificultades entre estas dos alternativas, aunque las circunstancias lo inclinaron
progresivamente a seguir la segunda de ellas.
Néstor Kirchner se encargó personalmente de las relaciones exteriores fundamentalmente con
EEUU y Brasil y le delegó a De Vido las relaciones con Venezuela y Bolivia. Durante los primeros
dos años no criticó directamente a EEUU sino más bien al FMI diciendo que por culpa de las
políticas de este organismo la Argentina había entrado en crisis.
Luego de la victoria del oficialismo en las elecciones legislativas de octubre de 2005, muchos
supusieron dentro y fuera de la Argentina que se daba una condición de posibilidad para la puesta
en práctica de una política exterior más hilvanada, orientada al largo plazo, abierta al diálogo y
menos condicionada a la política interna. La recuperación económica alentaba expectativas en esa
misma dirección. Por el contrario, el Presidente interpretó su triunfo como una carta blanca para
ahondar su forma de entender y ejercer el poder y proseguir la senda que le había dejado tan buenos
frutos en tan poco tiempo.
Hacia fines del mandato de Néstor Kirchner la Argentina se encontraba ausente en la agenda de los
principales países del mundo y con peso e influencia disminuidos en su región.
Con Cristina todo siguió bastante parecido. A pesar de muchas dificultades en la relación con Brasil,
casi nadie discute en la Argentina del 2010 que Brasil tiene un lugar fundamental en las relaciones
exteriores del país; que eso guste o no es otra cosa y solo hasta aquí llega el consenso: no hay
acuerdo sobre los intereses políticos, económicos y estratégicos que deben constituir esa relación y
tampoco sobre la mejor forma de realizarlos.
Los quiebres, marchas y contramarchas, de la política exterior desde los años setenta hasta 2010 han
alimentado la teoría de la discontinuidad, que resulta atractiva por su simpleza y porque encierra
elementos de verdad. Considerando que hubo cambios y rupturas en todos los países vecinos - al
igual que en Argentina - pero no tan profundas, señala tres motivos de por qué esta teoría tiene más
relevancia en Argentina que en los países vecinos: 1) las oscilaciones argentinas fueron mayores y
más teatrales; 2) la Argentina llega a 2010 con un orden de alianzas externas que la mayoría de la
sociedad considera equivocado; 3) el país experimentó dos grandes cambios en la orientación de la
política exterior en los últimos 20 años mientras que Brasil, Chile y Uruguay desarrollaban
estrategias internacionales persistentes y exitosas.

El síndrome de la desmesura.
Pocas naciones de Occidente sufrieron hiperinflación o crisis económicas como las de la Argentina
o un terrorismo de Estado tan sostenido, cruento y siniestro. Las desmesuras en política exterior
fueron de variado tamaño, Malvinas el caso más desgraciado.
Este tipo de desmesuras continuaron en la última década, desde la ovación de pie por parte del
Congreso a la declaración de default al no al ALCA en 2005.
No es sencillo encontrar una explicación a esta constancia en la desmesura que atravesó la clase
política sin distinción de banderas y que encontró a una población dispuesta a apoyarla en sus
extravagancias y singulares aventuras. La desmesura tiene que ver con la cultura política de los
argentinos; esto se atribuye también a la posesión de poder, el poder intoxica.

La propensión al aislamiento.
La Argentina también ha sido representada en varios momentos del segundo centenario como un
país aislado del mundo, sea por decisión o acción propias o por la conducta de otros.
Argentina nunca hizo a diferencia de EEUU del aislacionismo una doctrina de política exterior. Sin
embargo expresó a lo largo del siglo dos formas de aislacionismo de contenido diverso: una política
y otra económica. La primera se ajustó más correctamente a lo que se entiende como aislacionismo
en materia de relaciones internacionales, una conducta exterior de implicación política, que no
significa falta de interés por el desarrollo de vínculos de otra naturaleza con el mundo.
Durante el primer ciclo largo de política exterior (modelo agroexportador) argentina evitó alianzas y
compromisos políticos que pudieran afectar sus vínculos económicos con el mundo, en particular
con Europa. Un aislacionismo que no debía ser como el “aislacionismo bárbaro paraguayo” sino
como una posición de independencia. Esto funcionó bien mientras el mundo estuvo en paz.
También en la 1GM con la neutralidad. Quedamos afuera de la Sociedad de las Naciones Unidas.
La oposición al panamericanismo que promovía EEUU durante estos años fue la pata hemisférica
del aislacionismo político argentino del primer ciclo. Se trataba de oponerse a esquemas de
solidaridad continental que comprometieran el margen de acción internacional del país y de
defender a ultranza los principios de no intervención y autodeterminación. Esto siguió creciendo
hasta llegar a su punto más alto con la SGM.
A pesar de haber roto relaciones con Alemania y Japón el país quedó aislado diplomáticamente del
mundo, Washington y Moscú querían un compromiso claro con la causa aliada. La negativa de
Farrell hizo que Argentina quede excluída de la Conferencia Interamericana sobre la Paz que se
reunió en Chapultepec en México. Casi se queda afuera de la Conferencia de San Francisco cuando
se creó la ONU.
La crisis del treinta posibilitó el surgimiento del segundo tipo de aislacionismo del siglo - el
económico - ya no liberal como el del primer ciclo. La Argentina perdió mercado en parte debido al
proteccionismo de Europa y EEUU pero a la vez procuró protegerse con barreras al comercio y el
desarrollo de la industria sustitutiva (una forma de aislarse).
El escenario de la GF y de las interdependencias crecientes tornaba obsoleta la fórmula ideada por
quienes gobernaron antes la Argentina. La política exterior “independiente” de naturaleza defensiva
de la posguerra lo acercó al Tercer Mundo y lo separó muchas veces de EEUU. La Argentina no fue
aislacionista en lo político ni fue aislada del exterior por sus conductas y jugó, en definitiva, lo que
era el juego de la hora en América Latina.
CICLOS: Argentina fue aislacionista en lo político y abierta en lo económico durante el primer
ciclo; fue en parte aislada por el proteccionismo que sobrevino a la crisis de 1930; fue parcialmente
aislacionista en lo económico desde la década de 1930 y hasta los años sesenta, y activa
internacionalmente aunque defensiva, desde la mitad de los cuarenta hasta el proceso. Solo fue
aislada políticamente y castigada económicamente en la primera mitad de la década de 1940 por la
neutralidad en la SGM.
La segunda situación de aislacionismo político de la Argentina, que no fue tan grave como la que
experimentó durante la SGM y no tuvo impactos significativos en lo económico, fue durante la
Dictadura. El proceso nunca tuvo vocación aislacionista. Su activismo le generó algunos socios -
pocos y despreciables - y le cerró las puertas políticas, las de EEUU con Cartes y la de los países
europeos. Con Reagan pudo haber convivido pero Malvinas lo impidió. Aunque Martínez de Hoz
era bien recibido en el mundo. Por sus diferencias con Chile y Brasil (geopolíticas) y México y
Venezuela (antidictaduras) tuvo relaciones difíciles con sus vecinos.
El mensaje de reinserción internacional de Alfonsín cobró sentido. También la de cambiar la imagen
internacional afectada por Malvinas. Alfonsín y Menem no quisieron ser aislacionistas. Los dos
comprometieron al país en acuerdo y regímenes internacionales cediendo voluntariamente espacios
de soberanía.
¿Hasta donde cabe hablar de aislacionismo de los Kirchner, de una política de no intervención en
los asuntos internacionales? Se trata de una situación extraña que combina abandono, desinterés e
irritación del lado del mundo, con ensimismamiento, torpezas e improvisaciones, inestabilidad de
las políticas públicas por el lado de argentina. Las únicas relaciones bilaterales que se mantuvieron
fluídas fueron con Venezuela. Antes que de un tipo de aislamiento se trataría de alejamiento
progresivo del país del radar y los intereses de los otros y fuerte ensimismamiento. La política
interna se sobrepuso a la política exterior. Resultado pérdida de gravitación internacional de
Argentina.

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