Sunteți pe pagina 1din 9

DEBIDO PROCESO

INTRO
En el nuevo modelo procesal penal, existe una vinculación directa entre la tutela de los
derechos fundamentales —como el derecho de defensa y el derecho al plazo
razonable— y el principio de celeridad procesal. La responsabilidad del fiscal como
garante de esos derechos en la etapa de la investigación preparatoria es crucial para la
celeridad procesal. 2. El Ministerio Público debe establecer directrices para la prelación
en el uso de las alternativas del Código para el tratamiento de los casos. Debería
intentarse, en primer lugar, el uso de salidas alternativas o de procesos especiales, así
como de la acusación directa frente al proceso común. 3. El Ministerio Público debe
brindar directrices que establezcan la forma en que los fiscales deben garantizar el
derecho de defensa del imputado.

EL DEBIDO PROCESO COMO GARANTIA CONSTITUCIONAL DEL PROCESO


PENAL PERUANO
Esta garantía se encuentra reconocida, conjuntamente con la de tutela judicial efectiva,
en el inc. 3 del art. 139 de la Constitución Política de 1993.

En un primer acercamiento, su naturaleza resultaría siendo de lo más amplia, pues como


ha señalado Mixán87, su teleología se refleja en su función de síntesis de las garantías
destinadas a concretar la legitimidad procesal. En efecto, según un sector de la doctrina
a través del debido proceso se precipitan todas las garantías, derechos fundamentales
y libertades públicas de las que es titular la persona en el Estado Social y Democrático
de Derecho88.

Sin embargo, es necesario precisar sus contornos en cuanto a la funcionalidad que le


puede corresponder en nuestro sistema procesal penal; y, en este sentido, sin dejar de
ser una cláusula con la que se busque que el proceso penal se encuentre informado por
los valores de justicia y equidad, que le dan su ratio; se la debe concebir como aquella
garantía general mediante la cual se va a dotar de rango constitucional a todos aquellas
garantías específicas que no han sido reconocidas expresamente en la Constitución,
pero que se encuentran destinadas a asegurar que el proceso penal peruano se
configure como un proceso justo (conforme con los fines constitucionales)89. Su utilidad
radicaría en que permitiría situar a las garantías procesales que no aparecen
expresamente reconocidas en la Constitución, es decir, se trataría de una cláusula de
carácter residual o subsidiaria90. Es en este sentido que se comprenderían en el debido
proceso fundamentalmente las garantías de justicia específicas previstas en la
legislación ordinaria y en los Instrumentos Internacionales de Derecho Humanos.

No resulta por tanto correcto, incluir en el derecho al debido proceso a las cláusulas de
garantía específicas ya contenidas en la Constitución (v.gr. prohibición de ser penado
sin un juicio previo, in dubio pro reo, prohibición de condenar en ausencia, etc.)91, ni
reducir su contenido a los principios específicos consagrados en el inc. 3 del art. 139 de
la Ley Fundamental ("Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción
predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento distinto de los previamente
establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales excepción, ni por comisiones
especiales creadas al efecto, cualquiera fuera su denominación")92.
3.1.1 Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas Para que la actividad
jurisdiccional alcance sus objetivos de justicia es necesario que el proceso se
tramite con celeridad.
La esencia de la administración de justicia, es que para que esta sea justa, tiene que
ser rápida. Como señala Binder8 , el mero hecho de estar sometido a juicio, habrá
significado una cuota irreparable de sufrimiento, gastos y aun de descrédito público. Por
tanto el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, es una garantía y a la vez un
derecho subjetivo constitucional, que asiste a todos los sujetos que sean parte de un
proceso penal, y que se dirige frente a los órganos del poder judicial y fiscal, creando en
ellos la obligación de actuar en un plazo razonable el ius puniendi o de reconocer y en
su caso restablecer inmediatamente el derecho a la libertad. Esta garantía ha sido
reconocida a nivel de instrumentos internacionales en el artículo 8 1 de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos que señala: “toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y

3.1.2 Derecho a un juez imparcial


La imparcialidad del órgano jurisdiccional es la primera y más importantes garantía
dentro del Proceso Penal. Esta garantía permite que el juez sea un tercero entre las
partes, toda vez que resolverá la causa sin ningún tipo de interés en el resultado del
proceso sea por una vinculación subjetiva con algunas de las partes o por alguna
vinculación con los elementos de convicción del proceso que hayan formado en su
interior un pre-juicio con respecto a la causa en concreto14. Dicha garantía que a la vez
constituye un principio dentro del proceso penal encuentra su origen en la división de
funciones del Estado Moderno, lo que en el marco del proceso penal, se traduce en la
división de roles entre juzgador, acusador y defensa. La misma que en el modelo
acusatorio oral impone la división de funciones. La imparcialidad impone la rigurosa
aplicación del principio de la identidad: el juez es juez, nada más que juez. Y entre el
juez y las partes resulta aplicable el principio del tercio excluído; o bien es parte o bien
es juez; no hay posibilidad intermedia. También ha tenido reconocimiento
jurisprudencial, como se ve de las sentencias del Tribunal Constitucional y en el ámbito
internacional la de La Corte Interamericana de Derechos Humanos15 y la del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, de donde se ha desarrollado la división de la
imparcialidad en dos aspectos: subjetivo y objetivo.
En reiterada jurisprudencia, el Tribunal ha precisado que los derechos fundamentales
que componen el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva son exigibles a todo
órgano que tenga naturaleza jurisdiccional (jurisdicción ordinaria, constitucional,
electoral y militar) y que pueden ser extendidos, en lo que fuere aplicable, a todo acto
de otros órganos estatales o de particulares (procedimiento administrativo,
procedimiento legislativo, arbitraje y relaciones entre particulares, entre otros). STC
0023-2005-PI/TC, F.J. 43.

Documentos Internacionales que lo incluyen:  Declaración Universal de los Derechos


Humanos (Artículo 10).  Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre (Artículo XVIII).  Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Artículo
14°) y  Convención Americana sobre Derechos Humanos (Artículo 8°).
EL DERECHO AL DEBIDO PROCESO ESTA NETAMENTE VINCULADO A LOS
SIGUIENTES DERECHOS:
Derecho a la notificación

 Derecho de acceso al expediente

 Derecho a la defensa 

Derecho a ofrecer y producir pruebas 

Derecho a una decisión motivada y fundada en derecho 

Derecho a la presunción de licitud  Derecho al plazo razonable 

Derecho a ser investigado por una autoridad competente 

Derecho a ser investigado por una autoridad imparcial 

Derecho a impugnar las decisiones administrativas  Ne bis in ídem  Principio de


publicidad de normas procedimentales

El Debido proceso penal es el conjunto de etapas formales secuenciadas e


imprescindibles realizadas dentro un proceso penal por los sujetos procesales
cumpliendo los requisitos prescritos en la Constitución con el objetivo de que: los
derechos subjetivos de la parte denunciada, acusada, imputada, procesada y,
eventualmente, sentenciada no corran el riesgo de ser desconocidos; y también obtener
de los órganos judiciales un proceso justo, pronto y transparente3
Este principio procura tanto el bien de las personas, como de la sociedad en su conjunto:

 Las personas tienen interés en defender adecuadamente sus pretensiones dentro


del proceso.
 La sociedad tiene interés en que el proceso sea realizado de la manera más
adecuada posible, para satisfacer las pretensiones de justicia que permitan
mantener el orden social.
No existe un catálogo estricto o limitativo de garantías que se consideren como
pertenecientes al debido proceso. Sin embargo, en general, pueden considerarse las
siguientes como las más importantes:
Derecho al juez natural
Derecho a un juez imparcial[editar]
No puede haber debido proceso si el juez es tendencioso. El juez debe ser equidistante
respecto de las partes, lo que se concreta en la llamada "bilateralidad de la audiencia".
Para evitar estas situaciones hay varios mecanismos jurídicos:

 La mayor parte de las legislaciones contemplan la posibilidad de recusar al juez que


no aparezca dotado de la suficiente imparcialidad, por estar relacionado de alguna
manera (vínculo de parentesco, afinidad, amistad, negocios, etc.) con la parte
contraria en juicio.

 Una de las garantías básicas en el estado de derecho, es que el tribunal se


encuentre establecido con anterioridad a los hechos que motivan el juicio y, además,
atienda genéricamente una clase particular de casos y no sea, por tanto, un
tribunal ad hoc creado especialmente para resolver una situación jurídica puntual.
Legalidad de la sentencia judicial
En el área penal, la sentencia judicial sólo puede establecer penas establecidas por la
ley, por delitos también contemplados por la misma.
Derecho a asistencia letrada
Toda persona tiene derecho a ser asesorado por un especialista que entienda de
cuestiones jurídicas (generalmente un abogado). En el caso de que la persona no pueda
procurarse defensa jurídica por sí misma, se contempla la institución del defensor
o abogado de oficio, designado por el Estado, que le procura ayuda jurídica gratuita.
Con la finalidad de garantizar que cualquier particular inmerso en un proceso judicial
pueda contar con las mejoras formas de defender su derecho (y de estar realmente
informado del verdadero alcance del mismo) es que se consolida dentro del derecho al
debido proceso el derecho de toda persona a contar con el asesoramiento de
un letrado (abogado), una persona versada en Derecho. De esa forma se busca
garantizar el cumplimiento del principio de igualdad y el uso efectivo del derecho de
contradicción.
Existen algunos sistemas jurídicos donde esta garantía es irrenunciable, debiendo los
particulares contar siempre con la asesoría de un abogado. Sin embargo existen
también sistemas jurídicos que liberalizaron el principio estableciendo la obligación sólo
en determinadas materias (Derecho penal). El derecho se consideraría vulnerado si a
algún particular no se le permitiera asesorarse mediante un abogado aunque también
se señala que se causaría una vulneración al mismo cuando la asesoría brindada
(principalmente en el caso de abogados de oficio brindados por el estado) no ha sido la
idónea.
Dentro de este derecho, se podría identificar dos caracteres:

 El derecho a la defensa de carácter privado, concretado en el derecho de los


particulares a ser representados por profesionales libremente designados por ellos.
 El derecho a la defensa de carácter público, o derecho del justiciable a que le sea
proporcionado letrado de oficio cuando fuera necesario y se encontrase en uno de
los supuestos que señala la ley respectiva.
Derecho a usar la propia lengua y a ser auxiliado por un intérprete
Garantías de doble instancia y doble conforme[editar]
En la América, el debido proceso exige cumplir las garantías de doble instancia y doble
conforme. El principio de doble instancia exige que al menos dos jueces o dos tribunales
en instancias sucesivas examinen y se pronuncien en un caso judicial, a fin de reducir
las posibilidades de error o arbitrariedad judicial. Con el mismo fin, el doble conforme ha
sido adoptado para los casos penales, exigiendo que para que exista una condena
válida, no basta que un juez o un tribunal considere culpable a la persona acusada, sino
que es necesario que un segundo juez o tribunal llegue a la misma conclusión.4
Las garantías han sido formuladas en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José) en su artículo 8.2, inciso h), que dice que "Toda persona
inculpada de delito tiene... h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior".
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) confirmó y dio formulación
precisa a estas garantías en el caso “Mohamed vs. Argentina”, del 23 de noviembre de
2012.5

Conclusiones
No todo proceso penal es un sistema de garantías, sino que solamente lo es aquel que
cumple con el catálogo de principios y reglas reconocidas en la Constitución y en los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos ratificados por nuestro país. Se
debe buscar un sistema procesal respetuoso de las garantías del debido proceso y al
mismo tiempo que obtenga la eficacia de dicho proceso, materializando la tutela
jurisdiccional efectiva. La garantía de un proceso sin dilaciones indebidas, si bien ha de
regir orientar en todos los casos el desarrollo del proceso en todas sus fases, encuentra
ciertos límites, en una variedad de presupuestos que legitiman un retraso justificado de
la investigación o del proceso en general. Por lo que no toda dilación constituye una
infracción a esta garantía, de ahí que debe determinarse en cada caso concreto si se
verifican los criterios objetivos y subjetivos de determinación de un plazo razonable,
asimismo en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se señala en su
artículo 14°. 3 que “durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: c) A ser juzgado sin
dilaciones indebidas”. En el NCPP se reconoce esta garantía, en el título preliminar, en
su artículo I.1 al señalar que: “la justicia penal es gratuita, salvo el pago de las costas
procesales establecidas conforme a este Código. Se imparte con imparcialidad por los
órganos jurisdiccionales competentes y en un plazo razonable”. No obstante ello, la
garantía en comentario encontrará ciertas dificultades en cuanto se refiere a determinar
“qué es un plazo razonable”, qué criterios debe considerarse en cuanto al derecho del
acusado a ser juzgado “sin dilaciones indebidas” y cuál es exactamente el período a
tomarse en cuenta para apreciar la duración de proceso.

CELERIDAD PROCESAL
Como es sabido, uno de los principios más importantes del nuevo sistema procesal
penal peruano es el de celeridad procesal, el cual forma parte del derecho a un debido
proceso sin dilaciones injustificadas, que implica un equilibrio razonable entre celeridad,
rapidez, velocidad, prontitud, del proceso y el derecho de defensa. Así, la ley debe
armonizar el principio de celeridad, que tiende a que el proceso se adelante en el menor
lapso posible, y el derecho de defensa, que implica que la ley debe prever un tiempo
mínimo para que el imputado pueda comparecer al juicio y pueda preparar
adecuadamente su defensa1 .
La celeridad procesal se observa en el nuevo modelo procesal penal desde la estructura
del proceso común que establece plazos cortos2 e institutos procesales, que se
caracterizan por su celeridad, como la acusación directa3 y los procesos especiales: el
proceso inmediato4 y el de terminación anticipada5 . En el primer caso, el de la
acusación directa, se produce un salto de la subetapa de la investigación preparatoria a
la etapa intermedia; en el segundo caso, el del proceso inmediato, de esa subetapa se
pasa directamente a la etapa de juzgamiento, salvo que se formalice el proceso con una
duración máxima de treinta días; finalmente, en el caso del proceso de terminación
anticipada, se obvian las etapas intermedia y de juzgamiento. Asimismo, se establece
como nueve meses el plazo máximo de duración de un proceso simple, en el que debe
concluir el proceso con una sentencia que le ponga fin a la primera instancia
El motor para la celeridad procesal en el Nuevo Código Procesal Penal (en adelante
NCPP) es el Ministerio Público, porque en su sede se inicia el proceso y es quien define
la estrategia que se seguirá en cada caso, según las alternativas que hemos reseñado
en el anterior párrafo. Y esto es indefectible, porque en el nuevo sistema procesal penal
el fiscal es el principal órgano requirente de los servicios de justicia del Poder Judicial a
través de los requerimientos que le formula solicitando la realización de un acto
procesal7 . De esta forma, al Poder Judicial le queda, en términos generales, la función
de dirigir el procedimiento escrito que establece la norma para que se realice el acto
procesal requerido, el que por regla general se dicta en una audiencia pública8 donde
se desarrolla un procedimiento oral que dirige el juez.
Desde esta perspectiva, hemos investigado la forma como se materializa la celeridad
procesal en el nuevo sistema procesal penal en treinta procesos penales y presentamos
los resultados, a modo de apuntes, en este ensayo. La muestra escogida se refiere a
procesos simples, con un imputado por delitos graves, como violación sexual de menor
de edad y robo agravado, que constituyen la mayor cantidad de casos penales que se
presentan en Huaura.

ARTICULOS IMPLICADOS A LA CELERIDAD PROCESAL


El artículo 273 señala que, si vence ese plazo sin haberse dictado sentencia de primera
instancia, el juez de oficio o a solicitud de las partes decretará la inmediata libertad del
imputado. Por ello, interpretamos que ese es el plazo razonable máximo de duración de
un proceso en primera instancia.
Nuevo Código Procesal Penal, decreto legislativo 957: «Artículo 122 Actos del
Ministerio Público.- […] 4. Los Requerimientos [sic] se formulan para dirigirse a la
autoridad judicial solicitando la realización de un acto procesal […]». 8 El NCPP
establece un sistema oral de audiencias en las que el juez resuelve tras el contradictorio
que se produce entre las partes procesales. Estas se producen como consecuencia de
requerimientos fiscales o de solicitudes escritas de los demás sujetos procesales, entre
las que distinguimos a la audiencia para la convalidación del mandato de detención
preliminar del imputado, las audiencias para la confirmación y reexamen de medidas
restrictivas de derechos, la audiencia de control de plazo, la audiencia de tutela de
derechos, la audiencia para determinar la procedencia del mandato de prisión
preventiva, las audiencias de prolongación y cese del mandato de prisión preventiva, la
audiencia de control de los requerimientos de acusación, de sobreseimiento y mixto, y
la audiencia para la terminación anticipada del proceso, entre otras.

El Factor Tiempo: sus problemas y la relación con el Debido Proceso


Esta crisis mencionada líneas arriba se encuentra configurada esencialmente por el
llamado “doble discurso” que existe en nuestra legislación: Mientras que por un lado, los
plazos procesales que se establecen en la legislación adjetiva puede que resulten
razonables y definidas para predecir en que momento se puede obtener una respuesta
de los órganos jurisdiccionales – caso del artículo 153º de la ley Orgánica del Poder
Judicial, referente el plazo de cuarenta y ocho horas para el proveído de escritos-; pro
otro lado, éstos se ven desbordados por una serie de circunstancias, entre las cuales
se puede detectar la falta de una estrategia integral desde el Consejo Ejecutivo del
Poder Judicial para favorecer la agilidad de los procesos, la inmensa cantidad de
procesos que recaen en juzgados especializados, pero que al parecer resultan
insuficientes como consecuencia de dicho manejo, así como el manejo lento que se
tiene en los Juzgados y Salas Superiores: a) Demora en la calificación de demandas,
solicitudes cautelares y escritos (lo cual puede demorar hasta meses, lo que la propia
Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código Procesal Civil establecen que sea en
cuarenta y ocho horas.). b) Entre la emisión de la resolución y su notificación pasa a un
gran tiempo, incluso en los procesos constitucionales. Asimismo, cuando en el reporte
emitido por el sistema informático del Poder Judicial se desea saber los fundamentos
de una determinada resolución, esto no puede saberse hasta que sea notificado de
dicha resolución (pero aún, no puede leer el expediente, ya que lo más probable es que
se encuentre en Notificaciones). ∗ Profesor de Derecho Procesal de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Miembro de la Comisión Revisora del Código Procesal
Civil Peruano Vigente. Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Garantista 2006 2
c) El expediente puede quedarse días con el Especialista legal encargado del mismo,
sin que el justiciable pueda tener acceso al mismo. Con ello, ese retrasa la presentación
oportuna de los recursos del caso. d) Se defiere innecesariamente la realización de
audiencias, poniendo con razón (pretexto) la recargada agencia de diligencias existente.
Esta situación se encuentra más avanzada en las Salas Superiores. e) Cuando el
justiciable desea conocer el retraso de los actos procesales, los encargados de Mesa
de Partes le señalan que en todo caso debe hablar con el Juez de la Causa de ocho a
nueve de la mañana (horario establecido en el Perú mediante Resolución Administrativa
del Poder Judicial) para agilizar el trámite. Sin embargo, esta labor de entrevista judicial
constituye una pérdida de tiempo tanto para el Juez (por sus recargadas actividades)
como para el justiciable (tiempo que puede invertirse en otras labores). f) La remisión
de los expedientes de una instancia a otra, o entre el Poder Judicial y el Ministerio
Público se retrasa por errores de los notificadotes o en el llenado de los cargos de
remisión. g) La Central de Notificaciones suele retrasarse con la emisión de informes,
cada vez que los juzgados solicitan los cargos respectivos para agregarlos a los autos.
Como se podrá observar hay una falta de atención en puntos neurálgicos de la
administración de justicia, como el proveimiento de escritos y la programación de
audiencias, lo cual se ve entorpecido por la abundancia de procesos y las formalidades
que se encorsetan las intenciones de acelerar los procesos.
Celeridad Procesal y Debido Proceso
La celeridad procesal no es un principio abstracto: muy por el contrario, es el alma del
servicio de justicia. Está claro que la existencia del debido proceso se debe
necesariamente a la existencia de una justicia que no puede y no debe prolongar
innecesariamente el litigio; ya que la sociedad debe recomponer su paz a través del
proceso en el más breve plazo; y es de su interés que el conflicto de intereses o la
incertidumbre jurídica se dilucide prontamente. Esta situación De hecho, esta situación
ya se encuentra reconocida constitucionalmente en el derecho comparado y en nuestro
proyecto constitucional2 y resulta también una garantía protegida a nivel supranacional.
De hecho, sin celeridad procesal, o mejor dicho, con las indebidas dilaciones que se
producen a lo largo del proceso, resulta imposible lograr paz social. En tal sentido, la
búsqueda de la paz social en justicia parte desde el hecho de apaciguar el litigio antes
que profundizarlo. Al respecto, hay que tomar en cuenta que la celeridad procesal, como
un ideal que la administración de justicia; tiene manifestaciones concretas en el proceso,
tanto por parte del Poder Judicial, como por parte del ciudadano, quien muchas veces
es quien contribuye a la lentitud procesal con la interposición dilatoria de Escritos y
demandas que comúnmente se hacen “para ganar tiempo” ante una determinada
situación jurídica. Al respecto, debemos mencionar al doctor Pablo Sánchez Velarde: “la
celeridad procesal aparece como un principio dirigido a la actividad procesal, sea del
órgano jurisdiccional como del órgano fiscal, a fin de que las diligencias judiciales se
realicen con la prontitud debida, dejando de lado cualquier posibilidad que implique
demora en el desarrollo y continuidad del procedimiento. Desde la perspectiva del
justiciable o de las partes en general, puede invocarse el mismo principio aún cuando
es posible su exigencia a título de derecho, del derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas”.
. L a c e l e r i da d p r o c e s a l y l a t u t e l a d e l d e r e c h o a l p l a z o r a z o
n a b l e e n l a e ta pa d e l a i n v e s t i g a c i ó n p r e pa r at o r i a
El derecho al plazo razonable guarda estrecha relación con el derecho de defensa y el
principio de celeridad procesal. En este caso, la norma procesal faculta a quien se
considere afectado por una excesiva duración de las diligencias preliminares a solicitarle
al fiscal que le dé término y dicte la disposición que corresponda, de archivo o de
formalización, y continuación de la investigación preparatoria22. Si el fiscal no acepta la
solicitud del afectado o fija un plazo irrazonable, el solicitante podrá acudir al juez de la
investigación preparatoria en el plazo de cinco días instando su pronunciamiento. El juez
resolverá, previa audiencia, con la participación del fiscal y del solicitante.
El artículo 334.2 establece que el plazo máximo de duración de la subetapa de las
diligencias preliminares es de veinte días. En la casación 002-2008-La Libertad emitida
por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema se establece que el plazo máximo
de duración de la subetapa de las diligencias preliminares, si la investigación es
declarada compleja, no puede superar el plazo de duración de la etapa de la
investigación preparatoria formalizada, que es de 120 días. Este plazo empieza a regir
a partir de la comunicación del fiscal al juez de la investigación preparatoria con la
disposición de formalización y continuación de la investigación preparatoria. La
jurisprudencia referida no se pronuncia sobre el momento en que empieza a regir el
plazo de duración de la subetapa de las diligencias preliminares, por lo que debemos
remitirnos al artículo 143, apartado 2, que establece que los plazos se computan cuando
son por días a partir del día siguiente hábil de conocido el mandato o de notificado con
este. En el caso del inicio de la subetapa de las diligencias preliminares, el artículo 122.
1 establece que el fiscal debe dictar la disposición de inicio, continuación y archivo de
las actuaciones, por lo que se entiende que es a partir del dictado de esa disposición y
de su notificación al imputado que corre el plazo de duración de esa subetapa. Por otro
lado, la norma es estricta cuando establece en el artículo 122.2 letra c) que el fiscal debe
dictar una disposición para decidir la intervención de la policía, a fin de que realice actos
de investigación.
En la práctica, los abogados defensores sustentan las solicitudes de control de plazo de
duración de la subetapa de las diligencias preliminares desde la fecha en que el
imputado rindió su declaración voluntaria, cuando deberían hacerlo desde la fecha de la
notificación del mandato para que se presente a declarar23. Por otro lado, los fiscales
tampoco dictan acto procesal alguno al dar cuenta de la solicitud de término del plazo
que presenta el afectado, sin aceptar la solicitud del afectado o al fijar un plazo
irrazonable, como lo establece el artículo 334.224. Simplemente, guardan silencio. Por
ello, el afectado le solicita al juez una audiencia para el control del plazo luego de esperar
un plazo prudencial que sobrepasa, normalmente, los cinco días.
III . L a c e l e r i da d p r o c e s a l e n e l p r o c e s o i n m e d i at o c o n p r e s o
preventivo
En el proceso inmediato, el control de la legalidad de la etapa de la investigación
preparatoria la realiza el juez de la investigación preparatoria con la revisión de los
actuados de la carpeta fiscal, y debe realizar un exhaustivo estudio de ellos a fin de
constatar que se presentan los supuestos jurídicos que el fiscal invoca31. En este
proceso especial es de suma importancia que el fiscal presente un requerimiento muy
detallado que se baste a sí mismo32; en este debe ofrecerse toda la información que
sustente su pedido. Lamentablemente, hemos conocido de requerimientos donde
simplemente se describen los presupuestos fácticos y la calificación jurídica, sin que se
realice el proceso de subsunción del hecho delictuoso a la conducta típica. Muchas
veces solamente se enumeran los elementos de convicción sin ofrecer el detalle, uno
por uno, de por qué el fiscal los considera «evidentes». Y este trabajo le corresponde al
fiscal, porque es su caso: el juez no puede subrogarlo ni adivinar o interpretar su
razonamiento sin una base.
En estos supuestos, el juez puede solicitarle al fiscal que subsane las omisiones al
otorgarle un plazo para luego pronunciarse sobre el fondo o, en su defecto, declarar la
improcedencia por falta de motivación, que también permite la presentación del mismo
requerimiento, aunque bien hecho. Sostenemos que el control que realiza el juez se
adecua al que desarrolla en la audiencia de control de la acusación, pero tomando en
cuenta las observaciones que realicen los demás sujetos procesales que tienen derecho
a opinar sobre su procedencia o no procedencia.
Caso 709-2009-25 Los hechos que se refieren al delito de robo agravado con un
imputado se produjeron el 30 de mayo de 2009 y el 5 de junio se presentó el
requerimiento de proceso inmediato. El día 6 de junio, el juez dicta el auto de traslado
del requerimiento por tres días a los sujetos procesales; estos no observan oposiciones
al proceso inmediato en ese plazo. El 19 de junio, el juez dicta el auto de incoación al
proceso inmediato y le otorga el plazo de ocho días al fiscal para que dicte su
requerimiento de acusación y le ordena la puesta en conocimiento de la acusación a las
partes procesales. El 9 de julio se presenta el requerimiento de acusación, que es
trasladado para su conocimiento a los sujetos procesales, al mismo tiempo que se
elevan los actuados al juzgado de juzgamiento. El 16 de julio 2009 los jueces de
juzgamiento dictan el auto de enjuiciamiento y de citación a juicio para el 2 de
septiembre, cuando se dicta sentencia contra el acusado.
Análisis
El tiempo transcurrido desde que se produjeron los hechos hasta que se dictó sentencia
es de tres meses y dos días. La mayor parte del tiempo transcurrió en la etapa de
juzgamiento, entre la fecha del auto de citación a juicio y la fecha del juicio oral, más de
un mes en total. Esto se produjo por razones atribuibles a la agenda de audiencias del
juzgado colegiado. Se trata de un proceso simple, por un delito y un imputado con reo
en cárcel; las notificaciones se realizan en el casco urbano de la ciudad. Se registró la
celeridad procesal en forma idónea.
Algunasconclusiones.
En el nuevo modelo procesal penal, existe una vinculación directa entre la tutela de los
derechos fundamentales —como el derecho de defensa y el derecho al plazo
razonable— y el principio de celeridad procesal. La responsabilidad del fiscal como
garante de esos derechos en la etapa de la investigación preparatoria es crucial para la
celeridad procesal. 2. El Ministerio Público debe establecer directrices para la prelación
en el uso de las alternativas del Código para el tratamiento de los casos. Debería
intentarse, en primer lugar, el uso de salidas alternativas o de procesos especiales, así
como de la acusación directa frente al proceso común. 3. El Ministerio Público debe
brindar directrices que establezcan la forma en que los fiscales deben garantizar el
derecho de defensa del imputado.

S-ar putea să vă placă și