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Sinopsis
Todo el mal comienza en algún lado, y Simon Lewis aprende como se
inició el Círculo -dirigido por Valentine Morgenstern. Una de las diez
aventuras en Tales from the Shadowhunter Academy.
H
abía, Simon Lewis pensó, muchas maneras de destruir una
carta. Podías hacerla confeti. Podías prenderle fuego. Podías
dársela de comer a un perro —o a un demonio Hydra. Podías,
con la ayuda de tu amistoso brujo del vecindario, Portarla a Hawaii y
arrojarla a la boca de un volcán. Y determinadas todas las opciones de
destrucción de cartas disponibles, Simon pensó, quizás el hecho de que
Isabelle Lightwood hubiera devuelto su carta intacta era de importancia.
Quizás era en realidad una buena señal.
Pero incluso él tenía que admitir que cuando la carta en cuestión era
un tipo de quizá carta de amor, una carta que incluía sinceras y
humillantes frases como “Eres increíble” y “Sé que soy el chico que
amabas” —y cuando dicha carta fue devuelta sin abrir, “DEVOLVER AL
REMITENTE” garabateado a través de ésta en pintalabios rojo— “no-
completamente-terrible” quizás sería excesivamente optimista.
Izzy —No sé por qué esperarías por mí, pero si lo haces, prometo
hacerme digno de esa espera, escribió. O lo intentaré. Puedo prometer que
voy a intentarlo.
***
Un mes para el día después de que la envió, la carta volvió sin leer.
—No tengo un seno, —dijo Simon con toda la dignidad que pudo
reunir—. Y estoy muy seguro que si lo tuviera, no sería lloroso.
que había caído en algún tipo de trampa—. Así que entonces vendrás al
campo de entrenamiento conmigo, a ayudar a domar las nuevas dagas.
Estamos peleando, mundanos contra elites; los perdedores tendrán que
comer raciones extras de sopa por una semana.
Simon suspiró.
—No lo entenderías.
—Solo para ser claro, —dijo George, en el rico acento irlandés que
incluso Simon no podía hacer más que encontrar encantador—. ¿No
recuerdas nada sobre salir con esta chica? No recuerdas estar enamorado
de ella, no recuerdas como era cuando los dos…
Él saltó por la puerta antes de que Simon pudiera aclarar que no era
sobre como lucía Isabelle —también era cierto que ella lucía, para Simon,
como la chica más hermosa del mundo. Pero no era sobre su cortina de
sedoso cabello negro o el oscuro marrón sin fin de sus ojos o la mortal
gracia liquida con la que ella balanceaba su látigo electro. No podría haber
explicado que era de lo que se trataba, ya que George estaba en lo cierto, él
no recordaba nada sobre ella o como fueron ambos como una pareja. Él
aún tenía algunos problemas creyendo que ellos alguna vez fueron una
pareja.
***
—¿Qué creéis que sea esta vez? —preguntó Julie Beauvale mientras
se instalaban en las incómodas bancas de madera en el corredor principal.
El cuerpo estudiantil completo, Cazadores de Sombras y mundanos por
igual, habían sido convocados a primera hora de la mañana del lunes para
una reunión de toda la escuela.
—Jodete, Cartwright.
George resopló.
—Yo voy a desear que seas comido por un demonio araña este verano,
Cartwright.
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N del T: En inglés “Can You Feel the Love Tonight?” significaría “¿Puedes sentir el amor
Página
esta noche? Pero siendo la canción del Rey León a la que se refiere su traducción oficial al
español es “Esta noche es para amar”
Un intimidante hombre, de pecho fuerte y grueso en túnica gris,
caminó con pasos largos al improvisado escenario.
La habitación jadeó.
George lo codeó.
Simon jadeó.
Había solo una manera de que Isabelle Lightwood, tan lejos de una
nerd de comics como una persona podía estar, supiera una línea —incluso
una retorcida— del hombre araña. Ella estaba citando a Simon.
—Mi padre siempre dijo que había algo malo en él, —murmuró Jon.
—Esta semana, voy a enseñaros sobre los abusos del poder, sobre
gran maldad y como ésta puede tomar muchas formas. Mi talentosa hija,
Isabelle Lightwood, estará asistiéndome con algo del trabajo de clase. —
Aquí gesticulo hacia Isabelle, quién echó un vistazo breve a la multitud, su
imposible mirada feroz de alguna manera volviéndose incluso más
violenta—. Más que nada, voy a enseñaros sobre el Círculo, como comenzó
y por qué. Si escucháis bien, algunos de vosotros quizá incluso aprendáis
algo.
***
1984
Robert Lightwood se estiró en el patio interior, tratando de no pensar
en cómo había pasado esta semana el año pasado. Los días después de los
exámenes y antes del descanso de verano eran, tradicionalmente, una
descarga báquica de energía acumulada, la facultad haciendo la vista
gorda mientras los estudiantes empujaban las reglas de la Academia a sus
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Valentine decía que los Acuerdos eran inútiles, que la Copa Mortal fue
creada para ser usada, que la nueva generación era la esperanza del
futuro y que las clases de la Academia eran una pérdida de tiempo.
Había ocho de ellos hoy, el círculo más íntimo del Círculo, todos
sentados en profundo silencio mientras Valentine despotricaba acerca de
la amabilidad de la Clave con los Subterráneos: Jocelyn Fairchild, Maryse
Trueblood, Lucian y Amatis Graymark, Hodge Starkweather, y, por
supuesto, Michael, Robert y Stephen. Aunque Stephen Herondale era la
más reciente adición a la multitud —y la más reciente adición a la
Academia, llegando desde el Instituto de Londres al comienzo del año—
también era el más devoto a la causa, y a Valentine. Él había llegado a la
Academia vestido como un mundano: Chaqueta de cuero tachonado,
vaqueros apretados lavados con ácido, cabello rubio en ridículos pinchos
como las estrellas de Rock mundanas quienes cubrían las paredes de su
habitación en el dormitorio. Solo un mes después, Stephen había adoptado
no solo la simpleza de Valentine, su estético todo-de-negro sino también
sus maneras, así que la mayor diferencia entre ellos era la conmoción del
cabello rubio blanquecino de Valentine y los ojos azules de Stephen. Para
la primera helada, él había pasado totalmente de todas las cosas
mundanas y destruyó su amado poster de los Sex Pistols en una hoguera
expiatoria.
Valentine resopló.
un infierno.
Página
—Así que no nos dirás de dónde conseguiste la inteligencia2 —dijo
Lucian, el único además de Jocelyn quien podía cuestionar a Valentine
con impunidad—, pero, ¿quieres que nos escabullamos del campus y
cacemos a estos hombres lobos por nuestra cuenta? Si estás tan seguro de
que la Clave querría que se ocupen de ellos, ¿por qué no se lo dejamos a
ellos?
—La Clave es inútil —siseó Valentine—, tú sabes eso mejor que nadie,
Lucian. Pero si ninguno de vosotros está dispuesto a arriesgarse por esto,
si preferís quedaros aquí e ir de fiesta… —su boca se curvó como si
incluso hablar de la palabra le repeliera—, iré por mi cuenta.
—Pero…
Valentine asintió.
—¿Stephen? ¿Lucian?
Lucian se sonrojó.
3El Nivel O (nivel ordinario) es una calificación basada en la materia, conferida como
parte del Certificado General de Educación.
—Debería estar contigo, —dijo Lucian, la alegría desapareció de su
voz. Él sonaba herido ante la idea de Valentine aventurándose en territorio
peligroso sin él, y Robert lo entendía. Los parabatai no siempre peleaban
lado a lado, ¿pero saber que tu parabatai estaba en peligro, sin ti allí para
apoyarlo y protegerlo? Causaba casi un dolor físico. Y el lazo parabatai de
Lucian y Valentine era incluso más intenso que la mayoría. Robert casi
podía sentir la corriente de poder fluyendo entre ellos, la fuerza y el amor
que se pasaban de acá para allá con cada mirada—, dónde vayas, yo voy.
—Serás cuidadoso ahí fuera, ¿no? —dijo con severidad. Maryse decía
todo con severidad, era una de las cosas que le gustaba de ella.
***
—Todo eso va a cambiar esta noche, —dijo Isabelle, luego giró sobre
sus talones y se alejó.
—Simon, tu novia…
Nada.
—Mayormente por la babosa del tamaño de un elefante que vive al
final de este. —No era una exageración. Se rumoreaba que un descontento
miembro de la facultad, un brujo que había sido despedido cuando el
curso cambió contra los Subterráneos, la había dejado como regalo de
despedida.
—¿Qué?
—Está bien, entonces, ¿por qué estás aquí? Y ¿por qué estás siendo
tan amable con todos mis, eh, amigos?
—Vale. —Fue la única palabra que pudo forzar a salir, pero ella ya
estaba caminando por el pasillo. Ella no necesitaba su permiso para ser
una extraña, no necesitaba nada de él—. ¡Vas por el camino equivocado! —
la llamó. No sabía a dónde quería ir, pero parecía poco probable que fuese
a la guarida de la babosa.
22
***
—Sólo di la palabra.
una razón.
Isabelle rodó los ojos.
Pero todavía quería aferrarla con sus brazos y abrazarla hasta que
pasara la tormenta.
Entonces se fueron.
Juntos.
***
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Algo había pasado con ella, Simon estaba seguro de ello. Tal vez no
era sobre él, quizás era sobre su padre, o alguna cuestión residual de
educarse en el hogar, o alguna cosa femenina que no podía comprender,
pero no estaba actuando como ella misma.
Al amanecer casi estaba convencido de esto. Pero allí estaba ella otra
vez, parada en el escenario al lado de su padre, su intensa y feroz miraba
provocaba todos esos sentimientos de nuevo.
Sintió algo que nunca antes había sentido, pero supo con desazón
que lo reconocería de todos modos.
***
1984
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Tal vez sólo querían pasar unas cuantas horas más como
adolescentes normales, antes de que se fueron tan lejos que no pudiesen
dar marcha atrás.
Por alguna razón, los cuatro se dirigieron por el bosque con una falta
deliberada de velocidad, estableciendo un campamento para pasar la
noche a media milla de la finca Silverhood. Ellos, Valentine decidió,
pasarían el día manteniendo vigilado el campamento de hombres lobo,
midiendo sus fortalezas y debilidades, trazando los ritmos de la manada, y
atacarían al caer la noche, una vez que la manada se hubiese dispersado
para cazar. Pero ese era problema de mañana. Esa noche, se sentaron
alrededor de una fogata, salchichas asadas sobre las llamas, recordaron
su pasado, y se entusiasmaron sobre su futuro, el cual aún parecía
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imposiblemente lejos.
Página
—Me casaré con Jocelyn, por supuesto, —dijo Valentine—, y
criaremos a nuestros hijos en la nueva era. Ellos nunca serán deformados
por las leyes corruptas de una débil y llorona Clave.
Valentine sonrió.
—Me han dicho que la falsa modestia no me queda, así que… sin
comentarios.
En ese momento, Robert casi pensó que era posible que Valentine lo
ordenara, solo para ver que sucedía.
Estos eran sus amigos, los mejores que tendría jamás, o que nadie
podría tener jamás. Estos eran sus camaradas en armas, y noches como
estas, estallidos de felicidad debajo de cielos estrellados, eran su
recompensa por la especial obligación que habían tomado sobre sí mismos.
pasado cuando era niño, él era un par de años mayor que sus amigos —
debería haber raspado las restricciones de juventud. Pero tal vez, por lo
Página
No pudo dormir.
Robert asintió.
Pasearon sin hablar por el bosque, dejando los sonidos del bosque
durmiente murmurar sobre ellos. Chillidos de aves nocturnas, vuelos de
insectos, el silencio del viento por las hojas ondeando, el suave crujido del
césped y ramitas debajo de sus pies.
A los doce Robert había sido flaco pero de pie firme, rápido para su
edad, fuerte para su tamaño, seguro de la gloría de Cacería de Sombras
que lo esperaba. Como su amplia familia consideraba, su padre
cuidadosamente trazó la runa Clarividente por la mano de Robert. La
punta de la estela grabó sus elegantes líneas por su pálida piel. La Marca
completa ardió brillante, tan brillante que Robert cerró los ojos por el
resplandor de esta.
Después de eso estaba todo lo que había intentado con tanta fuerza
olvidar.
Había dolor.
Había dolor que lo quemó como un golpe de rayo y el dolor que decaía
y fluía como una marea. Había dolor en su cuerpo, líneas de agonía
radiando de la Marca, cavando desde su piel a sus órganos y a sus huesos
—y luego, mucho peor, estaba el dolor en su mente, o quizás era su alma,
una indescriptible sensación de daño, como si alguna criatura hubiera
cavado en las profundidades de su cerebro y se pusiera hambriento con el
disparo de cada neurona y sinapsis. Dolía pensar, dolía sentir, dolía
recordar —pero se sentía necesario hacer esas cosas, por qué, incluso en
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Robert despertó.
Las cosas fueron diferentes entre ellos, después de eso. Robert estaba
agradecido con sus padres por creer en él —él también preferiría estar
muerto. Pero eso cambió algo, saber que el amor de sus padres hacia él no
tenía limite. Y algo debería haber cambiado para ellos, también, sabiendo
que parte de su hijo no podía soportar la vida de Cazador de Sombras,
siendo forzados a soportar esa vergüenza.
Serás tentado a pensar que esta dura experiencia te marca como débil.
En su lugar, recuerda que es una prueba de tu fortaleza.
—¿Por qué?
—No pretendo ser grosero, —dijo Michael—. ¿Me lo dirás? ¿Cómo fue?
Extraño, eso podía ser así de simple. Extraño, que Robert pudiera
estar quemándose por contarle a alguien sin siquiera darse cuenta. Que
todo lo que él necesitaba era alguien que preguntara. Las compuertas se
abrieron. Robert habló y habló, y cuando él se desvaneció, temeroso de
que estuviese yendo demasiado lejos, Michael saltaría con otra pregunta.
—¿Por qué crees que te pasó a ti? —preguntó Michael—. ¿Crees que
era genético? ¿O, como si, alguna de parte de ti solo no estuviese hecha
para ser un Cazador de Sombras?
Él sonrió.
—No hay nada malo contigo, Robert. Ojala finalmente puedas ver eso.
—¿Qué hay de ti? —dijo con forzada alegría—. ¿Ya ha habido, qué,
tres citas con Eliza Rosewain?
—Cualquier cosa.
Había una parte de Robert que esperaba que ese fuera el caso, que lo
que sentía por Maryse fuera la clase de amor eterno y de almas gemelas
del que todos hablaban. Tal vez sus expectativas eran simplemente
demasiado altas.
sabía. ¿Era posible que después de cuatro citas con Eliza, en realidad se
hubiese enamorado? ¿Era posible que el mundo entero de su parabatai
hubiera cambiado, y Robert ni se había dado cuenta?—. Suena… genial.
—Robert, hay algo que he querido decirte… necesitado decirte, tal vez.
—Cualquier cosa.
—Yo…
***
Mayor.
Página
***
Simon abrió los ojos a retazos insidiosos de gris, luz de antes del
amanecer, un golpeteo rítmico en su puerta, y una chica gritando su
nombre.
Beatriz romper una regla como esa, entonces supuso que era algo
importante. (Si el golpeteo y los gritos ya no se lo hubieran dicho)
—¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? Lo que pasa es que son casi las cinco de la mañana y
Julie y los demás están todavía fuera en algún lado con tu estúpida novia
y ¿qué crees que va a pasar si no regresan antes de que la clase de la
mañana empiece y quién sabe lo que pudo haberles pasado ahí afuera?
—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —Ella casi vibraba de furia—.
Ella los convenció de escaparse, hasta donde sé, ellos bebieron todo su
peso en agua del Lago Lynn y todos se han vuelto locos. Podrían estar
muertos hasta donde sabemos. ¿Acaso no te importa?
—Por supuesto que me importa, —dijo Simon, no dijo que estaba solo
en su habitación. George tampoco había regresado. Su cerebro, nublado
por el sueño, estaba trabajando por debajo de la velocidad óptima—. El
próximo año traeré una cafetera, —murmuró.
—Una auto consagrada niña rica que no tiene que seguir las reglas y
que no tiene que preocuparse por las consecuencias. ¿A ella que le importa
si Julie y Jon son expulsados de aquí?
—Bien, haré algo, —dijo Simon—. Volveré a la cama. Voy a soñar con
café y una nueva y brillante Fender Stratocaster y si para la mañana
George aún no ha vuelto, le diré a la Decana Penhallow que está enfermo,
así no se meterá en ningún problema. Y entonces empezaré a
preocuparme.
***
—Me gustaría empezar con la clase de hoy, asumiendo que todo está
bien con el gallinero.4
***
1984
La manada era pequeña, solo cinco lobos. En su engañosa forma
humana: dos hombres, uno incluso más grande que Robert, con músculos
del tamaño de su cabeza, otro viejo y encorvado con abundantes vellos
asomándose por su nariz y orejas como si su lobo interior lo estuviera
invadiendo gradualmente. Una niña con trenzas rubias. La joven madre de
la niña, sus labios brillantes y curvas ondulantes le provocaron
pensamientos a Robert de que era mejor no repetir en voz alta, al menos
no donde Valentine pudiera escuchar. Y finalmente, una mujer musculosa
con un profundo bronceado y un más profundo ceño, quien parecía estar a
cargo.
Era asqueroso, Valentine les dijo que había hombres lobo apestando
una distinguida mansión de Cazadores de Sombras. Y aunque la casa
estaba decrepita y había sido abandonada hace mucho tiempo, vides
serpenteando por las paredes, malas hierbas brotando desde sus
cimientos, la que una vez había sido una noble finca reducida a oxidación
y escombros, Robert veía su punto. La casa tenía un linaje, había sido el
hogar de intrépidos guerreros, hombres y mujeres que arriesgaron y
eventualmente perdieron sus vidas a causa de la humanidad, por defender
al mundo de los demonios. Y aquí estaban esas creaturas, infectadas por
su raza demoniaca –¿estas despreciables creaturas habían violado los
Acuerdos y matado desenfrenadamente, refugiándose en el hogar de su
enemigo? La Clave se negaba a lidiar con eso, dijo Valentine, no porque no
estuvieran seguros de que estos lobos eran violentos y asqueroso
criminales, sino porque no querían lidiar con las quejas de los
Subterráneos. No querían tener que explicarse a sí mismos; no tenían el
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Página
4Originalmente dice Peanut gallery que en español se refiere a los asientos más baratos
que puedes obtener en un teatro, conocido como generales o gallinero, eligiendo este
último para que el chiste tenga sentido.
coraje para decir: Sabíamos que eran culpables, por lo que nos hicimos
cargo de ello.
Inservibles.
Esperaron a la oscuridad.
—A la niña no.
Lo ataron a un árbol.
Valentine sonrió.
No fue diseñada para ser cálida. Era una sonrisa fría, y heló a Robert
hasta la médula.
deberíamos…
Página
—Será mejor que lo hagas, porque de otra manera no nos serías útil.
—Robert, mantén su boca abierta —la voz de Valentine era firme, pero
Robert lo conocía lo suficientemente bien para sentir la turbulenta furia
debajo.
45
***
promesa de George de que algo bueno estaba por venir, y si Simon quería
saber sobre ello, tendría que unírseles.
Página
—No creo que Isabelle me quiera allí —le dijo a Sunil mientras
tomaban cuidadosamente los objetos cocidos al vapor con formas de
vegetales que tenían por almuerzo.
—Sí.
Así que ese era el nuevo orden: el culto de Isabelle Lightwood. Simon
debía admitir que podía entender como una habitación repleta de personas
de otra manera racionales podía caer completamente bajo su hechizo y
entregarse completamente a ella.
Decidió que iba a ver eso por sí mismo. Simplemente para entender
que estaba ocurriendo y asegurarse de que todo estaba yendo bien. No, en
absoluto, porque quería desesperadamente estar cerca de ella. O
impresionarla. O agradarle.
Pensándolo así, quizás Simon entendía más el culto de Isabelle de lo
que quería admitir.
***
—¿Vas a hacer qué? —en la última palabra, la voz de Simon saltó dos
octavas más alto de lo normal.
—Oh, por supuesto, —Simon arrastro las palabras—. Eso sería una
tontería.
5
Last Airbender- Titulada El Último Maestro del Aire en Hispanoamérica, y Airbender: el
último guerrero en España) es una película de fantasía basada en la primer temporada de
la serie animada Avatar: la leyenda de Aang.
—Estás haciendo que suene más importante de lo que es —dijo
George.
Beatriz no estaba ahí. Si ella hubiera estado, tal vez podría haberlos
hecho entrar en razón. O ayudar a Simon a atarlos y meterlos en el
armario hasta que el final del semestre hubiese pasado con seguridad e
Isabelle estuviera de vuelta en Nueva York, donde pertenecía.
Confío en ti, eso es lo que él quería decir. Sabía que ella estaba
esperando eso. Todos lo esperaban.
Él no podía.
—Esta no eres tú, Isabelle. Así no es cómo eres. —No estaba seguro
de si estaba tratando de convencerla a ella o a él mismo.
—Sé lo suficiente.
Él lo intentó.
—Así que, Vampiro Diurno, ¿supongo que tienes algo que decirme?
—Te ves tan serio —le dijo—. Adelante, escúpelo. Te sentirás mejor.
Es como vomitar.
—Ya sabes, ¿cuándo te sientes mal? A veces sólo ayuda sacarlo todo.
***
1984
Durante la mayor parte de su tiempo en la Academia, Robert había
visto a Valentine desde la distancia. A pesar de que Robert era mayor,
miraba a Valentine, que era todo lo que Robert quería ser. Valentine
destacó en su formación sin esfuerzo visible. Podía manejar cualquier
arma mejor que cualquier persona. Él era descuidado con su afecto, o al
menos parecía serlo, y era amado. No mucha gente se daba cuenta a cuán
pocos realmente amaba. Pero Robert se daba cuenta, porque cuando estás
viendo desde el margen, lo invisible, es fácil de ver con claridad.
Cada vez que dibujaba una runa en sí mismo, tenía que contener la
respiración, forzar sus dedos para no temblar. Siempre titubeaba. En
clase, era apenas perceptible. En la batalla, esa podría ser la fracción de
segundo que diferenciaba entre la vida y la muerte, y Robert lo sabía. Lo
que le hacía titubear aún más, en todo. Era fuerte, inteligente, talentoso;
era un Lightwood. Tendría que haber estado entre los mejores. Pero no
podía dejarse ir y actuar por instinto. No podía dejar que su mente corriera
hacia las posibles consecuencias. No podía dejar de tener miedo, y sabía,
que con el tiempo, ese sería su final.
—No estás de acuerdo con lo que hice —dijo Valentine en voz baja
mientras el sol se deslizaba por encima del horizonte. Michael y Stephen
aún dormían. Robert había pasado las horas de oscuridad mirando al
cielo, examinando cuidadosamente lo que había sucedido, y lo que debía
hacer a continuación.
—Escuchaste las cosas que eso dijo. Entiendes por qué tenía que ser
silenciado, —dijo Valentine—. Tenía que ser enseñada su lección, y la
Clave no podría haber reunido la voluntad. Sé que los otros no lo
entenderían. Ni siquiera Lucian. Pero tú... nos entendemos, tú y yo. Eres el
único en que puedo confiar. Necesito que guardes esto para ti mismo.
—Si estás tan seguro de que hiciste lo correcto, entonces ¿por qué
mantenerlo en secreto?
Robert se estremeció.
Irónico que fuera su propia cobardía lo que había hecho que sus
peores temores se hicieran realidad.
—No lo entiendo.
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—Si sólo fuera así de fácil —dijo Robert, y no pudo negar una
punzada de nostalgia.
—Es sólo tan duro como tú lo hagas —dijo suavemente—. Es tan fácil
como permitas que sea.
***
***
—No podéis hacer esto —les dijo Simon—. Todos ustedes, deténganse
y piensen.
56
Persuádenos, Simon.
Él no era bueno en discursos. Y ella lo sabía.
—No se trata sólo de que sea contra las reglas —dijo Simon. ¿Cómo se
supone que explicase algo que parecía tan obvio? Era como tratar de
convencer a alguien de que uno más uno es igual dos: Sólo lo era—. No se
trata sólo de que podríais ser expulsados o incluso llevados ante la Clave.
Es incorrecto. Alguien podría lastimarse.
—Tal vez…
—Tal vez deberíamos seguir adelante con las cosas, —dijo Isabelle,
sacudió su sedoso cabello negro, parpadeó con sus grandes ojos sin fondo
y sonrió con su irresistible sonrisa, y como si hubiera echado un hechizo
de bruja sobre la habitación, todo el mundo se olvidó de que existía Simon
y se ocuparon con el trabajo de convocar a un demonio.
Había hecho todo lo que podía hacer aquí. Sólo había una opción.
Se escapó.
***
1984
Michael dejó pasar una semana antes de hacerle a Robert la pregunta
que había estado temiendo. Tal vez estaba esperando que Robert lo trajera
él mismo. Tal vez había tratado de convencerse a sí mismo de que no
necesitaba saber la verdad, que quería a Robert lo suficiente para no
preocuparse, pero al parecer, había fracasado.
Las cosas habían sido extrañas entre ellos esta semana, tranquilas y
rígidas. Robert estaba guardando su secreto acerca de lo que habían hecho
con el hombre lobo, y reflexionando sobre la sugerencia de Valentine, de
que él sería la conciencia y fuerza de Robert, esa sería la forma más fácil.
Michael era...
58
sobre Valentine, sobre Eliza, sobre Robert mismo. Y eso hizo las cosas tan
extrañas. Eran parabatai; eran dos mitades de lo mismo. No se supone
que Robert tuviese que adivinar. Antes, siempre lo había sabido.
Robert tragó. Michael tenía razón: Antes de esto, Robert nunca había
mentido.
Eso no era sólo un secreto, eso no era solo una chica. Eso era...
Robert ni siquiera sabía lo que era.
Insondable.
—¿Eso es todo? ¿No crees que entendería eso, idiota? Te lo dije, Eliza
es genial…
Esta vez, Michael levantó la cabeza, miró a los ojos de Robert, y habló
con claridad.
—¿Tú qué?
Todo a la vez, con una fuerza que casi lo barrió de sus pies, Robert
fue inundado por una oleada de recuerdos: la mano de Michael en su
hombro. Los brazos de Michael a su alrededor en un abrazo. Michael
luchando con él. Michael ajustando suavemente su agarre en su espada.
Michael tumbado en la cama unos pocos pies de distancia de él, noche
tras noche. Michael desvestido, tomando su mano, tirando de él hacia el
Lago Lyn. Michael, el pecho desnudo, el pelo empapado, los ojos brillantes,
tumbado en la hierba junto a él.
Esto es lo que Robert sabía: que Michael era el mejor amigo que
había tenido, y probablemente el alma más pura que conocería alguna vez.
Que debía sentarse al lado de Michael, le prometió que esto estaba bien,
que nada tenía que cambiar, que el juramento que habían jurado entre sí
era cierto, y para siempre. Que no había nada que temer de Michael, el
estómago de Robert se revolvió ante la palabra amor. Que Robert era una
flecha derecha, que era el toque de Maryse lo que hacía que su cuerpo
cobrara vida, el recuerdo del pecho desnudo de Maryse lo que hacía que su
pulso corriera y que la confesión de Michael no puso a nada de eso en
duda. Sabía que debía decir algo tranquilizador a Michael, algo así como—:
No te puedo amar de esa manera, pero te amaré por siempre.
—Nunca vas a decir eso otra vez, —dijo Robert con frialdad—. Y si
insistes en ello, esa será la última cosa que jamás me dirás. ¿Me
entiendes?
—¿Como tú lo haces?
No estaba seguro.
Se dijo: solo estaba haciendo lo que tenía que hacer para sobrevivir.
***
Simon corrió por los pasillos lúgubres, se deslizó por los suelos
fangosos, y avanzó por las escaleras dentadas, todo el camino maldiciendo
a la Academia por ser una fortaleza tan laberíntica y sin recepción celular.
Sus pies golpearon contra la piedra gastada, sus pulmones tiraron, y
aunque el viaje pareció interminable, solo unos minutos pasaron antes de
que se lanzara a la oficina de Catarina Loss.
O pensar en Izzy.
Simon se tambaleó.
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Catarina parecía como si tuviera algo que decir sobre el tema de los
tontos Cazadores de Sombras jugando a juegos del gato y el ratón con los
suyos, pero como de costumbre, se mordió la lengua.
—¿Por qué alguien escucharía cualquier cosa que tengas que decir
acerca de hacer lo correcto? —espetó Isabelle.
—Ahora que este asunto sórdido ha concluido, les pido a todos que
nos den a mi obediente hija y a mí un poco de intimidad. Creo que
tenemos algunas cosas que resolver —dijo Robert.
Robert no tuvo ni que hablar, solo giró esa mirada Inquisidora hacia
él; Jon se estremeció.
Huyó, junto con todos los demás, y Simon estaba a punto de hacer lo
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Robert suspiró.
—Bien. Te quedas.
—Es obvio para mí que tú no quieres estar aquí —le dijo Robert a su
hija.
—Sí —dijo.
—Qué pena.
Él sacudió su cabeza.
—¿Por qué estás diciéndome esto? —algo del veneno se había drenado
de su voz.
—¿Es por eso que pasaste años tratando a Alec como si tuviera la
Página
plaga? ¿Es así como les muestras a tus hijos que los quieres?
Ante eso, si era posible, Robert se veía incluso más avergonzado.
***
Era una fiesta lamentable, del tipo que incluso Simon tenía que
admitir que podría haber sido avivada por un demonio o dos. Las
decoraciones —unas cuantas tristes serpentinas, un par de globos de helio
desinflados, y un cartel pintado a mano que (mal) deletreaba
“FELICIDADS”— parecían como si hubieran sido lanzadas juntas de mala
gana a último minuto por un montón de chicos de quinto grado en
detención. La mesa de refrigerios estaba abarrotada con cualquier comida
que había quedado al final del semestre, incluyendo croissants duros, una
cazuela llena de gelatina de naranja, una olla de estofado, y varios platos
colmados con productos cárnicos indefinibles. Como la electricidad no
funcionaba en Idris y nadie había pensado en contratar una banda, no
había música, pero un puñado de miembros de la facultad lo habían
tomado en sus manos para improvisar un cuarteto. (Esto, en la mente de
Simon, no calificaba como música.) La banda de convocadores demoniacos
de Isabelle había sido liberada con una severa advertencia, e incluso se les
permitió asistir a la fiesta, pero ninguno de ellos parecía estar de humor
para juergas… o, comprensiblemente, para Simon.
Él estaba permaneciendo solo cerca del tazón del ponche –el cual olía
lo suficiente a pez para persuadirlo de en realidad servirse cualquier
cantidad de ponche– cuando Isabelle se le unió.
—¿Amigos? —se rió—. Creo que te refieres a “personas que odian mis
entrañas.” Sip, tiendo a evadir esos.
—Así que, supongo que, gracias por quedarte durante toda la cosa
Página
—¿Como, si yo digo, gracias por engañar a todos mis amigos para que
piensen que eras una loca y salvaje convocadora demoniaca para que se
metieran en problemas con la decana, tu dirías…?
—De nada por enseñarles a todos ellos una valiosa lección. —Sonrió—
. Una que, aparentemente, tú no necesitabas aprender.
—Sip. Sobre eso. —Aunque todo había sido una prueba –aunque,
aparentemente, Isabelle había querido que la reportara, él aún se sentía
culpable—. Siento no haberme dado cuenta de lo que estabas haciendo. No
haber confiado en ti.
Él se encogió de hombros.
—Oh.
—Si me escribes otra alguna vez, tal vez incluso la lea, —dijo ella, con
practicada indiferencia.
Traducción:
Soldadita Pelirroja
Jem Carstairs
Mayra
Shilo
karliie_j
AnnaTheBrave
Becca Herondale
Ateh
AsheDarcy
LizC
Diana de Loera
Diseño:
Jane’
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Página
Página 75