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Borges había conocido a una mujer de veintiocho años, Estela Canto, quien
pertenecía a una antigua familia uruguaya de terratenientes cuya fortuna se había venido
a menos. Estela era una mujer independiente por sus medios de vida, lo cual la
diferenciaba mucho de aquellas señoras de la alta sociedad con las que solía tratar
Borges. Se habían conocido en la casa de los Bioy. El hermano de Estela, Patricio, era
un escritor que formaba parte del círculo literario de los Bioy. Luego se marchó a
peronismo era una pesadilla de la que estaba a punto de despertar. Para Estela, el
peronismo era un fenómeno demasiado real que estaba justo “a la vuelta de la esquina”.
Borges no estaba acostumbrado a las mujeres de espíritu literario. La rebelión era una
parte de ella misma y Borges no estaba acostumbrado a eso, por lo menos en las
mujeres. Pero la amistad que Borges esperaba mantener con Estela no era como la
amistad que tenía con Bioy, con Silvina o con aquellas otras damas respetables.
Muy pronto Borges se lanzaría a la composición de El Aleph que todavía no
había considerado como un nuevo volumen. Catorce cuentos en total iban a aparecer en
publicaciones de Buenos Aires antes de 1950, muchos escritos mientras Borges hacía la
corte a Estela Canto. Pero, a partir de la década de 1950 la vida le presentó un desafío
tras otro. Borges estaba asimismo temeroso de su propia sexualidad y del potencial
sexual. El macho era una figura emotiva y había sido, no lo olvidemos, un tema saliente
en la obra temprana de Borges, en la que abundan los gauchos, los compadritos, los
tangueros. Borges no era un prototipo del hombre argentino y sobre este particular se
mostró ambiguo. Por otro lado había expresado el desprecio que sentía por el porteño
típico en el artículo publicado en Sur en 1931. Borges había tocado un tema escabroso,
brillante uniforme militar de Perón. La elección de Perón como presidente debió tardar
todavía algo más de un año cuando Borges conoció a Estela. Durante todo el verano de
1944-1945 Borges la visitaba casi todos los días y le dejaba un libro. Borges le pidió
que se casara con él. Estela quedó sorprendida por la petición que parecía salida de una
novela victoriana. La presencia de Leonor en la vida de Borges provocó fricciones entre
éste y Estela, ciertamente por parte de ella, quien manifestó abiertamente un disgusto
por Leonor. Cualesquiera que hayan sido los problemas con la propia Leonor, lo cierto
Estela proyectaba salir de Buenos Aires. Borges estaba muy ocupado trabajando
caleidoscopio. Él lo llamó “un aleph”. El relato inspirado en él, es uno de los más
importantes y también más largos de Borges, llevaba un título que tenía connotaciones
Perón fue elegido presidente. En el mismo mes, Borges publicaba en Sur su tercera de
las narraciones que formaron parte de El Aleph, “Deutsches Requiem”. Un mes después
Borges aceptó un trabajo adicional como director de una publicación recién creada,
Anales de Buenos Aires. Al cabo de dos meses de haber iniciado Perón su presidencia
cuentos. El año 1946 fue crucial para Borges. Primero estaba enamorado de una mujer
que no deseaba casarse con él. Luego perdió su empleo. Necesitaba ayuda. Algún alivio
encontró en un cierto doctor Miguel Kohan Miller, un médico psiquiatra que practicaba
su profesión en los medios médicos de los tribunales. Kohan Miller tuvo alguna
influencia en los dos aspectos de la extraña crisis que afectaba a Borges en aquella
época.
En 1947 Borges publicó en Anales de Buenos Aires y Sur cinco de los grandes
abrazar múltiples identidades, este narrador también está negando “de manera fatigosa”
narraciones de 1947 son “Los teólogos”, “La casa de Asterión”, “La busca de Averroes”
y “El Zahir”. Esta copiosa producción narrativa, tan henchida de inventiva, era sin
situado en la calle Maipú, cerca de la alborada plaza San Martín. Madre e hijo vivirían
allí hasta sus días finales. Además, Borges se convirtió en profesor. A medida que se
acercaba la fecha de iniciación de las clases, se sentía cada vez más inquieto como lo
último relato de Borges publicado ahí fue “El zahir”, en julio de 1947. En aquel
momento Borges perdió interés en seguir trabajando en Anales. El año de 1948 fue más
tranquilo para los Borges. Ya se habían escrito casi todas las narraciones que luego
habrían de ser reunidas en El Aleph. Otras dos narraciones, “La escritura de Dios” e
“Historia del guerrero y de la cautiva” aparecieron en Sur antes de ser incluidas en El
Aleph, volumen publicado por Losada el 26 de junio de 1949. Era éste un asombroso
volumen con trece cuentos en los que Borges desplegaba sus destrezas de ingenio más
acabadas y exponía sus preocupaciones más amplias: la muerte, los gauchos y los
hombres de guerra.
“el autor de El Aleph”. Ahora que ya tenía cincuenta años, Borges era el rey no
coronado de las letras de Buenos Aires. En 1950 Borges fue elegido presidente de la
SADE y ésta era otra forma de reconocimiento público. Borges daba conferencias en la