Sunteți pe pagina 1din 13

LEGISLACION PERUANA SOBRE EL SUICIDIO

ARTÍCULO 113: INSTIGACIÓN O AYUDA AL SUICIDIO

l. CUESTIÓN PREVIA

La palabra "suicidio" provine de las voces latinas "sut (de sí mismo) y "cidium"
(asesinato o muerte), esto es, matarse a sí mismo. De allí que se defina al suicidio
como el acto voluntario de quitarse uno mismo la vida. Es común en la doctrina
afirmar: para que haya suicidio, solo basta que el sujeto dirija su voluntad a
producir su muerte.

Como veremos más adelante, de la forma como aparece redactado el tipo penal
que tipifica la instigación o ayuda al suicidio, se desprende con claridad meridiana
que en nuestro sistema penal, como en otros existentes en el mundo, por razones
de política criminal el suicidio voluntario no es reprimible penalmente.

Roy Freyre), comentando el presente ilícito penal que de manera parecida estaba
regulado en el Código Penal derogado de 1924, certeramente señala que si el
sujeto ha consumado su decisión suicida, la que en última instancia solo él
controla, pierde sentido una sanción post mortem. Es más, con el argentino
Buompadre podemos aseverar que la finalidad preventivo-represiva que
caracteriza a la sanción penal pierde toda su eficacia frente a este hecho. Por otro
lado, si el suicidio se ha frustrado, la amenaza de la pena tal vez habrá de
constituir un motivo más que, agregado a los ya existentes, precipitaría un nuevo
intento, en esta oportunidad tomando todas las precauciones para no fallar.

Igual, si el Estado tipificara como hecho punible el suicidio, sancionando a quien


intentó suicidarse, se inmiscuiría en la esfera íntima que tiene toda persona,
situación que representaría un atentado contra su persona y una tendencia a
despersonalizar al sujeto.

Por su parte el profesor Bramont Arias, sostiene que el suicidio, por sí mismo, no
constituye delito, no tanto por la imposibilidad de reprimirlo (lo cual no subsiste en
el caso de la tentativa), sino porque el derecho, que es relación de hombres, no se
ocupa de las acciones que no salen de la esfera personal del individuo. Pero, el
hecho que el suicidio sea penalmente indiferente, no excluye que el suicidio
constituya una acción moral y socialmente dañosa.

En consecuencia, en nuestro sistema punitivo, solo cometen ilícito con relevancia


penal los terceros que intervienen en el suicidio de una persona, cuando esta
voluntariamente decidió quitarse la vida. Se pretende garantizar el bien jurídico
vida frente a actos de participación que fácilmente pueden ponerlo en peligro o
lesionarlo.
2. TIPO PENAL

Los supuestos penales de instigación y ayuda al suicidio se encuentran


debidamente regulados en el tipo penal del artículo 113 del Código Penal que
literalmente señala:

El que instiga a otro al suicidio o lo ayuda a cometerlo, será reprimido, si el suicidio


se ha consumado o intentado, con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años.
La pena será no menor de dos ni mayor de cinco años, si el agente actuó por un
móvil egoísta.

3. TIPICIDAD OBJETIVA

El tipo penal del artículo 113 del C.P. regula dos acciones delictivas claramente
diferenciables:

a. Instigación al suicidio. Este supuesto delictivo aparece cuando el agente


instiga, induce, persuade, convence, motiva o determina al sujeto pasivo a que
ponga fin a su vida. La actividad desplegada por el agente debe ser directa y
eficaz para hacer nacer la idea en el suicida de quitarse la vida.

De esa forma, los actos de instigación deben estar orientados a una persona
individualizada. No se presenta la figura delictiva cuando por efecto de obras de
literatura se producen muertes masivas. Asimismo, el sujeto activo debe valerse
de argumentos serios, verbal izados o explicitados de cualquier forma, siendo
suficiente que hagan nacer en la víctima la decisión de quitarse la vida
voluntariamente.

La conducta de instigar, en consecuencia, debe estar dirigida a persona


determinada. Puede ser condicional (la muerte queda supeditada a una condición
o suceso), recíproca (cuando existe instigación mutua) o condicional-recíproca
(por ejemplo, el duelo americano. en el que la suerte decide quién habrá de
suicidarse; o bien, la llamada ruleta ruso, consistente en colocar un proyectil en el
tambor del revólver, hacerlo girar y dispararse sucesivamente cada protagonista).

La instigación, para ser punible, debe ser directa y convincente. Directa, implica
que la influencia tiene que ser personal, sin intermediarios. Convincente, significa
que la instigación debe ser suficiente para determinar la voluntad del instigado a
quitarse la vida, quedando descartado este carácter cuando existe animus jocandi.

En esa línea, debe quedar meridianamente claro: para configurarse el supuesto de


la instigación es necesario que el agente despierte o haga nacer, en quien no
tenía hasta entonces la intención de matarse, o, mejor dicho, la decisión de poner
voluntariamente fin a su vida. El suicida debe decidir aniquilar su vida a causa de
la instigación; por el contrario, si llega a determinarse que, con anterioridad a la
instigación, el sujeto ya estaba decidido a matarse, no tendrá relevancia penal la
conducta del tercero. En ese sentido, Luis Bramont Arias, señala que la instigación
tiene generalmente como presupuesto la ausencia previa de una resolución
suicida por parte de la víctima. Es la conducta de instigación la que hace surgir o
robustecer en el sujeto el propósito suicida. Por consiguiente, la existencia o
inexistencia de una decisión suicida señala el confín entre la instigación y la ayuda
al suicidio. El que con su consejo o incitación fortalece el primitivo propósito
suicida no está, en realidad, instigando sino ayudando moralmente.

También resulta importante y necesario poner de relieve que la instigación debe


estar dirigida a una persona que goza de todas las facultades de decidir por sí
sola, de modo que si actúa coaccionado o se instiga a un in imputable o a una
persona que no disfruta de plena capacidad psíquica, no se podría plantear la
existencia de instigación, sino la de una autoría mediata de homicidio. En otros
términos, el instigado debe ser una persona imputable, el suicidio instigado de un
inimputable o incapaz o logrado mediante error, ignorancia, violencia o coacción,
configura un supuesto de homicidio y no de instigación al suicidio.

Es obvio que en este supuesto delictivo no es aplicable el artículo 24 del Código


Penal que regula la participación en hechos punibles. La instigación como una
forma de participación consiste en determinar a otro a realizar un hecho punible.
Hipótesis que no se presenta en la instigación al suicidio, pues aquí el agente
determina a otro a realizar un hecho que no es punible en sí mismo.

b. Ayuda al suicidio. Aparece este supuesto delictivo cuando el sujeto activo ayuda
directa o indirectamente a que la víctima, en forma voluntaria, ponga fin a su vida.
El verbo ayudar comprende todos aquellos comportamientos ejecutivos que, de
algún modo, favorecen la extinción de la vida del suicida. Es imprescindible que el
agente no participe en los actos de ejecución de la muerte misma del suicida. La
ayuda puede manifestarse antes del suicidio (proveyendo el arma, el veneno, etc.)
o durante su ejecución (montar guardia para impedir la intervención de un tercero,
desviar la vigilancia, etc.).

El agente debe coadyuvar ya sea prestando una asistencia de carácter secundario


con relación al gesto suicida, o una cooperación sin la cual el suicidio no se habría
podido ni siquiera intentar (200l. De ahí que el profesor Bramont Arias (201),
señale que la ayuda se halla comprendida entre un límite mínimo y uno máximo.
El límite mínimo está representado por la mínima eficacia causal en la facilitación
de la realización del suicidio; en tanto que el límite máximo está representado por
actos necesarios de ayuda que presuponen la ejecución de la muerte (homicidio-
suicidio).

En efecto, la ayuda al suicidio tiene en nuestra dogmática un límite. Si el agente,


además de proporcionar los instrumentos para el suicidio, también los maneja,
ejecutando personalmente la muerte, aparecerá la figura del homicidio, pero jamás
la hipótesis en análisis. Resulta condición sine qua non de la hipótesis de ayuda al
suicidio que el suicida y no el ayudante, tenga el dominio del hecho.
Si bien en la doctrina existe viva controversia, consideramos que las figuras de
ayuda al suicidio pueden darse mediante una conducta de omisión impropia
(artículo 13 del C.P.), bastará determinar que el agente estuvo en posición de
garante del suicida para estar ante la hipótesis delictiva. Luis Bramont Arias indica
que el dejar que el suicida coja una pistola del armado puede constituir una ayuda
omisiva al suicidio sin el cual este, incluso, no se hubiera producido. Igual ocurrirá
cuando el salvavidas no socorre al suicida que se ha lanzado al mar con la
finalidad de ahogarse. La responsabilidad del agente, en este caso, se
fundamenta en su posición de garante.

En ese sentido, no compartimos la tesis adoptada por Roy Freyre, quien basado
en el penalista chileno Politoff, afirma que el auxilio al suicidio es un delito que solo
puede realizarse por acción strictu sensu. Si el agente, por su posición de garante,
tenía el deber jurídico de evitar el suicidio, pero se abstuvo de intervenir por querer
la muerte de la víctima, a pesar que tuvo la posibilidad real de evitar la muerte, tal
conducta se tipificará como homicidio por comisión omisiva.

Sin duda, hasta tres circunstancias justifican la admisión típica de la ayuda al


suicidio en la forma de omisión impropia. Primero, al no hacer diferencia el tipo
penal entre ayuda positiva y ayuda omisiva, se concluye que esta puede ser por
acción como por omisión; segundo, es imposible imputar el delito de homicidio por
omisión impropia al agente que por omisión no evitó la muerte del que
voluntariamente se mata, pues para que se evidencia aquel es necesario que el
agente tenga el firme propósito de aniquilar la vida de su víctima y esta debe
querer vivir, de ningún modo debe tener la intención de suicidarse como ocurre en
la ayuda al suicidio; y, tercero, el suicida tiene el dominio del hecho, esto es, él
mismo activa el comportamiento que pondrá fin a su vida. En tanto que, en el
homicidio por omisión impropia, es el agente quien ocasiona u origina la causa de
la muerte, ocurre, por ejemplo, cuando la enfermera de guardia en una clínica que
desea la muerte de un enfermo, dolosamente omite darle su medicamento que
sabe lo mantendrá con vida. Cuestión diferente ocurre cuando la enfermera a
pedido del enfermo que ha decidido morir, omite darle su medicamento para
mantenerlo con vida. Este supuesto será calificado como ayuda al suicidio y aquel,
como homicidio por omisión impropia.

Por otro lado, entre el acto doloso del agente y el suicidio mismo debe existir un
nexo de causalidad imprescindible. Sólo se puede hablar de delito cuando la
acción u omisión tiene el objetivo de ayudar o cooperar para que una persona
logre su finalidad de quitarse la vida. Igualmente, si la víctima ya tuviese el plan
preconcebido de suicidarse, el delito no quedaría excluido, si la acción vigoriza,
fortalece o elimina las vacilaciones de la víctima, porque siempre habría
coeficiente causal en la acción del sujeto activo.

3.1. Circunstancia agravante

El segundo párrafo del tipo penal en comentario indica que se agravará la


conducta delictuosa, a efectos de la punibilidad, cuando el agente actúa movido,
guiado o motivado por un móvil egoísta, ruin, vil o mezquino. Ocurrirá, por
ejemplo, cuando Ciro Rosas ayuda a suicidarse a su padre guiado por el solo
interés de heredar una masa hereditaria jugosa. Otro caso representativo de la
agravante sería el supuesto en que Armando Yupari instiga a que su cónyuge se
suicide con el objetivo de realizar nupcias con tercera persona inmediatamente.

La agravante se justifica por el desprecio que se observa en el agente al valorar


más apetitos mezquinos que la vida misma del prójimo. Los maquiavélicos están
más propensos a realizar la conducta delictiva en su forma agravada, pues para
aquellos el fin justifica los medios. En efecto, si de poseer una gran fortuna
económica se trata no sienten remordimiento alguno y se proyectan a instigar o
ayudar que se suicide su víctima.

3.2. Bien jurídico protegido

La vida humana independiente.

3.3. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, desde un pariente o extraño de la víctima.

El tipo penal no exige ninguna condición o cualidad en el agente para cometer el


delito en sede.

3.4. Sujeto pasivo

Puede ser también cualquier persona libre y consiente. Sólo pueden ser víctimas
aquellas personas que tienen capacidad para entender el significado de suicidio,
es decir, si la persona no entiende ya sea por la edad, defecto físico o psíquico, el
significado de quitarse la vida, no podrá ser sujeto pasivo de las acciones
delictivas en comentario. Si la conducta del sujeto activo se dirige a este tipo de
personas, cometerá homicidio.

En ese sentido, bien señala Bramont Arias que al ser la víctima un inimputable o
un incapaz de autodeterminarse, se convierte en un mero "instrumento" del sujeto
activo que, al tener el dominio del hecho, actúa en realidad como un autor de
homicidio o de asesinato según sea el caso. En cambio, sin exponer mayores
razones, Roy Freyre afirma que "cualquiera puede tener esta calidad jurídico
penal, sea mayor o menor de edad, con salud o sin esta".

4. TIPICIDAD SUBJETIVA

El ilícito para perfeccionarse necesariamente requiere la presencia del dolo en la


conducta del agente. No se ha tipificado como delito la acción por culpa. Es decir,
el agente debe tener conciencia y voluntad de instigar o ayudar al sujeto pasivo
para que se quite voluntariamente la vida. Ello es importante tenerlo en cuenta,
pues la acción debe ser directa a determinada persona, caso contrario, el delito no
aparece, como ocurre en la supuesta inducción al suicidio colectivo o masivo.

Para completar la tipicidad de la instigación o ayuda al suicidio, no será suficiente


haber creado en el suicida la resolución de matarse o haberle ayudado, sino que
deviene en necesario también la intención de conseguir tal efecto por parte del
agente, sin el cual no será responsable penal mente.

Asimismo, al haberse establecido que las conductas de instigación y ayuda al


suicidio deben ser convincentes y directas, pensamos que es imposible la
aparición del dolo eventual.

5. CONSUMACIÓN

Ambos hechos punibles descritos y explicados son de mera actividad. Basta que
se constate que el agente ha hecho nacer en su víctima la idea de suicidarse y
esta se dispusiera hacerlo o, en el otro caso, ayudase a cumplir su resolución o
decisión de quitarse su vida para estar frente a un delito consumado. Es
irrelevante si el sujeto pasivo logró o no su objetivo de suicidarse. Basta que haya
comenzado a ejecutar el suicidio. Aquí, la consumación del suicidio o la tentativa
del suceso tienen el mismo valor a efectos de perfeccionarse el hecho punible.
Ambas hipótesis están sometidas a la misma escala penal.

No obstante, es necesario resaltar que la producción de la muerte o su intento es


una condición objetiva de la punibilidad. Si no ocurre aquella condición es
imposible que se pueda sancionar la instigación o ayuda, aunque la acción del
instigador o ayudante esté ya concluida. Ni, aun, a título de tentativa podría
castigarse al instigador o auxiliador si no ocurre el real suicidio o intento de
suicidio causado eficazmente por su acto.

6. TENTATIVA

Es imposible la tentativa punitiva de las conductas de instigación o ayuda al


suicidio. Esto es, las conductas que aparecen recogidas como presupuestos del
tipo penal del artículo 113 del código sustantivo, por sí mismas, no constituyen
hecho punible, de modo que al quedarse estas en grado de tentativa son
irrelevantes penalmente. Cuestión diferente es sería si, a consecuencia de la
instigación o ayuda, llega a producirse el suicidio o, en su caso, la víctima lo
intenta. Aquí, estaremos frente a un delito consumado. Tanto la muerte del suicida
como el intento de suicidio ocasionado a consecuencia de los actos de instigación
y ayuda, producen consumación de los supuestos delictivos en análisis.

Tampoco es posible la participación, pues si dos o más personas intervienen en la


instigación o ayuda al que se propone suicidarse, serán coautores del hecho
punible. Es imposible hablar de instigador del instigador o ayudante del que ayudó
a suicidarse.
7. PENALIDAD

Después del debido proceso, el juzgador impondrá pena privativa de la libertad


que oscila entre uno a cuatro años. De concurrir la agravante, la pena oscila entre
dos a cinco años.

SUICIDIOS EN EL PERÚ
En lo que va del año, más de 100 suicidios se han registrado en el Perú, debido a
decepciones amorosas, conflictos de pareja, celos, problemas
económicos, enfermedades terminales, entre otras causas, cuyo trasfondo en el
80 por ciento de los casos es la depresión, informó hoy el Instituto Guestalt de
Lima (IGL).
El psicoterapeuta Manuel Saravia Oliver, director de dicho centro especializado en
salud mental, señaló que el suicidio representa un problema de salud pública muy
importante en el país, ya que el 90% autoeliminaciones se debe a problemas
mentales no diagnosticados ni tratados oportunamente.
"Se estima que diariamente se reportan entre dos y cuatro casos nuevos, muchos
de los cuales no llegan a formar parte de las estadísticas oficiales", mencionó
además que el suicidio puede evitarse si fortalecemos una buena autoestima de la
población, si se mantienen relaciones saludables entre los familiares y amigos, si
hay una relación estable con la pareja y si se respetan las creencias religiosas o
espirituales."La familia juega un factor sumamente importante para la prevención
del suicidio, ya que el 90% de personas que se han autoeliminado han expresado
sus propósitos a través de amenazas dentro del hogar".
Respecto al perfil de un suicida, indicó que, por lo general, éste es demasiado
sensible ante el fracaso, se siente inferior a los demás, ya que ve el futuro con
temor y vergüenza, e incluso se deprime con mayor facilidad.
El especialista sostuvo que tienen más factores de riesgo aquellos menores que
provienen de hogares donde hubo situaciones de violencia, como abandono de
uno de los padres, maltrato físico o psicológico, entre otros problemas.Igualmente
otro grupo poblacional más vulnerable es el de las mujeres. "Antes la relación era
que por cada tres varones existía un mujer; sin embargo, ahora se estima que por
cada dos hombres, tenemos una fémina".
Saravia advirtió que una identificación precoz y un tratamiento oportuno de los
trastornos mentales son una importante estrategia preventiva. "Debemos prestar
atención a las personas con trastorno de estado de ánimo para poder ayudarlos".
Recomendó a los familiares y amigos de personas deprimidas, tomarse en serio
todas las amenazas relacionadas al suicidio, indagar el riesgo en todo paciente
que presenta accidentes frecuentes y consumo reiterado de alcohol o drogas.
También sugirió considerar la posibilidad del suicidio en aquellas personas que
han sufrido acontecimientos traumáticos previos, tales como duelo reciente,
pérdidas u otros acontecimientos estresantes.Rechazó que la intención de
quitarse la vida ocurra por un acto impulsivo, ya que "el suicida lo va maquinando
en el transcurso de días, meses y hasta años. Por ello, hay que estar alertas a los
cambios de ánimo y, sobre todo, al aislamiento social", acotó. "En todos los casos,
los intentos de suicidio tienen serias consecuencias también sobre familiares y
amigos, dada la carga emocional que suponen y el temor que despierta la
posibilidad de repetir los intentos, lo que suele tener un efecto muy profundo y
duradero".Otros estudios en el INSM-Honorio Delgado y Hogushi revelaron que en
los últimos años se ha incrementado la atención hacia los trastornos psiquiátricos
en niños y adolescentes, detectándose un aumento paulatino de la incidencia de
dichos trastornos En un estudio, donde se evaluaron niños y adolescentes
atendidos en servicios de psiquiatría entre los años 1992 y 2001, se encontró que
la frecuencia de consultas por depresión aumentó de 0,5% a 15,4%; mientras que
las consultas por problemas de hiperactividad y déficit de atención aumentaron de
1,2% a 13,6% a lo largo de los años. Asimismo, la convergencia de trastornos en
un mismo individuo también se incrementó durante el periodo de años analizado.
El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), se considera un
desorden de etiología multifactorial, frecuente en niños.
Generalmente el diagnóstico no suele establecerse hasta que el niño comienza
la escuela primaria y la situación de aprendizaje formal requiere patrones de
comportamiento muy definidos. Los métodos de medición de prevalencia y los
criterios diagnósticos de este trastorno son aún controversiales; el DSM IV
considera una prevalencia entre 3 y 5% de niños en edad escolar, pero hay un alto
grado de variabilidad. De acuerdo a diferentes autores la prevalencia varía entre 3
y 30% en la población general. En la mayoría de estudios hay predominio de
varones sobre mujeres y en algunos con una relación de 3,88/1.
La depresión es un trastorno psiquiátrico prevalente en las diversas etapas de la
vida: niñez, adolescencia y adultez. En nuestro medio se han realizado estudios
sobretodo en el grupo de adultos y adolescentes. Los trastornos del ánimo en
niños en edad preescolar son extremadamente raros, estimándose que la tasa de
depresión mayor es de 0,3% en la comunidad y 0,9% en población clínica. En la
población en edad escolar la prevalencia de depresión mayor es 2% y en
adolescentes 5%
Según el Estudio Epidemiológico Metropolitano en Salud Mental 2002 (EEMSM) el
episodio depresivo es el trastorno clínico más frecuente en adolescentes (8,6%),
de ellos 29,1% "alguna vez en su vida ha presentado deseos suicidas", mientras
que 3,6% de los adolescentes que intentaron hacerse daño alguna vez, considera
aún el intento de suicidio como una posibilidad de solución a sus problemas En
otro estudio realizado en adolescentes de la ciudad de Huancayo, se encontró una
prevalencia de 12,08%, de acuerdo a puntajes obtenidos en el Inventario de
Depresión para niños y Adolescentes de Kovacs (CDI) y gracias a la aplicación
concurrente de una entrevista semi-estructurada. Otro estudio encontró una
prevalencia de síntomas depresivos en niños en edad escolar de hasta 36,4%.
Una de las repercusiones graves de la depresión en niños y adolescentes, es el
suicidio. En un estudio realizado en pacientes menores de 18 años, que fueron
admitidos en el Hospital Nacional Cayetano Heredia por intento de suicidio; se
encontró depresión mayor en 91,7% y distimia en 79,2% como diagnósticos más
frecuentes.
Existen estudios que describen comorbilidad psiquiátrica como anorexia nerviosa,
desorden de ansiedad por separación, ansiedad generalizada y TDAH, con
depresión mayor. Inclusive algunos han encontrado mayor frecuencia de TDAH en
niños menores con depresión y mayor frecuencia de trastornos por dependencia y
abuso de sustancias, en adolescentes con depresión.
En niños con TDAH se ha descrito síntomas de depresión entre 14,7 y 75%,
dependiendo del estudio epidemiológico o clínico. Sin embargo, no todos los
investigadores han obtenido estos resultados. Además, la depresión es el
diagnóstico mas frecuente en pacientes con intento suicida por esta razón es
importante investigar si los niños con TDAH y síntomas depresivos pueden tener
mayor riesgo.
El objetivo de este estudio fue determinar la frecuencia de síntomas depresivos en
pacientes con TDAH, y su asociación con la edad, sexo y comorbilidad
psiquiátrica.
Suicidios en Jóvenes y personas de mediana edad:
Se pueden hallar motivaciones para el suicidio entre personas de todas las
sociedades, aunque predominan en personas jóvenes y de mediana edad. Su
estado emocional es de dependencia, falta de madurez, impulsividad, etc. Con su
conducta suicida expresan rabia o sus sentimientos de repulsión para forzar un
cambio en la persona que los rechaza o le provoca sentimientos de culpa. Este
comportamiento es de características verbales.
Es menos frecuente la explicación o la necesidad de expresar el remordimiento
que la persona siente por haber hecho algo en sus relaciones con otros, y con
respecto a la muerte, no obstante su comportamiento suicida por lo general la
persona no quiere morir.
La acción suicida del individuo quiere dar a entender las presiones y tensiones
interiores y satisfacer necesidades internas (lo típico es que esto ocurra después
de haber sufrido la pérdida de un ser querido, o que se sienta incapaz de
hacer trabajo alguno). Su estado anímico de depresión, retraimiento, agotamiento
físico y emocional; puede presentarse como necesidad de explicación y penitencia
por su sentimiento de culpa.Hay casos de suicidas que es difícil distinguir si
predominan motivaciones interpersonales o intrapersonales. Parece ser que
ambas actúan de igual forma, pero no con la misma fuerza en los diferentes
momentos. Muchas veces se observan síntomas de dependencia frustrada,
hostilidad y agresividad; tal vez por la repulsión sentida o masoquismo, así como
el elemento de ordalía que es visible en gran ambivalencia, en cuanto a morir y en
la fuerte tendencia a entregar la propia fuerza al destino.
La agresión es una conducta cuya finalidad es causar daño a un objeto o persona.
La conducta opresiva en el ser humano, puede interpretarse como una
manifestación de un sentimiento o pulsión de destrucción, como reacción que
aparece ante cualquier tipo de frustración o como respuesta aprendida ante
situaciones determinadas.
Internet influye en el 10% de suicidios de adolescentes y niños:
El director del Centro de Prevención del suicidio del Hospital Hideyo Delgado
Noguchi, Freddy Vásquez, advirtió que entre los niños y adolescentes que desean
incurrir a la penosa práctica del suicidio, el 10% de estos lo hacen influenciados
por lo que ven en Internet.
De acuerdo al especialista, jóvenes de distintas partes del mundo
difunden imágenes suicidas y comparten sus malas experiencias, incluso
aconsejan que acabar con la vida propia es la mejor alternativa de solución ante
cualquier depresión, conflicto o problema.
Vásquez mencionó que las primeras personas que advierten una alteración en el
comportamiento del niño o adolescente suicida son los amigos y profesores,
recomendó brindar confianza a la persona afectada y dialogar con ella.
Vázquez mencionó que más del 50% de los suicidas tienen la plena convicción de
querer acabar con su vida y el resto utiliza la tentativa de suicidio para llamar la
atención de su entorno.

FACTORES DE RIESGO EN EL SUICIDA


Según datos de la OMS, se calcula que cerca de un millón de personas mueren
por suicidio cada año en todo el mundo, no obstante, se estima que esta cifra es
inferior a los casos reales, ya que se desconocen los datos de un buen número de
países. Además, los efectos y el impacto de las heridas auto-inflingidas no
mortales pueden llegar a ser 20 veces mayor que la cantidad de muertes
informadas por suicidio.
Desde el punto de vista de la salud pública, estos datos revelan que el
comportamiento suicida conlleva un gasto económico y de recursos de atención
de la salud importante en todo.
Por otra parte, el suicidio entre personas que padecen alguna enfermedad mental,
como la depresión o la esquizofrenia, viene a aumentar la carga que representa la
atención de estos trastornos, en muchos de los casos no diagnosticados ni
tratados.
Con respecto a los adolescentes, la WFMH señala que gran parte de los suicidios
en este grupo de edad parece estar relacionado con la presencia de algún
trastorno psicopatológico. Al igual que ocurre para el caso de los adultos, se
estima que hasta el 90% de los adolescentes que mueren por suicidio, padecen, al
menos, una enfermedad mental.
Un dato importante al respecto es que las investigaciones han mostrado que un
porcentaje elevado de los adolescentes contemplan, planifican y/o intentan
suicidarse sin buscar o recibir ayuda alguna.
Algunas de las razones que están detrás de la negativa a pedir ayuda por parte de
los adolescentes se encuentran en el miedo al estigma, la vergüenza o a
consecuencias negativas, como puede ser un ingreso hospitalario involuntario; la
falta de confianza en los profesionales y personas que se encargan del cuidado,
como consecuencia de experiencias negativas anteriores; y la falta de
conocimiento por parte de los jóvenes de recursos especializados de ayuda, con la
consiguiente dificultad para acceder a ellos, en caso de necesitarlo.
Comportamientos violentos, arriesgados y autodestructivos; vivencias de
experiencias emocionales intensas producidas por la pérdida de un ser querido,
por problemas en torno a la orientación sexual; la existencia de expectativas
excesivamente altas consigo mismo; estar bajo la custodia de agentes de
protección; o la presencia de trastorno mental (incluida la depresión), pueden
aumentar considerablemente el riesgo de cometer conductas suicidas.
CONCLUSIONES

El que instiga a otro al suicidio o lo ayuda a cometerlo, será reprimido, si el suicidio


se ha consumado o intentado, con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años.
La pena será no menor de dos ni mayor de cinco años, si el agente actuó por un
móvil egoísta.

Tras ser víctima de constantes burlas en el colegio y tener una fuerte discusión

con su madre, una joven de 14 años, a la que llamaremos Sonia, intentó

suicidarse lanzándose desde el quinto piso de su casa, en Lima. Los cables

de teléfono amortiguaron su caída y Sonia sobrevivió, pero se fracturó ambas

piernas.

Después de seis meses de dicho intento, Sonia no recuerda el dolor físico, sino el

momento en que se arrojó al vacío y, al darse cuenta de que su muerte era

inminente, se arrepintió de su decisión. Felizmente, el hecho no acabó con su

vida y ahora tiene una segunda oportunidad que no todos tienen.

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) –elaborado con ocasión

del Día Internacional de la Prevención del Suicidio, que se conmemora este 10 de


setiembre– revela que cada año se quitan la vida 800 mil personas en el

mundo. Esta suma supera a las cifras de decesos por homicidios, conflictos

bélicos y desastres naturales juntas.


ANEXOS

S-ar putea să vă placă și