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La igualdad entre los sexos es esencial para el logro de los derechos humanos para todos. No
obstante, las leyes que discriminan contra la mujer prevalecen en todos los rincones del planeta.
Muchas de esas leyes de hecho conceptúan a las mujeres y a las niñas como de segunda clase en lo
que respecta a la nacionalidad y la ciudadanía, la salud, la educación, los derechos conyugales, los
derechos al empleo, los derechos parentales y los derechos de herencia y posesión de bienes.
En algunos países, las mujeres, a diferencia de los hombres, no pueden vestirse como desean,
conducir un vehículo, trabajar de noche, heredar bienes ni prestar testimonio ante un tribunal. La
inmensa mayoría de las leyes discriminatorias vigentes guardan relación con la vida en familia,
incluso limitan el derecho de la mujer al matrimonio (o el derecho a no contraer matrimonio en
casos de matrimonio precoz y forzado), así como el derecho al divorcio y a volver a casarse.
La violencia contra la mujer prevalece en todas las culturas a una escala inimaginable y, a menudo,
el acceso de la mujer a la justicia tropieza con obstáculos como leyes discriminatorias, y actitudes y
prejuicios sociales.
Como vemos, todavía mantenemos ciertos esquemas mentales que se corresponden con
una concepción social que mantiene la discriminación de la mujer y hace que no
consigamos alcanzar una igualdad plena.
Recordemos que es a través de esto como los pequeños adquieren valores y empiezan a
ver cuál es su papel en la sociedad y qué actitudes se espera de ellos: deporte, actividad,
competitividad; tareas domésticas, muñecas, sumisión para las niñas, etc.
El juego es un recurso que les plantea pequeñas realidades paralelas que les enseña a
comportarse y a poner en práctica los principios de convivencia en un determinado grupo
social al que pertenecen.
Esos son los valores que se desprenden de los juguetes que podemos encontrar en la
mayoría de establecimientos. Todo lo relacionado con las tareas del hogar, con el cuidado
de los niños y las niñas, con la belleza o con la moda va dirigido a las niñas, en un lenguaje
claramente sexista que las incita a mantenerse dentro del ámbito del hogar y a perpetuar
otros estereotipos similares.
En cambio, a los niños se les ofrece un rango de juguetes mucho más amplio —coches,
pelotas, juegos mecánicos— que los encaminan hacia actividades profesionales. ¿Te lo
habías planteado de este modo?
Por tanto, es importantísimo que interactúen con una amplia variedad de juguetes para que
puedan experimentar y decidir qué les interesa y qué no, independientemente de lo que se
ha considerado como femenino o masculino de forma tradicional.
Elegir con responsabilidad los juguetes que compras a tus hijos e hijas es esencial para
evitar la permanencia de estos roles de género, para educarles en igualdad y, sobre todo,
para luchar contra la discriminación de la mujer que, todavía hoy, se cuela en nuestros
hogares y en nuestras mentes.
Consecuencias
La falta de empoderamiento de las mujeres constituye una forma de desigualdad crítica. Y si bien
existen múltiples barreras para el empoderamiento de las mujeres, la violencia contra mujeres y
niñas es tanto una causa como una consecuencia de la desigualdad de género.
Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que aproximadamente una
de cada tres mujeres y niñas en el mundo (el 35 por ciento) han experimentado violencia física o
sexual a manos de su pareja o de terceros. Estos números, aunque impactantes, solo cuentan una
parte de la historia.
Como prevenir la discriminación a la mujer
Cada empresa debe estudiar qué medidas son más convenientes, en función del compromiso inicial
que la plantilla tenga con la Diversidad. Algunas de estas medidas pueden ser las siguientes:
Lenguaje neutro y no discriminatorio en las ofertas de empleo. Aunque no sea de forma explícita
o evidente, el lenguaje y tono empleados en el reclutamiento de los candidatos pueden dirigirse
más a un sexo que a otro. Así, de forma más o menos inconsciente, muchas empresas reflejan cierta
preferencia por los hombres en el planteamiento de sus ofertas de empleo, conduciendo al auto
descarte de las aspirantes femeninas.
Incorporación del principio hde igualdad de género en todas las políticas de la empresa, prohibiendo
expresamente cualquier discriminación tanto en los procesos de selección como en las políticas
empresariales de retribución, promoción, etc. Este principio ha de ser integral y contemplar, entre
otros, planes de promoción profesional que garanticen igualdad entre hombres y mujeres, una
política de comunicación no sexista tanto a nivel interno como externo o el diseño de protocolos de
prevención y denuncia de acoso sexual.
Currículum ciego. Este nuevo modelo consiste en retirar del currículo todo dato vinculante, como el
sexo, la edad o la procedencia del profesional. El objetivo: que la empresa sólo disponga de la
información relevante para el puesto, como las habilidades y la experiencia del empleado. Así, la
organización desconoce si el candidato es hombre o mujer o si ésta se encuentra en edad
reproductiva, por ejemplo.
#TalentoSinEtiquetas. Derivado de lo anterior, los procesos de selección deben estar guiados por
los valores, conocimientos, actitudes y experiencias de los aspirantes al puesto de trabajo. En este
sentido, se puede radiografiar cuáles son los que necesita la empresa (por ejemplo: polivalencia,
dinamismo, conocimientos informáticos…) y establecer un sistema de puntuación en las entrevistas,
que evalúe a los candidatos en estos ítems y no en base a datos sociodemográficos, que nada dicen
de su valía, como el sexo.
Talento y Dignidad de las personas como pilares de toda estrategia de Diversidad & Inclusión. El
punto anterior debe edificarse sobre esta premisa. Hasta la fecha, las estrategias de Diversidad e
Inclusión han estado mayoritariamente orientadas a paliar la discriminación que, tradicionalmente,
han experimentado ciertos segmentos de la población. De este modo, la Diversidad se ha etiquetado
dando lugar a “diversidad de género”, “diversidad sexual”, “diversidad funcional”… Estas etiquetas,
sin embargo, mutilan el propio concepto de Diversidad, al centrarse en “minorías” y no contemplar
a la globalidad de los trabajadores en su conjunto. Así pues, resulta clave detectar los
denominadores comunes al 100% de los empleados y que, independientemente de la coyuntura y
de las tendencias que en ella imperen, sobreviven por ser intrínsecos a las personas: el talento y la
dignidad. El talento habla de competencias, valores, experiencias y conocimientos; mientras que la
dignidad se centra en las necesidades que cada trabajador tiene de forma particular, sin importar a
qué “colectivo” o estrato social pertenezca.