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GOBIERNO RESTAURADORES

La guerra de la restauración

La Guerra de la Restauración es una de las gestas patrióticas dominicanas más


importantes. Los ideales de algunos pensadores de la Restauración y la biografía de estos
héroes, son parte de los contenidos que presentamos aquí.

En breves líneas exponemos ideales de algunos pensadores de la Restauración:

Los Conocimientos señaló -“hacen parte del capital de una nación, pueden establecerse
como axioma- si es ignorante no saldrá nunca de la miseria-“.

(Ulises Francisco Espaillat)

“La República Dominicana ha presentado el universo el poema más bello del patriotismo,
de heroísmo y de sacrificios durante la guerra de la restauración en contra de España,
demostrando cuanto puede la acción potente de un pueblo decidido, cuando se trata de
alcanzar tan grandiosos principios.”

(Gregorio Luperón)

“Una buena legislación es la base de la grandeza de la República”

(Pedro Francisco Bonó)

“Nuestra sociedad ha sido organizada sobre el despotismo”

(Pedro Francisco Bonó)

De manera breve queremos plasmar la historia de algunos de nuestros heróes


restauradores:
Pedro Antonio Pimentel

De nuevo el peso de la guerra entre anexionistas y restauradores exigió cambios


inmediatos y efectivos en la estructura política del gobierno que enfrentaba a la vez los
desafíos internos y las acciones bélicas. El general Pedro Antonio Pimentel apareció como
el hombre indicado aparentemente para acabar con una guerra que sólo buscaba por parte
de todos su inmediato fin. El 27 de febrero de 1865 asumió la presidencia.

Natural de Lozano (Montecristi), hijo de Jacinto Pimentel y Juana Chamorro, tuvo una
trayectoria militar desde un primer momento en las filas de la República. Ocupó diversos
cargos a lo largo de su carrera y afrontó numerosas responsabilidades en su carrera militar.

Su decisión resultó clave para derrocar al general Polanco en lo que calificó como la
necesidad de regenar la vida militar y salvar el honor del general Salcedo y Ramírez,
fusilado por una conjura que le acusó de estar pactando con los anexionistas.

Ocupó la presidencia tras su designación por la Convención Nacional reunida en


Santiago. Su primera acción fue designar a un consejo de guerra para que fuera juzgado
el ex presidente Polanco y su gabinete. En la historia dominicana le corresponde el honor
de haber concluido la guerra restauradora y lograda que las tropas españolas abandonaran
de nuevo, y esta vez definitivamente, el suelo dominicano el 12 de julio de 1865.

Tantos esfuerzos dedicados a la causa de la guerra, le alejaron de la administración del


día a día. Pimentel, experto en otras cuestiones, se encontró como muchos otros militares
incapaz de lograr un funcionamiento eficaz y racional de la incipiente Administración
que ya suponía una burocracia gubernamental de cierta entidad. Tampoco definió, por
desconocimiento, una política económica que alejara el fantasma de la quiebra total.
A sus debilidades se sumaron los rencores de todos aquellos que sufrieron su acoso y
persecución. Todos los partidarios de Báez y Santana buscaron apoyos para que, tras la
salida de los españoles, un golpe de estado quitara de la escena política al general
Pimentel. Después de una vida azarosa, retirado completamente, murió en 1874.

José Antonio Salcedo (Pepillo Salcedo)

(Madrid, 1816-Playa de Maimón, 1864)

Militar y político dominicano. Combatió contra el ejército haitiano de ocupación,


destacándose en la batalla de Sábana Larga (1856), en que alcanzó el generalato. Durante
la guerra de Restauración ocupó la presidencia de la República (1863).

Ramón Buenaventura Báez Méndez

Ramón Buenaventura Báez Méndez (Cabral, Capitanía General de Santo Domingo, 14 de


julio de 1812 – Hormigueros, Puerto Rico, 14 de marzo de 1884), conocido como “El
Huele Perico", fue un político y militar dominicano. Presidente de la República
Dominicana en cinco ocasiones de manera constitucional y en una ocasión más de manera
extraoficial.
A partir de su segundo período, sus gobiernos se caracterizaron por ser muy corruptos y
por gobernar en beneficio de su fortuna, siendo el acto más destacado el cometido en 1857
cuando compró con moneda inorgánica la cosecha récord de tabaco, que era el principal
producto de exportación del país, y que luego vendió quedándose con las divisas; la
moneda emitida por el gobierno se devaluó en 1000%, causando la ruina de los
productores tabacaleros.

Gaspar Polanco

Militar y político. Nació en 1816. Hijo de dos campesinos, Valentín Polanco y Martina
de Borbón. No asistió a las escuelas en su niñez. Jamás aprendió a leer y escribir.

En la guerra de la independencia, comandó, con el rango de coronel, tropas de zonas


rurales. Se destacó en las campañas militares de la Línea Noroeste. En 1858, ocupaba ya
la jefatura militar de la Sección de La Peñuela. Por la misma época fue ascendido a
general de brigada. Al ocurrir la anexión, pasó a formar parte de las Reservas Militares.

Con los primeros levantamientos revolucionarios en pro de la Restauración, en febrero de


1863, estuvo entre los jefes que se apersonaron al lugar de los acontecimientos a sofocar
los desórdenes. En agosto de 1863, al comenzar la revolución, fue el primer y más
importante jefe militar que pasó a las filas patriotas. Su adhesión a las filas revolucionarias
ocurrió en el momento en que Buceta era perseguido camino a Santiago.
El 31 de agosto de 1863, levantó el Cantón General de Quinigua y se dirigió a la toma de
Santiago. En Guarubito venció a Hungría, Alfau y Buceta. Libró otras batallas
importantes para la gesta restauradora.

Derrocó a Salcedo de la Presidencia, tomando posesión del cargo. Salcedo fue fusilado.
Luego Polanco tuvo que renunciar, y fue procesado por el fusilamiento de Salcedo. Logró
salvar su vida escapando de la cárcel. Un consejo de guerra tomó en consideración su
condición de analfabeto y lo descargó de esa acusación.

Pero Pimentel insistió en perseguirlo durante su gobierno, por lo que se alzó en las lomas.
Se ocultó esperando la caída del régimen de Pimentel.

Luego de restaurada la República, participó en varios movimientos revolucionarios, como


todos los de su época, para una simple sustitución de Gobierno. En una acción armada,
en defensa del gobierno del gral. Cabral fue herido en un pie. Trasladado a la ciudad de
La Vega, murió aquejado de tétanos, producto de la herida recibida.

Fernando Arturo de Meriño

Fernando Antonio Arturo de Meriño y Ramírez (9 de enero de 1833 – 20 de agosto de


1906) fue un eclesiástico y político dominicano. Presidente de la República Dominicana
en el periodo 1880-1882 y Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo de 1885 a 1906.

Monseñor Meriño fue el primer presidente constitucional de la República Dominicana en


completar un mandato presidencial, pues todos sus predecesores o renunciaron o fueron
derrocados.
Ulises Heureaux

Ulises Hilarión Heureaux Lebert, más conocido como Ulises Heureaux alias Lilis (San
Felipe de Puerto Plata, 21 de octubre de 1845-Moca, 26 de julio de 1899), fue un militar
y político dominicano.

Fue presidente de su país en tres ocasiones: del 1 de septiembre de 1882 al 1 de septiembre


de 1884, entre el 6 de enero y el 27 de febrero de 1887, y nuevamente desde el 30 de abril
de 1889 hasta su asesinato en 1899. Su forma de gobierno dictatorial condujo al país a la
bancarrota, situación que provocó una fuerte inestabilidad política y fue la causa principal
de la posterior intervención norteamericana de 1916.
Gregorio Luperón

Gregorio Luperón (San Felipe de Puerto Plata, 8 de septiembre de 1839 Ibídem, 20 de


mayo de 1897) fue un militar y político dominicano. Fue también presidente provisional
de la República Dominicana entre 1879 y 1880. Después del llamado Grito de Capotillo
en la provincia de Dajabón el 16 de agosto del 1863 encabezado por Santiago Rodríguez
y 14 hombres más, a Luperón le tocó tomar iniciativas en Moca y La Vega valiéndose de
su rango de general.

Tan pronto le fue posible, se incorporó a las operaciones de Santiago donde quedó al
mando del comandante en jefe de la guerra restauradora, el general Gaspar Polanco, quien
había sido designado como tal por el consejo formado por Pedro Antonio Pimentel,
Benito Monción y Jose Antonio Salcedo (Pepillo), por su antigüedad en el ejército de la
primera república. Desde su puesto, hostilizó a los españoles el 6 de septiembre en la
Batalla de Santiago.

Fue un hombre de un fuerte sentido patriótico y de gran valor en el uso de las armas y las
estrategias de guerra. Por estos méritos, cuando se supo que Pedro Santana pretendía
invadir el Cibao, se le designa Jefe Superior de Operaciones en las provincias del sur y
del este. En Santo Domingo, se bate de frente al ejército español, que era comandado por
Pedro Santana, por entonces Marqués de Las Carreras. Pese a ser poderoso y disciplinado,
el ejército español fue derrotado en una estrategia de guerra de guerrillas, debido esto a
la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes.

Luego reforzó las operaciones de Baní y San Cristóbal donde expulso a los anexionistas.
Retornó a Santiago, donde apoyó sin reservas el gobierno de Gaspar Polanco, a pesar de
haberse negado a participar en el movimiento que derrocó a Salcedo, ya que entendía que
bajo el gobierno de Polanco la guerra restauradora recuperaría el vigor que había perdido
durante el gobierno de Salcedo.
José María Imbert

El general José María Bartolomé Imbert Duplessis (nacido como Joseph Marie
Barthélemy Imbert, en Le Plessis-Grammoire, Países del Loira, Francia, 24 de agosto de
1798-Puerto Plata, Cibao, República Dominicana, 14 de mayo de 1847) era un militar
dominicano y alcalde de Moca, oriundo del noroeste de Francia.

José María Imbert nació en Foudon, en la comuna francesa de Le Plessis-Grammoire, en


el noroeste de Francia; era hijo de Simon Imbert y Marie Anne du Plessis (de la casa ducal
de Richelieu).1 Imbert emigró a Moca y casó con María Francisca del Monte Sánchez
(1807–1876), con la que tuvo 6 hijos, entre ellos Segundo Francisco Imbert.

A principios del mes de marzo de 1844, a días de haber sido declarada la independencia
dominicana respecto de Haití, Matías Ramón Mella se convierte en el gobernador del
distrito de Santiago y la máxima autoridad militar del Cibao, designando a José María
Imbert como su lugarteniente. El 29 de marzo de 1844 el ejército del general haitiano
Jean-Louis Pierrot se encontraba cerca de Santiago de los 30 Caballeros y Mella recluta
gente para un improvisado ejército dominicano para defender el país. José María Imbert
dirige la defensa de la ciudad con la ayuda de Fernando Valerio, Ángel Antonio Reyes y
José María López. El papel jugado por Imbert durante la Batalla de Santiago fue
fundamental para la victoria sobre el ejército haitiano.

En el año 1845 Imbert luchó nuevamente contra los haitianos en Beler, regresando a Moca
tras esta campaña como comandante del ejército. Posteriormente se trasladó a Puerto
Plata, donde fallecería en 1847. Se encuentra enterrado en la Catedral de Santiago, junto
con otros héroes de la Independencia y de la Restauración.
Convenciones 1903

El Tratado Hay-Bunau Varilla fue establecido entre Panamá y los Estados Unidos el 18
de noviembre de 1903, pocos días después de la Separación de Panamá de Colombia.
Dicho tratado ponía prácticamente la tutela estadounidense sobre Panamá, y permitió que
se tomara una franja de 10 millas de ancho sobre el cual pasaría el Canal de Panamá y
que fue llamado Zona del Canal de Panamá.

Convenciones 1905

Por cuanto el Gobierno Dominicano en atención a las deudas que agobian a la República
Dominicana, al peligro inminente y a la apremiante amenaza de intervención de parte de
naciones cuyos súbditos tienen reclamaciones ya establecidas o por establecer, hallándose
como se halla, imposibilitado de cumplir perentoriamente sus compromisos por el estado
a que han traído la Hacienda Pública los disturbios políticos y otras concausas, dando
lugar a que esos compromisos se venzan sin haberlos podido cubrir ni siquiera sus
intereses, desea llegar a un arreglo con todos sus acreedores y que el Gobierno consiga
asegurar la percepción regular de suficientes ingresos para el pago de su administración
interior y el mantenimiento de su autonomía administrativa sin ninguna interrupción por
las exigencias de acreedores extranjeros o por disturbios políticos interiores; y

Por cuanto el Gobierno de los Estados Unidos de América previendo una tentativa de
parte de gobiernos del otro hemisferio de opresión o control sobre los destinos de la
República Dominicana, como manifestación de enemistad hacia los Estados Unidos, está
dispuesto, según los deseos del Gobierno Dominicano, a prestarle su ayuda para efectuar
un arreglo satisfactorio con todos los acreedores de éste, obligándose a respetar la
completa integridad de la República Dominicana.

El Gobierno Dominicano representado por el Secretario de Estado de Relaciones


Exteriores, ciudadano Juan Francisco Sánchez, el Secretario de Estado de Hacienda y
Comercio, ciudadano Federico Velázquez H., y el Gobierno de los Estados Unidos
representado por su Ministro Residente señor Thomas C. Dawson, han convenido y
pactado lo siguiente:

Artículo 1º. El Gobierno de los Estados Unidos conviene en hacerse cargo de todas las
obligaciones que tiene el Gobierno Dominicano tanto extranjeras como interiores; del
arreglo de los pagos y las condiciones de amortización; de la consideración de las
reclamaciones conflictivas e irrazonables; y determinar la validez y el monto de todas las
reclamaciones pendientes de arreglo.

A) Si para llegar a estos arreglos es necesario el nombramiento de una o más comisiones,


el Gobierno Dominicano deberá hallarse representado en dichas comisiones.

Artículo 2º. Para poner en condiciones al Gobierno de los Estados Unidos para prestar la
ayuda arriba mencionada, se hará cargo de las aduanas existentes y de las que en adelante
pueden ser creadas; nombrará los empleados necesarios para su manejo, y recaudará y se
hará cargo de todas las entradas de aduana. Estos empleados estarán sujetos a la
jurisdicción civil y penal de la República Dominicana. El Gobierno Dominicano podrá
nombrar en cada una de las aduanas un empleado, con el objeto de hacer la inspección
necesaria en beneficio de los intereses de los dominicanos.

Artículo 3º. De las entradas que se recauden en todas las aduanas de la República le
entregará el Gobierno de los Estados Unidos al Gobierno de la República Dominicana,
una suma que no podrá bajar del 45% del total bruto recaudado para atender a las
necesidades del Presupuesto Administrativo, los cuales recibirá el Gobierno Dominicano
en pagos mensuales desde el día en que tomen posesión las aduanas los empleados de los
Estados Unidos, divididos estos pagos en entregas de la manera siguiente: cuarenta y
cinco por ciento de la suma total cobrada mensualmente en plazos que terminarán los días
8, 15, 22 y último de cada mes.

Artículo 4º. El Gobierno de los Estados Unidos aplicará el 55% que él retiene a los pagos
siguientes: a) Los empleados de todas las aduanas.

b) Los intereses, amortización y vencimientos de la deuda dominicana interior y exterior


de acuerdo a lo previsto anteriormente según como se fije y liquide. c) Todo remanente
que resulte a final de cada año fiscal, se entregará al Gobierno de la República
Dominicana, o se destinará al pago de su deuda si este así lo determinare.

Artículo 5º. Los Interventores de las Aduanas deberán remitir mensualmente a la


Contaduría General del Ministerio de Hacienda, los estados de ingresos y egresos
correspondientes; y anualmente el estado general que abarque el total de lo recaudado y
pagado.

Artículo 6º. Mientras no esté del todo pagado el monto de la deuda que los Estados Unidos
toma a su cargo, no podrá hacerse ninguna reforma arancelaria sino de acuerdo con el
Presidente de los Estados Unidos, no pudiendo por tanto reducirse los actuales derechos
de aduana y puertos, sin su consentimiento. En cuanto a los derechos de exportación de
los productos nacionales, el Gobierno Dominicano podrá abolirlos o reducirlos
inmediatamente; pero no podrá aumentarlos ni aumentar tampoco su deuda pública sin el
consentimiento del Presidente de los Estados Unidos.

Artículo 7º. El Gobierno de los Estados Unidos a solicitud del Gobierno de la República
Dominicana, auxiliará a éste, en la forma que estime conveniente para restablecer el
crédito, conservar el orden, aumentar la eficacia de la administración civil y promover el
adelanto material y el bienestar de la República.

Artículo 8º. Este convenio durará todo el tiempo que sea necesario para la amortización
de la deuda que el Gobierno de los Estados Unidos ha tomado a su cargo.

Artículo 9º. Este Convenio empezará a surtir sus efectos después de su aprobación por el
Senado de los Estados Unidos y el Congreso de la República Dominicana.

Hecho en cuatro originales, dos en idioma castellano y dos en inglés, firmándolos los
representantes de la Altas Partes contratantes en la ciudad de Santo Domingo a los siete
días del mes de febrero de 1905.

Convenciones 1907

La convención dominico americana de 1907, que se adueñó del país y sus aduanas.

El 8 de febrero de 1907, fue firmada en la ciudad de Santo Domingo, la Convención


Domínico-Americana, en virtud de la cual Estados Unidos pasaría a administrar las
aduanas de la República Dominicana.

El convenio desató un movimiento de protesta porque se consideraba antipatriótico, pero


los negociadores dominicanos Emiliano Tejera y Federico Velásquez, sostuvieron que
era la única solución posible ante las continuas demandas de los acreedores europeos y
frente a la insistencia de Estados Unidos para que el Gobierno dominicano pusiera en
orden sus finanzas.

Al asumir el control de las aduanas, Estados Unidos se comprometió a pagar con los
ingresos a los acreedores externos e internos. La Convención Dominico-Americana fue
ratificada por el Congreso dominicano el 3 de mayo de 1907.
En virtud de ese convenio, la República Dominicana se comprometió a entregar el control
y administración de las aduanas al Gobierno de los Estados Unidos hasta tanto el país
pagara la deuda a los acreedores estadounidenses.

La Convención Dominico-Americana también obligaba al Gobierno dominicano a no


modificar su tarifa aduanera ni aumentar su deuda pública sin el consentimiento previo
del Presidente de los Estados Unidos.

El acuerdo que ratificó el Congreso dominicano el día 3 de Mayo de 1907, también


dispuso que para el pago de la deuda, el 50 por ciento de los ingresos aduanales se
depositarían en un banco de Nueva York, y un 5 por ciento se destinaría para el pago de
los empleados de la Receptoría, y el restante 45 por ciento se entregaría al Gobierno
dominicano para los gastos administrativos.

En el artículo 2 de la Convención Domínico-Americana, se estableció que para el


cumplimiento de los deberes del Receptor General de Aduanas, que nombraría el
Presidente de los Estados Unidos, su Gobierno le daría al funcionario y a sus auxiliares
toda la protección que considerara necesaria cuando el Gobierno dominicano se
encontrare imposibilitado para prestarla.

La Convención Dominico-Americana, que ratificó el Congreso dominicano, en un día


como hoy, el 3 de Mayo de 1907, le permitió al Gobierno de Estados Unidos tener un
control de la vida financiera de la República Dominicana y el derecho a intervenir en los
asuntos políticos dominicanos cuando entendiera que el funcionamiento de la Receptoría
General de Aduanas y el cobro de sus intereses estuvieran en peligro.

Modus Vivendi
Modus vivendi es una locución latina que significa "modo de vida" o "forma de vida". A
menudo se usa para referirse a un arreglo o acuerdo que permite que las partes en un
conflicto coexistan en paz. En la ciencia, se usa para describir los estilos de vida.

Modus significa modo, método o manera; Vivendi significa vivir o medio de vida. Juntos
manera de vivir. La frase se usa a menudo para describir arreglos informales y temporales
en asuntos políticos. Por ejemplo, si dos partes llegan a un modus vivendi con respecto a
los territorios en disputa, a pesar de las incompatibilidades políticas, históricas o
culturales, se establece una acomodación de sus respectivas diferencias en aras de la
contingencia.

En el ámbito diplomático, un modus vivendi es un instrumento para establecer un acuerdo


internacional de naturaleza temporal o provisoria, destinado a ser reemplazado por un
acuerdo más sustancial y completo, como un tratado. Los armisticios y los instrumentos
de rendición están destinados a lograr un modus vivendi.

En el ámbito del idioma castellano suele designarse a la actividad mediante la cual una
persona se gana la vida: «Su modus vivendi es la pesca».

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