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1. El ambiente de Jesús
a) Historia y geografía1
1. S. Safrai-M . Stern, The Jewish People in the First Century. Historical Geography,
Political history, Social, Cultural and Religious L ife and Institutions, I-II, Assen 1974-
1976; E. S ch ü rer,J h e History o f the Jewish People in the Age o f Jesús Christ, rev. de F.
Vermes, F. M illar y M. Black I-II. Edinburgh 1973-1979 (1.a ed. alem ana es de 1885); J.
Carmignac-P. Grelot-A. Paul-C. Perrot. II mondo giudaico' en Introduzione al Nuovo
Testamento. 1. Agli inizi delFera cristiana, R om a 1977, 49-217, con am plia bibliografía
224-243 (ed. francesa de 1976); E. Lohse, Umwelt des N T , Góttingen 1971; 31977; J.
Jeremías, Jerusalem zur Z eit Jesu, Leipzig 1923 (tr. esp., Jerusalén en tiempos de Jesús,
M adrid 1977); M . Hengel, Judentum und Hellenismus, Tübingen 21973; Juden, Griechen
und Barbaren, Stuttgart 1976; W. Domm erhausen, Vam biente di Gesit, T orino 1980.
2. Cf. M t 4, 13; 8, 5; Me 1, 21; 2,1; 9, 33; Le 4, 31; 7, 1; Jn 2, 12; 6, 17. 24-59.
El am biente de Jesús 61
Galilea
10. Cf. Josefo, A nt. XVII, 9, 1 § § 271-272; XVIII, 1, 1.6 § § 4-5.25; Judas el OaJ-iteo,
hijo del «bandido» Ezequías: Guerra I, 10, 5 § 204; II, 4, 1 § 56; II, 8,1 $ L18; Ant. XVII,
10, 5 §§ 271-272.
11. Josefo, Ant. XIV, 7, 3 § 120; Guerra III, 10,1 § 462 ss.; Plinio, Hist. /Val, IV, 11;
Tariqueas, del griego tarichos (pez salado), podría referirse a la activi dad nná s ¡mpoal ante
de este centro; la localidad m encionada en Me 8, 10, D alm anuta, y en Mt 15, 3 9 .1lami
d a M agadan, podría identificarse con la ciudad de M agdala, conocida con este nombre
en los textos judíos posteriores.
64 Am biente, orígenes y estado civil de Jesús
Judea
12. Probablem ente el tetrarca Filipo no debe identificarse con el Filipo mencionado
po r el evangelio de M e 6, 17; M t 14, 3, esposo de aquella H erodías que se casó con
Antipas. Según Josefo, la mujer del tetrarca Filipo era Salomé, hija del primer m atrim o
nio de Herodías.
13. Cf. M t 14, 6-12 par.; Josefo, Ant. X V III, 5, 2 § 116-119.
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b) La vida económica
c) Sociedad y familia
d) La vida religiosa
En todo caso la formación social y cultural se mantiene viva
gracias a la práctica religiosa que impregna toda la vida familiar y la
de cada uno de los judíos observantes. La sinagoga es sobre todo en
las pequeñas aldeas el centro de la vida social y religiosa de la
comunidad judía. Bajo la responsabilidad del presidente y la dirección
del asistente o vigilante se desarrolla todos los sábados por la mañana
y en los días de fiesta principales la asamblea litúrgica, que compren
de la profesión de fe en Dios creador y Señor único, las oraciones, la
E l ambiente de Jesús 71
16. D. J. Fitzmyer, The Languages ofPalestine in the First Century a. D.: CBQ 32
(1970) 501-531.
17. Los textos que com ponen la profesión de fe llam ada schemá (de la prim era
p alabra hebrea de D t 6,4) son: D t 6,4-9; 11,13-21 y N úm 15, 36-41; quizás en el siglo I se
incluía adem ás la práctica de recitar el decálogo.
18. Los textos bíblicos recogidos en esos estuches que se conocen en los evangelios
con el nom bre de «filacterias» son: Ex 13, 1-10.11-16; D t 6, 4-9; 11, 13-21; quizás
antiguam ente se incluía tam bién el decálogo. Con razón pudo afirm ar Flavio Josefo que
todos los judíos desde pequeños aprenden a conocer y observar la ley ( Contra Apión II,
18, § 178).
72 Ambiente, orígenes y estado civil de Jesús
Puesto que esta práctica está relacionada sobre todo con los momen
tos de oración, esos estuches o dijes se llaman tefillim, «plegarias».
El tiempo semanal y el anual de los piadosos judíos está marcado
por la observancia del sábado y de las festividades tradicionales. El
shabbat, como indica su mismo nombre («cesar-descansar») lleva
consigo la escrupulosa observancia del descanso, que favorece la
participación en la liturgia sinagogal y el estudio de la torah. El
carácter alegre y festivo del shabbat supone además la comida familiar
con una orí\ción|especial de bendición sobre el vino y el día de reposo
sagrado. En este ¿lía los grupos de devotos y observantes tienen la
ocasión de reunirse para celebrar un banquete en común o para
meditar sobre la torah en torno a un maestro.
Las familias y los grupos de judíos observantes de las aldeas o
ciudades de Palestina tienen la oportunidad de subir a Jerusalén para
satisfacer la obligación de la peregrinación con ocasión de las tres
fiestas anuales: pascua-ázimos (pesach-mazzót), el día 15 de nisán
(luna llena de marzo-abril); pentecostés (sabu'bt), cincuenta días
después de pascua, chozas o tabernáculos ( sukkót), el día 15 del mes
de tishri (septiembre-octubre). Con ocasión de estas fiestas-peregrina
ciones al templo las familias judías pueden presenciar y participar en
las solemnes liturgias del templo previstas para esas solemnidades,
hacer sus ofrendas sagradas y gastar el «diezmo» que habían reserva
do para la peregrinación. Las otras fiestas anuales que no imponían la
peregrinación, como la del año nuevo o la de la expiación ( yóm
kippur) , el día 10 del mes de tishri, se celebran con plegarias y lecturas
especiales en la sinagoga local.
Además de la observancia del shabbat y de las festividades, pueden
recordarse algunos días del año mediante el ayuno, que practican los
grupos devotos incluso semanalmente o la comunidad entera en
algunas circunstancias particulares, por ejemplo en tiempos de se
quía. En este contexto de la vida religiosa y de las observancias judías
merecen una mención aparte las leyes de pureza y de impureza ritual.
Este conjunto de normas que tienen sus raíces en la tradición bíblica
se refiere en particular a los sacerdotes durante su servicio en el
templo, pero entre algunos grupos se afirma la tendencia a extender
las a todo «Israel». Los ámbitos de pureza que suele contemplar la ley
son: la vida sexual, el contacto con los animales muertos, con los
cadáveres y con los leprosos, las relaciones con los no-judíos. Una
serie de prescripciones es la que se formula para garantizar la pureza
en el uso de alimentos sólidos y líquidos, con sus relativos recipientes.
En relación con esta vida religiosa y social tan- articulada, en el
contexto histórico y político de Palestina durante el siglo I, es donde,
además de las clases sociales, se van configurando los diversos grupos
y movimientos que conocemos en la tradición evangélica: los sadu-
jE T ambiente de Jesús 73
22. P ara una panorám ica am plia y equilibrada de los estudios sobre el origen de los
fariseos, su orientación espiritual y sus relaciones con Jesús, cf. P. Maffucci, II problema
storico dei farisei prima del 70 d. C. Rassegna di un secolo di studi: R B iblt 26 (1978) 353-
399.
23. H. P. K ingdon, The Origins o f the Zealots: NTS 19 (1972) 74-81; p ara G. Jossa,
Gesú e i movimenti di liberazione della Palestina, Brescia 1980, los dos grupos «zelotes» y
«sicarios» (bandidos) son distintos po r origen histórico-geográfico y posición ideológica,
social y política; los primeros son de am biente sacerdotal y luchan por la autonom ía
religiosa; los segundos son de origen galileo-campesino y luchan p o r la libertad social y
política.
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24. U n discípulo de Jesús, Simón, es denom inado zelotes (Le 6, 15; Hech 1, 13); en
los textos paralelos de M ateo y M arcos se le llam a kananaios; a los dos condenados a la
cruz ju n to con Jesús se les llam a lestai (bandidos) (M e 15, 27; M t 27, 38.44); p ara el
evangelio de Juan, B arrabás era un lestes (Jn 18, 40).
25. Josefo, Ant. IX, 14,3 § § 288-291; X I, 8 ,6 § § 340-347. En los evangelios Sam aría
y los sam aritanos se m encionan en relación con la actividad de Jesús que atraviesa
Sam aría y se encuentra con sam aritanos (Le 9, 52; 17, 11; Jn 4, 4-5. 39-40). Según M ateo
10, 5, los discípulos no deben dirigirse a las ciudades sam aritanas, así com o han de evitar
el territorio de los paganos.
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26. J. Blinzler, Die Briider und Schwestem Jesu, Stuttgart 1967; R. E. Brown, The
Birth o f the Messiah. A commentary o f the Infancy narratives in M atthew and Luke, New
Y ork 1977 (tr. esp., E l nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la infancia,
M adrid 1982).
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en que Jesús tenía doce años (Le 2,41-50). Pero de todo este ccnju.nto
narrativo, llamado impropiamente «evangelio de la infancia», Los
datos seguros que se pueden deducir no enriquecen en mucho 1c que
ya conocemos por la tradición de Marcos. Juntando los datos conver
gentes de los dos primeros capítulos de Mateo y de Lucas, tenemos
esta situación:
1. Jesús fue concebido de María, prometida a José, por La
intervención del Espíritu santo (Mt 1, 18. 20. 25; Le i, 27, 35);
2. Su nombre «Jesús» fue revelado por un ángel (Mt 1,21; Le i ,
31);
3. Nació de María, casada con José, que es de la estirpe de David
(Mt 1, 16. 18. 20; Le 1, 27; 2, 3-5);
4. Jesús nació en Belén de Judea (Mt 2, 1; Le 2, 4);
5. Nació en tiempos del rey Herodes (Mt 2 ,1 . 7 .16.19; Le 1, 5).
27. El evangelio de Lucas recoge lo mismo que los otros dos sinópticos el apelativo
dado a Jesús de nazareno (gr. nazarenos: Le 4, 34; 24 19; nazoraios: Le 18, 37; cf. Hech 2,
22; 3, 6; 4, 10; 6, 14; 22, 8; 24, 5; 26, 9); en los Hechos Lucas pone en labios de Pedro la
expresión «Jesús de N azaret» (Hech 10, 38). Pero en el episodio en que narra el conflicto
entre Jesús y los habitantes de N azaret, Lucas indica que N azara (N azaret) es el lugar
donde se crió Jesús (Le 4, 16).
28. Juan reconstruye el debate entre los judíos en Jerusalén recordando las dos
grandes orientaciones mesiánicas: «éste es realmente el profeta», «este es es el Cristo».
Pero contra esta últim a afirm ación recoge el interrogante de algunos: ¿Acaso el Cristo
procede de Galilea? ¿No dice la E scritura que el Cristo vendrá del linaje de D avid y de
Belén, la aldea de David? (Jn 7, 40-42). ¿Conoce Juan la tradición referida1por los dos
evangelios de M ateo y de Lucas sobre el origen betlem ita de Jesús? ¿O bien responde a
todas las objeciones judías aludiendo al verdadero origen de Jesús, desde el cielo, desde el
m undo de Dios? El m odo de proceder de Juan en dos niveles, el histórico y el espiritual,
no excluye que esté al corriente de la respuesta que en algunos ambientes cristianos se da a
la objeción de los judíos sobre el origen de Jesús: nació realmente en Belén, aunque es
conocido com o Jesús de N azaret, en Galilea.
L os orígenes de Jesús 81
Belén, ya que habitaba allí José junto con María, su esposa. El primer
evangelista, sin embargo, tiene que poner de acuerdo esta tradición
con el origen que comúnmente se atribuía a Jesús, llamado el «nazare
no» (Mt 2, 23). Esta combinación de datos tradicionales con preocu
paciones cristológicas y catequísticas hace que sea legítima, en el
plano histórico, la discusión sobre el nacimiento de Jesús en la aldea
de Belén32.
referencia al censo de Q uirinio con el nacim iento de Jesús: Las fuentes históricas
extraevangélicas ignoran un censo de Sulpicio Quirinio como gobernador de Siria en
tiem pos del reinado de Herodes el M agno, es decir, antes del 4 a. C. P o r o trá parte, no
puede imaginarse un censo rom ano en territorios del reino de Herodes, rex socius de
Rom a, o en los de su hijo Herodes Antipas. El único censo que conocem os, asociado al
nom bre de Quirinio, es el que se hizo en Judea el año 6 d. C. cuando, depuesto A rquelao,
sus posesiones entraron a form ar parte del fisco imperial (cf. Josefo, Guerra 11, 8, 1 § §
117-118; II, 17,8 § 433; VII, 8 ,1 § 253; Ánt. X V II, 13,5 § 355; X V III, 1,1 § § 1-2; XVIII,
2 ,2 § 29). Este fue el prim er censo rom ano en Palestina y provocó la insurrección dirigida
po r Judas el Galileo, como recuerda el mismo Lucas en H ech 5,37; pero tam bién en este
caso Lucas invierte las fechas respecto a Flavio Josefo, ya que pone este censo después de
la revuelta de Teudas, que según el historiador judío habría estallado en tiem pos del
procurador Cuspio Fado, o sea, el 44-46 d. C.
32. El linaje davídico de Jesús, por una ram a colateral, podría ser digno de respeto,
ya que en realidad este dato no ocupa un papel decisivo en la cristología primitiva. P or
o tra parte, se tiende a dejar en segundo plano la ascendencia davídica, real, de Jesús
debido a las connotaciones político-nacionalistas que evocaba en el am biente judío. El
origen betlem ita del mesías davídico está docum entado en algunos textos judíos tardíos
(bBer 5a; L am R 1,16); Jn 7,41-42 atestigua que hubo cierta discusión entre los judíos y
los cristianos sobre este punto. L a tradición de la cueva de Belén es conocida po r Justino,
Dial. 78 (siglo II); po r el autor del apócrifo Protoevangelio de Santiago 18,1; po r Orígenes,
Contr. Cels. I, 51 (cf. Orígenes, In M atth. 10, 17).
33. Josefo, A nt. XV, 1 1 ,2 § 390; cf. A nt. V II, 3 ,2 § 66, en donde los «carpinteros»
com o expertos en el trabajo de la m adera, se encuentran siempre asociados a los
constructores (gr. oikodomoi) para la construcción del palacio real de David.
Profesión y estado civil de Jesús 83
(bQ idd 29a); pero se le aconseja que no le enseñe aquellos oficios que lo exponen a los
enredos o a la im pureza ritual (Q idd III, 14). E n la tradición talm údica sucesiva se
encuentran ciertas sentencias en donde «carpintero» e «hijo de carpintero» sirven para
indicar a un sabio e instruido (cf. b A Z 50b; p Y eb 9b; pQ idd 66a). U na confirm ación de
esta estim a del trabajo m anual, que no desdice en n ad a del hom bre culto, puede verse en
Pablo, que se gana la vida con el trabajo m anual (cf. Hech 18,3; 20,34; 1 C or 4,12; 1 Tes
2, 9).
38. Según Jn 7, 15 los judíos de Jerusalén se extrañaban de que Jesús conociera la
Escritura sin haber estudiado (cf. Jn 5, 39. 46-47). Jesús responde apelando a o tra
autoridad magisterial, la que viene de Dios, distinta del aprendizaje escolar (Jn 7,16-17).
P or lo dem ás, tam bién en la tradición sinóptica se reconoce que la autoridad docente de
Jesús es distinta de la de los escribas (cf. M e 1,22; M t 7,28-29); lo mismo vale p ara los
discípulos de Jesús (Hech 4, 13).
Profesión y estado civil de Jesús 85
39. W. E. Phipps, Was Jesús Married? The distorsión o f Sexuality in the Christian
Tradition, New Y o rk 1970; The Sexuality o f Jesús. Theological and Literary Perspecíives,
New Y ork 1973. El erudito ju d ío S. Ben Chorin que presenta la figura de Jesús en la
perspectiva ju d ía en su libro Bruder Jesús: Der Nazaraner in jüdischer Sicht, M ünchen
1972, 127-130, sostiene que es inconcebible el celibato de Jesús, si se tiene en cuenta el
am biente judío y su función de rabino; la prueba está en que en los textos evangélicos falta
to d a alusión a la ausencia de m atrim onio de Jesús. E sto no sería verdad si se ve en M t 19,
10-12 u n a respuesta a los rum ores sobre los «eunucos».
40. Este es el reproche que se le hace a R. Simeón ben Azzai, de la segunda
generación de los tannaítas, por p arte de Eliezer ben Hyrkanos, po r no haberse casado a
pesar de sus enseñanzas sobre el deber del m atrim onio. Ben Azzai responde: «Mi alm a
está totalm ente captada p o r la torah. El m undo puede perpetuarse por medio de otros»
( b Yeb 63b). Sin embargo, se preveía el celibato en caso de dificultades económicas (cf. Ket
X III, 5).
41. Apología de los hebreos, conservada por Eusebio de Cesarea, Praep. Ev. X II, 14;
cf. Josefo, Guerra II, 8, 13 §§ 160-161.
42. / g 5 f l l , 4 , 11, en donde se prevé el m atrim onio p ara el joven iniciado a la edad de
20 años; cf. CD V II, 6-8. Sin em bargo, no se advierte ningún rigor especial sobre la
disciplina m atrim onial monogámica: cf. CD IV, 21-V, 11.
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