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Van Klaveren.
En el campo de política exterior comparada una perspectiva teórica es descrita como una
orientación general que postula la “importancia de un conjunto de especificado e interrelacionado
de variables para explicar comportamientos de política exterior y que provee una lógica explicativa
que relaciona este conjunto de variables con los comportamientos de política exterior”. Destaca el
carácter incipiente de la construcción de la teoría.
Un marco para el análisis de la política exterior latinoamericana. El objetivo de todo marco
conceptual es identificar las variables más importantes para el análisis y sugerir posibles
modalidades de vinculación entre esas variables. La clasificación más conocida es la que diferencia
factores internos y externos. En la década de los 70 se partía de los factores externos. En los 80 se
viró hacia lo interno. Ambas categorías se complementan. El medio externo comprende al sistema
global compuesto por el resto de los actores (estatales y no estatales). El medio interno es distinto al
externo porque en el interno hay autoridad. Tres características del medio interno: régimen político;
políticas económicas y estrategia de desarrollo; factores históricos, culturales y sociales. Los actores
no estatales están aumentando su presencia.
Perspectivas sobre las fuentes externas de política exterior.
- Sistema internacional. Factores sistémicos. América Latina es muy sensible a su
medio externo.
- Enfoque de la dependencia.
- Enfoques que plantean a América Latina como un subsistema dentro de un sistema.
- Política de Poder. Equilibrio de poder.
Perspectivas sobre las fuentes domésticas de política exterior.
- Sistema político. Formas de organización política.
- Estrategia de desarrollo.
- Factores históricos y culturales. Prismas actitudinales de las élites que dirigen la
política externa.
- Actores y toma de decisiones.
- Recursos. Capacidades tradicionales de los enfoques de política de poder.
Puig. Introducción.
El estudio comparado de la Política Exterior no cuenta con teorías generales y de alcance medio. No
llega a satisfacer el objetivo básico de toda ciencia: un cuerpo organizado teóricamente que se base
en investigación empírica acumulativa.
2 visiones de la comunidad internacional. Una plantea que los Estados son los actores principales y
gravitan en la medida en que poseen poder. La otra surge del Derecho de la comunidad
internacional y supone que el contexto externo está formado por interrelaciones entre Estados que
están reguladas por determinados principios que establecerían la regla del Derecho en las RRII.
Ninguna es correcta.
Las realidades actuales.
La única forma de arribar a soluciones autonomizantes es abandonando los marcos teóricos que de
alguna manera han sido establecidos en base a realidades que no son las nuestras. Por ejemplo Helio
Jaguaribe ha planteado las posibilidades de autonomización para determinados Estados periféricos
que fluyen de lo que él llama la permisividad del Sistema Internacional. Autonomizar implica
ampliar el margen de decisión propia y, normalmente, implica por tanto recortar el margen que
disfruta algún otro. El logro de una mayor autonomía supone un juego estratégico previo de suma
cero, en el cual alguien gana lo que el otro pierde.
Desde este punto de vista, desmantelar la concepción tradicional beneficia en primer lugar porque
proporciona a los pequeños países y medianos que recorren caminos autonomistas el marco preciso
y cabalmente comprendido en el cual tendrían lugar sus maniobras; en segundo lugar permite
reflexionar a los teóricos de las RRII de los países desarrollados acerca de las dimensiones reales de
los fenómenos que estudian a partir de una perspectiva distorsionada.
Una teoría globalista.
En primer lugar señala la importancia de que puedan existir o definirse repartidores supremos
(élites) y criterios supremos sin necesidad de que se forman a través de una constitución o ley
internacional. Por otra parte adoptar el reparto como elemento básico de la realidad internacional
facilita la comprensión del fenómeno en virtud del cual repartidores supremos o intermedios
nacionales pueden al mismo tiempo desempeñar el papel de repartidores supremos o intermedios
internacionales.
Hablar de un régimen político equivale a suponer la existencia de un orden de repartos, lo cual, a su
vez implica su constitución en base a criterios supremos de repartos. Tales criterios pueden
detectarse en el régimen actual de la comunidad internacional:
- Posesión de un potencial de destrucción masiva como regla dinámica formal.
- Impermeabilidad intra-bloque. Cada una de las potencias comanda un bloque y los
bloques son impermeables. No están sometidos a posibilidad de injerencias externas.
- Autonomización intra-bloque. Es posible la autonomización progresiva y la ruptura
estratégica. Pero sólo se cuenta con las propias fuerzas. Es posible determinar el margen
potencial de decisión autónoma de que dispone un Estado aunque sea parte de un bloque.
Los supremos repartidores nacionales (élites nacionales) deberán ajustarse en sus decisiones
a este espacio; en tal caso su margen actual de decisión autónoma coincidiría con el
potencial. Depende de la existencia de élites autonomistas. Existen diversas etapas en el
transcurso de la dependencia a la autonomía:
- Dependencia para-colonial. El Estado posee un gobierno soberano y no es colonia,
pero quienes detentan el poder efectivo de la sociedad nacional son un apéndice del aparato
gubernativo de otro Estado.
- Dependencia nacional. Los grupos que detentan el poder real racionalizan la
dependencia y se fijan fines propios que pueden llegar a conformar un proyecto nacional. Se
acepta la dependencia pero sometida a la aspiración de sacar el máximo provecho de ella.
- Autonomía heterodoxa. Los supremos repartidores forman parte de un bloque y
siguen aceptando la conducción estratégica de la potencia dominante pero discrepan
abiertamente en a) modelo de desarrollo interno b) vinculación internacional que no sean
globalmente estratégicas c) en el deslinde entre interés nacional de la potencia dominante y
el interés estratégico del bloque.
- Autonomía secesionista. Es el desafío global. El país periférico corta el cordón
umbilical, sus élites deciden sin tener en cuenta los intereses estratégicos de la potencia
dominante.
- Permeabilidad extra-bloques. Los Estados que no pertenecen a los bloques pueden
ser disputados.
- Prohibición del uso de la fuerza para pequeños países.
Pardo y Tokatlian.
Política internacional, paz interna e interés nacional.
Relación entre política interna y política internacional. La creciente interdependencia ha ido
borrando la barrera entre lo doméstico y lo externo. Dos modificaciones en el escenario mundial
que afectan a los Estados: 1) El Estado aparece como “sobrecargado” con funciones de
mantenimiento y consolidación de la paz, la seguridad, el desarrollo y bienestar internos; 2) el
Estado ha ido perdiendo autonomía en el control de la compleja red de factores y agentes que
pueden influir en el logro de objetivos vinculados a las funciones mencionadas.
“La paz y la seguridad internas de una formación social, frente a la atomización de los individuos
sociales y su aglomeración en clases, sectores y grupos sociales divergentes y contradictorios, pasan
por el Estado y se resuelven en el mismo". También corresponde al Estado la formulación de la
política exterior y eso no puede estar aislado de la preservación de la paz interna y de la
consolidación democrática. La ligación entre lo externo y lo interno es de tal magnitud que no es
posible operar a un solo nivel para el logro de dichos objetivos.
Respecto a la crisis centroamericana plantea un principio general “a mayor ideologización de las
RRII de un Estado que quiere reconstruir la paz interna, mayor es la pérdida de maniobra y dominio
frente a factores y agentes externos y más creciente la posibilidad de internacionalizar los
antagonismos domésticos. Cuanto mayor es el grado de uso de la fuerza para lograr la estabilidad
interna menor es el grado de percepción de seguridad y mayor la necesidad de recurrir a actores
externos.
Es necesario tener una posición realista con una buena cuota de prudencia y moderación.
Ideologizar los criterios de acción internacional lleva a una mayor polarización y esto no asegura
mayor distensión ni mejor protección de los intereses de las mayorías nacionales. Por el contrario se
asume en el campo doméstico una disputa externa entre grandes potencias y se exacerban las
tensiones locales. Lo deseable es por lo tanto asegurar el máximo control sobre las dimensiones
interna y externa.
Reconocer la influencia de factores externos en el desarrollo de procesos de alta inestabilidad
internos no significa ideologizar los conflictos a través de una mayor internacionalización. Si un
Estado escoge como estrategia nacionalizar la búsqueda de la paz resulta clave la necesidad de
fortalecer el frente internacional atenuando las tensiones externas.
La capacidad de negociación frente al sistema internacional decrece si se tienen grandes tensiones
internas.
Lasagna. Determinantes.
Pretende destacar la relevancia de factores internos en la formulación de la política exterior.
Las perspectivas realistas señalan que los factores internos no son válidos, centrándose en los
factores sistémicos. Estado actor racional y unitario para los realistas. Las perspectivas que parten
de lo externo sólo pueden explicar factores generales de la política exterior. Pero no ayudan a
responder por qué dos Estados de un mismo nivel en el contexto mundial responden de manera
diferente a los mismos estímulos.
Definiendo conceptos.
¿Qué es la política exterior? La política exterior es aquel área de actividad gubernamental que es
concebida como las relaciones entre el Estado y otros actores, particularmente otros Estados en el
sistema internacional. Suele ser planteada como una política de Estado más que de gobierno. La
política exterior es un proceso contínuo de decisión. El análisis de la política exterior se ocuparía de
identificar las categorías que intervienen en la formulación de la misma y explicar a través de ellas
el comportamiento externo de un Estado.
Los patrones de cambio de la política exterior. La política exterior es un proceso cíclico. A un
período de estabilidad le sigue otro de cambio. Entiende los cambios en política exterior como un
“continuum” en el cual un extremos representa los cambios macros y otro extremo los cambios
micros. En este “continuum” se identifican tres niveles de cambio en la política exterior: la
reestructuración de la política exterior que tiene lugar muy rápidamente; la reforma de la política
exterior que es un proceso normalmente lento, incremental y referido a aspectos parciales aunque
importante en los patrones del a política exterior; y el ajuste, finalmente, que es el nivel de cambio
menos intenso y que tiene ocurrencia cotidiana.
¿Qué es el régimen político? El régimen político es un centro neurálgico en la toma de decisiones
gubernamentales, y es precisamente una realidad política concluyente en el proceso de formación
política exterior. Se tiende a definir régimen como las instituciones permanentes dentro del Estado y
del gobierno y al grupo de personas que ocupan los cargos más importantes, lo que generalmente
lleva a asociar régimen con personas. Importancia de la existencia de un núcleo central, llamado el
liderazgo político, donde reside la facultad de tomar decisiones de naturaleza autoritaria.
¿Qué es el cambio de régimen? Pueden producirse cambios de régimen sin que cambie el Estado.
Un régimen puede considerarse cambiado cuando hay un cambio relevante en su orientación
general y sus patrones de autoridad política han sido alterados. Tres tipos de cambio de régimen:
entre los cambios suaves de régimen se encuentran los de carácter formal, que implican un cambio
en el liderazgo central, en la facción o partido que gobierna, sin que ello suponga una alteración
importante de las estructuras políticas y de las reglas del juego; es un tipo de cambio dentro del
régimen. El segundo nivel se refiere a los cambios que se producen por medio de cambios
profundos pero graduales, cuando hay reemplazo del grupo gobernante por otro de orientación
distinta, lo que supone un cambio de las estructuras del régimen. Finalmente los cambios que tienen
un carácter radical o revolucionario, cuando se produce una ruptura total con el régimen saliente.
¿Conduce el cambio de régimen a un cambio de política exterior determinado?
No se puede establecer una relación directa. Pero mientras más profundo es el cambio de régimen
más se acentúa la relación régimen-política exterior.
Como parte de América Latina, este país fue actor clave de diversas agendas políticas, tanto dentro
de la región como en las relaciones de ésta con Estados Unidos. El acercamiento político a la
potencia mundial, proceso que siguió a la incorporación de México al Tratado de Libre Comercio de
América del Norte y a la renovación política luego del triunfo electoral de Vicente Fox en 2006, dio
paso a un alejamiento gradual con respecto de América del Sur. A juicio de este autor, la pérdida de
perfil de “potencia media” que caracterizó por décadas su política exterior e internacional
contribuyó de manera significativa, incluso mas que el TLCAN, a la posición actual del país: mas
lejos de América del Sur y de las agendas del Tercer Mundo y mas cerca de la visión
norteamericana de la política internacional.
Como el autor ha sostenido en varias de sus obras, los países a través de sus clases dirigentes y
grupos de poder fundamentan y sostienen sus políticas exteriores y sus respectivos modelos de
inserción internacional dentro de paradigmas, que son la expresión de una determinada visión del
mundo y planifican lo que es posible hacer.
Este trabajo de investigación busca comprender las claves que llevaron a México a transitar desde la
búsqueda de la mayor autonomía en política exterior -identificada en el paradigma de “potencia
media” entre 1970 y comienzos de los 80, a la posición de “asociado” con una política exterior muy
cercana a los intereses políticos norteamericanos de su agenda regional hemisferica, caracterizada
por el bajo perfil independiente y un alto perfil en los temas internacionales que interesan a la
potencia en relación con determinados países, tal Cuba y Venezuela. Esta política, iniciada y
desarrollada con creciente profundidad durante los años 90 se proyecta en la primera década del
siglo XXI.
El período a analizar corresponde a la gestión de los gobiernos del Partido Revolucionario
Institucional (1970-2000), que dominó por mas de setenta años la política mexicana, y del gobierno
del derechista Partido de Acción Nacional (PAN), a partir de la crisis de legitimidad que afectó al
sistema político durante las últimas dos administraciones del PRI.
La naturaleza particular del sistema político mexicano ha sido factor importante en la formulación y
praxis de la política exterior e, históricamente, ha existido entre ambas políticas estatales un vínculo
a menudo cuestionado y objeto de controversias. A falta de un Estado democrático, el sistema
revolucionario institucionalizado recurrió muchas veces al activismo y la autonomía externa en
política exterior como mecanismo de legitimación interna. Buena parte del consenso interno se
construyó sobre la base de gobiernos que prometían asegurar el crecimiento económico y el
mejoramiento del bienestar de la población.
A partir de la crisis de deuda externa de 1982, la economía mexicana se caracterizaría por profundas
transformaciones económicas. El meollo del asunto pasaría a ser el perfil del relacionamiento
político y económico con Estados Unidos. Paradójicamente, las reformas económicas impulsadas
por el PRI durante los años 80 y 90, promovidas como mecanismo para recuperar apoyos internos
perdidos, terminaría por socavar su propio poder de control político. Esta lógica coincidiría con la
implementación de un modelo económico neoliberal, cuyas reformas implícitas aumentarían el
grado de dependencia de México con los Estados Unidos y se transformaría en un fuerte
condicionante para la política exterior con trazos de autonomía que habían caracterizado al México
precedente. Aquel período, de un relativo esplendor de la política internacional mexicana, mas allá
de su activismo multilateral, se caracterizaría por la vinculación que se haría de ella con el tipo ideal
según el modelo de política de las llamadas “potencias medias”.
Importantes causas deben encontrarse en la evolución de su economía y sociedad internas y en los
lazos que fueron acercando cada vez mas a México a los Estados Unidos y alejándolo más y más
del resto de América Latina, en particular de Sudamérica. Con todo, México profundizaría estos
años sus vínculos con otros países latinoamericanos que mantendrían políticas económicas similares
en cuanto a apertura y desregulación y, coincidentemente, relaciones políticas preferenciales con
Estados Unidos; tal los casos de Chile y Colombia.
Con el ingreso al TLCAN en 1994, México ingresó completamente a la esfera de poder
norteamericano y aceleró su proceso de escisión del subsistema latinoamericano. La autonomía de
la política exterior quedaría restringida a los márgenes de maniobra que le permitirían sus relaciones
con Estados Unidos.
Conceptos y categorías sobre potencias medias:
Fueron los ajustes dentro del paradigma realista los que abrieron paso a la incorporación de nuevos
conceptos como el de “potencia media” para introducir elementos distintos en el ordenamiento
jerárquico interestatal, que reflejaban las “nuevas realidades” del poder mundial y que podían
resultar funcionales para el management internacional, en condiciones de una hegemonía en
declinación. Como categoría aludía a la posesión de ciertos atributos de poder, por parte de algunos
estados naciones que les permitían jugar ciertos roles, vinculados esencialmente con su posición
intermedia. Se alude al término “potencias regionales” como una descripción prácticamente similar
del concepto “potencia media”. Según Pérez Llana, una potencia intermedia es la que juega un
papel regional, y cuyas aspiraciones no van mas allá de los límites geográficos de su propio
subsistema regional. Para Guadalupe González, un ejemplo de potencia media regional hacia fines
de los años 70 era su propio país, México. Las razones se concentraban en la posesión, magnitud e
importancia estratégica de su riqueza petrolera, su activismo internacional (por impulso de
iniciativas), su papel en el diálogo norte-sur, el alto prestigio e influencia a nivel de la política
internacional,etc.
Relaciones asimétricas:
La segunda sugerencia para entender ese devenir es recordar el carácter asimétrico de las
relaciones entre México y EEUU. Las relaciones entre México y EEUU no solo se refieren
solamente al vínculo comercial entre dos economías extremadamente desiguales. También cabe
tener presente que la atención y sensibilidad de México respecto de Estados Unidos son
ostensiblemente superiores al interés estadounidense por México.
Política Exterior.
La última sugerencia es observar su política exterior. EEUU es el actor internacional y hegemónico
más importante para México. Sin embargo, lo que marca la diferencia entre México y el resto de
los países de la región es la esencia y profundidad de esa relación. En este sentido, el NAFTA no
implicó premiar a las autoridades mexicanas por mantener políticas macroeconómicas ordenadas.
Tampoco debe considerarse como un acto de filantropía política de la Casa Blanca, sino ante todo
aceptar que parte de los problemas que aquejan a Estados Unidos –migración y narcotráfico, por
ejemplo– se solucionan a través de la cooperación. Para Washington, México constituye un factor
de política interna, puesto que incide en una amplia gama temática, con fuertes implicancias
domésticas. El comercio entre México y EEUU representa el 80% del comercio global para
México, y si bien ahora está intentando reducir esa dependencia mediante vínculos comerciales
con Japón y la UE difícilmente logrará revertir eso. Por otra parte, la relación con América Latina
es un componente indispensable para mantener la identidad política de México, para desarrollar
sus intereses propios –especialmente en Centroamérica– y para contribuir al fortalecimiento de la
identidad cultural. El canciller de México señaló que los intereses medulares de su país son la
seguridad nacional y la integridad territorial; asegurar la soberanía de las decisiones y los
derechos de los mexicanos en el extranjero; promover un sistema internacional estable y
cooperativo sobre la base de nuevas normas y reglas de observancia universal; el
aprovechamiento de los recursos naturales de México; e impulsar un desarrollo nacional integral,
sostenido y sustentable. Para lograrlo, propuso un renovado activismo en los foros multilaterales;
la consolidación de México como puente hacia otras regiones, especialmente Europa, América
Latina y la APEC; y el desarrollo de una relación estratégica con América del Norte.
SALTALAMACCHIA
Velázquez.
Introducción.
El ensayo parte de dos premisas fundamentales. La primera es que la Política Exterior de México
siempre se ha basado en tres pilares:
- El funcionamiento del sistema político; es decir, el juego de las principales fuerzas
políticas internas que determina en gran medida las preferencias de política externa.
- El segundo pilar es el modelo de desarrollo económico.
- El tercer pilar es un factor externo: la relación con EEUU y la presión que su gran
vecino ejerce, lo que determina su capacidad autónoma.
La segunda premisa es que si alguno de estos pilares cambia profundamente implicaría también un
cambio en su política exterior.
El sistema político.
Desde la fundación del Estado mexicano el sistema político y el juego de los actores internos ha
influído en su política exterior. El primer objetivo fue buscar la consolidación del sistema interno y
por lo tanto el objetivo principal de la PE fue buscar el reconocimiento internacional para obtener
legitimidad. Luego el sistema político fue amenazado por la guerra con EEUU y el objetivo de la
PE fue defensiva. No fue hasta las décadas del 60 y 70 del siglo XIX que el sistema político gozó de
estabilidad y esto impactó en su PE que no fue sólo reactiva y defensiva, sino que su agenda y
alcances se ampliaron fundamentalmente hacia América Latina. No obstante el sistema político
cambió radicalmente en 1910. la Constitución de 1917 y la etapa posrevolucionaria trajeron nuevas
reglas al sistema político mexicano. En consecuencia, la política exterior estuvo ligada a esos
cambios. México empezó a proyectar, entonces, un marcado nacionalismo en su trato con el
exterior. A partir de 1930 el sistema político adquirió tintes autoritarios y se manifestó en su política
exterior aislacionista. Así, se defendieron a ultranza los principios de No Intervención y
Autodeterminación de los Pueblos. De hecho, la política exterior se empezó a utilizar como un
instrumento para ganar legitimidad democrática, puesto que en las elecciones priístas no se obtenía
esa legitimidad en las urnas.
El modelo de desarrollo económico.
A partir de 1821, el país tuvo dos proyectos de carácter político, pero también vinculados al impulso
económico: el liberal y el conservador. La lucha entre ambas visiones dificultó la consolidación de
un sistema político estable, pero al mismo tiempo imposibilitó un desarrollo económico que pudiera
satisfacer las necesidades de la población. No fue sino hasta la época de la Reforma cuando el
modelo liberal se impuso frente al conservador. Entonces, los gobiernos buscaron el desarrollo del
país con una estrategia que impulsaba la industrialización, el crecimiento comercial y el
fortalecimiento de las comunicaciones del país. Porfirio Díaz fue el encargado de aplicarlas. De esa
manera, México proyectó una política exterior acorde con el modelo liberal económico.
La Revolución mexicana de 1910 marcó un cambio importante de modelo de desarrollo económico.
De una estrategia de puertas abiertas a las inversiones y al comercio, México pasó a un sistema
protector y nacionalista. Obviamente, el cambio de modelo significó también la transformación de
la política exterior mexicana. Después de la SGM México adoptó un modelo sustitutivo de
importaciones.
Aunque en los años 70 mostró rasgos de agotamiento, el modelo económico nacionalista y protector
se mantuvo hasta la década de los años 80. Entonces, México pasó de un modelo sustitutivo de
importaciones a uno de carácter neoliberal con el que se buscaba la liberalización comercial, el
adelgazamiento del Estado y el control de los indicadores macroeconómicos. La crisis de principios
de los 80 y el agotamiento del modelo anterior fueron las causas principales de la adopción de una
nueva estrategia de desarrollo económico. En consecuencia, la política exterior de México también
sufrió un profundo cambio. A partir de ese momento, los objetivos y las estrategias hacia el exterior
estuvieron vinculados al nuevo modelo de desarrollo económico. Se buscó una política exterior que
respondiera a los intereses económicos, lo que implicó que la negociación de acuerdos de libre
comercio, la reestructuración de la deuda y la atracción de capitales externos fueran las prioridades
en materia de relaciones exteriores: en otras palabras, la política exterior de México se
“economizó”. Como consecuencia, México tuvo un mayor acercamiento hacia Estados Unidos,
Europa y la región de Asia-Pacífico, y su vinculación con Latinoamérica dejó de ser una prioridad.
Como el modelo de desarrollo económico se mantiene a principios del siglo xxi , la política exterior
de México se mantiene con pocos cambios.
La presión de Estados Unidos.
No cabe duda que una variable que tiene mucho peso es la presión de EEUU. Los intereses
expansionistas estadounidenses marcaron el desarrollo histórico de México en la primera mitad del
siglo xix. México contó con una capacidad de negociación internacional muy baja frente a Estados
Unidos debido a su inestabilidad política y a un ambiente externo poco favorable. En la etapa de la
Reforma y del Porfiriato, la estabilidad política y el crecimiento económico mejoraron las
condiciones de México frente a su vecino. Ello permitió, como se ha señalado anteriormente, que
México pudiera desplegar una política exterior de mayores alcances regionales. Sin embargo, con el
inicio de la Revolución mexicana, la presión estadounidense creció en aras de la protección de sus
intereses económicos en México. Entonces, la capacidad de negociación internacional de México se
redujo considerablemente.
No fue sino hasta los años 30 del siglo xx cuando la situación experimentó un cambio notable.
Estados Unidos asumió una política exterior de buena vecindad que significaba menores presiones
sobre sus vecinos. México aumentó su capacidad de negociación internacional especialmente frente
a EEUU.
Durante la etapa de la Guerra Fría, México mantuvo cierta capacidad de negociación internacional,
pero Estados Unidos se había convertido en la principal potencia mundial, por lo que el margen de
maniobra del país se reducía. Era claro que, en temas de alta prioridad para Estados Unidos, las
presiones sobre su vecino aumentaban. Cuando los asuntos eran secundarios, Washington le
permitía a México una mayor autonomía en sus relaciones internacionales.
La conclusión es que los tres pilares son determinantes y otros factores han sido secundarios.
Unidad 3. Brasil.
La evolución del modelo brasileño de Estado: el Estado logístico bajo el gobierno de Lula:
Mientras Cardoso buscó sustituir el “estado desarrollista” por el estado “normal”, Lula avanzaría en
la implementación del tipo ideal de Estado logístico. Con el fin de impulsar este modelo de
inserción internacional para conducir al desarrollo, el gobierno de Lula formuló una estrategia
política y económica cuyos aspectos centrales serían la búsqueda de un nuevo rol en el orden
internacional. Intentó promover la idea de la importancia política de integrar a Brasil como
miembro permanente del Consejo de Seguridad y su papel estabilizador del tercer mundo.
Asimismo, el gobierno de Lula, impulsa la formación de mega empresas con capacidad de competir
en el mercado mundial. Mediante el apoyo del estado se favorece la creación de colosos nacionales.
Conclusiones:
Después de un lapso en el cual la coherencia de la política externa de Cardoso no significó la
ausencia de cuestionamientos por su visión neoidealista que la alejó de las tradiciones mas
autonómicas y tercermundistas, Lula recuperaría para el país la idea de un Brasil potencia, que la
emparentó con aquella política exterior de 1974-1979: autonomía, búsqueda de poder, aspiranción a
competir por espacios de hegemonía regional, hemisférica y sistémica. Lula Da Silva implicasría la
transición del multilateralismo utópico de Cardoso al realismo clásico dominante en las relaciones
internacionales. La política exterior brasileña se reencontraba asi al inicio del siglo XXI con el
pensamiento que Río Branco había sustentado en la P.E un siglo antes. Brasil se transformó así en el
unico país sudamericano en readoptar el realismo como paradigma de la P.E. El multilateralismo fue
despojado de utopía y se transformó en el juego de intereses, con ganancias y pérdidas. Sin
embargo, este no es un realismo puro, sino que se combina con la visión grociana del S.I que
respeta las normas e instituciones, aunque impulsando en paralelo un rediseño de las mismas. El
elemento novedoso, es que en la actualidad apunta a una estrategia fundamentada en un
“multilateralismo de reciprocidad”.
La visión de poner acento en Sudamerica y no en A.L provino de la visión que la P.E brasileña había
adoptado a mediados de los 90 y se mantuvo latente hasta Lula. (centroamerica y el caribe son area
de influencia de EEUU; Sudamerica es área de influencia de Mercosur). Lula se ha preocupado
permanentemente por asegurar el futuro de la UNASUR, una de las mayores apuestas de Brasilia en
política exterior. Sin embargo, las reacciones negativas a las empresas internacionalizadas brasileras
en sudamerica hizo que se realice un retorno a centroamerica, mexico y el Caribe.
Cabe destacar la decisión y voluntad de las administraciones de Lula para poner a su país en el
club de las potencias ascendentes del nuevo orden internacional pero haciendoló junto a
considerables progresos en la erradicación de la pobreza y la extrema pobreza.
Conclusiones:
Según Cervo la política exterior presento históricamente tres objetivos que estaban estrechamente
relacionados entre sí que buscan mayor autonomía: 1) consolidación y expansión de la industria
(1967-1973), 2) desarrollo de los sectores estratégicos de la economía (1974-1979) y 3) desarrollo
de tecnologías de exportación de servicios. La prioridad siempre fue el desarrollo económico.
Franco incorporó nuevos tema a la agenda, la cual se centró esencialmente en la profundización de
las directrices mostradas por Collor. Una de las iniciativas sería la construcción del proyecto
ALCSA y tuvo un mayor activimos en su P.E.
Similitudes.
Tanto Brasil como México tienen peso económico y demográfico suficientes para ejercer influencia
real en el comercio internacional. Su historia es bastante similar: entre 1940 y 1980 alcanzaron las
tasas más altas de crecimiento económico, pero en la década del 1980 comienzan con la recesión.
En los 90 ambos aplicaron el Consenso de Washington, y venden sus empresas nacionales.
Similitudes en el proceso económico, aunque no tanto en lo político porque Brasil comienza su
apertura democrática en 1985 y México lo hace de forma gradual terminando de completarse con la
llegada de Fox al poder.
En el mundo.
La política exterior de México no está centrada exclusivamente en sus relaciones con EEUU.
México plantea para sí un nuevo y activo papel internacional, valiéndose de sus lazos con EEUU
tiene pensado ser un potente lazo entre América del Norte y del Sur; también se propone unir a
América Central; a nivel internacional se propone como un activista en cuestiones de democracia y
Derechos Humanos.
Brasil tiene una política exterior más autónoma y diversificada. Si bien tiene buenas relaciones con
EEUU especialmente con el gobierno de Cardoso, en algunas cuestiones procura servir de
contrapeso de EEUU y concretarse como un polo de poder sudamericano en el hemisferio
occidental. Incluso plantea en América del Sur profundizar la integración sudamericana. El
comercio es una de las fuentes de mayor conflicto entre Brasil y EEUU. Pero no es un adversario de
EEUU, quedó demostrado cuando demostró más que cualquier otro país su solidaridad con EEUU
tras el 11 de septiembre.
Localización.
Es tentador descartar las diferencias entre las políticas adoptadas por Brasil y México como
consecuencia de su localización geográfica.
Sin embargo, sus posicionamientos son bien recientes. Antes de que Salinas comenzara sus
negociaciones de libre comercio con EEUU la política exterior de México se resumía como “mejor
proteger su independencia e integridad nacional contra el vecino del norte”. Antes de que EEUU
promoviera la liberalización del comercio México mantenía una economía proteccionista.
La relación de Brasil respecto a EEUU fue ambivalente, mientras que apoyó la intervención a
República Dominicana en 1965, luego se opuso en muchas otras cuestiones de cuño económico o
financiero.
Costos y Beneficios.
México tuvo éxito en alcanzar sus dos objetivos: hoy su economía está ligada a los EEUU, estando
abierto también al comercio internacional y a la inversión extranjera.
Actualmente Brasil tiene un programa de política exterior mucho más ambicioso que México.
Entonces, es más difícil para Brasil lograr sus objetivos internacionales. Su empeño en ejercer un
liderazgo independiente enfrenta varios obstáculos. Los recursos militares y financieros de Brasil
son modestos.
Dice que Brasil está más atrasado en cuestiones sociales que México, claramente desactualizado
(texto de 2002).
- Aspectos comparativos:
Tanto Brasil como Argentina adscribieron en los 90 a la visión fundamentalista o ideológica de la
globalización, lo que se expresó en su política exterior. Optaron por una inserción periférica en el
orden global de posguerra fría. La política exterior se adaptó: en el caso de Argentina buscando una
alianza subordinada y dependiente con Estados Unidos; en el caso de Brasil reduciendo sus
aspiraciones globalistas. Esto se tradujo en que las percepciones y conflictos por espacios de
inserción y liderazgo se trasladaran desde el ámbito del sistema internacional al subsistema del
Cono Sur. Varias de las decisiones y la operacionalidad de la agenda resultaron inviables. No así en
el caso chileno.
Brasil cedió terreno en su objetivo de construir un bloque subregional o regional que lo tuviera
como su centro o núcleo estratégico; tampoco alcanzó su objetivo de conseguir de Estados Unidos
un perfil de relacionamiento de potencia y no logró su reconocimiento mundial (es decir, por los
grandes poderes) como “potencia media”. Argentina, por su parte, fracasó en su política de
“reinserción al primer mundo” y pesar de haber alcanzado su objetivo de mínima– aliado extra Otan
–, puesto que el de máxima era su integración plena, en medio de su crisis estructural y en default,
fue dejada caer por su principal aliado externo. En cambio, Chile alcanzó su objetivo de asociarse
comercialmente a Estados Unidos, aún cuando debió ceder en algunas posiciones.
Desde el punto de vista del continuum autonomía-desarrollo se puede ver que Argentina adopta las
ideas pro-mercado y primer-mundistas y en el caso brasileño un mayor continuum de ideas más
desarrollistas y autonomistas.
En términos del continuum “continuidad-ruptura” en las orientaciones de la política externa, pocas
veces se han visto cambios tan bruscos en un período tan corto de tiempo, como en el caso
argentino (entre 1984-1989 y 1989-2003), mientras que, en el caso brasileño se advierten más
tendencias a un statu quo de las orientaciones básicas ya identificadas desde mediados de los años
‘70s. Por su parte, en el caso de Chile, las orientaciones de la política exterior han sido de una
significativa continuidad. La política exterior argentina de los años 90 ha sido más receptiva al
discurso y los argumentos occidentalistas y liberales, mientras que la política externa brasileña ha
mantenido una mayor permanencia en la tradición de sensibilidad a los conceptos y visiones
desarrollistas y del paradigma norte-sur. En el caso chileno, allí se optó por el “pragmatismo”y el
“bajo perfil”. Desde el punto de vista del “estilo” con el que cada país ha buscado realizar los
objetivos e intereses de su agenda internacional, las estrategias han sido muy distintas: En el caso
argentino, la hipótesis es que la rápida adhesión a los regímenes propuestos por el mundo
desarrollado era la condición previa para obtener beneficios concretos. En cambio, en el caso del
Brasil, la hipótesis ha sido más bien la de la preservación de espacios de autonomía. Sin embargo, la
paradoja es que mientras Brasil ha buscado (o aspirado, al menos) un reconocimiento internacional
como potencia media y declara aspirar al liderazgo en el cono sur, cuestiones todas de alta política,
ha privilegiado permanentemente la dimensión comercial como la forma de inserción internacional;
mientras que la Argentina, que declaró, bajo Menem, De la Rúa y Duhalde su opción por el
paradigma “trading state”, formulando a su vez su propio paradigma ciudadano-céntrico, cuestiones
que remiten a una lectura más bien de baja política, ha privilegiado la “dimensión política” en la
inserción internacional (alianza con Estados Unidos y la Otan; política de seguridad; conflicto con
Brasil por el tema de la representación en el Consejo de Seguridad de la ONU, etc.).
B) Agendas.
Los cambios en las agendas y los objetivos de las políticas exteriores de los tres países están
marcados esencialmente por las macrocosmovisiones de las alianzas gobernantes. Para Argentina y
Chile, entre 1989 y 2003, el actor externo más relevante de la política exterior ha sido Estados
Unidos, lo que marca una profunda diferencia con la agenda y los objetivos de la política exterior
brasileña, a pesar de las “incoherencias” y “ambivalencias”del período de Cardoso.
C) Seguridad internacional y Seguridad Regional.
A pesar de algunas diferencias las políticas exteriores de los tres países coincidieron sólidamente en
el apoyo a los regímenes de no proliferación y de prohibición de armas de destrucción masiva;
avanzando también en el plano regional a través de medidas de confianza mutua.
Diplomacia económica.
Tanto Brasil como Chile se caracterizaron por un fuerte contenido de “diplomacia económica” en la
política exterior. La agenda económica fue sustancialmente más relevante que la agenda política.
Sin embargo, las diferencias aparecen al evaluar el papel que a cada una de ellas se le asignaba en
los objetivos de la política exterior.
Consensos internos.
El país que menos refleja divergencias internas (nos referimos a la sociedad “informada”:
principalmente la academia; también la prensa y las dirigencias políticas), en materia de política
exterior, es Chile. Los gobiernos de la “Concertación” hicieron de la política exterior chilena la
política de un Estado comercial. De la lectura de literatura sobre política exterior realizada por
brasileños se concluye que el Brasil no se caracterizó por una política exterior de grandes
controversias internas respecto a la relación del país con el mundo. Recién con el gobierno de
Cardoso surgen tendencias profundamente críticas a su política exterior. En parte, el
cuestionamiento interno a la política externa se fue profundizando a medida que la negociación de
acuerdos internacionales, con Estados Unidos (Alca) y la Unión Europea se transformó en un
debate interno de política. El debate más serio sobre política exterior, y que generó mayores
controversias, se dio dentro de Itamaraty.
En el caso Argentino la política exterior fue acompañada con grandes debates y disensos internos
durante todos los períodos.
Sin embargo, la presencia de esos disensos y controversias internas, identificables en los casos
argentino y brasileño, no tuvieron el peso suficiente como para modificar el rumbo de la política
exterior. Este hecho muestra que el “presidencialismo”, más que el sistema político en tanto
régimen de gobierno, es el que tiene, en estos países, una mayor relación con la definición
(formulación y praxis) de las respectivas políticas exteriores.
Unidad 4. Colombia.
¿Fin del respice polum? El futuro de las relaciones de Colombia con EEUU.
Sin llegar a afirmar que EEUU ha perdido su ligar en el mundo como principal potencia, varios
autores coinciden en que ciertos cambios globales han posibilitado que A.L pueda buscar mayores
niveles de autonomía frente al tradicional hegemón. El multilateralismo del actual gobierno de
Santos ha sido resultado de coyunturas mas que de cambios estructurales, y no se corresponde con
una definición de estrategia de política exterior mas autónoma. Si bien la región ha cobrado valor,
esta situación es reversible. Que el respice polum llegue a su fin o que se reafirme en el futuro
depende de los cambios que se presenten en la política estadounidense y en la fortaleza que
alcancen los espacios regionales de cooperación e integración. EEUU sigue siendo hoy el principal
socio de Colombia en materia comercial y de seguridad, entre otros aspectos, y difícilmente va a
perder ese rol.
Conclusiones
Con la llegada de Santos no se evidencian transformaciones de fondo ni de cambios en la
prioridades de la política exterior, que siguen encabezadas por la atracción IED y la inserción
internacional. Entre tanto, la mayoría de los proyectos regionales revisados en este capítulo en la
actualidad no llegan a superar una lógica cooperativa, y carecen de inercias institucionales y
voluntades reales que puedan llevarlos a convertirse en integración efectiva. Hay una carencia de
estrategias claras de construcción regional y esto hace que este fenómeno no sea irreversible por
lo que no se puede descartar un futuro realienamiento con la potencia del norte.
Colombia representa el primer ejemplo en el siglo XX de modelo de política exterior para enfrentar
los dilemas de su historia de fragmentación. Son los hechos históricos y la experiencia derivada los
que llevaron a los grupos de poder gobernantes, en forma muy temprana, a formular un primer
paradigma de política exterior. La dirigencia política colombiana fue la primera en adoptar un
“realismo de los débiles”. Marcos Fidel Suárez, presidente de la república señaló que la política mas
sensata vis a vis la naciente gran potencia del Norte, era buscar una relación viable, aceptando que
el poderío de EEUU hacía imposible la recuperación de Panamá. Como presidente, Suárez acuñó el
concepto de respice polum para calificar e identificar la forma cómo su país debía situarse en
relación a la potencia: Colombia debía orientarse por la “estrella del norte”. Su política exterior, de
bajo perfil, debía seguir como rumo la orientación de Washington. El paradigma respice polum
fundamentó así la mas importante y dominante de las tradiciones de la política exterior colombiana.
Es la declaración de que Colombia está en la esfera de influencia norteamericana y su situación es
aceptada por el país del norte. Los efectos, en términos de tradición política fueron dos: el
renunciamiento a una política exterior propia y autónoma (pues Colombia sigue a Estados Unidos
en su política internacional) y una práctica política de low-profil en asuntos internacionales.
El respice polum constituyó un sistema de ideas, una primera pretensión teórica que buscó sostener
el cambio (y la continuidad de una política internacional) de una forma de inserción de la política
exterior que fundamentó el alineamiento con EEUU y el bajo perfil.
A pesar de ser el paradigma respice polum el que mayor vigencia ha tenido en la P.E colombiana, en
diversos momentos los grupos políticos dirigentes (liberales y conservadores) tuvieron la
percepción de que tal alineamiento no producía los beneficios que se esperaban. Así, durante la
gestión como canciller de Alfonso López Michelsen (1968-1970), éste acuñó un nuevo paradigma
de política exterior: respice similia y que implementaría como presidente en su gestión 1974-1978.
La idea de “mirar a los semejantes” permitió entonces reformular la política exterior hacia una línea
de mayor congruencia con los esfuerzos que impulsaban algunos países latinoamericanos,
fundamentalmente México y Chile. Estos buscaban crear una política exterior latinoamericana que
pudiera generar una posición común en torno a una agenda temática para las relaciones entre la
región y EEUU.
Los efectos de la aplicación del nuevo paradigma fueron diversos. En primer lugar, se produjo una
universalización de las relaciones diplomáticas de Colombia, incluyendo en ellas a países que no
contaban con el beneplácito de los EEUU. (Por ejemplo Cuba). En segundo lugar, incorporó a
Colombia al grupo de países que impulsaban discusiones y la negociación de un NOEI. En tercer
lugar, con la participación además de Venezuela y Costa Rica, se apoyó la defensa de los derechos
que sobre el Canal de Panamá tenía ese pequeño país centroamericano.
Las presidencias de López Michelsen y de su sucesor: Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1882), bajo
el paradigma respice similia, acercaron al país a los nucleamientos de países en desarrollo.
Colombia simpatizó entonces con el Movimiento de los No Alineados (evidenciando su relativo
alejamiento de EEUU) e impulsó una política común en el seno del Grupo Andino.
No obstante, diversos acontecimientos internos y externos (deterioro de las reservas internacionales
y del comercio exterior; la extensión del conflicto guerrillero con el M-19; el conflicto con la
Nicaragua sandinista a propósito del archipiélago de San Andrés; la profundización de las
diferencias con Venezuela en torno a la delimitación de las zonas limítrofes en el Golfo de
Venezuela, etc) llevaron a un retorno a la tradicional y dominante política de seguimiento sostenida
en el paradigma del respice polum, buscando con ello el apoyo hegemónico a su situación de
deterioro “leviatánico” del poder del Estado.
A pesar del hecho de que distintos gobiernos pueden ser identificados con una u otra adhesión a
estos paradigmas, diversos estudiosos de la política exterior colombiana, como Drekonja, Pardo,
Cepeda y Tokatlían identifican la orientación general de ésta como un movimiento pendular,
ambiguo y controvertido, entre estas dos grandes concepciones: respice polum y respice similia.
Para Tokatlían, por ejemplo, un examen mas detallado mostraría que, desde mediados de los años
70, las dos concepciones no resultaron, en la praxis, tan antitéticas e incompatibles, excepto en
períodos concretos, relativamente breves, y que los gobiernos se comportaron de uno u otro modo
según cuestiones, necesidades y dificultades de la agenda externa del país. Su interpretación es que
la línea que vinculó a los defensores de ambas concepciones fue un tipo de “realismo colombiano”,
es decir, una adaptación nacional del paradigma realista, con una heterogeneidad práctica en la
comprensión y empleo de dicho enfoque, entre dos posiciones: realistas pasivos/subordinados, que
consideran que las opciones externas son pequeñas, salvo cuando se actúa en consonancia con
EEUU; y los realistas activos/autonomistas, que consideran que el entorno global no es ni inflexible
ni invariabe y que, por lo tanto Colombia debía aumentar su grado de actuación internacional.
No obstante, la tradición de alineamiento de la P.E colombiana a la línea política internacional de
Washington es evidente y la “sintonía de Washington” predominante cuando se revisan las
posiciones sostenidas por el país en diversos foros internacionales. La continuidad y profundización
de la relación especial con EEUU, percibible durante los años 1990 y evidente, actualmente bajo el
“Plan Colombia”, señala también la dependencia que los grupos del poder del país tienen de
Washington, a quien percibieron históricamente como garantía y salvaguardia de nuevas
devaluaciones de poder.
A pesar de los vaivenes y resultados ambiguos de la aplicación de estos paradigmas, lo importante
es que construyeron modelos que funcionaron como hojas de ruta a seguir por la P.E. En particular,
el paradigma respice polum constituyó una formulación original, temprana, de elaboración teórico-
conceptual en relaciones internacionales.
Colombia es una de las cuatro potencias secundarias ( a las que se suman Argentina, Chile y
Venezuela ). Los cuatro países pueden posicionarse en segundo lugar luego de Brasil dentro de la
jerarquía regional de poder. En este contexto se plantea el desafío de indagar acerca de cuáles
herramientas teóricas permiten conceptualizar la forma en el que el estatues de potencia secundaria
regional condiciona la política exterior de dichos actores.
Las potencias secundarias pueden responder a la pretensión de liderazgo de la potencia regional
desplegando un enfoque conflictivo, competitivo o cooperativo.
El soft balancing es una opción estratégica para las relaciones de las potencias con la potencia
regional en regiones con bajos niveles de conflicto como A.L, en la que la rivalidad es reemplazada
por patrones competitivos. El propósito del soft balancing es equilibrar o mejorar la distribución
asimétrica del poder existente, así como frustrar la realización de objetivos de P.E del actor mas
poderoso de la región. El soft balancing apunta a obstaculizar y restringir el proceso de emergencia
de tal forma que la potencia principal tenga en cuenta los reclamos y las demandas de la potencia
secundaria.
El propósito emírico de este artículo es explorar los motivos y la dinámica que impulsaron la
respuesta estratégica de Colombia hacia la potencia principal.
El autor denomina el soft balancing como “impugnación” por parte de las potencias secundarias y
se explican a partir de cuatro factores: factores impulsores de impugnación de orden estructural,
histórico, conductual y domésticos.
En primer lugar las estrategias de impugnación de las potencias secundarias se dan a partir de su
descontento con el statu quo de la estructura del poder regional. Se explica a través de un enfoque
de equilibrio. En segundo lugar, pueden ser impulsadas por experiencias históricas de conflicto o
rivalidad, asi como sus legados.
En tercer ligar, las estrategias de impugnación pueden ser causados por la conducta de la potencia
primaria, en materia de política exterior y seguridad. El mas fuerte esta dado por amenazas de
seguridad directas hacia la potencia secundaria.
El cuarto término, está dando por fuerzas endógenas que también pueden tener un impacto sobre los
tipos de impugnación. Las posiciones de los gobiernos son moldeadas por las preferencias de los
grupos económicos, políticos y sociales.
Conclusiones
Colombia no es una potencia emergente aún ni tiene política exterior acorde con esa envergadura.
Tiene muchos indicadores macroeconómicos a su favor, mayor visibilidad exterior y mayor
autonomía en el sistema internacional pero presenta debilidades estructurales persistentes en el
diseño y funcionamiento de sus sistemas diplomático y de servicio exterior. Hay una apuesta de
transformación institucional de política exterior que no se puede desconocer, de índola vertial
(ejecutivo hacia cancilleria y demás ministerios). La política de seguridad es aún un interés
doméstico clave, con elementos exteriores.
Los cambios ocurridos en las placas tectónicas del sistema internacional, la desaparición de la
URSS y la caída del campo socialista, el nuevo mundo unipolar bajo hegemonía norteamericana y
el recrudecimiento del bloqueo económico y las presiones políticas de la administración de
Washington frente a la resistencia del pueblo y del gobierno cubano en su intento por sostener la
Revolución y el gobierno encabezado por Fidel Castro, plantearon al gobierno de la mayor de las
antillas la necesidad de repensar su política exterior y su estrategia de inserción internacional. En un
mundo unipolar, habiendo finalizado la guerra fría, con un contexto internacional distinto debía
cambiar también la estrategia. Como lo demuestra el discurso de Fidel Castro, esta necesidad surge
como una urgencia, para evitar el colapso del proyecto político que comenzó en 1959 y que
continúa hasta los días que corren tras el desmoronamiento del principal sostén material de la isla.
La excepcionalidad del momento histórico planteó la necesidad de una reformulación estructural de
la política exterior cubana, basada en una nueva visión de cómo debía insertarse Cuba en el sistema
internacional con sus particulares características y cuál debía ser el rol que juegue la mayor de las
antillas en dicho sistema. Era claro, en primer lugar, que la restauración conservadora que significó
la caída de la URSS y la instauración del capitalismo en las ex repúblicas socialistas alteraba
profundamente la visión del mundo de los dirigentes cubanos, partidarios de continuar con la
revolución socialista cubana pese a las complejidades. Asimismo, la compleja situación económica
interna establecía claros límites al despliegue que podía tener la formulación de la nueva política
exterior. El ejército cubano debió volver a la isla tras las experiencias internacionalistas en África
que tanto orgullo significaron para la dirigencia revolucionaria, que se adjudicaba una heroica
victoria en Angola y haber derrotado al apartheid sudafricano. A la vez que las tropas cubanas
retornaban a la isla, las misiones de ayuda médica y las brigadas educativas se redujeron también.
Este nuevo paradigma debía adoptar una flexibilidad ideológica y un pragmatismo suficiente como
para poder permitir sobrevivir a Cuba en el nuevo contexto (Bernal-Meza: 2009, 141) frente a la
profundización del bloqueo económico y el aumento de las presiones políticas por parte de los
Estados Unidos.
La necesidad del pragmatismo se evidencia en el planteo de Luis Suárez Salazar (1994, 316) cuando
afirma que en el contexto:
“También (se) identifican la agudización de las contradicciones que siempre han existido entre los
objetivos estratégicos de la proyección exterior cubana y el limitado poder material de la nación
para garantizar por sí sola el cumplimiento de los mismos. Mucho más en las condiciones del
período especial crítico en tiempos de paz a que hemos hecho referencia”.
Aquí podemos observar uno de los principales conceptos utilizados en la elaboración de la nueva
política exterior de Cuba: la contradicción existente entre los objetivos estratégicos de la proyección
exterior cubana y el limitado poder material de la nación para garantizar por sí sola el cumplimiento
de estos objetivos implica una imposibilidad de la realización, en la práctica, de los principios que
sostienen la política exterior de Cuba. Es necesario esta flexibilidad ideológica y el pragmatismo en
las condiciones críticas del período especial.
El apartado sobre política exterior del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba de 1991,
permite comprender la nueva visión del mundo de la dirigencia cubana, que dará lugar al nuevo
paradigma de política exterior denominado “Período especial en tiempos de paz”. Por un lado, el
desastre que significa la caída de la URSS con una fuerte crítica a los errores internos de la
dirigencia soviética. Por otra parte, la profundización de la concentración y extranjerización del
capitalismo a nivel mundial bajo la hegemonía norteamericana, que de ninguna manera sería una
hegemonía pacífica, sino por el contrario, una hegemonía conseguida y sostenida a punta de pistola,
como señala el documento del IV Congreso del PCC:
“A la consolidación de esta unipolaridad militar y política contribuyó decisivamente la Guerra del
Golfo, a la que sirvió de pretexto el grave error político cometido por Irak al lanzar sus ejércitos en
una inaceptable invasión, ocupación y anexión de Kuwait. Este hecho facilitó la aspiración
norteamericana de instalar sus fuerzas en la región. ”
De acuerdo a la cosmovisión de los dirigentes cubanos, la nueva etapa histórica del capitalismo
mundial profundizaría las asimetrías entre países desarrollados y subdesarrollados; además, se
profundiza la explotación y el saqueo sobre las naciones del Tercer Mundo, poniendo especial
énfasis en América Latina. Frente a la caída del campo socialista, de acuerdo a la visión de los
dirigentes cubanos, Cuba debería acercarse más que nunca a los países del tercer mundo luchando
por la unidad de los mismos. El Movimiento de Países No Alineados será un eje estratégico, así
como el acercamiento a los países latinoamericanos y caribeños a través de la participación de Cuba
en foros y bloques regionales, como la Asociación de Estados del Caribe y la Comisión Mixta
CUBA/CARICOM (Martínez-Gómpez López, 2001).
La nueva política exterior cubana debería fomentar no sólo las relaciones con las naciones
socialistas existentes después de la caída del campo socialista (Vietnam, China y Corea del Norte),
sino que también debe estar abierta a las relaciones comerciales con los países capitalistas
industrializados, planteando en consecuencia, la necesidad de ampliar las relaciones con la
Comunidad Económica Europea, Canadá y Japón.
Es Luis Suárez Salazar (1995) quien establece con claridad sintética objetivos generales de la
política exterior cubana que se encuentran en clara sintonía con los necesarios cambios internos del
régimen político cubano que si bien plantearon un grado de apertura hacia el mercado internacional
a través de políticas de liberalización, no significaron un cambio en el modelo de Estado cubano:
“i) preservar (…) la seguridad y la autodeterminación de la isla; ii) tratar de garantizar la
redistribución socialmente equitativo de la crisis y del ajuste que se intenta; iii) elevar los niveles de
aseguramiento energético y alimentarios del país; iv) (…) crear nuevos ejes de acumulación interna
y de reinserción de la economía cubana en el mercado capitalista mundial (...)”
En otro apartado, el mismo autor enuncia objetivos específicos de la política exterior cubana
denominada período especial en tiempos de paz, que ayudan a comprender y ejemplificar las
características de la misma, además de las señaladas anteriormente por el IV congreso del PCC:
“1) El principal objetivo de su política exterior ha pasado a ser (…) la defensa de su amenazada
soberanía nacional y la búsqueda por todos los medios y vías posibles para preservar las principales
conquistas del socialismo que se construye en la isla (…); 2) en este contexto, la derrota o radical
modificación del bloqueo económico y político que fortalece Estados Unidos (…) ha pasado a ser
una de las principales prioridades de la política exterior cubana.”
Como observamos, las principales prioridades de la nueva política exterior cubana se basan en el
establecimiento de nuevos lazos y vínculos políticos estratégicos y comerciales que permitan una
reinserción de Cuba en el sistema internacional y la economía capitalista mundial para garantizar la
supervivencia de la isla y el proyecto político revolucionario, con un importante grado de
flexibilidad ideológica y de pragmatismo, pero manteniendo a su vez fuertes principios morales que
deben guiar su política exterior, así como la constante denuncia de las injusticias y de los agravios
que sufre la mayor de las antillas por parte de Estados Unidos.
RAUL CASTRO
Con Raúl castro se ha emprendido un esfuerzo por ampliar su abanico de socios. Mejoramiento de
sus relaciones con México, Brasil y Venezuela. En 2008 firma pactos de DDHH en la ONU. Busca
mejorar sus relaciones con EEUU en cooperación, con agencias meteorológicas, cooperación en
transporte aéreo. Cooperación en la lucha contra el narcotráfico. El problema para Raúl son las
criticas de Fidel. (Criticas a Obama, criticas a México).
A futuro no se espera una gran acción en P.E. Los recursos económicos son muy limitados, y tienen
objetivos muy modestos.
ENFOQUE CUBANO: resolver el problema de la anomalía cubana. Insistir en la centralidad
cubana. Entre 1975 y 1991 Cuba mantuvo desplazamiento de su población militar muy importante.
El triunfalismo soviético fue gracias a las victorias cubanas. Fidel pensaba que el cubano era mas
héroe que trabajador.
A través de acciones en Centroamérica, trataban de proyectar que cualquier acción en Cuba le daría
muchas bajas a EEUU.
3 TACTICAS:
- Utilidad de la guerra.
-Utilidad de las conversaciones
-Utilidad de diplomacia y negociación.
Fidel creía que la guerra era un instrumento útil en la P.E. El rasgo central fue la creencia en la
guerra y la diplomacia. Con Raúl castro se utilizó la institucionalidad pero en paralelo se le ha
dado marcha atrás en lo ideológico. Cuba se ha acercado cada vez mas a A.L con una P.E
exitosa.
Domínguez. Introducción.
Durante la Guerra Fría, especialmente los 70 y 80 Cuba tuvo la política exterior de un gran país, a
pesar de ser un país pequeño. Esto quedó demostrado en las intervenciones en Etiopía y Angola.
Hoy se puede afirmar que durante el medio siglo que duró la Guerra Fría, Cuba fue el único país
comunista que logró desplazar a través del océano cientos de miles de tropas para lograr tres veces
victorias militares que eludieron a Estados Unidos en Vietnam y a la Unión Soviética en Afganistán.
Tesis del libro:
- La política exterior de Cuba no es un proyecto filantrópico ni una filial de la Cruz
Roja. La política exterior de Cuba es la PE de un país que hace un uso normal de la misma,
promoviendo sus intereses internacionales y buscando ejercer un papel protagónico en el
ámbito mundial. También es cierto que hay elementos altruistas, como cuando gracias al
aporte venezolano los oftalmólogos cubanos curaron a campesinos bolivianos; o cuando
Cuba fue a combatir al régimen del Apartheid en Angola; combinación de realpolitik con
altruismo. Es cierto también que Cuba fue víctima de un comportamiento inmoral por parte
de EEUU bajo las presidencias de Kennedy y Johnson, cuando EEUU aplicó el terrorismo
de Estado. También es cierto que Cuba tuvo comportamientos inmorales en su PE cuando
por ejemplo apoyó narcotraficantes.
- Cuba desarrolló siempre una política exterior propia. Fue un error de EEUU pensar
que Cuba era un simple títere de la URSS. Aunque la URSS impuso limitantes importantes
en el manejo de la política exterior cubana entre 1970 y 1980 y Cuba aceptó algunos de
ellos. Fidel nunca se opuso a la URSS directamente, apoyó la invasión soviética a
Checoeslovaquia y Afganistán. Aunque Cuba, a diferencia de la URSS, apoyó movimientos
guerrilleros en América Latina y la intervención directa en África, que iba en contra de la
P.E. soviética.
- El gobierno cubano sostuvo claras prioridades en el manejo de su política exterior. El
objetivo principal siempre fue apuntalar el régimen cubano y defender su independencia de
EEUU. Siempre se le otorgó mayor prioridad a los asuntos políticos que económicos. Ese
orden de prioridades también llevó al gobierno cubano a abandonar después de 1990 los
aspectos más revoucionarios de su política exterior (apoyo a las insurgencias). Siguieron en
algunos casos aislados como el apoyo a la República Árabe Saharaui Democrática.
- La política exterior de Cuba fue siempre obra personal de Fidel Castro.
Señala la intromisión de Fidel que hace críticas que van en contra de algunos gestos de Raúl. Por
ejemplo cuando critica a Mauricio Funes presidente de El Salvador del FMLN; critica a la UE
cuando levanta las sanciones contra Cuba pese a que el gobierno de Raúl lo agradece.
Ley Torricelli y Ley Helms-Burton que refuerzan el bloqueo.
La Ley Helms-Burton es una ley de 1996 que refuerza el bloqueo a Cuba que se aprobó en el
gobierno de Clinton. La ley establece que cualquier compañía no norteamericana que tiene tratos
con Cuba puede ser sometida a represalias legales, y que los dirigentes de la compañía pueden ver
prohibida su entrada en Estados Unidos. Esto significaba que compañías internacionales debían
elegir entre comerciar con Cuba o comerciar con los Estados Unidos, que son un mercado
muchísimo mayor. También impide que un presidente estadounidense cambie las normas del
embargo o lo elimine por decreto, siendo facultad exclusiva del Congreso. La ley instruye al
presidente estadounidense a desarrollar un plan para asistir al pueblo cubano y a un gobierno
“elegido democráticamente” durante una transición a la democracia en la isla. Además, prohíbe a
terceros países la venta a Estados Unidos de productos con componentes cubanos, lo que afecta
sobre todo al níquel, principal producto de exportación de la isla; así como la venta a Cuba de
productos con componentes estadounidenses, lo que dificulta la actividad industrial y petrolera en
Cuba. También sanciones con 180 días de prohibición de ingreso a puertos estadounidenses, a
barcos de terceros países que hayan atracado en Cuba.
La ley Torricelli de 1992 tiene por objetivo el aislamiento político y económico de Cuba. Esta ley
justifica la política de bloqueo ya no con argumentos relacionados con la seguridad nacional de los
Estados Unidos: los nuevos pretextos para sustentar semejante andamiaje legislativo se vinculan
con la llamada “violación de los derechos humanos y la falta de democracia” en Cuba. Destaca
entre todo el cuerpo de leyes asociadas con el bloqueo por su carácter eminentemente
extraterritorial. Las disposiciones contenidas en esa legislación, de carácter profundamente
extraterritorial, constituyen una flagrante violación de las normas internacionales que rigen la
libertad de comercio y navegación y reflejan el desprecio e irrespeto hacia la soberanía de terceros
Estados. Fue promulgada por Bush padre bajo el nombre “Ley para la Democracia cubana”. En la
esfera comercial la Ley Torricelli estableció dos sanciones fundamentales:
Como principio sustentador, históricamente los gobernantes chilenos han hecho del “legalismo” una
tradición en la P.E. Más tarde la cooperación política, como instrumento de P.E se sumaría a la
tradición. Estos elementos dieron origen a una política exterior de “iniciativas”, es decir, a un
activismo y alto perfil.
La política exterior siguió exhibiendo una notable continuidad durante el siglo XX con una estricta
adhesión al derecho internacional y una conducta legalista en el manejo de la P.E.
El posterior alineamiento con EEUU coincidiría con la aceptación de la reproducción interna del
modelo centro-periferia. Aparecen dos modelos de influencia teórica que comienzan a acompañar al
tradicionalismo chileno: el realismo clásico, y el cepalismo-desarrollismo, a los que se agrega
posteriormente la corriente desarrollista. Empezaron a coexistir las tendencias juricidista y la
pragmática proveniente del realismo. Esta coexistencia de ambas corrientes en la política exterior
chilena sería característica hasta el presente, aunque la alteración de la tradición democrática iba a
cortarse en 1973.
Luego de la crisis del 30, la sociedad chilena, al igual que en Argentina y Brasil adoptaría el modelo
desarrollista. El sistema democrático se transforma en el sustento de la P.E.
Los gobiernos de la Concertación hicieron de la P.E chilena la política de un estado comercial, pero
no de alto perfil. La característica “extrovertida” de la economía chilena nace desde su condición
colonial y se proyecta durante todo su ciclo histórico como nación políticamente independiente.
Contemporáneamente, lo que mas se acercaría a la formulación de un paradigma de P.E. fue el
pluralismo ideológico (1970-1973), donde se era solidario con la causa socialista internacional y
con la suerte de Tercer Mundo en general. Esta suerte de paradigma también convivió con una dosis
de pragmatismo debido a las hostilidades provenientes de EEUU. Este principio de pluralismo
ideológico se opuso al concepto de “fronteras ideológicas” que le imponía en el cono sur la P.E
brasilera.
Con la llegada de Pinochet la P.E tradicionalista desaparece automáticamente, no solo se rompió el
vínculo entre la democracia y la P.E sino que también se rompió el principio de universalismo. Se
abandona la alta política y se vuelca directamente a la diplomacia comercial. Acá se encuentra el
origen del nuevo pragmatismo de la P.E chilena que tiene su fundamento en la teoría económica
neoliberal y supone oportunidades económicas indefinidas debido a las reformas estatales. Se dirige
así hacia la baja política.
Bajo este realismo pragmático, las características de los gobiernos de la Concertación (1990-2003
fecha de libro) están dadas por la combinación de cuatro factores. 1) los determinantes del modelo
económico heredado y que los gobiernos de la concertación aceptaron mantener. 2) el pragmatismo
político. 3) las condicionalidades de la transición democrática y la vigencia de la constitución
autoritaria. 4) los valores que han tratado de incorporar los partidos políticos que levantan la
bandera de la democracia. La respuesta de la concertación fue una diplomacia conservadora como
históricamente lo había sido, una P.E que avanza lenta, mesurada y reservadamente. Nuevamente
los valores que cimentaban la P.E iban a ser democráticos y apegados al legalismo y la juridicidad
nuevamente. Pero se continuó el modelo de inserción internacional de la etapa previa: la apertura
económica.
El espíritu comercialista que animó la P.E chilena desde la dictadura militar, se transformaría en un
modelo de política exterior para otros países.
Conclusión.
La gran estrategia de Chile sigue enfrentando la necesidad de otorgar una prioridad relevante a
una política regional sudamericana, que sin perjuicio de privilegiar en el caso de Brasil el
robustecimiento de la relación bilateral, y de focalizar un cierto interés en sub coaliciones dentro
de la región –por ejemplo, el así bautizado Arco del Pacífico–, tiene que seguir operando con
pocos grados de libertad importantes en el contexto de la UNASUR , practicando allí una política
que necesariamente lo es bastante más que una política de mera presencia.
Cambios políticos.
No obstante el éxito que, después de profundas crisis iniciales, empezó a exhibir el modelo
económico adoptado en Chile durante los años 80, fue necesario el retorno a la democracia para
poder capitalizarlo adecuadamente. Todo el gran proceso de negociaciones económicas
internacionales que desarrolló Chile a partir de 1990 hubiera sido inconcebible bajo una dictadura.
Y ese proceso fue el complemento normal de una apertura unilateral, que obviamente se había
registrado mucho antes.
Así, la naturaleza del sistema político chileno no sólo tuvo un impacto obvio en las áreas más
políticas de sus relaciones internacionales, sino que también se hizo presente con fuerza en su
reinserción económica internacional. Esta reinserción no significó, sin embargo, el retorno a las
posiciones que habían caracterizado el período democrático anterior. Los gobiernos de la
Concertación no adhirieron nuevamente a los primeros modelos de integración que se habían
adoptado en la región, no se plegaron a los movimientos tercermundistas que se habían apoyado
anteriormente y que habían entrado en franca declinación ni desarrollaron un regionalismo
tradicional y cerrado que no podía dar cuenta de la considerable diversificación que estaban
mostrando las relaciones económicas internacionales del país.
Los principios básicos.
Cada país tiene principios básicos que rigen su política exterior. La primera de estas orientaciones
consiste en la preservación de la integridad territorial del país. El segundo principio que inspira a
nuestra política exterior es el respeto al derecho internacional. El recurso más legítimo y efectivo
con que cuenta Chile para hacer valer sus derechos en el ámbito internacional es el respeto al orden
jurídico internacional. El respeto a los derechos humanos y la democracia representan un tercer
principio. La democracia es el sistema político que constituye el marco apropiado para el pleno
respeto de los derechos esenciales de todo ser humano. Chile es un país abierto a la economía
mundial, a la inversión extranjera y al comercio internacional, como cuarto principio. Esto se ve en
la firma de acuerdos y tratados de libre comercio. Finalmente, la responsabilidad internacional
representa un quinto principio de política exterior. Los actores estatales y no estatales interactúan
en la realidad internacional con una intensidad hasta ahora desconocida. Este cuadro genera
oportunidades y obligaciones para los Estados que, junto a otros sujetos internacionales, encaran
mancomunadamente los nuevos desafíos y amenazas del orden internacional.
Regionalismo abierto.
Chile es un país globalizado, en una medida mayor que otras naciones de la región latinoamericana;
en el área exclusivamente económica, Chile se empina hacia la categoría de país altamente
globalizado. De ahí que resultara de toda lógica desarrollar esta muy activa política de
negociaciones económicas internacionales, que ha llevado a un grado muy significativo de
consolidación de las relaciones de Chile con sus principales socios extrarregionales. Ello ha
implicado mantener una presencia equilibrada y significativa, más allá de América Latina, en todas
aquellas regiones del mundo en que existen intereses relevantes: Estados Unidos y Canadá, Asia-
Pacífico y Europa. Chile negoció un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, pero
también buscó un diálogo maduro que permitiera superar episodios anteriores de intervencionismo,
diálogo que fue sometido a prueba el año 2003 cuando desde el Consejo de Seguridad de la ONU
Chile no apoyó a los Estados Unidos en la búsqueda de una legitimación para su guerra en Irak. En
el caso de Canadá, el primer país desarrollado con el que Chile negoció un acuerdo de libre
comercio, se ha establecido una importante coincidencia en materia de políticas públicas y política
exterior, que se ha resumido en el concepto de like-minded, esto es de una particular sintonía
política que ha permitido desarrollar iniciativas conjuntas tanto bilaterales como multilaterales. Un
acervo histórico particularmente rico, una intensa corriente de afinidad política y la persistencia de
considerables intereses económicos hicieron que Europa Occidental y, en especial, los países que
integran la Unión Europea (UE) se mantuvieran durante las últimas décadas como uno de los ejes
principales de las relaciones internacionales de Chile. Asimismo, se logró negociar un Acuerdo de
Asociación con la UE que descansa en un pilar económico, que comprende un TLC, un pilar de
diálogo político y otro de cooperación. El acuerdo fue firmado el año 2002, proporcionando un
marco sólido y estable para el desarrollo de las relaciones con esa agrupación. Históricamente Chile
tendió a mirar más hacia el resto de América Latina, América del Norte y Europa. Pero a partir de
los años 70 se empezó a perfilar un esfuerzo para relacionar al país más estrechamente con la
Cuenca del Pacífico, apoyado en una realidad geográfica indesmentible, la ubicación estratégica del
país en el Pacífico Sudeste, la proyección que daba la Isla de Pascua y la existencia de vínculos
comerciales de larga data con Japón y crecientemente, la República Popular China. Asia se
convirtió en el principal mercado para las exportaciones chilenas, superando a Estados Unidos, la
UE y América Latina y las representaciones diplomáticas y comerciales chilenas en ese continente
se expandieron. En consonancia con ese interés, Chile desplegó una ofensiva diplomática para
obtener su incorporación al prestigioso foro APEC, entidad gubernamental del más alto nivel
considerada como el núcleo de la organización regional más importante del área.
Responsabilidad Internacional.
La participación en el sistema multilateral siempre representó un aspecto fundamental de la política
exterior y de la inserción de Chile en el mundo. Asumiendo que el país no podía pretender
modificar por sí solo una situación regional o global desfavorable para sus intereses nacionales, la
política exterior privilegió la acción de las organizaciones internacionales y los mecanismos
colectivos para resolver los problemas regionales o globales que interesaban a Chile. En su calidad
de país dotado de una economía relativamente pequeña y en desarrollo, Chile había depositado
grandes expectativas en la política multilateral, transformándose en un miembro particularmente
activo de diversas organizaciones regionales y globales, aportando una visión propia e ideas
creativas. El multilateralismo es un principio fundamental de la política exterior chilena.
La política exterior también ha puesto gran énfasis en la incorporación del país en los regímenes
internacionales vigentes o en proceso de negociación en materia de desarme y proscripción de
armas de destrucción en masa. Chile participó activamente en el establecimiento de la Organización
Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), adoptando las medidas internas
necesarias para dar cumplimiento a los exigentes compromisos contenidos en la Convención que le
dio origen. En 1995 el país adhirió finalmente al Tratado de No Proliferación Nuclear, poniendo fin
a una postura doctrinaria que rechazaba este acuerdo debido a que sus efectos no eran aplicables a
las potencias nucleares Asimismo, en 1996 Chile se convirtió en uno de los primeros firmantes del
Tratado de Proscripción Total de los Ensayos Nucleares. Ese mismo año, Chile ingresó, junto a
otras naciones, a la Conferencia de Desarme. En 1997, el país fue uno de los firmantes originarios
de la Convención para la Proscripción de las Minas Antipersonales.
La política multilateral de Chile siguió orientándose hacia su territorio antártico y los espacios
marítimos y aéreos en que ejerce soberanía o cuya adecuada protección le ha afectado directamente.
También debió enfrentar un nuevo desafío en el ámbito de la protección del medio ambiente, tema
que ha entrado de lleno en la agenda internacional. Las cuestiones medioambientales cubren un
espectro amplísimo de nuestra proyección internacional, que incluye el cambio climático, las
políticas marítima y antártica, las negociaciones económicas internacionales, las exportaciones de
commodities, el transporte de sustancias tóxicas y potencialmente peligrosas y de cargas nucleares,
el depósito de desechos, las inversiones extranjeras, las obras públicas y la política forestal.
Conclusiones.
El balance que aporta la política exterior chilena en sus dos siglos de existencia comprueba que el
país logró adaptarse a su contexto externo. En una perspectiva histórica, es claro que ese contexto se
ha ido modificando y que las reglas del juego vigentes han ido evolucionando desde el mundo
inspirado en las concepciones de Thomas Hobbes que predominó hasta el siglo XIX hasta un orden
más inspirado en los padres fundadores del derecho internacional, como Hugo Grocio, Francisco de
Vitoria y Francisco Suárez, que impera en el siglo XXI. La visión de Hugo Grocio de las relaciones
internacionales representó un camino medio entre un juridicismo idealista radical y la pura política
de poder que inspira la visión realista de las relaciones internacionales y que se entronca en la
tradición de Thomas Hobbes. Se trata de una visión que parte del realismo político y que tiene en
cuenta las limitaciones impuestos por el poder y su distribución global. Esta visión, sin embargo, no
impide buscar la construcción de una sociedad internacional basada en un conjunto mínimo de
normas e instituciones internacionales que puede poner límites a los conflictos entre los Estados.
Es claro que en estos dos siglos, Chile ha evolucionado hacia una visión más grociana del mundo.
No se trata de un caso excepcional. Más bien, es parte de una tendencia hacia la adopción de nuevos
regímenes internacionales que le afectan directamente.
En suma, Chile ha transitado desde una concepción internacional tradicional, marcada por las
realidades del poder, hacia una política exterior más activa, más regional y más multilateral. La
historia enseña que los países pequeños o medianos que cuentan con mayor aceptación
internacional, también disponen de una mayor cantidad de aliados en la arena política y
diplomática. Un país, sobre todo cuando no tiene una población muy numerosa, es más fuerte, más
seguro y defiende mejor sus intereses, en la medida que se adapta a las reglas del juego
internacionales y goza de múltiples y sólidas alianzas en el campo diplomático. En definitiva, una
diplomacia activa y una inserción internacional exitosa han fortalecido la política exterior y han
contribuido también a la política de defensa y seguridad del país.
Los factores explicativos de la P.E chilena mas cercanos se centran a comienzos de la década de
1990, indisolublemente ligados a la recuperación de la democracia después de un período dictatorial
que tuvo un impacto muy negativo en sus relaciones oficiales.
El retorno democrático hizo posible una activa política de negociaciones comerciales
internacionales que permitió potenciar la apertura económica iniciada durante el régimen
autoritario.
El objetivo del trabajo es presentar la serie de transformaciones que ha experimentado la P.E
durante los gobiernos de la Concertación, la coalición de centro izquierda que presidió la transición
y normalizacion democrática de Chile y que se mantuvo en el poder entre los años 1990-2010.
Más allá de América Latina: América del Norte, Europa y Asia pacífico:
En las últimas décadas, Chile logró consolidar sus relaciones con los principales socios políticos y
económicos mas allá de la región latinoamericana. De hecho la firma de acuerdos económicos y el
establecimiento de marcos permanentes de relacionamiento con Estados Unidos, Canadá, la UE y
Asia pacífico representan uno de los grandes legados de la P.E de la concertación. Chile destina mas
del 75% de sus exportaciones a mercados extrarregionales y mas del 90% de su inversión extranjera
procede de estos.
La concertación puso fin al aislamiento que gran parte de la comunidad internacional impuso al
régimen militar que gobernó al país entre 1973 y 1990.
EEUU ocupó un lugar importante en el diseño de la política exterior de la concertación. Sin
embargo, Chile no buscó una alianza con la gran potencia ni tampoco consideró sumarse a sus
enemigos. Mas bien el objetivo fue desarrollar una relación estable y madura basada en intereses
compartidos.
En 2004 Chile logra finalmente firmar su TLC con EEUU, el segundo suscrito entre la gran
potencia y un país latinoamericano. La larga espera hacia este acuerdo fue aprovechada con un
acuerdo de libre comercio firmado con Canadá en 1996.
Chile logró negociar un Acuerdo de Asociación con la UE que descansa en un pilar económico que
comprende un TLC, un pilar de diálogo político y otro de cooperación. El acuerdo fue firmado en el
2002 estableciendo una base sólida para las relaciones con esa agrupación.
En cuanto a la cuenta del Pacífico, esta no despertó interés para Chile hasta la década del 70. A
partir de esta década comenzó a darle importancia. Con el tiempo, Asia se convirtió en el principal
destino de las exportaciones chilenas, superando a EEUU y la UE. Fortaleció principalmente sus
relaciones bilaterales con Japón, Corea del Sur y China, este ultimo se convirtió en el principal
receptor de sus exportaciones. Con los tres, Chile firmó TLC. También firmó TLC con miembros
del ASEAN además de Nueva Zelanda y Australia.
En cuanto a Argentina y Brasil, la asunción de Evo fue coincidente con Lula y Kirchner. Uno de los
ejes que fortaleció las relaciones con ambos gobiernos fue la compra-venta de gas natural boliviano
para abastecer la demanda del hidrocarburo por parte de sus vecinos. Mas entendiendo la crisis
energética que atravesó Argentina durante el 2004. Ambas relaciones bilaterales transcurrieron sin
mayores sobresaltos, hasta la iniciación de la nacionalización de hidrocarburos por parte de Evo. La
medida tomó por sorpresa a los gobiernos de Kirchner y Lula, pero fue respetada por ser un acto
inherente a la soberanía de un esado. En el caso de argentina-bolivia, el único sobresalto fue el
aumento de precio pedido por el ejecutivo boliviano, pero el asunto fue resuelto. Por la parte de
Brasil, la renegociación contractual fue compleja, tensa y plagada de incertidumbre.
China e Irán
El ascenso de estos países en la agenda boliviana se explica en términos generales, en la voluntad
del gobierno boliviano de diversificar el abanico de relaciones bilaterales de acuerdo a las
oportunidades que ofrece el entorno internacional. Pero si se comparan el caso chino e iraní, se
pueden diferenciar en torno a su esencia. El intercambio comercial entre China y Bolivia evidencia
que en sus economías existe una gran complementariedad. El país andino exporta grandes
cantidades de minerales, y el gigante asiático le vende mas de 4.000 productos manufacturados. La
balanza comercial es absolutamente deficitaria para Bolivia.
La vinculación entre Bolivia e Irán se inserta en un contexto completamente diferente. Este
acercamiento es una especie de anomalía ya que no cuenta con precedentes. Y tampoco posee
relevancia económica-comercial ya que el intercambio es mínimo. Los aspectos que favorecieron el
incremento de contactos bilaterales se explican con el vínculo en las relaciones Irán-Venezuela, y
como este último ha intentado realizar un nexo entre Irán y el ALBA. Además, Irán ha apoyado
varias reivindicaciones de Evo en la ONU como la hoja de coca y en contrapartida, Bolivia
defendió el programa nuclear iraní para fines pacíficos.
EEUU
La retórica antiimperalista y la intensificación de los contactos con Venezuela e Irán fueron
causando cierto recelo en la administración Bush. La relación se tornó hostil y conflictiva. Bolivia
delcaró persona no grata al embajador de EEUU y además suspendió el accionar de la DEA en
territorio Boliviano. Como respuesta, la administración Bush, descertificó a Bolivia como país de
tránsito y productor de drogas y decidió interrumpir los beneficios comerciales de la Ley de
Promoción Comercial Andina. En definitiva, en el período 2006-2013, las relaciones Bolivia-EEUU
se caracterizaron por la baja intensidad, y una tensión constante.
Chile
Las RR Chile Bolivia constituyen un caso especial, peusto que el peso de un pasado conflictivo ha
marcado el destino de las mismas. Luego de varios intentos de negociaciones que terminaron por
fracasar y sin mantener relaciones diplomáticas desde 1978, Bachelet generó la esperanza de poder
acercar a los dos países. Se generó la Agenda de los 13 puntos donde se incluyó la cuestipón de la
mediterraneidad boiliviana. Aún así no se presentaron avances con respecto a la cuestión marítimam
a diferencia de otras áreas como defensa e integración. No obstante, en líneas generales, los
contactos entre los gobiernos de Morales y Bachelet pueden ser considerados como positivos, donde
dieron muestras de voluntad política.
Tras la asunción de Piñera, no generó en un primer momento inquietud en la administración
Morales. Pero tras la explícita exigencia de una salida al mar por parte de Morales, comienza la
tensión a lo que Piñera contesta como una “pretensión inaceptable”y que se “aparta de los términos
acordados por ambos gobiernos”. A partir de esto Bolivia lleva el caso a la Corte Internacional de
Justicia, y las administraciones fueron endureciendo cada vez mas sus respectivas posiciones.
El panorama inmediato es la incertidumbre ya que habrá que esperar no solo las elecciones
presidenciales en Chile y Bolivia del 2014, sino que también el pronunciamiento de la Corte
Internacional de Justicia sobre la cuestión marítima.
El objetivo del trabajo radica en analizar el período de transición, preparación e instalación del
gobierno que asumió el 1º de marzo de 2010 en Uruguay, en materia de PE, a través de la figura del
presidente electo, José Mujica. Se busca comprender la PE del Uruguay en el período de gobierno a
iniciarse, a partir del estudio de programas de gobierno político-partidarios y de acciones concretas
comprendidas en una etapa de diseño de esa futura política pública.
Para dar un contexto a este período de transición y al segundo gobierno del FA, su plataforma
electoral reafirma dos ideas centrales. A manera de reivindicación de la política exterior del
gobierno de Tabaré Vázquez, se defiende la asociación afinidad ideológica / inserción internacional,
mostrando como logros la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba; los acercamientos a
Palestina y a la República Saharaui, y la promoción del ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Por
otra parte, se destaca el retorno a contactos fluidos con los demás países del bloque, sin aludir a
áreas y temas de estancamiento o a dificultades en las relaciones bilaterales de Uruguay con los
socios mayores.
Las ideas básicas y principios rectores son calificados como claves para su proyecto alternativo,
democrático, participativo, progresista, nacional y popular, dando otro ingrediente ideológico a las
definiciones del FA en PE. Asimismo, se reafirma la conveniencia de una PE de Estado, hipótesis.
En cuanto a su enumeración, más allá de los llamados “principios rectores”, en donde se reivindican
los grandes lineamientos de la ONU, los “pilares” estampan los postulados históricos de la
izquierda nacional, muchos de ellos compartidos con los partidos tradicionales como los referentes
a: la soberanía nacional; el rechazo de intervenciones y a alineamientos con grandes potencias; el
trabajo por un orden internacional más equitativo y justo; el rechazo a todo tipo de acción terrorista,
en especial al terrorismo de Estado; la promoción del multilateralismo en coordinación con países
en desarrollo; la protección integral de los derechos humanos.
La estrategia de inserción internacional radica en dos caminos calificados de complementarios: el
privilegiado espacio estratégico del MERCOSUR como plataforma de negociación conjunta, y el
denominado bilateralismo múltiple para aumentar y diversificar el comercio, disminuyendo la
vulnerabilidad del país, aunque evitando toda colisión que debilite al bloque latinoamericano. Si
bien el bloque significa la coexistencia de procesos vigentes - como MERCOSUR, CAN, ALBA,
UNASUR, ALADI -, se alienta la integración uruguaya al ALBA, considerado alternativa a
modelos panamericanistas como el ALCA o las propuestas de TLCs de EEUU. Para los dos
caminos complementarios rige la ponderación de la cooperación sur – sur, mencionándose países
como China, India, Sudáfrica y el propio Brasil. Asimismo, no se renuncia a instancias
multilaterales como la OMC, siempre que se encaren desde la unidad de países latinoamericanos o
países en vías de desarrollo, en general. Todo este esquema está fundamentado en dos ideas
expresamente formuladas: la integración regional es facilitada por la afinidad ideológica entre los
gobiernos progresistas, los movimientos sociales y los pueblos, y la inserción internacional es ante
todo una cuestión política, por lo tanto el aspecto comercial debe estar inserto en lo político.
La política de comercio exterior debe responder a estrategias de país productivo y de inserción
internacional. Por tanto, reconocerá la capacidad generadora de riqueza y de dinamismo exportador,
sin contraposiciones al fortalecimiento del mercado interno. En el desarrollo de esta variable, el
“más y mejor MERCOSUR” encuentra sus primeros límites en la necesidad de: la definitiva
liberación de las barreras intrabloque, niveles de protección moderados extrabloque y negociación
de acuerdos preferenciales MERCOSUR - terceros.
Con relación a la política monetaria y cambiaria, se plantea la intervención del sistema financiero
público y, de ser necesario, la regulación de los flujos de capital internacional, en defensa de la
producción, no sólo pensada en beneficios a la exportación. Finalmente, hay un firme compromiso
para evitar la competencia desleal de productos importados mediante medidas impositivas.
MERCOSUR e integración regional constituye el desarrollo más exhaustivo de la propuesta, con un
bloque considerado en sí mismo y como plataforma de inserción internacional. Esto incluye la
profundización del MERCOSUR con: desarrollos zonales; cadenas regionales; coordinación de
políticas económicas, sociales, culturales y científico-tecnológicas, y el desarrollo de instancias
políticas comunes. La idea central de profundización es que “La construcción del MERCOSUR no
puede acotarse a la economía”, máxima distintiva de la propuesta con relación al resto del sistema
político. Así se alaba al Parlamento del MERCOSUR y al propio FOCEM, pero también resaltan
propuestas de integración infraestructural, productiva, cultural y energética; esta última mediante un
eje con Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil para el desarrollo de todo el continente, dejando afuera
“la explotación imperialista”. Se construye una agenda con metas a corto plazo sobre reglas claras
de comercio intra y extrabloque, y un desarrollo exhaustivo de la agenda social; con metas a
mediano plazo sobre coordinación y convergencia gradual de políticas macroeconómicas; con metas
a largo plazo sobre la adecuación de la estructura institucional y del sistema de toma de decisiones.
Fuera de la subregión, se propende para Uruguay un rol de articulador del proceso de integración
sudamericano por la radicación, en Montevideo, de las secretarías de ALADI y MERCOSUR. Pero
la apuesta regional más decisiva es la valoración de la UNASUR y ámbitos conexos como el
Consejo Sudamericano de Defensa, el Banco del Sur, y otros aspectos puntuales en energía,
riquezas naturales y renegociación de la deuda externa. Se estampa una propuesta concreta para la
Unión: hacer converger la CAN y el MERCOSUR con vistas a la libre circulación de factores
productivos en América del Sur.
Finalmente, en cuanto a los aspectos institucionales de la PE, desde una inserción internacional
integrada a las estrategias de desarrollo, se marcan tres tareas al Ministerio de Relaciones
Exteriores: constituir un cuerpo diplomático con activa participación en todos los países que se
estime necesaria por criterios tanto económico-comerciales, como políticos, de promoción cultural
y de promoción turística, en una apreciación coherente con las máximas de inserción ya analizadas;
reformar viejos conceptos como el código de actuación, la propensión al secreto cupular, la
distancia con el resto de la sociedad en la información y la falta de rendición de cuentas de la
gestión; consolidar una institucionalidad articuladora con los diversos actores nacionales con roles
en el relacionamiento externo. En este último punto, se destaca el trabajo conjunto con los
gobiernos locales y la jerarquización del Instituto Artigas del Servicio Exterior interactuando con la
Universidad de la República. Los puntos de exhaustivo tratamiento y distintivos de la plataforma, lo
constituyen, primero, el desarrollo de una política cultural agresiva con: mejoras en el servicio
diplomático; integración de uruguayos radicados en el exterior; articulación con actores
gubernamentales y no gubernamentales, y acciones en organismos internacionales. Segundo, las
políticas de diáspora: profundizando labores de la Dirección General para Asuntos Consulares y
Vinculación y de los Consejos Consultivos; reestructurando el servicio consular; apostando a
recuperar recursos humanos mediante proyectos productivos; trabajando para el ejercicio de los
derechos políticos de los uruguayos no residentes; implementado una política de retorno con una
Oficina de Retorno y Bienvenida que involucre actores estatales, municipales y sociales. Para
terminar, la propuesta del FA considera fundamental la puesta en marcha del Instituto Uruguayo de
Cooperación Internacional y del Sistema Nacional de Cooperación Internacional, en donde se
coordinen diferentes organismos.
El estudio de los mensajes de José Mujica se estructura mediante la clásica división que agrupa a
los factores de la PE en internos y externos. En los factores internos, desde la obvia prioridad del
sistema político nacional, se contemplarán también la estrategia de desarrollo nacional; los recursos
o capacidades estatales, y las variables étnicas, históricas y culturales. Entre los externos, además
del factor central Sistema Internacional, se atenderá el factor política de poder, este último en tanto
orientación estratégica, racional y calculadora por su tendencia a considerar al Estado un actor
racional y unificado, por su énfasis en el conflicto internacional y por considerar las acciones de
otros países como principal condicionante de las decisiones de política exterior.
Entrando al estudio de los factores de PE que Mujica implica, se verifica que el sistema político
recibe, cualitativa y cuantitativamente, la mayor dedicación, situación corriente en cualquier estudio
sobre relaciones exteriores. El sistema político es abordado, en primer término, desde una simple
transcripción de los resultados de las elecciones nacionales, los que reafirman la mayoría
parlamentaria para el FA, con 15 senadores y 50 representantes nacionales.
En segundo término, la variable sistema político es activada para reseñar y analizar la composición
del nuevo Consejo de Ministros. Sorprende la celeridad con que José Mujica confirma los nombres
de ministros y subsecretarios. Por otra parte, la celeridad sorprende cuando la situación del país -
muy distinta a la de 2004 con las consecuencias de la crisis de 2002 patentes - y la garantía de una
transición ordenada le daban un buen margen de maniobra. El número de ministerios que le
correspondieron a cada sector del FA refleja casi proporcionalmente los resultados de octubre.
Resulta sintomático que el nuevo canciller pertenezca al sector y al entorno del presidente. Si bien
Mujica se manifiesta consciente de la exigua mayoría parlamentaria del partido de gobierno, optó
por una estrategia que reafirmaba la valoración que el primer gobierno del FA supo dar al Consejo
de Ministros, pero alternando sus sesiones con las de los gabinetes específicos Productivo; Social;
de Seguridad Pública; de Innovación y Tecnología, y de Energía. La consigna para el futuro
Consejo de Ministros es la absoluta austeridad en el gasto público.
En tercer término, José Mújica provoca toda una definición con relación al sistema político, al
reconocer la necesidad de una mayor participación de la estructura del FA en la toma de decisiones
del futuro gobierno.
En cuarto término, el nuevo presidente completa el triángulo de soportes para su gobierno - partido
político, Consejo de Ministros, bancada parlamentaria oficialista – ofreciéndole a los legisladores
frenteamplistas un mayor y más regular relacionamiento. Los dos objetivos que plantea son: apoyar
a los ministros, sobre todo a aquellos sin trayectoria legislativa, y no arriesgar la exigua mayoría
parlamentaria. Se consagra un compromiso de mayor información del Poder Ejecutivo y menor
urgencia para el tratamiento de los proyectos de ley.
En quinto término, José Mujica, en su transición hacia la presidencia, materializa gestos de
distensión y unidad nacional hacia los partidos políticos opositores: expresiones conciliadoras en el
discurso de celebración; reuniones inmediatas con los respectivos líderes; instalación de comisiones
técnicas multipartidarias para lograr políticas de consenso en seguridad, educación, medio ambiente
y energía; expresiones sobre valoración y necesidad de relación fluida con todas las bancadas
parlamentarias; invitación a todos los partidos a la reunión con Hillary Clinton. Todo esto repercutió
en el clima de negociación sobre la coparticipación en los directorios de empresas públicas, entes
autónomos y organismos de control. Sin embargo, fuera de los temas tratados en las comisiones
técnicas, no habrá intentos por construir políticas de Estado en otras áreas, asumiendo que el FA
tendrá, como partido de gobierno, la obligación de “trazar el mapa de ruta”.
La estrategia de desarrollo nacional, en materia de PE, es explicada en forma contundente en el
discurso de asunción, en primer lugar, mediante la reafirmación sobre “cinco años más de manejo
profesional de la economía”. En segundo lugar, con una fórmula sobre estrategia de desarrollo e
inserción internacional: agro + inteligencia + turismo + logística regional. En tercer lugar con una
economía abierta al mundo, desde su modelo agroexportador, que no repita los errores de la
estrategia de sustitución de importaciones.
Pero el principal punto de la estrategia de desarrollo nacional radicó, sin lugar a dudas, en la
integración regional, con la unidad latinoamericana como apuesta a mediano plazo y con la
consolidación del MERCOSUR como apuesta inmediata. Advierte que para pelear contra la pobreza
y recrear la identidad perdida hay que fundar la patria, integrando a los países ya creados,
trascendiendo los aspectos comerciales y superando esa “visión medio fenicia” de la integración.
“El MERCOSUR es ‘hasta que la muerte nos separe’”. No obstante, Mujica reconoce su
estancamiento y reclama un compromiso recíproco de los socios mayores. Pero más allá de
reafirmaciones declarativas, concreta una propuesta novedosa: la construcción de un puerto de
aguas profundas en La Paloma, administrado y operado por los miembros plenos el MERCOSUR y
Bolivia con el objetivo de canalizar grandes operaciones comerciales, atenuando la puja entre
servicios portuarios de diferentes Estados.
En el período analizado, no se encuentran elementos suficientes como para sostener que el futuro
gobierno concretará actitudes de acercamiento - o alejamiento - con los países del ALBA, más allá
de las fuertes afirmaciones de la plataforma preelectoral del FA. La única manifestación expresa de
José Mujica con relación a sus países miembros es la temprana visita a Bolivia. La visita parecería
más enmarcada en el conjunto de variables étnicas, históricas y culturales - en tanto reafirmación de
conceptos como patria grande - que en una apuesta a una inserción internacional desde la estrategia
de desarrollo.
Los recursos o capacidades estatales son una constante en los mensajes del presidente electo,
valorados como un instrumento imprescindible para la inserción internacional. La valoración se
concreta en todo el período estudiado, con énfasis en las fundamentaciones sobre la necesidad de
encauzar las relaciones bilaterales con Argentina. Desde la fórmula “agro + inteligencia + turismo +
logística regional. Y punto”, alienta a sumar valor agregado a los productos agrícolas exportables.
Concretamente, sobre la infraestructura, se especifica un pedido de financiación al Banco Mundial
en: la remodelación de los puertos; el dragado del río Uruguay; la construcción ferroviaria y vial, y
la construcción de represas para mejorar temas de inundaciones y riego. El tema recurrente del
período de transición es la recuperación del ferrocarril, en tanto segunda prioridad cronológica de su
gobierno, debido a la incidencia del transporte en el llamado costo país. Cabe acotar que el factor
demográfico de Uruguay tampoco está ausente en el discurso de Mujica, llegando a expresar que el
gobierno debe incentivar a la gente a radicarse en el país y captar personas calificadas técnicamente.
En cuanto a los recursos humanos, José Mujica da una definición clara y bien diferente a la de su
antecesor con la designación de su canciller, al ser casi inmediata y recaer en un funcionario
diplomático de carrera. En concordancia con esta designación, reafirma su confianza en el personal
diplomático de carrera. Dicha consigna es concretada con la confirmación de los embajadores
Carlos Gianelli en EEUU y Carlos Amorín en Brasil, pero, sobre todo, al declarar que del cupo de
veinte embajadores políticos, el gobierno utilizará como máximo doce. Asimismo, se define para el
Servicio Exterior: dar relevancia a funcionarios jóvenes formados en RRII o Comercio Exterior;
introducir criterios sobre equidad de género, destinando mujeres en altos cargos, y parámetros
objetivos para la medición de la labor en materia de gestión y rendimiento. Es, sin duda, relevante
para contextualizar el período de gobierno, el anuncio de Almagro de cierre de misiones que no
cumplan con determinados criterios políticos, comerciales y de amistad tradicional, estudiando los
recursos financieros, materiales y humanos asignados, para contrastarlos con los resultados
obtenidos, la importancia actual y las posibilidades futuras que ofrece la representación, en un
nuevo mensaje de austeridad. La macro categoría de factores o variables étnicos, históricos y
culturales es netamente activada por José Mujica en su “debut internacional” en la Cumbre Sindical
del Cono Sur. Allí hay referencias históricas a Bolívar, San Martín y Artigas como mentores de la
integración; rechazos al nacimiento de Estados a partir de sus puertos y del mercado mundial con
prescindencia de sus estrategias de desarrollo, e incluso una reivindicación a “los llaneros, los
gauchos, los paisanos, el pobrerío”, ilustrada por un saludo a Evo Morales que acababa de conseguir
su reelección. Allí advierte que la integración no es un tema central de los pueblos, ni de los
trabajadores, ni de los partidos progresistas, ratificando su idea central: los países están, pero “la
patria está por fundarse”. Utiliza la expresión “Patria Grande”, actualmente “familia balcanizada”,
para el conjunto de Estados que deben asociarse en una sola nación latinoamericana.
Desde esta tradición ideológica y aludiendo a un viejo concepto sobre la génesis de Argentina y
Uruguay que se resume en la fórmula, dos Estados en una Nación, Mujica asegura la resolución del
conflicto por la instalación de la planta de Botnia, al que considera coyuntural y temporal. La
referencia central al SI puede resumirse en la intención de consolidar una posición-país, cada vez
más abierta al mundo, previendo garantías para la radicación de inversiones en el territorio nacional.
El Sistema Internacional es descrito como multipolar e irreversiblemente globalizado. Mujica
reconoce que no hay dogmas ni paradigmas claros. Todo esto le sirve para volver a fundamentar su
idea de país abierto al mundo, pero advirtiendo que el proteccionismo de los países desarrollados
sigue vigente. El período estudiado muestra una relación fluida del gobierno electo, en su conjunto,
con organismos internacionales financieros como el Banco Mundial y el FMI.
Con relación a la política de poder, la conclusión medular de esta investigación es que Mujica
concentra los mayores esfuerzos en restablecer el clásico equilibrio regional con los dos grandes
países limítrofes. Obviamente, y dado el contexto heredado, esos esfuerzos están abocados a la
solución del diferendo con Argentina. ¿Qué manifestaciones o acciones fundamentan esta
afirmación? En primer lugar, la designación de Guillermo Pomi como embajador acreditado en
Buenos Aires, primer anuncio sobre designaciones en el cuerpo diplomático nacional y concretado
en un dirigente de confianza de José Mujica. En segundo lugar, la reunión con dirigentes de la
Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú para conversar directamente con los gestores y
ejecutores del corte de ruta, alterando la estrategia del gobierno de Vázquez que consideraba
responsable al gobierno argentino de impedir la libre circulación y no le otorgaba categoría de
interlocutores a los asambleístas. En tercer lugar, la firme negativa para que Montes del Plata
instalara una segunda planta de fabricación de pastas de celulosa en Fray Bentos, a quienes Mujica
explica que si bien las inversiones extranjeras son importantes, es más importante, aún, la relación
con Argentina. En cuarto lugar, las conversaciones con Cristina Fernández de Kirchner, viajando a
Buenos Aires, y con el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, cuando la estrategia vigente en el
gobierno saliente pasaba por el congelamiento de toda negociación a la espera del fallo de la Corte
Internacional de Justicia. Cabe recordar que en las reuniones se tratan otros temas de interés común,
vitales para Uruguay, como el dragado de los ríos binacionales y diferentes proyectos de
interconexión energética regional, acordándose con la presidenta argentina, la creación de una
comisión binacional de trabajo. Con Brasil, el panorama es mucho más claro y alentador: Mujica se
manifestó admirador del modelo y las prioridades de gobierno de “Lula” da Silva. La buena
relación entre los dos presidentes, y entre el FA y el Partido de los Trabajadores, se enmarcan en una
afinidad ideológica que facilita la relación bilateral, ya que siempre estarán presentes los intereses
de los respectivos.
En cuanto a EEUU, en el trabajo sólo se destaca el gesto del gobierno de ese país de enviar a su
Secretaria de Estado a la ceremonia de asunción. El gesto es expresamente reconocido y
valorado positivamente por Mujica. La ausencia de alusiones a EEUU es otro elemento valioso
para el análisis, atendiendo a que se está frente a la asunción de un presidente frenteamplista y a
las diferentes valoraciones negativas a la PE de la potencia del norte que plasma la propuesta
preelectoral de la coalición de izquierda.
El triunfo de Fernando Lugo en las elecciones de Paraguay es histórico porque marca el fin de la
hegemonía del Partido Colorado en el poder por mas de 60 años. Luego de la victoria, Lugo ratificó
su decisión de renegociar con Brasil el injusto contrato de la empresa hidroeléctrica Itaipú y
anunció su voluntad de gravar con nuevos impuestos a los ricos productores de soja y de mejorar la
desigual distribución de la tierra. Pero no será fácil. Paraguay arrastra serios deficits de desarrollo,
con una sociedad que descree de la democracia y una clase política corrupta. Además Lugo deberá
gobernar con escaso apoyo parlamentario y frente a la previsible resistencia del Partido Colorado.
Las elecciones donde gana Lugo marcaron el fin de 61 años de gobierno ininterrumpido del PC, el
mandato mas largo de la historia mundial de un mismo partido político. A lo largo de esos 61 años
de gobierno, el PC con su amplia red nacional de seccionales, demostró ser una máquina electoral
eficaz para el mantenimiento del poder y la consolidación de la injusticia social mediante una
combinación de corrupción endémica, control de la burocracia estatal y una retórica nacionalista.
Bajo la administración del PC, Paraguay se consolidó como uno de los países menos desarrollados e
industrializados de A.L. Durante los 35 años de la dictadura de Stroessner, el país se convirtió en
sinónimo de corrupción, contrabando y violación de los DDHH. En 1989, cuando comenzó la
transición a la democracia los indicadores de acceso a la atención médica y a la educación básica se
encontraban entre los mas bajos del continente. Los gobiernos del PC durante los 90 no impulsaron
una transformación económica importante. La economía profundizó su dependencia de la
agricultura, la ganaderia y la silvicultura con pocos recursos minerales y petroleros comprobados.
Durante la construcción de Itaipú, la represa hidroeléctrica impulsada por Brasil entre fines de los
70 y principios de los 80, la tasa de crecimiento económico de Paraguay alcanzó un 9% anual. Pero
fue un progreso transitorio.
Entre 2003 y 2008, la presidencia de Nicanor Duarte Frutos, coincidió con una mejora gradual pero
sostenida de la tasa de crecimiento que alcanzó un 6,8% en 2007, el valor mas alto producido desde
el auge de la construcción de Itaipú. Esto fue resultado, sobre todo, de la expansión de la
producción de soja y carne destinada a la exportación como respuesta al alza de los precios
mundiales.
Lugo llega a la presidencia en una alianza con el PL, llamada Alianza Patriótica para el Cambio,
que trajo consigo una multitud de pequeños partidos de izquierda, relevantes en términos de
militancia pero electoralmente muy débiles.
Lugo ha sido cuidadoso y trató de presentarse como un candidato de centro izquierda, y fue
cuidadoso a la hora de tomar distancia de Evo y Chávez, lo cual no le impidió aplaudir la mayor
soberanía sobre los recursos naturales promovida por ambos mandatarios. Lugo prometió renegocial
los contratos de Itaipú. Según el tratado de Itaipú, firmado en secreto en 1973 entre las dictaduras
militares de ambos países, Paraguay debe cederle a Brasil el 50% de la parte no utilizada de su
energía. Además, el tratado suscripto por 50 años, y que por lo tanto vence en 2023, prohibe a
Paraguay vender la energía sobrante a otros países. En la actualidad Paraguay utiliza solo siete
millones de Mwh por año y debe cederle sus 38 millones restantes a la empresa estatal de
electricidad brasileña, Electrobrás, a precio de costo. Como compensación, Paraguay recibe solo 2,7
dólares por Mwh, lo que equivale a 103 millones mezquinos de dólares. Se trata de un precio
bajísimo si se lo compara al precio mayorista dentro de Brasil: Electrobrás le cobra a las empresas
de distribución alrededor de 60 dólares, y a Argentina, cuando esta tenia un período de escasez, a
100 dólares. Lugo ha denunciado el colonialismo brasileño y prometió llevar este asunto ante la
Corte Internacional de Justicia si el país vecino se niega a renegociar los contratos.
El ministro de RREE de Brasil Celso Amorim, declaró que no habrá nuevas negociaciones hasta
2023, a pesar que el tratado fue firmado por dos gobiernos militares.
Unidad 11. Argentina.
1 Concepto desarrollado por Peter Haas bajo la denominación de “comunidades epistémicas”, el concepto ha sido
tomado por Amado Luiz Cervo para aplicarlo al conjunto de interlocutores, académicos y diplomáticos argentinos que
con sus aportes ayudaron a formular la base de sustentación ideológica de la política exterior de Menem que fuera
implementada por Cavallo y Di Tella. Todos ellos, según Cervo, tenían en común una visión revisionista de la historia
argentina. Estaba integrada entre otros por Tulio Halperin Donghi, Carlos Escudé, Felipe de la Balze, Jorge Castro y
Andrés Cisneros.
con los países de Europa Occidental, éstas no serían tema de debate. Tanto los globalistas como los
seguidores de una relación especial no cuestionarían la ampliación y extensión de dichos vínculos.
De la misma manera ocurriría en las relaciones con América del SUr, en particular con Brasil y
Chile: búsqueda de integración y alianza estratégica autónoma para los globalistas; una alianza
estratégica conjunta de Argentina y Brasil con EEUU y sus aliados para los miembros de la
comunidad epistémica del menemismo.
Desde otra perspectiva similar, Russell señala las variables “continuidades” y “rupturas” afirmando
que el primer paradigma de la política exterior argentina fue el de la relación especial con Gran
Bretaña, que luego del fin de la SGM sería desplazado por otro, que denomina como globalista y
que tiene las siguientes características: a) no alineamiento con EEUU que nunca implicó
equidistancia entre los bloques; b) alto perfil en los foros internacionales para la paz, desarme y
distensión Este-Oeste; c) rechazo a organismos y regímenes internacionales que procuran congelar
la distribución del poder mundial; d) oposición a organismos supranacionales que coarten la
soberanía y autonomía argentina; e) impulso a la integración latinoamericana desde una perspectiva
gradualista; f) la ejecución de una estrategia de desarrollo orientada a la sustitución de
importaciones; g) diversificación de los socios comerciales externos sin barreras ideológicas. El
paradigma globalista exigió la puesta en práctica de una diplomacia más sofisticada que la requerida
por el paradigma de la relación especial con Gran Bretaña.
El nuevo paradigma globalista sería acosado por otros dos paradigmas alternativos: el de la relación
de preferencia con una gran potencia, EEUU, y por el paradigma secesionista que proponía desde
una vereda opuesta la militancia activa con las causas políticas y económicas del Tercer Mundo y
un mayor acercamiento a la URSS. Pero hasta la década de 1990 ninguno de ellos lograría
imponerse sobre el otro, aunque establecerían los límites al paradigma globalista. Como señaló José
Paradiso ni los gobiernos de facto proclives a la relación especial con EEUU, ni los gobiernos
constitucionales de vocación más autonómica llevaron al extremo sus declaradas visiones acerc de
las relaciones exteriores. Así, nunca se fue completamente alineado ni completamente secesionista.
Estos “consensos a medias” sólo sería abandonada con la llegada del nuevo neoliberalismo en la
década del 90.
El paradigma globalista se dieron algunas doctrinas que ejercían especial influencia sobre la política
exterior argentina entre ellas “La tercera posición” y “la doctrina de la autonomía heterodoxa”.
El síndrome de la desmesura.
Pocas naciones de Occidente sufrieron hiperinflación o crisis económicas como las de la Argentina
o un terrorismo de Estado tan sostenido, cruento y siniestro. Las desmesuras en política exterior
fueron de variado tamaño, Malvinas el caso más desgraciado.
Este tipo de desmesuras continuaron en la última década, desde la ovación de pie por parte del
Congreso a la declaración de default al no al ALCA en 2005.
No es sencillo encontrar una explicación a esta constancia en la desmesura que atravesó la clase
política sin distinción de banderas y que encontró a una población dispuesta a apoyarla en sus
extravagancias y singulares aventuras. La desmesura tiene que ver con la cultura política de los
argentinos; esto se atribuye también a la posesión de poder, el poder intoxica.
La propensión al aislamiento.
La Argentina también ha sido representada en varios momentos del segundo centenario como un
país aislado del mundo, sea por decisión o acción propias o por la conducta de otros.
Argentina nunca hizo a diferencia de EEUU del aislacionismo una doctrina de política exterior. Sin
embargo expresó a lo largo del siglo dos formas de aislacionismo de contenido diverso: una política
y otra económica. La primera se ajustó más correctamente a lo que se entiende como aislacionismo
en materia de relaciones internacionales, una conducta exterior de implicación política, que no
significa falta de interés por el desarrollo de vínculos de otra naturaleza con el mundo.
Durante el primer ciclo largo de política exterior (modelo agroexportador) argentina evitó alianzas y
compromisos políticos que pudieran afectar sus vínculos económicos con el mundo, en particular
con Europa. Un aislacionismo que no debía ser como el “aislacionismo bárbaro paraguayo” sino
como una posición de independencia. Esto funcionó bien mientras el mundo estuvo en paz.
También en la 1GM con la neutralidad. Quedamos afuera de la Sociedad de las Naciones Unidas.
La oposición al panamericanismo que promovía EEUU durante estos años fue la pata hemisférica
del aislacionismo político argentino del primer ciclo. Se trataba de oponerse a esquemas de
solidaridad continental que comprometieran el margen de acción internacional del país y de
defender a ultranza los principios de no intervención y autodeterminación. Esto siguió creciendo
hasta llegar a su punto más alto con la SGM.
A pesar de haber roto relaciones con Alemania y Japón el país quedó aislado diplomáticamente del
mundo, Washington y Moscú querían un compromiso claro con la causa aliada. La negativa de
Farrell hizo que Argentina quede excluída de la Conferencia Interamericana sobre la Paz que se
reunió en Chapultepec en México. Casi se queda afuera de la Conferencia de San Francisco cuando
se creó la ONU.
La crisis del treinta posibilitó el surgimiento del segundo tipo de aislacionismo del siglo - el
económico - ya no liberal como el del primer ciclo. La Argentina perdió mercado en parte debido al
proteccionismo de Europa y EEUU pero a la vez procuró protegerse con barreras al comercio y el
desarrollo de la industria sustitutiva (una forma de aislarse).
El escenario de la GF y de las interdependencias crecientes tornaba obsoleta la fórmula ideada por
quienes gobernaron antes la Argentina. La política exterior “independiente” de naturaleza defensiva
de la posguerra lo acercó al Tercer Mundo y lo separó muchas veces de EEUU. La Argentina no fue
aislacionista en lo político ni fue aislada del exterior por sus conductas y jugó, en definitiva, lo que
era el juego de la hora en América Latina.
CICLOS: Argentina fue aislacionista en lo político y abierta en lo económico durante el primer
ciclo; fue en parte aislada por el proteccionismo que sobrevino a la crisis de 1930; fue parcialmente
aislacionista en lo económico desde la década de 1930 y hasta los años sesenta, y activa
internacionalmente aunque defensiva, desde la mitad de los cuarenta hasta el proceso. Solo fue
aislada políticamente y castigada económicamente en la primera mitad de la década de 1940 por la
neutralidad en la SGM.
La segunda situación de aislacionismo político de la Argentina, que no fue tan grave como la que
experimentó durante la SGM y no tuvo impactos significativos en lo económico, fue durante la
Dictadura. El proceso nunca tuvo vocación aislacionista. Su activismo le generó algunos socios -
pocos y despreciables - y le cerró las puertas políticas, las de EEUU con Cartes y la de los países
europeos. Con Reagan pudo haber convivido pero Malvinas lo impidió. Aunque Martínez de Hoz
era bien recibido en el mundo. Por sus diferencias con Chile y Brasil (geopolíticas) y México y
Venezuela (antidictaduras) tuvo relaciones difíciles con sus vecinos.
El mensaje de reinserción internacional de Alfonsín cobró sentido. También la de cambiar la imagen
internacional afectada por Malvinas. Alfonsín y Menem no quisieron ser aislacionistas. Los dos
comprometieron al país en acuerdo y regímenes internacionales cediendo voluntariamente espacios
de soberanía.
¿Hasta donde cabe hablar de aislacionismo de los Kirchner, de una política de no intervención en
los asuntos internacionales? Se trata de una situación extraña que combina abandono, desinterés e
irritación del lado del mundo, con ensimismamiento, torpezas e improvisaciones, inestabilidad de
las políticas públicas por el lado de argentina. Las únicas relaciones bilaterales que se mantuvieron
fluídas fueron con Venezuela. Antes que de un tipo de aislamiento se trataría de alejamiento
progresivo del país del radar y los intereses de los otros y fuerte ensimismamiento. La política
interna se sobrepuso a la política exterior. Resultado pérdida de gravitación internacional de
Argentina.