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A continuación, voy a presentar las etapas y los autores narrativos más importantes de la
Historia de la Literatura:
En las obras narrativas se presenta una realidad ficticia o realidad representada como si
fuese el mundo exterior u objetivo, es decir, de forma ajena al autor.
-Novela picaresca: narración autobiografica, protagonista hijo padres sin honra, cambia de
amos, utilizado critica moral descripcion distintos ambientes. La obra más
representativa,Lazarillo de tormes, Anónimo.
-Miguel de Cervantes. creador novela moderna con Don Quijote. Aparecen las distintas
tradiciones literarias: la novela de caballerías, la poesía pastoril, las narraciones de
cautivos... que se funden en la obra de Cervantes la creación y la realidad.
Los rasgos son el reflejo minucioso de la realidad y la riqueza descriptiva. Los autores más
importantes de esta época don Leopoldo Alas, Clarín, y Benito Pérez Galdós.
En el Renacimiento lo que se experimenta es el debate de distinción de los géneros literarios, los cuales se
dividen en subgéneros, existiendo excepciones que no siguen los caracteres genéricos indicados, sino que
hace una mezcla de todos, como por ejemplo La Celestina, obra en la que se mezcla lo trágico y lo cómico.
Esta tendencia al hibridismo se manifiesta sobre todo en el Barroco (siglo XVII), la cual viene determinada
por las propias características del arte de la literatura barroca (desconfianza de reglas, libertad artística,...), lo
que determina una tendencia a la mezcla, a la fusión de géneros.
Además aparece la idea de concebir el género como una entidad histórica, es decir, que admita
posibilidades de cambio, evolución, incluso desaparición. Ahora existe un concepto más flexible de género
literario. En este sentido aparecen también géneros nuevos o evolucionados a favor de ese liberalismo; como
la novela bizantina (procedente de las literaturas griega y bizantina) la cual se cultiva a finales del siglo XVI y
principios del XVII, son narraciones realistas que se convierten en géneros en los que todo tiene cabida; en
ellos aparecen reflexiones morales, narración, teatro,... generando un efecto anticlásico.
En el siglo XVIII se recupera de nuevo la concepción clásica del género literario desde el punto de vista del
clasicismo; de ahí que se llame Neoclasicismo. La novedad neoclásica es que recupera la distinción de
forma rigurosa y establece una teoría jerárquica de los géneros literarios; asís e distinguen los géneros
mayores (tragedia y épica) y los géneros menores (comedia y subgéneros como sainetes, canciones, lírica
tradicional,...), lo que implica una evaluación de las obras literarias. Además, se insiste mucho en que los
géneros literarios son inmutables, eternos y que el fin de la literatura es la de enseñar, para lo que se
necesitan reglas, surgiendo así las academias para evitar el hibridismo del Barroco.
En definitiva, defienden la concepción clásica de los géneros literarios. En una visión tan reglada de la
literatura, la obra no se examina en sí misma, sino que se analiza su valor en la medida que siga las normas,
y esto no podía durar mucho; por lo que el Romanticismo responde contra esto, siendo un período en el que
se va a defender la libertad artística (hibridismo genérico). Así nos encontramos con Comwell de Víctor Hugo,
obra de teatro cuyo prólogo se considera uno de los manifiestos más importantes del Romanticismo, donde se
defiende lo grotesco desde el punto de vista estético. La expresión artística romántica se puede entender
como la conjunción de los extremos.
También aparece como novedad el intento de distinguir los géneros literarios apelando a criterios de
tipo filosófico; de hecho, Hegel en su estética distingue los géneros literarios no usando criterios formales,
sino a partir de la dialéctica, de la relación del sujeto y el objeto (distinción moderna que seguimos utilizando
en la actualidad). Así, Hegel distingue entre:
a) Lírica. Es el género subjetivo.
b) Épica o narrativa. Es el género objetivo.
c) Dramática. Es una especie mixta que muestra tanto la subjetividad como la objetividad del sujeto, del autor.
A partir del Romanticismo, empiezan a usarse otros criterios para la clasificación de los géneros literarios,
como a partir de la temporalidad en filosofía:
a) Lírica. Género que se considera al presente.
b) Épica o narrativa. Género que se considera al pasado.
c) Dramática. Género que se considera al futuro.
Contra esta corriente determinista, reacciona el período antipositivista del siglo XIX con Benedetto Croce,
el cual se preocupa de estudiar la literatura desde una expresión individual desarrollando la estilística, que
demuestra que la obra literaria siempre es la expresión de un individuo, desapareciendo el carácter
evolucionista. A partir de ahora la obra va a ser examinada individualmente, con estilo propio; no se intenta
encuadrarla con el género que le corresponde.
La poética moderna retoma el tema de los géneros literarios, concretamente Jackobson hace una
clasificación partiendo de la situación comunicativa:
a) Lírica. Predomina la función emotiva.
b) Narrativa. Predomina la función referencial.
c) Dramática. Predomina la función apelativa.
El género dramático es una representación de la obra, es decir, un texto encarnado en personas; esto
conlleva la relación temporal como elemento diferenciador de los otros géneros literarios. En este género el
tiempo es el presente. Una condición necesaria es la presencia del público. A partir de esto se derivan las
otras características del teatro:
- En relación con el tiempo, sabemos que la dramática imita la acción, es decir, interviene el movimiento
(carácter dinámico). Estas acciones se desarrollan sobre un escenario.
- La acción también determina la trama de la obra que se centra en una acción determinada; no como ocurre
en la novela, en la cual pueden existir infinitas acciones ya que se dilata en lugar de contraerse, intentando
representar la totalidad del mundo. Esto no puede hacerse en el teatro ya que se centra sólo en la acción
principal por el tiempo de representación.
A este fin está dedicada la tragedia griega, la cual simboliza el carácter dramático, una acción al servicio de un
conflicto antagónico que presenta dos puntos de vista distintos:
1) Esquematismo (no hay personajes intermedios).
2) Una sola acción dramática.
A finales del siglo XVIII y XIX se consolida el modelo vigente hasta hoy del teatro en “forma de herradura”.
Surgen adaptaciones de las nuevas tecnologías.
El teatro moderno tiene una óptica teatral moderna, teniendo en cuenta los avances tecnológicos para realizar
los efectos especiales (como el cine). Esto supone una infraestructura que no poseen los teatros clásicos: en
los teatros modernos no hay palcos; se parecen más a las salas de cine. También hay una óptica televisiva,
aunque no es una representación teatral; es un medio distinto y el medio condiciona la representación. Cada
medio tiene sus peculiaridades: en televisión se puede cortar, pasar los planos,... Es una óptica distinta a la
del teatro, en el que hay que gesticular más.
EL TEATRO ESPAÑOL
Un ejemplo de la ficción del público al teatro está en el sistema de representación: se llamaba “teatro por
horas”; a partir de la tarde había un teatro hasta altas horas ya que había varias sesiones, pero esto está
prácticamente circunscrito a Madrid.
El teatro ínfimo será dignificado por la nueva generación de escritores: los modernistas. Pero no será el teatro
de mayor calidad, aunque en su tiempo era de más calidad que el ínfimo. Aquí el nombre que destaca es el de
Jacinto Benavente, cuyo teatro encuentra un público burgués (es digno).
En el siglo XVIII llega el Neoclasicismo, en el cual se recuperan las normas clásicas y fue muy crítico con el
teatro barroco: lo que condena es la degeneración del teatro del Siglo de Oro, el de los últimos tiempos que es
estrambótico, extravagante, hay excesos, es el “teatro de magia” de poca calidad, por eso el teatro del siglo
XVIII quiere volver al orden, a representar las unidades aristotélicas. Por ejemplo, la obra de Moratín El sí de
las niñas critica ese teatro a través de sus obras.
El siglo XVIII es un siglo pobre en teatro, al igual que el siglo XIX, tanto en autores como en obras. Se
desarrolla el “teatro romántico”, pero genera obras menores. La obra más popular de la época es Don Juan
Tenorio, de Zorrilla.
Así, en los siglos XVIII y XIX el teatro es un paréntesis caracterizado por la pobreza dramática, a diferencia del
siglo XX en el que hay una nueva explosión con la generación de modernistas desde el punto de vista
cualitativo. Algunos autores de la época son: Valle-Inclán, cuyo teatro es importante pero no es representado,
y Lorca, cuyo teatro es de calidad y sí es representado.
LA NOVELA
La novela acompaña constante y fielmente al hombre, desde el comienzo de la Edad Moderna. Es el género
literario más consumido ya que en los últimos siglos, sobre todo a partir del XIX, la novela se ha transformado
en la forma de expresión literaria más importante y compleja de los tiempos modernos. La novela aparece
asociada a los últimos siglos ya que es un género relativamente nuevo; no es que no existiera antes, ya que
se pueden encontrar ejemplos en la literatura clásica y medieval: si hacemos un repaso histórico del género
vemos que en la Edad Media el vocablo “romance” designa primero la lengua vulgar, y más tarde ciertas
composiciones de carácter narrativo en lengua vulgar. La novela medieval está profundamente arraigada a la
tradición cortés, y presta especial atención a los temas amorosos. Así aparecieron en las literaturas
medievales europeas extensas composiciones novelescas frecuentemente en verso, inspiradas en:
a) Acontecimientos y figuras de la Historia Antigua.
b) Mitología, leyendas célticas.
c) Ideales y aventuras de la caballería andante.
La literatura narrativa medieval no se circunscribe a la novela; entre otros géneros narrativos menores, cobra
especial relieve la novela corta. El término “novella” tiene origen italiano y significa novedad, noticia. Esta
novela corta alcanza gran esplendor en la literatura italiana del siglo XIV con el Decamerón de Boccaccio.
En el período renacentista, adquiere gran importancia la llamada “novela pastoril”. Un ejemplo de este tipo de
novela es Diana, de Jorge Montemayor.
Pero será en el siglo XVII, en pleno dominio del Barroco, cuando la novela experimente una proliferación
extraordinaria. Esta novela se caracteriza por una imaginación exuberante, por la abundancia de situaciones y
aventuras excepcionales e inverosímiles: naufragios, raptos,... Pero al mismo tiempo responde al gusto y
exigencias del público del siglo XVII mediante complicadas narraciones de aventuras sentimentales. Sin duda
alguna, la novela por excelencia es El Quijote, considerada por la crítica actual como el origen de la novela
moderna. Aparece como reacción a los libros de caballería y representa la confrontación entre la realidad y el
deseo, entre la realidad y la apariencia.
Pero la literatura española cuenta con otra importante aparición, como es la “novela picaresca”, cuyo origen se
encuentra en el Lazarillo de Tormes (1.554) y continúa y se asienta con La vida de Guzmán de Aznalfarache
(1.599-1.604) de Mateo Alemán.
La novela picaresca, a través de numerosas traducciones e imitaciones, ejerció un gran influjo en las
literaturas europeas y encaminó el género novelesco; nacía la descripción realista de la sociedad y de las
costumbres contemporáneas. El pícaro, por su origen, naturaleza y comportamiento, es un antihéroe; un
destructor de los mitos heroicos y épicos que anuncia una nueva época, una nueva mentalidad. Es su
conflicto con la sociedad; el pícaro se afirma como individuo que tiene conciencia de dar legitimidad de su
oposición al mundo y se atreve a considerar contra las normas vigentes su vida mezquina y miserable como
digna de ser narrada.
Es significativo comprobar que la novela moderna no se constituye sólo a base de la disolución de la narrativa
puramente imaginaria del Barroco, sino también a base de la descomposición de la estética clásica.
La novela es un género que no se recoge en las poéticas de los siglos XVI y XVII, basadas en Aristóteles y
Horacio. Lo cierto es que hasta el siglo XVIII (en España, siglo XIX) la novela constituye un género
desprestigiado en todos los aspectos.
En el siglo XIX se produce una eclosión de la novela como género en Europa; así, la novela se inserta por
primera vez en el sistema de los géneros literarios; el proceso es lento, y no es igual en Inglaterra, Alemania o
Francia, que en España (donde va con un siglo de retraso).
La novela es tratada teóricamente por los hermanos Shlegel:
- Federico Shlegel elabora una teoría de la novela asegurando que ésta es el nuevo género moderno porque
es la síntesis de todos los demás géneros. Sin embargo, esta inclusión en el sistema genérico no hubiera sido
posible sin la figura de Walter Scott, el cual consigue elevar categóricamente la novela. Su influencia es
patente y reconocida en todos los países.
“La historia, la evolución unida y continua de la novela (de todo lo que se llama novela) no existe; sólo hay
historias de la novela: de la novela china, grecorromana, japonesa, medieval,... La novela a la que llamo
europea se forma en el sur de Europa, al comienzo de la Edad Moderna y representa una entidad histórica en
sí, que más tarde ampliará su espacio Allende, la Europa geográfica, especialmente en las Américas. Por la
riqueza de sus formas, por la intensidad vertiginosamente concentrada de la evolución, por su papel social, la
novela europea no tiene parangón en ninguna otra civilización.”
Durante toda la segunda mitad del siglo XIX aparecen las creaciones de los grandes maestros de la literatura
europea: Flamvert, Tolstoi, Galdós y Clarín (en España, fines del XIX).
Hegel habla de los tres géneros establecidos: épica, lírica y drama. Según él, la épica pertenece a una edad
primitiva y es la expresión de las hazañas de los pueblos; al ocuparse de hechos concretos, representa lo
objetivo. Bajo esta concepción, la épica es para Hegel un género definitivamente perteneciente al pasado
irrepetible, a las edades heroicas. El sustituto de la épica en el mundo actual lo encuentra en la novela, a la
que denomina “la épica de la burguesía”.
Al declinar el siglo XIX y en los primeros años del XX, comienza a gestarse la crisis y metamorfosis de la
novela con relación a los modelos considerados como clásicos del siglo XIX.
Aparecen las novelas de análisis psicológico de Marcel Proust, Joice crea su gran novela de dimensiones
míticas, Kafka da a conocer sus novelas simbólicas y alegóricas: se renuevan los temas, se exploran nuevos
dominios del individuo y de la sociedad, se modifican profundamente las técnicas de narra, de construir la
trama, de presentar los personajes,... Según algunos críticos, la novela actual después de tan profundas y
numerosas metamorfosis y aventuras, sufre una crisis y se aproxima a su declive y agotamiento.
Sea cual fuere el valor de tal profecía, hay un hecho indiscutible: la novela sigue siendo la forma literaria más
importante de nuestro tiempo, por las posibilidades que ofrece al autor y por la difusión e influjo que logra
entre el público.
Discurso narrativo: la particularidad esencial del lenguaje narrativo es la de contar, es decir, transmitir unos
hechos ya sean verídicos o inventados, con la finalidad de que sean creídos y sobre todo aceptados desde
una conciencia receptora.
Ficción: no tiene que ser concebida como lo no real, sino como uno de los medios más valiosos para conocer
la realidad. La ficción equivale a la imagen de la realidad que un tiempo histórico determinado precisa acuñar
para definir los ideales que entonces exige. Por tanto, la ficción no es lo contrario de lo real, sino precisamente
la imagen que de lo real puede construirse.
Una novela no sólo cuenta unos sucesos o presenta a unos personajes a los que les ocurren unas acciones,
sino que transporta al lector a un universo absoluto de referencias mucho más amplio y con unas
posibilidades ilimitadas de indagación, valoración o análisis de la conducta humana y de sus particulares
aptitudes.
Ficcionalidad: el concepto de ficción sería equivalente al de literatura, pero no al de creación literaria. La
ficcionalidad muestra cómo una cierta realidad (la imagen del mundo que posee un autor en un momento
determinado de su existencia) se convierte en texto en virtud de unos mecanismos que ponen en contacto la
ficción extrema del autor y la ficción interna de la obra que está creando, es decir, la ficcionalidad permite
describir el modo en que el autor transforma todos los conocimientos que posee en planos constituyentes de
la materia textual.
Producción narrativa: en el proceso de la construcción de la producción narrativa nos encontramos con tres
planos:
1. Contextual. Actúa como marco de referencia de donde proceden los asuntos e ideas que se incorporan al
planteamiento argumental de cada novela.
2. Creador, en el que se produce la conversión de una supuesta realidad psíquica en otra concreta realidad
cultural.
3. Literario. Es el objetivo artístico, el texto; portador de su particular visión de la realidad.
Otros tres aspectos a tener en cuanta en la novela son:
1. Plano de estilo (narración).
2. Estructura narrativa (relato).
3. Argumento (historia).
Comunicación narrativa:
1. Escritor y autor. Cada novela es fruto de las circunstancias que envuelven al escritor en un momento
determinado de su vida y volcará todo un cúmulo de experiencias y saberes reunidos hasta entonces en la
creación que va a realizar.
El escritor entonces no es el autor, no guarda mayor relación con él, que la de prestarle los conocimientos con
los que va a montar ese universo de referencias que es una novela. Según Roland Barthes, “quien habla (en
el relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien existe.” Quien habla en el relato es el
narrador cuya voz y disposición organizativa es la que recibe el lector. Quien escribe en la vida es el autor,
responsable material del proceso de graduación que da la existencia a la novela. Por último, quien existe es el
escritor, la persona que se mantiene al margen de la novela creadora; sigue viviendo su existencia
proyectándola en tantos autores como necesidades comunicativas tenga de referir las imágenes de lo real que
conoce. Así, cada novela tiene detrás de sí a un autor preciso y sólo un conjunto de novelas puede referirse a
la noción de escritor.
2. Autor presente sólo en el proceso de narración. Ésta es la dimensión lógica de la novela, que construye su
objetividad en función del alejamiento consciente que el autor impone con respecto a los materiales con que
va construyendo y ordenando la realidad narrativa. El autor es el que controla todos los actos lingüísticos y las
manifestaciones expresivas de la novela pero no interviene en el desarrollo de la trama argumental ni en el
planteamiento de la organización textual (relato). El autor incorporado al proceso del relato, serían los casos
excepcionales en que el autor no duda en saltarse la frontera de los límites textuales impuestos por la
narración para asomarse en el interior del mundo narrativo. Ello podría alterar la verosimilitud textual, puesto
que la presencia del autor lleva implícita su subjetividad y con ello la mediatización de la lectura. Sin embargo,
muchas veces el autor se hace presente en el nivel del relato precisamente para afirmar la objetividad
narrativa; es posible que éste sea el más antiguo procedimiento de fingir la verosimilitud de ilusionar al
receptor, con que la historia no ha sido inventada por el autor (que sólo cumple la función de intermediario).
3. Autor involucrado en la historia. Sería por ejemplo el caso de las autobiografías, sobre todo las ficticias. La
entrada del autor en la materia argumental puede deberse a tres hechos:
a) El autor quiere mostrar la relatividad de los límites entre ficción y realidad. Si él está dentro de la historia es
porque esa historia es lo real, lo que permite que el lector se incorpore a la disposición narrativa. Ejemplo: El
Quijote; Cervantes como personaje aparece paseando por Toledo en busca del manuscrito que le permite
continuar la historia del Qujiote, además también aparecen los receptores que han leído la primera parte.
b) El autor busca prender su tiempo y las circunstancias de su presente en los límites intemporales de la
novela. Por ejemplo, García Márquez en Cien años de Soledad. Éste no sólo recupera historia de su infancia,
sino que al final de la obra transporta a Anacondo al grupo “barranquilla.”
c) El autor puede incluso involucrarse de forma activa en el desarrollo de las líneas argumentales. Por
ejemplo, Niebla de Unamuno; el personaje que ha creado decide suicidarse, pero antes visita a Miguel de
Unamuno porque ha leído alguno de sus ensayos y siente curiosidad por conversar con él. Ese diálogo es una
de las páginas maestras que demuestra cómo la ficción es más real que la misma realidad, sobre todo porque
los lectores sin ser advertidos de ello de repente son transportados al interior de la novela y se encuentran
convertidos en entes de ficción.
4. Narrador y narratario. Salvo casos excepcionales, el autor queda al margen del relato y la historia a fin de
que el lector se encuentre en total libertad de reconstruir la trama argumental. Es cierto que el autor
desaparece pero de alguna manera sigue presente en el entramado a través de la figura del narrador, en el
que proyecta todas las funciones que él no quiere realizar para que no se perciban sus opiniones. El narrador
no habla sólo al lector; en ocasiones la estructura del relato depende de una perspectiva interior; una persona
a la que se dirige el narrador refiriéndole con precisas intenciones los hechos que conforman la trama
argumental. Esta figura es el narratario y ha sido muy importante en la construcción de numerosos discursos
ficticios que se cierran y abren en sí mismos con esa tensión que generan narrador y narratario. En última
instancia, la dualidad narrador-narratario lo que hace es reproducir en el interior de la novela la oposición
autor-lector, situada en el plano exterior de la obra.
La voz principal de la novela, tradicionalmente, era el narrador. Del vocablo latino gnarus, salió narrar. Y de
ahí narrador, que es el que sabe, el que cuenta. Anteriormente había juglares que contaban cuentos y éstos
eran narradores. El narrador es el que nos indica el tono de la novela. Este tono es dado por el narrador. El
tono es el que hace que el relato cambie. El narrador también puede usar distintas técnicas para presentar la
historia. El narrador tradicional usa técnicas de la narración oral, y establece con el lector la misma relación
que con el contador de cuentos. El narrador clásico, es el que pasa desapercibido y maneja el material como
quiere.
El narrador no es una voz ausente, sino que se puede caracterizar cuando por ejemplo se dirige a los lectores.
Podemos distinguir entre narrador que pertenece a la ficción y narrador que no pertenece a la ficción. El
narrador no debe hablar en tercera persona, sino en primera; donde el narrador y el personaje se identifican.
Sólo existe el narrador en primera persona.
El narrador es una primera persona que a veces narra sobre sí mismo y otras veces habla de otros (de aquí lo
de narrador en tercera persona).
El narrador clásico (siglo XIX), es al que le gusta estar presente; comenta o deduce lo que no le parece
oportuno. El narrador moderno que no comenta, sólo se dedica a narrar. Lo que cambia entre ambos son las
técnicas. La novela moderna quiere que el narrador desaparezca; una manera es involucrándolo en la ficción;
otra manera, es que los personajes hablen directamente (de esta manera no hace falta narrador).
También se pueden utilizar distintos niveles de narración, es decir, utilizar distintos materiales narrativos. Son
fórmulas que también evitan la intervención del narrador.
LA POESÍA
La poesía es lo que no es ficción narrativa, ni ficción dramática. Son los renacentistas del siglo XVI los que
tienen que clasificar obras que no entran en la narrativa ni en la dramática, es una necesidad de encasillar. Se
trata de la poesía como género literario, como concepto.
Actualmente las teorías de los géneros literarios tienen un sentido casi filosófico, a través de las nociones de:
- Intimidad y alteridad. Cuando hay necesidad de que intervenga el otro, la alteridad es la narrativa, pero la
lírica se queda en la intimidad.
- Hegel: “estética”. Lo que constituye el contenido de la poesía lírica no es el desarrollo de una acción objetiva,
sino el sujeto individual; y por consiguiente, las situaciones y los objetos particulares, así como la manera en
que el alma con sus juicios subjetivos, sus alegrías, sus admiraciones, sus dolores y sus sensaciones, cobra
conciencia de sí misma en el seno de este contenido.
Esta distinción de Hegel está destinada a diferenciar la lírica de la narrativa; no representa el mundo exterior
de una forma objetiva, ni tampoco plantea la relación del hombre con el mundo. No nace la poesía con el
deseo de crear sujetos independientes del yo; tampoco va el deseo de contar una acción en el que se oponga
el conflicto con lo que le rodea; no describe el mundo exterior. La poesía siente la necesidad, o expresión
lírica, de revelar y de profundizar en el propio yo. Al poeta le es imposible desprenderse de sí mismo,
despojarse de su yo, a diferencia del dramaturgo o novelista (que pueden dejar su yo aparte y crear incluso
otros yo). El mundo exterior en la poesía lírica aparece de otra forma, o simplemente no cumple la misma
función que en la narrativa.
Si la lírica no es narrativa, la relación con el exterior no es la misma. Nace como oposición, es un elemento del
servicio de la propia creación lírica; el sentido y la realidad del mundo son absorbidos por el poeta para
transformarlos en revelación íntima.
El lenguaje en sí ya es simbólico, porque utilizamos mesa para asignar una realidad, pero mesa no es una
realidad en sí misma.
¿Quiere esto decir que la poesía no habla del mundo? Sí habla del mundo, pero no de una forma descriptiva,
sino de manera metafórica. Mediante el lenguaje metafórico se pueden dar otras visiones del mundo, distinto
al real. Se puede llegar a lugares no alcanzables. Con palabras poéticas se puede llegar a lugares donde no
alcanza la realidad.
A partir de Hegel utilizamos la poesía en un sentido moderno. La relación con el mundo exterior de la lírica es
diferente, es decir, es obvio que cada género representa el mundo de diferente forma. El mundo exterior sirve
a la lírica como elemento creador o de impulso a la creación, es el de arranque de la creación. El mundo
exterior sirve para otra cosa, no es esencial, sino accidental. No es la esencia de la creación del poema, sino
una circunstancia. La esencia reside en la emoción, en el sentimiento, en la meditación (según Hegel), que
produce una sensación que provoca el mundo exterior.
Son actitudes subjetivas, se trata de actitudes del creador, emociones, sentimientos; pero hay que tener en
cuenta que la poesía lírica se va a considerar la expresión de la meditación o sentimientos en algunos casos
(en los poemas se da esa subjetividad lírica).
Es por tanto un pretexto inevitable que sirve para mostrar esa actitud subjetiva del poeta. La poesía no
necesita concretar; con sugerir es suficiente. La falta de concepción es evidente, ya que el lector pide que
acabe de escribir, que pare de concretar. La poesía no necesita concretizar, el autor quiere que se le explique
la poesía, pero esa explicación desnaturaliza el sentimiento.
Lo interesante de los poemas es lo que no se dice. La meditación implica pensamiento y reflexión. La
literatura es una forma artística, pero con la que además conocemos la realidad. Con ella conocemos el
exterior del mundo. El poeta utiliza la poesía para reflejar su experiencia del mundo. Puede utilizar la poesía
como forma de conocimiento. La influencia de la filosofía en el poeta puede ser importante durante el siglo XX.
Dos filósofos: Bergson y Heidegger, cuyas filosofías se fijan en la temporalidad y en la existencialidad del
hombre. Otra es Zambrano, que habla del tiempo, sueño,... Cada cosa relacionada con la existencia del
hombre. Este pensamiento influye en otros autores.
Cuando esa actitud lírica se convierte en meditación, es un problema para el lector, sobre todo por la
complejidad que surge en el poema.
El poeta utiliza elementos cultos y en otros casos suele utilizar algo más normal: un discurso argumentativo,
explicativo; no discursivo.
La expresión lírica se aleja del discurso argumentativo, descriptivo,... En un poema existen mínimas cláusulas
narrativas e incluso descripción.
En la poesía, la descripción aparece más que la narración; además se usa con fines líricos. La poesía
descriptiva es válida cuando su fin no es describir una serie de cosas, sino cuando se usa como soporte del
mundo simbólico del poema. El simbolismo describe paisajes, sobre todo jardines. Hay poemas que son puras
descripciones, como los primeros de Juan Ramón Jiménez. La lírica no tiene un carácter discursivo. El tiempo
de la poesía, a veces es estático, donde se expresa un sentimiento.
Los poemas no son una historia, pero hay poemas que sí son una historia, lo que da lugar a que en éstos se
desvanezca la lírica.
Los poemas narrativos no son poesía en estado puro. El lector debe cambiar su actitud a la hora de leer
poesía, ya que en ella se describen sentimientos, expresiones,...
Juan Ramón indica que hay poesía donde hay ritmo. La poesía es la emoción convertida en ritmo. La emoción
puede ser emotiva o intelectual. Lo difícil de explicar es por qué una estructura rítmica, dotada de ritmo,
produce modificaciones en el significado que se pretende expresar. Lo que sí es evidente, es que esa
estructura rítmica somete al pensamiento a una serie de delimitaciones formales.
El verso regular es el que predominó en el siglo XIX. El verso libre obedece también a un ritmo. También tiene
un código, pero éste tiene que ser coherente. Sin embargo, el verso regular tiene que seguir un molde
establecido.
- El verso regular, es la escritura lingüística constituida por la repetición de un mismo diseño fónico (es un
mismo número de sílabas, una pausa después de la rima). Los cuatro elementos de la versificación regular:
1. Ritmo (dónde recae el acento).
2. Ritmo isosilábico.
3. Repetición de sonidos.
4. Interrupción del discurso al final de cada verso, es decir, la pausa. Éste es uno de los elementos más
importantes, ya que es el que nos permite conocer la identidad estrófica de cada poema.
- El verso libre, está ligado a una concepción nueva de literatura. Es la expresión de un pensamiento poético
ajeno a toda norma. A través del verso libre se materializa el pensamiento poético interior; que el poema no
tenga ninguna señal o marca que no pertenezca a la voz interior del poeta. El verso libre aporta una
concepción poética que pretende ser original, de tal forma que sólo responda al impulso creador del poeta. El
verso libre no carece de artificios; el poema crea su propio sistema rítmico según el pensamiento poético del
autor. Cada poema necesita una propia organización rítmica; el ritmo reproduce las reacciones del poeta ante
los diversos estados anímicos, intelectuales,...
A través del verso se concibe el pensamiento del poeta; paraliza las emociones del poeta. Esta paralización la
produce la pausa. La pausa que marca el verso libre, es la marca de la que depende una serie de
sensaciones que el poeta quiere enfatizar.
Características del verso libre:
1. En el primer verso se plasma la idea, el pensamiento al que ha llegado el poeta. En el primer verso se
expresa un concepto que necesita un desarrollo.
2. La combinación de versos largos y cortos representa el ideograma de los efectos emocionales.
3. Cada poema inventa su propia estrofa.
4. El verso libre permite una mayor corriente del pensamiento poético.
5. El ritmo poético está regulado por las recurrencias, encabalgamientos, aliteraciones,... en las que se apoya
el ritmo poético, es decir, es un ritmo interno no precisado.
Medida del verso. Tiene que ver con el ritmo poético. En cada lengua hay un módulo básico de sílabas que
está delimitado por la respiración, por los acentos,... En castellano, ese período natural es el octosílabo
(romance). También es el que marca el verso mayor y el verso menor. La sintaxis se ajusta al ritmo del verso
y el ritmo del verso es el que también produce distintos efectos que podemos relacionar con el contenido.
Endecasílabo real (6º y 10º), endecasílabo sáfico, endecasílabo de grita gallega. El verso octosílabo es el
natural; los demás son antinaturales. Supone la necesidad de jugar con distintos esquemas rítmicos
relacionados con la emoción que quieren transmitir.
Estrofa: unidad mínima de agrupación de versos dotada de sentido propio. Podemos hablar de estrofa a partir
de más de un verso. Hay algunos poemas de Machado que sólo tienen un verso; esto no se puede considerar
una estrofa. Ejemplo: “Hoy es siempre todavía”. La estrofa de dos versos recibe el nombre de dístico.
La estrofa no es el poema (agrupación de distintas estrofas). Las estrofas más utilizadas:
- Dístico: suele ser un villancico. No es muy utilizada.
- Estrofa de cuatro versos.
- Copla, seguidilla, zéjel: parten de un dístico, y después se desarrolla; y el último verso se enlaza con el
estribillo.
- Villancico. También se le puede llamar cantares,... La denominación de estas estrofas depende del número
de versos. La estrofa de cinco versos es la quintilla. La de seis es la sextilla.
Un soneto no es una estrofa, sino un tipo de poema, que está compuesto por cuatro estrofas (dos cuartetos y
dos tercetos).
En la tradición culta a partir del siglo XVI se constituye que la forma poética y estrófica por antonomasia es el
soneto, es decir, es la más cultivada (y sigue cultivándose). Además, en el siglo XVI encontramos diferentes
formas poéticas/géneros que tienen que ver con el tipo de estrofa, como por ejemplo la epístola (siglo XVI-
XVII) va a ser un género con un contenido semántico pero que formalmente se caracteriza por la estrofa que
utiliza. Se considera como ritmo adecuado en terceto encadenado.
La lira también sirve para la construcción de poemas, cuyo número varía para el asunto del que trate el
poema.
La octava, junto a la lira, es una estrofa al servicio de la elaboración de un poema. Son ocho versos
endecasílabos, lo que da una entidad tanto discursiva como de peso, de modo que se utiliza para tratar
asuntos graves o que guardan cierta ética.
Las estrofas en el Siglo de Oro llegan a la regularidad estrófica. Encontramos el extremo de lo que es un
poema limitado por condiciones formales.
Un ejemplo extremo de versificación regular es la sextina: forma poética/combinación de estrofas que tiene
que ver con la estética que se empieza a cultivar en el Renacimiento, llegando hasta el Barroco, pasando por
el Manierismo. Aquí, el poeta se somete a un ejercicio en el que tiene que demostrar el ingenio con unos
moldes. Es un poema de seis estrofas más la conclusión final, que puede variar (dos o tres versos). A su vez,
cada estrofa tiene seis versos.
En el Siglo de Oro hay un género de composición poética que también se utiliza durante todo el siglo XVI y
XVII, que responde a esa estética barroca pero desde otra dimensión. Es la silva, tipo de composición que
trata de muchas cosas, no de forma regular sino de forma natural. Son composiciones cuyo número de versos
y combinación de estrofas está al libre albedrío del poeta. También está relacionada la libertad formal con el
asunto pero no de reflejar un estado del alma, sino que puede cambiar de distintos temas sin la necesidad de
un esquema verso-estrofa-poema. El resultado final es la composición, la obra final, de todas las
características que hemos venido señalando hasta ahora, que aisladamente, no son nada. La conjugación, la
fusión de todos esos elementos es lo que constituye el poema. Esas sensaciones que se transmiten a través
del poema y que recibe el lector, surgen no sólo del fondo, sino de toda la serie de factores que actúan al
mismo tiempo.
Esta escala de: verso-estrofa-poema, es analizado separadamente (aislados), pero deben ser la culminación
en una idea.
Hay una escala más, aparte de verso-estrofa-poema; va del poema al poemario. Aquí el poema actúa como
subconjunto que logra su significado pleno en la contemplación del poemario. Aisladamente tiene significado,
pero relacionado dentro del poemario alcanza un significado pleno y distinto.
EL HIBRIDISMO GENÉRICO
El hibridismo genérico tiene que ver con la evolución de los géneros literarios. Tiene que ver con la Historia de
la Literatura, en el sentido de que ésta es la historia de los géneros literarios. La aparición, desaparición o
mezcla de géneros literarios es lo que suele marcar distintos períodos literarios.
Hay distintos tipos de hibridismo porque obedecen a causas distintas; por ejemplo, La Celestina (fines del
siglo XV). En este caso excepcional, la naturaleza híbrida viene determinada por un momento que podemos
denominar de transición (fin de la Edad Media, principio del Renacimiento) en el que la literatura griega y
latina han perdido su vigencia y en el que están a punto de consolidarse nuevos proyectos que provocan el
Renacimiento. Es un momento histórico en el que el sistema clásico fluctúa y el escritor utiliza aquellos cauces
que perviven. Fernando de Rojas, por ejemplo, utiliza la comedia latina, que sólo pervive en el ámbito culto
para poder dar cabida a una expresión literaria que años después encontrará su cauce natural, como la prosa
narrativa de Lope de Vega.
Esto es cuando no hay un sistema genérico en el que fijarse. Esto es lo que ha llevado a la crítica a discutir
sobre su naturaleza. Puede hablarse de hibridismo genérico como fruto de un nuevo movimiento literario,
como el Barroco. El hibridismo barroco no es una fusión de géneros, sino que queda todo dentro del propio
género. El teatro de Lope de Vega combina lo que desde el punto de vista clásico debía de estar separado
(tragedia-comedia); no es que cree un nuevo género, sino que dentro del género dramático fusiona ambos.
Desde el punto de vista del contenido se puede concebir una obra tragi-cómica. Hay otro tipo de obras que se
dan en el Barroco que se aproximan a esto, en las que se fusionan distintos géneros literarios. También
responde al espíritu barroco la totalidad, el querer abarcar todos los géneros literarios. Podemos encontrarnos
sainetes, prosa, poemas, narrativa y lírica. Hay agrupamiento, pero no hay fusión. En el caso del teatro se da
el hibridismo, pero dentro del marco de la obra.
Es un hibridismo literario que se nutre no sólo de los géneros tradicionales, sino también de otras
manifestaciones artísticas contemporáneas. Una de las características que define al arte moderno es el
carácter fragmentario: en la pintura por ejemplo, el collage pretende agrupar fragmentos de materiales
distintos. Con esta tendencia al fragmentarismo, la literatura ensaya obras en las que el resultado de la obra
sea la fusión de materiales distintos (lírico, narrativo y dramático). Así, a partir del siglo XIX nos encontramos
con una novela que se aparta del género tradicional para cultivarse una novela que posteriormente se
denominará novela lírica, una novela que se escribe contra las propias leyes de la misma (Unamuno, Pérez de
Ayala, Benjamín Jarnés, Gabriel Miró,...) son novelas en las que la acción se reduce al mínimo y en muchos
casos ni existe. Simplemente, aparece una voz narrativa que nos habla de sentimientos, estados,
pensamientos filosóficos,... Es una novela que se aproxima al ensayo y al tratado filosófico. Un ejemplo es la
novela Rayuela, de Julio Cortázar. Se presenta como el fin de la novela tradicional, poniendo en evidencia
cuestiones y problemas que ya se habían puesto de manifiesto antes, pero con una naturaleza híbrida; es un
tratado donde se tratan distintas cuestiones.
En definitiva, el hibridismo de la literatura moderna lo que quiere es borrar las señas de identidad clásica. Otro
ejemplo de este tipo de novela es Negra espalda del tiempo, de Javier Marís, la cual hace referencia a otra
novela suya, Todas las almas. Es una novela en la que el narrador plantea una ficción basada en una
experiencia personal del autor. Sin embargo, ésta es una novela que vuelve la voz narrativa en primera
persona, que nos habla de cuando escribe la primera novela, los personajes que conoció,... En definitiva, lo
que hace es presentarse como una novela o libro autobiográfico en el que se mezcla el ensayo, la crítica
literaria y la narración.
Hay una corriente en la poesía barroca, metafísica y transcendental. Poesía preocupada por el ser, por el más
allá, por la inmortalidad, o más bien en la mortalidad. Hecho accidental de la existencia del hombre, y
constante en el hombre. Quizás la más importante, directamente relacionada con el tiempo. Contra esa
evidencia surge la poesía. Expresa el deseo de permanencia (romance Árboles-hombres). Lo que cambia es
la relación que establece para expresar ese anhelo de eternidad. “Amor constante más allá de la muerte.”
En Juan Ramón Jiménez vemos mucho este deseo, sobre todo en su primera época. Ese más allá lo proyecta
en una naturaleza concreta, no piensa en una realidad más allá. La naturaleza material (“árboles”), y no una
realidad cósmica romántica, como sería con Bécquer.
Los textos literarios son todos aquellos en los que se manifiesta la función poética,
ya sea como elemento fundamental (como en la poesía) o secundario (como en
determinados textos históricos o didácticos). Son géneros literarios la poesía, la novela, el
cuento o relato, el teatro y el ensayo literario (incluidos los mitos).Se clasifican en: narrativo,
líricos, y dramáticos.
Por su parte, se denomina texto narrativo al relato de hechos en los que intervienen
personajes y que se desarrollan en el espacio y en el tiempo. Los hechos son contados por
un narrador. Si es de tipo literario, la función siempre es para entretener desde el contexto
de la función poética propia de la literatura.
Los textos literarios pertenecientes al género narrativo se agrupan en distintos
subgéneros. Corresponde ahora examinar cada subgénero.
La fábula. Son relatos en prosa o verso protagonizados por animales que asumen
características humanas y que terminan con una enseñanza moral o moraleja.
Diferencia
y novela?
Se puede decir que es un género exclusivo, aunque forma parte de los relatos y
de las ficciones y su escritura puede realizarse tanto en prosa como en verso y se
puede alterar lo necesario para poder expresar la moraleja que desea explicar el
autor.
Zorro =
astucia
Búho =
Inteligencia
La Epopeya.
Éste, el género narrativo más antiguo, tiene su origen en las grandes narraciones épicas y
heroicas de la Antigüedad: fundamentalmente, en la Ilíada y en
la sociedad en la que surge, y los personajes, más que personas reales, se convierten en
tipos literarios que encarnan distintas cualidades humanas
La Leyenda